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DORIS GIBSON PARRA Y FRANCISCO IGARTUA ROVIRA

DORIS GIBSON PARRA Y FRANCISCO IGARTUA ROVIRA
FRANCISCO IGARTUA CON DORIS GIBSON, PIEZA CLAVE EN LA FUNDACION DE OIGA, EN 1950 CONFUNDARIAN CARETAS.

«También la providencia fue bondadosa conmigo, al haberme permitido -poniendo a parte estos años que acabo de relatar- escribir siempre en periódicos de mi propiedad, sin atadura alguna, tomando los riesgos y las decisiones dictadas por mi conciencia en el tono en que se me iba la pluma, no siempre dentro de la mesura que tanto gusta a la gente limeña. Fundé Caretas y Oiga, aunque ésta tuvo un primer nacimiento en noviembre de 1948, ocasión en la que también conté con la ayuda decisiva de Doris Gibson, mi socia, mi colaboradora, mi compañera, mi sostén en Caretas, que apareció el año 50. Pero éste es asunto que he tocado ampliamente en un ensayo sobre la prensa revisteril que publiqué años atrás y que, quién sabe, reaparezca en esta edición con algunas enmiendas y añadiduras». FRANCISCO IGARTUA - «ANDANZAS DE UN PERIODISTA MÁS DE 50 AÑOS DE LUCHA EN EL PERÚ - OIGA 9 DE NOVIEMBRE DE 1992»

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«Cierra Oiga para no prostituir sus banderas, o sea sus ideales que fueron y son de los peruanos amantes de las libertades cívicas, de la democracia y de la tolerancia, aunque seamos intolerantes contra la corrupción, con el juego sucio de los gobernantes y de sus autoridades. El pecado de la revista, su pecado mayor, fue quien sabe ser intransigente con su verdad» FRANCISCO IGARTUA – «ADIÓS CON LA SATISFACCIÓN DE NO HABER CLAUDICADO», EDITORIAL «ADIÓS AMIGOS Y ENEMIGOS», OIGA 5 DE SEPTIEMBRE DE 1995

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LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU

LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU
UNIVERSIDAD DEL PAÍS VASCO

LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU

LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU
UNIVERSIDAD DEL PAÍS VASCO

«Siendo la paz el más difícil y, a la vez, el supremo anhelo de los pueblos, las delegaciones presentes en este Segundo Congreso de las Colectividades Vascas, con la serena perspectiva que da la distancia, respaldan a la sociedad vasca, al Gobierno de Euskadi y a las demás instituciones vascas en su empeño por llevar adelante el proceso de paz ya iniciado y en el que todos estamos comprometidos.» FRANCISCO IGARTUA - TEXTO SOMETIDO A LA APROBACION DE LA ASAMBLEA Y QUE FUE APROBADO POR UNANIMIDAD - VITORIA-GASTEIZ, 27 DE OCTUBRE DE 1999.

«Muchos más ejemplos del particularismo vasco, de la identidad euskaldun, se pueden extraer de la lectura de estos ajados documentos americanos, pero el espacio, tirano del periodismo, me obliga a concluir y lo hago con un reclamo cara al futuro. Identidad significa afirmación de lo propio y no agresión a la otredad, afirmación actualizada-repito actualizada- de tradiciones que enriquecen la salud de los pueblos y naciones y las pluralidades del ser humano. No se hace patria odiando a los otros, cerrándonos, sino integrando al sentir, a la vivencia de la comunidad euskaldun, la pluralidad del ser vasco. Por ejemplo, asumiendo como propio -porque lo es- el pensamiento de las grandes personalidades vascas, incluido el de los que han sido reacios al Bizcaitarrismo como es el caso de Unamuno, Baroja, Maeztu, figuras universales y profundamente vascas, tanto que don Miguel se preciaba de serlo afirmando «y yo lo soy puro, por los dieciséis costados». Lo decía con el mismo espíritu con el que los vascos en 1612, comenzaban a reunirse en Euskaletxeak aquí en América» - FRANCISCO IGARTUA - AMERICA Y LAS EUSKALETXEAK - EUSKONEWS & MEDIA 72.ZBK 24-31 DE MARZO 2000

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miércoles, 24 de diciembre de 2008

FRANCISCO IGARTUA - EDITORIAL - CUATRO SUCESOS DESIGUALES

Francisco Igartua
Semana de hechos significativos ha sido ésta. Por un lado, Javier Pérez de Cuéllar aceptó el reto de ser candidato a la presidencia, a pesar de conocer las circunstancias en las que tendrá que competir -"No cuento con el apoyo de fuerzas económicas y menos aún con los variados recursos del poder"­, pero también a sabiendas, por experiencias locales y extranjeras, de que el dinero y el poder no compran conciencias. Se trata de un hecho histórico que se alza contra la vieja práctica política de la reelección, que tan malos resultados dio siempre en el Perú y en América Latina. Aquí, en estas latitudes, la reelección transformó en dioses, a los autócratas. De este tema, del lanzamiento de la candidatura de Pérez de Cuéllar y del mensaje memorable y preciso pronunciado el jueves pasado por el ex Secretario General de la ONU, se ocupa la revista en las páginas que siguen.

Otro hecho destacable, en cierta forma vinculado al anterior, se produjo en la selva: el jefe de Estado, ingeniero Fujimori, se subió a un helicóptero de la organización norteamericana antinarcóticos, y dio orden de que arrancara. La orden no se cumplió de inmediato y el jefe de Estado montó en cólera, se bajó del aparato y los pilotos -miembros de la policía peruana- han sido traídos a Lima, quedando los aparatos inmovilizados. Un nuevo incidente que coloca las relaciones peruano-norteamericanas en un punto de tensión mayor que el producido en época de Velasco con la expropiación de la IPC.

No es del caso, naturalmente, dilucidar quién tuvo la razón en este incidente. Muchos sucesos del pasado y, ahora, la falta de sensibilidad política exhibida por Estados Unidos en su prepotente intervención en Haití, haciendo de policía internacional y poniendo en ridículo a la OEA, nada abonan en favor del coloso imperial. Sin embargo, vale el hecho para un análisis interno de los límites que debieran respetar los jefes de Estado y que en América Latina no respetan, por lo que la reelección en estas naciones se transforma en un trampolín a la perpetuidad monárquica.

Los bienes del Estado, en todo país bien constituido, institucionalizado, no son propiedad de los mandatarios ni puede dárseles el uso que a éstos les venga en gana. Como ocurrió, por ejemplo, con un barco de guerra movilizado para custodiar un paseo marino de los hijos del jefe de Estado, ingeniero Fujimori. Y si los mandatarios no deben darles a los bienes de la nación uso diferente al que la ley establece, mucho menos debería echar mano a la propiedad particular o a la de otros estados, que dan apoyos con fines específicos. Racionalmente no es lógico desviar el empleo de un helicóptero, destinado a combatir el narcotráfico, a visitas de saludo y reparto de almanaques... Pero no sigamos con el tema, porque tan cómico es ver a EE. UU., empantanado en Haití, cual elefante desesperado por aplastar un mosquito, como contemplar a nuestro folclórico jefe de Estado, cubierto de ponchos y chullos, afanado en repartir regalos para comprar su reelección. Arbitrar entre dos extravagancias es perderse en el vacío.

Las otras dos noticias de la semana son diametralmente opuestas entre ellas. Una es de celebración, de fiesta, de orgullo nacional. La otra es una tragedia horrenda, es la dolorosa realidad peruana que nos explota en la cara.

¡Cómo no va a ser hecho jubiloso para todos que el banco Wiese haya logrado presencia, con la bandera del Perú al lado, en la Bolsa de Nueva York! Pero si es motivo de alegría el triunfo internacional de un banco que surgió de la imaginación y capacidad empresarial de don Augusto Wiese y la tesonera dirección técnica de don Rafael de Orbegozo, es ocasión para derramar lágrimas de rabia al enteramos, por un diplomático extranjero, transido de dolor, que ha muerto de tuberculosis -¡de TBC al borde del siglo XXI!- un joven genio peruano, alumno de una importante universidad.

Los señores de Expreso pueden estar satisfechos. El joven Wilfredo Ruiz ha muerto tuberculoso porque en el Perú se está cumpliendo con rigidez militar su consejo de que no haya excepción alguna en materia tributaria, por lo que las medicinas para la TBC pagan 18% de IGV, haciéndolas inalcanzables para los pobres como Wilfredo Ruiz, un muchacho de pueblo con una inteligencia superdotada, que había quebrado todas las tablas de medición en los exámenes de ingreso a las universidades. Tampoco se libran del 18% de IGV, para satisfacción de Expreso, la leche, los huevos, el pan, que pudieron salvar de la muerte a WiIfredo Ruiz. Pero al pobre de Wilfredo Ruiz sólo le sobraba inteligencia pura, no tenía la viveza, la cintura intelectual, la picardía comercial de los hombres de Expreso. Wilfredo Ruiz no habría podido convencer a los militares, como lo ha hecho Expreso, para que ellos, los militares, le proporcionen el dinero para pagar sus impuestos. Y no es que yo esté alucinado. No. Lo que cuento está comprobado en las propias páginas de Expreso. El Ejército, que nada tiene que divulgar, no sólo publica constantemente avisos en el diario de Orejuelas. También da cabida a suplementos -a todo color- colocando al general Nicolás di Bari en olor de santidad y mezclando a los dos más connotados miembros del Jurado Nacional de Elecciones con los jefes militares "que controlarán el proceso electoral", frase textual pronunciada por el ministro de Defensa en el CCD. Se trata de los doctores Nugent y Muñoz, justo los dos integrantes de ese jurado con historial nada santo, ligado a los 'controladores' del proceso. El suplemento del que hablo es de anteayer, sábado veinticuatro. ¿Cuánto pagó Nicola di Bari por él? No con su plata, por supuesto, ni con la de Fujimori, sino con el dinero que el pueblo le entrega al Estado cada vez que compra (con 18% de IGV) una medicina, un pan, un huevo, un vaso de leche, todas esas pequeñas cosas que hubieran servido para que Wilfredo Ruiz no muera y su cerebro privilegiado no se extinguiera antes de haber dado frutos a la patria.

FRANCISCO IGARTUA - EDITORIAL - HACER DEMAGOGIA CON LA PLATA DEL PUEBLO NO ES GOBERNAR

Francisco Igartua
Garantía fundamental de una elección democrática es que el voto sea secreto, universal e irrevisable el escrutinio en las mesas de sufragio, sujetas a su vez a la vigilancia y fiscalización de los personeros de los candidatos. Este es un principio electoral básico, como lo ha señalado el doctor Juan Chávez Molina, que abarca a toda la geografía del mundo democrático, aun en los países más desarrollados, donde el voto se emite apretando un botón de computadora. Repito, sin voto secreto, universal y escrutinio irrevisable en mesa no hay elecciones ni democracia.

Felizmente, en el proyecto de ley presentado por el nuevo Jurado Electoral, Jurado bien visto por la ciudadanía por la calidad de sus integrantes, el principio arriba expuesto ha sido observado con pulcritud. Hay, pues, fundadas esperanzas de que, en lo esencial, la verdad del voto sea respetada.

Sin embargo, el proyecto continúa manteniendo disposiciones que hacen del proceso electoral un disparate incoherente.

En uno de sus dispositivos, por ejemplo, se señala que el jefe de Foncodes tiene que renunciar a su puesto con seis meses de anticipación a los comicios, dada la gran influencia que este funcionario puede tener sobre los electores. Y sin duda es una medida sana, de acuerdo al criterio que siempre ha inspirado la legislación electoral en América Latina: la autoridad que candidatee, por el simple hecho de tener mando, ejerce una presión indeseable sobre el electorado y podría ser distorsionadora de los resultados. Esa es la naturaleza de las cosas en nuestras tierras y es lo que corresponde precisar cuando se legisla de acuerdo a nuestra idiosincrasia, a nuestro modo de vivir y de ser. De estas poderosas razones es que se desprende la norma, todavía generalizada en América Latina, de la no reelección presidencial; pues si se juzga prudente separar de sus puestos a los funcionarios del Estado, por la influencia que pudiesen ejercer sobre sus electores, ¿cómo permitir que el supremo funcionario, cuyo poder llega a todos los rincones del país, pueda participar en elecciones desde la presidencia? Y que no se hable de que el presidente, como cualquier funcionario, también debiera alejarse por seis meses de su despacho. Semejante pedido es otro soberano disparate, ya que un presidente en campaña no pierde un milímetro de poder, le bastaría una llamada telefónica a sus lugartenientes en Palacio -en el caso actual a su hermano, Santiago Fujimori-, para que el gobierno actúe como él lo desee. Un presidente de vacaciones sigue siendo presidente y la añagaza de la renuncia sería una grosera tomadura de pelo, como la bajada al llano del general Odría en el año 50.

No hay, pues, coherencia alguna entre la reelección presidencial y la renuncia de los funcionarios. Son dos concepciones diametralmente opuestas que no pueden coexistir racionalmente en una misma legislación. Habiendo reelección presidencial no tiene sentido la renuncia de funcionarios inferiores a la suprema magistratura. Y otras, por lo tanto, deben ser las normas que, en las reelecciones, velen para que no haya abuso de autoridad o indebido empleo de los fondos públicos.

Pero el proyecto de ley electoral presentado al CCD llega al colmo de la mascarada cuando mantiene a la Fuerza Armada como garante del proceso y sigue aceptando que sean dirimentes las actas de escrutinio entregadas a la cúpula castrense que, desde el golpe militar del 92, cogobierna con Fujimori y es autora de un plan de gobierno para los próximos veinte años. Objetivamente, se trata de una farsa. También lo es cuando, sin explicación alguna, el proyecto conserva la serie de disposiciones que, junto con el articulado del Código Penal, prohíben a las autoridades aprovecharse de sus cargos para usar fondos del Estado en favor de sus amigos o para ejercer presión en favor o en contra de cualquier candidatura, así como la participación de policías y militares uniformados en los actos de campaña proselitista.

Son tan irreales estas disposiciones en una reelección presidencial -todas ellas abiertamente incumplidas en todos los procesos electorales de este régimen que mueven a que nos carcajeemos de la ley propuesta por el Jurado Nacional de Elecciones. ¿No vemos desde ahora cómo ayudan a Fujimori los policías de su escolta y sus edecanes uniformados en el reparto de almanaques con la figura a todo color del señor presidente aspirante a candidato? ¿No son acaso estos repartos puro proselitismo electoral y una burla cruel a la legislación vigente? Porque grandes deben ser los gastos para imprimir los retratos de Fujimori y mayores los de estas movilizaciones -todo a cuenta del Estado-, así como gigantesco es el pitorreo en la ley.

¿Por qué los miembros del Jurado Nacional de Elecciones, personas de elevado criterio, profesionales de nota, gentes de bien y conocedores de nuestro medio, han insistido en no borrar de la ley disposiciones que saben ellos muy bien que no se cumplirán, que el candidato a la reelección las violará cuantas veces le dé la gana y se mofará de ellas, a sabiendas de que el Jurado no actuará contra el Poder Ejecutivo que él representa? ¿O será que, por primera vez, el Jurado hará que se imponga la ley, el orden jurídico? ... Pero no sólo hay duda de que esto ocurra sino que se puede apostar con toda seguridad de que las mismas violaciones cometidas en el proceso del CCD y en el plebiscito sobre la Constitución, las volverá a repetir impunemente, y esta vez agravadas, el señor Fujimori.

Por lo pronto anda diciendo que él no hace demagogia, que él está gobernando para el pueblo y por eso, personalmente, gira y gira por todo el país inaugurando colegios, abriendo caños de agua, apretando botones de luz. No señor Fujimori, perdone que se lo diga, girar y girar por el país abandonando el despacho presidencial no es gobernar. Eso es hacer proselitismo electoral, es hacer demagogia. Está bien, muy bien, que se inauguren muchos colegios, que se amplíen las carreteras, que haya más luz y agua en los pueblos... Pero para esas inauguraciones se bastan los ministros, sus señoras, los alcaldes y prefectos. El presidente debe gobernar, o sea meditar en su despacho, junto con sus asesores, en cómo hacer para que en los colegios haya buena enseñanza; en cómo lograr para que el pago de todas las obras y regalos que se hacen en el país no salga del bolsillo de los pobres, que son los que sostienen el presupuesto con el ISC al consumo y otros impuestos indirectos; en cómo evitar que las provincias abandonen el agro y se lancen a congestionar las ciudades, porque allí el señor Fujimori regala terrenos, luz, agua y desagüe. Hacer giras por los pueblos jóvenes y abandonar Palacio no es gobernar, señor Fujimori, eso es hacer demagogia. Gobernar es estar estudiando la realidad nacional y sus problemas exteriores, para no salir al extranjero y cometer la torpeza de colocarse al lado de Haití y Cuba y suscribir en China una declaración que favorece a Corea del Norte.

Andar de gira todo el tiempo, repartiendo regalos sin planificación alguna, es maleducar al pueblo, es hacer demagogia, es hacer campaña electoral con los fondos públicos, que son fondos que se cubren con el impuesto que paga el pueblo al comerse un pan, al comprar una medicina o un libro, al hacer un viaje. El presupuesto en el Perú lo cubren los pobres, no los ricos. Basta comparar los ingresos por el impuesto a la renta con los producidos por el IGV, la gasolina y otros. Hacer demagogia con la plata del pueblo no es gobernar, es hacer campaña electoral.

FRANCISCO IGARTUA - EDITORIAL - LA CERVEZA Y LOS PERIODISTAS

Francisco Igartua
Solicitando le prestemos atención -al final de la nota destaca la frase ritual "con el ruego de su publicación"-, la Compañía de Cerveza Cristal nos ha hecho llegar una larga exposición en la que 'explica la caída del consumo de cerveza (8.5%) por el auge que ha tomado la venta de ron importado (133%) y de otros alcoholes rectificados nacionales y extranjeros. Y le asiste a la Cristal toda la razón en sus argumentos para protestar, pues este desequilibrio se presenta, sin duda alguna, por el trato discriminatorio que, en cuestión de impuestos, sufre la cerveza en relación a bebidas de alto grado alcohólico. Pero hay algo más que sólo está insinuado en la comunicación de los fabricantes cerveceros. También esa baja se debe a la pauperización del pueblo, que no puede pagar la parte del impuesto que se le asigna (18% de IGV y 30% de ISC) por la compra de cerveza, su bebida preferida. En tales condiciones opta por olvidar sus penas emborrachándose con licores de alto grado alcohólico, más dañino para la salud que la cerveza, pero más baratos y más contundentes para borrar del cerebro malos recuerdos y tensiones. De allí también el auge del juego y de las drogas.

Frente a esta realidad, las campañas y los discursos de respaldo a la lucha contra el narcotráfico para evitar el daño a la salud de nuestra población suena a inútil y hueco compromiso, a desvergonzada hipocresía. ¡Cómo si el alcohol no causara tanto destrozo como los estupefacientes.

Con esta nota de Cristal vemos que nuestros grandes hombres de empresa comienzan a ver que en economía las situaciones no son tan simples ni se resuelven con pura matemática. Es cierto -en este punto no hay duda alguna- que las normas tributarias, para ser eficaces, deben ser generales e iguales para todos; pero sin dejar de reconocer que son insoslayables las excepciones y respetables las particularidades que, como en la gramática, confirman la regla. Tal es el caso de la cerveza, que es discriminada y cargada con mayor castigo tributario que rones y alcoholes rectificados, mucho más dañinos para la salud popular y juvenil que la cerveza, cuando la realidad sanitaria y moral obliga que las cosas sean al revés.

También estos grandes empresarios habrán advertido que el pueblo, y no las elites, es el que cubre la mayor parte del presupuesto de la República. Por ejemplo, el Impuesto Selectivo al Consumo (ISC) en el renglón cerveza -que es todavía la bebida de las masas- llega a sumas mil veces superiores a los magros ingresos que el whisky le produce al fisco. ¿Y qué deI IGV -impuesto a la venta- a los fideos, a la leche, a los huevos, al aceite? ¿Alguien ha hecho el cálculo de la sideral diferencia del pago hecho por los pobres al fisco con el mísero aporte que hacen las elites? ¿Come más fideos un rico que un desocupado? ¿Toma más leche? Y tómese en cuenta que en el Perú algo más de 20 millones de personas son medianamente pobres, pobres, paupérrimos y miserables. Estos son lo que, sin saberlo, cubren la mayor parte del presupuesto nacional cada vez que toman un té, un café, un pan o una cerveza.

Pero volvamos al tema inicial: ¿Por qué, si hay discriminación tributaria en contra de la cerveza, que es una bebida de moderado grado alcohólico, no se invierten los términos y la discriminación se vuelve contra los alcoholes fuertes, que son dañinos a la salud y, en el caso de algunos de ellos, consumidos sólo por adultos de la clase alta? Esto lo aconsejaría una economía con sentido humano, solidaria con los más necesitados y preocupada por la salud moral y física de la población. Una economía que no tendría que avergonzarse de la hipocresía que se esconde en muchos discursos antinarcóticos.

Para evitar las consabidas trampas basta que la diferencia sea entre licores y cervezas, señalando que éstas, cuando lleguen al grado 'de ponemos 'osos', pasen al renglón de licores.

Esperemos que ahora los grandes empresarios -como son los de la cerveza-, tan distantes de los problemas de los demás, comprendan ahora la necesidad de las excepciones tributarias; de la igualdad en situaciones semejantes -Dionisio Romero ha pedido, con razón, igual trato para la banca nacional y la extranjera-, y del sentido humano que la economía no debiera despreciar.

Pongámonos de acuerdo en que el impuesto general a las ventas -el que cancela cada ciudadano al hacer una compra- es técnicamente el más eficiente y que éste debe ser universal. También admitamos -porque técnicamente es lo correcto- que la tasa del 18%, es demasiado alta y debería reducirse al 10 o 12%. Así habría menos evasión y se ampliaría la base tributaria. Hace muchísimos años, antes de la era cristiana, un sabio emperador chino descubrió y estableció como norma que los impuestos en conjunto jamás deberían pasar del 15%, porque, de lo contrario, sería una permanente tentación a ser evadidos.

Pero vayamos a lo nuestro, a lo que nos atañe a los periodistas: ¿por qué no debe haber excepciones o, mejor dicho, por qué debe haber una sola?

Sería verdaderamente criminal, una estulticia, que a los recibos de los estudiantes se les añadiera 18% de IGV. ¡Cómo si el déficit mayor de este país no fuera la falta de educación' Está, pues, muy bien que se exceptúe del IGV a la educación, como se ha hecho. Lo que no debe ocurrir es que el negocio de la educación -se hacen negocios con ella y muy grandes- no pague impuesto a la renta. Y tampoco está bien que, en igualdad de trato, no se exonere del IGV a la venta de periódicos y revistas, que son el medio más eficaz de educación cívica y de ilustración que tienen los ciudadanos y es, hoy día, condición indispensable para que se pueda hablar de libertad de prensa en un país. Que haya publicaciones pornográficas y de escalofriante frivolidad, es algo lamentable, como son lamentables algunas frivolísimas escuelas privadas, pero no le quitemos la vida a un ser humano por los muchos o pocos forúnculos que lo afeen. Por lo demás, no es ésta una excepción especialísima. En todos los países del mundo civilizado, en unos más que en otros, la venta de libros y periódicos goza de regímenes de excepción o preferencia. También en todos los países desarrollados, con un mínimo de conciencia sobre las necesidades vitales de su población, están liberados o muy aligerados del IGV o IVA los alimentos básicos y las medicinas Gobierno que no entienda esta situación -más en los países subdesarrollados, en los lugares donde, como aquí, los salarios son de hambre-, es gobierno sin sensibilidad humana, sin mirada al futuro, sin sentido de patria. ¿Qué se podrá hacer mañana con un pueblo ignorante, incivil, tuberculoso?

FRANCISCO IGARTUA - EDITORIAL - VITTOR, SUSANA Y LIBERTAD DE PRENSA

Francisco Igartua
Para muchos debiera esta revista estar alegre por la caída del ministro de la Presidencia, el ingeniero Vittor.

-Ustedes -nos dicen- son los que lo han tumbado. Sin embargo, no es verdad que OIGA se regocije con lo ocurrido. El que el señor Fujimori se desprenda de un ministro comprobadamente pícaro y encubridor de pícaros, no significa que haya desaparecido la inmoralidad en el régimen o que ésta haya amenguado. Vittor ha renunciado después de que Fujimori avaló públicamente su conducta de encubridor de los beneficiarios de los sobornos del BCCI (denuncia comprobada) y después de que quedara en evidencia que era uno de los tantos allegados al régimen que se aprovechan deshonestamente de las obras gubernamentales. Avalar a pícaros y más tarde aceptarles sus renuncias ("agradeciéndoles los servicios prestados a la Nación") no es moralizar, es amparar la corrupción y desmoralizar a los peruanos. ¿Se puede hablar de moralización cuando los picaronazos renunciantes no sólo nunca recibieron un castigo sino que fueron premiados con embajadas y buenos negocios? Menos aún vale la pregunta mientras se mantenga en los altos mandos del gobierno a los encubridores de Zanatti -pícaro mayor que los esposos Figueroa- y mientras los enormes gastos del gobierno -financiados con los impuestos que pagan los pobres al comer un pan o leer un periódico- sigan sin otra fiscalización que la frase cachacienta de Fujimori: "Ahora no hay comisiones". Vittor, nada menos que ministro de la Presidencia ¿no recibía comisiones? ¿No han recibido comisiones los ministros que permitieron que Zanatti vendiera Faucett, se llevara los aviones de Aeronaves y se deshiciera de sus negocios ganaderos? ¿Quién le paga su campaña reeleccionista al señor Fujimori? ¿No hay malversación en la impresión de fotos a todo color del mandatario y en otros regalos personales?

No, no estamos contentos en OIGA con la caída del ministro Vittor -su renuncia con "gracias a los servicios prestados" no es satisfactoria muestra de voluntad moralizadora- y, por otro lado, nos apenan las desavenencias familiares en Palacio. Sabemos de las terribles tensiones sufridas por la señora Higuchi cuando fue secuestrada en el Pentagonito, por aquello de los 'trapos sucios', y nos desconciertan sus apariciones públicas al lado del esposo tanto como su escapada de Palacio. Se trata de hechos contradictorios que pueden ser máscara de insospechadas conductas sobre las que no es aconsejable especular. Nuestra sensibilidad occidental peruana podría perderse en los meandros orientales de la relación Fujimori Higuchi. Sin embargo, no es posible negar que mucho más nos apena la esposa maltratada que el consorte autoritario y prepotente.

Y como también está en el tapete el tema de la presión económica del gobierno sobre los medios de expresión, repetiré lo que escribí y publiqué -por si las moscas el 28 de marzo del 94-, al inicio de estas 'secretas negociaciones'. Posición que OIGA sigue manteniendo a pie firme; entendiendo publicidad por divulgación de asuntos de interés nacional no propaganda política:

Para que no se me escape la lengua, para no caer en desatinos y exabruptos por mi torpeza para hablar, voy leer estas notas, escritas a vuela lápiz en estos momentos:

"Por lo que parece -aparte de una anterior a la que asistió nuestra gerente ha habido reuniones previas en otros lugares que no es éste, para llegar a acuerdos que no conozco, porque a esas reuniones OIGA no fue invitada”.

"Me veo obligado, por lo tanto, a señalar, en primer lugar, que el impuesto del IGV es injusto, antitécnico, absurdo. Ya esto lo habrán planteado todos mis colegas”.

"Si el Estado quiere contribuir a la enseñanza popular -se habla de que editemos libros escolares-, si desea formar ciudadanos con educación cívica, lo primero que debe hacer es propiciar y no entorpecer con impuestos la difusión de la lectura, de los periódicos, que son los libros elementales de la actualidad y más en países embrionarias como el nuestro”.

"Por algo la Unión Mundial de la Prensa ha declarado en setiembre, en Berlín, que el actual mayor acoso contra la libertad de expresión son los impuestos que elevan el precio de los perió­dicos a niveles que los aleja del público".

"El tema no es, pues, local. Es más amplio. Sin embargo, en Alemania el IGV o IVA para la prensa es 6%, en España 3%, algo parecido ocurre en Italia... Mientras que en Francia, Holanda, Dinamarca y otros países nórdicos el IGV no sólo no existe sino que los periódicos tienen subvención estatal”.

"Ningún país en el mundo carga con 18%a la venta de periódicos y revistas; o sea, a la difusión de la lectura. (Un reciente intento de hacerlo en Bulgaria ha concluido con el rechazo en pleno de la prensa búlgara). Por el mismo tema hay protestas en Chile democrático. A pesar de que los periódicos en Chile, como en la generalidad de los países europeos y en los de América del Norte, están libres -repito- están libres de Impuestos de aduana, que aquí son altos y en un momento fueron mayores sólo para las revistas. Chile -hay que recordarlo- es productor de papel periódico. En el Perú el papel nacional es de caña. Un asesino de las rotativas”.

"El 18% de IGV a la prensa es una carga más que injusta, es discriminato­ria si nos comparamos con la Educa­ción, que está liberada -y con razón­ de este y otros impuestos. También es criminal el IGV a las medicinas, a los alimentos básicos y a los libros”.

''Al estar aquí presente quiero, sin quejarme de nada ni de nadie, puntualizar que la situación de OIGA, al tener una deuda bastante más pequeña que la de otros, ya que sus atrasos en los pagos son mucho menores, no le permite asociarse al entusiasmo por imprimir separatas y menos libros que -lo digo de paso- serán distribuidos como donación personal por el candidato del gobierno. OIGA está limitada a pagar su deuda -deuda injusta y absurda, repito- por medio de avisaje que, por lo que parece, es una de las opciones que se habrían acordado en reuniones a las que no he sido invitado”.

"Y, algo más: Esa deuda debe ser cancelada a la firma del contrato publicitario, porque, de no ser así, las multas y las moras podrían aplastarnos como bola de nieve... la bola de nieve o, mejor dicho, en peruano, el huaico de piedras y barro que es el IGV contra la libertad de prensa".

Más que acertado es el comentario del presidente Belaunde, publicado en Caretas. Es la radiografía de la libertad de prensa en el Perú de hoy. Dice Belaunde:

"Las antiguas dictaduras clausuraban los periódicos, Fujimori los compra".

FRANCISCO IGARTUA - EDITORIAL - DOS MAFIAS CONTROLAN EL PERU

Francisco Igartua
Hace unos días dije en un programa del Canal 11 que el Perú se hallaba en manos de dos mafias, una japonesa y otra militar. Lo que espantó a algunos de mis amigos. Uno de ellos me comentó luego:

-Creí que no ibas a llegar a tu casa. Lo que, sin duda, es algo exagerado.

No hemos llegado a los extremos gansteriles de los años treinta. Pero sí es cierto que el país está gobernado por estas dos mafias. Sobre la militar poco o nada podría añadir a las muchas crónicas publicadas en esta y otras revistas sobre los actos de gobierno, con paseo de tanques por las calles, tomadas por la cúpula militar, y sobran los detalles difundidos sobre el asesinato de los estudiantes y el profesor de La Cantuta. También se conocen aunque más soterradamente, la matanza de Barrios Altos y la desaparición de universitarios en Huancayo; así como los altaneros pronunciamientos políticos del alto mando militar en diversas circunstancias. Tampoco son desconocidos los controles sobre las comunicaciones y más de una vez -no todas- los medios de difusión han dado cuenta de diversas 'visitas' -unas veces uniformadas y otras sin dejar rastro- en las que, por ninguna justificación policial o por la falta de indicios de robo, no pueden dejar de ser gestos clarísimos de amedrentamiento político, sólo achacables al Servicio de Inteligencia Militar.

Todo esto es verdad y está al margen de los aciertos del régimen en el campo económico; aunque aciertos no tan sobredimensionados como los quieren ver muchos peruanos y no pocos burócratas internacionales, que se niegan a advertir que, junto a las correcciones inevitables en el campo macroeconómico, se han agigantado los problemas de la deuda externa, igual que el cuadro de extrema pobreza, los índices de desnutrición y la geografía de las enfermedades críticas. También el aterrante poder de la mafia militar es una realidad que convive con los éxitos del gobierno en la lucha antisubversiva, éxitos que no son ajenos a la liquidación del marxismo como base ideológica del terrorismo y a la caída del Muro de Berlín, con su consecuente corte de apoyo logístico, moral y económico a las subversiones de signo comunista. A lo que es necesario añadir: en los indudables logros antiterroristas de los últimos años -como la captura de Guzmán, por ejemplo- en nada influyó el autogolpe militar del señor Fujimori. El operativo Guzmán lo tenía montado la Dincote -e iba por muy buen camino­ desde mucho antes que se produjera la quiebra del orden constitucional. Esto es historia y no historieta electoral.

Pero en esta oportunidad me toca hablar de la otra mafia que controla al gobierno peruano, de la mafia japonesa, mafia que preside el señor Alberto Fujimori Fujimori.

No hay en esta referencia ningún prejuicio racial. Primero porque, por la información que poseo, la mayoría de japoneses e hijos de japoneses que residen en el Perú no forman una comunidad de mafiosos. Y, segundo, porque mal puede caer en este tipo de xenofobia quien, como yo, igual que ellos, recién estoy echando mis propias raíces en estas tierras.

Y esto de la mafia japonesa tampoco es un cuento, es historia; que ahora acrecienta su verosimilitud, cuando el problema de la corrupción estalla en la cara al propio Fujimori y ya no puede ir dando la callada por respuesta, poniendo cara de palo o abrazando, dándoles credencial de buena conducta, a pícaros comprobados como Raúl Vittor Alfaro, ministro en un reducto del primer mandatario donde, por denuncia que OIGA publica en esta edición, se hace el montaje del modus operandi de la mafia para extorsionar a los desesperados del Perú... y quién sabe a otros ciudadanos no tan desesperados. El hombre de Palacio en estos operativos es el viceministro de la Presidencia Carlos Tsuboyama Matsuda, quien, por lo que se aprecia en los documentos que aparecen más adelante en esta edición, actúa con control remoto sobre otras dependencias estatales.

Aunque es mejor que vayamos al comienzo de la historia, para tener una visión más precisa de los hechos y, a la vez, para que el relato de lo ocurrido sirva para poner algo de luz en el enfrentamiento de la señora Susana Higuchi con el poder de los Fujimori.

Cuando se produjo la denuncia de la señora Higuchi contra sus concuñados por el mal uso que, según ella, se estaba dando a las donaciones japonesas, recibí la visita desesperada de un amigo y de una asistenta de la primera dama. Me venían a pedir protección para la señora Susana.

Yo creí que estaba soñando o que me estaban tomando el pelo. ¿Cómo podría yo, revista de oposición, perseguido económicamente por el régimen, proteger a nadie, si no lo podía hacer conmigo mismo?

-Lo que queremos es que se sepa lo que ha ocurrido y sabemos que usted es capaz de hacerlo. La señora Susana ha sido secuestrada.

-¿Qué?

-Sí. Creemos que está en el Pentagonito.

-Bueno, cuenten conmigo. Aunque, desgraciadamente, la revista está ya impresa. Será para la próxima semana. Estemos en contacto.

Al día siguiente, el amigo de la familia Higuchi llegó a las oficinas de OIGA é invitó a almorzar a su casa a nuestra gerente general, Carolina Arias. Ella aceptó y fue, además, en representación mía.

En el almuerzo se presentó la familia Higuchi, totalmente abatida y apesadumbrada, aunque mostrando un gran fervor religioso y mucho coraje frente a cualquier desastre que les pudiera ocurrir.

-Ustedes -dijo uno de ellos- no tienen idea de lo que son capaces los Fujimori y tememos por lo que le pueda ocurrir a nuestra hermana. A nosotros nos pueden quitar todo, no importa. Basta que nos queden las manos para volver a comenzar a trabajar. Confiamos en Dios. Pero nos preocupa Susana.

Carolina Arias volvió a dar seguridades de que haríamos todo lo que estuviera a nuestro alcance...

Sin embargo, al día siguiente, por medio de una llamada telefónica, pidieron que no dijéramos una palabra sobre el tema.

OIGA cumplió con lo que se le pedía y meses después apareció como una sombra la señora Susana Higuchi. Y así siguió por mucho tiempo.

FRANCISCO IGARTUA - EDITORIAL - ZONA DE PENURIAS

Francisco Igartua
En 1973, la UNESCO al señalar los rangos defini­torios de los países mar­cadamente subdesarrolla­dos, acuñó el término «zona de penuria» para referirse a las repúblicas como el Perú cuya pobla­ción crece pero su producción de libros disminuye notablemente. De entonces a la fecha han transcurrido 22 años. El Perú pasó por una dictadura militar, dos gobiernos demo­cráticos y un régimen cívico militar, sin embargo el drama de libro y las publicaciones no sólo persisten sino que se ha agudizado radicalmente.

Situación sumamente crítica que, mediante impuestos ciegos y abusivos, amenaza con destruir la industria edito­rial y a todas las instituciones dedicadas a divulgar cultura y cimentar las bases de la nacionalidad de un país que desde su gestación pugna por encontrar su destino como nación.

Un tema medular que OIGA, a lo largo de toda su existencia, ha deman­dado atención y medidas correctivas convencida de su trascendencia. Pero es asunto ignorado por gobiernos de toda laya que, en esta hora de dura prueba, vuelven a tocar cuando se habla de «revolución educativa», pero, paradójica­mente, se olvida que ésta se forja y cimienta en las aulas, en las carpetas y los escritorios de los estudiantes y maestros donde el libro es un extraño.

Y es que los gravámenes han vuelto prohibitivo al libro, al igual que han limitado su producción en el Perú los impuestos al papel, a la tinta y a todos los insumos de la industria editorial. Contradictoria política cuando en América y el mundo entero hay un florecimiento de las publicaciones gra­cias a las leyes de protección y fomen­to.

Los impuestos ahogan todo esfuer­zo editorial. A diferencia de lo que ocurre en Colombia, donde la indus­tria del ramo trabaja exonerada de impuestos, en el Perú el papel que se importa está gravado con un arancel del 15%, al que hay que sumar pagos por concepto de supervisión (1%), se­guro (3%) y el 18% por IGV ¡37 por ciento!. En el caso de las revistas y periódicos a esos pagos hay que añadirle el cobro del IGV por concepto de venta, impuesto que es imposible trasladar a los canillitas.

Pero si esta realidad descrita expli­ca, en gran parte, el porqué languidece la producción de libros y desaparecen publicaciones, también sirve para ilus­trar lo que sucede con el libro que se importa o exporta y recibe el mismo trato que un saco de papas. De esa manera, un libro que en España cuesta 10 dólares en el Perú vale 16. Y es que en la Madre Patria el libro si es conside­rado artículo de primera necesidad.

A propósito, en 1993, cuando el go­bierno español incrementó la tasa del I.V.A. (equivalente a nuestro IGV) del 12% al 15, a los libros se les redujo la tasa del 6% al 3%. Y ojo que ahí no paga ningún otro tipo de arancel. En Chile, donde también se paga un I.V.A. del 18%, todo lo recaudado por ese concepto tiene un fin cultural: adquirir libros para mantener actualiza­das las bibliotecas públicas del país.

Pero el caso más ilustrativo de lo beneficioso que son para un país las medidas de fomento de la industria editorial lo da Colombia. Ahí se dio una ley promotora que, en 20 años, ha convertido esa actividad en el ter­cer rubro de exportación de ese país, hoy en franca competencia por el pri­mer lugar del mercado sudamericano con México.

Los extraordinarios beneficios, que en diciembre de 1993, mediante la Ley N° 98 se han prorrogado hasta el año 2013, exoneran de tasas arance­larias y de todo tributo a la industria editorial, liberan la compra de rotati­vas, maquinarias e insumos, crea fuen­tes de financiamiento y otorga al rubro categoría de actividad industrial beneficiándola con créditos directos y mecanismos de redescuento. Además dis­pone la realización de ferias, señala, por ley, la compra de libros para todas las bibliotecas públicas del país y crea tarifas postales preferenciales.

Una realidad, con acordes de músi­ca celestial, que, a pesar de su cerca­nía, está muy distante de lo que ha pasado y pasa en el Perú donde la producción de libros sigue postrada, ha quebrado más del 50% de las libre­rías limeñas en los últimos 15 años y, donde por los aranceles, las inspeccio­nes y el IGV, el libro importado ha desaparecido.

Hoy, en el Perú de 1995, los libros de ciencias, de ingeniería, las obras con los últimos avances en todos los campos del saber humano se han esfu­mado de las escasas librerías existen­tes, con el grave perjuicio para nues­tros estudiantes y profesionales que de esa manera han quedado desactuali­zados en un mundo donde el conoci­miento es clave para poder competir.

Y también, como signo de los tiem­pos contradictorios que padece el país, la piratería editorial ha adquiri­do carta de ciudadanía cuando en realidades tan distantes y disímiles como Estados Unidos y la China co­munista, que apuesta a la moderni­dad, se vela por los derechos de autor y la propiedad intelectual.

Francisco Igartua opina: LOS SOVIETS, SRA. MACHER, NO SON UN PARTIDO POLITICO - Diario Expreso 14/06/2003

“Con estupor he visto y leído, en la prensa y la TV de estos días, a respetables voceros de la sociedad civil (Tapia, Macher, De Althaus, Gorriti) dando cátedra de sabiduría política. Lo han hecho, sin embargo, con tan vanidosos aires de perdonavidas que han acrecentado el disparate de calificar a Sendero Luminoso de partido político. Frente a tan grande tontería no puedo dejar de aprovechar la ocasión para reírme un poco a costillas de estos defensores de la ideología como partido político. Reírme, porque enojarse sería un desperdicio de energías. ¿De dónde acá una ideología es partido político?.. Otra cosa es que con base en ideologías se formen partidos políticos, entidades que sólo pueden ser hijas de la democracia. Los partidos políticos que niegan la posible existencia de competidores de su ideología (los partidos únicos, dueños de la verdad) no son partidos políticos. Son una partida, banda, asociación de facinerosos, porque su aspiración es liquidar a la democracia y establecer el totalitarismo. No son, repito, partidos políticos. Y las bandas criminales como Sendero o el MRTA lo son menos aun, porque se inician como delincuentes, en contraposición a la confrontación de ideologías que sólo en democracia puede darse. Al parecer, el origen marxista de algunos de los citados les hace creer que, como existen partidos comunistas a los cuales admiraron, el comunismo es partido político. No, señores Tapia y Macher. Cuando el comunismo, el fascismo y el nazismo llegan al poder y entronizan su camuflada ideología de partido único, dejan la apariencia de partidos políticos y se transforman en bandas criminales del aparato del Estado. El Soviet y el Reich son la negación de la democracia, que es, repito, confrontación de posiciones ideológicas, no producción de cadáveres. Ni Sendero ni el MRTA han pasado siquiera por la etapa del camuflaje. El concepto de partido político, cuyo germen está en el diálogo griego, nace con la Revolución Francesa en cuanto ésta deja de ser barullo y guillotina. Y un partido político está organizado cuando sus afiliados tienen un pensamiento igual frente a los problemas del Estado, más que cuando los aglutina una ideología. Puede haber, por ejemplo, católicos en partidos políticos contrapuestos. Los partidos políticos son hijos legítimos de la democracia, de la confrontación de pareceres o, para decirlo con palabras de Federico More, `fundado en la coexistencia amistosa de todas las clases sociales; en la libre convivencia y en la honesta discrepancia'. No tienen pues cabida en ella (en la democracia) los grupos, bandas o facciones que se proponen establecer una dictadura de pensamiento único. Darles categoría de partidos políticos a Sendero Luminoso o a los tupamaros es una aberración; es comparar, poner al mismo nivel, la barbarie nazi o soviética con el libre juego de las ideas e intereses en los que se funda la democracia. Bien ha dicho, por lo tanto, el presidente Paniagua cuando afirma que `Sendero no fue, no es ni podrá ser un partido político porque, para serlo, hay que ser una organización que compita en democracia'. Añadiendo que `democracia no es una lucha entre bandas criminales que pretenden imponer por la fuerza sus puntos de vista'" (Expreso, 14/6/2003).

jueves, 20 de noviembre de 2008

FRANCISCO IGARTUA - EDITORIAL – “Honradez, tecnología e irresponsabilidad” - Revista Oiga 10/10/94

Francisco Igartua
Buena parte del territorio nacional volvió a quedar sin luz, sin fuerza eléctrica, por culpa de la insania terrorista, que ha querido conmemorar algún macabro acontecimiento el jueves pasado. Pero la voladura de unas cuantas torres, el más fácil de los actos de sabotaje, no logra paralizar gran parte del país más de unas horas. Y ya van algo así como dos días de apagón. No es, pues, sólo la mano del terror la que ha producido un suceso que ha vuelto a irritar el ánimo ciudadano. A la desesperada acción de Sendero se ha unido esta vez la ineptitud, la ineficacia real, la tecnología chicha de un régimen que viene engañando al país durante un largo tiempo, pero que ya no puede seguir ocultando su verdadera fisonomía; habilidad para adaptarse criollamente a la corriente de moda, incapacidad para resolver problemas por cuenta propia y muy baja moral. Mediocridad en toda la línea.

El desafío terrorista no debe alarmar al país. No diré que son manotazos de ahogado para no repetir la torpe monserga oficialista, pero la verdad es que el mismo día que cayó el Muro de Berlín, se desplomó la Unión Soviética y se esfumó como voluta de humo el marxismo, el Partido Comunista de Abimael Guzmán, llamado Sendero Luminoso, dejó de ser el peligro terrible que, con el tiempo, pudo haber sido. El marxismo era la cantera de los cuadros de Abimael. La posterior captura de éste significó el entierro de la secta. Lo que queda de ella son restos de la organización, son núcleos desorientados de gente imposibilitada de escapar de la locura en la que está sumergida, porque se ha habituado al modo de vida clandestino que viene llevando. Hoy por hoy no son ningún peligro, aunque más de un susto puedan seguir dándonos. El riesgo está en el futuro. Si se diera el caso, por ejemplo, de que remozadas ideas revolucionarias, inspiradas en nuevas ansiedades de las masas, lograran audiencia, reactivaran a esos rezagos de Sendero y captaran adeptos sensibilizados por la miseria popular que no disminuye sino que va creciendo. Pero eso será mañana, no es hoy.

Hoy, el problema del país es el mismo que cualquier agudo observador pudo entrever desde los primeros días del régimen de Fujimori. El pacto del Ejército con el presidente constitucional y más tarde, gracias al golpe del 5 de abril del 92, con el líder del gobierno de la 'Reconstrucción Nacional, no es otra cosa que una alianza entre la incapacidad y el desatino de los militares y la mediocridad, sin tecnología alguna, de Fujimori y sus partidarios. La única habilidad de los socios ha sido entregarse sin condiciones al Fondo Monetario y al Banco Mundial, dejando el manejo de la economía en manos de la derecha. Fujimori se encarga del papel de demagogo y las Fuerzas Armadas se dedican a poner orden al antiguo estilo, con ciertas innovaciones neonazis, como los operativos sicosociales y las tenebrosas vigilancias del SIN.

Los frutos de esta corte de lisiados mentales se están poniendo a la vista, aunque algunos la disculpen comparándola con el desastre apocalíptico de Alan García y merezca los elogios del FMI y del Banco Mundial, felices porque el Perú está pagando sus deudas, incluidas la estafa del Mantaro y Pachitea. Está a la vista el pleito de callejón de Susana y Alberto, con acusaciones que no son moco de pavo; cualquiera puede visitar las carreteras que se desmoronan solas del constructor, ministro y funcionario Vittor, socio de los que se alzaron con las coimas del BCCl; son visibles los contratos que ejecuta como negocio el Ejército, con maquinaria del Estado, en detrimento de los medianos constructores, no de los ricos, pues éstos comen en la misma mesa de Fujimori; y apenas se ocultan las constantes compras y ventas otorgadas a dedo, previa eliminación del sistema de Iicitaciones, gracias a 'emergencias' sacadas de la manga.

Una de estas 'emergencias' es la que permitió, contrariando advertencias de técnicos especializados en cuestiones eléctricas, que los sabios Hokama y Yoshiyama, previa consulta con el matemático agrario Fujimori, resolvieran, porque les vino en gana -sin comisiones naturalmente-, la compra de las turbinas de la Central Térmica de Ventanilla, que es la que ha colapsado con año y medio de uso' y es el motivo central del apagón que hoy sufre gran parte del país. Y si a esto se une el inadecuado mantenimiento de la Central del Mantaro, como puntualiza el modesto técnico nacional, el experimentado ingeniero eléctrico don Augusto Martinelli Tizón, no se aleja de la verdad quien anuncie que nos hallamos ante una catástrofe monumental. (Ver artículo del ingeniero eléctrico Martinelli Tizón páginas más adelante).

Mientras tanto, pontifican sobre todo lo humano y lo divino, decretando 'emergencias' a troche y moche, el ingeniero Yoshiyama -que recién ha obtenido el título en una oscura universidad limeña y cuya mayor hazaña ha sido el desastroso proyecto papelero del velascato-, el ingeniero Hokama -de difusa especialidad- y el matemático agrario Alberto Fujimori, asesorado por su hermano. Santiago Fujimori, abogado especializado en Relaciones Públicas de la embajada de Japón.

Este es el Perú de la Moralización, la Tecnología y el Trabajo sobre el que impera, como un shogun dueño de vidas y haciendas, el señor Alberto Fujimori, dispensador, al estilo medieval, de obsequios y castigos. Con una particularidad: una cierta sonrisa cachacienta de medio lado, que delata su calidad chicha, si lo comparamos con don Augusto B. Leguía, una de las mayores calamidades de la reciente historia nacional.

FRANCISCO IGARTUA - EDITORIAL – "Alguien que no caiga prisionero de los militares" – Revista Oiga, 31/10/94

Francisco Igartua
Por razones de principio y aunque disguste a muchos o pocos –lo mismo da– me veo obligado a iniciar esta nota puntualizando que en las próximas elecciones hay un candidato que no sólo juega con ventaja sino que está descalificado éticamente a competir por 'haber ejercido el poder amparado en un golpe militar, violador de la ley y de la democracia. Me refiero naturalmente a Alberto Fujimori Fujimori. Sin embargo, no puedo negar que tanto a nivel nacional como internacional este problema principista ha sido puesto de lado, dando legitimidad a la bárbara costumbre de aceptar como válidos los hechos consumados o sea la razón de la fuerza, la ley de la espada. Y si ésta es la realidad, a pesar de que la repulse moralmente, no me cabe otro camino que aceptar sus términos para comentar los alcances de la competencia electoral ya iniciada con el lanzamiento de 15 candidatos a la Presidencia de la República.

Se trata de una avalancha masiva por asumir la responsabilidad de señalarle rumbo a la nación, rumbo de largo plazo con estabilidad institucional y de resolver la crisis política generada por la decisión de eliminar el Senado de la República y establecer la reelección presidencial. Porque ésta es la meditación central a la que nos convoca la próxima elección, meditación gravísima a la que no colabora el excesivo número de postulantes. Lo que el país requiere es lo que desde hace muchos años viene reclamando el Perú como nación: ser un proyecto de largo plazo, basado en la estabilidad de las instituciones, bajo el imperio de la juridicidad, de la ley -igual para gobernantes y gobernados-, dentro de las normas del sistema democrático. Y contra este esquema es que atenta la reelección presidencial en el Perú, que es el país sobre el que están centradas nuestras reflexiones. Nadie discurre la necesidad de planes y proyectos con perspectivas de quince, veinte o más años. Por ejemplo, la política petrolera o energética -al margen de que se privaticen o no las compañías- debe planificarse para cincuenta años o más, y ésta es tarea del Estado. Lo mismo debe ocurrir con nuestra política exterior. y para no menos de veinte años debe estar prevista la política nacional sobre la pesca, la minería, la tributación, la banca, etc. Pero a este proyecto de largo plazo no le da estabilidad el que sea un secreto militar. Tampoco se lo da un hombre por providencial que éste sea. Esa estabilidad, como lo han declarado los empresarios japoneses que visitan el Perú, sólo lo logra un sistema institucional firme, independiente, bien fiscalizado por un Parlamento en regla, con dos Cámaras, una de ellas política, que represente a las provincias, y otra reflexiva, que represente a la Nación. Contra este proyecto de largo plazo atenta la reelección presidencial, propiciadora de autoritarismos y despotismo s que erosionan a las instituciones y centralizan el poder, anulando la fiscalización democrática y la descentralización administrativa. Esta es la realidad peruana y latinoamericana. Es el ejemplo de Leguía Es caer en el peor caudillismo, en el continuismo. el mayor de los males de estas repúblicas que hasta ahora no entienden que la fuerza de las naciones reside en la educación, en el respeto a la ley y en la alternancia en el poder. Una alternancia, eso sí, fecunda; que la indeseable continuidad de la persona oponga la continuidad de proyectos que hagan el Perú posible que quería Basadre Porque esta patria, con todos sus problemas, dolores y vergüenzas a cuestas, está ya fundada y no necesita nuevas Patrias Nuevas que la sigan agobiando.

Cerrarle el paso a, la reelección es, pues, la principal tarea de quienes quieran que este país continúe los pasos acertados del régimen del señor Fujimori -todos exclusivamente económicos, porque sus realizaciones materiales todavía están en evaluación y algunas podrían resultar grandes escándalos-; sin que se excluya la necesidad de dar les mayor vitalidad a esos aciertos o hacerles las correcciones que las circunstancias podrían estar aconsejando. La reelección sería agravar el abuso del autoritarismo y perennizar a la cúpula castrense, con todos los riesgos que para la estabilidad social significa la permanencia de esta democracia vigilada que rige en el país desde abril del noventa y dos.

Se trata de una elección compleja, que requiere del candidato que se oponga a la reelección autoridad suficiente, suficiente representatividad y peso específico para no permitir que esa cúpula militar enquistada en el poder -y que es poder ella misma- se atreva a emplear el fraude para imponer la reelección y perpetuarse.

Esta vez el Perú no puede volver a darse el lujo de lanzarse al vacío, como ocurrió con Fujimori, obligándolo a ponerse bajo la custodia del Ejército para no perderse en la nebulosa, de lo que ha resultado, por azar, un gobierno con algunos puntos positivos, pero con la violación de la Constitución y la democracia como consecuencia del pacto Fujimori fuerza Armada. Punto que a muchos no les alarma, porque creen, equivocadamente, que el golpe militar ayudó a la solución del desastre económico que nos dejó Alan García. Cuando, en verdad, fue un tremendo obstáculo para la reincorporación del Perú en el mundo financiero internacional.

Votar hoy día significa meditar, reflexionar -sin restarle méritos a nadie-, en la seriedad de las propuestas, en la solvencia personal del candidato, en los recursos de apoyo que pueda lograr del exterior, en su trayectoria de servicio al país, en su desinterés personal, en el valor real del postulante y en su capacidad para concertar a los peruanos y hacer realidad ese diálogo todavía no iniciado del Ande -columna vertebral de esta nación-con la costa y la selva. Es hora de meditar y reflexionar, de escoger al mejor, al que más méritos haya hecho, al que mayor valor exhiba, al que más nos pueda integrar y enseñar, al más solvente de los candidatos. No es hora de jugar a la ruleta por corazonada o de apostar a ganador, al que ya está en el poder, porque será transformarlo de autócrata en déspota y perpetuar una cúpula militar que más temprano que tarde será, como siempre, factor de disolución, de caos, de catástrofe.

Basta repasar nuestra historia, no la del extremo oriente ni la de los pueblos de Europa sino la nuestra y recordar los trágicos episodios en los que culminó la reelección y endiosamiento de Leguía. Es hora de optar por la seriedad, por los valores comprobados, por la prudencia, por la capacidad para unir y, sobre todo, para cerrarle el paso a la reelección y al continuismo. Será necesario escoger a alguien que asegure, por la fuerza propia de su prestigio internacional, de que no caerá, como Fujimori, en prisionero de los militares. Tarea difícil, que requiere autoridad, energía y sapiencia. La elección presidencial no es una tómbola, es algo verdaderamente serio. Por desgracia, cada vez más en manos de los tomboleros que controlan la televisión. Toca a la capacidad de reflexión y a la lucidez de los electores no dejarse envolver por los cantos de las sirenas que casi pierden a Ulises.

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P. S.


Pero de qué seriedad se pueda estar hablando cuando el presidente de la Sociedad de Industrias, la autoridad máxima de los pudientes del país, y primer vicepresidente en la fórmula de Fujimori pronuncia esta frase de antología y que el sábado se publica sin horrorizar a nadie:

"Estuve de acuerdo con el autogolpe del 5 de abril de 1992, pero no apoyaría un nuevo autogolpe". ¿Es cándido el señor Márquez o se hace?... Por lo pronto, en un canal de TV, la señora Martha Chávez, lideresa del fujimorismo, acaba de puntualizar que, si las circunstancias lo exigen, habrá otro golpe... Ya que si bueno ha sido uno ¿por qué no dos?

FRANCISCO IGARTUA - EDITORIAL – “La decencia de un político tradicional” – Revista Oiga 7/11/94

Francisco Igartua
Tenía el ánimo listo para volver a tocar el tema electoral. Puntualizar que, esta vez, el fraude no va a significar una pillería que quedará impune y apenas servirá para distraer un tiempo las conversaciones de los peruanos. Esta vez el fraude –que sí se está tejiendo desde hace meses– significará que no habrá elecciones. Que el país quedará en el limbo.

También pensaba extenderme en la necesidad de que, desde ahora, comience la vigilancia internacional del proceso; asi como en la obligación de no escoger un candidato como en juego de tómbola. Todas las elecciones son serias, pero hay momentos y circunstancias que las hacen más importantes, que les dan mayor responsabilidad. En este caso, se trata de evitar la reelección, no por el continuismo en sí, sino porque este sistema, aquí en el Perú y en toda América Latina, ha sido nefasto. Ha transformado el autoritarismo en tiranía y ha abierto las puertas a la corrupción desenfrenada. Esa es nuestra historia, es la cámara del tiempo en la que debemos vernos. Pero más todavía, las circunstancias del momento no pueden desligarse de la estructura del actual régimen: un gobierno de apariencia civil que se sustenta en la fuerza partidaria del Ejército, o sea un partido con metralletas, tanques y cañones. Para enfrentarse al candidato del Ejército y de la extrema derecha, que eso es el señor Fujimori, además de político listo y con significativa obra hecha, no puede escogerse un boxeador de peso pluma o mediano. Se requiere de un peso pesado, con experiencia, con apoyo en su fuerza propia y la que le da su fama y relaciones internacionales. El emplazamiento al Jurado Nacional de Elecciones y al jefe del Comando Conjunto Militar -puede el doctor Muñoz Arce suavizar el término como quiera- no es el' emplazamiento de un candidato cualquiera, sino de un candidato que fue, en dos períodos, Secretario General de las Naciones Unidas. Es el emplazamiento de alguien a quien hacerle fraude significará el que no haya elecciones...

Y cuando pensaba continuar con este importantísimo tema, me alcanzó las siguientes páginas Jesús Reyes. Tratan de algo vital, aún más serio que las elecciones mismas y que cada vez se toma menos en cuenta en un país donde la mentira y el engaño a nadie alarman y hasta son calificados de virtudes políticas. Se trata de la moral pública. De la decencia de las personas. De un homenaje a un peruano que hizo patria -por desgracia inútilmente si miramos alrededor- siendo un hombre decente. Habla la nota de José María de la Jara y Ureta, vinculado a estas páginas y a mis actividades periodísticas desde hace más de cuarenta años.


F.Igartua
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Hijo, nieto, descendiente de hombres públicos que en su oportunidad sirvieron a la nación, podría decirse que José María de la Jara y Ureta era un político tradicional. Perseguido, encarcelado y deportado por la dictadura militar, al retornar la democracia fue llamado por el primer ministro Manuel Ulloa Elías para integrar el primer gabinete ministerial del segundo gobierno del presidente Fernando Belaunde.

A José María de la Jara se le puso en el puesto más difícil del nuevo gobierno: el de ministro del Interior, cargo que por primera vez era desempeñado por un civil, en momentos en que hacía su aparición Sendero Luminoso, en medio de una grave conmoción social generada por el fracaso de los militares en el ejercicio del poder.

Al jurar el cargo, De la Jara prometió que renunciaría en el momento en que en el Perú las fuerzas del orden cometieran excesos y derramaran sangre de peruanos. EI12 de octubre de 1981', se produjo una manifestación en el Cusco, en protesta por el alza de pasajes; la policía detuvo al estudiante Marco Antonio Ayerbe Flores (19) Y lo torturó hasta provocarle la muerte. De la Jara exigió una severa investigación y, como consecuencia de ella, le entregó la banda ministerial al presidente Belaunde y se fue a su casa.

El gesto de José María de la Jara causó asombro en algunos sectores, consternación entre sus partidarios y admiración en sus adversarios políticos. Un hombre de izquierda, el historiador Pablo Macera, dijo: "El señor De la Jara ha introducido en el ministerio del Interior un factor muy difícil de ver actuando en la política de cualquier país -no sólo en la política peruana-, que es la decencia personal. Nosotros podemos diferir del ministro del Interior, pero tenemos que agradecerle que de algún modo uno pueda decir que en un puesto habitualmente tan desagradable y coercitivo haya un hombre decente, que cuando salga de allí podré decir que continúa siendo un hombre decente".

Es oportuno recordar el gesto que tuvo este político tradicional en momentos como el que vivimos en que los pícaros que han asaltado el poder ejercen la política con patente de 'independientes' y, sin ruborizarse, se esconden bajo su concha para no asumir lo que en todas partes del mundo se conoce como 'responsabilidad política'.

El ministro Vittor fue obligado a renunciar por la presión de la prensa independiente que detectó sus relaciones comerciales con los beneficiarios del soborno del BCCI y puso al desnudo los negociados de su empresa constructora con el gobierno; pero hay otros como el ministro Camet descubierto favoreciendo las empresas de sus hijos; o como el ministro Hokama involucrado en el negociado de las turbinas de Ventanilla; o el ministro Briones responsable de la fuga de Carlos Manrique, que Se resisten a renunciar a sus cargos "porque tienen la confianza del presidente".

¡Qué buena excusa para esconder su falta de decencia política!


J.Reyes

FRANCISCO IGARTUA - EDITORIAL – “En el reino de la chicha” – Revista Oiga 14/11/94

Francisco Igartua
Todo lo que nos rodea en estos días es chicha, o sea informal, tramposo, amoral, donde el engaño y la mentira tienen premio sobre la verdad, la honra, la seriedad y la palabra empeñada. Ser honesto, ser decente, hoy no vale nada. Y de nada son responsables las autoridades, que sólo responden a la voluntad del jefe del Estado. Voluntad arbitraria, abusiva, sin freno alguno, porque la ley está pintada en la pared, la propia ley que dicta el parlamento títere, nombrado después del golpe militar de abril del noventa y dos... y lo peor: sin que haya reacción ciudadana al cinismo de esas autoridades y del jefe del Estado.

Se dice, con una mueca de costado, que el gobierno será implacable contra el pillo Zanatti. .. Pero, de pronto, el pillo Zanatti -perseguido por toda la policía del Perú con el señor Fujimori en el comando- vende el avión de la pillería justo veinticuatro horas antes que se cumpla el 'plazo' que este eficientísimo y moralísimo Estado ha dado para el embargo del avión. Vende el avión y la policía, con el señor Fujimori a la cabeza, sigue sin encontrarlo.

La policía colombiana detiene al narcotraficante 'Vaticano' y lo entrega a las autoridades peruanas. Pero antes de que abra la boca, instantáneamente, las autoridades del señor Fujimori descubren que 'Vaticano' es terrorista. Por lo que se le entrega a los jueces militares, quienes de inmediato lo condenan a cadena y silencio perpetuos. Nunca se sabrá quiénes fueron sus cómplices. Esto se llama justicia expeditiva, pero sobre todo inmoral... Y lo mismo va a ocurrir, según publican el viernes los diarios, con otros dos notorios narcotraficantes que han comenzado a revelar los nombres de los militares que les facilitaban su trabajo.

El caso de Manrique y Clae no es igual a los anteriores, sino más escandaloso. Pero a nadie lo indigna la mentira y el engaño que rodea esta telenovela. Desde el día aquel en que el propio Fujimori -siempre él en el centro de cualquier noticia- alegaba que por qué no dejaban trabajar a Manrique para que pudiera pagar sus deudas. Que la justicia debía contentarse con un papel firmado por Manrique, comprometiéndose a cumplir su palabra... Hasta el reclamo del mismo Fujimori, hace pocas semanas, para que sea condenado Manrique a cadena perpetua, o sea a silencio eterno, igual que 'Vaticano'. Jugada a la que ya comenzaban a darle sustento los medios de difusión afines al régimen. Ya habían descubierto que Manrique se dedicaba al lavado de narco dólares y poco a poco se aproximaban a la verdad fabricada: se trataba de un narcotraficante protector de terroristas. De allí a los jueces militares sin rostro, dispuestos a cumplir la orden de cadena perpetua, faltaría sólo un paso... Pero de pronto -algún secreto guardado debe tener Manrique- se prefiere el camino de la negociación y la señora viceministra Schenone viaja a la Corte de Miami como representante personal del siempre vigilante Fujimori, el supermoralista Fujimori, que a ningún inmoral-a ninguno- ha podido llevar a la cárcel. (Sobre el tema hay amplia información más adelante).

Lo que sí sobran en este gobierno son los picaronazos exculpados por Martha Chávez y su eficiente comisión investigadora del CCD. Siendo el más sonado el del señor Vittor Alfaro, socio' connotado, en Chile, de dos prófugos de la justicia por haber recibido parte sustancial de la coima del BCCI para que el BCR depositara fondos en ese banco y luego descubierto con las manos en la masa construyendo carreteras otorgadas a dedo con materiales y maquinaria del Estado y, encima, tan mal realizado el trabajo, que a los pocos meses las carreteras de Vittor quedaban peor que trochas. Tampoco la señora Martha Chávez y mucho menos el acusado, el ministro Camet, se dieron por enterados de que la ley prohíbe que los funcionarios públicos o sus parientes cercanos contraten con el Estado.

La ley en este régimen vale lo que vale la palabra o el juramento del señor Fujimori. Por eso el señor ministro Camet se pitorrea en la ley aprobada en el CCD y promulgada por el Ejecutivo otorgándoles un aumento de tres sueldos básicos a los sobrevivientes de la guerra del 41. Y no cumple con el aumento. (No observa oportunamente la ley, si algún argumento tenía en contra, sino que la promulga y luego la incumple para probar que hoy en el Perú la ley no vale nada).

Tampoco vale un pito la democracia en el Perú de hoy. Esto es lo que afirma el señor Fujimori en respuesta a las sugerencias del señor Alexander Watson para que en la reunión de presidentes, en Miami, haya algún consenso sobre la necesidad de fortalecer el sistema democrático en América. Fujimori respondió en público a los comentarios que, en privado, le hizo Watson, respaldándose en la filosofía del dictador Odría: "La democracia no se come". Justo la misma tesis que defienden las autocracias asiáticas de Carea, Taiwán y Singapur.

Tan grotesca ha sido la apología del autoritarismo hecha por el jefe del Estado peruano, señor Fujimori, que el propio diario Expreso, su rábula, ha tenido que editorializar en términos que OIGA hace suyos, para que no se diga que la nuestra es opinión extremista inspirada por el hígado.

"Ha dicho (Fujimori) que la democracia significa desarrollo y bienestar de los pueblos: llevar agua, desagüé y luz a la gente, y no engaños ni 'discursos bonitos'. Es una definición de democracia similar a la 'democracia social' de los comunistas... La democracia es una forma de gobierno, no un programa de desarrollo social o económico. No se puede identificar la democracia con el resultado de la gestión pública o la redistribución social, porque ese es el camino clásico hacia las dictaduras de diverso tipo: la obtención de resultados económicos o sociales como justificación de la supresión de las libertades".

Sin embargo, por desgracia, una serie de calamitosos desaguisados ocurridos últimamente en algunas democracias, no sólo del mundo subdesarrollado, hacen pensar en una revisión del sistema, aunque no en la dirección que señala Fujimori sino al revés. Casos saltantes han sido la bochornosa elección del alcaide Barry en Washington -grosero consumidor de coca y crápula notorio que había sufrido merecida cárcel- y los desquiciados resultados electorales en Italia. En momentos en que las masas pueden ser fácilmente manipuladas por la demagogia más poderosa de todos los tiempos, la de los medios de difusión modernos, el voto universal e indiscriminado debiera ser revisado. No sería una locura antidemocrática el pensar en un nuevo voto calificado. Ya no en razón del status económico -aunque el pagar impuestos debiera dar puntos- sino en la preparación escolar de los ciudadanos. Ser Ciudadano con derecho a voto debiera ser título que se otorgue junto al diploma de estudios colegiales y que se pierda por vagancia, igual que hoy lo pierden los sentenciados. El voto de un universitario, de un profesional, de un contribuyente -en realidad lo somos todos los consumidores- no puede tener el mismo valor que el de un analfabeto, aunque nunca faltarán ricos semi analfabetos más ignorantes y más cerrados de sesera que un campesino sin escuela. Lo ideal, pues, sería que a nadie le falte escuela y no haya vagos. Pero bien sabemos que el ideal es una meta por alcanzar y tal vez una utopía. El voto universal, hoy día, está resultando una absurda, una estúpida utopía transformada en realidad por paradojal devoción democrática. Es tema para meditar.

FRANCISCO IGARTUA - EDITORIAL – “Expreso” tiene razón – Revista Oiga 12/12/94

Francisco Igartua
Por ahí se dice, y lo dicen muchos, que el país no necesita discursos sino orden, disciplina. Y algunos se animan á añadir: mano dura, o sea, dicho más claro, dictadura. Con lo que, sin duda, apuntan al meollo de los problemas del Perú, que son varios y complejos, pero entre los que destaca el desorden, la informalidad, la indisciplina, la falta de respeto a la ley.

¿Tienen, pues, razón los que esto afirman con convicción que les sale de dentro, del alma, del pecho?... En lo central sí. Es evidente la falta de orden y disciplina entre los peruanos. Pero los muchos que piensan así ponen más pecho que cerebro, al desdeñar el discurso, la palabra, el verbo, el principio de todas las cosas. Y de allí se explica que caigan con pasión en el error de confundir dictadura con orden y disciplina. Si pusieran más atención en el discurso, en la palabra, advertirían pronto que las disposiciones efectivas no son las que parten de la arbitrariedad o capricho del hombre en el poder, con don de mando, sino las que emanan de la ley, del respeto al orden legal. y que, por lo tanto, lo que en el país se requiere es que alguien, con don de mando -que es uno de los requisitos indispensables para ser gobernante-, haga respetar la ley, el orden jurídico, que es lo que iguala a gobernantes y gobernados y los obliga a vivir civilizadamente. Así es como se constituye la estabilidad cierta, real, que es base para el desarrollo. No hay la menor duda de que el Perú requiere orden y disciplina. Pero orden y disciplina que partan del respeto a la ley -que ella es la dura- y no de las cambiantes disposiciones dictadas al capricho de un gobernante con don de mando. Que es lo que, desgraciadamente, está ocurriendo en el Perú ahora. Todo en el país, hasta el parchado de las pistas y el recojo de basura, depende de la voluntad de una persona, que está en el gobierno por mandato no del pueblo ni de un orden legal preestablecido, sino por la voluntad de los militares que impusieron, con los tanques, el 5 de abril del 92, un arbitrario régimen de Reconstrucción Nacional. O sea si lo que en el Perú falta es orden y disciplina, respeto a la ley, nada hay más contrario a ello que el régimen actual, sujeto a disposiciones legales dictadas por un Congreso hechizo que actúa en función de los caprichos y arbitrariedades del o los mandos surgidos del golpe militar del 6 de abril de 1992.

Esta es la verdad monda y Iironda. Y así, burlándose del orden legal, no se construye un país estable, ni se educa en el orden y la disciplina a un pueblo que ha hecho de la informalidad su ley.

Pero esta es mi palabra, bastante devaluada entre los muchos amantes de la mano dura, que no se sabe por qué están tan felices cuando el Perú ha llegado, ahora, a consumir la mitad de los alimentos que consumía hace veinte años. Y cuando la clase media ha desaparecido o se halla recluida en su casa, a media luz, con el polvo de los muebles y alguna vieja revista de regalo en las manos.

Acudiré esta vez en mi ayuda a 'Expreso', el diario fujimorista por excelencia, en el cual los Ricketts, Rey de Castros y D'Ornellas desahogan sus odios y rencores de diplomáticos frustrados contra el doctor Javier Pérez de Cuéllar, porque, sin haberles él hecho ningún daño a ellos -quién sabe sí algún favor o alguna atención-, los humilló al llegar él a Secretario General de las Naciones Unidos durante diez años, con una pensión mensual mayor a la de todos sus sueldos juntos en una década.

'Expreso' del lunes pasado, en su editorial, cerca de uno de los vomitivos de Ricketts contra Pérez de Cuéllar, se quedó atónito ante la informalidad chicha del discurso de Fujimori en CADE, con maullidos y gruñidos que hubieran sido pifiados en un circo -por malos-, pero que recibieron los aplausos de siempre de los siempre palaciegos hombres de negocios. Y descubre 'Expreso' que el más neoalanista de los expositores del conclave empresarial ha sido el señor Fujimori, que ya adquirió mil camiones para que el Estado compre a los agricultores sus productos y los distribuya y venda a los consumidores. Con razón, dice 'Expreso' que esto es una locura; que es comenzar a reconstruir el aparato estatal ineficiente; que es resucitar ENCI y ECASA. No revela, sin embargo, el fondo del problema: no dice que son los militares de la revolución del 68, sus herederos, los que están detrás de estas disposiciones estatistas. Tampoco dice que esos militares, los tenientes y capitanes de la revolución del 68, que son los generales del 6 de abril del 92, han puesto también sus picas en la compra por el Estado de maquinaria para que el Ejército sea el gran constructor, en competencia desleal y sin vigilancia con los empresarios de este ramo, quienes, igual que en el 68 y en el 85 con Alan García, callan y aplauden a quien los va a ahorcar.

Sin embargo, ha dicho bastante 'Expreso' al señalar que Fujimori ha visto la paja alanista en los ojos de los otros y no la viga en los suyos. Pareciera que 'Expreso' ha descubierto, en esos mil camiones ya oficializados en 'El Peruano', cuáles serán las modificaciones al programa económico que hará el gobierno de la Fuerza Armada y Fujimori, si se queda en el poder.

En lo que también 'Expreso' quiere ver un retorno al alanismo es la referencia de Fujimori -un tanto confusa- a que habrá que exonerar del IGV a los alimentos básicos. Y aquí sí está equivocado el diario de Orejuelas de arriba a abajo. Por puro ayatolismo liberal, llega al extremo de afirmar esta barbaridad: que los productores de pollo, huevos y leche no son precisamente pobres y que, por lo tanto, deben pagar el 18% del IGV. ¡No, señores de 'Expreso'! j Así no son las cosas! Si esos productores son ricos, que paguen impuestos a la renta, como también debieran pagarlos los que se hacen ricos con la enseñanza. Lo que no se debe pagar es el IGV, que es impuesto que recae directamente en los consumidores, que son, en conjunto, los miserables de la cadena. Claro está que sólo cuando se trate, como en todos los países civilizados y verdaderamente desarrollados, de medicinas, alimentos básicos, educación y cultura (o sea libros, revistas, periódicos y espectáculos artísticos). Nada más, pero también nada menos. No hay una sola actividad en la vida en la que no haya excepciones, que son las que hacen la regla. Negarlas es una especie de paranoia de la modernidad.

Al día siguiente, el martes, más curiosamente todavía, el editorial de 'Expreso' se ocupó de la exposición de Javier Pérez de Cuéllar y, también con razón, la llenó de elogios. ¿Le replicarán a 'Expreso' los mastines de Fujimori de 'Expreso'?

Comienza a hacerse muy confuso el trasfondo del panorama electoral.

FRANCISCO IGARTUA - EDITORIAL – “Cuatro hechos notorios” – Oiga 26/12/94

Francisco Igartua
Cuatro hechos notorios de la semana que pasó y que merecen ser destacados. Haré, pues, una apretada síntesis de los comentarios que suscitan esos diversos sucesos.

Notoria ha sido la lección de los parlamentarios de la oposición en Argentina que se negaron a estar presentes en el hemiciclo parlamentario junto al jefe de Estado peruano, Alberto Fujimori, por estimar que era una afrenta a su propia dignidad compartir al recinto de las leyes argentinas con quien, violando la Constitución, disolvió el Congreso. La lección fue para los parlamentarios peruanos que se titulan de oposición y que, con su presencia y sus emolumentos, avalan al régimen violador de las leyes.

Para suavizar la situación, 'inteligentemente', el señor Fujimori prometió que no volvería a disolver el Congreso. Reacción altamente ridícula, pues todavía se escuchan sus autoelogios para el golpe militar del 6 de abril de 1992. Además ¿de qué arrepentimiento se trata si intenta reelegirse por disposición 'constitucional' dictada por él y sin ley previa que rija las condiciones de la reelección? Confesar culpable de un delito y, a la vez, pretender redimirse de él, sin haber pagado por la culpa, es una picardía no un gesto inteligente ni moral, es una pretensión que sólo un pueblo manso puede soportar.

Notorio ha sido el artículo del doctor Manuel Moreyra, publicado en 'El Comercio' el miércoles pasado. Informa en su nota el doctor Moreyra, que este gobierno, gran hablador de moralidad, acaba de publicar el 14 de diciembre -cuando todo el mundo estaba distraído mirando la Navidad y el Año Nuevo- un decreto de urgencia que obliga al Estado a asumir las deudas del Banco Popular, entidad que se rige como sociedad privada y que, por lo tanto, no puede ser de responsabilidad del Estado. Recuerda para el caso la decisión del gobierno belaundista, en 1983, de asumir el pago de las acreencias contraídas por la Compañía Nacional de Vapores en la extraña operación relacionada con los barcos Mantaro y Pachitea, caballo de batalla del señor Fujimori contra los gobiernos de las democracias caducas e inoperantes, corruptas. Y, aunque el doctor Moreyra no menciona, por olvido seguramente, que esa disposición de 1983 fue corregida por el propio gobierno belaundista, declarándola nula, señala la similitud de esta operación, tan dura e insistentemente criticada por Fujimori, con el decreto que acaba de publicasen favor de los acreedores del Banco Popular. Al parecer, con un agravante en el caso del Banco Popular, que se desprende de las preguntas con las que concluye su artículo el doctor Moreyra. La deuda por el alquiler o compra -no está esclarecido el enredo- de los barcos Mantaro y Pachitea, que este gobierno se ha obligado a cancelar, está en manos de dos bancos extranjeros mientras que las deudas del Banco Popular estarían, por lo que insinúan las preguntas del doctor Moreyra, en manos de particulares peruanos. ¿Quiénes son esos acreedores a los que el señor Fujimori quiere favorecer con' una disposición por completo írrita, publicada a la sombra de los ajetreos de Navidad y Año Nuevo? ¿Serán los financiadores de su campaña electoral?... El gobierno está en la obligación de responder. Se trata de una resolución dolosa que es necesario esclarecer, sean peruanos o extranjeros los favorecidos. (Su explicación posterior, del viernes pasado, nada aclara sobre lo esencial).

Otro de los sucesos notorios de la semana pasada ha sido la noticia de que el Perú encabeza la estadística del crecimiento económico en América Latina. Lo que, indudablemente, es alentador y fortalece las esperanzas de up mañana mejor. Pero, aparte de que un resultado estadístico debe analizarse con profesionalidad para sacar conclusiones serias, de poco vale ese crecimiento económico sí, como ocurre ahora en el Perú, sigue aumentando el número de hambrientos y de gente que no lee. De poco vale estar, como ha dicho el doctor Pérez de Cuéllar, a la cabeza de las estadísticas de crecimiento económico, si no ha decrecido el cuadro de extrema pobreza que registra el país. Cuadro cada día más pavoroso, al que se van añadiendo los miembros de una clase media en extinción.

Pero lo más notorio de estos días y del proceso electoral hasta hoy, ha sido la confirmación de que el Ejército participa en las elecciones como partido político con candidato propio, actuando como fuerza de choque contra las candidaturas contrarias a la reelección de Fujimori. A la balacera de la Policía contra un grupo aprista en el norte, con el saldo de un dirigente de ese partido asesinado y otros varios heridos de consideración, se le une otra balacera, ahora del Ejército, contra el comando de Acción Popular. Los hechos ocurrieron en esta oportunidad en las cercanías de Huánuco y en ellos ha destacado la actitud agresiva e insolente del oficial que se enfrentó a Raúl Diez Canseco y a los otros miembros de su fórmula presidencial de AP. No hubo en esta ocasión sangre derramada. Pero en la violencia desafiante del oficial quedó retratada la consigna de la hora: la oposición no debe pisar las provincias bajo mando militar -más de la mitad del territorio nacional- bajo riesgo de ser abaleados sus emisarios.

Sin embargo, con ser repudiables estos hechos, más grave y notorio es el cuasi silencio de los medios de difusión frente a ellos. Y también la displicencia del público. Aunque no es de extrañar que un pueblo, que se deslumbra ante los 'pendejos', o sea ante las personas que en lugar de lucir sus atributos varoniles exhiben una triste pelambre, no tenga bríos para reaccionar altivamente frente al abuso del poder.

FRANCISCO IGARTUA - EDITORIAL – “Sigue en marcha la farsa electoral” – Revista Oiga 9/01/95


Años atrás, en tiempos de Leguía y otros dictadores, los guardias y soplones ingresaban a una imprenta, volteaban los chivaletes, deshacían las formas... y la publicación que molestaba al régimen quedaba paralizada por un buen tiempo. Ordenar tipos y cajas significaba un largo y tedioso trabajo improductivo que desanimaba a muchos y a los más decididos los silenciaba por un buen tiempo. Eso se llamaba amansar a la prensa. Sólo más tarde se llegaba a la clausura, la cárcel y la deportación. Con otros rebeldes se usaba la dádiva para callarlos.

Con el correr del tiempo los métodos represivos fueron cambiando, se hicieron más sofisticados y la compra de conciencias más comercial, más abierta. Habíamos llegado ala era de la publicidad... Hasta llegar hoy, a los felices días de un gobierno militar que ha tenido la habilidad de colocar en la presidencia a un civil de ojos rasgados, complaciente con el Fondo Monetario y el Banco Mundial. Los ojos presidenciales y sus complacencias con el mundo financiero son su gran escudo frente a la comunidad internacional y su licencia para hacer, en la política interna, lo mismo que hacían los viejos despotismos, aunque con las modernas sofisticaciones de la hora.

Por ejemplo, en estos días ha sido silenciado el Canal 11, la única señal televisiva de abierta oposición al régimen. Esta vez no hay chivaletes volteados con la tipografía por los suelos. La señal de Canal 11 ha sido volada. No con una bomba contra la rotativa como antaño, sino con una descarga eléctrica que ha destrozado el monitor. Al momento de escribir estas líneas son ya cuatro los días sin imagen ni voz en la pantalla de Canal 11... Mientras las otras televisaras callan. Y callan también los órganos de prensa. Hasta aquellos que, por tradición, saben que cuando se abusa de un órgano de expresión se está abusando de la prensa toda. Pero, ¿qué se puede esperar de empresas -expresamente no digo periódicos- que en lugar de exigir ser exonerados de los impuestos acogotantes establecidos por este gobierno militar presidido por Fujimori, han preferido suscribir un contrato de publicidad que ata a los periódicos y televisaras con el Tesoro Público? Esos impuestos, que la prensa no exige sean derogados, son los más altos, de lejos, de todo el continente americano y del mundo. Y, si es necesario precisar, preciso: "Mientras en EEUU y en muchos otros países ha se cobra impuesto alguno por la compra de papel periódico, en el Perú esos impuestos llegan a1 35. 7%, seguido por Chile con 18% (El dato es de la SIP). ¿Para qué ha servido en el Perú el acuerdo de la prensa internacional, suscrito en Berlín hace tres años, condenando a la tributación con el moderno método de censura contra los medios de difusión?

Sin embargo, el Canal 11 no sólo sufre la presión o acogote tributario, además de sabotaje en publicidad -como OIGA y otras publicaciones de la oposición-, sino que ha sido silenciado volándole la señal con una sobrecarga eléctrica. Ha sido clausurado el Canal 11 -al momento en que Luis Cisneros, prestigioso general en retiro, denunciaba la corrupción de la cúpula militar-, por medio de la alta tecnología del Servicio de Inteligencia, los modernos soplones del régimen.

Por tamaño despropósito contra la libertad de expresión alza su voz de protesta esta revista. Y no se diga que será una voz en el desierto. Esas voces que van a parar ahí, como los rezos, se juntan a todas las voces de protesta que ha habido en el mundo e irán creciendo hasta derrotar a la dictadura. Siempre, a la larga o a la corta, vencerá la libertad. Siempre habrá un nuevo amanecer para los hombres libres. Así como siempre habrá un día de oprobio para los tiranos.

Esta ha sido, sin duda, la noticia más lamentable de la semana. Aunque no la única que entristece el panorama electoral. También ha habido un cambio de juego en las reglas para las reelecciones, tomando entre gallos y medianoche, por un grupo diminuto de parlamentarios del CCO. Con 34 votos sobre 80, se pretende cambiar las normas electorales establecidas por una ley orgánica o sea sólo modificable con un mínimo de 41 votos. En la nueva disposición, aprobada a la carrera y promulgada a la velocidad del rayo por el presidente del gobierno militar, se limitan a dos los personeros especializados, cUando son 47 los centros de cómputo esparcidos por todo el territorio nacional, y se crea un nuevo formato de cédula electoral que estaba prohibido en la legislación anterior: la colocación de la fotografía de los candidatos en los votos. Una costumbre colombiana y de algunos otros países que, sin embargo, se presta a suspicacias en el Perú -donde estaba prohibida por ley- porque justamente la larga campaña electoral del presidente y candidato se inició hace más de un año con el reparto constante de almanaques, con su foto, por todo el territorio peruano, y a lo que ahora se sumará la distribución, en víspera del acto electoral, al iniciarse el año escolar, de varios millones de cuadernos con el escudo nacional y ¡la foto de Fujimori a todo color! Este gasto lo cubrirá naturalmente el Tesoro v nadie sabe hasta ahora quién paga los calendarios con la imagen de Fujimori en todas las poses y vestimentas del folclor peruano. Lo único que se sabe con certeza de estos calendarios es que no llevan pie de imprenta, lo que es obligatorio, por ley, en el Perú. Mientras que, por lo bajo, se dice que los almanaques son impresos en Sanmarti, una imprenta, privatizada a precio de ganga, dirigida por un nisei que sería hombre de paja de Yoshiyama, el Nº 2 del régimen.

Serán, pues, muy poco transparentes las próximas elecciones peruanas. Y a lo anterior habría que añadir, entre otras muchas irregularidades, que más de la mitad del electorado habita en las zonas declaradas en emergencia por causa del terrorismo que, al parecer, ha sido ya vencido. Ese control militar-en muchos lugares ya innecesario- ha producido la muerte de un dirigente aprista, asesinado por una patrulla policial en el norte, y el abaleamiento por soldados del Ejército a una comitiva de Acción Popular, integrada por la fórmula presidencial completa del partido del ex presidente Belaunde.

También el Jurado Nacional de Elecciones, que da la impresión de estar prestándose a una pantomima teatral, haciendo de enemigo de Fujimori en la ficción -propone leyes y disposiciones que el CCO cambia a su gusto-, ha puesto un grano de arena muy grande en el entrabamiento del proceso: el control de los servicios de computación del recuento de votos ha sido otorgado por el JNE a una empresa que fue representante de “Wang”, pero que hoy no tiene más respaldo que un capital de 80 mil soles y una casita medio desocupada por sede. A esa diminuta sociedad, propiedad de un nisei, se le dio calificación mayor que ala IBM ¡en capacidad técnica y en solvencia económica!... Más tarde el CCO añadió el límite de dos personeros, técnicos en electrónica -cuando son 47 los centros de cómputo- por cada fórmula presidencial. Eso se llama torear al alimón.

Y como debe ser infinita la caja de sorpresas electorales que nos tiene reservadas el gobierno militar que preside Fujimori, en días pasados una subprefecta -Ruth Benavente- puso en evidencia que no eran perla aislada los oficios del prefecto de Huánuco instando a sus funcionarios a hacer campaña por la reelección de Fujimori. La subprefecta da cuenta detallada a sus superiores uno de ellos ministro de Estado- sobre las actividades que ha desarrollado en favor de la reelección de Fujimori. ¿Cuántas indiscreciones se seguirán descubriendo en estos meses? ¡Los secretos por revelar parece que serán interminables!