Vistas de página en total

Mi lista de blogs

DORIS GIBSON PARRA Y FRANCISCO IGARTUA ROVIRA

DORIS GIBSON PARRA Y FRANCISCO IGARTUA ROVIRA
FRANCISCO IGARTUA CON DORIS GIBSON, PIEZA CLAVE EN LA FUNDACION DE OIGA, EN 1950 CONFUNDARIAN CARETAS.

«También la providencia fue bondadosa conmigo, al haberme permitido -poniendo a parte estos años que acabo de relatar- escribir siempre en periódicos de mi propiedad, sin atadura alguna, tomando los riesgos y las decisiones dictadas por mi conciencia en el tono en que se me iba la pluma, no siempre dentro de la mesura que tanto gusta a la gente limeña. Fundé Caretas y Oiga, aunque ésta tuvo un primer nacimiento en noviembre de 1948, ocasión en la que también conté con la ayuda decisiva de Doris Gibson, mi socia, mi colaboradora, mi compañera, mi sostén en Caretas, que apareció el año 50. Pero éste es asunto que he tocado ampliamente en un ensayo sobre la prensa revisteril que publiqué años atrás y que, quién sabe, reaparezca en esta edición con algunas enmiendas y añadiduras». FRANCISCO IGARTUA - «ANDANZAS DE UN PERIODISTA MÁS DE 50 AÑOS DE LUCHA EN EL PERÚ - OIGA 9 DE NOVIEMBRE DE 1992»

Mi lista de blogs

«Cierra Oiga para no prostituir sus banderas, o sea sus ideales que fueron y son de los peruanos amantes de las libertades cívicas, de la democracia y de la tolerancia, aunque seamos intolerantes contra la corrupción, con el juego sucio de los gobernantes y de sus autoridades. El pecado de la revista, su pecado mayor, fue quien sabe ser intransigente con su verdad» FRANCISCO IGARTUA – «ADIÓS CON LA SATISFACCIÓN DE NO HABER CLAUDICADO», EDITORIAL «ADIÓS AMIGOS Y ENEMIGOS», OIGA 5 DE SEPTIEMBRE DE 1995

Mi lista de blogs

LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU

LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU
UNIVERSIDAD DEL PAÍS VASCO

LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU

LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU
UNIVERSIDAD DEL PAÍS VASCO

«Siendo la paz el más difícil y, a la vez, el supremo anhelo de los pueblos, las delegaciones presentes en este Segundo Congreso de las Colectividades Vascas, con la serena perspectiva que da la distancia, respaldan a la sociedad vasca, al Gobierno de Euskadi y a las demás instituciones vascas en su empeño por llevar adelante el proceso de paz ya iniciado y en el que todos estamos comprometidos.» FRANCISCO IGARTUA - TEXTO SOMETIDO A LA APROBACION DE LA ASAMBLEA Y QUE FUE APROBADO POR UNANIMIDAD - VITORIA-GASTEIZ, 27 DE OCTUBRE DE 1999.

«Muchos más ejemplos del particularismo vasco, de la identidad euskaldun, se pueden extraer de la lectura de estos ajados documentos americanos, pero el espacio, tirano del periodismo, me obliga a concluir y lo hago con un reclamo cara al futuro. Identidad significa afirmación de lo propio y no agresión a la otredad, afirmación actualizada-repito actualizada- de tradiciones que enriquecen la salud de los pueblos y naciones y las pluralidades del ser humano. No se hace patria odiando a los otros, cerrándonos, sino integrando al sentir, a la vivencia de la comunidad euskaldun, la pluralidad del ser vasco. Por ejemplo, asumiendo como propio -porque lo es- el pensamiento de las grandes personalidades vascas, incluido el de los que han sido reacios al Bizcaitarrismo como es el caso de Unamuno, Baroja, Maeztu, figuras universales y profundamente vascas, tanto que don Miguel se preciaba de serlo afirmando «y yo lo soy puro, por los dieciséis costados». Lo decía con el mismo espíritu con el que los vascos en 1612, comenzaban a reunirse en Euskaletxeak aquí en América» - FRANCISCO IGARTUA - AMERICA Y LAS EUSKALETXEAK - EUSKONEWS & MEDIA 72.ZBK 24-31 DE MARZO 2000

Mi lista de blogs

viernes, 7 de octubre de 2011

Pedro Planas Silva - EDITORIAL – "Cómo terminan las democracias" - Oiga 28/11/94

Hace algunos años, Jean Francois Revel publicó un libro titulado 'Cómo terminan las democracias'. Por el título, algunos apresurados imaginaron que sus páginas registraban todo un manual para el perfecto golpista. Grande fue el chasco. Ahí Revel advertía, por el contrario, respecto a cómo los dictadores inventan un enemigo externo o un enemigo interno para justificarse en el poder por largos años. Pero, en nuestros tiempos nublados, no es difícil imaginar las recomendaciones que traería un manual de tal envergadura:

Entre al poder por medios legales. La gente cree que' un dictador es solamente aquel que derroca a un presidente electo por el pueblo. Si usted es Presidente Constitucional, quedará libre de sospechas. Si usted es militar y quiere realizar un proyecto de veinte años, tome como rehén al Presidente Constitucional. Y ofrézcale poder, mucho poder, y por muy largo tiempo. Verá como acepta.

Planée cuidadosamente su golpe de Estado, injuriando sistemáticamente a sus opositores y a instituciones representativas como el Parlamento. Provoque las iras populares contra ellos. Usted no es un demócrata y gobernará con una cúpula cerrada. Pero no se preocupe: nadie se quejará. Acuse a los partidos políticos de ser una cúpula, aunque no tengan poder. Así gana tiempo y el desprestigio que caerá sobre ellos redundará en su beneficio.

Asegúrese el control de los poderes fácticos, principalmente del Ejército y del empresariado. Apenas tenga sus incondicionales en el Ejército, modifique el estatuto institucional para perpetuarlos en su proyecto de largo plazo. De los empresarios, ni se preocupe. Invítelos a viajar con usted por Oriente y Occidente. Serán todos suyos.

Cuando ejecute su golpe de Estado, invente un nuevo término que impida asociar su régimen con una dictadura. En algunos países, el periodismo tiene vocación de papagayo y hará solo el papel. Podría denominarlo 'autogolpe'. Así, usted aparecerá como supuesta víctima del golpe y la media voz de periodistas y analistas se sentirá a gusto, pues no quieren incomodar sus conciencias denunciando la verdad. También puede denominarse, simplemente, "los sucesos del 5 de abril".

Contra los críticos del golpe de Estado, apele a argumentos nacionalistas. Diga que esos cuestionamientos al golpe "perjudican la imagen del país". Usted sabe bien que su golpe fue el causante de la mala imagen, pero como la gente acepta el hecho consumado, acusará fácilmente de antipatriotas a quienes lo intenten criticar.

Prometa que usted traerá una 'nueva democracia'. Aunque es un viejo pretexto, empleado por los dictadores de todas las estirpes, hay países de precaria cultura democrática en los que todavía tiene éxito. No se olvide: cada vez que prometa esta 'nueva democracia’, critique ácidamente a la anterior. Siempre encontrará solícitos columnistas que se harán eco de sus discursos.

Busque disimular la ilegitimidad de su cargo con cierto apoyo popular. Apele a mecanismos psicosociales de 'propaganda y, sobre todo, realice un festival de encuestas que lo favorezcan. Usted sabe que la democracia es pluralidad y que la soberanía es propia de monarcas tipo Luis XIV. Pero, como nadie repara en estas sutilezas, usted, gracias R las encuestas, se perfilará como un augusto Emperador.

De nada le servirá su golpe de Estado si es que no intenta copar las instituciones. Para ello, agite el espejismo constitucional. Reclame la elaboración de un nuevo texto constitucional. Cope el Parlamento, el poder Judicial, la Contraloría, la Fiscalía y toda otra institución que tenga olor a fiscalización. y no se olvide de aprobar la reelección presidencial. Aunque sea por un período. Después, en su segundo mandato, podrá colocar la reelección indefinida.

Tenga, para su uso personal, un doble gobierno. Para el exterior, tendrá ministros, que no necesitará reunir. Pero su verdadero equipo de gobierno será otro. Tenga a un familiar suyo -si es su hermano, mejor-, como máxima figura de la administración pública, encargado de nombrar funcionarios, instruir a los ministros y dirigir y cobrar las licitaciones. Como no tendrá cargo conocido, él estará libre de todo control y de cualquier denuncia. Deje, incluso, que suplante su rúbrica en los decretos supremos y en las resoluciones. Usted debe dejar de gobernar para entrar en campaña. Así se mantendrá en permanente olor de multitud.

Para preparar su estrategia de campaña permanente, invente una estructura especial. Podría ser un ministerio. En ese caso, para evitar suspicacias, suprima otro ministerio, que no considere útil, como el de Vivienda. Si quiere intensificar el efecto publicitario, denomínelo 'Ministerio de la Presidencia', pues así la gente lo asociará inmediatamente con usted. Y verá que, con el tiempo, hasta los periodistas más críticos, se acostumbrarán a convivir con tal estructura ministerial, cuya verdadera utilidad sólo usted conoce.

Usurpe las funciones que corresponden a los gobiernos regionales y a los municipios. Esos son los problemas más cercanos de la población. inaugure y pinte escuelas y haga oídos sordos si es que le recuerdan el grave problema de la deserción escolar. Construya carreteras, pistas, plazas y parques. Arregle el agua y el desagüe. Así, no tendrá ningún competidor de su nivel. Y cada vez que visite los poblados, no se olvide de Ilevarles obsequios y de ofrecerles mucho más para otra oportunidad. Pregúntele a los pobladores si quieren que usted vuelva. Le dirán que sí. Y así lo tendrán siempre muy presente.

Use almanaques como publicidad personal. Repártalos usted mismo, persona por persona. En lugares muy poblados, que lo ayude alguna autoridad civil o militar. No importa los meses del año en que usted reparta el almanaque. Lo que importa es su rostro. Esta excelente táctica publicitaria le rindió grandes beneficios a Napoleón. El repartió almanaques con las efemérides napoleónicas y los ciudadanos los colgaron en parte visible de sus casas. Así, el día de la elección, salieron de casa sabiendo por quién votar. Si usted está en un país civilizado, no emplee recursos públicos, porque sería delito (malversación) y le traerá graves problemas. Si gobierna en un país donde la gente acepta fácilmente sus atropellos, utilice impunemente los fondos públicos. No sea tonto. ¿Quién lo va a fiscalizar? ¿La Contraloría que usted maneja? ¿El CCO?

No se olvide de las formalidades. Ofrezca garantías electorales. Asegúrese que compitan con usted tres, ocho o diez candidatos. Nadie podrá competir contra sus métodos publicitarios, si es que usted sigue paso a paso estas recomendaciones. Los candidatos serán sus mejores aliados. Y su triunfo tendrá legitimidad.

Si su nuevo Parlamento le resulta adverso, es porque ha habido alguna falla en la aplicación de estas instrucciones. Pero, no se preocupe. Tiene usted tiempo. Repase estas instrucciones y aplique, contra ese nuevo Parlamento, las recomendaciones primera y segunda.

Hasta ahí el apretado resumen de este manual del perfecto dictador. Un manual que, en estos tiempos nublados, no resultaba tan difícil de imaginar

Pedro Planas Silva In Memoriam

¿Hubiese sido preferido acaso, para gozar de los ingresos que trae la publicidad, ingresar entusiasta a la «luna de miel» con García y, luego, sin ninguna vergüenza, encaramelarse con el Fujimorismo anti-García? Si, sin duda hubiese sido más provechoso para las arcas de Oiga. Pero, Igartua sabía que, de rodillas, nunca se hace buen periodismo. Y así, cierra esta etapa, pero con el honor en alto. Pedro Planas Silva - "La Critica Solitaria" - Oiga 5 de septiembre de 1995

Pedro Planas Silva In Memoriam

Jorge Andújar
www.jorgeandujar.com
_______________________________________________
EL PROFESOR PEDRO PLANAS
por OMAR CAIRO ROLDÁN

En abril de 1990 el Perú tuvo una gran oportunidad. Ninguna fuerza política había obtenido mayoría en el parlamento y eso convertía a la concertación en una necesidad. Cada mañana, el profesor de Derecho Constitucional Pedro Planas destacaba esta auspiciosa realidad. En medio de la crisis económica y política nuestro país aguardaba la realización de esta promesa.
Dos años después – 1992- el sueño se rompió. Los tanques le gritaron al país que la concertación estorbaba. Mientras el golpe era aplaudido en las calles, el profesor Pedro Planas brindaba una clase de aula abierta – en el patio de la Universidad de Lima – defendiendo a la constitución traicionada.
Todos los estudiantes lo aplaudieron. Aun quedaba una esperanza. Pero había que cultivarla y Pedro Planas dedico a ello su vida durante los siguientes diez años. Desde la revista “Oiga” ( V Etapa) y los diarios El Comercio y “Gestión” libró una decidida batalla para esclarecer una verdad evidente por sí misma, pero tercamente negada por el poder político: el hombre fue dotado por su creador de derechos inalienables y ningún gobierno tiene la atribución de agraviarlos.
El periodismo fue solo una trinchera. Los aproximadamente diez libros sobre Derecho Constitucional escritos por Pedro Planas enriquecieron nuestra bibliografía nacional en esta materia como nunca antes había ocurrido. Luego de la publicación internacional de su libro “Regímenes Políticos Contemporáneos” (Fondo de Cultura Económica), los estudiantes peruanos nos acercamos definitivamente a una disciplina que, lejos de ser una sofisticación académica, es el fundamento de la vida civilizada.
En las aulas universitarias toda una generación se enriqueció con la lucha de nuestro maestro. Los estudiantes de la Pontificia Universidad de Lima, Unife, Universidad del Pacifico y Universidad Nacional Mayor de San Marcos, por mencionar solamente algunas podrán dar testimonio permanente de esta experiencia. Todo este trabajo no podía ser en vano.Quizá por eso el Perú pareció renacer. El año 2000, la peor dictadura de nuestra historia se vino abajo. Pedro Planas estuvo al lado del presidente Valentín Paniagua en la reconstrucción de un País que cívicamente estaba en escombros. La tarea tuvo éxito: el 28 de julio del 2001, se inicio el actual periodo constitucional de gobierno democrático.
Desde entonces, nuestra democracia empezó a enfrentar a un enemigo poderoso: el centralismo. Este cáncer histórico nacional tenía que ser derrotado, sino el Perú nunca merecería ser llamado una nación. Cuando Pedro Planas - en el plano político - empezó a asestarle los primeros golpes, hoy 7 de octubre del 2001 el destino nos ha dicho - tristemente - que corresponde a otras generaciones de peruanos continuar esta tarea.
Todo esto sería suficiente para estar en deuda permanente con Pedro Planas. Pero le debo demasiadas cosas más: la ayuda generosa, el acompañamiento constante en el aprendizaje del Derecho Constitucional. Sobre todas las cosas la amistad indestructible. Por eso nunca podre decirle adiós a Pedro Planas.

(*) Profesor de Derecho Constitucional de la Universidad Católica del Perú.

jueves, 6 de octubre de 2011

Pedro Planas Silva In Memoriam

Encuentro con Pedro Planas

Por: Lino Bolaños

Fue el 6 de abril de 1992. Pedro Planas y yo nos encontramos por casualidad en el Haití de Miraflores a las nueve de la mañana. Nos abrazamos como siempre lo hacíamos, pero esta vez no sonreímos. Encontrarme con Pedro era lo mejor que podía ocurrirme aquel aciago día en que el golpe de Fujimori acababa de producirse.

Aún titilaban en nuestras mentes las sonrisas de aprobación de los amiguísimos del régimen, esas sonrisitas clásicas de los mediocres que no saben cómo ensalzar a la autoridad. Cómo no iban a sonreír. Tenían la aprobación mayoritaria de los peruanos. Según casi todos, el golpe era necesario para acabar con los que se llenaban con la mamadera del Estado. Fujimori iba a acabar con eso, con los congresistas corruptos, con los débiles que no hacían nada por el país.

Era para nosotros una verdadera tragedia. Ese día, lo recuerdo bien, teníamos mucho que hacer Pedro y yo. Sin embargo, nos quedamos conversando en ese café, tratando de comprender qué era lo que pasaba, tratando de encontrar un camino de solución, tratando de avizorar la tragedia que, sabíamos, iba a desplegarse sobre todos nosotros.

Pedro creía en la constitución, en un parlamento eficiente y en la regionalización del Perú como condiciones sine qua non para el desarrollo. Yo pienso lo mismo que Pedro. Pienso también que aún no se ha valorado lo suficiente el aporte de este peruano excepcional a nuestra cultura y a nuestro pensamiento. Pedro merece un gran homenaje de todos los peruanos.

Nuestra conversación seguía. Tomamos varios cafés y llegó la hora de almorzar. Ni él ni yo queríamos irnos. Nos dolía lo mismo ese día: la indiferencia de los peruanos, la poca comprensión de los temas reales que han dañado desde siempre a nuestra nación.

Llegamos a la noche. Hablábamos y hablábamos de lo que nunca podía volver a pasar, de qué debíamos hacer nosotros, dos buenos amigos, en defensa de la democracia y en contra de la opinión de los grandes sectores de la población. ¿Juntarnos con otros amigos? ¿Buscar a ese mínimo porcentaje que sabe que las dictaduras nunca han solucionado nada en el Perú? ¿O quizá entender, en definitiva, que los procesos de la historia se deben justamente al estado mental de las mayorías, que hacen y deshacen su propia felicidad?

Nos veríamos muchas veces más a lo largo de nuestras vidas, pero creo que ese encuentro fue uno de los más enriquecedores de mi existencia. Las mesas estaban apiladas ya en el café. Se habían ido todos y casi no nos habíamos dado cuenta. Por fin nos despedimos.

La muerte prematura de Pedro Planas fue una de las mayores desgracias que le pudo ocurrir al Perú. Fui testigo de algunas de las gestas de este hombre valioso y valeroso en defensa de la democracia, de la libertad, y, sobre todo, de la verdad. Sigo creyendo que él, que vivió tan intensamente su pasión por el Perú, seguiría incansable por hacer de este gran país un lugar mejor para vivir.

Pedro Planas Silva In Memoriam

MIGUEL GRAU: EN DEFENSA DE LA CONSTITUCIÓN

Por Pedro Planas Silva. "Democracia y Tradición Constitucional en el Perú. Materiales para una historia del Derecho Constitucional en el Perú". Editorial San Marcos. Lima, 1998. Pp. 428-431

Nota Introductoria

Aquí se presentan dos documentos de enorme magnitud democrática e histórica, pero escasamente conocidos y divulgados, pese a que deberían considerarse como textos de reflexión obligada en colegios y hasta en las escuelas de los institutos armados en el Perú. Se trata de la firme posición que adoptó la Marina en defensa del orden constitucional y en repulsa al golpe -inicialmente victorioso- de los coroneles Gutiérrez, perpetrado el 22 de julio de 1872. El primer texto, si bien es un pronunciamiento colectivo de los Jefes y Oficiales de la Marina, tiene a Miguel Grau entre los primeros firmantes, lo que permite suponer que estuvo entre los gestores del pronunciamiento. El segundo texto podría titularse "No reconozco otro caudillo que la Constitución" y es obra exclusiva de Miguel Grau, redactado para remitirlo desde el Huáscar a las autoridades y ciudadanos de todo el Sur del Perú, invitándolos a defender el orden constitucional y plegarse contra la actitud de los golpistas. Tampoco debe olvidarse que Miguel Grau, el más importante de nuestros héroes navales, fue miembro del Partido Civil y, como tal, fue elegido diputado por Paita en las legislaturas de 1876, 1877 y 1878, etapa inmediatamente anterior al Combate de Angamos. También en esos meses previos a la Guerra con Chile, Grau debió haberse indignado por el inexplicable y alevoso asesinato de Manuel Pardo, jefe del Partido Civil al cual él pertenecía, por obra del sargento Montoya y en la propia puerta del Senado, cuya presidencia Pardo ejercía en la legislatura de 1878. (Ambos documentos, junto con el diario del "Huáscar" y las acciones simultáneas seguidas por la fragata "Independencia" y los vapores "Chalaco", "Marañón" y "Sofía", así como la lista de oficiales, profesores y alumnos de la Escuela Naval que prestaron servicios en la "Escuadra defensora de la Constitución", han sido reproducidos en: "El Peruano". Boletín oficial; Lima, miércoles 14 de agosto de 1872; pp. 93-106.

Pronunciamiento de la Marina contra el Golpe de los Hermanos Gutiérrez

<< El inaudito abuso de fuerza con que el día de ayer ha sido escandalizada la Capital de la República, debía encontrar, como en efecto ha sucedido, el rechazo más completo de parte de los jefes y oficiales de la Armada que suscriben, quienes ajenos a toda liga personal, no reconocen otra regla de conducta que la emanada o dirigida al fiel cumplimiento de las instituciones patrias. >>

<< El criminal proceder del Coronel Tomas Gutiérrez, es pues, la ruina del régimen constitucional y, como consecuencia precisa, el desquiciamiento social más completo. Para restablecerlo cábenos la fortuna de ser los primeros en ofrecer nuestro patriótico contingente y poner al servicio de la Nación los elementos de que hoy disponemos. En nuestro camino nos asiste la más firme persuasión de encontrar a todos los buenos ciudadanos y que unidos para combatir la anarquía podamos devolver a los legítimos representantes de la voluntad nacional, la independencia que requiere el ejercicio de sus augustas funciones. >>

El ancla, Callao, Julio 23 de 1872

Miguel Grau, Aurelio García y García, Samuel Palacio, Camilo N. Carrillo, Carlos Ferreyros, Miguel Ríos, Manuel M. Carbajal, Simón Cáceres, Carlos Arrieta, F.M.Frías, Amaro G. Tizón, Ruperto Gutiérrez, Ramón Freyre, M. Espinosa, Darío Gutiérrez, Enrique Carreño, Pedro Rodríguez Salazar, Eugenio Raygada, Serapio Tejerina, Arístides de la Haza, Antonio Jimeno, Andrés Rey, Manuel Dávila, Bernabé Carrasco, Miguel Damonte, A. Gerardo Carrillo, Carlos R. Colmenares, Manuel C. de la Haza, Agustín Arrieta, Froilán Miranda, José C. Valencia, Federico Delgado, Francisco León, José M. Rodríguez, Manuel Valderrama, Máximo Tafur, Tomás M. Cárdenas, Manuel Aparicio, Julio Jiménez, Ezequiel Fernandini, Francisco Guerci, Francisco Flores Manuel T. Reyes, Francisco Medina, Julio Sagasti.

Manifiesto de Miguel Grau en defensa de la Constitución[1]

<< Comandancia del Monitor Huáscar. Julio 26 de 1872[2] >>

<< El 22 del presente a las 2:00 p.m. se introdujo en el Palacio de Gobierno el Coronel Silvestre Gutiérrez quien, habiendo tomado de antemano todas las precauciones para no encontrar resistencia, a la cabeza de dos compañías del Batallón Pichincha, que mandaba, aprisionó a S.E. el Coronel don José Balta y después de haber personalmente arrojado de sus puestos a todos los empleados de los Ministerios y demás oficinas del Estado, se dirigió a la Plaza de Armas, en donde se encontraba el resto de su batallón con el Zepita mandado por su hermano don Marceliano Gutiérrez y declaró, a nombre del Ejército, destituido del mando Supremo al Presidente Constitucional de la República Coronel Don José Balta y proclamó General del Ejército y Jefe Supremo de la Nación a su hermano el Coronel Tomás Gutiérrez. Enseguida disolvió con fuerza armada las Juntas preparatorias de ambas Cámaras del Cuerpo Legislativo. >>

<< El Coronel don Tomás Gutiérrez, para poder consumar impunemente este criminal atentado, abusando del puesto que le había confiado como Ministro de Guerra su excelencia el coronel Balta, inutilizó de antemano todas las fuerzas que no eran de su confianza, separando del mando de algunos Cuerpos a los Jefes y Oficiales que, con su honradez y antecedentes, eran incapaces de prestarse a secundar una acción tan criminal, reemplazándolos con otros adecuados al logro de sus aspiraciones. V.S. comprenderá que, estando el Ejército puramente en manos de los cuatro Coroneles Gutiérrez otros Jefes improvisados y sin prestigio, les fue fácil llevar a cabo, sin oposición alguna, tan incalificable crimen, haciendo así uso de la fuera, para pisotear impunemente las leyes y atacar de un solo golpe todos los poderes de la República. Las Cámaras del Cuerpo Legislativo, viéndose amenazadas, se reunieron en Congreso pleno y antes de ser disueltas por la fuerza bruta, tuvieron tiempo para condenar y declarar fuera de la ley a los instigadores, autores y cómplices de este atentado, haciéndolos responsables ante la Nación y llamar a los pueblos a la parte del Ejército que permanece fiel al orden público y a las instituciones, para hacer entrar en el camino del orden a los que lo perturbaban[3] >>

<< Al ver así las leyes ensartadas en la bayoneta del soldado al ver atropellados todos los poderes de la República; al ver amenazados los más sagrados derechos del ciudadano y al ver, en fin, envilecido y escarnecido lo más sagrado entre los pueblos cultos y herida de muerte a la Patria, la Marina Nacional, que siempre ha dado muchas pruebas de patriotismo y abnegación por el orden y sostenimiento de las instituciones, no ha trepidado en ponerse a la altura que por sus antecedentes le corresponde, ha rechazado indignada la invitación que se le hizo para secundar la consumación de tan horrendo atentado; y, enarbolando el estandarte de la ley, ha protestado en masa de tan inauditos y escandalosos crímenes, no reconociendo otro caudillo que la Constitución y recorre hoy el litoral de la República, con los poderosos elementos con que cuenta, para cooperar en unión de los pueblos al restablecimiento del orden constitucional. Nadie en la Capital ni en el Callao ha secundado el movimiento de cuartel de lo Gutiérrez y, hasta el 24, por noticias recibídas en las islas de Chincha, por telégrafo, se sabía que aún no habían podido organizar su gobierno, porque no encontraban quien se prestase a servir en ninguna dependencia. El Poder Judicial y el comercio se encuentran paralizados; así, pues, están completamente aislados y amenazados constantemente por el pueblo en el que no encuentran apoyo. >>

<< Al dar a V.S. cuenta de estos acontecimientos abrigo la firme convicción de que V.S., cuyos honrosos antecedentes y amor patrio lo hicieron acreedor al puesto que ocupa, se apresurará a ser uno de los primeros que corra al llamamiento que hacen unánimemente los Representantes de la Nación, para salvar a la República del abismo en que le ha colocado la ambición de cuatro soldados sin prestigio, que han osado poner su planta sobre la frente de nuestra desgraciada Patria, para humillarla y sacrificarla al logro de sus innobles y temerarias pretensiones. A cuyo efecto la Escuadra Nacional invita a todos los pueblos de la República que la ayuden a llevar a cabo tan sagrado deber. Adjuntos encontrará V.S. la declaración del Cuerpo Legislativo firmada por todos los Representantes y copia del Acta-protesta de los Jefes y Oficiales de la Escuadra, para que V.S. dándoles publicidad haga conocer estos documentos por los pueblos de su mando.>>

Dios guarde a Ud.

Miguel Grau

[1] Para derrocar la dictadura de Tomás Gutiérrez, Grau movilizó el “Huascar” por todo el litoral del Sur, remitiendo por telégrafo esta circular a todas las autoridades, difundiendo el pronunciamiento del Congreso y conminándolas al respeto a la Constitución y la condena a los golpistas. Recibieron esta circular los prefectos de Arequipa, Cuzco, Puno, Moquegua y Tarapacá, los subprefectos de Arica e Islay, los vocales de las Cortes Superiores de Arequipa, Puno y Moquegua y los Alcaldes de Arequipa, Tacna y Tarapacá.

[2] Se trata de un texto consecutivo, sin puntos aparte. Para facilitar la lectura, lo hemos dividido en tres párrafos.

[3] Efectivamente, como se relata con detenimiento en el texto “Reelección y auto elección en el Perú republicano”, el 23 de julio de 1872, antes de ser disuelto, el congreso emitió un Manifiesto donde denunció que se había “perturbado el régimen constitucional” y que “semejante ultraje a la ley, a la soberanía y a los fueros de la Representación nacional, en momentos tan solemnes, importa la consumación del delito de lesa patria”. Y agregaba: “… sin hacerse cómplice de tan grave atentado, no puede el Congreso, en Juntas Preparatorias, permanecer en silencio porque traicionaría los altos deberes que tiene para con la Nación”; y considerando que “debe pasar a la posteridad un documento que reflejando lealmente el sentimiento público haga execrable la memoria de los autores de tan abominable delito”, declaró su condena a la actitud tomada “por una parte de la Fuerza Armada”, considero “responsable ante la nación a sus autores, instigadores y cómplices, considerándolos fuera de la ley” y finalmente convocó “al pueblo ya a la parte del Ejército que permanece fiel al orden público y a las instituciones para llamar al camino del deber a los que lo perturban”.

Acta de la sesión Congreso del 22 de julio de 1872, en: “El Peruano”. Boletín Oficial; Lima, martes 6 de agosto de 1872; p.61

sábado, 1 de octubre de 2011

EN MEMORIA DE LA COFRADÍA

En este Día del Periodista, quiero personificar mi saludo en la Memoria de quienes se fueron. Tarde o temprano iremos tras ellos y es menester no olvidarlos, sobre todo a quienes nos dieron mucho, quizás sin saberlo; o a quienes tempranamente se les acabó la vida.

Ellos, sin embargo, siguen formando parte de nuestra especial Cofrafía. Fueron maestros, quizás severos jefes, compañeros de tertulias y parrandas, feroces competidores en pos de una primicia, consejeros al paso, confidentes, aprendices o realizados, fuimos en las redacciones y en las calles, esencialmente amigos.

Para Pancho Perleche mi inolvidable hermano de mil y una noches, para el Comandante Méndez y su fraterno Hugo, para Marcelo Languasco, poeta del titular al filo de la medianoche tabernera. Para el Cumpa Donayre, a quien de a pocos fui robándole retazos de humanidad hecha poesía, para el "patuto" Oscar Díaz Bravo y su alternante de mesa Jorge Castro de los Ríos; y, claro está, para Alfonso Grados Bertorini quien cambió mis trajines provincianos en mi tierra cercana por los ajetreos de una Lima sesentera; y al ingeniero Federico La Rosa Toro, quien en noctámbulas tertulias me permitió de a pocos adentrarme en su sapiencia. Como olvidar a Alfonso Reyes Muñante, mi maestro y guía, con su asistente Alberto Guadalupe en esos días aurorales de Expreso.

Y en cuanto a los fotógrafos, como no mencionar al cabezón Rubens Temoche, a quien literalmente no le entraban balas cuando disparaba sus cámaras; o al exquisito Pedro Shigimoto, prolijo y preciso; y a Willy Retto, ese muchacho mártir que pudo darnos tanto, y que pereció tomando fotos hasta que le cortaron la vida en un lejano pueblo de la sierra de cuyo nombre no quiero acordarme ahora; y Amador García, también victimado allí.

A lo largo de tantos años de correr tras la noticia he perdido tantos amigos, que los que me quedan apenas compensan las penas, que ahogamos en cervezas espumantes en días como hoy. Hay días en que recuerdo al flaco Jiménez, quien me introdujo al mundo de la televisión al empezar los 80s, y también al gordo Mañuco Gutiérrez, con quien por los 90s hice sabroso periodismo en Trujillo; y hay días en que afloran en amicales nostalgias el enjundioso Borboy, el noble flaco Espinar, que fue Presidente de nuestra FPP, Laureano Carnero, el zambo Avendaño, y tantos, tantos más.

A todos ellos les dedico este saludo por el DIA DEL PERIODISTA PERUANO, y los menciono porque los conocí, porque fui de ellos alumno, aprendiz, compadre o compinche de nocturnas correrías. Elevemos el cáliz cotidiano en su nombre, hagamos un sonoro ¡Salud! chocando los cristales de los vasos sacando chispas (oh, me había olvidado de Hugo Villasís, sacapica, mi gran hermano replanero). Por Pancho y el Comandante, por el Cumpa y Laureano, hagamos correr hoy ríos de líquida cebada, allí donde nos encontremos, y en un brindis común –más allá del tiempo y la distancia- reiteremos con ellos que la Cofradía del Periodismo Decente aún está vigente.

Lima 1 de Octubre de 2011.

LUIS ALBERTO GUERRERO UCHUYA

Periodista Profesional Colegiado

Reg. CPP 0547 FPP 1165

lunes, 5 de septiembre de 2011

In Memoriam


Por Paco Igartua

Señor Director:

Hoy, 5 de setiembre, Francisco Igartua Rovira hubiera cumplido 88 años. Me viene a la memoria que el día de su partida, hace ya siete años, quise decirle muchas cosas, tantas, que guardé silencio. No hay duda, la prensa peruana aún no le ha tributado el homenaje que merece este maestro de periodistas “nacido para joder”. Don Paco siempre dio lecciones de entrega a un oficio (así lo denomino) que tenía que servir a las causas nobles. “El periodismo debe ser el arma de los débiles para enfrentar a los poderosos”, solía decir en las reuniones de edición de la revista Oiga. Un auténtico Quijote. Por eso aunque durante cinco años (1985-1990) fue un tenaz y casi solitario crítico del gobierno aprista, el 29 de julio de 1990 decidió suspender su artillería contra el flamante ex presidente Alan García. “Ya no está en el poder, y aunque a otros les guste hacer leña del árbol caído, nosotros no lo vamos a hacer”, dijo convencido a la redacción. Todos nos quedamos sorprendidos, recordando los sinsabores que enfrentó a lo largo de su trayectoria con el partido de Haya de la Torre. Siempre lo tuvo muy claro. La prensa es un poder que debe contrapesar al poder político y económico. Por eso siempre trasladó el poder de su pluma a las causas de los débiles. Y vaya si ese lápiz (así escribía sus demoledoras editoriales) no removió conciencias, cuando no gobiernos. Así consiguió numerosas victorias periodísticas pero nunca hizo alarde de las mismas. “Nosotros no hacemos autobombo”. Era un maestro. Por eso también siempre recomendaba a todo periodista colocarse detrás de las cámaras. Nunca el “figuretismo” que hoy invade nuestras redacciones.

Gerardo Barraza

Periodista

Fuente: Diario LA REPUBLICA 5 de setiembre de 2011

Premio Internacional Francisco Igartua

lunes, 20 de junio de 2011

¡Que la historia no se vuelva a repetir...!

Francisco Igartua - Hay una perversa línea divisoria entre militares y civiles – Canta Claro 9/11/2002

En estos días electorales vemos, entre sonrientes y asombrados, a un candidato (Castañeda) asegurando que él no hace ni hará guerra sucia, creyendo que nosotros (no sé si la multitud) nos chupamos el dedo y no hemos reparado que él, Barba y Rey son la misma candidatura, mientras su oponente (Andrade) cae en la trampa de la agresión por interpósitas personas. Por lo tanto, con la vaga esperanza de que el debate de mañana sea una seria confrontación de ideas y no una riña con barras en mitad de la calle, prefiero (dejando la solemne primera persona del plural) no tocar el tema electoral y dedicar estas líneas a hacer memoria de lo que ocurrió en esta desdichada nación hace diez años. En abril del 92 un grupo de militares dio un golpe de estado para atornillar en la presidencia a Fujimori y, en noviembre, otros militares salieron en defensa de la Constitución haciendo uso del derecho de insurgencia, que en este caso era mandato constitucional, ya que los insurgentes sabían lo que le esperaba a la República con el plan de 20 a 30 años que se habían trazado los golpistas.

Comportamientos que daban vergüenza

En abril de ese año las protestas ciudadanas y las de la prensa (salvo excepciones) fueron minúsculas y muchas sólo para salvar la cara. En noviembre el comportamiento de periódicos y ciudadanos fue vergonzoso. A quienes se habían sublevado, arriesgando la vida, en defensa del orden constitucional y democrático, se les tildó de ambiciosos, alteradores del orden y golpistas. En este pobre país donde nunca se ha entendido que el orden público no es sometimiento de gobernados a mandatarios sino convenio de relación entre ciudadanos y gobernantes, un pacto social que, si se cumple, nos haría nación civilizada; en este territorio de desconcertadas gentes (como decían con razón nuestros mayores), donde hasta ahora no se entiende que rebeliones militares como aquella del 13 de noviembre del 92 son voces de alerta para que comprendamos que, el orden constitucional e institucional es respeto a la ley establecida y no a la ley que los golpistas imponen con el señuelo de "poner orden", el falso orden en el que se ha mecido desde siempre nuestra República.

Obligaciones incumplidas

La traición y la deserción (que son una constante en la historia peruana) hicieron fracasar el 92 aque¬lla noble rebelión de militares con sensibilidad democrática. Un gesto que, sin embargo, no fue del todo inútil, pues sirvió para desnudar el temple del cabecilla golpista. Fujimori, igual que años después, corrió a refugiarse en la embajada del Japón; y, luego de fracasada la rebelión, impuso el orden de siempre. Inventó un magnicidio, fraguó documentos y llevó a los oficiales constitucionalistas (ante el silencio mayoritario de la prensa y la ciudadanía) a una pantomima de juicio militar, no sin antes haberlos vejado encerrándolos en el penal Castro Castro, luego aislándolos en un viejo cuartel con ventanas tapiadas y, por último, confinándolos durante 31 meses en el Real Felipe.

Amnistiados el 16 de junio de 1995, salieron en libertad, pero sus derechos son conculcados hasta hoy, como si el viejo "orden" no perdiera imperio. De nada ha servido la Ley 27436 del 15 de marzo de 2001, pues los líderes insurrectos no son repuestos y se les niega el ascenso, la recuperación de sus tiempos de servicio y otros merecimientos que, sin solicitud de por medio, se les debería reconocer.

He querido recordar el acto de rebeldía del 13 de noviembre de 1992 para que sirva de ejemplo a los militares jóvenes y a la civilidad toda, hoy lista para hacer uso de las urnas en libertad, aunque, en el caso de las elecciones regionales, sin normas ni concierto establecidos.

Es extraño que el Congreso no pueda reivindicar plenamente a los rebeldes del 92, a pesar de que esa negativa pueda llevar a muchos peruanos de mente despejada a sospechar que nuestros políticos, con la ceguera de siempre, hayan trazado una línea divisoria entre civiles y militares, como si todos los militares hubieran sido cómplices de Fujimori, Montesinos y Hermoza. A sabiendas de que son más los civiles (entre ellos Fujimori y Montesinos) los que salieron beneficiados de la dictadura legalizada por la OEA ese mismo año de 1992. Es extraño que el Congreso no les haya otorgado un reconocimiento mínimo a quienes expusieron su vida (el general Salinas fue perseguido a balazos) para reabrir el Parlamento clausurado por Fujimori y entregar el mando al legítimo presidente (San Román). Y también es extraño que el actual presidente constitucional, doctor Toledo, no ordene reconocer de una vez por todos los méritos de quienes cumplieron el mandato constitucional de insurgencia contra el golpismo.

¡Que la historia no se pueda a repeteri...!

Francisco Igartua – Ugaz es el que debe ser investigado – Canta Claro 10/02/200

Si algo de la semana pasada ha llamado la atención en este país, “donde hasta los microbios se acojudan”, ha sido la desproporcionada y beligerante reacción del gobierno y la magistratura contra el fallo del Tribunal Constitucional, que no absolvió a nadie sino que ordenó abrir la puerta de la cárcel para que siga curso normal el juicio contra Bedoya de Vivanco.

El hasta hace pocos días procurador de la República, o sea abogado del Estado, sin decir agua va, con argumentos impertinentes, inició el pasado martes la gran confusión que se ha creado tras la polvareda desatada por la radio, la televisión y los periódicos en la mente de los peruanos. José Ugaz, el implacable procurador, avaló con su crítica lo que las "noticias" periodísticas habían sembrado con grandes y sonoros titulares (que es lo que las masas leen y oyen) dando a entender que el Tribunal Constitucional había declarado inocente a Bedoya de Vivanco, Y semejante (pero falso) comentario dejó estupefacta a la mayoría ciudadana. ¿Cómo podía ser inocente alguien a quien todos habían visto recibir dinero para hacer un sucio trabajo político en contra de los opositores a Fujimori? El escándalo, naturalmente, ha sido mayúsculo ya que las aclaraciones aparecieron en las letras pequeñas que pocos leen (como tampoco muchos leerán estas líneas) y porque no es de extrañar que nuestra sociedad, ayer aduladora de Fujimori, hoy trate de lavarse las manos vituperando todo lo que huela a su ex - ídolo.

Hasta ahora no se disipa el desmoralizante impacto de la "noticia" difundida por los medios de comunicación y resaltada por la severa declaración del exprocurador Ugaz contra el Tribunal Constitucional, posición seguida luego por el pintoresco congresista Estrada, por el apocalíptico ministro de Justicia y por otros paladines de la peliculina; alimentada a la vez por el propio Bedoya de Vivanco, quien ha dejado entrever, con desvergüenza, que no descarta reasumir la alcaldía de Miraflores.

No, el procesado Bedoya no puede reasumir ni asumir ningún cargo porque el fallo del Tribunal es clarísimo. No lo declara inocente de nada, porque al Tribunal no le compete administrar justicia. Lo que dispone es que el acusado sea excarcelado por tener el derecho constitucional a debido proceso. Situación que no se daba, pues el juez y el fiscal (no el Tribunal) dicen, en el cuadernillo que consta en autos, que no está acreditado el delito de peculado. Además, y sobre todo, porque las cárceles están hechas para castigar a los condenados luego de ser sentenciados y para retener a los acusados con antecedentes penales, a los mafiosos y a los que no den garantía de no fugar. Condiciones que no atañen al procesado Bedoya ni a otros. Es vergüenza nacional que en el Perú abunden casos de encarcelados durante ocho y más años a los que los jueces terminan condenándolos a dos o tres, sin que los agraviados tengan posibilidad alguna de ser indemnizados.

Como representativo mayor de esa justicia implacable, inquisitorial, aparece el exprocurador Ugaz. Pero su actitud bien pudiera ser pista falsa para encubrir sospechas que no ha logrado borrar. Sobre todo la sospecha de que ha sido encubridor de Fujimori, el hombre que lo nombró procurador.

Al despedirse de la procuraduría José Ugaz declaró que sólo le faltó capturar a Fujimori. Pero más bien debió decir que le faltó la principal de sus tareas: señalar a Fujimori por violación de los derechos humanos, único recurso para poderlo extraditar o llevarlo ante un tribunal internacional.

¿Por qué no lo hizo?

No fue por falta de pruebas. Ugaz conoce perfectamente los tres documentos (dos memoranda y un oficio) que a mediados de 1991, antes de que el general Hermoza asumiera el mando de la Fuerza Armada, dirigió Alberto Fujimori al Comando Militar, pidiendo primero y luego ordenando sean considerados para el ascenso todos los miembros del grupo Colina y sus jefes. Esto ocurría luego de las matanzas de estudiantes en la Universidad de Huancayo y en otros centros educativos. Tres documentos que son indicios clarísimos de la complicidad de Alberto Fujimori con el grupo Colina. Pero aquí no queda la cosa. Esos documentos dieron origen a una Hoja de Análisis del Ejército, también conocida por Ugaz, en la que se esclarece la razón del pedido presidencial: "por los trabajos especiales de inteligencia realizados en las universidades del país". De haber convocado a un militar cualquiera habría sabido Ugaz qué significa en el lenguaje castrense "trabajos especiales".

¿Por qué Ugaz no acusó a Fujimori por el delito de lesa humanidad, por lo medular del proceso contra el fujimontesinismo?. Sin ello, todo lo demás son fuegos artificiales. Fuegos artificiales que van creciendo en espectacularidad mientras se reducen las acusaciones de fondo.

domingo, 19 de junio de 2011

¡Que la historia no se vuelva a repetir…!

Francisco Igartua – Otra vez en peligro la libertad de prensa - Canta Claro 25/11/2001

Van estas líneas en primera persona del singular, no sólo porque el tema obliga a dar la cara, sino porque soy yo el afectado en parte de esta historia, que comenzará precisamente con el relato de mi presencia, el domingo pasado, en la pantalla de Canal N, dependencia de El Comercio.

Me vi ese domingo en la televisión con la ingenua complacencia de todo ser humano puesto en vitrina, pero pronto me di cuenta de que, como un párvulo, había caído en una emboscada. Y mi indignación fue mucho mayor a la que presentí el día de la grabación, pues entonces no supuse que a las sesgadas preguntas de la encuesta que hacía el programa Barra de mujeres se añadiría, como cortina constante, la imagen más impactante de la entrega millonaria de dólares que Montesinos le hizo al principal accionista de Canal 5: el hecho más bochornoso de la compraventa de conciencias que se produjo en el régimen pasado.

En la Barra de mujeres de ese domingo hacía yo el papel de un furioso defensor de la libertad de prensa que, como idiota, no se daba cuenta de que estaba siendo utilizado para darle apariencia de imparcialidad e in-dependencia a un programa que tenía como único objetivo que el público se pronunciase a favor de quitarles la licencia a dos o tres canales de señal abierta y que el resultado se aproximara al ciento por ciento de los votos; cosa que, lógicamente, gracias al vladivideo se alcanzó a plenitud. El 94% de los televidentes estuvo de acuerdo, sin entender el trasfondo de la encuesta, en que las licencias de radio y televisión pueden ser dadas o quitadas a discrecionalidad por el gobierno de turno o por una junta de notables. O sea que, con el pretexto del necesario castigo a los rufianes vladivisionados, se abrían las puertas para inmediatos y futuros atropellos de la libertad de prensa y expresión.

De haber visto y escuchado aquel viernes todo lo que se vio el domingo pasado en la pantalla de Canal N, ese programa no habría salido como salió y no habría hecho yo el papel de avalador de la patraña montada, con el propósito de engañar al público, por esas tres damas vinculadas al ala izquierda de la Universidad Católica.

El señalamiento del ala no tiene intención de descalificar ni calificar a nadie, lo hago simplemente para situar la posición política de esa "Barra", que bien podría llamarse "brava" por los medios usados para llevar agua a su molino ideológico, curiosamente del mismo signo que otras campañas iniciadas hace poco con idéntica puntería: la de hacer prevalecer puntos de vista partidarios, de reglamentar a los medios de comunicación y censurarlos. Campañas, por otro lado, vistas con complacencia por intereses comerciales con ansias locas de alcanzar poder político. ¡Algo absolutamente paradojal, pero empedrada de curiosas paradojas está la política!

El castigo que corresponde a los rufianes vladivisionados es asunto de la justicia, no del gobierno ni de juntas de notables.

Se trata de campañas que, sutilmente y desde variadas posiciones, se han montado hace un tiempo para establecer una suerte de vigilancia sobre la televisión y la radio, que podría afectar también al periodismo tradicional, al de la prensa escrita. Supuesto que no es sospecha mía sino que se desprende de un aviso publicado por "Veeduría Ciudadana", en el que se justifica esta inquisitorial tesis: la censura es legal "por el carácter de interés público que la Constitución le da a la actividad de los medios de comunicación, especialmente a la radio y la televisión". Se deja así en claro, con el "especialmente", que los periódicos y revistas no quedan excluidos de ser vigilados 'por una veeduría "constitucional" que podría ser estatal o compuesta por notables elegidos dentro de las organizaciones de la sociedad civil, casi todas ellas de signo próximo al de las damas de la Barra de mujeres. Hay en todas estas "veedurías" machacona insistencia en remarcar, algo que es cierto, pero no para llegar a algún tipo de censura: que los medios de expresión son de "interés o servicio social y público". Por ello es que la Constitución precisa que la libertad de prensa es irrestricta.

Se ha dicho una y mil veces que la libertad de expresión establecida, igual que la democracia, es un sistema lleno de defectos y deficiencias, pero que, aun así, es el mejor de todos los experimentados por el hombre en el curso de los siglos. Y esa libertad, para no ser desvirtuada, no puede tener más límite que el de los códigos comunes y el del honor de quienes ejercen el oficio de periodistas. Todo otro límite la ahoga, la transforma en boletín oficial, en negación de sí misma. Se dirá que esta definición peca de gaseosa y burguesa y pueda que así sea, pero centenarias experiencias prueban que todos los intentos por modernizarla han terminado devolviéndonos a la Inquisición, con apenas unos cambios de color. Unas veces el terminal es negro y otras rojo, sin que nunca deje de ser repelente para quienes amamos esa libertad simple, llana e imperfecta que nos garantiza la democracia.

Inquisición es lo que hoy se reclama en nombre de la modernidad, en un Perú que vive bajo el impacto de los rufianescos tratos vistos en los vladivideos y al que es fácil convencerlo de que no se vulnera la libertad dejando el castigo por estos hechos a la discrecionalidad del gobierno o a la de una junta de notables que se instalaría para cuidar la salud moral de los peruanos. Una tesis sin memoria, desconocedora de una verdad capital en política: ningún gobierno –ninguno- dejará de caer en la tentación de controlar a la prensa.

¿Quién o quiénes deben reglamentar y decidir cuáles son los “valores auténticos” o las “obligadas versiones plurales”, reclamadas por diversas “veedurías ciudadanas”?

El castigo que les corresponde a los rufianes vladivisionados -todos ellos empresarios metidos a periodistas- es asunto de la justicia, que está obligada a embargarles sus acciones y, cuando se cumplan los plazos legales, a ponerlas en venta de acuerdo a los códigos vigentes. Lo que es inaceptable, por contrario a la libertad de prensa y expresión, es sentar el precedente de que un gobierno pueda dar o quitar licencias de acuerdo a las circunstancias o entregar la salud moral a cualquier junta u organismo supervisor "del correcto desempeño de los medios de comunicación", como a la letra dice otra de esas asociación afines a la Barra de mujeres.

(Son estas líneas una ampliación a la cuartilla que, como carta aclaratoria, le envié a El Comercio y que éste no publicó).

domingo, 12 de junio de 2011

¡Que la historia no se vuelva a repetir…!


Francisco Igartua – Editorial “Dos hechos que nos estremecen de espanto” – Oiga 12/08/1993

Dos suceso casi simultáneos, uno ya conocido por la opinión pública y el otro divulgado hoy en esta edición de OIGA, nos muestran el lado oscuro, el lado que se quiere mantener oculto, del régimen autoritario, con barniz democrático, que gobierna al país. Me refiero al descubrimiento de fosas clandestinas, con restos humanos calcinados, logrado por la revista SI, y a las revelaciones que, sobre la probable estructura real del actual régimen, puso en manos de OIGA un pajarito verde.

Esas tumbas de Cieneguilla, malolientes, escondidas a la vera de un camino de basura transitado por la miseria, pueda que no haya guardado los restos de los desaparecidos de La Cantuta, tal como lo creen muchos y lo propaga el rumor general. Pero allí si se escondieron huesos humanos calcinados y es posible que en esos muladares reposen otros muchos crímenes, de aquellos que sería demasiado difícil imputárselos al hampa y bastante improbable que sean obra de los terroristas -los más crueles genocidas de nuestra no tan amable historia patria-, por estar ubicada allí, muy cerca, una base militar de vigilancia. Esos huesos humanos calcinados, con un llavero de recuerdo entre ellos y el increíble desinterés de las autoridades gubernamentales por custodiar las tumbas, son testimonio de los tiempos que nos ha tocado vivir. Pueden ser cadáveres de senderistas quemados por sus propios compañeros para que nadie los pueda identificar, puede ser cierto el rumor de que serian restos de los desaparecidos de La Cantuta. O de otros desaparecidos, añado, pensando en los textos que hoy publica OIGA, preparados por un secreto "Equipo de Trabajo" y por el Servicio de Inteligencia, para un pronunciamiento militar que debió producirse en 1990, que se inicio el 28 de julio de ese año y se consolido con el golpe militar del 5 de abril de 1992.

Se trata de dos hechos secretos, secretísimos, y que, por lo tanto, no dejan huella evidente. No tienen firmas ni sellos. No hay declaratorias de defunción. Tampoco existen pruebas testimoniales comprobables. Hay, en un caso, el dato preciso, con mapa, de un anónimo elemento de Contrainteligencia o de la propia Inteligencia que ha querido liberar su conciencia o enredar los hechos. Pero los muertos están, son ciertos, son huellas de métodos que horrorizan, que hace se nos escarapele la piel y conducen al otro caso, a los documentos publicados hoy en esta revista, en el que las pruebas no están en firmas y sellos sino en la credibilidad, en la seriedad del pajarillo verde que deposito los textos en mis manos y en que esos textos casan, calzan, se machihembran a la perfección con los hechos públicos y semipúblicos que van ocurriendo al mismo tiempo de lo escrito. Cada comentario tiene su correspondiente comprobación en un suceso notorio. Bueno, no todos, como, por ejemplo, el juicio escrito sobre la necesidad de exterminar al "excedente poblacional nocivo, irrecuperable, como son los terroristas, vendedores de pasta básica, agitadores y demás traidores a la patria".

Se trata de documentos que revelan el carácter del régimen que preparaba, desde mediados de 1989, una logia militar con orden del Comando. Régimen que, a último momento, fue negociado con el presidente electo, Alberto Fujimori, porque este venia a resultar el más aparente cabecilla para la "Democracia Dirigida, civil-militar" diseñada en los círculos castrenses.

En los textos se hallan opiniones absolutamente ciertas sobre la realidad peruana -mas que certeras en el análisis de la responsabilidad de Alan García- y es imposible quitarles la razón a muchos de los argumentos allí expuestos sobre la difícil gobernabilidad del Perú y la necesidad de contar con metas estratégicas nacionales de largo plazo. Se puede decir que a su lectura brotan verdades de a puño, aunque la mayoría de estos puñetazos sean más del agrado de la sensibilidad política de las llamadas derechas, que de otros sectores con mayores inquietudes sociales y populares. Hay, sin embargo, aspectos siniestros que a ningún demócrata, a ninguna persona con cierto refinamiento humano, pueda dejar de espantar. Se trata de un proyecto mesiánico, de orientación totalitaria, que nada tiene de democrático por más título de "Democracia Dirigida" que se haya puesto.

En los lineamientos del plan, trazados en octubre de 1989, y en Anexos posteriores a esa fecha, están insertos los planeamientos que, como grandes novedades, viene, repitiendo Fujimori: Libre comercio, "reinsertación ", pena de muerte, pacificación, reforma educativa, acuerdo en las fronteras (entendiendo que "el aspecto territorial ha sido ya rebasado"), necesaria continuidad en el mando (reelección), etc. Pero hay puntualizaciones muy reveladoras del nefasto mesianismo que inspira al proyecto en general, hasta ahora mantenido en el mismo misterio, y que apenas se dejan entrever en algunas de las bruscas declaraciones de Fujimori; como cuando, por ejemplo, se ufana de tener el mejor Servicio de Inteligencia de América Latina. En los textos conspirativos se da, justamente, mayor importancia a lo que llaman "Sistema de Control, Seguridad y Propaganda" y que en esas mismas páginas se especifica que "si, definitivamente, el Sistema es el equivalente a una Gestapo". El carácter antidemocrático del proyecto aparece por todos lados. Desde la "relación" que se seguirá con la prensa ("El objetivo mínimo consiste en conseguir la autocensura, dejando entrever nuestra decisión de ir hasta las últimas consecuencias"), hasta el modelo secreto del gobierno a montarse, muy explicativo de por qué en el régimen fujimorista tiene tan poca importancia el Consejo de Ministros. En el esquema del proyecto esta explicado que la conducción de la política estratégica nacional a largo plazo corresponde a un "Consejo Estratégico de Estado" (CEE), "delegando el protagonismo, los aspectos diplomáticos y sociales y los problemas de corto plazo a los distintos encargados de los portafolios ministeriales". El CEE será un misterio y no tendrá por que asistir a los Consejos de Ministros, "quedando con las manos libres, fuera del ángulo visual del enemigo, para impulsar al país y hacer frente a las necesidades de la guerra". El servicio de cámaras ya instalado, en la época de Alan García, en la Sala del Consejo de Ministros, le servirá al CEE para seguir de cerca por video las sesiones que crea necesario supervisar. Y siguen las perlas. Todas con desagradables evocaciones de equívocos salvadores de sus patrias, de trágicos devaneos autoritarios. De desastres que tuvieron auroras deslumbrantes.

¿Está funcionando el actual régimen bajo el esquema trazado en los documentos que hoy comienza a publicar OIGA?... Por desgracia hay demasiados indicios de que es así. ¡Pobre Perú! Vamos de mal para peor, porque nunca, por ciertos y grandes que sean los males que es necesario superar, han sido buenas las soluciones mesiánicas, totalitarias, autocráticas. Siempre, a la corta o a la larga, las lágrimas borraran los aciertos que pudiera haber tenido el despotismo.

---------------------

Francisco Igartua - Editorial "Los cuadernos del pajarillo verde" – Oiga 14/01/1994

CON la ley que cortó el juicio civil a los asesinos de La Cantuta y los trasladó a la justicia castrense -con el propósito de dejar libres a los autores intelectuales del crimen-, se ha puesto fin al precario orden legal que existía en el Perú. La cúpula militar ha notificado al país que es la Fuerza Armada la que manda, que los llamados poderes del Estado son simples ejecutores de sus órdenes. De esa ley en adelante, ya nada ni nadie estará tranquilo en el Perú. La seguridad jurídica ha muerto. Mañana es posible cualquier cosa. Por ejemplo, si los miembros del misterioso Consejo Estratégico del Estado -el verdadero poder en el Perú- decidieran que el servicio bancario nacional, a pesar de todos los privilegios que le han sido concedidos, no le es útil a sus planes económicos, les bastará ordenar a cualquiera de los agentes del SIN infiltrados en el CCD que presente un proyecto de ley trasladando ese servicio a la banca extranjera. No habrá norma constitucional ni consideración alguna que impida que ese proyecto se haga ley y se ejecute, sin dudas ni murmuraciones, y sin que se inquiete un solo ministro, como ha ocurrido con la Ley Cantuta. La digna actitud de Alfonso Bustamante -renunciando al premierato- ha quedado como solitaria excepción, en cuanto a los hombres que rodean a Fujimori, y también como demostración de que las reservas morales del Perú no se han agotado; queda como prueba de que mientras haya tradiciones familiares a seguir, mientras se mantenga activa la conciencia cívica y el sentido del deber ético, siempre habrá enmienda para los errores que se puedan haber cometido. Con caballeros como Bustamante, aunque se queden solos a la hora de la renuncia, el Perú no está perdido.

El arriba descrito es el orden que impera hoy en el Perú. Es el orden de la arbitrariedad militar, reemplazante del orden caprichoso y personal que nos impuso Alan García y que -mientras no tocó a los bancos- tantos aplausos cosechó entre los mismos que hoy festejan a Fujimori, desconociendo la verdadera estructura del poder real en el actual régimen, así como ayer no quisieron advertir el carácter díscolo del joven presidente.

¿Cuál es esa estructura?... Hace muchos meses OIGA publicó el contenido de unos cuadernos que un 'pajarillo verde' puso en mis manos. Y, como en muchas otras oportunidades -¿recuerdan las predicciones de 1985 sobre Alan García, publicadas en esta misma columna?- poco o ningún caso se hizo a las "exageraciones de la revista de los lunes". Como si la simple transcripción de un documento, comprobadamente de origen castrense, podía ser una exageración de propia cosecha. Pero ahora, después del desaguisado de la 'Ley Cantuta', esos cuadernos del 'pajarillo verde' comienzan a inquietar a muchos que hasta hace poco se sentían tranquilos, adormilados con la imagen del 'chino' que todo lo domina y todo lo controla a favor de los sagrados intereses privados.

En esos documentos del 'pajarillo verde' se relata paso a paso una conspiración militar que se inició mucho antes de octubre de 1989 -fecha de la entrega del programa elaborado por la logia de los conspiradores- y que luego ha ido variando, aunque no de orientación ni de lineamientos generales, hasta llegar a las declaraciones que, hace pocos días, un alto jefe militar en actividad confió a la agencia de noticias ANSA: "La Fuerza Armada no puede mantenerse al margen de los problemas nacionales -dice el alto mando citado por ANSA-, no se nos puede negar nuestro derecho, como pueblo uniformado, a luchar por el desarrollo nacional dentro de una estrategia integral que tiene un solo objetivo: el bienestar general de los ciudadanos ... Somos una fuerza pensante y comprometida con el desarrollo económico y social: Ahora hemos asumido el rol de coadyuvar el desarrollo nacional de una manera intensa y sostenida, basándonos en planes que son producto de muchos años de visualización y experiencia 'directa, así como de interpretación correcta -de los problemas que afronta el Perú y que siempre se han mantenido en los inventarios políticos electoreros, sin alcanzar soluciones concretas".

Ellos, los uniformados, los dueños de la verdad. La misma ceguera, el mismo error de siempre. El mismo lenguaje de la revolución militar del año 68 y de los cuadernos del 'pajarillo verde', con la única variante de que el 68 alzaba la bandera socialista y hoy alza la bandera liberal. Es siempre, en el meollo del tema, el Ejército que se siente predestinado a salvar al Perú. Es una historia incesante, continuada, con avances y repliegues, que en los cuadernos de 'pajarillo verde' describen la necesidad de dar un golpe militar contra el gobierno de Alan García, por considerar, con no poca razón, que el irresponsable y locuaz líder aprista nos llevaba al desastre nacional. Pero esos planes se detienen cuando las evaluaciones de Inteligencia aseguran que el vencedor de las elecciones próximas será Mario Vargas Llosa, en quien confían los militares como corrector del rumbo seguido por Alan García. Más, cuando el comando de la conspiración advierte que el triunfo corresponderá al desconocido Fujimori, con un programa apenas diseñado y sin orientación precisa, de nuevo se comienzan a barajar los 'escenarios' para el golpe. Sin embargo, pequeños tropiezos demoran el pronunciamiento y, de pronto los conspiradores se festejan por la demora. Consideran que el presidente electo. Alberto Fujimori, puede ser la cabeza del Movimiento. Rápidamente entran e acción los enlaces y Fujimori acepta cobijarse bajo el ala militar, que le impone como condición hacer un gobierno de "democracia dirigida con economía de mercado". Algo sorprendente e inusitado si se recuerdan las veleidades socialistas de la revolución militar del 68.

Esta es, en grandes trazos, la historia que relatan los cuadernos del 'pajarillo verde'. Y el plan de gobierno que en ellos se esboza es, hasta en detalles, el programa que se ha venido desarrollando -con variaciones impuestas por las circunstancias- durante el régimen que algunos llaman fujimorista. En él no hay mayores misterios ni secretos, sí la comprobación plena de que la imaginación y la originalidad de Fujimori no existen, son pura ilusión. En los cuadernos -en el verde para ser precisos- está planteado desde el desarme militar hasta la siembra de auquénidos por todo el Ande y desde la restricción a la gratuidad de la enseñanza hasta el arreglo de las fronteras norte y sur, abriéndonos a una alianza con Brasil, Bolivia y Paraguay. En la mira militar está un corredor del Pacífico al Atlántico. Planteamiento que podría ser muy grato a Japón y que, hace algunos años, los militares lo rechazaban airados, igual que la economía de mercado. ¡Cambios de los tiempos y de la moda!

Tampoco hay demasiado misterio en las recientes declaraciones del alto jefe militar a ANSA. El que "grandes unidades militares de las tres armas estén comprometidas en la ejecución de la guerra contra la pobreza" no hace otra cosa que comprobar que los militares ingresarán con todo a respaldar la reelección de Fujimori, su candidato. Y el que la guerra contra la pobreza sea una cruzada encomiable, en la que el país entero debe comprometer todas sus energías, no oculta el engaño que se está montando: hacer de ella el principal agente de propaganda para la reelección del mascarón de proa de la cúpula militar.

sábado, 4 de junio de 2011

¡Que la historia no se vuelva a repetir..!




Ambos fueron los verdugos de la revista “Oiga”: Alberto Kenya Fujimori Fujimori y Vladimiro Illich Montesinos Torres. Temerosos de la fuerza moral de esta revista, y habiendo agotado Montesinos todos sus recursos frente a un Francisco Igartua al que consideraba “muy difícil”, optaron por cercarla con los impuestos, en una oscura etapa de acosos que forma parte de la negra historia de esta dupla que hoy purga prisión en el Perú. Poco les duró, sin embargo, su pírrica victoria de relanzar una “Oiga” apócrifa en el año 2,000 y que sobrevivió apenas hasta el 2002. Ya en 1998, por inspiración del propio Igartua se habìa formado un equipo de trabajo para recuperar la revista: tuvieron que pasar diez años para lograrlo y con el pronunciamiento inapelable de la Corte Suprema de Justicia, el 14 de Febrero del 2008 la pesadilla había terminado. Para entonces el Director-Fundador había fallecido… pero su legado vivirá mucho más que el triste recuerdo de estos dos actores del mal.

viernes, 13 de mayo de 2011

Oiga

Lima, 7 de junio de 1935

Señor don Víctor Raúl Haya de la Torre.

Hoy, Día del Ejército, Día de Arica, día de gloria entre los días peruanos más gloriosos, no debiera ser el más indicado para escribirle a usted que no ama nuestras proezas militares y que piensa en el «compañero soldado» sólo para incitarlo a la rebelión. Pero los acontecimientos, la dolorosa ironía de los acontecimientos, han querido que hoy me toque escribirle a usted esta carta.

Se la escribo, para decirle a usted, una vez más -deseo que no sea la última vez- cuán graves daños le ha causado usted al Perú. No se figure usted que voy a hablarle de la sandez doctrinaria del Apra, ni de la inmoralidad de sus dirigentes, ni de la inconsciencia de sus prosélitos multitudinarios. No. Todo eso lo callarnos por sabido.

Le escribo para decirle que sobre la acción pública de usted, tan breve y tan luctuosa, tan efímera y tan infortunada, pesan dos cargos mortales. Ha suprimido usted a los rebeldes y ha creado asesinos. A los grupos de hombres libres y activos los ha reemplaza­do usted con bandas de fascinerosos. La lucha política la ha conver­tido usted en una pavorosa aventura judicial. Ya en el Perú no hay gobiernistas y opositores. Hay delincuentes y víctimas. Ignoro si usted y sus amigos se dan cuenta del horror de este estado de cosas.

Si, por fortuna nuestra, no estuviera, hoy, a la cabeza del gobierno y al frente de los destinos del Perú un hombre sereno y respetable, un hombre honesto y respetuoso, un hombre tranquilo y firme como el presidente Benavides, nos mataríamos en las calles. Todos, compañero, andaríamos o con el puñal al cinto o con la carabina al hombro. Y de esto, es usted el único responsable.

Si hubiese usted logrado corromper a los hombres y convertir en asesinos a varones de treinta años, acaso le perdonásemos su actuación. Es decir, no se la perdonaríamos; pero la comprendería­mos. Por lo menos, se trataría de crímenes de hombres. Pero ha corrompido usted a los niños. Es usted un violador de conciencias adolescentes. Observe usted lo pavoroso que es todo esto.

Para desgracia del Perú, frente a usted surgieron, en época felizmente concluida, otros tan violentos, tan sanguinarios y tan inconscientes como usted. Y el Perú estuvo a punto de convertirse en una batahola de matarifes dentro de un camal. Esto fue muy breve, porque la inmensa mayoría de las conciencias honradas y de los corazones tranquilos, pudo más que la epilepsia creada por usted. Y concluyó la beligerancia que usted produjo.

Pero después de que el presidente Benavides vino a darnos orden y paz, usted y los suyos fueron los primeros en aprovechar los beneficios de la paz y el orden, usted y los suyos insistieron en el asesinato. Es su método político. En usted, la actividad criminal es congénita.

A la cabeza de sus hordas, ha destruido las tradiciones jurídicas del país, ha pisoteado sus recuerdos heroicos, se ha chingado usted en su dignidad civil, ha roto usted su equilibrio político, ha ensuciado usted su nobleza democrática. Nos ha dejado usted, cívica y espiritualmente calatos y sucios.

Si Leguía destruyó el respeto por la función pública y convirtió en portapliegos a los más altos dignatarios del Estado, usted le ha quitado majestad al pueblo, le ha quitado valor a la masa, ha envilecido usted a la multitud.

Y, por reacción inevitable, ha producido usted el encumbramiento de los ricos necios. En el Perú, ya había muerto el becerro de oro, ese animal hediondo y voraz que tanto prosperó con Leguía. Por obra de las artes criminales de usted y de los suyos, el becerro de oro vuelve a lanzar sus balidos mefíticos y otra vez lo vemos en la prensa y en el parlamento, empeñado en asumir la dirección de los espíritus. Dichosamente, oh, compañero, jamás la animalidad se sobrepuso al espíritu.

Por culpa de usted, tenemos que guardar patriótico silencio los que siempre alzamos, bien alta, nuestra voz patriótica. Entre los ricos necios y los asesinos sin hombría, tenemos que quedarnos con los ricos necios. Son cargantes y fastidiosos; pero no atentan contra la vida de nadie. Nos entorpecerán un poco; nos harán un poco grasos y un poco sórdidos; pero no nos envilecerán nunca. Son gentes digestivas a quienes, a la larga, el cerebro les gana la batalla.

A mí, créalo usted, me da mucha pena ver que, por culpa del APRA, es imprescindible que transijamos con la tontería. Pero entre un tonto y un bandido, no duda ningún hombre de bien. Quién sabe si, por culpa de usted, nos sea preciso terminar hasta en algodoneros.

Acaso concluyamos fundando una casa de préstamos. Triste destino para quienes iniciamos nuestra vida pública oyendo voces patricias.

Yo, joven capitán de niños delincuentes, me formé en la política, escuchando al verbo espiritual de Víctor Maúrtua, las leccio­nes de Javier Prado, la obra de Manuel Augusto Olaechea, ese artista del Derecho Civil. Oí la voz de Nicolás de Piérola y le escuché a don Andrés Avelino Cáceres relatar las campañas de la Breña. Yo, joven capitán de niños delincuentes, conversé, durante siete años, casi todos los días, con Manuel González Prada. Los primeros elogios que escuché en mi vida los escribió la pluma magistral y austerísima de Abelardo Gamarra. Mis compañeros de juventud fueron Abraham Valdelomar, Leonidas Yerovi, Julio Málaga Grenet, José Carlos Mariátegui, César Falcón. Conspiré junto a Augusto Durand y fui testigo de las tumultuosas campañas cívicas de Guillermo Billinghurst, ese hombre tan saturado de pueblo. Lo implacable de la política lo aprendí en Germán Leguía y Martínez, la circunspección distinguida la vi en Melitón Porras, el empuje audaz e inteligente en Arturo Osores, la caballerosidad y el dandismo en José Carlos Bernales. Yo lo conocí a don Ricardo Palma cuando torcía un cigarrillo de la marca «Perú». Yo he bebido en la fuente del ingenio profundo, sutil, encantador de ese maestro de estadistas y de pensadores que es José Balta.

En el extranjero traté a muchas gentes de igual alcurnia mental. Y ahora, cuando mi juventud termina, llego a mi patria, joven capataz de niños asesinos, a presenciar el horrendo espectáculo del crimen convertido en costumbre. Nunca le perdonaré a usted todo esto. Cuando Piérola hacía sus revoluciones, las hacía con una gallardía, con un empuje, con un romanticismo, con una virilidad que sus mismos adversarios admiraban. Era el Caballero Andante de nuestra política.

Quizá habría sido preferible que nunca lo tomáramos a usted en serio. Pero como usted es megalómano y quiere que lo tomen en serio, se ha convertido en gangster y lo ha conseguido. Ya lo tomamos en serio. Todo lo que cae dentro de las extremas disposi­ciones del Código Penal, es muy serio.

Por culpa de usted, José de la Riva Agüero, ese historiador tan distinguido y erudito, tan heráldico, es personaje político. Por culpa de usted es personaje político don Carlos Arenas Loayza, ese Mefistófeles sin Fausto y que del infierno sólo tiene el color.

Carece usted de heroicidad y de grandeza. Carece usted de aristocracia mental y sicológica. El problema del orden público, siempre tan grave en el Perú, hoy es, ante el crimen, el único problema grave. Ya no podemos ocuparnos en mejorar las institucio­nes y las leyes, las costumbres públicas y los hábitos privados. Apenas nos deja usted tiempo para evitar que nos asesinen. Por culpa de usted se ha creado el conflicto religioso y ha desaparecido la universidad.

Usted podrá creer que un hombre que ha producido tantas calamidades tiene grandeza. Y esto es mentira. Tiene dramaticidad, como la tienen un incendio, un ciclón o un naufragio. Es usted deplorable y dramático como un terremoto. A usted, el Perú nunca podrá darle el poder. Es imposible, así como es imposible que la naturaleza le conceda al huracán la dirección del mundo.

Por culpa de usted, nuestras gentes le han perdido el respeto al Poder Judicial y quieren que retornemos a los amargos y remotísimos tiempos en que los hombres se hacían justicia por su propia mano. Y los que aún respetarnos, Ilusos, al Poder Judicial nada podemos decir. Quizá, también, nos llegue la hora de hacernos la justicia por nuestra propia mano.

Por culpa de usted, uno de los mandatarios más austeros, más correctos -en el buen inglés de la palabra-, más bien intencio­nados que ha tenido el Perú, pasa por el injusto e incalificable trance de estar sometido a amargas y apasionadas disputas. Por culpa de usted, le hemos perdido el respeto a lo respetable. Nos ha envilecido usted en grado verdaderamente aprista.

Cuando pienso en la obra consumada por el aprismo, casi me alegro de que estén bajo tierra los grandes amigos de mi juventud y que duerman el sueño eterno mis grandes maestros. Y me da pena que vivan Manuel Augusto Olaechea, Víctor Maúrtua, Manuel Vicen­te Villarán, Arturo Osores, Melitón Porras. Ha encenegado usted a los niños, ha pervertido usted a los adolescentes, ha entristecido usted a los jóvenes, ha desconsolado usted a los hombres maduros y ha ensombrecido usted los últimos años de los viejos.

Ha detenido usted el progreso democrático y el avance liberal y ha prostituido usted, con perversidad infantil, el sentido marxista. Es usted un andrógino de la política, un indiferenciado de la vida pública. Es usted responsable de que vayamos perdiendo el amor a la justicia, ese amor que fue base de la grandeza de Roma y es base de la grandeza de Inglaterra.

Lo único que le falta a usted es inficionar los espermatozoides a fin de conseguir que de los hijos de nuestros hijos nazcan unos fascinerosos. A la mujer, la ha embarcado usted en aventuras varoniles de conspiración y de tramoya pública. Quizá llegue usted a destruir los ovarios de las madres peruanas.

Usted tiene la culpa de que no nos haya sido totalmente posible aplicar la patriótica política financiera del Presidente del Perú. La hemos aplicado nada más que en buena parte. Pero si usted y sus muchachos asesinos no actuasen, los ricos necios no habrían alzado, tan insolentemente, sus voces para oponerse a esa política financiera tan justa y tan exacta y para impedir, felizmente nada más que en parte, su feliz aplicación. Por culpa de usted estamos a punto de que desaparezca la justicia común y la clase media, esas dos grandes conquistas de la civilización en dos mil años de marcha. Cuando la justicia se llama común es porque es para el común de las gentes, porque es justicia de la comunidad; justicia en la cual se refunden los viejos conceptos de la justicia distributiva y de la justicia conmutativa. Cuando la clase se llama media, es porque se ha conseguido el equilibrio de las clases y se ha logrado ese punto fiel donde todos los hombres igualan sus aspiraciones y sus posibilidades. Por culpa de usted, resurgen la plutocracia roñosa y la justicia no igualitaria, es decir, no común.

Mire usted cuantos daños ha producido. Por culpa de usted, yo no puedo decir ahora las tremendas verdades que tanto necesita el Perú. Usted adulteraría esas verdaderas y las convertiría en mentiras. Haría de ellas un vil acto publicitario. Y yo no puedo ni debo ser su colaborador. Mi indignación contra usted llega a este punto: antes que ser su amigo, prefiero ser oligarca. Como no puedo mentir, me callo la boca. Que caigan sobre usted las desdichas provenientes del súbito engreimiento de los tontos y de la repentina prepotencia de los criminales.

Nosotros haremos cuanto esté en nuestras manos para evitar que la tontería y el delito destruyan al Perú. Al Perú, que vale mas que usted, aunque solo sea por la razón de que usted es el Perú con signo negativo. Si es verdad que lo inmanente se cumple, morirá usted en manos de un niño.

Federico More