lunes, 15 de julio de 2013

LA TERCERA: OJO, PESTAÑA Y CEJA...!

Pedro Beltrán Espantoso y Miriam Kroop de Beltrán – Colección Privada Emilia Galarza Millán de Aguilar

5 comentarios:

  1. La inflación lleva a los gobiernos a la engañosa política de los subsidios, con los cuales, en realidad, no se hace otra cosa que disimular, a los ojos del público, el verdadero valor de determinados artículos de consumo. Al paso que la inflación continúa, se hace cada vez mayor el monto del dinero que el gobierno dedica al pago de subsidios. De ese modo crece el déficit, y termina de dibujarse el círculo vicioso de la inflación. Para romper ese círculo, algunos de nuestros vecinos, que dejaron avanzar la enfermedad sin ponerle remedio a tiempo, tienen que resignarse ahora a una política de sacrificio muchísimo más penosa y vasta que la que no ha vacilado en solicitar a los peruanos el gabinete que presido.

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  2. El gobierno no presume de tener poderes mágicos para restaurar, por decreto, el valor de la moneda, ni para mejorar instantáneamente, como sería su deseo, el nivel de vida de todos los peruanos. Si se quiere una moneda sana, si se quiere que la vida no encarezca, si se quiere llevar paz a los hogares, si se quiere tener en cuenta las angustias y las legítimas expectativas de amas de casa y padres de familia, hay que aceptar medidas que pueden parecer duras pero que, sin duda, son imprescindibles. En verdad, para pasar de esta orilla de la crisis a la otra de la estabilidad y el bienestar, no queda más remedio que atravesar el vado y resignarse a una cuota de sacrificio que afecta a todos, y que sólo ha hecho y hará excepciones, en la medida de lo posible, en favor de los sectores más necesitados de la población. Incurrirá el gobierno en muy grave responsabilidad si perdiese de vista las finalidades que se ha trazado, por falta de un valor para adoptar las medidas que la situación impone. Sin una excepción, sólo han podido superar crisis como la nuestra los países que han encarado francamente los problemas; los que han puesto, por encima de toda otra consideración, el bienestar permanente del mayor número y han aceptado los momentáneos sacrificios necesarios para alcanzar su objetivo.

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  3. El problema presupuestal tiene dos aspectos. Uno se refiere al presupuesto de 1959; el otro, al de 1960. Para 1959, se ha previsto un déficit del orden de los mil millones de soles, según expuso con tanta entereza mi antecesor en la cartera de Hacienda, señor Luis Gallo Porras. Tenemos pues ahora que enfrentarnos al problema de cerrar el ejercicio, en los meses que faltan de aquí a diciembre, sin recurrir a préstamos del Banco de Reserva. Para ese objeto, el gobierno ha tomado ya varias medidas que tienden bien a disminuir los gastos, bien a aumentar las entradas, y estudia otras, algunas de las cuales pueden requerir aprobación legislativa y serán, entonces, sometidas a consideración del Parlamento. No puede pensarse, empero, en aumentar la carga tributaria, ya excesiva, que está agobiando nuestra postrada economía.

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  4. Para su política presupuestaria de equilibrio, el gobierno, en primer término, habrá de introducir todas las economías posibles, como ya se ha hecho y se seguirá haciendo en todos aquellos renglones cuya supresión o cuya reducción no perjudique el eficaz funcionamiento de las instituciones públicas.

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  5. De igual manera, es preciso suprimir los subsidios. Los subsidios son indefendibles porque, como ya he dicho, sólo sirven para disimular transitoriamente los efectos de la inflación a los ojos del público, manteniendo artificialmente bajo el precio de determinados artículos con el dinero proveniente de emisiones de billetes que encarecen todos los demás. Económicamente, son inconvenientes porque desalientan la producción nacional. Financieramente, son desastrosos porque originan o aumentan el déficit presupuestal. Son pues causa de inflación y, por lo tanto, encarecen la vida con mayor daño para los más necesitados, los mismos a quienes con el subsidio se dice defender.

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