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DORIS GIBSON PARRA Y FRANCISCO IGARTUA ROVIRA

DORIS GIBSON PARRA Y FRANCISCO IGARTUA ROVIRA
FRANCISCO IGARTUA CON DORIS GIBSON, PIEZA CLAVE EN LA FUNDACION DE OIGA, EN 1950 CONFUNDARIAN CARETAS.

«También la providencia fue bondadosa conmigo, al haberme permitido -poniendo a parte estos años que acabo de relatar- escribir siempre en periódicos de mi propiedad, sin atadura alguna, tomando los riesgos y las decisiones dictadas por mi conciencia en el tono en que se me iba la pluma, no siempre dentro de la mesura que tanto gusta a la gente limeña. Fundé Caretas y Oiga, aunque ésta tuvo un primer nacimiento en noviembre de 1948, ocasión en la que también conté con la ayuda decisiva de Doris Gibson, mi socia, mi colaboradora, mi compañera, mi sostén en Caretas, que apareció el año 50. Pero éste es asunto que he tocado ampliamente en un ensayo sobre la prensa revisteril que publiqué años atrás y que, quién sabe, reaparezca en esta edición con algunas enmiendas y añadiduras». FRANCISCO IGARTUA - «ANDANZAS DE UN PERIODISTA MÁS DE 50 AÑOS DE LUCHA EN EL PERÚ - OIGA 9 DE NOVIEMBRE DE 1992»

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«Cierra Oiga para no prostituir sus banderas, o sea sus ideales que fueron y son de los peruanos amantes de las libertades cívicas, de la democracia y de la tolerancia, aunque seamos intolerantes contra la corrupción, con el juego sucio de los gobernantes y de sus autoridades. El pecado de la revista, su pecado mayor, fue quien sabe ser intransigente con su verdad» FRANCISCO IGARTUA – «ADIÓS CON LA SATISFACCIÓN DE NO HABER CLAUDICADO», EDITORIAL «ADIÓS AMIGOS Y ENEMIGOS», OIGA 5 DE SEPTIEMBRE DE 1995

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LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU

LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU
UNIVERSIDAD DEL PAÍS VASCO

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LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU
UNIVERSIDAD DEL PAÍS VASCO

«Siendo la paz el más difícil y, a la vez, el supremo anhelo de los pueblos, las delegaciones presentes en este Segundo Congreso de las Colectividades Vascas, con la serena perspectiva que da la distancia, respaldan a la sociedad vasca, al Gobierno de Euskadi y a las demás instituciones vascas en su empeño por llevar adelante el proceso de paz ya iniciado y en el que todos estamos comprometidos.» FRANCISCO IGARTUA - TEXTO SOMETIDO A LA APROBACION DE LA ASAMBLEA Y QUE FUE APROBADO POR UNANIMIDAD - VITORIA-GASTEIZ, 27 DE OCTUBRE DE 1999.

«Muchos más ejemplos del particularismo vasco, de la identidad euskaldun, se pueden extraer de la lectura de estos ajados documentos americanos, pero el espacio, tirano del periodismo, me obliga a concluir y lo hago con un reclamo cara al futuro. Identidad significa afirmación de lo propio y no agresión a la otredad, afirmación actualizada-repito actualizada- de tradiciones que enriquecen la salud de los pueblos y naciones y las pluralidades del ser humano. No se hace patria odiando a los otros, cerrándonos, sino integrando al sentir, a la vivencia de la comunidad euskaldun, la pluralidad del ser vasco. Por ejemplo, asumiendo como propio -porque lo es- el pensamiento de las grandes personalidades vascas, incluido el de los que han sido reacios al Bizcaitarrismo como es el caso de Unamuno, Baroja, Maeztu, figuras universales y profundamente vascas, tanto que don Miguel se preciaba de serlo afirmando «y yo lo soy puro, por los dieciséis costados». Lo decía con el mismo espíritu con el que los vascos en 1612, comenzaban a reunirse en Euskaletxeak aquí en América» - FRANCISCO IGARTUA - AMERICA Y LAS EUSKALETXEAK - EUSKONEWS & MEDIA 72.ZBK 24-31 DE MARZO 2000

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viernes, 1 de mayo de 2009

FRANCISCO IGARTUA – EDITORIAL – A la guerra dile no – Revista Oiga 6/02/1995


Cuando leí, la semana pasada, la correlación del poderío militar entre el Perú y Ecuador me sentí no como un gato sino como un tigre acorralado por un ratón. Sentí la extraña sensación de seguridad y ridículo al mismo, tiempo. Es tan enorme la superioridad peruana en armamento, a pesar de que pudieran ser ciertos algu­nos comentarios sobre la inoperabili­dad de parte de esas armas, que. veo ,imposible una derrota nacional y, a la vez, se me hace incomprensible la fatigosa lucha en los pantanos de la Cordi­llera del Cóndor, no porque no comprenda que el enfrentamiento militar en semejantes condiciones iguala a los combatientes, sino porque no entiendo cómo es que tan poderosa fuerza arma­da no haya estado vigilante sobre una pequeñísima franja de frontera, por donde, desde años atrás, los ecuatoria­nos se vienen infiltrando en nuestro territorio. De allí la sensación de ridícu­lo que tengo, de tigre acorralado por un ratón. Sensación acrecentada cuando recuerdo el famoso ‘pacto de caballe­ros’ del año 91, entre el solemne Torres y Torres Lara y el mendaz Diego Cor­dovez. Acuerdo que consintió la pre­sencia ecuatoriana en suelo peruano y que anticipó los amistosos viajes del jefe de Estado al Ecuador, viajes que el señor Fujimori calificó, en su mensaje a la Na­ción del 28 de julio del 92, de más impor­tantes que el Protocolo de Río y las bata­llas del 41. Declaración que no extrañó en quien ha persistido en afirmar que él no admira a nadie en la historia.

Esa seguridad en el poderío militar peruano, es la que permite al general Luis Cisneros increpar al Servicio de Inteligencia —tanto al Nacional como a los específicamente operativos— y pre­guntarle ¿dónde estuvo cuando las infil­traciones ecuatorianas se fueron asen­tando en territorio del Perú? Y esa seguridad es la que impulsa al embaja­dor Javier Pérez de Cuéllar a demandar al gobierno para que explique desde cuándo están los ecuatorianos en nues­tro suelo y por qué, cuando ingresaron, no fueron desalojados de inmediato.

El Perú es, sin duda, muchísimo más poderoso militarmente que Ecuador y no corre el menor riesgo de una derrota militar. Pero esa situación de Goliat frente a David obligaba y obliga a una cuidadosa y constante vigilancia —mili­tar y diplomática— de su frontera. Más aún la de zonas conflictivas, como la Cordillera del Cóndor. Porque las emer­gencias bélicas, como la actual, signifi­can costos gigantes que arruinan las economías de cualquier país en desa­rrollo y lo desarticulan.

Oportuna vigilancia que el régimen no ejerció, a pesar de los reclamos que se hacían, como éste del doctor Guiller­mo Hoyos Osores, publicado el 28 de noviembre del 94 en El Comercio: “Es indispensable, por múltiples razones, que la política internacional del Perú sea reflexiva y previsora. Desdichada­mente la del actual gobierno ha sido hasta hoy ligera, improvisada y desco­nocedora, u olvidadiza, de cosas que debería tener muy en cuenta”.

Por fortuna, el conflicto bélico que afrontamos en estos días, ha tenido la virtud de despertamos y de colocamos frente a la realidad. La Cancillería ha retomado la brújula y estamos ahora en buen rumbo diplomático, mientras la acción militar se desarrolla dentro de las dificultades del terreno en que se desenvuelven y que ojalá concluya pronto con un alto el fuego y una pron­ta paz definitiva.

Al parecer, por la actuación de nues­tros diplomáticos en Río, el gobierno ha dado las espaldas a una política externa que el doctor Hoyos juzgaba así en noviembre pasado: “El supuesto de que nuestra política exterior debe ser un sistema de actividades ‘pragmáticas’ dirigidas con criterio ‘gerencial’, como han dicho altos funcionarios del gobier­no, es un error peligroso que trasluce poco conocimiento de algunas de las más importantes y delicadas funciones del Estado. Un concepto tan estrecha­mente simplista es por entero extraño a la compleja naturaleza de la realidad internacional, ahora ‘globalizada’, en la que estamos inmersos”...

Pero si se aprecia habilidad e inteli­gencia en el campo diplomático, no deja de haber yerros en esta batalla que también se desenvuelve en el terreno militar y en el de la información. Sobre los hechos castrenses no opino porque se desconocen y no soy experto en armas, tácticas y estrategias. Pero sí observo y no puedo callar que, en el terreno de la información, estamos siendo derrotados: se ha generalizado la idea de que, esta vez, es el Perú el que ha iniciado las acciones bélicas. Se cree a pie juntillas, en Europa y en América, que nuestro gobierno pensó capturar en 48 horas los asentamientos ecuato­rianos de la vertiente oriental de la Cordillera del Cóndor y de que, con esta rápida victoria militar, aseguraba la reelección de su caudillo civil y la continuidad del actual régimen de de­mocracia vigilada. También se ha gene­ralizado en el exterior la creencia de que esos asentamientos son de hace muchísimos años, con lo que se le con­cede a Ecuador derechos de posesión... A lo primero responde el gobierno pe­ruano, en escasísimos comunicados y más escasas declaraciones, que el ata­que partió del Ecuador, afirmando, sin prueba fotográfica alguna, que un heli­cóptero ecuatoriano bombardeó un puesto peruano de vigilancia. Y no ex­plica si esta acción se produjo en apoyo de un ataque de infantería. A lo segun­do nada dice, pudiendo explicar que al concluir el, conflicto de 1981, en la separación de fuerzas, el Ecuador reco­noció, ante los garantes o ‘países ami­gos’, que la vertiente oriental de la Cor­dillera del Cóndor, o sea la totalidad del río Cenepa, es territorio peruano y la vertiente occidental suelo ecuatoriano. Y que sólo desde hace unos cuatro años se han producido las actuales infiltra­ciones... No lo dice —preocupado ex­clusivamente por el frente interno—para no confesar su descuido y para que no se vuelva a hablar del disparata­do ‘pacto de caballeros’ del año 91.

Teniendo toda la razón y siendo clarí­simos sus argumentos, el Perú calla y se deja ganar la batalla informativa. No tie­ne voceros, no hace publicidad a su cau­sa, no divulga sus derechos... Y el jefe de Estado —el único vocero, junto al general Hermoza, quien dice ser sólo un soldado a órdenes del Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas— no asiste a la reunión de los presidentes de los países bolivarianos, dejando la tribuna de Cumaná a libre disposición del presidente ecuatoriano. Lo que significa otra derrota en el terreno informativo. Una derrota tan grave que no veo cómo pueda ser compensada por el éxito diplomático que algunos le con­ceden a ese desaire.

Se dirá, como ha dicho alguien, que de nada valen estas batallas; que lo importante es ganar la guerra. ¿Pero qué ganamos con ganar la guerra, si en las guerras todos pierden y más los países pobres como el Perú y Ecuador? Espero no caigamos en una escalada militar y en la guerra. Conformémonos con poner los hitos en la Cordillera del Cóndor y no a cañonazos sino conven­ciendo al mundo de lo que es cierto: de que la justicia y la razón nos asiste.

FRANCISCO IGARTUA – EDITORIAL - No es momento de recordar, sino de unida nacional – Revista Oiga 30/01/1995


Los acontecimientos bé­licos de la frontera norte -muy graves según los in­formes oficiales- acapa­ran la atención ciudada­na. Y es hora, por lo tan­to, de unidad nacio­nal, de compacta reacción cívica en torno al gobierno en funciones y a los hombres que empuñan las armas de la nación. También seria la gran oportuni­dad paró para que el jefe de Estado convoque a los peruanos ilustres y a los candidatos de todas las tiendas para que colaboren con el Perú en las complicadas tareas diplomáticas que han de seguir a la confrontación armada. Por algo el doctor Javier Pérez de Cuéllar, el peruano más distinguido y cabeza de la diploma­cia mundial durante años, ha suspendi­do su comprometido viaje a Francia, quedándose en el país para observar el desarrollo de los incidentes fronterizos a la vez, exigiéndole al gobierno in­formación completa de lo sucedido para actuar en consecuencia.

El imperativo de la hora es la unidad nacional, es el deber que impone la realidad. Y, más bien, no es ocasión para recordar, por ejemplo, que cuando se toman decisiones económicas, no es sensato cerrar los ojos ante hechos rea­les como él que estamos afrontando en el norte. No es momento de pensar, aunque tengamos muchísima razón, en que son anacrónicas y absurdas las gue­rras y las fricciones fronterizas. Ahí es­tán, duras como piedra, a la vista del mundo entero; y son parte de la realidad de la vida. Tampoco es momento para llamar la atención sobre la ingenuidad de quienes, para privatizar, se guían por catecismos de moda, por la hechiza divinidad del mercado, sin atender las duras realidades del día y las enseñanzas de la historia. Aunque quién sabe no sea ocioso hacernos, ahora, la pregun­ta de si el petróleo es o no es una riqueza estratégica y si convendría o no vender nuestras refinerías a capitales ecuato­rianos o de cualquier otro país vecino. Quién sabe no deje de ser prudente que estemos haciéndonos permanentemen­te esta pregunta, mientras la realidad mundial no cambie, mientras no llegue el día en que, a plenitud, los capitales no tengan patria. Porque la verdad es que, hasta hoy, la realidad nos recuerda que no siempre los capitales pierden su nacionali­dad; y nos enseña que en la vida hay excepciones que es necesario tomar en cuenta.

Los incidentes de la frontera norte -muy graves según versión oficial- obli­gan a los peruanos a actuar unidos y a olvidar sus rencillas internas. En este tema, la peruanidad debe tener una sola voz, reclamando se establezca la paz estipulada en el Protocolo de Río, trata­do que arrebató al Perú grandes exten­siones -que resultaron siendo con el tiempo la zona petrolífera ecuatoriana­, pero que señalaron definitivamente la línea fronteriza, línea detalladamente reconocida por las partes, en mil nove­cientos ochenta y uno. Es hora, pues, de unión nacional en defensa de nuestra integridad nacional.

No es el momento de recordar las voces de alarma de esta revista cuando se dejó vacante ¡por dos años! la emba­jada peruana en Brasilia, sede principal de los garantes del Tratado de Río. Ni es hora de volver a reprochar la populista diplomacia personal del jefe de Estado, que alentó vanas esperanzas en el Ecuador y actuó con ignorancia plena del problema, tomándolo exclusivamente en sus manos. Tampoco viene al caso recordar el infeliz ‘acuerdo de caballe­ros’ suscrito por el canciller Torres y Torres Lara y Diego Cordovez, el men­daz ministro ecuatoriano. Acuerdo que no devolvió las bases ecuatorianas a su territorio y admitió, saliéndose del Pro­tocolo, una disparatada tierra de nadie. Es hora de acción, unidos, hacia el futu­ro. Ya habrá tiempo más adelante para ventilar errores que jamás debieron co­meterse y en los que no se hubiera caído si los técnicos de Torre Tagle hubieran sido consultados y no disueltos.

Roguemos porque el conflicto bélico sea corto y no nos arruine. Y espere­mos que, por segunda vez, nuestros derechos en la Cordillera del Cóndor queden esclarecidos a la luz del Proto­colo de Río y no de otro ‘acuerdo de caballeros’ que vuelva a dejar semillas de tensión en territorio nacional.

Mientras tanto, el curso de las activi­dades nacionales no debe detenerse -situación que sólo podría darse en el caso extremo e ineludible de que llegue­mos a la guerra- y, como es lógico, ha de insistir esta columna en la actualidad electoral, en los indicios de fraude que se van acumulando y que el enviado de la OEA, el medroso señor Murray, se ha obligado a admitir ante las evidencias, pero llamándolas ‘irregularidades’. Para el arcangelical señor Murray, quien dice haber venido para observar el proceso actual ¡y para hacer e seguimiento del destino que tuvieron las denuncias de la OEA sobre las ‘irregularidades’ de las elecciones para el Referéndum y el CCD!, no indica voluntad de fraude, de trampa, la carta que el alcalde de Cha­chapoyas le dirige al prefecto regional, la autoridad política de la zona. A pesar de que en su carta el alcalde da cuenta al prefecto que ha recibido “encargo de las Autoridades del nivel Central de organizar y trabajar en el ámbito del Dpto. de Amazonas los comités de Apoyo a la Reelección de nuestro señor Presidente” (sic). También para el arcangelical señor Murray es una sim­ple ‘irregularidad’ otra de las pruebas que le ha presentado la UPP: un oficio dirigido al presidente del Congreso y líder del gobierno, señor Jaime Yoshi­yama, en el que diferentes autoridades del ministerio del Interior y otras depen­dencias gubernamentales le dan cuenta de sus actividades en favor de la reelec­ción del jefe de Estado.

¡Buen observador nos ha enviado la OEA! Pueda que el señor Murray llegue a enterarse que las ‘irregularidades’ del Referéndum y de las elecciones parlamentarias, denunciadas en secreto por su predecesor, el inefable Gonzales, fue­ron a parar muy eficazmente a los basu­reros de ese armazón legal que él ha encontrado normal. Su descubrimien­to, si lo logra, a pesar de ser conocido por el Perú entero, nos servirá para informarnos que la OEA hará el segui­miento del fraude de 1995, con una eficiencia supersónica, a inicios del nue­vo siglo. Con lo que quedaremos encan­tados, sufriendo felices, igual que aho­ra, las consecuencias del fraude o tram­pa electoral.

FRANCISCO IGARTUA – EDITORIAL – Contra el fraude: lucha sin cuartel – Revista Oiga 23/01/1995


Varios, radios y televisoras han empleado espacios y tiempo ilimitados para informar, hasta con excesivo detalle, sobre la huelga de hambre de la señora Susana Higuchi de Fujimori y sobre las consecuencias que esta huelga le ha acarreado a su salud, ya muy quebrantada por culpa del pavoroso drama emocional que viene sufriendo, surgido de sus deberes conyugales puestos en confrontación con el descubrimiento de conductas palaciegas contrarias a su concepto cristiano de, la moral. Sin embargo, muy pocos de esos medios, quién sabe sólo algunas radios y canal 11, han consignado opiniones a favor de la tesis sostenida por ella, conde­nando, por prevaricador, el fallo del Jurado Nacional de Elecciones que anula la inscripción de su lista parla­mentaria por razones que el Jurado ha expuesto sin claridad y con contradic­ciones entre sus miembros opinantes. Y no es que no haya opiniones ilustra­das que le den la razón a doña Susana. Al contrario, abundan los constitucio­nalistas que coinciden con el doctor Javier Valle Riestra en la invalidez de ese fallo. No abundan más bien las otras. Por lo que todas las declaracio­nes publicadas, convalidando la con­ducta del JNE, y que son las que han sido destacadas en diarios y televiso­ras, pertenecen a la misma cantera. Se trata de elementos que, en la prác­tica, haciéndose pasar por opositores al golpe militar del 5 de abril de 1992, no han hecho otra cosa que avalarlo con su ‘oposición’ oficial al régimen militar que nos gobierna.

No se necesita tener doctorado en leyes para entender que es un dispa­rate afirmar —contrariando el texto legal— que pierde su derecho a en­mendar errores, dentro de los cinco días posteriores a la notificación de los mismos, quien cumple con inscri­birse en el plazo establecido por ley, sólo porque lo hizo ‘a último minuto’. Tamaño despropósito no está consig­nado en la norma legal y no cabe en una sesera racional que los plazos sean en un tramo con derecho a re­clamo y en otros no; salvo la vigencia de una estrambótica ley que así lo señale, que no es el caso. Lo normal es que los plazos sean plazos, que se cumplen o incumplen. Y quienes han cumplido con la presentación de sus candidaturas en la fecha señalada, tienen la opción de corregir errores dentro de un nuevo plazo, de cinco días, a partir de la notificación del Jurado. Eso es lo que dice la ley elec­toral y no otra cosa. Como tampoco señala como fundamental el que las listas estén compuestas por 120 ciudadanos, desde el momento que admite listas incompletas después de las tachas.

En contraposición a esta tesis expuesta por el doctor Catacora, otro miembro del Jurado, Muñoz Arce, sostiene que no procede la inscripción de la señora Susana porque su lista no contiene errores formales sino sustanciales. Como el doctor Muñoz Arce no puede avalar la opinión de Catacora porque él ha firmado resoluciones en anteriores Jurados que son condenatorias de esa tesis, nos viene con que son sustanciales ¡los errores mecanográficos en el tipeo de una lista! Algo tan pueril que ni siquiera merece respuesta.

Y en este punto, en el Perú de hoy, hay que tomar en cuenta hechos que en una democracia normal sonarían a extravagancia. No deben extrañarse errores mecanográficos, datos equivocados, fechas cambiadas, en un país donde los espías del SIN están infiltra- dos en todos los lugares y ¡cómo no iban a estarlo en el entorno de la señora Susana Higuchi! Persona a la que el señor Fujimori, su esposo y jefe de Estado, quisiera ver borrada del mapa político. ¿No sería agente del SIN, de Fuji, la secretaria de confianza que se equivocó en el tipeo de la lista de Armonía...?

Hasta El Comercio, diario de extremada ecuanimidad, se escandalizaba el sábado pasado por la presencia de numerosos agentes del SIN en la clínica donde se recupera la señora Higuchi. Estos agentes, actuando desembozadamente —según versión de El Comercio—, trataban de hacer correr rumores como el de que la señora Susana estaba siendo dopada... ¿Esto, por más criollos que sean los modales, no se parece mucho a los métodos nazis, al modo de lanzar noticias que usaba la siniestra Gestapo?...

Se dirá, como siempre, que en estas páginas siempre se exagera. ¿Pero también exagera El Comercio?... A lo que algunos responderán que la pregunta es un sofisma y rogarán para que el decano olvide su revelación, para que el hecho pase pronto al olvido. Porque lo que molesta de OIGA no son sus acusaciones —que muchas veces otros comparten— sino la persistencia, la tenacidad del dedo en la llaga para que no se pase por alto la denuncia. Y lo que ha ocurrido con la lista parlamentaria de la señora Higu­chi es gravísimo y no debe ser volteada la página. Es un indicio más y muy grave de que el Jurado de Elecciones no es lo imparcial que debiera ser. Curiosamente, atentando contra todas las normas legales y abusando del carácter irrevocable de sus fallos, el JNE ha cumplido con el deseo más vehemente del jefe del Estado: no tener al frente, en una tribuna pública, a su corajuda cónyuge. Lo ha hecho, además, con premeditación y alevosía, pues el JNE se cuidó de que la resolución saliera conjuntamente con la que descalificaba –también sin razón legal– a la lista integrada por el ayer aplaudido Manrique y hoy acusado de estafa y denostado por la ciudadanía en pleno. Una maniobra diver­sionista que huele al SIN... Se confia­ba, al parecer, que la atención del público se dirigiera sobre Manrique y el presunto soborno pagado por él para ser incluido en la lista de Campos Arredondo. Era cuestión de echar pe­ces de menor cuantía en la bañera, pero con suficiente color folclórico para montar un tremendo carnaval político, al estilo de los delfines de Miami. ¿O no es así?

Después de tan grosero afán por satisfacer el deseo del jefe de Estado —hacer desaparecer a doña Susana de la escena política— y después de la también burda concesión del control del cómputo electoral a la empresa de un ciudadano nisei, en esta casa no se confía en la imparcialidad del Jurado. Lo que no quiere decir que no creamos en que una batalla sin cuartel, de la ciudadanía contra el fraude, no dé la victoria a la democracia.


Lo de nisei, en la actualidad peruana, tiene mayor connotación que francés, irlandés o palestino, ya que la Administración nacional ha sido copada en los años de Fujimori por los niseis. Niseis son varios ministros, nisei es el presidente del Congreso y no hay sector esta­tal que no esté vigilado por un funcionario con doble apellido Japonés. (El doctor Nugent, alto magistrado del velascato, no es peligroso por su abuelito irlandés).

FRANCISCO IGARTUA – EDITORIAL - EL SIN en acción – Revista Oiga 16/01/1995


INVADIÓ de pronto mi ofici­na. Se valió de un engaño: alegó ser reportera de un ca­nal de televisión y que estaba interesada en informar sobre el hasta ahora no esclarecido concurso para el manejo de los cómputos electorales, concedido sospechosamente por el Jurado Nacional de Elecciones a la firma Otepsa... Pero de este tema saltó sorpresivamente a otro. Abrió una copia de la última edición de OIGA y preguntó mostrando la foto de la espía del SIN, retratada en el hemiciclo del CCD:

-¿Con qué pruebas acusa usted de espía a esta persona?...

-¡Ay…usted es la de la foto! - respondí de inmediato al identificarla. Y me dispuse a hacer frente a la situación. Es­taba enfocado por la cámara, era prisio­nero de ella, había caído en una embos­cada periodística, y cualquier actitud vio­lenta que yo tuviera sería registrada con fatales consecuencias para mi…. Eso sí, no me callaría.

Y vino aquí una explosión de dimes y diretes que no es de extrañar aparezca, editada convenientemen­te, en alguna de las muchas pantallas de televisión amigas del gobierno. Pueda que ya haya sido pasada la cinta o, más tarde, empleada en mi contra ante alguno de los tribunales adictos al régimen.

Cuando los dimes y diretes habían llegado al punto máximo y ella, la señorita Jenny Zúñiga, alegó ser empleada del programa Opinión Libre del doctor Torres y Torres Lara", yo le respondí que trabajar para el cecedista de las dos to­rres no la libraba de ser espía del SIN:

-Porque éste es un gobierno mili­tar, manipulado por el SIN, con civi­les de biombo. Esta es mi opinión y OIGA ha mostrado pruebas que na­die ha refutado.

La señorita Zúñiga estaba, sin duda, muy bien adiestrada y de improviso cam­bió el ataque por otro flanco, descubrien­do, sin quererlo, a los inspiradores de los discursos del señor Fujimori. La señorita Zúñiga replicó con las mismas palabras con las que Fujimori ataca a la prensa opositora:

-Con todo respeto ¿por qué no creer que ustedes reciben apoyo del narcotrá­fico? Ustedes no tienen avisaje ¿con qué se sostienen?

La grosería de la acusación, estrena­da tiempo atrás por el propio Fujimori, me dejó atónito y tartamudee, pero me repuse y respondí:

-Con avisos del gobierno, porque también OIGA ha firmado ese acuerdo aberrante, por medio del cual el gobier­no ha comprado canales y periódicos. (No agregué, por irrelevante, que las cuentas de OIGA están en manos de los funcionarios del fisco, que no se cansan de revisar nuestros paupérrimos libros de contabilidad).

Y ahí, con voces alzadas de mi parte, acabó la intromisión de una despierta periodista en mi despacho;

No es el momento, sin embargo, de discutir las apreciables habilidades reporteriles de la señorita Zúñiga, ni es­catimar méritos a su audacia -condición básica tanto para espías como para re­porteros-, sino de meditar en cómo es que la intromisión del SIN en la actividad de las gentes de este país se va agudizando y en cómo va creciendo el acoso a la prensa opositora por parte del régimen militar que nos gobierna.

Si escribiera que vamos ingresando a un sistema neofascista con banderas liberales, se dirá que soy un exagerado monotemático. No escribiré, pues, tal cosa. Pero sí me remitiré a una nota sobre la actuación de los militares en el Perú de estos días, que publicamos unas páginas más adelante. También insistiré en destacar los indicios que señalan a la señorita Zúñiga como es­pía del SIN, indicios que fueron resalta­dos en el CCD por varios parlamenta­rios. Tanto Cuaresma como García Mundaca y Moreyra la acusaron de espía, por su presencia irregular en el hemiciclo y por su fisgoneo en el Cole­gio de Abogados. A lo que Torres y Torres Lara respondió que era él y no el SIN quien contrataba a la “distinguida periodista, para que haga la constata­ción objetiva de los hechos”. Con lo que no aclaró si los rollos de su reportera llegaban o no al Servicio de Inteligencia para ser “evaluados políticamente” por la cúpula militar. Un político meti­do a periodista, como Torres y Torres Lara, antiguo amigo de la milicia, no es de fiar.

En lo que sí no callaré, aunque el resto de la prensa calle y a pesar de que se burlen de mí llamándome disco rayado y otras sandeces, es en destacar el acoso del gobierno contra la prensa de oposi­ción. No me cansaré de repetir, aunque callen todos mis colegas, de que la pren­sa en el Perú es más castigada tributariamente que en cualquier otra parte del mundo, a pesar del acuerdo de la pren­sa, en Berlín, señalando que el moder­no método de censura son los impuestos. Si a esto se agrega el sabotaje publicitario, como lo confiesa la reportera de Torres y Torres Lara, el acoso al periodismo de oposición se hace tan evidente como la actividad periodís­tica del de las dos torres. ¿Y qué decir de la acusación de agentes del narco­tráfico empleada ayer por Fujimori y hoy por la reportera de Torres y To­rres Lara?... Que los enemigos de OIGA estarán rabiando y rabiando, al ver pasar los meses y los años sin que las puertas de esta revista se cierren, a pesar del sabotaje publici­tario sin un solo aviso muchas ve­ces, hemos seguido y seguiremos adelante. Con el público como único soporte. Aunque esto signifique un precio alto, que aleja a los peruanos de la lectura y, a la vez, no permite el desarrollo de la empresa... Pero en este luchar y luchar sin descanso, con un rayo de luz muy lejos, al fondo del túnel, no nos falta experiencia, ya somos baqueanos.


P.S. Al terminar esta nota me infor­mo que el doctor Torres y Torres Lara pasó por el canal 13 su rollo, lo que no hace a la señorita Zúñiga reportera del canal sino de quien cubre ese día el espa­cio llamado Opinión Libre o sea el cecedista de las dos torres. También me dicen que el doctor Torres y Torres Lara insistió en reconocer el sabotaje económico a OIGA y en diferenciar libertad de empresa de libertad de prensa, de lo que él llama libertad de los periodistas”. La misma precisión que me llamó la aten­ción en boca de la señorita Zúñiga, ya que por ese distingo se llegó en el gobier­no militar a la confiscación de los medios de expresión. ¿Será el pasado que vuel­ve?

FRANCISCO IGARTUA – EDITORIAL – Sigue en marcha la farsa electoral – Revista Oiga 9/01/1995


Años atrás, en tiempos de Leguía y otros dicta­dores, los guardias y so­plones ingresaban a una imprenta, volteaban los chivaletes, deshacían las formas... Y la publi­cación que molestaba al régimen que­daba paralizada por un buen tiempo. Ordenar tipos y cajas significaba un largo y tedioso trabajo improductivo que desanimaba a muchos y a los más decididos los silenciaba por un buen tiempo. Eso se llamaba amansar a la prensa. Sólo más tarde se llegaba a la clausura, la cárcel y la deportación, Con otros rebeldes se usaba la dádiva para callarlos.

Con el correr del tiempo los métodos represivos fueron cambiando, se hicieron más sofisticados y la compra de conciencias más comercial, más abier­ta. Habíamos llegado a la era de la publi­cidad... Hasta llegar hoy, a los felices días un gobierno militar que ha tenido la habilidad de colocar en la presidencia a un civil de ojos rasgados, complaciente con el Fondo Monetario y el Banco Mun­dial. Los ojos presidenciales y sus com­placencias con el mundo financiero son su gran escudo frente a la comunidad internacional y su licencia para hacer, en la política interna, lo mismo que ha­cían los viejos despotismos, aunque con las modernas sofisticaciones de la hora.

Por ejemplo, en estos días ha sido silenciado el Canal 11, la única señal televisiva de abierta oposición al régi­men. Esta vez no hay chivaletes voltea­dos con la tipografía por los suelos. La señal de Canal 11 ha sido volada. No con una bomba contra la rotativa como antaño, sino con una descarga eléctrica que ha destrozado el monitor. Al mo­mento de escribir estas líneas son ya cuatro los días sin imagen ni voz en la pantalla de Canal 11... Mientras las otras televisoras callan. Y callan también los órganos de prensa. Hasta aquellos que, por tradición, saben que cuando se abu­sa de un órgano de expresión se está abusando de la prensa toda. Pero, ¿qué se puede esperar de empresas –expre­samente no digo periódicos– que en lugar de exigir ser exonerados de los impuestos acogotantes establecidos por este gobierno militar presidido por Fuji­mori, han preferido suscribir un contra­to de publicidad que ata a los periódicos y televisoras con el Tesoro Público? Esos impuestos, que la prensa no exige sean derogados, son los más altos, de lejos, de todo el continente americano y del mundo. Y, si es necesario precisar, pre­ciso: “Mientras en EEUU y en muchos otros países no se cobra impuesto algu­no por la compra de papel periódico, en el Perú esos impuestos llegan al 35.7%, seguido por Chile con 18% (El dato es de la SIP). ¿Para qué ha servido en el Perú el acuerdo de la prensa internacional, suscrito en Berlín hace tres años, conde­nando a la tributación con el moderno método de censura contra los medios de difusión?

Sin embargo, el Canal 11 no sólo sufre la presión o acogote tributario, además de sabotaje en publicidad –como OIGA y otras publicaciones de la oposi­ción–, sino que ha sido silenciado volán­dole la señal con una sobrecarga eléctri­ca. Ha sido clausurado el Canal 11 –al momento en que Luis Cisneros, presti­gioso general en retiro, denunciaba la corrupción de la cúpula militar–, por medio de la alta tecnología del Servicio de Inteligencia, los modernos soplones del régimen.

Por tamaño despropósito contra la libertad de expresión alza su voz de pro­testa esta revista. Y no se diga que será una voz en el desierto. Esas voces que van a parar ahí, como los rezos, se juntan a todas las voces de protesta que ha habido en el mundo e irán creciendo hasta derrotar a la dictadura. Siempre, a la larga o a la corta, vencerá la libertad. Siempre habrá un nuevo amanecer para los hombres libres. Así como siempre habrá un día de oprobio para los tiranos.

Ésta ha sido, sin duda, la noticia más lamentable de la semana. Aunque no la única que entristece el panorama electo­ral. También ha habido un cambio de juego en las reglas para las reelecciones, tomando entre gallos y medianoche, por un grupo diminuto de parlamenta­rios del CCD. Con 34 votos sobre 80, se pretende cambiar las normas electora­les establecidas por una ley orgánica o sea sólo modificable con un mínimo de 41 votos. En la nueva disposición, apro­bada a la carrera y promulgada a la velocidad del rayo por el presidente del gobierno militar, se limitan a dos los personeros especializados, cuando son 47 los centros de cómputo esparcidos por todo el territorio nacional, y se crea un nuevo formato de cédula electoral que estaba prohibido en la legislación anterior: la colocación de la fotografía de los candidatos en los votos. Una cos­tumbre colombiana y de algunos otros países que, sin embargo, se presta a suspicacias en el Perú –donde estaba prohibida por ley– porque justamente la larga campaña electoral del presidente y candidato se inició hace más de un año con el reparto constante de almana­ques, con su foto, por todo el territorio peruano, y a lo que ahora se sumará la distribución, en víspera del acto electo­ral, al iniciarse el año escolar, de varios millones de cuadernos con el escudo nacional y ¡la foto de Fujimori a todo color! Este gasto lo cubrirá naturalmen­te el Tesoro y nadie sabe hasta ahora quién paga los calendarios con la ima­gen de Fujimori en todas las poses y vestimentas del folclor peruano. Lo úni­co que se sabe con certeza de estos calendarios es que no llevan pie de im­prenta, lo que es obligatorio, por ley, en el Perú. Mientras que, por lo bajo, se dice que los almanaques son impresos en Sanmarti, una imprenta, privatizada a precio de ganga, dirigida por un nisei que sería hombre de paja de Yoshiyama, el Nº 2 del régimen.

Serán, pues, muy poco transparen­tes las próximas elecciones peruanas. Y a lo anterior había que añadir, entre otras muchas irregularidades, que más de la mitad del electorado habita en las zonas declaradas en emergencia por causa del terrorismo que, al parecer, ha sido ya vencido. Ese control militar -en muchos lugares ya innecesario- ha pro­ducido la muerte de un dirigente aprista, asesinado por una patrulla policial en el norte, y el abaleamiento por soldados del Ejército a una comitiva de Acción Popular, integrada por la fórmula presi­dencial completa del partido del ex pre­sidente Belaúnde.

También el Jurado Nacional de Elec­ciones, que da la impresión de estar prestándose a una pantomima teatral, haciendo de enemigo de Fujimori en la ficción –propone leyes y disposiciones que el CCD cambia a su gusto–, ha puesto un grano de arena muy grande en el entrabamiento del proceso: el con­trol de los servicios de computación del recuento de votos ha sido otorgado por el JNE a una empresa que fue represen­tante de ‘Wang’, pero que hoy no tiene más respaldo que un capital de 80 mil soles y una casita medio desocupada por sede. A esa diminuta sociedad, propie­dad de un nisei, se le dio calificación mayor que a la IBM ¡en capacidad técni­ca y en solvencia económica!... Más tarde el CCD añadió el límite de dos personeros, técnicos en electrónica –cuando son 47 los centros de cómpu­to– por cada fórmula presidencial. Eso se llama torear al alimón.

Y como debe ser infinita la caja de sorpresas electorales que nos tiene reservadas el gobierno militar que preside Fujimori, en días pasados una subpre­fecta –Ruth Benavente– puso en evidencia que no eran perla aislada los oficios del prefecto de Huánuco instando a sus funcionarios a hacer campaña por la reelección de Fujimori. La subprefecta da cuenta detallada a sus superiores – uno de ellos ministro de Estado– sobre las actividades que ha desarrollado en favor de la reelección de Fujimori. ¿Cuántas indiscreciones se seguirán des­cubriendo en estos meses? ¡Los secretos por revelar parece que serán intermina­bles!