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DORIS GIBSON PARRA Y FRANCISCO IGARTUA ROVIRA

DORIS GIBSON PARRA Y FRANCISCO IGARTUA ROVIRA
FRANCISCO IGARTUA CON DORIS GIBSON, PIEZA CLAVE EN LA FUNDACION DE OIGA, EN 1950 CONFUNDARIAN CARETAS.

«También la providencia fue bondadosa conmigo, al haberme permitido -poniendo a parte estos años que acabo de relatar- escribir siempre en periódicos de mi propiedad, sin atadura alguna, tomando los riesgos y las decisiones dictadas por mi conciencia en el tono en que se me iba la pluma, no siempre dentro de la mesura que tanto gusta a la gente limeña. Fundé Caretas y Oiga, aunque ésta tuvo un primer nacimiento en noviembre de 1948, ocasión en la que también conté con la ayuda decisiva de Doris Gibson, mi socia, mi colaboradora, mi compañera, mi sostén en Caretas, que apareció el año 50. Pero éste es asunto que he tocado ampliamente en un ensayo sobre la prensa revisteril que publiqué años atrás y que, quién sabe, reaparezca en esta edición con algunas enmiendas y añadiduras». FRANCISCO IGARTUA - «ANDANZAS DE UN PERIODISTA MÁS DE 50 AÑOS DE LUCHA EN EL PERÚ - OIGA 9 DE NOVIEMBRE DE 1992»

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«Cierra Oiga para no prostituir sus banderas, o sea sus ideales que fueron y son de los peruanos amantes de las libertades cívicas, de la democracia y de la tolerancia, aunque seamos intolerantes contra la corrupción, con el juego sucio de los gobernantes y de sus autoridades. El pecado de la revista, su pecado mayor, fue quien sabe ser intransigente con su verdad» FRANCISCO IGARTUA – «ADIÓS CON LA SATISFACCIÓN DE NO HABER CLAUDICADO», EDITORIAL «ADIÓS AMIGOS Y ENEMIGOS», OIGA 5 DE SEPTIEMBRE DE 1995

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LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU

LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU
UNIVERSIDAD DEL PAÍS VASCO

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«Siendo la paz el más difícil y, a la vez, el supremo anhelo de los pueblos, las delegaciones presentes en este Segundo Congreso de las Colectividades Vascas, con la serena perspectiva que da la distancia, respaldan a la sociedad vasca, al Gobierno de Euskadi y a las demás instituciones vascas en su empeño por llevar adelante el proceso de paz ya iniciado y en el que todos estamos comprometidos.» FRANCISCO IGARTUA - TEXTO SOMETIDO A LA APROBACION DE LA ASAMBLEA Y QUE FUE APROBADO POR UNANIMIDAD - VITORIA-GASTEIZ, 27 DE OCTUBRE DE 1999.

«Muchos más ejemplos del particularismo vasco, de la identidad euskaldun, se pueden extraer de la lectura de estos ajados documentos americanos, pero el espacio, tirano del periodismo, me obliga a concluir y lo hago con un reclamo cara al futuro. Identidad significa afirmación de lo propio y no agresión a la otredad, afirmación actualizada-repito actualizada- de tradiciones que enriquecen la salud de los pueblos y naciones y las pluralidades del ser humano. No se hace patria odiando a los otros, cerrándonos, sino integrando al sentir, a la vivencia de la comunidad euskaldun, la pluralidad del ser vasco. Por ejemplo, asumiendo como propio -porque lo es- el pensamiento de las grandes personalidades vascas, incluido el de los que han sido reacios al Bizcaitarrismo como es el caso de Unamuno, Baroja, Maeztu, figuras universales y profundamente vascas, tanto que don Miguel se preciaba de serlo afirmando «y yo lo soy puro, por los dieciséis costados». Lo decía con el mismo espíritu con el que los vascos en 1612, comenzaban a reunirse en Euskaletxeak aquí en América» - FRANCISCO IGARTUA - AMERICA Y LAS EUSKALETXEAK - EUSKONEWS & MEDIA 72.ZBK 24-31 DE MARZO 2000

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lunes, 10 de febrero de 2014

Oiga

Las Cofradías de Arantzazu y los vascos de Lima

Prólogo, por Josu LEGARRETA BILBAO

LA IDEA QUE DIO ORIGEN A UN LIBRO
En recuerdo de Paco Igartua y Víctor Ortúzar


El haber conocido en los congresos mundiales de las colectividades vascas a ilustres personajes peruano-vascas me permite brindar un testimonio de reconocimiento a quienes con sus aportes han hecho posible este libro, que no solo traduce la historia de una Hermandad solidaria, como es la de Nuestra Señora de Arántzazu de Lima, sino además, como he tomado conocimiento, de la activa presencia de los vascos en las actividades productivas del Perú, de los siglos XVII en adelante.
En realidad no es para mi cosa nueva saber que la Hermandad peruana es una de las primeras fundadas por vascos en el nuevo mundo, lo cual corrigió mi error de considerar al promover la ley 8/1994 del gobierno vasco, y en los considerandos de la misma, que “el primer centro vasco de América es el de Montevideo, fundado en 1876”. De esto hace casi treinta años.
No soy historiador y era la información que tenía,  hasta que Francisco Igartua nos demostró lo contrario aportando el documento que reza así: “Por cuanto en la Congregación que tienen fundada los caballeros hijosdalgo que residen en esta Ciudad de los Reyes del Perú, naturales del Señorío de Bizkaia y Provincia de Gipuzkoa y descendientes de ellos, y los naturales de la Provincia de Alava, Reino de Navarra y de las cuatro villas de la costa de la Montaña... en el convento del Santo San Francisco de esta ciudad, en la capilla que tiene advocación el Santo Cristo y Nuestra Señora de Aránzazu, (Oñate), a quien se dio principio por los años 1612...”. Y prosigue: “Se trata de las nuevas ordenanzas que la “Ilustre Hermandad Vascongada de Nuestra Señora de Aránzazu aprueba el doce de abril de 1635, en la misma Ciudad de los Reyes, hoy conocida por Lima, con los siguientes miembros: 35 de Gipuzkoa, 49 de Bizkaia, 9 de Navarra, 7 de Alava y 5 de las cuatro villas de la Montaña, con la siguiente declaración: “Se ordena para mayor decoro de esta Congregación, que todos los que hubiesen de ser recibidos en ella sean originarios de las partes y lugares referidos...a fin de ejecutar entre sí y con los de su nación obras de socorro mutuo”.
Hoy debo agradecer una vez más esta aportación del gran periodista peruano-vasco, amigo y gran ser humano porque nos ayudó –a mí e incluso a los propios historiadores- a corregir y mejorar los conocimientos de la historia de la presencia vasca en el ámbito internacional: Eskerrik asko! Muchas gracias!
Llegué en mi rol oficial de contacto con el mundo vasco de ultramar a visitar la mayoría de los Centros Vascos del Mundo. Comprobé que algunos  estaban atravesando momentos económicamente difíciles y que no todos los vascos “habían hecho las Américas”. En dos encuentros internacionales celebrados en Argentina: Bahía Blanca (1989) y  Necoechea (1990) se analizó y trató de resolver esta realidad. En representación del Centro Vasco de Lima participaron los Sres. José Ma. Elejalde y Jon Kepa Guarrotxena.
La celebración de congresos de las colectividades vascas, dispuesta por la Ley 8/1994 ya anotada, permitió dar continuidad a esta tarea. El primero de estos Congresos se celebró en 1995. Tuve el honor de contar con la delegación de Perú compuesta por los señores Javier Celaya, Víctor Ortuzar, y Francisco (Paco) Igartua. Una de las primeras referencias de la ponencia de Paco, titulada “Euskadi y su imagen”, fue precisamente sobre esta ley. Sus palabras textuales fueron: “Otras voces más doctas que la mía tocaron y tocarán con amplitud este tema. Sólo me cabe decir que los vascos de ultramar debemos agradecer esta ley que nos incorpora a la sociedad de este país (País Vasco). Docta apreciación del amigo Paco: aun careciendo de competencias exteriores. Gracias a esta ley han quedado institucionalizadas las relaciones de Euskadi con los vascos que residen en otros países. 
Ha sido, por tanto, lo dicho y hablado en esos eventos lo que en esencia ha dado origen a este libro que nos lleva a la historia de la Hermandad vasca de Lima fundada en honor a Nuestra Señora de Arantzazu que siempre ha estado presente en el corazón de los vascos allí donde fueren. Felizmente, digo, su palabra no quedó en el olvido y sembrada en la fértil memoria de muchos de sus amigos nos ha llevado a sumar esfuerzos para que hoy conozcamos un poco más de esa histórica epopeya.
En este recorrido por la vida, creo que una de las satisfacciones es ver plasmadas en realidades muchas de las cosas que antes fueron sueños, esperanzas o simples charlas de café. Creo que realizar este libro importa mucho no solo en Lima, sino también en México, Buenos Aires, Santiago de Chile, Uruguay y en todo lugar donde un vasco inmigrante hace algunos siglos, y que necesita ser rescatado de algún modo para la posteridad.
Esta es la forma, creo, de hacer un aporte al mejor conocimiento de nuestras colectividades vascas y de sus propósitos, de su inserción con la modernidad y con los objetivos de nuestro tiempo. Y que conste, los vascos no son exclusivistas ni discriminantes; al contrario, somos partidarios de la solidaridad en todas sus formas. Ayer fue una hermandad, hoy es la comprensión global.
En este marco optimista, fruto de tantas batallas, positivas y negativas, creo que este libro es un gran aporte a la cultura vasca y de nuestro mundo. Mi corazón late en positivo, porque de un tiempo a esta parte, incluso ante recuerdos negativos, tengo la costumbre de exclamar, quizás con ironía, aunque sin animosidad dañina, la expresión “¡qué divino!” o “¡realidades humanas!”. Este trabajo se enmarca en lo primero.

                                                           Josu Legarreta

© Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados © Fondo Editorial Revista Oiga, 2012 - © EUZKO ETXEA ARANTZAZU LIMA, 2012

Oiga








Moción presentada por Francisco Igartua, en el II Congreso Mundial de Colectividades Vascas, Vitoria Gasteiz, 27 de octubre de 1999

Señores y Señoras, o si se quiere al revés para no ser catalogado de vejestorio y de machista.

Aunque no me corresponde, quisiera que mi voz fuera la voz de todas las delegaciones que dan vida a este Segundo Congreso de la Diáspora Vasca, a las que invito a firmar la moción que se les ha alcanzado, moción de respaldo y aplauso al proceso de paz que se va desarrollando desde hace algún tiempo en Euskadi o Euskalerria, en la Patria de todos los vascos, y que esperamos culmine con la victoria de la paz, por muy largo que sea el tiempo que esta tarde y a pesar de los aleves obstáculos que se le han ido y se les irán poniendo.

Los delegados aquí presentes hemos llegado a Gasteiz satisfechos al ver a las fuerzas nacionalistas en un frente común y también con dos sentimientos encontrados, los dos vinculados a un mismo tema: el de la paz. Vemos con alegría, por un lado, que la voluntad de paz no ha decrecido en el conjunto de la sociedad vasca ni en el Gobierno de Euskadi y nos entristece, por otro, advertir que con frecuencia se cae en el juego de los provocadores que actúan desde el poder central, respondiéndoles a estos con infantil violencia callejera. Sin querer –es de suponerlo– las calles colaboran así con la provocación y resultan atentando también ellas, con irracional contra esa paz. Contra la paz, que es el supremo regalo que los cielos tienen reservado para los pueblos.

Esta es una apreciación hecha con la serenidad que la distancia y, gracias a nuestra Telebista, con algún conocimiento de los vaivenes del proceso de paz que se inicio en época del Lehendakari Ardanza y que hoy continúa bajo la tutela del Lehendakari Ibarretxe.

Desde el primer momento entendimos que la paz, necesariamente, tenía que ser producto no de la eliminación de una de las partes del conflicto sino de la conciliación entre todos los involucrados en el problema vasco, problema real, concreto, a pesar de todas las confusiones montadas por los enemigos de la diferenciación vasca, confusiones que han rodeado al problema desde muy antiguo y le siguen rodeando hoy.

Pero este punto, el de la indubitable identidad de lo vasco, es tema que tocare después.

Por ahora, pidiendo disculpas por la intromisión en asuntos internos de la política vasca que, sin embargo, no deja de ser familiar, para muchos de nosotros, centrare la atención en la necesaria conciliación entre adversarios como basamento cierto de una paz, que sea paz y no entreacto a la espera de otra guerra, tal como lo plantea la Declaración de Lizarra. El ejemplo que al respecto está dando Europa es concluyente.

Su unidad actual es producto del entierro de agravios centenarios, del olvido de cientos de millones de muertos y de destrucciones sin cuenta, de voltear y voltear paginas de crueldades horripilantes, con el convencimiento de que victorias y derrotas no han hecho otra cosa que abrir tumbas… Hoy, gracias a los múltiples perdones de una y otras, las naciones europeas han logrado unificarse con mucha mayor consistencia que en épocas medievales, cuando el latín era el idioma del continente y el ingles –la antigua lingua franca del mundo– estaba por nacer… Así, con cimientos viejos, meditados perdones de lo pasado y la mirada puesta en el futuro, esa Europa que nunca dejo de ser continente de pueblos más que de naciones ha logrado la solida paz con la que va naciendo el próximo milenio… ¿Por qué, por tanto, la paz de Euskadi tiene que construirse con la humillación de una de las partes del conflicto?... Actuar de semejante modo no es actuar con voluntad de paz sino de guerra.

No podrá haber paz si la prepotencia, la irracionalidad o la violencia –cualquier violencia, aun la que fuera justificada– se seguirán interponiendo al dialogo abierto en el que la sensatez, el realismo y la madurez histórica debieran ser la brújula para la conciliación de las discrepancias. No buscan la paz sino la guerra los que, desde el poder central, no admiten otra solución que la de ellos y se dedican a provocar a los vascos. Y tampoco tratan de encontrarla los que, delirantes, suponen que el agravio y la acción destemplada contra los otros puede generar algo que no sea acrecentar los odios y alimentar internas amarguras. No advierten estos que darse de cabezazos contra la pared no despierta el raciocino, lo entumece. Semejante actitud es pueril e infecunda, aparte de ilusa, inspirada en fantasiosas utopías. No es enriquecedora de nuestra identidad, de nuestra diferenciación. De una personalidad real, cierta, que viene ininterrumpida desde siglos atrás.

La identidad vasca no nace, como dicen los que la niegan, de un capricho o invención de unos señores bilbaínos casi contemporáneos nuestros. Si nada más que eso hubiera sido el sentimiento vasco de identidad ya habría desaparecido con el desarrollo de la modernidad. Y la verdad, lo estamos comprobando una vez más, con esta asamblea, no es como la personalidad, la diferenciación de los vascos, continua hoy tan robusta como cuando las tribus de Euskal Herria resolvían sus problemas bajo un árbol y constituyeron el reino de Navarra. Luego esa identidad se marco en Fueros y, en las lejanas tierras de América, en Cofradías –casi todas bajo la advocación de la virgen de Aranzazu; cofradías del siglo XVII que fueron el embrión de las actuales Euskaletxeas que nosotros representamos hoy en este Congreso.

También se dice entre los otros que el mestizaje borrara la identidad vasca. Pero la verdad es que, aparte de que los vascos nunca dejaron de mestizarse, esta es una tesis tan igual a la de quienes aseguraran que con la globalización se acabaran las naciones y hasta los gobiernos, dejando paso a la creencia de que los gobiernos del futuro serán los directorios de las empresas transnacionales… A lo que se podría añadir las posibilidad de que el mundo termine habitado por seres clonado, totalmente indiferenciados y, por lo mismo, absolutamente aburridos… quien sabe tanto como los angelitos del cielo.

Sin embargo, aunque no sea imposible que los hombres terminen que condenados a ese supremo aburrimiento, tan tétrico destino estaría todavía perdido en un futuro… Mientras tanto, gozan de buena salud las naciones y los pueblos que respetan su identidad y sus tradiciones, enriqueciendo con sus pluralidades al ser humano.

En tal afirmación de lo propio, de nuestra diferenciación, estamos comprometidos los vascos. Pero esa identidad vasca no se preservara con insensatos bombazos de replica a las provocaciones –aunque la perversidad de estas parecieran justificarlos–, ni agrediendo en las paredes de nuestras ciudades a la otredad. Nuestra identidad se hará mas fuerte afirmando los valores de lo vasco, no odiando a los otros, porque odiando solo se logra acrecentar odios y alimentar amarguras. Se hace patria no cerrándonos, integrando al sentir, a la vivencia de la comunidad euskaldun, la pluralidad de los logros vascos. Por ejemplo, asumiendo como propio el pensamiento de las grandes personalidades vascas, aun las que sean divergentes a la opinión abertzale. ¿Es acaso inteligente despreciar el aporte a la vasquidad de personalidades universales como Unamuno, Baroja, Maeztu?... Y no se diga, por sus paradojales arbitrariedades –en todo caso muy euskaldunes–, que no era vasco quien como Unamuno se precio de serlo afirmando “y yo lo soy puro, por los dieciséis costados” y quien, mas tarde, al término de sus días terrenos, enfrentándose a Millán Astray, el bárbaro adalid de la soldadesca franquista, ratifico su condición de vasco, reaccionando “ante la afrenta personal que implica la repentina explosión de insultos a los vascos y catalanes” y respondiendo “Yo soy vasco. Nací en Bilbao… Don Miguel de Unamuno no replico con insultos a los insultos sino afirmando su identidad. Para mí, el maestro se comporto con valor de vasco y con inteligencia.

Muchas más divagaciones podríamos añadir a las aquí escritas, pero el tiempo es oro y mis palabras barro.

Concluiré comentando que la entrevista concedida el viernes a todos nosotros por calificados representantes de los tres partidos nacionalistas de Euskadi, me complacieron por ver, por fin juntos a los políticos vascos y orientados en una misma dirección de paz. Sin embargo, las clarísimas y brillantes exposiciones de los señores Otegi, Egibar y Larreina sobre la declaración de lizarra no hacen innecesarias la ardorosa invocación a la cordura de estas mis palabras con las que fundamenta la moción de respaldo y aplauso a quienes iniciaron y a quienes continúan el proceso de paz en el que todos los vascos del mundo estamos esperanzados.

Muchas gracias.

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Declaración Preliminar / Inicial

«Siendo la paz el más difícil y, a la vez, el supremo anhelo de los pueblos, las delegaciones presentes en este Segundo Congreso de las Colectividades Vascas, con la serena perspectiva que da la distancia, respaldan al Gobierno de Euskadi en su empeño por llevar adelante el proceso de paz ya iniciado con acierto por el Lehendakari José Antonio Ardanza y continuado con decisión por el actual Lehendakari Juan José Ibarretxe.»
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Declaración Preliminar / Final

«Siendo la paz el más difícil y, a la vez, el supremo anhelo de los pueblos, las delegaciones presentes en este Segundo Congreso de las Colectividades Vascas, con la serena perspectiva que da la distancia, respaldan a la sociedad vasca, al Gobierno de Euskadi y a las demás instituciones vascas en su empeño por llevar adelante el proceso de paz ya iniciado y en el que todos estamos comprometidos.»

Texto sometido a la aprobación de la Asamblea por el Sr. D. Francisco Igartua y la delegación peruana, y que fue aprobado por unanimidad - Vitoria-Gasteiz, 27 de octubre de 1999
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© Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados © Pedro Oyanguren, 1999 – © Fondo Editorial Revista Oiga, 2012

domingo, 12 de enero de 2014

EN EL MUNDO

¿Un castillo de naipes?
PIEDRA DE TOQUE. El grupo El Comercio se ha hecho con el control del 80% de la prensa escrita del Perú, lo que es una seria amenaza para la libertad de opinión sin la cual cualquier democracia se desmorona

MARIO VARGAS LLOSA 12 ENE 2014 - 00:00 CET

Archivado en: Opinión Medios comunicación internacionales Perú Legislación medios Sudamérica Prensa Medios comunicación América Comunicación

Fernando Vicente
Cuando, en julio de 1974, la dictadura del general Juan Velasco Alvarado estatizó todos los diarios y canales de televisión en el Perú, explicó que hasta entonces en el país sólo había habido libertad de empresa y que a partir de ahora, al pasar los medios de comunicación de sociedades capitalistas al “pueblo organizado”, comenzaría a existir la verdadera libertad de prensa. La realidad fue distinta. Los diarios, radios y canales expropiados se dedicaron a ensalzar todas las iniciativas del régimen, a difamar y silenciar a sus críticos y, además de desaparecer toda libertad de información, el periodismo peruano alcanzó aquellos años unos extraordinarios niveles de mediocridad y envilecimiento. Por eso, cuando, seis años después, al ser elegido presidente, Fernando Belaunde Terry devolvió los diarios y demás medios estatizados a sus dueños, una gran mayoría de peruanos celebró la medida.

Creo que a partir de entonces buena parte de la opinión pública en el país aceptó —algunos con alborozo y otros a regañadientes— que la libertad de prensa era inseparable de la libertad de empresa y de la propiedad privada, pues, cuando estas desaparecían, con ellas se esfumaba la información independiente así como toda posibilidad de criticar al poder. Por eso, la dictadura de Fujimori y Montesinos utilizó una manera menos burda que la estatización para asegurarse una prensa adicta: la intimidación o repartir bolsas de dólares entre periodistas y dueños de medios de comunicación.

Ahora bien, que haya una economía de mercado y se respete la propiedad privada no bastan, por sí solas, para garantizar la libertad de prensa en un país. Esta se ve amenazada, también, si un grupo económico pasa a controlar de manera significativamente mayoritaria los medios de comunicación escritos o audiovisuales. Es lo que acaba de ocurrir en el Perú con la compra, por el grupo El Comercio, de los diarios de Epensa, operación que le asegura el control de poco menos que el 80% de la prensa escrita en el país. (El Comercio posee también un canal de cable y el más importante canal de televisión de señal abierta del Perú). Esto ha generado un intenso debate sobre la libertad de información y de crítica, algo, me parece, sumamente útil porque el tema desborda el ámbito nacional y afecta a buena parte de los países latinoamericanos.

Ocho periodistas han presentado una acción de amparo al Poder Judicial pidiendo que anule aquella compra, pues, alegan, transgrede el principio constitucional prohibiendo que los medios sean “objeto de exclusividad, monopolio ni acaparamiento”. Por su parte, El Comercio sostiene que el modelo de compra que ha efectuado con los diarios de Epensa sólo concierne a su impresión y distribución, y preserva su línea editorial. Sin embargo, según precisó Enrique Zileri Gibson, uno de aquellos ocho periodistas, ni uno solo de los diarios de El Comercio y de Epensa informó que el Poder Judicial había dado trámite a la acción de amparo en contra de la fusión. ¿Esta unanimidad en el silenciamiento era puramente casual?

Elaborar una ley de medios para evitar el monopolio es un remedio peor que la enfermedad

Ningún país democrático admite que un órgano de prensa acapare porcentajes elevados del mercado de la información, porque, si lo admitiera, la libertad de prensa y el derecho de crítica se verían tan radicalmente amenazados como cuando el poder político se apropia de los medios para “liberarlos de la explotación capitalista”. La pregunta clave es: ¿cuál es la mejor manera de impedir el monopolio, privado o estatal, de la información? ¿Una ley de medios, discutida y aprobada en el Parlamento? Es lo que ha anunciado que presentará un congresista, Manuel Dammert, proyecto que contaría con el apoyo de dos de los partidos que sostienen al Gobierno del Presidente Humala.

Este sería, en mi opinión, un remedio peor que la enfermedad. En vez de garantizar la diversificación informativa, pondría en manos del poder político un arma que le permitiría recortar la libertad de prensa y hasta abolirla. Es verdad que en varias democracias avanzadas hay leyes específicas contra el monopolio y organismos de Estado que verifican su cumplimiento, como la española Comisión Nacional de la Competencia. Son organismos de Estado, no de Gobierno. Esta distinción sólo es real en las sociedades desarrolladas. En el mundo del subdesarrollo la diferencia entre Estado y Gobierno es retórica, pues, en la práctica éste último coloniza el Estado y lo pone a su servicio. Por eso, todas las leyes de medios que se han dado en los últimos años en América Latina, en Venezuela, en Argentina, en Bolivia, en Ecuador, han servido a gobiernos populistas o autoritarios para recortar drásticamente la libertad de información y de opinión y hacer pender, como una Espada de Damocles, la amenaza del cierre, la censura o la expropiación, a los órganos de prensa indóciles y críticos de su gestión.

¿Cuál es, entonces, la salida? ¿Aceptar, como mal menor, que un órgano de prensa controle más de tres cuartas partes de la información y creer los sofismas de los valedores de El Comercio sosteniendo que la fusión carece de connotaciones políticas y resulta únicamente de la eficacia y talento con que han sabido vender su “producto” en el mercado informativo? Para semejante razonamiento, no hay diferencia entre un órgano de prensa y “productos” como las cacerolas o los jugos de fruta. La realidad es que cuando una cacerola derrota a sus competidores y se queda dueña del mercado lo peor que puede pasar es que el precio de las cacerolas suba o que “el producto” empiece a deteriorarse, porque el monopolio suele producir ineficiencia y corrupción. En cambio, cuando un órgano de prensa anula a los competidores y se convierte en amo y señor de la información, ésta pasa a ser un monólogo tan cacofónico como el de una prensa estatizada y con ella no sólo la libertad de información y de crítica se deterioran, también la libertad a secas se halla en peligro de eclipsarse.

Que el caso llegara a la Corte Interamericana es una buena cosa porque es independiente y capaz

La manera más sensata de conjurar este peligro es, creo, la que han elegido los ocho valientes periodistas que se han enfrentado al gigante: recurrir al Poder Judicial a fin de que determine si la fusión transgrede el principio constitucional contra el monopolio y el acaparamiento, como creemos muchos demócratas peruanos, o es lícita. Este proceso, con las inevitables apelaciones, puede llegar hasta las más altas instancias judiciales, desde luego, e, incluso al Tribunal Constitucional o a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, de San José. A mí me gustaría que llegara hasta allí, porque ésta es una institución verdaderamente independiente y capaz, de modo que su fallo tiene más posibilidades de obtener el asentimiento de la opinión pública peruana.

Nada semejante ocurriría si llega a prosperar la iniciativa —inoportuna y profundamente perjudicial para un Gobierno que, hasta ahora, ha respetado las instituciones democráticas— del congresista Manuel Dammert. Por desgracia, el Congreso tiene muy poca autoridad moral e intelectual en el país —en todas las encuestas es una de las instituciones peor valoradas— y no hay posibilidad de que este debate fundamental sobre la libertad de prensa se lleve a cabo allí de la manera serena y alturada que requiere un asunto esencialmente vinculado a la supervivencia de la democracia.

Una ley de prensa sólo es aceptable si ella nace del consenso de todas las fuerzas democráticas de un país, como ocurre en Estados Unidos, el Reino Unido, España o Francia, algo que, en las actuales circunstancias, en el Perú, donde la vida política está fracturada y enconada hasta extremos absurdos —precisamente en el momento en que su economía marcha mejor, la democracia funciona, crece la clase media, progresa la lucha contra la pobreza y la imagen exterior del país es muy positiva—, jamás se produciría y la fractura y el encono aumentarían en un debate donde los argumentos legales y principistas serían arrasados en la incandescencia del debate político.

Pero, aún si se produjera aquel consenso, yo creo que una ley de medios es innecesaria cuando existe un dispositivo constitucional tan claro respecto a la necesidad de mantener el carácter plural y diverso de la prensa, a fin de que los distintos puntos de vista encuentren cómo expresarse. Es mejor que cuando se susciten casos como el que nos ocupa, se recurra al Poder Judicial, de manera específica, en busca de una solución concreta al asunto materia de controversia. Es un procedimiento más lento, sin duda, pero con menos riesgos en lo que concierne al objetivo primordial: preservar una libertad de opinión y de crítica sin la cual la democracia se desmorona como un castillo de naipes.

© Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados a Ediciones EL PAÍS, SL, 2014.


© Mario Vargas Llosa, 2014.