por FRANCISCO IGARTUA
Arica: La del perro del hortelano
Tocar el tema político nacional se ha hecho algo así como dar
vueltas en redondo sobre un solo eje, sobre una misma pesadilla: los desatinos
gubernamentales con sus telenovelas de fondo. Es el caso del desacertado nombramiento
del señor Ramírez Canchari como ministro de Trabajo. No por la gestión que va a
cumplir (que podría desmentir las predicciones), sino porque él solo nombramiento
tiene que haber desanimado a inversores y empresarios, quienes son los
generadores de trabajo. En política los gestos dicen mucho. Y este dice lo
contrario de lo que se quiso decir. Se trata de tan extremo masoquismo que
parece deseo de suicidio.
No vale, pues, la pena de seguir tocando el tema. Pasemos más
bien a los diálogos y entrevistas sobre la salida al mar, reclamada por Bolivia,
asunto que ha animado nuestras últimas noches de televisión, revelando hechos
que yo desconocía. Sé ahora, por boca de un diplomático peruano de nombradía,
que el tratado de 1929 fue negociado directamente por el presidente Leguía, a
espaldas de Torre Tagle. Lo que explica la evidente carga política de los
complementos al tratado, complementos que en nada cambian la línea de frontera
señalada en el documento (Arica pasó a plena soberanía chilena), pero sí
añadían florentinismos limeños (no florentinos) para dar la falsa sensación de
que el Perú no había abdicado soberanía total de esos territorios. Leguía, como
político, quería salvar la cara y enredó las cosas, poniendo en aprietos no a
Chile, sino a cualquier interés de terceros en la zona (Bolivia). Una posición
de perro del hortelano que no come ni deja comer y que en nada ha beneficiado
al Perú.
Quién sabe la intervención más interesante, no solo por lo
que dijo, sino por lo que dejó entrever, fue la de Rodríguez Elizondo,
periodista chileno que pasó años en el Perú y dejó amigos que mucho lo
recuerdan. En palabras gratas a los oídos peruanos puntualizando la situación
en concordancia con las recientes declaraciones del presidente Lagos, o sea,
explicó que Chile tiene posiciones de Estado que no varían de un gobierno a
otro y cuyo norte fue trazado por Diego Portales en el siglo XIX. También, sin
querer queriendo, recordó que la salida al mar para Bolivia ya había sido
concertada y aprobada en 1975 con el "abrazo de Charaña" entre los
presidentes Banzer y Pinochet. No dijo más, porque ya estaba todo dicho: Chile
no es responsable de que ese entredicho todavía no haya sido resuelto. Tampoco
Bolivia, que había aprobado el acuerdo. No necesitaba decir que el Perú fue el
responsable.
Frente a esta posición, que refleja una política nacional
coherente, estable y firme, los declarantes peruanos jugaban con las palabras y
se refugiaban en razones sentimentales derivadas de la derrota de 1879... Con
semejante criterio, la Comunidad Europea (donde abundan las derrotas) no se
habría formado, sería un nonato, capricho de algunos ilusos intelectuales y no
la formidable potencia que es ahora.
La lección es clara. El Perú necesita un derrotero nacional y
defender sus intereses. Por lo pronto, no debe entrometerse con propuestas
extravagantes en el diferendo bolivianochileno y sí defender, en el momento
oportuno; sus límites marinos, donde están en juego millones de dólares.
Aquí acaban estas atropelladas líneas, porque el espacio es
tirano en este oficio.
Fuente:
FONDO EDITORIAL PERIODISTICA OIGA
Diario EXPRESO, 10 de enero de 2004
La lección es clara. El Perú necesita un derrotero nacional y defender sus intereses. Por lo pronto, no debe entrometerse con propuestas extravagantes en el diferendo boliviano chileno y sí defender, en el momento oportuno; sus límites marinos, donde están en juego millones de dólares.
ResponderEliminary sí defender, en el momento oportuno; sus límites marinos, donde están en juego millones de dólares.
ResponderEliminar