Canta claro
Por FRANCISCO IGARTUA
Es verdad aunque usted no lo
crea:
ALGUIEN PROTEGE A FUJIMORI
Me habría gustado ocuparme esta
semana del implacable debate entre populistas y neoliberales (o liberales a
secas como ellos gustan ser identificados). Un debate donde los unos y los
otros se refutan e injurian no refiriéndose a la tesis contraria sino a la
caricatura que cada bando se hace de la tesis contraria. Los populistas (que
afirman ya no ser populistas) despellejan a sus adversarios acusándolos de
estar sometidos a los intereses de las transnacionales y del Fondo Monetario,
señalado como un empecinado cobrador de la deuda externa; mientras que los
liberales (que califican de buenas las primeras etapas de Fujimori y Menem)
llegan a extremos de risible fanatismo por boca del presidente de la Confiep,
quien encuentra que estamos mejor que Argentina porque, entre otras razones,
también pueriles, "nuestro nivel de in-flación es bajo; ¡incluso menor que
el de Estados Unidos!" (la exclamación es mía). ¿O sea que, cuando nadie
tenga un centavo para comprar y no exista un solo vendedor por falta de
clientes, habremos derrotado a la economía nortea-mericana?
Semejantes alucinaciones hacen
que legos en la materia, como yo, nos sintamos con ánimo de entrometernos en el
debate reclamando a las dos banderías que tomen lecciones del impactante
recuento de Patricia Castro sobre su experiencia en Afganistán, crónica
magnífica, merecedora (si lo hubiera) del premio nacional de periodismo, resumida
en un punzante consejo, referido al horror de la guerra: "seamos capaces
de escuchar e intentar ver desde los ojos del otro".
Pero como ignoro las sabiondas interioridades
de la ciencia económica (aunque sé que no es exacta ya que, si lo fuera, jamás
habría habido crisis económicas en el mundo o éstas serían o habrían sido obra
de la maldad del diablo); y como tampoco podría sustentar la tesis de que a esa
incierta ciencia le es imposible procrear certezas, me escapo del tema y voy a
lo mío, a la política, asunto también incierto, a pesar de los esfuerzos hechos
desde los tiempos de Machiavello para darle exactitudes.
Insistiré una vez más en una cuestión
sobre la que vengo trillando desde hace tiempo, aunque inútilmente, pues nadie
me hace caso a pesar de lo meridiano de mis razones y de las pruebas
contundentes que cito. Ni el procurador de la república, ni la fiscal de la
nación, ni autoridad alguna (he acudido a varias) se dan por enterados de mi
insistente pregunta: ¿quién, muy poderoso, protege al prófugo Fujimori?
El pedido de ascensos para el
grupo Colina es anterior a La Cantura y Barrios Altos.
Y no se diga que el tema ha
perdido actualidad, pues todas las semanas la prensa insiste, con mayor o menor
énfasis, en que Japón tendrá que extraditar al ex mandatario porque ya se le
formalizó o se le está formalizando la acusación por delitos de lesa humanidad,
circunscribiéndola eso sí a los casos de La Cantuta y Barrios Altos. Lo que es
una farsa, un engañabobos, porque nuestras autoridades saben muy bien que la
prueba principal que se menciona (el pedido de Alberto Fujimori para que sean
ascendidos los criminales) no es vinculante con ninguno de esos dos casos. El
pedido de ascensos fue anterior a La Cantuta y Barrios Altos.
¿Fujimori sería por lo tanto
inocente? No; al contrario. Si se va al fondo del asunto, el delito de lesa
humanidad del prófugo ex presidente es inmensamente mayor, porque esos dos
hechos criminales si son vinculantes con todas las atrocidades cometidas a
fines del año 90 y principios del 91, de las que el propio Fujimori se acusa,
con su firma, en tres documentos (tres y no sólo uno) pidiendo primero y luego
exigiendo y ordenando en su calidad de Jefe Supremo de la Fuerza Armada el
ascenso del grupo Colina (del grupo completo) por "los servicios prestados
en las universidades del país", según reza la "Hoja de análisis"
del Ejército, firmada por el general Alfonso Robledo del Águila y emitida al
día siguiente del tercer memorándum firmado por Fujimori el 30 de julio del 91,
en el que no pide sino ordena los ascensos y hace referencia al memorándum
anterior, del 25 de junio, el que, al parecer, no fue atendido por un comando
que se resistía a la mafia.
¿Y qué había ocurrido a fines del
90 y principios del 91 en las universidades del país, en el frente al que
correspondían las acciones del grupo premiado, según está escrito en el
"Análisis", que firma el general Robledo?
En ese lapso se habían hallado cadáveres
de estudiantes con signos de tortura en diversos lugares, principalmente en
Huancayo, donde la Fiscalía había denunciado la desaparición de 61 estudiantes
de la Universidad del Centro.
Aquí sí se cierra el círculo,
haciendo vinculantes todos los asesinatos y torturas de antes y después del
"mandato" de Fujimori para premiar por "trabajos especiales de
inteligencia" a los siguientes oficiales: Fernando Rodríguez (general considerado
jefe del grupo Colina), general Roberto Páucar (hermano del amigo escolar de
Fujimori, _quien presidió Teléfonos del Perú y fue luego director de
Telefónica), general Luis Cubas (el cuñado de Montesinos) y el coronel Roberto
Huamán Ezcurra (los ojos y oídos del régimen fujimorista). Completan la lista
los tres esbirros principales del grupo: Martin Rivas, Pichilingue y Robles.
¿No sabía lo que firmaba el
prófugo Fujimori, no una vez sino tres veces (25 de junio, 9 de julio y 30 de
julio de 1991), pidiendo primero y luego ordenando los ascensos de la camarilla
que organizó y protagonizó el horror sangriento del decenio fujimorista?
Los crímenes de Huancayo si hacen
vinculante el pedido de ascensos con todo el horror del decenio, del 90 al
2000.
¿Por qué hasta hoy esconden,
callan y eluden tocar estos hechos los jueces, fiscales y procuradores
encargados de acusar a Alberto Kenya Fujimori, el cabecilla de la banda? ¿Por
qué engañan a sabiendas de que sus acusaciones contra el ex mandatario, hasta
hoy, no serán tomadas en serio por ningún tribunal internacional y menos por la
justicia japonesa, obligada a defender al nuevo súbdito de su majestad Akihito?
¿Por qué no se ha llamado a declarar al general Robledo del Águila, firmante de
la "Recomendación N° 003 CP-JA-PE 1b", donde se hace el análisis de
por qué el Ejército está obligado a cumplir el "mandato" de su jefe
supremo?
Muchas otras preguntas podría añadir,
pero quedarían reducidas a una larguísima letanía en busca de una respuesta que
extrañamente nadie me quiere dar. ¿Por qué? ¿Por qué se llenan a diario los
medios de difusión con declaraciones sobre la inminente extra-dicción de
Fujimori, a sabiendas de que todo lo que dicen es una farsa?
Fuente:
FONDO EDITORIAL PERIODISTICA OIGA
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