sábado, 4 de mayo de 2013

CENTENARIO PASIONISTA DEL PERU

Centenario Pasionista
Centenario Pasionista

SÁBADO, 4 DE MAYO DE 2013

EN LA DESPEDIDA DE LOS MISIONEROS

Me acuerdo que en mis años de Filosofía y Teología, allá por los años 60, cuando nuestros misioneros embarcaban rumbo a la Misión del Perú o Colombia, les dedicábamos los jóvenes una canción de despedida que ha quedado grabada para siempre en nuestra memoria. "Mañana en un frágil barco..."
Hace unos días ha caído en mis manos un libro de canciones donde, precisamente, consta esta inolvidable canción. Y la voy a dedicar, en primer lugar,  a los 12 primeros pasionistas que, abandonando la madre Patria, enfilaron su rumbo, hace cien años, hacia tierras peruanas. Recordemos que un día como hoy, 4 de mayo de 1913, se encontraban haciendo el tramo entre Moyobamba y Tarapoto, a donde estarían llegando unos días más tarde, el 17 de mayo después de pasar unos días en Lamas.
En segundo lugar dedico la referida canción al grupo de misioneros pasionistas que, en 1956, se despedían en Bilbao rumbo a Perú y Colombia, de lo que me cupo ser testigo directo. De ellos sólo viven actualmente los PP. Zenón Urigüen y Vicente Inchausti, ambos en Bilbao.
En tercer término, sin que por ello sean menos importantes, a todos los demás misioneros que en el espacio de cien años han venido diciendo adiós a su tierra para engrosar las filas de los heraldos de Cristo en tierras latinoamericanas.

1. Mañana en un frágil barco me he de engolfar en la mar,
daré un adiós a mi patria, el último adiós, quizás.
Por si Dios quisiera que no vuelva más,
el corazón te dejo, oh Virgen celestial.

2. No temo las muchas aguas ni el indómito huracán,
que es dulce a quien busca el cielo hallar su tumba en la mar;
mi vida no es mía, que a Dios se la di.
A donde Dios mande, allí quiero morir.

3. Y cuando en tierras lejanas tome el puerto mi bajel,
al pisar mi nueva patria diré a María con fe:
-¡Ay, Madre del huérfano, hermosa sin par,
tú eres mi único amparo, oh Virgen celestial.

4. Mi premio ha de ser, oh Madre, al pie de un árbol morir,
de todos abandonado, de todos menos de ti;
bendita mil veces diré al expirar
la hora en que me enviaste la fe a propagar.

Fuente:
Congregación Pasionista del Perú
Fondo Editorial Revista Oiga
Ilustre Hermandad Vascongada de Nuestra Señora de Arantzazu de lima
Ilustre Cofradía Vascongada de Nuestra Señora de Arantzazu de Lima

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