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«¿Nada se gana, entonces, con buscar la verdad? Se gana por lo pronto el rescate de la propia dignidad, que es ya bastante; y se cumple con el Maestro -Unamuno- quien dijo que «la más miserable de todas las miserias, la más repugnante y apestosa argucia de la cobardía es esa de decir que nada se adelanta con denunciar al ladrón y al majadero». FRANCISCO IGARTUA ROVIRA – 23/09/1923 24/03/2004
viernes, 28 de febrero de 2014
lunes, 17 de febrero de 2014
Oiga
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Francisco Igartua y una pasión quijotesca
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Francisco Igartua y una pasión quijotesca
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viernes, 14 de febrero de 2014
Oiga
lunes, 10 de febrero de 2014
OIGA
UN RETOÑO DEL ÁRBOL DE GERNIKA EN EL
PERÚ
Por Jhon Bazán Aguilar
Fue Pedro Oyanguren de Euzko Etxea de Chile, quien me entregó
el retoño del Árbol de Gernika. Ese árbol legendario, que, tal como dice la
carta de entrega firmada por el EUZKO ETXEA, en Santiago de Chile, es punto de
reunión de todos los territorios de Euskal Herria.
Un roble frondoso que simboliza las libertades tradicionales de Bizkaia y los vizcaínos, y por extensión las de los vascos, se encuentra al lado de la Casa de Juntas y reúne a pueblos milenarios, de una misma tradición cultural y etnográfica. En la actualidad acoge actos tan especiales como la toma de posesión y el juramento del cargo de Lehendakari o del Diputado General, representante del pueblo vasco ante el gobierno español.
Un roble frondoso que simboliza las libertades tradicionales de Bizkaia y los vizcaínos, y por extensión las de los vascos, se encuentra al lado de la Casa de Juntas y reúne a pueblos milenarios, de una misma tradición cultural y etnográfica. En la actualidad acoge actos tan especiales como la toma de posesión y el juramento del cargo de Lehendakari o del Diputado General, representante del pueblo vasco ante el gobierno español.
Paco Igartua, presente siempre en la historia de las
colectividades vascas y nuestro representante más ilustre en los congresos
mundiales de colectividades vascas, me “presentó” a Pedro. No lo hizo en vida.
Paco ya había partido hacia la dimensión divina.
- ¿Conocio a Paco Igartua? – le pregunté al cruzar por primera vez el umbral de la puerta del EUZKO ETXEA de Santiago de Chile.
- Tuve el honor
- me respondió.
Y a partir de ese momento sentí que estos dos grandes hombres
iban a proporcionarme una verdadera misión en la vida. Yo viajaba a Chile para
hacer entrega de mi libro acerca de Paco y la Revista Oiga. Había sido una gran
experiencia y quería dar a conocer en el extranjero al Paco periodista, que
forma parte de la historia del Perú. (...)
En ocasión de celebrarse los 400 años de la fundación de la
Hermandad de Nuestra Señora de Arantzazu en Lima, y cumpliendo una promesa
hecha a Paco poco antes de morir, gestionamos la organización de una serie de eventos protocolares, académicos y religiosos.
El primero consistió en la refundación simbólica de la
antigua hermandad en el Club Nacional de Lima, el segundo, con la presencia de
destacadas personalidades del ámbito social y cultural, se llevó a cabo en el
antiguo Salón Capitular del Convento de San Francisco, donde se hizo la lectura
de los estatutos fundacionales en euskera y español. A continuación se organizaron misas conmemorativas en las
principales ciudades del Perú, y se trajo en peregrinación una imagen de
Nuestra Señora de Arantzazu, para que presidiera todos los eventos. (...)
El evento final consistió en un ciclo de conferencias
organizado en la antigua Casona del Instituto Riva Agüero de la Pontificia
Universidad Católica, el más prestigioso del Perú.
Los actos serían posteriormente recordados con la edición de
un libro conmemorativo, que, como digiera Pedro Oyanguren, representaría en sus
19 colaboraciones, el antiguo espíritu
auzolan –trabajo comunal– vasco.
¿Pero cómo dejar un recuerdo perenne que simbolizara la
huella de los vascos en Lima? En mi tercer viaje a Santiago, con esa idea en la
mente, fui a buscar consejo al EUZKO ETXEA de Santiago.
-¿No tendrás una semilla del árbol, una bellota?- pregunté a
Pedro en un momento.
-Te daré el retoño – me dijo.
Lo tenía en una maseta en casa y me lo entregó con unción. Es
hijo de aquel árbol sagrado que reposa en el pueblo de Gernika, bajo cuya
sombra, juraron sus cargos, entre muchos otros gobernantes, Fernando el
Católico o María Cristina, en representación de la reina Isabel II. Retoño del
árbol que fue ileso ante las bombas alemanas en la guerra civil española;
posteriormente resguardado con el fin de no ser destruido por hordas fanáticas
y hermano de los árboles de las comunidades vascas de México, Argentina,
Venezuela y Australia.
Yo quedé anonadado. ¡Tener en mis manos este árbol que tanto
significa! ¡Es un grande honor y una tremenda responsabilidad! - pensé en ese
momento, sin imaginar todo lo que tendría que suceder para al fin poder
sembrarlo en Lima.
Traerlo desde Chile al Perú resultó una verdadera odisea.
Trámites burocráticos, gendarmes intolerantes, autoridades que no entendían su
valor histórico y simbólico, hacían parecer imposible la tarea. Debí poner todo
mi empeño para lograr mi cometido.
Soy un hombre de fe. Hubo momentos, sin embargo, en que parecía perdida la causa. Yo sentía que era la Virgen de Arantzazu quien me guiaba en los momentos más oscuros. Y, créanme, tuvo que intervenir directamente para hacer posible que el árbol creciera en nuestra patria.
Luego de vicisitudes y obstáculos interminables, sentí un
agradecimiento infinito cuando, al fin caminé triunfante en nuestro aeropuerto
Jorge Chávez, con el retoño en las manos.
A veces caminamos a ciegas y nuestros pasos parecen llevarnos
a ningún lado. El cansancio parece que va a vencernos. A veces, por esa razón,
necesitamos cobijarnos a la sombra de un árbol. Sentir su frescor bajo el sol
calcinante de la incomprensión que reina en nuestros días. Sentiremos así, que
somos hechos de buena madera. Seremos a partir de allí, nuevamente, fuertes
como el roble.
En el momento de la siembra del retoño en la universidad, en
un acto muy sencillo pero de una gran solemnidad, no me quedó más que repetir
para mis adentros, a mi modo, las palabras de tantas veces repetidas en la
historia de los pueblos vascos:
Bendito es el Árbol de
Gernika, amado por todos los euskaldunes. Da y extiende tu fruto por el mundo,
te adoramos, Árbol sagrado.
© Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados
© CENTRO VASCO FRANCÉS–BUENOS AIRES AIRESKO IPARRALDEKO EUSKAL ETXEA.
Oiga
Las Cofradías
de Arantzazu y los vascos de Lima
Prólogo, por Josu LEGARRETA BILBAO
LA IDEA QUE DIO ORIGEN A UN LIBRO
En recuerdo de Paco Igartua y Víctor
Ortúzar
El haber conocido en los congresos mundiales de las
colectividades vascas a ilustres personajes peruano-vascas me permite brindar
un testimonio de reconocimiento a quienes con sus aportes han hecho posible
este libro, que no solo traduce la historia de una Hermandad solidaria, como es
la de Nuestra Señora de Arántzazu de Lima, sino además, como he tomado
conocimiento, de la activa presencia de los vascos en las actividades
productivas del Perú, de los siglos XVII en adelante.
En realidad no es para mi cosa nueva saber que la Hermandad
peruana es una de las primeras fundadas por vascos en el nuevo mundo, lo cual
corrigió mi error de considerar al promover la ley 8/1994 del gobierno vasco, y
en los considerandos de la misma, que “el primer centro vasco de América es el
de Montevideo, fundado en 1876”. De esto hace casi treinta años.
No soy historiador y era la información que tenía, hasta que Francisco Igartua nos demostró lo
contrario aportando el documento que reza así: “Por cuanto en la Congregación
que tienen fundada los caballeros hijosdalgo que residen en esta Ciudad de los
Reyes del Perú, naturales del Señorío de Bizkaia y Provincia de Gipuzkoa y
descendientes de ellos, y los naturales de la Provincia de Alava, Reino de
Navarra y de las cuatro villas de la costa de la Montaña... en el convento del
Santo San Francisco de esta ciudad, en la capilla que tiene advocación el Santo
Cristo y Nuestra Señora de Aránzazu, (Oñate), a quien se dio principio por los
años 1612...”. Y prosigue: “Se trata de las nuevas ordenanzas que la “Ilustre
Hermandad Vascongada de Nuestra Señora de Aránzazu aprueba el doce de abril de
1635, en la misma Ciudad de los Reyes, hoy conocida por Lima, con los
siguientes miembros: 35 de Gipuzkoa, 49 de Bizkaia, 9 de Navarra, 7 de Alava y 5
de las cuatro villas de la Montaña, con la siguiente declaración: “Se ordena
para mayor decoro de esta Congregación, que todos los que hubiesen de ser
recibidos en ella sean originarios de las partes y lugares referidos...a fin de
ejecutar entre sí y con los de su nación obras de socorro mutuo”.
Hoy debo agradecer una vez más esta aportación del gran
periodista peruano-vasco, amigo y gran ser humano porque nos ayudó –a mí e
incluso a los propios historiadores- a corregir y mejorar los conocimientos de
la historia de la presencia vasca en el ámbito internacional: Eskerrik asko!
Muchas gracias!
Llegué en mi rol oficial de contacto con el mundo vasco de
ultramar a visitar la mayoría de los Centros Vascos del Mundo. Comprobé que
algunos estaban atravesando momentos
económicamente difíciles y que no todos los vascos “habían hecho las Américas”.
En dos encuentros internacionales celebrados en Argentina: Bahía Blanca (1989)
y Necoechea (1990) se analizó y trató de
resolver esta realidad. En representación del Centro Vasco de Lima participaron
los Sres. José Ma. Elejalde y Jon Kepa Guarrotxena.
La celebración de congresos de las colectividades vascas,
dispuesta por la Ley 8/1994 ya anotada, permitió dar continuidad a esta tarea.
El primero de estos Congresos se celebró en 1995. Tuve el honor de contar con
la delegación de Perú compuesta por los señores Javier Celaya, Víctor Ortuzar,
y Francisco (Paco) Igartua. Una de las primeras referencias de la ponencia de
Paco, titulada “Euskadi y su imagen”, fue precisamente sobre esta ley. Sus
palabras textuales fueron: “Otras voces más doctas que la mía tocaron y tocarán
con amplitud este tema. Sólo me cabe decir que los vascos de ultramar debemos
agradecer esta ley que nos incorpora a la sociedad de este país (País Vasco). Docta
apreciación del amigo Paco: aun careciendo de competencias exteriores. Gracias
a esta ley han quedado institucionalizadas las relaciones de Euskadi con los
vascos que residen en otros países.
Ha sido, por tanto, lo dicho y hablado en esos eventos lo que
en esencia ha dado origen a este libro que nos lleva a la historia de la
Hermandad vasca de Lima fundada en honor a Nuestra Señora de Arantzazu que
siempre ha estado presente en el corazón de los vascos allí donde fueren.
Felizmente, digo, su palabra no quedó en el olvido y sembrada en la fértil
memoria de muchos de sus amigos nos ha llevado a sumar esfuerzos para que hoy
conozcamos un poco más de esa histórica epopeya.
En este recorrido por la vida, creo que una de las
satisfacciones es ver plasmadas en realidades muchas de las cosas que antes
fueron sueños, esperanzas o simples charlas de café. Creo que realizar este
libro importa mucho no solo en Lima, sino también en México, Buenos Aires,
Santiago de Chile, Uruguay y en todo lugar donde un vasco inmigrante hace
algunos siglos, y que necesita ser rescatado de algún modo para la posteridad.
Esta es la forma, creo, de hacer un aporte al mejor
conocimiento de nuestras colectividades vascas y de sus propósitos, de su
inserción con la modernidad y con los objetivos de nuestro tiempo. Y que
conste, los vascos no son exclusivistas ni discriminantes; al contrario, somos
partidarios de la solidaridad en todas sus formas. Ayer fue una hermandad, hoy
es la comprensión global.
En este marco optimista, fruto de tantas batallas, positivas
y negativas, creo que este libro es un gran aporte a la cultura vasca y de
nuestro mundo. Mi corazón late en positivo, porque de un tiempo a esta parte,
incluso ante recuerdos negativos, tengo la costumbre de exclamar, quizás con ironía,
aunque sin animosidad dañina, la expresión “¡qué divino!” o “¡realidades
humanas!”. Este trabajo se enmarca en lo primero.
Josu
Legarreta
© Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados
© Fondo Editorial Revista Oiga, 2012 - © EUZKO ETXEA ARANTZAZU LIMA, 2012
Oiga
Moción presentada por Francisco Igartua, en el II Congreso Mundial de Colectividades Vascas, Vitoria Gasteiz, 27 de octubre de 1999
Señores y Señoras, o si se quiere al revés para no ser
catalogado de vejestorio y de machista.
Aunque no me corresponde, quisiera que mi voz fuera la voz de
todas las delegaciones que dan vida a este Segundo Congreso de la Diáspora
Vasca, a las que invito a firmar la moción que se les ha alcanzado, moción de
respaldo y aplauso al proceso de paz que se va desarrollando desde hace algún
tiempo en Euskadi o Euskalerria, en la Patria de todos los vascos, y que
esperamos culmine con la victoria de la paz, por muy largo que sea el tiempo
que esta tarde y a pesar de los aleves obstáculos que se le han ido y se les
irán poniendo.
Los delegados aquí presentes hemos llegado a Gasteiz
satisfechos al ver a las fuerzas nacionalistas en un frente común y también con
dos sentimientos encontrados, los dos vinculados a un mismo tema: el de la paz.
Vemos con alegría, por un lado, que la voluntad de paz no ha decrecido en el
conjunto de la sociedad vasca ni en el Gobierno de Euskadi y nos entristece,
por otro, advertir que con frecuencia se cae en el juego de los provocadores
que actúan desde el poder central, respondiéndoles a estos con infantil
violencia callejera. Sin querer –es de suponerlo– las calles colaboran así con
la provocación y resultan atentando también ellas, con irracional contra esa
paz. Contra la paz, que es el supremo regalo que los cielos tienen reservado
para los pueblos.
Esta es una apreciación hecha con la serenidad que la
distancia y, gracias a nuestra Telebista, con algún conocimiento de los
vaivenes del proceso de paz que se inicio en época del Lehendakari Ardanza y
que hoy continúa bajo la tutela del Lehendakari Ibarretxe.
Desde el primer momento entendimos que la paz,
necesariamente, tenía que ser producto no de la eliminación de una de las
partes del conflicto sino de la conciliación entre todos los involucrados en el
problema vasco, problema real, concreto, a pesar de todas las confusiones
montadas por los enemigos de la diferenciación vasca, confusiones que han
rodeado al problema desde muy antiguo y le siguen rodeando hoy.
Pero este punto, el de la indubitable identidad de lo vasco,
es tema que tocare después.
Por ahora, pidiendo disculpas por la intromisión en asuntos
internos de la política vasca que, sin embargo, no deja de ser familiar, para
muchos de nosotros, centrare la atención en la necesaria conciliación entre
adversarios como basamento cierto de una paz, que sea paz y no entreacto a la
espera de otra guerra, tal como lo plantea la Declaración de Lizarra. El
ejemplo que al respecto está dando Europa es concluyente.
Su unidad actual es producto del entierro de agravios
centenarios, del olvido de cientos de millones de muertos y de destrucciones
sin cuenta, de voltear y voltear paginas de crueldades horripilantes, con el
convencimiento de que victorias y derrotas no han hecho otra cosa que abrir
tumbas… Hoy, gracias a los múltiples perdones de una y otras, las naciones
europeas han logrado unificarse con mucha mayor consistencia que en épocas
medievales, cuando el latín era el idioma del continente y el ingles –la
antigua lingua franca del mundo– estaba por nacer… Así, con cimientos viejos,
meditados perdones de lo pasado y la mirada puesta en el futuro, esa Europa que
nunca dejo de ser continente de pueblos más que de naciones ha logrado la
solida paz con la que va naciendo el próximo milenio… ¿Por qué, por tanto, la
paz de Euskadi tiene que construirse con la humillación de una de las partes
del conflicto?... Actuar de semejante modo no es actuar con voluntad de paz
sino de guerra.
No podrá haber paz si la prepotencia, la irracionalidad o la
violencia –cualquier violencia, aun la que fuera justificada– se seguirán
interponiendo al dialogo abierto en el que la sensatez, el realismo y la
madurez histórica debieran ser la brújula para la conciliación de las
discrepancias. No buscan la paz sino la guerra los que, desde el poder central,
no admiten otra solución que la de ellos y se dedican a provocar a los vascos.
Y tampoco tratan de encontrarla los que, delirantes, suponen que el agravio y
la acción destemplada contra los otros puede generar algo que no sea acrecentar
los odios y alimentar internas amarguras. No advierten estos que darse de
cabezazos contra la pared no despierta el raciocino, lo entumece. Semejante
actitud es pueril e infecunda, aparte de ilusa, inspirada en fantasiosas
utopías. No es enriquecedora de nuestra identidad, de nuestra diferenciación.
De una personalidad real, cierta, que viene ininterrumpida desde siglos atrás.
La identidad vasca no nace, como dicen los que la niegan, de
un capricho o invención de unos señores bilbaínos casi contemporáneos nuestros.
Si nada más que eso hubiera sido el sentimiento vasco de identidad ya habría
desaparecido con el desarrollo de la modernidad. Y la verdad, lo estamos
comprobando una vez más, con esta asamblea, no es como la personalidad, la
diferenciación de los vascos, continua hoy tan robusta como cuando las tribus
de Euskal Herria resolvían sus problemas bajo un árbol y constituyeron el reino
de Navarra. Luego esa identidad se marco en Fueros y, en las lejanas tierras de
América, en Cofradías –casi todas bajo la advocación de la virgen de Aranzazu;
cofradías del siglo XVII que fueron el embrión de las actuales Euskaletxeas que
nosotros representamos hoy en este Congreso.
También se dice entre los otros que el mestizaje borrara la
identidad vasca. Pero la verdad es que, aparte de que los vascos nunca dejaron
de mestizarse, esta es una tesis tan igual a la de quienes aseguraran que con
la globalización se acabaran las naciones y hasta los gobiernos, dejando paso a
la creencia de que los gobiernos del futuro serán los directorios de las
empresas transnacionales… A lo que se podría añadir las posibilidad de que el
mundo termine habitado por seres clonado, totalmente indiferenciados y, por lo
mismo, absolutamente aburridos… quien sabe tanto como los angelitos del cielo.
Sin embargo, aunque no sea imposible que los hombres terminen
que condenados a ese supremo aburrimiento, tan tétrico destino estaría todavía
perdido en un futuro… Mientras tanto, gozan de buena salud las naciones y los
pueblos que respetan su identidad y sus tradiciones, enriqueciendo con sus
pluralidades al ser humano.
En tal afirmación de lo propio, de nuestra diferenciación,
estamos comprometidos los vascos. Pero esa identidad vasca no se preservara con
insensatos bombazos de replica a las provocaciones –aunque la perversidad de
estas parecieran justificarlos–, ni agrediendo en las paredes de nuestras
ciudades a la otredad. Nuestra identidad se hará mas fuerte afirmando los
valores de lo vasco, no odiando a los otros, porque odiando solo se logra
acrecentar odios y alimentar amarguras. Se hace patria no cerrándonos,
integrando al sentir, a la vivencia de la comunidad euskaldun, la pluralidad de
los logros vascos. Por ejemplo, asumiendo como propio el pensamiento de las
grandes personalidades vascas, aun las que sean divergentes a la opinión
abertzale. ¿Es acaso inteligente despreciar el aporte a la vasquidad de
personalidades universales como Unamuno, Baroja, Maeztu?... Y no se diga, por
sus paradojales arbitrariedades –en todo caso muy euskaldunes–, que no era
vasco quien como Unamuno se precio de serlo afirmando “y yo lo soy puro, por
los dieciséis costados” y quien, mas tarde, al término de sus días terrenos,
enfrentándose a Millán Astray, el bárbaro adalid de la soldadesca franquista,
ratifico su condición de vasco, reaccionando “ante la afrenta personal que
implica la repentina explosión de insultos a los vascos y catalanes” y
respondiendo “Yo soy vasco. Nací en Bilbao… Don Miguel de Unamuno no replico
con insultos a los insultos sino afirmando su identidad. Para mí, el maestro se
comporto con valor de vasco y con inteligencia.
Muchas más divagaciones podríamos añadir a las aquí escritas,
pero el tiempo es oro y mis palabras barro.
Concluiré comentando que la entrevista concedida el viernes a
todos nosotros por calificados representantes de los tres partidos
nacionalistas de Euskadi, me complacieron por ver, por fin juntos a los
políticos vascos y orientados en una misma dirección de paz. Sin embargo, las
clarísimas y brillantes exposiciones de los señores Otegi, Egibar y Larreina
sobre la declaración de lizarra no hacen innecesarias la ardorosa invocación a
la cordura de estas mis palabras con las que fundamenta la moción de respaldo y
aplauso a quienes iniciaron y a quienes continúan el proceso de paz en el que
todos los vascos del mundo estamos esperanzados.
Muchas gracias.
_______________________
Declaración Preliminar / Inicial
«Siendo la paz el más
difícil y, a la vez, el supremo anhelo de los pueblos, las delegaciones
presentes en este Segundo Congreso de las Colectividades Vascas, con la serena
perspectiva que da la distancia, respaldan al Gobierno de Euskadi en su empeño
por llevar adelante el proceso de paz ya iniciado con acierto por el
Lehendakari José Antonio Ardanza y continuado con decisión por el actual
Lehendakari Juan José Ibarretxe.»
_______________________
Declaración Preliminar / Final
«Siendo la paz el más
difícil y, a la vez, el supremo anhelo de los pueblos, las delegaciones
presentes en este Segundo Congreso de las Colectividades Vascas, con la serena
perspectiva que da la distancia, respaldan a la sociedad vasca, al Gobierno de
Euskadi y a las demás instituciones vascas en su empeño por llevar adelante el
proceso de paz ya iniciado y en el que todos estamos comprometidos.»
Texto sometido a la aprobación de la Asamblea por el Sr. D.
Francisco Igartua y la delegación peruana, y que fue aprobado por unanimidad -
Vitoria-Gasteiz, 27 de octubre de 1999
________________________
© Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados
© Pedro Oyanguren, 1999 – © Fondo Editorial Revista Oiga, 2012