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La República
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Gaza otra vez
Sangrienta escalada con grandes
pérdidas.
La ofensiva militar de Israel
sobre la franja de Gaza en los tres primeros días ha ocasionado 88 muertos,
entre ellos 22 niños, 15 mujeres y 12 ancianos, en tanto el número de heridos
supera los 650. En respuesta a los
ataques con cohetes desde el lado palestino, Israel ha ejecutado más de 800
ataques aéreos. Por ahora el cese al fuego no parece posible, por lo que se espera
más muerte y destrucción.
La última escalada de violencia
palestino israelí se produjo luego de que tres jóvenes israelíes fueran
secuestrados en Gaza el 12 de junio, presumiblemente por milicianos de Hamás;
sus cadáveres aparecieron luego pero Hamás se desligó de los hechos. Durante la
búsqueda de los secuestrados, las tropas israelíes mataron a cinco palestinos,
detuvieron a más de 500 y registraron casi 2 mil viviendas.
La situación se complicó a inicio
de julio por el asesinato de un joven palestino que fue quemado vivo por un
grupo de ultraderechistas judíos que la policía israelí identificó y capturó. A
pesar de que el primer ministro israelí, el conservador Benjamín Netanyahu,
condenara en un comunicado el extremismo judío, las protestas se han
generalizado, al mismo tiempo que el enfrentamiento entre palestinos e
israelíes en las zonas ocupadas.
La escalada ha continuado con el
lanzamiento de cohetes a territorio israelí por Hamás, 470 desde el inicio de
los hechos violentos. La respuesta de Israel ha sido devastadora; en las
primeras 48 horas había dejado caer en Gaza, un territorio de no más de 360
kilómetros cuadrados, 400 toneladas de bombas. Israel ha atacado objetivos
civiles, una acción que fue criticada por organizaciones humanitarias y de
defensa de DDHH, aunque el gobierno de Netanyahu ha respondido que se trata de
lanzaderas de misiles, centros militares de instrucción, supuestos silos y
fábricas de armas de Hamás. A nuevas críticas por el bombardeo y destrucción de
viviendas, el gobierno ha reaccionado señalando que estas eran usadas por
miembros de Hamás como centros de comando.
La comunidad internacional no
simpatiza con las acciones de Hamás, considerada por la Unión Europea una
organización terrorista. Sin embargo considera que deben cesar las operaciones
de ambos lados y alcanzarse un alto al fuego. Netanyahu, cuyo gobierno ingresó
en crisis por la presión de los duros que demandan un castigo más severo a Gaza
y Hamás, está navegando en una lógica de guerra de la que no sale por presiones
internas y por los bombardeos de Hamás sobre las ciudades de Israel que si bien
hasta ahora no han generado mayores estragos generan zozobra en la población.
Sin otro actor en escena es muy
difícil que el conflicto tenga un giro que lo saque de las bombas. Las
posibilidades del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas son mínimas, como
tampoco ha tenido efectos la intervención del secretario de Estado de EEUU,
John Kerry. El telón de fondo de esta crisis son otros hechos del largo
conflicto palestino israelí, especialmente el acuerdo de reconciliación
alcanzado entre el presidente palestino Mahmud Abás con Hamás en abril pasado,
que abrió la puerta a un gobierno de unidad de Cisjordania y Gaza el 2 de
junio, del que desconfía Israel y que ha pedido anular. Por ahora,
lamentablemente, la paz no está sobre la mesa, sino más represalias y
reacciones violentas, aunque la última esperanza de sensatez y paz no debe
perderse.
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