Canta Claro
Por Francisco Igartua
BUSH VINO, SALUDÓ Y SE FUE
Con arcangelical inocencia la Central Peruana de Trabajadores
sospecha que hubo agenda secreta entre los abrazos y palmadas al hombro de Bush
con Toledo y de Toledo con Bush y de la sospecha pasa a pedir, a exigir, que la
secreta agenda se haga pública. De esta manera, el despiertísimo señor Gorriti
quiere alborotar el gallinero proponiendo un imposible, pues lo secreto no
puede hacerse público sin dejar de ser secreto. Y muy bien sabe el señor
Gorriti que entre los estados, todos los estados del mundo (anaranjados, rojos,
amarillos o azules), hay, ha habido y habrá acuerdos secretos. Por lo pronto (y
con todo derecho) no deben ser pocas las agendas secretas atendidas por Fidel
Castro, a quien el señor Gorriti admira y defiende con pasión.
Pero si pretender que lo secreto se publique y difunda a los
cuatro vientos es disparatado (aunque el señor Gorriti no disparate sino
dispare como arcángel expulsado) resulta de una condorosidad extravagante que
muchos se traguen el cuento de que el presidente Bush es encantador (todo lo
que se dice de él en EEUU y en el mundo sería pura calumnia) y que, dada la
"química" con su carnal Toledo, es seguro que los EEUU abrirán las
puertas de su mercado a todos los productos peruanos, sin peligro de que a los
nuestros les ocurra lo que está ocurriendo con los aceros mexicanos y las
maderas de Canadá, a los que prácticamente, a pesar del ALCA, se les ha cerrado
el mercado norteamericano, en defensa de los intereses nacionales yanquis.
Sin embargo, hay lecturas de la rauda visita de Bush que se
distancian de esos dos extremos y que sin duda deben estar más próximas a la
realidad. Una de ellas, por ejemplo, es la que parte de aquel viejo y sabio dicho
sobre la entraña moral de los estados: "las naciones no tienen amistades,
sólo tienen intereses".
Con base en esta premisa es necesario preguntarse ¿cuáles son
los intereses norteamericanos en la región andina?... Y de esta pregunta
debieran partir las presunciones sobre lo tratado en secreto entre los presidentes
Bush y Toledo, el único (además de Chávez de Venezuela) con mandato que se
prolonga hasta el dos mil seis.
Para los EEUU el petróleo de Colombia, Venezuela y Ecuador,
así como el gas del Perú y Bolivia, son reserva estratégica de la región. Por
lo tanto, la situación de Colombia les preocupa enormemente por la posibilidad
de que la guerrilla (que en ese país ha llegado a ser denominada fuerza
beligerante) desestabilice a su país y se extienda a los vecinos convulsionando
todo el Ande. Y siéndole al gobierno norteamericano demasiado arriesgado
comprometerse directamente en lo que ya es guerra civil colombiana, no sería de
extrañar que, en esa agenda secreta que quiere conocer Gorriti, se haya
planteado la necesidad de que los vecinos, amenazados de contagio guerrillero,
intervengan en esa contienda con velada asistencia norteamericana. Es, sin
duda, una hipótesis que merece la mayor atención, y en la que la ausencia de
Venezuela en el cónclave andino de Lima indicaría que el derrocamiento de
Chávez ya está decretado.
Ese es, además de la obsesión por la droga, el principal
interés de EEUU en la región y resultaría absolutamente improbable que el tema
haya estado ausente en las conversaciones limenses de Bush, quien se ha
autonominado sheriff del mundo entero (hace algunos días ha llegado a la
exageración de amenazar con armas atómicas a Rusia y China). También es seguro
que se tocarían espinosos asuntos bilaterales (intereses de personas y
compañías norteamericanas) cuyos resultados se irán viendo (haciéndose públicos
como quiere Gorriti) en un futuro cercano.
El interés del Perú y de las otras naciones andinas es
librarnos de la miseria, pero no por la vía (ya probadamente desastrosa) de las
dádivas, sino de la apertura del mercado norteamericano a los productos de la
región. O sea lograr que la preocupación del Congreso yanqui por favorecer a
sus votantes no lo obnubile y se desentienda del derecho que los sudamericanos
tenemos a ser tratados con las mismas normas liberales que los EEUU nos
predican.
Para el presidente Toledo, el meollo de lo conversado con el
presidente Bush habría sido esa apertura recíproca de mercados. Y, ciertamente,
Toledo habrá aprovechado su "química" con el norteamericano para
comprometerlo, mientras Bush se escudaba en su Congreso para no comprometerse.
De la habilidad y firmeza empleadas en este pulseo de
intereses encontrados, más que de la "química", dependerá que haya
resultados buenos para las dos partes o mejores para el más hábil de los dialogantes.
Esperamos los peruanos que haya sido Toledo el lince, aunque no es habitual que
el pez chico se coma al grande.
Esta seria, creo yo, la lectura más ecuánime y correcta de
una visita casi de médico, comentada por alguna prensa yanqui como demostración
del poco interés de Bush por su patio trasero. El, según muchos periódicos de
EEUU y Europa, tiene toda su mente puesta en el petróleo cercano a Palestina y
Afganistán. Para las otras regiones tiene al Congreso como excusa para que sus
compromisos sean limitados. Por ello es que, seguramente, el vicepresidente de
Ecuador le ha echado en cara que un préstamo de 40 millones para los problemas
de su frontera con Colombia quedó en la práctica transformado en menos de la
mitad. Y para que el joven y lúcido presidente boliviano le explicara que los
problemas que le crea el Congreso (donde Bush no tiene mayoría) se podrían
fácilmente resolver invitando a los presidentes de la región para que les
expliquen a esos congresistas lo equivocados que están. "De este modo,
habría dicho el presidente Jorge Quiroga, también nos libraríamos de las
humillantes condenas o premios que unilateralmente nos dispensan los EEUU por
culpa de unos congresistas ignorantes de la situación andina".
Bush vino, se abrazó y palmoteó con nuestro presidente y, a
las pocas horas, se fue. Tengamos la esperanza de que sus promesas de la agenda
secreta se cumplan.
Fuente:
Fondo Editorial Periodística Oiga
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