Canta claro
por FRANCISCO IGARTUA
De concertación, fanatismo y beaterías
Tema del día es la concertación a largo plazo confirmada por
el gobierno, los partidos y una autonominada "Sociedad Civil". Algo
que suena muy bonito pero que, hasta ahora, no es otra cosa que farragosa enumeración
de buenas intenciones para un mañana distante, o sea algo vaporoso como el éter,
que pronto se desvanece y olvida. ¿Alguien, por ejemplo, recuerda en qué
consistía la gobernabilidad de Mohme... Estoy seguro que ni siquiera sus
firmantes, que son prácticamente los mismos que incuban la concertación.
Y el Perú, hoy, no está para concertaciones a futuro, aun
cuando sea loable toda buena intención. Lo que el Perú requiere ahora mismo (y
puede que sea demasiado tarde) es un acuerdo concreto de gobernabilidad. No de
buenos deseos sino de entendimientos políticos para que las decisiones
gubernamentales de gran interés nacional tengan el respaldo de un importante
sector de la oposición. Por lo pronto, es alucinante que el gran
desconcentrador, mi buen amigo Fernando Olivera, sea ministro de Justicia y no
embajador en un país elegido por él. Con lo que no estoy insinuando que el
gobierno deba romper su pacto de cogobiemo con el FIM, ya que por sus votos
éste le es indispensable a Toledo para actuar con mayor independencia. Pacto
que, sin embargo, no es bastante. Ahí está de ejemplo su incapacidad para
desmontar el enormísimo disparate de la regionalización sin regiones, sin ley
meditada y sin ningún horizonte económico realista. Para ello hubiérase
requerido el apoyo de un acuerdo de gobernabilidad con un partido orgánico que
no aspire a participar con cargos en el gobierno, como el APRA. Algo imposible,
pues Alan García tendría que haberse convertido en un San Francisco de Asís
para partir el pan con Olivera, quien no se cansa de agredir e insultar al
líder aprista, con ánimo de cumplir la hazaña de encarcelar a un político votado
por casi la mitad del electorado. Una auténtica ch-fiadora que puede ser
aplaudida por muchos, pero que ha logrado impedir esa posible concertación del
día, bastante más necesaria que los planes a veinte años plazo, o sea para
cuando la anarquía en la que acabará la regionalización y algunos otros
deslices, no por menores menos graves, haya desarticulado al Perú.
El Mercado, fanatismo de la modernidad
Pero no sólo la regionalización amenaza con hacer
ingobernable el país, también contribuye a ello el fanatismo (bloqueador de
cualquier diálogo). Ese fanatismo que siglos atrás, con las Cruzadas, regó de
sangre la tierra del Santo Sepulcro. El mismo que, desde hace años, con la
estrella de David de Verdad única, viene sembrando la muerte y el odio
irracional en los seculares habitantes de Palestina.
Este afán por hacer hegemónica la verdad propia,
proclamándola única, es el origen de todos los dogmatismos que en el mundo han
sido. Y el fanatismo hoy en boga es el del Mercado y sus reglas (las
"únicas verdaderas"). Un fanatismo no sangriento, pero al que no le
importa que su práctica produzca millonarias muertes (¡de hambre!). Lo que no
quiere decir que yo ignore que la ley de la oferta y la demanda (el Mercado) es
una realidad insoslayable que obliga a una cierta conducta económica, como
severo orden fiscal y aliento decidido a la inversión privada. Sin embargo, en
lo que no creo tanto es en el mercado abierto y hace unos días el responsable
del milagro económico español, el liberalísimo señor Solchaga, aceptaba que el
mercado abierto se comporta muchas veces como embudo: siempre ancho el de los
pobres y discriminatorio el de los ricos. Calificó Solchaga de indignantes a
las barreras aduaneras europeas para los productos agrícolas, que es lo que
mejor pueden exportar los pobres para mitigar su miseria. Pero advirtió que era
un problema insoluble de momento porque Europa (igual que EEUU) no iba a desamparar
a sus campesinos, incapaces de competir, añadiendo que lo único que podíamos
hacer es presionar a los organismos encargados de ordenar la economía mundial,
entre otros el FMI (el mismo al que le parecía "música celestial" la
obediencia de Fujimori a sus órdenes). Admitió que no tenemos otro medio para
defendernos. Lo que es cierto. La globalización es una realidad firme como roca
frente a la cual no nos queda más remedio que rendirnos, pensando eso si en que
no seria extraño volver a escuchar en un incierto futuro el grito de
"¡pobres del mundo uníos!" con el que concluyó ese inhundible
"Titanic" que fue la revolución industrial del siglo XIX.
Los beatos, enemigos de la lectura
Además, como en todo dogmatismo, no falta la beatería en el
del Mercado, la exageración de los devotos, que en el Perú acaba de
manifestarse con el lamentable rechazo a la propuesta de exonerar del IGV a los
libros. Los beatos liberales han alzado el grito reclamando no otorgar ese
beneficio a la lectura con el dogmático alegato de que no debe haber una sola
exoneración de impuestos. Pero, esos mismos beatos callan cuando las
exoneraciones alcanzan a los intereses bancarios, a las actividades bursátiles,
a las aefepés.... "porque éstas alientan a la inversión privada", o
sea la "modernidad" volviendo al viejo culto del Becerro de Oro.
Y valga añadir dos líneas para recordar que en todos los
países civilizados de Europa y América, las tres únicas excepciones en
cuestiones tributarias son la salud, la cultura y la alimentación básica. En
otros términos, las medicinas, los libros y periódicos (que son cultura cívica)
y el pan, los huevos, el tomate, la cebolla... Tres excepciones que no
comprenden los beatos del Becerro aquel, porque la beatería los ha
deshumanizado.
Fuente:
FONDO EDITORIAL PERIODISTICA OIGA
FONDO EDITORIAL PERIODISTICA OIGA
Diario CORREO, 15 de junio 2002
Los beatos, enemigos de la lectura
ResponderEliminarAdemás, como en todo dogmatismo, no falta la beatería en el del Mercado, la exageración de los devotos, que en el Perú acaba de manifestarse con el lamentable rechazo a la propuesta de exonerar del IGV a los libros. Los beatos liberales han alzado el grito reclamando no otorgar ese beneficio a la lectura con el dogmático alegato de que no debe haber una sola exoneración de impuestos. Pero, esos mismos beatos callan cuando las exoneraciones alcanzan a los intereses bancarios, a las actividades bursátiles, a las aefepés.... "porque éstas alientan a la inversión privada", o sea la "modernidad" volviendo al viejo culto del Becerro de Oro.
Y valga añadir dos líneas para recordar que en todos los países civilizados de Europa y América, las tres únicas excepciones en cuestiones tributarias son la salud, la cultura y la alimentación básica. En otros términos, las medicinas, los libros y periódicos (que son cultura cívica) y el pan, los huevos, el tomate, la cebolla... Tres excepciones que no comprenden los beatos del Becerro aquel, porque la beatería los ha deshumanizado.
Y valga añadir dos líneas para recordar que en todos los países civilizados de Europa y América, las tres únicas excepciones en cuestiones tributarias son la salud, la cultura y la alimentación básica. En otros términos, las medicinas, los libros y periódicos (que son cultura cívica) y el pan, los huevos, el tomate, la cebolla... Tres excepciones que no comprenden los beatos del Becerro aquel, porque la beatería los ha deshumanizado.
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