Documentos de la Nunciatura
Apostólica de Madrid
SOBRE LAS APARICIONES DE EZKIOGA
(1931-1934)
II
EL DOSSIER ECLESIÁSTICO
B
DOCUMENTACIÓN DE LA NUNCIATURA
DE MADRID
Documento 15
ASV. Arch. Nunz. Madrid, 931, f. 123.
Texto mecanografiado,
con firma autógrafa
Informe del Párroco
de Beizama sobre Ramona Olazábal
Beizama 14 de noviembre
de 1933.
Excmo. e Ilmo. Sr. Obispo de Vitoria.
Rvdomo. y amadísimo Sr.:
Sobre lo que me preguntaba en su atenta
carta acerca de mi feligresa Ramona Olazábal, le digo que, según me he enterado
no debe ser cierto que anduviera con vestidos de mangas cortas; pero lo que le
puedo asegurar es que el baila suelto es moneda corriente en ella. Por las
fiestas del pueblo, o sea los tres días de S. Pedro fue una de las que mejor
aprovechó las horas del baile por la mañana y tarde.
El
mes pasado en una boda que tuvo lugar en sesta bailó el ”aurresku” ante un
chico, a pesar de ser la costumbre de que el chico baile ante la chica.
Su casa
es una taberna que dista tres kilómetros de la parroquia y parece que no tiene
reparo en balar con los jóvenes que van a ella.
El mes de agosto en la fiesta patronal
de Goyaz bailó toda la tarde en la plaza y según me dijo el Sr. Cura de ese
pueblo al indicarle alguien que bailaba levantando los pies, según acostumbraba
en casa contestó que no, por no llamar la atención entre los que se encontraban
en la casa.
Por estos pueblos caseros las fiestas
patronales resultan de muchísimo peligro para las jóvenes y lo mismo ocurre con
las romerías a los santuarios,
Aunque regresen de día a sus casas, como
tienen que atravesar caminos solitarios donde nadie las ve se encuentran para
el caso aun de día como de noche, y por lo general las retiradas llegan a ser
verdaderamente infernales
Ignoro si al retirarse toma las debidas
precauciones; pero lo que oigo es que no le asusta el bromear con los chicos.
Si desea una relación más detallada de su
manera deportarse procuraré informarme.
Guarde Dios a V.S.I. muchos años, como
lo desea este humilde servidor que le tiene presente en sus pobres oraciones.
Martin Irízar
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