Nelson Manrique Gálvez
La República. Martes, 08 de julio de 2014 |
4:30 am
El escándalo originado por el
nombramiento de Daniel Urresti, quien está procesado como presunto autor del
asesinato del periodista de la revista Caretas Hugo Bustíos en 1988, como
ministro del Interior ha entrado en una fase preocupante con las declaraciones
del presidente Ollanta Humala reconociendo que decidió poner a Urresti en la
cartera encargada de velar por la seguridad de los peruanos a sabiendas de la
acusación judicial que pesa en su contra: “Cuando se le propuso la cartera él
puso en conocimiento este tema, se le pidió unos papeles (...) no vemos su
culpabilidad y creemos en la presunción de inocencia”.
En junio del 2013, la fiscalía
formuló denuncia contra Urresti y un juez le abrió proceso penal, estableciendo
que debe ir al juzgado una vez al mes y que no puede salir de su lugar de
residencia ni abandonar el país sin su autorización. La fecha es importante
porque es anterior a sus nombramientos gubernamentales, lo que descarta la
motivación “política” que Urresti ha atribuido a las acusaciones que pesan
sobre él. Tenemos ahora un ministro del Interior obligado a presentarse
mensualmente ante un juzgado para acreditar que no ha fugado.
Cuatro testigos señalaron que el
entonces miembro del departamento de inteligencia del ejército Daniel Urresti
Elera participó en el asesinato de Hugo Bustíos. El excapitán del ejército
Amador Vidal Sanbento, sentenciado por el mismo asesinato, sostiene que Urresti
comandó el grupo de militares que emboscó a Bustíos y al periodista Eduardo
Rojas. El auto de apertura de instrucción del Ministerio Público debiera ser
suficiente para encender todas las alarmas políticas: “Se ha logrado acopiar
los elementos probatorios que acreditan la participación de Daniel Belizario
Urresti Elera, en su calidad de S-2 Inteligencia de la Base Contrasubversiva de
Castropampa de la provincia de Huanta, el 24 de noviembre de 1988, y como tal uno
de los presuntos responsables del asesinato del periodista Hugo Bustíos
Saavedra y de la tentativa de asesinato del periodista Eduardo Yeni Rojas
Arce”. El auto apertorio señala al hoy ministro del Interior como responsable
de un presunto delito de lesa humanidad ((http://bit.ly/VcUvjm).
Es el Poder Judicial quien deberá
decidir si Urresti es culpable o inocente. Pero un juicio justo demanda que sea
procesado imparcialmente, lo cual debiera partir de respetar el principio de
separación de poderes, que termina siendo vulnerado cuando desde el poder
ejecutivo se decide blindarlo detrás de una posición de poder del peso de
titular del ministerio del Interior; una manera de amedrentar a los jueces y
fiscales que deberán ver el caso.
Al mismo tiempo que se emiten un
conjunto de leyes que constituyen un atentado medioambiental, “para atraer
inversiones”, se ejecuta un torpe nombramiento político que pone al Estado
peruano en la picota por atentar contra los derechos humanos. Un útil recuento
de La Mula muestra las consecuencias. The Wall Street Journal consigna las
declaraciones de inocencia de Urresti, junto con el auto de apertura de
instrucción que lo sindica entre los autores materiales del asesinato de
Bustíos y el intento de asesinato de otro periodista. Associated Press, en un
reporte rebotado por el Washington Post, recoge las declaraciones de la viuda
de Bustíos, Margarita Patiño: “No sólo lo ametrallaron, también estallaron su
cuerpo. Cuando fui a buscarlo, estaba en pedazos. Ningún ser humano se merece
eso”. Margarita Patiño ha declarado públicamente sentirse traicionada por
Ollanta Humala, por quien votó y a quien apoyó en las pasadas elecciones
presidenciales. The Guardian de Inglaterra recoge los descargos de Urresti,
quien afirma que sus manos “no tienen manchas de sangre”, pero recoge también
las declaraciones de Amador Vidal, soldado convicto por el asesinato de
Bustíos, quien sindica a Urresti, señalando que él dirigió personalmente el
operativo.
La Asociación Nacional de
Periodistas, por su parte, advierte en un comunicado público que la posición
asumida por el presidente crea una “amenaza de impunidad”.
Sólo desentona El Comercio, que
en una extensa entrevista de Mariela Balbi a Daniel Urresti pone una sola
pregunta sobre el tema, recogida en la versión impresa y suprimida en la
versión en línea.
Recomiendo fervientemente la obra
teatral “Cómo crecen los árboles” de Eduardo Adrianzén, bajo la dirección de
Gustavo López Infantas, una profunda reflexión sobre por qué la lucha por la
memoria es imprescindible para cerrar las heridas que dejó el tiempo del miedo.
“Sólo dos cosas son irreversibles –dice Dante, el protagonista–: la muerte y el
conocimiento”. Está en el Museo de Arte de Lima hasta el día 15.
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