Nuestro lado bueno dio la cara
FRANCISCO IGARTUA
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FRANCISCO IGARTUA Director Fundador Fondo Editorial Revista Oiga |
Mal escudado en unos taparrabos que él creía eran vestido de
libertad de prensa, Nicolás Lúcar hizo estallar el domingo pasado las pantallas
de las televisoras de todo el Perú con una entrevista irresponsablemente
transmitida al público y en la que, con perversidad y ruindad, se injuriaba al
presidente Paniagua y a otras personalidades nacionales. El tiro, por fortuna,
le salió por la culata y las revelaciones del ex guardaespaldas de Montesinos
más bien sirvieron para mostrar los rostros buenos del Perú. La cara que más
destacó fue la de todo un señor, desinteresado y noble, la de Alberto Andrade,
quien con claridad y energía, con firmeza y sin aspavientos, como es él, se enfrentó
a Lucar, quien engañosamente lo había invitado para que fuera comparsa de la
infamia. Sin mayores preámbulos Andrade se solidarizó con el presidente Paniagua,
principal víctima de la ruindad, calificó al Canal 4 de nido de ratas y se
retiró dejando plantado al terrorista Lúcar. ¡Honor al caballero, al hombre que
sufrió más que nadie la canallesca campaña psicosocial del régimen pasado! A
él, dos veces vencedor del fujimorismo, se lo señaló años atrás como el enemigo
número uno del candidato Fujimori y sin piedad fue maltratada su imagen. Lo
prueban los tristes videos de Gamarra y Bedoya, hombres de la oposición que se
pasaron al gobierno para hacer desaparecer de la política a Alberto Andrade, al
hombre que con mayor dedicación, seriedad y eficiencia se había entregado en
los últimos años al servicio público, a la política con mayúscula. Y,
momentáneamente, lo lograron. Sin embargo, el sobrio y rotundo gesto de Andrade
en defensa de la conocida honorabilidad del presidente Paniagua lo coloca, más
aun por no ser ahora candidato, a la vanguardia de la reserva de nuestra
política.
La torpe escaramuza desestabilizadora
del Canal 4, acto político mal camuflado con ropaje de libertad de prensa y
moralización, no ha sido por completo negativa. Ha servido sobre todo para que
el doctor Valentín Paniagua se alce a la altura que le corresponde por su trayectoria,
como personaje de integridad y decencia desacostumbradas en nuestro medio.
También sirvió para que levantara la voz, con su aguerrido temperamento, el
doctor Carlos Ferrero, otro de los agraviados; y para que el general Ketin Vidal
sosegadamente pusiera los puntos en las íes de su relación laboral con
Montesinos.
Por otra parte, ha retornado del
exilio el ex presidente Alan García, trayéndonos incertidumbres, disimuladas con
su verbo encendido y la precisión de sus mensajes. Probando que es un orador
formidable y un animal político, aunque sin convencer a la mayoría de que haya
madurado. Para los más sigue siendo el simpático e irresponsable bohemio que
fue siempre, el hombre inteligente, agudo y audaz que no sabe calentar asiento
ni puede sosegar el potro desbocado que lleva dentro. Tampoco ha traído respuestas
convincentes a los cuestionamientos que se le hicieron y se le hacen. Alan no
ha aportado luz sino brillo a la penumbra en la que está desarrollándose el
proceso político y más de un peruano con una pizca de maldad debe estar recordando
aquel proverbio campesino que dice así: "al que nace barrigón aunque lo
fajen de niño".
Y, para concluir, una última y no
por ello ni por breve menos importante reflexión. Si ha causado justa indignación
que el incierto testimonio de un guardaespaldas se haya utilizado para lanzar
acusaciones viles contra personalidades intachables, el hecho debe hacemos meditar
en que tampoco es serio dar crédito a las declaraciones de cualquier delincuente
que esté buscando aliviar su condena.
Fuente:
El Comercio, Viernes 2 de febrero de 2001.
Sección Editorial a15
Edición
y Compilación: Jhon Bazán & Josu Iñaki Bazán
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