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DORIS GIBSON PARRA Y FRANCISCO IGARTUA ROVIRA

DORIS GIBSON PARRA Y FRANCISCO IGARTUA ROVIRA
FRANCISCO IGARTUA CON DORIS GIBSON, PIEZA CLAVE EN LA FUNDACION DE OIGA, EN 1950 CONFUNDARIAN CARETAS.

«También la providencia fue bondadosa conmigo, al haberme permitido -poniendo a parte estos años que acabo de relatar- escribir siempre en periódicos de mi propiedad, sin atadura alguna, tomando los riesgos y las decisiones dictadas por mi conciencia en el tono en que se me iba la pluma, no siempre dentro de la mesura que tanto gusta a la gente limeña. Fundé Caretas y Oiga, aunque ésta tuvo un primer nacimiento en noviembre de 1948, ocasión en la que también conté con la ayuda decisiva de Doris Gibson, mi socia, mi colaboradora, mi compañera, mi sostén en Caretas, que apareció el año 50. Pero éste es asunto que he tocado ampliamente en un ensayo sobre la prensa revisteril que publiqué años atrás y que, quién sabe, reaparezca en esta edición con algunas enmiendas y añadiduras». FRANCISCO IGARTUA - «ANDANZAS DE UN PERIODISTA MÁS DE 50 AÑOS DE LUCHA EN EL PERÚ - OIGA 9 DE NOVIEMBRE DE 1992»

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«Cierra Oiga para no prostituir sus banderas, o sea sus ideales que fueron y son de los peruanos amantes de las libertades cívicas, de la democracia y de la tolerancia, aunque seamos intolerantes contra la corrupción, con el juego sucio de los gobernantes y de sus autoridades. El pecado de la revista, su pecado mayor, fue quien sabe ser intransigente con su verdad» FRANCISCO IGARTUA – «ADIÓS CON LA SATISFACCIÓN DE NO HABER CLAUDICADO», EDITORIAL «ADIÓS AMIGOS Y ENEMIGOS», OIGA 5 DE SEPTIEMBRE DE 1995

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LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU

LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU
UNIVERSIDAD DEL PAÍS VASCO

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UNIVERSIDAD DEL PAÍS VASCO

«Siendo la paz el más difícil y, a la vez, el supremo anhelo de los pueblos, las delegaciones presentes en este Segundo Congreso de las Colectividades Vascas, con la serena perspectiva que da la distancia, respaldan a la sociedad vasca, al Gobierno de Euskadi y a las demás instituciones vascas en su empeño por llevar adelante el proceso de paz ya iniciado y en el que todos estamos comprometidos.» FRANCISCO IGARTUA - TEXTO SOMETIDO A LA APROBACION DE LA ASAMBLEA Y QUE FUE APROBADO POR UNANIMIDAD - VITORIA-GASTEIZ, 27 DE OCTUBRE DE 1999.

«Muchos más ejemplos del particularismo vasco, de la identidad euskaldun, se pueden extraer de la lectura de estos ajados documentos americanos, pero el espacio, tirano del periodismo, me obliga a concluir y lo hago con un reclamo cara al futuro. Identidad significa afirmación de lo propio y no agresión a la otredad, afirmación actualizada-repito actualizada- de tradiciones que enriquecen la salud de los pueblos y naciones y las pluralidades del ser humano. No se hace patria odiando a los otros, cerrándonos, sino integrando al sentir, a la vivencia de la comunidad euskaldun, la pluralidad del ser vasco. Por ejemplo, asumiendo como propio -porque lo es- el pensamiento de las grandes personalidades vascas, incluido el de los que han sido reacios al Bizcaitarrismo como es el caso de Unamuno, Baroja, Maeztu, figuras universales y profundamente vascas, tanto que don Miguel se preciaba de serlo afirmando «y yo lo soy puro, por los dieciséis costados». Lo decía con el mismo espíritu con el que los vascos en 1612, comenzaban a reunirse en Euskaletxeak aquí en América» - FRANCISCO IGARTUA - AMERICA Y LAS EUSKALETXEAK - EUSKONEWS & MEDIA 72.ZBK 24-31 DE MARZO 2000

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lunes, 15 de julio de 2013

LA TERCERA: Pedro Gerardo Beltrán Espantoso


La Revolución Verde es un problema muy complejo, una labor científica a la que no puede dedicarse cualquiera, sino quienes han nacido con las dotes que requiere este trabajo.

Cuando los técnicos de la Rockefeller Foundation fueron a México para iniciar los trabajos científicos en la agricultura, todos ellos eran de esta clase. Como es natural, al llegar a México se encontraron con que nadie sabía una palabra del asunto. Había muchos que hablaban o habían escrito sobre el tema. Pero todos eran gente de escritorio. Ninguno se había ensuciado los zapatos yendo al campo.

Yésta es una labor que hay que desarrollar sobre la tierra misma, donde nacen ycrecen las plantas y donde se recoge la cosecha. La labor genética tiene quedesarrollarse en el campo. Pero los análisis, el estudio de los problemas, estrabajo de laboratorio.

Muy pronto los hombres de la Rockfeller Foundation en México encontraron que había jóvenes mexicanos que habían nacido con esta inclinación, del amor al trabajo científico al margen de toda otra consideración, y que podían dedicarse a ello con todo éxito. Esto no es una cuestión de nacionalidades ni de idiomas. Es una cuestión del modo de ser de la gente. Así como no todo el mundo ha nacido para el convento, tampoco hay mucha gente que haya nacido para dedicarse al trabajo científico. Pero cuando se presenta la oportunidad para desarrollar esta labor, entonces es sorprendente el número de personas que tienen condiciones paraesto.

Alguna gente cree, y dice: “Fulano de Tal tiene mucha afición para la agricultura; le gustan las plantas y ha comprado una chacrita que verdaderamente ha dado resultados espléndidos. Además, mantienen su campo muy limpio y los trabajos que hace son verdaderamente un modelo”.

Esta idea de la agricultura tiene muy poco que ver con el trabajo genético científico que requiere la Revolución Verde. En primer término viene el desarrollo de las nuevas variedades. En México, por ejemplo, clasificaron 2,000 variedades de maíz, y estas 2,000 se redujeron a -creo- 12 familias. Una vez individualizadas las características de cada una de ellas, comenzaron a hacerse los cruces, es decir, a fertilizar científicamente unas plantas con el polen de otras, escogidas de acuerdo con las cualidades de cada una.

Pero aquí no termina el trabajo. En México, por ejemplo, llegaron a desarrollar, mediante los cruces, plantas de maíz que rendían muy bien, pero que eran de tallo muy alto. Como cada planta rendía mucho, con el peso se caía el suelo y se perdía la cosecha. Pero entonces encontraron en un lugar de Estados Unidos unas variedades enanas, con las cuales hicieron nuevos cruces, y desarrollaron un tipo de planta de tallo corto que podía soportar el peso de la abundante cosecha.

En los Estados Unidos estos trabajos comenzaron hace más de 40 años, cuando en la tercera década de este siglo Wallace desarrolló su famoso maíz híbrido. En muchas universidades, existen departamentos dedicados exclusivamente a estos problemas que seguramente se ocupan preferentemente de las cosechas y de las situaciones locales. En un lugar pueden hacer estudios sobre el trigo, en otro sobre la soya, en otro sobre el maíz, etc. Debido a todos estos trabajos, altamente científicos, Estados Unidos ha aumentado los rendimientos de prácticamente todos sus sembríos en una forma fabulosa.

Este argumento es quizá el más importante, cuando se trata de convencer a la gente, en cualquier país, de que el trabajo genético de la Revolución Verde no es algo para aficionados.

El primer problema es conseguir que en un país se llegue a comprender (ya sea el gobierno central, ya sea una universidad), que esto es un trabajo altamente científico y debe abordarse con una mentalidad y una organización absolutamente técnica y científica.

Hoy es mucho más fácil conseguir esto, porque existen los centros de la Rockefeller Foundation en México y de Los Baños en Manila, además de todos los que existen en distintos lugares de Estados Unidos que están debidamente organizados y manejados con personal preparado.

Es perfectamente factible organizar un centro semejante llevando de otros lugares a los mejores elementos, personas cuya obsesión por este trabajo las lleva a cualquier parte del mundo. Parecería que cuanto menos se haya hecho antes y más sea la labor por desarrollar, más les atrae la posibilidad de crear algo nuevo. Nada fascina más a un hombre de ciencia que la oportunidad de iniciar él, desarrollar él, un centro donde antes no existía nada.

El país que realmente se dedique a formar un nuevo centro técnico llegará a tener una importancia enorme. En Sudamérica, por ejemplo, no existe ninguno. Pero el trabajo no puede hacerse a la criolla. Por mucho que sea el propósito de hacer bien al país, el experimento mejor intencionado tendrá que fracasar en este esfuerzo, si la labor no se hace a base de la experiencia ya obtenida en los centros técnicos de otros países. Quizá pueda obtener alguna mejora en los rendimientos. Pero la labor será un fracaso por no dar los óptimos resultados que podría haber dado. La experiencia demuestra que los resultados pueden ser verdaderamente sorprendentes, pues no solamente se logra un aumento en lo que produce la tierra, sino que aporta otros beneficios para el país.

Un gravísimo error que predomina en los países que se denominan nuevos, o en proceso de desarrollo, es pensar que, porque los Estados Unidos han alcanzado un sorprendente desarrollo industrial con su nueva maquinaria, con sus nuevas técnicas, para que ellos a su vez alcancen igual adelanto económico, basta con implantar industrias.

En primer término, esta manera de pensar no toma en cuenta que en las últimas décadas los desarrollos en el terreno agrícola en los Estados Unidos han sido por lo menos tan espectaculares como los de la industria.

Además, se olvida que para que una industria tenga bajos costos de producción y dé óptimos resultados, se requiere la producción en masa, la producción de grandes cantidades. Y para esto precisa contar también con un gran mercado no sólo interno sino también en la mayoría de los casos, un mercado internacional.

Un país nuevo debería dedicarse ante todo a lo que esté dentro de sus posibilidades. Además, uno de los grandes problemas en todos los lugares el mundo sin excepción, es el de la alimentación. En los países nuevos, en formación, es mucho más importante ocuparse de la alimentación, de lo que vive el hombre, para alcanzar un mejor nivel de vida. Para que cada hombre rinda más, es preciso que esté bien alimentado, que sea fuerte y capaz.

Desde el punto de vista estrictamente económico, cuanto más alimentos se producen localmente, menos habrá que importar y, por tanto, si se tienen en cuenta las dificultades en las balanzas de pago si no hay suficientes divisas, más necesario es desarrollar localmente la producción de alimentos para no tener que importar. Si no se logra producir suficiente cantidad para que haya un sobrante que exportar, por lo menos es una gran ayuda para la economía del país no tener que importar artículos de alimentación.

Quierollamar muy especialmente la atención sobre esto: para que la Revolución Verdesea efectiva, no basta contar sólo con las nuevas variedades de semillascapaces de aumentar fabulosamente los resultados, como está sucediendo en LosBaños en las Filipinas, sino que, para obtener las grandes cosechas, es necesariocultivar debidamente estas semillas de acuerdo a las nuevas técnicas, es decir,desde el momento en que son enterradas en el campo y durante todo el tiempo desu crecimiento y hasta la cosecha misma.

Durante el viaje que hice al Oriente me dediqué específicamente a estudiar este aspecto del problema. Conociendo la labor que estaban haciendo en Los Baños, creía yo que en todas partes iba a encontrar, en los campos, aumentos fabulosos en los rendimientos. Desgraciadamente, me di con que no había habido mejora (alguna) en los rendimientos y que en el sistema de trabajo en el campo tampoco había habido adelanto. Durante nuestras constantes visitas a los campos cuando estaban trabajando los agricultores y, mezclándonos con ellos, pudimos comprobar que la agricultura seguía en las mismas condiciones en que debió de haber estado hace mil años. Sistemas antiquísimos en todo.

Con las nuevas variedades de semillas sucede lo mismo que con ganado de muy bien pedigree. Por buena que sea la genealogía de una vaca, no puede esperarse de ella la producción de muchos litros de leche todos los días, si no se le da el debido tratamiento, si no se cuida de su salud, etc. De otro modo, fatalmente, el rendimiento bajaría mucho.

Nada es más deprimente que ir de país tras país de esa zona del Oriente y encontrarse que, a pesar de los adelantos en la técnica, la agricultura no ha mejorado en lo menor durante generaciones.

Por fin llegamos a Taiwán y para mi gran sorpresa, me encontré con que allí sí se había hecho lo necesario en el aspecto de la educación de los agricultores sobre cómo debían cuidar su plantas.

Se ha establecido un “Comité Conjunto” que actualmente es una organización de los agricultores y científicos chinos de la isla, pero que fue iniciada por un grupo de americanos que llegó a convencerlos de los beneficios que se derivarían de la labor educativa.

Ellos son los primeros en contar todos los errores que cometieron al principio, antes de obtener resultados. Fueron cambiando su modo de proceder, fueron aprendiendo las lecciones que les enseñaba la experiencia y así llegaron a formar un centro del cual están muy satisfechos. Confiesan que sin duda pueden mejorarlo aún, y están resueltos a hacerlo.

La labor está actualmente dirigida por el Dr. Lee, hombre de una personalidad impresionante, de mucho empuje y de acción, como no se encuentra fácilmente. Ir donde él y sus colegas a pedirles ayuda para la organización de un centro semejante, no es pedirles un favor, sino darles la satisfacción más grande que puedan ambicionar: la de enseñar a otros lo que ellos han aprendido tras años de experiencia.

Ellado educativo de la Revolución Verde es labor distinta de la científica, de lagenética, y del desarrollo de las nuevas variedades de semillas. Si se mezclalas dos cosas, no se va a poder hacer bien ni la una ni la otra.

La labor científica, genética, debe ser desarrollada por un instituto especializado, completamente independiente de las actividades de la otra organización que se dedica a enseñar a los agricultores cómo deben atender al cultivo de las nuevas semillas para obtener los máximos resultados.

Si bien tienden a un mismo fin, la naturaleza de su labor es tan distinta que, si trabajan juntas, lejos de ayudarse mutuamente, van a malograr la efectividad de cada una.

La organización educativa tiene que desarrollar su propia técnica. Como he dicho en el capítulo anterior, tienen que estudiar la mejor manera de sembrar, la mejor distancia entre las plantas, la manera de cultivar, la época de la siembra; el cuidado durante el crecimiento de las plantas, la aplicación de abonos, el control de las pestes y enfermedades, y finalmente, cuando viene la cosecha, el modo de hacerla para no perder sino una proporción ínfima, cómo transportarla, guardarla y hacerla llegar al mercado.

En cuanto a la educación en la agricultura, en ninguna parte se ha hecho algo semejante a lo de Taiwan.

En mi viaje por las Filipinas tuve la suerte de encontrar a un economista, con quien daba gusto discutir. Cuando le pregunté cómo era posible que en las Filipinas obtuvieran de la agricultura los mismos resultados de antes, y no aprovecharan las semillas de Los Baños, me contestó que la educación en los países de esa región se limitaba a enseñar únicamente, en la mayoría de los casos, a leer y a escribir. Sólo unos cuantos seguían la educación superior.

Y sin embargo, me decía este mismo economista, es tan importante obtener los mejores rendimientos de los campos porque de esa manera todo el mundo estará mejor alimentado, los precios serán mucho más bajos, y el país entero se beneficiará. Las grandes cosechas no solamente traen abajo los precios sino que los agricultores no pierden dinero, porque aun si los precios son menores, si la cantidad producida es mucho mayor, deben llegar a ganar mucho más que antes.

Hay que hacer comprender en nuestros países, que esta labor educativa es absolutamente necesaria e indispensable, para aprovechar las semillas desarrolladas por la Revolución Verde.

Sin el debido cuidado en el campo, las más fructíferas semillas no sirven para nada y por tanto no benefician a nadie.

Ahora bien, el que las dos labores de las dos organizaciones -la científica y la educativa- sean distintas y no deben confundirse, no quiere decir que no haya colaboración entre ellas. Cuando en el campo se encuentra problemas de cualquier género, ya sean enfermedades, suelos que no rinden bien, etc., entonces el problema se pone en conocimiento de la estación técnica de genética y los científicos vienen y estudian el caso y desarrollan alguna semilla apropiada o encuentran un remedio. No existe más relación entre los dos institutos.

La labor con los campesinos no puede consistir sólo en imprimir folletos, dar conferencias, y pasar películas. Eso no basta. El agricultor es el hombre más reacio a cualquier innovación. Sólo he encontrado en California agricultores dispuestos a ensayar nuevos sistemas. La razón, supongo yo, es que, por ser la agricultura algo relativamente nueva en esa región, no existe la tradición que amarra el agricultor a las prácticas que han existido durante muchos años.

En Borgoña, en Francia, donde se producen vinos de los mejores, y donde tengo buenos amigos, al llevarme uno de ellos al campo para enseñarme lo que estaban haciendo, yo le decía: “¿Por qué lo hacen ustedes así? ¿Por qué no ensayan otra manera?”.

No puedo olvidar su respuesta: “¡Cómo cree usted que vamos nosotros a cambiar en lo menor lo que hace tantas generaciones se está haciendo y lo que nos ha llevado a producir un vino que es superior al de cualquier otra región!”.

Sin llegar quizá a tal extremo, es cierto que el agricultor no es un hombre que gusta cambiar sus costumbres en el campo. Entonces, no basta con dar conferencias, etc. Es preciso estar con ellos, e ir al campo con ellos.

En Taiwan, por ejemplo, mantienen reuniones regulares, una vez por semana, con los agricultores. Organizan ciclos con grupos que llegan a ser de 20 a 40 agricultores, gente del mismo distrito, que se conocen entre ellos y que hacen frente a problemas semejantes. Con ellos se reúnen los técnicos y difunden los conocimientos.

Naturalmente, esta organización que educa a los agricultores tiene sus campos experimentales, y sabe cómo es la vida entre los agricultores. Si hay un agricultor que dice: “Pues hombre, yo tengo este problema. ¿Lo puedo solucionar de acuerdo a su consejo?”. Entonces van juntos el agricultor y el técnico al campo mismo, para ver de qué se trata y para encontrar la solución.

Hay que encontrar gente con espíritu misionero para realizar esta paciente labor de persuadir a otros sobre lo que deben hacer.

No es fácil encontrar a las personas apropiadas, que tienen que tener suficientes conocimientos y práctica en la agricultura para comprender los problemas y explicar cómo deben ser solucionados.

Tienen que saber también cómo tratar con los agricultores. Hay muchos casos en que sólo el ejemplo convence. Habrá que sembrar entonces un pequeño lote de tierra y cultivarlo como es debido, para convencer a los agricultores reacios.

Como se verá, no es una cosa sencilla, que pueda desarrollarse aisladamente, como la labor del instituto de genética. Hay que formar el espíritu misionero.

Por eso me parece tan útil ir a Taiwan, hablar con el Dr. Lee, trabajar algún tiempo con los del instituto, ver lo que ellos hacen, cuál ha sido suexperiencia anterior, cuáles han sido sus fracasos, por qué llegaron a desarrollar esta labor, y entonces sacar partido entre nosotros a la experiencia de ellos.

Una de nuestras grandes fallas es nuestro orgullo de querer enfrentarnos solos a cualquier problema para hacer ver que somos capaces de solucionarlo sin ayuda ajena. Esto, además de un error, es también una falta grande de inteligencia.¿Para qué correr el riesgo de incurrir en los mismos errores que se han cometido y subsanado en otras partes?

Cuando en el Perú se comenzó a estudiar el problema de la vivienda, pensamos antes que nada en averiguar qué se había hecho en otras partes, conocer los errores que se habían cometido para no repetirlos y ver si lo que había tenido éxito podría también ser hecho en el Perú.

Es preciso dejarse de orgullos ridículos, de pretensiones infantiles, y ser mucho más práctico y aprovechar de la experiencia ajena.

Me parece que sí sería un verdadero motivo de orgullo para cualquiera de nuestros países desarrollar un centro técnico de primera clase que estuviera a la altura de los institutos similares en otras partes del mundo. Para esto no se necesita mucho dinero. Al principio, tienen que venir unos cuantos técnicos de fuera, y luego en el país mismo se encontrará a muchos con verdadera vocación para esta clase de trabajo.

Sería un ejemplo para los demás países que, tarde o temprano, tendrán que seguir el mismo camino. El país que haga primero esta labor será una especie de precursor o inspirador para los otros.

Si lo que se quiere es una presentación para ir a Los Baños o al centro de investigación de México, el camino es muy sencillo: dirigirse a la Rockefeller Foundation en Nueva York y hablarle de los institutos. Ellos serán los primeros en ofrecer su ayuda.

El Dr. Harrar (quien acaba de retirarse) ha trabajado durante muchos años con la Rockefeller Foundation, y seguramente estaría encantado de dar cualquier consejo. Harrar fue el primero en ir a México, cuando nada había todavía allí, de manera que tiene una gran experiencia. Es un hombre difícil, con ideas que no admiten discusiones y que por tanto nada tienen que ver con la educación de los campesinos. A él no hay que hablarle sino de genética y, si se le habla de la educación, cree que uno quiere mezclar ambas cosas.

Harrar es el más conocido, pero hay muchos otros científicos con los cuales se puede entrar en contacto a través de la Rockefeller y la Ford Foundation.

En cuanto a la labor educativa, me parece que hay que ponerse al habla con el Dr. Lee, para lo que no se necesita presentación, ni dirección, porque todo el mundo lo conoce en Taipei, la capital de Taiwan.

Esto es todo lo que puedo hacer aquí a base única de mi memoria, que es bien pobre. Pero en fin, explico a grandes rasgos lo que a mi juicio son los problemas de la Revolución Verde y las conclusiones a las que he llegado después de haber pasado mucho tiempo entre esa gente en el Oriente y de haber estudiado el asunto en otros lugares durante buen número de años.

Se necesita que alguien, o mejor un pequeñísimo comité de no más de tres personas, sea oficialmente encargado de estudiar y recomendar los pasos necesarios para hacer sin pérdida de tiempo, un programa de este tipo.

No se debe nombrar para este cargo a ningún político, vista o no uniforme. Tiene que ser gente científica, apolítica, dedicada a los problemas agrícolas, conocedora de que a la criolla no se puede hacer nada, y que esté resuelta a hacer en su país un centro de investigación científica.


La pena es que los hombres en el gobierno terminan preocupándose casi exclusivamente de los problemas del día, de recoger aplausos, de leer artículos laudatorios en los periódicos. Pero un asunto, por importante que sea, que sólo llame la atención de las masas una vez que empiece a dar resultados, parece no interesarlos. La política acaba ganándolos por entero. Por eso me parece tan importante que las personas escogidas para integrar el pequeño comité propuesto estén completamente alejadas de la política, y tengan verdadera vocación para hacer el bien a sus conciudadanos, preocupación sincera para que no les falten alimentos, deseo eficaz de contribuir a crear la abundancia que permita un mejor nivel de vida a precios accesibles para todos.

LA TERCERA: Pedro Gerardo Beltrán Espantoso


La inflación lleva a los gobiernos a la engañosa política de los subsidios, con los cuales, en realidad, no se hace otra cosa que disimular, a los ojos del público, el verdadero valor de determinados artículos de consumo. Al paso que la inflación continúa, se hace cada vez mayor el monto del dinero que el gobierno dedica al pago de subsidios. De ese modo crece el déficit, y termina de dibujarse el círculo vicioso de la inflación. Para romper ese círculo, algunos de nuestros vecinos, que dejaron avanzar la enfermedad sin ponerle remedio a tiempo, tienen que resignarse ahora a una política de sacrificio muchísimo más penosa y vasta que la que no ha vacilado en solicitar a los peruanos el gabinete que presido.


Medidas duras para salvar la crisis

El gobierno no presume de tener poderes mágicos para restaurar, por decreto, el valor de la moneda, ni para mejorar instantáneamente, como sería su deseo, el nivel de vida de todos los peruanos. Si se quiere una moneda sana, si se quiere que la vida no encarezca, si se quiere llevar paz a los hogares, si se quiere tener en cuenta las angustias y las legítimas expectativas de amas de casa y padres de familia, hay que aceptar medidas que pueden parecer duras pero que, sin duda, son imprescindibles. En verdad, para pasar de esta orilla de la crisis a la otra de la estabilidad y el bienestar, no queda más remedio que atravesar el vado y resignarse a una cuota de sacrificio que afecta a todos, y que sólo ha hecho y hará excepciones, en la medida de lo posible, en favor de los sectores más necesitados de la población. Incurrirá el gobierno en muy grave responsabilidad si perdiese de vista las finalidades que se ha trazado, por falta de un valor para adoptar las medidas que la situación impone. Sin una excepción, sólo han podido superar crisis como la nuestra los países que han encarado francamente los problemas; los que han puesto, por encima de toda otra consideración, el bienestar permanente del mayor número y han aceptado los momentáneos sacrificios necesarios para alcanzar su objetivo.


El problema presupuestal tiene dos aspectos. Uno se refiere al presupuesto de 1959; el otro, al de 1960. Para 1959, se ha previsto un déficit del orden de los mil millones de soles, según expuso con tanta entereza mi antecesor en la cartera de Hacienda, señor Luis Gallo Porras. Tenemos pues ahora que enfrentarnos al problema de cerrar el ejercicio, en los meses que faltan de aquí a diciembre, sin recurrir a préstamos del Banco de Reserva. Para ese objeto, el gobierno ha tomado ya varias medidas que tienden bien a disminuir los gastos, bien a aumentar las entradas, y estudia otras, algunas de las cuales pueden requerir aprobación legislativa y serán, entonces, sometidas a consideración del Parlamento. No puede pensarse, empero, en aumentar la carga tributaria, ya excesiva, que está agobiando nuestra postrada economía.


Suprimir los subsidios

Para su política presupuestaria de equilibrio, el gobierno, en primer término, habrá de introducir todas las economías posibles, como ya se ha hecho y se seguirá haciendo en todos aquellos renglones cuya supresión o cuya reducción no perjudique el eficaz funcionamiento de las instituciones públicas.


De igual manera, es preciso suprimir los subsidios. Los subsidios son indefendibles porque, como ya he dicho, sólo sirven para disimular transitoriamente los efectos de la inflación a los ojos del público, manteniendo artificialmente bajo el precio de determinados artículos con el dinero proveniente de emisiones de billetes que encarecen todos los demás. Económicamente, son inconvenientes porque desalientan la producción nacional. Financieramente, son desastrosos porque originan o aumentan el déficit presupuestal. Son pues causa de inflación y, por lo tanto, encarecen la vida con mayor daño para los más necesitados, los mismos a quienes con el subsidio se dice defender.


Es preciso también establecer, entre nosotros, el mercado de capitales que capacite al gobierno para atender a sus gastos, en la época en que disminuyen los ingresos, sin necesidad de recurrir al Banco de Reserva. En otros países, cuando los gobiernos tienen apremio de dinero, emiten bonos que colocan en el público. Actualmente, entre nosotros, esa operación no es posible, porque el Estado carece de crédito. Empero, en los más agudos momentos de la crisis de hace casi 30 años, cuando me tocó presidir el Banco de Reserva, se encontró la manera de que la caja fiscal, cuya falencia era completa, hiciera frente a sus obligaciones sin recurrir a emisiones de billetes. Se emitieron entonces, los llamados vales aduaneros cuyo valor en el mundo estaba asegurado, por el hecho de que podían ser utilizados para el pago de impuestos a las aduanas. Aquella experiencia puede aprovecharse y perfeccionarse ahora, y así, en vez de descontar obligaciones del Tesoro en el Banco de Reserva, el gobierno podrá emitir vales tributarios, señalándoles un adecuado tipo de interés. Se lograría introducir en el mercado un papel que contribuirá a restaurar el crédito del Estado y eliminaría la necesidad de recurrir al Banco de Reserva. El respectivo proyecto de ley será remitido próximamente al Parlamento.


Reforma de la Administración

El gobierno tiene clara conciencia de que varias de las medidas que ha tomado y de las que proyecta tomar están encaminadas principalmente a reducir el déficit presupuestal de 1959, y a procurar el balance presupuestal de 1960. Son medidas de urgencia, pero no son todavía medidas de profundidad. No son las medidas radicales que el país necesita, y que deben adoptarse imperativamente. Entre ellas, hay que mencionar la reforma integral de la administración pública.


Entre nosotros, el aparato administrativo ha ido creciendo por generación espontánea. Ha ido creciendo a medida que ha aumentado el número de habitantes, y se ha elevado a los guarismos del Presupuesto. Oficinas y dependencias se han agregado unas a otras, se han añadido unas a otras, sin ningún sentido orgánico y sin ninguna visión de conjunto. Como consecuencia, la maquinaria del Estado muchas veces resulta dispendiosa, estéril, y en una palabra, ineficiente frente a las exigencias de la vida moderna y a la condición general de un país como el nuestro, pobre y atrasado, que necesita irrigaciones, caminos, escuelas, hospitales, puestos de policía, estaciones agrícolas, centros de asistencia técnica. Pero la reforma administrativa requiere tiempo, estudio, comparación con la experiencia en otros países, aparte de enérgica voluntad para llevarla adelante.


Una vez que el gobierno consiga finalmente equilibrar sus gastos y sus ingresos y alcanzar así la estabilidad monetaria eliminando la causa del encarecimiento de la vida, podrá decirse, con fundamento, que su obra es incompleta. Podrá decirse que ha construido el cimiento indispensable, pero que todavía no levanta el edificio. Porque no se trata solamente de abandonar esta orilla de la crisis, sino de alcanzar la otra orilla de la prosperidad. Porque se trata de derrotar la inflación como paso previo imprescindible para procurar, en seguida, el bienestar del mayor número.


Puesta en orden la Hacienda Pública, el gobierno debe aplicar siempre el freno a sus gastos puramente burocráticos, con el fin de disponer de sumas cada vez mayores que puedan dedicarse a obras de promoción y de aliento que mejoren las condiciones de vida de todos los peruanos.


El gobierno no es dueño de las rentas públicas. Es solamente el administrador de las rentas que la Nación entrega al Estado por la vía de los impuestos. Es en cierto modo, el gerente de una vasta asociación que constituimos diez millones de peruanos. Por eso, debe hacer honor a la confianza que en él se deposita. Por eso, debe ser escrupuloso en el empleo de cada centavo, y debe sacar a cada centavo del Tesoro el máximo provecho, porque ese centavo no es suyo sino de los hombres que trabajan y contribuyen al sostenimiento del Fisco. Por eso, debe atender, no lo intereses de un círculo, de un sector o de una determinada clase, sino los intereses de todos los asociados.


Dentro de esa misma filosofía del bien común, yo he dicho, señores representantes, que así como el objetivo de la política financiera del gobierno es el saneamiento de la hacienda y la estabilidad monetaria, el cual puede a mi juicio, alcanzarse en el Plazo de un año, el objetivo de la política económica del gobierno es y no debe ser otro que la elevación del nivel de vida de todos los peruanos.


Me tomo, sin embargo, la libertad de insistir en que no puede pensarse en ninguna construcción sólida, no puede pensarse en superar el atraso ni vencer la miseria, no puede pensarse en explotar nuevas fuentes de riqueza, en ofrecer trabajo a nuestra población en aumento, en alentar capitales propios y atraer los de fuera sin el fundamento de la estabilidad monetaria. Alcanzar esa estabilidad es el primer compromiso que, ante el Parlamento y el país, asume el gabinete que presido.


Dentro del marco de un sólido orden jurídico que ponga a cubierto la actividad productora de medidas arbitrarias que pueden alterar su normal desenvolvimiento, con la base de una moneda estable, con el aliento de la libertad económica, no sólo no van a fugar los capitales del Perú, sino que van a acudir para colaborar con nosotros en la empresa de transformar nuestro país y de mejorar efectivamente las condiciones de existencia de sus habitantes.


Reformas Tributaria y Agraria


En ese sentido, la legislación tributaria debe inspirar confianza en su estabilidad, a fin de desvanecer el temor a cambios imprevistos que hacen imposibles o difíciles los cálculos necesarios para decidirse a inversiones a largo plazo. La reforma tributaria debe suponer la rápida y justa acotación de los impuestos, a base de tasas progresivas que impongan una contribución proporcionalmente más alta a quienes disfrutan de mayores rentas. Debe incluir la reorganización de la entidad que los recauda. Debe contemplar exoneraciones e incentivos para las nuevas industrias siempre que no impliquen desleal competencia para las ya existentes. Debe otorgar tratamiento favorable a las utilidades que se reinvierten en vez de distribuirse en forma de dividendos, y permitir el rápido castigo de la maquinaria y el cálculo de la depreciación a base del costo de reposición. Tales dispositivos deberán incluirse en la ley de industrias cuya pronta aprobación encarezco al Parlamento.