Mensaje presidencial 21 de mayo
Mensaje a la Nación, de S.E. el Presidente de la República,
don Sebastian Piñera Echenique:
“Del Chile del bicentenario al país de las oportunidades”
Valparaíso, 21 de mayo de 2010
Quiero felicitar a todos y cada uno de los miembros de
nuestro Congreso Nacional. No sólo por sus recientes elecciones, con las que el
pueblo los ha distinguido, sino también, por el honor que compartimos y que nos
permitirá servir a nuestra Patria, con nuestro esfuerzo y lo mejor de los
talentos que Dios nos dio, al inicio de esta nueva década.
Década que será recordada como una de las más decisivas en la
historia de Chile.
Porque antes que esta década concluya, Chile habrá alcanzado
el desarrollo y superado la pobreza.
Un desarrollo integral, que traerá oportunidades de progreso
material y espiritual para todos sus hijos, como nuestra patria no ha conocido
jamás.
Ese fue mi principal compromiso como candidato y será mi
mayor motivación como Presidente.
Todos sabemos que se trata de una meta ambiciosa y exigente.
Y que el camino a las altas cumbres siempre es arduo y dificultoso. Pero
sabemos también que, con unidad nacional, el aporte de todos y la ayuda de
Dios, seremos capaces de cumplirla.
Durante los próximos cuatro años, nuestro gobierno va a
promover y el Congreso deberá debatir y pronunciarse sobre los temas más
trascendentes para el futuro de Chile.
Porque las decisiones que en el Congreso se adopten o dejen
de adoptarse, definirán, para bien o para mal, el país en que vivirá no sólo
nuestra generación, la generación del Bicentenario, sino también la de nuestros
hijos y las chilenas y chilenos que están por venir.
Es verdad. De acuerdo a nuestra Constitución, el deber de dar
cuenta al país del estado de la Nación, cada 21 de mayo, corresponde al
Presidente de la República. Pero la responsabilidad de construir un país mejor
compromete a todos, y especialmente, a quienes estamos hoy reunidos en este
Congreso Nacional. Porque el Presidente y el Congreso son aliados, y no
rivales, en la causa de traer progreso y bienestar para Chile y los chilenos.
Inspirado en esta convicción, nuestro gobierno hará todos los
esfuerzos necesarios para crear un clima de unidad y colaboración y buscar
diálogos y acuerdos fecundos, en todas las áreas de interés nacional.
Queridos compatriotas, han transcurrido 10 semanas desde que
asumí la Presidencia de la República. Al dirigirme al Congreso Pleno, en mi
primer mensaje a la Nación, no vengo a ofrecer reposo ni sosiego, sino entrega
y sacrificio, futuro y esperanza.
Chile vive hoy tiempos históricos, dramáticos y de grandes
oportunidades.
Históricos, porque en cuatro meses más celebraremos nuestro
Bicentenario y comenzaremos a forjar nuestro tercer siglo de vida
independiente.
Quisiera honrar a los padres fundadores de la Patria.
Aquellos que hace doscientos años decidieron iniciar la hermosa y desafiante
aventura de la libertad y la independencia. Me refiero a Bernardo O’Higgins,
José Miguel Carrera, Manuel Rodríguez y a todos quienes dieron su vida en
defensa de nuestra Patria y de nuestra República. Gracias a ellos, los chilenos
somos hoy ciudadanos libres e iguales, vivimos en democracia y estamos regidos
por la soberanía del pueblo, instituciones sólidas y un estado de derecho.
Quiero recordar también a aquellos hombres y mujeres que me
han antecedido en este cargo, dirigiendo con patriotismo, lealtad y honor los
destinos de nuestro país. En especial a los ex Presidentes que aún nos
acompañan: Patricio Aylwin, Eduardo Frei, Ricardo Lagos y Michelle Bachelet. A
todos ellos les rendimos hoy un sentido homenaje.
En esta fecha histórica, tenemos muchas razones para estar orgullosos
de nuestra Patria y de sus primeros doscientos años de vida independiente. Pero
tenemos todavía más motivos para creer y confiar en su futuro. Porque comparto
con ustedes la convicción que lo mejor de Chile está todavía por venir. Y
nosotros tenemos la misión de ser los arquitectos y albañiles de esa Patria
libre, grande y justa.
Queridas amigas y amigos, vivimos también tiempos dramáticos
y de adversidad. Nuestro país se encuentra golpeado y herido por una de las
peores catástrofes naturales de nuestra historia. Hace sólo 83 días, sufrimos
el embate del quinto mayor terremoto que ha conocido la humanidad. En las horas
que siguieron, el mar azotó con furia nuestras costas.
521 personas perdieron la vida. 56 se encuentran aún
desparecidas y más de 800 mil compatriotas resultaron damnificados. Son estas
pérdidas las que representan nuestro mayor dolor. El dolor de una madre que
pierde a su hijo o el de un hijo que pierde a su madre. Sabemos que para ellos
nada será como antes. Para nosotros tampoco.
Por eso, en recuerdo de cada uno de ellos, para que nunca los
olvidemos, quiero invitarlos a ponerse de pie y guardar un momento de silencio
en su memoria.
La tragedia significó también una gran destrucción de
propiedad pública y privada, que alcanza cifras inmensas. Ciudades tan
importantes como Talcahuano, Concepción, Talca, Constitución o San Antonio
quedaron gravemente afectadas. Pueblos enteros, como Dichato, Iloca, Pelluhue y
Curanipe prácticamente desaparecieron. A nivel nacional, casi 200 mil viviendas
quedaron derrumbadas o seriamente dañadas, al igual que más de cuatro mil
escuelas, 79 hospitales, 56 consultorios y más de 200 puentes. Miles de
empresas –especialmente pequeñas y medianas- quedaron arruinadas; decenas de
miles de empleos perdidos y muchos sueños y proyectos de vida devastados.
El daño bruto total, tanto público como privado, antes de
recuperaciones de seguros, asciende a cerca de US$ 30 mil millones,
equivalentes al 18% del PIB. Esto representa el mayor perjuicio patrimonial de
nuestra historia. Estamos, en consecuencia, frente a un desafío extraordinario,
cuya superación requerirá de esfuerzos humanos y económicos, también
extraordinarios.
Por cierto esta emergencia no estuvo contemplada en nuestros
planes de gobierno ni en los de nuestros contendores.
Durante la pasada campaña nunca debatimos cómo llevar
consuelo y esperanza a aquellos compatriotas que sufrieron las consecuencias de
una tragedia de esta envergadura.
Hoy debemos transformar esta tragedia en una oportunidad para
construir, entre todos, un Chile mejor.
Por eso, durante estas semanas me he preguntado qué sintieron
y dijeron mis antecesores al Congreso Pleno, cuando también tuvieron que
enfrentar grandes catástrofes naturales.
Quería saber cómo había respondido un liberal como Pedro
Montt al terremoto de Valparaíso de 1906; o un radical como Pedro Aguirre Cerda
frente al de Chillán en 1939; o un independiente como Jorge Alessandri al de
Valdivia en 1960. ¿Qué dijeron entonces? ¿Qué nos habrían dicho hoy?
Todos ellos hablaron ante el Congreso Pleno desde sus propias
convicciones. Y todos, sin excepción, apelaron a un mismo sentimiento
patriótico. En momentos de dolor, adversidad y tristeza, dijeron entonces y nos
repetirían hoy: ¡Chile debe unirse como una gran familia¡.
Chilenas y chilenos: tal como en 1906, 1939 o 1960, hoy
también debemos unirnos como una gran familia para enfrentar y superar estos
tiempos de dolor, adversidad y tristeza.
En estas trágicas circunstancias, debemos recordar que no hay
caminos hacia la unidad. La unidad es el camino. En la unidad está la raíz de
nuestra fuerza, y en la división, el germen de nuestra debilidad. Para
enfrentar estos tiempos, necesitamos más que nunca la unidad entre gobierno y
oposición, entre sector público y privado, entre trabajadores y empresarios y
entre el Estado y sociedad civil.
Unidad que no significa confundir roles ni renunciar a
valores, principios o convicciones. Significa simplemente no olvidar que, más
allá de nuestras legítimas diferencias, existe una causa y misión más noble que
nos une: hacer grande a Chile y facilitar los caminos hacia una sociedad de
oportunidades, seguridades y valores, que nos facilite la búsqueda de la
felicidad. Y nunca olvidar que compartimos un profundo amor por Chile y somos
hijos del mismo Dios.
Compatriotas, además de tiempos históricos y de adversidad,
hoy vivimos también tiempos de oportunidades y futuro. Nunca antes en nuestros
200 años de vida independiente, habíamos estado tan preparados para conquistar
el desarrollo, derrotar la pobreza y crear una sociedad de auténticas
oportunidades, verdaderas seguridades y sólidos valores.
Una sociedad de auténticas oportunidades significa que todos
puedan, con su talento y esfuerzo, lograr su realización personal. Una sociedad
de verdaderas seguridades para todos significa que si alguien tropieza o cae,
no quedará solo y abandonado. Una mano solidaria lo ayudará a ponerse de pie y
volver a caminar por sus propios medios. Una sociedad de sólidos valores
significa respetar y proteger la vida, su dignidad y los derechos humanos; no
discriminar a nadie por su origen étnico, situación económica, apariencia
física, opción religiosa o preferencia sexual. Significa también respetar y
promover la familia, la naturaleza, la honestidad, la justicia, la fraternidad
y la paz.
Ante estos desafíos debemos recordar las palabras del Papa
Juan Pablo II, cuando en su visita a Chile se refirió a las causas morales de
la prosperidad afirmando que “ellas residen en una constelación de virtudes: la
libertad de emprender, el orden, la honestidad, la iniciativa, la austeridad,
el espíritu de servicio, el cumplimiento de la palabra empeñada, la audacia; en
suma, amor al trabajo bien hecho”.
Es verdad que en los últimos años Chile ha progresado, y
mucho. Hoy somos un ejemplo para América Latina en muchos sentidos, y todos
podemos sentirnos orgullosos de lo que hemos logrado.
Pero también es cierto que estamos recién a mitad de camino
hacia el desarrollo. Necesitamos apurar el tranco, porque aún nos falta un buen
trecho para llegar a la cima. Y si bien, la segunda mitad del ascenso es
siempre la más difícil, puedo asegurarles que es también la más hermosa.
Nuestro desafío es probablemente el más audaz y ambicioso que
Gobierno alguno haya planteado ante el Congreso Pleno: nos proponemos que, al
culminar esta década, Chile no sólo se haya levantado y superado la adversidad,
sino también, se haya convertido en un país desarrollado, sin pobreza y con
oportunidades para todos.
Un país más libre, en que todos podamos desarrollarnos en
plenitud.
Un Chile en que el éxito dependa, fundamentalmente, del
mérito y el esfuerzo.
Un país en que todas las escuelas otorguen a sus alumnos
educación de calidad y la oportunidad de ser profesionales.
Un Chile donde el temor lo sientan los delincuentes y
narcotraficantes y no las personas honestas.
Un país donde tener hijos no sea un impedimento para que la
mujer trabaje. Ni el trabajo un impedimento para que la mujer tenga hijos.
Un Chile en que las familias tengan viviendas y barrios de
calidad, donde puedan formar verdaderos hogares.
Un país con un sistema de salud digno para todos.
Un Chile en que las pequeñas empresas puedan llegar a ser
medianas, y las medianas, grandes.
En síntesis, un Chile en que todos puedan realizarse como
personas, cumplir sus proyectos de vida y encontrar la felicidad.
¿Se trata acaso sólo de un sueño, de un desafío imposible?
Para algunos, quizás. Pero no para quienes amamos con pasión a nuestra patria y
tenemos la firme voluntad de transformar este sueño en una realidad. Esa es la
gran misión de nuestra generación, la generación del Bicentenario.
Porque, como nunca antes, tenemos todo para alcanzar el
desarrollo. Una democracia sólida y respetada, una economía libre, competitiva
y abierta al mundo, un espíritu emprendedor latente en cada hijo de esta tierra
y una geografía generosa en recursos naturales. Y por sobre todo, un pueblo con
carácter, determinación y convicción. Un pueblo que, frente a la catástrofe del
27 de febrero, una vez más mostró su coraje y fortaleza.
¿Qué nos falta? ¿Capacidad? ¿Territorio? ¿Mercados?
Ciertamente no. ¿Nos faltan recursos humanos o naturales? Tampoco. Sólo
necesitamos las ganas, la voluntad, el coraje y la unidad para lograrlo.
Amigas y amigos: El futuro está golpeando nuestras puertas y
ese futuro es generoso con los que lo abrazan e indiferente con los que lo
dejan pasar. El tiempo es ahora. Esta es una encrucijada histórica y ética.
Levantemos la vista para ver qué hay más allá del horizonte, desplacemos los
límites de lo posible y abracemos ahora la aventura del futuro, que es la
aventura de la libertad, el progreso, la justicia y la paz.
Chilenas y chilenos, en los días siguientes al terremoto y
maremoto, hemos visto a nuestro pueblo, literalmente, levantarse de las ruinas.
Conocimos las historias de muchos héroes anónimos que
arriesgaron, e incluso perdieron sus vidas, por salvar la de otros
compatriotas. Vimos la labor abnegada y solidaria de nuestras Fuerzas Armadas y
de Orden, que cambiaron el fusil y la metralleta por la pala y el martillo.
Vimos movilizarse a miles de voluntarios e instituciones de la sociedad civil,
como Un Techo para Chile, el Hogar de Cristo, la Cruz Roja, el cuerpo de
Bomberos y tantas otras. Vimos el compromiso de trabajadores y empresarios. De
artistas y deportistas. De gendarmes e internos. De profesores y alumnos. De
médicos y enfermeras. De funcionarios públicos y municipales. De senadores,
diputados, alcaldes y concejales, de todos los signos políticos. A todos ellos,
y a muchos más, los vimos trabajando hombro con hombro, junto al Gobierno de
Chile, para aliviar el dolor de las víctimas y reconstruir, no sólo las
viviendas, escuelas y hospitales destruidos, sino también el alma y el espíritu
de nuestro pueblo.
El mismo día del terremoto, luego de recorrer personalmente
las zonas más afectadas, convoqué al futuro gabinete. Aun conmovidos por la
tragedia, tuvimos nuestra primera reunión para planificar cómo enfrentaríamos
la catástrofe. En los días que siguieron, trabajamos incansablemente en
terreno, con la gente, y también en La Moneda, para presentar al país un
completo plan que nos permitiera abordar la emergencia y reconstrucción.
Este plan, que dimos a conocer siete días después de haber
asumido, contempló tres objetivos, de distinta naturaleza y plazos, pero
simultáneos en su inicio.
El primero consistió en abordar la emergencia ciudadana
inmediata. Acompañar a las familias en el doloroso proceso de dar sepultura sus
muertos, auxiliar a los heridos y agotar los esfuerzos para encontrar a los
compatriotas desaparecidos. Restablecimos el orden público y garantizamos el
abastecimiento de servicios básicos como el agua potable, electricidad y
alimentos. Esta emergencia inmediata la logramos superar a fines de marzo,
cuando levantamos los estados de excepción constitucional que regían en 3
regiones de Chile.
Pero la emergencia no ha terminado. Nuestro segundo objetivo
es enfrentar la emergencia del invierno en materia de viviendas, educación,
salud e infraestructura. Este desafío es una angustiante carrera contra el
tiempo, el frío, las lluvias y las enfermedades. El cumplimiento de estas
tareas, antes del inicio del invierno, lo estamos encarando con un sentido de
verdadero apremio y urgencia. Porque nos quedan sólo treinta días.
Con satisfacción y plena conciencia de los desafíos
pendientes, les puedo decir hoy que muchas de estas metas están cumplidas.
En materia de educación, el 11 de marzo, 1.250.000 niños y
jóvenes no podían iniciar su año escolar porque sus escuelas estaban destruidas
o severamente dañadas. Estábamos frente a la peor crisis de la historia y el
mayor desafío de nuestro sistema educacional. Nos propusimos, junto al Ministro
de Educación, ganar esta batalla en 45 días. Para ello, empleamos múltiples y
creativas soluciones. Transferimos recursos para que los propios municipios y
comunidades repararan establecimientos educacionales sin daño estructural,
construimos escuelas modulares, habilitamos tiendas de campaña y acondicionamos
buses, sedes sociales, comisarías y hasta cuarteles para acoger
transitoriamente a nuestros alumnos.
Ese plazo de 45 días se cumplió el 26 de abril. Y lo
logramos. Ese día todos los niños y jóvenes pudieron reiniciar con normalidad
su año escolar.
Esta es la nueva forma de gobernar. Nos impusimos una meta y
la cumplimos. Quizás no siempre podamos alcanzarlas, pero siempre pondremos
nuestros mejores esfuerzos y les hablaremos a los chilenos con la verdad.
En materia de salud, la meta también era desafiante. 79
hospitales y 56 consultorios resultaron destruidos o dañados. Para enfrentar la
emergencia instalamos decenas de hospitales modulares y de campaña. Hoy, 21 de
mayo, puedo informar que contamos con los recursos humanos y físicos para
brindar a todos una atención de salud digna. Y cuando este año concluya,
nuestro sistema de salud contará con más camas que las que teníamos antes del
27 de febrero pasado.
También implementamos programas especiales de atención de
salud, tanto física como sicológica. Más de 4 millones de personas fueron
vacunados contra la influenza humana. Más de 10 mil niños de Talcahuano y otras
áreas costeras, así como miles de voluntarios, han sido vacunados contra la
Hepatitis A.
Y a través del programa “Salud en Terreno” estamos
monitoreando, día a día la salud física y emocional de las familias que viven
en campamentos, albergues y aldeas.
En materia de vivienda, enfrentamos la necesidad de construir
45 mil viviendas de emergencia. Esa cifra supera la suma de todas las
construidas en los últimos 10 años. Nosotros teníamos sólo 102 días para
levantarlas, antes de la llegada del invierno, el frío y las lluvias. Con gran
satisfacción, puedo informar hoy que ayer superamos esta meta, construyendo la
vivienda Nº 50.000. Se trató de un esfuerzo de muchos. Del comité de
emergencia, encabezado por el Ministro del Interior, de Un Techo para Chile,
del cuerpo militar del trabajo y de miles de voluntarios. Adicionalmente, a
través del “Programa Manos a la Obra”, a la fecha 25 mil familias han podido
reparar sus viviendas.
Asimismo, hemos implementado un bono de hasta 100 mil pesos
para que los afectados adquieran, a través de sus municipalidades, materiales
de construcción para efectuar mejoras a sus viviendas provisorias y hemos
mejorado su impermeabilidad. Todo ello, unido a los albergues y otras
soluciones transitorias, nos permite afirmar que ningún chileno deberá
enfrentar el invierno a la intemperie.
Pero estamos concientes que la emergencia habitacional no
terminará mientras no entreguemos viviendas definitivas a todos los
damnificados.
En materia de obras públicas, las tareas prioritarias para
abordar la emergencia fueron tres. La recuperación de la conectividad vial, el
restablecimiento de los servicios de agua potable y la recuperación de la infraestructura
costera.
A la fecha, un 88% de los puentes que resultaron dañados han
sido recuperados total o parcialmente.
En materia de agua potable, el 100% de los sistemas urbanos
están reestablecidos, y a nivel rural, más del 98% de los sistemas están
entregando agua, ya sea autónomamente o con apoyo externo.
En lo relativo a caletas de pescadores, el 77% se encuentran
parcial o totalmente operativas, y el 70% de los muelles ya han recuperado su
operatividad normal.
El tercer y más desafiante objetivo de nuestro plan es
reconstruir Chile. Esta tarea no tomará días, ni semanas ni meses, sino que
requerirá del esfuerzo de años.
Pero esto, lejos de abatirnos, nos entusiasma, porque nos
ofrece la magnífica oportunidad de construir un país mucho mejor que el que
teníamos antes del terremoto.
Para ello, hemos puesto en marcha un ambicioso plan, que
hemos denominado “Levantemos Chile”, que nos permitirá reconstruir o reparar,
con estándares más modernos y eficientes, muchas de las viviendas, escuelas,
hospitales, puentes e infraestructura pública, deportiva y cultural destruida.
En materia de vivienda, los recursos públicos comprometidos
alcanzan los US$ 2.300 MM. Ellos permitirán que 135 mil familias reciban
subsidios para la construcción de viviendas nuevas durante los próximos 24
meses, y 65 mil para la reparación durante este año. Esto nos permitirá reponer
o reparar la totalidad de los hogares destruidos o dañados por el terremoto y
cumplir con nuestro programa habitacional, que contempla la entrega de más de
600 mil soluciones definitivas durante los próximos 4 años.
En educación, la inversión pública alcanzará los US$ 1.200 MM
y permitirá reconstruir o reparar más de 1.000 escuelas y liceos municipales,
más de 300 salas cunas y jardines infantiles y reponer el equipamiento escolar
dañado.
En materia de salud, los recursos públicos para la
reconstrucción ascienden a US$ 2.100 MM, y permitirán levantar o reparar más de
13 hospitales y decenas de consultorios y postas, además de la instalación de
16 hospitales modulares y el reposicionamiento del valioso equipo médico
destruido.
Finalmente, en infraestructura pública, asignaremos US$ 1.146
MM para la reconstrucción o reparación de caminos, puentes, puertos,
aeropuertos, tribunales, comisarías, caletas de pescadores, colectores de aguas
lluvias y servidas, sistemas de agua potable y edificios públicos. Ayer
habilitamos el Puente Ferroviario que volverá a unir a Concepción con San Pedro
de la Paz y estamos trabajando arduamente para recuperar, este año, los puentes
Llacolén y Juan Pablo II en el río Bío Bío.
Adicionalmente, se destinarán más de US$ 600 MM para reparar
la infraestructura dañada de nuestras Fuerzas Armadas.
En suma, el desafío de levantar Chile requerirá una inversión
pública, después de la recuperación de los seguros, que supera los US$ 8.400
MM.
Para financiar este formidable esfuerzo de reconstrucción
recurriremos a múltiples fuentes de financiamiento.
Ya enviamos al Congreso un proyecto de ley que nos permitirá
recaudar, en los próximos 3 años, US$ 3.235 MM, a través de un incremento
transitorio en el impuesto de primera categoría a las empresas y una sobretasa
transitoria a las contribuciones del 5% de las propiedades de mayor valor.
Además, se aumentará el royalty a las grandes empresas mineras y se elevará de
manera permanente el impuesto a los tabacos, con la finalidad no sólo de
recaudar mayores recursos, sino también, de reducir el tabaquismo y mejorar la
salud de los chilenos.
Como pueden apreciar, se trata de un gran esfuerzo, que recae
principalmente en las grandes empresas y sectores más favorecidos, para ayudar
a financiar las tareas de reconstrucción e ir en ayuda de las personas
damnificadas.
El remanente lo financiaremos con un esfuerzo de austeridad,
un uso moderado y responsable de ahorros externos y endeudamiento público,
reasignaciones del Fondo de la Ley Reservada del Cobre, ventas de activos
prescindibles y disminución de la evasión tributaria.
Hemos querido también incentivar la solidaridad del sector
privado, a través de un proyecto de ley de Donaciones, cuya aprobación ayer por
este Congreso agradezco, dado que financiará un Fondo Nacional de
Reconstrucción que estimamos recaudará del orden de US$ 300 millones
adicionales.
Quiero aprovechar de pedir al Congreso Nacional, una vez más,
la oportuna aprobación del Proyecto de ley de Financiamiento de la
Reconstrucción, que nos permitirá contar con los recursos necesarios para
reconstruir nuestro país y ayudar a nuestros compatriotas damnificados.
Pero en estos 71 días desde que asumimos el mando de la
nación, el trabajo del Gobierno no ha estado sólo orientado a enfrentar la
emergencia y reconstrucción. También hemos estado empeñados en construir el
futuro.
Instalamos el nuevo Gobierno, después de 20 años de gobierno
de la Concertación, nombrando a más de 1.000 autoridades y funcionarios. Para
ello, convocamos a personas, con verdadera capacidad, preparación y vocación de
servicio público.
Además, a esta fecha hemos presentado 19 proyectos de ley y
muchas indicaciones legislativas, lo que supera lo realizado por los últimos
Gobiernos. De estos, el Congreso ya ha despachado seis, que son ley de la
República, en materias tan importantes como el Bono Marzo Solidario, la
Ampliación y Extensión del Seguro de Desempleo, la creación del mecanismo de
donaciones y Fondo de Reconstrucción, entre otros, lo que constituye un record
en las últimas dos décadas.
En materia de delincuencia, además de las iniciativas
legislativas presentadas, junto a Carabineros y la PDI hemos logrado avances
muy significativos, como el eficaz resguardo del orden público y seguridad
ciudadana en el día conocido como del Joven Combatiente y el día del Trabajo.
También hemos hecho sentir a los delincuentes y
narcotraficantes un cambio de mano. En una batalla que es fundamental para
garantizar la seguridad ciudadana, en los dos primeros meses de nuestro
gobierno Carabineros y la PDI realizaron arrestos masivos de delincuentes
prófugos, incautaron casi 3 veces más armas de fuego ilegales y recuperaron 2,5
veces más vehículos robados, que el año anterior.
En estos 71 días además, los decomisos de pasta base y
precursores químicos efectuados por ambas policías, totalizaron más de 1.500
kilos y 16 toneladas respectivamente. Lo que equivale a lo que antes tomaba
hasta un año alcanzar y evitó que casi 8 millones de dosis envenenaran a
nuestros jóvenes.
Pero el terremoto tampoco nos ha distraído de nuestro
compromiso con los más pobres y la clase media. En sólo días este Congreso
aprobó el Bono Marzo Solidario, de $ 40 mil pesos por carga familiar, que
benefició a más de 4 millones de personas y 2,2 millones de familias
vulnerables y de clase media.
En materia laboral, hoy se encuentra en plena ejecución un
programa extraordinario para crear 60 mil nuevos empleos para la
reconstrucción. Adicionalmente, a través de iniciativas legales y de un
dictamen de la Dirección del Trabajo, hemos restringido los despidos por caso
fortuito o fuerza mayor sin derecho a indemnización, de manera de evitar abusos
y proteger los derechos de nuestros trabajadores, y hemos extendido de 5 a 7
meses los beneficios del subsidio de cesantía y conformado un grupo de trabajo,
con participación de representantes de la CUT, la UNT y las PYMES, para
proponer criterios de reajuste del salario mínimo.
Adicionalmente, hemos puesto en marcha un poderoso y eficaz
programa de ayuda a las PYMES y de clase media. En efecto, el proyecto de ley
de financiamiento exime del impuesto de primera categoría por las utilidades
reinvertidas hasta por 2500 UF, lo que beneficiará a 800 mil PYMES. Este
poderoso incentivo constituye una verdadera inyección a la vena para el capital
de trabajo, la inversión, el crecimiento y la creación de empleos.
Adicionalmente, el proyecto incluye una rebaja a la mitad, desde un 1,2% a un
0.6% anual, en el impuesto de timbres y estampillas, lo que fortalecerá el
proceso de ahorro e inversión y reducirá el costo del crédito, incluido el
hipotecario y de consumo, beneficiando a millones de chilenos de clase media y
a las PYMES.
Estamos conscientes que no habrá una real igualdad de
oportunidades si no se corrigen las discriminaciones contra la mujer. Por ello
hemos constituido una mesa de trabajo, con expertos de todos los sectores, que
propondrá al país, una agenda para facilitar el acceso de la mujer al mundo
laboral, compatibilizar el trabajo con la familia, terminar con las
desigualdades injustificadas en materia de salarios entre hombres y mujeres, extender
hasta 6 meses el postnatal, logrando así promover el desarrollo integral de las
mujeres.
Además, en este breve período nos hemos abocados a la
solución de serios problemas heredados de gobiernos anteriores. Hemos debido
enfrentar la grave crisis de desfinanciamiento del Transantiago. Y a través de
mesas de diálogo con las diversas agrupaciones de deudores habitacionales,
estamos abocados a buscar una solución justa, gradual y realista para los
cientos de miles de chilenos que hoy viven angustiados por la posibilidad de
perder sus viviendas.
Adicionalmente, estamos trabajando en una solución definitiva
para los más de 12.000 vecinos de Arica afectados por la contaminación de
polimetales.
En materia de relaciones internacionales, en estos meses
hemos sostenido fructíferos encuentros de trabajo con los mandatarios de
Argentina, Brasil, Perú, México, Bolivia, Colombia, Ecuador y Venezuela. Y
también con los Presidentes de España, Francia, Alemania, Estados Unidos y
otros más.
También he representado a Chile en la Cumbre de Seguridad
Nuclear en Washington, la reunión de UNASUR en Buenos Aires y la Cumbre de
América Latina y Europa, celebrada esta semana en Madrid. En todos estos
encuentros de trabajo hemos tenido importantes avances en materia de inserción
y comercio internacional de Chile y la obtención de una valiosa cooperación
internacional para la reconstrucción de nuestro país.
Compatriotas, es precisamente en los momentos de adversidad cuando
se pone a prueba el temple y carácter de una Nación y su pueblo. Éste y los
próximos no serán años fáciles. Todavía nos queda un largo trecho por recorrer
en la ardua pero hermosa tarea de aliviar las consecuencias físicas y
emocionales y reconstruir lo que el terremoto y maremoto destruyeron.
Nadie puede prever si esta tragedia volverá a repetirse. Pero
sí podemos asegurar que los chilenos sabremos levantarnos y salir adelante cada
vez que la adversidad golpee nuestras puertas. Y también que ella no nos
apartará de cumplir con los compromisos de nuestro programa de gobierno.
Porque si queremos llevar a Chile al desarrollo y construir
el país de las oportunidades, seguridades y valores, esos compromisos y metas
adquieren más vigencia y urgencia que nunca.
Hoy debemos aprovechar el terremoto como una oportunidad. Una
oportunidad para construir el Chile del futuro; el Chile de las oportunidades.
Si antes del terremoto y maremoto dijimos que íbamos a hacer
las cosas bien, hoy tendremos que hacerlas aún mejor. Si antes dijimos que
trabajaríamos con sentido de urgencia, hoy lo haremos con apremio. Si antes
dijimos que estaríamos cerca de la gente, hoy asumiremos como propios sus
sufrimientos y angustias.
Porque en eso consiste la nueva forma de gobernar.
Nuestro gobierno se ha impuesto 7 grandes desafíos, con metas
y plazos concretos. Y esperamos que los chilenos nos juzgarán por los
resultados y no sólo por las intenciones.
El crecimiento económico no sólo es el principal motor para
crear empleos. Es también el mejor instrumento para financiar los programas
sociales, alcanzar el desarrollo, derrotar la pobreza y multiplicar las
oportunidades.
Por eso Chile necesita, y con urgencia, volver a crecer.
Crecer con fuerza y en forma sustentable.
Crecer como crecimos durante gran parte de la década de los
90.
En efecto, en el período de 12 años de vacas gordas, entre el
86 y el 97, Chile creció en promedio al 7.6% anual, duplicando la tasa de
crecimiento del mundo; creábamos 150 mil nuevos empleos al año; la formación
bruta de capital aumentaba al 13,5% y la productividad de nuestra economía
crecía al 2,2% anual.
Desgraciadamente, a partir del 98 las cosas cambiaron, y para
mal. Ese año iniciamos un largo período de 12 años de vacas flacas. Nuestra
tasa de crecimiento se redujo a menos de la mitad, quedando por debajo del
promedio mundial. La creación de empleos cayó a sólo 109 mil por año. El
crecimiento de la formación bruta de capital se derrumbó a un tercio. Y en los
últimos cuatro años, la productividad, en lugar de crecer, se contrajo, pasando
a ser un lastre en vez de un motor del crecimiento. De mantenerse esta
tendencia, la meta de alcanzar el desarrollo se postergaría hasta el 2030.
Llegó el momento de recuperar el tiempo perdido y poner a
Chile nuevamente en la senda del progreso sólido, sostenido y sustentable, no
sólo en lo material, sino también en lo espiritual. Porque eso es progresismo.
Nuestro ingreso per cápita es de US$ 14.000. El umbral que
separa al mundo subdesarrollado del desarrollado alcanza hoy a US$ 22.000.
Nuestra meta es crecer al 6% promedio anual, y así alcanzar
el desarrollo en 8 años, superando el ingreso per cápita que actualmente tienen
países como Portugal o la República Checa.
Para lograrlo, en conjunto con los Ministros de Hacienda y
Economía, hemos desarrollado una poderosa agenda pro crecimiento y empleo, que
contempla aumentar la inversión desde un 22 a un 28 % del PIB, a través de
incentivos tributarios, como la exención del impuesto de primera categoría
sobre utilidades reinvertidas para las Pymes, la reducción a la mitad de
impuesto de timbres y estampillas, y otras iniciativas que vendrán.
Adicionalmente, estamos creando un mecanismo de ventanilla
única para agilizar la creación de empresas, facilitar a los exportadores el
acceso a los mercados externos y fortalecer la inversión.
Nuestra agenda incluye también modernizar la ley de quiebras,
para facilitar el traspaso de activos desde las empresas fallidas a nuevos
emprendimientos y evitar que la quiebra de la empresa signifique la muerte del
emprendedor. Incorpora además la creación de 100 mil nuevos emprendimientos en
4 años; y el acceso de las PYMES a las tecnologías de la sociedad del
conocimiento. Realizaremos, asimismo, una profunda modernización del mercado de
capitales, que hemos denominado MK Bicentenario, y que incluirá
perfeccionamientos a las leyes de Bancos y de Valores, así como incentivos para
la incorporación de cientos de miles personas y PYMES a los mercados
financieros formales.
En materia de ciencia y tecnología, debemos recordar que por
llegar tarde a la revolución industrial, somos hoy un país subdesarrollado.
Ahora no podemos llegar tarde a la revolución de la sociedad del conocimiento y
la información. Aumentaremos de 0,7 a 1,5 % del PIB la inversión en ciencia y
tecnología, con alianzas y esfuerzos compartidos entre el Estado, las
universidades e institutos y la empresa privada. Promoveremos con fuerza la
innovación y el emprendimiento como factores fundamentales para aumentar la
productividad de los factores y fortalecer el crecimiento económico.
Finalmente, seguiremos avanzando en la modernización del
Estado, a través de una reingeniería de sus organismos y procesos y daremos un
gran salto adelante en materia de ciencia, tecnología, innovación y
emprendimiento, tanto en el sector público como privado.
El segundo eje de nuestro programa consiste en crear un
millón de buenos empleos, con salarios justos, en el período 2010-2014, es
decir 200.000 al año.
Y ello, por tres muy buenas razones.
Porque no podemos conformarnos con vivir en un país en que el
desempleo les angustia la vida a 680.000 compatriotas, que todas las mañanas
salen de sus hogares con la ilusión de encontrar trabajo y vuelven en las tardes
con la frustración de las manos vacías.
Porque necesitamos abrirle las puertas del mundo laboral a
cientos de miles de mujeres dueñas de casa, que necesitan y quieren trabajar,
pero sin que ello les signifique descuidar a sus familias.
Y porque tenemos que cumplirle a ese medio millón de jóvenes
que van a egresar del sistema educacional durante los próximos 5 años y que,
con razón, aspiran a encontrar una buena oportunidad de emprendimiento o de
empleo.
En suma, no hay mejor forma de promover la dignidad de las
personas y la equidad social que creando buenos trabajos. Por eso requerimos
una reforma laboral pro empleo y pro crecimiento.
¿Cómo crearemos esos doscientos mil empleos al año?
El crecimiento del 6% anual generará unos 150.000 puestos de
trabajo al año. Necesitamos, por tanto, buscar otras fórmulas que nos permitan
crear 50.000 empleos adicionales.
En primer lugar, vamos a capacitar a 5 millones de
trabajadores durante nuestro gobierno, para que puedan acceder a mejores
empleos y mayores remuneraciones. Fortaleceremos la capacitación en las micro,
pequeñas y medianas empresas, incrementando los recursos del SENCE e
integrándolo al sistema de educación técnico profesional. Crearemos también un
bono especial para que cada trabajador pueda decidir dónde y en qué
capacitarse.
Segundo, daremos un nuevo trato a las PYMES, que son las que
generan el 80% del empleo en Chile. No sólo eximiéndolas del impuesto de
primera categoría sobre las utilidades reinvertidas, sino también, evaluando el
impacto que toda nueva política, ley o reglamento tenga sobre ellas. También
tengo hoy la satisfacción de anunciar un proyecto de ley que reducirá de 27 a
sólo 16 días los trámites necesarios para crear una nueva empresa, con su
consiguiente ahorro de costos.
En tercer lugar, vamos a promover el teletrabajo y trabajo
desde el hogar. Durante el segundo semestre presentaremos al Congreso un
proyecto de ley que, utilizando las tecnologías digitales disponibles,
facilitará esta nueva modalidad de trabajo, permitiendo a cientos de miles de
personas, especialmente jóvenes, dueñas de casa y personas con discapacidad,
trabajar desde su propio hogar, y en forma compatible con sus estudios, familia
y condición.
Cuarto, diseñaremos durante este año un Bono de
Intermediación Laboral, financiado por el Estado, para ayudar a encontrar
trabajo a personas de baja calificación, a través de agencias dedicadas a
buscar trabajos estables para personas vulnerables en situación de cesantía. En
paralelo, ya adjudicamos la puesta en marcha de una Bolsa Nacional de Empleo,
que permitirá a más de 7 millones de trabajadores conocer mejores opciones laborales.
En quinto lugar, perfeccionaremos el seguro de desempleo,
para que más trabajadores puedan acceder a él y queden debidamente protegidos
en caso de desempleo.
Sexto, impulsaremos una verdadera cultura del emprendimiento,
la innovación y la creatividad, que nos permita generar 100.000 nuevos
emprendimientos en los próximos 4 años. Queremos hacer de Chile un país de
emprendedores, no sólo en el campo empresarial, sino también en la cultura, el
arte, el deporte, las actividades solidarias y, por cierto, en el propio
Estado.
Por último, y lo más importante, nuestro gobierno va a
respetar y hará respetar los derechos de los trabajadores, propiciando una
relación constructiva y participativa con sindicatos y trabajadores,
modernizando la Dirección del Trabajo y agilizando la justicia laboral. También
ampliaremos las materias susceptibles de ser negociadas colectivamente,
incluyendo la adaptabilidad horaria y los sistemas de turnos. Además,
potenciaremos la Escuela de Formación Sindical, y corregiremos las malas
prácticas que muchas veces distorsionan el concepto de empresa, recurriendo a
múltiples RUTs, afectando negativamente los derechos de los trabajadores.
Nuestro tercer gran desafío es empezar, de una vez por todas,
a ganarle la batalla a la delincuencia y el narcotráfico.
Porque la delincuencia y la droga destruyen las familias y
son el veneno de la sociedad. Y pareciera que en Chile hemos bajado los brazos
en esta lucha.
Si hace 20 años había 100.000 consumidores de droga, hoy esa
cifra llega a 625 mil, pero contamos con sólo 13.000 cupos de rehabilitación.
En materia de delincuencia, en los últimos 12 meses, una de
cada tres personas ha sido víctima de un delito y cerca del 80% viven con
temor.
Estamos en el mundo al revés. La gente honesta vive
atemorizada en sus hogares, detrás de rejas y candados, mientras los
delincuentes se pasean como Pedro por su casa y muchas veces con total
impunidad.
Para ganar estas batallas formaremos una alianza estratégica
con nuestras policías y la ciudadanía.
Porque queremos que sean los delincuentes y no la gente
honesta los que sientan temor.
Porque queremos quitarles las calles, plazas y parques a los
delincuentes y narcotraficantes y recuperarlas para la familias.
Porque queremos salvar a miles de niños y jóvenes de caer en
las garras de la droga.
Y porque queremos terminar con la impunidad, que permite a un
pequeño grupo de delincuentes peligrosos y reincidentes, mantener de rodillas a
todo un país.
Desde el 11 de marzo, la lucha contra la delincuencia y el
narcotráfico la estamos dando con una nueva voluntad y decisión.
Por lo pronto, estamos ejerciendo un nuevo liderazgo, mucho
más enérgico y comprometido, del Presidente de la República, del gobierno y de
Carabineros y la Policía de Investigaciones.
Al igual que el día del joven combatiente, nuestras fuerzas
policiales, actuando dentro del marco de la ley, contarán siempre con el apoyo
leal y decidido de este Presidente, de nuestro gobierno y de la inmensa mayoría
de chilenas y chilenos.
En segundo lugar, hemos puesto urgencia al proyecto de ley
que crea el nuevo Ministerio de Interior y Seguridad Pública, responsable de
liderar la lucha contra la delincuencia y la droga, y coordinar la acción de
Carabineros y la Policía de Investigaciones.
En tercer lugar, vamos a enfrentar a la delincuencia con la
vista siempre puesta en nuestro objetivo final: proteger a los ciudadanos, y
muy especialmente a la próxima víctima, a fin de intentar evitar que ésta
llegue a existir.
En materia de prevención y rehabilitación, este año
adoptaremos 4 medidas muy concretas que buscarán actuar a tiempo, y no esperar
que las personas se hayan transformado en adictos o delincuentes para empezar a
buscar una salida, porque muchas veces a esas alturas ya es demasiado tarde.
Implementaremos el programa “Vida Sana”, para prevenir el
consumo de drogas y alcohol en niños de entre 10 y 12 años, esto es, en la
etapa inmediatamente anterior a aquella en que nuestros adolescentes están
accediendo a ellas por primera vez, y que es a los 13 o 14 años.
En segundo lugar, pondremos en marcha el programa “Vida
Nueva”, que permitirá que todo niño o niña, cualquiera sea su edad, cuando
cometa su primer delito, tenga su primer contacto con la droga o el alcohol o
deserte de la escuela, no quede solo y abandonado, sino que reciba de inmediato
la ayuda profesional que le permita rehabilitarse, recuperar su niñez y
reintegrarse a su familia y sociedad.
Tercero, este año iniciaremos la ejecución del plan “Barrio
en Paz”, que contempla la intervención progresiva de 100 barrios críticos, que
concentran los mayores índices de delitos y de temor.
En cuarto lugar, a través de un estatuto laboral especial,
promoveremos que los internos trabajen voluntaria y remuneradamente durante su
estadía en los recintos penitenciarios. Ello permitirá que contribuyan a su
propia mantención y la de sus familias, y favorecerá su rehabilitación y
reinserción laboral una vez que hayan cumplido su condena.
En materia de control y persecución, nuestro objetivo es
cerrar progresiva y sistemáticamente los espacios al delito. Actuando siempre
dentro de la ley, pero con todo el peso y rigor de la ley, haremos que los
delincuentes sientan una mano firme y que las cosas se les ponen cuesta arriba.
Tal como anuncié el miércoles pasado, crearemos un registro
público, gratuito y disponible a través de Internet, para que cualquier
persona, especialmente los padres, conozcan quiénes han sido condenados por
delitos sexuales graves contra menores, como pedofilia, violación, abusos
deshonestos, pornografía infantil y otros similares, y puedan proteger mejor a
sus hijos. Así también se hará efectiva a los condenados por estos delitos la
incompatibilidad a perpetuidad para ejercer cargos, oficios o profesiones que,
por su naturaleza, involucren un contacto cercano y permanente con niños.
Un niño abusado sexualmente no es una noticia. Es una
tragedia.
Porque los niños son lo más sagrado que tenemos. ¡Seremos
implacables contra quienes abusen de ellos!
Además, he solicitado al Ministro del Interior que estudie y
proponga la creación de un registro público similar, de todas aquellas personas
que se encuentran prófugas de la justicia o hayan quebrantado su condena o
beneficio alternativo. Así, restringiremos su campo de acción delictual y
evitaremos que quienes evaden la acción de la justicia puedan fácilmente sacar
o renovar carné de identidad, pasaporte o acceder a beneficios del Estado.
En tercer lugar, trancaremos la puerta giratoria,
restringiendo las libertades provisionales de delincuentes reincidentes de
delitos de alta connotación social. También reforzaremos el control de aquellos
que se encuentren gozando de beneficios alternativos a la privación de
libertad, mediante el uso de brazaletes electrónicos que permitirá a la
autoridad saber en todo momento su ubicación, y las potenciales víctimas podrán
ser alertadas de cualquier infracción.
Cuarto, enviaré también un proyecto de ley que, al amparo del
Ministerio Público, cree fiscalías especiales para investigaciones de alta
complejidad, tales como el combate al narcotráfico, el crimen organizado y la
corrupción.
En quinto lugar, cumpliremos el compromiso de aumentar en
10.000 la dotación de nuestros Carabineros y en 1.000 el número de detectives,
en las calles, protegiendo a nuestros compatriotas, dentro de los próximos
cuatro años.
Sexto, ampliaremos el plan cuadrante a todas las comunas con
más de 25.000 habitantes. También, facilitaremos las denuncias anónimas de
personas e instalaremos luminarias y cámaras de vigilancia en aquellas calles,
esquinas y plazas donde sabemos que se vende o consume droga.
En séptimo lugar, terminaremos con el absurdo que las
policías muchas veces no comparten la información entre ellas, ni con los
restantes organismos públicos encargados de la lucha contra la delincuencia.
Para ello, implementaremos un sistema de persecución penal inteligente,
mediante un mecanismo unificado de información criminal georreferenciada.
Protegeremos con eficacia y prontitud a las víctimas. A ratos
pareciera que nuestro sistema judicial se preocupa más de los derechos de los
delincuentes que del sufrimiento de las víctimas. Incluso hay casos en que el
delincuente sale de la cárcel antes que su víctima del hospital.
Por ello, hemos puesto suma urgencia a la reforma
constitucional que consagra un sistema de defensa y protección de las víctimas
del delito.
Finalmente, restableceremos en plenitud el respeto debido a
nuestros Carabineros y policías. Para ello, enviaremos un proyecto de ley que
busca aumentar las penas al maltrato de obra o palabra a Carabineros y
policías. Queremos que todos sepan que, cuando se dirigen a ellos, están frente
a un representante de la ley, de la seguridad y del orden.
Compatriotas, la educación es el principal motor para el
desarrollo y la movilidad social. Es el mecanismo para que los talentos emerjan
y el mérito surja. Es el gran instrumento para construir el país de las
oportunidades.
Por eso, la batalla por el desarrollo y contra la pobreza, la
vamos a ganar o perder en la sala de clases.
Todos sabemos que en nuestro país existen muchas deudas
sociales. Pero la principal, la más dañina e injusta, es aquella que impide a
millones de nuestros niños y jóvenes acceder a una educación de calidad.
Porque nuestro sistema educacional -digámoslo con todas sus
letras- no da una educación de calidad a todos los estudiantes, y en vez de
corregir las desigualdades sociales, muchas veces las perpetúa, traspasándolas
de generación en generación.
Este, queridos compatriotas, es el verdadero y mayor
escándalo de la sociedad chilena, del cual se ha hablado mucho para
denunciarlo, pero se ha hecho poco para corregirlo.
Es verdad que en los últimos veinte años los recursos que el
Estado ha destinado a la educación se han multiplicado por siete. Y que gracias
a ello ha aumentado la cobertura, mejorado los salarios de nuestros profesores,
ampliado la jornada escolar y construido nueva infraestructura.
Y tienen razón. Pero la verdad es que sirve de poco si no se
expresa en mejoras objetivas y apreciables en la calidad de la educación y en
los resultados del aprendizaje.
Y hasta ahora, y más allá de los discursos y promesas, esa
calidad ha permanecido básicamente estancada, en el único lugar donde realmente
importa, en la sala de clases.
Por eso, hoy quiero convocarlos a un nuevo desafío, mucho más
trascendente, noble y audaz que el que cumplimos el pasado 26 de abril y que permitió
que todos los estudiantes de Chile iniciaran a tiempo y con normalidad su año
escolar.
Un desafío que va a producir una verdadera revolución en la
generación de oportunidades, de progreso y bienestar para nuestros hijos: que
durante el transcurso de esta década, seamos capaces de darles a todos nuestros
niños y jóvenes, en la educación municipal y privada subvencionada, cualquiera
sea la condición económica de sus padres, una educación de calidad, que les
permita ser verdaderos ciudadanos de la sociedad del conocimiento y la
información.
Sólo así transitaremos del país de las desigualdades, al
Chile de las oportunidades.
Esta tarea requerirá de un nuevo liderazgo, una nueva actitud
y un nuevo compromiso, partiendo por los alumnos en las escuelas, los
profesores en las salas de clases, los padres en el hogar, las escuelas de
pedagogía en sus aulas, los parlamentarios en este Congreso y, por cierto, el
Presidente en La Moneda.
Porque para mejorar la calidad y equidad de la educación no
existen soluciones mágicas ni balas de plata. Deberemos actuar de manera
oportuna, eficaz y simultánea en al menos 10 frentes.
Primero, sacar adelante el proyecto que promueve la calidad
de la educación y crea una nueva institucionalidad educacional, y que fue
materia de un amplio acuerdo político que espero todos honremos. Este proyecto
crea una agencia que evaluará a los colegios y una superintendencia que
fiscalizará el correcto uso de recursos, y que incluso, podrá cerrar aquellos
establecimientos que no sean capaces de cumplir estándares mínimos de calidad.
En segundo lugar, tendremos funcionando en marzo del 2011 los
primeros quince Liceos Bicentenarios, de un total de cincuenta liceos de
excelencia mixtos en las principales ciudades de Chile, para jóvenes esforzados
y talentosos. Así, el efecto multiplicador que han tenido los mejores colegios
públicos, como el Instituto Nacional o el Carmela Carvajal, llegará a todo el
país, y no sólo a Santiago. En los próximos días daremos a conocer los
requisitos de infraestructura, tecnología y equipos humanos con que deberán
contar dichos liceos, que incluirán una pizarra interactiva en cada sala de
clases y un notebook para cada alumno. Además, facilitaremos el acceso al
preuniversitario a los buenos alumnos de escasos recursos, especialmente en las
zonas afectadas por la emergencia.
Tercero, estamos comprometidos a duplicar la subvención
educacional en un plazo de ocho años. El monto actual de la subvención básica
de $38.000 por alumno al mes, simplemente no alcanza. Una educación de calidad
necesita más recursos, pero también mejor gestión. Pese a que este es un año
difícil, cumpliremos este compromiso ahora mismo incrementando la subvención
para los alumnos más vulnerables.
A partir del próximo año, los aumentos en la subvención irán
prioritariamente a los alumnos más pobres y a las escuelas y liceos que logren
avances concretos en el aprendizaje de sus alumnos.
Asimismo, en los barrios más afectados por la droga y la
delincuencia, mantendremos abiertos los colegios municipales hasta las ocho de
la noche, para que los niños y jóvenes que quieran no tengan que quedarse en la
calle o solos en sus casas.
Cuarto. Los padres necesitan más y mejor información para
elegir el mejor colegio para sus hijos. Para ello, les enviaremos por correo,
junto con una carta personal del Presidente de la República, los resultados de
la próxima prueba Simce, por colegio a todos los apoderados, y no sólo a los
del curso que dio la prueba. También recibirán un mapa con los resultados de
todos los colegios de su comuna. Además, estableceremos premios e incentivos
para aquellos alumnos, profesores y escuelas que logren mejorar notoriamente
sus rendimientos.
En quinto lugar, tendremos más y mejores mediciones de
aprendizaje, y no sólo de matemáticas y lenguaje. Para cumplir la meta de
transformar a Chile en un país bilingüe y de deportistas, necesitamos saber de
dónde partimos y cómo vamos progresando. Este año, cuando se tome la prueba
Simce, se agregará una prueba de inglés, y a futuro, una de educación física y
de conocimientos de la tecnología de la información.
Sexto. Crearemos programas especiales de apoyo para aquellas
escuelas con resultados insuficientes. Para ello, lanzaremos dos programas:
“Comprométete con una Escuela” y “Comprométete con un Niño”, para que
fundaciones, empresas y profesionales apoyen con recursos económicos y medios
humanos a los establecimientos más pobres o apadrinen a niños de escasos
recursos.
En séptimo lugar, queremos un Chile que se sienta orgulloso
de sus profesores. Un país en que nuestros mejores talentos aspiren a enseñar.
Para lograrlo, un panel de expertos ya está trabajando en un proyecto de nueva
carrera docente, que enviaremos al Congreso. Propondremos incentivos para que
alumnos de muy buenos puntajes en la PSU quieran ser profesores. Trabajaremos
en conjunto con las universidades para mejorar la formación y capacitación de
los profesores. Queremos que la prueba Inicia, que se da al egresar de la
carrera docente, deje de ser voluntaria y sus resultados sean conocidos y
tengan consecuencias. Fortaleceremos el liderazgo de los directores y las
remuneraciones de los buenos profesores.
También le hemos pedido a este panel que busque nuevos y
mejores modelos para la educación municipal.
Octavo. Daremos a conocer en los próximos días un Servicio
País para la educación, que permitirá a jóvenes profesionales, hacer clases en
escuelas vulnerables.
En noveno lugar, seguiremos mejorando nuestro sistema de
educación superior y haremos que los aportes del Estado a las universidades
tengan como contrapartida mejorías en la calidad de sus facultades pedagógicas
y su aporte a la ciencia y tecnología.
Décimo. Implementaremos un ambicioso programa de becas de
magíster y doctorados, asegurando la excelencia de los postulantes e
incrementando las exigencias para su vuelta a Chile.
Finalmente, quiero manifestar mi preocupación por el clima y
la convivencia escolar. El respeto y la tolerancia deben no sólo enseñarse,
sino también practicarse. Adicionalmente, aumentaremos las exigencias a
nuestros alumnos, estableciendo un mejor equilibrio entre sus derechos y
obligaciones. Después de todo, se trata de su educación, su futuro y su vida.
Pero para alcanzar el desarrollo no basta con ciudadanos bien
educados. También necesitamos ciudadanos sanos.
Y en Chile nos queda mucho por avanzar en materia de calidad
y equidad en el acceso a la salud. Las personas de escasos recursos además de
enfermarse más, acceden a una atención de salud tardía y de peor calidad.
La baja progresiva en la tasa de natalidad y el aumento en
las expectativas de vida hacen que nuestra población esté envejeciendo a pasos
agigantados.
Esto no sólo tendrá impacto en nuestra capacidad de
desarrollo. También en la proliferación de enfermedades crónicas, en el aumento
de los costos de atención médica y en la saturación de nuestro sistema de
salud.
Adicionalmente, pese a que el gasto público en salud se ha
quintuplicado en los últimos 20 años, la satisfacción de los usuarios no ha
mejorado al ritmo necesario.
Las listas de espera crecen vertiginosamente. Un cálculo
conservador cifra hoy en 380 mil los pacientes en lista de espera AUGE y en 300
mil adicionales los que no reciben atención oportuna a sus problemas de salud
no AUGE.
Para peor, el año pasado nos enteramos de graves
irregularidades en la gestión de medicamentos e insumos hospitalarios. Mientras
nuestros consultorios y hospitales carecen de remedios e implementos básicos y
las familias incurren en cuantiosos gastos para adquirirlos, éstos se
acumulaban por toneladas hasta vencerse o se contaminaban con hongos y fecas de
ratones, en las bodegas de la Central Nacional de Abastecimiento.
Además, hemos recibido el sector hospitalario con la mayor
deuda de su historia, alcanzando el mes pasado los $ 75.579 millones.
La situación del FONASA, por su parte, también requiere
urgentes y significativas mejorías en su gestión y financiamiento.
Por otra parte, tampoco se logró cumplir plenamente con los
“Objetivos Sanitarios de la Década” que acaba de terminar. La mortalidad
materna se mantuvo muy por sobre la meta, el embarazo adolescente disminuyó
menos de lo esperado, la morbilidad por Tuberculosis sigue muy alta; las
enfermedades psiquiátricas y la mortalidad por suicidio aumentaron de manera
alarmante; y la mortalidad por accidentes del tránsito subió hasta ser hoy la
primera causa de muerte en jóvenes.
El consumo de tabaco no disminuye y se mantiene como uno de
los riesgos más graves para la salud pública.
La epidemia de obesidad y sobrepeso sigue en aumento; y el
sedentarismo ya afecta a 8 de cada 10 chilenos.
Nuestro programa de salud está orientado a tres metas
principales: prevenir mejor las enfermedades; garantizar a todos los chilenos,
del sistema público o privado de salud, una atención digna, oportuna y de
calidad; y aumentar la infraestructura hospitalaria y de atención primaria,
mejorando significativamente su gestión y eficiencia.
Partamos por lo esencial. No hay mejor médico que uno mismo.
Necesitamos desarrollar hábitos de vida más saludables, disminuir el tabaquismo
y el consumo de alcohol, mejorar los hábitos alimenticios, hacer más deporte y
tener más contacto con la naturaleza.
Para ello aumentaremos gradualmente las horas de educación
física, desincentivaremos el consumo de alimentos de baja calidad o alto
contenido graso y promoveremos hábitos de vida más sanos.
Para proveer atención de salud digna, oportuna y eficaz para
todos los chilenos, impulsaremos las siguientes medidas.
Primero, he solicitado al Ministro de Salud terminar con las
listas de espera de cirugía y enfermedades AUGE dentro de los próximos 2 años.
En ambos casos, si no es posible resolver la demora en su hospital público,
implementaremos un Bono Automático AUGE que permitirá al paciente, previo
proceso competitivo de licitación por calidad y costo, recurrir a la red
privada o pública de salud para ser atendido.
En segundo lugar, vamos a terminar con las discriminaciones
arbitrarias que afectan a los pacientes de FONASA respecto de los de ISAPRE.
Para ello, he decidido enviar un proyecto que igualará ante la ley a ambos
tipos de beneficiarios, dotando a la Superintendencia de Salud de las mismas
atribuciones regulatorias y de control para el sector público y privado.
Tercero, corregiremos desigualdades en la salud. Por ejemplo,
mientras un beneficiario privado activa su garantía Auge en la primera ocasión
que consulta por una patología, el beneficiario público sólo puede solicitarlo
cuando no ha recibido atención oportuna.
Y no da lo mismo que una mujer afectada de cáncer de mama se
intervenga precozmente o un año después de hecho el diagnóstico. Ni que un niño
vulnerable deba esperar meses por una cirugía cardíaca.
En cuarto lugar, durante el segundo semestre enviaremos al
Congreso un proyecto de ley cuyo objetivo central será garantizar a la
población el acceso y financiamiento a medicamentos de calidad comprobada y a
precios competitivos.
Esta iniciativa perfeccionará la normativa vigente sobre
prescripción de fármacos, reformulará la Central Nacional de Abastecimientos,
fortalecerá las funciones reguladoras del Instituto de Salud Pública, e
impulsará una serie de medidas para aumentar la competencia en la industria
farmacéutica, de forma de mejorar la calidad y bajar los precios de los medicamentos.
Quinto, hemos dado urgencia al proyecto que penaliza el mal
uso de licencias médicas, a través de un sistema universal de licencia médica
electrónica, como mecanismo único para el otorgamiento de sus beneficios.
También llevaremos a cabo una profunda reforma a las actuales
Comisiones de Medicina Preventiva e Invalidez, de manera de hacerlas más
eficaces.
En relación a los seguros de salud, reiteramos nuestro
acuerdo con la oferta mixta que actualmente existe. Ella permite un sano nivel
de competencia y asegura la tan apreciada libertad de elegir consagrada en
nuestra Constitución. Sin embargo, los costos crecientes, así como los abusos,
están afectando gravemente los sistemas de seguros tanto públicos como privados.
Ello va a requerir una revisión completa de la gestión, primas y beneficios del
sistema, la cual llevaremos a cabo en el transcurso del próximo año.
Adicionalmente, dado que parte de los beneficiarios de las
Isapres, especialmente niños menores de 2 años, mujeres en edad fértil y
adultos mayores, enfrentan altas dificultades para permanecer en el sistema
debido a su mayor gasto, he instruido al Ministro de Salud para que dé inicio a
los estudios, revisión de experiencias internacionales y búsqueda de consensos,
que permitan dar curso a las reformas legales que mejoren los mecanismos de
financiamiento y solidaridad de las Isapres.
En lo relativo a infraestructura hospitalaria y de salud
primaria, quiero reiterar nuestro compromiso con la construcción de al menos 10
nuevos hospitales y 56 nuevos consultorios, recurriendo al mecanismo de
concesiones para la construcción y gestión de la infraestructura y el
equipamiento de centros. La gestión clínica, o “de blanco”, se mantendrá en
manos del Estado, pero también será modernizada. Asimismo, haremos una
exhaustiva evaluación y rediseño de los hospitales autogestionados y los
centros experimentales, a fin de corregir las múltiples deficiencias que hemos
detectado.
Respecto de la gestión hospitalaria, necesitamos resolver con
urgencia las vacancias y faltas de postulantes capacitados a los cargos
directivos de hospitales y especialidades médicas, especialmente en recintos de
mediana complejidad.
Finalmente, estamos elaborando un nuevo proyecto de Objetivos
Sanitarios para la década 2010–2020, cuyo foco estará en la prevención de
enfermedades, y el fomento a hábitos de vida más sanos.
Erradicar la extrema pobreza antes de 2014 y la pobreza antes
de 2018 y terminar con las desigualdades excesivas
Compatriotas, sabemos que, al inicio del siglo XXI, son más
de dos millones las chilenas y chilenos que aún viven en condición de pobreza y
medio millón de ellos, en situación de indigencia. Además, otros dos millones
de personas de clase media viven con la angustia constante de perder su
trabajo, enfermarse o llegar a la vejez, porque ello les puede significar caer
en la pobreza.
Pero también sabemos que la brecha de la pobreza, esto es, el
porcentaje del ingreso nacional que tendríamos que transferir a esas dos
millones de personas, que viven bajo la línea de pobreza, para lograr que
superen esa condición, es menos del 1% del producto nacional.
Y por lo tanto, a diferencia de otros países
latinoamericanos, donde esas cifras superan el 50% e incluso el 100% de su
ingreso nacional y dependen, en consecuencia, fundamentalmente de la ayuda
internacional, en nuestro país derrotar la pobreza es una meta absolutamente
posible de alcanzar para esta generación y en esta década.
Y si es posible, nada ni nadie debieran desviarnos de esa
tarea.
En primer lugar se trata de un imperativo moral.
El Padre Hurtado decía que “la caridad empieza cuando termina
la justicia”. ¡Bienvenida la caridad!, pero antes tenemos mucho por avanzar en
materia de justicia.
Pero además de ser un imperativo moral, derrotar la pobreza
constituye la mejor inversión que podemos hacer para fortalecer nuestra
democracia, promover la paz social y abonar el camino hacia el desarrollo.
Por eso, nos hemos planteado la meta de superar la pobreza
extrema durante los próximos cuatro años y sentar las bases para derrotar la
pobreza antes del año 2018.
¿Cómo lo haremos?
Con dos tipos de instrumentos, igual como las dos hojas de
una tijera cortan el papel. Los primeros apuntan a erradicar las causas de la
pobreza y la desigualdad; los segundos, a aliviar sus consecuencias.
En cuanto a lo primero, es cierto que las causas de la
pobreza son múltiples, pero las tres principales son la falta de trabajo, la
mala calidad de la educación y la debilidad de la familia.
Ya me referí anteriormente a nuestro compromiso de crear un
millón de nuevos empleos y mejorar la calidad y equidad de la educación
chilena. Y en algunos minutos más daré a conocer nuestro programa para
fortalecer la familia en nuestro país.
Todos ellos forman parte central de nuestro programa de
gobierno. Pero toman tiempo. Por eso hemos puesto en marcha un completo plan
para atenuar las consecuencias de la pobreza, cuya principal medida es la
implementación del Ingreso Ético Familiar que, a través de diversas
transferencias gubernamentales, suplementará el ingreso autónomo de las
familias más pobres y de clase media vulnerable, de manera que puedan superar o
evitar caer en la pobreza. Este Ingreso Ético Familiar lo hemos estimado en 250
mil pesos para una familia promedio de 5 personas. Esta iniciativa va a
requerir una completa revisión y perfeccionamiento de la Ficha de Protección
Social, de manera de no castigar a aquellas familias que se esfuerzan y
progresan.
Porque no queremos transformar a los más pobres en sujetos
pasivos y dependientes del Estado, el otorgamiento del Ingreso Ético Familiar
estará condicionado al cumplimiento de requisitos básicos, como que los niños
tengan sus exámenes y controles de salud al día y que asistan regularmente a la
escuela o que quienes tengan edad para trabajar estén trabajando, capacitándose
o buscando trabajo. Porque ninguna ayuda estatal puede reemplazar el esfuerzo
que la propia familia haga para salir adelante.
En segundo lugar, vamos a crear el Ministerio de Desarrollo
Social, que coordinará todas las políticas orientadas a erradicar la pobreza y
reducir los niveles de desigualdad excesivos.
El séptimo eje de nuestro programa de gobierno es el
perfeccionamiento de nuestra democracia, para hacerla más vital, participativa,
cercana y transparente.
A fines de la década de los 80′ los chilenos reconquistamos
nuestra democracia con mucho coraje y sabiduría. Normalmente las transiciones
de gobiernos militares a gobiernos democráticos se hacen en medio del caos
político, la crisis económica y la violencia social. No fue el caso de Chile.
Supimos diseñar e implementar una transición pacífica, inteligente y en muchos
aspectos ejemplar.
Pero eso es historia. Hoy nuestra democracia está perdiendo
fuerza y vigor y sufre los embates de enfermedades que la debilitan.
En primer lugar, tenemos una ciudadanía cada día más distante
de la política. En Chile hay 11,5 millones de personas mayores de 18 años, pero
sólo 8 millones de ellos están inscritos en los registros electorales y sólo
6,5 millones votan.
En segundo lugar, enfrentamos un envejecimiento progresivo de
nuestro padrón electoral. Si en el plebiscito de 1988 el 36% de los votantes
eran jóvenes menores de 29 años, hoy esa cifra es inferior al 9%. En la
actualidad, de los 3 millones de chilenos que tienen entre 18 y 29 años, apenas
700 mil están inscritos.
En tercer lugar, existe una muy mala evaluación de nuestras
instituciones políticas, especialmente el Congreso y los partidos políticos. Y
no podemos tener una democracia sana con una política enferma.
Pero basta de diagnósticos. Es tiempo de soluciones. Debemos
construir una democracia más vital, cercana, transparente y participativa. Una
democracia que no le tema a la participación de los jóvenes. Porque nuestra
sociedad necesita de ellos, no solamente por su voto, sino por su alegría,
entusiasmo y energía.
Avanzaremos simultáneamente en múltiples ámbitos.
Lo primero es aprobar, de una vez por todas, el proyecto
sobre inscripción automática y voto voluntario. Para ello presentaremos, esta
semana, una indicación sustitutiva que permitirá rejuvenecer nuestra democracia
y ampliar la participación ciudadana.
Este proyecto, además de establecer la inscripción automática
y el voto voluntario, terminará con la absurda separación de locales de
votación entre hombres y mujeres y con la prohibición de efectuar reuniones, no
masivas ni políticas, durante el día y los días previos a la elección. Además,
el proyecto propone que el SERVEL sea dirigido por un consejo de 5 miembros,
designados por el Presidente con acuerdo del Senado, de forma de garantizar
procesos electorales limpios y transparentes.
En segundo lugar, reitero hoy día una convicción personal:
soy partidario de darle derecho a voto a los chilenos que residen en el extranjero,
en la medida que mantengan un compromiso y sentido de pertenencia con nuestro
país y se establezca un sistema de inscripción y votación, que garantice la
limpieza y transparencia del proceso electoral.
Tercero, necesitamos fortalecer la democracia regional y
comunal haciendo más directa y participativa la elección de sus autoridades.
En cuarto lugar, para anticipar la fecha de la segunda vuelta
presidencial a mediados de diciembre, hemos enviado un proyecto que adelanta la
fecha de la primera vuelta para el tercer domingo de noviembre y, la segunda,
cuatro domingos después, de manera de no interferir con las fiestas de Navidad
y fin de año ni con las vacaciones de verano.
Quinto, presentaremos una reforma integral a la Ley de
Partidos Políticos, para hacerlos más transparentes, democráticos y abiertos a
la ciudadanía y estableceremos primarias voluntarias, vinculantes, simultáneas
y organizadas por el Estado, para elegir a los candidatos a cargos de elección
popular.
En sexto lugar, crearemos la iniciativa popular de ley,
permitiendo que con las firmas del 0,1% de los electores, los ciudadanos puedan
presentar proyectos de ley al Congreso Nacional, que no sean de iniciativa
exclusiva del Ejecutivo.
Séptimo, simplificaremos los plebiscitos comunales para
facilitar la participación de los vecinos.
Y en octavo lugar, perfeccionaremos los proyectos de ley
sobre declaración de intereses y patrimonio de autoridades y el que instituye
el Fideicomiso Ciego, a fin de impulsar la transparencia, sin apartar innecesariamente
del ejercicio de la vocación pública a personas destacadas del ámbito privado.
Amigas y amigos, estos son los 7 ejes principales de nuestro
programa de gobierno para los próximos 4 años.
Para asegurar su cumplimiento, he dispuesto que el Ministerio
Secretaria General de la Presidencia, al igual que en los países desarrollados,
establezca un sistema permanente de evaluación y control de resultados
denominado “Delivery Unit”, que informe periódicamente al Presidente de la
República sobre su estado de avance.
Junto a estos siete ejes, tenemos otras metas sectoriales
que, por razones de tiempo, voy a cubrir de manera somera, pero que cualquier
chilena o chileno puede revisar en extenso en nuestra página
www.gobiernodechile.cl.
En Chile necesitamos, y con urgencia, proteger y fortalecer a
la familia.
La familia es el lugar donde, por esencia, se forman los
ciudadanos, reciben y dan amor, acogimiento, formación y es el mejor camino
para fortalecer valores, el desarrollo integral y evitar la droga, la
delincuencia y el alcoholismo.
No podemos seguir indiferentes frente a la disminución en la
natalidad y nupcialidad. Al hecho que nazcan más niños fuera que dentro del
matrimonio. Al drama que por cada niño nacido vivo uno deja de nacer debido a
los abortos. Al incremento de los embarazos adolescentes no deseados.
Estamos en deuda con nuestras familias.
Para promover la natalidad aumentaremos el Subsidio Único
Familiar y aseguraremos a las familias más vulnerables un Ingreso Ético
Familiar. Adicionalmente, estudiaremos la factibilidad de entregar incentivos
tributarios o bonos educativos a aquellas familias de más de dos hijos y
premiaremos con un bono de Bodas de Oro a las parejas que cumplan 50 años de
matrimonio.
En segundo lugar, mejoraremos la calidad y aumentaremos el
tamaño de las viviendas sociales, para permitir una mejor convivencia familiar
e incorporaremos mecanismos que permitan ampliarlas según crezca el tamaño de
la familia. Además, eliminaremos las discriminaciones que afectan a los
matrimonios para acceder a estos beneficios.
Para enfrentar la violencia intrafamiliar, crearemos el
Programa “Chile Acoge”, destinado a prevenir la violencia doméstica y atender a
sus víctimas, y los Centros Judiciales de Violencia Intrafamiliar en los
Tribunales de Familia, para que, en casos urgentes, toda mujer, niña o niño
agredido reciba la protección y reparación que merece de manera oportuna y
eficaz.
Sabemos que es en los primeros años de vida cuando se forman
y desarrollan las capacidades físicas, emocionales e intelectuales de un individuo.
Si a esta edad, de alta potencialidad y vulnerabilidad, no se proveen los
estímulos y cuidados correctos, se pierden valiosas opciones para desarrollar
las habilidades de la persona.
Por eso que vamos a llevar la educación preescolar hasta el
último rincón del país, y ampliaremos los horarios de atención de salas cunas y
jardines infantiles. Asimismo, reformularemos integralmente el SENAME, creando
el Servicio Nacional de Protección de la Infancia y Adolescencia, dependiente
del Ministerio de Desarrollo Social, encargado de niños y jóvenes vulnerables y
separado del servicio, dependiente del Ministerio de Justicia, que se ocupará
de niños y jóvenes en conflicto con la ley.
Nuestros jóvenes reciben una educación básica y media de
calidad insuficiente, tienen dificultades para acceder a la educación superior
y son el grupo más golpeado por el desempleo.
Hoy quiero asumir un compromiso con nuestros jóvenes. Haremos
todo lo que esté a nuestro alcance para mejorar la calidad de la educación y
acceso al trabajo y asegurar que, antes que termine nuestro gobierno, todo
joven que tenga la voluntad y capacidad, va a tener también la oportunidad de
llegar a la educación superior. Además, le he pedido al Instituto Nacional de
la Juventud que durante el 2011 implemente el programa «Servicio Joven», para
que cada año miles de jóvenes colaboren en el servicio público, apoyando las
tareas del Estado en beneficio de las zonas más desvalidas del país.
Y finalmente a nuestras mujeres, que son el pilar de la
familia y del hogar. Sé muy bien que su infinita generosidad y entrega, las
lleva muchas veces a olvidarse de ustedes mismas y postergarse a favor de sus
hijos, maridos y familias.
Llegó el tiempo de que nuestra sociedad les devuelva la mano
y les haga justicia. Porque ustedes son, además de madres, hijas o esposas,
ante todo, mujeres, y tienen sus propios derechos y necesidades.
Por eso hoy no he venido a pedirles paciencia, sino todo lo
contrario.
Porque se acabó el tiempo de las explicaciones y llegó el
momento de las soluciones.
A través de la Comisión Presidencial “Mujer, Trabajo y
Maternidad”, propondremos al país un conjunto de reformas que permitirán
integrar mejor a la mujer al mundo del trabajo, haciéndolo compatible con el
mundo de la familia, y avanzar hacia salarios iguales por trabajos iguales.
Durante el año 2011 el SERNAM pondrá en marcha los programas
“de 4 a 7”, para la atención y cuidado de los escolares después de las horas de
clases, y “Comprometidos con la Vida”, para apoyar a las mujeres embarazadas
para que opten por la vida y no tengan que recurrir a un aborto.
Finalmente, hemos decidido incorporar a nuestra legislación
un tipo penal de femicidio y fortalecer las medidas cautelares y precautorias a
favor de la mujer que sufre violencia doméstica.
Un viejo proverbio chino dice que el grado de civilización de
un país se mide por la forma como trata a sus niños y a la tercera edad. Y no
queremos seguir siendo un país ingrato con nuestros adultos mayores.
Hoy tenemos 1.500.000 compatriotas mayores de 65 años y, en
el futuro, serán muchos más. Muchos de ellos han dejado de trabajar, pero no
han dejado de vivir, y todavía tienen mucho que aportarnos y nosotros que
aprender de ellos.
Por eso, a nuestros adultos mayores les digo: de ahora en
adelante cuenten con nosotros, como nosotros sabemos que podemos contar con
ustedes. No sólo para ponerle más años a sus vidas, si no, como dice la
canción, también más vida a sus años.
Vamos a cumplir nuestra promesa de gobierno, empezando a
pagar una antigua deuda con nuestros adultos mayores, a través de un proyecto
de ley que elimina o reduce, en forma gradual y según la edad y condición socio
económica, el 7% de descuento para la salud.
En julio de este año extenderemos la cobertura del sistema de
pensiones solidario desde el 50% al 55% de los grupos familiares de menores
ingresos e incrementaremos la pensión máxima solidaria de $ 150 mil a $ 200 mil
mensuales. Con esto, 80 mil personas se convertirán en nuevos beneficiarios y
más de 300 mil verán su pensión aumentada.
Finalmente, y porque no queremos que ningún adulto mayor siga
viviendo solo o abandonado, crearemos un subsidio habitacional especial, para
que aquellas familias vulnerables, que quieran acoger en sus hogares a sus
adultos mayores, puedan ampliar su vivienda.
Chilenas y chilenos, hoy son más de dos millones los
compatriotas que viven o trabajan en el campo.
Para ellos, al igual que para nosotros, la agricultura es
mucho más que una actividad económica.
Es una forma y un estilo de vida, donde se desarrollan
nuestras mejores tradiciones, costumbres y valores.
Lamentablemente, en los últimos años hemos descuidado nuestro
campo.
Todo esto debe cambiar. Y créanme, lo vamos a cambiar.
Para eso vamos a implementar una política de Estado en favor
de la agricultura.
Una política que nos permita poner de pie a nuestro mundo
rural, especialmente a nuestra agricultura familiar campesina, pequeña y
mediana, apoyada por el INDAP. Transformaremos a Chile en una verdadera
potencia agroalimentaria, aprovechando los incrementos de la demanda, debido a la
incorporación de nuevos consumidores y reducciones de la oferta mundial, debido
al calentamiento global.
Vamos a enfrentar con decisión y urgencia la competencia
desleal, tanto externa como interna. Pondremos urgencia al proyecto de ley que
perfecciona el sistema de salvaguardias y fortaleceremos el Tribunal de la
Libre Competencia, creando una fiscalía especializada en el sector agrícola, de
forma de hacer realidad una efectiva protección contra la competencia desleal.
Fomentaremos las exportaciones agrícolas, promoveremos un
tipo de cambio estable y competitivo y facilitaremos el financiamiento,
especialmente a las PYMES agrícolas.
Adicionalmente, estableceremos un estatuto especial para el
trabajador agrícola, y muy especialmente para las mujeres temporeras, que
trabajan 3 ó 4 meses, pero deben vivir el año entero.
También implementaremos un plan especial de infraestructura
rural, fortaleciendo las políticas de fomento y seguridad de riego y de
recuperación de suelos degradados.
Finalmente, le he encomendado a los ministros de Agricultura
y Hacienda estudiar los mecanismos que permitan, utilizando la factura
electrónica, acabar con la retención del IVA que hoy afecta a distintos rubros
del sector agropecuario.
Del terremoto y maremoto del 27 de febrero aprendimos que el
centralismo de Santiago no sólo le quita el oxígeno a nuestras regiones, sino
también, asfixia a nuestra capital. Un solo ejemplo: instituciones tan
importantes como la ONEMI, tenía apenas un funcionario, y a honorarios, en toda
la Región del Bío Bío.
Descentralizar el país tiene que dejar de ser una eterna
promesa y transformarse en una firme realidad.
Nuestro gobierno será el gobierno de las regiones, y para eso
vamos a impulsar una profunda revolución descentralizadora, transfiriendo poder
efectivo a las regiones y a los municipios, a través de la transferencia de
funciones, atribuciones y recursos, desde el gobierno central a los gobiernos
regionales y comunales, en un contexto de mayor flexibilidad y autonomía en su
gestión y plantas de personal, respetando los legítimos derechos de los
funcionarios municipales. Implementaremos también la elección directa de los
consejeros regionales y avanzaremos en la tramitación de los proyectos de ley
sobre Estatuto de Gobierno y Administración de la Isla de Pascua y el
Archipiélago de Juan Fernández.
Aplicaremos el principio de doble subsidiariedad. Todo
aquello que puedan realizar los gobiernos regionales mejor que el gobierno
central, será de competencia de las regiones. Y todo lo que puedan hacer mejor
los municipios que los gobiernos regionales, será de competencia de los
municipios. Pero estas mayores funciones, atribuciones y recursos exigen
también una mejor gestión y transparencia. Para lograrlo, crearemos la Academia
de Gestión Regional y Municipal, a través de convenios con las universidades e
institutos regionales, que permitirán formar y capacitar a los funcionarios.
También extenderemos el sistema de alta dirección pública a los cargos claves a
nivel regional y comunal, y fortaleceremos la participación y fiscalización de
los consejos comunales y la comunidad.
Hago hoy un llamado a todos los dirigentes nacionales,
regionales y comunales a conformar un gran acuerdo nacional que permita dar el
gran salto adelante que las regiones, comunas y el país necesitan.
También sabemos que muchos municipios verán incrementados sus
gastos y disminuidos sus ingresos. Por ello, enviaremos próximamente al
Congreso una ley que permita hacer un aporte fiscal extraordinario al Fondo
Común Municipal y a los municipios más necesitados.
Otra prioridad será mejorar sustancialmente los estándares de
conectividad e integración de las zonas más alejadas del país, especialmente en
el norte y la Patagonia chilena.
Finalmente, como Presidente de todos los chilenos, quiero
reconocer y agradecer a los habitantes de las regiones no afectadas y a los
funcionarios públicos de las regiones golpeadas por el sismo, por su
generosidad y apoyo hacia quienes sufrieron las consecuencias de la catástrofe
del 27 de febrero. Sin duda, Chile se los reconoce y agradece.
Amigas y amigos, la gran riqueza de Chile es nuestra
diversidad cultural.
Nuestros pueblos originarios son parte integral de Chile, y
su historia, cultura y tradiciones están arraigadas en el alma de nuestro país.
Pero muchos de sus miembros sienten, y con razón, que la sociedad chilena no
los integra, respeta y valora como merecen.
En el año del Bicentenario, ha llegado el tiempo de hacer
justicia a nuestros pueblos originarios. Para ello, implementaremos dos
programas muy concretos.
Un acuerdo de Reencuentro Histórico con el Pueblo Mapuche,
cuyo primer paso será poner urgencia a la reforma que consagra su
reconocimiento constitucional. Además, modificaremos la CONADI, para crear una
verdadera Agencia de Desarrollo Indígena,
Asimismo, reformularemos la política de tierras, para
transformarla en una verdadera palanca de progreso para las comunidades
indígenas, incorporando capacitación, asistencia técnica y asociatividad.
Tendremos siempre una posición clara y categórica en contra
de la violencia, que grupos minoritarios promueven entre las comunidades y
territorios indígenas.
Segundo, el “Plan Araucanía” promoverá un desarrollo integral
de los pueblos originarios, incluyendo importantes inversiones para mejorar la
infraestructura de las regiones de La Araucanía y el Bío Bío, atraer
inversiones que generen buenos trabajos, e incluirá un esfuerzo especial para
mejorar la calidad de la educación, salud y la promoción de la cultura de los
pueblos originarios.
El país de las oportunidades requiere un verdadero desarrollo
cultural. Reitero hoy nuestro compromiso con la cultura mediante tres
importantes iniciativas encomendadas al ministro de Cultura.
Aumentar sustancialmente los recursos públicos y privados
para cultura, impulsando una reforma a la Ley de Donaciones Culturales, que
amplíe la base de donantes, reduzca los impedimentos y promueva las donaciones.
Segundo, perfeccionaremos la Ley de Monumentos Nacionales,
dando una protección especial al Patrimonio Cultural. Finalmente, utilizaremos
todas las herramientas de las tecnologías de la información, para construir una
verdadera carretera digital de la cultura, que no sólo llegue a todos los
hogares y escuelas de Chile, sino también nos conecte e integre con los mejores
centros culturales del mundo.
Queremos transformar a Chile en un verdadero país de
deportistas y no de sedentarios Hoy, sólo una de cada 5 personas mayores de 15
años practican algún deporte con regularidad. Esto quiere decir que 4 de cada 5
chilenos son sedentarios.
El deporte no sólo mejora el estado físico, el ánimo y la
salud, también enseña valores y es un poderoso instrumento para combatir la
droga, el alcoholismo y la delincuencia. Después de todo, hay mucha sabiduría
en aquello de, mente sana en cuerpo sano.
Nuestra meta es duplicar de 2,8 a 5,6 millones el número de
deportistas en los próximos 8 años.
Para ello, no sólo vamos a reestructurar completamente a
Chiledeportes, para impedir que sea utilizado con fines ajenos a la promoción
del deporte, sino más importante aún, vamos a promover los hábitos deportivos,
incrementando las horas de práctica de deporte en las escuelas, fomentándolo en
las comunas y empresas y fortaleciendo a los clubes deportivos, de forma de
llegar con el deporte hasta el último rincón de nuestro país.
También apoyaremos decididamente el alto rendimiento
deportivo, creando un sistema de incentivos que permita hacer del deporte una
real opción de vida, y desarrollando el Estatuto del Deportista de Alto
Rendimiento.
Finalmente, le he encomendado al subsecretario de Deportes la
realización del Rally Dakar, y el renacimiento de la Vuelta Ciclística de Chile
el 2011. Y también, la organización de las Olimpíadas Bicentenario, que
permitirán una sana competencia desde junio hasta septiembre, entre comunas,
provincias y regiones, en un conjunto de deportes y actividades culturales,
cuyas finales se realizarán en el mes de septiembre, en distintas regiones del
país.
El país de las oportunidades tiene que acoger mejor a los 2
millones de compatriotas que viven con alguna discapacidad física, mental o
síquica.
Crearemos el Servicio Nacional de la Discapacidad –SENADIS-,
subsidiaremos la incorporación de personas con discapacidad al mundo laboral,
combatiremos toda forma de discriminación en su contra, facilitaremos su acceso
a la educación y salud y mejoraremos la capacidad de detección temprana de
enfermedades que puedan ocasionar discapacidades.
Compatriotas, construir el país de las oportunidades
significa también acercar la justicia a la gente.
Ha transcurrido una década desde la implementación de la
Reforma Procesal Penal en nuestro país. Ha llegado el turno de la Justicia
Civil.
El 60% de todos los procesos seguidos ante los tribunales
corresponden a juicios civiles, que afectan a millones de chilenas y chilenos.
Pese a ello, seguimos rigiéndonos por un código procesal promulgado en 1902.
El Chile de las oportunidades necesita contar con
procedimientos judiciales breves y transparentes; que no dejen espacio para el
abuso ni la demora, que apliquen la ley de manera pareja, clara y ágil, y que
permitan a los ciudadanos comprender las resoluciones y confiar en sus
tribunales.
El nuevo procedimiento civil será implementado de manera
gradual y deberá estar operativo antes del término de nuestro gobierno.
Adicionalmente, le he pedido al Ministro de Justicia que,
durante el presente año, implemente planes pilotos de una nueva Justicia
Vecinal, de manera de apreciar en terreno su funcionamiento y luego proyectarlo
al resto del país. Esta reforma nos permitirá contar con una instancia temprana
de resolución de conflictos menores, pero de mucha significación para la
calidad de vida de las personas.
Nuestra Constitución garantiza el derecho a la defensa
jurídica, y para aquellos de escasos de recursos debe ser gratuita. Pero el
hecho de que la defensa sea gratuita no significa que sea deficiente. Por eso,
impulsaremos una profunda modernización de las Corporaciones de Asistencia
Judicial, que nos permita avanzar hacia una defensa a cargo de abogados
titulados y no de egresados de derecho como ocurre en la actualidad.
Finalmente, reformaremos el Servicio Nacional de Menores
–SENAME- creando un completo y eficaz sistema de protección de la infancia y
adolescencia. No hay nada más importante para una Nación, y por cierto para
nuestro gobierno, que proteger y amparar a nuestros niños y jóvenes. Para tal
efecto, crearemos el Servicio Nacional de la Infancia y Adolescencia, cuya
función primordial será proteger a los menores en riesgo social; rehabilitarlos
de la droga, el alcohol y la delincuencia; recuperarlos para sus familias y el
sistema educacional, y reinsertarlos en la sociedad.
El cuidado de la naturaleza y la protección del medio
ambiente se han instalado en nuestras conciencias como un tema ético y
prioritario. No podemos seguir irresponsablemente contaminando nuestro país y
nuestro planeta. Hace mucho tiempo que la naturaleza y madre tierra están dando
gritos desesperados de alerta. No podemos seguir ignorándolos.
Y es que el aire, mares, ríos, lagos, bosques y cordilleras
no son una herencia de nuestros padres, sino un préstamo de nuestros hijos y de
los que vendrán después de ellos.
La sociedad de oportunidades exige un desarrollo sustentable,
donde el crecimiento económico y la creación de riqueza vayan de la mano con la
protección del ambiente y naturaleza.
Por ello, antes de ayer, la Ministra del Medio Ambiente envió
a Contraloría los decretos que ponen en marcha el nuevo Ministerio del Medio
Ambiente, la Superintendencia del Medio Ambiente y el Servicio de Evaluación
Ambiental. Asimismo, vamos a crear tribunales ambientales especializados, que
resuelvan de buena manera las controversias ambientales.
Adicionalmente, durante este año enviaremos al Congreso el
proyecto que crea el Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas, que
permitirá preservar de manera íntegra nuestros más preciados tesoros naturales.
Tercero, impulsaremos instrumentos de incentivo a la adopción
de tecnologías limpias, como permisos transables e impuestos a las emisiones,
entre otros. En materia de gases invernadero, calentamiento global y
biodiversidad, Chile se comprometió y cumplirá con una reducción del 20% al año
2020, y protegerá su extraordinaria y rica biodiversidad.
Finalmente, abordaremos con decisión problemas
medioambientales críticos que nos aquejan, poniendo en marcha el Programa de
Aire Limpio, para combatir la grave contaminación atmosférica en ciudades como
Santiago, Temuco, Concepción, Valdivia, Osorno, Coyhaique, Rancagua y
Tocopilla, entre muchas otras.
En obras públicas tenemos también enormes desafíos.
Si queremos mejorar la integración y conectividad nacional y
apoyar el desarrollo debemos reactivar la inversión en obras públicas, e
invertir durante los próximos cuatro años más de US$ 14.000 MM en autopistas,
caminos, puentes, hospitales, embalses, obras de riego, colectores de aguas
lluvias en todo el territorio nacional, de los cuales US$ 8.000 MM se harán
mediante concesiones.
Modernizaremos el Ministerio de Obras Públicas, de manera de
mejorar su gestión, servicio y transparencia. Fortaleceremos el sistema de
concesiones y promoveremos una mayor competencia en el sistema.
Además, fortaleceremos la institucionalidad en materia de
aguas, con el objetivo de asegurar su uso racional y sustentable, proteger
nuestros glaciares, aumentar la cobertura y calidad de los servicios de agua
potable rural y urbana y avanzar en la reforma al código de agua.
En Transportes, nuestra prioridad es devolverle la dignidad a
los usuarios del Transantiago. Los errores de diseño e implementación le han
costado al país cerca de US$ 2.000 millones, costo que ha sido asumido por los
usuarios primero, por la mala calidad del servicio, y luego, por el alza de las
tarifas.
Le he pedido al Ministro de Transporte que durante el año
2011 termine de corregir, de una vez por todas, los errores de diseño e
implementación del Transantiago, renegocie los contratos, incorporando
incentivos adecuados, aumentando la competencia del sistema y mejorando la
calidad del servicio, y avance hacia el equilibrio financiero del sistema. Para
ello hemos enviado esta semana al Congreso un proyecto de ley que elevará las
multas para disminuir sustancialmente la evasión y evitar así mayores alzas de
tarifas.
Además, esperamos aprobar este año el proyecto de ley que
crea el sistema de puntajes para licencias de conducir, de manera de reducir
los índices de accidentes del tránsito, que cada año le cuestan la vida a más
de 1.500 compatriotas y dejan heridos a otros 50.000.
Implementaremos un Plan Maestro de Ciclovías y Ciclobandas en
las principales ciudades del país, con el objeto de incentivar el uso de la
bicicleta, mejorar el estado físico, combatir la contaminación y reducir la
congestión vehicular.
En materia de telecomunicaciones, promoveremos la competencia
en la industria. Antes de 60 días enviaremos el proyecto de ley para la
portabilidad numérica en la telefonía tanto fija como móvil. Asimismo,
avanzaremos a paso firme en la implementación de la Agenda Digital, que nos
permitirá llegar con banda ancha y computador a todas las escuelas y hogares de
Chile, dando un gran paso hacia nuestra plena incorporación a la sociedad del
conocimiento e información.
En los próximos años se materializarán las mayores
inversiones mineras en la historia de nuestro país.
Debemos mejorar nuestra institucionalidad, para hacer de la
minería una actividad más competitiva, innovadora y sustentable ambientalmente.
Para ello, mejoraremos el sistema de información geológica
básica, disponible a través del SERNAGEOMIN, incentivaremos la asociatividad
entre los dueños de concesiones y potenciaremos el rol ENAMI, modernizando su
gobierno corporativo.
Además, quiero solicitarle al Congreso Nacional que apruebe
el proyecto de ley que regula el cierre de faenas mineras, de manera de
asegurar la sustentabilidad ambiental.
En cuanto a CODELCO, quiero reiterar el doble compromiso que
asumimos durante la campaña. Primero, CODELCO va a seguir siendo una empresa
pública de todos los chilenos. Segundo, vamos a mejorar su eficiencia y
competitividad, su tecnología y cuidado ambiental, y potenciar su capacidad de
inversión para la exploración y explotación de nuevos yacimientos, de manera
que recupere su sitial de empresa líder y aporte más recursos para financiar
los programas sociales.
En materia de defensa, nuestra política será reforzar la
capacidad disuasiva de nuestras Fuerzas Armadas, para garantizar la paz,
seguridad, soberanía e integridad de nuestro territorio y espacio aéreo.
Adicionalmente, nuestra política de defensa colaborará con nuestra política
exterior en la creación de confianzas mutuas con los países vecinos y la
promoción de la cooperación y solidaridad entre nuestros pueblos.
Durante los próximos 4 años vamos a conducir e impulsar la
mayor modernización de nuestras Fuerzas Armadas de las últimas décadas. Para tal
efecto, enviaremos al Congreso, durante el segundo semestre, dos importantes
proyectos de ley. El primero, modernizará la carrera militar, especialmente en
lo relativo a promoción, permanencia y previsión del personal de las Fuerzas
Armadas. Y, el segundo, reemplazará la Ley Reservada del Cobre por un sistema
de financiamiento plurianual de las adquisiciones para la defensa, que permita
una planificación de largo plazo y asegure un financiamiento estable y
suficiente para las importantes tareas de la Defensa Nacional y las Fuerzas
Armadas.
Y, junto a lo anterior, estamos elaborando un proyecto de ley
para modernizar los procedimientos y redefinir el ámbito de la Justicia
Militar.
Nuestro Estado fue diseñado en el siglo XIX, parchado en el
siglo XX y no responde a los desafíos y necesidades del siglo XXI.
El problema no es el tamaño del Estado sino su calidad.
Nos falta Estado en muchas áreas importantes en las cuales es
insustituible, como en la protección de los consumidores. Por ello, en los
próximos 60 días, ingresaremos al Congreso el proyecto de ley sobre el SERNAC
Financiero, que protegerá con eficacia a nuestros consumidores de servicios
financieros como créditos de consumo e hipotecarios y tarjetas de crédito,
tanto bancarias como comerciales.
Nuestro Estado también es débil en la lucha contra la
delincuencia, la droga y la erradicación de la pobreza. Y, en cambio, nos sobra
Estado en áreas como los trámites burocráticos que ahogan a nuestros
emprendedores.
En consecuencia, reemplazaremos la vieja discusión de más o
menos Estado por el nuevo desafío de construir un mejor Estado, más moderno,
más transparente y más eficiente, al servicio de las personas. Un Estado que no
sólo asegure el piso de las seguridades, sino también levante el techo de las
oportunidades.
He encomendado a un equipo interministerial, liderado por la
Secretaría General de la Presidencia, que implemente una Agenda concreta de
Modernización del Estado, que perfeccione su organigrama e evite duplicidades.
Por ejemplo, el Servicio Nacional del Adulto Mayor pasará de la SEGPRES al
Ministerio de Desarrollo Social. La Secretaría de Transporte pasará de MIDEPLAN
al Ministerio de Transporte y la labor de fomento de las Pymes, dispersa hoy en
múltiples organismos, se concentrará en el Ministerio de Economía.
Perfeccionaremos la evaluación de proyectos públicos, para garantizar el buen
uso de los recursos públicos y evitar el grosero despilfarro ocurrido en
proyectos como Transantiago y Ferrocarriles. Adicionalmente, pondremos en marcha
una unidad a cargo de velar por el cumplimiento de las tareas más prioritarias
del gobierno, orientando la gestión del Estado hacia el resultado, tal como lo
hacen países como el Reino Unido, Australia y Nueva Zelanda.
En segundo lugar, extenderemos y perfeccionaremos el Sistema
de Alta Dirección Pública, para asegurarle al Estado buenos servidores
públicos, independiente del color político u origen social, poniendo fin a la
cultura de la burocracia, cuoteos, pitutos y operadores políticos, y
reemplazándola por la cultura del emprendimiento, la transparencia, el
resultado y la eficiencia, al servicio de nuestros ciudadanos.
Adicionalmente, y dada la incompetencia e irresponsabilidad
demostrada por la ONEMI durante la última catástrofe, crearemos la Agencia
Nacional de Emergencia, cuya función principal será la de establecer un sistema
eficaz de prevención, alerta temprana y ayuda a las víctimas frente a
catástrofes naturales como terremotos, maremotos, inundaciones, aluviones y
erupciones volcánicas. Para esta reestructuración hemos recibido asesoría
técnica de las oficinas de emergencia de países de alto desarrollo.
Finalmente, crearemos la Agencia de Calidad de las Políticas
Públicas, que tendrá un carácter autónomo e independiente.
En materia de fomento y protección de los derechos humanos,
tenemos mucho camino por recorrer para crear una verdadera cultura de respeto a
la dignidad de las personas.
Respecto de las graves e injustificables violaciones a los
derechos humanos ocurridas en el pasado, seguiremos avanzando en la búsqueda de
la verdad, la justicia y la reconciliación entre los chilenos.
Asimismo, avanzaremos en adecuar nuestras instituciones y
legislación interna al derecho humanitario internacional, y promoveremos una
política de difusión permanente de los derechos humanos, para fortalecer su
mejor conocimiento y valoración en nuestra sociedad.
Igualmente, avanzaremos en garantizar la libertad de culto e
igualdad religiosa y colaborar con las iglesias en sus acciones de bien
público.
Hoy tengo la satisfacción de anunciar que el gobierno ha
resuelto los problemas de naturaleza presupuestaria y jurídica para que, en las
próximas semanas, el Instituto de Derechos Humanos, inicie sus trascendentes
tareas.
Chile tiene muchas razones para estar orgulloso por la forma
cómo nos ven desde el exterior. Así lo he comprobado en cada uno de mis viajes
al extranjero.
Gracias a una innovadora y audaz apertura económica, iniciada
hace casi tres décadas, y a los fundamentales avances en materia de reinserción
de Chile bajo los gobiernos de la Concertación, nuestro país goza hoy de un muy
merecido prestigio internacional, por su estabilidad democrática, su solidez
institucional y su paz social. Tenemos Tratados de Libre Comercio con 56
países, y próximamente firmaremos uno nuevo con Malasia y otro con Vietnam.
Nuestra política exterior estará basada en el respeto y
fortalecimiento del derecho y los tratados internacionales, la solución
pacífica de las controversias, el respeto y promoción de la democracia y los
derechos humanos, la no intervención en los asuntos internos de otros países,
el respeto al principio de igualdad entre los Estados, la libre determinación
de los pueblos y el combate decidido al terrorismo y narcotráfico. Estos
principios son los pilares sobre los que descansa la paz mundial, la buena
convivencia entre las naciones y la cooperación internacional.
Durante nuestro gobierno vamos a profundizar la relación con
América Latina, especialmente con nuestros países vecinos, sin que ello
implique la renuncia a nuestro exitoso modelo de desarrollo exportador hacia
otras latitudes. Aprovecharemos que Chile ejerce hoy la presidencia del Grupo
Río y la presidencia de América Latina y el Caribe en su diálogo con Europa,
para contribuir a una nueva arquitectura de los organismos multilaterales como
la ONU, el Banco Mundial y el FMI, que son herencias de la post guerra, para
modernizarlos y adecuarlos a las necesidades y desafíos del siglo XXI.
Además, consolidaremos nuestra calidad de miembro pleno de la
OCDE, apoyaremos la reforma del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas e
impulsaremos la candidatura de Chile como miembro del Consejo de Derechos Humanos
de la ONU para el período 2011-2014 y miembro no permanente del Consejo de
Seguridad para el período 2014-2015.
Finalmente, profundizaremos nuestra integración, abriendo
nuevos mercados para nuestras exportaciones, especialmente agrícolas, con Estados
Unidos y Europa.
La industria del turismo es una de las más importantes, de
mayor crecimiento a nivel mundial y la que proporciona más puestos de trabajo.
Sin embargo, no hemos sabido aprovechar todo el potencial que nuestra
maravillosa tierra nos brinda. Peor aún, en los últimos años hemos perdido
terreno en los rankings mundiales de competitividad turística. Nuestros
glaciares, lagos, ríos, bosques, salares, desiertos y fiordos adornan nuestros
paisajes, y junto a nuestro pueblo y cultura, nos entregan grandes
oportunidades de desarrollo turístico.
Para materializar estas oportunidades, implementaremos una
nueva institucionalidad, que permitirá una mayor coordinación y apoyo del
Estado al desarrollo del sector. Asimismo, reforzaremos los programas de
promoción de la imagen país en el exterior.
Finalmente, promovemos la inversión en conectividad e
infraestructura turística, de manera de convertir a Chile en un destino
turístico de categoría mundial.
En materia de pesca, nuestra prioridad es poner nuevamente de
pie al sector, que fue duramente golpeado por el terremoto y maremoto. Para
ello, he encomendado a la Subsecretaría de Pesca implementar el programa
“Volvamos a la Mar” para apoyar, a través de bonificaciones y créditos, la
compra y reparación de botes y embarcaciones. Además, en los próximos meses
enviaremos al Congreso un proyecto de ley para despejar la incertidumbre en
materia de cuotas de pesca y, con ello, lograr mayor inversión en el sector, en
conjunto con la preservación y sustentabilidad del recurso natural.
Finalmente, vamos a implementar la nueva institucionalidad
del sector acuícola para recuperar su dinamismo e impulsar su crecimiento de
manera sustentable.
En materia de energía, Chile tiene un enorme desafío. Nuestra
demanda energética se duplicará en los próximos 10 años, lo que exigirá
diversificar nuestras fuentes energéticas y agregar 10.000 mega watts de
capacidad a nuestro sistema.
En suma, energía limpia, económica y segura. ¿Cómo lo
haremos?
En primer lugar, aumentaremos la inversión en energía,
particularmente la hidroeléctrica, removiendo los obstáculos burocráticos que
hoy la dificultan. Incentivaremos políticas efectivas de ahorro energético, promoviendo
el uso de artefactos domésticos, y aislantes térmicos eficientes para las
viviendas. Le he pedido al ministro de Energía que impulse, a partir de 2011,
un sistema de información de eficiencia energética para vehículos livianos,
televisores, refrigeradores, lavadoras, hornos microonda y otros artefactos
domésticos para que las personas elijan informadamente y ahorren
significativamente en sus cuentas de electricidad.
En segundo lugar, si bien Chile es pobre en las energías
fósiles del pasado, es rico en las energías limpias y renovables del futuro,
como la energía del sol, del viento, geotérmica, mareomotriz y bioenergía. Como
gobierno impulsaremos, con la asesoría técnica de países líderes como España,
Francia y Estados Unidos, un poderoso plan de desarrollo de energías limpias y
renovables, que permita que el año 2020, el 20% de nuestra matriz eléctrica
provenga de estas fuentes.
Quiero asegurarles a mis compatriotas, que en nuestro
gobierno, toda inversión en materia energética cumplirá con dos requisitos
básicos: primero, ser respetuosos con la gente y comunidades donde se instalen
y, segundo, ser amigables con la naturaleza y cumplir rigurosamente con nuestra
legislación ambiental.
Para terminar, permítanme unas palabras a nuestra valiosa y
sufrida clase media. Nuestro gobierno será el gobierno de todos los chilenos,
pero tendremos un cariño, dedicación y compromiso muy especial con nuestra
clase media, que sin duda constituye la columna vertebral de nuestra sociedad.
Extenderemos la red de protección social a nuestra clase
media, incorporándola a la sociedad de seguridades mediante una ampliación del
Seguro de Cesantía, la creación de un seguro hipotecario y de matrícula para
que las familias no pierdan su vivienda ni los jóvenes abandonen sus estudios
superiores si sus padres pierden su trabajo. También fortaleceremos el sistema
de protección de los derechos de la clase media, como trabajadores, ciudadanos
y consumidores.
Y, además, la incorporaremos a la sociedad de oportunidades,
mejorando sustancialmente las posibilidades de acceso al trabajo, la educación,
la salud y el emprendimiento de nuestra clase media.
Queridos compatriotas, hace exactamente 131 años, a esta
misma hora, se desarrollaba en Iquique una de las gestas más heroicas y gloriosas
de nuestra historia.
Ese día, Arturo Prat, el sargento Aldea, el teniente Serrano
y tantos más, demostraron que los chilenos no se rinden nunca ante la
adversidad, por ardua y desigual que sea la contienda.
Los chilenos de hoy probablemente nunca tendremos la
oportunidad de emularlos en su muerte heroica, pero si podemos seguir su
ejemplo de vida y amor por su patria.
Hoy nuestros enemigos son otros. Pero el espíritu es el
mismo.
Además de reconstruir Chile piedra por piedra y ladrillo por
ladrillo, vamos a volver a crecer y crear empleos. Vamos a conquistar el
desarrollo y derrotar la pobreza. Vamos a ganarle la batalla a la delincuencia
y el narcotráfico. Daremos una educación de calidad a todos nuestros hijos y
una salud digna a todas nuestras familias. Haremos más participativa, vital y
transparente nuestra democracia.
Esa es la misión de nuestra generación; la generación del
Bicentenario.
Metas audaces y exigentes. Pero también nobles y alcanzables.
Requerimos de una nueva forma de gobernar.
Para que las chilenas y chilenos se beneficien de los
resultados, y no sólo se ilusionen con las buenas intenciones.
Un gobierno que no se quede en los discursos y palabras, sino
en las metas y logros.
Un gobierno honesto, transparente y que hable siempre con la
verdad.
Un gobierno que actúe con eficacia y sentido de urgencia.
Un gobierno que trabaje sin descanso por la gente y, muy
especialmente, por la clase media y los más vulnerables.
Un gobierno que se atreva a mirar más allá del horizonte e
intente desplazar los límites de lo posible.
Un gobierno con los ojos puestos en el cielo, que es la
esperanza, y los pies firmes en la tierra, que es el realismo.
Un gobierno, en fin, que esté a la altura de las necesidades
y sueños de los chilenos y de los desafíos de este siglo XXI, nuestro siglo, el
siglo de las oportunidades.
Que Dios los bendiga a todos. Que Dios bendiga a nuestra
patria.
Muchas gracias y Viva Chile.
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