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DORIS GIBSON PARRA Y FRANCISCO IGARTUA ROVIRA

DORIS GIBSON PARRA Y FRANCISCO IGARTUA ROVIRA
FRANCISCO IGARTUA CON DORIS GIBSON, PIEZA CLAVE EN LA FUNDACION DE OIGA, EN 1950 CONFUNDARIAN CARETAS.

«También la providencia fue bondadosa conmigo, al haberme permitido -poniendo a parte estos años que acabo de relatar- escribir siempre en periódicos de mi propiedad, sin atadura alguna, tomando los riesgos y las decisiones dictadas por mi conciencia en el tono en que se me iba la pluma, no siempre dentro de la mesura que tanto gusta a la gente limeña. Fundé Caretas y Oiga, aunque ésta tuvo un primer nacimiento en noviembre de 1948, ocasión en la que también conté con la ayuda decisiva de Doris Gibson, mi socia, mi colaboradora, mi compañera, mi sostén en Caretas, que apareció el año 50. Pero éste es asunto que he tocado ampliamente en un ensayo sobre la prensa revisteril que publiqué años atrás y que, quién sabe, reaparezca en esta edición con algunas enmiendas y añadiduras». FRANCISCO IGARTUA - «ANDANZAS DE UN PERIODISTA MÁS DE 50 AÑOS DE LUCHA EN EL PERÚ - OIGA 9 DE NOVIEMBRE DE 1992»

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«Cierra Oiga para no prostituir sus banderas, o sea sus ideales que fueron y son de los peruanos amantes de las libertades cívicas, de la democracia y de la tolerancia, aunque seamos intolerantes contra la corrupción, con el juego sucio de los gobernantes y de sus autoridades. El pecado de la revista, su pecado mayor, fue quien sabe ser intransigente con su verdad» FRANCISCO IGARTUA – «ADIÓS CON LA SATISFACCIÓN DE NO HABER CLAUDICADO», EDITORIAL «ADIÓS AMIGOS Y ENEMIGOS», OIGA 5 DE SEPTIEMBRE DE 1995

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LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU

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UNIVERSIDAD DEL PAÍS VASCO

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«Siendo la paz el más difícil y, a la vez, el supremo anhelo de los pueblos, las delegaciones presentes en este Segundo Congreso de las Colectividades Vascas, con la serena perspectiva que da la distancia, respaldan a la sociedad vasca, al Gobierno de Euskadi y a las demás instituciones vascas en su empeño por llevar adelante el proceso de paz ya iniciado y en el que todos estamos comprometidos.» FRANCISCO IGARTUA - TEXTO SOMETIDO A LA APROBACION DE LA ASAMBLEA Y QUE FUE APROBADO POR UNANIMIDAD - VITORIA-GASTEIZ, 27 DE OCTUBRE DE 1999.

«Muchos más ejemplos del particularismo vasco, de la identidad euskaldun, se pueden extraer de la lectura de estos ajados documentos americanos, pero el espacio, tirano del periodismo, me obliga a concluir y lo hago con un reclamo cara al futuro. Identidad significa afirmación de lo propio y no agresión a la otredad, afirmación actualizada-repito actualizada- de tradiciones que enriquecen la salud de los pueblos y naciones y las pluralidades del ser humano. No se hace patria odiando a los otros, cerrándonos, sino integrando al sentir, a la vivencia de la comunidad euskaldun, la pluralidad del ser vasco. Por ejemplo, asumiendo como propio -porque lo es- el pensamiento de las grandes personalidades vascas, incluido el de los que han sido reacios al Bizcaitarrismo como es el caso de Unamuno, Baroja, Maeztu, figuras universales y profundamente vascas, tanto que don Miguel se preciaba de serlo afirmando «y yo lo soy puro, por los dieciséis costados». Lo decía con el mismo espíritu con el que los vascos en 1612, comenzaban a reunirse en Euskaletxeak aquí en América» - FRANCISCO IGARTUA - AMERICA Y LAS EUSKALETXEAK - EUSKONEWS & MEDIA 72.ZBK 24-31 DE MARZO 2000

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sábado, 20 de julio de 2013

LA TERCERA



Padre Doctor Antonio Maria Artola Arbiza
LOS NIÑOS DE EZKIOGA
por Antonio Maria Artola Arbiza

        I.  LA APARICIÓN FUNDANTE
La historia de las apariciones de Ezkioga tiene no pocas  cosas singulares. La primera de ellas es la atención mínima que los autores conceden al fenómeno de los comienzos. Los medios de comunicación se interesaron muy pronto de los hechos extraordinarios y más aparatosos, y dejaron en la penumbra, si  no en la oscuridad más completa, la historia de los comienzos. No se dan ni los  nombres de los primeros videntes. Las informaciones eclesiásticas no dan  su nombre, y las edades las ponen equivocadas. Nunca aparece en  un documento eclesiástico español  el nombre  de los primeros videntes Ni siquiera en las  encuestas a que han sido sometidos  recientemente los testigos de los sucesos de Ezkioga, se han ocupado de interrogar a los hermanos  Bereciartúa. De las apariciones parece que en la actualidad  solo interesa el   aspecto social de lo religioso de tales eventos. Esta es la razón por la cual la historia de los orígenes esté tan envuelta en la  oscuridad. Sin  pretender ser exhaustivos vamos a ofrecer en este trabajo los datos que hemos  podido rescatar sobre los hechos fundantes de Ezkioga, a base de unas sumarias encuestas realizadas en varias visitas a los testigos de los dos niños, en Zumárraga[1]

1.     Los "primeros" y los "segundos videntes"
Hay un hecho comprobado por los que se han interesado por Ezkioga, y es  que en Ezkioga hubo dos grupos de visionarios de condiciones esencialmente  diferentes: los videntes primeros y los posteriores[2].  Gaëtan de Bernoville que visitó Ezkioga en la segunda mitad de  julio de 1931[3], cuando aún  no se había producido la falsa estigmatización de   Ramona Olazabal,  distinguió en el fenómeno colectivo de Ezkioga, tres grupos. El primero estaba formado por  los hermanos Bereciartúa, por los cuales sintió una verdadera admiración  y respeto[4]. En el segundo  grupo estaban los sinceros-fanáticos[5]. En el tercero, los simuladores[6].  Esta lúcida división de los protagonistas del fenómeno visionario grupal  del Ezkioga, continuó más  o menos igual hasta el final del ciclo.  De este triple grupo, con un conocimiento más exacto de los resultados y de las causa del fenómeno de Ezkioga, en la actualidad se prefiere hablar de solo dos grupos. Este estado de cosas plantea crudamente el problema de la siguiente manera. ¿Qué es lo que sucedió en los primeros tiempos de Ezkioga? ¿Qué evolución tuvieron aquellos hechos primeros? ¿Cómo surgió el fenómeno del  grupo segundo de videntes? El problema del discernimiento de la verdad de Ezkioga está en determinar qué fue lo que pasó en los primeros días. Tanto más  interesante es este et aspecto cuanto que tal momento fundante nunca fue analizado en los diversos procesos eclesiásticos a que fue sometido  el caso de Ezkioga. En este epilogo se  tratará de resumir los actos  más característicos de este momento verdaderamente fundante de los  hechos de Ezkioga. Este  hecho, tan seriamente documentado, plantea la siguiente pregunta: ¿cómo se realizaron las primeras visiones y cómo surgió el fenómeno de los continuadores?

2.     El ambiente
El Dr. Christian he reconstruido maravillosamente el contexto político-religioso en que sucedieron  los episodios de Ezkioga, lo mismo en España que en el País Vasco. Pero igualmente importante es  reconstruir  el microclima espiritual que preparó el advenimiento de las apariciones. Dos realidades  intervienen en forma notable en la ambientación religiosas  de las apariciones: el santuario de la Antigua en la vecina población de Zumárraga, y  su Párroco D. Antonio Amundaráin[7]. En efecto, Ezkioga estaba, religiosamente e,  bajo la influencia muy cercana del Santuario de la Antigua  de Zumárraga, considerada como   “la catedral de las ermitas de Guipúzcoa” [8].Su vida civil, tanto en lo  comercial como en lo administrativo, giraba en torno a Zumárraga. En cuanto a la ambientación religiosa,  en los días de la aparición,  el clima  espiritual de la zona de Zumárraga estaba fuertemente te influida por la  solemne novena en honor de la Patrona, que se desarrolló en los días 24 de junio al 2 de julio, fiesta de la Antigua. El último día de la novena y fiesta  de la Virgen de la Antigua, tuvo D. Antonio el primer encuentro con los videntes y su aparición .Desde D. Antonio fue el más influyente animador del movimiento religioso  surgido de las apariciones.
Dos días antes del comienzo de la  novena  tuvo lugar un suceso tenido como milagroso que, en algún modo, se anticipó a las apariciones marianas que comenzaron el 30 del mismo mes. Se trata del caso sorprendente de Ignacio Galdós, el cual el de junio,  experimentó una prodigiosa ayuda de parte de la Virgen[9]. Por otra parte, el ambiente político aparecía grandemente enrarecido por el advenimiento de la II República el 14 de abril de aquel año, y la celebración de las elecciones a la Asamblea Constituyente[10], en la misma víspera del 30 de junio. En la política  local trabajaba con  ardor el  Partido Nacionalista Vasco, en su pretensión de conseguir la aprobación del Estatuto de Autonomía.

II. LOS PROTAGONISTAS
Los protagonistas de la aparición fundante  fueron  los hermanos Antonia y Andrés Bereciartúa. Antonia nació el 18 de enero de l920 en Ezkioga. Andrés nació el 23 de mayo de 1924,  también en Ezkioga. La educación religiosa que ambos hermanos recibieron en su niñez  se puede reconstruir por la manera como la maestra de Ezkioga -Manuela  Lasa- organizaba sus clases. Se empezaba el día con una oración. Se practicaba el mes de mayo con flores y plegarais. Los sábados se rezaba el santo rosario. Un crucifijo y una estatua de la Virgen presidían el aula[11] .Todo ello cambió con el advenimiento de la República[12].Este ambiente escolar junto con la asistencia a la misa dominical,  y las funciones de la iglesia parroquial de Santa lucía marcaron la personalidad religiosa de los futuros videntes.
Antonia hizo su primera comunión, con su hermano Andrés, el mismo año de las apariciones, en 1931[13]. Andrés nació el 23 de mayo de 1924 en Ezkioga. En los primeros días siguió en todo los gestos de su hermana.  Creyó que la gente que tenía visiones era como ellos y se adaptó. Se le vio con frecuencia poner a los pies de la Virgen las flores y los objetos que los  devotos traían al tablado[14]. Su aspecto se mostraba en las apariciones, como transfigurado[15]
WAC, Las Visiones de Ezkioga, Antonia fue la primera en tener la visión del 30 de junio. Ella será -en la primera etapa de las visiones-  la protagonista principal  de  los sucesos de Ezkioga. La condición de vidente  fue para ella una misión dura de cumplir. La primera reacción contraria surgió en su propia casa. La mentalidad eibarresa de su padre reaccionó    primero con un escepticismo agresivo[16]. Aquel brote religioso en su propia casa no  gustó nada a José Bereciartúa. Mucho menos que algunos curas empezaran a merodear en torno  a su casa para saber cosas de los niños, y dirigir rezos. Conforme aumentaba la afluencia de curiosos, el  escepticismo cambió en cólera. No solo hubo palabras duras y amenazas para con sus dos hijos, sino que frecuentemente Antonia fue objeto de  fuertes  azotes con  el  cinto, cuando los niños hablaban de la Virgen o iban al sitio de las apariciones. Se ensañaba especialmente en Antonia, a quien creía era la responsable principal de todo el enredo. Cuando Andrés le veía  llorar a causa de los malos tratos le consolaba diciendo:"¡Con las cosas tan hermosas como  has visto ¿todavía lloras?!". El día 4 de julio  secuestró a los niños llevándolos a un lugar desconocido.  Estas circunstancias dolorosas  tuvieron su parte positiva en todo el drama de Ezkioga sufrido en Basterreche. Nadie pudo tachar a la família  de ningún asomo de interés de  lucro o beneficio[17] en el asunto de las apariciones[18]. Según tradición local, al comienzo de las aglomeraciones, cerró su taberna, para no aparecer como favorecedor  de los sucesos.
Cuando el día 4 empezó a crecer la afluencia de la gente, los niños desparecieron. Corrió la voz de que, sometidos a un estrés peligroso, habían sido recluidos en su casa. Otros decían  que los niños se habían ausentado[19].
Como se ha indicado ya, la Virgen no habló nunca a los primeros videntes[20]. Todo el tiempo  de las apariciones , los dos niños mantuvieron esa característica. Los primeros videntes  nunca entraron ni en éxtasis ni en trance, pero quedaban  como transfigurados[21]. Incluso en el estruendo   propio de un ambiente de  agitación de los días posteriores, cuando se multiplicaron los videntes, y la agitación  dominaba en la campa, los niños mantenían su aspecto de recogimiento profundo de sus propias visiones[22]. Los hermanos Bereciartúa no hicieron otra cosa que secundar los impulsos interiores inducidos por la Virgen para  inducir también  ellos  a la gente a orar. Así se convirtieron en los verdaderos promotores de la oración en masa en Ezkioga[23].Luego, el ambiente de intensa espiritualidad creado por el rezo del rosario favoreció la onda  expansiva de lo maravilloso.

III. LA PRIMERA SEMANA
Las apariciones de Ezkioga tuvieron un origen muy  humilde y sencillo en el marco de las fiestas de San Pedro en el barrio de Santa Lucía. Hubo dos días seguidos de fiesta: el sábado 29, San Pedro, y el 30, domingo. Los videntes eran los hijos del tabernero, y cuando refirieron su experiencia aparicional, todo el mundo se enteró de  la noticia. El bar resultó  el mejor altavoz para propagar  la noticia.
La primera aparición tuvo lugar de la siguiente menara.A la hora del Ángelus[24] del 30 de junio de 1931  día de S. Marcial[25], la niña Antonia Bereciartúa –de 11 años- bajaba del caserío Igarzábal-Erdi[26] hacia su casa, llevando, una marmita llena de leche[27]. Al llegar al lugar en que su sendero cruza con el que va del caserío Basterreche hacia la vecina fuente, se encuentra con su hermanito Andrés[28]. Con una jarra en la mano se dirige a la fuente[29]. Al llegar al lugar en que su sendero cruza con el que va del caserío Basterreche hacia la vecina fuente, se encuentra con su hermanito Andrés[30]. Con una jarra en la mano se dirige a la fuente[31]. En aquel momento pasaba también por el mismo lugar Felipa Aramburu[32], que a Basterreche a comprar cerillas para encender el fuego del hogar el día siguiente. En este momento, Antonia  se para y se sienta sobre la marmita de leche[33]. De pronto   en unos robles cercanos ve a la Virgen[34]. Volviendo la cara inmediatamente hacia su hermano le dice en vascuence:” ¡Mira la Virgen!”. Entones Andrés vuelve la cabeza y la ve también. Los dos hermanitos se arrodillan inmediatamente, y rezan juntos el «Ave María»[35]. De los tres niños que están en el lugar sólo Felipa es la que no ve a la Virgen. Mientras Antonia y Andrés rezan, la Virgen les mira sonriendo. Terminado el rezo desaparece la visión. La Virgen iba vestida de blanco y cubierta de manto negro. Tenía corona semicircular luminosa. Llevaba en el brazo izquierdo al Niño Jesús, vestido de blanco, y en la mano derecha una cosa que parecía un pañuelo.  Nunca tuvieron un éxtasis. Tampoco les habló la Virgen. Sólo sintieron un atractivo espiritual fuerte en su interior que les invitaba a rezar. Llegados a casa hablan de su experiencia con el hermano mayor, de 16 años el cual no les cree. Tampoco les creen los padres. La casa tiene una taberna, y la gente la gente allá presenta en la noche plácida de la fiesta, les sigue con curiosidad al lugar de la aparición. Según  versión  local,  salen otra vez los dos hermanos al lugar de la aparición, y ven de nuevo a la Virgen. Aquel  día era el séptimo  de la Novena de la Antigua, domingo, día 30 de junio de 1931.Los  hermanos Bereciartúa regresan a su casa, mientras Felipa cuenta lo sucedido a su hermana Primitiva. Ambas vivían en el caserío Celaeta muy cercano a Basterreche. Primitiva lo refirió a Antonia Echezarreta,  del caserío Sagastizábal cercano a Basterreche. Era la muchacha  procuraba la leche a la Parroquia de Zumárraga[36]. Al bajar el lunes 1 de julio a Santa Lucía, Antonia  Echezarreta ve a la vidente  Antonia delante de la escuela. La toma de la mano y la lleva consigo a Zumárraga a la casa parroquial. Presenta la niña a D. José Lasa, el cual no da mayor crédito a lo que dice Antonia.
Aunque nadie les hace caso, los niños creen firmemente, y al día siguiente –1 de julio- vuelven al robledal, poco después del Ángelus. De nuevo se aparece la Virgen, La ven sola, sin el Niño. Se acercan a ella corriendo. Cuando tocan el roble desaparece la visión.
Al día siguiente,  2 de julio, era la fiesta de la Antigua, y último día de la novena. El  Párroco D. Antonio Amundaráin quiere informarse de todo lo  sucedido, y en la misma mañana de la fiesta de la Antigua, oye de boca de Antonia Echezarreta el relato de los sucesos. Ese mismo día, por la tarde el Párroco y uno de los  coadjutores de Zumárraga se dirigen a Santa Lucía para hacerse cargo de lo que en realidad sucede en Anduaga. Se encaminan  al robledal, pero tienen la sorpresa de  que   este día los niños no ven nada. Los dos hermanitos  se retiran a su casa contrariados. El coadjutor también se va. El párroco se queda un poco más. En esto, la niña vuelve al lugar de la aparición y  ve de nuevo a la Virgen. El párroco invita prudentemente a Andresito a que le acompañe hasta la colina; el niño exige como condición, que los dos han de ir rezando. Cuando van acercándose a los arboles de la aparición  también el niño comienza a ver y dice: «La Virgen ahora tiene las manos juntas y reza con nosotros». Doce labradores acompañan al grupo formado por los dos niños y el Párroco. El día 3 los niños ven de nuevo a la Virgen en presencia del párroco y un coadjutor. Piden al capellán de Zumárraga[37] que rece el rosario en voz alta y así se inicia  una práctica que se repetirá luego todos los días. En este cuarto día las apariciones, el 3 de julio, se constituye lo nuclear de lo que será Ezkioga. Se completa ciclo de la aparición fundante.
 Esta visita del Párroco excita la cólera del padre de los niños. Lo último que podía ocurrir a un eibarrés de educación era  tener  unos hijos videntes,  y recibir la visita de un cura en casa. Aumentan  los malos tratos a los niños y cierra su taberna a los que vienen a visitar el lugar de las apariciones.
El día 4  hay un salto cualitativo en las apariciones. La afluencia aumenta  notablemente. Hay ya más de 500 personas[38]. Constituido lo  nuclear de Ezkioga, comienza su onda expansiva. En ese día comienzan los nuevos videntes. Cuatro personas  más tienen visiones en ese día Y, por primera vez hay un milagro de conversión[39].Fue la última vez que estuvieron los niños presentes en Basterreche al atardecer. Había corrido el rumor de que por temor a que los niños  enfermasen los niños los alejaron   unos días  del lugar de las apariciones hasta la tarde del 7[40].
Los días 5 y 6 se reúne la gente sin la presencia de los niños. Nadie ocjupa su lugar de videntes. Se reza simplemente el santo rosario
El domingo 7 fue especial. Habían aparecido por la mañana las  primeras informaciones de la prensa, y aquella tarde la afluencia fue numerosa. Hay alarma entre los devotos pues temen no estén los  niños presentes en la aparición. Pero a la hora habitual   presentan ante la gente, con  la agradable sorpresa  de todos.  Los  sacerdotes y el Dr. Aranzadi, médico, iban a dar a la gente una justificación de la ausencia, pero inesperadamente  los niños aparecieron con gran naturalidad. Antes de salir para la visión, varios médicos, entre ellos, el mismo Dr. Asuero, vieron a la niña y la reconocieron detenidamente, declarando que nada anormal se observaba en su salud. Llegada la hora, la niña salió acompañada de los citados médicos, del Alcalde y del Secretario de Ezkioga, y subió  la pendiente. La gente estaba ya rezando el Rosario. Fue el día en que  sometieron a los niños a una prueba de veracidad. A la niña la dejaron en  el robledal. Al niño se lo llevaron a la otra falda del monte. La visión empezó  a las ocho y cuarto. Duró el tiempo del Rosario. Terminado el  rezo, desapareció también la visión. A cada uno de los videntes  le acompañaba un sacerdote. Al final de la aparición, cada uno de los sacerdotes escuchó de labios de los dos hermanos, una relación completamente coincidente[41]. Del contendido de la visión, la niña declaró que seguía viendo a la Virgen Dolorosa. Dio detalles  sobre el manto negro,  sobre la corona  que ceñía su cabeza, y de su aspecto, ora  risueño triste.  La visión duró el rezo del Rosario.
Desde esta fecha la información  fue continua y abundante, con lo cual los hechos de Ezkioga alcanzaron una actualidad extraordinaria, y la presencia de devotos y turistas alcanzó proporciones extraordinarias[42].

IV -EL REZO DEL ROSARIO
Lo esencial del mensaje de la Virgen consistió en la invitación a rezar. Esta sencilla piedad  fue la despertó en la gente   piadosa una  respuesta orante, que resultó verdaderamente contagiosa. El rezo informal de los primeros días cedió el lugar  a una forma regulada de plegaria que fue el rosario. Los niños de Ezkioga no eran capaces de rezarlo. Entonces la gente piadosa que se reunía en torno a los niños suplicó a uno de los sacerdotes  presentes a la aparición, dirigiera él mismo el rosario[43].Fue el 3 de julio, día siguiente a la fiesta solemne de la Antigua de Zumárraga. Fue  masiva la participación  de la gente en la oración. Hasta el final de las apariciones por intervención formal de la Jerarquía, se rezó el rosario. Era el acto central que preparaba y envolvía a las apariciones .Así lo decía  D. Antonio Amundaráin en su artículo del 28 de julio[44]. El rezo  concreto del rosario se debió a que la  gente  quería rezarlo y que pidió al capellán de Zumárraga  lo dirigiera .Lo nuevo que comenzó el 3 de julio fue  la forma  de la oración querida por la Virgen, concretada  en el rezo del  rosario mariano. Desde ese día, hasta que la autoridad  eclesiástica prohibió  los actos públicos de Ezkioga.  En un principio se reunían los devotos a la hora del Ángelus. Lugo se señaló para el comienzo de acto  las 20,00 solares. El largo crepúsculo del mes de julio, otorgaba al acto un encanto singular. Comenzaba con la procesión diaria a las 20,15. Partía de las  proximidades del caserío Basterreche,  cerca de la carretera y  continuaba hasta el lugar de las apariciones[45]. La procesión estaba precedida por los primeros  videntes  que salían con  velas en las manos, (como Bernadette en Lourdes)  seguidos de los fieles devotos  .El quinto misterio y las letanías, se rezaban    con  los brazos en cruz. . Se cerraba el acto mariano con el  “Agur, Jesusen Ama”  (Salve Madre de Jesús). El  rosario recibió algunos retoques más de Antonio Amundaráin, como la añadidura del rezo de las siete avemarías a la Virgen Dolorosa, al final. Este solemne rezo del rosario causaba por su seriedad y el fervor, unos efectos impresionantes. Los videntes interrumpían con frecuencia el rezo  con espontáneas exclamaciones, que enardecían al devoto público creándose una maravillosa interacción entre el pueblo, los sacerdotes que dirigían el rezo, y los videntes que lanzaban al aire sus  gritos de oración. El efecto era como de  un oleaje espiritual indescriptible, como si se sumergiera en un océano místico. Lo dirigía en un  principio,   el clero de Zumárraga. En los casos de aglomeración la dirigían generalmente dos  Algunos días, cuando la afluencia era mayor, no bastaban los dos sacerdotes  para dirigir el rezo de modo que su voz llegara a  la muchedumbre de devotos. Así se dio el caso frecuente de que un coro de diez sacerdotes de voz sonora rezaran el avemaría al cual  repondrá la masa humana como un rumor denso de fervor de, cuyo eco que se podía oír desde el alto de Gabiria, en la parte opuesta a Ezkioga.  En suma, una plegaria colectiva que, en su  grandiosa sencillez arrebataba el alma. Muchos  escépticos pensaban  que, independientemente de la veracidad de los hechos, esa plegaria colectiva compensaba la incertidumbre sobre el origen dudoso   del fenómeno que lo provocaba.  Los efectos del rezo eran impresionantes. No hubo en Ezkioga ni misas, ni rezo de salmos, o plegarias litúrgicas. Solo el rosario, en el  atardecer, en  campo abierto .Durante aquel inmenso clamor de la muchedumbre electrizada, tenía lugar las apariciones.  Los partes que enviaban los corresponsales de la prensa tenían acentos de profunda emoción cuando describían el rezo diario del rosario en Ezkioga
Sacerdotes el acceso a Ezkioga, el rezo del rosario, fue el  acto religioso de  Ezkioga, por excelencia. Este rezo recibió muy pronto una forma fija. Junto al rezo del rosario en masa a horas fijas surgieron iniciativas de gente que se ocupaba también en rezar por grupo.  Comenzaba con la procesión diaria a las 20,15. Partía de las  proximidades del caserío Basterreche,  cerca de la carretera y  continuaba hasta el lugar de las apariciones[46]. La procesión estaba precedida por los primeros  videntes  que salían con  velas en las manos, (como Bernadette en Lourdes)  seguidos de los fieles devotos  .El quinto misterio y las letanías, se rezaban    con  los brazos en cruz. . Se cerraba el acto mariano con el  “Agur, Jesusen Ama”  (Salve Madre de Jesús). El  rosario recibió algunos retoques más de Antonio Amundaráin, como la añadidura del rezo de las siete avemarías a la Virgen Dolorosa, al final. Este solemne rezo del rosario causaba por su seriedad y el fervor, unos efectos impresionantes. Los videntes interrumpían con frecuencia el rezo  con espontáneas exclamaciones, que enardecían al devoto público creándose una maravillosa interacción entre el pueblo, los sacerdotes que dirigían el rezo, y los videntes que lanzaban al aire sus  gritos de oración. El efecto era como de  un oleaje espiritual indescriptible, como si se sumergiera en un océano místico. Lo dirigía en un  principio,   el clero de Zumárraga. En los casos de aglomeración la dirigían generalmente dos  Algunos días, cuando la afluencia era mayor, no bastaban los dos sacerdotes  para dirigir el rezo de modo que su voz llegara a  la muchedumbre de devotos. Así se dio el caso frecuente de que un coro de diez sacerdotes de voz sonora rezaran el avemaría al cual  repondrá la masa humana como un rumor denso de fervor de, cuyo eco que se podía oír desde el alto de Gabiria, en la parte opuesta a Ezkioga.  En suma, una plegaria colectiva que, en su  grandiosa sencillez arrebataba el alma. Muchos  escépticos pensaban  que, independientemente de la veracidad de los hechos, esa plegaria colectiva compensaba la incertidumbre sobre el origen dudoso   del fenómeno que lo provocaba.  Los efectos del rezo eran impresionantes. No hubo en Ezkioga ni misas, ni rezo de salmos, o plegarias litúrgicas. Solo el rosario, en el  atardecer, en  campo abierto .Durante aquel inmenso clamor de la muchedumbre electrizada, tenía lugar las apariciones.  Los partes que enviaban los corresponsales de la prensa tenían acentos de profunda emoción cuando describían el rosario que se rezaba todas las noches en Ezkioga.

V.-. LAS DESVIACIONES
La aparición del 30 de junio coincidió con tiempo de suma  exaltación político-religiosa en España. La brusca irrupción de la II República planteaba un angustioso problema  de fe. En  este momento llegan las apariciones de Ezkioga. Parecía una providencial  intervención divina  que daba sentido a cuanto acontecía en la nación. Pero la Virgen en Ezkioga no dio ningún  mensaje  verbal  que pudiera interpretarse como una respuesta a los acontecimientos. Se limitó  a dejarse ver como Dolorosa, induciendo a los niños  a rezar. Era el lenguaje más a propósito para afrontar la situación desde la oración colectiva. La multitud que acudió  numerosa y presurosa a orar en el lugar de las apariciones,  entendió claramente el lenguaje de la Virgen. Pero había mucho interés en que la Virgen dejara oír su voz y  rompiera a hablar  en una manera más sensacional. El primer interés fue de tipo religioso. El modelo más llamativo de las apariciones marianas era, a la sazón, Lourdes. Entonces se pensó que, en Ezkioga, todo debía suceder como en el santuario de Massabielle. Muy pronto se copió aquel modelo. Lo primero que se imitó fue la procesión al lugar de las apariciones. Los niños debían presentarse en el santo lugar como Bernardita, con un cirio encendido en la mano[47]. Pero, sobre todo, el modelo de Lourdes  empezó a aplicarse en cuanto la presencia de los milagros. Efectivamente, en  la novena aparición  brotó milagrosamente una fuente de agua en la gruta. Se pensaba que en Ezkioga tenía que suceder algo parecido. Pero Ezkioga no era Lourdes. Los problemas de la España del 1931 no eran los mismos de la Francia  de Lourdes  en 1858. Ezkioga tenía su propia dinámica, y este intento de asimilación entre  los dos lugares marianos resultó fatal. Ezkioga era una chispa en un campo de hojas secas. No era una llama de candela que se había de propagar lentamente en el curso de los decenios siguientes. Era  juna irrupción espiritual que se había de expandir rápidamente  a modo de una onda de expansión veloz. Efectivamente, las coas de Ezkioga tuvieron un ritmo de expansión muy rápido, que ya el quinto día, 4 de julio.  Aquel día los niños fueron secuestrados  por su padre. A la hora del rosario, otros 4  niños tuvieron su visión como los `primeros videntes[48]. Otro suceso prodigioso que tuvo lugar el mismo día 4  fue  la  conversión  fulminante del taxista de Beasáin Ignacioa Aguado[49] Se trataba unas intervenciones  marianas  rápidas e instantáneas que    dejaron  cambiadas a las personas afectadas .A las visiones de los primeros videntes sucedieron las locuciones, al día siguiente de la conversión del taxista[50]. La onda expansiva de Ezkioga estaba  en acción.  El día7 que cerraba la primera semana de las apariciones comenzaron los éxtasis de conversión con el caso espectacular de Patxi Goicoechea[51].El 8 de julio  sucedió  la conversión  de Xanti de Gabiria[52], .el 12 de julio se multiplicaron las visiones, tuvieron lugar  la  experiencia de Antonio Cabezón[53],  obrero de Beasáin[54].En  este ambiente saltó la conexión  de las visiones con la política. La primera que señaló esta faceta fue María Dolores Núñez (Lolita), el 12 de julio 1931[55].En sus visiones gritaba que al Virgen salvara a España[56]. Fue  el detonante de la utilización política de Ezkioga. Allí fue donde se oyó por, primera vez de boca  de Patxi,  la consigna:"Hay que derrocar la República"[57]. El rezo del rosario en masa fue también la ocasión  del fenómeno de las preguntas a la Virgen formuladas por los devotos[58]. Pero los  hechos milagrosos de conversión no fueron considerados como milagros y surgió el afán sensacionalista de los milagros al estilo de  Lourdes, que certificaran la aparición. Entonces  se encendió la fiebre de los milagros sensacionalistas .Desde mediados de julio de 1931 el tema del milagro era una obsesión que había  ganado a todo el público ezkioguista. Desde los periodistas hasta la gente más sencilla, pasando por el clero, una respuesta clara y terminante a lo que estaba pasando en  Ezkioga era la intervención de la Virgen por medio de un milagro.
Ninguno de los sucesos  que hemos llamado extraordinarios satisfizo completamente esta ansia, y siempre se exigían cosas más aparatosas. Fue  entonces cuando se constituyó   en el mismo caserío Basterreche  una comisión  de control e los milagros. En este tiempo llegó a Ezkioga el futuro académico de Francia D. Gaëtan de Bernoville. Este autor el que realizó el diagnóstico mejor de lo que sucedía en Ezkioga[59].
En una forma parecida  pero más estricta, al final del mes de julio D. Antonio hizo una primera evaluación  de lo que pasaba en Ezkioga en un texto firmado por La Comisión Eclesiástica. Un hecho de la mayor importancia para la historia de Ezkioga fue la publicación de un comunicado, sin firma, del Párroco de Zumárraga el 28 de julio de 1931, en el periódico donostiarra El Día publicó, con el título "Sobre los Hechos de Ezkioga". Cuando apareció esta declaración anónima, Ezkioga estaba ya  en plena efervescencia. En cuanto a los milagros  afirmaba que los hechos milagrosos  analizados hasta entonces   ofrecían  sólo  “una  tenue probabilidad” .Al mismo tiempo Afirma rotundamente que no se cuenta con ninguna aprobación de la Iglesia. Sobre esta firme base, condena toda venta y comercio de objetos piadosos referentes a Ezkioga a. Reprueba con energía todas las actuaciones reprobables que han tenido lugar  al amparo de la noche en las cercanías de la campa
El hecho central y más característico en que se fija la atención del Sr. Párroco es el rezo del santo rosario. Para que este acto central tenga toda su fuerza espiritual, insiste en el valor de la piedad y el silencio que debe rodear a dicho acto de culto mariano. Termina el documento con una declaración enérgica sobe la finalidad suprema que debe dirigir todo lo concerniente al culto tributado a la Virgen en Ezkioga: la gloria de  Dios
Ese es el documento más positivo sobe Ezkioga, el más matizado y prudente. En una palabra, una declaración de un testigo de lo que en realidad acontece en la campa de Anduaga.  No obstante la seriedad y el tono digno del comunicado, la autoridad diocesana publicó el mismo día   y en el mismo periódico una declaración en la que se negaba la existencia de una “comisión oficial". Esta nota  desautorizaba claramente al mentor de las aperciones. Por eso la nota del Vicario General señaló el fin  del control local del Párroco y el paso a las intervenciones primeras de la autoridad diocesana. Desde el  28 julio  el Obispado de Vitoria asumió, D. Antonio optó por dejar en otras manos  el control de Ezkioga .Aflojado de este modo el control de la autoridad parroquial en Ezkioga, se creó pronto un  vacío de liderazgo eclesiástico, que fue inmediatamente ocupado por  los promotores.
Los promotores
El vacío del control eclesiástico local lo colmaron los llamados promotores, la principal de las cuales era Carmen  Medina. A finales de julio llegó a Ezkioga Carmen Medina. Se encontró con una situación religiosa muy compleja. Por todas partes cundían las visiones .Lolita y Patxi acaparaban la atención. En Ezkioga ya  dominaba el aprecio de lo maravillosos. Los primeros videntes estaban bastante eclipsados en aquel momento. Medina venía con juna intención muy precisa. España estaba  en una situación  de bancarrota y había que salvarla. En esta convicción pensó que Ezkioga con su mensaje era la mejor respuesta a aquella situación. Ezkioga ya había tomado para entonces una orientación inicialmente política.  Carmen  Medina comenzó a proteger a los videntes del segundo grupo y atraerlos hacia la esfera de sus pretensiones ,con   regalos y halagos. Sus preferidos  eran Lolita, Patxi y Ramona Olazabal. Por otra parte, la fiebre de las  milagros estaba en el ambiente, de modo que  cuando surgió el ambiente qjue dio la furia definitiva de lo maravilloso en Ezkioga. 

VI. LOS NIÑOS DESPUÉS DE LAS APARICIONES
Las  visiones de Antonia   tuvieron un ciclo regular que se cerró con el mes de julio 1931.En conjunto parece que constó de  16 apariciones[60]. Con el cese de las apariciones, y la proliferación de las visiones aparatosas[61], se fue alejando poco  de la campa de Anduaga. El ambiente de  Ezkioga se le hacía insoportable[62].Decidió salir de Ezkioga a Zumárraga a aprender de peluquera en casa de Pilar Alustiza Apaolaza, C/ Soraluze, nº 6.Simultaneaba su trabajo de peluquera ocupándose de recoger los puntos de las medias. Con ocasión de fiestas de afluencia mayor en el bar; servía en el mismo con toda amabilidad.
El año 1934, cuando ya se había producido  la condenación del Obispo, optó por irse a vivir en Legazpia, donde empezó a ejercer de peluquera[63].Más tarde se acomodó en el local de la misma peluquería, una pequeña habitación con cocina para hacer allí su vida retirada; pero seguía colaborando con Iru-Bide.
Acudía mucho a la Iglesia, para oír la misa y participar en las funciones religiosas de la Parroquia. Por  confidencias a con sus amigas se sabe que el Sr. Obispo Mateo Múgica   tuvo una entrevista con ella en Zarauz, pero jamás reveló el contenido de dicha entrevista.
En los años de Legazpia acudía con frecuencia  al lugar de las apariciones, pero siempre sola y cuando no había gente[64].
Según confesión de sus  conocidos "era de carácter alegre y comunicativo, sabía estar en cuadrilla, aunque su forma de ser era especial, pues no se le podía hacer cualquier pregunta. Toda la vida fue fiel a su misión de vidente de Ezkioga.
No había gozado del favor de los llamados "promotores"[65].Y, a pesar de las insidiosas alusiones de la prensa en sentido contrario, la familia y los videntes se aprovecharon poco o nada de las visiones (WAC,. Las Visiones de Ezkioga, p.64).
Allí pasaba el día, fuera del estruendo de Ezkioga, y solo volvía a  su pueblo por la noche.
A los 14 años se trasladó a Legazpia[66]. Más tarde se acomodó en el local de la peluquería, una pequeña habitación con cocina para hacer allí su vida retirada; pero seguía colaborando con Iru-Bide. Más tarde se acomodó en el local de la peluquería, una pequeña habitación con cocina para hacer allí su vida retirada; pero seguía colaborando con Iru-bide. Simultaneaba su trabajo de peluquera ocupándose de recoger los puntos de las medias. Con ocasión de fiestas de afluencia mayor en el bar, servía en el mismo con toda amabilidad.
Acudía mucho a la Iglesia, para oír la misa y participar en las funciones religiosas de la Parroquia. Por  confidencias a con sus amigas se sabe que el Sr. Obispo Mateo Múgica   tuvo una entrevista con ella en Zarauz, pero jamás reveló el contenido de dicha entrevista.
En sus años de Legazpia acudía con frecuencia  al lugar de las apariciones, pero siempre sola y cuando no había gente[67].
Según confesión de sus  conocidos "era de carácter alegre y comunicativo, sabía estar en cuadrilla, aunque su forma de ser era especial, pues no se le podía hacer cualquier pregunta".
 Murió en la Residencia Sanitaria  de Zumárraga  el 12 de mayo de 2005. Está enterrada en el cementerio o de Ezkioga.
Andrés nació el 23 de mayo de 1924 en Ezkioga. En los primeros días siguió en todo los gestos de su hermana.  Creyó que la gente que tenía visiones era como ellos y se adaptó. Se le vio con fre3cuenxi poner a los pies de la Virgen las flores y los objetos que los  devotos traían al tablado.
William A. Christian describe una de las apariciones cuyo probable protagonista  es Andrés: "un chiquito que estaba jugando con dos piedras delante de un sacerdote de Oyarzun, de repente levanta los ojos al cielo y dice:"Sí, Madre; sí, Madre"[68]
 Poco a poco fue abriendo los ojos a la  diferencia de los videntes del segundo grupo. Él  no pudo marcharse como su hermana. Su reacción fue de  una inadaptación sicológica muy agresiva. Su ciclo de visiones de divide en  dos partes: desde el 30 de junio hasta  fines de agosto, con 31 visiones. Rechazado por su propia familia, marginado por los promotores[69] de los segundos videntes, carente del apoyo de su hermana, respondió con los recursos de un niño acorralado en sus más íntimas convicciones surgidas del contacto  vivo con la aparición. Todo cuanto los periodistas del tiempo y el propio Párroco  declararon  sobre él, pertenece seguramente a esta época  conflictiva de su vida[70].  Además de las visiones  anteriores, tuvo una segunda parte -a juzgar por los testigos- [71] de un par de años. Estas tenían lugar el manzanal detrás de la casa. Este desplazamiento del lugar puede obedecer al disgusto que le producían  los del segundo grupo de videntes o también a la prohibición  eclesiástica del acceso de los videntes  al lugar de las apariciones. En ninguna de las dos etapas sus visiones llegaron  al éxtasis o a la percepción de locuciones de parte DE la aparición.  Hacia el año siguió el mismo camino de su hermana. Se fue a Zumárraga a estudiar el Colegio de los Hermanos de La Salle. De allí pasó  a una escuela de armería en Éibar, que le buscó seguramente su propio padre.
 De Éibar se fue a Vitoria, donde  encontró un nuevo trabajo. Inventó dos máquinas  de triturar cereales o forraje. No tuvo éxito[72], porque no se pudo comercializar la nueva maquinaria[73]. Su hermana Catalina (13.10.2009) atribuía el fracaso a la estafa de que fue objeto de parte del socio.
De Vitoria con cierta frecuencia venia en los fines de semana Ezkioga. Siempre fue fiel a la misa dominical. Oía  con devoción la vespertina del sábado, y la del día  el domingo. Según los conocidos era muy devoto y muy formal.,
Cuando  se presentaba        en un lugar donde no era conocido, era frecuente  que se le señalara como el vidente de Ezkioga.
Un mismo destino unió a los dos hermanos en sus actitudes. No se plegaron a las pretensiones protectoras de  Carmen Medina. No entraron en el grupo de las personas interrogadas  por la  autoridad eclesiástica  en el proceso diocesano de Vitoria. Tampoco fueron llevados a la audiencia que Mons. Mateo Múgica concedió a los videntes del segundo grupo en su destierro de La Puye[74].
Murió en Vitoria el  4 de octubre  del 2000, cinco años antes que se hermana Antonia que falleció el 12 de mayo del 2005. Ambos están enterrados en el cementerio municipal  de Ezkioga, lo mismo que sus padres.

CONCLUSIÓN
La vida de los hermanos Bereciartúa después de la condenación de Ezkioga nada tuvo que ver con las comodidades de que gozaron   los videntes del segundo grupo, de parte de los "promotores". Haber sido "videntes" de Ezkioga para ellos supuso siempre un baldón. Se retiraron a la vida cristiana común y sencilla, sin ningún protagonismo en los  medios de comunicación que continuaron hablando HASTA la "Guerra Civil"
La permanencia eibarresa de D. José Bereciartúa (padre de los videntes) y de Andrés Bereciartúa (vidente) no deja de ser significativa. El  14 de  abril de 1931 la victoria de las izquierdas en las elecciones municipales abrió el camino a la proclamación de la II República Española. La primera población a promulgar la República fue Éibar (Guipúzcoa) que mereció del Gobierno el titulo de ciudad. En el domingo siguiente a las elecciones a las Cortes Constituyentes  (30 de junio de 1931) tiene lugar la primera de las apariciones de  Ezkioga .Inexplicablemente  las manifestaciones religiosas que serían el obstáculo mayor al afianzamiento de la República procederían de un hogar muy vinculado  precisamente con Éibar,  y tendría como epicentro el Goyerri guipuzcoano.
Especialistas en el tema como William A. Christian, creen que el frente hostil más fuerte que encontró la II República fue Ezkioga. Pero  no fue esa la dinámica primera de Ezkioga. Las apariciones a los primeros videntes presentaron la solución al advenimiento de la República, en una manera de acción sencilla y comunitaria, sin éxtasis, sin raptos místicos, sin locución externa  alguna sino con el impulso interior irresistible que les lanzaba a orar.
Ezkioga ha sido desde la condenación de las apariciones un motivo de vergüenza colectiva en el  País Vasco. La frustración de  Ezkioga  fue una lección muy  fuerte. Para siempre quedó el País curado de aficiones aparicionistas,  con bastante alergia a los movimientos cristianos del siglo XX, y bastante distancia respecto de las posturas políticas de las autoridades de la Iglesia. También quedo, para las personas que vivieron los acontecimientos, la persuasión negativa de que todo   lo de  Ezkioga, fue una dolorosa pesadilla. A pesar de todo, la gran rehabilitación de Ezkioga realizada por William A. Christian abre una nueva época de esperanza. Lo válido de Ezkioga para siempre es el mensaje de los primeros videntes: oración pública y comunitaria para la solución de los grandes conflictos. El conflicto en 1931 fue la República. A  los 80 años de aquellos acontecimientos, el enemigo a combatir es la descristianización. Los mensajes  de lo Alto tienen  una vigencia de siglos. Si la primera recepción fue degradada, queda una oportunidad para escucharla de nuevo con humilde corazón.
La protagonista principal de Ezkioga fue Antonia Bereciartúa. En ella se ve más que en nadie el dolor de la frustración de las apariciones. Toda la vida llevó oculto en su interior un  drama interior terrible. Si desconcierto espiritual cuando en  septiembre se apartó del lugar de las Apariciones  y se retiró a su casa, para refugiarse en Zumárraga  y en Legazpia, lo describió en trazos firmes el irlandés Starky:”Raras veces he visto una expresión tan trágica en el rostro de un niño. Parecía como si la hubieran  castigado ya las penas de toda una vida” (WS. 9. 83).
Bernardita fue en Lourdes el trasunto de la Inmaculada. En Ezkioga, el trasunto de la Dolorosa que veía    en Anduaga, era Antonia Bereciartúa
En todo el proceso eclesiástico de la Diócesis de Vitoria nunca aparecen los nombres de los hermanos Bereciartúa. Solo se mencionan en la "Positio" de Bondini en Roma. Por tanto, la aparición fundante vivida por dichos niños, nunca ha sido condenada por la Iglesia diocesana o romana. La autoridad eclesiástica solo ha condenado  las desviaciones de los segundos videntes. Y fue una condenación justa. La rehabilitación de Ezkioga es distinta de la de Ntra. Sra. de los Pueblos de Ámsterdam lo de la Virgen de El Escorial, en Madrid, rechazadas  por la Iglesia. En Ezkioga lo que falta  es reconocimiento de  lo positivo que  hubo en la aparición  fundante  de los primeros videntes.

[1] No repetimos cuanto hemos narrado ya en la Parte Tercera  sobre  la IGLESIA Y EZKIOGA, pp. 132-161.La información sobre los hechos de este Epilogo la hemos recogido personalmente en las entrevistas que hemos podido realizar en octubre de 2009,   2010,  201l, y en febrero  de 2013 con los siguientes testigos: para la vida de los videntes en Ezkioga: Catalina Bereciartúa (hermana de los videntes). Felipa Aramburu Urkia, nacida  en Ezkioga, en el caserío  Zelaeta, el 31-12-1919. Testigo de las aperciones desde el primer día. Las siguientes personas, son todas ellas -menos Magdalena y Martín- del mismo caserío Celaeta del tiempo de las apariciones. Juan Osinalde Aramburu  nacido en Casa: Zelaeta (Ezkioga) el 23-8-1940. Juan es sobrino-nieto de Felipa,de prte de su hermna Joseja.. Su testomnio es directo resèctyo de GFeliepa, y des sus padres y abuela). Martin Etxeberría Aramburu, nacido en Ezkioga el 30-11-1918  Testigo contemporáneo de los hechos. Para la vida de Antonia en Legazpia, Magdalena Irastorza Elizburu, nacida en Legazpia el 22-7-1941 (de oídas en casa del marido, Juan Osinalde Aramburu, y  de sus padres, contemporáneos de los  sucesos).
[2] William A. CHRISTIAN  describe a los primeros  de la siguiente manera:”Los viejos habitantes de Ezkioga diferencian   a la hermana y  al hermano de los videntes posteriores,  más famosos, e insisten en la inocencia de los niños  y en  la falta de otras motivaciones [no religiosas]. Consideran que los   videntes de más edad lo “estropearon “(William A. CHRISTIAN Jr. Las Visiones de Ezkioga. La Segunda República y el Reino de Cristo. Traducción española de José Luis Gil Arestu,,  Ariel,1996,p.64) Esta obta citamos en adelante con la abreviatura WAC, Las visiones,  Las Visiones de Ezkioga…, p.63)
 [3] DE, notas 139-140, de las pp. 155-156.
[4] Es el grupo que Bernoville (Les faits étranges d' Ezquioga, ÉTUDES, 1931, IV, p. 460.
llama  de la “zona de veracidad, de sinceridad, de sencillez, de piedad".
[5] Es el grupo  "de alucinación, neurosis, y de histeria mística", Les faits étranges d' Ezquioga, ÉTUDES, 1931, IV, p. 460.
 [6] Bernoville la designa como "zona de comedia, y con frecuencia, de fraude”, Les faits étranges d' Ezquioga, ÉTUDES, 1931, IV, p. 464.
7] Ver  nota 84, pg.136.
[8]  J.A. SOBRINO, Antonio Amundaráin .Desafío y esperanza,  Biblioteca de Autores Cristianos,  1990,p.
[9] El episodio sucedió de la siguiente manera. El 22 de junio de 1931 Ignacio Galdós ,que conducía
un carro cargado de  troncos. El carro se precipitó por un  barranco. Corrían peligro los bueyes y el carro, pero sobre todo el hijo que  iba encima del carro. En el desconcierto  del accidente,  el hombre   vio a una señora vestida de negro delante  de la pareja de  bueyes. Tocó  con su mano los cuernos de uno de los  bueyes, los cuales se levantaron  inmediatamente. Ignacio pudo por sí mismo acomodar el  carro y salir del atolladero. Cuando el  hombre volvió la cara para agradecer el  a la señora  de negro, no la vio más. No comentó con  nadie el suceso para no ser tenido por  supersticioso. Cuando a los ocho días apareció la Virgen en Ezkioga, reconoció  que era la misma a que le ayudó a sacar su carro del barranco. Cuando se multiplicaron las apariciones un día preguntó a una de las videntes por qué él no veía a la Virgen. Le respondió que por castigo a no haber referido suceso milagroso del día 22,Este milagro lo coloca WAC diez días antes de la aparición (p.257).Bondini lo coloca el día 22( DE, p.85)
[10] En Ezkioga era la fiesta patronal de San Pedro. Aunque la Parroquia estaba dedica a Santa Lucia, el Patrón era San Pedro.
[11] WAC, p.34.
[12] La maestra Manuela  Lasa -natural de Ormáiztegui, fue  retirada de la enseñanza en Ezkioga .Le sustituyó en el  cargo, una maestra que no conocía el vascuence.
[13] El año 1931  se implantó  por primera vez en Ezkioga  la comunión temprana a los 7 años. Hasta entonces no se hacía la comunión sino hacia los 12 años. Por esta razón, seguramente, en 1931 se hizo a la vez, la comunión de los que contaban con 11 ó 12 años, y los que contaban con 7 años. Antonia tenía a la sazón 11 años y Andrés, 7. A partir de este año se dividieran las comuniones. La comunión de los 12 años empezó a llamarse "solemne" (komunio aundia)  que se hacía  torno a la fiesta de la Ascensión. La comunión de los 7 años se llamaba sencillamente la  "primera comunión" que  se hacía, por lo general,  en las semanas inmediatas al Domingo de Ramos. En   1931  no se sabe en qué fecha se hizo la "primera comunión". Si ,se según  la antigua usanza, coincidió con la fiesta de Ascensión, el año 1931 , Antonia y Andrés comulgaron , los dos a la vez,  el 14 de mayo.
[14] ."Era negra  noche y  él parecía  que translucía como un ángel          que estuviera adorando a Dios" R (p.288).
[15] William. A. Christian cree que es Andrés el niño de quien informa un testigo:"un chiquito que estaba jugando con dos piedras delante de un sacerdote de Oyarzun, de repente levanta los ojos al cielo y dice:" Bai, Ama; Bai Ama! (Sí, Madre; sí, Madre)"[15].
WAC, Las Visiones de Ezkioga,  p.
[16] Todos los testigos supervivientes encuestados están de acuerdo en afirmar que la educación que D. José procuraba a sus hijos  fue muy severa. Tal vez esa formación  intransigente de los primeros años, dura y  represiva, explique el hecho  un poco insólito de que  ninguno de los hijos  de la familia Bereciartúa-Goenaga se casó.
[17]  Y, a pesar de las insidiosas alusiones de la prensa en sentido contrario, la familia y los videntes se aprovecharon poco o nada de las visiones (WAC, Las Visiones de Ezkioga,  p..64).
[18] Cuando el movimiento ezkioguista resultó incontenible, José  se vio obligado por la fuerza de las cosas, a  ceder en su obstinación. El caserío Basterreche se convirtió en centro de  la comisión eclesiástica de verificación  de los casos milagrosos. Allá llegó en julio de 1931 el futuro académico de Francia,  Bernoville a informarse de lo  sucedía, para informar a la revista  francesa  ÉTUDES
[19] Ver p,
[20] “Los primeros videntes nunca cayeron en trance  ni pretendieron hallarse   en un estado alterado” (WAC, Las Visiones de Ezkioga,   p...).Ezkioga se parece a Pontmain. Tampoco allí habló la Virgen. Su mensaje apareció escrito en una banderola que  decaía:”Mais  priez mes enfants”…
 [21] Ver nota 14.
 [22]“Los videntes se presentaban en una diversidad de condiciones. físicas que iban del estado inalterado y normal de la primera niña a los profundos trances de Patxi y a lo que parecía en otros una pérdida total de la conciencia”. (WAC, Las Visiones de Ezkioga,  p. 270).Rafael Picabea escribió refiriéndose al niño: «Los nuevos videntes..., lo han eclipsado. Ni sufre desmayos emocionantes, ni cae en sueños patológicos truculentos.»28
 [23] Este rezo fue  lo que provocó los primeros fenómenos extraordinarios de conversión  como el  Aguado, de  Patxi y de Lolita, y favoreció la eclosión de los fenómenos maravillosos de la segunda época. Estos fenómenos formaban lo que hemos llamado la  “onda expansiva” del  acontecimiento  Los hermanos Bereciartúa no hicieron otra cosa que secundar los impulsos interiores inducidos por la Virgen para  inducir también  ellos  a la gente a orar. Así se convirtieron en los verdaderos promotores de la oración en masa en Ezkioga. .Luego, el ambiente de intensa espiritualidad creado por el rezo del rosario favoreció la onda  expansiva de lo maravilloso.
 [24] Una tradición n recogida por WAC (p. 52) supone que la aparición   tuvo lugar precisamente al toque del Ángelus, y los niños se arrodillaron para rezar la oración correspondiente
[25]             La fecha de la primera aparición es incierta, W. Christian la coloca el 29 de junio en p.15., mientras que en p. 8 señala los días 29-30 como igualmente probables. La tradición más fija coloca la primera aparición el domingo día 30. En favor del 29 se puede aducir el detalle de que en tal día solían encargar los ezkioguistas una misa de aniversario en  la capilla de la Virgen de Lourdes de los P. Pasionistas de Villarreal de Urretxu. Es posible que la fecha de la misa fuera el 29 por la fiesta de San Pedro, más para una reunión de devotos de Ezkioga. El 29 se basa en una información de María Ángeles Montoya a W A C.(Las Visiones de Ezkioga, p32), que el día 29, al día siguiente de las elecciones [28 de junio], una mujer se vio se vio obligada detener su coche  porque había tenido lugar una aparición a dos niños. El testimonio, según WAC,  fue confirmado por un sacerdote de Zaldivia. De ser esto cierto, hay que suponer que el  calentamiento psicológico del día posterior a las elecciones, hizo que alguno se enterara pronto de las apariciones e hiciera correr voz inmediatamente la voz a la multitud. La asociación de  la fecha con las elecciones, puede ser más primitiva que la asocia con  el "día siguiente de San Pedro" que recuerdan otros testigos, y confirmó expresamente Catalina Bereciartúa -hermana de los videntes- e13  octubre de 2009. al autor de estas líneas. Las cosas se pueden reconstruir de la siguiente manera. El día 29 son las fiestas de San Pedro en  Santa Lucia, y hay numerosos grupos de  gente en la taberna Basterreche. Además, la plaza del barrio  hierve  de gente. La nueva de  que los dos hermanitos de la taberna han tenido una visión en el monte provoca una    especie e incendio informativo. Mientras los videntes van de nuevo al monte, la gente del barrio, se apiña la  en la carretera hacia     la taberna. La dificultad más seria contra esta cronología es que, de haber tenido lugar la primera aparición el día 29, habría un vacío informativo para el día 30, a no ser que la doble visión  del día 30  se deba a la fusión de las visiones del 29 y 30. Esta sucesión cronológica concede más tiempo para que A. Echezarreta pueda enterarse de boca de Antonia Bereciartúa  a lo largo del  domingo  día 30 de los sucesos del día de San Pedro, y  el lunes  1 de julio informe en la Parroquia de Zumárraga sobre lo acontecido en Ezkioga.                Para resolver definitivamente este problema hemos interrogado a Felipa Aramburu, testigo directo de la primera aparición el día 13 de octubre de 2009.Según ella, la aparición aconteció el día de San Marcial (30 de junio(. Sin  añadir más detalles sobre el día  que le precede. Lo confirmó Catalina Bereciartúa (Ezkioga, 13 octubre 2009( confirmado  de octubre 2011 en el Geriátrico de Ordizia).
 [26] Era un caserío arrendado, que ya no subsiste. Tras un  incendio, su propietario  Juan José Echezarreta no quiso reedificarlo, y los terrenos los plantó de pinos para su fábrica de papel en Legorreta.
[27] La taberna de Basterreche  no poseía vacas. La leche se procuraba fuera.
[28] Al tiempo de la encuesta  (octubre del 2010) vivía en Zumárraga  .Es  todavía (mayo del 2013) la única superviviente de la aparición misma del día 30 de junio de 1931.
[29] La escena de la primera visión ha sido relatada  en las más diversas versiones.  El P. Burguera. la pone, justamente, en el camino, cerca de la carretera. El hecho de no haber encuestado  nunca ni a los primeros videntes ni  a los  testigos de vista, de la primera visión ha contribuida a  fijar una escena completamente  deformada. Interrogada Felipa  Aramburu y  la hermana de los videntes, Catalina Bereciartúa, hemos podido reconstruir la escena con toda exactitud.   Hay que rectificar, igualmente, que  no iban los dos hermanos juntos al caserío a traer la leche. Sólo Antonia baja del monte con la leche. La visión no tuvo lugar en la falda de la montaña, sino cerca de la carretera y del caserío Basterreche, en el cruce de senderos que se ha descrito.
[30] Al tiempo de la primera encuesta  (13 de octubre del 2009) vivía en Zumárraga  .Es  todavía (mayo del 2013) la única superviviente de la aparición misma del día 30 de junio de 1931..
[31] La escena de la primera visión ha sido relatada  en las más diversas versiones.  El P. Burguera. la pone, justamente, en el camino, cerca de la carretera. El hecho de no haber encuestado  nunca ni a los primeros videntes ni  a los  testigos de vista, de la primera visión ha contribuida a  fijar una escena completamente  deformada. Interrogada Felipa  Aramburu y  la hermana de los videntes, Catalina Bereciartúa, hemos podido reconstruir la escena con toda exactitud. Hay que rectificar , igualmente, que  no iban los dos hermanos juntos al caserío a traer la leche. Sólo Antonia baja del monte con la leche. La visión no tuvo lugar en la falda de la montaña, sino cerca de la carretera y del caserío Basterreche, en el cruce de senderos que se ha descrito.
[32] Felipa Aramburu Urkia  nació  el 31.12.1919 en el caserío Zelaeta (Ezkioga) .Era de la misma edad de Antonia Bereciartúa, nacida el 18.01.1920.
 [33] Según testimonio de Catalina Bereciartúa  (13.10.2009) la marmita y la jarra se      conservan  todavía en el caserío Basterreche.
[34] También  la localización de la primera visión es incierta. La zona boscosa de Anduaga, donde los niños tuvieron su primera visión, no ofrecía ningún detalle  inconfundible para localizar posteriormente el lugar exacto de la visión. No tenía una gruta y un río, como Lourdes. Ningún árbol, como Fátima. Tampoco el tejado de  una casa como en Pontmain. Además, los niños en un principio, no dieron importancia al lugar, pues creían que aquello no se iba repetir. Según  una compañera de infancia de los videntes, éstos vieron por vez primera a la Virgen «en lo alto del monte» o «en el cielo”. Así  contemplaron a la Virgen en  un punto espacial  ilocalizable  .Fue D. Antonio Amundaráin quien, llevándolos a la cima de la montaña, les ayudó a  identificar el lugar  donde se aparecía la Virgen, en la falda de la montaña. Los primeros reporteros  tuvieron dificultad en localizara el punto exacto de la visión. A veces   colocaban este lugar en en unas zarzamoras entre dos manzanos .Otros lo colocaban en la proximidad de unos árboles. Sólo a partir del día 7  se concretó un  “lugar” de las apariciones. No fue, desde luego, un lugar fijo como la gruta de Lourdes. La localización fue más bien  al modo de la aparición  de Banneux. En ella, Marieta Becco vio cómo la Virgen descendía del cielo sobre las cimas de dos abetos, de los cuales bajaba a donde se encontraba la vidente. La montaña o el cielo del que hablan los primeros testigos, se colocaba, por tanto, al modo de las citadas apariciones de Banneux, en un punto  de la cima de la montaña, que daba al cielo. Desde allí  se aproximaba la Virgen al lugar donde se encontraban  los niños, "un poco por encima del suelo". (WAC, Las Visiones de Ezkiogap, p. 311). Los videntes posteriores modificaron estas localizaciones, dificultando hasta la identificación del lugar primero. (WAC, Las Visiones de Ezkioga,  p. 43).Del lugar exacto de la primera aparición solo se puede precisar, la parte del camino donde se encontraban los niños. Corresponde en la actualidad, a la zona delantera de la casa Zelaeta, propiedad del Sr. Juan Osinalde.
[35]  Probablemente a esa edad, no sabían rezar más que el padre nuestro y el avemaría. No eran capaces de rezar solos el rosario
[36] Sobre la  personalidad de Antonia Echezarreta, ver la información de WAC, Las Visiones de Ezkioga,  p. 59
[37] Probablemente  D. Andrés Olaechea.
[38] El día 2, 12 labradores acompañan al Párroco y a los niños. El  4,500 personas; el  9, 12.000; el 11,7.000; e1 12,30.000; el 13,4.000. En las noches  de los días 12, 16, y 18 de julio y 16 de octubre, hasta 80.000 personas acudieron   a la espera milagrosa. El primer mes hubo más de cien videntes y las visiones continuaron  a la intemperie  y en público hasta el otoño de 1933 (WAC, Las Visiones de Ezkioga,. p.36).
[39] El primer caso fue  el de Ignacio Aguado, taxista de Beasáin,  uno de los cuatro jóvenes que tuvieron sucesivamente visiones, luego de haberse mostrado escépticos. Aguado había estado bromeando con unos amigos, cuando vio a la Virgen, durante el rosario del 4 de julio. Sintió una especie de desmayo y se derrumbó por espacio de un minuto. Para quienes lo observaban, parecía inconsciente, pero, según su propia descripción, «yo caí al suelo, pero no perdí el sentido y continué viendo la imagen». Hubo que introducirlo en una casa y transportarlo, luego, de vuelta a Beasáin. Según una versión, se confesó y se convirtió en católico practicante” (WAC, Las Visiones de Ezkioga,  p.280).
[40] Por confidencias muy posteriores  de Antonia con  una amiga de Legazpia: Felisa  Andueza, se sabe que  el padre  había ocultado a los niños en un caserío  donde vivían  unos familiares -tal vez la casa natal de la madre-, pero nunca quiso  hablar de esto.Nunca se ha sabido dónde estaba ese caserío.
 Los niños habían trasladados ocultamente a   algún  caserío, lejano del lugar de las manifestaciones. Tal vez la casa natal de la madre
[41] 7 de Julio 271
[42]  El domingo 7 de julio, acudieron unas tres mil personas. La aparición tuvo lugar para los niños como los demás días. Ese día siete la concurrencia aproximada alcanzaría al número de seis mil. Toda la carretera era un cúmulo de autos particulares, «autocares», un sinnúmero de bicicletas y muchos grupos de personas a pie.
[43] Probablemente era D .Andrés Olaechea, capellán de las Hnas.  Mercedarias de la Caridad.
[44] "El santo rosario, que es el único acto religioso oficial que aquí se practica, viene recitándose con extraordinaria devoción y gusto espiritual intenso, tanto que muchísimos caballeros y señoras vienen aquí, no con afán de ver a la Virgen, sino exclusivamente a rezar el santo rosario. Este es el hecho cierto que lo ven y lo palpan en Ezkioga, no media docena de personas, sin todos los que vienen con un poco de sentimiento religioso" (DE, pp.21-22)
[45] Felipa Aramburu (6 mayo 2013)
[46] Felipa Aramburu (el  6 mayo 2013)
[47] La procesión partía de las inmediaciones de Basterreche, cerca de la  carretera, y se dirigía hacia el lugar las apariciones.
[48] En estas visiones no fueron  ni sustituidos ni  suplantados los  videntes primeros. Fue como un caso de reacción  carismática, que surgió como una renovación de la aparición fundante que nacía del rezo común del santo rosario.
[49] El primer caso fue  el de Ignacio Aguado, taxista de Beasáin,  uno de los cuatro jóvenes que tuvieron sucesivamente visiones, luego de haberse mostrado escépticos. Aguado había estado bromeando con unos amigos, cuando vio a la Virgen, durante el rosario del 4 de julio. Sintió una especie de desmayo y se derrumbó por espacio de un minuto. Para quienes lo observaban, parecía inconsciente, pero, según su propia descripción, «yo caí al suelo, pero no perdí el sentido y continué viendo la imagen». Hubo que introducirlo en una casa y transportarlo, luego, de vuelta a Beasáin. Según una versión, se confesó y se convirtió en católico practicante.”(WA, Las Visiones de Ezkioga,  p.280).
 [50] Un niño de Zumárraga  fue el primer en  tener una visión, después de Antonia y Andrés, el 5 de julio de 1931(WAC,  Las Visiones de Ezkioga, p.  301).
 [51] “ Patxi cayó por tierra el 7 de julio una vez concluidas las oraciones habituales [el rezo deñl rosario] y después de haber hecho una broma sobre la Virgen. Patxi subió a zancadas hasta una elevación de la ladera y la señaló lanzando un grito. Por consejo de alguien próximo, le preguntó por tres veces qué quería y ella le dijo que debían rezar el rosario. Así lo hicieron 1[quienes se hallaban en torno suyo. La prensa lo describió luego con los ojos abiertos, pero «sin sentido», «kordegabeta», «desvanecido», en «pasmo», en «arrobamiento» o «extático». Sus amigos lo bajaron de la ladera. Patxi, al igual que Aguado, dijo: «Caí desvanecido pero no perdí el conocimiento... Al bajar la            cuesta en brazos de ellos continuaba ella ante mí. » Había para entonces una habitación de primeros auxilios y los médicos presentes comprobaron que el corazón de Patxi funcionaba bien. Se sentía conmocionado, como Aguado, y alguien hubo de conducirlo a casa. No se recuperó del todo hasta bien entrada la noche, y durante cuatro días no comió, apenas durmió y se sintió triste.(WAC, Las Visiones de Ezkioga, ,p. 283).                 
[52]  WAC, Las Visiones de Ezkioga,  p.. 283.
[53]  WAC, Las Visiones de Ezkioga,  p.. 283
[54] WAC, Las Visiones de Ezkioga,  p.. 283.
[55] Fue la primera persona fotografiada en éxtasis.
[56] WAC, Las Visiones de Ezkioga, p.71.
[57] El resultado personal fue que el status de su vida cambió y empezó a recibir regalos y a viajar[57]. 
[58] De los relatos contemporáneos  se puede conjeturar  que fue la experiencia colectiva del rosario fue la ocasión externa que  suscitó en la masa de los fieles  las experiencias extraordinarias.-No fue dicho fenbómeno de   cointagio de los pequeños videntes, porque es na afirmación unán ime  de los con temooraneos  que los niños jamás tuvieron una experiencia de éxtasis, ni oyeron hablar  a la Virgen, ni sufrieron  perdida del estado normal de su  conciencia[58]. No así los nuevos videntes  los cuales, en la experiencia aparicional,  emepzaron ya   a oír la voz de la Virgen y a entrar en estados extáticos.La on da expansiva comenzó por prooooovocar fenó,men os un evos..
[59] DE, p. 156
[60] "En total  la niña tuvo dieciséis visiones, negándose a jugar con los demás niños. Había dejado de ver a la  Virgen y se encerraba en su habitación. Nunca entró en trance durante las mismas sino que se mantenía impasible, sin que le variara el pulso. Nunca oyó hablar a la Virgen” (WAC, Las Visiones de Ezkioga,  p.63). El mismo autor recuerda la aparición del 21 de julio de 1931,cuando Antonia vio a la Virgen extender las manos  hacia la multitud, al canto de despedida "Agur, Jesusen Ama",  (WAC, Las Visiones de Ezkioga, p.274)
[61]“De mis fuentes periodísticas, impresas, fotográficas, manuscritas y orales he recopilado una lista de   unas 250º personas que tuvieron visones en Ezkioga mismo, en el resto del País Vasco y Navarra, desde el 29 de   junio de 19331 hasta la Guerra Civil [...] Podemos dar por supuesto que hubo videntes circunstanciales en los días de asistencia masiva, como el 12 de julio, el 16-18 y el 25 y 26 del mismo mes  y el 15-20 de octubre, en que los periodistas  acudieron a   otros videntes anónimos"( WAC, Las Visiones de Ezkioga,  p. 257):
[62] Los dos hermanos eran motejados por la gente, como "marías" en razón  de  su condición de videntes
[63]  Llegó acompañada de su madre, para buscar alojamiento. Primeramente, se instaló en casa de  su fiel amiga  Mariatxo Etxeberria y de sus padres. Estos tenían a su cargo el bar que hoy se con el nombre de Elizondo. Cuando  la familia Etxeberria dejó el bar, se trasladaron a vivir a la Calle Mayor, se fue también  con ellos  Antonia. Al casarse su amiga  Mariatxo fue cuando se trasladó al Iru-bide. Era un restaurante-Pensión donde ella empezó a prestar servicios cuando había mayor afluencia de gente. El nombre  de la dueña de  Iru-bide era Marcelina.
[64]  Martin Etxeberría  Aramburu  recuerda haberle visto varias veces   salir sola de casa bajo una lluvia torrencial y quedar  rezando con los brazos en cruz en Anduaga.
[66]  Llegó acompañada de su madre, para buscar alojamiento. Primeramente, se instaló en casa de  su fiel amiga  Mariatxo Etxeberria y de sus padres. Estos tenían a su cargo el bar que hoy se con el nombre de Elizondo. Cuando  la familia Etxeberria dejó el bar, se trasladaron a vivir a la Calle Mayor, se fue también  con ellos  Antonia. Al casarse su amiga  Mariatxo fue cuando se trasladó al Iru-bide. Era un restaurante-Pensión donde ella empezó a prestar servicios cuando había mayor afluencia de gente. El nombre  de la dueña de  Iru-bide era Marcelina.
[67]  Martin Etxeberría  Aramburu  recuerda haberle visto varias veces   salir sola de casa bajo una lluvia torrencial y quedar  rezando con los brazos en cruz en Anduaga.
[68] WAC, Las Visiones de Ezkioga,  p. 306.
[69] Fuera de los primeroPercy Buzaglo Terry In Memoriams dais en que Amundaráin se volcó sobre ellos, en cuanto  se hizo presente  lo maravilloso del segundo grupo,  los niños Bereciartúa se vieron   abandonados por el Párroco de Zumárraga. Mi Medina, ni el grupo catalán, ni Rigné ni  Burguera se interesaron por sus experiencias
[70] “Travieso y descarado” (St.)”Travieso y arisco” “simpático y vivillo”, “arisco”, “salvaje”,  ”impertinente”, ”confianzudo” (arrogante), “desenvuelto”. El párroco:”El niño es para rebeldía”. Un  periodista de Sn. Sn. “Es un revoltoso terrible y últimamente  está acostumbrado a la visón y ni le da la mínima importancia, a lo que hay que agregar que lo tienen harto de preguntas” (WAC, p.63). No tenía trances.”Simplemente dejaba de jugar. Extendía sus brazos  y rezaba durante su visión; luego volvía a sus juegos. Trepaba a los árboles  cuando la gente rezaba en la ladera. O salía corriendo al bosque  cuando querían hablar con él. Sus visones ocurrieron en diversos lugares, especialmente en los manzanos detrás de su casa. No oyó  hablar a la Virgen. Para principios de septiembre  había experimentado  treinta y una visiones y  los creyentes afirmaban que siguió  teniéndolas a diario al  menos  durante dos años. A comienzos  de 1934 las tenía durante las oraciones nocturnas de la familia .Por entonces asistía a la escuela de Zumárraga” (WAC, Las Visiones de Ezkioga,  63-64).
[71] "Para principios de septiembre  había experimentado  treinta y una visiones y  los creyentes afirmaban que siguió  teniéndolas a diario al  menos  durante dos años. A comienzos  de 1934 las tenía durante las oraciones nocturnas de la familia" (WAC, Las Visiones de Ezkioga,  63-64.).
[72] Según referencias de su hermana Catalina (13 octubre 2009) el fracaso se debió a la  difícil comercialización de la maquinaria; pero, sobre todo,  a la estafa del socio que le dejó sin capital.
[73]
[74] ” WAC, Las Visiones de Ezkioga,  p.75..

viernes, 19 de julio de 2013

LA TERCERA

San Gabriel de la Dolorosa

I.                   JUVENTUD
Nace San Gabriel de la Dolorosa el primero de marzo del año 1838, en el palacio del gobernador de Asís, su padre, y el mismo día es bautizado en la Catedral, en la pila bautismal donde seis siglos y medio antes lo fuera San Francisco. Se le impusieron los nombres de Francisco, José, Vicente, Pacífico, Rufino. Su padre D. Santos Possenti, y su madre Dña. Inés Frisciotti tuvieron otros trece hijos, entre los que nuestro santo ocupaba el undécimo lugar. En 1841 D. Santos es nombrado gobernador de Poggio Mirteto y se traslada allí con toda su familia, pero a finales del mismo año, se establecen en la ciudad de Spoleto, donde pronto morirán dos de sus hermanitas: Rosa y Adela, y también su madre, profundamente afectada por la muerte de sus hijas y víctima de una meningitis, el 9 de febrero de 1842, a los 38 años de edad.

Con la muerte de su madre, Francisco y todos sus hermanos quedaron al cuidado de su padre, quien se esmeró cuanto pudo para suplir el calor de la madre y formar con toda delicadeza el corazón de sus hijos, a pesar de que su trabajo le mantenía ocupado casi todo el día. Pero al acabar la jornada, ya en casa, reunía a todos en su habitación y rezadas las oraciones de costumbre, se entretenía inculcando a sus hijos los principios cristianos, dándoles útiles y sabios consejos y toda clase de enseñanzas. Así es como Francisco, el más aventajado de los hermanos, adquirió poco a poco un fondo de sólida virtud desde sus primeros años. De aquella época tenemos testimonios que recuerdan, como uno de los rasgos más característicos, la ternura de su corazón para con los desamparados, y una delicadeza especial en su trato con todos. Daba a los pobres cuanto le venía a las manos, incluso su propia comida, y si alguno de los criados lo advertía y le regañaba, solía exclamar: «Papá quiere que se dé limosna a los pobres; no debemos despreciarlos, pues no sabemos lo que algún día será de nosotros». Fue también desde su niñez enemigo de cualquier injuria u ofensa hecha al prójimo; frecuentemente se le veía acalorado, tomando la defensa de los demás, sobre todo si eran reprendidos o acusados injustamente.

No se crea, sin embargo, que nuestro joven careciese de faltas y defectos. Su personalidad de adolescente, estaba tenuemente sombreada por ciertas tintas de espíritu mundano y por una ligereza e inconstancia en la práctica del bien que le hacía entregarse con fervor al estudio y a la oración y al poco tiempo abandonarlo todo. Pero aquella primitiva piedad de Francisco nunca moría por completo; era como la semilla sofocada por las espinas terrenas, que pronto o tarde rebrotaba otra vez en flores y frutos. En las sucesivas fases por las que atravesaba al ir madurando, siempre se transparentaba aquella bondad que anidaba en su corazón. Era también de carácter irascible, pero sus reacciones no duraban más que un fuego fatuo, que se enciende de pronto y al momento se apagaba, pues no tardaba nada en postrarse de rodillas, compungido, llorando y pidiendo humildemente perdón.

En el año 1846, el 1 de enero, apadrinado por el D. José Pacieri, francisco recibe el sacramento de la Confirmación en la iglesia de San Gregorio Mártir, de manos del Arzobispo de Spoleto, Mons. Juan Sabbioni. Los testimonios no nos dicen nada se su primera comunión, que debió velificarse en privado, durante los disturbios que conmovieron a Italia, en el año 1848.

D. Santos Possenti comprendió perfectamente que uno de sus deberes principales era dar a sus hijos una educación verdaderamente religiosa y cristiana, por eso había confiado su querido Francisco al cuidado de los hijos de San Juan Bautista de La Salle, los Hnos. de las Escuelas Cristianas. Bajo su delicadísima dirección adquirió junto con los fundamentos del saber humano, los sólidos e importantísimos principios de la virtud y la santidad cristianas.

En noviembre de 1850, al finalizar sus estudios elementales, es matriculado como alumno externo en el colegio de los PP. Jesuitas. De ésta época se conserva un cuaderno de ensayos escolares en verso y prosa, algunos dedicados ya a la Stísima Virgen. Los rápidos progresos que hizo en todas las asignaturas y los premios que obtuvo, nos lo muestran como uno de los alumnos más aventajados.

Su transparencia y franqueza en las relaciones con profesores y compañeros, su exterior amable y grave a la vez, su conversación amena, sus modales distinguidos, atraían el aprecio y la admiración de cuantos le trataban. Era un joven de delicados sentimientos y profunda interioridad que se fortalecía frecuentando los sacramentos de la Penitencia y la Eucaristía.

Sin embargo manifestaba a veces una inclinación por las vanidades que le hacían preocuparse en exceso de que sus trajes estuviesen confeccionados a la última moda. Amante de las reuniones y los pasatiempos, aprovechaba todas las ocasiones para frecuentar los salones y sobre todo el teatro, por el que sentía una atracción especial.

Entre los años 1848 y 1855, morirían tres de sus hermanos: Pablo, de 21 años, estudiante en la Universidad de Venecia, que se había enrolado en el ejército que defendía la independencia italiana; Lorenzo, de 27 años, valeroso oficial del ejército, y Ma Luisa, la única hermana que le quedaba en casa y a quien amaba entrañablemente, pues era para él una madre. La muerte imprevista de Ma Luisa, a sus 26 años de edad, a finales del mes de mayo de 1855, mientras francisco participaba en la procesión del Corpus Christi por las calles de Spoleto, fue para él un durísimo golpe, y preparó su corazón para el gran cambio que poco a poco se irá produciendo; nunca antes había sentido tanto dolor ante la muerte. Este dolor fue para él un vivísimo rayo de luz que lo despertó del sueño mundano en que yacía. La pérdida de esta hermana le sumió en una profunda melancolía. Su recuerdo se levantaba vivo y penetrante, rasgando aquel velo de seductora apariencia que, hasta entonces, le había hecho contemplar las cosas mundanas sin ninguna sombra de tristeza. Pero dios, que tiene en sus manos las voluntades humanas, y las conduce a sus fines con dulzura y fortaleza, iba llevando a Francisco al cumplimiento de sus designios.

Tras la pérdida de la persona más querida, corta con todo y decide cambiar el rumbo de su vida. Sin embargo no es la primera vez que piensa en ello; se conserva una carta con fecha del 17 de Mayo de 1855, en la que el Padre Tedeschini, jesuita, que además de profesor fue su director espiritual, le aconseja sobre su posible vocación a la vida religiosa. Hacia finales de agosto de ese año habla a su padre de este proyecto; D. Santos Possenti, muy preocupado, le sugiere que no debe dejar sus estudios sin terminar, y que, en cuestión tan importante, es necesario un tiempo prudencial antes de decidirse. Ante la insistencia de su hijo, le pide que espere al menos un año, y si después persiste en su propósito, promete que no se opondrá a su decisión. Francisco accede. En los primeros momentos, parece que había pensado en los jesuitas, pero cambió de parecer, inclinándose por los pasionistas, fundados por S. Pablo de la Cruz.

El viernes, 22 de agosto, octava de la Asunción de María a los cielos, Francisco participa en la solemne procesión en la que el icono de la Santísima Virgen, venerado en la catedral, recorre las calles de Spoleto. Cuando la imagen pasa por delante de él, tiene la impresión, muy viva, de que la Virgen le mira fijamente a los ojos, y oye claramente una voz en su interior: «¡Francisco!, ¿No te das cuenta de que esta vida no es para ti?: sigue tu vocación. ¿A qué esperas?». Desde ese momento se siente completamente transformado. Aunque nadie sabía ni podía sospechar lo que pasaba en el alma de Francisco, pues en su exterior se observaba la misma elegancia en el vestir, los mismos modales distinguidos y la misma alegría, otro muy distinto era el Francisco que se ocultaba ahora en su interior. Más tarde se supo cómo, bajo sus cuidados trajes, se ceñía con un áspero cilicio, y cómo sin que nadie lo observase, abandonaba discretamente el lugar que ocupaba en el teatro o las reuniones, y, sin más compañía que la de su ángel de la guarda, se dirigía a la iglesia catedral, para entregarse a la oración, en la soledad y en el silencio. Y si por lo avanzado de la noche la encontraba cerrada, se arrodillaba en el pórtico, elevando su corazón hacia la Madre de Dios, hasta que salía la gente del teatro.

En efecto, aquella mirada penetrante y aquella voz, fuerte y suave de la Santísima Virgen María, que él sintiera en su interior, habían abierto en el corazón de Francisco un surco tan hondo, que no pudo olvidarlas jamás. Estaba persuadido de que Ella, su amadísima Madre, no sólo le garantizaba la verdad de su vocación, sino que también le prometía la ayuda necesaria para corresponder fielmente a ella. Le sobraba, por tanto, razón, cuando, para poder de relieve la grandeza del beneficio recibido de María, decía en una carta a su padre con sentimientos de profunda humildad: « ¡Oh en qué abismo me hubiera despefiado, si María -compasiva con quienes la invocan- no me hubiera extendido amorosamente su mano en la octava de su Asunción!».

Así fue como, convertida prodigiosamente, toda duda en claridad, y toda vacilación en firmeza, su decisión se hace firme y su opción por los pasionistas definitiva. Desea pedir la admisión cuanto antes, y así se lo confía al Padre Bompiani, jesuita, quien, convencido de la autenticidad de la llamada, le asesora para preparar los expedientes necesarios y solicitar el ingreso: «Un domingo de agosto del año 1856-cuenta el p. Bompiani -Francisco me manifestó su deseo de hablar conmigo en privado. Lo llevé a mi clase, y allí, a solas, me declaró con franqueza su decisión de hacerse religioso pasionista. Examiné detenidamente el caso bajo todos los aspectos, dada su novedad y también el carácter del joven. Tras madura investigación, descubrí en él pruebas tan evidentes de verdadera vocación, que le aconsejé se lo hiciese saber a su padre para preparar todos los documentos necesarios.

II.                 PASIONISTA
A primeros de septiembre, una tarde, después de la cena, Francisco se aproxima a su padre y le susurra que tiene algo que decirle a solas. Con gran valor recuerda a D. Santos cómo ya ha expirado el plazo de un año que le había dado para probar su vocación, y le explica que, después de serias y largas reflexiones, se siente decidido a hacerse religioso pasionista. La sorpresa de D. Santos es grande, sobre todo porque esperaba que, al menos, hubiese escogido la Compañía de Jesús, por eso comenzó a recordarle la simpatía que sentía hacia ellos y, en cambio, las grandes austeridades de la vida pasionista, que le harían imposible perseverar, dada su delicada complexión, junto con otras muchas dificultades. Pero Francisco respondía: «Si Dios me quiere pasionista, me dará la fuerza suficiente para ser fiel a su llamada». Finalmente su padre, sabiendo -como buen cristiano- que no podía oponerse a la voluntad de Dios, con el corazón desgarrado, abrazó a su hijo y le aseguró que aceptaría el sacrificio que le pedía.

Allanado el camino del claustro, Francisco envía los certificados al Provincial de los pasionistas, P. Simón de San José, al Retiro de Recanati. El día 5 participa en el acto académico de la Congregación Mariana; es una velada que se celebra en la iglesia de la Concepción, en honor de Nuestra Señora de la Cuesta, y él es el encargado de la presentación del programa. Lo hace recitando una bellísima poesía. Al terminar se despide de sus compañeros para emprender un viaje al día siguiente, pero sin especificar cuál será realmente su destino. También, en casa, se despide de sus hermanos y su padre. El día 6 muy temprano, mientras la ciudad duerme todavía, sale de Spoleto en compañía de su hermano Luis, dominico. Pronto correrá la noticia de boca en boca: Francisco Possenti se ha ido al noviciado de los pasionistas.
En el viaje estaba previsto el paso por Loreto, donde deseaban visitar la Basílica y la casa de la Virgen, pero al llegar a últimas horas de la tarde, hallaron las puertas cerradas. Francisco entonces se arrodillaba bajo la ventana de la Sta. Casa y permanece largo rato en oración, sin preocuparse de la lluvia que caía, calándole hasta los huesos. Pasan la noche en un albergue cercano, y a la mañana siguiente vuelven a la Basílica, donde el P. Luis celebra la Sta. Misa, y Francisco recibe con gran fervor la Sta. Comunión después de haber hecho una confesión general de toda su vida. Quería así depositar a los pies maternales de María su pasado, y emprender el nuevo camino bajo su protección. Antes de dejar Loreto, visitan el colegio de los P.P. Jesuitas y aun tío suyo, el canónigo Acquacotta, a quien D. Santos había puesto al corriente de todo. Su tío, conocedor de la rigurosa observancia y de las austeridades de la vida pasionista, intenta convencer a Francisco para que reflexione de nuevo y desista de su propósito, pero él después de escucharle, se reafirma en su decisión.

Otra de las paradas del viaje era Civitanova. Era la ciudad natal de su madre y, como es natural, se detuvieron para saludar a la familia. Por fin, el día 9, llegan a Morrovalle, donde comen con los capuchinos. Otro tío suyo, el Padre Juan Bautista Flisciotti, superior de la comunidad, intenta disuadirle, pero se convence de que es inútil y finalmente se encaminan al convento de los pasionistas. Después del primer saludo, Francisco entra en el noviciado acompañado del Vicemaestro, P. Norberto.

Con su ingreso eran en total trece los jóvenes del retiro pasionista de Morrovalle. Entre sus compañeros estaba el que luego sería el Beato Bernardo Ma de Jesús. Voluntariamente renunció Francisco a disfrutar del breve tiempo de prueba que se suele conceder a los aspirantes; al día siguiente se une al grupo de postulantes que comienza una tanda de ejercicios espirituales como preparación a la toma de hábito. Admitido a la vestición, recibe el hábito pasionista el domingo, 21 de septiembre de 1856, de las manos del Maestro de novicios, P. Rafael Ricci, en una emotiva celebración, en la que es revestido de negro, ceñido con el cinturón de cuero, calzado con las austeras sandalias y cubierto con el manteo, mientras se le exhorta a llevar este hábito de penitencia y luto como perpetuo recuerdo de la santísima Pasión de Nuestro Señor Jesucristo. Para expresar que inicia una etapa absolutamente nueva de su vida, cambia su nombre por el de Gabriel de la Virgen Dolorosa. Así se le conocerá en adelante.

Con sus 18 años acababa de abrazar Gabriel un estilo de vida totalmente opuesto al que había llevado hasta entonces en su casa paterna. Una vida que le fascinaba, y en la que su entrega fue total y continuada, sin reserva ni división, a Dios, que le había llamado y concedido la gracia de responder con todas las fuerzas de su joven corazón. Nunca se acobardó ante los sacrificios y renuncias exigidas, y, a pesar de los grandes esfuerzos iniciales para amoldarse en todo al nuevo ambiente que le rodeaba, su carácter se mantuvo siempre jovial y abierto; su voluntad generosa y constante.

Cumplido el año de noviciado, el 22 de septiembre de 1857, hace su profesión religiosa junto con otros dos compañeros. La profesión religiosa pasionista, es un acto solemne, por el que el hombre queda consagrado totalmente a Dios. Es una entrega sin reservas de toda la persona, que unida a Jesús Crucificado, se ofrece a Dios Padre en sacrificio por los pecados del mundo entero. Fácilmente podremos imaginar cual sería la emoción que embargó a Gabriel en aquel día tan importante. Algunos días después de la profesión de los cuatro votos: Pobreza, castidad, obediencia, y hacer continua memoria de la Santísima Pasión y muerte de N. S. Jesucristo, escribe a su querido padre: «Con indecible júbilo de mi alma, todos mis deseos han sido apagados, consagrándome a Dios sin reserva mediante la profesión religiosa. Es esta, querido padre, una gracia tan grande, que jamás la podré apreciar como se merece, y ya que he recibido de Dios un favor tan insigne, es necesario que corresponda fielmente a tanta bondad. Necesito para ello sus oraciones. ¡Que la Santísima Virgen me bendiga con abundantes gracias celestiales!».

Pronto reanuda los estudios, y comienza su dirección espiritual con el P. Norberto Cassinelli, nombrado director y profesor de los estudiantes. Él será el responsable de la formación espiritual e intelectual de Gabriel hasta su muerte.


III.              EN ISOLA DEL GRAN SASSO

Unas semanas más tarde, el 20 de junio de 1858, los estudiantes de Morrovalle, entre ellos Gabriel, con el P. Norberto, se dirigen a Pievetorina, en el territorio de Las Marcas, para concluir los estudios de filosofía y comenzar los de teología. Aquí se resentirá de los efectos del clima húmedo, y en una visita que le hace su hermano Miguel, estudiante de medicina en Roma, le hallará visiblemente desmejorado, pero feliz, y entusiasmado en su nueva vida de oración, estudio, soledad y silencio. Como Gabriel había hecho ya los cursos de Humanidades y parte de la filosofía en el colegio de los P.P. Jesuitas de Spoleto, al año siguiente, 1859, pasó al retiro de Isola del Gran Sasso. Era la tarde del día 9 de julio, cuando junto con otros siete estudiantes, acompañados por el P. Norberto, llegaron a su destino. Durante dos años y medio, continuarán aquí sus estudios de teología, preparándose para el sacerdocio.

El clima de Isola era mejor que el de Pievetorina, y el lugar muy agradable. Gabriel escribe a su padre, D. Santos: «La abundancia de árboles frutales me confinan que es un clima benigno, y gracias a Dios estoy contento. El aire es excelente y los pequeños dolores de cabeza que con frecuencia tenía en Pievetorina son más raros; casi han desaparecido».

En mayo de 1861, juntamente con sus condiscípulos, atravesó las montañas que separan Isola de Penne, para recibir, el 25 del mismo mes, en la catedral y de manos del Sr. Obispo, Mons. Vicente D’ Alfonso, la tonsura y las cuatro órdenes menores. A consecuencia de este viaje, empedrado de grandes dificultades, su salud se resintió palpablemente y se agravó de manera alarmante la enfermedad que le venía minando silenciosamente. Si las circunstancias políticas no lo hubieran dificultando, los Superiores habrían procurado que fuese ordenado sacerdote sin tardar, pero Dios tenía otros planes para Gabriel. En la última carta a su padre le decía: «A estas horas debía estar ordenado sacerdote, pero (…) debo contentarme solo con las ordenes menores, Así lo dispone Dios, así lo quiero yo también».

La tuberculosis latente, iba minando poco a poco su salud, y en la primavera de 1861, el P. Norberto debió de observar algún síntoma en Gabriel, pues según comunicaba por carta a D. Santos, le dispensó de las observancias más pesadas, prohibiéndole, sobre todo, levantarse a maitines, a media noche. Además le cambió de celda, cediéndole la suya, que estaba mejor orientada y era más soleada. También los demás religiosos se alarmaron por su gradual desmejoramiento, y se prodigaron con él en atenciones fraternales, orando para que Dios, por intercesión de la Santísima Virgen, devolviese la salud a su queridísimo Cohermano.

La enfermedad seguía su curso sin que se trasluciera al exterior peligro alguno. Sin embargo ya el mismo año, 1861, tuvo una fuerte hemoptisis (vómito con sangre), que gracias a la pronta intervención de los médicos, no tuvo consecuencias inmediatas. En la Nochebuena de aquel año no se le permitió bajar a la capilla para los oficios solemnes, y tuvo que contentarse con permanecer en la tribuna del coro. El 30 de diciembre envió a su predilecto hermano Miguel una larga carta, el último escrito suyo que conservamos, en la que después de recomendarle que se mantenga siempre fiel a Dios, comienza a hablarle de la Santísima Virgen con particular énfasis:

«… Miguel de mi corazón: ¿Quieres amar? Ama, ¿pero sabes a quién? Ama a María. ¿Quién más hermosa, quien más amable, quién más poderosa que María? No creas que el amar a María, conversar y entretenerse con Ella cause fastidio por no poder verla con los ojos corporales. Los consuelos y alegrías del alma son delicados y distintos, como lo es el alma del cuerpo. Además debes tener en cuenta que nadie en este mundo te podrá hacer feliz, porque las personas del mundo son inconstantes cuando se trata de amar. E incluso cuando encontrases a alguien que te amase de verdad, el solo pensamiento de perderla algún día te entristecería. En cambio no sucede esto a quien escoge a María para dueña y señora de su corazón. María es fiel, es constante, y en el amor no se deja vencer por nadie. Si te ve al borde de algún peligro, correrá a librarte de él; si te ve afligido, te consolará; si enfermo, te aliviará; si necesitado, te socorrerá. María no mira jamás nuestro pasado, no lo tiene en cuenta cuando ve un corazón que desea amarla de verdad. Ella entonces, abre sin tardar el seno de sus misericordias, nos abraza, nos defiende y nos acompaña fielmente en la breve peregrinación que es nuestra vida sobre esta tierra, y luego… ¡Oh querido hermano!, esto es lo más consolador, cuando para los que solo aman a las criaturas del mundo, todo acaba y muere, para los amantes de María llega la infinita alegría de ir a poseer en plenitud la realidad de su Amor, Amor que será su felicidad en una eternidad sin fin…»
IV.              EL CREDO DE MARÍA
La nota característica de la espiritualidad de San Gabriel fue el amor a la Virgen María. Ella estuvo en el origen de su vocación y ella le condujo por el camino de la santidad hasta las cumbres más elevadas. Se puede afirmar que la devoción a María le transformó gradualmente, dándole una fisonomía especial. Su corazón se transfundió de tal manera en María, que vivía más en Ella que en sí mismo. Llevaba al cuello, como precioso tesoro, un hermosísimo himno que él mismo había compuesto en su honor, y al que llamaba «Símbolo de la Virgen» o «Credo de María», como testimonio perenne de su amor. Deseaba escribirlo con su propia sangre y, para obtener permiso, rogó e insistió una y otra vez a su director espiritual, que no se lo permitió. Se trata de una larga serie de enunciados en los que con fe, amor, y ternura, recoge lo más bello que, en los escritos de los Santos y de los Padres de la Iglesia, se lee sobre las excelencias de la Madre de Dios. Con énfasis y entusiasmo indescriptible habla así a María y de María:

«Creo ¡Oh María! Que, como Vos misma revelasteis a Santa Brígida, sois Reina del cielo, Madre de misericordia, alegría de los justos y guía de los pecadores arrepentidos; y que no hay hombre tan perverso que, mientras viva, no tengáis misericordia de él; y que ninguno está tan abandonado de Dios, que, si os invoca no pueda volver a Dios y hallar su perdón, mientras que siempre será desgraciado el que, pudiendo, no recurra a Vos.

Creo que sois la Madre de todos los hombres, a los que recibisteis como hijos, en la personas de Juan, según el deseo de Jesús.

Creo que sois, como declarasteis a Sta. Brígida, la Madre de los pecadores que quieren corregirse, y que intercedéis por toda alma pecadora ante el trono de Dios, diciendo: Tened compasión de mí.

Creo que sois nuestra vida, y uniéndome a S. Agustín, os aclamaré como única esperanza de los pecadores después de Dios.

Creo que estáis, como os veía Sta. Gertrudis, con el manto abierto, y que bajo él se refugian muchas fieras: leones, osos, tigres, etc. Y que Vos, en lugar de espantarlas, las acogéis con piedad y ternura.

Creo que por Vos recibimos nosotros el don de la perseverancia: si os sigo, no me descarriaré; si acudo a Vos, no me desesperaré; si Vos me sostenéis, no caeré; si Vos me protegéis, no temeré; si os sigo a Vos, no me cansaré; si os alcanzo, me recibiréis con amor.

Creo que Vos sois el soplo vivificante de los cristianos, su ayuda y su refugio, en especial a la hora de la muerte, según dijisteis a Sta. Brígida, pues no es vuestra costumbre abandonar a vuestros devotos en la hora de la muerte, como asegurasteis a San Juan de Dios.

Creo que Vos sois la esperanza de todos, máxime de los pecadores; Vos sois la ciudad de refugio, en particular de quienes carecen de toda ayuda y socorro.

Creo que sois la protectora de los condenados, la esperanza de los desesperados, y como oyó Sta. Brígida que Jesús os decía, hasta para el mismo demonio obtendríais misericordia, si humildemente os la pidiera. Vos no rechazáis a ningún pecador, por cargado de culpas que se halle, si recurre a vuestra misericordia. Vos con vuestra mano maternal lo sacaríais del abismo de la desesperación, como dice San Bernardo.

Creo que Vos ayudáis a cuantos os invocan y que más solicita sois para alcanzarnos gracias, que nosotros para pedíroslas.

Creo que, como dijisteis a Sta. Gertrudis, acogéis bajo vuestro manto a cuantos acuden a Vos, y que los Ángeles defienden a vuestros devotos contra los ataques del infierno. Vos salís al encuentro de quien os busca y también, sin ser rogada, dispensáis muchas veces vuestra ayuda y creo que serán salvados los que vos queráis que se salven.

Creo que, como revelasteis a Sta. Brígida, los demonios huyen, al oir vuestro nombre, dejando en paz al alma. Me asocio a San Jerónimo, Epifanio, Antonino y otros, para afirmar que vuestro nombre bajó del cielo, y os fue impuesto por orden de Dios.

Declaro que siento con San Antonio de Padua las mismas dulzuras al pronunciar vuestro nombre que las que San Bernardo sentía al pronunciar el de vuestro Hijo. Vuestro nombre. ¡Oh María!, es melodías para el oído, miel para el paladar, júbilo para el corazón.

Creo que no hay otro nombre, fuera del de Jesús, tan rebosante de gracia, esperanza y suavidad para los que invocan. Estoy convencido con San Buenaventura de que vuestro nombre no se puede pronunciar sin algún fruto espiritual. Tengo por cierto que, como revelasteis a Sta. Brígida, no hay en el mundo alma tan fría en su amor, ni tan alejada de Dios, que no se vea libre del demonio si invoca vuestro santo nombre.

Creo que vuestra intercesión es moralmente necesaria para salvarnos, y que todas las gracias que Dios dispensa a los hombres pasan por vuestras manos, y que todas las misericordias divinas se obran por mediación vuestra, y que nadie puede entrar en el cielo sin pasar por Vos, que sois la puerta. Creo que vuestra intercesión es, no solo útil, sino moralmente necesaria.

Creo que Vos sois la cooperadora de nuestra justificación; la reparadora de los hombres, corredentora de todo el mundo. Creo que cuantos no se acojan con Vos, como arca de salvación, perecerán en el tempestuoso mar de este mundo. Nadie se salvará sin vuestra ayuda.

Creo que Dios ha establecido no conceder gracia alguna sino es por vuestro conducto; que nuestra salivación está en vuestras mano y que quien pretende obtener gracia de Dios sin recurrir a Vos, pretende volar sin alas. Creo que quien no es socorrido de Vos, recurre en vano a los demás santos: lo que ellos pueden con Vos, Vos lo podéis sin ellos; si Vos calláis, ningún santo intercederá; si Vos intercedéis, todos los santos se unirán a Vos. Os proclamo con Sto. Tomás como la única esperanza de mi vida, y creo con San Agustín que Vos sola sois solícita por nuestra eterna salvación.

Creo que sois la tesorera de Jesús y que ninguno recibe nada de Dios, sino por vuestra mediación: hallándonos a Vos se encuentra todo bien. Creo que uno de vuestros suspiros vale más que todos los ruegos de los santos, y que sois capaz de salvar a todos los hombres. Creo que sois abogada tan piadosa, que no rechazáis defender a los más infelices. Confieso con San Andrés cretense que sois la reconciliadora celestial de los hombres.

Creo que sois la pacificadora entre Dios y los hombres y que sois el señuelo divino para atraer a los pecadores al arrepentimiento, como Dios mismo reveló a Sta. Catalina de Siena. Cómo el imán atrae el hierro, así atraéis Vos á los pecadores, según asegurasteis a Sta. Brígida. Vos sois toda ojos, y toda corazón para ver nuestras miserias, compadecemos y socorremos. Os llamaré pues, con San Epifanio: « La llena de ojos». Y esto confirma aquella visión de Sta. Brígida, en la que Jesús os dijo: «Pedidme, Madre, lo que queráis». Y Vos le respondisteis: «Pido misericordia para los pecadores».

Creo que la misericordia divina que tuvisteis con los hombres cuando vivíais en la tierra, innata en Vos, ahora en el cielo se os ha aumentado en la misma proporción de que el sol es mayor que la luna, como opina San Buenaventura. Y que, así como no hay en el firmamento y en la tierra cuerpo que no reciba alguna luz del sol, tampoco hay en el cielo ni en la tierra alma que no participe de vuestra misericordia. Creo también con S. Buenaventura, que no sólo os ofenden los que os injurian, sino también los que no os piden gracias. Quien os obsequia, no se perderá, por pecador que sea, al contrario, como asegura S. Buenaventura, quien no es devoto vuestro, perecerá inevitablemente. Vuestra devoción es el billete del cielo, diré con Efrén.

Creo que, como revelasteis a Sta. Brígida, sois la Madre de las almas del purgatorio, y que sus penas son mitigadas por vuestras oraciones. Por tanto afirmo con San Alfonso que son muy afortunados vuestros devotos y con San Bernardino que Vos libráis a vuestros devotos de las llamas del purgatorio. Creo que Vos, cuando subíais al cielo, pedisteis, y lo obtuvisteis sin ninguna duda, llevar con Vos al cielo todas las almas que entonces se hallaban en el purgatorio. Creo también que, como prometisteis al Papa Juan XXII, libráis del purgatorio el sábado siguiente a su muerte a cuantos lleven vuestro escapulario del Carmen. Pero vuestro poder introduciendo en el cielo a cuantos queráis. Por Vos se llena el cielo y queda vacío el infierno.

Creo que los que se apoyan en Vos no caerán en pecado, que quienes os honran alcanzarán la vida eterna. Vos sois el piloto celestial, que conducís al puerto de la gloria a vuestro devotos en la barquilla de vuestra protección, como dijisteis a Sta. Ma Magdalena de Pazzis. Afirmo lo que asegura San Bernardo: El profesaros devoción es señal cierta de predestinación, y también lo del abad Guerrico: Quien os tiene un amor sincero, puede estar tan cierto de ir al cielo, como si ya estuviese en él.

Creo con S. Antonio, que no hay santo tan compasivo como Vos: dais más de lo que se os pide; vais en busca del necesitado, buscáis a quien salvar: Muchas veces salváis a los mismos que la justicia de vuestro Hijo está a punto de condenar, como enseña el Abad de Celles. Por tanto, estoy convencido de la verdad que se contiene en la visión que tuvo Sta. Brígida: Jesús os decía «Si no se interpusieran vuestras oraciones, no habría en este caso ni esperanza, ni misericordia». Opino también con San Fulgencio, que si no hubiera sido por Vos, la tierra y el cielo habrían sido destruidos por Dios.

Creo, como revelasteis a Sta. Matilde, que erais tan humilde que, a pesar de veros enriquecida de dones y gracias celestiales sin número, no os preferirías a nadie. Y que, como dijisteis a Sta. Isabel, Benedictina, os juzgabais vilisima sierva de Dios e indigna de su gracia.

Creo que por vuestra humildad, ocultasteis a San José vuestra maternidad, aunque aparentemente pareciera necesario manifestárselo, y que servisteis a Sta. Isabel y que en la tierra buscasteis siempre el último puesto. Creo que, como revelasteis a Sta. Brígida, tuvisteis tan bajo concepto de Vos misma porque sabíais que todo lo habíais recibido de Dios, por ello en nada buscasteis vuestra gloria, sino la de Dios únicamente. Creo con San Bernardo que ninguna criatura del mundo e mas comparable con Vos en la humildad.

Creo que el fuego del amor, que ardía en vuestro corazón para con Dios, era de tantas calorías, que al instante hubiera encendido y consumido el cielo y la tierra, y que en comparación de vuestro amor, el de los santos erafrío. Creo que cumplisteis a la perfección el precepto del Señor «Ama a Dios», y que desde el primer instante de vuestra existencia, vuestro amor a Dios fue superior al de todos los ángeles y serafines. Creo que debido a este intenso amor vuestro a Dios, jamás fuisteis tentada, y que nunca tuvisteis un pensamiento que no fuera para Dios, ni dijisteis palabra que no fuera dirigida a Dios.

Creo con Suárez, Ruperto, S. Bernardino y S. Ambrosio, que vuestro corazón amaba a Dios, aun cuando vuestro cuerpo reposaba, de manera que se os puede aplicar lo que dice la Sagrada Escritura: «yo duermo, pero mi corazón vela», y que mientras vivíais en la tierra, vuestro amor a Dios nunca fue interrumpido.

Creo que amasteis al prójimo con tal perfección, que no habrá quien lo haya amado más, exceptuando vuestro Hijo. Y que aunque se reuniera el amor de todas las madres para con sus hijos, de los esposos y esposas entre sí de todos los santos y ángeles del cielo, sería este amor inferior al que Vos profesáis a una sola alma.

Creo que tuvisteis, como dice Suárez, más fe que todos lo Ángeles y Santos juntos: aun cuando dudaron los Apóstoles, Vos no vacilasteis. Os llamaré pues, con San Cirilo «Centro de la fe ortodoxa».

Creo que sois la Madre de la Santa Esperanza y modelo perfecto de confianza en Dios,. Que fuisteis mortificadísima, tanto que, como dicen San Epifanio y San Juan Damasceno, tuvisteis siempre los ojos bajos, sin fijarlos jamás en persona alguna.

Creo lo que dijisteis a Sta. Isabel, Benedictina: que no tuvisteis ninguna virtud sin haber trabajado para poseerla, y con Sta. Brígida creo que todas vuestras cosas entre los pobres, sin reservaros para Vos más que lo estrictamente necesario. Creo despreciabais las riquezas mundanas. Creo que hicisteis voto de pobreza.

Creo que vuestra dignidad es superior a todos los ángeles y santos y que es tanta vuestra perfección, que solo Dios puede conocerla. Creo que después de Dios, es ser Madre de Dios, y que por tanto no pudisteis estar más unida a Dios sin ser el mismo Dios, como decía San Alberto.

Creo que la dignidad de Madre de Dios es infinita y única en su género y que ninguna criatura puede subir más alto. Dios pudo haber creado un mundo mayor, pero no pudo haber formado criatura más perfecta que Vos.

Creo que Dios os ha enriquecido con todas las gracias y dones generales y particulares que ha conferido a todas las demás criaturas juntas. Creo que vuestra belleza sobrepasa a la de todos los hombres y los Ángeles, como reveló el Señor a Sta. Brígida. Creo que vuestra belleza ahuyentaba todo movimiento de impureza e inspiraba pensamientos castos.

Creo que fuisteis niña, pero de niña sólo tuvisteis la inocencia, no los defectos de la niñez. Creo que fuisteis virgen antes del parto, en el parto y después del parto; fuisteis madre sin la esterilidad de la virgen, sin dejar por ello de ser virgen, Trabajabais, pero sin que la acción distrajera; orabais, pero sin descuidar vuestras ocupaciones. Moristeis, pero sin angustia, ni dolor ni corrupción de vuestro cuerpo.

Creo que, como enseña S. Alberto, fuisteis la primera en ofrecer, sin consejo de nadie, vuestra virginidad, dando ejemplo a todas las vírgenes, que os han imitado, y que Vos, delante de todas, lleváis el estandarte de esta virtud. Por vos se mantuvo virgen vuestro castísimo esposo S. José. Creo también que estabais resuelta a renunciar a la dignidad de Madre de Dios, antes que perder vuestra virginidad.

Al leer este creo Mariano, que hemos entresacado de un manuscrito, incompleto, de San Gabriel, se siente el calor del amor a la Santísima Virgen que ardía en el pecho de quien lo compuso. Quizás nos resulten poco exactas, teológicamente, algunas de sus expresiones. Pero San Gabriel, como un enamorado, como los santos, cuyas afirmaciones recoge, no se detiene para analizar lo que brota espontáneamente de su corazón y todo le parece poco como gloria y alabanza de María. «Dios – decía- ha hecho tan sublime a María porque quiere que la honremos. Si Dios lo quiere, ¿por qué hemos de ser tan mezquinos en nuestras alabanzas a la Reina de los cielos? Honrando a María, honramos a Dios. Seamos generosos con la Virgen Santísima, y Ella lo será también con nosotros».




V.                EN LA CRUZ CON CRISTO

La vida de los estudiantes pasionistas es vida de retiro, de oración, soledad, silencio y esfuerzo continuado en el seguimiento de Cristo Jesús. Bajo la maternal mirada de María, se desarrollaba así la vida de Gabriel. En los seis años que vivió, como novicio y profeso, ciertamente no tuvo ocasión de hacer cosas grandes, que hubieran aumentado el contenido de esta narración. Además, la uniformidad de sus quehaceres, la repetición diaria de las mismas tareas, la suma diligencia con que toda aquella intensa vida espiritual se ocultaba en su interior, hacen que su existencia aparezca a una mirada superficial, como ordinaria y sin ningún relieve. Sin embargo, el espíritu que la animaba era sobrenatural y extraordinario, era el Espíritu Santo, el único que puede hacer nuestras obras agradables a Dios, y fecundas en frutos de Vida Eterna. A sus compañeros les decía: «No, nuestra perfección no consiste en hacer cosas grandes, sino en hacer bien lo que tenemos que hacer, porque el valor de nuestras acciones está en las disposiciones interiores con las que se hacen». Y, con frecuencia, repetía las palabras de San Gregario Magno: «Dio no mira si se hace mucho o poco en su santo servicio, sino solamente el afecto del corazón con que obramos».

Su director espiritual, el P. Norberto declara, que poniendo en práctica esta máxima, y con el continuo ejercicio de la vida interior, Gabriel avanzaba rápidamente por el camino de la santidad: «en el último año de su vida, fue tal la abundancia de gracias que le comunicaba Dios, y tal la correspondencia de Gabriel, que yo mismo quedaba admirado. Su virtud, siempre espontánea, franca, natural, adquirió un no se qué de gravedad, majestad y sensatez, que despertaba en mi alma una íntima veneración hacia él».

La salud de Gabriel parecía haberse normalizado, sin embargo dios tenía sus propios proyectos sobre esta alma predilecta, y pasados unos meses comenzó a sentirse otra vez mal. Una debilidad general invadió su organismo. Al principio trató de mantenerlo oculto, para no verse dispensado de la observancia de la Regla, pero el mal avanzaba rápidamente y los médicos diagnosticaron una grave tuberculosis pulmonar. La fiebre lentamente, consumía sus fuerzas. El P. Norberto, su director espiritual, le aconsejó que pidiese a Dios y a la Santísima Virgen de los Dolores su curación, y cuál no sería su sorpresa al oír que el mismo enfermo le respondía: «Padre, déjeme pedir al Señor y a la Santísima Virgen, no la salud, sino una santa muerte, porque los peligros de ofender a Dios son muchos». Con esto le daba a entender que tenía el presentimiento de que pronto moriría.

Hasta la mitad de febrero de 1862, pudo el joven bajar por su propio pie a comulgar, en compañía de sus hermanos pasionistas, pero el domingo, 16 de febrero de 1862, por la mañana, fue la última vez que Gabriel comulgó en la capilla del retiro, acercándose al altar con gran esfuerzo; luego se sintió tan exhausto que, cediendo a la insistencias de sus cohermanos, tuvo que acostarse para ya no levantarse más. El martes siguiente por la tarde, le sorprendió una hemoptisis tan violenta que puso en peligro su vida. El P. Norberto le advirtió que se dispusiera a recibir el Santo Viático; él rogó que le permitieran levantarse y arrodillarse en el suelo, o al menos sobre la misma cama, pero no se lo concedieron. Después de la acción de gracias, dirigiéndose a los que le asistían dijo: «Si el Señor quisiera llevarme consigo esta noche, hágase su santísima voluntad, pero me temo que la enfermedad se prolongue. De todos modos, hágase siempre la voluntad de Dios». Por la noche, viéndose en un momento a solas con su Director espiritual, le dijo: «Allí, en el cajón de la mesita hay un diario en el que he ido anotando las gracias que he recibido de María. Temo que el demonio se sirva de él para tentarme vanagloria. ¿Me promete cogerlo y hacerlo desaparecer para que no lo vea nadie?». El P. Norberto le respondió: «Sí, le prometo que ni siquiera yo lo voy a leer». «Muy bien -respondió Gabriel- y ahora recuerde que toda promesa obliga».

El P. Norberto, efectivamente, cogió el cuaderno y fue inmediatamente a quemarlo. Luego volvió a la habitación del enfermo para asegurarle que había satisfecho su deseo. Gabriel se lo agradeció con una sonrisa: «Eso está muy bien».

Así fue como su humildad quedó resguardada de toda tentación de vanagloria, pero también fue este el motivo de que no hayamos podido conocer tantos secretos de su hermosa alma, y las extraordinarias gracias recibidas de manos de María, secretos y gracias cuyo único testigo había sido aquel precioso cuadernito.

Después de aquella terrible crisis, la enfermedad se calmó un poco, pero la fiebre y los continuos dolores le seguían consumiendo; sin embargo había madurado a la sombra de la Cruz, y unidos a los dolores de la Santísima Virgen conocía el alto valor del sufrimiento, de tal modo que los que le asistían nunca sorprendieron en su rostro un gesto de desesperación o de impaciencia.

El martes, 25 de febrero, la comunidad celebraba la Solemne conmemoración de la Pasión, fiesta titular de la Congregación, y por la tarde comenzaban los Ejercicios Espirituales que solían hacerse en los ocho días que preceden al miércoles de Ceniza.

Viéndose ya cara a cara con la muerte, el santo moribundo pidió que se le aplicaran las absoluciones generales que le correspondían por las cofradías a las que pertenecía, y las bendiciones e indulgencias propias de la Congregación Pasionista. Se fortaleció otra vez con la Sta. Comunión, y recibió con serenidad y espíritu de fe el Sto. Sacramento de la Extremaunción, rogando que previamente le recordaran sus efectos. Luego dio gracias a Dios por todos los beneficios recibidos de su pródiga mano.

Y así llegó la noche del 26. Los religiosos después de visitar al enfermo, se retiraron a sus celdas para acostarse, quedando de vela el hermano enfermero y el estudiante Cohermano Vicente. San Gabriel, tranquilo y sereno siempre, repetía jaculatorias a Jesús Crucificado y a la Virgen Dolorosa. Volviéndose de improviso al Cohermano Vicente, le preguntó: «¿Con qué le puedo corresponder yo?». «Me encomiende a la Virgen», respondió el estudiante. Y Gabriel comenzó a orar devotamente.

El P. Norberto, que a altas horas de la noche se había retirado para descansar en la celda contigua a la del santo, no conseguía conciliar el sueño, y volvió de nuevo para asistir a su hijo espiritual, que celebró su amada presencia con una sonrisa.

A primeras horas del 27, estando el P. Norberto sentando a la cabecera del enfermo, comenzó éste a decir afanosamente: «Tu llagas, ¡Oh Jesús!, son mis méritos». Y como repetía estas palabras con acento cada vez más marcado, el P. Norberto comprendió que debía estar rechazando alguna tentación, y acercándose, le preguntó al oído:

- « ¿Siente alguna tentación?».

- «Sí Padre».

- « ¿De presunción o de desconfianza?». - «De presunción».

El P. Norberto le dirigió algunas palabras de consuelo, y al rociar la cama y la celda con agua bendita, desapareció toda tentación diabólica. Preguntando luego si estaba tranquilo, respondió: «Sí Padre, estoy tranquilísimo gracias a Dios». Se adormeció plácidamente, y alternando el sueño con los delirios, pasó algún tiempo.

VI.              LA MUERTE
Los religiosos se hallaban en el coro cantando las divinas alabanzas de la mañana, y mientras tanto, en su habitación enfermo, Gabriel, entreabierto un poco los ojos y con voz débil, dijo al P. Norberto:

- «Padre, ¿me podrá dar ahora la santa absolución?».

- «No hijo mío, respondió el Padre –todavía hay tiempo, esté tranquilo; yo cuidaré de dársela oportunamente».

- «Padre, ya he hecho el acto de contrición; déme la santa absolución».

Esta vez, efectivamente, se le impartió la absolución tan deseada.

El desenlace se acercaba. Recibida la absolución pidió una estampa de la Dolorosa, que tantas veces había besado en el curso de la enfermedad, pero como no pudieron hallarla, le dieron la doble imagen del Crucificado y la Dolorosa que solía tener en el coro mientras salmodiaba. Tomándola con alegría, la besó, se desabotonó el pecho y metiéndola dentro de la camisa, la estrechó amorosamente con ambas manos sobre su corazón, mientras haciendo un esfuerzo decía «¡Oh María, madre mía, apresúrate!». El Padre Norberto emocionado animaba al moribundo, y el santo repetía sin cesar: «María, madre de gracia y misericordia, defiéndenos del enemigo y ampáranos en la hora de nuestra muerte» y «Jesús, José y María, expire en paz con vos el alma mía». Estas fueron sus últimas palabras, después, apretando siempre sobre su corazón la imagen del Crucificado y de la Dolorosa, cerró los ojos como para entregarse a un plácido sueño; pero la respiración se hacía cada vez más lenta y fatigosa.

Se llamó a prisa a la Comunidad. Todos los religiosos, unos dentro de la celda, y otros desde el corredor, rezaban entre sollozos. El P. Norberto le impartió por última vez la santa absolución. De pronto el rostro de Gabriel se iluminó con misteriosa luz, clavó sus ojos centelleantes en un punto fijo de la pared e hizo un ademán como para ir tras alguien que le invitaba. Los que le rodeaban no veían a nadie, pero estaban convencidos de que la Reina del Cielo venía para llevarse a su hijo predilecto. Después el cuerpo se desplomó sobre la cama. Eran las 6:30 de la mañana del jueves, 27 de febrero de 1862.

La estela luminosa que San Gabriel había dejado tras de sí al morir, era imborrable. Cuanto más se alejaba la fecha de su muerte, más se agigantaba su figura, tanto que muchos tenían la esperanza de verle algún día elevado al honor de los altares. En octubre de 1892, el P. Germán de S. Estanislao, pasionista, acompañado del Hno. Silvestre, único superviviente capaz de atestiguar la identidad del cuerpo de San Gabriel, fue a Isola, para proceder a la exhumación y reconocimiento de los restos del santo, y para llevarlos al convento pasionista de Stella, cercano a Spoleto, ya que el convento de Isola, donde había muerto San Gabriel estaba entonces deshabitado. Pero al enterarse, no se sabe cómo, los campesinos del lugar de que intentaban llevarse de allí el cuerpo de un santo, corrieron armados a palos, horcas y azadas, decididos a no permitir de ninguna manera el traslado de aquellas preciosas reliquias. En vista de esta actitud del pueblo, los superiores determinaron abrir un nicho en la pared de la Iglesia, cercano al altar de S. Pablo de la Cruz, y depositar allí la urna con sus restos.