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DORIS GIBSON PARRA Y FRANCISCO IGARTUA ROVIRA

DORIS GIBSON PARRA Y FRANCISCO IGARTUA ROVIRA
FRANCISCO IGARTUA CON DORIS GIBSON, PIEZA CLAVE EN LA FUNDACION DE OIGA, EN 1950 CONFUNDARIAN CARETAS.

«También la providencia fue bondadosa conmigo, al haberme permitido -poniendo a parte estos años que acabo de relatar- escribir siempre en periódicos de mi propiedad, sin atadura alguna, tomando los riesgos y las decisiones dictadas por mi conciencia en el tono en que se me iba la pluma, no siempre dentro de la mesura que tanto gusta a la gente limeña. Fundé Caretas y Oiga, aunque ésta tuvo un primer nacimiento en noviembre de 1948, ocasión en la que también conté con la ayuda decisiva de Doris Gibson, mi socia, mi colaboradora, mi compañera, mi sostén en Caretas, que apareció el año 50. Pero éste es asunto que he tocado ampliamente en un ensayo sobre la prensa revisteril que publiqué años atrás y que, quién sabe, reaparezca en esta edición con algunas enmiendas y añadiduras». FRANCISCO IGARTUA - «ANDANZAS DE UN PERIODISTA MÁS DE 50 AÑOS DE LUCHA EN EL PERÚ - OIGA 9 DE NOVIEMBRE DE 1992»

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«Cierra Oiga para no prostituir sus banderas, o sea sus ideales que fueron y son de los peruanos amantes de las libertades cívicas, de la democracia y de la tolerancia, aunque seamos intolerantes contra la corrupción, con el juego sucio de los gobernantes y de sus autoridades. El pecado de la revista, su pecado mayor, fue quien sabe ser intransigente con su verdad» FRANCISCO IGARTUA – «ADIÓS CON LA SATISFACCIÓN DE NO HABER CLAUDICADO», EDITORIAL «ADIÓS AMIGOS Y ENEMIGOS», OIGA 5 DE SEPTIEMBRE DE 1995

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LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU

LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU
UNIVERSIDAD DEL PAÍS VASCO

LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU

LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU
UNIVERSIDAD DEL PAÍS VASCO

«Siendo la paz el más difícil y, a la vez, el supremo anhelo de los pueblos, las delegaciones presentes en este Segundo Congreso de las Colectividades Vascas, con la serena perspectiva que da la distancia, respaldan a la sociedad vasca, al Gobierno de Euskadi y a las demás instituciones vascas en su empeño por llevar adelante el proceso de paz ya iniciado y en el que todos estamos comprometidos.» FRANCISCO IGARTUA - TEXTO SOMETIDO A LA APROBACION DE LA ASAMBLEA Y QUE FUE APROBADO POR UNANIMIDAD - VITORIA-GASTEIZ, 27 DE OCTUBRE DE 1999.

«Muchos más ejemplos del particularismo vasco, de la identidad euskaldun, se pueden extraer de la lectura de estos ajados documentos americanos, pero el espacio, tirano del periodismo, me obliga a concluir y lo hago con un reclamo cara al futuro. Identidad significa afirmación de lo propio y no agresión a la otredad, afirmación actualizada-repito actualizada- de tradiciones que enriquecen la salud de los pueblos y naciones y las pluralidades del ser humano. No se hace patria odiando a los otros, cerrándonos, sino integrando al sentir, a la vivencia de la comunidad euskaldun, la pluralidad del ser vasco. Por ejemplo, asumiendo como propio -porque lo es- el pensamiento de las grandes personalidades vascas, incluido el de los que han sido reacios al Bizcaitarrismo como es el caso de Unamuno, Baroja, Maeztu, figuras universales y profundamente vascas, tanto que don Miguel se preciaba de serlo afirmando «y yo lo soy puro, por los dieciséis costados». Lo decía con el mismo espíritu con el que los vascos en 1612, comenzaban a reunirse en Euskaletxeak aquí en América» - FRANCISCO IGARTUA - AMERICA Y LAS EUSKALETXEAK - EUSKONEWS & MEDIA 72.ZBK 24-31 DE MARZO 2000

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martes, 6 de agosto de 2013

LA TERCERA

Lima, enero 10 de 1889

Señor doctor don Juan Federico Elmore

(Washington)

Mi excelente amigo:
Ayer recibí su amable tarjeta de salutación por el año nuevo. Gracias mil por su cariñoso recuerdo.
Mucho me temo que el año 89 sea borrascoso para nuestra pobre patria. Aunque vivo muy lejos de la política y de la región palaciega, siento la atmósfera cargada de electricidad. Dios salve el país de la tormenta.
Recibí los recortes de periódicos que se dignó remitirme. Después de leerlos, y aplaudir cordialmente el bello discurso de usted los he pasado al Comercio y al Nacional. No sé si estos diarios, que son ante todo mercantiles o mercachifles, se tomarán el trabajo de reproducir algo. La prensa se malea cada día más en el Perú. Cada día pierdo más la esperanza de ver a nuestro país, en vía de salvación. Dios nos ha dejado de su mano, y esto muda, amigo Elmore.
Aunque nadie, ni congreso, ni gobierno, ni pueblo estiman mi afanosa labor bibliotecaria, yo sigo erre que erre. Creo que la única virtud que poseo es la de la perseverancia. Sin ser yankee, mi divisa ¡adelante!
Tengo el gusto de tratar con intimidad a la señora Eglantina y a las niñas Victoria y Alicia. Cada tres o cuatro meses las visito en unión de mi hija, que nos pasamos desde las 7 1/2 hasta las 11 de la noche en amenísima charla.
Me dispensan el honor de tratarme con entera llaneza lo cual luce para mí doblemente agradable la visita y que la noche se nos vaya en un suspiro.
Lo que es de su hermano don Alberto tengo motivos de queja de los que algún día hablaré a usted en téte á téte. Esto, por ahora, para entre usted y yo. Le estrecha la mano su viejo amigo que lo quiere y no lo olvida.

RICARDO PALMA

LA TERCERA

Lima, febrero 6 de 1889

Señor director de gobierno, policía

y obras públicas.

A solo diez días que el señor don Carlos Paz Soldán terminó de hacerme la entrega de la librería que perteneció a su finado padre y que el supremo gobierno ha adquirido para enriquecer la Biblioteca Nacional de mi cargo. El ministerio de Instrucción Pública me ordenó que hiciera la selección de obras duplicadas para pasarlas a la biblioteca de la universidad.
A pesar de que, personalmente, auxiliado por dos de mis empleados, me ocupo en hacer la selección, poner sellos y catalogar los nuevos libros, la labor, como no se esconde a la ilustración de usted señor, es de suyo complicada y me demanda aun, por lo menos, cuarenta días. Hasta hoy exceden de 400 libros duplicados que he encontrado en la librería Paz-Soldán, siendo la mayor parte en latín, francés e inglés.
De la antigua biblioteca hay casi igual número de duplicados, en latín, sobre cánones, materia teológica, sermones y otros puntos de religión. Hay también algunas obras que, aunque truncas, tienen carácter enciclopédico, y por lo tanto no son de desdeñarse.
Por mi parte no encuentro inconveniente para que, dentro de un mes pueda atenderse el pedido del director de la biblioteca popular de Ayacucho con aquellos libros de carácter enciclopédico que son los apropiados para las bibliotecas populares. Muy conveniente sería que el mismo director interesado o un representante suyo se constituyera en esta biblioteca para escoger las obras que le convinieren así entre las apartadas ya para la universidad como entre las que forman el salón de depósito.
Quiera usted señor poner este oficio en conocimiento de su excelencia el presidente de la república por cuyo encargo especial se ha dignado pasarme la nota, fecha de ayer a que contesto.

Dios guarde a usted señor.

RICARDO PALMA

LA TERCERA

Lima, octubre 17 de 1895

Excmo. Señor don Nicolás de Piérola.

Mi respetado amigo:
Acompaño el Memorándum de las necesidades más premiosas de la biblioteca, rogando á usted lo tome en pronta consideración, pues acaso estimará conveniente someter algunos puntos a la resolución de las cámaras.
No quiero pasar oficios al ministerio solicitando el despacho de cada asunto hasta obtener la aquiescencia de usted. Sin ella mis notas dormirían el sueño eterno en el archivo ministerial.
Tengo fe en que ni el presidente de la república, que es hombre de talento y de ilustración, ni el amigo, que me ha dispensado siempre afectuosas consideraciones, desdeñarán discutir conmigo sobre cualquier punto que no encontrasen claramente expresado en el Me­morándum.
En espera de sus órdenes quedo de usted siempre afectísimo amigo y seguro servidor que su mano besa.

RICARDO PALMA

LA TERCERA

MEMORANDUM

Para su excelencia el presidente de la república

Señor:
Los gobernantes de sable (excepción hecha del señor general Iglesias) que hemos tenido después de nuestros desastres bélicos con Chile, no quisieron ni supieron estimar la significación del libro, ni mucho menos la importancia de una biblioteca en todo pueblo culto. Mis gestiones, en favor de la de Lima, se estrellaban ante el indiferentismo de los mandatarios; y si en algo eran atendidas, esa atención tenía más el carácter de personal servicio dispensado al solicitante que el de cumplimiento del deber patriótico.
Vuestra excelencia es hombre de letras y de progreso; ha viajado y podido palpar el interés que los gobiernos toman por el progreso de las bibliotecas. Por eso tengo fe en que este memorándum será atendido. Hasta aquí la biblioteca ha vivido de la acción individual de su director que, para enriquecer el caudal de libros, sin gasto del tesoro, ha puesto en juego sus relaciones personales en el extranjero y su modesta reputación literaria. Pero no es ya posible ni decoroso continuar mendigando libros.
Ha muchísimos años que, alejado de la política y extraño a partidos, consagro a la biblioteca la actividad entera de mi espíritu. Vuestra excelencia conoció la biblioteca en los tiempos en que la dirigía el egregio doctor Vigil, tiempos de relativa holgura para la república, y por lo tanto puede, con sereno criterio, estimar la diferencia entre esa biblioteca, que tuvo más de medio siglo de vida, y la actual que tiene doce años de existencia, en días de positiva penuria fiscal. La biblioteca, en la que no encontré más de quinientos volúmenes de obras truncadas, representa hoy un capital de doscientos mil soles, por lo menos, y, sin falsa modestia, me siento orgulloso de mi obra. Toca hoy a vuestra excelencia gobernante no educado en los cuarteles, mandatario civil e ilustrado, dar al establecimiento el impulso oficial de que hasta aquí ha carecido. Yo he llenado el deber donde posible me ha sido. Llene vuestra excelencia el suyo en bien de la civilización patria.
Conozco, señor presidente, que la condición rentística del país está muy lejos de ser holgada, y por eso limito a lo muy estrictamente necesario los puntos de este memorándum, rogando a vuestra excelencia que, con su genial bondad, quiera tomarlos en consideración.
EXIGENCIAS DEL EDIFICIO
Data de 1821 la estantería del salón en que el general San Martín inauguró la biblioteca, estantería ya apolillada después de tres cuartos de siglo de servicio. La parte alta, sobre todo, amenaza desplomarse.
Hoy, en los estantes de los otros dos salones, no hay ya espacio libre para la colocación de obras; pues como ha visto vuestra excelencia, el día en que me honró con su visita, hay anaqueles con doble hilera de libros.
El saloncito que sirve de depósito se halla en estado ruinoso y ni peligro de derrumbarse el techo. Su reparación se impone, así como la de construir en este salón la estantería precisa.
Convendría hermosear también el edificio con la construcción de una cornisa, cambiando a la vez el piso de madera en los corredores altos, piso que se encuentra muy maltratado por el uso, como que cuenta más de treinta años. Entiendo que con un gasto de mil quinientos pesos fuertes podría obtenerse de Estados Unidos una elegante cornisa de zinc.
Tal vez, no excedan de doce mil soles lo que importarían las otras reparaciones premiosas y podría por el ministerio de Obras Públicas disponerse que uno de los arquitectos del estado forme el respectivo presupuesto.
Cuando en la administración del señor general Iglesias se invirtieron 10,000 soles en reparaciones del edificio que las tropas chilenas dejaron en pésimo estado, solicité y obtuve que se nombrara una comisión compuesta de los señores general Mendiburu, José Antonio de Lavalle, Federico Panizo, José Unánue y José Agustín de la Puente para que se encargara de la dirección de los trabajos y administración de la suma a ellos destinada. Las mismas razones de personal delicadeza que tuve entonces subsisten para que, si vuestra excelencia accede a que se realicen mis peticiones corra, como entonces, la obra bajo responsabilidad de una comisión.
EXIGENCIA INAPLAZABLE
Si la estrechez de recursos fiscales u otras causas no consintiesen atender, por ahora, las exigencias consignadas en el anterior párrafo, que, por lo menos, se atienda a la que paso a apuntar.
Establecimiento visitado de preferencia por todo viajero ilustrado es la Biblioteca Nacional, y triste idea tiene que formarse del país y de sus hombres públicos, al ver que uno de los principales edificios no se conserva, en perfecto estado de aseo. Desde hace seis años las paredes exteriores y el claustro, alto y bajo, no se resanan ni reciben una mano de pintura, ni siquiera se resanan en el piso las baldosas que por el tráfico se han roto. Las sillas del salón de lectura exigen ya reemplazo, y los muebles de la dirección reclaman, por lo menos, cambio de forro. También hace gran falta en la dirección un inmueble apropiado para colocar en él las publicaciones por entregas, retirando las mesitas que dan a esa sala un aspecto nada decente.
Deseo que por el ministerio del ramo, se decrete la formación de un presupuesto para atender a las necesidades someramente indicadas, y a otras de pequeña monta, como la de abrir una puerta de comunicación entre la sala de lectura y el traspatio. Calculo que este presupuesto no excederá de mil quinientos soles.
LIBROS
Durante mi permanencia en España, me fueron obsequiados para la biblioteca muchísimas obras cuya publicación aún no estaba terminada, habiéndose impreso después los tomos complementarios. Sería gran incuria dejar que tales obras, en su mayoría importantísimas, siguiesen figurando truncadas en nuestra Biblioteca Nacional. No es tampoco decoroso para el país ni para mí solicitar, desde Lima, que los autores o editores complementen las obras. Acompaño la relación de éstas, agregando la de los libros de consulta frecuente, y de que carecemos. Con un gasto aproximativo de seis mil pesetas quedaría satisfecha esta exigencia. El pago podría hacerse enviando tres mil pesetas al remitir el pedido, y abonando el resto al recibirse en Lima los libros. La casa librería de Fernando Fé, en Madrid, y con la que estoy en correspondencia, acepta este contrato sin más fórmula que la de mi garantía personal.
Hay libros franceses solicitados frecuentemente por el público, sobre todo, en el interesantísimo ramo de lingüística. Adquiriéndolos complementaríamos esta sección, que es una de las más valiosas de este establecimiento. En América, solo la Biblioteca de México es superior a la nuestra en libros sobre lingüística americana. La relación num. 3 que acompaño representa un gasto de 2.072 francos, y las otras podrían obtenerse abonando 1.000 francos al enviar el pedido, y el resto al recibirse en Lima.
MANUSCRITOS
Desde Madrid di aviso al gobierno de haber comprado en 400 pesetas el primer tomo manuscrito, elegante copia, lujosa encuadernación, de la obra que, sobre historia del Perú, escribió el limeño Llano Zapata, y pedí, que, a la vez que se me reintegrase el gasto, se me autorizase para hacer copiar los tres tomos restantes que existen también inéditos en la biblioteca de la Real Academia de la Historia, pues había obtenido aquiescencia para ello del director, señor Cánovas de Castillo y del bibliotecario señor Menéndez y Pelayo. La copia la tenía contratada por la suma de mil pesetas cada tomo. Mi oficio ni siquiera se contestó ni he sido reintegrado de las 400 pesetas que gasté por cariño a las letras nacionales, y que no pretendo se me abonen ya, por haber obsequiado a la biblioteca el manuscrito.
¿Se me autorizará para investigar si aún subsiste la aquiescencia para sacar copia de esos tres tomos? En caso de respuesta afirmativa ¿podré ajustar contrato con la persona que se encargare de hacer y remitir la copia?
SUBVENCION
La de cien soles al mes que la ley acuerda para adquisición de libros y encuadernaciones es, a todas luces, insuficiente. De esa suma destino cada mes 30 soles para el pago de suscripción a diversas publicaciones, y con el resto apenas hay para atender a la encuadernación de cincuenta o sesenta volúmenes. Los libros que llegan, como regalo del extranjero, vienen siempre a la rústica y, por término medio, los calculo en 40 volúmenes al mes. La encuadernación de periódicos, por otra parte, se hace lentamente por falta de dinero para pagar 4, 5 ó 6 soles por tomo de gran formato.
¿Se podría obtener del congreso que, desde el año próximo, se duplicara siquiera la subvención?
DEUDAS DEL ESTABLECIMIENTO
Por la informalidad fiscal, durante los once meses del gobierno Borgoño-Cáceres, para satisfacer los presupuestos mensuales (pues por sueldos, subvención, gastos de escritorio, alumbrado y policía, se nos debe, según liquidación del tesoro, 5,864 soles) tiene hoy la biblioteca dos acreencias premiosas que satisfacer. Debemos a la empresa del gas 465 soles por alumbrado y 78 a la casa de Colville por útiles de escritorio. En pagar los 543 soles a que ascienden ambas deudas se halla comprometido mi decoro, pues fue conmigo con quien pactaron los acreedores, y es a mí a quien constantemente mortifican con su justa reclamación. Sé bien que la biblioteca no tiene porqué ser privilegiada para el pago de los haberes que se adeudan a su director y subalternos, y por ello estoy muy lejos de gestionar sobre este punto; pero sí creo de estricta justicia que sean pagados los dos acreedores, rebajándose los 543 soles de su acreencia de los 5.864 soles de nuestra liquidación.
SUELDOS DE EMPLEADOS
Si todo trabajo debe estar remunerado en armonía con la suma de conocimientos y de aptitudes necesarias para su buen desempeño, es injusto que los tres oficiales conservadores jóvenes que poseen un caudal de instrucción bibliográfica, que han hecho medianos estudios en letras y ciencias, que traducen, con mayor o menor facilidad latín y griego, francés e inglés, italiano y portugués, es injusto, repito, que solo gocen de sesenta soles mensuales. Cuando en la administración Iglesias se organizó la biblioteca, se asignó a cada conservador el sueldo de ochenta soles; pero, posteriormente, uno de los congresos, por mal entendida razón de economía, sancionó la injusticia de rebajar a sesenta el haber de esos instruidos y laboriosos empleados.
A petición mía, y por ser ya innecesarios sus servicios, la suprema junta de gobierno, dio de baja, en mayo del presente año, al conservador de la galería de pinturas, galería que desde 1892 depende de la municipalidad. Esos sesenta soles son los que deben distribuirse entre los tres conservadores actuales, poniéndolos así en posesión del primitivo sueldo que tuvieron (80 soles), sin que por ello) se altere la cifra que, para el personal bibliotecario, determina la ley de presupuesto.
El único amanuense de la oficina, y que a la vez desempeña el puesto de vigilancia en el salón de lectura, tampoco se halla, en concepto, decorosamente rentado. Justo sería asignarle un sueldo de sesenta soles, en lugar de los cincuenta que hoy disfruta.
En cuanto a los auxiliares, si bien no estimo preciso para ellos un aumento sobre su haber de cuarenta soles, en cambio el bien servicio del establecimiento hace necesaria la creación de una plaza más de auxiliar.
DEVOLUCION DEL LOCAL
En 1889 el exministro de hacienda don Eulogio Delgado despojó arbitrariamente a esta biblioteca de un local que yo destinaba para establecer una salita de lectura para señoras y personas de alta respetabilidad social, con el pretexto de que ese local le era necesario para que funcionase en él una sociedad de agricultura. A pesar de mis reclamaciones ante el ministerio de justicia, el despojo quedó consumado, declarándoseme que era potestativo del gobierno disponer, en la forma que tuviera por conveniente, de todo edificio de propiedad nacional, doctrina que yo acato y que ciertamente no me había propuesto contradecir.
La sociedad de agricultura ha más de tres años que no funciona, permaneciendo el local cerrado y las llaves en poder de uno de miembros.
Las crecientes necesidades de la biblioteca hacen que ahora me sea más precisa que antes la devolución de ese local, prometiéndome que así lo dispondrá el supremo gobierno.
CATALOGOS
Considero de gran utilidad y conveniencia la impresión de catálogos, como se ha hecho en Río Janeiro, México, Santiago de Chile y Buenos Aires, siendo la última de estas bibliotecas inferior a la de Lima en calidad de obras y en la importancia de ellas. Nuestra biblioteca ocupa el cuarto lugar entre las de América.
Tal vez por la imprenta del estado sea posible hacer la publicación con alguna economía para el tesoro.
***
Excelentísimo señor presidente: Conversábase una tarde en Madrid a presencia mía, en días de grave crisis hacendaria, sobre la urgente necesidad de gastar un millón de pesos en restaurar esa joya monumental de la arquitectura árabe, que se llama la Alhambra de Granada. El ministro de fomento, que era uno de los tertulios, exclamó asustado: “¡Un millón de pesos!” Pas possible, amigo mío. Los pueblos pobres, como los individuos pobres, no tienen el derecho de gastar en joyas.
Merecerían de vuestra excelencia igual respuesta a mis moderadas exigencias? Me prometo que no. Ni la biblioteca de Lima es la Alhambra, ni la cantidad que ha de invertirse en ella producirá bancarrota fiscal, ni los libros significan lujo para la sociedad culta.
Me es grato reiterar las seguridades de respetuosa consideración con que soy de vuestra excelencia antiguo amigo y apreciador afectísimo.

RICARDO PALMA

Lima, octubre 10 de 1885.

LA TERCERA

Lima, diciembre 5 de 1895.

Excmo. Señor don Nicolás de Piérola.

Mi respetado amigo:
Por las veredas de después, mañana, más tarde y veremos, solo e llega al pueblo de nunca.
Tratándose de la biblioteca (y no de mi persona) he sido y soy cochite hervite. Las cosas, en los pueblos de raza latina, o se hacen pronto o no se hacen.
Tanto he de majaderear ante usted con mis gestiones biblio­tecarias, que se va usted a ver en la disyuntiva de acceder u ordenar deje al gobernante supremo en paz sin fastidiarlo con pe­ticiones para el establecimiento.
En armonía con la promesa que tuvo usted la amabilidad de hacerme ha veinte días, he pasado al ministerio siete oficios, formu­lando en cada uno de ellos una pretensión. Ruego a usted que no los ordene a prolongado carpetazo, que se haga dar cuenta de ellos, y que los resuelva como estime justo o conveniente, ya que no siem­pre la justicia se hermana con la conveniencia o la posibilidad. En llanto a la última, desde el punto de vista de los recursos fisca­les, espero que me encontrará usted moderadísimo y conciliador. No habrá que hacer sacrificios para atender mis exigencias.

Soy, respetuosamente, de usted su viejo apreciador y amigo afectísimo.

RICARDO PALMA

LA TERCERA

Lima, abril 26 de 1882

My dear Frederick: (Federico Larrañaga)
A juzgar por su carta del 12, anda usted querido amigo, algo desmemoriado, pues me pide la copia de la escritura de compra venta a Piza. Ese documento cuidé de devolvérselo a usted después de enseñárselo a don Nicolás y lo hice por el vapor siguiente a aquel en que lo recibí. Ocho días escasos lo tuve en poder mío -o mejor dicho de vapor a vapor. Supuse que llegaría a sus manos, pues mi carta le daba aviso de la devolución y usted no reclamó de lo contrario. Busque usted pues la copia entre sus papeles que allí la encontrará seguramente. En cuanto a las cuentas se las envío hoy.
Yo que conozco a nuestro don Nico pienso que ya en París se acordará del Canal como de las babuchas de Mahoma. Quiera Dios que me equivoque. A fines de mayo lo sabrá usted. En cuanto a lo que tiene que esperar el Canal de Reclus y de la empresa y del directorio en París antes de ahora le he dicho que tampoco tengo fe.
El “Santa Rosa” llegó el sábado a las seis de la mañana y estuvo en cuarentena hasta las 12 del día. Por la tarde recibí la carta de usted pero el número del Canal sólo llegó en la tarde del domingo. Sus editoriales Fósil Político y Aberraciones han gustado. Este número está nutrido. Interesan los datos de los reporteros yankees.
En la oficina de correos de Lima había un empleado chileno amigo mío y medio pichón de literato, el cual cuidaba de escapar, ya que no las cartas, siquiera los periódicos rotulados a mí. Hace un mes que se ha separado de la oficina y desde entonces no he vuelto a tener ni los impresos que me remiten de Méjico, Centro América y España ni los de Buenos Aires ni las novedades de Nueva York. Mándeme usted pues junto con el Canal el paquete que de estas recibe. No acierto a explicarme la hostilidad contra mi correspondencia que más es literaria que política. Esta semana, por ejemplo, recibí una carta de Valparaíso, fechada a 22 de noviembre; esto se ha tardado cinco meses para venir a mis manos, en lugar de 10 ó 12 días.
De novedades políticas la semana no ha podido ser más estéril. Parece que lo de los indios de Huancayo no es bufonada como dicen los chilenos, pues si ellos han hecho y siguen haciendo gran matanza de indios, éstos no son mancos y han despachado ya más de un centenar de enemigos. La indiada se compone de más de 12,000 hombres y está encabezada por los curas y por hacendados ricos como Valladares y otros. De Ayacucho y Arequipa nada se sabe.
Lo grave de la semana ha sido el decreto de Lynch creando en Lima una corte superior. Esa gente marcha hacia la conquista o pérdida de nuestra autonomía nacional.
Publique usted siempre cuanta noticia encuentre de EE.UU. y aun haga traducir artículos notables de los periódicos que se refieren a intervención, a Blaine, a Trescott, a escuadra yankee, etc. Esto dará aquí gran interés al Canal. Dicen que por el vapor de mañana le llegarán a Trescott nuevas instrucciones de su gobierno y que es probable que ellas lleguen a traer en pos de sí una política más definida de parte de mr. Arthur. Ojalá salga esto cierto pues la intervención armada sería la consecuencia.
De crónica privada no hay más que el escándalo dado por Federico Pezet. Sin consideración por el estado de su patria y olvidado que hace 6 meses murió su madre ha dado el domingo un lujoso baile de fantasía. Tierra donde hay quienes piensan sólo en bailar y divertirse es tierra perdida.
Mis respetos a la tocaya

Suyo.

HIRAM1

1 Este era el seudónimo usado por Palma en sus colaboraciones en El Canal.

LA TERCERA

Lima, junio 28 de 1882.

My dear Frederick:
Tengo a la vista su última en que me copia el acápite de la car­ta de don Nicolás sobre la suerte del Canal. “Ese acápite que en la forma parece decir mucho, en el fondo nada dice. Don Nico escribe a usted cuando ya contaba con una residencia de más de veinte días en París y en tantos días no había podido arreglar asunto de tan pe­queña monta como el del Canal. ¡Ni que fuera arco de iglesia para él proporcionarse 30000 francos! Ello, a la fecha, habrá usted reci­bido su segunda carta y sabrá usted a qué atenerse. Ojalá me equi­voque yo en mis presunciones. Verdad es que me he vuelto pesimis­ta y que miro ya todo por el lado desfavorable. Tengo el humor negro del hombre aburrido con las dificultades materiales de la vida.
Podrá usted prorrogar por 3 meses la existencia del periódico, ¿y después? Cuando se venzan los 90 días de la nueva hipoteca, ¿cómo saldrá usted del conflicto? Entrará usted en nuevas angustias y vivir agonizando no es vivir. Si don Nicolás se desentiende del periódico, si el caudillo deserta de su causa o la descuida no creo que los de­más estemos en el deber de llevar el partidarismo hasta el sacrifi­cio. Dura cosa es sembrar buena semilla y cosechar decepciones. Al­go más, es duro que no se reconozcan ni agradezcan los esfuerzos de los amigos. Lo que soy yo, estoy resuelto (si la contestación que a fines de julio espero no me es favorable del amigo de Buenos Aires) a emigrar de Lima, encerrarme en mi concha y no meterme ya en nada ni crearme compromisos y dificultades para después. La ex­periencia me ha enseñado que en política son los que se sientan a mesa puesta y los que menos han trabajado los más considerados y atendidos; y que los verdaderos amigos, los que no hemos esquivado conflictos somos casi siempre desdeñados y aun agraviados.
He desfogado un poquito de mi mal humor en el seno de la confianza. Hablemos de otra cosa.
Tampoco en esta semana hemos tenido ninguna noticia de bulto. En Piura el prefecto Seminario ha sido destituido por Genaro García León, jefe de la guarnición, hermano del ministro de guerra de Montero y cuñado de Maximiliano Frías. Este picarón ha estado algunos días en Lima y acaba de desaparecer. Dicen que se ha ido a Piura y que él será el prefecto.
En Arequipa parece que hay bochinche entre Carrillo y Velarde y que este ha proclamado a don Pedro Diez Canseco.
Lima estamos en calma chicha: ni mentidero hay siquiera. No sé cómo llené mi correspondencia de hoy.
El editorial del Canal “Perfidias Chilenas”, alborotó el avispero. El diario oficial del lunes le contesta con vaciedades e insolencias a falta de argumentos.
Sin nada de especial y encargándole saludos de Cristina para la tocaya. Soy muy suyo afectísimo.

H. (HIRAM)

Entre los articulitos sueltos del Canal, póngame el acápite que le incluyo relativo a Solar. Que no sepa Neto que ese acápite es cosa mía. Le incluyo dos cartas que me han entregado para don Nicolás.

LA TERCERA

Lima, julio 5 de 1882.

(Al mismo):

Nada que yo no hubiera anunciado a usted en mis anteriores me revelan las dos cartas del último vapor. Para mí es artículo de fe que el Canal está condenado a muerte próxima por la desentendencia que con él tiene nuestro amigo. Ese es el carácter del hombre, indolente y olvidadizo. Ojalá me equivoque y a la fecha en que reciba usted esta mía se haya él acordado de que está usted en Panamá rodeado de compromisos con el diario y escríbole cuatro líneas con una resolución definitiva. Si no encuentra recursos o no quiere sostener el diario que lo diga con franqueza. Por lo menos le ahorrará a usted incertidumbres y sacrificios y los amigos sabremos a qué atenernos.
Ciertamente que será de lamentar la desaparición del Canal. Pero ¿qué hacer? No es usted sino el amigo quien mata al periódico; pues las cartas de usted me hacen presumir que para el 15 de julio estará ya el Canal difunto. Sin embargo y por si acaso, va correspondencia.
Preciosa es su María y tiene usted en ella una perla. Lo supongo a usted chocho como estoy yo con mi Angélica. Veo que las Cristinas saben dar buenos retoños.
Tampoco Carlos ni nadie ha recibido por este vapor carta de don Nicolás. Sus cartas de este vapor las esperábamos con gran ansia, porque ellas tenían que traernos luz sobre ciertos enigmas. Continuamos, pues, a oscuras. ¿Por qué no habrá éxito? Según su carta del otro vapor había grandes esperanzas en favor del país y trabajos de cierta importancia emprendidos ya. Caritativamente disculpándolo pienso que sólo algún viaje repentino en obsequio de la patria ha podido impedirle esta vez el darnos noticias de su persona y asuntos públicos.
Al ver al Canal en peligro de muerte próxima me permito decirle que hizo usted una chambonada en no vender al agente de Marrou el consabido elefante blanco. Ni Dios ni el diablo disculpan la chambonada. Algún día charlaremos largo sobre esto. Ni Juan Martín ni Carlos son hombres prácticos y lo alarmaron a usted con observaciones pueriles. A ver ahora si con teorías dan vida al periódico.
Supongo que San Juan y Neto, cesando el Canal, tendrán que permanecer en Panamá por tres o cuatro meses lo menos; pues sería imprudente en Neto sobre todo que viniesen en el acto a meterse en la boca del lobo.
Dígale a Neto que en el diario oficial del 3 de julio encontrará un soneto dedicado a Marcial Martínez, ministro de Chile en EE.UU. El soneto está firmado Nazareno, es decir Simón Camacho. Esos versos debe copiarlos el Canal con los comentarios del caso. Que Camacho, antiguo empleado del Perú, esté ante el mundo partiendo de un confite con el ministro chileno, francamente que es cosa que escandaliza.
Cáceres y Secada seguían hasta el 22 ocupando Ayacucho y Huancavelica. Son pues bolas las que han circulado aquí ayer de que el 26 a inmediaciones de Huancayo había Secada batido una división chilena.
No sé cómo he podido hoy escribir pues mi cabeza es un volcán y no tengo calma para nada, abrumado de contrariedades y molestias.

A los pies de la tocaya. Muy suyo.

H. (HIRAM)

LA TERCERA

Lima, diciembre 18 de 1885.

Señor ministro de estado

en los ramos de instrucción y justicia.

S. M.:
Por la crónica de los periódicos ha llegado a mí noticia que el señor don Manuel Bravo reclama su reposición en el empleo de jefe del Archivo Nacional, reposición que, en justicia, no puede ser aceptada sin inferírseme un desaire que no creo haber merecido.
Cuando el enemigo invasor destruyó biblioteca y archivo, en marzo de 1881, era yo subdirector honorario del primer establecimiento. Entonces redacté una protesta, que suscribió el señor Odriozola la cual se depositó en la legación de Estados Unidos, y se publicó en muchos periódicos del extranjero. Esa protesta nos acarreó serias persecuciones de Chile, que se tradujo para mí en una prisión de quince días a bordo de una nave chilena, en el Callao. Invitamos, por entonces, al señor Bravo para que también protestase; y él, que vio impasible realizarse la destrucción del establecimiento de que era jefe, sin protestar ante el mundo civilizado, aspira hoy, en que el país tiene archivo debido a mis esfuerzos, a arrebatarme mi carácter de jefe.
Yo no solicité ser director de la biblioteca, y Archivo Nacional. Fui llamado por el señor general Iglesias, a cuyo testimonio apelo, y excitando mi patriotismo, y aun mi amor propio o vanidad literaria, me hizo aceptar el compromiso de crearle al país biblioteca y archivo, en el reducido término de ocho meses. No me toca a mí decir cómo correspondí a esa honorífica distinción. El Perú y la América entera lo han dicho.
El señor Bravo pretendió, en esa época, que lo considerara como empleado en el archivo, a lo que me negué; porque, ante todo, debía rodearme de un personal de empleados competentes. Por desgracia para él, el señor Bravo, no sólo carece de ilustración histórica y literaria; pero ni siquiera es apto para leer la letra de cadenilla en que están escritos los códices del archivo.
Yo no admito empleados para que reciban sueldos, sino para que trabajen como he trabajado y trabajo tesoneramente. Esa es mi moral social.
Por decreto de 2 de noviembre de 1883 la biblioteca y archivo se refundieron en un solo establecimiento, teniendo en consideración a más del hecho de ser esa la organización en Buenos Aires, Janeiro, Santiago, México, Caracas y Bogotá, el estado deficiente de nuestro tesoro.
Según el presupuesto de 1879, gastábanse en sueldos de los empleados del archivo 7,240 soles al año, y 4,112 en atender al sostenimiento de la biblioteca. Hoy, en la biblioteca y archivo reunidos, se gasta anualmente 7,560 soles, y, sin que ello se estime jactancia mía, ambos establecimientos están mejor servidos que cuando gravaban al tesoro público en 11,352 soles. De director a amanuense somos siete empleados, y no necesito de uno más cuando este es incompetente.
En noviembre de 1883, en que me hice cargo del archivo, encontré este en completo desorden y muy mermado. A mis gestiones privadas y a mis relaciones personales y literarias, se debe exclusivamente que Chile hubiera devuelto no pocos de los códices y documentos. Si yo no hubiera formado archivo ¿a qué archivo se consideraría hoy con derecho el señor Bravo? El verdadero título para el desempeño de un puesto es la competencia, y de esa (no necesito esforzarme para llevar la convicción al ánimo de usted señor y de sus dignos colegas de gobierno), carece por completo el solicitante.
Sin falsa modestia, nadie ha negado competencia, laboriosidad y honradez al hombre que, el 2 de noviembre de 1883, obtuvo el nombramiento de Director de la Biblioteca y Archivo Nacional.
Despojarme hoy de esos cargos sería corresponder con ingratitud a mis notorios servicios, y matar todo estímulo para que otros, en el porvenir, se afanen por ir más allá del cumplimiento rutinario del deber. Apartado de la política y de los partidos, en los dos últimos anos, todo mi perseverante entusiasmo y toda la actividad de mi inteligencia, aun con daño de mi salud, se emplearon en formar un establecimiento digno y útil. Sin más gasto que el que ocasionó la reparación del edificio, y que no llegó a 12,000 soles, tiene hoy la nación un capital, en libros, que estimo en un cuarto de millón, sin considerar los lienzos y pinturas salvadas y reunidos por mi empeño y fatigas.
Duro y hasta bochornoso es para mí, señor ministro, haber tenido que ocuparme ante el gobierno de mi patria, de mi personalidad y de lo que conceptúo merecimiento mío. Si se me infiriera, que no lo espero de la ilustración de los señores que forman el supremo consejo de gobierno, el agravio de despojarme de la dirección del archivo, mi dignidad obligaría a renunciar también la de la biblioteca; pues con idéntico, y quizá mejor derecho que el que presume tener el señor Bravo, reclamaría el señor Odriozola su reposición como bibliotecario.
Quiera usted señor ministro, llevar su benevolencia para conmigo hasta el punto de hacer dar lectura a este oficio en consejo de ministros.
Dios guarde a usted señor

RICARDO PALMA

Lima, diciembre 19 de 1885.

Contéstese al director oficiante, que el gobierno se halla satisfecho de los servicios que presta en la Biblioteca y Archivo Nacional.

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