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DORIS GIBSON PARRA Y FRANCISCO IGARTUA ROVIRA

DORIS GIBSON PARRA Y FRANCISCO IGARTUA ROVIRA
FRANCISCO IGARTUA CON DORIS GIBSON, PIEZA CLAVE EN LA FUNDACION DE OIGA, EN 1950 CONFUNDARIAN CARETAS.

«También la providencia fue bondadosa conmigo, al haberme permitido -poniendo a parte estos años que acabo de relatar- escribir siempre en periódicos de mi propiedad, sin atadura alguna, tomando los riesgos y las decisiones dictadas por mi conciencia en el tono en que se me iba la pluma, no siempre dentro de la mesura que tanto gusta a la gente limeña. Fundé Caretas y Oiga, aunque ésta tuvo un primer nacimiento en noviembre de 1948, ocasión en la que también conté con la ayuda decisiva de Doris Gibson, mi socia, mi colaboradora, mi compañera, mi sostén en Caretas, que apareció el año 50. Pero éste es asunto que he tocado ampliamente en un ensayo sobre la prensa revisteril que publiqué años atrás y que, quién sabe, reaparezca en esta edición con algunas enmiendas y añadiduras». FRANCISCO IGARTUA - «ANDANZAS DE UN PERIODISTA MÁS DE 50 AÑOS DE LUCHA EN EL PERÚ - OIGA 9 DE NOVIEMBRE DE 1992»

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«Cierra Oiga para no prostituir sus banderas, o sea sus ideales que fueron y son de los peruanos amantes de las libertades cívicas, de la democracia y de la tolerancia, aunque seamos intolerantes contra la corrupción, con el juego sucio de los gobernantes y de sus autoridades. El pecado de la revista, su pecado mayor, fue quien sabe ser intransigente con su verdad» FRANCISCO IGARTUA – «ADIÓS CON LA SATISFACCIÓN DE NO HABER CLAUDICADO», EDITORIAL «ADIÓS AMIGOS Y ENEMIGOS», OIGA 5 DE SEPTIEMBRE DE 1995

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LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU

LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU
UNIVERSIDAD DEL PAÍS VASCO

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UNIVERSIDAD DEL PAÍS VASCO

«Siendo la paz el más difícil y, a la vez, el supremo anhelo de los pueblos, las delegaciones presentes en este Segundo Congreso de las Colectividades Vascas, con la serena perspectiva que da la distancia, respaldan a la sociedad vasca, al Gobierno de Euskadi y a las demás instituciones vascas en su empeño por llevar adelante el proceso de paz ya iniciado y en el que todos estamos comprometidos.» FRANCISCO IGARTUA - TEXTO SOMETIDO A LA APROBACION DE LA ASAMBLEA Y QUE FUE APROBADO POR UNANIMIDAD - VITORIA-GASTEIZ, 27 DE OCTUBRE DE 1999.

«Muchos más ejemplos del particularismo vasco, de la identidad euskaldun, se pueden extraer de la lectura de estos ajados documentos americanos, pero el espacio, tirano del periodismo, me obliga a concluir y lo hago con un reclamo cara al futuro. Identidad significa afirmación de lo propio y no agresión a la otredad, afirmación actualizada-repito actualizada- de tradiciones que enriquecen la salud de los pueblos y naciones y las pluralidades del ser humano. No se hace patria odiando a los otros, cerrándonos, sino integrando al sentir, a la vivencia de la comunidad euskaldun, la pluralidad del ser vasco. Por ejemplo, asumiendo como propio -porque lo es- el pensamiento de las grandes personalidades vascas, incluido el de los que han sido reacios al Bizcaitarrismo como es el caso de Unamuno, Baroja, Maeztu, figuras universales y profundamente vascas, tanto que don Miguel se preciaba de serlo afirmando «y yo lo soy puro, por los dieciséis costados». Lo decía con el mismo espíritu con el que los vascos en 1612, comenzaban a reunirse en Euskaletxeak aquí en América» - FRANCISCO IGARTUA - AMERICA Y LAS EUSKALETXEAK - EUSKONEWS & MEDIA 72.ZBK 24-31 DE MARZO 2000

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domingo, 16 de septiembre de 2012

COFRADIA DE NUESTRA SEÑORA DE ARANZAZU DE LIMA 1612-2012

Misa de Acción de Gracias
Real Felipe, 15 de enero de 2012
+ Miguel Irizar Campos, C.P.
Homilía
I Samuel 3, 3b-10.19
I Corintios 6, 13c-15ª. 17-20
Juan 1, 35-42
Las lecturas de este domingo podrían resumirse en dos palabras: llamada y seguimiento. Dios llama a Samuel y Jesús a sus discípulos. En ambos casos aparece un personaje que indica la identidad del que llama: Elí sabe que se trata de Dios y Juan Bautista anuncia quién es Jesús.
Dios sigue llamando
Dios sigue llamando. A unos, a la vida consagrada o al ministerio ordenado dentro de la comunidad. A otros, a la tarea misionera. A otros, a la vida matrimonial. A todos, a una vida cristiana coherente. En las lecturas de hoy, se centra esta vocación sobre todo en la vida de los consagrados y ministros en la comunidad.
El joven Samuel es llamado a un servicio profético en unos tiempos difíciles del pueblo de Israel. En el caso de los dos primeros apóstoles (Andrés y Simón Pedro) es Jesús quien sale a su encuentro y les dirige su palabra. Más tarde les dirá que quiere hacer de ellos “pescadores de hombres”.
Dios sigue llamando, también en nuestros tiempos, que podrían parecer menos propicios para las llamadas vocacionales.
A veces la persona llamada responde con buena disposición. Otras veces el llamado se resiste porque ve difícil la misión que se le encomienda, como Moisés “no sé hablar” y Jeremías “soy un niño”, o el joven rico que no quiso renunciar a sus bienes.
Es significativo que sea un joven el que en el AT nos dé ejemplo de una respuesta generosa: “habla, Señor, que tu siervo escucha”.
Otros jóvenes también reaccionarán con igual prontitud en el NT: María de Nazaret –“hágase en mí según tu palabra”- y Saulo –“¿qué tengo que hacer, Señor”-. Como ahora tantos jóvenes, tal vez menos numerosos que en otros tiempos, responden con igual mérito y decisión.
En unos casos, es Dios mismo, o Jesús, quien “busca” y llama, como en el caso de los pescadores de Galilea. Otras, es una persona la que “busca”, como los dos discípulos del evangelio de hoy, que siguen a Jesús, y este les pregunta: “¿qué buscáis?”. Porque en este misterio que es la vocación, también cuenta la disposición favorable de una persona, que “busca” el sentido de la vida.
Ayudar a los otros a encontrar su vocación
En el proceso vocacional que vemos en las lecturas de hoy llama la atención, que Dios se sirve de otras personas, que ayudan a los destinatarios de su llamamiento.
A Pedro le llegó la noticia de Jesús por medio de su hermano Andrés, que aseguraba que habían “encontrado al Mesías”. El que ayuda a otros ha de sentirse “intermediario” de la vocación, no destinatario. El Bautista no se considera el término del seguimiento de sus discípulos, sino que los orienta hacia Jesús. Andrés no pide la fe de su hermano para sí, sino para Jesús.
También ahora, Dios es el que llama, pero para ello no se sirve normalmente de milagros o de voces de ángeles, sino de la ayuda de otras personas que orientan en la vocación. Puede ser la familia misma, unos amigos, unos maestros y educadores, un sacerdote, que dicen una palabra justa y oportuna. Otras veces es algún acontecimiento eclesial el que influye.
A mí me llamó el Señor de muy pequeño, siendo acólito de mi parroquia. Yo quería ser como Don Gaspar el Párroco de mi pueblo a quien acolitaba en la misa diaria, ya que nuestra casa estaba al costado de la Iglesia parroquial. Pero fueron mis padres los que desde el inicio acogieron y animaron mi vocación religiosa y sacerdotal.
A los 8 años ya estaba integrado en la Infancia Misionera que entonces se llamaba Santa Infancia, que suscitó en mí inicialmente, mi vocación misionera.
En este proceso vocacional, que supongo han tenido otros muchos como yo, llamados a la vida consagrada y sacerdotal, necesitan el soporte de toda la comunidad eclesial. Y no tanto con palabras, sino con el testimonio de la propia vida.
Es lo que sucedió a los dos primeros apóstoles: preguntaron “Rabbí, ¿dónde vives?”. No se trataba tanto, en este momento, de doctrinas o catequesis, sino de un testimonio vivencial. En efecto, Jesús les contesta: “venid y lo veréis”. Es cuestión de “venir” y de “ver”. El resultado fue que “se quedaron con él”. También en la comunidad cristiana de hoy –unos sacerdotes, unos religiosos, una familia cristiana- convence más por su estilo de vida que por sus palabras. Un joven no pregunta tanto ¿qué creéis?, sino ¿cómo vivís?, ¿qué hacéis?, ¿cómo rezáis? ¿cómo atendéis a los pobres?...
Aunque los tiempos sean difíciles, no tenemos que perder la esperanza. Dios sigue llamando, también cuando la sociedad se ha enfriado en su fe.
El itinerario de mi vocación
A los 11 años ingresé en el Seminario Menor de la Congregación Pasionista, a los 16 años hice mi Primera Profesión Religiosa y a los 23 fui ordenado sacerdote y 3 años después soy destinado al Perú y es en esta tierra donde he ejercido mi ministerio sacerdotal a lo largo de 50 años.
Hace 39 años que me inicié en el servicio episcopal, como Vicario Apostólico de Yurimaguas en la Selva Peruana. SS. Pablo VI, de santa memoria, me encomendó el gobierno pastoral de esa querida porción del Pueblo de Dios que está en la provincia de Alto Amazonas (Loreto).
Los ríos Marañón y Huallaga configuran territorialmente esta porción de la Iglesia en la Selva, a la que he servido durante 17 años como su Obispo y Pastor. Fui llamado al ministerio episcopal siendo miembro de la Congregación Pasionista, a la que está confiada esa inmensa región amazónica desde el año 1921. Los pasionistas estaremos celebrando el próximo año 1913 el Centenario de nuestra llegada al Perú, directamente a la Selva.
ENVIADO A DAR LA BUENA NOTICIA
El lema de mi episcopado surge en mi mente y en mi corazón de pastor, de la lectura y escucha del pasaje del Profeta Isaías que Jesús interpreta y se aplica asimismo en la Sinagoga de Nazaret: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva”. (Lc. 4, 18-19)
Desde que fui llamado por la Iglesia al ministerio episcopal en el corazón mismo de la Amazonía Peruana, me sentía realmente “ENVIADO A DAR LA BUENA NOTICIA”, lema que figurará siempre en mi escudo episcopal. Elegí este programa tan significativo y comprometedor al mismo tiempo, sin vislumbrar del todo las implicancias que entrañaba el lema escogido.
Hoy quiero agradecer al Señor -que me llamó desde el seno de mi madre, para ser su profeta y testigo- por el camino andado y la ilusión que puse desde el principio de mi servicio episcopal en el anuncio gozoso del Evangelio; ilusión y alegría que he podido mantener y trasmitir a lo largo de mis 39 años de servicio, primero en la Selva y luego en el Callao.
Mi primera responsabilidad de gobierno pastoral en la Iglesia particular de Yurimaguas, fue para mí una real aventura, vivida con gran libertad de espíritu, con enorme ilusión, contagiado por la generosa entrega de tantos misioneros y misioneras, sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos que en todo momento alentaron y facilitaron mi labor pastoral y el ministerio de comunión, de orientación y cercanía que corresponde a un Obispo especialmente en territorio de misión.
MI NUEVO SERVICIO EPISCOPAL
Cuando somos nombrados Obispos, el Santo Padre nos confía el cuidado pastoral de un determinado territorio eclesiástico. Puede un Obispo permanecer de por vida en una sede determinada, o puede ser trasladado a otro lugar y ser invitado por el Papa a un nuevo servicio episcopal.
En mi caso, fui consagrado Obispo misionero para el Vicariato de Yurimaguas en 1972 y luego de diecisiete años de servicio en la Selva, el Santo Padre me encargó en 1989 suceder a Mons. Ricardo Durand en la conducción pastoral del pueblo chalaco, al nombrarme Obispo Coadjutor.
El 17 de agosto de 1995 el Santo Padre acepta la renuncia presentada por Mons. Ricardo Durand por límite de edad y me toca asumir plenamente la responsabilidad como Obispo Diocesano del Callao, el 1° de octubre de 1995, Fiesta de Santa Teresita del Niño Jesús, Patrona de las Misiones, cuyas reliquias han visitado recientemente buena parte del Perú.
Por servicio a la Iglesia y por amor y obediencia al Santo Padre, dejé con pena esa parte de la viña del Señor, y vine con el mismo amor e ilusión a trabajar en esta nueva porción del Pueblo de Dios que es la Diócesis del Callao.
En mi primera homilía en el día de toma de posesión como Obispo Coadjutor en el año 1989, todavía en tiempos de terrorismo decía:
Vengo de una Iglesia en territorio de Misión a una Iglesia que está en “situación de misión”, donde todos: Obispos, Sacerdotes, Religiosos y Laicos, estamos urgidos a ser evangelizadores y dejarnos evangelizar, partiendo de la experiencia de una Iglesia comprometida y llamada a ser signo de Comunión y reconciliación, en medio de una sociedad donde las situaciones de injusticia y pobreza agudizan cada día más los conflictos sociales y donde la violencia quiebra la fraternidad y la solidaridad.
Al llegar al Callao, tenía ante mí un inmenso mar como horizonte; y al interior, tierra adentro, unos retos sociales y pastorales que me impulsaban a ser audaz, optimista y generoso, no por mis propias fuerzas y recursos, sino porque siempre cuento con la fuerza del Espíritu Santo y con la ayuda y cooperación de un pueblo generoso y creyente como es el pueblo chalaco.
IGLESIA DEL CALLAO EN ESTADO PERMANENTE DE MISION
En diferentes momentos, desde el inicio de mi servicio episcopal en esta Iglesia del Callao, he declarado que estamos en estado permanente de misión.
Ya en 1989, anticipaba el perfil de una Iglesia particular misionera: “Queremos centrar nuestra atención y nuestro esfuerzo en impulsar una Iglesia que sea realmente una COMUNIDAD EVANGELIZADORA Y MISIONERA.
Con la gracia del Señor, hemos recorrido en el Callao, este itinerario de una Iglesia Comunión para la Misión que ha quedado plasmado en nuestro Plan Pastoral Diocesano que lanzamos el año 2004, que lo hemos venido actualizando en nuestras Asambleas Pastorales Diocesanas todos estos años.
Quiero volver a recordarles, los cuatro ejes trasversales de ese Plan Pastoral que hemos trabajado y forjado juntos, presbíteros, religiosos y laicos:
Iglesia Comunión
• Iglesia Evangelizada y Evangelizadora
• Iglesia Misionera
• Iglesia Servidora
Entre las metas y los logros alcanzados, pienso que podemos decir con sencillez que en el Callao estamos en misión permanente, antes y después de Aparecida que nos lanzó con más fuerza al compromiso de la Misión Continental en toda nuestra América.
En su mensaje a los obispos del Perú, durante la visita “ad Limina”, el año 2009, el Santo Padre Benedicto XVI nos urgió a convocar a la misión a todas las fuerzas vivas de nuestras iglesias particulares:
“Os exhorto a convocar a todas las fuerzas vivas de vuestras diócesis para que caminen desde Cristo irradiando siempre la luz de su rostro, en particular a los hermanos que, tal vez por sentirse poco valorados o no suficientemente atendidos en sus necesidades espirituales y materiales, buscan en otras experiencias religiosas respuestas a sus inquietudes”.
En nuestra Diócesis del Callao venimos hace tiempo promoviendo la formación de misioneros a los que enviamos casa por casa en “misión” a través de la “Operación Contacto”
¿Dónde están los misioneros del Callao?
Ha sido realmente ejemplar y gratificante para mí, vuestro pastor, la respuesta de los laicos del Callao procedentes de nuestras parroquias, movimientos eclesiales, nuevas comunidades y otras realidades eclesiales que han participado generosamente en la escuela de formación para misioneros y en los sucesivos lanzamientos de la “Operación Contacto” en nuestra Iglesia Diocesana.
¡IGLESIA SOMOS TODOS Y SUS NECESIDADES SON NUESTRAS!
La acción evangelizadora de la comunidad cristiana, primero en su propio territorio y luego en otras partes, como participación en la misión universal, es el signo más claro de madurez en la fe. Sólo haciéndose misionera, la comunidad cristiana podrá superar las divisiones y tensiones internas y recobrar su unidad y su vigor de fe (RM, 49, del Beato Juan Pablo II).
Hoy, en esta misma asamblea eucarística en la que han sido convocadas todas las fuerzas vivas de nuestra Iglesia particular del Callao, les recuerdo el reto que venimos asumiendo a lo largo de estos últimos años:
“Consolidar nuestra Diócesis como Iglesia misionera, que proclame con fidelidad el Evangelio tanto a través de una pastoral dirigida al número creciente de católicos alejados de la Iglesia y a los aún no bautizados, como mediante la colaboración con otras Iglesias necesitadas de misioneros “ad gentes”. (PPD, “Iglesia Misionera”).
En este largo caminar de nuestra Iglesia Diocesana, el Señor nos ha bendecido con dos comunidades de vida contemplativa: el Monasterio de la Sagrada Familia de las Madres Carmelitas Descalzas el año 1998 en Oquendo y el año 2008 el Monasterio de la Santísima Trinidad de las Madres Cistercienses construido en el gran pueblo de Pachacútec frente al mar del Callao. Ambas comunidades nos han hecho sentir la fuerza oculta que esas queridas religiosas contemplativas significan para la obra evangelizadora de nuestra Iglesia Diocesana.
Si ustedes me aguantan todavía un poco más, en esta última homilía como Padre y Pastor de esta Iglesia que llevo en mi corazón, estos serían en titulares, los dones y frutos que el Señor nos ha concedido:
• La Iglesia del Callao vive en “estado permanente de misión”.
• La “Operación Contacto” ha sido un instrumento providencial para mantener este compromiso y ardor misionero.
• El envío misionero de más de 70 presbíteros nuestros a otras iglesias hermanas, ha sido nuestro mejor aporte a la misión universal.
• La Pastoral del Diezmo ha significado un instrumento providencial para promover la corresponsabilidad de las parroquias en el autofinanciamiento de nuestra Iglesia particular.
• La vida contemplativa fuerza oculta de la misión y de la Iglesia ha sido la gran bendición del Señor para nuestra Iglesia.
• El año 2006 – 2007, celebramos el Año Jubilar Mariano por los cuatrocientos años de la presencia de la venerable imagen de la Virgen del Carmen de la Legua en el Callao. Y la Madre del Pueblo Chalaco visitó todas nuestras parroquias invitándonos a ser discípulos y misioneros de su Jesucristo su Hijo.
• Pachacútec, mediante la Fundación “Desarrollo Integral de Nuevo Pachacútec”, promovido por el Obispado del Callao, ha sido nuestro gran reto y el compromiso mayor en el área de la promoción humana y social de los más pobres de nuestro pueblo, donde los más favorecidos han sido nuestros jóvenes.
Esta obra ha sido realmente un milagro del Señor pues en ella se han juntado, en ejemplar alianza solidaria, empresarios nacionales y extranjeros, instituciones públicas y privadas, movidos por personas con enorme capacidad de convocatoria que han sabido contagiar su entusiasmo y su generosa entrega para tan extraordinario proyecto en ese inmenso arenal, donde hemos sembrado esperanza y oportunidades de desarrollo humano y social invirtiendo para los más pobres.
Mi saludo más cálido para ese pueblo de Pachacútec al que he dedicado mis mejores energías durante todos estos años.
Mi último deseo se cumplirá, Dios mediante, con la construcción de la nueva parroquia de la Virgen del Carmen en Villa Bonita, cerca de la Av. Argentina, gracias a la cooperación del Gobierno Regional del Callao.
Gracias Señor Jesús, Pastor de nuestras almas, a quien veneramos en el Callao como el Señor del Mar.
Gracias a nuestra Madre y Patrona, la Virgen del Carmen de la Legua, a quien confié filialmente desde el inicio mi ministerio episcopal y el cuidado pastoral de este pueblo, que la aclama como su Madre y Patrona. AMEN
Gratitud a mi Iglesia y al Perú
Gracias Yurimaguas. Gracias Callao. Donde primero me hice charapa y luego chalaco.
Gracias hermanos presbíteros, mis primeros y más cercanos colaboradores.
Gracias a mis hermanos religiosos y religiosas.
Gracias a todos los fieles laicos.
Gracias también a los miembros de los Movimientos Eclesiales y Nuevas Comunidades.
Gracias especialmente a los misioneros y misioneras, que han alentado generosamente la llamada a la Misión, a través de la Operación Contacto.
Gracias a las autoridades del Callao, que desde sus respectivas instancias me han acompañado y colaborado respetuosamente.
Gracias a mis hermanos obispos del Perú por la confianza y acogida que siempre me han brindado en mis largos años de servicio en la Conferencia Episcopal Peruana.

sábado, 15 de septiembre de 2012

COFRADIA DE NUESTRA SEÑORA DE ARANZAZU DE LIMA 1612-2012


MONSEÑOR MIGUEL IRIZAR CAMPOS

Al inicio de mi nuevo Servicio Episcopal

Callao, 1 de octubre de 1995.

Hermanos:

San Pablo al término de su vida, escribe a su discípulo Timoteo: "hiciste noble profesión de fe ante muchos testigos".

Como sucesor de los apóstoles, me toca hoy a mí hacer esa misma profesión de fe, de mi fe en Jesucristo ante tantos testigos miembros del Pueblo de Dios: del Callao, de Lima, del Perú y de hermanos Obispos venidos de lejos, desde el Brasil, Bolivia y Puerto Rico.

Pienso que esta carta de Pablo a Timoteo contiene una clara llamada y exhortación a nosotros, pastores de la Iglesia: Obispos, presbíteros y diáconos. Pero hoy quiero referirme especialmente a nuestro servicio episcopal dado que me presento públicamente a esta porción querida del Pueblo de Dios que está en el Callao, que el Santo Padre Juan Pablo II me ha encargado, sucediendo en el gobierno de esta diócesis a nuestro querido y benemérito hermano Mons. Ricardo Durand Flórez, S. J.

El Obispo: fundamento y signo de comunión.

Revestido de la plenitud del Sacramento del Orden, el Obispo rige como Vicario y legado de Cristo en la Iglesia particular, en comunión y bajo la autoridad del Romano Pontífice (LG, 26, 27; Christus Dominus, 3).

Al Obispo le toca regir la Iglesia particular que le ha sido confiada y apacentarla con la cooperación de su presbiterio de manera que adherida a su Pastor y reunida por Él en el Espíritu Santo por el Evangelio y la Eucaristía constituya una Iglesia particular donde se encuentra y opera verdaderamente la Iglesia de Cristo que es una, santa, católica y apostólica (Ch D, 11; LG, 23). Más aún, "en ella está presente Cristo, por cuya virtud se congrega la Iglesia (LG, 26). "Los fieles por su parte deben estar unidos a su Obispo como la Iglesia a Cristo y Cristo al Padre" (LG, 27).

Como servidor de la comunión en esta Iglesia quiero fomentar lo que nos una y nos lleve a la comunión con Cristo.

Si siempre fue difícil ser Obispo y Pastor en la Iglesia, hoy lo es más en el contexto social y cultural de este mundo distraído, secularizado y hasta cerrado al Evangelio. Por eso el mundo necesita más que nunca quien anuncie con su palabra y su vida a Cristo, Evangelio viviente del Padre.

Hace 23 años cuando Su Santidad Pablo VI me nombró Obispo Vicario Apostólico de Yurimaguas escogí este lema comprometedor: "Enviado a dar la Buena Noticia". Entonces era demasiado joven para vislumbrar las implicancias de mi programa y escudo episcopal.

Ante todo un Obispo es enviado a proclamar el Evangelio: "No me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el Evangelio" (1Cor 1,17). Esto significa anunciar a Jesucristo crucificado y comprometer a los cristianos a vivir el gozo de sus exigencias.

Pero el Obispo como el profeta siente miedo: "soy un muchacho" (Jer 1,6). Las exigencias y riesgos de la Palabra de Dios y las espectativas de los hombres son muy fuertes para él.

Y el Obispo siente miedo. Experimenta más que nadie sus limitaciones. Sabe que nunca será entendido por todos. Sabe que han crecido las exigencias de sus sacerdotes, religiosos y laicos. Y el Obispo se siente pobre y humanamente inseguro como Pablo (ver 1Cor 2,3).

Pero esta misma pobreza asumida serenamente en el Espíritu es la que salva. Lo abre a la necesidad de los otros y al hambre de Dios. Un Obispo nunca puede dar la sensación de inseguridad o tristeza. En él vive el Señor Resucitado. Él se apoya en la firmeza de Pentecostés. Es el testigo primario de la Pascua, "enviado a dar la Buena Noticia".

Hermanos en el Episcopado y presbíteros del Callao, acojamos la exhortación de San Pablo: "practica la justicia, la religión, la fe, la paciencia, la delicadeza. Combate el buen combate de la fe, conquista la vida eterna a la que fuiste llamado, y de la que hiciste noble profesión de fe ante muchos testigos".

Teniendo en cuenta que hay falsos maestros, Pablo recomienda a Timoteo que guarde el mandato recibido, la fe cristiana, sin mancha ni reproche. Lo hace de manera solemne, ante Dios y Jesucristo quien ni ante la muerte se echó atrás sino que pasando por ella confesó a Dios como fuente de vida.

Los pastores y fieles tenemos que mantener la fidelidad hasta la venida definitiva de Cristo. De pastor a pastor, desde el gozo de su misión, San Pablo exhorta a Timoteo. Le contagia su entusiasmo. Sintámosla dirigida a nosotros pastores y que las comunidades se contagien de nuestro entusiasmo.

Sabiendo que nuestro supremo Pastor dio su vida por las ovejas y vino a servir y no a ser servido, tenemos que preguntarnos sobre nuestro servicio pastoral, saber si nuestra voz es sentida y escuchada por los fieles. Esto tiene una exigente aplicación en las nuevas situaciones creadas para la Iglesia en el Perú.

En el primer encuentro con mi presbiterio le he manifestado mis preocupaciones más urgentes y, siguiendo la huella dejada por Mons. Ricardo Durand, quiero centrar nuestro esfuerzo en impulsar una Iglesia evangelizadora y misionera. La comunidad cristiana se construye para evangelizar construyendo al comunión que confluye en la Iglesia particular con apertura misionera y en comunión con la Iglesia universal presidida por el sucesor de Pedro.

Desde mi anterior experiencia pastoral en Yurimaguas quiero aportar el dinamismo misionero que nos abra "más allá de nuestras fronteras", al servicio de la misión "ad gentes" que la Iglesia alienta.

Quién evangeliza

Uno de los objetivos fundamentales de la nueva evangelización es construir comunidades cristianas capaces de transmitir el Evangelio al hombre de hoy. Cabe preguntarnos: ¿Quién tiene la responsabilidad de evangelizar? ¿Cuál es el sujeto de la evangelización?

La respuesta inmediata es todo bautizado, discípulo de Cristo. Ser cristiano es ser misionero. Todos somos responsables de la evangelización y no de forma aislada. "Evangelizar es un acto profundamente eclesial" (EN, 80).

La nueva evangelización ha de comenzar por dotar a nuestras comunidades de aquella calidad que el Papa Juan Pablo II nos recuerda en la Christifideles laici: "comunidades eclesiales maduras, en las que la fe consiga liberar y realizar todo su originario significado de adhesión a la Persona de Cristo y a su Evangelio, de encuentro y de comunión sacramental con Él, de existencia vivida en caridad y en servicio".

A quién anunciamos el Evangelio

Aunque nuestro pueblo se considera católico su vinculación con la Iglesia es deficiente. Tenemos que cambiar nuestras estrategias pastorales para dirigirlas a los más alejados. El mandato de Jesús es un signo de los tiempos.

Más allá de las estadísticas tengo una preocupación: nuestra incapacidad de responder a los nuevos retos en un país con 85% que se declaran católicos. Las sectas han avanzado pero me preocupa más que no mejoremos nuestra capacidad de evangelización. Los migrantes y desplazados no han sido acogidos ni atendidos por la capacidad instalada de la Iglesia y sus pastores.

Todos en misión

Hay que reestructurar las parroquias no sólo como instancias territoriales tan cuestionables en la actual cultura urbana. Hay que sensibilizar también a los movimientos apostólicos activando todas las fuerzas vivas de la Iglesia.

Tendremos que procurar la máxima comunión y coordinación entre todos los sectores de la Iglesia sin contraponer carismas sino integrándolos al servicio de la comunidad eclesial como instrumentos de nueva evangelización, promoción humana y cultura cristiana.

Es necesario un cambio de mentalidad en el clero, en los párrocos, religiosos y religiosas y en nosotros los Obispos; y sobre todo el gran recurso que tenemos en los laicos, protagonistas de la nueva evangelización, como los llamamos en Santo Domingo. Tenemos que establecer planes mucho más agresivos de pastoral, declarando nuestros territorios en estado de misión permanente.

En términos económicos, las sectas parecen tener más que nosotros y eso es también un reto para la Iglesia Católica porque no somos capaces de generar un sentido de corresponsabilidad en el sostenimiento económico para la tarea evangelizadora de la Iglesia.

Ahí está uno de los retos por asumir en el Callao en los próximos años. Estamos diseñando un estudio socio-religioso que nos dé una visión integral para diseñar un plan global de pastoral diocesana.

Pondremos en marcha todas las capacidades de la Iglesia poniéndola en actitud y estado de misión.

Contamos con la presencia providencial de dos seminarios.

La fuerza oculta de la misión

En el día en que se celebra la memoria de Santa Teresita de Lisieux, patrona de las misiones junto con San Francisco Javier, y al inicio del mes morado tenemos que recuperar el misterioso y fecundo rostro de la vida contemplativa como la fuerza oculta de la misión.

Mi largos años de Obispo misionero en nuestra selva peruana me llevaron a descubrir las potencialidades de las religiosas de vida contemplativa, el mejor regalo del Señor al Vicariato apostólico de Yurimaguas.

En 1982 le imploré al Santo Padre la bendición para el proyecto de fundación del primer monasterio de Carmelitas Descalzas en nuestra Iglesia de la selva. El Santo Padre me expresó: "hágalo; ellas serán el pararrayos y la fuerza mayor de su misión". Y así fue. Hoy han ingresado y profesado más de quince jóvenes de la misión.

Quiero recordar a mi tío, el P. Luis, Pasionista que a sus 86 años ha permanecido como misionero en el Vicariato de Yurimaguas. Hoy se encuentra enfermo en Lima, asociándose espiritualmente a esta celebración. Fue padre espiritual del monasterio de Carmelitas de Yurimaguas los últimos 8 años.

Al llegar al Callao expresé mi deseo de tener en el Callao un monasterio de vida contemplativa. La historia del Callao está amorosamente vinculada a la Virgen del Carmen de la Legua.

La restauración de su Santuario después del brutal atentado que destruyó la comisaría aledaña nos unió en acción solidaria.

Mons. Ricardo declaró al Callao ciudad mariana. Junto al Señor del Mar tenemos a la Madre del Señor que custodia nuestra fe.

Ambas imágenes simbolizan para mí, Obispo formado en la escuela de San Pablo de la Cruz, marcado por la Pasión de Jesús, la fe del pueblo chalaco.

El Santuario mariano de la Virgen del Carmen de la Legua será justamente santuario. Ya no será centro parroquial. El Monasterio de Madres Carmelitas será pronto realidad.

Admás acabo de recibir la petición de fundación de otra comunidad de vida contemplativa: "Familia monástica de Belén y nuestra Señora de la Asunción".

Esta presencia de contemplativas sostendrá la actividad apostólica de todos. Evoco al iniciar mi servicio episcopal a Santa Teresita de Lisieux proponiéndome plantar el amor en el corazón de la Iglesia en el Callao.

No me olvidaré de los pobres, de los nuevos lázaros, ni del Evangelio de hoy.

Mons. Ricardo: trataré de seguir tus huellas y ejemplo. Los pobres estarán dentro de mi corazón de pastor, ellos me recuerdan el rostro sufriente de Cristo.

Quiero convocar a las autoridades del Callao y a todos a compartir la mesa de la solidaridad, alma del desarrollo auténtico. Empresarios, los invito a crear juntos un banco de solidaridad en favor de los pobres y los jóvenes.

Me preocupan los trabajadores cesados por las empresas públicas en las privatizaciones. Me preocupan los jubilados y las esperanzas frustradas de miles de jóvenes sin trabajo.

Siempre he encontrado a María en mi peregrinar de misionero y creyente. Desde que me inicié en mi sacerdocio, cuando serví de Obispo en Yurimaguas con Santa María de las Nieves, patrona del Huallaga y del Alto Amazonas. Aquí en el Callao he confiado mi ministerio a la Virgen del Carmen de la Legua.

Hermanos periodistas los tendré presentes en su día para que sigan acompañándome a comunicar la Buena Noticia y que mi propia vida sea buena noticia para todos.

+ MIGUEL IRIZAR CAMPOS, C.P.

Obispo del Callao