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DORIS GIBSON PARRA Y FRANCISCO IGARTUA ROVIRA

DORIS GIBSON PARRA Y FRANCISCO IGARTUA ROVIRA
FRANCISCO IGARTUA CON DORIS GIBSON, PIEZA CLAVE EN LA FUNDACION DE OIGA, EN 1950 CONFUNDARIAN CARETAS.

«También la providencia fue bondadosa conmigo, al haberme permitido -poniendo a parte estos años que acabo de relatar- escribir siempre en periódicos de mi propiedad, sin atadura alguna, tomando los riesgos y las decisiones dictadas por mi conciencia en el tono en que se me iba la pluma, no siempre dentro de la mesura que tanto gusta a la gente limeña. Fundé Caretas y Oiga, aunque ésta tuvo un primer nacimiento en noviembre de 1948, ocasión en la que también conté con la ayuda decisiva de Doris Gibson, mi socia, mi colaboradora, mi compañera, mi sostén en Caretas, que apareció el año 50. Pero éste es asunto que he tocado ampliamente en un ensayo sobre la prensa revisteril que publiqué años atrás y que, quién sabe, reaparezca en esta edición con algunas enmiendas y añadiduras». FRANCISCO IGARTUA - «ANDANZAS DE UN PERIODISTA MÁS DE 50 AÑOS DE LUCHA EN EL PERÚ - OIGA 9 DE NOVIEMBRE DE 1992»

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«Cierra Oiga para no prostituir sus banderas, o sea sus ideales que fueron y son de los peruanos amantes de las libertades cívicas, de la democracia y de la tolerancia, aunque seamos intolerantes contra la corrupción, con el juego sucio de los gobernantes y de sus autoridades. El pecado de la revista, su pecado mayor, fue quien sabe ser intransigente con su verdad» FRANCISCO IGARTUA – «ADIÓS CON LA SATISFACCIÓN DE NO HABER CLAUDICADO», EDITORIAL «ADIÓS AMIGOS Y ENEMIGOS», OIGA 5 DE SEPTIEMBRE DE 1995

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LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU

LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU
UNIVERSIDAD DEL PAÍS VASCO

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UNIVERSIDAD DEL PAÍS VASCO

«Siendo la paz el más difícil y, a la vez, el supremo anhelo de los pueblos, las delegaciones presentes en este Segundo Congreso de las Colectividades Vascas, con la serena perspectiva que da la distancia, respaldan a la sociedad vasca, al Gobierno de Euskadi y a las demás instituciones vascas en su empeño por llevar adelante el proceso de paz ya iniciado y en el que todos estamos comprometidos.» FRANCISCO IGARTUA - TEXTO SOMETIDO A LA APROBACION DE LA ASAMBLEA Y QUE FUE APROBADO POR UNANIMIDAD - VITORIA-GASTEIZ, 27 DE OCTUBRE DE 1999.

«Muchos más ejemplos del particularismo vasco, de la identidad euskaldun, se pueden extraer de la lectura de estos ajados documentos americanos, pero el espacio, tirano del periodismo, me obliga a concluir y lo hago con un reclamo cara al futuro. Identidad significa afirmación de lo propio y no agresión a la otredad, afirmación actualizada-repito actualizada- de tradiciones que enriquecen la salud de los pueblos y naciones y las pluralidades del ser humano. No se hace patria odiando a los otros, cerrándonos, sino integrando al sentir, a la vivencia de la comunidad euskaldun, la pluralidad del ser vasco. Por ejemplo, asumiendo como propio -porque lo es- el pensamiento de las grandes personalidades vascas, incluido el de los que han sido reacios al Bizcaitarrismo como es el caso de Unamuno, Baroja, Maeztu, figuras universales y profundamente vascas, tanto que don Miguel se preciaba de serlo afirmando «y yo lo soy puro, por los dieciséis costados». Lo decía con el mismo espíritu con el que los vascos en 1612, comenzaban a reunirse en Euskaletxeak aquí en América» - FRANCISCO IGARTUA - AMERICA Y LAS EUSKALETXEAK - EUSKONEWS & MEDIA 72.ZBK 24-31 DE MARZO 2000

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sábado, 2 de octubre de 2010

Amigos y Enemigos - Revista Oiga 5/10/1987

El Patricio de la Paz

Señor director:

En su última edición OIGA destaca el gesto de desprendimiento del novelista Mario Vargas Llosa al donar los 50 mil dólares que recibió como ganador del Premio Hemingway-Ritz a los niños huérfanos de Ayacucho, contrastándolo con la actitud de nuestro presidente, quien dedico a levantar la hipoteca que pesaba sobre su residencia en Chacarilla los 9,000 dólares que cobro por el discurso que, como mandatario del Perú, cobro a la FAO, organismo de las Naciones Unidas que lucha contra el hambre en el mundo. Dicho sea de paso, el desplazamiento del presidente García a Roma, con una numerosa comitiva, costó al erario nacional más de 40,000 dólares.

Los peruanos debemos recordar con orgullo otro gesto de desprendimiento: el protagonizado por nuestro ilustre patricio, el doctor José Luis Bustamante y Rivero, quien en 1980 rechazo 500 mil dólares que, mancomunadamente, le ofrecieron los gobiernos de Honduras y El Salvador por haber sido el artífice del tratado de paz –firmado en Lima el 30 de octubre– que puso fin a once años de hostilidades entre ambas naciones centroamericanas.

El conflicto bélico entre Honduras y El Salvador estallo en 1969 cuando hinchas que asistían a los partidos por la Copa Mundial de Futbol que se celebraba en El Salvador y Tegucigalpa atacaron a los simpatizantes del equipo nacional visitante en ambas capitales. Hubo manifestaciones de protesta en los dos países. Honduras expulso a 11 mil campesinos salvadoreños asentados en su territorio y el 14 de julio tropas de El Salvador invadieron Honduras. Hubo un cese de fuego a pedido de la OEA y en 1970 El Salvador y Honduras crearon una zona desmilitarizada a ambos lados de la frontera mientras se buscaba una solución al conflicto.

El 3 de abril de 1978, Honduras y El Salvador solicitaron la mediación del doctor Bustamante y Rivero, ex – presidente de la República, ex – presidente del Tribunal Internacional de Justicia de La Haya y, en esos momentos, senador vitalicio del Perú. Durante dos años nuestro ilustre patricio recorrió los pueblos fronterizos de ambos países, dialogando con sus habitantes en agotadoras jornadas hasta encontrar puntos de coincidencia que sirvieron para redactar el tratado de Paz que en 1980 se firmo en palacio de Gobierno, en presencia del presidente Belaunde Terry.

Poco después se supo que El Salvador y Honduras quisieron entregarle al doctor Bustamante y Rivero 500,000 dólares, dinero que este rechazo manifestando que la paz de los pueblos no tiene precio. Noble gesto de nuestro ex – mandatario de la nación, repetido por Mario Vargas Losa que lamentablemente para nuestro país, no ha sido seguido por el presidente García, más preocupado en comprar residencias que en dar el ejemplo de desprendimiento.

Atentamente,

Emilio Muñante A.

José Luis Bustamante y Rivero – La Correspondencia – Oiga 7/02/1994

Lima, 20 de abril de 1945.

Sr. D.

Benjamín Roca Muelle,

Secretario General de la Oficina Política

de la Candidatura Bustamante i Rivero

Ciudad.

Señor Secretario General:

He advertido que en los últimos días el tono de los órganos de prensa que propician mi candidatura se va tornando agresivo i a veces francamente inconveniente.

Esta modalidad de nuestra prensa contraría las claras recomendaciones de mi Memorándum de 13 de marzo i desdice de nuestra cultura cívica. Ruego, pues, a Usted se digne suplicar a todos los Sres. Directores de órganos periodísticos que en esta capital o lugares próximos hacen la defensa de mi candidatura, quieran ajustarse en sus artículos e inserciones a las normas de moderación, compostura i dignidad cívica que deben inspirar todas nuestras actitudes. Igual pedido debe dirigirse, mediante los Comités Departamentales del Frente Democrático, a los periodísticos que en el resto del país acompañan nuestra, Causa.

Mui atentamente de Usted,

José Luis Bustamante y Rivero


EXPRESIVA misiva de Bustamante dirigida a Benjamin Roca Muelle, rogándole transmitir a los periodistas que alientan su candidatura un espíritu de civismo, respeto y moderación. Ese reclamo ha legado Bustamante a los peruanos. (Nuevos fragmentos de su epistolario aparecerán en los próximos números de nuestra revista).

viernes, 8 de enero de 2010

Jornada 29/04/1944


¿Qué día comencé a hacer periodismo? No lo sé. Sé que en los años 42 y 43 publiqué algunos artículos en un periodiquito de la Universidad Católica y sobre todo, recuerdo que escribía en hojas eventuales que iban apareciendo y desapareciendo en esos años, al entreverse el inicio del proceso electoral de 1945. No siempre cobré por ellos, pero sí recibí muy a menudo buenas propinas. Entré en planilla en Jornada. Allí comencé comentando las noches de la bohemia limeña y haciendo crítica teatral, lo que una vez me llevó a cruzar algunos golpes de puño con Sebastián Salazar Bondy, más tarde entrañable colaborador mío en OIGA (…)

Pero esto es historia, contada a groso modo, sin los matices que rodearon los hechos esenciales que he descrito. Lo que en mis recuerdos de periodista importa es que, paralelamente a esas tratativas e intrigas políticas, se funda un periódico que haría historia en la prensa nacional: Jornada. Allí fue donde, usando el lenguaje taurino, recibí la alternativa de periodista a tiempo completo. Aquel humilde periódico –muy bien diseñado- habría de ser quién sabe, la más bella aventura del periodismo peruano de este medio siglo. Una hoja. Una sola hoja, eso era Jornada, se alzó como vocero del Frente Democrático y se enfrentó a todo el resto de la prensa local, de la gran prensa tradicional, de los diarios que siempre habían dictado el rumbo de la política peruana (…)

La hoja solitaria pronto creció a cuatro y algunas veces a ocho páginas, pero por falta de rotativa tuvo que imprimirse en varias imprentas a la vez. Se llegó a más de cien mil ejemplares diarios… Y la hoja, Jornada, venció en esas elecciones nacionales. La razón, la movilidad al inmovilismo. El Frente Democrático tuvo un triunfo arrollador (…)

FRANCISCO IGARTUA – Andanzas de un periodista


Archivo Revista Oiga – Colección Jornada

jueves, 7 de enero de 2010

Oiga 8/11/1948


Oiga! Semanario del pueblo para el Pueblo

Dirección: Luna Pizarro 725

Dirige F. Igartua

Precio: 0.50

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Lima, lunes 8 de Noviembre de 1948

El fin justifica los medios

Aparece este semanario en un momento crítico y lleno de incertidumbre e inquietud para la patria. No creemos venir a salvarla. No somos ilusos. Nos limitaremos a cumplir en nuestro campo, en el periodismo, con lo que nos parece justo. Hemos debido salir algo antes para el público, pero un cambio de gobierno, sorpresivo aunque no inesperado, ha instalado a una junta militar en el poder y nos ha obligado a meditar la justicia de nuestra posición. Y no la variaremos. Seguimos creyendo que sólo la honestidad y él interés, asentados en una doctrina social revolucionaria que sea realizable, podrán hacer la felicidad de nuestro pueblo.

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Pretende regresar

Con la mirada insolente aparece en esta foto don Manuel Pardo y Ugarteche. Nos ocuparemos de él, no por su mirada ni por hacer amargos recuerdos del triste 79, sino por las pretensiones actuales de este ex gobernante de opereta que, solo por el fraude y el dinero pudo llegar, en 1939, a la Presidencia de la República. Tampoco queremos hacer el recuento de su funesta labor administrativa. Algún día se sabrá porque fué aprobada en la cámara de un solo carpetazo, la Cuenta General de la República del año de 1945 y conoceremos la cantidad de dólares o soles que Don Manuel tuvo que entregar al comando apristas para ultimar esta operación. Posteriormente daremos a publicidad algunos artículos demostrando la culpabilidad de Prado en nuestra actual crisis económica. Prado deprecio la moneda nacional y se dio el torpe e interesado lujo de exhibirnos ante el mundo como el único país, durante la guerra, que no preciso del control de cambios. Y fue precisamente esta falta de control, las que nos dejo sin divisas y con este terrible malestar de hambre y miseria que padecemos. Hoy nos limitamos a señalar al hijo de MARIANO IGNACIO PRADO como enemigo publico de la peruanidad y, advertimos, que todas sus gestiones para volverse a sentar en la silla presidencial tendrán que fracasar. El dolor y dignidad del Perú están de por medio. Si quiere honores que los busque en Chile y, si quiere reventar de millones, que les cobre el favor que presto su padre a los chilenos. Sabemos que quiere regresar y que ya ha iniciado gestiones en ciertos círculos podridos de nuestra política… Le aconsejamos por su bien, se quede en tierras europeas. Hay suciedades que no deben moverse porque ofenden a todos. Bastante ignominia le debemos a su padre y mucha miseria nos dejó él con su gestión gubernamental del año 39.

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Verdadero objetivo del civilismo:

Eliminacion del control de cambios


Creemos cumplir un deber patriótico ineludible al salir combatiendo a uno de los más encarnizados y persistentes enemigos del Perú: AL CIVILISMO. Este hipócrita y centenario mal ha corroído el alma misma del pueblo y es a él, a quien debemos la única justificación de las tendencias demagógicas que han puesto en peligro la nacionalidad. Sin la crueldad de la plutocracia no habría existido la barbarie aprista.

Pero, no satisfechos estos señores, quieren seguir corrompiéndonos en beneficio de sus oligárquicos intereses. Al descalabrarse el aprismo pretenden hacernos creer que es a ellos a quienes les toca imponer. No señores. Nadie los quiere ni engañar a nadie. La Junta Militar tiene otras obligaciones que, por lo menos esperamos, sabrán cumplirlas.

Lo que ellos buscan es mas dólares Y MAS MERCADO NEGRO. Con el pretexto de interesarse por la producción del país, nos quieren hacer tragar el cuento de que es necesaria la eliminación del control de cambios. Pero, bien sabemos lo que para ellos significa el país: nada más ni nada menos que sus intereses.

¡Vivan ellos contentos y ríase la gente!. Quieren la eliminación del control de cambios para ser ellos –los exportadores– el único control. La cosa es muy simple. Al Perú regresan cada año varios millones de dólares que el Estado adquiere a precio oficial. Estos dólares son, en su mayoría producto de las ventas de exportación. Los exportadores –el civilismo ósea el algodón y el azúcar– alegan ser propietarios totales de estos dólares o, mejor dicho divisas. Dicen que ellos trabajan la tierra y tienen derecho al producto de la misma. ¿Pero ellos trabajan la tierra?. ¿Tiene el Estado la seguridad de que esas divisas quedan en tierra peruana y que beneficiaran también al sudoroso peón que desde tiempo atrás ha sufrido el látigo del patrón y el hambre de sus míseros salarios?. ¿No tiene el Estado derecho a sospechar que esos dólares o, divisas, engrosan EL MERCADO NEGRO o queda en tierra extranjera lo que generosamente obsequio el suelo peruano, con el sudor del cholo al déspota propietario… en combinación con los grandes importadores que, casi siempre es lo mismo. El control siempre existiría. Aunque, ahora, en manos de particulares y no del Estado. He aquí la diferencia. Para hacer bajar o subir la moneda, según les convengan a ellos y no al país, bastaría que lo determinaran en una reunión. Lo que pretenden es un Estado dentro de otro Estado. Tienen nostalgia de poder… y nos parece que la seguirán teniendo. El pueblo quiere justicia y no mendrugos de pan caídos de las mesas de los ricos.

En lo único que estamos de acuerdo –no sea que se nos llame intransigentes o perdularios– es en que hay que aumentar la producción. Para bien de ricos y pobres. Y, por lo tanto, con el sacrificio de todos y no solo con el hambre y dolor del pueblo. Medítenlo bien, que les conviene, señores descendientes de los marqueses, duques o condes de los que fueron cacicazgos del Perú. Y no se piense que estamos defendiendo una oficina burocrática. Ningún interés tenemos en ello. Bien conocido es el desprecio que por la burocracia tiene el periodista.

Lo que queremos es tener fe y creemos que de la capacidad de los hombres que acaban de llegar al poder depende un arreglo conveniente a los intereses nacionales. Tienen dos caminos: o el control de cambios o un progresivo aumento del impuesto a las exportaciones. Ambos caminos son iguales o semejantes, con la única diferencia, que la ultima medida es, por desgracia, mucho mas complicada y aun mas fácil de burlar. Todo depende de la honradez y patriotismo de los que dirigen y de los que obedecen. Pero ¡tenemos fé!.

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Martillando

¡Cuidado con la policía!


Este grito de angustia ha desaparecido de los hogares. El terror con que vivían muchas modestas familias que se atrasaban en el pago de su casa, ha desaparecido. Al fin suspiran con calma. ¡Bien!. El abuso de los propietarios había llegado al colmo. De noche y día llegaban con la policía, y adiós sueños, platos, camas. Había que mudarse a las Pampas de Amancaes!. ¡Al fin se acabo!.

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De guatemala... a Guatapeor

Muy sonriente, el viejo ogro civilista señala el camino de Guatepeor.
Mas el pueblo, nada zonzo, prefiere que la junta lo mande… a descansar.

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Para lo que sea conveniente –no queremos líos con nadie– declaramos:

OIGA aparece sin otro auxilio económico que los soles salidos del bolsillo de sus redactores. Que estos soles no son muchos y tenemos el temor de quedarnos en el primer número. Por lo tanto, y sin vergüenza, pedimos ayuda al público y a los amigos. Gracias.

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Trayectoria de la International Petroleum

Un pulpo sobre América Latina

El Petroleo


El petróleo como cualquiera de los bienes que nos ofrece la naturaleza es un instrumento para el Bien o para el Mal, para la Opresión o la Libertad, la Justicia o la Injusticia.

En la negra historia de los trust imperialistas tiene un lugar de privilegio y de excepción el trust petrolero. Dividido aparentemente en diferentes ramas –la norteamericana, la canadiense, la inglesa, la holandesa, etc.– en realidad contactos secretos vinculan los intereses de las compañías explotadoras del oro negro. Así vemos que la International Petroleum figura como canadiense y todos sabemos que es en realidad una avanzada del imperialismo yanqui y al mismo tiempo la International absorbe, prohíja y administra a la Lobitos, aparentemente inglesa.

La historia de las luchas de las compañías petroleras, sus crímenes y sus exacciones en EE.UU. ocupan varios volúmenes. A tal grado llego el abuso de dichas compañías que el Estado yanqui se vio obligado a limitar sus actividades y ponerle severas cortapisas. Sin embargo, algunos miembros de la Secretaria de Estado –entre los cuales figuro el nefasto Braden– son los más grandes favorecedores de las compañías petroleras en América Latina. Con el pretexto de propiciar el desarrollo del capitalismo, de fomentar la industrialización y de ayudar al “buen vecino”, los magnates petroleros, se lanzan como buitres tras un cadáver sobre cualquier arenal, cerro o selva de donde brote petróleo.

En el Perú hemos sufrido una amarga experiencia con la explotación del petróleo.

Sabido es como las empresas extranjeras poseedoras de la región denominada Brea y Pariñas dejaron de pagar durante muchos años el canon que era debido. Estas cantidades, que acumuladas eran fantásticas, no fueron exigidas, sino débilmente por el Gobierno civilista de entonces. Frente al gobierno se levanto prepotente y audaz la compañía extranjera que no reconoció las disposiciones oficiales y tuvimos que sufrir la humillación de tener que ir a dirimir nuestro pleito interno ante una Corte Internacional.

Durante decenas de años el capitalismo yanqui se ha enriquecido con nuestro petróleo. Últimamente –temerosos de la reacción del pueblo peruano y de una posible expropiación– la International trata de mejorar las condiciones de vida del trabajador y gasta muchos dólares en propaganda. Sin embargo, la realidad es que la International Petroleum ha convertido un pedazo de nuestro territorio en territorio extranjero. Talara es peruana a medias. Talara es mestiza. Mestiza de gringo y cholo.

Nadie sabe a ciencia cierta cuanto petróleo sale del Perú. Nadie sabe cuanto es el petróleo que ha salido ni cuales son las verdaderas cifras que debieron declarar los imperialistas, ni los verdaderos impuestos que debieron pagar. Recordamos que en una ocasión se denuncio que los barcos petroleros llevaban mucha mayor cantidad de oro negro que el declarado. Pero se echo como de costumbre tierra encima. Se dedica la International Petroleum a convencernos de que el petróleo de Talara se acaba y que debemos entregarle Sechura.

No somos fanáticos, ni sectarios, ni irresponsables, ni demagogos. Pero tampoco somos unos vendidos al dólar. Creemos, en consecuencia que el petróleo se debe explotar. Pero creemos que no puede permitirse que la odiosa opresión que rige sobre Talara se extienda a otra vasta región colindante. Se formaría así una pequeña República semi-yanqui que podría cualquier día “independizarse” como se independizo Panamá o California.

El petróleo peruano se debe explotar pero fiscalizado por el Gobierno peruano y con participación de capital peruano, sin que goce de injustos privilegios, sin que atente contra nuestra leyes y soberanía.

Preferimos ser pobres a ser una “República del Petróleo” dirigida por cualquier “míster” de la International Petroleum.

El Petróleo es un pulpo succionador en manos de los imperialistas, que extiende sus tentáculos sobre América. Sin embargo, México y Argentina que han cortado los brazos del pulpo y explotan su petróleo para beneficio de sus pueblos, nos dan un ejemplo a seguir… (…)

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¿Quieren mas?

Al llegar Don Manuel Prado a Paris y, al enterarse unos franceses de las diabluras de su Papa, exclamaron:

-¿Vive todavía y es rico, con los ahorros de su pueblo, este señor Prado?

Y rascándose la cabeza e imitando al gringo aquel, comentaron:

-En el Perú se premia la traición. ¡Bueno, costumbres de países barbaros! – añadieron… (…)

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Silencio sobre una estafa

La Compañía de Tranvías ha cometido un abuso incalificable al sorprender al público, sin aviso previo, con un alza arbitraria en los pasajes urbanos. Sorpresivamente sin que nadie lo supiera por los diarios u cualquier otro medio informativo aumento en 30 por ciento los boletos… (…)

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LA MISMA HISTORIA
EEUU – Walt Street
Argentina – Oligarquía
Perú – Plutocracia Pradista
TRES EJEMPLOS DE UNA MISMA HISTORIA

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Aberración Jurídica y Corte Marcial

Estamos completa y rotundamente de acuerdo con la creación de Cortes Marciales para juzgar los casos de rebelión. No podíamos seguir siendo un país de revoluciones. Así no se camina. Es indudable que, por lo anterior, y por las gravísimas circunstancias que atraviesa el país era imprescindible esta medida. Ejemplo aterrorizador es la asonada aprista del 3 de Octubre. Lo que no entendemos es la razón del artículo 7º, que dice: La Corte Marcial resolverá según su criterio si acepta uno o más defensores que nombren los acusados o si lo designa ella misma. No somos peritos en leyes. Solo júzganos como periodistas el asunto. Aunque, para no equivocarnos, hemos consultado con abogados que nos han dicho que estamos ajustados al espíritu universal del derecho. Este articulo importa una aberración jurídica inconcebible que estamos seguro ha de causar penosa y profunda extrañeza en el país como en el exterior. Es contraria a todo principio y a toda legislación positiva… (…)

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Tengan presente que:

La juventud no permitirá el regreso de Manuel Prado. No permitirá el retorno de quien fue impuesto en 1939 y que sometió a la Patria a seis años de tiranía y conformismo… (…)

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Veamos lo que somos para saber que haremos

Por la actualidad que cobra y para estudio de los que deseen conocer nuestra realidad, publicamos a continuación este articulo de José Carlos Mariátegui. Apareció con el siguiente titulo: “La unidad de la América Española”. Nos hemos atrevido a cambiarlo para darle mayor actualidad. A Mariátegui lo admiramos como pensador y sociólogo. Nada tenemos que hacer con su comunismo. Pensamos, más bien, que el profundo sentido de la peruanidad que él tenía, lo hubiera hecho modificar su posición política. De todos modos queda siempre como el genial interprete de nuestra realidad… (…)

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El clero no debe meterse

Con extrañeza y hasta con estupor hemos visto la actitud del clero en estos últimos acontecimientos políticos. Hay muchas personas, católicas también como nosotros y quien sabe por eso mismo, que han opinado en forma desfavorable de los curas y frailes que, en forma ostensible se han presentado ante el país con intenciones de presionar a los fieles incautos y desprevenidos. Somos observantes de la religión del Estado. No queremos, por lo tanto ofender a sus ministros sino llamarles la atención. No es así como se hace apostolado. En la política nada tienen que hacer los sacerdotes. Su misión, elevada y digna, nada tiene que hacer con los odios y pasiones de los hombres que se dedican a gobernar o politiquear. Esto ultimo queda para los profanos… (…)

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¡A arrear por borricos!

En una intentona casi pueril para capturar el poder y una gritería de estudiantes, ha quedado sepultado el aprismo como partido legal y han quedado miles y miles de hombres y mujeres, inocentes de la locura de unos cuantos, al borde de la desesperación y con la intranquilidad del mañana en sus pechos. El aprismo ha escogido definidamente su derrotero: vivir en la sombra y encaramarse al poder por la violencia si es que, por desgracia o incapacidad de los gobernantes, la masa aprista continúa al lado de quienes la abandonaron en el momento de la lucha y decisión. El apra ha demostrado esta vez hasta la saciedad su inadaptabilidad a un régimen de convivencia y libre discrepancia. Quedan ahora, en el panorama político legal del país, las fuerzas oligárquicas o plutocráticas por un lado, la Unión Revolucionaria al otro extremo y, al centro, otros grupos progresistas de derecha o izquierda. Si queremos convivir en paz, solo será a base del juego político entre estos grandes sectores. Esperemos de la oligarquía el abandono de egoístas pretensiones y la voluntad firme de una sana evolución que haga olvidar un pasado cruel y culpable –quien sabe como el que más – de los desbordes del aprismo. Que las plutocracias tengan presentes el tonto descalabro aprista. Que los jóvenes civilistas comprendan la necesidad patriótica de su liberación en un moderno partido conservador… No sea que haya que decirles como hoy a los lideres aprismo: ¡A arrear, por borricos! ¡Os habéis quedado sin soga ni cabra! ¡Sin libertad ni masa!... (…)

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Corte Marcial

A muchos espíritus pacatos les habrá causado terrorífica impresión el leer en letras de molde: ¡Corte Marcial!. Los asusta pensar que la Justicia llegue a los extremos. Esto, sin embargo, no les impide que vean con el menor horror una masacre popular. El femenino sentido de la vida que tienen estas gentes, les hace olvidar que el criminal debe ser castigado con crueldad igual a la de su crimen. Y los que pretendieron matar, y en serie, deben pagar su culpa de acuerdo a su maldad. Por desgracia, hay algunos personajes sueltos. Estos son los verdaderos culpables. ¡A chaparlos!. No es necesario, seria hasta contraproducente, ensañarse en aquellos que solo se dedicaron a obedecer.
¡Muy bien la Corte Marcial!... aunque no justifica un golpe de Estado. Hay otras formas de conseguir justicia en una democracia… (…)

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Encuesta popular sobre:

¿Cuál ha sido el hombre mas funesto para el país?

¿Por qué?

Una vez escrito el nombre de este infausto personaje y después de señalar las razones que asisten al lector para calificarlo como tal, recorte este cupón y envíenoslo a la siguiente dirección: Luna Pizarro 725. Le rogamos sea breve. Gracias.

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Archivo Revista Oiga – 8/11/1948 - 5/09/1995

domingo, 1 de marzo de 2009

José Luis Bustamante y Rivero – Patriarca de la democracia – por Francisco Igartua

Jose Luis Bustamante y Rivero

UN día de enero del año 1894 nacía en Arequipa, en el seno de una familia numerosa, un niño que con el tiempo llegaría a ser patriarca de la democracia en el Perú. Hallábase agitada la vida política en aquella época y ya se apreciaban los prolegómenos de la crisis que culminarían poco después con el sangriento '95 con balas', inicio del primer caso firme hacia la institucionalidad democrática en el país; paso que dos décadas después, arbitrariamente, fue detenido por la voluntad de aquel prestidigitador de los apetitos populares que fue Leguía. Al nacer, José Luis Bustamante ni siquiera sospechó que él sería el intelecto en el derrocamiento del tirano y, más tarde, el iniciador, en 1945, en el '95 sin balas', de un segundo paso –desgraciadamente fallido- hacia esa institucionalidad democrática. Paso o empresa que todavía no cesa de entusiasmar a muchos peruanos. Se trata de una lucha, por la libertad y la democracia, en la que resuena con frecuencia el mensaje de don José Luis Bustamante y Rivero. Un mensaje que lo sobrevive, que ha quedado profundamente grabado en la memoria del Perú. El mensaje de un hombre que, al cabo de noventa y cinco años fecundos de existencia, nos dejó como legado su larga, persistente e inconclusa lucha por la democracia y el derecho, por el imperio de la ley y de la tolerancia, por la preeminencia de la razón en un Perú descentralizado, con justicia social y desarrollo basado en el respeto al orden jurídico, en el imperio de la ley y no en la voluntad de un ciudadano.

Hoy, en medio de las pobres ceremonias en su homenaje -¡cómo no han de ser pobres los homenajes al patriarca de la democracia en el Perú dictatorial y chicha que vivimos!-, me vuelve a venir con insistencia al recuerdo y a la vista la figura del doctor Bustamante cuando, con sombrero en mano, elegantemente vestido -con esa verdadera elegancia, la que no se nota-, caminaba por las calles del centro de Lima, luciendo la misma dignidad y sencillez con que cruzaba, años atrás, los portales de Arequipa, sea para acudir a la universidad del gran padre San Agustín, a su estudio de abogado o algún cenáculo literario. Tampoco, en ese entonces, era extraña su presencia en conciliábulos donde, medio a oscuras y cuchicheando, se conspiraba para derrocar al tirano. Iban a comenzar los años treinta y un comandante impaciente y audaz había llegado a Arequipa dispuesto a encabezar la rebelión ciudadana contra la dictadura. Letrado y militar aunaron propósitos.

Bustamante fue la mente y la pluma de esos afanes conspirativos que estallaron en revolución victoriosa, en gesta cívica más que militar; en hecho histórico que lleva impresa su huella de poeta metido a político, de hombre sensible no sólo a las musas sino a las angustias ciudadanas y a los afanes libertarios del pueblo. En el Manifiesto de Arequipa de 1930 está grabado su estilo, galano y severo, y se siente su evangélica preocupación por los humildes y desposeídos. En ese Manifiesto, que no lleva su firma, se descubre al hombre apasionado que se escondía en la atildada presencia física del doctor don José Luis Bustamante y Rivero, el inicial ministro de Justicia del comandante Luis M. Sánchez Cerro, de quien discretamente se apartó cuando la irracionalidad comenzó a hacerse dueña y señora de la política peruana.

Bustamante -don José Luis- fue un hombre digno. Digno en el hablar, digno en el vestir, digno en el actuar, digno en el trato con las gentes, digno al gobernar y, si fuera posible adentrarse en las almas, tendría que añadir: digno en el pensar. Fue un varón ejemplar, un hombre íntegro, y no la persona blanda, débil, sin carácter, que creen algunos y muchos evocan. Dentro de sus modales afables, su exquisita cortesía, su correctísimo hablar, había sí una incomparable sencillez, que no es lo mismo que blandura o humildad. Bustamante era orgulloso y apasionado, pero nada había en él del mezquino orgullo de las gentes sin respeto a su propia dignidad y sus pasiones no escondían bajos apetitos ni ruindades. Era orgulloso como los caballeros medievales; su orgullo le servía de centinela de su honra. Y su pasión era evangélica, término que él acuñó ante la multitud en el estadio Nacional, en 1945, para referirse a las inquietudes sociales de las izquierdas, cuando parecía que el destino ¡por fin! iba a ser bueno con el Perú y olvidaría que nos tiene condenados a los infortunios de la tragedia antigua.

Desde sus alturas de filósofo de la historia, de literato, de jurista, Bustamante tuvo honda preocupación por el pueblo, por los peruanos analfabetos y mal alimentados, condenados a la miseria, aunque jamás cayó en tentación demagógica alguna. Quién sabe fuera Bustamante demasiado tímido. De allí su actitud distante frente a la multitud. Fue político a pesar de que no lo pareciera, y político apasionado. O sea que ponía calor en sus ideas, emoción en sus actos, persistencia en sus actitudes; que otra cosa, ajena a don José Luis, es la alharaca, el escándalo, la estridencia.

Me viene a la mente, por ejemplo, los años setenta y ocho y setenta y nueve, cuando unos cuantos ciudadanos luchábamos por lograr que los medios de expresión confiscados por la dictadura volvieran a ser libres. No eran días fáciles, pero tampoco demasiado riesgosos. Sin embargo, muchas personalidades se negaban a poner su firma en los documentos que, reclamando libertad de prensa, poníamos en circulación con cierta regularidad; por lo que, para disipar temores y alentar vanidades, se estableció la costumbre de comenzar por recabar las firmas de los doctores José Luis Bustamante y Jorge Basadre, personajes que desde años atrás gozaban de altísimo prestigio y se habían convertido en intocables, en los patriarcas de la República. Fue así que, en una de esas ocasiones, me tocó presentarme en casa del doctor Bustamante con un documento que yo había redactado. Como siempre me recibió con suma amabilidad y, luego de las explicaciones de rigor, leyó el escrito y, con esa suprema cortesía que hacía que se le notaran más los bigotes, me respondió:

-Mire usted, amigo Igartua, yo firmaría de inmediato este documento y si usted me insiste lo haré, pero creo que la dureza de algunas palabras no le dan mayor vigor al alegato; sin ellas, me parece, el escrito resultará más eficaz sin perder fuerza.

El doctor Bustamante tenía toda la razón. La estridencia -que sólo puede ser pasable en momentos desesperados, como los de ahora, de extrema abulia en la ciudadanía- no le añadía potencialidad a la protesta, se la restaba. Cumplí, pues, su consejo y el documento resultó ser uno de los mejores y más sonados -también de los más inútiles- alegatos en contra de la persistencia de la dictadura en mantener confiscadas a la prensa diaria, a las radios y a las televisoras. Sólo en 1980, cuando se reeditan las jornadas libertarias del 45, es que el presidente recién electo, Fernando Belaunde, firma la resolución que devuelve los medios de expresión a sus legítimos propietarios (salvo el caso de los talleres de OIGA, hasta ahora en manos de sus usurpadores).

Bustamante no fue un literato metido a jurista y a político, como podría parecer si se admitiera -lo que no es cierto- que tuvo una visión poética de la ley y de la política. Fue las tres cosas al mismo tiempo, en las tres brilló con luz propia, sin demasiadas entremezclas.

La opinión pública en general y también la de muchos comentaristas ha sido y es injusta con Bustamante el político. En buena parte por falta de sensibilidad para captar una personalidad infrecuente en nuestro medio y en nuestro tiempo; y también por ignorancia de lo que el Perú requiere y de lo que el doctor Bustamante y Rivero planteó en sus distintas incursiones en la vida política nacional, no sólo como conspirador en el Manifiesto de Arequipa y como presidente de la República en 1945, sino, como ciudadano, en sus varios y orientadores mensajes al Perú. Bustamante entendió siempre -y entendió muy bien- que el Perú necesitaba y necesita, como cualquier pueblo, estabilidad; pero no la estabilidad forzada, producto de la dictadura -que siempre es pasajera- sino la estabilidad que surge de un sistema legal respetado y respetable, continuado, sin constantes variaciones, además de moderno y acorde con las exigencias de justicia social de la hora.

Bustamante deslumbra políticamente con el Memorándum de La Paz, documento que le sirve de contrato para aceptar la candidatura a la presidencia por el Frente Democrático Nacional de 1945 y para puntualizar lo que su gobierno haría y lo que no estaría dispuesto a hacer. En ese memorándum Bustamante señala con meridiana claridad lo que el Perú reclama y lo que él como presidente puede y debe hacer: sentar las bases, los cimientos de una democracia que nos diera la estabilidad jurídica, social y política que andábamos y andamos buscando desde la fundación de la República. Explícitamente ofrecía un gobierno que fuera etapa de transición hacia esa meta concreta, que era lo realista, lo posible. Y no soñaba con ilusas revoluciones sociales ni planeaba obras públicas faraónicas. Su gobierno debería ser la transición de la anarquía y el autoritarismo infecundo -situación normal en el país- a un orden jurídico estable, democrático, tolerante, punto de partida para un sólido desarrollo económico y social. Nada más y, también, nada menos.

El Perú no entendió a Bustamante presidente de la República. Y menos que nadie, por torpe impaciencia, lo entendió el Apra; que no se dio cuenta que el planteamiento realista del doctor Bustamante y Rivera -propio de un Político con mayúscula- sólo podía tener como inmediato beneficiario al único partido organizado en ese entonces y que, por lo tanto, el seguro continuador del régimen democrático iba a resultar siendo Víctor Raúl Haya de la Torre. Aunque, si los planes de Bustamante tenían éxito, Haya quedaría obligado a ser continuador no de las trágicas y sangrientas disidencias de los años treinta ni del autoritarismo siguiente, sino continuador de un régimen legal bien establecido, democrático, de verdad abierto a todas las modernas tendencias económicas y políticas, muy alejado de "sólo el aprismo salvará al Perú".
El Perú no entendió que le había llegado la hora de civilizarse, de alcanzar seguridad jurídica, de poner las piedras de los cimientos para el desarrollo futuro. Unos quisieron que Bustamante hiciera el papel de mandón -que no era el ofrecido por él ni el que su temperamento podía desempeñar- y otros le exigían ponerse a sus órdenes, como si la presidencia de la República pudiera ser una especie de lacayaje al servicio de los partidos con poder o de los poderosos con grandes intereses. Nadie comprendió que no era hora de enjuagues, de quimbas ni de quiebres de cintura o de látigo. Que por demasiados latigazos dictatoriales y por excesivas criolladas, por tanta politiquería, el país estaba -y está- fatigado, exhausto, caminando al filo del abismo.

Bustamante tenía un alto concepto de la actividad política -para él la política era un apostolado laico- y le era, por lo tanto, repulsivo el teje y maneje de las repartijas electorales, del menudo toma y daca, de la política rebajada al juego de intereses personales. En esta cuestión clave para entender a Bustamante político tuve ocasión de ser testigo de excepción en una de sus ejemplares actitudes.

Corría el año 1944 o comenzaba 1945 -más seguro lo primero que lo segundo- y yo era un joven universitario hacía poco iniciado en el periodismo. Por razones de amistad acudía con frecuencia a la hora del almuerzo a la casa de la familia Pastor Bebin, íntimos de los Bustamante y sus anfitriones cuando el entonces embajador del Perú en Bolivia visitaba Lima.

Una tarde llegó don José Luis con gesto adusto. Horas antes había salido acompañado por el doctor Roberto Mac Lean, amigo y representante del presidente Manuel Prado en gestiones de muy alto nivel.

Sentados a la mesa, al momento de servirse, el doctor Bustamante lanzó, como desahogándose, este brevísimo comentario:


-Es lastimoso que en un país -se refería al Perú, su patria bien amada-, se pueda ofrecer la presidencia de la República en bandeja de plata, como si fuera un manjar que se reparte desde lo alto y no un deber que cumplir requerido por los votos del pueblo.

Bustamante acababa de llegar de Palacio de Gobierno, después de haber declinado -seguramente con irreprochable cortesía, pero también con altiva dignidad y firmeza- la candidatura a la presidencia que le ofrecía Manuel Prado.

Este es el Bustamante político. Hombre íntegro, de firmes convicciones -sin hacer gala de ellas-, que sabía estar con el reloj a la hora, perfectamente enterado de las corrientes emocionales e ideológicas que se producían dentro y fuera del país. Un político dispuesto a hacer patria enseñándonos a emplear la ley, el respeto a la legalidad, como fundamento de la estabilidad económica, moral y política. ¡Y pensar que se le acusó de ser un espíritu demasiado elevado para comprender la realidad! Unas pobres gentes apenas hábiles en las marrullerías de la política de campanario, responsables por lo demás de buena parte de los males nacionales e ignorantes de nuestras necesidades, se atrevieron a referirse a la calidad de jurista y de poeta de Bustamante para apostrofarlo, injuriarlo y negarle título para ser presidente del Perú.

Para OIGA, estos días de centenario, de homenaje al doctor José Luis Bustamante y Rivero, al patriarca de la democracia peruana, son de profunda meditación en su mensaje, continuador del legado de ese otro patriarca de la democracia, el héroe del 95 con balas, don Nicolás de Piérola. De meditación y de recuerdo. ¡Cómo olvidar en esta casa a Bustamante! al político ejemplar y al ser humano de espíritu refinadísimo, increíblemente tierno en confidencias enternecedoras sobre el cariño a los suyos y a su Arequipa ancestral, a la vez que frío y sosegado en sus consejos, atinado en sus advertencias y hasta duro -aunque jamás altisonante- en el momento del enfrentamiento por sus ideas.

Lo veo, siento casi el calor de sus manos en mis manos, cuando hace cuatro o cinco años atrás subió las estrechas escaleras de mis oficinas de San Isidro para saludarme, no recuerdo con qué motivo, y alentarme a seguir en la pelea. A no cejar en el combate. A tener siempre presente que, en cualquier situación de litigio -sea político o laboral-, mientras no se restablezca primero el imperio de la ley, no habrá trato que pueda ser estable ni fecundo. A no olvidar que, al poner de lado a la legalidad, se abren las puertas de la dictadura o de la anarquía, de la disolución nacional.

Huella demasiado honda dejó en esta casa el doctor don José Luis Bustamante y Rivero. Jamás podré olvidar que OIGA nació hace cuarenta y seis años -noviembre de 1948-, en una de las tantas horas luctuosas de esta infortunada patria, con un propósito muy preciso: dejar escuchar un grito de protesta -por eso se llama OIGA esta revista- por un hecho inicuo que acababa de producirse en el Perú. El presidente constitucional, el intachable político, el literato de madrigales y pulquérrimas prosas, el sabio jurista que respondía al nombre ya ilustre de José Luis Bustamante y Rivero, había sido derrocado por la soldadesca -pagada por la misma derecha que hoy, en 'Expreso' reivindica a Odría y a Prado como adelantados de Fujimori-; derrocado bajo la acusación de "no haber reparado el techo de un cuartel en Huancané". Así, como se lee: ¡porque, en Huancané, había un cuartel con el techo dañado! tuvo que salir de Palacio, por la imposición de las armas, el doctor Bustamante, el hombre que le dio al Perú las 200 millas marinas, el renombrado jurista que años después llegaría a la presidencia de la Corte Internacional de La Haya.

Contra esta vergüenza, contra semejante aberración que ofende a la inteligencia y al decoro moral, para reparar en algo el descrédito peruano, es que el juvenil grito de OIGA salió a las calles en 1948.

Más tarde no fueron pocos los momentos de emoción cívica y de comunión de ideales que viví cerca del doctor Bustamante: Notas del destierro, el mensaje al Perú, su retorno triunfal a la patria. En todas esas circunstancias estuve en primera fila, fui testigo directo y protagonista de los acontecimientos. Me tocó ser responsable ante la dictadura por esas publicaciones. No me corrí del puesto de combatiente por la libertad que el destino me fijó al lado de Bustamante, del jurista y poeta que alzó la bandera del 45 y le dio conciencia y nombre a mi generación.