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DORIS GIBSON PARRA Y FRANCISCO IGARTUA ROVIRA

DORIS GIBSON PARRA Y FRANCISCO IGARTUA ROVIRA
FRANCISCO IGARTUA CON DORIS GIBSON, PIEZA CLAVE EN LA FUNDACION DE OIGA, EN 1950 CONFUNDARIAN CARETAS.

«También la providencia fue bondadosa conmigo, al haberme permitido -poniendo a parte estos años que acabo de relatar- escribir siempre en periódicos de mi propiedad, sin atadura alguna, tomando los riesgos y las decisiones dictadas por mi conciencia en el tono en que se me iba la pluma, no siempre dentro de la mesura que tanto gusta a la gente limeña. Fundé Caretas y Oiga, aunque ésta tuvo un primer nacimiento en noviembre de 1948, ocasión en la que también conté con la ayuda decisiva de Doris Gibson, mi socia, mi colaboradora, mi compañera, mi sostén en Caretas, que apareció el año 50. Pero éste es asunto que he tocado ampliamente en un ensayo sobre la prensa revisteril que publiqué años atrás y que, quién sabe, reaparezca en esta edición con algunas enmiendas y añadiduras». FRANCISCO IGARTUA - «ANDANZAS DE UN PERIODISTA MÁS DE 50 AÑOS DE LUCHA EN EL PERÚ - OIGA 9 DE NOVIEMBRE DE 1992»

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«Cierra Oiga para no prostituir sus banderas, o sea sus ideales que fueron y son de los peruanos amantes de las libertades cívicas, de la democracia y de la tolerancia, aunque seamos intolerantes contra la corrupción, con el juego sucio de los gobernantes y de sus autoridades. El pecado de la revista, su pecado mayor, fue quien sabe ser intransigente con su verdad» FRANCISCO IGARTUA – «ADIÓS CON LA SATISFACCIÓN DE NO HABER CLAUDICADO», EDITORIAL «ADIÓS AMIGOS Y ENEMIGOS», OIGA 5 DE SEPTIEMBRE DE 1995

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LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU

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UNIVERSIDAD DEL PAÍS VASCO

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«Siendo la paz el más difícil y, a la vez, el supremo anhelo de los pueblos, las delegaciones presentes en este Segundo Congreso de las Colectividades Vascas, con la serena perspectiva que da la distancia, respaldan a la sociedad vasca, al Gobierno de Euskadi y a las demás instituciones vascas en su empeño por llevar adelante el proceso de paz ya iniciado y en el que todos estamos comprometidos.» FRANCISCO IGARTUA - TEXTO SOMETIDO A LA APROBACION DE LA ASAMBLEA Y QUE FUE APROBADO POR UNANIMIDAD - VITORIA-GASTEIZ, 27 DE OCTUBRE DE 1999.

«Muchos más ejemplos del particularismo vasco, de la identidad euskaldun, se pueden extraer de la lectura de estos ajados documentos americanos, pero el espacio, tirano del periodismo, me obliga a concluir y lo hago con un reclamo cara al futuro. Identidad significa afirmación de lo propio y no agresión a la otredad, afirmación actualizada-repito actualizada- de tradiciones que enriquecen la salud de los pueblos y naciones y las pluralidades del ser humano. No se hace patria odiando a los otros, cerrándonos, sino integrando al sentir, a la vivencia de la comunidad euskaldun, la pluralidad del ser vasco. Por ejemplo, asumiendo como propio -porque lo es- el pensamiento de las grandes personalidades vascas, incluido el de los que han sido reacios al Bizcaitarrismo como es el caso de Unamuno, Baroja, Maeztu, figuras universales y profundamente vascas, tanto que don Miguel se preciaba de serlo afirmando «y yo lo soy puro, por los dieciséis costados». Lo decía con el mismo espíritu con el que los vascos en 1612, comenzaban a reunirse en Euskaletxeak aquí en América» - FRANCISCO IGARTUA - AMERICA Y LAS EUSKALETXEAK - EUSKONEWS & MEDIA 72.ZBK 24-31 DE MARZO 2000

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jueves, 15 de junio de 2017

Pedro Planas fue eso: una mente hábil para razonar y encontrar luces que iluminaran nuestro destino patrio, fue hombre de inteligencia excepcional, tan veloz en el pensar que las palabras le quedaban retrasadas, haciéndose apresurado el lenguaje, precisaba Igartua en su nota postrera. “Nunca en mi largo corrido por las redacciones tropecé con un joven de mente tan despierta como la de Planas”. Igartua para entonces ya no tenía “Oiga”; presionado por el fujimorismo se había visto obligado a desprenderse de ella para indemnizar a sus trabajadores, y la nota la hacía en Ideelemail, publicación electrónica del Instituto de Defensa Legal-IDL (*). Tres años antes de esa fecha, en noviembre de 1998, quien esto escribe fue testigo del gran respeto y aprecio que Igartua le tenía a Planas. En esa época ya Igartua hablaba de refundar “Oiga” y a un grupo de cercanos amigos nos había encargado esa tarea, empezando por recuperar legalmente el logotipo, lo cual se logró pero lamentablemente años después cuando el propio Igartua había muerto. En esa fecha, sin embargo, estando Planas presente, y amigos cercanos como Guillermo Rey Terry, Enrique Moncloa Diez Canseco y Percy Buzaglo Terry, nos dijo a Planas y a mí que éramos a su muerte los encargados de continuar su tarea en “Oiga” y que Planas era el más indicado para ser Director. Estábamos en la oficina de Moncloa, tras una larga conversación de la que también fui testigo con Carlos Montori Alfaro, que sabía también de su decisión. Planas se lo merecía: en ocasiones en que Igartua estaba ausente, escribía los editoriales de “Oiga”, y bien recordaba el fundador de “Oiga” que no era un periodista clásico a tiempo completo sino que “su inquietud lo llevaba más allá del trajín periodístico y fruto de esa inquietud eran sus libros, sus despiadados y doctos análisis de la realidad peruana, sobre todo lo que atañe a nuestro presente. Víctor Andrés Belaunde, Riva Agüero, Haya, Mariátegui y Leguía desfilan por sus páginas dejando –con sus aciertos y desaciertos- lecciones para el hoy y el mañana” (**). Para el año 2001, en que murió Planas, ya se había avanzado colocando “Oiga” en Internet vía “oigaonline”. El cáncer segó la vida de Paco el 24 de marzo de 2004, y no pudo ver como posteriormente se recuperó legalmente todo el patrimonio cultural y la decencia de su amada revista. Paco ya no existe físicamente, Planas tampoco, pero la inspiración de ambos sigue vigente. Son ellos los que guían el proyecto compartido de hacer de Oiga nuevamente una presencia constante en el periodismo peruano, no solo como ejemplo de las grandes tareas por hacer sino también como testimonio histórico de un periodismo honesto y realista, que es cada vez más “rara avis” en nuestro país.

Pedro Planas: la Esperanza Frustrada
Por Pedro Planas Silva

Al cumplirse diez años de la temprana muerte de Pedro Planas, no podemos menos que recordar la enorme pérdida que significó su partida para el periodismo y la intelectualidad peruana. Tenía apenas 40 años, y pese a que sus aportes ya dejaban huella, tenía aún por delante visibles retos tanto en el periodismo y la cultura política nacional.

Francisco Igartua, Fundador y Director de la revista “Oiga”, de quien Pedro Planas fue una especie de brazo derecho, definió con apropiadas palabras esa esperanza frustrada: “se nos ha ido Pedro Planas justo cuando llegaba a la madurez, y parecía que, por fin, su voz inteligente comenzaba a señalarle a la República el camino de rectificación a los muchos desatinos de nuestra historia” decía Igartua.

Pedro Planas fue eso: una mente hábil para razonar y encontrar luces que iluminaran nuestro destino patrio, fue hombre de inteligencia excepcional, tan veloz en el pensar que las palabras le quedaban retrasadas, haciéndose apresurado el lenguaje, precisaba Igartua en su nota postrera. “Nunca en mi largo corrido por las redacciones tropecé con un joven de mente tan despierta como la de Planas”.

Igartua para entonces ya no tenía “Oiga”; presionado por el fujimorismo se había visto obligado a desprenderse de ella para indemnizar a sus trabajadores, y la nota la hacía en Ideelemail, publicación electrónica del Instituto de Defensa Legal-IDL (*).

Tres años antes de esa fecha, en noviembre de 1998, quien esto escribe fue testigo del gran respeto y aprecio que Igartua le tenía a Planas. En esa época ya Igartua hablaba de refundar “Oiga” y a un grupo de cercanos amigos nos había encargado esa tarea, empezando por recuperar legalmente el logotipo, lo cual se logró pero lamentablemente años después cuando el propio Igartua había muerto.

En esa fecha, sin embargo, estando Planas presente, y amigos cercanos como Guillermo Rey Terry, Enrique Moncloa Diez Canseco y Percy Buzaglo Terry, nos dijo a Planas y a mí que éramos a su muerte los encargados de continuar su tarea en “Oiga” y que Planas era el más indicado para ser Director. Estábamos en la oficina de Moncloa, tras una larga conversación de la que también fui testigo con Carlos Montori Alfaro, Mecenas de nuestro proyecto, que sabía también de su decisión.

Planas se lo merecía: en ocasiones en que Igartua estaba ausente, escribía los editoriales de “Oiga”, y bien recordaba el fundador de “Oiga” que no era un periodista clásico a tiempo completo sino que “su inquietud lo llevaba más allá del trajín periodístico y fruto de esa inquietud eran sus libros, sus despiadados y doctos análisis de la realidad peruana, sobre todo lo que atañe a nuestro presente. Víctor Andrés Belaunde, Riva Agüero, Haya, Mariátegui y Leguía desfilan por sus páginas dejando –con sus aciertos y desaciertos- lecciones para el hoy y el mañana” (**).
Para el año 2001, en que murió Planas, ya se había avanzado colocando “Oiga” en Internet vía “oiga online”. El cáncer segó la vida de Paco el 24 de marzo de 2004, y no pudo ver como posteriormente se recuperó legalmente todo el patrimonio cultural y la decencia de su amada revista.
Paco ya no existe físicamente, Planas tampoco, pero la inspiración de ambos sigue vigente. Son ellos los que guían el proyecto compartido de hacer de Oiga nuevamente una presencia constante en el periodismo peruano, no solo como ejemplo de las grandes tareas por hacer sino también como testimonio histórico de un periodismo honesto y realista, que es cada vez más “rara avis” en nuestro país.

7 de Octubre de 2011

(*).- N° 183, 16 de Octubre de 2001.

(**).- Pedro Planas Silva, nacido 22 de marzo de 1961, estudió Ciencias de las Comunicaciones en la Universidad de Lima, y posteriormente realizó un posgrado en Derecho Constitucional y Ciencias Políticas en el Centro de Estudios Constitucionales de Madrid. Fue profesor de Derecho Constitucional Comparado en universidades limeñas, y destacó sobre todo por ser acucioso colaborador de la revista “Oiga” y prolífico autor de ensayos políticos ("Rescate de la Constitución", "El Estado moderno" y "La Constitución traicionada", en colaboración con Domingo García Belaunde, etc.); además de textos sobre temas constitucionales y jurídicos. Fue un vehemente luchador contra la dictadura de Alberto Fujimori. Falleció el 7 de octubre del 2001 a las 3.30 de la tarde a causa de un paro cardíaco mientras visitaba la ciudad sur andina de Ayacucho.

Clausuré Oiga porque en el Perú de hoy, si no se cuenta con abundante avisaje comercial —cada días más escaso salvo el del Estado—, es imposible, matemáticamente imposible, sostener un medio de expresión veraz e independiente. Gracias al régimen fujimorista pesan sobre la prensa peruana tan fuertes cargas tributarias —únicas en el mundo, pues no existen en país alguno impuestos a las ventas e importaciones para los medios de comunicación o son solo simbólicos al lado del caso peruano—; pesan en la actualidad —repito— sobre la prensa peruana por fuertes cargas tributarias que la hacen prisionera de la Sunat, entidad que, a sabiendas o no, queriéndolo o sin querer, actúa como agente de extorsión gubernamental. De este modo es que los medios de expresión peruanos, salvo honrosas excepciones (entre las que cabe destacar el nombre de Gustavo Mohme), han quedado prisioneros del Gobierno. Y no se los liberará por medios acuerdos de equidad ni disposiciones legales, todos ellos instrumentos que pueden ser utilizados para liquidar la libertad de prensa, tal como lo hizo el régimen militar en 1974. Para que los medios de información se comporten periodísticamente hay que liberarlos del chantaje tributario al que están sometidos. Así, sacándolos del cautiverio y no por reglamentaciones que, siempre, serán espada de Damocles sobre la libertad de prensa, es como se logrará que la prensa hablada y escrita sea libre.

Sobre la reaparición de Oiga

Señores directores:

Vuelvo a sentirme obligado a expresar mi estupor por el nuevo mundo de que en estos días electorales reaparecerá Oiga, el semanario que fundé hace más de medio siglo y por cuya línea de conducta sufrí cárceles y destierros en diversas dictaduras; y al que, hace ya algún tiempo, me vi forzado a cerrar para evitar ir preso por delincuente tributario.

Mi estupor se debe a que es fácil sospechar la intención de esta reaparición de Oiga. Es extraño, por decir lo menos, que la revista vuelva, para “difundir información veraz e independiente”, cinco años después de su cierre y del traspaso que hice del logotipo de Oiga a una persona interesada, según me dijo, en dirigir una publicación de frivolidades del mundo social y del espectáculo.

El hecho, por lo tanto, me obliga a exponer nuevamente las razones por las que hice mutis de la escena periodística peruana.

Clausuré Oiga porque en el Perú de hoy, si no se cuenta con abundante avisaje comercial —cada días más escaso salvo el del Estado—, es imposible, matemáticamente imposible, sostener un medio de expresión veraz e independiente. Gracias al régimen fujimorista pesan sobre la prensa peruana tan fuertes cargas tributarias —únicas en el mundo, pues no existen en país alguno impuestos a las ventas e importaciones para los medios de comunicación o son solo simbólicos al lado del caso peruano—; pesan en la actualidad —repito— sobre la prensa peruana por fuertes cargas tributarias que la hacen prisionera de la Sunat, entidad que, a sabiendas o no, queriéndolo o sin querer, actúa como agente de extorsión gubernamental. De este modo es que los medios de expresión peruanos, salvo honrosas excepciones (entre las que cabe destacar el nombre de Gustavo Mohme), han quedado prisioneros del Gobierno.

Y no se los liberará por medios acuerdos de equidad ni disposiciones legales, todos ellos instrumentos que pueden ser utilizados para liquidar la libertad de prensa, tal como lo hizo el régimen militar en 1974. Para que los medios de información se comporten periodísticamente hay que liberarlos del chantaje tributario al que están sometidos. Así, sacándolos del cautiverio y no por reglamentaciones que, siempre, serán espada de Damocles sobre la libertad de prensa, es como se logrará que la prensa hablada y escrita sea libre.

Vuelvo a tener que aclarar que hace cinco años traspasé el logotipo de Oiga y que nada sé de los vaivenes de esa lejana transacción y nada, absolutamente nada, me liga a la publicación que con el nombre de Oiga comenzará a circular en estos días electorales en los que sobra decir cuál será mi voto.

FRANCISCO IGARTUA,

El Comercio, 24 de abril de 2000

Imaginamos que nadie creerá hoy que la posición de OIGA frente al gobierno aprista obedeció a prejuicios mentales o a escondidas vendettas. «Desafortunadamente, Igartua tuvo razón», era el único reconocimiento que tuvo a bien circular alrededor de 1987 y 1988. En todo caso, que quede en nuestra memoria la campaña casi solitaria que emprendió OIGA en esos años de pletórica «luna de miel». Ahí está el Editorial clave: «Por qué y para qué seremos oposición» (22/4/85). Ahí están los llamados permanentes de Igartua a construir una auténtica «oposición democrática y fiscalizadora»: vano llamado, que fue incapaz de romper el estado hipnótico de nuestra prensa. Ahí están las tempranas advertencias en torno a la «moralización» (predicada por altoparlante desde el 28 de julio) y las primeras campañas de denuncia, aquellas campañas tan demandadas – en su lectura – allá por 1988 y 1989. Ahí está la protesta contra el manejo que realiza Palacio de la información y de los titulares (Edit. «El cerebro político» del 16/9/85), gracias al permiso otorgado por una prensa voluntariamente domesticada (caso peor a si hubiese sido censurada por decreto). Precisamente, ese editorial – que explica con triste realismo la crueldad de los peñascos que habría de lidiar la cada vez más frágil embarcación en la que navegaba el espíritu sanamente inquisidor de OIGA – culmina con esta sensible y desgarradora post data : «En una columna del diario HOY se nos amenaza con quitarle a OIGA el avisaje estatal. ¡No se nos ocurrió que el gobierno comenzaría tan pronto a atentar contra la libertad de prensa! Pero no cambiaremos de línea. Creemos que sin oposición no hay democracia y no estamos dispuestos por lo tanto a plegarnos a la mayoría de la prensa nacional, domesticada por el APRA ». Y así sucedería también, luego, con los avisajes privados. La amenaza – el chantaje – sobre el empresario timorato, sin más óptica que su bolsillo, tuvo exitoso resultado, aun después del intento de confiscar la banca y los seguros (y acaso por el temor surgido desde entonces). Tal política, digna de pupilos de Al Capone, fue estrictamente recogida por la administración actual, como el único medio de doblegar la crítica de OIGA. ¿Hubiese sido preferido acaso, para gozar de los ingresos que trae la publicidad, ingresar entusiasta a la «luna de miel» con García y, luego, sin ninguna vergüenza, encaramelarme con el Fujimorismo anti-García? Si, sin duda hubiese sido más provechoso para las arcas de OIGA. Pero, Igartua sabía que, de rodillas, nunca se hace buen periodismo. Y así, cierra esta etapa, pero con el honor en alto.

La Crítica solitaria

Por Pedro Planas Silva

Parecen tan lejanos esos esforzados años de 1985 y 1986. El seductor verbo de un joven candidato presidencial, recompensado con la Presidencia de la República por remozar la vetusta arquitectura de su partido de origen, portando un ego visiblemente alterado por ese penoso deporte peruano de los aplausos, encuentra a Igartua – como Ulises – amarrado en su poste principista, intentando triturar una a una las múltiples promesas musicales que fluían de la inatacable labia. Y donde otros festejaban una mar plácida y quieta, al grado de zambullirse en las nuevas aguas sin ninguna precaución, Igartua – desde su puesto de alta vigía, allende la arena – advertía aguas movidas y detectaba solitariamente objetos oscuros y engañosos moviéndose a sus anchas, bajo el aparente remanso. Igartua… ¡aguafiestas! Claro que sí: aquel paisaje de postal, que espontáneamente repartía la prensa nacional e internacional, tenía como casi único detractor, a un tozudo y vasco metereólogo, cuyo mérito (pecado, dicen los coyunturales) fue siempre proyectarse más allá del petrificado horizonte captado por la postal. Y así, cuando bramaron los cielos y apareció el intempestivo tsunami estatista de 1987, todos olvidaron la esforzada labor del vigía. Todos se parapetaron en torno al puesto de salvavidas, más, en esa nueva foto de postal, Igartua era visto como uno más…

Al caer la popularidad de Alan García (en tendencia proporcionalmente inversa al ritmo inflacionario), la voz de  OIGA tiene mayor eco. Sus denuncias, ahora sí son escuchadas y hasta reproducidas. Sus editoriales, son leídos en voz alta y citados con orgullo., Precisamente en esa época, cuando Igartua compartía – gustoso – su rol de atento vigía y de insobornable catón. Por contraste, la actitud hacia OIGA en 1985 y 1986, tuvo caracteres de lectura clandestina, comentario a media voz y hasta hubo editoriales cuya lectura fue negada con orgullo («leo OIGA, pero no leo a Igartua»). Aun quienes estuvimos en el equipo de OIGA en aquellas jornadas, tenemos algo de desmemoriados y nos asombra encontrar, a mediados de 1986, críticas a Ulloa y a D'Ornellas por su perpetua «luna de miel» con García y hasta un valiente artículo de nuestra muy leída «Pandora» (Evelyn Fassio) cuestionando al periodista de «La Ventana de Papel» por reprocharnos a nosotros no tener esperanzas en ese joven presidente que hace tantas cosas buenas por el Perú (¡!).

Imaginamos que nadie creerá hoy que la posición de OIGA frente al gobierno aprista obedeció a prejuicios mentales o a escondidas vendettas. «Desafortunadamente, Igartua tuvo razón», era el único reconocimiento que tuvo a bien circular alrededor de 1987 y 1988. En todo caso, que quede en nuestra memoria la campaña casi solitaria que emprendió OIGA en esos años de pletórica «luna de miel». Ahí está el Editorial clave: «Por qué y para qué seremos oposición» (22/4/85). Ahí están los llamados permanentes de Igartua a construir una auténtica «oposición democrática y fiscalizadora»: vano llamado, que fue incapaz de romper el estado hipnótico de nuestra prensa. Ahí están las tempranas advertencias en torno a la «moralización» (predicada por altoparlante desde el 28 de julio) y las primeras campañas de denuncia, aquellas campañas tan demandadas – en su lectura – allá por 1988 y 1989. Ahí está la protesta contra el manejo que realiza Palacio de la información y de los titulares (Edit. «El cerebro político» del 16/9/85), gracias al permiso otorgado por una prensa voluntariamente domesticada (caso peor a si hubiese sido censurada por decreto).

Precisamente, ese editorial – que explica con triste realismo la crueldad de los peñascos que habría de lidiar la cada vez más frágil embarcación en la que navegaba el espíritu sanamente inquisidor de OIGA – culmina con esta sensible y desgarradora post data : «En una columna del diario HOY se nos amenaza con quitarle a OIGA el avisaje estatal. ¡No se nos ocurrió que el gobierno comenzaría tan pronto a atentar contra la libertad de prensa! Pero no cambiaremos de línea. Creemos que sin oposición no hay democracia y no estamos dispuestos por lo tanto a plegarnos a la mayoría de la prensa nacional, domesticada por el APRA ».

Y así sucedería también, luego, con los avisajes privados. La amenaza – el chantaje – sobre el empresario timorato, sin más óptica que su bolsillo, tuvo exitoso resultado, aun después del intento de confiscar la banca y los seguros (y acaso por el temor surgido desde entonces). Tal política, digna de pupilos de Al Capone, fue estrictamente recogida por la administración actual, como el único medio de doblegar la crítica de OIGA.  ¿Hubiese sido preferido acaso, para gozar de los ingresos que trae la publicidad, ingresar entusiasta a la «luna de miel» con García y, luego, sin ninguna vergüenza, encaramelarme con el Fujimorismo anti-García? Si, sin duda hubiese sido más provechoso para las arcas de OIGA. Pero, Igartua sabía que, de rodillas, nunca se hace buen periodismo. Y así, cierra esta etapa, pero con el honor en alto.

Oiga 5 de septiembre de 1995

martes, 13 de junio de 2017

El sábado 4 de abril de 1992, cerramos la edición de la revista anunciando en la portada que el golpe se venía. La carátula también estuvo dedicada a la figura de la primera dama Susana Higuchi, autora la semana precedente de una grave acusación a sus cuñadas Juana y Rosa Fujimori, responsables —según ella— de un tráfico de ropa usada a través de la ONG Apenkai. La revista salió a circulación el lunes 6 de abril, al día siguiente del mensaje golpista del hasta entonces presidente constitucional. Sin duda, el incidente de la ropa usada adelantó la ejecución del asonada militar. Nos constituimos en la puerta de OIGA que ya había sido tomada por tropas del ejército. Me indigné con uno de los soldados advirtiéndole que terminaría preso cuando la aventura antidemocrática culminase. El soldado rastrilló su arma y Paco me jaló del brazo hacia un costado. “No juegues al héroe —me reprendió con firmeza pero sonriente— Esto será cuestión de días. No es un golpe como los de otros tiempos”, dijo.

Igartua y el 5 de abril
Un gran periodista visionario de un periodo nefasto de la historia.

 por César Campos 

Lo dije en innumerables oportunidades y escrito no menos: valoro como la mejor experiencia periodística de mi vida haber trabajado junto al gran Francisco “Paco” Igartua, fundador de las dos revistas que por casi cinco décadas disputaron la preferencia ciudadana marcando la agenda política del país. Me refiero a OIGA y Caretas.

OIGA nació en noviembre de 1948, pocos días después del golpe militar encabezado por Manuel Odría contra la administración democrática de José Luis Bustamante y Rivero. Apenas sacó a circulación dos números, fue clausurada por la flamante dictadura mientras que Igartua iba a parar con sus huesos a la Penitenciaría de Lima. En 1950, a al lado de la tenaz Doris Gibson lanzó al mercado Caretas, cuyo nombre fue tomado de un semanario argentino con un nominativo más completo: Caras y Caretas. Paco explicó que como el Perú vivía controlado por la bota castrense, no alcanzábamos a ver las “caras” de los acontecimientos sino solo las “caretas”. Por supuesto, al poco tiempo también fue clausurada. Gibson e Igartua fueron deportados.

Desde 1963, Igartua retomó la aventura de OIGA. Apoyó con vehemencia los inicios del primer gobierno del arquitecto Fernando Belaunde y con esa misma vehemencia lo combatió por no cumplir sus promesas. Rechazó el golpe del general Juan Velasco pero luego adhirió al régimen militar porque encarnaba los cambios sociales que su generación promovía. Una desavenencia con ese régimen a raíz de la crisis económica que ocultaba hizo que OIGA sufra una nueva clausura e Igartua otra deportación, esta vez a México. Retornó al país con los vientos de la transición democrática de la Asamblea Constituyente de 1978 y las elecciones generales de 1980. OIGA volvió a publicarse.

Paco me convirtió en el redactor principal de la sección Política de OIGA desde mi ingreso a la revista, en mayo de 1991. Reemplacé en esa función a Pedro Planas, quien asumió los informes especiales. Nuestra consigna era vigilar muy de cerca el desenvolvimiento del gobierno de Alberto Fujimori, quien ya había tenido expresiones sutiles contrarias al orden democrático establecido. El presidente no sumaba con su lenguaje sino, por el contrario, atacaba la institucionalidad constitucional cada vez que podía. “Lee siempre las entrelíneas de sus discursos —me recomendaba Igartua— y descubrirás sus verdaderas intenciones autoritarias”.

La verdad es que algunos en la revista no compartíamos la susceptibilidad de nuestro director y la juzgábamos exagerada. Peor todavía cuando nos señalaba que Fujimori estaba preparando un golpe de Estado, algo que nos parecía inimaginable para la última década del siglo XX, en plena caída sistemática de las últimas dictaduras en América Latina. Las complicaciones fueron mayores cuando un “pajarito verde” (llámese una fuente militar) le proporcionó a Paco un plan de gobierno de veinte años elaborado en las instalaciones castrenses durante la última etapa de la administración de Alan García y que contenía todo un programa de acción para recuperarnos de la honda crisis económica, social y política, especialmente de la amenaza terrorista. Programa que solo podía llevarse a cabo bajo la tutela de los cuarteles.

OIGA publicó extractos de ese plan a fines de 1991 y demostró la enorme identidad que Fujimori guardaba con su derrotero. Paco me enviaba a entrevistar a parlamentarios y políticos para que avalaran su tesis de la inminencia de un golpe. Yo lo hacía de mala gana y hasta encontré aliados de mi escepticismo (recuerdo al diputado del Fredemo Enrique Ghersi) pero otros le daban la razón a Igartua (recuerdo a Alfonso Grados Bertorini).

El sábado 4 de abril de 1992, cerramos la edición de la revista anunciando en la portada que el golpe se venía. La carátula también estuvo dedicada a la figura de la primera dama Susana Higuchi, autora la semana precedente de una grave acusación a sus cuñadas Juana y Rosa Fujimori, responsables —según ella— de un tráfico de ropa usada a través de la ONG Apenkai.

La revista salió a circulación el lunes 6 de abril, al día siguiente del mensaje golpista del hasta entonces presidente constitucional. Sin duda, el incidente de la ropa usada adelantó la ejecución del asonada militar. Nos constituimos en la puerta de OIGA que ya había sido tomada por tropas del ejército. Me indigné con uno de los soldados advirtiéndole que terminaría preso cuando la aventura antidemocrática culminase. El soldado rastrilló su arma y Paco me jaló del brazo hacia un costado. “No juegues al héroe —me reprendió con firmeza pero sonriente— Esto será cuestión de días. No es un golpe como los de otros tiempos”, dijo.

Volvió a tener razón. La flamante autocracia retiró a las tropas de todos los medios de comunicación y Fujimori, más maquiavélico que nunca, pidió “disculpas” por las molestias ocasionadas a la prensa y hasta visitó a los directores del diario El Comercio para simbolizar la supuesta franqueza de su pena por el atropello.

OIGA se mantuvo firme pugnando por el rescate de la democracia hasta su última edición a fines de 1995. Salió de circulación ahogada por la falta de recursos económicos (las grandes empresas estaban felices junto al régimen fujimorista y no ponían un solo aviso).

Igartua falleció el mes de marzo del 2004 y hoy quiero reivindicarlo como el gran periodista visionario de un episodio nefasto de la historia peruana, combatiente por los valores de la libertad y paradigma de la entereza frente a quienes buscan derrotarlos.  



Cuando uno empieza a hacer carrera en la profesión elegida para ganarse la vida, lo hace sin pensar en el tiempo que pasará. Los años llegarán uno tras otro sin que nos demos cuenta, sin celebraciones particulares, recibiendo la felicitación de quienes se acuerdan de uno. Y así, sin darme cuenta, han pasado ya 23 años desde que empecé mi andar en el periodismo. Las páginas de la desaparecida revista OIGA, dirigida por Francisco ‘Paco’ Igartua, fueron más que una escuela, más que una maestría. Esa primera experiencia me marcó. Era la revista que siempre leía cuando era adolescente, ‘un pulpín’ como dicen ahora, era la que más me gustaba, la que devoraba de principio a fin cada semana. Y en su redacción me vi sentado un día. La aventura duró un año. Era el gobierno de Alberto Fujimori, el ex presidente que se convirtió en dictador y ahora en inquilino de la DINOES. En sus planes, en su estrategia de gobierno, no había lugar para una prensa independiente, y OIGA tuvo que cerrar, asfixiada por la falta de publicidad y el ajusticiamiento tributario a la que fue sometida, para no comprometer su línea editorial. Sin OIGA, no hubo quien alzará la voz contra la corrupción, contra la falta de valores y principios. Solo se escuchaban gritos a los que nadie hacía caso.

Vivir Bien
21 años de periodismo independiente, plural y comprometido

por Tulio Arévalo van Oordt

Cuando uno empieza a hacer carrera en la profesión elegida para ganarse la vida, lo hace sin pensar en el tiempo que pasará. Los años llegarán uno tras otro sin que nos demos cuenta, sin celebraciones particulares, recibiendo la felicitación de quienes se acuerdan de uno.

Y así, sin darme cuenta, han pasado ya 23 años desde que empecé mi andar en el periodismo. Las páginas de la desaparecida revista OIGA, dirigida por Francisco ‘Paco’ Igartua, fueron más que una escuela, más que una maestría. Esa primera experiencia me marcó. Era la revista que siempre leía cuando era adolescente, ‘un pulpín’ como dicen ahora, era la que más me gustaba, la que devoraba de principio a fin cada semana. Y en su redacción me vi sentado un día.

La aventura duró un año. Era el gobierno de Alberto Fujimori, el ex presidente que se convirtió en dictador y ahora en inquilino de la DINOES. En sus planes, en su estrategia de gobierno, no había lugar para una prensa independiente, y OIGA tuvo que cerrar, asfixiada por la falta de publicidad y el ajusticiamiento tributario a la que fue sometida, para no comprometer su línea editorial. Sin OIGA, no hubo quien alzará la voz contra la corrupción, contra la falta de valores y principios. Solo se escuchaban gritos a los que nadie hacía caso.

Pero un año después del cierre de OIGA, llegaría Vivir Bien. Recuerdo que un domingo por la noche al llegar a casa me dieron el encargo. Te ha llamado Alfonso Bermúdez, me dijeron. Pide que le devuelvas la llamada. Así lo hice y ‘el Tigre’ me dijo, “flaco, tienes trabajo otra vez. Volvemos al periodismo”. Alfonso, además de haber sido mi Jefe de Informaciones en OIGA, es mi amigo (ahora dirige una revista en New Jersey, con relativo éxito) y fue quien más me aconsejó sobre el quehacer periodístico en aquellos años. Me citó a una oficina en la calle Schell, en Miraflores, justo en el edificio donde quedaba la ex sucursal del Bank of Tokyo. Ahí conocí a Willy Sacio Matute, dueño y director de la que a partir de entonces sería Vivir Bien, la revista de la ciudad. El Editor General era ‘el Tigre’, Alfonso Bermúdez. La redacción la completaban Orazio Potestá, compañero de universidad y ex compañero en OIGA, pero sobre todo uno de los pocos amigos que deja esta carrera, y Mercedes Almeyda. Nuestro fotógrafo era el veterano Ricardo Queija, que llegaba siempre quejándose, pero con la foto encargada, y la historia repetida de haber sido fotografiado a las vedettes más exuberantes para las páginas del diario Ojo. Nunca verificamos esa historia, pero la escuchábamos con el respeto que se merece una persona grande, mayor. La diagramación era ‘culpa’ de Pancho Borja. Parecía un bombero apagando incendios, sobre la extinta hoja de pauta.

Y así empezó Vivir Bien, teniendo como tema el quehacer de la ciudad. Todo lo referido a nuestra ciudad tenía espacio de difusión y análisis en sus páginas. Desde política y economía, hasta seguridad, arquitectura y transporte. Era 1996 y la salida de la revista coincidía con la Cumbre de las Ciudades en Estambul. En los primeros números de la revista ya se tocaban temas premonitorios como la situación de la Costa Verde y la ahora indetenible ola de inseguridad.

Esos primeros números nos sorprendieron también con la recuperación de la residencia del Embajador de Japón, tomada por un comando terrorista del MRTA. La Operación ‘Chavín de Huantar’ dio la vuelta al mundo y Vivir Bien estaba ahí para contarla. Y también para dar cuenta de los proyectos paisajísticos que se deberían hacer en su lugar como memoria de la amistad peruano japonesa y en recuerdo de una época que deberíamos volver a vivir.

A los pocos meses de aparecida la revista nos quedamos sin editor general. Alfonso Bermúdez se alejó de la revista por motivos personales que además coincidieron con una mejor oferta laboral. “Quédate Tulio, tú vas a ser ahora el editor. Vas a ver que es mejor ser cabeza de ratón, que cola de león”, fue uno de sus últimos consejos.

Pero también aprendimos del director, de Willy Sacio M. Así le gusta escribir su nombre. Su solidaridad, fue lo primero que me llamó la atención y lo primero que aprendí. Recuerdo una mañana que fuimos a tomar desayuno a La Aurelia, un local que quedaba en la calle Diez Canseco, también en Miraflores, famoso por sus ravioles artesanales. Ese día mientras comíamos un pan con chicharrón y tomábamos café (en aquellos años aún tomaba café, dos jarras al día, y fumaba, dos cajetillas y media diarias de Premier), una anciana indigente entró a la cafetería y Willy en vez de darle una propina, la hizo sentar en una mesa y pidió para ella lo mismo que habíamos estado comiendo nosotros.

Willy tiene esos detalles. A muchos puede no gustarles su personalidad, su comportamiento abrumadoramente avasallador, pero es solidario y respetuoso con los que menos tienen. Además de tener una agudeza de análisis, sabe estar atento a todo lo que dicen los demás. 

Pero volvamos con Vivir Bien. Hacer empresa en el Perú nunca ha sido fácil. Y menos si se trata de empresas periodísticas. Vender publicidad para sostener una planilla mensual, de una publicación gratuita, no es cosa de juego. A pesar de lo difícil que resulta conseguir los avisos que mantengan el costo de la revista y dejen alguna ganancia, Vivir Bien no se detuvo. No tuvo que renunciar a su la independencia con ha ejercido el periodismo estos primeros 21 años.

De ser la revista de la ciudad, pronto se convirtió en una revista de carácter intelectual y político, en la cual se respiraba pluralidad. A pesar de ser su director y redactores opositores al gobierno de Fujimori. Y es que en sus páginas había espacio para personajes tan disimiles como los ya desaparecidos Carlos Torres y Torres Lara o Javier Diez Canseco, fujimorista e izquierdista, rivales irreconciliables en el Congreso de hace 20 años, pero que los lectores de Vivir Bien podían leer con una página de diferencia.

Ahí ya la revista se ocupaba de quehaceres más amplios, como la leva a la que eran sometidos nuestros jóvenes en las ciudades de la sierra, la trata y tráfico de mujeres, así como también el narcotráfico o los acuerdos de paz con el Ecuador o el sempiterno problema de la informalidad de nuestra economía.

Han pasado 21 años desde que saliera el primer número de Vivir Bien. Recuerdo el primer ese primer número, porque se celebró con un almuerzo en un restaurante de Jesús María, que ya no existe. No me di cuenta cuando pasaron 5 años, mucho menos cuando pasaron 10. Pero cuando Willy Sacio me hizo notar, al pedirme este artículo, que ya habían pasado 21 años, me puse a pensar en el lugar que ocupa esta revista en mi carrera periodística, en lo ingrata que puede ser a veces esta profesión, en los amigos que gané, en los que quedaron en el camino, en fin, en tantas cosas vividas.

Esperemos que estos sean solo los primeros 21 años de Vivir Bien. Que la independencia y el compromiso periodísticos, bien valen la pena cualquier sacrificio. Larga vida Vivir Bien.     
    


domingo, 11 de junio de 2017

El señor IGARTUA ROVIRA.— Bueno, ¿por qué no se le hace la investigación debida al señor Fujimori? ¿Por qué hasta hoy se niegan a hacer una investigación a los sucesos anteriores al pedido de Fujimori para que sean ascendidos los miembros del Grupo Colina? Hasta este momento ha habido una negativa total de todas partes. Al señor Fujimori ustedes no lo pueden acusar por Barrios Altos y La Cantuta porque los ascendió, porque el ascenso fue anterior, o sea el señor Fujimori no podía ser adivino. Pero sí había acontecimientos anteriores que sí obedecían al mandato de él de ascenderlos, diciendo: “Por los trabajos especiales realizados en las universidades del país”. Anterior a ese mandato, que además lo exige 3 veces, han ocurrido una cantidad de asesinatos de estudiantes, sobre todo en la Universidad del Centro, y esto no sé por qué extraña razón nadie lo quiere tocar.

El señor IGARTUA ROVIRA.— Ahora, ¿yo puedo hacer alguna pregunta a ustedes?

El señor PRESIDENTE.— Fuera de récord, cómo no.

El señor IGARTUA ROVIRA.— Bueno, ¿por qué no se le hace la investigación debida al señor Fujimori? ¿Por qué hasta hoy se niegan a hacer una investigación a los sucesos anteriores al pedido de Fujimori para que sean ascendidos los miembros del Grupo Colina? Hasta este momento ha habido una negativa total de todas partes. Al señor Fujimori ustedes no lo pueden acusar por Barrios Altos y La Cantuta porque los ascendió, porque el ascenso fue anterior, o sea el señor Fujimori no podía ser adivino. Pero sí había acontecimientos anteriores que sí obedecían al mandato de él de ascenderlos, diciendo: “Por los trabajos especiales realizados en las universidades del país”. Anterior a ese mandato, que además lo exige 3 veces, han ocurrido una cantidad de asesinatos de estudiantes, sobre todo en la Universidad del Centro, y esto no sé por qué extraña razón nadie lo quiere tocar.

El señor PRESIDENTE.— Nosotros... El señor IGARTUA ROVIRA.— No, no lo quiere tocar nadie, ni los apristas ni nadie.

El señor PRESIDENTE.— Bueno, no vamos a desarrollar el tema. En todo caso, es una apreciación.

El señor IGARTUA ROVIRA.— No, no es una apreciación. Son hechos concretos.

El señor PRESIDENTE.— La apreciación que usted tiene que esta comisión no está tratando este tema a profundidad, sí estamos tratando el tema a profundidad y sobre esos hechos ya hemos empezado a recoger información. Oportunamente vamos seguramente a plantearle a la comisión y seguir este trabajo. Yo no sé si tiene algo más que agregar, usted lo puede hacer.

El señor IGARTUA ROVIRA.— Nada.

El señor PRESIDENTE.— ¿Ya no hay ninguna pregunta? Entonces, le vamos a agradecer al señor Francisco Igartua su presencia en esta comisión y vamos a suspenderla momentáneamente, siendo las 4 y 59 para despedirlo y recibir al nuevo invitado.


Departamento de Transcripciones: CONGRESO DE LA REPÚBLICA SEGUNDA LEGISLATURA ORDINARIA DE 2002 COMISIÓN INVESTIGADORA ENCARGADA DE CUMPLIR LAS CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES DE LAS CINCO EX COMISIONES INVESTIGADORAS RESPECTO AL PERÍODO DEL GOBIERNO DEL EX PRESIDENTE ALBERTO FUJIMORI FUJIMORI (Sesión Reservada) (Vespertina) MIÉRCOLES 11 DE JUNIO DE 2003 PRESIDENCIA DEL SEÑOR ERNESTO AMÉRICO HERRERA BECERRA

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martes, 19 de febrero de 2013


(Fraternités municipales et ordre publicen Castille et Lion pendant le Moyen âge
Municipal Brotherhoods and public orderin Castile and Lion in the Middle Age
Kontzeju-ermandadeak eta ordena publikoa Gaztela eta Leonen Erdi Aroan)


José Luis ORELLA UNZUÉ
Universidad de Deusto y del País Vasco
Clio & Crimen, nº 3 (2006), pp. 68-133

Resumen: El objetivo de este III Coloquio organizado por el Centro de Historia del Crimen de Durango está centrado en el estudio de la Hermandad como institución que persigue la delincuencia en despoblado.
Al asumir el estudio del control de delitos y la impartición de penas en los territorios de Álava, Vizcaya y Guipúzcoa parto de varios presupuestos que es necesario explicitar:
Primero que las instituciones judiciales de estos territorios desde su instauración hasta su supresión foral están vinculadas, sino desde su origen a la Santa Hermandad de los Reyes Católicos (ya que las Hermandades Vascas son anteriores al siglo XV), sí en su consolidación como instituciones judiciales estables.
Segundo que los ámbitos de jurisdicción y los tribunales que los ejercen (al igual que en otros territorios hispanos y de la Cristiandad) son múltiples ya que la justicia durante el Antiguo Régimen no es territorial sino personal y por lo tanto existen varios ámbitos de jurisdicción y sus correspondientes tribunales a los que puede acogerse un súbdito de los reyes sea eclesiástico, universitario, militar, comerciante o burgués.
Tercero que en el desarrollo de las instituciones judiciales de los territorios vascos tenemos dos procedimientos historiográficos como posibles: 
1) aportando un desarrollo dinámico y diacrónico, territorio por territorio y en esta panorámica ir desgranando los diferentes niveles judiciales de primera y de segunda instancia y aun considerando ésta última en el grado de apelación o de súplica.
2) El segundo procedimiento, que es complementario al anterior, consistente en la descripción de aquellos tribunales que son comunes en su organización estructural dentro de las tres provincias vascongadas y por lo tanto son también afines a similares tribunales de otros territorios del reino de Castilla.   Me estoy refiriendo a los tribunales de justicia correspondientes a gremios y cofradías, a los tribunales eclesiásticos, a los tribunales fronterizos dirigidos  y encabezados por alcaldes de sacas o a los tribunales de ferrerías.
En esta introducción convendría también destacar que en el Antiguo Régimen y dentro de la etapa foral tanto en los siglos medievales como en los modernos, nos encontramos en las tres provincias vascongadas con una multiplicidad de jurisdicciones especiales que se aglutinan y aun se solapan en la sociedad.
Palabras clave: Hermandades vascas, Santa hermandad, delincuencia, delitos, penas.

Résumé: L’objectif du III Colloque organisé par le « Centro de Historia del Crimen » de Durango est porté sur l’étude de la « Hermandad » comme une institution qui poursuit la délinquance es rase campagne.
Pour étudier le control des délits et les peines accordées, je parte de plusieurs présupposés qu’il faut expliciter.
Premièrement, les institutions judiciaires dans ces territoires, dés son instauration jusque la suppression des « fueros » , sont liées á la « Santa Hermandad » non pas depuis son origine (les confréries basques sont antérieures aux XV siècle) mais comme institutions judiciaires stables.
Deuxièmement, les champs de juridiction et les cours qui l’exercent sont multiples car la justice n’est pas territorial mais personnelle, et pour ça il y a plusieurs champs de juridiction.
Troisièmement, dans le déroulement des institutions judiciaires des territoires basques nous avons deus procédés historiographiques possibles:
1) apporter un déroulement dynamique et diachronique territoire par territoire et ainsi égrener les divers niveaux judiciaires de première et deuxième instance.
2) le deuxième procédé complète le précédent, et consiste á la description des cours communs en leur organisation dans les trois provinces basques et  comme conséquence sont aussi semblables aux cours d’autres territoires dan le royaume de Castille.
Il faut aussi souligner dan cette introduction que á l’ancien régime et á l’étape des « fueros », tant aux siècles moyenâgeux qu’aux modernes, nous trouvons dans les trois provinces basques une multiplicité de juridictions spéciales qui s’agglutinent et même se croisent dans la société.
Mots clés: Les confréries basques, Santa Hermandad, délits, peines.
Abstract: When introducing the study of the control of crime and punishment in the territories of Álava, Vizcaya and Guipúzcoa, some assumptions need to be stated:
First, from their foundation to their suppression, the legal institutions in these territories are linked, not to the Holy Hermandad of the Catholic Monarchs (because the Basque Hermandad is previous to the 15th century), but as steady legal institutions.
Second, the jurisdiction field and the courts that run them (just like in other Hispanic and Christianity territories) are many because law during the Old Regime was not territorial but personal and thus, there are several jurisdiction fields and their corresponding courts, to which an ecclesiastical, university, military, merchant or bourgeois subject of the monarchs could have recourse.
Third, throughout the development of the legal institutions of the Basque territories, there are two possible historiography procedures:
1) Analyze the legal stages of the First and Second Instances through a dynamic and diachronic development and even consider the last one an appeal or a plea.
2) The second procedure is complementary to the previous one and it describes those courts that are common in their structural organization in the three Basque Provinces and therefore, they are similar to other Courts in other territories in Castile. I am referring to the Courts of law corresponding to guilds and brotherhoods, to the ecclesiastical court, the frontier courts leaded by a mayor and Courts of forging.
In this introduction, it’s worth mentioning the fact that in the Old Regime and within the “foral” stage, both in medieval and modern centuries, in the three Basque Provinces there is a multiplicity of special jurisdictions that bind together and overlap in society.
Key words: Basque Hermandad, Holy Hermandad, crime, punishment.

Laburpena: Durangoko Krimenaren Historiaren Zentroak antolatutako III. Mahai-inguru honen helburua Ermandadeak
aztertzea da, eremuan delinkuentzia jazartzen duen erakundea delako. 
Araban, Bizkaian eta Gipuzkoan delituak kontrolatzea eta zigorrak ezartzea aztertzean, azaldu beharreko hainbat aurrekari hartu ditut kontuan:
Lehenengoa: lurralde horietako erakunde judizial horiek, ezarri zirenetik desagertu ziren arte, Errege-erregina Katolikoen Ermandade Santuari atxikita daude sorreratik bertatik ez bada –euskal ermandadeak XV. mendaren aurrekoak dira–, bai erakunde judizial egonkor gisa finkatu zirenetik
Bigarrena: jurisdikzio-eremuak eta horiek gauzatzen dituzten epaitegiak (beste hainbat lurralde hispaniarretan eta Kristandadekoetan bezala) ugariak dira; izan ere, Antzinako Erregimenean justizia ez zen lurraldekoa pertsonala baizik, beraz, hainbat jurisdikzio-eremu eta haiei zegozkien epaitegiak zeuden, eta hartara jo zezakeen errege-erreginen mendeko oro, elizakoa, unibertsitatekoa, militarra, merkataria ala burgesa izan.
Hirugarrena: euskal lurraldeetako erakunde judizialen bilakaeran bi prozedura historiografiko erabil daitezke: 
1) Bilakaera dinamiko eta diakronikoa, lurraldez lurralde, eta bertan lehenengo eta bigarren mailako eremu judizialak bakantzea, azken hori apelazio edo erregu-mailakotzat hartuta.
2) Bigarren prozeduran –aurrekoaren osagarri gisa–, hiru probintzietan egitura-antolakuntza bertsua duten epaitegien deskribapena egiten da, eta horiek ere Gaztelako erreinuko beste lurraldeetako epaitegien antzekoak dira.   Gremioei eta kofradiei zegozkien justizia-epaitegiez, eliza-auzitegiez, zerga-alkateek zuzendu eta arteztutako muga-epaitegiez eta burdinola-epaitegiez ari naiz.
Sarrera honetan azpimarratu beharko litzateke Antzinako Erregimenean eta foru-aldian, bai Erdi Aroko mendeetan bai modernoetan, hiru probintzietan hainbat jurisdikzio berezi daude gizartean metatuta eta ezkutatuta.
Giltza-hitzak: Erdi Aroa, Gaztelako Koroa, kontzeju-ermandadeak, ordena publikoa.

viernes, 11 de enero de 2013


ADIOS CON LA SATISFACCIÓN
DE NO HABER CLAUDICADO

RINCÓN DE REGINA

DURANTE catorce años de mi vida tuve un compromiso semanal con la Revista OIGA, lo cual significó para mí  una de cosas positivas. Entre ella, un centro de trabajo al cual llegué a considerar como mi casa. También me permitió conocer interesantes personajes, y hacer amigos que mantengo hasta el día de hoy y pienso seguir manteniendo siempre. He investigado sobre miles de profesiones extrañas e ingeniosas formas de ganarse la vida, como hoteles para perros, servicio de comida dietética entregada en casa u oficina, restauradores de almas, mercachifles, ingenieros que compraban y vendían chatarra, remendadores de alfombras, doctores curanderos, ecologistas que viven reciclando papel periódico, floristas a domicilio, etc. Como periodista, preguntando e indagando he llegado muchas veces al fondo del alma de personas maravillosas. No puedo sino agradecerle a Paco el haberme dado la oportunidad de ejercer un trabajo tan agradable y lleno de satisfacciones.

Regina Seoane

ADIOS CON LA SATISFACCIÓN
DE NO HABER CLAUDICADO

HASTA PRONTO CON DIGNIDAD

La verdad cuando ingresé a trabajar en OIGA, hace 18 años, no pensé que me quedaría tanto tiempo. Sabía que era una empresa periodística y que yo necesitaba trabajar allí. Tenía dos hijos muy pequeños que mantener y la revista se había convertido en mi principal esperanza para el futuro. Hasta ese momento había leído mucho pero sabía muy poco de periodismo y menos sospechaba que andando los años me convertiría en lo que llaman “ratón de biblioteca” o más propiamente de archivo.
Eran los tiempos en que todos los que trabajaban desempeñaban varias funciones. Esto se convirtió en una característica y en los años siguientes los amigos del señor Francisco Igartua, don Paco, se admiraron siempre de que cada edición de la revista pudiera ser hecha por tan poca gente. Empecé a laborar como secretaria de don Paco, desde el segundo número de esta quinta, heroica etapa de la revista. Al mismo tiempo era telefonista, encargada del archivo, coordinadora periodística porque concertaba entrevistas para el personal de redacción y fotógrafos también, y hasta me daba tiempo para pasar a “Letraset” los titulares de las notas periodísticas, dejándolos listos para ser procesados en fotomontaje, en la imprenta.
Muy pronto, el trabajo de archivo me fue absorbiendo cada vez más y fue muy explicable para mí: don Paco le daba a la parte gráfica (fotos) una gran importancia. El siempre ha dicho que no bastaba que las fotos sean del personaje aludido en la información o ni tampoco era suficiente que las fotos sean del “tema”, sino que debían guardar entre ellas una armonía y contribuir a completar el mensaje. Don Paco mismo me fue ubicando cada vez más en el archivo. Muy pronto aprendí —y lo repetí tanto como el mismo señor Igartua— lo que él sostuvo siempre como una de las sentencias más sagradas de su concepción gráfica: “La nota puede ser muy buena, pero sin fotos... ¡No sale!. Y la verdad era que sin fotos, las notas no salían.
¡Cuánto aprendí de sus enseñanzas! Y como yo, todos los que pasaron por OIGA aprendieron mucho. Claro, cada cual según su propia capacidad. Recuerdo, por ejemplo, un día que la famosa “Pandora” llegó a mi oficina un poco asustada y me dijo: “Lily, Paco está furibundo, no grita sino que da alaridos”; es que don Paco estaba en una reunión con todos los gráficos.
También recuerdo como, con el mismo tono magistral que usaba para corregir verbalmente los errores de construcción que detectaba en los originales, enseñaba también a los redactores novatos algunos recursos, no digamos trucos, de la redacción periodística. No fue de los que consideran que los jóvenes “deben experimentar en carne propia para que aprendan”. Todo lo contrario. Fue el primer colaborador de sus redactores jóvenes. Los orientaba en la parte creativa, los estimulaba para que sean incisivos pero respetuosos, y si era posible les evitaba trabajo inútil. Y siempre respetó mucho el talento de los periodistas jóvenes.
En cuanto a mí, me siento orgullosa de haber trabajado en este OIGA de 1978 a 1995 porque creo que hizo historia y porque no me ha deparado riqueza ni comodidades, pero sí me ha dejado mucho de bueno y de edificante que contar a mis hijos. ¿Qué cosa más enaltecedora puede haber que el haber trabajado en este OIGA, quinta etapa, que si algunos poderosos detractores se ganó no fue por promover intereses ajenos a los específicos de la patria o por silenciar las inmoralidades, o por permitir el avance de la barbarie en perjuicio del futuro de las instituciones tutelares que sustenta a todo el país?
En estos momentos siento el deber de mencionar mi recuerdo y mi homenaje al joven reportero gráfico Amador García, un ayacuchano noble y trabajador, sacrificado innecesariamente con balas asesinas en las alturas de Uchuraccay. Al escribir estas líneas de despedida, quiero agradecer a todos los que colaboraron conmigo en las labores diarias del archivo, y a quienes me brindaron su amistad. Gracias a ti Gloria, Carolina, Anita.
Sobre todo, gracias a usted, don Francisco lgartua. Gracias por habernos mantenido a su lado hasta el final: Gracias por habernos enseñado a levantarnos más estimulados apenas caemos. Y gracias porque nos ha contagiado el espíritu rebelde que impulsa a defender las ideas constructivas que tanta falta hace en nuestro país. Por eso estamos seguros que mientras le queden a usted fuerzas para levantarse una vez más OIGA volverá a resurgir. Entretanto, no un adiós sino un hasta pronto.

ADIOS CON LA SATISFACCIÓN
DE NO HABER CLAUDICADO

PRESERVAR LA DIGNIDAD EN EL PERÚ
por Leopoldo Chiappo

“Bien podrán los encantadores quitarme la ventura; pero el esfuerzo y el ánimo, será imposible”.

(Don Quijote, Parte II; cap. XVII).

NADA más oportuno y realmente saludable que recordar estas palabras de Alonso Quijano, el Bueno, elevado a la dignidad noble de Don Quijote. Sí, los encantadores existen, son los embaucadores y falsificadores de la palabra, los burladores de las leyes, los encubridores y amnistiadores de criminales, los que hacen lícita la impunidad con la prepotencia del poder armado y el cinismo de su civil testaferro, monstruo poco frecuente, híbrido de demagogia y tiranía que ha aparecido en el Perú.

Cualquier lector podrá perfectamente identificar lo que digo. Me refiero a la elección sin base jurídica limpia y con trampas verbales y en desleal ventaja; me refiero a los transnochantes y obsecuentes legisladores que  aprueban la ley que interrumpe el proceso legal para entregar al encubridor fuero militar -el juicio a los militares comprometidos en la masacre de La Cantuta; me refiero, mejor dicho, denuncio a los amnistiadores de los criminales de la pollada de los Barrios Altos, a los interventores de las universidades como San Marcos; la ilustre, y La. Cantuta, Me refiero al atrevimiento de quien, desde la alta investidura que no le corresponde, llega hasta el extremo de vejar a la Iglesia Católica, ignorando la tradición milenaria de sabiduría y de arte, de civilización y grandeza, de alta espiritualidad, utilizando manidos lugares comunes como “vacas sagradas” para calificar al Vicario de Cristo y a los arzobispos, obispos y sacerdotes, personas espiritual y sacramentalmente ungidas, y se apodera del término técnico “mitos” para referirse a la religión establecida por Dios mismo. Estas son verdaderas pisotadas de rinoceronte en la casa de cristal que debiera ser por su transparencia justiciera y su dignidad el Congreso de la República. Dos mil años tiene la Iglesia Católica y ha experimentado muchas turbulencias. Este vejamen de un gobernante elegido mediante una ley que Luis Miró Quesada Garland llamara “inmoral e impugnable”, evidentemente no afecta en absoluto a la grandeza de la Iglesia Católica y a su misión espiritual en el Perú y en el mundo. Pero avergüenza, sobre todo por venir de quien se le atribuye la personificación de la Nación Peruana. Felizmente no es así. Debe ser por esto, por la insignificancia del actor ante la majestad de la Iglesia ofendida, que ésta no ha recogido el guante. Es la experiencia milenaria de una institución sagrada frente a la prepotencia de los transitorios detentadores del poder, desde Atila y Felipe IV de Francia y Enrique V de Alemania. Imagínense el insulto “chicha” de éste. Sí, considerar “mito” a una religión como la Católica es, como diría Cantinflas, “falta de ignorancia”.

Sí, digo, nada más oportuno que recordar las palabras de Quijote. Los encantadores podrán quitar la ventura, pero, dice Don Quijote, “el esfuerzo y el ánimo será imposible”. Y esto es precisamente referido al gran caballero de la dignidad periodística Francisco Igartua, en estos momentos en que los encantadores acosan, los tibios se esconden, los vivos y no caídos del palto se alinean y adulan, los “inteligentes” callan. Sí, como he leído a lo largo de los años los editoriales firmados de puño y letra de Igartua, es oportuno citar el libro del Ingenioso Hidalgo, que me parece es su libro de cabecera. Sí, es oportuno mantener el “esfuerzo y el ánimo”, en época de debilitamiento moral de nuestra patria.

La dignidad es la mayor y esencial riqueza de una persona y de un pueblo. Cuando se hace escarnio de la dignidad todo se trivializa. Se convive con la vulgaridad. Y así se alienta la corrupción y se tolera la impunidad de los delincuentes y criminales más feroces. OIGA y su líder, Francisco Igartua, desempeñan en el Perú la lucha por la preservación de la dignidad en nuestra patria. Digo nuestra utilizando la significación quechua de “ñocanchis”, que sólo somos nosotros, los peruanos que estamos angustiados por la pérdida de la dignidad y el derrumbamiento estructural y ético de las instituciones, el “ñocanchis”, el nosotros que excluye a los callados o entusiastas partidarios del envilecedor principal del Perú, haciéndose de la vista gorda de todas actuaciones cínicas de su voluntarismo político in escrupuloso.

Hay un caudal muy grande de dignidad en el Perú. Y si momentáneamente han dado resultado todos los sortilegios y mañas y trampatojos de los “embaucadores”, aprovechándose de una nación debilitada y angustiada, no ha de tardar el día en que la razón y la limpieza ética triunfen y con ello la restauración en el Perú de la dignidad en la vida política y en la institución militar. Hay que superar el pragmatismo sin valores superiores. Sí superar el voluntarismo político inescrupuloso. Entonces florecerán la educación y la cultura en nuestra patria vejada. 

ADIOS CON LA SATISFACCIÓN
DE NO HABER CLAUDICADO

CRÓNICA DE UN COLABORADOR APENADO

HE sido y soy un inveterado lector de hebdomadarios y publicaciones mensuales nacionales y extranjeras. Desde mis veinte años de edad, que con algún optimismo calificábamos entonces como mayoría de edad o edad de la razón, comencé a coleccionar mis suscripciones. Conservo entre mis repletos estantes, difuntas y vivientes ediciones. Daré como ejemplo el primer número de LIFE, del 23 de noviembre de 1936, que costaba US$ 0.10; y el último del 29 de diciembre de 1972, cuyo precio era de US$ 0.50, cosas de la inflación. Habían transcurrido muchos años y esa revista, además de los noticieros FOX y MOVIETONE, eran la televisión inocente de aquellas décadas. Mi instructiva manía me ha dejado recuerdos y testimonios permanentes, invalorables y, motivado por ello, intentaré expresar puntualmente mi sentir cuando, el 5 de setiembre, la momentánea postrer edición de OIGA aparezca. Si LIFE circuló durante 36 años, para nuestro medio editarse durante 33 es valiosa hazaña, es respetable madurez, vigorosa ancianidad.

Cuando transcurrían los iniciales años del lejano sesenta, en casa del buen Jorge Aubry, generoso en amistad, conversación y whiskies, nos reuníamos con abusiva frecuencia Eduardo Orrego, Julio Meyer, Lucho Larco, los jóvenes hermanos Fernando y Rafael Belaúnde Aubry y otros incontables. Desde luego, estaba siempre el infaltable Igartua. Eramos libantes pensadores que creíamos merecer mejores gobernantes y Paco quería decirlo por escrito y semanalmente. ¡Qué pesadez y qué ingenuidad!

Colaboré con mi aporte para fundar el inquieto semanario y si bien mis actividades  de  entonces eran ajenas al periodismo y vergonzosamente horribles -tenían, según se supo después, propósito de lucro-, peregriné por solidaridad de asa ciado por todas las sedes que la revista tuvo. En lo que andaba quedando de la Ciudad Jardín: la avenida Salaverry, la avenida Faucett, la calle Chinchón; luego Pedro Venturo y ahora, en el terminal de la partida, en el Paseo Parodi, ausencia que intuyo no será definitiva.

Debo a esa espontánea, impensada decisión de participar en OIGA, presuntuosas satisfacciones de ver aparecer mis notas entre otras de mejor calificados colaboradores. Debo, pues, a OIGA el haberme introducido tímidamente en el artículo periodístico. Debo además a OIGA, según carta que publiqué en el N2137 de setiembre ele 1965, una atinada profecía al decir acertadamente que “lo que ocurría en los valles del Satipo dejaría a la montaña desierta de hombres de bien”. Aquel fue mi debut en la revista. Luego vino el silencio y el desastre del velascato; y después, por años OIGA fue la lectura predilecta de mi esposa y la mía. Eclipses parciales me ocurrieron, pero nunca en desmedro de nuestra amistad.

Por ello me apenará no recogerla y leerla semanalmente. El “more solito” cala profundamente. Para expresarlo a cabalidad y que bien se entienda, quiero definir mi pesar con la contraparte de la alegría que me proporcionarían los obituarios de algunas indeseadas publicaciones, algunas bien escritas, es verdad, pero cultoras permanentes de las mentiras convencionales del populismo. Hago fácil parafraseo de Max Nordau, autor de un viejo libro que presté y naturalmente perdí. Termino mis “saudades” de colaborador de OIGA diciendo “arrivederci” a todo el personal ido y presente, que siempre me atendió con deferencia y cortesía.