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DORIS GIBSON PARRA Y FRANCISCO IGARTUA ROVIRA

DORIS GIBSON PARRA Y FRANCISCO IGARTUA ROVIRA
FRANCISCO IGARTUA CON DORIS GIBSON, PIEZA CLAVE EN LA FUNDACION DE OIGA, EN 1950 CONFUNDARIAN CARETAS.

«También la providencia fue bondadosa conmigo, al haberme permitido -poniendo a parte estos años que acabo de relatar- escribir siempre en periódicos de mi propiedad, sin atadura alguna, tomando los riesgos y las decisiones dictadas por mi conciencia en el tono en que se me iba la pluma, no siempre dentro de la mesura que tanto gusta a la gente limeña. Fundé Caretas y Oiga, aunque ésta tuvo un primer nacimiento en noviembre de 1948, ocasión en la que también conté con la ayuda decisiva de Doris Gibson, mi socia, mi colaboradora, mi compañera, mi sostén en Caretas, que apareció el año 50. Pero éste es asunto que he tocado ampliamente en un ensayo sobre la prensa revisteril que publiqué años atrás y que, quién sabe, reaparezca en esta edición con algunas enmiendas y añadiduras». FRANCISCO IGARTUA - «ANDANZAS DE UN PERIODISTA MÁS DE 50 AÑOS DE LUCHA EN EL PERÚ - OIGA 9 DE NOVIEMBRE DE 1992»

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«Cierra Oiga para no prostituir sus banderas, o sea sus ideales que fueron y son de los peruanos amantes de las libertades cívicas, de la democracia y de la tolerancia, aunque seamos intolerantes contra la corrupción, con el juego sucio de los gobernantes y de sus autoridades. El pecado de la revista, su pecado mayor, fue quien sabe ser intransigente con su verdad» FRANCISCO IGARTUA – «ADIÓS CON LA SATISFACCIÓN DE NO HABER CLAUDICADO», EDITORIAL «ADIÓS AMIGOS Y ENEMIGOS», OIGA 5 DE SEPTIEMBRE DE 1995

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LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU

LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU
UNIVERSIDAD DEL PAÍS VASCO

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UNIVERSIDAD DEL PAÍS VASCO

«Siendo la paz el más difícil y, a la vez, el supremo anhelo de los pueblos, las delegaciones presentes en este Segundo Congreso de las Colectividades Vascas, con la serena perspectiva que da la distancia, respaldan a la sociedad vasca, al Gobierno de Euskadi y a las demás instituciones vascas en su empeño por llevar adelante el proceso de paz ya iniciado y en el que todos estamos comprometidos.» FRANCISCO IGARTUA - TEXTO SOMETIDO A LA APROBACION DE LA ASAMBLEA Y QUE FUE APROBADO POR UNANIMIDAD - VITORIA-GASTEIZ, 27 DE OCTUBRE DE 1999.

«Muchos más ejemplos del particularismo vasco, de la identidad euskaldun, se pueden extraer de la lectura de estos ajados documentos americanos, pero el espacio, tirano del periodismo, me obliga a concluir y lo hago con un reclamo cara al futuro. Identidad significa afirmación de lo propio y no agresión a la otredad, afirmación actualizada-repito actualizada- de tradiciones que enriquecen la salud de los pueblos y naciones y las pluralidades del ser humano. No se hace patria odiando a los otros, cerrándonos, sino integrando al sentir, a la vivencia de la comunidad euskaldun, la pluralidad del ser vasco. Por ejemplo, asumiendo como propio -porque lo es- el pensamiento de las grandes personalidades vascas, incluido el de los que han sido reacios al Bizcaitarrismo como es el caso de Unamuno, Baroja, Maeztu, figuras universales y profundamente vascas, tanto que don Miguel se preciaba de serlo afirmando «y yo lo soy puro, por los dieciséis costados». Lo decía con el mismo espíritu con el que los vascos en 1612, comenzaban a reunirse en Euskaletxeak aquí en América» - FRANCISCO IGARTUA - AMERICA Y LAS EUSKALETXEAK - EUSKONEWS & MEDIA 72.ZBK 24-31 DE MARZO 2000

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viernes, 11 de mayo de 2012

COFRADIA DE NUESTRA SEÑORA DE ARANZAZU DE LIMA 1612-2012

Euskonews

Kosmopolita

Fernando Belaunde Terry, un hombre superior

Francisco IGARTUA

Introducción de Jhon Bazán

El próximo 7 de octubre se cumplirá el primer centenario del nacimiento de Fernando Belaunde Terry, descendiente de una antigua familia de origen vasco en el Perú. Su muerte, ocurrida el 4 de junio de 2002, no sólo conmovió a la ciudadanía sino que hoy, once años después, su ausencia nos sigue doliendo. Este señorial político que supo ubicarse en su tiempo y situar al Perú en un escenario mundial dominado por la guerra fría y la lucha ideológica entre el capitalismo y comunismo, por el pensamiento cepaliano y la crisis de la deuda externa, brilló por su honradez y agudo olfato, por la prudencia y capacidad creativa, como lo demuestra la enorme obra pública diseminada en todo el territorio nacional, y por su respeto escrupuloso a la libertad de expresión y la tolerancia.

Pocos dignatarios como él han dejado huellas tan profundamente marcadas en la conciencia nacional. Pocos hombres como él se empinaron desde una brillante carrera profesional y la cátedra universitaria hasta una diputación por Lima, y desde el elevado cargo de Presidente de la República (1963-1968 y 1980-1985) hasta la de Senador vitalicio (1985-1992). Este último cargo, creado por la Constitución Política de 1979, fue abolido por la Constitución Política de 1992, impuesta por la dictadura fujimorista.

Su vida es un ejemplo para todos los peruanos, su obra un libro abierto para maestros universitarios y gobernantes, y para todo aquel que decida incursionar en la vida política.

Quizá ha llegado el momento de estudiar y analizar su obra, con la claridad y el desapasionamiento que da el paso de los años, su pensamiento político y el por qué de su entrañable amor al Perú. Fernando Belaunde es, probablemente, uno de los hombres que más y mejor conoció al Perú. Desde las áridas costas hasta los valles y cumbres nevadas de la sierra, desde el inmenso mar de Miguel Grau hasta la ubérrima región selvática con la cual mantuvo un enamoramiento de más de medio siglo.

De no ser por su partida inexorable, su visión de estadista seguiría siendo una luz que ayudase a encontrar el camino correcto en medio de la confusión en la que muchas veces suelen ingresar nuestros débiles gobiernos democráticos.

Hoy que numerosos jóvenes expresan su desazón por la política y los políticos, deberían saber que existieron y existen políticos que trascienden su época, como Fernando Belaunde Terry, uno de los actores más relevantes de la historia política del Perú de las últimas seis décadas, a la que ingresó a los 32 años al salir elegido, en 1945, miembro del Congreso al que se presentó como independiente. Luego, tras el golpe de Estado de Manuel A. Odría, en 1948, se alejó de la política para abrazar la docencia universitaria y en 1956 asumió el liderazgo del Frente Nacional de la Juventud Democrática, movimiento que dio origen al partido Acción Popular que lo llevó dos veces a la primera magistratura del país.

Como homenaje a su memoria, recojo el artículo del periodista de origen vasco Francisco Igartua, titulado “Belaunde y una esperanza traicionada” publicado en el diario “Correo”, de la ciudad de Lima, tras el sensible fallecimiento del ilustre estadista:

Belaunde y una esperanza traicionada

Por Francisco Igartua

Qué podré añadir yo al torrente de elogios que se le han rendido en estos días a Fernando Belaunde Terry? Por lo pronto, añadir que el “arquitecto del nuevo Perú” (que así era anunciado por Miguel Cruchaga en los mítines de los años 50) fue un encendido conductor de multitudes a las que nunca empujó al desborde, porque repugnaba la anarquía y porque, a la vez, era un estadista de gran talla, con aguda visión de futuro y maneras respetuosas y elegantes de gran señor. Nunca insultó a sus adversarios, a quienes jamás trató como enemigos, a lo más los instó a no cometer “el acto impío del suicidio”, consciente de que los excesos políticos conducen a la destrucción de la democracia. Tampoco se le escapaba un exabrupto (creo que ni siquiera en privado), sabiendo que una palabra inconveniente puede desatar tempestades. Sabía escuchar como si no oyera y luego insinuar su parecer con un gesto en la mirada. Gesto que podía ser deseo a cumplirse.

Desde las épocas de Bustamante y Rivero

No seguiré, sin embargo, enumerando sus virtudes porque, repito, muchos lo han hecho antes con mayor autoridad que yo, apenas un testigo (sin compromiso partidario) de la vida política de Fernando Belaunde, desde los tiempos del “Frente Democrático” que llevó a la presidencia a don José Luis Bustamante y Rivero, quien (con Piérola y Fernando Belaunde) completa el trío de abanderados de la democracia, de la moderación y del afán político unitario en el Perú del siglo XX. Me había iniciado yo como periodista en Jornada, el periódico que sería luego vocero del “Frente” que llevaría a Fernando Belaunde al Parlamento. En esas circunstancias lo conocí y me sorprendió la fuerte inquietud social que lo había conducido, escandalizando a la reaccionaria sociedad limeña, a acercarse a los “apestosos” apristas. Sin embargo, el carácter sectario del partido de Haya hizo que Belaunde organizara un grupo independiente dentro del “Frente”. Tiempo después, en el largo batallar contra la dictadura de Odría (batallas en las que Caretas fue adalid), siempre vi a Belaúnde en primera fila, alentando un Perú unido, en el que los partidos no se excluyeran unos a otros (la derecha acusaba a Haya del asesinato de Pancho Graña) y, más bien, manteniendo sus diferencias, contribuyeran unidos a la modernización económica y social del país. O sea, reclamando una democracia real.

Esta idea central y persistente es el gran legado de Fernando Belaunde, quien no se nos ha ido. Ha habido un simple tránsito de su vida corporal a la vida espiritual del Perú, desde donde nos exige esa unidad (dentro de normales discrepancias democráticas) que él quiso lograr y no se lo permitieron las menudas rencillas personales, los fanáticos dogmatismos y los odios irracionales que en estos días, igual que siempre, impiden que se puedan pactar entre todos los partidos, sin exclusiones ni insultos, metas concertadas de gobernabilidad. Las discriminaciones de hoy, más del gobierno que de la oposición, traicionan el mensaje de Belaunde y hacen que los elogios que se le rinden resulten fariseos.

Una anécdota reveladora

Para explicar cuál era el pensamiento de Femando Belaunde sobre la necesaria concertación para lograr que el Perú crezca y se desarrolle, valga el relato de un hecho histórico: En 1963, oficializados los resultados electorales, era evidente que Acción Popular tendría dificultades para gobernar, pues no contaría con mayoría parlamentaria. Esto hizo que algunos dirigentes belaundistas creyeran descubrir la solución en una vieja varita mágica política, ya que entre los elegidos por el odriísmo no faltaban diputados y senadores dispuestos a pasarse al lado gubernamental, a cambio de algunas gollerías. Por ejemplo, había quien se contentaba con que su negocio de juguetes fuera considerado en las compras oficiales de Navidad... La pesca estuvo hecha... Pero Belaunde puso su indignación en el cielo: él había llegado a la presidencia para corregir las corruptelas del pasado y no para perpetuadas. Más bien, lo que se propuso el presidente electo fue plantearles a Odría y Haya la necesidad de que el país ingresara a una etapa civilizada y moderna, con un partido conservador (el Odriísmo), otro de izquierda (el APRA) y uno de centro (AP), sin quitar espacios a las minorías en esa gran concertación. Su propósito era lograr lo que en el 63 el Perú necesitaba y ahora requiere con urgencia: un concreto acuerdo de gobernabilidad.

Yo estuve el día de la respuesta odriísta en Inca Ripac 100, la entonces hermosa residencia de Belaunde, y descubrí allí el extraordinario temple político del arquitecto. Mi curiosidad de periodista, aprovechando la amistad de la casa, me llevó hasta la puerta de la sala donde se desarrollaba la reunión. Asomé la nariz y vi a Belaunde saliendo abatido, desencajado, derrotado. Me hice a un lado. Y salió al corredor radiante, victorioso, muy aplomado. Evidentemente había naufragado su propuesta, pero no podía desalentar el ánimo de sus partidarios que lo esperaban en el jardín.

No faltan quienes lo detestan

Así era en su vida terrena Femando Belaunde Terry, el presidente que modernizó el Estado peruano, dio impulso a la clase media (pilar del desarrollo integral), designó en los años sesenta el 20% del presupuesto para la educación y tuvo la visionaria idea continental de la Marginal, integrada a vías terrestres y fluviales que son “pan para el pueblo”.

No le faltan, sin embargo, detractores, gente que lo detesta y sólo le encuentra defectos. Tienen éstos derecho a pensar así y otros (sin negar que muchas veces se equivocó) tenemos el derecho de recordar con cariño al presidente que ingresó a la política con una gran residencia y terminó en un modesto departamento de una zona populosa de San Isidro, pero no por fracasado sino por haber logrado ser erigido en limpio guía patriarcal del Perú que él soñó y todos anhelamos, aunque sin el amor, la convicción y la tenacidad que él tuvo para despertar esa esperanza de unidad siempre traicionada.

Archivo revista Oiga: Diario “Correo” de Lima, columna “Canta Claro”, del 5 de junio de 2002

viernes, 27 de abril de 2012

COFRADIA DE NUESTRA SEÑORA DE ARANZAZU DE LIMA 1612-2012

Kosmopolita

La contribución de la emigración vasca y navarra al desarrollo socioeconómico de América

José Manuel AZCONA PASTOR

Jesús Ruiz DE GORDEJUELA URQUIJO

El director del Congreso “La contribución de la emigración vasca y navarra al desarrollo socioeconómico de América” Dr. José Manuel Azcona Pastor, profesor titular de la Universidad Rey Juan Carlos y director de la Cátedra Presdeia se complace en invitar a la comunidad académica y a destacados especialistas de ambos lados del mar a presentar la más reciente y relevante investigación en torno a la importante presencia vasca y navarra a lo largo de estos siglos y su profunda impronta en la sociedad y economía americana. Para poder conocer mejor estos estudios, las ponencias se organizarán en torno a varios ámbitos y servirán como encuentro de los especialistas más destacados en la materia. Asimismo el congreso tiene el honor de contar con un destacado comité científico avalado por un elenco de prestigiosos especialistas en distintas áreas del conocimiento en torno a la temática de esta reunión científica.

A pesar de que la presencia vasca y navarra en el continente americano durante el descubrimiento y los primeros años de la conquista y colonización no fue numéricamente importante, al despuntar el siglo XVII el aporte vasconavarro alcanzará progresivamente mayor trascendencia hasta llegar a su cenit a finales del siglo XVIII, cuando los nacidos en estas provincias desempeñarán cargos y oficios de gran relevancia. Las guerras de independencia americanas cambiarán el modelo tradicional de emigración evolucionando hacia una más masificada diáspora. Países como Argentina, Chile, Uruguay y Brasil se convertirán en las nuevas patrias de los miles de vascos y navarros que se embarcaron rumbo a esas tierras; unos lo harán por motivos ideológicos (guerras carlistas) pero la mayoría por razones económicas. Durante ese periodo aparecerá la ominosa figura del enganchador instigador de que miles de emigrantes padeciesen durante largos años deudas interminables que los condenaban a un estado de semiesclavitud. Este movimiento se mantendrá, con los altibajos propios de un flujo tan numeroso, hasta el final de la guerra civil española en el que miles de vascos y navarros se vieron obligados a empezar una nueva vida al otro lado del mar.

Durante la segunda mitad del siglo XX el proceso migratorio sufrirá un freno muy significativo llegando prácticamente a paralizarse gracias en parte al desarrollo económico alcanzado por la comunidad autónoma del País Vasco y Navarra.

Durante la segunda mitad del siglo XX el proceso migratorio sufrirá un freno muy significativo llegando prácticamente a paralizarse gracias en parte al desarrollo económico alcanzado por la comunidad autónoma del País Vasco y Navarra. Sin embargo, esta tónica se está rompiendo como consecuencia de la profunda crisis económica y estructural que sufre el mundo occidental y especialmente España que hace que muchos jóvenes, sobre todo con formación universitaria, fijen sus ojos en el continente americano como solución al desamparo profesional.

Somos de la opinión de que no es posible explicar la Historia de Iberoamérica sin tener en cuenta la aportación vasconavarra en campos tan distintos y variados como los que pretendemos abarcar en este Congreso. Los vascos y navarros y sus descendientes participaron en todos y cada uno de los acontecimientos que jalonan la historia americana destacando en su colonización y desarrollo colonial desde Tierra de Fuego hasta los límites septentrionales de América del Norte. Su impronta en actividades culturales, científicas, políticas, económicas y mercantiles e incluso deportivas hace del estudio de este conjunto de españoles merecedor de nuestras investigaciones. Para ello el congreso se dividirá en distintas secciones con el objetivo de poder abarcar temas tan sugerentes como la participación político-ideológica, el desarrollo socioeconómico, el ámbito industrial y mercantil, el asociacionismo y relaciones con otras colectividades, el ámbito científico, la acción cultural y artística y finalmente la percepción y autopercepción de la emigración vasconavarra.

Las jornadas se celebrarán entre los días 26 al 28 de noviembre de 2012 en el Campus de Fuenlabrada (Madrid) de la Universidad Rey Juan Carlos, con el orden siguiente:

El día 26 el Congreso dedicará sus sesiones al periodo comprendido desde el Descubrimiento a la Independencia de las colonias continentales americanas. El segundo día las ponencias que se presenten abarcarán desde los primeros años del siglo XIX hasta la independencia de Cuba, Puerto Rico y Filipinas; y el último día del Congreso se dedicará a los temas de más actualidad, es decir del siglo XX a nuestros días.

Es intención de este Congreso centrar la atención en aspectos tan novedosos y relevantes como la aportación vasca y navarra a la cooperación al desarrollo y la implantación de empresas con sede en estas dos comunidades autónomas hermanas en Iberoamérica. Asimismo, este I Congreso internacional pretende convertirse en un acontecimiento científico y académico de gran relevancia y repercusión y que a buen seguro ayudará a conocer mejor el significativo papel jugado por los vascos y navarros en la historia de este continente tan cercano a España.

La Cátedra PRESEIA y la Universidad Rey Juan Carlos, fieles a su vocación americanista procederá a la publicación de las ponencias presentadas en este evento en forma de libro y a su distribución en las librerías más importantes de España y América. Así, de este modo pretendemos que este I Congreso Internacional sirva para dar a conocer en el mundo iberoamericano un aspecto tan señalado de la emigración española como es la presencia vasca y navarra en estos países hermanos.

domingo, 25 de marzo de 2012

COFRADIA DE NUESTRA SEÑORA DE ARANZAZU DE LIMA 1612-2012

Cofradía de Nuestra Señora de Arantzazu: EuskonewsKosmopolitaFé entre espinasLa presencia v...: Euskonews Kosmopolita Fé entre espinas La presencia vasca en América se refleja también en el culto a la Virgen de Arantzazu, que este año c...

COFRADIA DE NUESTRA SEÑORA DE ARANZAZU DE LIMA 1612-2012

Cofradía de Nuestra Señora de Arantzazu: EuskonewsKosmopolitaFé entre espinasLa presencia v...: Euskonews Kosmopolita Fé entre espinas La presencia vasca en América se refleja también en el culto a la Virgen de Arantzazu, que este año c...

COFRADIA DE NUESTRA SEÑORA DE ARANZAZU DE LIMA 1612-2012

Euskonews

Kosmopolita

Fé entre espinas

La presencia vasca en América se refleja también en el culto a la Virgen de Arantzazu, que este año cumple cuatro siglos

Jhon BAZÁN AGUILAR

La diáspora vasca por el ancho mundo se refleja no solo en la laboriosidad y terco sentido de la independencia de quienes fueron conquistadores como Pascual de Andagoya, exploradores como Pedro Enrique Ibarreta y Uhagón, o simple gente sencilla e industriosa que se dedicó al comercio y al trabajo con la memoria prendida en los viejos símbolos de la patria ausente, como es el caso de la fe y el culto a la Virgen de Arantzazu que este año cumple en América cuatro siglos de vigencia.

Los cuatrocientos años se cuentan a partir del 13 de febrero de 1612 en que se fundó en Lima la Cofradía de la Virgen de Arantzazu, que a lo largo de casi tres centurias desplegó el culto a la patrona vasca y sentó las bases del mismo; seguida después por cofradías de México y Santiago, según lo hizo reconocer en una histórica precisión en un congreso mundial de las colectividades vascas el periodista peruano de origen vasco Francisco Igartua Rovira.

La historia de esta Cofradía está signada por los avatares propios de una época turbulenta, que supo de guerras y conflictos sociales, cuando no de desastres naturales como terremotos y otros ocasionados por la mano del hombre, como el incendio de 1898 en que se destruyó todo el santuario de la Virgen de Arantzazu en el Convento de San Francisco de Lima y que decretó finalmente el cierre de su Cofradía hasta los tiempos presentes.

Parece que la historia de la Virgen original, en el municipio de Oñate, tuviera sorprendentes paralelos con su copia venerada en el convento de los franciscanos limeños. Testimonios históricos, algunos de ellos trabajosamente exhumados, dan cuenta de incendios que destruyeron capillas, altares e incluso las propias imágenes de la patrona vasca. Pero nada de ello disuadió ni disminuyó la fe de los vascos en el Nuevo Mundo, y tuvo que ser una confluencia de muchas desgracias —una guerra de por medio entre el Perú y Chile, terremotos y un grave incendio— los que finalmente determinaran el cierre final de la Cofradía de Lima a finales del siglo XIX.

Un incendio en 1898 destruyó todo el santuario de la Virgen de Arantzazu en el Convento de San Francisco de Lima.

Han sido sacerdotes franciscanos (no podía de ser de otro modo) los que dieran cuenta de estas historias. Jon Guarrotxena, Director de la Euskal Etxea de Lima, hace tres décadas, rescató por ejemplo el perdido libro del P. Juan de Ayllón, publicado en 1647, donde encontró precisiones incontrastables acerca del culto a la Virgen de Arantzazu en Lima, que tuvo primacía y sirvió de modelo a otros similares que después se instauraron por inmigrantes vascos en México, Chile y otros países. Hasta entonces se consideraba que la palabra autorizada sobre la Virgen era la del P. Juan de Luzuriaga quien publicó en 1686 en México su libro “Paraninfo celeste”.

La réplica de la Virgen de Arantzazu a la que se rendía culto en Lima era copia directa de la aparecida entre espinos en los montes de Oñate, según la tradición. Cuando la efigie llegó a Lima la Cofradía (Hermandad de fieles) ya estaba formada y su arribo a Lima constituyó todo un acontecimiento.

El Padre Juan de Ayllón había nacido en Lima y había vestido el hábito franciscano a muy temprana edad, como era usual en esas épocas. Alcanzó la categoría de Predicador Mayor del convento de San Francisco en Lima, Procurador General de Corte de todas las provincias franciscanas del Perú y Definidor de la Provincia de los Doce Apóstoles. Aunque era cultor del gongorismo, es decir con un lenguaje culterano y rebuscado, difícil de entender sobre todo al versificar, en su libro sobre la Virgen de Arantzazu lo que importan son los datos históricos.

Precisa, por ejemplo, que una vez fundada la Cofradía en 1612 los 105 suscribientes de la misma señalaban que los propósitos de esa hermandad no era solo religiosa sino también de caridad y socorro, celebrarían funerales de los cofrades dándoles sepultura en la cripta de la capilla, sin que nadie tuviera privilegios de entierro particular, y que la misma igualdad se observaría en las Juntas, dándose preferencia a los sacerdotes y ancianos. Visitarían a los enfermos de la hermandad ayudándoles económicamente en caso de necesidad, y visitarían también las cárceles procurando asistir tanto judicial como económicamente a los presos de la hermandad y a otros originarios de las provincias vascas, entre las cuales también se incluía a Navarra. Otros fines eran ayudar a acomodarse a los vascos recién llegados, y socorrerían a las huérfanas para que pudieran reunir la dote para casarse o ingresar a establecimientos religiosos, siendo preferidas las hijas de los hermanos de la Cofradía.

Todos estos principios establecidos en la cofradía de Lima se hicieron norma en las que después se establecieron en el resto de América.

La réplica de la Virgen de Arantzazu a la que se rendía culto en Lima era copia directa de la aparecida entre espinos en los montes de Oñate.

Testimonios contenidos en el libro referido señalan que el altar (retablo) y la Capilla de la Virgen de Arantzazu eran “en lo grande majestuosa, perfecta en el arte y pulida en los cuerpos”. Se detalla incluso que la copia de la Virgen original de Arantzazu costó 12 mil pesos al rico comerciante tolosano Juan de Urrutia, que la efigie llegó a Lima en Octubre de 1646 y que fue entronizada en una solemne ceremonia, “hallándose en la comitiva el Virrey, la Audiencia, Tribunales, ambos Cabildos, representantes de Ordenes religiosas e innumerable pueblo”.

Volviendo al presente

Para conmemorar estos hechos históricos la vieja Cofradía de la Virgen de Arantzazu se reabrirá simbólicamente este año con la presencia de descendientes vascos residentes en Lima. Habrá Misas y otros actos religiosos, que puntualizarán lo importante que fue esta señera cofradía vasca establecida en América y que hasta hoy ratifica los antiguos lazos entre el Perú y el país vasco

Se viene preparando también un acto académico de trascendencia que tendrá lugar en octubre. En dicho acto participarán historiadores y estudiosos de las relaciones peruano-vascas, algunos de ellos venidos del propio país vasco, pero previamente se habrá editado un volumen con una visión general y actualizada de la historia de la Cofradía de Arantzazu de Lima, situada en el contexto de la formación de otras cofradías similares en toda la América española, así como en la evolución histórica de la presencia vasca en la formación y desarrollo del Perú.

El mundo vasco presente, ahora y siempre.

COFRADIA DE NUESTRA SEÑORA DE ARANZAZU DE LIMA 1612-2012

Euskonews

Kosmopolita

Fé entre espinas

La presencia vasca en América se refleja también en el culto a la Virgen de Arantzazu, que este año cumple cuatro siglos

Jhon BAZÁN AGUILAR

La diáspora vasca por el ancho mundo se refleja no solo en la laboriosidad y terco sentido de la independencia de quienes fueron conquistadores como Pascual de Andagoya, exploradores como Pedro Enrique Ibarreta y Uhagón, o simple gente sencilla e industriosa que se dedicó al comercio y al trabajo con la memoria prendida en los viejos símbolos de la patria ausente, como es el caso de la fe y el culto a la Virgen de Arantzazu que este año cumple en América cuatro siglos de vigencia.

Los cuatrocientos años se cuentan a partir del 13 de febrero de 1612 en que se fundó en Lima la Cofradía de la Virgen de Arantzazu, que a lo largo de casi tres centurias desplegó el culto a la patrona vasca y sentó las bases del mismo; seguida después por cofradías de México y Santiago, según lo hizo reconocer en una histórica precisión en un congreso mundial de las colectividades vascas el periodista peruano de origen vasco Francisco Igartua Rovira.

La historia de esta Cofradía está signada por los avatares propios de una época turbulenta, que supo de guerras y conflictos sociales, cuando no de desastres naturales como terremotos y otros ocasionados por la mano del hombre, como el incendio de 1898 en que se destruyó todo el santuario de la Virgen de Arantzazu en el Convento de San Francisco de Lima y que decretó finalmente el cierre de su Cofradía hasta los tiempos presentes.

Parece que la historia de la Virgen original, en el municipio de Oñate, tuviera sorprendentes paralelos con su copia venerada en el convento de los franciscanos limeños. Testimonios históricos, algunos de ellos trabajosamente exhumados, dan cuenta de incendios que destruyeron capillas, altares e incluso las propias imágenes de la patrona vasca. Pero nada de ello disuadió ni disminuyó la fe de los vascos en el Nuevo Mundo, y tuvo que ser una confluencia de muchas desgracias —una guerra de por medio entre el Perú y Chile, terremotos y un grave incendio— los que finalmente determinaran el cierre final de la Cofradía de Lima a finales del siglo XIX.

Un incendio en 1898 destruyó todo el santuario de la Virgen de Arantzazu en el Convento de San Francisco de Lima.

Han sido sacerdotes franciscanos (no podía de ser de otro modo) los que dieran cuenta de estas historias. Jon Guarrotxena, Director de la Euskal Etxea de Lima, hace tres décadas, rescató por ejemplo el perdido libro del P. Juan de Ayllón, publicado en 1647, donde encontró precisiones incontrastables acerca del culto a la Virgen de Arantzazu en Lima, que tuvo primacía y sirvió de modelo a otros similares que después se instauraron por inmigrantes vascos en México, Chile y otros países. Hasta entonces se consideraba que la palabra autorizada sobre la Virgen era la del P. Juan de Luzuriaga quien publicó en 1686 en México su libro “Paraninfo celeste”.

La réplica de la Virgen de Arantzazu a la que se rendía culto en Lima era copia directa de la aparecida entre espinos en los montes de Oñate, según la tradición. Cuando la efigie llegó a Lima la Cofradía (Hermandad de fieles) ya estaba formada y su arribo a Lima constituyó todo un acontecimiento.

El Padre Juan de Ayllón había nacido en Lima y había vestido el hábito franciscano a muy temprana edad, como era usual en esas épocas. Alcanzó la categoría de Predicador Mayor del convento de San Francisco en Lima, Procurador General de Corte de todas las provincias franciscanas del Perú y Definidor de la Provincia de los Doce Apóstoles. Aunque era cultor del gongorismo, es decir con un lenguaje culterano y rebuscado, difícil de entender sobre todo al versificar, en su libro sobre la Virgen de Arantzazu lo que importan son los datos históricos.

Precisa, por ejemplo, que una vez fundada la Cofradía en 1612 los 105 suscribientes de la misma señalaban que los propósitos de esa hermandad no era solo religiosa sino también de caridad y socorro, celebrarían funerales de los cofrades dándoles sepultura en la cripta de la capilla, sin que nadie tuviera privilegios de entierro particular, y que la misma igualdad se observaría en las Juntas, dándose preferencia a los sacerdotes y ancianos. Visitarían a los enfermos de la hermandad ayudándoles económicamente en caso de necesidad, y visitarían también las cárceles procurando asistir tanto judicial como económicamente a los presos de la hermandad y a otros originarios de las provincias vascas, entre las cuales también se incluía a Navarra. Otros fines eran ayudar a acomodarse a los vascos recién llegados, y socorrerían a las huérfanas para que pudieran reunir la dote para casarse o ingresar a establecimientos religiosos, siendo preferidas las hijas de los hermanos de la Cofradía.

Todos estos principios establecidos en la cofradía de Lima se hicieron norma en las que después se establecieron en el resto de América.

La réplica de la Virgen de Arantzazu a la que se rendía culto en Lima era copia directa de la aparecida entre espinos en los montes de Oñate.

Testimonios contenidos en el libro referido señalan que el altar (retablo) y la Capilla de la Virgen de Arantzazu eran “en lo grande majestuosa, perfecta en el arte y pulida en los cuerpos”. Se detalla incluso que la copia de la Virgen original de Arantzazu costó 12 mil pesos al rico comerciante tolosano Juan de Urrutia, que la efigie llegó a Lima en Octubre de 1646 y que fue entronizada en una solemne ceremonia, “hallándose en la comitiva el Virrey, la Audiencia, Tribunales, ambos Cabildos, representantes de Ordenes religiosas e innumerable pueblo”.

Volviendo al presente

Para conmemorar estos hechos históricos la vieja Cofradía de la Virgen de Arantzazu se reabrirá simbólicamente este año con la presencia de descendientes vascos residentes en Lima. Habrá Misas y otros actos religiosos, que puntualizarán lo importante que fue esta señera cofradía vasca establecida en América y que hasta hoy ratifica los antiguos lazos entre el Perú y el país vasco

Se viene preparando también un acto académico de trascendencia que tendrá lugar en octubre. En dicho acto participarán historiadores y estudiosos de las relaciones peruano-vascas, algunos de ellos venidos del propio país vasco, pero previamente se habrá editado un volumen con una visión general y actualizada de la historia de la Cofradía de Arantzazu de Lima, situada en el contexto de la formación de otras cofradías similares en toda la América española, así como en la evolución histórica de la presencia vasca en la formación y desarrollo del Perú.

El mundo vasco presente, ahora y siempre.

sábado, 24 de marzo de 2012

COFRADIA DE NUESTRA SEÑORA DE ARANZAZU DE LIMA 1612-2012

Euskonews

Kosmopolita

Fé entre espinas

La presencia vasca en América se refleja también en el culto a la Virgen de Arantzazu, que este año cumple cuatro siglos

Jhon BAZÁN AGUILAR

La diáspora vasca por el ancho mundo se refleja no solo en la laboriosidad y terco sentido de la independencia de quienes fueron conquistadores como Pascual de Andagoya, exploradores como Pedro Enrique Ibarreta y Uhagón, o simple gente sencilla e industriosa que se dedicó al comercio y al trabajo con la memoria prendida en los viejos símbolos de la patria ausente, como es el caso de la fe y el culto a la Virgen de Arantzazu que este año cumple en América cuatro siglos de vigencia.

Los cuatrocientos años se cuentan a partir del 13 de febrero de 1612 en que se fundó en Lima la Cofradía de la Virgen de Arantzazu, que a lo largo de casi tres centurias desplegó el culto a la patrona vasca y sentó las bases del mismo; seguida después por cofradías de México y Santiago, según lo hizo reconocer en una histórica precisión en un congreso mundial de las colectividades vascas el periodista peruano de origen vasco Francisco Igartua Rovira.

La historia de esta Cofradía está signada por los avatares propios de una época turbulenta, que supo de guerras y conflictos sociales, cuando no de desastres naturales como terremotos y otros ocasionados por la mano del hombre, como el incendio de 1898 en que se destruyó todo el santuario de la Virgen de Arantzazu en el Convento de San Francisco de Lima y que decretó finalmente el cierre de su Cofradía hasta los tiempos presentes.

Parece que la historia de la Virgen original, en el municipio de Oñate, tuviera sorprendentes paralelos con su copia venerada en el convento de los franciscanos limeños. Testimonios históricos, algunos de ellos trabajosamente exhumados, dan cuenta de incendios que destruyeron capillas, altares e incluso las propias imágenes de la patrona vasca. Pero nada de ello disuadió ni disminuyó la fe de los vascos en el Nuevo Mundo, y tuvo que ser una confluencia de muchas desgracias —una guerra de por medio entre el Perú y Chile, terremotos y un grave incendio— los que finalmente determinaran el cierre final de la Cofradía de Lima a finales del siglo XIX.

Un incendio en 1898 destruyó todo el santuario de la Virgen de Arantzazu en el Convento de San Francisco de Lima.

Han sido sacerdotes franciscanos (no podía de ser de otro modo) los que dieran cuenta de estas historias. Jon Guarrotxena, Director de la Euskal Etxea de Lima, hace tres décadas, rescató por ejemplo el perdido libro del P. Juan de Ayllón, publicado en 1647, donde encontró precisiones incontrastables acerca del culto a la Virgen de Arantzazu en Lima, que tuvo primacía y sirvió de modelo a otros similares que después se instauraron por inmigrantes vascos en México, Chile y otros países. Hasta entonces se consideraba que la palabra autorizada sobre la Virgen era la del P. Juan de Luzuriaga quien publicó en 1686 en México su libro “Paraninfo celeste”.

La réplica de la Virgen de Arantzazu a la que se rendía culto en Lima era copia directa de la aparecida entre espinos en los montes de Oñate, según la tradición. Cuando la efigie llegó a Lima la Cofradía (Hermandad de fieles) ya estaba formada y su arribo a Lima constituyó todo un acontecimiento.

El Padre Juan de Ayllón había nacido en Lima y había vestido el hábito franciscano a muy temprana edad, como era usual en esas épocas. Alcanzó la categoría de Predicador Mayor del convento de San Francisco en Lima, Procurador General de Corte de todas las provincias franciscanas del Perú y Definidor de la Provincia de los Doce Apóstoles. Aunque era cultor del gongorismo, es decir con un lenguaje culterano y rebuscado, difícil de entender sobre todo al versificar, en su libro sobre la Virgen de Arantzazu lo que importan son los datos históricos.

Precisa, por ejemplo, que una vez fundada la Cofradía en 1612 los 105 suscribientes de la misma señalaban que los propósitos de esa hermandad no era solo religiosa sino también de caridad y socorro, celebrarían funerales de los cofrades dándoles sepultura en la cripta de la capilla, sin que nadie tuviera privilegios de entierro particular, y que la misma igualdad se observaría en las Juntas, dándose preferencia a los sacerdotes y ancianos. Visitarían a los enfermos de la hermandad ayudándoles económicamente en caso de necesidad, y visitarían también las cárceles procurando asistir tanto judicial como económicamente a los presos de la hermandad y a otros originarios de las provincias vascas, entre las cuales también se incluía a Navarra. Otros fines eran ayudar a acomodarse a los vascos recién llegados, y socorrerían a las huérfanas para que pudieran reunir la dote para casarse o ingresar a establecimientos religiosos, siendo preferidas las hijas de los hermanos de la Cofradía.

Todos estos principios establecidos en la cofradía de Lima se hicieron norma en las que después se establecieron en el resto de América.

La réplica de la Virgen de Arantzazu a la que se rendía culto en Lima era copia directa de la aparecida entre espinos en los montes de Oñate.

Testimonios contenidos en el libro referido señalan que el altar (retablo) y la Capilla de la Virgen de Arantzazu eran “en lo grande majestuosa, perfecta en el arte y pulida en los cuerpos”. Se detalla incluso que la copia de la Virgen original de Arantzazu costó 12 mil pesos al rico comerciante tolosano Juan de Urrutia, que la efigie llegó a Lima en Octubre de 1646 y que fue entronizada en una solemne ceremonia, “hallándose en la comitiva el Virrey, la Audiencia, Tribunales, ambos Cabildos, representantes de Ordenes religiosas e innumerable pueblo”.

Volviendo al presente

Para conmemorar estos hechos históricos la vieja Cofradía de la Virgen de Arantzazu se reabrirá simbólicamente este año con la presencia de descendientes vascos residentes en Lima. Habrá Misas y otros actos religiosos, que puntualizarán lo importante que fue esta señera cofradía vasca establecida en América y que hasta hoy ratifica los antiguos lazos entre el Perú y el país vasco

Se viene preparando también un acto académico de trascendencia que tendrá lugar en octubre. En dicho acto participarán historiadores y estudiosos de las relaciones peruano-vascas, algunos de ellos venidos del propio país vasco, pero previamente se habrá editado un volumen con una visión general y actualizada de la historia de la Cofradía de Arantzazu de Lima, situada en el contexto de la formación de otras cofradías similares en toda la América española, así como en la evolución histórica de la presencia vasca en la formación y desarrollo del Perú.

El mundo vasco presente, ahora y siempre.