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DORIS GIBSON PARRA Y FRANCISCO IGARTUA ROVIRA

DORIS GIBSON PARRA Y FRANCISCO IGARTUA ROVIRA
FRANCISCO IGARTUA CON DORIS GIBSON, PIEZA CLAVE EN LA FUNDACION DE OIGA, EN 1950 CONFUNDARIAN CARETAS.

«También la providencia fue bondadosa conmigo, al haberme permitido -poniendo a parte estos años que acabo de relatar- escribir siempre en periódicos de mi propiedad, sin atadura alguna, tomando los riesgos y las decisiones dictadas por mi conciencia en el tono en que se me iba la pluma, no siempre dentro de la mesura que tanto gusta a la gente limeña. Fundé Caretas y Oiga, aunque ésta tuvo un primer nacimiento en noviembre de 1948, ocasión en la que también conté con la ayuda decisiva de Doris Gibson, mi socia, mi colaboradora, mi compañera, mi sostén en Caretas, que apareció el año 50. Pero éste es asunto que he tocado ampliamente en un ensayo sobre la prensa revisteril que publiqué años atrás y que, quién sabe, reaparezca en esta edición con algunas enmiendas y añadiduras». FRANCISCO IGARTUA - «ANDANZAS DE UN PERIODISTA MÁS DE 50 AÑOS DE LUCHA EN EL PERÚ - OIGA 9 DE NOVIEMBRE DE 1992»

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«Cierra Oiga para no prostituir sus banderas, o sea sus ideales que fueron y son de los peruanos amantes de las libertades cívicas, de la democracia y de la tolerancia, aunque seamos intolerantes contra la corrupción, con el juego sucio de los gobernantes y de sus autoridades. El pecado de la revista, su pecado mayor, fue quien sabe ser intransigente con su verdad» FRANCISCO IGARTUA – «ADIÓS CON LA SATISFACCIÓN DE NO HABER CLAUDICADO», EDITORIAL «ADIÓS AMIGOS Y ENEMIGOS», OIGA 5 DE SEPTIEMBRE DE 1995

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LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU

LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU
UNIVERSIDAD DEL PAÍS VASCO

LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU

LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU
UNIVERSIDAD DEL PAÍS VASCO

«Siendo la paz el más difícil y, a la vez, el supremo anhelo de los pueblos, las delegaciones presentes en este Segundo Congreso de las Colectividades Vascas, con la serena perspectiva que da la distancia, respaldan a la sociedad vasca, al Gobierno de Euskadi y a las demás instituciones vascas en su empeño por llevar adelante el proceso de paz ya iniciado y en el que todos estamos comprometidos.» FRANCISCO IGARTUA - TEXTO SOMETIDO A LA APROBACION DE LA ASAMBLEA Y QUE FUE APROBADO POR UNANIMIDAD - VITORIA-GASTEIZ, 27 DE OCTUBRE DE 1999.

«Muchos más ejemplos del particularismo vasco, de la identidad euskaldun, se pueden extraer de la lectura de estos ajados documentos americanos, pero el espacio, tirano del periodismo, me obliga a concluir y lo hago con un reclamo cara al futuro. Identidad significa afirmación de lo propio y no agresión a la otredad, afirmación actualizada-repito actualizada- de tradiciones que enriquecen la salud de los pueblos y naciones y las pluralidades del ser humano. No se hace patria odiando a los otros, cerrándonos, sino integrando al sentir, a la vivencia de la comunidad euskaldun, la pluralidad del ser vasco. Por ejemplo, asumiendo como propio -porque lo es- el pensamiento de las grandes personalidades vascas, incluido el de los que han sido reacios al Bizcaitarrismo como es el caso de Unamuno, Baroja, Maeztu, figuras universales y profundamente vascas, tanto que don Miguel se preciaba de serlo afirmando «y yo lo soy puro, por los dieciséis costados». Lo decía con el mismo espíritu con el que los vascos en 1612, comenzaban a reunirse en Euskaletxeak aquí en América» - FRANCISCO IGARTUA - AMERICA Y LAS EUSKALETXEAK - EUSKONEWS & MEDIA 72.ZBK 24-31 DE MARZO 2000

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martes, 18 de junio de 2013

FONDO EDITORIAL REVISTA OIGA

Ilustre Hermandad Vascongada de Nuestra Señora de Aránzazu de Perú 

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Ilustre Hermandad Vascongada de Nuestra Señora de Aránzazu de Perú 

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Ilustre Hermandad Vascongada de Nuestra Señora de Aránzazu de Perú 

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Ilustre Hermandad Vascongada de Nuestra Señora de Aránzazu de Perú 

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Ilustre Hermandad Vascongada de Nuestra Señora de Aránzazu de Perú 

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Ilustre Hermandad Vascongada de Nuestra Señora de Aránzazu de Perú 

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Ilustre Hermandad Vascongada de Nuestra Señora de Aránzazu de Perú 

FONDO EDITORIAL REVISTA OIGA

Ilustre Hermandad Vascongada de Nuestra Señora de Aránzazu de Perú 

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                                                  Ilustre Hermandad Vascongada de Nuestra Señora de Aránzazu de Perú 

martes, 12 de marzo de 2013


Cien Años cumple en el Perú la misión pastoral vasca de la Congregación Pasionista

Jhon BAZÁN AGUILAR    

En pocas semanas se cumplirán CIEN AÑOS de una gesta evangelizadora hecha por vascos que no tiene precedente, pues quienes hasta hoy la protagonizan fueron y son hombres decididos a todo, cuyas únicas armas son una cruz y la palabra convincente, aparte de una renunciación casi perpetua a lo que la mayoría consideramos buena vida. Son los misioneros de la Orden Pasionista, una congregación cuyos primeros soldados partieron de Bilbao en diciembre de 1912 y empezaron su obra sacra en la Amazonía peruana cuatro y medio meses después, luego de interminable viaje.

Eran doce, como los apóstoles de Cristo, y eso han seguido siendo año tras año, década tras década: apóstoles y soldados de la fe, que han venido superando no solo lo desafiante de esa floresta indómita sino también las propias reglas de la Iglesia, que en un momento dado estuvo a punto de terminar con su apostolado, porque de acuerdo a las reglas de la Congregación no podían ejercer donde ya otros religiosos tenían presencia oficial a través de parroquias.

Tuvo que intervenir el Papa de entonces para encontrar una solución salomónica. Si bien los pasionistas no podían predicar en la diócesis de Chachapoyas, un esforzado religioso, Monseñor Emilio Lisson, logró que la Santa Sede creara una Prefectura Apostólica Misional, colindante con la de San Martín, y que esta fuera encomendada a los pasionistas.

Fue así que en 1917 continuó la obra, que hasta ahora se mantiene con gran esfuerzo y sacrificio, pues los misioneros pasionistas no son de esos cómodos religiosos que se mueven en ciudades, con parroquias establecidas, impartiendo sacramentos en lugares tranquilos, gozando de buenas limosnas y soporte de la feligresía, cuando no conduciendo colegios de buen nivel que rivalizan incluso con los más encopetados centros educativos privados.

No, los primeros pasionistas que llegaron en 1913 no sabían siquiera a donde venían, ni lo agreste del entorno pese al verdor permanente. Sin caminos que seguir, y solo con la guía de Dios, tenían que adentrarse en territorios desconocidos, en viajes de seis y siete días, según lo ha testimoniado en cartas Monseñor Lisson:

“Para ellos no había caminos difíciles, a pesar de que algunos han sido de seis y siete días a pie, con barro a la rodilla; ni delicadeza de alimentos, habiéndose contentado con lo que podían darles en estas regiones retrasadas; ni esmero en la cama o en el mueblaje, habiendo sido con frecuencia la cama una mala estera y los muebles, los troncos de los árboles” narraba Monseñor Lisson, quien era el obispo de Chachapoyas y quien había hecho la invitación a la orden pasionista para iniciar su misión.

Y agregaba más adelante: “No creo que en las misiones de otras partes sufran los misioneros más privaciones que las que aquí han soportado los pasionistas. La obra va produciendo sus frutos; mi deseo es que éstos sean estables y se extiendan más y más”.

Eran tiempos difíciles y lo siguen siendo ahora, pero la vocación evangelizadora sigue siendo la misma.

Hace poco nomás en Lima celebramos el Cuarto Centenario de la fundación de la Cofradía de Nuestra Señora de Arantzazu, por vascos, en Lima; y los padres pasionistas estuvieron a nuestro lado, en lo religioso y en lo cultural, representados por el Padre Antonio María Artola Arbiza, un académico de primer orden, catedrático emérito de Sagrada Escritura en la Facultad de Teología de la Universidad de Deusto. Actualmente enseña en la Facultad de Teología Redemptoris Mater de la Provincia Constitucional del Callao, y en la Facultad de Teología Civil y Eclesiástica de Lima.

Hicimos incluso un peregrinaje hasta Yurimaguas, donde se encuentra la sede de la Orden, donde fuimos atendidos por el Provincial Monseñor José Luis Astigarraga Lizarralde, C.P., quien nos entregó una emblemática efigie de nuestra Señora de Arantzazu traída en el siglo pasado del País Vasco; y que llevada a Lima presidió los eventos conmemorativos, e incluso un conversatorio histórico con la presencia de reconocidos intelectuales del mundo vasco y latinoamericano.

Siguiendo la idiosincrasia tenaz del pueblo vasco, los religiosos pasionistas siguen haciendo una gran obra en el Perú.

Inicialmente la tarea se realizaba desde una Prefectura Apostólica, la cual con el tiempo derivó en un Vicariato Apostólico a cargo de un obispo.

Al momento de crearse la Prefectura se señaló textualmente: «La confiamos a la Congregación pasionista.» y cuando la Prefectura Apostólica fue elevada a Vicariato se dijo: «Queremos que en adelante siga también... a cargo de los misioneros de susodicha Congregación de los clérigos descalzos de la Santísima Cruz y Pasión de nuestro Señor Jesucristo, que han venido laborando en esta región con tanto celo.»

Eso es lo que siempre han demostrado los misioneros de la Cruz en el Perú: celo, entrega total a su misión apostólica, siguiendo la huella de los doce primeros, uno de los cuales incluso entregó su vida al encarar su tarea, muriendo ahogado en uno de los caudalosos ríos de la selva peruana.

Eso es lo que ha rescatado y destacado en su momento Monseñor Miguel Irízar Campos, sacerdote vasco, quien en el Perú ha efectuado una obra monumental, y que en el Cuatricentenario de la Cofradía de N.S. de Arantzazu en Lima cumplió un rol fundamental.

Es pues digno de destacarse estos primeros cien años de presencia pasionista en el Perú, una presencia silenciosa pero efectiva, pues la palabra y la obra de Dios ha llegado a lugares ignotos, donde solo la persistencia y entrega de estos religiosos ha podido alcanzar.

La partida de los primeros misioneros desde su casa matriz de Bilbao se produjo en diciembre de 1912. Iniciaron el cruce del Atlántico el primer día de enero de 1913, y solo llegaron a Tarapoto el 17 de mayo de ese año.

Estamos ya pues viviendo el Primer Siglo de esta gesta poco conocida. Reconozcamos tan tesonera labor y rindamos homenaje a quienes desde 1913 vienen dando muestras de histórico desprendimiento. Desde estas páginas les tributamos un merecido tributo de admiración.

660 zenbakia
2013 / 02-27 / 03 – 13

Fuente:
EUSKONEWS
FONDO EDITORIAL PERIODISTICA OIGA
ILUSTRE HERMANDAD VASCONGADA DE NUESTRA SEÑORA DE ARANTZAZU
COFRADIA VASCONGADA DE NUESTRA SEÑORA DE ARANTZAZU DE LIMA

domingo, 18 de noviembre de 2012

HERMANDAD DE NUESTRA SEÑORA DE ARANTZAZU DE LIMA 1612-2012


EUSKONEWS
558 zenbakia
2010 / 12 / 10-17

Arantzazu Amezaga / Escritora


Josemari VELEZ DE MENDIZABAL AZKARRAGA

Son múltiples las razones que una persona tiene para considerarse de un lado o de otro, aun habiendo nacido y crecido en lejano escenario. Qué decir tiene que, a pesar de la distancia geográfica, la persona puede crecer desde el primer momento abrazada a una causa ajena al lugar en que se desenvuelve. Y hay muchísimas razones para que dicha persona se implique activamente en el desarrollo y vivificación de la razón existencial que ha movilizado su entorno familiar, haciendo de ello el leitmotiv de su vida.

Vd. es hija del exilio vasco de la posguerra, nacida en Argentina, ¿por qué no nos hace un breve resumen de su vida hasta llegar a Alzuza?
Es difícil resumir brevemente 67 años. Nací en Buenos Aires en 1943. Mis padres habían salido en 1941 de Marsella, en el último barco mercante que pudo surcar el Mediterráneo en plena guerra mundial, el Alsina, y después de quince meses, que son muy comentados en el mundo del exilio, y tras dos barcos más, llegaron a Buenos Aires en el vapor Río de la Plata. Solían decir mis padres que yo nací a los nueve meses de tocar ellos tierra firme. Yo era la tercera de sus hijas y habían dejado las dos primeras en Europa, con mi abuelo y tíos. A los nueve meses de edad mis padres se trasladan a Montevideo, Uruguay, porque allí se celebra la Gran Semana Vasca. Fue un evento cultural muy importante para los exilados, porque por vez primera van a desfilar por las calles de una ciudad americana con la ikurriña, junto a las banderas de Uruguay, Chile y Argentina. Son recibidos por el Presidente de Uruguay, Juan José Amezaga. Fue un acto muy interesante para la autoestima tan frustrada, tan derrotada del pueblo vasco en ese momento.

Se exponen libros de la editorial Ekin, se presenta el libro del Lehendakari Aguirre, “de Gernika a Nueva York, pasando por Berlin”, que se agota, se hacen exposiciones, mi padre da conferencias sobre cultura vasca... Es decir, salíamos del patrón de pastores que teníamos en América del Sur, para convertirnos en una colectividad con cultura propia y al mismo tiempo con un exilio claramente político. Los vascos que habían llegado antes, con motivo de las carlistadas, habían ocultado ese carácter de su exilio.
Viví trece magníficos años en Uruguay. He escrito el libro “Memorias de Montevideo” donde expongo mi agradecimiento por haber vivido en libertad. En el año 1955, viendo quizás lo que se avecinaba para aquellos países, mi padre decide trasladarse a Venezuela y allí viví mis siguientes diecisiete años, también extraordinarios, porque conocí la libertad venezolana. La salida de la dictadura de Pérez Jiménez a la hechura de la democracia. Fue una enseñanza de primer orden. En el Centro Vasco de Caracas conocí a Pello Irujo, me enamoré y me casé con él. Tuve mis primeros tres hijos y allí tengo mis primeros amigos con los que todavía me relaciono por Internet. En Venezuela estudié Biblioteconomía, con currículo sajones, en régimen nocturno, en la Facultad de Humanidades de la Universidad Central. Yo para entonces trabajaba de día como oficiala en una biblioteca, y a las cuatro de la tarde comenzaba en la Universidad y llegaba a casa a las once de la noche. Tenía veinte años. Suelo decir que mi licenciatura me la gané de verdad. Y ejercí mi carrera. Trabajé en la Embajada de Estados Unidos, en el programa específico del Presidente Kennedy “La alianza para el progreso”. Fue una labor extraordinaria, a través de la cual distribuíamos libros a granjas escuelas del interior de Venezuela, organizando sus bibliotecas. Tuve una oferta para trabajar en la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos, a la sección de libros vascos, que estaba por organizar. Dije que no. Tenía mi novio, tenía mis padres, y rechacé. Hace pocos días, viendo un programa de televisión acerca de esa Biblioteca, cuando ya no tengo ni a mi marido ni a mis padres, pensé “ahora es el momento de ir para allá...”, pero ya no puedo.

La vida es elección constante y en aquel entonces Vd. primó la familia sobre todo lo demás. Ha pasado muy por encima por la figura de su padre, Bingen Amezaga, hombre de vasta cultura, vascófilo, escritor... No se puede negar que dejó una impronta en Vd...
Muchísima. Mi padre fue mi tutor. El exilio es muy duro en el plano emotivo, aún más en gente que lo ha intelectualizado, como era el caso de mi padre. Era abogado y dominaba siete idiomas. Económicamente también era duro. Mi madre tuvo con cuarenta años sus tres últimos hijos, ya que después de mí vinieron dos hermanos. Y ello supuso que mi padre me llevara con él a todas partes. Él daba sus conferencias en el Euskal Herria de Montevideo, y hacía también panegíricos de exiliados vascos de la última carlistada que morían en Uruguay deseando que alguien pronunciara la elegía fúnebre en euskera. Plantaba retoños del árbol de Gernika en los asentamientos vascos. Yo le acompañaba casi siempre.

Cuando más adelante las monjas dominicas del Colegio donde yo estudiaba le dijeron que en mí veían una cierta inclinación a la escritura y a la lectura, mi padre se alegró muchísimo, y fui su alumna. Era como tener la universidad a los diez años. Es curioso, porque él me introdujo en la literatura femenina. Me hace conocer a Jane Austen, a las hermanas Brontë,... pero también a Sor Juana Inés de la Cruz, poetisa mexicana hija de vasco, Asbaje, autora en el XVII de las famosas redondillas, auténtico manifiesto femenino. Y a la Monja Alférez. Mi padre me regaló a los diez años un libro preciosísimo de edición del año 1810, libro sagrado para mí por su valor sentimental, con la supuesta biografía de la Monja Alférez. Me enseñó a leer los griegos. Me hablaba, porque los traducía al euskera, sobre Hamlet, Macbeth,... sobre Shakespeare; saltábamos a Oscar Wilde, a John Keats etc. Aquello para mí era magnifico. Fui una niña movida, que me gustó correr, jugar y sobre todo andar en bicicleta. Pero mi parte cultural la ocupaba fundamentalmente mi padre. Y eso sucedió hasta que lo perdí, cuando yo tenía veinticinco años. Pero él ha seguido conmigo.

Como sigue con Vd., desde el momento que lo conoció en Caracas, su marido. Él la entronca a Vd. con la familia Irujo y la convierte en una observadora y testigo más cercano aún del acontecer en nuestro país, por lo menos políticamente hablando y la introduce en lo que podríamos denominar resistencia vasca...
Estoy viendo a Pello, el día que le conocí. Venía yo de Uruguay y subía por primera vez las escaleras de Eusko Etxea de Caracas, del Centro Vasco, que es arquitectónicamente hablando un caserío erigido en un cerro venezolano. Lo vi allí, y creo que me enamoré en el mismo instante. Yo tenía quince años y tuvimos un noviazgo largo y luego un matrimonio que a mí me ha parecido corto. Pero han sido cincuenta años de una convivencia total. Con una gran comunicación y la entrega absoluta en llevar adelante a nuestros hijos. Los tres que nacieron en Caracas y el “tardanico” que nació en Iruña.

Al conocer a Pello Irujo mi vida se enriqueció notablemente porque era un hombre de una fuerte personalidad, que decía lo que creía. Estaba involucrado en la causa de la resistencia vasca. Yo en el exilio contemplo tres obras básicas: el mantenimiento del Gobierno Vasco, que fue realidad gracias a la contribución monetaria de los vascos de América; la segunda es la Editorial Ekin, que se funda con Ixaka Lopez-Mendizabal y Andrés Irujo; y la tercera es Radio Euzkadi-Euzkadi Irratia, sita en Venezuela, que la funda y la conforma un grupo de jóvenes del exilio, pertenecientes a la siguiente generación. Allí estaba mi marido, junto a Iñaki Anasagasti, Jokin Intza, Jose Joakin Azurza, Joseba Elosegi y Xabier Leizaola. Es el grupo nuclear que continúa hasta que trece años después se dan los primeros pasos de libertad en Euskadi, y la última emisión se produce desde el Polideportivo Amaya de Pamplona. Le corresponde a Pello, que era su gran locutor, dar por finalizada aquella Radio Euzkadi, clandestina emitiendo desde la selva venezolana, con el beneplácito de las autoridades venezolanas. Fue una actividad tremenda, ya que hubo que trabajar en una hacienda abandonada, que hubo que desarbolar para montar las dos columnas inmensas donde se radiaban los mensajes hacia la Euskadi sometida a la dictadura. Desde allí se promueven los Aberri Eguna, se publican libros, se emite propaganda que se trae a la península, se edita por primera vez en castellano el libro de George Steer “El árbol de Gernika”...

Por lo que sé, Vd. también participó de alguna manera en aquella radio, si bien en labores de detrás del micrófono, para que su acento no les delatara...
Absolutamente. En la primera prueba caí y entonces me tocó escribir, que es lo mío. Sobre todo en ese tiempo tuve más contacto con Elosegi, que era, digamos, el director intelectual de la radio. Iñaki Anasagasti era el periodista, y yo colaboraba cuando me lo pedían. Radio Euzkadi, y lo digo ahora sin rubor, fue algo de un idealismo, de un valor, de una generosidad sin límites. Lo dieron todo desde el lado intelectual... y físico, porque aquellas torres las erigieron ellos. Además del aspecto económico, que también había que procurarse. Se le llamó “La Txalupa” porque se hizo correr el bulo de que emitía desde un barco que andaba por el mundo. La Embajada de España se quejó una vez más de las actividades de los vascos y una vez más el gobierno de Venezuela apagó aquella voz de malquerencia con que siempre nos han perseguido. Porque también debo decir que los vascos en su exilio debían enfrentarse a la fama que la Embajada de España trababa de endosarles, de rojos, de masones. Algo que repercutía en temas como alcanzar un empleo. ¡Como si esa característica tuviera algo que ver con ser o no buena persona! En algunas ocasiones tuvieron éxito esas campañas.

Son muchos años de exilio. ¿Es más duro mirar a Euskal Herria desde América o es más difícil vivir aquí?
El exiliado vasco debe tomar una decisión dura: quedarse e integrarse —decisión muy respetable— o partir e instalarse e integrarse en Euskadi. Tengo que decir que soy una enamorada de América, la quiero. He estudiado humanidades, con lo cual me he integrado más en la personalidad cultural y anímica de América. Yo dejé llorando Uruguay y llorando dejé Caracas, porque veía lo que dejaba, y lo apreciaba. El vasco que se queda en América se queda añorando, y para él Euskadi es perfecta. Desde allí, las galernas son galernas... pero no tanto. No hay nada más rico que la manzana de un caserío vasco... ni tradiciones mejores que las vascas. Él se queda con esa añoranza, con esa idealización. Nos ven hacer política —y ahora hablo desde mi posición actual— y lo ven con dolor. No entienden que nos peleemos entre nosotros. Esa es una óptica.

La otra es que, cuando llegué en 1972 y venía con treinta años de América en mis espaldas, con mi añoranza de mi padre ya fallecido y la de mi propia familia Irujo, muy importante en mi vida, yo tenía que ser vasca del todo. Pero no podía ser, porque el país no te deja completar esa otra fase de tu personalidad. Y pensé que mis hijos lo iban a lograr. Y así ha sido: los cuatro son euskaldunes, sueño que tanto Pello como yo manteníamos y que, por supuesto, era el delirio de mi padre. Y es difícil vivir en Euskadi, pero también tiene cosas muy buenas. Cuando has conocido otros mundos estás siempre comparando, y dices “esto en Venezuela o en Uruguay no ocurriría”, pero pienso que la vasca es una sociedad en debate continuo y creo que hemos logrado bastante sobre lo que habían perdido nuestros antepasados, y creo que el camino está en marcha. Y si el proceso de paz que estamos viviendo logra un final feliz donde no haya ni vencedores ni vencidos, creo que podremos vivir en Euskadi. Siempre con debate, porque al vasco le gusta debatir. Pero, eso sí, con un debate menos agrio, donde no tengamos enemigos, en todo caso adversarios.

Vd. vuelve y no lo hace a Bilbao ni a San Sebastián, sino a Navarra. Estamos a las puertas de 2012, que —entre otras— conmemora la conquista de Navarra por el Rey Fernando... y su incorporación a Castilla. ¿Hay algo que recordar?
Hay que recordar todo. Porque pienso que lo que se ha escrito sobre historia de Navarra, excepto Campion, Montiano —en algún libro— no es la verdad. Hay que recordar cómo fue invadida Navarra por un ejército ajeno, aprovechando la debilidad del Reino de Navarra, a quien ya Castilla le había arrebatado el mar, a través de Bizkaia y Gipuzkoa, se quedó con Alava, además. No son conquistas anexionadas alegremente, y si lo fueran seríamos el primer caso en la historia mundial. Esto hay que recordarlo, hay que hacer vivencias, hay que dar testimonios, de lo que fue para Navarra su conquista. Era un reino, casi el primero de Europa, que nace contra las apetencias imperialistas de Carlomagno. Nace casi en la batalla de Roncesvalles, de Orreaga, la única gran derrota de Carlomagno. Es un reino que tiene su lengua, su peculiar sistema de fueros, aspectos sociales que en muchos aspectos, al producirse la revolución francesa, los vascos ya los teníamos asumidos a través de nuestros fueros.

A Navarra la pierde, no solamente la falta de mar, sino la falta de conocimiento de guerra que sí tiene Castilla, que es un pueblo guerrero. Y superpoblado. Castilla ya estaba avezada, había conquistado Granada. Había conquistado América. Y viene con unas armas de guerra, una preparación militar de las que Navarra carecía: Se estaba defendiendo en sus castillos, imposible de defender ante los cañones. Intenta sublevarse. Sus reyes Catalina y Juan van llorando desde Iruña hasta Donibane Garazi, y se refugian en la parte norte de Navarra donde perdura el reino hasta Enrique III de Navarra y IV de Francia. Se dice que en el casamiento de Juana de Albret, madre de Enrique, se utilizaron monedas representativas de las merindades navarras, que querían demostrar la querencia de reunificación del Reino de Navarra.

Vd. está escribiendo sobre ello ¿Es más fácil escribir historia novelada que transmitir la historia a las nuevas generaciones?
Los que trabajamos en la historia novelada acudimos a la historia. Por defecto profesional, yo hago línea de tiempo. Tengo un archivo con fichas de los temas que me ocupan en mis novelas, que han sido el siglo XVIII y XIX. Prácticamente tengo día por día del siglo. De ahí trabajo mis novelas. Esas fichas están elaboradas a partir de lo que me ofrecen los historiadores. Creo que lo que tiene de bueno la novela histórica es que hace más fácil para la gente de hoy, que no tiene tiempo, saber algo de historia. La novela histórica es un recurso, fácil. Pero tienes que tener fe en lo que te procuran los historiadores. A mí no me han cogido un gazapo. Luego se pueden novelar determinados aspectos, como los amoríos que tengan determinados personajes, a los que mezclas con personas reales. Yo tengo como personaje de mis novelas a Simón Bolivar, porque lo conozco muy bien. O a Humboldt. Y los voy introduciendo dentro de personajes de ficción, pero siempre pensando cómo comían, cómo vestían, cómo era la vida cotidiana. Eso hay que estudiar, y la base son los historiadores.

Me ha llamado la atención, y me ha hecho sonreír, que en su novela “Paraquaria” diga que en las misiones jesuíticas de América del Sur —Paraguay, Uruguay, Argentina...— sólo se hablaba guaraní y euskera. ¿No es un poco novelesco?
¡No! ¡Es verdad! Paraquaria es un lugar donde se encuentra Mesopotamia, en Entrerríos, Argentina y Paraquaria se denomina a la provincia jesuítica, orden religiosa fundada por el vasco Ignacio de Loyola. Y vascos son los que la conforman en grado fuerte. Allá en Paraquaria los jesuitas fundan unas misiones, con un gran contenido religioso, pero también con un gran contenido económico. Por eso las liquidan los reyes de España y Portugal, ya que habían crecido demasiado. El tráfico era de Filipinas al Perú, por el Pacífico; del Perú al Paraguay, y de aquí, a través de los ríos que llevaban al río de La Plata, que era el Parana Guazu, se embarcaban a Europa. Sedas, cacao, especias y demás productos. Ese tráfico estaba en manos de los jesuitas. O sea que no era solo una misión religiosa. ¿En qué hablaban? Si eran vascos hablaban en euskera. Y además respetan la lengua guaraní, que es preciosa, y que dicen que tiene concordancia con la vasca, cosa que yo no lo sé. El padre al que llaman el apóstol de Brasil, José de Anchieta, era primo de Ignacio de Loyola, y hace un diccionario en guaraní y observa que hay semejanzas con el euskera. En las misiones no se hablaba en castellano, lo que se tradujo en queja ante el rey de España. Se hablaba en euskera y guaraní, y esto lo leí en los libros de historia del Uruguay, que no son susceptibles de ser tildados de libros nacionalistas vascos. Eso fue un primer aldabonazo que recibí, cuando estudié la historia de las misiones. El guaraní se mantiene como idioma oficial.

Lo que no es novelesco es su implicación por la libertad de Euskal Herria. Por la justicia para un país que pretende desarrollarse integralmente... Pero no sé si no hay algo de utópico en ese proceder.
A mí me han preguntado en alguna ocasión si creo en el reino de los cielos. Y yo he dicho que sí. Las utopías no sirven cuando no se trabaja por lograrlas. Los vascos no tenemos una utopía. Partimos de una realidad. Tuvimos un autogobierno mediante los fueros, tuvimos un Reino de Navarra, que integraba todos los pueblos vascos. Ahora está el tema de la región de Aquitania y País Vasco, a la que Navarra está tan reacia a entrar en lo que conforma una región de tipo económico dentro de Europa. A mí no me parece una utopía. Si aquí estuviera Simón Bolivar, que por cierto está presente siempre en mi casa, nos diría que cuando él forja la independencia de Venezuela muchos le tildaron de utópico. Estados Unidos rompe con Inglaterra porque no tenía la suficiente representación en el parlamento inglés y por un impuesto que les pareció desorbitado. Y porque tenían una utopía libertaria.

Yo creo que la libertad, la independencia, se da en el hombre y la mujer en cuanto a una realización personal. Por eso no creo que los pueblos, conjunto de hombres y mujeres, podamos dejar de lado ese deseo. Otra cosa es cómo lo realicemos. Creo en la voz, en la palabra. En convencer, no en vencer. Y eso es parte de una educación, parte de lo que he aprendido a lo largo de mis sesenta y siete años de vida. Pienso que Euskadi no se conforma con lo que tiene. Quiere más. ¿Por qué no? Ahora bien, ese más hay que trabajarlo desde la paz, desde el convencimiento.

Yo le quería preguntar por la utopía bolivariana, pero se me ha adelantado. Está claro que en esta casa de Alzuza vive el espíritu de Bolivar, amante e impulsor de los pueblos libres. Simón Bolivar, con pasado vasco de quinta generación. La verdad es que la visión actual bolivariana deja que desear, ¿no?
No es una visión. Es un delirio. Es agarrar una figura que quizás ha sido sacralizada y convertirla en un ariete para una dictadura, que es a lo que va Chavez. Pero lo que subrayo de Simón Bolivar, de quinto abuelo vasco efectivamente —“el viejo Bolivar” como le dicen— es que aunque no hay otro entronque vasco que sepamos, ese abuelo vasco perdura y perdura tanto en la familia Bolivar, una de los mantuanos de Caracas, es decir los criollos elitistas con minas, cacao etc. que Simón Bolivar viene a Bilbao donde está año y medio. Y los que escriben sobre él apuntan que era el ejemplo clásico de un perfil vasco. ¿Por qué? Porque mejor situados de lo que estamos hoy, el ser vasco significaba libertad. Bizkaia y su fuero tenía impronta dentro de América, como algo libertario. Estamos a principios del XIX; ya se ha producido la revolución francesa, se ha creado la república de Estados Unidos, las ideas de la ilustración han tenido influencia en el hombre, devolviéndole su dignidad y ofreciéndole conocimiento. Bizkaia para el mundo americano es un ejemplo de libertad, aunque formaba parte del imperio español. Y eso es lo que Simón Bolivar intenta llevar en sí, el espíritu libertario. Fue una guerra muy difícil, que la gana, pero que la pierde luego, ya que él no quiere ser otra cosa que el ciudadano Bolivar. Muriendo en Santa Marta dice “me va antes el título de ciudadano que el de libertador” Eso es el ejemplo de un hombre que ha tenido que hacer la guerra y que una vez ganada pretende llevar la libertad a través de la justicia.

Me va a permitir volver a un punto anterior. Tuve un gran amigo, que había sido jesuita y a quien de alguna manera la Compañía había enviado al exilio por hablar euskera, —me estoy refiriendo a Iokin Zaitegi, con quien colaboró su padre en la revista Euzko Gogoa, editada en Guatemala— quien me contestó en cierta ocasión al escribir su biografía que Guatemala era un gran país con un gran futuro... No sé si se equivocó Zaitegi o fue la propia realidad del país la que le hizo equivocarse. Desde su experiencia ¿cómo ve Vd. América del Sur?
En este momento la veo con dolor. Veo con dolor ese tren de mercancías que desde Guatemala intenta cruzar la frontera de México con Estados Unidos, donde son muertos en cantidades que desconocemos. Veo con dolor la evolución de Venezuela. No es justa para una Venezuela como la que yo vi en los años sesenta. Argentina, Chile y Uruguay parece que están saliendo y redimiéndose de los pecados militaristas. Pero siempre hay esperanza. La persona tiene que renovarse, la humanidad ha de salir adelante y yo creo que en América hay un problema, que quizás lo encarna Evo Morales, y es la América india. Esta no ha existido en América. Recuerdo todavía estupefacta que en mis clases en la Universidad Central de Venezuela, fue el profesor gallego Santiago Magariños, el que nos trajo el conocimiento de la cultura maya. Nos enseñó una tumba y la momia de un jefe maya, con su collar de jade y su máscara. Yo entonces supe que aquello existía en América, en mi América. Para mí fue una especie de sopor. Tanto lo fue que Pello me llevó a Chichen Itzá, en lo que había sido el reino maya, y me quedé pasmada. Luego estuve en México y en el Machu Picchu, e iba creciendo mi admiración por un pasado americano desconocido. En mi tiempo no se estudiaba eso. Eso es grave. Y el elemento indígena tiene mucho que aportar a América, integrándola. Están las grandes élites blancas, la parte negra que es importante y riquísima en folklore y tradición. Una de mis minitesis que hice en mi carrera fue sobre los instrumentos musicales de Venezuela, donde hay variedad infinita, y por ejemplo en el tambor todos son de origen africano y mantienen el nombre original.

América tiene que recobrar el alma india, el alma negra y el alma blanca, pero en una conjunción. Y ese es el futuro. Yo lloro con Venezuela hoy en día, porque me parece terrible que se tenga que hacer una huelga de hambre como la que lleva el jesuita Jose Maria Korta, a quien conocí allí, para reivindicar una ley india. El indio tiene su ley y hay que armonizarla con la ley general. Para eso están los políticos y los legisladores, para que los seres humanos podamos vivir conforme a nuestras creencias, adaptándonos también por nuestra parte. El indio de Venezuela está muy mal, perseguido. En mi tiempo existía la caza del indio, y supongo que seguirá.

Y trasladándonos a Euskal Herria, ¿hacia dónde cree Vd. que camina este país, que también es cambiante, ya que ni política ni socialmente es el mismo que el que Vd. encontró hace treinta y tantos años?
Una cosa es lo que yo quisiera, que es una Euskal Herria. Quisiera una Navarra identificada en esa Euskal Herria, con Lapurdi y Zuberoa, que tienen también una magnífica historia libertaria. Mi padre era bizkaino puro y mi madre gipuzkoana. Conocí mucho Alava, cuando trabajé en la Biblioteca del Parlamento Vasco. Yo quisiera ese conjunto, unido en progreso social, económico, político. Entiendo que estamos en la Europa de los Pueblos. Por eso quiero para el mío una parcela en esa Europa. ¡Ya está bien de rogar de rodillas que nos den transferencias! ¡Ya está bien de una negativa constante a la unión vasca! Eso no es terrible, sino el anhelo que llevamos durante generaciones. Eso es lo que yo quisiera. No digo que por eso vamos a ser más felices. La felicidad es algo muy extraño de lograr en esta vida.

¿Qué veo? Soy optimista y pienso que vamos un poco por ese camino. Hemos sufrido mucho como Pueblo. En el XIX hubo dos guerras carlistas terribles, una revolución industrial en Bizkaia y Gipuzkoa, desarmados de la ley foral y con inmigración foránea y emigración propia hacia América; luego tuvimos la dictadura militar de Primo Rivera, una guerra civil y franquismo por cuarenta años... Son heridas muy graves a nivel social. Hay pus, todavía. Viendo este proceso de paz actual, vamos a ver si lo podemos lograr. Por eso es importante que no haya vencedores ni vencidos, sino un cierto pacto social de convivencia. Y cada uno de nosotros guardar nuestros fantasmas negativos, que todos los tenemos. Intentar poner la paz por delante, porque en cierto sentido somos privilegiados, estamos mejor que otros pueblos. Armonizar este conjunto de heridas que tenemos presente: las familias de los presos a los que se aplica un castigo injusto, el que tiene algún familiar muerto en la guerra, y como esa tantas y tantas heridas. Debemos poder convivir, hablando. Otros pueblos lo han logrado. También nos vendría bien poner una nota de humor a la acidez.

sábado, 17 de noviembre de 2012

HERMANDAD DE NUESTRA SEÑORA DE ARANTZAZU DE LIMA 1612-2012


EUSKONEWS
646 zenbakia
2012 / 11 / 14-21

Ciga, pintor de esencias y verdades. Intérprete del alma y de la sociedad de su tiempo

Pello FERNÁNDEZ OYAREGUI, Catedrático de Historia de Enseñanza Secundaria, Profesor de Historia del Arte y Secretario de la Fundación Ciga
El objetivo de esta monografía y catálogo, es constituirse en la obra de referencia en el análisis y la interpretación de la obra artística de Javier Ciga. Fruto de una exhaustiva labor de investigación, se ha ahondado en sus circunstancias vitales, compromiso político, además se ha hecho un profundo estudio de contextualización y análisis de su obra en base a los elementos pictóricos, géneros, elementos técnicos, evolución artística, comentario de las obras, magisterio pictórico. La segunda parte está dedicada a la catalogación de la obra, que recoge toda la producción plástica del artista, que en la actualidad superan las 660 obras, cada una de ellas con su ficha catalográfica.

Javier Ciga Echandi (Pamplona - Iruñea 1877 - 1960), por lazos familiares quedará ligado al Baztan, donde pintó paisaje y paisanaje, recreando los tipos y costumbres de este valle.

La obra de Ciga, hunde sus raíces en el Posromanticismo y en el Realismo, del primero tomará su amor a la tierra y a las gentes que inspiraron su obra, del segundo su obsesión por plasmar la realidad, sin caer en el academicismo o el perfeccionismo vacío, logró trascender a lo que verdaderamente es importante y está detrás de la apariencia, que es el ser y la esencia que dan sentido y fundamento a su obra.

Su formación clásica, parte del rigor técnico y del oficio bien aprendido, todo ello afianzado en la Academia de San Fernando, en su etapa madrileña entre 1909 y 1911.
En la estancia parisina completó su formación en las academias (Julian, Grand Gaumière y Colarossi). Así mismo supo extraer lo mejor de la pintura pleinarista, que ya nunca abandonaría, así como técnicas y estilos que van del Impresionismo y Postimpresionismo al Constructivismo cezaniano, de forma muy tamizada y personalizada, de tal manera que quedaron totalmente integrados y sintetizados en su pintura. Participó en el Salón de Primavera parisino de 1914, con su obra El mercado de Elizondo. El estallido de la Primera Guerra Mundial, truncará su posible proyección internacional, volviendo a Pamplona.

Se inicia su etapa de madurez entre 1915 y 1936. Participó en los eventos artísticos más relevantes, Exposiciones Nacionales de Madrid de 1915 en la que presentó Despachando chacolí y 1917 con su gran obra Un viático en el Baztan y realizó una importante y fecunda labor artística, donde destacan La yunta, Sagardian; estas obras como la anteriormente citada El Mercado de Elizondo, son auténticos testimonios de su tiempo, donde se recogen las costumbres y esencias del pueblo vasco que tan vivas se encontraban en Baztan. Desde el punto de vista artístico constituyen verdaderas obras maestras tanto por su dominio del dibujo, complejidad compositiva, perspectiva, color y tratamiento de luces y sombras. Al igual que Velázquez, conseguirá introducir la atmósfera y el espacio real dentro del cuadro.

En esta etapa sobresale el retrato, elevando este género a su máxima categoría, convirtiéndose en el retratista oficial de la burguesía navarra. Continuando con la tradición romántica, le interesaron los fondos neutros pero matizados, la dignificación de sus modelos, captación física y psicológica del retratado. Por medio de la luz, resaltó rostro y manos. La tipología de los retratos es muy amplia, de cabeza, busto, de medio cuerpo, tres cuartos, cuerpo entero (Retrato de mi mujer), de frente, de perfil (Eulalia), ladeados, infantiles (Natitxu, Migueltxo, Felitxu, Niña con uvas) familiares, de distintas profesiones (médicos, abogados, notarios, políticos), autorretratos etc.

En cuanto a las técnicas y géneros, fue rico y variado en su ejecución. De las primeras sobresale el óleo y de los segundos el retrato, la pintura etno-simbólica y el paisaje, en los que dejó claramente demostrada su maestría.

Retrató las individualidades de la élite económica, política, cultural, pero sobre todo dio testimonio de la vida del pueblo y de la cultura que tanto amó en sus múltiples manifestaciones, legándonos un rico documento etnográfico y creando un imaginario iconográfico muy personal. Es en este campo donde Ciga hace su mayor aportación pictórica, superando el costumbrismo para crear la pintura etno-simbólica, donde muestra la vida y cultura de un pueblo en toda su complejidad y donde los elementos simbólicos nos llevan a un mundo más trascendente y esencial.

Además de su faceta de pintor, sobresale la de docente, como maestro de maestros, proyectándose su influencia en la siguiente generación. Durante más de cuarenta años, cual atelier parisino, la Academia Ciga fue un centro vivo de aprendizaje.

Mostró precisión y rigor tanto en el dibujo como en la composición, acertó como pocos en el tratamiento de la perspectiva, consiguiendo representar el espacio real, se sintió atraído por los juegos de luces y sombras. Se empleó con gran cuidado en el color y sus ricas matizaciones, dentro de una esmerada armonía tonal.

Podemos calificarlo como el maestro de la pintura serena, sin ampulosidades ni estridencias. Huye de la artificiosidad y de la complicación fácil. Su principio es la economía de medios, que no sólo define el buen gusto, sino que es el eje que da carta de naturaleza a la pintura de Ciga, donde no falta ni, sobre todo, sobra nada.

Verdad también será su vida y su compromiso ideológico y político con el nacionalismo y con la cultura vasca en general, que formó parte de su existencia vital, aunque por ello tuviera que sufrir las graves consecuencias que le llevaron a sufrir los malos tratos y la cárcel durante año y medio (1938-39), teniendo consecuencias muy negativas para su evolución pictórica, que da paso a la última etapa (1940-1960), en la que su capacidad creativa y maestría pictórica sufren una considerable merma acorde con su decadencia vital.

Ciga es el mejor exponente y la mayor aportación a la pintura vasca desde Navarra, constituyendo un genuino nexo de unión de estas dos maneras de pensar y de ser. Muchos apelativos ha recibido nuestro pintor en torno a esta idea, pero el que mejor le define es el de “paradigma de la pintura vasca en Navarra”, ya que son estas dos realidades las que conforman el universo de Ciga.

Siguiendo postulados heideggerianos, podríamos decir, que la obra de Ciga posee una dimensión ONTOLÓGICA, ya que ante todo, en su obra late el SER, superando la mera representación de figuras y objetos para llegar a la esencia, entendida como verdad misma. En su obra detrás de la apariencia sencilla, siempre hay un más allá, muy rico conceptualmente hablando. El ser conforma e impregna su obra, dándole un carácter existencialista que nos lleva a calificar su pintura como REALISMO TRASCENDENTE o METAFÍSICO, en su acepción literal del término. Por encima de todo,

Javier Ciga fue PINTOR DE ESENCIAS Y VERDADES E INTÉRPRETE DEL ALMA Y DE LA SOCIEDAD DE SU TIEMPO.

HERMANDAD DE NUESTRA SEÑORA DE ARANTZAZU DE LIMA 1612-2012


EUSKONEWS


Egilea: Pello Fernández Oyaregui
Argitaratzailea: Gobierno de Navarra, 2012
Orrialde kopurua: 511
ISBN: 978-84-235-3304-6

Ezaugarriak: Esta monografía supone una reinterpretación y análisis global de la obra de Ciga, con una puesta al día del significado de la misma, además de una exhaustiva labor de investigación en la elaboración del catálogo.
Javier Ciga Echandi (Pamplona, 1877-1960), por vínculos familiares y pictóricos, quedó ligado al Baztan, donde pintó una y otra vez paisaje y paisanaje, tipos y costumbres.

La obra de Ciga hunde sus raíces en el Posromanticismo y en el Realismo. Del primero tomará su amor a la tierra y a las gentes que inspiraron su obra; del segundo, su obsesión por plasmar la realidad y llegar a la perfección, superando el academicismo. En su estancia parisina incorporaría los nuevos usos y técnicas del Impresionismo, Postimpresionismo y Constructivismo cezaniano, si bien Ciga se mantuvo conscientemente fiel a su ideal estético ligado a la perfección realista y a los grandes valores de la pintura. Ciga fue un pintor de amplio espectro que trató temas, géneros y técnicas muy diversas. También sobresalió en su faceta docente como maestro de maestros.

El ser conforma e impregna su obra, dándole un carácter existencialista que nos lleva a calificar su pintura como realismo trascendente o metafísico. Ciga fue pintor de esencias y verdades e intérprete del alma y de la sociedad de su tiempo.

sábado, 8 de septiembre de 2012

viernes, 11 de mayo de 2012

COFRADIA DE NUESTRA SEÑORA DE ARANZAZU DE LIMA 1612-2012

Euskonews

Kosmopolita

Fernando Belaunde Terry, un hombre superior

Francisco IGARTUA

Introducción de Jhon Bazán

El próximo 7 de octubre se cumplirá el primer centenario del nacimiento de Fernando Belaunde Terry, descendiente de una antigua familia de origen vasco en el Perú. Su muerte, ocurrida el 4 de junio de 2002, no sólo conmovió a la ciudadanía sino que hoy, once años después, su ausencia nos sigue doliendo. Este señorial político que supo ubicarse en su tiempo y situar al Perú en un escenario mundial dominado por la guerra fría y la lucha ideológica entre el capitalismo y comunismo, por el pensamiento cepaliano y la crisis de la deuda externa, brilló por su honradez y agudo olfato, por la prudencia y capacidad creativa, como lo demuestra la enorme obra pública diseminada en todo el territorio nacional, y por su respeto escrupuloso a la libertad de expresión y la tolerancia.

Pocos dignatarios como él han dejado huellas tan profundamente marcadas en la conciencia nacional. Pocos hombres como él se empinaron desde una brillante carrera profesional y la cátedra universitaria hasta una diputación por Lima, y desde el elevado cargo de Presidente de la República (1963-1968 y 1980-1985) hasta la de Senador vitalicio (1985-1992). Este último cargo, creado por la Constitución Política de 1979, fue abolido por la Constitución Política de 1992, impuesta por la dictadura fujimorista.

Su vida es un ejemplo para todos los peruanos, su obra un libro abierto para maestros universitarios y gobernantes, y para todo aquel que decida incursionar en la vida política.

Quizá ha llegado el momento de estudiar y analizar su obra, con la claridad y el desapasionamiento que da el paso de los años, su pensamiento político y el por qué de su entrañable amor al Perú. Fernando Belaunde es, probablemente, uno de los hombres que más y mejor conoció al Perú. Desde las áridas costas hasta los valles y cumbres nevadas de la sierra, desde el inmenso mar de Miguel Grau hasta la ubérrima región selvática con la cual mantuvo un enamoramiento de más de medio siglo.

De no ser por su partida inexorable, su visión de estadista seguiría siendo una luz que ayudase a encontrar el camino correcto en medio de la confusión en la que muchas veces suelen ingresar nuestros débiles gobiernos democráticos.

Hoy que numerosos jóvenes expresan su desazón por la política y los políticos, deberían saber que existieron y existen políticos que trascienden su época, como Fernando Belaunde Terry, uno de los actores más relevantes de la historia política del Perú de las últimas seis décadas, a la que ingresó a los 32 años al salir elegido, en 1945, miembro del Congreso al que se presentó como independiente. Luego, tras el golpe de Estado de Manuel A. Odría, en 1948, se alejó de la política para abrazar la docencia universitaria y en 1956 asumió el liderazgo del Frente Nacional de la Juventud Democrática, movimiento que dio origen al partido Acción Popular que lo llevó dos veces a la primera magistratura del país.

Como homenaje a su memoria, recojo el artículo del periodista de origen vasco Francisco Igartua, titulado “Belaunde y una esperanza traicionada” publicado en el diario “Correo”, de la ciudad de Lima, tras el sensible fallecimiento del ilustre estadista:

Belaunde y una esperanza traicionada

Por Francisco Igartua

Qué podré añadir yo al torrente de elogios que se le han rendido en estos días a Fernando Belaunde Terry? Por lo pronto, añadir que el “arquitecto del nuevo Perú” (que así era anunciado por Miguel Cruchaga en los mítines de los años 50) fue un encendido conductor de multitudes a las que nunca empujó al desborde, porque repugnaba la anarquía y porque, a la vez, era un estadista de gran talla, con aguda visión de futuro y maneras respetuosas y elegantes de gran señor. Nunca insultó a sus adversarios, a quienes jamás trató como enemigos, a lo más los instó a no cometer “el acto impío del suicidio”, consciente de que los excesos políticos conducen a la destrucción de la democracia. Tampoco se le escapaba un exabrupto (creo que ni siquiera en privado), sabiendo que una palabra inconveniente puede desatar tempestades. Sabía escuchar como si no oyera y luego insinuar su parecer con un gesto en la mirada. Gesto que podía ser deseo a cumplirse.

Desde las épocas de Bustamante y Rivero

No seguiré, sin embargo, enumerando sus virtudes porque, repito, muchos lo han hecho antes con mayor autoridad que yo, apenas un testigo (sin compromiso partidario) de la vida política de Fernando Belaunde, desde los tiempos del “Frente Democrático” que llevó a la presidencia a don José Luis Bustamante y Rivero, quien (con Piérola y Fernando Belaunde) completa el trío de abanderados de la democracia, de la moderación y del afán político unitario en el Perú del siglo XX. Me había iniciado yo como periodista en Jornada, el periódico que sería luego vocero del “Frente” que llevaría a Fernando Belaunde al Parlamento. En esas circunstancias lo conocí y me sorprendió la fuerte inquietud social que lo había conducido, escandalizando a la reaccionaria sociedad limeña, a acercarse a los “apestosos” apristas. Sin embargo, el carácter sectario del partido de Haya hizo que Belaunde organizara un grupo independiente dentro del “Frente”. Tiempo después, en el largo batallar contra la dictadura de Odría (batallas en las que Caretas fue adalid), siempre vi a Belaúnde en primera fila, alentando un Perú unido, en el que los partidos no se excluyeran unos a otros (la derecha acusaba a Haya del asesinato de Pancho Graña) y, más bien, manteniendo sus diferencias, contribuyeran unidos a la modernización económica y social del país. O sea, reclamando una democracia real.

Esta idea central y persistente es el gran legado de Fernando Belaunde, quien no se nos ha ido. Ha habido un simple tránsito de su vida corporal a la vida espiritual del Perú, desde donde nos exige esa unidad (dentro de normales discrepancias democráticas) que él quiso lograr y no se lo permitieron las menudas rencillas personales, los fanáticos dogmatismos y los odios irracionales que en estos días, igual que siempre, impiden que se puedan pactar entre todos los partidos, sin exclusiones ni insultos, metas concertadas de gobernabilidad. Las discriminaciones de hoy, más del gobierno que de la oposición, traicionan el mensaje de Belaunde y hacen que los elogios que se le rinden resulten fariseos.

Una anécdota reveladora

Para explicar cuál era el pensamiento de Femando Belaunde sobre la necesaria concertación para lograr que el Perú crezca y se desarrolle, valga el relato de un hecho histórico: En 1963, oficializados los resultados electorales, era evidente que Acción Popular tendría dificultades para gobernar, pues no contaría con mayoría parlamentaria. Esto hizo que algunos dirigentes belaundistas creyeran descubrir la solución en una vieja varita mágica política, ya que entre los elegidos por el odriísmo no faltaban diputados y senadores dispuestos a pasarse al lado gubernamental, a cambio de algunas gollerías. Por ejemplo, había quien se contentaba con que su negocio de juguetes fuera considerado en las compras oficiales de Navidad... La pesca estuvo hecha... Pero Belaunde puso su indignación en el cielo: él había llegado a la presidencia para corregir las corruptelas del pasado y no para perpetuadas. Más bien, lo que se propuso el presidente electo fue plantearles a Odría y Haya la necesidad de que el país ingresara a una etapa civilizada y moderna, con un partido conservador (el Odriísmo), otro de izquierda (el APRA) y uno de centro (AP), sin quitar espacios a las minorías en esa gran concertación. Su propósito era lograr lo que en el 63 el Perú necesitaba y ahora requiere con urgencia: un concreto acuerdo de gobernabilidad.

Yo estuve el día de la respuesta odriísta en Inca Ripac 100, la entonces hermosa residencia de Belaunde, y descubrí allí el extraordinario temple político del arquitecto. Mi curiosidad de periodista, aprovechando la amistad de la casa, me llevó hasta la puerta de la sala donde se desarrollaba la reunión. Asomé la nariz y vi a Belaunde saliendo abatido, desencajado, derrotado. Me hice a un lado. Y salió al corredor radiante, victorioso, muy aplomado. Evidentemente había naufragado su propuesta, pero no podía desalentar el ánimo de sus partidarios que lo esperaban en el jardín.

No faltan quienes lo detestan

Así era en su vida terrena Femando Belaunde Terry, el presidente que modernizó el Estado peruano, dio impulso a la clase media (pilar del desarrollo integral), designó en los años sesenta el 20% del presupuesto para la educación y tuvo la visionaria idea continental de la Marginal, integrada a vías terrestres y fluviales que son “pan para el pueblo”.

No le faltan, sin embargo, detractores, gente que lo detesta y sólo le encuentra defectos. Tienen éstos derecho a pensar así y otros (sin negar que muchas veces se equivocó) tenemos el derecho de recordar con cariño al presidente que ingresó a la política con una gran residencia y terminó en un modesto departamento de una zona populosa de San Isidro, pero no por fracasado sino por haber logrado ser erigido en limpio guía patriarcal del Perú que él soñó y todos anhelamos, aunque sin el amor, la convicción y la tenacidad que él tuvo para despertar esa esperanza de unidad siempre traicionada.

Archivo revista Oiga: Diario “Correo” de Lima, columna “Canta Claro”, del 5 de junio de 2002

viernes, 27 de abril de 2012

COFRADIA DE NUESTRA SEÑORA DE ARANZAZU DE LIMA 1612-2012

Kosmopolita

La contribución de la emigración vasca y navarra al desarrollo socioeconómico de América

José Manuel AZCONA PASTOR

Jesús Ruiz DE GORDEJUELA URQUIJO

El director del Congreso “La contribución de la emigración vasca y navarra al desarrollo socioeconómico de América” Dr. José Manuel Azcona Pastor, profesor titular de la Universidad Rey Juan Carlos y director de la Cátedra Presdeia se complace en invitar a la comunidad académica y a destacados especialistas de ambos lados del mar a presentar la más reciente y relevante investigación en torno a la importante presencia vasca y navarra a lo largo de estos siglos y su profunda impronta en la sociedad y economía americana. Para poder conocer mejor estos estudios, las ponencias se organizarán en torno a varios ámbitos y servirán como encuentro de los especialistas más destacados en la materia. Asimismo el congreso tiene el honor de contar con un destacado comité científico avalado por un elenco de prestigiosos especialistas en distintas áreas del conocimiento en torno a la temática de esta reunión científica.

A pesar de que la presencia vasca y navarra en el continente americano durante el descubrimiento y los primeros años de la conquista y colonización no fue numéricamente importante, al despuntar el siglo XVII el aporte vasconavarro alcanzará progresivamente mayor trascendencia hasta llegar a su cenit a finales del siglo XVIII, cuando los nacidos en estas provincias desempeñarán cargos y oficios de gran relevancia. Las guerras de independencia americanas cambiarán el modelo tradicional de emigración evolucionando hacia una más masificada diáspora. Países como Argentina, Chile, Uruguay y Brasil se convertirán en las nuevas patrias de los miles de vascos y navarros que se embarcaron rumbo a esas tierras; unos lo harán por motivos ideológicos (guerras carlistas) pero la mayoría por razones económicas. Durante ese periodo aparecerá la ominosa figura del enganchador instigador de que miles de emigrantes padeciesen durante largos años deudas interminables que los condenaban a un estado de semiesclavitud. Este movimiento se mantendrá, con los altibajos propios de un flujo tan numeroso, hasta el final de la guerra civil española en el que miles de vascos y navarros se vieron obligados a empezar una nueva vida al otro lado del mar.

Durante la segunda mitad del siglo XX el proceso migratorio sufrirá un freno muy significativo llegando prácticamente a paralizarse gracias en parte al desarrollo económico alcanzado por la comunidad autónoma del País Vasco y Navarra.

Durante la segunda mitad del siglo XX el proceso migratorio sufrirá un freno muy significativo llegando prácticamente a paralizarse gracias en parte al desarrollo económico alcanzado por la comunidad autónoma del País Vasco y Navarra. Sin embargo, esta tónica se está rompiendo como consecuencia de la profunda crisis económica y estructural que sufre el mundo occidental y especialmente España que hace que muchos jóvenes, sobre todo con formación universitaria, fijen sus ojos en el continente americano como solución al desamparo profesional.

Somos de la opinión de que no es posible explicar la Historia de Iberoamérica sin tener en cuenta la aportación vasconavarra en campos tan distintos y variados como los que pretendemos abarcar en este Congreso. Los vascos y navarros y sus descendientes participaron en todos y cada uno de los acontecimientos que jalonan la historia americana destacando en su colonización y desarrollo colonial desde Tierra de Fuego hasta los límites septentrionales de América del Norte. Su impronta en actividades culturales, científicas, políticas, económicas y mercantiles e incluso deportivas hace del estudio de este conjunto de españoles merecedor de nuestras investigaciones. Para ello el congreso se dividirá en distintas secciones con el objetivo de poder abarcar temas tan sugerentes como la participación político-ideológica, el desarrollo socioeconómico, el ámbito industrial y mercantil, el asociacionismo y relaciones con otras colectividades, el ámbito científico, la acción cultural y artística y finalmente la percepción y autopercepción de la emigración vasconavarra.

Las jornadas se celebrarán entre los días 26 al 28 de noviembre de 2012 en el Campus de Fuenlabrada (Madrid) de la Universidad Rey Juan Carlos, con el orden siguiente:

El día 26 el Congreso dedicará sus sesiones al periodo comprendido desde el Descubrimiento a la Independencia de las colonias continentales americanas. El segundo día las ponencias que se presenten abarcarán desde los primeros años del siglo XIX hasta la independencia de Cuba, Puerto Rico y Filipinas; y el último día del Congreso se dedicará a los temas de más actualidad, es decir del siglo XX a nuestros días.

Es intención de este Congreso centrar la atención en aspectos tan novedosos y relevantes como la aportación vasca y navarra a la cooperación al desarrollo y la implantación de empresas con sede en estas dos comunidades autónomas hermanas en Iberoamérica. Asimismo, este I Congreso internacional pretende convertirse en un acontecimiento científico y académico de gran relevancia y repercusión y que a buen seguro ayudará a conocer mejor el significativo papel jugado por los vascos y navarros en la historia de este continente tan cercano a España.

La Cátedra PRESEIA y la Universidad Rey Juan Carlos, fieles a su vocación americanista procederá a la publicación de las ponencias presentadas en este evento en forma de libro y a su distribución en las librerías más importantes de España y América. Así, de este modo pretendemos que este I Congreso Internacional sirva para dar a conocer en el mundo iberoamericano un aspecto tan señalado de la emigración española como es la presencia vasca y navarra en estos países hermanos.

domingo, 25 de marzo de 2012

COFRADIA DE NUESTRA SEÑORA DE ARANZAZU DE LIMA 1612-2012

Cofradía de Nuestra Señora de Arantzazu: EuskonewsKosmopolitaFé entre espinasLa presencia v...: Euskonews Kosmopolita Fé entre espinas La presencia vasca en América se refleja también en el culto a la Virgen de Arantzazu, que este año c...

COFRADIA DE NUESTRA SEÑORA DE ARANZAZU DE LIMA 1612-2012

Cofradía de Nuestra Señora de Arantzazu: EuskonewsKosmopolitaFé entre espinasLa presencia v...: Euskonews Kosmopolita Fé entre espinas La presencia vasca en América se refleja también en el culto a la Virgen de Arantzazu, que este año c...

COFRADIA DE NUESTRA SEÑORA DE ARANZAZU DE LIMA 1612-2012

Euskonews

Kosmopolita

Fé entre espinas

La presencia vasca en América se refleja también en el culto a la Virgen de Arantzazu, que este año cumple cuatro siglos

Jhon BAZÁN AGUILAR

La diáspora vasca por el ancho mundo se refleja no solo en la laboriosidad y terco sentido de la independencia de quienes fueron conquistadores como Pascual de Andagoya, exploradores como Pedro Enrique Ibarreta y Uhagón, o simple gente sencilla e industriosa que se dedicó al comercio y al trabajo con la memoria prendida en los viejos símbolos de la patria ausente, como es el caso de la fe y el culto a la Virgen de Arantzazu que este año cumple en América cuatro siglos de vigencia.

Los cuatrocientos años se cuentan a partir del 13 de febrero de 1612 en que se fundó en Lima la Cofradía de la Virgen de Arantzazu, que a lo largo de casi tres centurias desplegó el culto a la patrona vasca y sentó las bases del mismo; seguida después por cofradías de México y Santiago, según lo hizo reconocer en una histórica precisión en un congreso mundial de las colectividades vascas el periodista peruano de origen vasco Francisco Igartua Rovira.

La historia de esta Cofradía está signada por los avatares propios de una época turbulenta, que supo de guerras y conflictos sociales, cuando no de desastres naturales como terremotos y otros ocasionados por la mano del hombre, como el incendio de 1898 en que se destruyó todo el santuario de la Virgen de Arantzazu en el Convento de San Francisco de Lima y que decretó finalmente el cierre de su Cofradía hasta los tiempos presentes.

Parece que la historia de la Virgen original, en el municipio de Oñate, tuviera sorprendentes paralelos con su copia venerada en el convento de los franciscanos limeños. Testimonios históricos, algunos de ellos trabajosamente exhumados, dan cuenta de incendios que destruyeron capillas, altares e incluso las propias imágenes de la patrona vasca. Pero nada de ello disuadió ni disminuyó la fe de los vascos en el Nuevo Mundo, y tuvo que ser una confluencia de muchas desgracias —una guerra de por medio entre el Perú y Chile, terremotos y un grave incendio— los que finalmente determinaran el cierre final de la Cofradía de Lima a finales del siglo XIX.

Un incendio en 1898 destruyó todo el santuario de la Virgen de Arantzazu en el Convento de San Francisco de Lima.

Han sido sacerdotes franciscanos (no podía de ser de otro modo) los que dieran cuenta de estas historias. Jon Guarrotxena, Director de la Euskal Etxea de Lima, hace tres décadas, rescató por ejemplo el perdido libro del P. Juan de Ayllón, publicado en 1647, donde encontró precisiones incontrastables acerca del culto a la Virgen de Arantzazu en Lima, que tuvo primacía y sirvió de modelo a otros similares que después se instauraron por inmigrantes vascos en México, Chile y otros países. Hasta entonces se consideraba que la palabra autorizada sobre la Virgen era la del P. Juan de Luzuriaga quien publicó en 1686 en México su libro “Paraninfo celeste”.

La réplica de la Virgen de Arantzazu a la que se rendía culto en Lima era copia directa de la aparecida entre espinos en los montes de Oñate, según la tradición. Cuando la efigie llegó a Lima la Cofradía (Hermandad de fieles) ya estaba formada y su arribo a Lima constituyó todo un acontecimiento.

El Padre Juan de Ayllón había nacido en Lima y había vestido el hábito franciscano a muy temprana edad, como era usual en esas épocas. Alcanzó la categoría de Predicador Mayor del convento de San Francisco en Lima, Procurador General de Corte de todas las provincias franciscanas del Perú y Definidor de la Provincia de los Doce Apóstoles. Aunque era cultor del gongorismo, es decir con un lenguaje culterano y rebuscado, difícil de entender sobre todo al versificar, en su libro sobre la Virgen de Arantzazu lo que importan son los datos históricos.

Precisa, por ejemplo, que una vez fundada la Cofradía en 1612 los 105 suscribientes de la misma señalaban que los propósitos de esa hermandad no era solo religiosa sino también de caridad y socorro, celebrarían funerales de los cofrades dándoles sepultura en la cripta de la capilla, sin que nadie tuviera privilegios de entierro particular, y que la misma igualdad se observaría en las Juntas, dándose preferencia a los sacerdotes y ancianos. Visitarían a los enfermos de la hermandad ayudándoles económicamente en caso de necesidad, y visitarían también las cárceles procurando asistir tanto judicial como económicamente a los presos de la hermandad y a otros originarios de las provincias vascas, entre las cuales también se incluía a Navarra. Otros fines eran ayudar a acomodarse a los vascos recién llegados, y socorrerían a las huérfanas para que pudieran reunir la dote para casarse o ingresar a establecimientos religiosos, siendo preferidas las hijas de los hermanos de la Cofradía.

Todos estos principios establecidos en la cofradía de Lima se hicieron norma en las que después se establecieron en el resto de América.

La réplica de la Virgen de Arantzazu a la que se rendía culto en Lima era copia directa de la aparecida entre espinos en los montes de Oñate.

Testimonios contenidos en el libro referido señalan que el altar (retablo) y la Capilla de la Virgen de Arantzazu eran “en lo grande majestuosa, perfecta en el arte y pulida en los cuerpos”. Se detalla incluso que la copia de la Virgen original de Arantzazu costó 12 mil pesos al rico comerciante tolosano Juan de Urrutia, que la efigie llegó a Lima en Octubre de 1646 y que fue entronizada en una solemne ceremonia, “hallándose en la comitiva el Virrey, la Audiencia, Tribunales, ambos Cabildos, representantes de Ordenes religiosas e innumerable pueblo”.

Volviendo al presente

Para conmemorar estos hechos históricos la vieja Cofradía de la Virgen de Arantzazu se reabrirá simbólicamente este año con la presencia de descendientes vascos residentes en Lima. Habrá Misas y otros actos religiosos, que puntualizarán lo importante que fue esta señera cofradía vasca establecida en América y que hasta hoy ratifica los antiguos lazos entre el Perú y el país vasco

Se viene preparando también un acto académico de trascendencia que tendrá lugar en octubre. En dicho acto participarán historiadores y estudiosos de las relaciones peruano-vascas, algunos de ellos venidos del propio país vasco, pero previamente se habrá editado un volumen con una visión general y actualizada de la historia de la Cofradía de Arantzazu de Lima, situada en el contexto de la formación de otras cofradías similares en toda la América española, así como en la evolución histórica de la presencia vasca en la formación y desarrollo del Perú.

El mundo vasco presente, ahora y siempre.