PRESENTACIÓN
HOY
LUNES 6 DE AGOSTO, 7 p.m.
Parroquia del Pilar, San Isidro
Av. Víctor Andrés Belaunde 190, 2º piso
Padre Antonio M. Artola, CP San Pablo
de la Cruz, Maestro de la muerte mística
Pasionistas, Lima, 2012
El término final al que conduce esta
Muerte Mística (MM) es la vida deífica perfecta, equivale al nacimiento del alma en Dios, y de
Dios en el alma. Por ello, para el Santo (Pablo de la Cruz), la MM tiene una
dimensión negativa, y otra positiva. La negativa es la muerte a todo lo creado.
Lo positivo es la unión pura con la divinidad en el morir de Cristo en su
Pasión. Hay en esta doctrina puntos de vista de singular originalidad. Ante
todo, merece subrayarse el hecho de haber aplicado a la vida mística la
analogía del morir y del nacer sobrenatural que tiene lugar en el bautismo,
según la enseñanza de san Pablo. En Rm 6, 3-10 la nueva vida del cristiano
comienza con la reproducción del morir y resucitar de Cristo. En san Pablo de
la Cruz, el acto místico es una realidad espiritual en la que intervienen un
morir y un nacer místicos. Este acto se prolonga luego en un estado que sigue
incluyendo inseparablemente los mismos elementos del comienzo, a saber: el
morir y el nacer místicos. Desde esta concepción de la vida mística surge el
ideal de una existencia concebida como una tensión continua hacia la
reproducción de las disposiciones espirituales de Jesús en su muerte física.
Para expresarlo adecuadamente utiliza la categoría mística de la agonía, que no
es sino un vivir doloroso y divino en espera del morir definitivo -el somático-
que prepara el triunfo con Cristo en la gloria. Por eso, la MM en esta vida, es
siempre una muerte en agonía que solo será muerte perfecta en el morir físico
que asemejará al alma a Cristo en su morir sobre la cruz.
Se presenta en Lima la primera
edición peruana de esta obra del conocido teólogo pasionista, P. Artola.
Hace 25 años publicó La muerte
mística según San Pablo de la Cruz texto crítico y síntesis doctrinal Autores: Editores:
Universidad de Deusto; Deustuko Unibertsitatea
Año de publicación: 1986 ISBN:
84-271-1456-7
SAN PABLO DE LA CRUZ
En 1694 nacía en Italia san Pablo de
la Cruz, el fundador de los religiosos y religiosas pasionistas. Han pasado ya
tres siglos y su figura no sólo no pierde actualidad, sino que se agiganta con
el correr de los tiempos. También su mensaje. San Pablo de la Cruz estuvo
totalmente consagrado a la pasión de Jesús. Cambió su apellido Danei por el de
la Cruz y así, en vez de llamarse Pablo Francisco Danei, quiso llamarse Pablo
de la Cruz. El hábito de la Congregación por él fundada sería negro para llevar
luto perpetuo por la pasión y muerte de Jesús. Su escudo o distintivo sería un
corazón coronado con una cruz, con los clavos y con esta inscripción: Pasión de
Jesucristo. Su Congregación predicaría por todas partes este gran misterio de
amor, pasión, y sería una escuela siempre abierta para enseñar a meditar la
pasión. El mensaje de san Pablo de la Cruz sería: El mundo está así, tan mal,
porque se olvida de los sufrimientos y muerte de Jesús; la pasión es el medio
más eficaz para convertir a los pecadores y santificar a las almas; la pasión
es la obra más grande y maravillosa del amor de Dios. Pablo de la Cruz vivió la
noche de la pasión más larga que se recuerda en la vida de los santos, más de
cincuenta años. Fue el papa Pablo VI el que dijo que su carisma en la Iglesia
es ahora más actual incluso que en tiempos del mismo Pablo de la Cruz. Aunque
no escribió ningún tratado sistemático de teología, san Pablo de la Cruz llegó
a formar una escuela de espiritualidad llena de vitalidad y que ha llevado y
está llevando a la santidad a numerosas almas, a muchas de las cuales la
Iglesia ha elevado ya a los altares. Tal es la riqueza que hay en sus escritos,
sobre todo en sus numerosísimas cartas, en el Diario Espiritual y en el pequeño
tratado de la Muerte Mística, que ha merecido ser llamado "el místico más
esclarecido de su siglo" (P. Viller, SJ.).
También eminentes teólogos actuales
se han preocupado y escrito de él, Baste recordar a Hans Urs vonBalthasar y al
cardenal Ratzinger en el campo católico y a Jürgen Moltmann en el protestante.
San Pablo de la Cruz murió en Roma en 1775, después de una larga vida de apostolado,
sobre todo en la predicación de misiones populares y ejercicios espirituales, y
en la dirección de las almas. A su muerte dejó ya bien instituida en la Iglesia
la Congregación Pasionista, de hombres y mujeres consagrados totalmente a
vivir, a recordar y a mantener viva siempre en la Iglesia la memoria de la
pasión y muerte del Señor.
Con motivo de diversas publicaciones
el Cardenal ANGELO SODANO Secretario de Estado de la Santa Sede escribió este bello texto sobre el fundador
de los pasionistas:
De niño comencé yo a querer a san
Pablo de la Cruz. En varias parroquias de mi tierra "astigiana",
venían con frecuencia a predicar misiones populares los buenísimos Padres
Pasionistas del convento de Molare, no lejos de Ovada, ciudad natal del santo.
La figura de aquellos queridos religiosos está todavía grabada en mi memoria.
Ellos hicieron que yo comenzara a querer al gran san Pablo de la Cruz, uno
delos muchos santos que han enriquecido la iglesia italiana del s. XVIII. El
momento histórico en que la Divina Providencia hizo surgir a nuestro santo
creaba problemas nuevos incluso para la vida de la Iglesia. Sin embargo, a
diferencia de otros, él optó por no limitarse a lamentar los males de su
tiempo, sino poner manos a la obra con todas sus energías para remediarlos.
Podemos ver cómo pasó a la acción. Los males son muchos. ) ¿Por dónde comenzar
a remediarlos? Pablo de la Cruz no duda. Hay quecomenzar con una renovación de
la vida de fe y de oración. Y esto para todos los cristianos, particularmente para
los sacerdotes, religiosos y otros responsables de la vida de la Iglesia. Su
entrega preferente al ministerio de las misiones populares y ejercicios
espirituales al clero y a los monasterios, iniciada cuando era todavía seglar,
se dirige ciertamente a este fin. Más todavía, su dedicación a la dirección
espiritual de almas, llevada a cabo, entre otros modos, mediante decenas de
miles de cartas con exquisita pedagogía espiritual, trata de ayudar a todas
aquellas personas en las que descubre la llamada y los dones de Dios.Maestro de
oración y promotor de escuelas de oración, no se limita a fomentar las
prácticasdevocionales, muy difundidas en la Iglesia de su tiempo, sino que
invita a la escucha atenta de la palabra de Dios y a la meditación de los
misterios de la fe. Su programa era: "Enseñar al pueblo a orar". Esto
erala base para la formación de una conciencia auténticamente cristiana y para
el crecimiento de una práctica religiosa, que no fuera rutinaria y superficial.
La importancia de la dimensión contemplativa en las Reglas de la Congregación
Pasionista, la soledad en que quería que fuesen fundados los conventos, a los
que llamaba por eso "retiros", evidencian su convicción respecto a la
primacía de Dios y de la oración. La misma dinámica de la oración es la que le
llevó a centrar su espiritualidad y apostolado en la persona de Jesús y en su
pasión. La pasión de Jesús -y por tanto también la del discípulo- no es
presentada por Pablo solamente como expiación, sino mucho más como
manifestación del amor de Dios.