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DORIS GIBSON PARRA Y FRANCISCO IGARTUA ROVIRA

DORIS GIBSON PARRA Y FRANCISCO IGARTUA ROVIRA
FRANCISCO IGARTUA CON DORIS GIBSON, PIEZA CLAVE EN LA FUNDACION DE OIGA, EN 1950 CONFUNDARIAN CARETAS.

«También la providencia fue bondadosa conmigo, al haberme permitido -poniendo a parte estos años que acabo de relatar- escribir siempre en periódicos de mi propiedad, sin atadura alguna, tomando los riesgos y las decisiones dictadas por mi conciencia en el tono en que se me iba la pluma, no siempre dentro de la mesura que tanto gusta a la gente limeña. Fundé Caretas y Oiga, aunque ésta tuvo un primer nacimiento en noviembre de 1948, ocasión en la que también conté con la ayuda decisiva de Doris Gibson, mi socia, mi colaboradora, mi compañera, mi sostén en Caretas, que apareció el año 50. Pero éste es asunto que he tocado ampliamente en un ensayo sobre la prensa revisteril que publiqué años atrás y que, quién sabe, reaparezca en esta edición con algunas enmiendas y añadiduras». FRANCISCO IGARTUA - «ANDANZAS DE UN PERIODISTA MÁS DE 50 AÑOS DE LUCHA EN EL PERÚ - OIGA 9 DE NOVIEMBRE DE 1992»

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«Cierra Oiga para no prostituir sus banderas, o sea sus ideales que fueron y son de los peruanos amantes de las libertades cívicas, de la democracia y de la tolerancia, aunque seamos intolerantes contra la corrupción, con el juego sucio de los gobernantes y de sus autoridades. El pecado de la revista, su pecado mayor, fue quien sabe ser intransigente con su verdad» FRANCISCO IGARTUA – «ADIÓS CON LA SATISFACCIÓN DE NO HABER CLAUDICADO», EDITORIAL «ADIÓS AMIGOS Y ENEMIGOS», OIGA 5 DE SEPTIEMBRE DE 1995

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LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU

LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU
UNIVERSIDAD DEL PAÍS VASCO

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LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU
UNIVERSIDAD DEL PAÍS VASCO

«Siendo la paz el más difícil y, a la vez, el supremo anhelo de los pueblos, las delegaciones presentes en este Segundo Congreso de las Colectividades Vascas, con la serena perspectiva que da la distancia, respaldan a la sociedad vasca, al Gobierno de Euskadi y a las demás instituciones vascas en su empeño por llevar adelante el proceso de paz ya iniciado y en el que todos estamos comprometidos.» FRANCISCO IGARTUA - TEXTO SOMETIDO A LA APROBACION DE LA ASAMBLEA Y QUE FUE APROBADO POR UNANIMIDAD - VITORIA-GASTEIZ, 27 DE OCTUBRE DE 1999.

«Muchos más ejemplos del particularismo vasco, de la identidad euskaldun, se pueden extraer de la lectura de estos ajados documentos americanos, pero el espacio, tirano del periodismo, me obliga a concluir y lo hago con un reclamo cara al futuro. Identidad significa afirmación de lo propio y no agresión a la otredad, afirmación actualizada-repito actualizada- de tradiciones que enriquecen la salud de los pueblos y naciones y las pluralidades del ser humano. No se hace patria odiando a los otros, cerrándonos, sino integrando al sentir, a la vivencia de la comunidad euskaldun, la pluralidad del ser vasco. Por ejemplo, asumiendo como propio -porque lo es- el pensamiento de las grandes personalidades vascas, incluido el de los que han sido reacios al Bizcaitarrismo como es el caso de Unamuno, Baroja, Maeztu, figuras universales y profundamente vascas, tanto que don Miguel se preciaba de serlo afirmando «y yo lo soy puro, por los dieciséis costados». Lo decía con el mismo espíritu con el que los vascos en 1612, comenzaban a reunirse en Euskaletxeak aquí en América» - FRANCISCO IGARTUA - AMERICA Y LAS EUSKALETXEAK - EUSKONEWS & MEDIA 72.ZBK 24-31 DE MARZO 2000

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martes, 23 de julio de 2013

LA TERCERA


Después de una larga enfermedad, ayer falleció en Lima el historiador y presidente de la Academia de la Historia de Perú, Guillermo Lohmann Villena, autoridad en el Archivo de Indias

16/07/2005

Guillermo Lohmann fue dos veces finalista del premio Príncipe de Asturias de Humanidades

Diplomático muchos años destinado en España, el historiador era especialista en el virreinato de Perú

TEXTO: ENRIQUETA - VILA VILAR FOTOS: ABC

ABC Saludando a Suárez ante la mirada de Otero Novas, durante los años setenta
Con la emoción y el dolor contenido por una noticia que nunca hubiera querido oír, escribo estas apresuradas líneas como homenaje a un hombre ilustre, maestro indiscutible, caballero intachable, amigo del alma. Guillermo Lohmann es, sin duda, unos de los mejores historiadores del Perú de todos los tiempos. Su amplísima producción bibliográfica, su trabajo constante y acuciante, su amor, casi una obsesión, por los archivos, su conocimiento profundo de los personajes y hechos más importantes de su Lima natal, lo convierten en una figura relevante entre los hispanistas mundiales. Dos veces ha quedado finalista del premio Príncipe de Asturias y creo que ha sido la gran ocasión perdida por ese galardón de reconocer los méritos de un hispano al que ninguna distinción le debe ser ajena.
De padre alemán y madre limeña, su actitud y su aspecto físico hacían honor a su apellido. Alto, delgado, pulcro y tranquilo, con un fino sentido del humor, el tiempo pasó por él sin rozarlo. Casi nonagenario, mantenía su figura erguida y su porte señorial que siempre le acompañaba. Era un gran enamorado de España a donde viajaba dos o tres veces al año y cumplía, como un rito, con su viaje anual a Sevilla para acompañar en su recorrido de Domingo de Ramos a la Virgen de la Amargura de la que era hermano desde 1945.

Carrera diplomática
Doctor en Historia, Derecho y Ciencias Políticas por la Universidad Católica del Perú, ingresó en el servicio diplomático en 1943, destinado a la embajada de Perú en Madrid donde permaneció desde ese año hasta 1950, y desde 1952 a 1962. Allí conoció a la que sería su esposa, Paloma Luca de Tena Brunet. En 1965 fue destinado a la embajada de Buenos Airesy en 1974 fue nombrado delegado permanente en la Unesco donde coincidió con Pérez de Cuéllar, futuro presidente de la ONU del que fue muy amigo. En 1979, ya con rango de embajador, vuelve a Madrid como secretario general de la Oficina de Educación Iberoamericana, y allí estableció su residencia hasta 1983. Pero su corazón estaba dividido entre Madrid y Sevilla.
Fue por algún año de la década de los cuarenta cuando hace su primera incursión a la capital hispalense atraído por el Archivo General de Indias. De forma continua acudía los fines de semana y se alojaba en la conocida Casa Seras, residencia entonces del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, desde donde penetró en el círculo de jóvenes americanistas del momento: José Antonio Calderón Quijano, Antonio Muro Orejón, Francisco Morales Padrón, Guillermo Céspedes del Castillo, Enrique Sánchez Pedrote, Fernando de Armas Medina... Todo ello le conecta muy pronto con la Escuela de Estudios Hispano-Americanos, su casa durante sus estancias en Sevilla por la que aparecía todas las primaveras. Entonces era frecuente verle muy temprano a la puerta del Archivo, esperando que abriera para ocupar su lugar que no abandonaba hasta el término de la jornada. Absolutamente avaro de su tiempo, este le compensó con una producción casi inabarcable: «El teatro en Lima», «Las minas de Huancavelica», «Los regidores perpetuos de la Audiencia de Lima», «Les Espinosa: une famille d´hombres d´affaires en Espagne et aux Indes a l´époque de la colonisation», «El corregidor de Indios en el Perú bajo los Austrias», «Los americanos en las órdenes nobiliarias», «La poesía satírico-política durante el virreinato» y «Las defensas militares de Lima y Callao»son algunos de sus títulos, clásicos para todo el que quiera penetrar en la historia del virreinato peruano. Hombre de prosa cuidada y amena era amigo de utilizar palabras antiguas o poco conocidas. Su último libro, «Plata del Perú, riqueza de Europa. Los mercaderes peruanos y el comercio con la metrópoli en el siglo XVII», aparecido hace pocos meses, está lleno de vocablos poco frecuentes lo cual imprime a sus escritos un atractivo singular.

Sevilla siempre en el corazón
Afincado en Lima desde mediados de los años ochenta, ha ejercido allí su magisterio de forma continuada desde su cátedra de la Universidad Católica, desde el Instituto Riva Agüero del que fue director y miembro de honor, o desde la Academia de la Historia de la que ha sido presidente. A pesar de la distancia, nunca perdió su vinculación con España, sobre todo con Sevilla. Tuve ocasión de conocerlo bien en los últimos años por la coincidencia de intereses en temas similares y ello nos llevó a una aventura conjunta: estudiar una familia sevillana de la que varios de sus miembros estuvieron temporadas en Lima. El resultado ha sido la aparición de un libro titulado «Familia, linajes y negocios entre España y las Indias: Los Almonte», en el que tengo el honor de que mi nombre aparezca junto al suyo, una entrañable y amena correspondencia que guardo como un tesoro y una sincera amistad de la que me enorgullezco. Amistad acrecentada por nuestra común devoción a la Virgen de la Amargura que nos hizo pasar ratos imborrables.
Era Caballero de la Orden del Sol de Perú, poseía condecoraciones en Alemania, Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia y Ecuador, y en el año 1999 recibió la Medalla José de la Riva Agüero a la creatividad humana.
Verdaderamente, noventa años no son nada si se les compara con la producción del profesor Lohmann que decía con frecuencia que la vida era muy corta para perder un instante. Y desde luego, soy testigo de que hacía honor a su idea. Para poder hablar con él, tenía que calcular la diferencia horaria para llamarlo antes de las siete de la mañana, hora que salía para el
Archivo General de la Nación. Sólo así se comprende la estela que ha dejado. Pero toda su producción queda a un lado si se le compara con su humanidad, con su hombría de bien. Gran padre y orgulloso abuelo, solía decir, bromeando, que estaba casado con una bisabuela. Su huella será imborrable para todo el que le haya conocido bien y, estoy segura, siempre será recordado como un gran maestro y un gran hombre.


ABC.

sábado, 29 de junio de 2013

EDITORIAL

El alma vasca de Paco Igartua
Por Jhon Bazán

Francisco Igartua Rovira, periodista peruano de raíces vacas, es más conocido por su aporte fundacional al periodismo de opinión peruano –como que fundó las dos revistas medulares de la vida política del siglo 20 aún proyectándose al siglo 21: Oiga y Caretas, esta última siguiendo aún sus lineamientos editoriales-; pero su aporte a la unidad vasca no es tan conocido y merece ser también resaltado.
Igartua se reconoció vasco tempranamente, y se imbuyó en las preocupaciones de la nacionalidad lejana que le legó su padre, al punto  que –ya muerto este- viajó hasta su pueblo natal, encontró a los familiares que aún vivían, y luego hizo casi un ritual del peregrinaje a Oñate, el pueblo de donde salió su progenitor en busca de su destino, y más precisamente al caserío Berotegui del barrio Goribar donde estuvo su casa paterna.
En Lima fue uno de los más activos reactivantes de la unidad vasca y de su vínculo con el gobierno vasco que luchaba por reconquistar una presencia autónoma; y fue él, precisamente, quien exhumó la verdad de la unidad vasca en América estableciendo que fue en Lima que se fundó una de los más antiguas Euskal Etxea –Centro Vasco– de que se tenga noticia, alrededor de la Virgen de Arantzazu, propiciada por la Hermandad Vascongada.
Estuvo en dos congresos mundiales de las colectividades vascas y todas las personas con las que he conversado señalan sus aportes y su espíritu conciliador cuando surgían las discrepancias.
Josu Legarreta, quien por años tuvo a su cargo los contactos del gobierno vasco con los centros vascos de ultramar, recuerda a Igartua como un gran conversador. En un artículo inédito que ha escrito en forma de carta a Paco Igartua dice: “Pero no sólo hablábamos de Euskadi. Perú era también uno de nuestros temas preferidos. Y correspondiste más que sobradamente a mis curiosidades sobre la situación socio-política de este  gran país: de sus Partidos Políticos, de los diversos Gobierno, de la situación económica, del Sendero Luminoso, de las poblaciones marginales, de los sectores indígenas, de tu vida de destierro en Chile, México y Panamá, de tus relaciones con Fidel Castro, con Vargas Llosa, etc, etc. Tu actitud de respuesta me resultó sumamente agradable e interesante. Si me permites proseguir con mi confesión de recuerdos, hablaré de todo ello, aunque en primer lugar quiero resaltar en qué medida me afectaron tus comentarios sobre las formas de vida de las poblaciones marginales”.
Y al recordar la intervención de Igartua en el Congreso Mundial de las Colectividades Vascas de 1995 dice:  “He vuelto a releer el texto de tu intervención. He visto en él a mi amigo Paco con su eterna actitud de renuncia al autohalago: dices que habías “sido invitado al Congreso como acompañante de la delegación del Perú”. Pero ésta no es la verdad: tú fuiste invitado por el propio Lehendakari (Presidente vasco)”.
Es que así era Igartua: desprendido y abierto, preocupado por los demás, por el país, por la democracia, por la cultura y en el fondo de todo ello, preocupado también por el mundo vasco que supo apreciar porque lo llevaba en la sangre.

domingo, 24 de marzo de 2013

IN MEMORIAM


VALEROSO DEFENSOR DE LAS LIBERTADES
Igartua: Una huella imborrable

Por: Jhon Bazán
Periodista

La huella que Francisco Igartua Rovira dejó a su paso por la vida se nota más nítida desde afuera que desde las calles de Lima. He tenido ocasión de recoger en mis viajes notables recuerdos, y elogiosos comentarios, no solo acerca de lo que fue como persona –un hombre íntegro con ideas propias– sino de su lucha permanente por la libertad y la búsqueda de soluciones.
Palmira Oyanguren, intelectual chilena de raíces vascas, escribió recientemente un enjundioso artículo en el que dice de Igartua: “Periodista agudo y excepcional, Francisco Igartua fue uno de los grandes exponentes de la prensa peruana. Nada ni nadie pudo acallar a este personaje que tenía por lema el ‘no a la regimentación de la prensa’ y si bien sufrió el peso de varias dictaduras, su convicción fue más fuerte que los sablazos militares…”.
Otros recuerdan a Igartua por la terca consecuencia con sus ideas libertarias, que lo llevaron incluso a sufrir persecución y destierro. Una anécdota de los tiempos de Odría lo retrata mejor que nadie, cuando era, entonces, un periodista en busca de la verdad, lo cual naturalmente incomodaba al régimen.
Igartua estaba deportado, pero burlando los controles fronterizos había vuelto a Lima, aunque avisados por esbirros de su audacia estaba siendo buscado por calles y plazas. Escogió, entonces, para refugiarse un eventual y sui géneris asilo: el local de El Comercio, donde con la anuencia del director, don Luis Miró Quesada de la Guerra, se sintió protegido y a salvo por el tiempo necesario, ya que los policías no se atrevieron a violar el local de tan importante diario.
Cabe recordar que Igartua, para entonces, ya había pasado por el mítico diario “Jornada”, una hoja cotidiana cuyas columnas muchas veces eran incendiarias. Había estado en “La Prensa”, cuando la dirigía Guillermo Hoyos Osores, su amigo y referente, y había tenido la audacia de fundar “Oiga” casi el mismo día en que Manuel Odría había roto la democracia derrocando al presidente constitucional José Luis Bustamante y Rivero, a quien Igartua admiró hasta su muerte.
Ya para entonces había dado muestra de su compromiso con la verdad con el llamado Caso Góngora Perea, que lo contrapuso con un diputado aprista por Amazonas que había declarado cosas de las cuales después se arrepintió presionado por el partido y que desmintió en sendas cartas a “Jornada” (setiembre de 1946). El asunto llegó hasta el liderazgo aprista, que citó a Igartua al local de “La Tribuna”, pero en vez de diálogo recibió una soberana paliza en el zaguán de ese diario. El lema aprista de entonces era “por la razón o la fuerza”.
Ahora que se cumplirán nueve años de su fallecimiento, es bueno reflexionar respecto a este legado de fidelidad a sus ideales que dejó Igartua a los periodistas. Los reveses nunca lo arredraron: Fundó “Oiga” primero en 1948 para luchar contra Odría y luego en sucesivas etapas contra mandones antidemocráticos de toda laya; luego cofundó “Caretas”, donde dejó doce años de su vida editorial y lineamientos que aún le sobreviven.

Fuente:
FONDO EDITORIAL PERIODISTICA OIGA

miércoles, 20 de marzo de 2013


Cuando un amigo se va... (Norma Ríos escribe desde Buenos Aires sobre el fallecimiento de Beñat Minondo)

20/03/2013

"Cuando un amigo se va queda un espacio vacío, que no lo puede llenar la llegada de otro amigo, así refiere la canción del cantautor argentino Alberto Cortés. En la tarde del domingo sonó el teléfono y una voz triste me dijo que mi amigo Beñat había fallecido. Una gran tristeza me embargó y una serie de imágenes comenzó a dar vuelta en mi mente, como si se estuviese proyectando una película. No podía creer lo que había escuchado y por mi rostro comenzaron a correr lágrimas sin control". Desde Buenos Aires escribe Norma Ríos, secretaria del Centro Vasco Francés-Iparraldeko Euskal Etxea.

Por Norma Ríos, desde Buenos Aires

Es difícil pensar en él y saber que ya no lo veré más. Recuerdo nuestros primeros encuentros, hace ya más de una década y el saludo final de despedida, en su regreso a fines del año antes de subir al avión que le llevaba de vuelta a Iparralde luego de su visita a Argentina.

Era una persona muy especial. Solía tener siempre una sonrisa en sus labios. Amable, dulce, alegre, su espíritu era de un niño grande. Con una contextura voluminosa y la alegría que emanaba de su piel, me recordaba a los osos de los cuentos, por eso sus amigos lo apodaron Baloo, el personaje principal de la novela El libro de la Selva de Rudyard Kipling, bonachón y siempre feliz.

Donde estaba Beñat, estaba la alegría de los vascos, las reuniones eran distintas cuando él se encontraba, les daba esa chispa especial. De muy joven fue rugbier, amaba ese deporte. Solía  recordar cuando en 1991 llegó a Argentina para una gira con su equipo de 33 jugadores pertenecientes a Saint Etienne de Baigorri, y que una noche fueron agasajados en el Centro Vasco Francés con un asado por parte del presidente Simón Soroet y la Comisión Directiva, estando también presente nuestro Campeón Mundial de Pelota Vasca, Juan Labat. Solía ver los partidos de rugby de Argentina y de hecho le gustaba mucho el equipo de Los Pumas.

Vino muchas veces al país, a las Semanas Vascas, junto al grupo de la Asociación Euskal Argentina del que tesorero, siempre junto a su buen compañero y amigo Pierra Laco.

Su gran simpatía y humor le hicieron cosechar muchísimos amigos en nuestro país y es así como era conocido en casi todas las euskal etxeak.

Compartimos muchas fiestas de colectividad, así como los asados que la familia Laco de Argentina hacía cada año para despedir a Pierra. El amor que tenía por Argentina era muy fuerte y eso lo mostraba generalmente en sus remeras, en cuyos logos tenía la bandera de mí país junto a la ikurriña.

Es difícil recordar tantas ocasiones, hermosas, que muchos hemos vivido en su compañia. Su partida me apena y ensombrece el corazón, pero me queda el recuerdo de su bondad, su generosidad, la alegría que ambos sentíamos cada año al reencontrarnos en el aeropuerto a su llegada.

Ya no podré correr a saludarlo, pero creo que en una parte del cielo hay una nueva estrella iluminándonos y que cada vez que levante mi vista ahí estará sonriéndome.

Descansa por siempre junto a Dios.
Lagun maitea beti arte. Goian Bego.

Fuente:
EUSKALKULTURA.COM

martes, 12 de marzo de 2013

IN MEMORIAM 1923 2004


La primera cofradía en América
Por FRANCISCO IGARTUA

"Antes paisano que Dios", frase con tufillo blasfemo, fue común entre los vascos de aquellas épocas y es frase que sintetiza el ánimo de los vascos que participaron en la Conquista y en la fundación de la institucionalidad colonial americana. Un hecho, repetido en todo el Nuevo Mundo, que se explica por el carácter cerrado del euskaldun (desconfiado de los "otros") y por la diferenciación que nacía del idioma. El euskera los unía y les permitía mantener secretos sin necesidad de pasar a la clandestinidad.

La conjunción de estos dos elementos (idioma y desconfianza) hizo que los vascos siempre andaran en grupo, grupos que algunas veces pactaron por lo bajo entre ellos, aunque las más de las veces se enfrentaron por fidelidad al bando con el que se habían comprometido. Lo que no quiere decir que no hubiera excepciones y de gruesa envergadura, algunas más que vergonzosas. Y también confabulaciones de abierta picardía.

Esta tendencia a la diferenciación, a sentirse distintos, a ser comunidad con caracteres propios, otra nación, hizo que muy pronto los vascos de América comenzaran a congregarse en reuniones exclusivas que fueron tomando forma institucional. La más antigua información sobre el tema, es la referida a los vascos de Potosí (Alto Perú), importante ciudad que creció al lado de la mítica montaña de plata que deslumbró por siglos a la imaginación europea y en la cual los vascos se hicieron ricos y poderosos, gracias a su entrega al trabajo y su habilidad para los negocios. Al finalizar el siglo XVI, la comunidad vasca de Potosí, que controlaba las fábricas mineras (el ochenta por ciento de las 132 fábricas eran de vascos en 1580), que tenía mayoría en el municipio (de los doce regidores seis eran vascos) y dominaba el mercadeo de la plata (de doce mercaderes ocho eran vascos), se constituyó en Hermandad de ayuda mutua en el templo de los agustinos del lugar, aunque no se oficializaron los estatutos. Y lo mismo ocurrió por aquellos años en la Ciudad de los Reyes (Lima), donde algunos vascos se reunían, con fines iguales y la misma informalidad de los de Potosí, en el convento de San Agustín.

Pero la primera hermandad vascongada que se organiza y se oficializa en América, es la fundada en Lima el trece de febrero de 1612. En esa fecha, formalmente, importantes comerciantes vascongados de la capital del Virreynato de Nueva Castilla se reunieron para dar poder a los siguientes "caballeros hijosdalgo de la nación vascongada" (Olarte, Cortabarría, Urdanibia, Urrutia, Arrona y Rezola) encargándoles adquirir una capilla en la "iglesia de Santo San Francisco" con el propósito de dedicarla al culto de nuestra Señora de Aranzazu. Una capilla que tendría por objeto ser punto de reunión de la Hermandad Vascongada, más conocida luego como Cofradía de la Virgen de Aranzazu, reservándose la cripta para el entierro exclusivo de los miembros de la Hermandad y sus descendientes. El 27 de diciembre de ese mismo año, concluidos los trámites de la compra, se convocó a una reunión para elegir mayordomos y redactar estatutos; estatutos que rigieron durante más de dos siglos la Hermandad limeña, y que son muy parecidos a los redactados años después en México, Santiago de Chile y otras ciudades con el mismo fin: poner en funcionamiento una Cofradía de la Virgen de Aranzazu, que congregara en exclusiva a los vascos, probándose así que lo ocurrido en Lima no fue un hecho aislado, circunscrito a esa ciudad, sino un propósito compartido por todos los vascos de América, deseosos de diferenciarse y hacer causa común entre ellos. Por algo todas estas hermandades o cofradías se organizaron bajo la advocación de Nuestra Señora de Aranzazu, el máximo símbolo religioso de los vascos, identificándolo con "nuestra nación", como dice la constitución de la primera de estas Cofradías, la fundada en la Ciudad de los Reyes en 1612.

Fueron ciento cinco hermanos los fundadores de esa primera Cofradía (35 de Quipuzcoa, 49 de Vizcaya, 9 de Navarra, 7 de Alava y 5 de las Cuatro Villas) y se conserva el nombre de ellos porque dejaron estampada su firma en el libro de elecciones de la Hermandad. Los que dieron poder para la compra de la capilla fueron Garro, Gordejuela, Echegaray, Munibe (Lope de), Munibe (Miguel de), Ortiz de Bedia, Mallea, Zabala, Ormaechea, Arcaya, Urasandi. Todos importantes comerciantes de la ciudad, lo que es otra muestra de la dedicación a los negocios de los vascos en América. Aunque en Potosí, donde en realidad se inician informalmente estas asociaciones, hay que añadir a los hombres de empresa los numerosos técnicos que dirigían en las minas la amalgama del mercurio con la plata, los azogueros.

El ánimo nacionalista de los cofrades está claro en el texto de los estatutos de la "Congregación y Hermandad que tienen fundada los Caballeros hijosdalgo que residen en esta Ciudad de los Reyes del Perú... con el fin de ejercitar entre si y con los de su nación obras de misericordia y caridad, así en vida como en muerte... y porque la nobleza y limpieza de sangre es don de Dios... ayuda mucho a la virtud y buenas obras al ser hijos y descendientes de buenos, se ordena para mayor decoro de la Congregación que todos los que hubieren de ser recibidos en ella sean originarios de las partes y lugares sus referidos o sus descendientes... En la capilla y bóvedas de ella tienen entierro propio los hermanos y viudas de ellos, pero si éstas se casaren con personas que no lo sean pierden este derecho... también lo tienen los hijos legítimos y naturales de tales Caballeros hijosdalgo que son o hubieren sido de dicha hermandad y las mujeres que se casaren con ellos, advirtiendo que los naturales no tengan raza indígena...".

Desde el inicio, como vemos, se señala en los estatutos que la congregación está estrictamente reservada a los vascos, indicándose con claridad el territorio ("Quipuzcoa, Señorío de Vizcaya, Alava y Navarra", con una extensión precisa a "las Cuatro Villas de la costa de la Montaña que son Laredo, Castro Urdiales, Santander y San Vicente de la Barquera").

También se recogen las viejas costumbres de los euskaldunes señalándose que la igualdad debe ser respetada hasta en la muerte, por lo que "para que se eviten quejas y haya igualdad en todos los hermanos que es madre de la paz y conformidad cristiana, a ningún hermano ni hermana de cualquier condición, oficio y calidad que sea se le de o pueda dar asiento, ni entierro particular en la capilla". Ni asiento ni sepultura que diferencie a unos de otros y, más aún, "esto ha de ser de tal manera indispensable" que no hay autoridad alguna que pueda "innovar o dispensar" esta disposición. Igualdad que se extiende hasta el caso de "personas pobres originarias de dichas provincias y descendientes de ellas (fallecidas en la ciudad), las cuales o por descuido o por falta de noticia no hayan sido registradas... se ordena que los tales se hayan de enterrar y se entierren en la capilla a costa de la Hermandad...."

La voluntad de singularizarse, de tener identidad propia, es la que anima a este y otros estatutos (México, Santiago de Chile); aunque sin llegar a desatinos. Por ejemplo, los mayordomos limeños que deciden el nombramiento de Capellanes para las capellanías que la Cofradía sostiene, deben cuidarse de que los aspirantes demuestren primero que nada solvencia moral, capacidad intelectual, don de gentes y sólo en último término están obligados a preferir a originarios de euskalherría o vascos americanos.

La Cofradía de Lima tuvo vida ininterrumpida hasta el siglo XIX y en 1857, proclamada ya la independencia peruana y establecida la República, eran 278 sus miembros, cifra significativa en la Lima de ese entonces. Sólo en 1865 entra en disolución y es absorbida por la Beneficencia Pública de la ciudad.

Sin embargo, nunca dejaron los vascos de Lima tener contacto entre ellos como hermandad vascongada y, comenzado el siglo XX, se van sucediendo algunas peñas de charla, mus y vino. Hasta que, el día 30 de Diciembre de 1950, en forma solemne, se reúne un grupo de personalidades, distinguidas por su resonancia económica y social o por la importante función pública que desempeñaban, y queda establecido el Centro Vasco de Lima. La ceremonia se realizó en un espléndido local, el Country Club, una especie de hotel rodeado de hermosos jardines que era el punto de reunión más exclusivo de la ciudad, con restaurantes y grandes salones útiles para bodas y desfiles de moda. La razón de que se diera esta extravagante amalgama de gran mundo y sociedad vasca ocurrió porque la idea de fundar el Centro partió de las conversaciones entre Jean Magnet Hiriart, vasco de Iparralde, que era el gerente general del sitio, con el encargado de los restaurantes, el bilbaino Juancho Gonzalez Sasía, gudari que partió para América luego de la caída de Bilbao en la Guerra Civil. Participaban de estas inquietudes parroquianos del lugar, sobre todo Germán Aguirre, motor del empresariado peruano, y Abel Corriquirí, también destacada personalidad de los negocios. Ambos, nacidos en el Perú, tenían honda devoción por sus raíces vascas y se dedicaron a convocar a los amigos. Las reuniones en el Country Club eran esporádicas con dos fechas obligatorias, el Aberri Eguna y el día de San Ignacio.

Fue este Centro el precursor de la actual Euskaletxea y participaron en él Martín Iñurritegui, Germán Aguirre, Rafael de Orbegozo, Abel Carriquirí, Eduardo Ibarra, Jean Magnet Hiriart, Alejandro Esparza Zañartu, Andrés Aramburu Menchaca, Germán Ortiz Montori, Dionisio Bollar, Eduardo Olano, Rodrigo Aranguena, Fermín Berasategui, Juan José Gonzales de Sasía y otros más.

Euskonews & Media 189.zbk (2002 / 11 / 22-29)

Fuente;
EUSKONEWS
FONDO EDITORIAL PERIODISTICA OIGA

lunes, 11 de marzo de 2013

IN MEMORIAM 1923 - 2004


América y las euskaletxeak
* Traducción al español del original en euskera
Por FRANCISCO IGARTUA

Aunque haya muchísima gente en el mundo que ignore la identidad vasca y no falten hasta vascos que estimen folklóricas las diferencias de este pueblo con otros, la identidad euskaldun es una realidad que viene de muy lejos y ha persistido a través de los muchos siglos que nos separan de la época en que las tribus de Euskalherria resolvían sus problemas bajo un árbol y fueron constituyendo el reino de Navarra. Identidad que más tarde se consolidó en Fueros e hizo que los vascos establecidos en los puertos españoles de salida a América fueran calificadas por Carlos V y Felipe II de gente con "talante y costumbres diferentes". Y ya en América, son los "vizcaínos" los que siguen a Almagro para la conquista de Chile...

Esta diferenciación, que afirma la identidad vasca, da vida en 1612 a la primera Euskaletxea americana. El hecho ocurre en el convento de San Francisco, en Lima, Perú, y muy pronto es calcado en ciudad de México. A fines del siglo, esa reafirmación de identidad de los vascos afincados en América se había extendido por todo el continente; siempre como cofradías "de Nuestra Señora de Aranzazu".

Para demostrar la intención nacionalista de esas primeras Euskaletxeak, basta con leer uno de los muchos documentos de aquellas épocas, casi todos idénticos. En él, lo mismo que en los de México y Santiago, se dice:
"Por cuanto en la Congregación y Hermandad que tienen fundada los caballeros hijos-dalgo que residen en esta ciudad de los Reyes de Perú (Lima), naturales del Señorío de Vizcaya y Provincia de Quipuzcoa y descendientes de ellos , y naturales de la Provincia de Alava, Reino de Navarra y de las cuatro villas de la costa de la Montaña (como se ve, queda claramente demarcado el territorio)...se requeire actualizar las ordenanzas de 1612, que fue cuando se dio principio a la Ilustre Hermandad Vasconzada de Nuestra Señora de Aranzazu, para unirse y confederarse todas las personas de los lugares arriba citados... a fin de ejercitar entre sí y con los de su nación obras de misericordia y caridad... y están a continuación los nombres y apellidos de todos los hermanos con el paraje de donde son (65 de guipuzcoa, 49 del Señorío, 9 de navarra, 7 de Alava y 5 de las Cuatro Villas)."

Se trata de ordenanzas que, en algunos asuntos, llegan a extremos tan severos que hoy producirían espanto por su racismo, pero que abonan la tesis de la diferenciación vasca y se pueden ver con indulgencia si nos situamos en la mentalidad de la época en que ellas fueron elaboradas.

Después de establecer "ante todas cosas" que la nobleza y limpieza de sangre ayuda mucho a la virtud y que las buenas obras son producto del ser hijos y descendientes de buenos, " se ordena para mayor decoro de esta Congregación que todos los que hubieren de ser recibidos en ella sean originarios de las partes y lugares suso referidos o sus descendientes"..."para lo cual se advierte que no se admitan, ni entierren en su capilla persona alguna que esté manchada de judío, moro, penitenciado para el Santo Oficio, ni casado con mulata, india o negra, o que tenga algún oficio infame"...Termina esta segunda ordenanza señalando cómo deben hacerse "el examen y las averiguaciones" con sumo secreto, verbalmente y no por escrito. Sólo cuando la diligencia hubiese terminado es que será escrita y consignada en el libro de la Hermandad.

Pero no sólo de racismo están teñidas estas ordenanzas, también lo están de la igualdad que desde los tiempos ha caracterizado a los vascos. Luego, pues, de ordenar que en la capilla y bóvedas de ella tengan entierro los hermanos y las viudas de ellos-"siempre que no se hubieren casado con personas ajenas a la hermandad"- se extiende ese derecho a todos los hijos, legítimos o naturales, de los caballeros que son o hubieran sido de la Cofradia, aunque "adviertiendo que los hijos naturales no tengan raza indigna"...Más todavía. La quinta ordenanza quiere que haya igualdad en todos los hermanos "porque ésta es madre de la paz", y dispone: "a ningún hermano ni hermana de cualquier condición, oficio o calidad que sea se le de ni se le pueda dar asiento, ni entierro particular en dicha capilla, y esto ha de ser de tal manera indispensable que los mayordomos y diputados ni los Cabildos y juntas generales no puedan dispensar en esto". O sea, dentro del más ortodoxo igualitarismo, esas primitvas Euskaletxeak no admitían privilegio alguno fuere cual fuere el caso. Alzaban con toda claridad un lema que nunca debiera ser olvidado: todos los vascos somos iguales.

Muchos más ejemplos del particularismo vasco, de la identidad euskaldun, se pueden extraer de la lectura de estos ajados documentos americanos, pero el espacio, tirano del periodismo, me obliga a concluir y lo hago con un reclamo cara al futuro. Identidad significa afirmación de lo propio y no agresión a la otredad, afirmación actualizada-repito actualizada- de tradiciones que enriquecen la salud de los pueblos y naciones y las pluralidades del ser humano. No se hace patria odiando a los otros, cerrándonos, sino integrando al sentir, a la vivencia de la comunidad euskaldun, la pluralidad del ser vasco. Por ejemplo, asumiendo como propio-porque lo es- el pensamiento de las grandes personalidades vascas, incluído el de los que han sido reacios al Bizcaitarrismo como es el caso de Unamuno, Baroja, Maeztu, figuras universales y profundamente vascas, tanto que don Miguel se preciaba de serlo afirmando " y yo lo soy puro, por los dieciséis costados". Lo decía con el mismo espíritu con el que los vascos en 1612, comenzaban a reunirse en Euskaletxeak aquí en América.

Euskonews & Media 72.zbk (2000 / 3 / 24-31)

Fuente:
EUSKONEWS
FONDO EDITORIAL PERIODISTICA OIGA