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DORIS GIBSON PARRA Y FRANCISCO IGARTUA ROVIRA

DORIS GIBSON PARRA Y FRANCISCO IGARTUA ROVIRA
FRANCISCO IGARTUA CON DORIS GIBSON, PIEZA CLAVE EN LA FUNDACION DE OIGA, EN 1950 CONFUNDARIAN CARETAS.

«También la providencia fue bondadosa conmigo, al haberme permitido -poniendo a parte estos años que acabo de relatar- escribir siempre en periódicos de mi propiedad, sin atadura alguna, tomando los riesgos y las decisiones dictadas por mi conciencia en el tono en que se me iba la pluma, no siempre dentro de la mesura que tanto gusta a la gente limeña. Fundé Caretas y Oiga, aunque ésta tuvo un primer nacimiento en noviembre de 1948, ocasión en la que también conté con la ayuda decisiva de Doris Gibson, mi socia, mi colaboradora, mi compañera, mi sostén en Caretas, que apareció el año 50. Pero éste es asunto que he tocado ampliamente en un ensayo sobre la prensa revisteril que publiqué años atrás y que, quién sabe, reaparezca en esta edición con algunas enmiendas y añadiduras». FRANCISCO IGARTUA - «ANDANZAS DE UN PERIODISTA MÁS DE 50 AÑOS DE LUCHA EN EL PERÚ - OIGA 9 DE NOVIEMBRE DE 1992»

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«Cierra Oiga para no prostituir sus banderas, o sea sus ideales que fueron y son de los peruanos amantes de las libertades cívicas, de la democracia y de la tolerancia, aunque seamos intolerantes contra la corrupción, con el juego sucio de los gobernantes y de sus autoridades. El pecado de la revista, su pecado mayor, fue quien sabe ser intransigente con su verdad» FRANCISCO IGARTUA – «ADIÓS CON LA SATISFACCIÓN DE NO HABER CLAUDICADO», EDITORIAL «ADIÓS AMIGOS Y ENEMIGOS», OIGA 5 DE SEPTIEMBRE DE 1995

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LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU

LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU
UNIVERSIDAD DEL PAÍS VASCO

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LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU
UNIVERSIDAD DEL PAÍS VASCO

«Siendo la paz el más difícil y, a la vez, el supremo anhelo de los pueblos, las delegaciones presentes en este Segundo Congreso de las Colectividades Vascas, con la serena perspectiva que da la distancia, respaldan a la sociedad vasca, al Gobierno de Euskadi y a las demás instituciones vascas en su empeño por llevar adelante el proceso de paz ya iniciado y en el que todos estamos comprometidos.» FRANCISCO IGARTUA - TEXTO SOMETIDO A LA APROBACION DE LA ASAMBLEA Y QUE FUE APROBADO POR UNANIMIDAD - VITORIA-GASTEIZ, 27 DE OCTUBRE DE 1999.

«Muchos más ejemplos del particularismo vasco, de la identidad euskaldun, se pueden extraer de la lectura de estos ajados documentos americanos, pero el espacio, tirano del periodismo, me obliga a concluir y lo hago con un reclamo cara al futuro. Identidad significa afirmación de lo propio y no agresión a la otredad, afirmación actualizada-repito actualizada- de tradiciones que enriquecen la salud de los pueblos y naciones y las pluralidades del ser humano. No se hace patria odiando a los otros, cerrándonos, sino integrando al sentir, a la vivencia de la comunidad euskaldun, la pluralidad del ser vasco. Por ejemplo, asumiendo como propio -porque lo es- el pensamiento de las grandes personalidades vascas, incluido el de los que han sido reacios al Bizcaitarrismo como es el caso de Unamuno, Baroja, Maeztu, figuras universales y profundamente vascas, tanto que don Miguel se preciaba de serlo afirmando «y yo lo soy puro, por los dieciséis costados». Lo decía con el mismo espíritu con el que los vascos en 1612, comenzaban a reunirse en Euskaletxeak aquí en América» - FRANCISCO IGARTUA - AMERICA Y LAS EUSKALETXEAK - EUSKONEWS & MEDIA 72.ZBK 24-31 DE MARZO 2000

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miércoles, 24 de diciembre de 2008

FRANCISCO IGARTUA - EDITORIAL - DOS MAFIAS CONTROLAN EL PERU

Francisco Igartua
Hace unos días dije en un programa del Canal 11 que el Perú se hallaba en manos de dos mafias, una japonesa y otra militar. Lo que espantó a algunos de mis amigos. Uno de ellos me comentó luego:

-Creí que no ibas a llegar a tu casa. Lo que, sin duda, es algo exagerado.

No hemos llegado a los extremos gansteriles de los años treinta. Pero sí es cierto que el país está gobernado por estas dos mafias. Sobre la militar poco o nada podría añadir a las muchas crónicas publicadas en esta y otras revistas sobre los actos de gobierno, con paseo de tanques por las calles, tomadas por la cúpula militar, y sobran los detalles difundidos sobre el asesinato de los estudiantes y el profesor de La Cantuta. También se conocen aunque más soterradamente, la matanza de Barrios Altos y la desaparición de universitarios en Huancayo; así como los altaneros pronunciamientos políticos del alto mando militar en diversas circunstancias. Tampoco son desconocidos los controles sobre las comunicaciones y más de una vez -no todas- los medios de difusión han dado cuenta de diversas 'visitas' -unas veces uniformadas y otras sin dejar rastro- en las que, por ninguna justificación policial o por la falta de indicios de robo, no pueden dejar de ser gestos clarísimos de amedrentamiento político, sólo achacables al Servicio de Inteligencia Militar.

Todo esto es verdad y está al margen de los aciertos del régimen en el campo económico; aunque aciertos no tan sobredimensionados como los quieren ver muchos peruanos y no pocos burócratas internacionales, que se niegan a advertir que, junto a las correcciones inevitables en el campo macroeconómico, se han agigantado los problemas de la deuda externa, igual que el cuadro de extrema pobreza, los índices de desnutrición y la geografía de las enfermedades críticas. También el aterrante poder de la mafia militar es una realidad que convive con los éxitos del gobierno en la lucha antisubversiva, éxitos que no son ajenos a la liquidación del marxismo como base ideológica del terrorismo y a la caída del Muro de Berlín, con su consecuente corte de apoyo logístico, moral y económico a las subversiones de signo comunista. A lo que es necesario añadir: en los indudables logros antiterroristas de los últimos años -como la captura de Guzmán, por ejemplo- en nada influyó el autogolpe militar del señor Fujimori. El operativo Guzmán lo tenía montado la Dincote -e iba por muy buen camino­ desde mucho antes que se produjera la quiebra del orden constitucional. Esto es historia y no historieta electoral.

Pero en esta oportunidad me toca hablar de la otra mafia que controla al gobierno peruano, de la mafia japonesa, mafia que preside el señor Alberto Fujimori Fujimori.

No hay en esta referencia ningún prejuicio racial. Primero porque, por la información que poseo, la mayoría de japoneses e hijos de japoneses que residen en el Perú no forman una comunidad de mafiosos. Y, segundo, porque mal puede caer en este tipo de xenofobia quien, como yo, igual que ellos, recién estoy echando mis propias raíces en estas tierras.

Y esto de la mafia japonesa tampoco es un cuento, es historia; que ahora acrecienta su verosimilitud, cuando el problema de la corrupción estalla en la cara al propio Fujimori y ya no puede ir dando la callada por respuesta, poniendo cara de palo o abrazando, dándoles credencial de buena conducta, a pícaros comprobados como Raúl Vittor Alfaro, ministro en un reducto del primer mandatario donde, por denuncia que OIGA publica en esta edición, se hace el montaje del modus operandi de la mafia para extorsionar a los desesperados del Perú... y quién sabe a otros ciudadanos no tan desesperados. El hombre de Palacio en estos operativos es el viceministro de la Presidencia Carlos Tsuboyama Matsuda, quien, por lo que se aprecia en los documentos que aparecen más adelante en esta edición, actúa con control remoto sobre otras dependencias estatales.

Aunque es mejor que vayamos al comienzo de la historia, para tener una visión más precisa de los hechos y, a la vez, para que el relato de lo ocurrido sirva para poner algo de luz en el enfrentamiento de la señora Susana Higuchi con el poder de los Fujimori.

Cuando se produjo la denuncia de la señora Higuchi contra sus concuñados por el mal uso que, según ella, se estaba dando a las donaciones japonesas, recibí la visita desesperada de un amigo y de una asistenta de la primera dama. Me venían a pedir protección para la señora Susana.

Yo creí que estaba soñando o que me estaban tomando el pelo. ¿Cómo podría yo, revista de oposición, perseguido económicamente por el régimen, proteger a nadie, si no lo podía hacer conmigo mismo?

-Lo que queremos es que se sepa lo que ha ocurrido y sabemos que usted es capaz de hacerlo. La señora Susana ha sido secuestrada.

-¿Qué?

-Sí. Creemos que está en el Pentagonito.

-Bueno, cuenten conmigo. Aunque, desgraciadamente, la revista está ya impresa. Será para la próxima semana. Estemos en contacto.

Al día siguiente, el amigo de la familia Higuchi llegó a las oficinas de OIGA é invitó a almorzar a su casa a nuestra gerente general, Carolina Arias. Ella aceptó y fue, además, en representación mía.

En el almuerzo se presentó la familia Higuchi, totalmente abatida y apesadumbrada, aunque mostrando un gran fervor religioso y mucho coraje frente a cualquier desastre que les pudiera ocurrir.

-Ustedes -dijo uno de ellos- no tienen idea de lo que son capaces los Fujimori y tememos por lo que le pueda ocurrir a nuestra hermana. A nosotros nos pueden quitar todo, no importa. Basta que nos queden las manos para volver a comenzar a trabajar. Confiamos en Dios. Pero nos preocupa Susana.

Carolina Arias volvió a dar seguridades de que haríamos todo lo que estuviera a nuestro alcance...

Sin embargo, al día siguiente, por medio de una llamada telefónica, pidieron que no dijéramos una palabra sobre el tema.

OIGA cumplió con lo que se le pedía y meses después apareció como una sombra la señora Susana Higuchi. Y así siguió por mucho tiempo.

FRANCISCO IGARTUA - EDITORIAL - ZONA DE PENURIAS

Francisco Igartua
En 1973, la UNESCO al señalar los rangos defini­torios de los países mar­cadamente subdesarrolla­dos, acuñó el término «zona de penuria» para referirse a las repúblicas como el Perú cuya pobla­ción crece pero su producción de libros disminuye notablemente. De entonces a la fecha han transcurrido 22 años. El Perú pasó por una dictadura militar, dos gobiernos demo­cráticos y un régimen cívico militar, sin embargo el drama de libro y las publicaciones no sólo persisten sino que se ha agudizado radicalmente.

Situación sumamente crítica que, mediante impuestos ciegos y abusivos, amenaza con destruir la industria edito­rial y a todas las instituciones dedicadas a divulgar cultura y cimentar las bases de la nacionalidad de un país que desde su gestación pugna por encontrar su destino como nación.

Un tema medular que OIGA, a lo largo de toda su existencia, ha deman­dado atención y medidas correctivas convencida de su trascendencia. Pero es asunto ignorado por gobiernos de toda laya que, en esta hora de dura prueba, vuelven a tocar cuando se habla de «revolución educativa», pero, paradójica­mente, se olvida que ésta se forja y cimienta en las aulas, en las carpetas y los escritorios de los estudiantes y maestros donde el libro es un extraño.

Y es que los gravámenes han vuelto prohibitivo al libro, al igual que han limitado su producción en el Perú los impuestos al papel, a la tinta y a todos los insumos de la industria editorial. Contradictoria política cuando en América y el mundo entero hay un florecimiento de las publicaciones gra­cias a las leyes de protección y fomen­to.

Los impuestos ahogan todo esfuer­zo editorial. A diferencia de lo que ocurre en Colombia, donde la indus­tria del ramo trabaja exonerada de impuestos, en el Perú el papel que se importa está gravado con un arancel del 15%, al que hay que sumar pagos por concepto de supervisión (1%), se­guro (3%) y el 18% por IGV ¡37 por ciento!. En el caso de las revistas y periódicos a esos pagos hay que añadirle el cobro del IGV por concepto de venta, impuesto que es imposible trasladar a los canillitas.

Pero si esta realidad descrita expli­ca, en gran parte, el porqué languidece la producción de libros y desaparecen publicaciones, también sirve para ilus­trar lo que sucede con el libro que se importa o exporta y recibe el mismo trato que un saco de papas. De esa manera, un libro que en España cuesta 10 dólares en el Perú vale 16. Y es que en la Madre Patria el libro si es conside­rado artículo de primera necesidad.

A propósito, en 1993, cuando el go­bierno español incrementó la tasa del I.V.A. (equivalente a nuestro IGV) del 12% al 15, a los libros se les redujo la tasa del 6% al 3%. Y ojo que ahí no paga ningún otro tipo de arancel. En Chile, donde también se paga un I.V.A. del 18%, todo lo recaudado por ese concepto tiene un fin cultural: adquirir libros para mantener actualiza­das las bibliotecas públicas del país.

Pero el caso más ilustrativo de lo beneficioso que son para un país las medidas de fomento de la industria editorial lo da Colombia. Ahí se dio una ley promotora que, en 20 años, ha convertido esa actividad en el ter­cer rubro de exportación de ese país, hoy en franca competencia por el pri­mer lugar del mercado sudamericano con México.

Los extraordinarios beneficios, que en diciembre de 1993, mediante la Ley N° 98 se han prorrogado hasta el año 2013, exoneran de tasas arance­larias y de todo tributo a la industria editorial, liberan la compra de rotati­vas, maquinarias e insumos, crea fuen­tes de financiamiento y otorga al rubro categoría de actividad industrial beneficiándola con créditos directos y mecanismos de redescuento. Además dis­pone la realización de ferias, señala, por ley, la compra de libros para todas las bibliotecas públicas del país y crea tarifas postales preferenciales.

Una realidad, con acordes de músi­ca celestial, que, a pesar de su cerca­nía, está muy distante de lo que ha pasado y pasa en el Perú donde la producción de libros sigue postrada, ha quebrado más del 50% de las libre­rías limeñas en los últimos 15 años y, donde por los aranceles, las inspeccio­nes y el IGV, el libro importado ha desaparecido.

Hoy, en el Perú de 1995, los libros de ciencias, de ingeniería, las obras con los últimos avances en todos los campos del saber humano se han esfu­mado de las escasas librerías existen­tes, con el grave perjuicio para nues­tros estudiantes y profesionales que de esa manera han quedado desactuali­zados en un mundo donde el conoci­miento es clave para poder competir.

Y también, como signo de los tiem­pos contradictorios que padece el país, la piratería editorial ha adquiri­do carta de ciudadanía cuando en realidades tan distantes y disímiles como Estados Unidos y la China co­munista, que apuesta a la moderni­dad, se vela por los derechos de autor y la propiedad intelectual.

Francisco Igartua opina: LOS SOVIETS, SRA. MACHER, NO SON UN PARTIDO POLITICO - Diario Expreso 14/06/2003

“Con estupor he visto y leído, en la prensa y la TV de estos días, a respetables voceros de la sociedad civil (Tapia, Macher, De Althaus, Gorriti) dando cátedra de sabiduría política. Lo han hecho, sin embargo, con tan vanidosos aires de perdonavidas que han acrecentado el disparate de calificar a Sendero Luminoso de partido político. Frente a tan grande tontería no puedo dejar de aprovechar la ocasión para reírme un poco a costillas de estos defensores de la ideología como partido político. Reírme, porque enojarse sería un desperdicio de energías. ¿De dónde acá una ideología es partido político?.. Otra cosa es que con base en ideologías se formen partidos políticos, entidades que sólo pueden ser hijas de la democracia. Los partidos políticos que niegan la posible existencia de competidores de su ideología (los partidos únicos, dueños de la verdad) no son partidos políticos. Son una partida, banda, asociación de facinerosos, porque su aspiración es liquidar a la democracia y establecer el totalitarismo. No son, repito, partidos políticos. Y las bandas criminales como Sendero o el MRTA lo son menos aun, porque se inician como delincuentes, en contraposición a la confrontación de ideologías que sólo en democracia puede darse. Al parecer, el origen marxista de algunos de los citados les hace creer que, como existen partidos comunistas a los cuales admiraron, el comunismo es partido político. No, señores Tapia y Macher. Cuando el comunismo, el fascismo y el nazismo llegan al poder y entronizan su camuflada ideología de partido único, dejan la apariencia de partidos políticos y se transforman en bandas criminales del aparato del Estado. El Soviet y el Reich son la negación de la democracia, que es, repito, confrontación de posiciones ideológicas, no producción de cadáveres. Ni Sendero ni el MRTA han pasado siquiera por la etapa del camuflaje. El concepto de partido político, cuyo germen está en el diálogo griego, nace con la Revolución Francesa en cuanto ésta deja de ser barullo y guillotina. Y un partido político está organizado cuando sus afiliados tienen un pensamiento igual frente a los problemas del Estado, más que cuando los aglutina una ideología. Puede haber, por ejemplo, católicos en partidos políticos contrapuestos. Los partidos políticos son hijos legítimos de la democracia, de la confrontación de pareceres o, para decirlo con palabras de Federico More, `fundado en la coexistencia amistosa de todas las clases sociales; en la libre convivencia y en la honesta discrepancia'. No tienen pues cabida en ella (en la democracia) los grupos, bandas o facciones que se proponen establecer una dictadura de pensamiento único. Darles categoría de partidos políticos a Sendero Luminoso o a los tupamaros es una aberración; es comparar, poner al mismo nivel, la barbarie nazi o soviética con el libre juego de las ideas e intereses en los que se funda la democracia. Bien ha dicho, por lo tanto, el presidente Paniagua cuando afirma que `Sendero no fue, no es ni podrá ser un partido político porque, para serlo, hay que ser una organización que compita en democracia'. Añadiendo que `democracia no es una lucha entre bandas criminales que pretenden imponer por la fuerza sus puntos de vista'" (Expreso, 14/6/2003).

jueves, 20 de noviembre de 2008

FRANCISCO IGARTUA - EDITORIAL – “Honradez, tecnología e irresponsabilidad” - Revista Oiga 10/10/94

Francisco Igartua
Buena parte del territorio nacional volvió a quedar sin luz, sin fuerza eléctrica, por culpa de la insania terrorista, que ha querido conmemorar algún macabro acontecimiento el jueves pasado. Pero la voladura de unas cuantas torres, el más fácil de los actos de sabotaje, no logra paralizar gran parte del país más de unas horas. Y ya van algo así como dos días de apagón. No es, pues, sólo la mano del terror la que ha producido un suceso que ha vuelto a irritar el ánimo ciudadano. A la desesperada acción de Sendero se ha unido esta vez la ineptitud, la ineficacia real, la tecnología chicha de un régimen que viene engañando al país durante un largo tiempo, pero que ya no puede seguir ocultando su verdadera fisonomía; habilidad para adaptarse criollamente a la corriente de moda, incapacidad para resolver problemas por cuenta propia y muy baja moral. Mediocridad en toda la línea.

El desafío terrorista no debe alarmar al país. No diré que son manotazos de ahogado para no repetir la torpe monserga oficialista, pero la verdad es que el mismo día que cayó el Muro de Berlín, se desplomó la Unión Soviética y se esfumó como voluta de humo el marxismo, el Partido Comunista de Abimael Guzmán, llamado Sendero Luminoso, dejó de ser el peligro terrible que, con el tiempo, pudo haber sido. El marxismo era la cantera de los cuadros de Abimael. La posterior captura de éste significó el entierro de la secta. Lo que queda de ella son restos de la organización, son núcleos desorientados de gente imposibilitada de escapar de la locura en la que está sumergida, porque se ha habituado al modo de vida clandestino que viene llevando. Hoy por hoy no son ningún peligro, aunque más de un susto puedan seguir dándonos. El riesgo está en el futuro. Si se diera el caso, por ejemplo, de que remozadas ideas revolucionarias, inspiradas en nuevas ansiedades de las masas, lograran audiencia, reactivaran a esos rezagos de Sendero y captaran adeptos sensibilizados por la miseria popular que no disminuye sino que va creciendo. Pero eso será mañana, no es hoy.

Hoy, el problema del país es el mismo que cualquier agudo observador pudo entrever desde los primeros días del régimen de Fujimori. El pacto del Ejército con el presidente constitucional y más tarde, gracias al golpe del 5 de abril del 92, con el líder del gobierno de la 'Reconstrucción Nacional, no es otra cosa que una alianza entre la incapacidad y el desatino de los militares y la mediocridad, sin tecnología alguna, de Fujimori y sus partidarios. La única habilidad de los socios ha sido entregarse sin condiciones al Fondo Monetario y al Banco Mundial, dejando el manejo de la economía en manos de la derecha. Fujimori se encarga del papel de demagogo y las Fuerzas Armadas se dedican a poner orden al antiguo estilo, con ciertas innovaciones neonazis, como los operativos sicosociales y las tenebrosas vigilancias del SIN.

Los frutos de esta corte de lisiados mentales se están poniendo a la vista, aunque algunos la disculpen comparándola con el desastre apocalíptico de Alan García y merezca los elogios del FMI y del Banco Mundial, felices porque el Perú está pagando sus deudas, incluidas la estafa del Mantaro y Pachitea. Está a la vista el pleito de callejón de Susana y Alberto, con acusaciones que no son moco de pavo; cualquiera puede visitar las carreteras que se desmoronan solas del constructor, ministro y funcionario Vittor, socio de los que se alzaron con las coimas del BCCl; son visibles los contratos que ejecuta como negocio el Ejército, con maquinaria del Estado, en detrimento de los medianos constructores, no de los ricos, pues éstos comen en la misma mesa de Fujimori; y apenas se ocultan las constantes compras y ventas otorgadas a dedo, previa eliminación del sistema de Iicitaciones, gracias a 'emergencias' sacadas de la manga.

Una de estas 'emergencias' es la que permitió, contrariando advertencias de técnicos especializados en cuestiones eléctricas, que los sabios Hokama y Yoshiyama, previa consulta con el matemático agrario Fujimori, resolvieran, porque les vino en gana -sin comisiones naturalmente-, la compra de las turbinas de la Central Térmica de Ventanilla, que es la que ha colapsado con año y medio de uso' y es el motivo central del apagón que hoy sufre gran parte del país. Y si a esto se une el inadecuado mantenimiento de la Central del Mantaro, como puntualiza el modesto técnico nacional, el experimentado ingeniero eléctrico don Augusto Martinelli Tizón, no se aleja de la verdad quien anuncie que nos hallamos ante una catástrofe monumental. (Ver artículo del ingeniero eléctrico Martinelli Tizón páginas más adelante).

Mientras tanto, pontifican sobre todo lo humano y lo divino, decretando 'emergencias' a troche y moche, el ingeniero Yoshiyama -que recién ha obtenido el título en una oscura universidad limeña y cuya mayor hazaña ha sido el desastroso proyecto papelero del velascato-, el ingeniero Hokama -de difusa especialidad- y el matemático agrario Alberto Fujimori, asesorado por su hermano. Santiago Fujimori, abogado especializado en Relaciones Públicas de la embajada de Japón.

Este es el Perú de la Moralización, la Tecnología y el Trabajo sobre el que impera, como un shogun dueño de vidas y haciendas, el señor Alberto Fujimori, dispensador, al estilo medieval, de obsequios y castigos. Con una particularidad: una cierta sonrisa cachacienta de medio lado, que delata su calidad chicha, si lo comparamos con don Augusto B. Leguía, una de las mayores calamidades de la reciente historia nacional.

FRANCISCO IGARTUA - EDITORIAL – "Alguien que no caiga prisionero de los militares" – Revista Oiga, 31/10/94

Francisco Igartua
Por razones de principio y aunque disguste a muchos o pocos –lo mismo da– me veo obligado a iniciar esta nota puntualizando que en las próximas elecciones hay un candidato que no sólo juega con ventaja sino que está descalificado éticamente a competir por 'haber ejercido el poder amparado en un golpe militar, violador de la ley y de la democracia. Me refiero naturalmente a Alberto Fujimori Fujimori. Sin embargo, no puedo negar que tanto a nivel nacional como internacional este problema principista ha sido puesto de lado, dando legitimidad a la bárbara costumbre de aceptar como válidos los hechos consumados o sea la razón de la fuerza, la ley de la espada. Y si ésta es la realidad, a pesar de que la repulse moralmente, no me cabe otro camino que aceptar sus términos para comentar los alcances de la competencia electoral ya iniciada con el lanzamiento de 15 candidatos a la Presidencia de la República.

Se trata de una avalancha masiva por asumir la responsabilidad de señalarle rumbo a la nación, rumbo de largo plazo con estabilidad institucional y de resolver la crisis política generada por la decisión de eliminar el Senado de la República y establecer la reelección presidencial. Porque ésta es la meditación central a la que nos convoca la próxima elección, meditación gravísima a la que no colabora el excesivo número de postulantes. Lo que el país requiere es lo que desde hace muchos años viene reclamando el Perú como nación: ser un proyecto de largo plazo, basado en la estabilidad de las instituciones, bajo el imperio de la juridicidad, de la ley -igual para gobernantes y gobernados-, dentro de las normas del sistema democrático. Y contra este esquema es que atenta la reelección presidencial en el Perú, que es el país sobre el que están centradas nuestras reflexiones. Nadie discurre la necesidad de planes y proyectos con perspectivas de quince, veinte o más años. Por ejemplo, la política petrolera o energética -al margen de que se privaticen o no las compañías- debe planificarse para cincuenta años o más, y ésta es tarea del Estado. Lo mismo debe ocurrir con nuestra política exterior. y para no menos de veinte años debe estar prevista la política nacional sobre la pesca, la minería, la tributación, la banca, etc. Pero a este proyecto de largo plazo no le da estabilidad el que sea un secreto militar. Tampoco se lo da un hombre por providencial que éste sea. Esa estabilidad, como lo han declarado los empresarios japoneses que visitan el Perú, sólo lo logra un sistema institucional firme, independiente, bien fiscalizado por un Parlamento en regla, con dos Cámaras, una de ellas política, que represente a las provincias, y otra reflexiva, que represente a la Nación. Contra este proyecto de largo plazo atenta la reelección presidencial, propiciadora de autoritarismos y despotismo s que erosionan a las instituciones y centralizan el poder, anulando la fiscalización democrática y la descentralización administrativa. Esta es la realidad peruana y latinoamericana. Es el ejemplo de Leguía Es caer en el peor caudillismo, en el continuismo. el mayor de los males de estas repúblicas que hasta ahora no entienden que la fuerza de las naciones reside en la educación, en el respeto a la ley y en la alternancia en el poder. Una alternancia, eso sí, fecunda; que la indeseable continuidad de la persona oponga la continuidad de proyectos que hagan el Perú posible que quería Basadre Porque esta patria, con todos sus problemas, dolores y vergüenzas a cuestas, está ya fundada y no necesita nuevas Patrias Nuevas que la sigan agobiando.

Cerrarle el paso a, la reelección es, pues, la principal tarea de quienes quieran que este país continúe los pasos acertados del régimen del señor Fujimori -todos exclusivamente económicos, porque sus realizaciones materiales todavía están en evaluación y algunas podrían resultar grandes escándalos-; sin que se excluya la necesidad de dar les mayor vitalidad a esos aciertos o hacerles las correcciones que las circunstancias podrían estar aconsejando. La reelección sería agravar el abuso del autoritarismo y perennizar a la cúpula castrense, con todos los riesgos que para la estabilidad social significa la permanencia de esta democracia vigilada que rige en el país desde abril del noventa y dos.

Se trata de una elección compleja, que requiere del candidato que se oponga a la reelección autoridad suficiente, suficiente representatividad y peso específico para no permitir que esa cúpula militar enquistada en el poder -y que es poder ella misma- se atreva a emplear el fraude para imponer la reelección y perpetuarse.

Esta vez el Perú no puede volver a darse el lujo de lanzarse al vacío, como ocurrió con Fujimori, obligándolo a ponerse bajo la custodia del Ejército para no perderse en la nebulosa, de lo que ha resultado, por azar, un gobierno con algunos puntos positivos, pero con la violación de la Constitución y la democracia como consecuencia del pacto Fujimori fuerza Armada. Punto que a muchos no les alarma, porque creen, equivocadamente, que el golpe militar ayudó a la solución del desastre económico que nos dejó Alan García. Cuando, en verdad, fue un tremendo obstáculo para la reincorporación del Perú en el mundo financiero internacional.

Votar hoy día significa meditar, reflexionar -sin restarle méritos a nadie-, en la seriedad de las propuestas, en la solvencia personal del candidato, en los recursos de apoyo que pueda lograr del exterior, en su trayectoria de servicio al país, en su desinterés personal, en el valor real del postulante y en su capacidad para concertar a los peruanos y hacer realidad ese diálogo todavía no iniciado del Ande -columna vertebral de esta nación-con la costa y la selva. Es hora de meditar y reflexionar, de escoger al mejor, al que más méritos haya hecho, al que mayor valor exhiba, al que más nos pueda integrar y enseñar, al más solvente de los candidatos. No es hora de jugar a la ruleta por corazonada o de apostar a ganador, al que ya está en el poder, porque será transformarlo de autócrata en déspota y perpetuar una cúpula militar que más temprano que tarde será, como siempre, factor de disolución, de caos, de catástrofe.

Basta repasar nuestra historia, no la del extremo oriente ni la de los pueblos de Europa sino la nuestra y recordar los trágicos episodios en los que culminó la reelección y endiosamiento de Leguía. Es hora de optar por la seriedad, por los valores comprobados, por la prudencia, por la capacidad para unir y, sobre todo, para cerrarle el paso a la reelección y al continuismo. Será necesario escoger a alguien que asegure, por la fuerza propia de su prestigio internacional, de que no caerá, como Fujimori, en prisionero de los militares. Tarea difícil, que requiere autoridad, energía y sapiencia. La elección presidencial no es una tómbola, es algo verdaderamente serio. Por desgracia, cada vez más en manos de los tomboleros que controlan la televisión. Toca a la capacidad de reflexión y a la lucidez de los electores no dejarse envolver por los cantos de las sirenas que casi pierden a Ulises.

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P. S.


Pero de qué seriedad se pueda estar hablando cuando el presidente de la Sociedad de Industrias, la autoridad máxima de los pudientes del país, y primer vicepresidente en la fórmula de Fujimori pronuncia esta frase de antología y que el sábado se publica sin horrorizar a nadie:

"Estuve de acuerdo con el autogolpe del 5 de abril de 1992, pero no apoyaría un nuevo autogolpe". ¿Es cándido el señor Márquez o se hace?... Por lo pronto, en un canal de TV, la señora Martha Chávez, lideresa del fujimorismo, acaba de puntualizar que, si las circunstancias lo exigen, habrá otro golpe... Ya que si bueno ha sido uno ¿por qué no dos?