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DORIS GIBSON PARRA Y FRANCISCO IGARTUA ROVIRA

DORIS GIBSON PARRA Y FRANCISCO IGARTUA ROVIRA
FRANCISCO IGARTUA CON DORIS GIBSON, PIEZA CLAVE EN LA FUNDACION DE OIGA, EN 1950 CONFUNDARIAN CARETAS.

«También la providencia fue bondadosa conmigo, al haberme permitido -poniendo a parte estos años que acabo de relatar- escribir siempre en periódicos de mi propiedad, sin atadura alguna, tomando los riesgos y las decisiones dictadas por mi conciencia en el tono en que se me iba la pluma, no siempre dentro de la mesura que tanto gusta a la gente limeña. Fundé Caretas y Oiga, aunque ésta tuvo un primer nacimiento en noviembre de 1948, ocasión en la que también conté con la ayuda decisiva de Doris Gibson, mi socia, mi colaboradora, mi compañera, mi sostén en Caretas, que apareció el año 50. Pero éste es asunto que he tocado ampliamente en un ensayo sobre la prensa revisteril que publiqué años atrás y que, quién sabe, reaparezca en esta edición con algunas enmiendas y añadiduras». FRANCISCO IGARTUA - «ANDANZAS DE UN PERIODISTA MÁS DE 50 AÑOS DE LUCHA EN EL PERÚ - OIGA 9 DE NOVIEMBRE DE 1992»

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«Cierra Oiga para no prostituir sus banderas, o sea sus ideales que fueron y son de los peruanos amantes de las libertades cívicas, de la democracia y de la tolerancia, aunque seamos intolerantes contra la corrupción, con el juego sucio de los gobernantes y de sus autoridades. El pecado de la revista, su pecado mayor, fue quien sabe ser intransigente con su verdad» FRANCISCO IGARTUA – «ADIÓS CON LA SATISFACCIÓN DE NO HABER CLAUDICADO», EDITORIAL «ADIÓS AMIGOS Y ENEMIGOS», OIGA 5 DE SEPTIEMBRE DE 1995

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LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU

LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU
UNIVERSIDAD DEL PAÍS VASCO

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LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU
UNIVERSIDAD DEL PAÍS VASCO

«Siendo la paz el más difícil y, a la vez, el supremo anhelo de los pueblos, las delegaciones presentes en este Segundo Congreso de las Colectividades Vascas, con la serena perspectiva que da la distancia, respaldan a la sociedad vasca, al Gobierno de Euskadi y a las demás instituciones vascas en su empeño por llevar adelante el proceso de paz ya iniciado y en el que todos estamos comprometidos.» FRANCISCO IGARTUA - TEXTO SOMETIDO A LA APROBACION DE LA ASAMBLEA Y QUE FUE APROBADO POR UNANIMIDAD - VITORIA-GASTEIZ, 27 DE OCTUBRE DE 1999.

«Muchos más ejemplos del particularismo vasco, de la identidad euskaldun, se pueden extraer de la lectura de estos ajados documentos americanos, pero el espacio, tirano del periodismo, me obliga a concluir y lo hago con un reclamo cara al futuro. Identidad significa afirmación de lo propio y no agresión a la otredad, afirmación actualizada-repito actualizada- de tradiciones que enriquecen la salud de los pueblos y naciones y las pluralidades del ser humano. No se hace patria odiando a los otros, cerrándonos, sino integrando al sentir, a la vivencia de la comunidad euskaldun, la pluralidad del ser vasco. Por ejemplo, asumiendo como propio -porque lo es- el pensamiento de las grandes personalidades vascas, incluido el de los que han sido reacios al Bizcaitarrismo como es el caso de Unamuno, Baroja, Maeztu, figuras universales y profundamente vascas, tanto que don Miguel se preciaba de serlo afirmando «y yo lo soy puro, por los dieciséis costados». Lo decía con el mismo espíritu con el que los vascos en 1612, comenzaban a reunirse en Euskaletxeak aquí en América» - FRANCISCO IGARTUA - AMERICA Y LAS EUSKALETXEAK - EUSKONEWS & MEDIA 72.ZBK 24-31 DE MARZO 2000

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domingo, 22 de junio de 2014

UNIVERSIDAD DEL PAIS VASCO



Óscar ÁLVAREZ GILA (dir.):
Organización, identidad e imagen de las colectividades vascas de la emigración (siglos XVI-XXI). Organization, Identity and Image of the Basque Communities Abroad (16th-21st Centuries).
Bilbao, Universidad del País Vasco, 2010 (ISBN: 978-84-9860-377-4).


En la última década los estudios sobre la presencia y proyección de los vascos en el exterior, entendiendo este término de un modo amplio, han experimentado una interesante evolución. Junto al aumento, modesto aunque no por ello desdeñable, del número de investigaciones realizadas tanto en el propio País Vasco como en las sociedades donde llegaron, se asentaron y actuaron numerosos vascos, se ha producido igualmente un progresivo desarrollo de los campos temáticos abordados por dichas investigaciones. Así, frente a la tendencia dominante décadas atrás, en la que este tipo de temáticas se englobaba bajo el significativo, y reduccionista, título de emigración vasca, hoy asistimos a una auténtica diversificación epistemológica, metodológica, cronológica e incluso temática, en la que han accedido al estudio de las cuestiones ligadas a las migraciones y sus consecuencias, antaño reservadas a los demógrafos, investigadores procedentes de la historia social, económica, política, cultural, e incluso de otras ciencias como la sociología, la antropología o la filología. En esta obra abordamos una serie de reflexiones en torno a la formación de las colectividades vascas en el exterior en una perspectiva de larga duración, desde el temprano siglo XVI hasta los albores del siglo XXI. Los vascos, como otros muchos pueblos emigrantes del pasado y del presente, presentaron una gran tendencia a mostrarse ante las sociedades que los acogieron de un modo colectivo, adoptando una identidad peculiar que permeaba a todos los procedentes de un mismo origen geográfico y cultural. Estas identidades colectivas, así generadas, descansaban en dos pilares: una organización interna, nucleada en torno a la aparición de instituciones que, si bien nunca acogieron en su seno a la totalidad de los inmigrantes vascos en un espacio determinado, sí que, por lo menos, vinieron a usufructuar la interlocución entre sociedad de acogida y grupo inmigrante.

UNIVERSIDAD DEL PAÍS VASCO



Óscar ÁLVAREZ GILA, Alberto ANGULO MORALES, Jon Ander RAMOS MARTÍNEZ (dirs.). Devoción, paisanaje e identidad. Las cofradías y congregaciones de naturales en España y América (siglos XVI-XIX), Bilbao, Universidad del País Vasco (978-84-9860-962-2).

Los movimientos migratorios (libres o forzados, realizados individualmente o a través de la familia) resultan una constante en los estudios sobre las sociedades del período cronológico que abarca este trabajo. Muchos actores de los procesos migratorios sabían de las dificultades que encontrarían al introducirse en las sociedades de acogida. Una solución, nunca la única ni la última, consistía en -a veces, merced a la familia- integrarse en asociaciones que le ayudasen en su carrera social (económica, política, administrativa, etcétera)
De este modo, los grandes núcleos urbanos hispanos de la época contaban con entidades (congregaciones, cofradías y hospitales) que, con un origen netamente devocional y asistencial, alteraron sus funciones hasta convertirse en espacios destinados a fomentar los lazos de sociabilidad y la formación de identidades comunitarias. Los vínculos mantenidos con las instituciones de sus lugares de origen permiten señalar la relevancia de estas entidades en la construcción y mantenimiento de antiguas y nuevas imágenes sobre sus lugares de origen o patrias.

Este trabajo colectivo pretende alimentarse de las experiencias del asociacionismo étnico a ambos lados del atlántico, ofreciendo al lector académico, no tanto un estado de la cuestión, sino la recopilación de un conjunto de investigaciones históricas que sea capaz de ayudar a los nuevos investigadores en la labor de estudiar tanto las instituciones o asociaciones nacidas al calor de los procesos migratorios como la intrahistoria de los miembros de estas mismas comunidades en un largo proceso cronológico.

Devoción, paisanaje e identidad. Las cofradías y congregaciones de naturales en España y América (Siglos XVI y XIX). Oscar Álvarez Gila, Alberto Angulo Morales, Jon Ander Ramos (dirs.) Historia Medieval y Moderna

Devoción, paisanaje e identidad. Las cofradías y congregaciones de naturales en España y América (Siglos XVI y XIX). Oscar Álvarez Gila, Alberto Angulo Morales, Jon Ander Ramos (dirs.) Historia Medieval y Moderna 
Devoción, paisanaje e identidad. Las cofradías y congregaciones de naturales en España y América (Siglos XVI y XIX). Oscar Álvarez Gila, Alberto Angulo Morales, Jon Ander Ramos (dirs.) Historia Medieval y Moderna 

Devoción, paisanaje e identidad. Las cofradías y congregaciones de naturales en España y América (Siglos XVI y XIX). Oscar Álvarez Gila, Alberto Angulo Morales, Jon Ander Ramos (dirs.) Historia Medieval y Moderna

Devoción, paisanaje e identidad. Las cofradías y congregaciones de naturales en España y América (Siglos XVI y XIX). Oscar Álvarez Gila, Alberto Angulo Morales, Jon Ander Ramos (dirs.) Historia Medieval y Moderna 

domingo, 15 de diciembre de 2013

Oiga

Notas sobre la etapa más desconocida de un político y escritor vasco:
Jon Andoni Irazusta, de parlamentario a misionero en Perú (1950-1952)
Óscar Álvarez Gila

  —1→ 
Hace ya tiempo que se puso en evidencia cómo una de las facetas más desconocidas de la Guerra Civil española ha sido precisamente la suerte de los leales a la República que, después de 1939 y a raíz de su derrota militar, hubieron de exiliarse en diversos países de Europa y América. Ciertamente, en las dos últimas décadas, tras la recuperación democrática y con la renovación temática y metodológica que ha experimentado la historiografía contemporaneísta, se han subsanado en parte ésta y otras carencias. Pero, a pesar de todo, siguen siendo muchos los elementos de ese complejo mundo del exilio que precisan todavía de un análisis más pormenorizado, partiendo de la recuperación de un buen número de interesantes pero aún hoy desconocidas «historias» personales, cuya suma y entrelazamiento conforman, en buena medida, el devenir vital de cuatro largas décadas de extrañamiento1.
Precisamente, estas breves notas pretenden mostrar la etapa más desconocida de una de esas peculiares historias personales a las que acabamos de aludir, dando cuenta al mismo tiempo de la rica pero no muy conocida fuente a través de la cual   —2→   nos vamos a acercar a ella2. Se trata de Juan Antonio (o, en euskera, Jon Andoni) Irazusta Muñoa, natural de la villa guipuzcoana de Tolosa (1884), quien fuera, como es sabido, un personaje de amplia relevancia política en las filas del nacionalismo vasco en los años de la Segunda República. Durante esta etapa, ocupó varias veces el cargo de Diputado a Cortes por Guipúzcoa, siendo además segundo jefe de la llamada minoría parlamentaria vasca, vertebrada por los cargos electos del Partido Nacionalista Vasco. Abogado de profesión, cultivó además el periodismo y la crónica política3. Exiliado tras la Guerra Civil, pasó primero por Francia, y de allí se dirigiría a América: Panamá, Puerto Rico y Colombia, antes de radicarse en 1946 en Argentina, donde residió un tiempo en Buenos Aires y, más tarde, en Córdoba4. Fue allí, precisamente, donde en una etapa ya avanzada de su vida desarrollaría su faceta literaria en lengua vasca, como autor de dos interesantes novelas (Joañixio y Bizitza garratza da) que vieron la luz en la editorial «Ekin» de Buenos Aires en 1946 y 1950, respectivamente5. Con posterioridad, sus biógrafos se limitan a reseñar su traslado a Perú, país en el que, después de un breve paso por el Seminario, se ordenaría sacerdote «para ir como misionero a la cordillera de los Andes» con los religiosos pasionistas6. Ordenado en Lima en septiembre de 1951, fallecería apenas seis meses después, el 9 de marzo de 1952.
Ciertamente, a simple vista pudiera parecer sorprendente o inesperado este giro de su actividad pública. No obstante, no se trataba ésta de una decisión precipitada o tardía; antes al contrario. De hecho, con bastante anterioridad a su llegada a Perú en 1950, ya había meditado Jon Andoni Irazusta la decisión de hacerse sacerdote y misionero, a pesar de su avanzada edad. Pero había sido precisamente este hecho, su ancianidad, lo que le había cerrado varias puertas a las que llamó, una vez que ya se hallaba exiliado en tierras americanas. Antes de entrar   —3→   en contacto con la congregación de los pasionistas, según relata el prelado nullius7 de Moyobamba Martín Elorza Legaristi8 -quien finalmente lo aceptaría en su diócesis, y cuya correspondencia es la base documental principal que sustenta esta nota-, «había hecho alguna sugerencia él a un Prefecto o Vicario Apostólico, creo que al actual Superior o Rector del Seminario Misional de Burgos, y sólo obtuvo una mirada y sonrisa de compasión al obrero de última hora y nada más»9.
Si bien la fuente no lo indica expresamente, no es aventurado suponer que, muy posiblemente, estos contactos -y en especial, el que se cita expresamente con el Seminario Español de Misiones Extranjeras de Burgos- se habrían producido durante el tiempo en que Irazusta estuvo residiendo en Colombia, pues era en este país sudamericano donde dicho Seminario tenía a su cargo la misión de San Jorge -un vicariato apostólico sito en el departamento de San Marcos10-. Y es todavía más   —4→   significativo el hecho de que fuera un sacerdote vasco quien, por aquellos mismos años, estuviera al frente de dicha misión11.
Este último dato nos pone en la pista de un dato de sumo interés: la presencia, en tierras americanas, de una extensísima red de misiones regentadas y servidas por personal total o mayoritariamente vasco, producto de la altísima fecundidad vocacional de las diócesis vascas12. Irazusta contaba, para sus propósitos, con un amplio catálogo de posibilidades, desde Centroamérica hasta el Cono sur americano, donde acogerse a una recepción benévola por religiosos compatriotas, y todo parece indicar que utilizó estas conexiones. De hecho, la propia obra literaria de Irazusta nos informa de que tenía un conocimiento bien preciso de la amplitud y extensión esta presencia religiosa vasca en América, en el capítulo que dedica a otros religiosos vascos, misioneros igualmente en otra región colombiana: los carmelitas descalzos de Urabá13.
De hecho, sus primeros contactos con los pasionistas de Perú -también todos ellos misioneros vascos, hemos de recordar14-, que habían sido epistolares15, habían venido motivados por este conocimiento directo y por la cercanía que esperaba encontrar en unos religiosos vascos como él, y a los que ciertamente conocía desde antes de su exilio. En 1949, cuando todavía era Martín Elorza el delegado de la provincia pasionista vasca en América, ya se había puesto Jon Andoni Irazusta en contacto con él desde Argentina, expresándole sus deseos de ingresar en la congregación y de ejercitar su futura labor pastoral en la misión de Moyobamba, una prelatura de recentísima creación, en la «ceja de montaña» peruana -estribaciones andinas de la Amazonía-, que ha sido encomendada a los mismos pasionistas vascos que, desde 1923, regentaban la vecina misión de Yurimaguas. A comienzos de 1950, como hemos indicado, llega finalmente Irazusta   —5→   a Perú16, si bien sin tener todavía muy bien definido su engarce en el organigrama del personal misionero que iba a ser destinado allí. Su principal mentor es el propio Martín Elorza, quien para entonces ya ha sido nombrado para el cargo de administrador apostólico17 de Moyobamba. Para él, una de cuyas primeras preocupaciones en su nuevo cargo había sido la promoción de vocaciones sacerdotales, la perspectiva de la cercana ordenación de Irazusta habría de hacer mucho bien a la prelatura, no sólo por el posible factor de emulación que pudiera despertar, sino también porque se trataba de un hombre ya formado, de amplia cultura y mucha valía: «será, pues, el primer seminarista y ordenado de la prelatura», comunica entonces a sus superiores pasionistas en Deusto. «No dirán que empezamos por mocosillos que no saben donde tienen la mano derecha»18.
Inmediatamente, Elorza comienza a gestionar ante Roma condiciones especiales para que se le reduzca a Jon Andoni Irazusta el período de estudios en el seminario19, por razón de su edad y su cualificación académica; conseguirá para ello incluso la recomendación favorable del nuncio vaticano en Perú20. De igual modo, pedirá a los superiores de la congregación pasionista condiciones especiales para admitir en el noviciado a un hombre de sesenta y seis años. Irazusta, por su parte, comienza a estudiar la Teología en el seminario de Lima, mientras reside en la casa que los pasionistas mantenían abierta en la capital peruana.
A la espera de la respuesta de la Santa Sede, Martín Elorza encarga a Irazusta uno de sus proyectos más largamente acariciados, que pretendía que se convirtiera en la punta de lanza de la recatolización de la vida pública de todo el departamento de San Martín -donde se halla ubicada la prelatura-: el Círculo Católico de Estudios. Este «Círculo», de vocación decididamente elitista, quería convertirse en polo prestigioso de reflexión y centro de formación de una intelectualidad católica seglar y militante, dispuesta a defender los intereses de la Iglesia y la religión en   —6→   todos los frentes de la vida pública21. Sus primeras batallas deberían dirigirse, según la idea de monseñor Elorza, contra la labor proselitista del protestantismo, cuya penetración entre la población de Moyobamba es rápida y amplia, favorecida entre otros factores por la debilidad de la presencia de la Iglesia católica en la región. El «Círculo» se funda en noviembre de 1950, bajo la responsabilidad directa de Jon Andoni Irazusta22, que inició las sesiones de conferencias mensuales, el 3 de diciembre23, con una charla titulada «A Dios por la ciencia»; de todas las conferencias impartidas por Irazusta en el «Círculo», sería ésta precisamente la única que no se refiere directamente a la cuestión protestante.
La solicitud personal de Elorza finalmente, obtendrá sus frutos en cuanto a la ordenación de Jon Andoni Irazusta, aunque se demorará un poco. La tardanza tampoco preocupa en exceso al prelado de Moyobamba, más interesado por los primeros frutos de su labor al frente del «Círculo». «No quiero precipitar los acontecimientos poniéndole la sotana. Después de unos pocos meses más se le dará esa transformación que no dejará de sorprender a muchos»24. Finalmente, llega la autorización de Roma, en abril de 1951, para que disponga la ordenación en la fecha que crea oportuna, con la sola condición «de que siga después el estudio de la Teología hasta terminarla»25. Y así, el 2 de septiembre de 1951, en la iglesia de la Nunciatura de Lima, Irazusta se convierte en sacerdote, oficiando su primera misa en la iglesia parroquial que los pasionistas tenían en San Isidro, Lima, una semana más tarde. Serán sus padrinos de ordenación un matrimonio guipuzcoano, amigo común de Irazusta y de los pasionistas vascos de Lima, ciudad ésta en la que residiría: Eduardo Olano, y su esposa Amanda26. Expresamente para predicar en el   —7→   acto, llegó desde Buenos Aires el sacerdote capuchino, también amigo de Irazusta, exiliado como él tras la Guerra Civil y pariente de los Olano, padre Miguel de Alzo27.
«Acabo de presenciar con grandísimo consuelo de mi alma la ordenación sacerdotal y primera misa de Jon Andoni Irazusta, hijo ilustre de esa villa (de Tolosa). Él ha sido el primer sacerdote que ha visto ordenarse esta nueva prelatura de Moyobamba: un tolosano», informó entonces Martín Elorza a una congregación de monjas de Tolosa, con la que mantenía correspondencia28. Pero aquello sólo suponía el primer paso en el deseo de Irazusta, pues seguidamente «vino con la ilusión de poderse hacer religioso pasionista con toda su realidad canónica», recuerda Elorza29. Pero un hecho se interpone en su deseo: la provincia pasionista vasca no disponía todavía de un noviciado en América.
Por esta razón, Martín Elorza opta por enviar unos inmejorables informes a Roma, en la esperanza de que se arbitren soluciones especiales, dadas las circunstancias excepcionales que rodean al caso (entre las que no puede olvidarse la imposibilidad que tenía Irazusta de ir al País Vasco a ingresar en el noviciado, por su condición de exiliado político de España)30. No pierde así ocasión para ponderar muy positivamente las virtudes que, a su entender, ostentaba Jon Andoni Irazusta, que actuaba ya como un religioso más en la disciplina regular: «El señor se porta muy bien y nada tengo contra él. Está en todo pendiente de mí; y hasta es difícil saber su inclinación, porque es tan delicado que quiere en todo seguir la de sus superiores; y evita manifestar su propia preferencia o voluntad». Finalmente, propone como solución conveniente, en caso de que haya de trasladarse Irazusta a   —8→   algún noviciado canónico establecido, que «se podría convenir con los PP. [Pasionistas] de Argentina y obtenerle dispensa de parte del tiempo»31.
La insistencia del prelado Elorza, sin embargo, no le sirvió en esta ocasión, e Irazusta tuvo que conformarse con su condición de sacerdote secular. Pero, como resumía Elorza pocos días después de su fallecimiento, «en ese brevísimo plazo se le impuso en la Teología y elevó al sacerdocio; fundó el Círculo Católico de Estudios, dio diferentes conferencias, se le nombró asesor jurídico de la Prelatura y prestó diferentes servicios o ministerios sacerdotales en Tarapoto como adscrito a aquella parroquia. [...] Dudo que los jesuitas hubieran obtenido mucho más en ese corto espacio de tiempo y en este medio de la selva»32.

Toda esta actividad se detendría cuando, por causa de una enfermedad, hubo de ser rápidamente trasladado a Lima, donde estuvo bajo la atención personal del propio monseñor Elorza. Irazusta fallecería el 4 de marzo de 1952. Sería enterrado en Lima, corriendo todos los gastos de los funerales a cargo de la prelatura, en todas cuyas parroquias se hicieron oficiar misas por su alma33.

viernes, 13 de diciembre de 2013

Oiga

EZKIOGA: UN LIBRO PARA PENSAR

Ezkioga
Un libro que está destinado a aclarar muchas incógnitas es el que acaba de publicar el teólogo Antonio María Artola Arbiza, de la Congregación Pasionista, con los auspicios de la Universidad del País Vasco, Universidad de San Martin de Porres de Perú y de los centros vascos Euzko Etxea Arantzazu de Lima y Euzko Etxea de Santiago de Chile.

El autor del libro “EZKIOGA”, en el 80 aniversario de la Pastoral de Mons. Mateo Mugica Urrestarazu, es el teólogo Antonio María Artola Arbiza, de la Congregación Pasionista, que este año conmemoro el primer centenario de la llegada de los primeros doce misioneros vascos al Perú.

La obra ha sido editada por el Fondo Editorial de la Revista Oiga, fundada por el destacado periodista de origen vasco Francisco Igartua Rovira fallecido tempranamente hace nueve años.

El Comité Editorial encargado de la publicación ha sido presidido por el Director Ejecutivo de Euzko Etxea Arantzazu de Lima, Jhon Bazán Aguilar, director del Fondo Editorial de la Revista Oiga.

El prologo ha sido preparado por el destacado historiador vasco doctor Oscar Álvarez Gila, que ha organizado la presentación del libro en la Feria Internacional de Durangoko 2013.

Este libro  pone al descubierto uno de esos hechos ignorados por casi todos los historiadores, sobre los acontecimientos religiosos que sucedieron  en los días mismos de la instauración de la República, en Ezkioga, localidad de la Provincia de Guipúzcoa, que  fue  la  primera  en  proclamar la República.

Se ha dicho, por ejemplo, que °las guerras civiles duran más de un siglo”; por eso la guerra del  1936-39 no cesa de estar presente. En ese contexto el  Arzobispo de Tarragona Jaume Pujol ha dicho: “Hay que hacer un estudio histórico sobre el papel de la Iglesia  en el Repúblicas, la Guerra Civil, y la dictadura  franquista”. En realidad, son pocos los que saben  realmente  como sucedieron los acontecimientos, cómo y  por que  surgió la cruzada.

El libro demuestra que la Virgen en Ezkioga  no favoreció a ningún grupo interesado en  cambiar el curso de los sucesos. Como 50 años después en  Medjurgorje, la Virgen no vino a pedir en Ezkioga más que oración.

Ezkioga es un evento mariano  extraordinario. Su mensaje da para más del  siglo que duran las guerras civiles. Su mensaje sobrepasa el siglo, y  sigue enseñando a los  hombres, que  el acto más elementalmente religioso, y eficaz, es la oración.


Fuente:


Euzko Etxea Arantzazu Lima.

lunes, 20 de mayo de 2013

ILUSTRE HERMANDAD VASCONGADA DE NUESTRA SEÑORA DE ARANTZAZU DE LIMA


Notas sobre la etapa más desconocida de un político y escritor vasco: Jon Andoni Irazusta, de parlamentario a misionero en Perú (1950-1952) / Óscar Álvarez Gila

Notas sobre la etapa más desconocida de un político y escritor vasco: Jon Andoni Irazusta, de parlamentario a misionero en Perú (1950-1952)

Óscar Álvarez Gila

  —1→ 
Hace ya tiempo que se puso en evidencia cómo una de las facetas más desconocidas de la Guerra Civil española ha sido precisamente la suerte de los leales a la República que, después de 1939 y a raíz de su derrota militar, hubieron de exiliarse en diversos países de Europa y América. Ciertamente, en las dos últimas décadas, tras la recuperación democrática y con la renovación temática y metodológica que ha experimentado la historiografía contemporaneísta, se han subsanado en parte ésta y otras carencias. Pero, a pesar de todo, siguen siendo muchos los elementos de ese complejo mundo del exilio que precisan todavía de un análisis más pormenorizado, partiendo de la recuperación de un buen número de interesantes pero aún hoy desconocidas «historias» personales, cuya suma y entrelazamiento conforman, en buena medida, el devenir vital de cuatro largas décadas de extrañamiento1.
Precisamente, estas breves notas pretenden mostrar la etapa más desconocida de una de esas peculiares historias personales a las que acabamos de aludir, dando cuenta al mismo tiempo de la rica pero no muy conocida fuente a través de la cual   —2→   nos vamos a acercar a ella2. Se trata de Juan Antonio (o, en euskera, Jon Andoni) Irazusta Muñoa, natural de la villa guipuzcoana de Tolosa (1884), quien fuera, como es sabido, un personaje de amplia relevancia política en las filas del nacionalismo vasco en los años de la Segunda República. Durante esta etapa, ocupó varias veces el cargo de Diputado a Cortes por Guipúzcoa, siendo además segundo jefe de la llamada minoría parlamentaria vasca, vertebrada por los cargos electos del Partido Nacionalista Vasco. Abogado de profesión, cultivó además el periodismo y la crónica política3. Exiliado tras la Guerra Civil, pasó primero por Francia, y de allí se dirigiría a América: Panamá, Puerto Rico y Colombia, antes de radicarse en 1946 en Argentina, donde residió un tiempo en Buenos Aires y, más tarde, en Córdoba4. Fue allí, precisamente, donde en una etapa ya avanzada de su vida desarrollaría su faceta literaria en lengua vasca, como autor de dos interesantes novelas (Joañixio y Bizitza garratza da) que vieron la luz en la editorial «Ekin» de Buenos Aires en 1946 y 1950, respectivamente5. Con posterioridad, sus biógrafos se limitan a reseñar su traslado a Perú, país en el que, después de un breve paso por el Seminario, se ordenaría sacerdote «para ir como misionero a la cordillera de los Andes» con los religiosos pasionistas6. Ordenado en Lima en septiembre de 1951, fallecería apenas seis meses después, el 9 de marzo de 1952.
Ciertamente, a simple vista pudiera parecer sorprendente o inesperado este giro de su actividad pública. No obstante, no se trataba ésta de una decisión precipitada o tardía; antes al contrario. De hecho, con bastante anterioridad a su llegada a Perú en 1950, ya había meditado Jon Andoni Irazusta la decisión de hacerse sacerdote y misionero, a pesar de su avanzada edad. Pero había sido precisamente este hecho, su ancianidad, lo que le había cerrado varias puertas a las que llamó, una vez que ya se hallaba exiliado en tierras americanas. Antes de entrar   —3→   en contacto con la congregación de los pasionistas, según relata el prelado nullius7 de Moyobamba Martín Elorza Legaristi8 -quien finalmente lo aceptaría en su diócesis, y cuya correspondencia es la base documental principal que sustenta esta nota-, «había hecho alguna sugerencia él a un Prefecto o Vicario Apostólico, creo que al actual Superior o Rector del Seminario Misional de Burgos, y sólo obtuvo una mirada y sonrisa de compasión al obrero de última hora y nada más»9.
Si bien la fuente no lo indica expresamente, no es aventurado suponer que, muy posiblemente, estos contactos -y en especial, el que se cita expresamente con el Seminario Español de Misiones Extranjeras de Burgos- se habrían producido durante el tiempo en que Irazusta estuvo residiendo en Colombia, pues era en este país sudamericano donde dicho Seminario tenía a su cargo la misión de San Jorge -un vicariato apostólico sito en el departamento de San Marcos10-. Y es todavía más   —4→   significativo el hecho de que fuera un sacerdote vasco quien, por aquellos mismos años, estuviera al frente de dicha misión11.
Este último dato nos pone en la pista de un dato de sumo interés: la presencia, en tierras americanas, de una extensísima red de misiones regentadas y servidas por personal total o mayoritariamente vasco, producto de la altísima fecundidad vocacional de las diócesis vascas12. Irazusta contaba, para sus propósitos, con un amplio catálogo de posibilidades, desde Centroamérica hasta el Cono sur americano, donde acogerse a una recepción benévola por religiosos compatriotas, y todo parece indicar que utilizó estas conexiones. De hecho, la propia obra literaria de Irazusta nos informa de que tenía un conocimiento bien preciso de la amplitud y extensión esta presencia religiosa vasca en América, en el capítulo que dedica a otros religiosos vascos, misioneros igualmente en otra región colombiana: los carmelitas descalzos de Urabá13.
De hecho, sus primeros contactos con los pasionistas de Perú -también todos ellos misioneros vascos, hemos de recordar14-, que habían sido epistolares15, habían venido motivados por este conocimiento directo y por la cercanía que esperaba encontrar en unos religiosos vascos como él, y a los que ciertamente conocía desde antes de su exilio. En 1949, cuando todavía era Martín Elorza el delegado de la provincia pasionista vasca en América, ya se había puesto Jon Andoni Irazusta en contacto con él desde Argentina, expresándole sus deseos de ingresar en la congregación y de ejercitar su futura labor pastoral en la misión de Moyobamba, una prelatura de recentísima creación, en la «ceja de montaña» peruana -estribaciones andinas de la Amazonía-, que ha sido encomendada a los mismos pasionistas vascos que, desde 1923, regentaban la vecina misión de Yurimaguas. A comienzos de 1950, como hemos indicado, llega finalmente Irazusta   —5→   a Perú16, si bien sin tener todavía muy bien definido su engarce en el organigrama del personal misionero que iba a ser destinado allí. Su principal mentor es el propio Martín Elorza, quien para entonces ya ha sido nombrado para el cargo de administrador apostólico17 de Moyobamba. Para él, una de cuyas primeras preocupaciones en su nuevo cargo había sido la promoción de vocaciones sacerdotales, la perspectiva de la cercana ordenación de Irazusta habría de hacer mucho bien a la prelatura, no sólo por el posible factor de emulación que pudiera despertar, sino también porque se trataba de un hombre ya formado, de amplia cultura y mucha valía: «será, pues, el primer seminarista y ordenado de la prelatura», comunica entonces a sus superiores pasionistas en Deusto. «No dirán que empezamos por mocosillos que no saben donde tienen la mano derecha»18.
Inmediatamente, Elorza comienza a gestionar ante Roma condiciones especiales para que se le reduzca a Jon Andoni Irazusta el período de estudios en el seminario19, por razón de su edad y su cualificación académica; conseguirá para ello incluso la recomendación favorable del nuncio vaticano en Perú20. De igual modo, pedirá a los superiores de la congregación pasionista condiciones especiales para admitir en el noviciado a un hombre de sesenta y seis años. Irazusta, por su parte, comienza a estudiar la Teología en el seminario de Lima, mientras reside en la casa que los pasionistas mantenían abierta en la capital peruana.
A la espera de la respuesta de la Santa Sede, Martín Elorza encarga a Irazusta uno de sus proyectos más largamente acariciados, que pretendía que se convirtiera en la punta de lanza de la recatolización de la vida pública de todo el departamento de San Martín -donde se halla ubicada la prelatura-: el Círculo Católico de Estudios. Este «Círculo», de vocación decididamente elitista, quería convertirse en polo prestigioso de reflexión y centro de formación de una intelectualidad católica seglar y militante, dispuesta a defender los intereses de la Iglesia y la religión en   —6→   todos los frentes de la vida pública21. Sus primeras batallas deberían dirigirse, según la idea de monseñor Elorza, contra la labor proselitista del protestantismo, cuya penetración entre la población de Moyobamba es rápida y amplia, favorecida entre otros factores por la debilidad de la presencia de la Iglesia católica en la región. El «Círculo» se funda en noviembre de 1950, bajo la responsabilidad directa de Jon Andoni Irazusta22, que inició las sesiones de conferencias mensuales, el 3 de diciembre23, con una charla titulada «A Dios por la ciencia»; de todas las conferencias impartidas por Irazusta en el «Círculo», sería ésta precisamente la única que no se refiere directamente a la cuestión protestante.
La solicitud personal de Elorza finalmente, obtendrá sus frutos en cuanto a la ordenación de Jon Andoni Irazusta, aunque se demorará un poco. La tardanza tampoco preocupa en exceso al prelado de Moyobamba, más interesado por los primeros frutos de su labor al frente del «Círculo». «No quiero precipitar los acontecimientos poniéndole la sotana. Después de unos pocos meses más se le dará esa transformación que no dejará de sorprender a muchos»24. Finalmente, llega la autorización de Roma, en abril de 1951, para que disponga la ordenación en la fecha que crea oportuna, con la sola condición «de que siga después el estudio de la Teología hasta terminarla»25. Y así, el 2 de septiembre de 1951, en la iglesia de la Nunciatura de Lima, Irazusta se convierte en sacerdote, oficiando su primera misa en la iglesia parroquial que los pasionistas tenían en San Isidro, Lima, una semana más tarde. Serán sus padrinos de ordenación un matrimonio guipuzcoano, amigo común de Irazusta y de los pasionistas vascos de Lima, ciudad ésta en la que residiría: Eduardo Olano, y su esposa Amanda26. Expresamente para predicar en el   —7→   acto, llegó desde Buenos Aires el sacerdote capuchino, también amigo de Irazusta, exiliado como él tras la Guerra Civil y pariente de los Olano, padre Miguel de Alzo27.
«Acabo de presenciar con grandísimo consuelo de mi alma la ordenación sacerdotal y primera misa de Jon Andoni Irazusta, hijo ilustre de esa villa (de Tolosa). Él ha sido el primer sacerdote que ha visto ordenarse esta nueva prelatura de Moyobamba: un tolosano», informó entonces Martín Elorza a una congregación de monjas de Tolosa, con la que mantenía correspondencia28. Pero aquello sólo suponía el primer paso en el deseo de Irazusta, pues seguidamente «vino con la ilusión de poderse hacer religioso pasionista con toda su realidad canónica», recuerda Elorza29. Pero un hecho se interpone en su deseo: la provincia pasionista vasca no disponía todavía de un noviciado en América.
Por esta razón, Martín Elorza opta por enviar unos inmejorables informes a Roma, en la esperanza de que se arbitren soluciones especiales, dadas las circunstancias excepcionales que rodean al caso (entre las que no puede olvidarse la imposibilidad que tenía Irazusta de ir al País Vasco a ingresar en el noviciado, por su condición de exiliado político de España)30. No pierde así ocasión para ponderar muy positivamente las virtudes que, a su entender, ostentaba Jon Andoni Irazusta, que actuaba ya como un religioso más en la disciplina regular: «El señor se porta muy bien y nada tengo contra él. Está en todo pendiente de mí; y hasta es difícil saber su inclinación, porque es tan delicado que quiere en todo seguir la de sus superiores; y evita manifestar su propia preferencia o voluntad». Finalmente, propone como solución conveniente, en caso de que haya de trasladarse Irazusta a   —8→   algún noviciado canónico establecido, que «se podría convenir con los PP. [Pasionistas] de Argentina y obtenerle dispensa de parte del tiempo»31.
La insistencia del prelado Elorza, sin embargo, no le sirvió en esta ocasión, e Irazusta tuvo que conformarse con su condición de sacerdote secular. Pero, como resumía Elorza pocos días después de su fallecimiento, «en ese brevísimo plazo se le impuso en la Teología y elevó al sacerdocio; fundó el Círculo Católico de Estudios, dio diferentes conferencias, se le nombró asesor jurídico de la Prelatura y prestó diferentes servicios o ministerios sacerdotales en Tarapoto como adscrito a aquella parroquia. [...] Dudo que los jesuitas hubieran obtenido mucho más en ese corto espacio de tiempo y en este medio de la selva»32.
Toda esta actividad se detendría cuando, por causa de una enfermedad, hubo de ser rápidamente trasladado a Lima, donde estuvo bajo la atención personal del propio monseñor Elorza. Irazusta fallecería el 4 de marzo de 1952. Sería enterrado en Lima, corriendo todos los gastos de los funerales a cargo de la prelatura, en todas cuyas parroquias se hicieron oficiar misas por su alma33.

Fuente:
Fondo Editorial Revista Oiga
Ilustre Hermandad Vascongada de
Ilustre Cofradía de Nuestra Señora de Arantzazu


miércoles, 31 de octubre de 2012

HERMANDAD DE NUESTRA SEÑORA DE ARANTZAZU DE LIMA 1612-2012

Una conferencia y un libro recordarán en Lima el IV Centenario de la Hermandad de la Virgen de Arantzazu

31/10/2012
La comunidad vasca de Perú celebrará el próximo martes, 6 de noviembre, una conferencia en conmemoración del IV Centenario del nacimiento de la Hermandad (más tarde Cofradía) de Nuestra Señora de Arantzazu de Lima. La conferencia lleva por título "Construyendo puentes para el Futuro: la recuperación de la memoria y presencia de los vascos en las Américas" y contará con la participación de expertos como Oscar Álvarez Gila, José La Puente Brunke y Elena Sánchez de Madariaga, entre otros. Además, se presentará el libro "La Cofradía de Nuestra Señora de Arantzazu y los vascos".

Lima, Perú. El Instituto Riva Agüero de la ciudad de Lima será este próximo martes el escenario de una conferencia  sobre la Hermandad de la Virgen de Arantzazu de Lima, que este año cumple el IV Centenario de su fundación. El encuentro ha sido impulsado por un grupo de historiadores, investigadores y miembros de la comunidad vasco-peruana, con el apoyo del Instituto Riva Agüero, la Universidad del País Vasco y el Fondo “Editorial Periodística Oiga”.
Las intervenciones de la conferencia correrán a cargo de José La Puente Brunke, Oscar Álvarez Gila, Elena Sánchez de Madariaga, Elisa Luque Alcaide y Diego Lévano Medina. El encuentro comenzará con un homenaje póstumo al periodista vasco-peruano Francisco Igartua Rovira y los historiadores José Antonio del Busto Duthurburu y Guillermo Lohmann Villena.

Conferencias históricas
Las conferencias presentarán la historia de la Hermandad de Arantzazu de Lima en sus contextos históricos y están destinadas a un público generalista, no académico, "con el objetivo de difundir el conocimiento preciso de la evolución histórica de la Hermandad, en su contexto, así como la importancia del elemento vasco en la historia hispanoamericana y peruana", aseguran los organizadores.

Las ponencias serán las siguientes:

-        "Construyendo puentes para el futuro: la recuperación de la memoria y la presencia de los vascos en las Américas". Por Oscar Álvarez Gila, Universidad del País Vasco-Euskal Herriko Unibertsitatea.

-  "El contexto general: el significado de las cofradías en el mundo hispanoamericano". Por Elena Sánchez de Madariaga, Universidad Rey Juan Carlos, Madrid.

-         "Las cofradías de Arantzazu en América. Entre México y Lima". Por Elisa Luque Alcaide, Universidad de Navarra.

-         "La importancia del elemento vasco en la historia del Perú". Por Diego Edgar Lévano Medina, Instituto Riva Agüero, Lima, Perú.

-         "El desarrollo histórico de la Cofradía de Arantzazu de Lima". Por José de la Puente Brunke, Instituto Riva Agüero, Lima, Perú.

Libro sobre la Cofradía
La conferencia se complementará con la presentación de un libro sobre la historia de la Cofradía, en la que además se hablará sobre la digitalización de los archivos históricos de la hermandad. En la presentación intervendrá Óscar Álvarez Gila, autor y compilador de la obra, además de personalidades de la comunidad vasca local como Monseñor Miguel Irizar Campos, Obispo Emérito del Callao, entre otros.
Las jornadas conmemorativas del IV Centenario se cerrarán con la siembra de un retoño del Árbol de Gernika en el campus de la Universidad San Martín de Porres. El retoño ha sido cedido por la Eusko Etxea de Santiago de Chile, gracias a especial deferencia de su director cultural, Pedro Oyanguren, señalan desde la organización del evento.

jueves, 6 de septiembre de 2012

COFRADIA DE NUESTRA SEÑORA DE ARANZAZU DE LIMA 1612-2012

SAN FRANCISCO Basque cultural center

BEO - Lecture

9/7/2012: BEO - Lecture

7:30pm

Sheep, Wine, Baskets & Bullets

Almost a Hundred Years of Basque

Immigration in American Cinema

The Basque Cultural Center’s Basque Educational Organization presents a special lecture by Dr. Oscar Alvarez, of the University of the Basque Country, who will present his research on the history of the image of Basque Immigration in American Cinema.

Dr. Alvarez will give a general overview of the question -how American films have presented Basque-Americans, how many films, a short timeline, a general perspective of the image of Basque immigrants (most of the characters in American cinema have presented Basques as Sheepherders, Winemakers, Jai-Alai players and Terrorist). Afterwards Dr. Alvarez will screen examples from several TV series with Basque characters.

For more information on this lecture presentation, please check:

www.BasqueEd.org.

martes, 4 de septiembre de 2012

COFRADIA DE NUESTRA SEÑORA DE ARANZAZU DE LIMA 1612-2012

El profesor Óscar Álvarez Gila ofrecerá una charla en el centro cultural vasco de San Francisco

07/09/2012 08/09/2012

San Francisco, Estados Unidos

El centro cultural vasco de San Francisco ha organizado una charla para el día 7 de septiembre, viernes, de la mano de Óscar Álvarez Gila, profesor de la Universidad Pública Vasca. En este acto Álvarez presentará su estudio sobre la imagen de la inmigración vasca en el cine americano.

La charla comenzará con una visión general de la cuestión, es decir, cómo han presentado las películas americanas a los vasco-americanos. A continuación, se proyectarán varios ejemplos de series de televisión con personajes vascos.

domingo, 29 de julio de 2012

COFRADIA DE NUESTRA SEÑORA DE ARANZAZU DE LIMA 1612-2012

DEIA

TRIBUNA ABIERTA

Los vascos de América y la primera bandera de Euskal Herria

LA ACTUAL IKURRIÑA ES LA ÚLTIMA Y MÁS EXITOSA DE LAS PROPUESTAS DE BANDERA NACIONAL PARA LOS VASCOS. PERO HACE MÁS DE UN SIGLO Y DURANTE CASI DOS DÉCADAS, LOS VASCOS EN AMÉRICA USARON UN PRECEDENTE, HOY PRÁCTICAMENTE DESCONOCIDO

* PROFESOR DE HISTORIA DE AMÉRICA. UPV/EHU, POR OSCAR ÁLVAREZ GILA - Domingo, 29 de Julio de 2012


EL pasado 14 de julio, con ocasión del aniversario del izado por vez primera de la ikurriña en la sede del Euzkeldun Batzokija de Bilbao, se publicó en este mismo periódico un interesante artículo de Aitzol Altuna sobre el origen de la ikurriña y otras banderas nacionales que, con mayor o menor fortuna, fueron utilizadas en el pasado para representar la identidad vasca. El autor reseñaba, entre otros ejemplos, una bandera diseñada en 1881 por el carlista Pedro Soraluce para ser usada como símbolo de la unión de las cuatro provincias vascas peninsulares, y que fue presentada por vez primera en un acto público en París en homenaje a Víctor Hugo.

Por vez primera y casi por última, dado que dicha bandera apenas llegó a ser conocida, mucho menos usada, en Euskal Herria. Buena muestra de ello es la propia descripción que hace el autor de dicho artículo de la bandera, señalando entre otros elementos de forma errónea que la bandera presentaba "en el centro un lauburu o esvástica redondeada". Efectivamente, las fuentes que nos describen la bandera hablan de que se incluía en ella "el histórico lauburu", pero como bien ha demostrado Santiago de Pablo en un reciente artículo (2010), el nombre "lauburu" no comenzó a designar a lo que hoy entendemos como tal hasta comienzos del siglo XX: en 1881, cuando se diseño esta bandera, "lauburu" significaba eso mismo: una formación cruciforme formada por cuatro cabezas de reyes moros, en recuerdo de una legendaria batalla medieval en la que mesnadas de los cuatro territorios vascos lucharon de forma conjunta. Así lo señalaba Augustin Chaho, el primero en describir este particular lauburu. Y para comprobarlo, bastaría con acudir al artículo que en 2003 publicara Coro Rubio en la revista Sancho el Sabio, en el que reproduce una imagen fotográfica del boceto que el propio Soraluce elaboró y remitió a las autoridades de las diputaciones vascas.

Pero no es esto de lo que quiero hablar hoy, sino de un capítulo casi completamente desconocido de la historia simbológica de la identidad vasca. Porque esta bandera, que como hemos señalado prácticamente pasó sin pena ni gloria entre nosotros, tuvo un éxito inusitado al otro lado del Atlántico, en las incipientes colonias que la emigración de numerosos vascos en la segunda mitad del siglo XIX estaba creando en países como Argentina, Uruguay o Cuba, principalmente. En estos tres territorios, los primeros centros vascos o euskal etxeak que se crearon a fines de la década de 1870, no solamente recibieron y aceptaron con prontitud la nueva bandera, sino que recientemente estamos comenzando a descubrir que la usaron durante algunas décadas, casi hasta el cambio de siglo, como una auténtica y verdadera bandera nacional vasca, en el contexto de las sociedades en que estos vascos vivían, trabajaban y mostraban su identidad particular como euskaldunes.

El primer episodio se vivió el 1 de noviembre de 1882 en Buenos Aires. Ese día se inauguraba la plaza Euskara, el mayor frontón de pelota vasca del país, financiado por los socios del centro vasco Laurak Bat de la capital argentina. Ese mismo día, realzando la importancia del acto, se hizo la presentación pública e izado de la nueva bandera, que las fuentes denominan "bandera de Euskal Erria". El acto incluyó un ritual que incluía la elevación de la nueva bandera vasca a una situación equiparable a las banderas argentina y española que también se enarbolaban en el recinto. Más aún, la propia bandera vasca fue izada, al igual que las otras dos, a los sones del himno vasco, que en aquellos años no podía ser otro que el Gernikako Arbola de Iparragirre.

Pocos meses más tarde, los vascos de Montevideo hacían lo propio al usar por vez primera la bandera en el desfile protocolario que abrió las fiestas nacionales que organizaron los vascos de la ciudad de Minas. Allí acudió una representación del centro vasco de la capital uruguaya, llamado también Laurak Bat, cuya junta directiva marchó solemnemente, a los acordes del mismo himno vasco, precedidos solemnemente por la nueva bandera. Y en La Habana, que por aquel entonces era todavía una ciudad colonial española, los vascos tuvieron que resignarse a que la nueva "bandera de la unión" no ondeara en las fiestas anuales de la virgen de Begoña de aquel año, sino en las de 1883, debido al retraso en su envío a Cuba por parte de la empresa barcelonesa encargada de elaborarla.

"Bandera de Euskal Erria", "Estandarte vasco", "Bandera de la unión"... Los diferentes nombres con los que se refieren las fuentes a esta nueva bandera nos indican que, para aquellos vasco-americanos que la usaban, su significado iba más allá de la simple representación institucional de un centro vasco. Era, sobre todo, un modo de plasmar mediante el instrumento de la simbología, del mismo modo que hacían el resto de las naciones, su propia identidad como vascos, superando la vieja división entre los territorios y sus particulares banderas y escudos. La bandera ondeaba en lugar de honor y presidía las reuniones de las juntas directivas de los centros; ondeaba en el exterior de las sedes de las euskal etxeak junto con la bandera nacional del país anfitrión; se la hacía encabezar los órganos de la prensa vasco-americana creados al calor de las euskal etxeak; se la hacía desfilar con la solemnidad y reverencia propia de un símbolo patrio; protegía desde la altura las fiestas y romerías que los vascos organizaban como medio de estrechar los lazos de la colectividad y mostrar al resto de sus conciudadanos americanos el orgullo de su identidad.

De hecho, a pesar de que su simbología, basada en el número 4, hacía referencia en la mente de su creador únicamente a los vascos peninsulares, como ya hemos señalado, en su periplo americano esta bandera pronto pasó a representar -y ser aceptada- por todos los vascos, independientemente de su procedencia. Los vasco-americanos, en la década de 1880, ya estaban dando pasos acelerados para superar la división, que muchos de los líderes de la colectividad rechazaban por "artificial", entre vascos españoles y franceses. La identidad vasca era algo que se situaba por encima de cualquier división fronteriza, incluso para aquellos que no veían incompatible la identidad vasca con el mantenimiento de la española o francesa, respectivamente. Solo en el caso de Montevideo se plantearía, en 1886, una moción para modificar esta bandera al calor de una ley recientemente aprobada por el gobierno uruguayo que prohibía el uso, por parte de las asociaciones creadas por los inmigrantes, de cualquier bandera nacional que no fuera la uruguaya. El hecho de que los vasco-uruguayos se plantearan elaborar un nuevo emblema a raíz de esta ley, ya nos indica en cierto modo el carácter de símbolo nacional que le otorgaban. Pero fueron incluso más allá, y para complementar el uso interno de la bandera de 1881, a la que nunca renunciaron, diseñaron otro estandarte, en el que se incorporaban elementos, no de las cuatro, sino de las siete provincias, como un medio para expresar de un modo más completo y cabal la realidad de la identidad vasca. Una realidad que, para quienes dirigían la colectividad vasca de Montevideo, integraba a todos los territorios entre el Adour y el Ebro en pie de igualdad.

Ya a comienzos del siglo XX, con la llegada de nuevas propuestas simbológicas desde Euskal Herria (el escudo del Zazpiak Bat, primero, y seguidamente la propia ikurriña), la vieja bandera de 1881 fue languideciendo paulatinamente. Se perdió en 1898 en Montevideo, cuando problemas económicos obligaron a cerrar el centro vasco y los vascos estarían más de una década sin soporte institucional. En Buenos Aires siguió presidiendo la sede social, pero las nuevas generaciones de inmigrantes, para las que su significado era desconocido, acabaron por dejarla en el olvido; solo en 1915 fue usada por el sector españolista que lidiaba en aquel año por el control del Laurak Bat, como arma arrojadiza contra el nacionalismo y la ikurriña, pervirtiendo su inicial significado y provocando su desaparición cuando el nacionalismo se hizo con el control del centro. La única excepción se halla en el caso de La Habana, dado que la bandera acabaría por convertirse en emblema de la Asociación Vasco-Navarra de Beneficencia, la institución decana de los vascos en Cuba, y de este modo convivió hasta casi nuestros días junto con la ikurriña.

Cabe una última pregunta, y es la de dilucidar por qué tuvo la bandera de 1881 una historia tan diferente a ambos lados del Atlántico. Para el caso de los vasco-americanos, creo tener la respuesta. La bandera respondía a una necesidad generada en el seno de las propias colectividades vascas. Alejados de su tierra y arraigados en territorio ajeno, en una sociedad multicultural producto de las grandes inmigraciones, los vascos aprendieron en América a apreciar más los elementos comunes que los unían, que los particularismos y viejas divisiones provincianas entre territorios. En ese gran laboratorio identitario que fue la emigración, los vascos eran cada vez menos vizcainos, alaveses, navarros, suletinos... y más vascos, sin otro apellido. El uso de una bandera común era, simplemente, un paso más a la hora de hacer evidente, de un modo visual, lo que ya estaba siendo una realidad dentro de la colectividad. La idea de que los vascos constituían un pueblo con su propia y particular identidad.