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DORIS GIBSON PARRA Y FRANCISCO IGARTUA ROVIRA

DORIS GIBSON PARRA Y FRANCISCO IGARTUA ROVIRA
FRANCISCO IGARTUA CON DORIS GIBSON, PIEZA CLAVE EN LA FUNDACION DE OIGA, EN 1950 CONFUNDARIAN CARETAS.

«También la providencia fue bondadosa conmigo, al haberme permitido -poniendo a parte estos años que acabo de relatar- escribir siempre en periódicos de mi propiedad, sin atadura alguna, tomando los riesgos y las decisiones dictadas por mi conciencia en el tono en que se me iba la pluma, no siempre dentro de la mesura que tanto gusta a la gente limeña. Fundé Caretas y Oiga, aunque ésta tuvo un primer nacimiento en noviembre de 1948, ocasión en la que también conté con la ayuda decisiva de Doris Gibson, mi socia, mi colaboradora, mi compañera, mi sostén en Caretas, que apareció el año 50. Pero éste es asunto que he tocado ampliamente en un ensayo sobre la prensa revisteril que publiqué años atrás y que, quién sabe, reaparezca en esta edición con algunas enmiendas y añadiduras». FRANCISCO IGARTUA - «ANDANZAS DE UN PERIODISTA MÁS DE 50 AÑOS DE LUCHA EN EL PERÚ - OIGA 9 DE NOVIEMBRE DE 1992»

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«Cierra Oiga para no prostituir sus banderas, o sea sus ideales que fueron y son de los peruanos amantes de las libertades cívicas, de la democracia y de la tolerancia, aunque seamos intolerantes contra la corrupción, con el juego sucio de los gobernantes y de sus autoridades. El pecado de la revista, su pecado mayor, fue quien sabe ser intransigente con su verdad» FRANCISCO IGARTUA – «ADIÓS CON LA SATISFACCIÓN DE NO HABER CLAUDICADO», EDITORIAL «ADIÓS AMIGOS Y ENEMIGOS», OIGA 5 DE SEPTIEMBRE DE 1995

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LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU

LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU
UNIVERSIDAD DEL PAÍS VASCO

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LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU
UNIVERSIDAD DEL PAÍS VASCO

«Siendo la paz el más difícil y, a la vez, el supremo anhelo de los pueblos, las delegaciones presentes en este Segundo Congreso de las Colectividades Vascas, con la serena perspectiva que da la distancia, respaldan a la sociedad vasca, al Gobierno de Euskadi y a las demás instituciones vascas en su empeño por llevar adelante el proceso de paz ya iniciado y en el que todos estamos comprometidos.» FRANCISCO IGARTUA - TEXTO SOMETIDO A LA APROBACION DE LA ASAMBLEA Y QUE FUE APROBADO POR UNANIMIDAD - VITORIA-GASTEIZ, 27 DE OCTUBRE DE 1999.

«Muchos más ejemplos del particularismo vasco, de la identidad euskaldun, se pueden extraer de la lectura de estos ajados documentos americanos, pero el espacio, tirano del periodismo, me obliga a concluir y lo hago con un reclamo cara al futuro. Identidad significa afirmación de lo propio y no agresión a la otredad, afirmación actualizada-repito actualizada- de tradiciones que enriquecen la salud de los pueblos y naciones y las pluralidades del ser humano. No se hace patria odiando a los otros, cerrándonos, sino integrando al sentir, a la vivencia de la comunidad euskaldun, la pluralidad del ser vasco. Por ejemplo, asumiendo como propio -porque lo es- el pensamiento de las grandes personalidades vascas, incluido el de los que han sido reacios al Bizcaitarrismo como es el caso de Unamuno, Baroja, Maeztu, figuras universales y profundamente vascas, tanto que don Miguel se preciaba de serlo afirmando «y yo lo soy puro, por los dieciséis costados». Lo decía con el mismo espíritu con el que los vascos en 1612, comenzaban a reunirse en Euskaletxeak aquí en América» - FRANCISCO IGARTUA - AMERICA Y LAS EUSKALETXEAK - EUSKONEWS & MEDIA 72.ZBK 24-31 DE MARZO 2000

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lunes, 14 de diciembre de 2015

YERMAS

JUICIO FUJIMORI

FUJIMORI ADMITE QUE ESPIÓ Y SOBORNÓ

FUJIMORI ES CONDENADO A 25 AÑOS

FUJIMORI ESPERA SENTENCIA

sábado, 10 de enero de 2015

A PROPÓSITO DE SANTIAGO FUJIMORI

 Para un peruano que haya estado residiendo mucho tiempo fuera y en países desarrollados, la primera impresión que recibirá a su retorno al país en estos días será de desconcierto. No le llamará la atención ver a nuestros políticos correr como cuyes de tómbola tras un lugar en cualquier lista parlamentaria que ofrezca posibilidades de llegar al Congreso. Es la costumbre. Pero sí le disgustará observar a los actuales parlamentarios rebajando alegremente impuestos para hacerse simpáticos a sus electores, sin importarles destrozar el programa económico que heredará el próximo Gobierno. Pensará "no hemos progresado; sigue la crasa irresponsabilidad de siempre".

SANTIAGO FUJIMORI FUJIMORI Y JOSU ERKOREKA 
Sin embargo, estas desilusiones se volverán nada apenas prenda la televisión y vea el recuento de los últimos días. Generales de alto rango zarandeados como vulgares asesinos; una joven sola universitaria es capturada violentamente por soldados armados de metralletas y fusiles; más mujeres entrando a la cárcel, donde, al parecer, se les hace exámenes íntimos. El recién llegado quedará confundido y sospechará que el avión equivocó su destino y lo dejó en uno de esos países primitivos de África. Si, con miras a la ejemplaridad, se quiere hacer un espectáculo público con las acciones judiciales iniciadas contra los responsables del gigantesco escándalo de corrupción y prepotencia que significó el régimen fujimorista, también tendría que hacerse público todo lo actuado —con los videos de tirios y troyanos— y hacer públicas las pruebas que justifiquen la prisión de los detenidos, quienes por ningún motivo deberían ser ultrajados. No es justicia actuar por medio de trascendidos, de ilegales filtraciones de los jueces a la prensa, de avisos de la policía a las televisoras. Si se desea hacer publicidad del alucinante drama que hemos vivido los peruanos, para que sirva de ejemplo y de un "nunca más", que esa publicidad sea sobria y de verdad ejemplar... serena como tiene que ser la justicia.

Lo mejor, sin duda, sería que el proceso contra la corrupción se siga de acuerdo a ley, con reserva y seriedad, sin gratuitas espectacularidades ni ultrajes que dañan más a la justicia que a los ultrajados.

Lo que la calle reclama no es contemplación con los delitos sino respeto por la persona humana y mayor seriedad en las acusaciones. No es comprensible, por ejemplo, que el procurador haya denunciado al prófugo Alberto Fujimori por el delito de chantajear a los medios de comunicación, negando avisaje a los periódicos contrarios a su régimen y favoreciendo a los amigos. No es que Alberto Fujimori no sea responsable de todo el descomunal desastre que fue el pasado régimen, sino que no es lo correcto cubrir con él a los ejecutores de sus órdenes. En el terreno de los medios de expresión, quien hasta hace pocos años hacía y deshacía sobre el tema era Santiago Fujimori, no sé por qué tratado con guantes de seda en estos días. Era él, Santiago, y no los argentinos Dufour o Borobio, el  que daba y quitaba favores a los medios. Fue él quien sometió a las televisoras a las exigencias de régimen y era de suyo un puño de hierro sobre la Sunat, el más eficaz de los aparatos represivos de régimen, dirigido al bolsillo de sus adversarios y críticos. Y lo que digo no es opinión basada en apreciaciones subjetivas o en rumores. Es testimonio directo de quien esto escribe, con ocasión de una cena en casa del señor Óscar Dufour, a la que fui invitado para charlar sobre las relaciones del poder y la prensa con el doctor Santiago Fujimori y cena a la que se unió en los postres el señor Estela, mandamás de la Sunat. Sobra decir que no estuve de acuerdo con las tesis de Santiago Fujimori y que las ofertas suyas y mías quedaron en nada. La revista "Oiga" —la de entonces— no cambió de ruta. Creía y sigo creyendo que no hay libertad de prensa si el Estado interfiere, sea con impuestos o con la policía, la libre circulación de ideas... No es, pues, caprichosa mi seguridad de que él, Santiago, era el responsable de la política del régimen sobre los medios de expresión y quien daba las órdenes para el comportamiento político de la Sunat.

Debo concluir, sin embargo, afirmando que sería injusto que sólo con mi testimonio caiga la policía, metralleta en mano, sobre el doctor Santiago Fujimori. Sí es pie para una sosegada investigación para reafirmar la tesis de que el impuesto a la circulación de las ideas e informaciones es la más taimada de las censuras a la prensa. Lo que no significa exoneración de impuestos a las utilidades del negocio periodístico.

Fuente: El Comercio, Viernes 26 de enero de 2001.  Sección Editorial a21

Edición y Compilación: Jhon Bazán & Josu Iñaki Bazán

lunes, 24 de noviembre de 2014

1995-2015

Oiga dice la verdad señor Presidente
FRANCISCO IGARTUA

FRANCISCO IGARTUA
Director Fundador
Fondo Editorial Revista Oiga
SUPONE usted bien señor presidente que la información sobre sus residencias publicadas por OIGA tenia intensión política. No se equivoca usted. Esa era el propósito de la revista: destacar la demagogia aprista, la incongruencia entre lo que dice y lo que hace. También deja entrever usted que la nota va conducida a distraer asuntos transcendentes –con propósitos subalternos, añade el comunicado de su partido– y aquí yerra usted, señor presidente. Las razones por las que OIGA publico la información sobre sus residencias no tratan de desviar sino de centrar el debate sobre estatificación de la banca y no están inspiradas en inquina personal alguna, menos aun podrían tener animo de dañar honras. Nada de lo publicado sobre su conducta roza con lo ilegal o desdoroso, como lo puntualizo la revista.

Lo que sí ha hecho es salir al encuentro de la desorbitada campaña aprista de apoyo a la estatificación de la banca, que usted inicio con su gira al norte –en la que se dedico a enfrentar a los peruanos no sólo por diferencias de credo político y posición social sino hasta de raza– y que, en estos días, llego en el Senado a la agresión moral contra quienes poseen residencias en ciertas zonas de la capital. Los parlamentarios que, siguieron el tema de los discursos presidenciales, se dedicaron esa semana a injuriar, zaherir, ofender y descalificar a la oposición, coincidieron en señalar como delito, como vergonzoso desvarió, el que algunos peruanos tuvieran sus moradas en La Molina, Chacarilla o las Casuarinas.

En su exceso demagógico olvidaron estos señores senadores que muchos de ellos mismos viven en esos barrios, igual que no pocos diputados apristas… y que usted mora en Chacarilla, señor presidente, aparte de poseer una residencia de playa en Naplo.

Callar, pues me era imposible. Hubiera sido traicionar a mi bando, el de la oposición democrática; opción que escogí por la desconfianza que desde antiguo me inspira el Apra, por convicción que usted bien conoce, señor presidente. Yo no podía ocultar algo que está en boca de medio Lima: usted tiene problemas de seguridad en su casa de Chacarilla y ha estado durante meses tratando de hallar otra residencia que le ofrezca el resguardo al que cualquier ciudadano tiene derecho y más aun el presidente de la República. Poseo información de muy buena fuente sobre esa legítima búsqueda de una residencia para mudarse –algunos de cuyos detalles figuran en la crónica que usted no comenta en su carta– y también son confiables las versiones que me llegaron sobre su decisión de concluir la búsqueda, al satisfacerle las características generales de la residencia de Las Tres Marías, que la revista fotografió y que un amigo suyo está construyendo no sé si con ánimo de alquilarla, venderla u obsequiarla. No dijo OIGA que usted fuera propietario del terreno ni de la casa. No he mentido, pues, señor presidente, he dicho la verdad. No se ha hablado de la casa de Alan García sino de la casa para Alan.

Sin embargo, la importancia de la discusión no está en sus visitas a Las Tres Marías ni en su incursión en los diseños de la casa, sino en este hecho social: el lugar de sus residencias, señor presidente. Frente a las destempladas voces apristas, descalificando moralmente a quienes habitan en los barrios llamados de lujo, se levanta firme como una roca esta verdad: allí vive usted, señor presidente de la República, y también allí moran la mayoría de los ministros y muchos diputados y senadores apristas. La demagogia de los estatificadores de la banca, la falsedad de las palabras frente a los hechos, queda así desnuda, a la vista. Que era lo que OIGA quiso exhibir, para probar la hipocresía de la oposición del partido de gobierno y su tentación fascista.

El Perú, señor presidente, nos duele a todos. Nos duele su miseria, sus dolores humanos, su mugre, sus desesperanzas, sus violencias, su retraso económico. En eso no hay distingos. El Perú le duele a usted tanto como a mí. La diferencia está en que algunos – que ahora parece que son muchos– no creemos que ese dolor profundo y triste se resuelva con trasnochadas demagogias que terminan en distribución de miserias y en liquidación de la libertad. Los demócratas confiamos en la decisión nacional –tomada por consenso– de transformar el país en una nación eficaz, eficiente, moderna; con disciplina para el trabajo y la acción social, con mejores salarios y mayor producción; con voluntad para recuperar el tiempo perdido y sobrepasar a nuestros vecinos, que nos seguían de lejos y hoy se nos han escapado hacia adelante.

Permítame, señor presidente, agregarle estas reflexiones: a su habilidad política –es usted político desde las uñas de los pies a la cabeza– no le caería bien un añadido de sosiego y de mesura. No es el mejor de los consejos de Maquiavello el que alienta a la audacia “porque la fortuna es mujer y se deja ganar por los jóvenes impetuosos”. La fortuna, como lo dice el mismo Maquiavello en ese capítulo, dedicado a la menos segura de las formulas de gobierno, es voluble y poco confiable, no es duradera.

De usted, como siempre, amistosamente.

Igartua

Fuente: 0iga, Viernes 14 de setiembre de 1987.  Sección Editorial a03

Edición y Compilación: Jhon Bazán & Josu Iñaki Bazán

sábado, 15 de noviembre de 2014

1995-2015

¿Volverá a los diez años?
FRANCISCO IGARTUA

FRANCISCO IGARTUA
Director Fundador
Fondo Editorial Revista Oiga
Comenzaré haciendo una pregunta de actualidad; _ ¿Cuando ustedes van al cine dicen vamos a visionar "El Verdugo"? ¿Alguna vez dijeron hemos visionado a Madonna? Creo que no... ¿Por qué, pues, al sobrecogedor espanto de los videos o vídeos que van poniendo en calzoncillos las profundas inconsistencias y descaradas desvergüenzas de la sociedad peruana, hemos de acompañarlo con el inventado, extravagante y disonante verbo visionar? ¿Para disimular el espanto o para engañarnos y creer que lo que vemos no es realidad sino visiones? ¿Y qué es lo que vemos, lo que estamos viendo y no visionando, en esta tormentosa realidad peruana de los últimos meses? Estamos viendo y comprobando que esta etapa signada por los videos y el ignaro visionar es la más negra y despreciable de nuestra historia.
La catástrofe de 1879 nos humilló y empobreció, pero sin ensuciarnos moralmente; y, en contrapartida, nos dio a Grau y Bolognesi, con sus homéricas hazañas. Y los once años de Leguía, que fueron un largo engaño de grandezas y oropeles encubridores de terrores y ruindades nunca antes vistas, tuvieron un final tan lleno de tragedia que empequeñeció y hasta redimió sus culpas. El infeliz y nauseabundo régimen fujimorista ha superado ampliamente al delirio leguiista y su caída nos ha hundido en una postración mayor que la derrota del 79. Esto lo ha entendido el Perú entero y, por lo tanto, el "nunca más" ha sido puesto en la orden del día, donde bien puesto está. Pero ¡mucho cuidado con desparramar la vista y descuidar el blanco central!
El régimen que, felizmente, ya vemos en la picota no es un ente colegiado. Como la mayoría de estas monstruosidades históricas, el gobierno que acabamos de padecer tiene cabeza y hasta doble, pues pareciera que el proyecto militar, que hizo a Fujimori presidente para veinte años, fue cambiando, evolucionando, hasta que, poniendo de lado al organismo colegiado diseñado por sus autores para mandar, terminó siendo una autocracia bicéfala. Esto es lo que dicen los hechos que vamos conociendo con asco y estupor.
Y siendo así las cosas, ¿está bien que nos preocupemos más por la comparsa, por los partiquinos del macabro espectáculo, que por las dos cabezas del monstruo? Sobre todo, sería imperdonable que descuidemos la cabeza principal; ya que Vladimiro Montesinos es papel quemado, sin posibilidad alguna de reciclaje, mientras que Fujimori, por el camino que vamos, va a terminar sin castigo, con apenas una inhabilitación de diez años, al cabo de los cuales puede volver como Alan García, para recordar "el lado bueno de su régimen". Y, por ese camino, el "nunca más" resultará un penoso fiasco. Lo que hay que hacer es remachar y remachar que el régimen fujimorista tiene una sola cara, de la que es responsable su jefe, el señor Fujimori. Ya que resulta imposible creer, como interesada o ingenuamente creen algunos, que Alberto Fujimori —quien tenía dormitorio al lado de su asesor— desconocía las ignominiosas manipulaciones que Montesinos realizaba para entornillarlo a él en la Presidencia y que, como un 'caído del palto', no estuviera enterado de los millones de dólares que circulaban por las manos de Montesinos. Tampoco es posible que no estuviera al tanto de la 'limpieza de terrucos', pues él, Fujimori, insistió dos veces ante el Comando del Ejército, a fines de 1991, para que fueran ascendidos Huamán, Martín Rivas, Pichilingue, etc., "por los servicios prestados en las universidades" (en ese entonces habían desaparecido muchos estudiantes de Huancayo y otras localidades de la sierra central).
El régimen fujimorista no tiene lado bueno, ha sido una ciénaga pestilente, una organización mañosa puesta al servicio de una pareja de desalmados. La paz en las fronteras norte y sur, la cuantiosa obra pública, algunos aciertos económicos y de asistencia social, en nada compensan todo el mal que en el terreno cívico, moral y económico le ha hecho al Perú el monstruo bicéfalo que se apoderó de un proyecto militar que, aunque aberrante, ninguno de los que lo montaron se imaginó que devendría en una perversa trituradora de seres humanos e instituciones, entre ellas la propia Fuerza Armada.


Fuente: El Comercio, Viernes 22 de febrero de 2001.  Sección Editorial a21
Edición y Compilación: Jhon Bazán & Josu Iñaki Bazán

1995-2015

Lo que comenta la calle
FRANCISCO IGARTUA

FRANCISCO IGARTUA
Director Fundador
Fondo Editorial Revista Oiga
Para un peruano que haya estado residiendo mucho tiempo fuera y en países desarrollados, la primera impresión que recibirá a su retorno al país en estos días será de desconcierto. No le llamará la atención ver a nuestros políticos correr como cuyes de tómbola tras un lugar en cualquier lista parlamentaria que ofrezca posibilidades de llegar al Congreso. Es la costumbre. Pero sí le disgustará observar a los actuales parlamentarios rebajando alegremente impuestos para hacerse simpáticos a sus electores, sin importarles destrozar el programa económico que heredará el próximo Gobierno. Pensará "no hemos progresado; sigue la crasa irresponsabilidad de siempre".
Sin embargo, estas desilusiones se volverán nada apenas prenda la televisión y vea el recuento de los últimos días. Generales de alto rango zarandeados como vulgares asesinos; una joven sola universitaria es capturada violentamente por soldados armados de metralletas y fusiles; más mujeres entrando a la cárcel, donde, al parecer, se les hace exámenes íntimos. El recién llegado quedará confundido y sospechará que el avión equivocó su destino y lo dejó en uno de esos países primitivos de África. Si, con miras a la ejemplaridad, se quiere hacer un espectáculo público con las acciones judiciales iniciadas contra los responsables del gigantesco escándalo de corrupción y prepotencia que significó el régimen fujimorista, también tendría que hacerse público todo lo actuado —con los videos de tirios y troyanos— y hacer públicas las pruebas que justifiquen la prisión de los detenidos, quienes por ningún motivo deberían ser ultrajados. No es justicia actuar por medio de trascendidos, de ilegales filtraciones de los jueces a la prensa, de avisos de la policía a las televisoras. Si se desea hacer publicidad del alucinante drama que hemos vivido los peruanos, para que sirva de ejemplo y de un "nunca más", que esa publicidad sea sobria y de verdad ejemplar... serena como tiene que ser la justicia.
Lo mejor, sin duda, sería que el proceso contra la corrupción se siga de acuerdo a ley, con reserva y seriedad, sin gratuitas espectacularidades ni ultrajes que dañan más a la justicia que a los ultrajados.
Lo que la calle reclama no es contemplación con los delitos sino respeto por la persona humana y mayor seriedad en las acusaciones. No es comprensible, por ejemplo, que el procurador haya denunciado al prófugo Alberto Fujimori por el delito de chantajear a los medios de comunicación, negando avisaje a los periódicos contrarios a su régimen y favoreciendo a los amigos. No es que Alberto Fujimori no sea responsable de todo el descomunal desastre que fue el pasado régimen, sino que no es lo correcto cubrir con él a los ejecutores de sus órdenes. En el terreno de los medios de expresión, quien hasta hace pocos años hacía y deshacía sobre el tema era Santiago Fujimori, no sé por qué tratado con guantes de seda en estos días. Era él, Santiago, y no los argentinos Dufour o Borobio, el  que daba y quitaba favores a los medios. Fue él quien sometió a las televisoras a las exigencias de régimen y era de suyo un puño de hierro sobre la Sunat, el más eficaz de los aparatos represivos de régimen, dirigido al bolsillo de sus adversarios y críticos. Y lo que digo no es opinión basada en apreciaciones subjetivas o en rumores. Es testimonio directo de quien esto escribe, con ocasión de una cena en casa del señor Óscar Dufour, a la que fui invitado para charlar sobre las relaciones del poder y la prensa con el doctor Santiago Fujimori y cena a la que se unió en los postres el señor Estela, mandamás de la Sunat. Sobra decir que no estuve de acuerdo con las tesis de Santiago Fujimori y que las ofertas suyas y mías quedaron en nada. La revista "Oiga" la de entonces no cambió de ruta. Creía y sigo creyendo que no hay libertad de prensa si el Estado interfiere, sea con impuestos o con la policía, la libre circulación de ideas... No es, pues, caprichosa mi seguridad de que él, Santiago, era el responsable de la política del régimen sobre los medios de expresión y quien daba las órdenes para el comportamiento político de la Sunat
Debo concluir, sin embargo, afirmando que sería injusto que sólo con mi testimonio caiga la policía, metralleta en mano, sobre el doctor Santiago Fujimori. Sí es pie para una sosegada investigación para reafirmar la tesis de que el impuesto a la circulación de las ideas e informaciones es la más taimada de las censuras a la prensa. Lo que no significa exoneración de impuestos a las utilidades del negocio periodístico.

Fuente: El Comercio, Viernes 26 de enero de 2001.  Sección Editorial a21
Edición y Compilación: Jhon Bazán & Josu Iñaki Bazán

jueves, 18 de septiembre de 2014

Y sigo andando



¿Por qué hoy, pues, tanta insistencia en el retiro, la jubilación, el cierre de Oiga, la tristeza del abandono de ciertas amistades?... Porque así está hecha la vida, de barro ardiente. Pero nada de lo enumerado significa rendición. En estas páginas no hay una línea pidiendo chepa y si guerra, guerra total contra el abuso, el atropello, la injusticia. Y si yo he cambiado de trinchera y me refugio ahora en la escritura, no es porque he variado en mis adentros. Simplemente ocurrió que me fue imposible seguir teniendo abiertas las puertas de Oiga. Me lo imposibilitó la represión taimada del régimen de los 90, una represión sesgada que deja la protesta en el vacío y amenaza con la cárcel por defraudación tributaria.


FRANCISCO IGARTUA. Director Fundador de las revistas peruanas OIGA y Caretas.
Archivo FONDO EDITORIAL REVISTA OIGA. BILBO-EUZKADI. LIMA PERU

He aquí esa penosa historia:

A fines de 1993, todos los periódicos, radios y televisoras —con excepción de El Comercio, Gestión y Canal 5— estaban quebrados. Se les habían acumulado millonarias deudas con la Sunat que crecían a velocidad geométrica por las moras y las multas. En teoría, el cierre de todos los medios de expresión –salvo las excepciones señaladas— era inminente... Dentro de esta situación Oiga se hallaba en una situación especial. Hasta hacía pocos meses había estado entre las excepciones, pues sus continuos desencuentros con distintos gobiernos obligaban a su administración a estar al día en los tributos, pieza clave para ajustes de cuenta con el Estado... Pero de pronto se había colocado en la disyuntiva de pagar la planilla de empleados o el impuesto del 18% a la venta del periódico, impuesto abusivo que no existe en ningún país que respete la cultura… La decisión había sido cubrir la planilla, ya que de lo contrario no aparecía la revista… Y de esta forma se inició también en Oiga el huaico de las multas y las moras… Su deuda global en esos momentos era, sin embargo, una insignificancia al lado de las otras publicaciones, aunque de cifras imposibles de cancelar para la debilitadísima economía de Oiga, castigada sin piedad por el sabotaje publicitario del Estado y de los amigos del gobierno y, además, descapitalizada por el esfuerzo que había hecho para estar al día en el pago de tributos…

En tales circunstancias, los directivos de la prensa acogotada por la Sunat, acuden donde el señor Santiago Fujimori, quien, por intermedio del publicista Óscar Dufour, era el hombre del régimen encargado de las relaciones con los medios de difusión. Para ello y para otros menesteres, Santiago Fujimori digitaba a la Sunat (todas las noches esta entidad le daba un informe detallado de sus actividades). Pero a esa reunión no se invitó expresamente a Oiga- Fue el único periódico con problemas excluido de ese cónclave en el que se llegó al acuerdo de que los medios cancelarían sus deudas con la Sunat colaborando con el gobierno en un gigantesco programa educativo.

A la reunión para concretar este acuerdo, sí fui invitado, porque, al parecer, no se quería que alguien de la oposición quedara excluido del arreglo, para que nadie estuviera libre de paja para criticarlo.

La citación la hizo el señor Alfredo Jailile, el hombre de la Caja del Ministerio de Economía y brazo derecho del poderoso ministro Jorge Camet, y el encuentro se produjo en el Ministerio, presidido por Jalilie, con el señor Carlos Orellana a su lado, como delegado de Palacio. También asistía el señor Federico Prieto Celi, del Ministerio de Educación, periodista de larga y limpia trayectoria, que se encargaría de monitorear el famoso programa de educación, cuyo objetivo era la impresión de millones de textos escolares y cuadernos que se haría en los talleres de diarios y revistas, etcétera, etcétera.

El acuerdo provisional acordado con el señor Santiago Fujimori –personaje central del régimen sin ningún cargo oficial responsable— era un enorme disparate.

-El proyecto no tenía pies ni cabeza— comencé diciendo, apenas se expuso la propuesta.

Prieto Celi, que había acudido con una serie de ayudantes y una ruma de modelos para escoger, abrió desconcertado los ojos, yo continué:

-Sería un disparate imprimir textos escolares en papel periódico y más todavía usar ese papel para cuadernos. La propaganda a favor del gobierno le resultaría al revés, pues esos cuadernos no servirían para nada y los libros se desbaratarían en un dos por tres.

-Se podrían hacer en bond.

-Si las rotativas usan el bond nacional destruirían sus rodillos por el polvillo que suelta ese papel… Y si se usa el bond importado la lavada va a resultar más cara que la camisa: tanto por el precio de ese bond como por los impuestos aduaneros y el IGV para el papel.

Cara de desolación en la sala. Prieto Celi se achicó detrás de las rumas de sus modelos. También Orellana sintió inseguridad en el piso. Alfredo Jaililie quedó imperturbable y me dedicó unas palabras de elogio.

Otros, más realistas, propusieron un arreglo publicitario. Los medios pagarían sus deudas a la Sunat con avisaje estatal.

SANTIAGO FUJIMORI y JOSU ERKOREKA
Archivo BLOG JOSU ERKOREKA


En tales circunstancias, los directivos de la prensa acogotada por la Sunat, acuden donde el señor Santiago Fujimori, quien, por intermedio del publicista Óscar Dufour, era el hombre del régimen encargado de las relaciones con los medios de difusión. Para ello y para otros menesteres, Santiago Fujimori digitaba a la Sunat (todas las noches esta entidad le daba un informe detallado de sus actividades). Pero a esa reunión no se invitó expresamente a Oiga- Fue el único periódico con problemas excluido de ese cónclave en el que se llegó al acuerdo de que los medios cancelarían sus deudas con la Sunat colaborando con el gobierno en un gigantesco programa educativo.

Mientras se producía el debate, yo, que soy lerdo para expresarme verbalmente y porque se me podrían escapar algunos ajustados exabruptos, me dediqué a poner por escrito mis puntos de vista contrarios por completo al arreglo, ya que la solución no estaba en llegar a comprometidos acuerdos con el gobierno sino liberar de cierta carga tributaria a la cultura, como el 18% a las ventas, igual que en la mayoría por no decir en todos los países civilizados del mundo…. Y cuando se agotó el debate decidieron por el arreglo con avisaje, leí mi texto, que luego publiqué como editorial.

-No se pueden hacer excepciones con el IGV –fue la respuesta.

-¿Y por qué se exceptúa el juego de bolsa, a las aefepés y a otras actividades puramente lucrativas?

-La prensa no es cultura. Lean El Mañanero –metió su cuchara un funcionario, lector sin duda de basura amarilla.

Si no leyera usted periódicos no tendría usted su geografía ni si historia al día. Sería usted un analfabeto cultural. No cultivaría, si la tiene, su educación cívica.

Sin embargo, más tarde, por presión de la administración de Oiga, que se aferraba ilusamente a esperanzas imposibles, cedí y acepté el “arreglo”, que era muy simple: El tesoro público, o sea Jaililie, extendía un cheque por el monto de la deuda de cada empresa y ésta lo endosaba a la Sunat. A cambio de tan simple “arreglo”, el responsable –en el caso de Oiga, yo— aceptaba un pagaré con el gobierno, poniendo de garantía casa, autos, cuentas corrientes, etcétera, etcétera. Mientras que el Estado prometía –sin documento— publicar avisos hasta cumplir con el monto del pagaré.

Y, como estaba previsto, los anuncios o avisos se fueron publicando de acuerdo al capricho del régimen. Rápido y bien valoradas las notas en los periódicos amigos y lentas y mal pagadas en los órganos de la oposición radical.

-Podía haber sido nunca.

Por eso, apenas rescaté el comprometido pagaré, resolví liquidar Oiga, lo que no resultó fácil. Más mucho más complicado y difícil es desbaratar que crear una empresa.

¿Y la prensa que tenía en orden sus cuentas con la Sunat?...

Cuando se produjo el acuerdo protestó airado el canal 5, con un argumento válido: no era justo que se castigara a los cumplidos… Por lo que fueron premiados los que estaban al día. Y a Oiga se le volvió a discriminar. No se quiso hacer caso al alegato de que su situación era especial, pues siempre habían estado en orden sus pagos al fisco, con lo que se había descapitalizado, y siendo su retraso reciente… no podía ser tratado igual con los que nunca pagaron y no se descapitalizaron.

Su alegato fue al tacho de basura.

Todo esto lo miro con frialdad y no me arrepiento ni me quejo…

La lucha por lo que yo creo es la verdad no cesa porque imponderables decisiones del destino, por mano del poder político de turno, me obligaron al cierre de las puertas de mi revista Oiga. Siempre quedará la revista, lo escrito en ella, como el testimonio vital de mi compromiso conmigo mismo y con mis deberes cívicos y mi bandera inabdicable de ayer y de mañana, de siempre… Testimonio que continúa con mis libros y colaboraciones en la prensa…

A
FRANCISCO IGARTUA Y DORIS GIBSON.
Archivo FONDO EDITORIAL REVISTA OIGA Bilbo-Euzkadi. Lima-Perú
sí reflexiono ahora, a la distancia, mientras termino de escribir la nota que todos los jueves leo, a las ocho de la mañana, en los micrófonos de Radio Libertad, dirigiéndome a un público masivo –la modernidad lo califica con las letras “C” y “D”—, que seguramente está más interesado en la problemática menuda de los escándalos públicos que en la meditación cívica, pero en el que la siembra de inquietudes mayores no es un desperdicio. Además, como que con esas notas y esporádicas colaboraciones en El Comercio mi conciencia se pone a salvo.

También pienso en el Perú y su futuro y, sin querer, mi atención se fija en el pasado, en ese territorio de desconcertadas gentes, en la caravana que se quedó en mitad del desierto, en la República Embrujada, donde más veces y mayor tiempo se obedeció a la voz de mando de los cuarteles que al mandato de las urnas; donde los breves ensayos de democracia han nacido, languidecido y muerto prematuramente a la sombra de los espadones cuartelarios. Y escucho a lo lejos la voz de Juan Ríos diciéndome: “Durante mucho tiempo los institutos armados desempeñaron el papel de perros de presa de la mal llamada oligarquía. El general Velasco –autor de la zoológica definición— intentó ubuescamente y sin participación popular el experimento de cambiar al Perú. El resultado inmediato de su obra fundamental –la reforma agraria— fue un desastroso traspié económico. Pienso, sin embargo, que, desde el punto de vista histórico, constituye un paso necesario que desgraciadamente no dio el régimen presidencial de Fernando Belaunde”.

¿Tienen razón estas palabras del poeta Ríos? Entrañable amigo y guía en las horas más oscuras de Oiga, salvo en las anteriores a las decisivas del destierro a México.

Difícil la pregunta y más compleja aún podría ser aún su respuesta si en el más allá siguieran en funciones los oídos y las cuerdas vocales de carne y hueso. El amigo Juan, de podernos replicar el comentario con el temperamento de su envoltura terrena, de seguro nos daría una respuesta sangrienta y breve. Sería una frase tan dolorosamente cruel como su: “¿Cree usted que hay país…?”, lanzado como respuesta a una pregunta que se le hizo sobre la patria, a la que mucho y muy honradamente quiso a pesar de haber quedado “podrida antes de madurar”.

Con tanta pasión la amó que un día del año 80, antes de los resultados electorales, quiso rezar así en Oiga: “Me parece que desde la Independencia el Perú ha vivido en permanente crisis ética, intelectual, física, económica y social. Nos hemos podrido antes de madurar. En un país que nunca tuvo clase dirigente ni escala de valores, donde el ejército ha matado más compatriotas en represiones y motines que soldados extranjeros en defensa de nuestro mutilado territorio. El pueblo, ignaro y desnutrido, no ha llegado aún a ser verdaderamente pueblo. No es su culpa. Es nuestra culpa. Perdónanos Señor”.

Como que Juan Ríos sintiera, igual que Octavio Paz con México, que los males del Perú fueron mas imputables a la Republica que al Virreinato, que a la prospera y potente Nueva castilla; solo comparable en America con Nueva España. También coincidía Juan con Eduardo Orrego, otro amigo entrañable, quien por esos años 80 impulsaba a los jóvenes como el a actuar de inmediato “antes de quedar como frutos podridos en el árbol, como nuestros mayores”…

Esto lo decía replicando a los que pedían maduración a la juventud accionpopulista.

Ni Juan Ríos ni Eduardo Orrego podrían rectificar ante los vivos su vision pesimista –no por ello menos amorosa– de la patria republicana. Los dos habitan desde hace algunos años el reino de los muertos, que es donde iremos a parar todos sin distinción de ricos y pobres, de tontos e inteligentes, de haraganes y hacendosos, de esclavos de la lujuria y vendedores de la carne, según esta explicado con Áurea grandiosidad por Calderón de la Barca en El Gran Teatro del Mundo y donde, de acuerdo al Dante, volveremos a ser catalogados de acuerdo a los designios de la divinidad y a la conducta de nuestras conciencias. Porque es en ellas, en las conciencias, donde esta la virtud o el pecado, no en los hechos mismos, vistos siempre con los ojos de cada época y que son materia para los fallos de la justicia humana, desde antiguo débil, por lo que leemos en el Quijote, a la presión de los poderosos y al sonido de las monedas.


FRANCISCO IGARTUA - HUELLAS DE UN DESTIERRO. Y sigo andando. Capitulo XLIV.

martes, 19 de marzo de 2013


Canta Claro
Por Francisco Igartua
EL PRECIO DE LA PREPOTENCIA Y LA CREDULIDAD

La semana pasada inicié esta columna recordando a la Armada Invencible y al accionar guerrillero de los marinos ingleses, protegidos en los vientos, y la terminé sospechando que los iraquíes no se enfrentarían frontalmente a la prodigiosa maquinaria de guerra norteamericana, sino que acudirían a la resistencia urbana y a las guerrillas populares, obligando al enemigo a masacrar a la población. Y así ha ocurrido no porque yo cuente con una bola de cristal. Simplemente me dejé conducir por un elemental conocimiento histórico y un mínimo de sensibilidad para entender a los iraquíes, de alguna manera vin-culados al nacimiento de la historia humana, o sea con tradiciones que defender frente a cualquier agresor.

Es evidente que los norteamericanos han estudiado al detalle e inútilmente el color y consistencia del aire y de la arena iraquíes y han escuchado, crédulos, las voces de exiliados y de espías que posiblemente eran espías de Hussein; lo que no se les ocurrió hacer es ponerse en la piel de los iraquíes y lograr así entender que un pueblo con historia milenaria no iba a recibir con música y banderas al ejército de una nación que, con arrogancia imperial (recogida de sus escuderos ingleses) y clara codicia de petróleo, se propone imponer un nuevo orden internacional.

Esta falta de sensibilidad para comprender al otro, a los demás, y su prepotente desafío a las Naciones Unidas, han colocado a Estados Unidos en una encrucijada fatal. Han logrado que Iraq, como pueblo ofendido, haga suya la causa de Saddam Hussein y que el vertiginoso desarrollo de las comunicaciones, tanto o más sorprendente que el de las armas, ponga a las masas del mundo entero en su contra. Ya no es la época en la que los soldados de Su Majestad Británica aplastaban pueblos y nadie (sólo los lugareños) se enteraba de los detalles feos de esas conquistas.

Los propósitos iniciales de Estados Unidos han sido derrotados y queda endeble su futuro imperial, futuro que su escudero mayor se resiste a apoyar. Presionado por la opinión pública británica, Blair no desea que Iraq pase a ser gobernado por un procónsul norteamericano.

Este es, en resumen y hasta ahora, el penoso resultado del proyecto "demolición y pavor" montado por el señor Bush. Dentro de algún tiempo se verá si resulta o no pírrica la sí segura victoria de la coalición británico-estadounidense, a la que podría añadirse en nombre de la despistada España del señor Aznar, pero no la de los cuarenta desconocidos países que agradecen el anonimato cada vez que Bush los menciona sólo por número aritmético.

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EDITORIAL PERIODISTICA OIGA

Canta Claro
Por Francisco Igartua
ALGO QUE AÑADIR AL CASO CIPRIANO,
LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN Y LA CANTUTA

Hace unos días volví de un viaje, ni corto ni largo, por el llamado (con razón) mundo desarrollado. Y la primera impresión que me asaltó al llegar fue la pobreza y desorden de nuestro primer aeropuerto, con la cara apenas lavada con pintura de gato, para hundirme de inmediato en la suciedad y el caos, en el infernal tráfago limeño, en la ciudad que un periodista español llamó sin exagerar “la Calcuta de Sudamérica": combis sobrevivientes envueltas en una nube de humo, gritos, bocinazos, autos que quieren adelantar a otros saliéndose de pistas que parecen terreno lunar... Pero peor aún fue horas después, al despertar y leer el periódico y prender la televisión para ponerme al día. Las mismas y diminutas miserias de siempre, pequeñeces que empequeñecen el panorama nacional, aunque también sean retrato de nuestra destartalada realidad.

Lo que sí no sospeché es que, dos días más tarde, estas diminutas pequeñeces llegarían al extremo grotesco de ver al arzobispo de Lima involucrado en los crímenes de La Cantuta, por lo que el ex ministro Bustamante dice haber oído decir a Montesinos.

Sin duda fantasías, pues no resulta coherente que un militar se niegue a cumplir, por razones religiosas, la orden superior de lanzar al mar a los muertos; luego consulte con el obispo de Ayacucho, quien le recomienda denunciar el hecho, avisar a las familias y enterrarlos cristianamente; y termine descuartizando los cadáveres.

Pero este "culebrón", que ha dejado estupefacto al país, no apareció sorpresivamente. Tiene antecedentes. El último lo leí esa madrugada a mi regreso al país. En primera página, con grandes titulares un obispo desmentía al obispo de Lima, afirmando que la Iglesia respeta la independencia del Poder Judicial. Lo que me hizo pensar que monseñor Cipriani, habituado a los deslices verbales, había intentado ejercer su influencia sacerdotal para obligar a los jueces a variar un fallo. Hecho que sin duda sería reprobable. Pero no era así la cosa. El arzobispo Cipriani, al margen de su filiación y de que no sea (como el Opus) bien visto por muchos, había simplemente expresado su simpatía por el señor Chumpitaz y reclamado, con el ánimo de paz, justicia y perdón que predica el último mensaje papal, un pronto fallo para que concluya el calvario que está sufriendo nuestro gran futbolista por una falta que no llega siquiera a pecata minutia. ¿Existirá un país en el que los partidos políticos (y Montesinos era figura preponderante del fujimorismo) no financien la incorporación de celebridades en sus listas electorales?

Se trata, en lo referente a monseñor, de una opinión sobre excesos legales que yo y muchos peruanos compartimos y que no es interferencia alguna en el lento proceso judicial que se les sigue a Chumpitaz y a otros. Lo que sí resulta intento de interferir en la libertad de expresión ciudadana es el tono amenazante empleado por algunos jueces y fiscales para replicar al opinante. Pues así como el Poder Judicial tiene su jurisdicción, que nadie pone en entredicho, los ciudadanos tenemos el derecho constitucional a opinar como nos dé la gana sobre cualquiera de los poderes del Estado. Eso es democracia, ya que sin libertad de expresión aquella resultaría siendo una farsa.

Es de esperar que la citación judicial hecha a monseñor Cipriani nada tenga que ver con esas amenazas, aunque no deje de extrañar que, justo ahora, vuelva a tocarse el tema de los delitos de lesa humanidad cometidos por Fujimori. Y que la acusación al ex presidente vuelva a plantearse, como antes, sin seriedad alguna. Sin ánimo de usar las pruebas reales que lo condenan.

Así como el Poder Judicial se interesa, de acuerdo a ley, por investigar lo que un testigo dice sobre una presunta participación indirecta del arzobispo de Lima en los asesinatos de La Cantuta, yo vuelvo a hacer, por enésima vez, la siguiente pregunta: ¿Por qué el gobierno, la Fiscalía y el Poder Judicial no toman en cuenta las pruebas que sí evidencian la culpa de Fujimori en esos crímenes?... Lo hago porque, sin tomar en cuenta esas probanzas, la acusación montada contra él por delitos de lesa humanidad es puro fuego de artificios judiciales, en los que se ha envuelto a monseñor Cipriani. Se trata de pruebas que he exhibido hasta el cansancio, inútilmente, y que he entregado a políticos y funcionarios judiciales, también en vano. Se trata de pruebas reales, firmadas, que el Poder Judicial no toma en cuenta.

Son tres documentos firmados por Fujimori insistiendo en un mismo mes (julio de 1991) para que fueran ascendidos todos (con jefes y pichilingues y rivas incluidos) los miembros del llamado después Grupo Colina, por "trabajos especiales" realizados en las universidades del país. Esto ocurría poco después de que fueran asesinados 61 estudiantes de la Universidad de Huancayo, asesinatos que sí son vinculantes, hasta para un lego en derecho, con los crímenes de La Cantuta y Barrios Altos. Son documentos bastante más elocuentes de lo que pueda decir sobre La Cantuta el arzobispo Cipriani, a quien sorprendentemente se le ha citado como testigo luego de opinar a favor de Chumpitaz ¿Quién protege a Fujimori y por qué lo hace?

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EDITORIAL PERIODISTICA OIGA

Canta Claro
Por Francisco Igartua
BUSH VINO, SALUDÓ Y SE FUE

Con arcangelical inocencia la Central Peruana de Trabajadores sospecha que hubo agenda secreta entre los abrazos y palmadas al hombro de Bush con Toledo y de Toledo con Bush y de la sospecha pasa a pedir, a exigir, que la secreta agenda se haga pública. De esta manera, el despiertísimo señor Gorriti quiere alborotar el gallinero proponiendo un imposible, pues lo secreto no puede hacerse público sin dejar de ser secreto. Y muy bien sabe el señor Gorriti que entre los estados, todos los estados del mundo (anaranjados, rojos, amarillos o azules), hay, ha habido y habrá acuerdos secretos. Por lo pronto (y con todo derecho) no deben ser pocas las agendas secretas atendidas por Fidel Castro, a quien el señor Gorriti admira y defiende con pasión.

Pero si pretender que lo secreto se publique y difunda a los cuatro vientos es disparatado (aunque el señor Gorriti no disparate sino dispare como arcángel expulsado) resulta de una condorosidad extravagante que muchos se traguen el cuento de que el presidente Bush es encantador (todo lo que se dice de él en EEUU y en el mundo sería pura calumnia) y que, dada la "química" con su carnal Toledo, es seguro que los EEUU abrirán las puertas de su mercado a todos los productos peruanos, sin peligro de que a los nuestros les ocurra lo que está ocurriendo con los aceros mexicanos y las maderas de Canadá, a los que prácticamente, a pesar del ALCA, se les ha cerrado el mercado norteamericano, en defensa de los intereses nacionales yanquis.

Sin embargo, hay lecturas de la rauda visita de Bush que se distancian de esos dos extremos y que sin duda deben estar más próximas a la realidad. Una de ellas, por ejemplo, es la que parte de aquel viejo y sabio dicho sobre la entraña moral de los estados: "las naciones no tienen amistades, sólo tienen intereses".

Con base en esta premisa es necesario preguntarse ¿cuáles son los intereses norteamericanos en la región andina?... Y de esta pregunta debieran partir las presunciones sobre lo tratado en secreto entre los presidentes Bush y Toledo, el único (además de Chávez de Venezuela) con mandato que se prolonga hasta el dos mil seis.

Para los EEUU el petróleo de Colombia, Venezuela y Ecuador, así como el gas del Perú y Bolivia, son reserva estratégica de la región. Por lo tanto, la situación de Colombia les preocupa enormemente por la posibilidad de que la guerrilla (que en ese país ha llegado a ser denominada fuerza beligerante) desestabilice a su país y se extienda a los vecinos convulsionando todo el Ande. Y siéndole al gobierno norteamericano demasiado arriesgado comprometerse directamente en lo que ya es guerra civil colombiana, no sería de extrañar que, en esa agenda secreta que quiere conocer Gorriti, se haya planteado la necesidad de que los vecinos, amenazados de contagio guerrillero, intervengan en esa contienda con velada asistencia norteamericana. Es, sin duda, una hipótesis que merece la mayor atención, y en la que la ausencia de Venezuela en el cónclave andino de Lima indicaría que el derrocamiento de Chávez ya está decretado.

Ese es, además de la obsesión por la droga, el principal interés de EEUU en la región y resultaría absolutamente improbable que el tema haya estado ausente en las conversaciones limenses de Bush, quien se ha autonominado sheriff del mundo entero (hace algunos días ha llegado a la exageración de amenazar con armas atómicas a Rusia y China). También es seguro que se tocarían espinosos asuntos bilaterales (intereses de personas y compañías norteamericanas) cuyos resultados se irán viendo (haciéndose públicos como quiere Gorriti) en un futuro cercano.

El interés del Perú y de las otras naciones andinas es librarnos de la miseria, pero no por la vía (ya probadamente desastrosa) de las dádivas, sino de la apertura del mercado norteamericano a los productos de la región. O sea lograr que la preocupación del Congreso yanqui por favorecer a sus votantes no lo obnubile y se desentienda del derecho que los sudamericanos tenemos a ser tratados con las mismas normas liberales que los EEUU nos predican.

Para el presidente Toledo, el meollo de lo conversado con el presidente Bush habría sido esa apertura recíproca de mercados. Y, ciertamente, Toledo habrá aprovechado su "química" con el norteamericano para comprometerlo, mientras Bush se escudaba en su Congreso para no comprometerse.

De la habilidad y firmeza empleadas en este pulseo de intereses encontrados, más que de la "química", dependerá que haya resultados buenos para las dos partes o mejores para el más hábil de los dialogantes. Esperamos los peruanos que haya sido Toledo el lince, aunque no es habitual que el pez chico se coma al grande.

Esta seria, creo yo, la lectura más ecuánime y correcta de una visita casi de médico, comentada por alguna prensa yanqui como demostración del poco interés de Bush por su patio trasero. El, según muchos periódicos de EEUU y Europa, tiene toda su mente puesta en el petróleo cercano a Palestina y Afganistán. Para las otras regiones tiene al Congreso como excusa para que sus compromisos sean limitados. Por ello es que, seguramente, el vicepresidente de Ecuador le ha echado en cara que un préstamo de 40 millones para los problemas de su frontera con Colombia quedó en la práctica transformado en menos de la mitad. Y para que el joven y lúcido presidente boliviano le explicara que los problemas que le crea el Congreso (donde Bush no tiene mayoría) se podrían fácilmente resolver invitando a los presidentes de la región para que les expliquen a esos congresistas lo equivocados que están. "De este modo, habría dicho el presidente Jorge Quiroga, también nos libraríamos de las humillantes condenas o premios que unilateralmente nos dispensan los EEUU por culpa de unos congresistas ignorantes de la situación andina".

Bush vino, se abrazó y palmoteó con nuestro presidente y, a las pocas horas, se fue. Tengamos la esperanza de que sus promesas de la agenda secreta se cumplan.

Fuente:
Fondo Editorial Periodística Oiga

Canta Claro
Por FRANCISCO IGARTUA
SIN EQUIDAD NO HAY SOLUCIÓN

Ocurrió lo que tenía que ocurrir: el gobierno se ha visto obligado a echar mano de la represión militar para calmar la agitación social que lo había desbordado. No tenía otro camino, dadas las circunstancias que él mismo había creado. Pero, ¿podrá Toledo evitar que la acción represiva se le escape de la mano? Y, sobre todo, ¿será ésta la solución a las demandas populares?... Me temo que no. Las causas que tienen insatisfechos a los miserablemente asalariados han quedado intactas, tanto porque el paupérrimo presupuesto nacional no tiene estiro posible como por la insensibilidad de los hombres del poder y de las minorías privilegiadas, como los bancos, que no pagan sus deudas al Estado.

Frente a la ola de reclamos, legítimos pero que no se       pueden satisfacer, la solución estaba en recurrir a la equidad, en compartir algo de la desesperación popular, poniendo en 15 mil soles el máximo de las remuneraciones estatales (que es el promedio en Chile, Argentina y otros países sudamericanos). No porque la rebaja en los sueldos de la alta burocracia vaya a resolver las desesperadas demandas de docentes, policías y enfermeras, sino porque el gesto de compartir apremios es señal de buscar equidad en la relación entre peruanos. Ese gesto de comprensión hubiera sido más eficaz que los fusiles militares disparando y matando. Hubiera introducido racionalidad al diálogo de sordos en el que gobierno y huelguistas están enfrascados.

¿Qué los maestros con el puño en alto dan muestra de ser más agitadores sociales que maestros? ...Cierto. Y también es cierto que de esos profesores saldrán ex alumnos más dispuestos a la violencia (de sus aulas partió el senderismo) que a la convivencia fecunda. Pero esos profesores no han nacido por generación espontánea. Han sido paridos por la injusticia que han visto y vivido. Es otro de los legados que nos dejó la política represiva de Fujimori y la ceguera de otros gobiernos. Un problema que no se resuelver (por lo menos no de inmediato) con evaluaciones y premios al mérito.

Los problemas del Perú son tan hondos que obligan a una reflexión profunda, con propósito de enmienda, sobre nuestra realidad y posibilidades.

Por ejemplo, es hora de entender que nadie (a no ser un impenitente devoto del socialismo soviético) puede negar la realidad y bondad del mercado y de la creatividad individual; y menos todavía desconocer que en los países subdesarrollados, para crear trabajo, es medular la inversión privada extranjera. Sin embargo, se ponen anteojeras caballares los fanáticos que divinizan esas normas sin distinguir culturas, grados de desarrollo mental y des protecciones sociales. El Perú no es Europa ni EEUU, por lo que tiene que adaptar el medidor a su realidad, tal como lo hacen ellos. Esta es la primera lección que debieran aprender nuestras autoridades y maestros. El resto vendrá por añadidura.

FUENTE:
FONDO EDITORIAL PERIODISTICA OIGA

lunes, 11 de marzo de 2013


Canta Claro
Por FRANCISCO IGARTUA
HAY UNA PERVERSA LÍNEA DIVISORIA ENTRE MILITARES Y CIVILES

En estos días electorales vemos, entre sonrientes y asombrados, a un candidato (Castañeda) asegurando que él no hace ni hará guerra sucia, creyendo que nosotros (no sé si la multitud) nos chupamos el dedo y no hemos reparado que él, Barba y Rey son la misma candidatura, mientras su oponente (Andrade) cae en la trampa de la agresión por interpósitas personas. Por lo tanto, con la vaga esperanza de que el debate de mañana sea una seria confrontación de ideas y no una riña con barras en mitad de la calle, prefiero (dejando la solemne primera persona del plural) no tocar el tema electoral y dedicar estas líneas a hacer memoria de lo que ocurrió en esta desdichada nación hace diez años. En abril del 92 un grupo de militares dio un golpe de estado para atornillar en la presidencia a Fujimori y, en noviembre, otros militares salieron en defensa de la Constitución haciendo uso del derecho de insurgencia, que en este caso era mandato constitucional, ya que los insurgentes sabían lo que le esperaba a la República con el plan de 20 a 30 años que se habían trazado los golpistas.

Comportamientos que daban vergüenza
En abril de ese año las protestas ciudadanas y las de la prensa (salvo excepciones) fueron minúsculas y muchas sólo para salvar la cara. En noviembre el comportamiento de periódicos y ciudadanos fue vergonzoso. A quienes se habían sublevado, arriesgando la vida, en defensa del orden constitucional y democrático, se les tildó de ambiciosos, alteradores del orden y jgolpistas! En este pobre país donde nunca se ha entendido que el orden público no es sometimiento de gobernados a mandatarios sino convenio de relación entre ciudadanos y gobernantes, un pacto social que, si se cumple, nos haría nación civilizada; en este territorio de desconcertadas gentes (como decían con razón nuestros mayores), donde hasta ahora no se entiende que rebeliones militares como aquella del 13 de noviembre del 92 son voces de alerta para que comprendamos que, el orden constitucional e institucional es respeto a la ley establecida y no a la ley que los golpistas imponen con el señuelo de "poner orden", el falso orden en el que se ha mecido desde siempre nuestra República.

Obligaciones incumplidas
La traición y la deserción (que son una constante en la historia peruana) hicieron fracasar el 92 aquella noble rebelión de militares con sensibilidad democrática. Un gesto que, sin embargo, no fue del todo inútil, pues sirvió para desnudar el temple del cabecilla golpista. Fujimori, igual que años después, corrió a refugiarse en la embajada del Japón; y, luego de fracasada la rebelión, impuso el orden de siempre. Inventó un magnicidio, fraguó documentos y llevó a los oficiales constitucionalistas (ante el silencio mayoritario de la prensa y la ciudadanía) a una pantomima de juicio militar, no sin antes haberlos vejado encerrándolos en el penal Castro Castro, luego aislándolos en un viejo cuartel con ventanas tapiadas y, por último, confinándolos durante 31 meses en el Real Felipe.

Amnistiados el 16 de junio de 1995, salieron en libertad, pero sus derechos son conculcados hasta hoy, como si el viejo "orden" no perdiera imperio. De nada ha servido la Ley 27436 del 15 de marzo de 2001, pues los líderes insurrectos no son repuestos y se les niega el ascenso, la recuperación de sus tiempos de servicio y otros merecimientos que, sin solicitud de por medio, se les debería reconocer.

He querido recordar el acto de rebeldía del 13 de noviembre de 1992 para que sirva de ejemplo a los militares jóvenes y a la civilidad toda, hoy lista para hacer uso de las urnas en libertad, aunque, en el caso de las elecciones regionales, sin normas ni concierto establecidos.

Es extraño que el Congreso no pueda reivindicar plenamente a los rebeldes del 92, a pesar de que esa negativa pueda llevar a muchos peruanos de mente despejada a sospechar que nuestros políticos, con la ceguera de siempre, hayan trazado una línea divisoria entre civiles y militares, como si todos los milita-res hubieran sido cómplices de Fujimori, Montesinos y Hermoza. A sabiendas de que son más los civiles (entre ellos Fujimori y Montesinos) los que salieron beneficiados de la dictadura legalizada por la OEA ese mismo año de 1992. Es extraño que el Congreso no les haya otorgado un reconocimiento mínimo a quie-nes expusieron su vida (el general Salinas fue perseguido a balazos) para reabrir el Parlamento clausurado por Fujimori y entregar el mando al legítimo presidente (San Román). Y también es extraño que el actual presidente constitucional, doctor Toledo, no ordene reconocer de una vez por todos los méritos de quienes cumplieron el mandato constitucional de insurgencia contra el golpismo.

Fuente:
FONDO EDITORIAL PERIODISTICA OIGA