(Diputado Rospigliosi)
Lima, mayo 29 de 1881.
(Recibida) Ayacucho, julio 11/ 81-3p.
(Contestada) Ayacucho, agosto 24/81-
Excmo. señor Nicolás de Piérola.
Mi distinguido amigo:
Mientras estuvimos en Lima bajo la férula de don Pedro Lagos, que era un borrachín-mujeriego, me tuvo usted, como se dice, a salto de mata. Ese sujeto tuvo empeño en ponernos bajo sombra a Odriozola y a mí. El ministro norteamericano intervino, y desapareció el conflicto personal. La protesta sobre el desbalijo de la biblioteca exaltó la bilis del mandón chileno.
A propósito de la biblioteca. El 25 se nos pasó orden calderoniana para volver a encargarnos de ella. Ya supondrá usted que, por mi parte contesté rechazando como debía el cargo. Siento decirle que mi amigo don Manuel no quiso imitarme y que ha aceptado el puesto. Los chilenos han dejado en el establecimiento poco menos de tres mil volúmenes: infolios en pergamino, escritos en latín y casi todos sobre materias teológicas. Exceden de cuarenta y cinco mil tomos los que nos han robado.
Ya sabrá usted que el provisorio de la Magdalena ha recibido de Panamá siete millones, según unos, y once según otros, en billetes de banco. De ellos ha entregado dos millones a los chilenos en pago de los dos meses de contribución. Tenemos, pues plétora de papel.
En cuanto a congreso, las uvas están verdes, verdísimas. Hasta ahora sólo cuenta en Lima con setenta y cinco representantes, entre senadores y diputados, faltándole treinta y ocho de los últimos para que esa cámara complete quorum. De Puno ha llegado un señor Eduardo burlando la vigilancia del prefecto; mas esperamos que haya mayor cuidado en los otros departamentos del sur para impedir que los carneros civilistas .vengan a la querencia de Chorrillos. Los anti-argolleros, Macedo y Saavedra han concurrido a las juntas preparatorias y los acaba de seguir (¡maravíllese usted!) nuestro amigo Jiménez a quien siempre tuve por honrado, patriota e inteligente. No sé a qué expediente o embolismo recurrirán para completar número.
Aseguran los calderonianos que Lynch les ha ofrecido retirarse con las tropas al Callao, tan luego como instalen congreso. De este modo, dicen, cesará Lima de estar sujeta a la ley marcial, podrán funcionar los tribunales, y acaso seremos reconocidos por la suprema y por el cuerpo diplomático. Ci vedremo.
El único representante que ha observado un procedimiento digno y enérgico es don Pedro Tirso Valdez, senador por Ica. Requerido para asistir a las juntas, ha contestado oficialmente que carece de representación, por cuanto su departamento no reconoce al gobierno de la Magdalena.
¿Qué daño le ha inferido usted al ilustrísimo Tordoya para que le haya declarado guerra sin misericordia? Dice que transigirá con el diablo antes que con usted.
La Actualidad ha cesado de publicarse desde el 27. Es el caso que su redactor Errázuris es exaltado partidario de Santa María, y que Lynch es furioso baquedanista. Llegó a noticia de Lynch que, en esa imprenta, se estaba trabajando muy seriamente un folleto contra Baquedano, en el cual entre otras lindezas, se decía que el general huyó a las dos y media de la tarde del campo de Miraflores y que volvió a él, después de las cuatro, cuando ya tenían ventaja los chilenos, gracias a los esfuerzos y disposiciones de Maturana y Vergara. Para impedir que aparezca el panfleto decidió Lynch quitarle la imprenta a Errázuris, y las máquinas y tipos se están encajonando para remitirlos a Santiago. No obstante, me aseguran, que el folleto, del cual estaban ya impresos varios pliegos aparecerá pronto para circular sólo en Chile. Es posible que llegue yo a conseguir un ejemplar, y cuidaré de enviarlo a usted.
El triunfo de la candidatura Santa María es segurísima, y lo siento. Habría preferido que Baquedano triunfase. Este ganará la elección sólo en Santiago y en Rancagua. En el resto de Chile está derrotado, y aun en Santiago no es imposible que lo venzan.
En nuestra indolente y perezosa Lima no se mueve una paja. Nadie se ocupa de Calderón y sus magdalenos. Son como si no existieran. En cuanto a los chilenos, parece que empezamos a habituarnos con la permanencia de ellos, tanto que ya se han celebrado cuatro o cinco matrimonios limeños. ¡Desventurada tierra! Aquí está el pueblo resignado con su ignominia y nada quiere hacer por sacudirla. Lejos de eso, abundan los espías y denunciantes que van con chismes a la autoridad chilena.
Para mí, señor don Nicolás (y perdones mil por la confianza), tiene usted un solo pecado; pero gordo, muy gordo, de esos que no se lavan con toda el agua bendita de la cristiandad: “Ese pecado es no haber sido dictador”. ¡Qué diablos! Serlo, en forma, o no serlo. El carácter benévolo de usted y por lo tanto contemporizador, nos ha partido por el eje. Los civilistas son orgánicamente intransigentes y usted se empeñó en obligarlos, a fuerza de beneficios y consideraciones, a transigir. Esa gente respiró, respira y respirará sólo ponzoña contra usted. Pudo usted y no quiso aplastar a tiempo a los escorpiones. Pido a Dios que, para bien de la pobre patria, haya usted adquirido la convicción de que en el Perú, por ahora y hasta que el cielo y el trascurso del tiempo hayan cambiado nuestro modo de ser político y social, no se puede gobernar con todos y para todos, ideal poético a que aspiraba usted y que tan rudos desengaños le ha proporcionado.
Desde los tiempos de Pizarro han venido siendo imposibles los gobiernos eclécticos. Pizarro, fue, en mi concepto, el fundador de la argolla; porque, pasó años y años sin querer dar ni un grano de arroz a los almagristas. Y muy bien que le iba con esa conducta. Pero llegó día en que se metió a contemporizar y a regalar a sus enemigos naranjitas del jardín de palacio, y desde entonces empezó a llevárselo pateta.
Como Pizarro, pero sin vacilar como este, implantó don Manuel Pardo la ley del yunque y del martillo. ¡Vaya si nos dio de firme a los pierolistas, mientras fuimos yunque! Nos llegó al cabo, la oportunidad de ser martillo y ... usted dijo nones. Barinaga llevó a las oficinas de hacienda, no por familias sino por tribus, a los civilistas; Echegaray, secundado por los Paz-Soldán, hizo otro cuarto de lo mismo; y Orbegoso no se quedó en zaga sosteniendo a los Pareja, Alayza y demás peines. El elemento pierolista puro y de amigos probados, se esterilizó. Se nos impedía hasta él llegar a usted con nuestras quejas o amistosas advertencias. Los Echeniques, que así eran civilistas como pierolistas, viciaban la atmósfera de palacio, y lejos de llevar buen contingente al mandatario y amigo, le llevaban hombres como Tenaud, civilista enragé y sin grandes vínculos para con usted.
En fin, amigo mío, lo pasado pasado; pero las verdades han de decirse alguna vez, aunque no sea más que para desahogar bilis. Y yo se las apunto para retemplar su espíritu, a fin de que, si Dios no desampara nuestra causa, sea usted inexorable con los chilenados de la argolla tanto como con los chilenos del Mapocho.
El dador de esta es mi amigo el dr. Gerardo Cabello, leal y constante partidario de usted. Se lo recomiendo muy mucho. Es joven ilustrado e inteligente. El explicará a usted las dificultades con que brego para abandonar Lima e ir a su lado. Esperaba actas por alguna de las provincias de Loreto; pero aún no han llegado a mis manos. Si las recibo, haciendo todo sacrificio, concurriré a la asamblea. Entre tanto, y hasta otra oportunidad me repito muy suyo, amigo afectísimo.
RICARDO PALMA
P. S. Acaba de publicarse en un folleto un manifiesto de Químper. Es pura hidrofobia. Supongo que lo haya usted recibido ya.
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