Don Paco, como todos le decían, y Pedro Aramburu, uno de sus entrañables amigos, fundaron en ese lugar el Club Vasco, institución que con el tiempo se convirtió en refugio de la comunidad vasca y de todo aquel peruano identificado con ella.
En este lugar, Don Paco pasó los mejores momentos de una vida ya trajinada. Todos los martes y jueves a partir de las 7 de la mañana, llegaba acompañado de su chofer Manolo, quien lo escoltó por varios caminos de sus días.
Aquí, por las tardes y luego de una buena comida, el bar se veía repleto de diplomáticos, periodistas, personajes bohemios con quienes compartía más de una aventura; pero lo que más le deleitaba era su infaltable vino.
Jugaba con las cartas españolas mientras compartía sus experiencias. Para sus amigos el juego dejaba de ser un acto rutinario para volverse interesante, porque cuando empezaba a contar sus historias todos quedaban encandilados.
Don Paco fundó la revista Oiga para combatir la corrupción e injusticia social que desde entonces pululaba en Lima. Entre los años 1950 y 1995 se formaron y pulieron cerca de 300 periodistas, todos de la escuela de Don Paco. Quizás más de uno lo recuerde no sólo como un jefe sino también como un humanista, demócrata y luchador de la igualdad.
Recuerdo muy bien una anécdota que escuché de uno de los ex trabajadores de la revista que describirá muy bien la calidad moral de este personaje.
Se acercaba la navidad de un año no registrado y Don Paco pidió la relación de todo el personal que en ese entonces trabajaba en Oiga para obsequiarles ropa y canastas de víveres. La asistente encargada de esta labor llevó el cálculo y le informó que eran 60 los trabajadores; pero él, al darse cuenta de que ella no había contado a todos, le dijo: Te has olvidado de la persona que nos trae las impresiones, del que lleva los recados, del personal de limpieza, de los chóferes, etc. Don Paco siempre se percató de cada uno de los trabajadores de esta revista que fue como su segundo hogar.
Uno de los amigos del Club Vasco, Jon Guarrochena, relata que Don Paco era un apasionado de su linaje vasco. Por ello decidió formar el Congreso de la Comunidad Vasca en el Perú, para defender a capa y espada el planteamiento por la Paz Mundial. Con el tiempo, acudió a tres congresos de la comunidad vasca realizados en San Sebastián cada 4 años. En esas oportunidades no se cansó de recordar que fue en el Perú donde se formó la primera comunidad de vascos a nivel mundial.
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