CON MUCHO recelo ve el pueblo, que ahora tiene memoria, APROXIMARSE El Proceso Electoral de 1936.
Cuando cayó Leguía, el pueblo tuvo la impresión de que no habían hombres capaces para ponerse al frente de los negocios públicos.
Por eso se tolero que Sánchez Cerro fuera Presidente Provisorio.
Cada vez que Sánchez Cerro –en los primeros días de su gobierno provisional– hablaba a los ciudadanos desde los balcones de Palacio, entre los que escuchaban se percibía una sensación desagradable.
Ese hombre, el Jefe del Estado, el Primer Ciudadano de la Republica, tenía menos capacidad que todos los que formaban la gran masa de manifestantes.
“Las ratas pulguientas” y “los cholos babosos” se daban cuenta de que el Presidente de la Republica veía la paja en el ojo ajeno….
Pero se consolaban diciendo que tenía buenas intenciones.
Rápidamente paso a la historia eso de las buenas intenciones. Los cadáveres de ciudadanos regados en las ciudades y en los pueblos, las prisiones atestadas de gentes que no sabían por que estaban detenidas, eran elocuentes. Ante ese panorama ya no le cupo la menor duda: Sánchez Cerro no tenía ni siquiera buenas intenciones.
Desgraciadamente, el pueblo siguió convencido de que no había hombres. Y cuando tuvo que escoger entre Sánchez Cerro, Haya de la Torre, Osores y de la Jara y Ureta, optó por el peor.
Seguidamente pensó que “mas vale malo conocido que bueno por conocer”.
No tenia confianza en ningún de los otros, a pesar de los limpios antecedentes políticos de Osores y la Jara.
Paso el tiempo. Unas balas destruyeron todo lo malo que habían hecho esas elecciones desgraciadas.
Se inicio una época mejor.
Ahora nos aproximamos nuevamente a un periodo electoral. Otra vez el pueblo tendrá que escoger a su mandatario. Habrá de elegir un nuevo Presidente de la Republica.
Naturalmente, hay muchos probables candidatos. Entre ellos, el señor de la Riva Agüero, don Felipe Barrera Laos, don Luis Alberto Flores, don Luis Antonio Eguiguren, don Amadeo de Piérola, don Julio Egoaguirre, don Roberto Leguía, don Víctor Raúl Haya de la Torre, don Pedro Oliveira, don Guillermo Billinghurst, etc, etc….
Muchos serán los candidatos.
En 1931 fueron solo cuatro.
El pueblo escogió cuidadosamente. Gozo de libertad. Asistió a las conferencias, estudio programas, ingirió folletos y escucho discursos.
Discutió, se culturizo, se hizo moderno.
Y a la postre resulto eligiendo al peor de todos los candidatos.
¿Para que sirven entonces, entonces, las elecciones?
Puede considerarse al político al político elegido como el autentico representante de las mayorías o de los intereses de esas mayorías?
Los dieciséis meses son la mejor respuesta.
Por eso, para 1936, siendo mas los candidatos, y consiguientemente mas difícil la elección, el pueblo esta extraordinariamente receloso.
Teme las elecciones. Teme volver a equivocarse.
No tiene el menor interés, en intervenir en el próximo proceso electoral.
Si en las democracias debe realizarse lo que desean las mayorías, esta vez, democráticamente, debían ser muy pensadas las elecciones del 36. Porque el pueblo no tiene mucho interés.
Sabe que le puede ocurrir lo mismo que en el 31. Y con mayor razón tratándose de que los candidatos son más numerosos y variados.
Y no todos los días se tiene la suerte de que los errores duren solo dieciséis meses.
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Ayer dijo la Prensa
“EL COMERCIO”, en su sección editorial, conforme a lo que habíamos anticipado nosotros en nuestra edición de ayer, se ha ocupado, con una extensión fluvial, de los desbordes del rio Huatíca, sin parar mientes, sin duda, en que sus desbordes editoriales, que ni siquiera tienen la fecundidad del légamo del Nilo, están arrasando las sementeras del país.
En su sección, “Lo que pasa en Europa” que lleva como subtitulo “Recordando al Buen Rey”, (¿no será el de los Once Años?), da cuenta de la manera como se ha conmemorado el primer aniversario de la muerte de este soberano.
Hoy, en primera pagina, hay un apreciable anuncio japonés, lo que quiere decir que el nacionalismo se resfría.
Unos telegramas de protesta por el nefasto atentado de San Isidro, han salido en letras muy pequeñitas, lo que quiere nos confirma en nuestra idea de que el nacionalismo del Decano se ha constipado.
En la décima pagina, en lugar perdido, el Decano publica las sugestiones hechas por un Gremio de Trabajadores, a propósito de la construcción del barrio para obreros, iniciativa que ha de tener gran trascendencia social.
En las noticias del extranjero, no encontramos ningún cuadrito seductor.
Registramos dos artículos sobre el Japón (nunca había sobre los japoneses en el Perú). Con toda seguridad que mañana tiene dos anuncios de casas japonesas. (¿Deo Gratias!)
“LA PRENSA” se ocupa, dándoles igual importancia, de los aprestos bélicos de Rusia y Japón y de la necesidad de suprimir o morigerar las contribuciones comerciales.
En su sección editorial, y con una amplitud que no la conocíamos sino en el Decano, “La Prensa”, respondiendo a su agrarismo, hace disquisiciones sobre la conveniencia de estimular el cultivo del trigo en las zonas altas del Perú.
Después de ese articulo, “La Prensa” va a venderse mas entre los indios que pueblan las orillas del lago Titicaca.
“LA CRONICA”, en su 1era, pagina, por equivocación o por carecer de archivo, ha publicado el retrato de Bernaw Shaw, haciéndolo aparecer como si fuera Venizelos.
Solo al ilustre humorista ingles le pasan cosas como esta. ¡Que cosa dirá cuando al ver “La Crónica”, y reconociendo su retrato, se de cuenta de que el ya no es el mismo, sino Venizelos! ¡Ahora si que va a creer en la trasmigración, en vida, de las almas!
Archivo Revista Oiga - Colección Cascabel