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DORIS GIBSON PARRA Y FRANCISCO IGARTUA ROVIRA

DORIS GIBSON PARRA Y FRANCISCO IGARTUA ROVIRA
FRANCISCO IGARTUA CON DORIS GIBSON, PIEZA CLAVE EN LA FUNDACION DE OIGA, EN 1950 CONFUNDARIAN CARETAS.

«También la providencia fue bondadosa conmigo, al haberme permitido -poniendo a parte estos años que acabo de relatar- escribir siempre en periódicos de mi propiedad, sin atadura alguna, tomando los riesgos y las decisiones dictadas por mi conciencia en el tono en que se me iba la pluma, no siempre dentro de la mesura que tanto gusta a la gente limeña. Fundé Caretas y Oiga, aunque ésta tuvo un primer nacimiento en noviembre de 1948, ocasión en la que también conté con la ayuda decisiva de Doris Gibson, mi socia, mi colaboradora, mi compañera, mi sostén en Caretas, que apareció el año 50. Pero éste es asunto que he tocado ampliamente en un ensayo sobre la prensa revisteril que publiqué años atrás y que, quién sabe, reaparezca en esta edición con algunas enmiendas y añadiduras». FRANCISCO IGARTUA - «ANDANZAS DE UN PERIODISTA MÁS DE 50 AÑOS DE LUCHA EN EL PERÚ - OIGA 9 DE NOVIEMBRE DE 1992»

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«Cierra Oiga para no prostituir sus banderas, o sea sus ideales que fueron y son de los peruanos amantes de las libertades cívicas, de la democracia y de la tolerancia, aunque seamos intolerantes contra la corrupción, con el juego sucio de los gobernantes y de sus autoridades. El pecado de la revista, su pecado mayor, fue quien sabe ser intransigente con su verdad» FRANCISCO IGARTUA – «ADIÓS CON LA SATISFACCIÓN DE NO HABER CLAUDICADO», EDITORIAL «ADIÓS AMIGOS Y ENEMIGOS», OIGA 5 DE SEPTIEMBRE DE 1995

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LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU

LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU
UNIVERSIDAD DEL PAÍS VASCO

LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU

LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU
UNIVERSIDAD DEL PAÍS VASCO

«Siendo la paz el más difícil y, a la vez, el supremo anhelo de los pueblos, las delegaciones presentes en este Segundo Congreso de las Colectividades Vascas, con la serena perspectiva que da la distancia, respaldan a la sociedad vasca, al Gobierno de Euskadi y a las demás instituciones vascas en su empeño por llevar adelante el proceso de paz ya iniciado y en el que todos estamos comprometidos.» FRANCISCO IGARTUA - TEXTO SOMETIDO A LA APROBACION DE LA ASAMBLEA Y QUE FUE APROBADO POR UNANIMIDAD - VITORIA-GASTEIZ, 27 DE OCTUBRE DE 1999.

«Muchos más ejemplos del particularismo vasco, de la identidad euskaldun, se pueden extraer de la lectura de estos ajados documentos americanos, pero el espacio, tirano del periodismo, me obliga a concluir y lo hago con un reclamo cara al futuro. Identidad significa afirmación de lo propio y no agresión a la otredad, afirmación actualizada-repito actualizada- de tradiciones que enriquecen la salud de los pueblos y naciones y las pluralidades del ser humano. No se hace patria odiando a los otros, cerrándonos, sino integrando al sentir, a la vivencia de la comunidad euskaldun, la pluralidad del ser vasco. Por ejemplo, asumiendo como propio -porque lo es- el pensamiento de las grandes personalidades vascas, incluido el de los que han sido reacios al Bizcaitarrismo como es el caso de Unamuno, Baroja, Maeztu, figuras universales y profundamente vascas, tanto que don Miguel se preciaba de serlo afirmando «y yo lo soy puro, por los dieciséis costados». Lo decía con el mismo espíritu con el que los vascos en 1612, comenzaban a reunirse en Euskaletxeak aquí en América» - FRANCISCO IGARTUA - AMERICA Y LAS EUSKALETXEAK - EUSKONEWS & MEDIA 72.ZBK 24-31 DE MARZO 2000

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sábado, 25 de abril de 2009

Acerca del diseño gráfico de OIGA - EL HÁBITO NO HACE AL MONJE, PERO LO IDENTIFICA - por Carlos Sotomayor - Oiga 9/11/1992


Muchas veces adquirimos una revista o un diario debido a su excelente presentación. La hojeamos con mucho interés, admiran­do la belleza de sus fotografías, la pulcritud de su impresión, la elegancia de su tipografía, la calidad de su papel Un conjunto de elementos que, en suma, conforman su diseño gráfico y que posee, por si mismo, por ser un proceso ampliamente estético, su propia fuerza de impacto, independien­te del contenido de la información. No es, pues, un accidente que con un simple vistazo a cualquier página de una publicación, diario o revista, se pueda deter­minar con seguridad de qué publicación se trata.

De los pocos semanarios que se edi­tan en Lima, OIGA ha dado reiteradas muestras de una versatilidad gráfica acorde con el avance tecnológico. Des­de su fundación en 1948, y debido al cambio de la composición 'caliente' (en plomo) por la fotocomposición, su as­pecto ha ido cambiando hacia una presentación más moderna, un estudiado uso de los espacios blancos, una nueva tipografía, la utilización cada vez más pronunciada de fotografías en gran ta­maño, una publicidad mejor distribuida y, en fin, una nueva ola de creatividad gráfica.

Y esto sucede así en OIGA porque, sin duda, uno de los aspectos vitales del planteamiento de toda publicación -cualquiera que sea su rubro- lo consti­tuye su diseño gráfico. Destinado a cap­turar un mercado preescogido de lecto­res, no tiene más que una disyuntiva inevitable: cautiva o repele las miradas y ocasiona el juicio instintivo, favorable o condenatorio.

La creatividad estética contribuye a traducir los contenidos en mensajes óp­ticos, capaces de despertar el interés del lector y de hacer más fácil -digerible- la literatura. Esta misión mediadora es la que realiza el diseño, en cuanto discipli­na que articula y racionaliza los conteni­dos, al tiempo que establece los sistemas y formas de valoración de la informa­ción periodística.

La función del diseño
La armonio y unidad entre la forma y el contenido literario -y su mutua dependencia- son dos aspectos importan­tes del periodismo sociopolítico y de actualidad que practica OIGA, por lo que se ha optado por un diseño que le permita al lector percibir con facilidad el material que se le ofrece, procurándose una selección sistemática de los temas y la distribución de los materiales en secciones reconocibles y diferentes, sin complejidad pero con un énfasis mode­rado en la esencia del artículo.

El formato moderno de su compo­sición gráfica se caracteriza por su sen­cillez y claridad, destacando lo más im­portante en cada una de sus páginas (la letra, la imagen, según sea el caso), sin que por ello éstas se conviertan en unidades aisladas, sino que se integran dentro del ritmo visual-informativo que guarda la publicación en su con­junto.

Los diagramas de páginas son parte integrante del plan general y reflejan unívocamente la identidad en el estilo que mantiene toda la revista. Si bien este aspecto se encuentra determinado por el carácter de la publicación, la manera particular de su presentación y el mane­jo del contenido de los materiales ha sido convenientemente resuelto por sus diseñadores, planteando soluciones gráficas que logran un equilibrio entre los títulos (título general, títulos de foto, frases destacadas, etc.), -las fotografías (encuadres, conjunto de fotos, lenguaje propio de cada foto, etc.), la tipografía (combinación estética de familias tipo­gráficas, niveles de cuerpos, etc.), el diseño general de las masas gráficas y tipográficas -en el conjunto de cada articulo y en el conjunto de la revista- y, finalmente, los recursos gráficos para singularizar, unir y dividir materiales (líneas, espacios, tramas, etc.).

Estas características peculiares no son accidentales, sino el resultado de estudios probados a través de 44 años en el enfoque de la composición de la revista. Un elemento importante es el formato. Antes de llegar al actual de 20,5 x 27,5 cm, OIGA ha sufrido algu­nas modificaciones. Comenzó, como todas las publicaciones de la época -la década de los 40-, siendo tabloide. (An­tes de la invención de las modernas rotativas offset, las prensas eran relati­vamente lentas, por lo que resultaba más conveniente imprimir hojas gran­des que hojas pequeñas). Su formato pequeño -medio tabloide:- actual se debe, entre otras modernas razones, a una simpleza también moderna. La comodidad: gran número de personas -léase lectores, entiéndase compradores)- puede aprovechar su viaje en microbús para recorrer sus páginas.

Tipografía creativa
El trabajo de la tipografía constituye una parte importante en el diseño de OIGA. La selección apropiada de tipos, tanto para los titulares -futura y avant garde-como para los textos-souvenir ­determinan no solamente la apariencia del diseño gráfico de la revista, sino que los contornos y el aspecto de las otras sirven al lector como punto de referen­cia de un articulo a otro.

Algunos titulares de OIGA están compuestos enteramente en mayúscu­las. Ello obedece a varias razones: den­tro del mismo cuerpo, las mayúsculas son más grandes de por si que cualquier minúscula y el tamaño cuenta mucho en un titulo, sobre todo si de una nota importante se trata. El aspecto que pre­senta una línea de titular compuesta con mayúsculas resulta más uniforme para si -el 'golpe de vista'- y crea la diferencia con el resto de la composición. De otro lado, los Mulos compuestos en mayús­culas y minúsculas -altas y bajas, pe­riodistas dixit- permiten no sólo la ló­gica mayor cantidad de letras, sino el contraste tipográfico necesario.Si bien, lo anterior es por lo general adecuadamente utilizado en OIGA, puede permitirse una critica en cuanto a los titulares en altas y bajas trabaja­dos en dos líneas o más: la superposición de una de ellas en desmedro de la su­perior perjudica la legibilidad -cuando no la interpretación total del título- y no aporta beneficio alguno al estilo tipográ­fico.

El impacto fotográfico
Por su característica particular, la fo­tografía periodística es el centro de la composición de la página, ya que im­pacta mucho más que el texto y atrae inmediatamente la atención del lector. No es gratuito ni casual que en OIGA, la imagen vaya estrechamente ligada al texto, formando una unidad intencio­nal: no se utiliza como elemento decorativo o complementario, sino como conformante de la noticia.

Medio escrito que convive con los audiovisuales en una década donde la imagen ha sentado sus reales, OIGA procura aprovechar en todo lo posible el apoyo fotográfico. Esto es evidente, por ejemplo, cuando se sabe utilizar una fotografía que podría ser catalogada de borrosa o mediocre, pero que represen­ta el único testimonio de un suceso im­portante: hará noticia a pesar de sus defectos. La destreza está en saber reco­nocerla y darle el despliegue apropiado, y en OIGA se le ha sabido dar, sin temor alguno, una o dos páginas completas.

Como quiera que el estilo informati­vo de la revista conlleva un tono de denuncia, de destape periodístico, se ha impuesto el examen minucioso de las fotografías, utilizándose un acerca­miento de los detalles que de otra mane­ra podrían pasar inadvertidos para el lector. Este recurso -casi exclusivo del diseño gráfico de la revista- guarda co­rrespondencia con los criterios de edi­ción periodística. En muchos casos, la imagen así trabajada y unas pocas líneas explicativas le han bastado al semanario para transmitir un informe noticioso.

En OIGA cobra especial importancia el 'corte' de las fotos, vale decir la deci­sión que toma el diagramador de pres­cindir, en una imagen, de todo aquello que nada añade sino, más bien, resta al valor periodístico de la misma. Igual­mente, es relevante la combinación que se ejecuta entre dos o más fotografías para lograr, en su yuxtaposición o su­perposición, el mayor contraste y la más incisiva fuerza informativa.

El tamaño y la ubicación del material fotográfico es determinado no sólo por el espacio, sino por su rol informativo y la significación qué tiene en relación con el artículo al que ilustra. Se valora la fotografía dándole un determinado ta­maño (a mayor tamaño, mayor valor de la imagen y, por tanto, mayor valor también como noticia o como llamado de atención para el lector).

Las fotografías se adaptan a las medi­das que prevalecen en la revista. Para mayor facilidad en la diagramación, sus tamaños se extienden a unidades completas de una o más columnas. Sin em­bargo, ciertas fotos escapan a esta nor­ma con eficacia; por ejemplo, los peque­ños retratos, por lo general de los autores de una colaboración, que resultarían demasiado grandes al ancho de una co­lumna.

Sin temor al vacío
Una de las características del diseño gráfico moderno es la cada vez mayor presencia de los 'blancos' en la diagra­mación. Estos espacios libres permiten el descanso visual al lector y otorgan plasticidad y movimiento a una página que de otra manera se presentarla gris y sin atractivo. OIGA los utiliza con cierta destreza para resolver los problemas de la disposición y del equilibrio estético. Hay que recordar que uno de los princi­pios de la imprenta es el contraste equilibrado del negro y el blanco, y que cuando más negro es el negro y más blanco es el blanco, por obvio que esto parezca, mejor se leerá la página impresa.

La estrategia de lo gráfico
El hábito no hace al monje pero lo identifica. Por muy objetivos que pretendamos ser, frecuentemente juzga­mos por las apariencias. La habilidad que ha demostrado OIGA para hacer una revista gráfica en un formato pequeño es singular. Son simples recursos de diseño, de encuadre de sus aperturas, de maestría en el manejo de la tipogra­fía.

La diagramación, es decir, el ordena­miento visual de los elementos que constituyen la página, es la última tarea que experimenta la revista antes de entrar la edición en prensa. Ella le da su estructu­ra y la viste para el encuentro semanal con su público. Es una tarea compleja que pone orden en lo que es siempre -y de alguna manera es uno de los en­cantos que tiene esta profesión- una confusión inicial.

Cada etapa de OIGA se ha caracteri­zado por la unidad establecida entre lo periodístico y lo gráfico. O diseño origi­nal, en cuanto a sus principios, se ha mantenido, procesándose los cambios que la tecnología ha permitido. Lo recorrido a lo largo de 44 años evidencia su intención de marchar de la mano con los tiempos. Y el aporte de OIGA al diseño gráfico peruano es el fruto de la 'puesta en página', semana a semana, de la actualidad.

viernes, 10 de abril de 2009

FRANCISCO IGARTUA – EDITORIAL - ¿Quién manda en el Perú? – Revista Oiga 19/12/1994


En el Perú, hoy, el consumo per cápita de alimentos apenas llega a la mitad de lo que se consumía hace veinte años y los peruanos de hoy, que antes tampoco se distinguían por ser buenos lectores –leían apenas un libro y medio al año–, han bajado su lectura a un cuarto de libro al año. Dos datos estadísticos que, pese a todas las limitaciones y distorsiones de esta ‘ciencia’, debiera hacernos dudar del ‘milagro’ peruano pregonado por un régimen que, sin duda, ha hecho mucho más ricos a los ricos –aunque no los haya hecho más lectores– y mucho más pobres y desnutridos a los pobres de siem­pre, añadiendo a la clase media a las legiones de marginados de la lectura y la alimentación. Estamos en un país curiosísimo, en el que crece la riqueza de algunos y donde se prohíbe leer y comer. Y también curarse, porque los enfermos están obligados a pagar 18% de impuesto a la compra de medicinas. Impuesto (IGV) criminal del que tampo­co se libran los libros, los periódicos y los alimentos básicos. Como si matar de hambre y embrutecer a los pobres y á los enfermos –a la mayoría de este país– fuera meta económica racional.

No faltará quien se pregunte ¿por qué no volvemos a los métodos, mucho más eficaces, de los espartanos y, sin más trámites, no eliminamos a los po­bres y a los enfermos, a todo el peso muerto de la sociedad? Eso sí sería récord de eficiencia y sería ésta una nación sólo de ricos.

En lo que la estadística peruana de hoy falla, por falta de datos, es en el terreno de la moralidad. No puede tra­zar sus líneas de alzas y bajas porque, sencillamente, en este régimen no ha sido descubierto oficialmente un solo caso de corrupción, ni ha habido, por lo tanto, un solo castigado. Lo que no quiere decir que la inmoralidad no cam­pee. Ahí están las denuncias de la seño­ra Higuchi que nadie ha querido inves­tigar en serio. Ahí está la termoeléctri­ca de Ventanilla sobre la que los seño­res Okama y Yoshiyama guardan se­pulcral silencio; porque, al decir de los técnicos, no tienen cómo explicar la compra de las dos turbinas de esa plan­ta. Dos turbinas que han costado, al fisco peruano, su peso en oro. Por ahí andan paseándose, alegremente, los picaronazos Susano y Ross, sin que la Fiscalía ni la Contraloría hayan movido un dedo para investigar las puntuales acusaciones que se les hicieron. Ahí está la documentada investigación so­bre las picaronadas del ministro Vittor...y no pasó nada. Sólo se persi­gue –judicialmente– a la socia de Vittor, la señora Kcomt de Figueroa, que no ha sido funcionaria pública y no puede haber cometido, como es lógico, el delito de concusión, del que es acusada por el eficiente gobierno de Fujimori. Ahí está el señor Carlos Suboyama, sembrador de redes eléctricas mal instaladas en los llamados ‘pueblos jóvenes’ y hombre de confianza de un régimen que reparte electricidad, en condiciones que deben ser investigadas y que no ha iniciado una sola obra hidroeléctrica en sus cinco años de gestión. Ahí están de ministros personajes cuyas empresas – ahora en manos de sus hijos o sobrinos– han seguido contratando con el Estado. Ahí está, en cárcel perpetua y en perpetuo silencio el nar­cotraficante Vaticano’, convertido en terrorista por arte de magia, para evitar que en un juicio civil y público denuncie’ a sus cómplices de uniforme en el tráfi­co de drogas. ¿Que no es así la figura? Bueno, que se me demuestre lo contra­rio, porque de los hechos conocidos por la prensa, se deduce lo que arriba está escrito.

Tampoco la estadística nos puede revelar qué tipo de régimen gobierna al Perú de hoy, gobierno responsable de los aciertos de que tanto se vanagloria como de los despropósitos y desver­güenzas apenas esbozados en esta nota. Esto del tipo de régimen que go­bierna el país es tema que se adentra en la oscuridad del secreto militar. Y sobre el que sólo caben especulaciones con base en algunos hechos concretos visi­bles y a la interpretación del lenguaje castrense, tan misterioso como los qui­pus, aunque sea muy ruidoso algunas veces. A ese lenguaje pertenece el paseo de helicópteros del otro día, reali­zado para confirmar al señor general Nicola di Bari en el cargo de comandan­te general del Ejército y jefe del Coman­do Conjunto. Un roncar, desde el aire, igual al que produjeron los tanques en las calles de Lima cuando hubo que ordenar al Congreso que echara tierra al crimen de La Cantuta y, luego, que se viera en el fuero militar y no en el civil y menos en juicio abierto.

Pero; ¿qué es lo que ha quedado probado con estas órdenes dictadas con el ruido de los helicópteros o los tan­ques?... Por lo pronto, demasiado in­fantil es creer que estos movimientos se deban a pugnas internas del régimen. Porque, si las hay, apenas tocan su epidermis. El desfile de helicópteros ha sido más bien otra llamada de atención, esta vez dirigida al ‘presidente’ Fujimo­ri, para que nadie olvide la naturaleza castrense del sistema que gobierna el Perú. La Fuerza Armada, como institución, no dio un golpe de Estado, no rompió la Constitución, para entregar el poder al señor Fujimori y marginarse ella en sus cuarteles. Detrás de ese golpe militar hubo y h ay una logia y un proyecto de veinte años –revelado por OIGA hace mucho tiempo atrás–; una logia en funciones y un plan que está en pleno desarrollo. Parte de ese proyecto es mantener como mascarón de proa del Ejecutivo al señor Fujimori y al ge­neral Nicola di Bari cómo cabecilla de la Fuerza Armada. Ese es el, equilibrio -decidido por el Consejo Estratégico del Estado, que es la logia gobernante, in­tegrada por militares y algunos civiles, obligados a mantener el más absoluto anonimato. El día que el general José Valdivia Dueñas –que, según parece, era uno de sus integrantes– comenzó a dar muestras de querer sacar la cara en conversaciones privadas, selló su salida de la logia. El abortado pronunciamien­to constitucionalista de noviembre del 92 fue el pretexto para poner a Valdivia fuera de los cuadros de mando.

El desfile de helicópteros ha sido otra advertencia al país, incluido Fuji­mori, para que no haya dudas sobre quién manda en el país. Y a ese mons­truo de mil desconocidas cabezas es al que tienen que enfrentarse los candida­tos que compiten en este proceso elec­toral, iniciado desde la partida con car­tas marcadas y jueces ad hoc: Fiscalía, Corte Suprema, Jurado Nacional de Elecciones, Contraloría, comandancias militares y el SIN, que es el sistema que todo lo controla.

¿Cómo enfrentar al monstruo y vencerlo? Sólo será posible levantando el espíritu cívico de las multitudes. Y eso no se logrará con políticos desplaza­dos, ni sin energía en la acción a favor de los pobres, de las clases medias, de los marginados por este gobierno. Tam­poco sin la colaboración de los partidos y las organizaciones populares de todo el país, sobre todo de provincias, del Perú olvidado por Lima.

FRANCISCO IGARTUA – EDITORIAL – ‘Expreso’ tiene razón – Revista Oiga 12/12/1994


Por ahí se dice, y lo dicen muchos, que el país no necesita discursos sino orden, disciplina. Y algunos se animan a añadir: mano dura, o sea, dicho más claro, dictadura. Con lo que, sin duda, apuntan al meollo de los problemas del Perú, que son varios y complejos, pero entre los que destaca el desorden, la informalidad, la disciplina, la falta de respeto a la ley.

¿Tienen, pues, razón lo que esto afirman con convicción que les sale de dentro, del alma, del pecho?... En lo central sí. Es evidente la falta de orden y disciplina entre los peruanos. Pero los muchos que piensan así ponen más pecho que cerebro, al desdeñar el dis­curso, la palabra, el verbo, el principio de todas las cosas. Y de allí se explica que caigan con pasión en el error de confundir dictadura con orden y disci­plina. Si pusieran más atención en el discurso, en la palabra, advertirían pronto que las disposiciones efectivas no son las que parten de la arbitrarie­dad o capricho del hombre en el poder, con don de mando, sino las que ema­nan de la ley, del respeto al orden legal. Y que, por lo tanto, lo que en el país se requiere es que alguien, con don de mando —que es uno de los requisitos indispensables para ser gobernante—, haga respetar la ley, el orden jurídico, que es lo que iguala a gobernantes y gobernados y los obliga a vivir civilizadamente. Así es como se consti­tuye la estabilidad cierta, real, qué es base para el desarrollo. No hay la me­nor duda de que el Perú requiere orden y disciplina. Pero orden y disciplina que partan del respeto ala ley —que ella es la dura— y no de les cambiantes disposiciones dictadas al capricho de un gobernante con don de mando. Qué es lo que, desgraciadamente, está ocu­rriendo en el Perú ahora. Todo en el país, hasta el parchado de las pistas y el recojo de basura, depende de la volun­tad de una persona, que está en el gobierno por mandato no del pueblo ni de un orden legal preestablecido, sino por la voluntad de los militares que impusieron, con los tanques, el 5 de abril del 92, un arbitrario régimen de Reconstrucción Nacional. O sea si lo que en el Perú falta es orden y discipli­na, respeto a la ley, nada hay más contrario a ello que el régimen actual, sujeto a disposiciones legales dictadas por un Congreso hechizo que actúa en función de los caprichos y arbitrarieda­des del o los mandos surgidos del golpe militar del 5 de abril de 1992.

Esta es la verdad monda y lironda. Y así, burlándose del orden legal, no se construye un país estable, ni se educa en el orden y la disciplina a un pueblo que ha hecho de la informalidad su ley.

Pero esta es mi palabra, bastante devaluada entre, los muchos amantes de la mano dura, que no se sabe por qué están tan felices cuando el Perú ha llegado, ahora, a consumir la mitad de los alimentos que consumía hace vein­te años. Y cuando la clase media ha desaparecido o se halla recluida en su casa, a media luz, con el polvo de los muebles y alguna vieja revista de regalo en las manos.

Acudiré esta vez en mi ayuda a ‘Expre­so’, el diario fujimorista por excelencia, en el cual los Ricketts, Rey de Castros y D’Ornellas desahogan sus odios y renco­res de diplomáticos frustrados contra el doctor Javier Pérez de Cuéllar, porque, sin haberles él hecho ningún daño a ellos —quién sabe sí algún favor o alguna atención—, los humilló al llegar él a Secretario General de las Naciones Unidos durante diez años, con una pensión mensual mayor a la de todos sus sueldos juntos en una década.

‘Expreso’ del lunes pasado, en su edi­torial, cerca de uno de los vomitivos de Ricketts contra Pérez de Cuéllar, se que­dó atónito ante la informalidad chicha del discurso de Fujimori en CADE, con maullidos y gruñidos que hubieran sido pifiados en un circo —por malos—, pero que recibieron los aplausos de siempre de los siempre palaciegos hombres de negocios. Y descubre ‘Expresó que el más neoalanista de los expositores del conclave empresarial ha sido el señor Fujimori, que ya adquirió mil camiones para que el Estado compre a los agricul­tores sus productos y los distribuya y venda a los consumidores. Con razón, dice ‘Expreso’ que esto es una locura; que es comenzar a reconstruir el aparato estatal ineficiente; que es resucitar ENCI y ECASA. No revela, sin embargo, el fondo del problema: no dice que son los militares de la revolución del 68, sus herederos, los que están detrás de estas disposiciones estatistas. Tampoco dice que esos militares, los tenientes y capita­nes de la revolución del 68, que son los generales del 5 de abril del 92, han pues­to también sus picas en la compra por el Estado de maquinaria para que el Ejército sea el gran constructor, en competencia desleal y sin vigilancia con los empresa­rios de este ramo, quienes, Igual que en el 68 y en el 85 con Alan García; callan y aplauden a quien los va a ahorcar.

Sin embargo, ha dicho bastante ‘Expreso’ al señalar que Fujimori ha visto la paja alanista en los ojos de los otros y no la viga en los suyos. Pareciera que Expreso ha descubierto, en esos mil camiones ya oficializados en ‘El Perua­no’, cuáles serán las modificaciones al programa económico que hará el go­bierno de la Fuerza Armada y Fujimori, si se queda en el poder.

En lo que también ‘Expreso’ quiere ver un retorno al alanismo es la referencia de Fujimori —un tanto confusa— a que habrá que exonerar del IGV a los alimentos básicos. Y aquí sí está equivocado el diario de Orejuelas de arriba a abajo. Por puro ayatolismo liberal, llega al extremo de afirmar esta barbaridad: que los productores de pollo, huevos y leche no son precisamente pobres y que, por lo tanto, deben pagar el 18% del IGV. ¡No, seño­res de ‘Expreso’ ¡Así no son las cosas! Si esos productores son ricos, que paguen impuestos a la renta, como también de­bieran pagarlos los que se hacen ricos con la enseñanza. Lo que no se debe pagar es el IGV, que es impuesto que recae directamente en los consumidores, que son, en conjunto, los miserables de la cadena. Claro está que sólo cuando se trate, como en todos los países civili­zados y verdaderamente desarrollados, de medicinas, alimentos básicos, educa­ción y cultura (o sea libros, revistas, pe­riódicos y espectáculos artísticos). Nada más, pero también nada menos. No hay una sola actividad en la vida en la que no haya excepciones, que son las que hacen la regla. Negarlas es una especie de paranoia de la modernidad.

Al día siguiente, el martes, más curio­samente todavía, el editorial de ‘Expreso’ se ocupó de la exposición de Javier Pérez de Cuéllar y, también con razón, la llenó de elogios. ¿Le replicarán a ‘Expreso’ los mastines de Fujimori de ‘Expreso’?

Comienza a hacerse muy confuso el trasfondo del panorama electoral.