Tesis doctoral
defendida el 24 de febrero de 2011 en el Departamento de Historia Medieval,
Moderna y de América (Facultad de Letras) y dirigida por el profesor José María
Imízcoz. (812 pp.)
La Monarquía hispánica fue un ámbito de actuación
privilegiado para una fracción de las elites vascas y navarras. A lo largo del
Antiguo Régimen, esta dinámica (caracterizada por su gran complejidad) se
convirtió en una de las causas principales que fomentó la renovación y
consolidación de los gobernantes locales y, aunque este fenómeno tiene sus
inicios en el siglo XVI, tuvo su punto de inflexión al inicio del XVIII. Esta
tesis analiza la participación de estos vascos y navarros en las estructuras y
órganos de gobierno de la Monarquía en el periodo clave para que estas elites
lograran conquistar más y mejores posiciones de poder (también en la corte), el
reinado de Felipe V.
El estudio está constituido en clave de red social ya que,
desde este punto de vista metodológico, se puede descubrir y entender su
diversidad, sus dimensiones sociales y geográficas. Se arranca de los propios
protagonistas: estudiando su pluralidad, sus acciones, vínculos, identidades y
experiencias; y se sigue por aquellos caminos que ellos mismos marcaron;
enfatizando en las políticas familiares que aplicaron para la adaptación,
elevación y reproducción generacional en los diferentes contextos de la
Monarquía. Según la configuración de la sociedad del Antiguo Régimen, el mejor
punto de partida es la comunidad de origen (y la casa como cuerpo social
principal), en un deseo por quebrantar las fronteras locales y sectoriales que
venían estableciendo la historiografía más clásica. Para este ejercicio, además
de otras fuentes, la correspondencia epistolar se ha constituido como uno de
los pilares fundamentales en esta investigación, ya que se trata de una
documentación de primera magnitud para el análisis de los vínculos y redes
sociales.
El trabajo está organizado en tres partes principales: En una
primera parte se desarrollan las reformas administrativas, hacendísticas y
militares (1700-1714) que llevaron a cabo los colaboradores de Felipe V, entre
los que sobresalieron diversos hombres originarios del norte de la Península
(“colectivo norteño”) que, a gracias a su servicio y lealtad, se fueron
afianzando como cabezas de unas tramas especialmente influyentes en la corte
del nuevo rey. Para el estudio de este grupo se ha elaborado la reconstrucción
de los grupos familiares que participaron más activamente en aquellas carreras
y negocios, que se plasma en veinticinco “cuadros de relaciones familiares” (o
“mapas familiares”) que sirven de apoyo al propio texto en la intención de
insertar a los principales actores en sus redes sociales. Esta reconstrucción
de familias se remonta incluso hasta el siglo XVI.
De este modo, se muestra que son familias relacionadas entre
sí por matrimonios, negocios comunes y apadrinamientos en carreras al servicio
del rey que configuran diversos grupos familiares que desbordan las fronteras
de las comunidades locales o provinciales y se extienden por territorios de
Cantabria, norte de Burgos, Vizcaya, Guipúzcoa, Álava, Navarra, La Rioja y
Soria. Por lo tanto, no se trata de biografías “sueltas”, sino de ejemplos que
explican políticas, estrategias, contrariedades, miedos, éxitos y reveses de
familias que se implicaron con la causa de Felipe V, conformándose en tejedores
de Monarquía y en hacedores de contextos, perfilando los modos de gobierno
durante dicho reinado. En definitiva, ellos fueron los agentes encargados de
dar contenido efectivo a las reformas y de ponerlas en práctica y aquí está la
clave para conocer bien los repartos de los cargos administrativos y militares,
o a quiénes se otorgaron los asientos y la gestión de las rentas reales.
Además, se pone en relieve la “política de casa” de estas
elites, la vinculación de sus negocios particulares (hierro, lana, plata americana,
construcción naval, fábricas de armas, corso) con la Corona, la inversión de
los beneficios en tierras, rentas, censos y juros, la fundación de mayorazgos y
aumento del capital simbólico y hegemonía local, así como el ejercicio de
cargos de gobierno locales y provinciales. Por otra parte, muestra las carreras
de sus hijos al servicio del monarca, sus estudios en los colegios mayores, sus
cargos en audiencias, chancillerías y Consejos, sus carreras en los reales
ejércitos, en la alta Administración y como secretarios y tesoreros en casas
aristocráticas castellanas. Para este tipo de familias, lo que se produjo con
la llegada de Felipe V fue en realidad una reconfiguración de sus relaciones
con el soberano.
Seguidamente, se analiza el apoyo que brindaron las elites
vascas y navarras a la causa del Borbón en la Guerra de Sucesión. En este
apartado se muestra cómo los hombres poderosos de la corte y cercanos al rey
movilizan a sus allegados de las provincias a favor de la causa felipista. Está
centrado en tres aspectos específicos: los vínculos entre negocios
particulares, economía de guerra y servicio al rey, que se observa en el caso
de Pedro Bernardo Villarreal de Bérriz; la Real Fábrica de Armas de Placencia y
la formación de regimientos provinciales (1709); y los hombres de negocios como
agentes y proveedores de la Corona, a través de la acción de José de Soraburu
en Navarra.
Tras el fin de la guerra, estas elites lograron penetrar
hasta las más altas cotas de poder gracias a la confianza que el primer Borbón
les otorgó tanto en el proceso de cambio que supuso su venida al trono español
como tras su consolidación definitiva como legítimo soberano. Tal fue su
triunfo, que durante algunos vieron que conformaron, a lo largo de dicho
reinado, un grupo de presión en torno al rey, denominándole “partido vizcaíno”.
Para su estudio, se centra en dos personajes principales en
la corte felipista, Juan de Idiáquez y Eguía yJuan Bautista de Orendain. Ambos
pertenecieron a familias con trayectorias y ascendiente en sus comunidades de
origen bien diferentes, pero guardaron sus empleos en el servicio al rey y su
cercanía a la figura del monarca como argumento principal de poder y tuvieron
la capacidad de movilizar a numerosos clientes, dependientes, amigos,
familiares y colaboradores ocasionales para la captación de recursos de la
Corona en beneficio propio o del “bien común”, así como de influir en las
políticas llevadas a cabo desde las corporaciones provinciales. Así, se explica
la fundación de la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas(1728), por ejemplo.
La dinámica de estas familias excedió el marco
compartimentado de la institución. Sus componentes dieron contenido a una
tupida trama de relaciones que se extendió por el resto de las administraciones
y territorios (la corte, la provincia o Indias) que resulta primordial
desentrañar para explicar mejor las formas de gobierno de la Monarquía. Sin
embargo, a pesar de las posiciones conseguidas por estos hombres, no contaron
con todas las llaves que abrían todas las puertas que llevaban a la obtención
de la gracia real. En muchas ocasiones tuvieron que movilizar y negociar con
otros agentes de la Corona, con especial poder y decisión en el gobierno, y que
ejercieron como aliados en estas empresas.
Por todo ello, este trabajo no es una “historia sobre vascos
y navarros”. En él se analiza la interacción entre la Corona y los grupos
especialmente vinculados a su servicio, reconstruyendo las tramas de relaciones
que se tejieron desde la cúspide del gobierno de la Monarquía hasta las
provincias, o hasta los confines más alejados de la Monarquía.
Esta tesis doctoral se ha publicado en forma de libro: Las
elites vascas y navarras en el gobierno de la Monarquía borbónica: Redes
sociales, carreras y hegemonía en el siglo XVIII (1700-1746), editado por la
Universidad del País Vasco-Euskal Herriko Unibertsitatea en este año de 2012.