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DORIS GIBSON PARRA Y FRANCISCO IGARTUA ROVIRA

DORIS GIBSON PARRA Y FRANCISCO IGARTUA ROVIRA
FRANCISCO IGARTUA CON DORIS GIBSON, PIEZA CLAVE EN LA FUNDACION DE OIGA, EN 1950 CONFUNDARIAN CARETAS.

«También la providencia fue bondadosa conmigo, al haberme permitido -poniendo a parte estos años que acabo de relatar- escribir siempre en periódicos de mi propiedad, sin atadura alguna, tomando los riesgos y las decisiones dictadas por mi conciencia en el tono en que se me iba la pluma, no siempre dentro de la mesura que tanto gusta a la gente limeña. Fundé Caretas y Oiga, aunque ésta tuvo un primer nacimiento en noviembre de 1948, ocasión en la que también conté con la ayuda decisiva de Doris Gibson, mi socia, mi colaboradora, mi compañera, mi sostén en Caretas, que apareció el año 50. Pero éste es asunto que he tocado ampliamente en un ensayo sobre la prensa revisteril que publiqué años atrás y que, quién sabe, reaparezca en esta edición con algunas enmiendas y añadiduras». FRANCISCO IGARTUA - «ANDANZAS DE UN PERIODISTA MÁS DE 50 AÑOS DE LUCHA EN EL PERÚ - OIGA 9 DE NOVIEMBRE DE 1992»

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«Cierra Oiga para no prostituir sus banderas, o sea sus ideales que fueron y son de los peruanos amantes de las libertades cívicas, de la democracia y de la tolerancia, aunque seamos intolerantes contra la corrupción, con el juego sucio de los gobernantes y de sus autoridades. El pecado de la revista, su pecado mayor, fue quien sabe ser intransigente con su verdad» FRANCISCO IGARTUA – «ADIÓS CON LA SATISFACCIÓN DE NO HABER CLAUDICADO», EDITORIAL «ADIÓS AMIGOS Y ENEMIGOS», OIGA 5 DE SEPTIEMBRE DE 1995

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LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU

LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU
UNIVERSIDAD DEL PAÍS VASCO

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UNIVERSIDAD DEL PAÍS VASCO

«Siendo la paz el más difícil y, a la vez, el supremo anhelo de los pueblos, las delegaciones presentes en este Segundo Congreso de las Colectividades Vascas, con la serena perspectiva que da la distancia, respaldan a la sociedad vasca, al Gobierno de Euskadi y a las demás instituciones vascas en su empeño por llevar adelante el proceso de paz ya iniciado y en el que todos estamos comprometidos.» FRANCISCO IGARTUA - TEXTO SOMETIDO A LA APROBACION DE LA ASAMBLEA Y QUE FUE APROBADO POR UNANIMIDAD - VITORIA-GASTEIZ, 27 DE OCTUBRE DE 1999.

«Muchos más ejemplos del particularismo vasco, de la identidad euskaldun, se pueden extraer de la lectura de estos ajados documentos americanos, pero el espacio, tirano del periodismo, me obliga a concluir y lo hago con un reclamo cara al futuro. Identidad significa afirmación de lo propio y no agresión a la otredad, afirmación actualizada-repito actualizada- de tradiciones que enriquecen la salud de los pueblos y naciones y las pluralidades del ser humano. No se hace patria odiando a los otros, cerrándonos, sino integrando al sentir, a la vivencia de la comunidad euskaldun, la pluralidad del ser vasco. Por ejemplo, asumiendo como propio -porque lo es- el pensamiento de las grandes personalidades vascas, incluido el de los que han sido reacios al Bizcaitarrismo como es el caso de Unamuno, Baroja, Maeztu, figuras universales y profundamente vascas, tanto que don Miguel se preciaba de serlo afirmando «y yo lo soy puro, por los dieciséis costados». Lo decía con el mismo espíritu con el que los vascos en 1612, comenzaban a reunirse en Euskaletxeak aquí en América» - FRANCISCO IGARTUA - AMERICA Y LAS EUSKALETXEAK - EUSKONEWS & MEDIA 72.ZBK 24-31 DE MARZO 2000

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miércoles, 22 de mayo de 2013

CENTENARIO PASIONISTA DEL PERU


CARTA A UN MISIONERO
(P. Aquilino Iribertegui +1933)

Leyendo ahora “Misiones Pasionistas en el oriente Peruano”, Lima, 1943, con palabras sentidas del entonces Prefecto Apostólico, Atanasio Jáuregui, CP, me dirijo hoy a ti, padre Aquilino.
    Las insidiosas corrientes del Huallaga, en sus insaciables vorágines, han engullido otra vida, la tuya; tanto más preciada, cuanto más meritoria y promisoria; pues juntabas al vigor de tus años (36) y de tu mentalidad privilegiada, una brillante hoja de servicios.
    Tu muerte, lógicamente, sentidas frases de dolor arrancó de los pechos; sorpresiva y luctuosamente, enlutó nuestra amada Misión, privándola de un factor tan calificado.
    Dos muertes. La de Eleuterio Fernández y la tuya. Veinte años las separaron. Análogas circunstancias las rodearon, empero.
    A la cabecera de un moribundo se dirigía Eleuterio con los auxilios espirituales. Debía vadear el río Sapo, afluente del Huallaga. Entró decidido. El empuje de la violenta corriente lo arrolló, sin alguien a quien pedir auxilio, porque estaba solo….
    Te dirigías tú, asimismo, a un pueblecito de los que bordean el caudaloso Huallaga. Los recursos de tu sagrado ministerio llevabas a humildes lugareños. Pero, ¡ay!, atravesando el citado río, encontraste tu sepultura en las aciagas aguas.
    Con el cadáver de Eleuterio no pudieron dar, aunque lo buscaron en amplia zona. La corriente lo arrastró y dejó, a kilómetros, en lejana playa. Un pasajero lo encontró casualmente. 
    Más codicioso el Huallaga que el Sapo, no soltó la sacrílega presa. Los desvelos de las comisiones nombradas por las autoridades quedaron frustradas; como también los esfuerzos del Hermano Bernabé, acompañado de algunos paisanos.
    Te habían trasladado a Tarapoto, hacía poco, para reemplazar al padre Andrés Asenjo, que viajaba a España.
    De acuerdo con tus compañeros de hábito, preparaste tu gira apostólica. El día 9 de diciembre saldrías para SAUCE, pueblecito ribereño del Huallaga, que celebraba su fiesta patronal.
    Después de solemnizar la Purísima en Tarapoto, según el padre Zósimo, te despediste contento y alegre. Deseabas conocer, de paso, un lago que hay en dicho pueblo, muy admirado por los visitantes.
    Las siete de la mañana eran y te pusiste en marcha. Te acompañaban el sacristán, el cantor y cuatro personas más.
    Cabalgando, llegasteis al puerto Shapaja hacia el mediodía. Saludasteis las autoridades.
    Os embarcasteis luego en una canoa, aguas arriba, hacia el puerto terminal de la navegación, adonde pensabais arribar por la noche.
   Tomaríais luego la vía terrestre, para ascender, durante dos horas, en el monte  en cuya planicie se ubica Sauce y su famoso lago.
   Ganar la margen opuesta del río. Cuando en eso estabais, la canoa chocó contra un obstáculo invisible; volcó y os despidió con violencia.
   Como ocurre en tales percances, cada uno trató de salvarse como pudo. Tus acompañantes lograron ganar tierra. Tú conseguiste subirte a la canoa, volteada como estaba y a merced de la corriente. Pero ésta chocó de nuevo contra otro palo, y se hundió, llevándote consigo.
   ¡Heriberto”, ¡Heriberto!, ¡Heriberto!
    Fueron tus últimas palabras, pidiendo auxilio al sacristán.
Los acompañantes, no repuestos del susto, contemplaron el triste cuadro. A falta de otra canoa para el auxilio, les faltó valor para echarse al agua y acudir al SOS del que perecía. Temían perecer ellos también.
    En la orilla opuesta, dos mujeres oyeron tu llamada de socorro. Allá se fueron enseguida en pequeña embarcación. ¡Pero llegaron tarde!
    Benemérito misionero fuiste, sin duda, Aquilino. Te incorporaste a la Misión en 1927. Con ánimo encomiable afrontaste las fatigas de tu laboriosa carrera. Simpatizabas perfectamente con el elemento aborigen; solicitud especial les consagrabas. Dominabas ya el quechua, su principal idioma, el cual te servía de llave para aprender las otras nueve lenguas que en la Misión se hablan, y para escribir un CATECISMO y un léxico en forma políglota. Proyecto  que, realizado, te hubiera conquistado nombre, mas buena utilidad nos hubiera rendido.
    Espíritu tenaz y dinámico el tuyo, Aquilino; apasionado por el estudio; especializado en música, versado en idiomas, allegaste buen bagaje de conocimientos que te capacitaron para una labor fecunda y destacada.
    Empero, en la prematura edad de 36 años, te sorprendió la muerte de la manera que decimos. Ella cortaba los vuelos de tu espíritu, como también frustraba las grandes esperanzas que habían cifrado en ti.
    La Misión lamentó, y aún lamenta, la pérdida de tan amado hijo, cuya grata memoria honra las páginas de sus anales y el martirologio de los abnegados apóstoles que han ofrecido generosamente su vida por la propagación de la Fe.
    A SAUCE no llegaste, no;  por la tragedia en el río.
    Pero sí ¡del Huallaga al Cielo!, como siervo bueno y fiel que fuiste.

                                    Jesús G. Gómez. La Coruña
Fuente:
Congregación Pasionista del Perú 

lunes, 20 de mayo de 2013

CENTENARIO PASIONISTA DEL PERU

CARTA DEL P. MODESTO ERVITI ELCANO


P. Modesto Erviti Elcano

































Me ha llegado una carta inédita del misionero pasionista P. Modesto Erviti Elcano, dirigida a su paisano y compañero de curso P. Jesús Lizarraga en el lejano 1947 desde su  puesto de Misión.
El joven P. Modesto había pertenecido a una generación pasionista formada bajo la influencia del ideal misionero. En los centros de estudio pasionistas se recibían revistas misioneras y visitas de los esforzados pasionistas en tierras del Perú. De ahí que el P. Modesto fue imbuyéndose de este gran ideal, hasta el punto que al término de sus estudios teológicos, decidió pedir a sus Superiores le permitieran ordenarse sacerdote en la ciudad de Yurimaguas (Perú), sede de la Misión.
Conseguido el correspondiente permiso, se despidió de España y se embarcó hacia tierras lejanas. El Obispo de Yurimaguas, Mons. Atanasio Jáuregui, le ordenó sacerdote el 1 de diciembre de 1946 en la catedral yurimagüína.
Pero poco duraría la aventura misionera de este joven pasionista. Instalado en Borja, reciente residencia misional, donde contactó admirablemente con la humilde gente de aquella apartada zona, en menos de año y medio se vino abajo su proyecto: una enfermedad intestinal acabó con su preciosa vida.
Nacido en Añorbe (Navarra-España) el 12 de febrero de 1922, falleció en Lima el 8 de mayo de 1948, a los 26 años de edad. ¡Admirable  testimonio de este pasionista navarro!

San Pablo, Borja,  octubre de 1947

R. P. Jesús del Corazón de María.
ROMA.


Muy querido padre Jesús: ¡qué bromica!

A pesar de que no se borra de delante la memoria de mis compañeros, he estado muy distanciado de ellos respecto a comunicaciones. Teniendo delante las promesas del P. Cosme de felicitarme por Pascua de Resurrección. ¡Por Pascua!
   El 10 de octubre hacía actos de conformidad con la voluntad de Dios y bendecía la mano que me trajo a Borja y a este aislamiento de la vida misionera. La vida de aquí es para mí un encanto. Pero, cierto que sentía un poco la falta de noticias. Por fin, el diez de octubre me llegaron cartas de todas las latitudes.
   En su carta me pregunta  qué tal se vive en Borja o donde se halle mi paradero. ¡Borja! ¡El santo retiro de Borja es mi morada! Mi casa lleva otro nombre, San Pablo (es un fundo con treinta vacas, y varios kilómetros de terreno, árboles frutales, etc.), sita a pocos metros del Marañón y a un kilómetro de la boca del Pongo de Manseriche. Figúrese, pues, si tendré trabajo y ocupación para días. Y tenga en cuenta que esta granja estaba abandonada a la vorágine de la zona tórrida; convertida en monte, es la frase que mejor le cuadra.
   Para capilla nos sirve una habitación de la casa. Sin Santísimo, por supuesto, por carecer de un sagrario. Y después de todo, sin medios para hacerlo.
   El clima es bastante bueno, gracias al airecillo que lanza el cañón del Pongo. Pero también es verdad que estoy regando esta tierra con sudores gordos; cada vez que ando de hacha o azadón ruedan los árboles por tierra  (y es casi diariamente). Entre paréntesis, aquí nunca ha llegado la temperatura a los 40 grados.
   Estoy acompañando al P. Martín Corera desde el 20 de mayo. Comulgamos ambos en los mismos ideales, siendo nuestro sueño la formación del “Catecumenado”, que ya es una realidad. Pero vayamos despacito.
   Le digo arriba algo de nuestro aislamiento en Borja y falta de comunicación con mis compañeros; no obstante, mi recuerdo no se aparta de los que muchos días vivimos juntos. He seguido paso a paso los días de San Jeremías, San Enrique, San Elías… ¿Y qué sueño? Yo quería, junto con mis oraciones, hacer algún pequeño obsequio a esos buenos Padres. ¡Qué le parece! Soñaba con mi chocolate. Quería acompañarles al paseo y darles a gustar, en nombre de esos Padres, una suculenta merienda de chocolate. Pero al chocar con la realidad irrealizable, me lo tomé yo acompañado de P. Martín. Y, pues sé que a S. R. le gustan las cosas claras y el chocolate espeso, voy a explicarme. Mi deseo era obsequiarles chocolate, porque lo cosechamos aquí en gran abundancia, y qué rico resulta. Un poco nos costó en llegar al punto del chocolate español (el que lo hacen aquí no tiene ni punto de comparación con el de España). Pero ya hace tiempo que saboreamos chocolate fresco y bueno. ¡Y sin racionamiento! De modo que estamos reparando la escasez a que nos vimos sometidos los primeros días de nuestra estancia en Borja. Le acompaño con el recuerdo, también me acuerdo de ellos en la santa misa.
   Me dice en la suya que estaré enterado del paradero de los compañeros de Deusto; la carta, que me ha llegado del P. Alfredo, es del mes de junio; de modo que S. R. es quien me da un poco de luz sobre el particular. La revista Redención no la he visto desde el mes de diciembre pasado; esto por una parte, y la continua ocupación, por otra, me  voy comiendo los deseos de escribir artículos para Redención. ¡Y el P. Cosme me decía que mandarían un número para cada Residencia!
   También estaba ayuno de las fiestas de Añorbe con motivo de la Inauguración. Y ahora me toca el “cuéntame muchas cosas de por ahí”, que me dice en la suya.
   Para que no crea que mi vida se reduce al cultivo de la granja San Pablo, voy a empezar a hablarle sobre nuestra vida de apostolado. Hasta el presente no he hecho ninguna excursión por los ríos, pues hemos tenido orden de no efectuarlas. Más no por eso he dejado de tener roce con los indios aguarunas y huambisas. El domingo de Resurrección bauticé a un indio murato a quien le puse por nombre Domingo.
   Al decir que no me ha faltado roce con indios, me refiero a los que suelen venir a Borja y a los que conviven a nuestro lado  formando el “Catecumenado”. Todavía son pocos, pero nos han prometido otros muchos que también quieren venir, y no hay duda que la gracia de Dios les trae a algunos de modo misterioso. Gracias a estos indios, voy conociendo algo su lenguaje aguaruna.
  Los cholitos desnuditos, puedo decir que aquí es una rareza. Difícilmente les verá in puris naturalibus, y menos tratándose de niñas. Éstas tienen en mucho honor la modestia y el recato.
   Y pues hablo de indios, vaya sustazo que me dieron hace pocos días. Era en el silencio de las altas horas  de la noche. Yo me entretenía en limpiar una especie de castañas que aquí llaman “pan de árbol”. El P. Martín se había acostado. La puerta de entrada la teníamos de par en par y a mi costado, de modo que la podía ver de reojo. De pronto, con más silencio que un espectro, diviso que penetra un personaje extraño y se acerca a mi lado. Con más miedo que valentía, me apresuré a exclamar: “¡Hola! ¿Qué le trae aquí a estas horas?” “Ver Padre”, me responde. Repuesto de mi susto, me pongo a conversar con él, que a duras penas nos entendíamos….
   Pero nuestra actuación evangélica se concentra mayormente entre los blancos, o cholos propiamente. Visitas a la escuela, catecismos, misa los domingos, etc. La primera comunión de niños el día de las Mercedes.
   Todos mis pequeños ahorros de mi manufactoría de rosarios, no son suficientes para contentar a las peticiones de estos golosos de chucherías. Cuando me llegue la maleta que me trajo el P. Anacleto,…. ¡La espero con un ansia!
   También me dice el P. Juan Primo que han llegado a Yurimaguas los cuadros del Sagrado Corazón que me envió el P. Alfredo. Y me dice el P. Juan: “Son muy valiosos”: quiere que los vendamos en la librería “Santa Rosa” (de Acción Católica rigurosa).
   Voy a terminar, Padre Jesús; de alia re puede consultar al P. Bernardo. Le pido encarecidamente sus oraciones y las de los compañeros, pues necesidades hay de sobra, y ciertamente que en muchos casos se ve obrar la mano de Dios.
   Modesto. En los Corazones de Jesús y María vivamos en unión de oraciones.

Fuente:
CONGREGACION PASIONISTA DEL PERU

domingo, 19 de mayo de 2013

CENTENARIO PASIONISTA DEL PERU


ILUSTRE HERMANDAD VASCONGADA DE NUESTRA SEÑORA DE ARANTZAZU DE LIMA

             
Tesis doctoral defendida el 24 de febrero de 2011 en el Departamento de Historia Medieval, Moderna y de América (Facultad de Letras) y dirigida por el profesor José María Imízcoz. (812 pp.)

La Monarquía hispánica fue un ámbito de actuación privilegiado para una fracción de las elites vascas y navarras. A lo largo del Antiguo Régimen, esta dinámica (caracterizada por su gran complejidad) se convirtió en una de las causas principales que fomentó la renovación y consolidación de los gobernantes locales y, aunque este fenómeno tiene sus inicios en el siglo XVI, tuvo su punto de inflexión al inicio del XVIII. Esta tesis analiza la participación de estos vascos y navarros en las estructuras y órganos de gobierno de la Monarquía en el periodo clave para que estas elites lograran conquistar más y mejores posiciones de poder (también en la corte), el reinado de Felipe V.

El estudio está constituido en clave de red social ya que, desde este punto de vista metodológico, se puede descubrir y entender su diversidad, sus dimensiones sociales y geográficas. Se arranca de los propios protagonistas: estudiando su pluralidad, sus acciones, vínculos, identidades y experiencias; y se sigue por aquellos caminos que ellos mismos marcaron; enfatizando en las políticas familiares que aplicaron para la adaptación, elevación y reproducción generacional en los diferentes contextos de la Monarquía. Según la configuración de la sociedad del Antiguo Régimen, el mejor punto de partida es la comunidad de origen (y la casa como cuerpo social principal), en un deseo por quebrantar las fronteras locales y sectoriales que venían estableciendo la historiografía más clásica. Para este ejercicio, además de otras fuentes, la correspondencia epistolar se ha constituido como uno de los pilares fundamentales en esta investigación, ya que se trata de una documentación de primera magnitud para el análisis de los vínculos y redes sociales.

El trabajo está organizado en tres partes principales: En una primera parte se desarrollan las reformas administrativas, hacendísticas y militares (1700-1714) que llevaron a cabo los colaboradores de Felipe V, entre los que sobresalieron diversos hombres originarios del norte de la Península (“colectivo norteño”) que, a gracias a su servicio y lealtad, se fueron afianzando como cabezas de unas tramas especialmente influyentes en la corte del nuevo rey. Para el estudio de este grupo se ha elaborado la reconstrucción de los grupos familiares que participaron más activamente en aquellas carreras y negocios, que se plasma en veinticinco “cuadros de relaciones familiares” (o “mapas familiares”) que sirven de apoyo al propio texto en la intención de insertar a los principales actores en sus redes sociales. Esta reconstrucción de familias se remonta incluso hasta el siglo XVI.

De este modo, se muestra que son familias relacionadas entre sí por matrimonios, negocios comunes y apadrinamientos en carreras al servicio del rey que configuran diversos grupos familiares que desbordan las fronteras de las comunidades locales o provinciales y se extienden por territorios de Cantabria, norte de Burgos, Vizcaya, Guipúzcoa, Álava, Navarra, La Rioja y Soria. Por lo tanto, no se trata de biografías “sueltas”, sino de ejemplos que explican políticas, estrategias, contrariedades, miedos, éxitos y reveses de familias que se implicaron con la causa de Felipe V, conformándose en tejedores de Monarquía y en hacedores de contextos, perfilando los modos de gobierno durante dicho reinado. En definitiva, ellos fueron los agentes encargados de dar contenido efectivo a las reformas y de ponerlas en práctica y aquí está la clave para conocer bien los repartos de los cargos administrativos y militares, o a quiénes se otorgaron los asientos y la gestión de las rentas reales.

Además, se pone en relieve la “política de casa” de estas elites, la vinculación de sus negocios particulares (hierro, lana, plata americana, construcción naval, fábricas de armas, corso) con la Corona, la inversión de los beneficios en tierras, rentas, censos y juros, la fundación de mayorazgos y aumento del capital simbólico y hegemonía local, así como el ejercicio de cargos de gobierno locales y provinciales. Por otra parte, muestra las carreras de sus hijos al servicio del monarca, sus estudios en los colegios mayores, sus cargos en audiencias, chancillerías y Consejos, sus carreras en los reales ejércitos, en la alta Administración y como secretarios y tesoreros en casas aristocráticas castellanas. Para este tipo de familias, lo que se produjo con la llegada de Felipe V fue en realidad una reconfiguración de sus relaciones con el soberano.

Seguidamente, se analiza el apoyo que brindaron las elites vascas y navarras a la causa del Borbón en la Guerra de Sucesión. En este apartado se muestra cómo los hombres poderosos de la corte y cercanos al rey movilizan a sus allegados de las provincias a favor de la causa felipista. Está centrado en tres aspectos específicos: los vínculos entre negocios particulares, economía de guerra y servicio al rey, que se observa en el caso de Pedro Bernardo Villarreal de Bérriz; la Real Fábrica de Armas de Placencia y la formación de regimientos provinciales (1709); y los hombres de negocios como agentes y proveedores de la Corona, a través de la acción de José de Soraburu en Navarra.

Tras el fin de la guerra, estas elites lograron penetrar hasta las más altas cotas de poder gracias a la confianza que el primer Borbón les otorgó tanto en el proceso de cambio que supuso su venida al trono español como tras su consolidación definitiva como legítimo soberano. Tal fue su triunfo, que durante algunos vieron que conformaron, a lo largo de dicho reinado, un grupo de presión en torno al rey, denominándole “partido vizcaíno”.

Para su estudio, se centra en dos personajes principales en la corte felipista, Juan de Idiáquez y Eguía yJuan Bautista de Orendain. Ambos pertenecieron a familias con trayectorias y ascendiente en sus comunidades de origen bien diferentes, pero guardaron sus empleos en el servicio al rey y su cercanía a la figura del monarca como argumento principal de poder y tuvieron la capacidad de movilizar a numerosos clientes, dependientes, amigos, familiares y colaboradores ocasionales para la captación de recursos de la Corona en beneficio propio o del “bien común”, así como de influir en las políticas llevadas a cabo desde las corporaciones provinciales. Así, se explica la fundación de la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas(1728), por ejemplo.

La dinámica de estas familias excedió el marco compartimentado de la institución. Sus componentes dieron contenido a una tupida trama de relaciones que se extendió por el resto de las administraciones y territorios (la corte, la provincia o Indias) que resulta primordial desentrañar para explicar mejor las formas de gobierno de la Monarquía. Sin embargo, a pesar de las posiciones conseguidas por estos hombres, no contaron con todas las llaves que abrían todas las puertas que llevaban a la obtención de la gracia real. En muchas ocasiones tuvieron que movilizar y negociar con otros agentes de la Corona, con especial poder y decisión en el gobierno, y que ejercieron como aliados en estas empresas.

Por todo ello, este trabajo no es una “historia sobre vascos y navarros”. En él se analiza la interacción entre la Corona y los grupos especialmente vinculados a su servicio, reconstruyendo las tramas de relaciones que se tejieron desde la cúspide del gobierno de la Monarquía hasta las provincias, o hasta los confines más alejados de la Monarquía.

Esta tesis doctoral se ha publicado en forma de libro: Las elites vascas y navarras en el gobierno de la Monarquía borbónica: Redes sociales, carreras y hegemonía en el siglo XVIII (1700-1746), editado por la Universidad del País Vasco-Euskal Herriko Unibertsitatea en este año de 2012.


FONDO EDITORIAL REVISTA OIGA

CENTENARIO PASIONISTA DEL PERU

CENTENARIO PASIONISTA DEL PERU

MONS. VENANCIO ORBE

Siendo Superior Provincial de los Pasionistas en España, fue elegido y nombrado Obispo de Moyobamba en 1967.

Durante 33 años desplegó una valiosa actividad misionera, visitando y conociendo las comunidades de la Prelatura, como verdadero Pastor que ama a su rebaño.

El año 2000, a sus 73 años, fue sustituido por su Obispo Coadjutor  Mons. Santos Iztueta, retirándose a la Comunidad pasionista de Lima, donde permaneció hasta su muerte el  18 de julio de 2008. Contaba 81 años de edad.


 El día de su consagración episcopal,  rodeado del Obispo de Yurimaguas, Mons. Elías Olázar y otros religiosos pasionistas (Lima, 21 noviembre 1967)

Llegada a Tarapoto, de paso para Moyobamba (Tarapoto, 3 diciembre 1967)

 Con el Papa Juan Pablo II, en su visita a Roma (1994)

CENTENARIO PASIONISTA DEL PERU

MONS. MARTIN ELORZA

El primer Obispo de la Prelatura de Moyobamba (Dep. de San Martín) fue Mons. Elorza (1899.1966). Delegado de la Congregación para las Casas pasionistas de Perú y Colombia (1947-49) fue nombrado Administrador Apostólico de la Prelatura de Moyobamba en el período 1949-1954). Obispo titular de la Prelatura en el período 1954-1966. Falleció en Lima el mismo año y fecha en que cumplía sus 67 años: 30 de diciembre de 1966.

Foto 1: momento de ser saludado por una niña a su llegada a Moyobamba.

Foto 2: con el Párroco de Tarapoto P. Andrés Asenjo y el P. Miguel Irízar, que con el tiempo llegaría a ser Obispo de Yurimaguas (1972-1989) y del Callao (1989-2012).

Foto 3: en su visita a Roma con el Papa Juan XXIII.

CENTENARIO PASIONISTA DEL PERU

APERTURA CENTENARIO PASIONISTA

Con la alegría radiante que se reflejaba en cada rostro, con la bendición de Dios que nos mojaba a todos en una lluvia de gracias en esos momentos, con el gozo de sentir cerca a nuestros hermanos misioneros antiguos… Iniciamos en la Parroquia Pasionista de La Resurrección de la Molina (Lima - Perú) el centenario de la llegada de los Misioneros Pasionistas al Perú 1913-2013. Los vítores y la caravana de antorchas se desplegaban por las calles de la Molina, y mientras, una inusual lluvia nos refrescaba desde lo alto, señal de bendición. No seremos muchos ni será humanamente grande esta actividad, pero a los ojos de Dios llegó este eco… eso es lo importante… “Si una parroquia no es misionera no cumple su labor esencial” Nos exhortó nuestro querido P. José Luis Aguinaga, religioso pasionista y párroco de esta iglesia en la Molina. Agradecemos a los que nos acompañaron en esos momentos tan importantes para todos los que nos sentimos pasionistas. Que sigamos siéndo siempre... ¡PASIONISTAS! ¡POR SIEMPRE!

APERTURA CENTENARIO PASIONISTA
APERTURA CENTENARIO PASIONISTAAPERTURA CENTENARIO PASIONISTA
APERTURA CENTENARIO PASIONISTA


APERTURA CENTENARIO PASIONISTA
APERTURA CENTENARIO PASIONISTA


CENTENARIO PASIONISTA DEL PERU


CONGREGACIÓN PASIONISTA CUMPLE ABNEGADA LABOR EN EL PERÚ

Cien años de fructífera labor en beneficio de los más necesitados celebra la Congregación Pasionista en el Perú, realizando una intensa labor misionera y educativa.

 Esta importante labor se inició en la Amazonía Peruana, cuando el 17 de mayo de 1913 arribaron a Tarapoto los primeros misioneros Pasionistas llevados por su vocación de servicio hacia los más necesitados.

En el Perú los Pasionistas están presentes desde los primeros años del siglo XX en la Amazonía, misión que llevan desde hace cien años de intensa labor con el compromiso trazado por su fundador San Pablo de la Cruz: “ir a lugares marginales y necesitados”.

Monseñor Miguel Irízar Campos, obispo emérito del Callao, junto al alcalde de San Isidro Raúl Cantella Salaverry, anunciarán este miércoles 15 de mayo las diversas actividades que se realizarán con ocasión de celebrarse el centenario pasionista.

Los Pasionistas llegaron en 1913, partiendo del puerto de Bilbao, España, hacia la Amazonía peruana, invitados por el Obispo de Chachapoyas, monseñor Emilio Lissón para adentrarse en territorios desconocidos.

Desde esa fecha han realizado una significativa obra evangelizadora por medio del verbo e incluso no dudaron en utilizar los medios de comunicación para llevar la palabra de Dios.

Fuente:
Municipalidad de San Isidro  – Lima 27, Perú
Ilustre Hermandad Vascongada de Nuestra Señora de Arantzazu de Lima
Ilustre Cofradía Vascongada de Nuestra Señora de Aranzazu de Perú 

sábado, 18 de mayo de 2013

CENTENARIO PASIONISTA DEL PERU

¡LLUVIA DE BENDICIONES PARA TODOS!

Así parece ser. Moyobamba ha recibido con agua abundante los restos de sus Obispos misioneros Orbe e Iztueta.

CENTENARIO PASIONISTA DEL PERU
CENTENARIO PASIONISTA DEL PERU
CENTENARIO PASIONISTA DEL PERU
CENTENARIO PASIONISTA DEL PERU

CENTENARIO PASIONISTA DEL PERU

¡DESCANSARÁN PARA SIEMPRE!

Efectivamente, han logrado llegar a la Casa del Padre después de una larga vida misionera en la Amazonía peruana.

Ahora los restos mortales de Mons. Orbe y Mons. Santos serán objeto de santa veneración por parte de los feligreses sanmartinenses.

Desde la catedral moyobambina seguirán bendiciendo, sonriendo, amando, consolando e intercediendo por todos ante el Dueño de la Vida.


CENTENARIO PASIONISTA DEL PERU


HOY, 18 DE MAYO DE 2013

Traslado de los restos mortales de los Mons. Venancio Orbe y Santos Iztueta desde la iglesia matriz de Tarapoto a la catedral de Moyobamba.

Es obvio: los pastores, aun después de fallecidos, siguen siendo parte del pueblo, porque siguen vivos en el recuerdo y el afecto.

Ayer, día 17:                     
Lima-Tarapoto.

Hoy, día 18:            
Tarapoto-Moyobamba (recibimiento y Misa en la Catedral).

Mañana, día 19:   
En Tarapoto Misa solemne en el Coliseo de Morales.


Catedral de Moyobamba

CENTENARIO PASIONISTA DEL PERU

ANTECEDENTES DE LA PRELATURA DE MOYOBAMBA

En esta significativa fecha del 17 de mayo, en que celebramos la llegada de los misioneros pasionistas a la zona de San Martín, Perú, es útil y necesario conocer y recordar las raíces de la Sede de Moyobamba. He aquí unos datos que nos ponen al tanto del pasado histórico de nuestra Misión.

RESEÑA HISTÓRICA
Por la Real Cédula del 7 de Octubre de 1805, durante el Pontificado del Papa Pío VII, se creó la Diócesis de las Misiones de Maynas como sufragánea de la Metropolitana de Lima, siendo su primer Obispo Fray Hipólito Sánchez Rangel Fayas, O.F.M.

Tomó posesión de su Obispado en Jeberos, el 13 de noviembre de 1808, trasladando su Sede a Moyobamba, a fines del año 1812, al que pertenecían los Curatos de Moyobamba, Lamas y Santiago de las Montañas.

Después de la Independencia, quedó vacante la Sede, ordenando el Primer Congreso Constituyente de 1822 que se nombrase por el Metropolitano de Lima un gobernador Eclesiástico.

El 17 de setiembre de 1838 el Papa Gregorio XVI nombraba al Dr. José María de Arriaga como Obispo de Maynas.

El 4 de julio de 1843 el Papa Gregorio XVI trasladaba de Moyobamba a Chachapoyas la Sede la Diócesis de Maynas, con el Título de Obispado de Chachapoyas.

Por la Bula “Romanus Pontifex” del 7 de marzo de 1948, el Papa Pío XII segregó de la Diócesis de Chachapoyas todo el departamento de San Martín y creó la Prelatura de Moyobamba, la primera del Perú, haciéndola sufragánea de la Metropolitana de Trujillo.

Por el Decreto Consistorial del 12 de Junio de 1958, el mismo Papa segregó de la Prelatura los distritos de Huimbayoc, Navarro, Pelejo y Pongo y los anexos al Vicario Apostólico de Yurimaguas para su mejor atención espiritual.

Por Acuerdo pastoral entre los Obispo de Huánuco y de Moyobamba, con fecha 19 de mayo de 1985, se ha encomendado la atención pastoral de las Parroquias de Tocache y de Uchiza de la Prelatura de Moyobamba, que forman la nueva Provincia de Tocache, a la Diócesis de Huánuco.

CENTENARIO PASIONISTA DEL PERU

OBISPOS PASIONISTAS
EN LA SELVA PERUANA (II)

PRELATURA DE MOYOBAMBA

Mons. Martín Elorza (período 1954-66

Mons. Venancio Orbe (período 1967-2000)

Mons. Santos Iztueta (período 1998-2000 como Obispo Coadjutor) (Período 2000-2007 como Obispo titular)



En la actualidad el Obispo de Moyobamba es Mons. Rafael Escudero López-Brea, diocesano de la Archidiócesis de Toledo.

CENTENARIO PASIONISTA DEL PERU

CENTENARIO PASIONISTA DEL PERU

viernes, 17 de mayo de 2013

CENTENARIO PASIONISTA DEL PERU

RECORDANDO A MONS. EMILIO LISSON

Obispo de Chachapoyas-Perú (1909-1918)
Impulsor de la primera expedición misionera de los Pasionistas al Perú en 1913

Primeros años

Nació en la ciudad de Arequipa, siendo sus padres Carlos Lissón Hernández y Dolores Chávez Fernández. Cursó sus primeros estudios en el Colegio San Vicente de Paúl, dirigido por el presbítero Hipólito Duhamel, y, terminados éstos, ingresó en al Seminario Mayor, donde cursó sus estudios filosóficos. Recibido en la Congregación de la Misión fundada por San Vicente de Paul, viajó a París en 1892, donde inició sus estudios filosóficos y teológicos.

 Sacerdocio

Después de su ordenación sacerdotal en París en 1894, volvió a Arequipa, donde se graduó en Ciencias en la Universidad Nacional de San Agustín, a la vez que desarrolló su labor sacerdotal en los apostolados propios de su congregación. Fue profesor del Seminario de Arequipa. Pasó a Trujillo donde trabajó como profesor en el Seminario de San Carlos y San Marcelo.

Episcopado

Contaba con 37 años de edad, cuando el Papa San Pío X le preconizó obispo de Chachapoyas el 16 de marzo de 1909, siendo consagrado por el Arzobispo de Lima, monseñor Manuel García Naranjo, en la Catedral de Lima, el 19 de septiembre de ese año.
En 1911 visitó la Curia General de los Pasionistas en Roma, solicitando ayuda para su trabajo en la diócesis de Chachapoyas. Merced a esta gestión, en 1913 llegaron a Chachapoyas seis sacerdotes y seis hermanos, quienes trabajaron hasta 1918, desarrollando una esforzada labor misional en el inmenso territorio del obispado, que abarcaba los actuales departamentos de Amazonas, San Martín y Loreto.
En una biografía de monseñor Lissón escrita por el padre José Herrera C. M. con el título de "El obispo de los pobres", se cuenta que el Papa San Pío X al enterarse del amplio territorio de la diócesis de Chachapoyas y su geografía le dijo: «Necesitas, hijo, más piernas que cabeza». A lo que monseñor Lissón contestó: «Santo Padre, afortunadamente lleno esa exigencia pastoral». Y se rieron ambos amablemente. Y efectivamente, el obispo peruano era de alta contextura.
Celebró en su diócesis cuatro sínodos (1911, 1913, 1916 y 1918), desarrolló una gran labor social para los pobres e hizo mejoras de orden material en su sede (reconstrucción de la catedral, el seminario y el palacio episcopal, así como la instalación de luz eléctrica y talleres mecánicos).

 Trabajo episcopal en Lima

Promovido al arzobispado de Lima el 25 de febrero de 1918, tomó posesión solemne de su nueva sede el 20 de julio del mismo año.
Tuvo una preocupación especial por las vocaciones sacerdotales y su formación. Vivía en el seminario para conocer mejor a sus seminaristas, a quienes les dirigía una plática por las tardes. Durante su gestión se crearon cinco seminarios menores para la educación primaria y secundaria, como el "Externado de Santo Toribio", confiado a los Hermanos de La Salle, que llegaron al Perú en 1922 ante su pedido personal en la Casa Generalicia de Bruselas en 1920. Entre los seminarios están los de Canta, Moyobamba y Barranca. Promovió además una formación más eclesiástica en el Seminario de Santo Toribio.
Personalmente, o bajo su dirección, impulsó la instrucción del catecismo en toda su arquidiócesis. En 1919 viajó a Roma para mover la intercesión papal en favor de los católicos de Tacna y Arica, provincias peruanas que desde 1880 estaban ocupadas por los chilenos, quienes ilegalmente las mantenían en cautiverio. Igualmente, merece destacarse el importante papel que cumplió en la organización y dirección de varias asambleas episcopales, como el XVI Sínodo Arquidiocesano en 1926 y el VIII Concilio Limense en 1927.
Bajo la dependencia de la curia arzobispal fundó la Sindicatura Eclesiástica, para cautelar la administración de los inmuebles pertenecientes a las entidades eclesiásticas.
Auspició la fundación de la publicación católica La Tradición y la creación de la Acción Católica. No tuvo éxito en su proyecto de fundar la Universidad Católica "Bartolomé Herrera", por lo que brindó su apoyo a la Pontificia Universidad Católica del Perú fundada en 1917 por el padre de los Sagrados Corazones, Jorge Dintilhac SS.CC..
Promovió la creación de la Prefectura Apostólica de San Gabriel del Marañón, con sede en Yurimaguas, a cargo de los Pasionistas.
Otro hecho importante en su labor episcopal fue su afán por la justa retribución salarial de los obreros y su esfuerzo por exigir mejores condiciones de vida y vivienda para los trabajadores. Fue un gran propulsor de la Doctrina Social de la Iglesia.
Auspició las solemnes Coronaciones Canónicas de las imágenes de la Virgen de la Merced en 1921 y de Nuestra Señora del Rosario de Lima en 1927, expresión del arraigo del culto mariano en la capital peruana. En 1922, tuvo a su cargo la bendición de las sagradas andas en plata maciza y oro del Señor de los Milagros de Nazarenas.

 La consagración al Corazón de Jesús

Por esa época el anticlericalismo decimonónico estaba ya en retroceso y se iba gestando la necesidad de afianzar la influencia espiritual de la Iglesia en la vida social y política del Perú, para lo cual se hacía indispensable el apoyo oficial del Estado. Durante el gobierno de Augusto B. Leguía (1919-1930), monseñor Lissón procuró este acercamiento. En febrero de 1929, en ceremonia encabezada por la jerarquía católica limeña, el nuncio apostólico Gaetano Cicognani, otorgó al presidente Leguía el título de «Caballero de la Suprema Orden Militar de Cristo».
También intentó la consagración oficial de la nación peruana al Sagrado Corazón de Jesús. Fue aprobada esta decisión por todos los obispos peruanos, y el 25 de abril de 1923, monseñor Lissón publicó una Carta Pastoral explicando el significado de esta consagración nacional que iba a dirigir el presidente Leguía, en su calidad de «Patrono de la Iglesia en el Perú» y cuya fecha tendría en su decisión elegir. No bien conocida esta noticia, salieron a las calles obreros y estudiantiles, encabezados por el líder estudiantil Víctor Raúl Haya de la Torre (ya célebre por participar en las jornadas por las 8 horas de trabajo de 1919 y que poco después fundaría el partido aprista), protestando contra la consagración el día 23 de mayo, pues consideraron que dicho acto tenía un tinte político, cuya verdadera intención sería enderezar el voto de las masas para que apoyaran la controvertida reelección de Leguía (la que se produjo en 1924). Debido al caos desatado en la capital, que originó la muerte de un obrero y un estudiante, monseñor Lisson suspendió la consagración el día 25.

 Graves acusaciones

Tras la caída del presidente Leguía y la toma del poder del teniente coronel Luis Sánchez Cerro, el nuevo gobierno peruano presionó ante la Santa Sede para que monseñor Lissón fuera relevado del arzobispado, acusándolo de actos irregulares. Se le acusó de haber intentado legitimar la dictadura leguiísta aprovechando del reconocido sentimiento católico del pueblo peruano. Otra grave acusación fue la de malversar los bienes de la arquidiócesis por haber invertido los fondos de las religiosas y del cabildo metropolitano en empresas que fracasaron. Es verdad que el arzobispo hizo esas inversiones, más con el fin de dotar a la arquidiócesis de una organización financiera que diera estabilidad económica ante los gastos de sostenimiento de sus instituciones. No hubo nada de irregular en su gestión. En efecto, al otorgar su testamento en Roma, monseñor Lissón pudo declarar con toda verdad: «no debo nada al arzobispado de Lima ni a sus instituciones, pues jamás he dispuesto de ninguno de sus bienes para mi beneficio personal o el de mi familia». Vivió y murió pobremente. Y las acusaciones contra él ante el "Tribunal de Sanción Nacional", creado por el gobierno de Sánchez Cerro para castigar el enriquecimiento ilícito ocurrido en el Oncenio de Leguía, fueron rechazadas. Algunos años después sus acusadores le pidieron perdón y reconocieron que sus imputaciones eran injustas.
Obligado prácticamente a renunciar, monseñor Lissón abandonó Lima y marchó al destierro con dirección a Roma donde fue recibido por el Papa Pío XI, el 20 de febrero de 1931. Cuando quiso exponer al Santo Padre la verdad de los hechos, éste le respondió: «Usted no tiene nada de qué defenderse: no hay ninguna acusación canónica: yo he usado este procedimiento paterno para su bien y el de sus feligreses». Renunció entonces formalmente al arzobispado de Lima y su sucesor fue monseñor Mariano Holguín como administrador apostólico entre 1931 y 1933, hasta que asumió como nuevo arzobispo de Lima monseñor Pedro Pascual Farfán.

 El Obispo de los pobres. En sus últimos años

Fue investido como arzobispo titular de Methymna, pero humildemente pidió volver al Perú como "párroco de Chachapoyas o en alguna tribu de los indios", sin éxito. En los archivos del Vaticano en Roma se dedicó a recopilar documentación sobre la historia de la Iglesia en el Perú. En 1940 pasó a España, continuando su labor investigadora en el Archivo General de Indias de Sevilla. A la par fue solicitado por el cardenal Pedro Segura de Sevilla y monseñor Marcelino Olaechea de Valencia, para que actuara como obispo auxiliar en ambas diócesis, en vista de la necesidad de personal tras la guerra civil española, pues miles de sacerdotes y religiosos habían muerto martirizados en dicha contienda.

En 1950, fue autorizado a volver al Perú con la condición de que residiera en Arequipa. Pero luego se consideró más conveniente que continuara su eficaz ayuda a los arzobispos de Sevilla y Valencia, así como en otras diócesis. Realizó una impresionante labor pastoral y se ganó el cariño de innumerables fieles. Los gitanos andaluces le llamaron "Obispo Santo" y en la región levantina "el Obispo de los pobres".
Falleció el 24 de diciembre de 1961, en Valencia. Sus restos están sepultados en la Catedral de Lima desde 1991. En el año 2003 se inició su proceso de beatificación, que para el 2008 se hallaba ya clausurado en su fase diocesana.

CENTENARIO PASIONISTA DEL PERU

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