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DORIS GIBSON PARRA Y FRANCISCO IGARTUA ROVIRA

DORIS GIBSON PARRA Y FRANCISCO IGARTUA ROVIRA
FRANCISCO IGARTUA CON DORIS GIBSON, PIEZA CLAVE EN LA FUNDACION DE OIGA, EN 1950 CONFUNDARIAN CARETAS.

«También la providencia fue bondadosa conmigo, al haberme permitido -poniendo a parte estos años que acabo de relatar- escribir siempre en periódicos de mi propiedad, sin atadura alguna, tomando los riesgos y las decisiones dictadas por mi conciencia en el tono en que se me iba la pluma, no siempre dentro de la mesura que tanto gusta a la gente limeña. Fundé Caretas y Oiga, aunque ésta tuvo un primer nacimiento en noviembre de 1948, ocasión en la que también conté con la ayuda decisiva de Doris Gibson, mi socia, mi colaboradora, mi compañera, mi sostén en Caretas, que apareció el año 50. Pero éste es asunto que he tocado ampliamente en un ensayo sobre la prensa revisteril que publiqué años atrás y que, quién sabe, reaparezca en esta edición con algunas enmiendas y añadiduras». FRANCISCO IGARTUA - «ANDANZAS DE UN PERIODISTA MÁS DE 50 AÑOS DE LUCHA EN EL PERÚ - OIGA 9 DE NOVIEMBRE DE 1992»

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«Cierra Oiga para no prostituir sus banderas, o sea sus ideales que fueron y son de los peruanos amantes de las libertades cívicas, de la democracia y de la tolerancia, aunque seamos intolerantes contra la corrupción, con el juego sucio de los gobernantes y de sus autoridades. El pecado de la revista, su pecado mayor, fue quien sabe ser intransigente con su verdad» FRANCISCO IGARTUA – «ADIÓS CON LA SATISFACCIÓN DE NO HABER CLAUDICADO», EDITORIAL «ADIÓS AMIGOS Y ENEMIGOS», OIGA 5 DE SEPTIEMBRE DE 1995

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LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU

LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU
UNIVERSIDAD DEL PAÍS VASCO

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UNIVERSIDAD DEL PAÍS VASCO

«Siendo la paz el más difícil y, a la vez, el supremo anhelo de los pueblos, las delegaciones presentes en este Segundo Congreso de las Colectividades Vascas, con la serena perspectiva que da la distancia, respaldan a la sociedad vasca, al Gobierno de Euskadi y a las demás instituciones vascas en su empeño por llevar adelante el proceso de paz ya iniciado y en el que todos estamos comprometidos.» FRANCISCO IGARTUA - TEXTO SOMETIDO A LA APROBACION DE LA ASAMBLEA Y QUE FUE APROBADO POR UNANIMIDAD - VITORIA-GASTEIZ, 27 DE OCTUBRE DE 1999.

«Muchos más ejemplos del particularismo vasco, de la identidad euskaldun, se pueden extraer de la lectura de estos ajados documentos americanos, pero el espacio, tirano del periodismo, me obliga a concluir y lo hago con un reclamo cara al futuro. Identidad significa afirmación de lo propio y no agresión a la otredad, afirmación actualizada-repito actualizada- de tradiciones que enriquecen la salud de los pueblos y naciones y las pluralidades del ser humano. No se hace patria odiando a los otros, cerrándonos, sino integrando al sentir, a la vivencia de la comunidad euskaldun, la pluralidad del ser vasco. Por ejemplo, asumiendo como propio -porque lo es- el pensamiento de las grandes personalidades vascas, incluido el de los que han sido reacios al Bizcaitarrismo como es el caso de Unamuno, Baroja, Maeztu, figuras universales y profundamente vascas, tanto que don Miguel se preciaba de serlo afirmando «y yo lo soy puro, por los dieciséis costados». Lo decía con el mismo espíritu con el que los vascos en 1612, comenzaban a reunirse en Euskaletxeak aquí en América» - FRANCISCO IGARTUA - AMERICA Y LAS EUSKALETXEAK - EUSKONEWS & MEDIA 72.ZBK 24-31 DE MARZO 2000

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viernes, 26 de julio de 2013

LA TERCERA

Misioneros  Vascos – Congregación Pasionista del Perú 

LA TERCERA

Misioneros  Vascos – Congregación Pasionista del Perú 

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Misioneros  Vascos – Congregación Pasionista del Perú 

LA TERCERA

Misioneros en la Amazonía Peruana

Mons. Miguel Irizar Campos, C.P.


Desde el Perú, tierra entrañable para los Pasionistas, saludo a los lectores de la revista Redención, para comunicarles una buena noticia.  Los pasionistas estamos iniciando el Centenario de nuestra llegada al Perú un 10 de febrero del año 1913, cuando procedentes del convento de Deusto, Bilbao, arribaron los primeros 12 misioneros al Puerto del Callao.

Nuestra presencia en el Perú se la debemos especialmente a Mons. Emilio Lissón, Obispo de Chachapoyas, quien en su visita ad Limina a Roma en 1910, se presentó a los superiores de la Congregación Pasionista y demandó religiosos para su diócesis, a fin de que se encargaran de la parte más abandonada, la región de San Martín. Los superiores de la Curia General de Roma indicaron al celoso obispo que podía acudir a Bilbao, ya que la joven provincia del Sagrado Corazón disponía de religiosos que podían aceptar este compromiso.

Efectivamente, la Curia Provincial acogió favorablemente la solicitud del Obispo de Chachapoyas con el envío al Perú de seis sacerdotes y seis hermanos. Se firmó en Bilbao  el contrato respectivo el 17 de enero de 1911, inicialmente en forma experimental por un periodo de 3 años. Los elegidos para esta heroica misión eran los sacerdotes: Atanasio Jáuregui,(superior del equipo) Arsenio Sainz, Andrés Asenjo, Hipólito Balaustegui, Tomás Pestana, Eleuterio Fernández, y los hermanos Felicísimo Menica, Marcelino Salinas, Bernabé Guridi, Silverio Barrena, Jeremías Ugarte y Domingo Menica

Aceptar un compromiso para tres años, teniendo que mover 12 religiosos que hasta el momento se habían dedicado a la vida conventual y a la predicación de misiones populares, era ciertamente una gran temeridad. Ninguno de ellos conocía la realidad de la diócesis de Chachapoyas, ni del Perú. Pero hay obras de Dios que sólo con “imprudencia apostólica” se pueden aceptar.

El 24 de diciembre de 1912 parten de Bilbao rumbo al Perú doce Misioneros Pasionistas. Eran “doce” como los Apóstoles. Este número tenía un significado especial para una provincia religiosa que iniciaba una empresa misionera. La expedición misionera tras una larga travesía, por el océano Atlántico y el Pacífico, arriba al puerto del Callao el 10 de febrero de 1913, donde los aguarda Mons. Lissón, a cuyas órdenes comienzan su aventura misionera. Tras un largo y penoso recorrido por la costa y sierra del Perú, a pie y a lomo de caballo, pasando por Cajamarca, Chachapoyas y Moyobamba, hasta llegar a la Amazonía, a la ciudad de Tarapoto, el 17 de mayo de 1913.

Por este motivo, la apertura del Centenario Pasionista será intencionalmente en la ciudad de Tarapoto, el 19 de mayo de 2013 y el siguiente domingo, 26 de mayo, en Lima, en el distrito de San Isidro, donde se fundó en 1931 el primer convento Pasionista en el Perú.

Las peripecias de este largo viaje quedaron escritas en la carta que el padre Atanasio Jáuregui, superior del grupo misionero, envió al padre General de la Congregación, con fecha 14 de junio de 1913. Describe, con admiración y estima, el comportamiento del obispo Lissón en toda esta ruta. Monseñor, en una caída de caballo, atravesando un fangal, perdió su anillo; durante todo el camino trató a los misioneros con amor paternal y exquisita delicadeza. Gracias a Dios, todos estábamos animados de una voluntad de hierro, y el obispo participaba de todo y su virtud nos servía de estímulo y nadie se acobardó”.

Los eventos principales del Centenario están programados de mayo del presente año a mayo de 2014, que incluirán celebraciones litúrgicas, actos académicos “Simposio Pasionista”, Exposición Misionera de la obra Pasionista en la Amazonía Peruana. Con esta finalidad, venimos preparando una publicación monográfica: “Cien años de los Pasionistas en el Perú” y un documental (video) “Cien años de la presencia Pasionista en la Amazonía Peruana”.

Los pasionistas tienen conciencia de recibir esta región como una rica herencia legada por los antiguos misioneros, sobre todo jesuitas, pero se dan cuenta también de que reciben una zona misional en situación muy difícil. El aislamiento y la incomunicación entre sí,  la austeridad de vida y la pobreza parecen haber sido los rasgos más salientes de los primeros años.

En su carta pastoral del 15 de agosto de 1936 Mons. Atanasio Jáuregui describe la obra de las Misioneros Pasionistas en la Amazonía: “Los Pasionistas que hemos venido prestando nuestra decidida y desinteresada cooperación a la Diócesis de Chachapoyas desde 1913, en las provincias de San Martín y Huallaga, podemos afirmar, sin vanos alardes, que nos hemos esforzado en llenar con honradez y dignidad la delicada misión que se nos encomendara, “haciéndonos todo para todos –en expresión del Apóstol- a fin de ganar a todos para Jesucristo”.

La zona encomendada a los pasionistas pertenecía al antiguo Obispado de Maynas, que posteriormente  pasó a la jurisdicción del Obispado de Chachapoyas, que comprendía la Región de San Martín, primer escenario de nuestros misioneros.

Al crearse el año 1921 la Prefectura Apostólica de San Gabriel del Marañón en la Provincia de Alto Amazonas, Departamento de Loreto,   posteriormente elevada  a Vicariato Apostólico, se amplía el escenario misionero de la Congregación Pasionista en la amazonía peruana. Como primer pastor de ese territorio misional es nombrado por la Santa Sede Mons. Atanasio Jáuregui, hijo de Larrabezua (Vizcaya) consagrado Obispo en Lima el año 1936.

Mons. Jáuregui ejercerá al mismo tiempo, el cargo de superior religioso, tanto de los misioneros de la Prefectura, como de los que venían trabajando en las provincias de Tarapoto, Saposoa, Lamas y Juanjuí, que eclesiásticamente seguirían dependientes del Obispado de Chachapoyas.

Muchos años después,  en 1948, la Santa Sede confiaba  a la Congregación Pasionista la nueva Prelatura de Moyobamba nombrando como Primer Prelado a Mons. Martín Elorza, natural de Elgueta (Guipúzcoa), quien sería consagrado Obispo el año 1954 en la parroquia Pasionista de la Virgen del Pilar de Lima.

La Congregación Pasionista ha tenido a su cargo simultáneamente dos territorios eclesiásticos: el Vicariato Apostólico de Yurimaguas en el Departamento de Loreto y la Prelatura de Moyobamba en el Departamento de San Martín, con una extensión territorial de casi cien mil kilómetros2.

Los Pasionistas en el Perú somos ante todo misioneros de los pueblos de la selva, evangelizadores por vocación, con nuestro peculiar carisma de Pasionista. Esa evangelización ha significado un gran esfuerzo por llegar a los pueblos y comunidades que llevaban muchos años desprovistos de toda atención pastoral en esa inmensa región de la amazonía peruana, donde hemos tratado de implantar la Iglesia.

En respuesta a este gran reto misionero de las Misiones Pasionistas en el Perú, se originó una gran movilización de religiosos de la Provincia del Sagrado Corazón de Jesús a lo largo de estos 100 años, gracias a los numeras vocaciones que surgían en nuestro País Vasco. Ante la dolorosa baja de las vocaciones que hemos venido sufriendo en nuestra tierra, se ha reducido nuestra capacidad de cumplir con el histórico encargo que asumimos hace un siglo.

Nos compensa en parte, el florecimiento y crecimiento de vocaciones peruanas para nuestra Congregación. Nos resulta también esperanzador el surgimiento de vocaciones para el clero diocesano y para la vida consagrada, en nuestras iglesias de la Prelatura de Moyobamba y del Vicariato Apostólico de Yurimaguas.


LA TERCERA

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miércoles, 22 de mayo de 2013

CENTENARIO PASIONISTA DEL PERU


CARTA A UN MISIONERO
(P. Aquilino Iribertegui +1933)

Leyendo ahora “Misiones Pasionistas en el oriente Peruano”, Lima, 1943, con palabras sentidas del entonces Prefecto Apostólico, Atanasio Jáuregui, CP, me dirijo hoy a ti, padre Aquilino.
    Las insidiosas corrientes del Huallaga, en sus insaciables vorágines, han engullido otra vida, la tuya; tanto más preciada, cuanto más meritoria y promisoria; pues juntabas al vigor de tus años (36) y de tu mentalidad privilegiada, una brillante hoja de servicios.
    Tu muerte, lógicamente, sentidas frases de dolor arrancó de los pechos; sorpresiva y luctuosamente, enlutó nuestra amada Misión, privándola de un factor tan calificado.
    Dos muertes. La de Eleuterio Fernández y la tuya. Veinte años las separaron. Análogas circunstancias las rodearon, empero.
    A la cabecera de un moribundo se dirigía Eleuterio con los auxilios espirituales. Debía vadear el río Sapo, afluente del Huallaga. Entró decidido. El empuje de la violenta corriente lo arrolló, sin alguien a quien pedir auxilio, porque estaba solo….
    Te dirigías tú, asimismo, a un pueblecito de los que bordean el caudaloso Huallaga. Los recursos de tu sagrado ministerio llevabas a humildes lugareños. Pero, ¡ay!, atravesando el citado río, encontraste tu sepultura en las aciagas aguas.
    Con el cadáver de Eleuterio no pudieron dar, aunque lo buscaron en amplia zona. La corriente lo arrastró y dejó, a kilómetros, en lejana playa. Un pasajero lo encontró casualmente. 
    Más codicioso el Huallaga que el Sapo, no soltó la sacrílega presa. Los desvelos de las comisiones nombradas por las autoridades quedaron frustradas; como también los esfuerzos del Hermano Bernabé, acompañado de algunos paisanos.
    Te habían trasladado a Tarapoto, hacía poco, para reemplazar al padre Andrés Asenjo, que viajaba a España.
    De acuerdo con tus compañeros de hábito, preparaste tu gira apostólica. El día 9 de diciembre saldrías para SAUCE, pueblecito ribereño del Huallaga, que celebraba su fiesta patronal.
    Después de solemnizar la Purísima en Tarapoto, según el padre Zósimo, te despediste contento y alegre. Deseabas conocer, de paso, un lago que hay en dicho pueblo, muy admirado por los visitantes.
    Las siete de la mañana eran y te pusiste en marcha. Te acompañaban el sacristán, el cantor y cuatro personas más.
    Cabalgando, llegasteis al puerto Shapaja hacia el mediodía. Saludasteis las autoridades.
    Os embarcasteis luego en una canoa, aguas arriba, hacia el puerto terminal de la navegación, adonde pensabais arribar por la noche.
   Tomaríais luego la vía terrestre, para ascender, durante dos horas, en el monte  en cuya planicie se ubica Sauce y su famoso lago.
   Ganar la margen opuesta del río. Cuando en eso estabais, la canoa chocó contra un obstáculo invisible; volcó y os despidió con violencia.
   Como ocurre en tales percances, cada uno trató de salvarse como pudo. Tus acompañantes lograron ganar tierra. Tú conseguiste subirte a la canoa, volteada como estaba y a merced de la corriente. Pero ésta chocó de nuevo contra otro palo, y se hundió, llevándote consigo.
   ¡Heriberto”, ¡Heriberto!, ¡Heriberto!
    Fueron tus últimas palabras, pidiendo auxilio al sacristán.
Los acompañantes, no repuestos del susto, contemplaron el triste cuadro. A falta de otra canoa para el auxilio, les faltó valor para echarse al agua y acudir al SOS del que perecía. Temían perecer ellos también.
    En la orilla opuesta, dos mujeres oyeron tu llamada de socorro. Allá se fueron enseguida en pequeña embarcación. ¡Pero llegaron tarde!
    Benemérito misionero fuiste, sin duda, Aquilino. Te incorporaste a la Misión en 1927. Con ánimo encomiable afrontaste las fatigas de tu laboriosa carrera. Simpatizabas perfectamente con el elemento aborigen; solicitud especial les consagrabas. Dominabas ya el quechua, su principal idioma, el cual te servía de llave para aprender las otras nueve lenguas que en la Misión se hablan, y para escribir un CATECISMO y un léxico en forma políglota. Proyecto  que, realizado, te hubiera conquistado nombre, mas buena utilidad nos hubiera rendido.
    Espíritu tenaz y dinámico el tuyo, Aquilino; apasionado por el estudio; especializado en música, versado en idiomas, allegaste buen bagaje de conocimientos que te capacitaron para una labor fecunda y destacada.
    Empero, en la prematura edad de 36 años, te sorprendió la muerte de la manera que decimos. Ella cortaba los vuelos de tu espíritu, como también frustraba las grandes esperanzas que habían cifrado en ti.
    La Misión lamentó, y aún lamenta, la pérdida de tan amado hijo, cuya grata memoria honra las páginas de sus anales y el martirologio de los abnegados apóstoles que han ofrecido generosamente su vida por la propagación de la Fe.
    A SAUCE no llegaste, no;  por la tragedia en el río.
    Pero sí ¡del Huallaga al Cielo!, como siervo bueno y fiel que fuiste.

                                    Jesús G. Gómez. La Coruña
Fuente:
Congregación Pasionista del Perú 

lunes, 20 de mayo de 2013

CENTENARIO PASIONISTA DEL PERU

CARTA DEL P. MODESTO ERVITI ELCANO


P. Modesto Erviti Elcano

































Me ha llegado una carta inédita del misionero pasionista P. Modesto Erviti Elcano, dirigida a su paisano y compañero de curso P. Jesús Lizarraga en el lejano 1947 desde su  puesto de Misión.
El joven P. Modesto había pertenecido a una generación pasionista formada bajo la influencia del ideal misionero. En los centros de estudio pasionistas se recibían revistas misioneras y visitas de los esforzados pasionistas en tierras del Perú. De ahí que el P. Modesto fue imbuyéndose de este gran ideal, hasta el punto que al término de sus estudios teológicos, decidió pedir a sus Superiores le permitieran ordenarse sacerdote en la ciudad de Yurimaguas (Perú), sede de la Misión.
Conseguido el correspondiente permiso, se despidió de España y se embarcó hacia tierras lejanas. El Obispo de Yurimaguas, Mons. Atanasio Jáuregui, le ordenó sacerdote el 1 de diciembre de 1946 en la catedral yurimagüína.
Pero poco duraría la aventura misionera de este joven pasionista. Instalado en Borja, reciente residencia misional, donde contactó admirablemente con la humilde gente de aquella apartada zona, en menos de año y medio se vino abajo su proyecto: una enfermedad intestinal acabó con su preciosa vida.
Nacido en Añorbe (Navarra-España) el 12 de febrero de 1922, falleció en Lima el 8 de mayo de 1948, a los 26 años de edad. ¡Admirable  testimonio de este pasionista navarro!

San Pablo, Borja,  octubre de 1947

R. P. Jesús del Corazón de María.
ROMA.


Muy querido padre Jesús: ¡qué bromica!

A pesar de que no se borra de delante la memoria de mis compañeros, he estado muy distanciado de ellos respecto a comunicaciones. Teniendo delante las promesas del P. Cosme de felicitarme por Pascua de Resurrección. ¡Por Pascua!
   El 10 de octubre hacía actos de conformidad con la voluntad de Dios y bendecía la mano que me trajo a Borja y a este aislamiento de la vida misionera. La vida de aquí es para mí un encanto. Pero, cierto que sentía un poco la falta de noticias. Por fin, el diez de octubre me llegaron cartas de todas las latitudes.
   En su carta me pregunta  qué tal se vive en Borja o donde se halle mi paradero. ¡Borja! ¡El santo retiro de Borja es mi morada! Mi casa lleva otro nombre, San Pablo (es un fundo con treinta vacas, y varios kilómetros de terreno, árboles frutales, etc.), sita a pocos metros del Marañón y a un kilómetro de la boca del Pongo de Manseriche. Figúrese, pues, si tendré trabajo y ocupación para días. Y tenga en cuenta que esta granja estaba abandonada a la vorágine de la zona tórrida; convertida en monte, es la frase que mejor le cuadra.
   Para capilla nos sirve una habitación de la casa. Sin Santísimo, por supuesto, por carecer de un sagrario. Y después de todo, sin medios para hacerlo.
   El clima es bastante bueno, gracias al airecillo que lanza el cañón del Pongo. Pero también es verdad que estoy regando esta tierra con sudores gordos; cada vez que ando de hacha o azadón ruedan los árboles por tierra  (y es casi diariamente). Entre paréntesis, aquí nunca ha llegado la temperatura a los 40 grados.
   Estoy acompañando al P. Martín Corera desde el 20 de mayo. Comulgamos ambos en los mismos ideales, siendo nuestro sueño la formación del “Catecumenado”, que ya es una realidad. Pero vayamos despacito.
   Le digo arriba algo de nuestro aislamiento en Borja y falta de comunicación con mis compañeros; no obstante, mi recuerdo no se aparta de los que muchos días vivimos juntos. He seguido paso a paso los días de San Jeremías, San Enrique, San Elías… ¿Y qué sueño? Yo quería, junto con mis oraciones, hacer algún pequeño obsequio a esos buenos Padres. ¡Qué le parece! Soñaba con mi chocolate. Quería acompañarles al paseo y darles a gustar, en nombre de esos Padres, una suculenta merienda de chocolate. Pero al chocar con la realidad irrealizable, me lo tomé yo acompañado de P. Martín. Y, pues sé que a S. R. le gustan las cosas claras y el chocolate espeso, voy a explicarme. Mi deseo era obsequiarles chocolate, porque lo cosechamos aquí en gran abundancia, y qué rico resulta. Un poco nos costó en llegar al punto del chocolate español (el que lo hacen aquí no tiene ni punto de comparación con el de España). Pero ya hace tiempo que saboreamos chocolate fresco y bueno. ¡Y sin racionamiento! De modo que estamos reparando la escasez a que nos vimos sometidos los primeros días de nuestra estancia en Borja. Le acompaño con el recuerdo, también me acuerdo de ellos en la santa misa.
   Me dice en la suya que estaré enterado del paradero de los compañeros de Deusto; la carta, que me ha llegado del P. Alfredo, es del mes de junio; de modo que S. R. es quien me da un poco de luz sobre el particular. La revista Redención no la he visto desde el mes de diciembre pasado; esto por una parte, y la continua ocupación, por otra, me  voy comiendo los deseos de escribir artículos para Redención. ¡Y el P. Cosme me decía que mandarían un número para cada Residencia!
   También estaba ayuno de las fiestas de Añorbe con motivo de la Inauguración. Y ahora me toca el “cuéntame muchas cosas de por ahí”, que me dice en la suya.
   Para que no crea que mi vida se reduce al cultivo de la granja San Pablo, voy a empezar a hablarle sobre nuestra vida de apostolado. Hasta el presente no he hecho ninguna excursión por los ríos, pues hemos tenido orden de no efectuarlas. Más no por eso he dejado de tener roce con los indios aguarunas y huambisas. El domingo de Resurrección bauticé a un indio murato a quien le puse por nombre Domingo.
   Al decir que no me ha faltado roce con indios, me refiero a los que suelen venir a Borja y a los que conviven a nuestro lado  formando el “Catecumenado”. Todavía son pocos, pero nos han prometido otros muchos que también quieren venir, y no hay duda que la gracia de Dios les trae a algunos de modo misterioso. Gracias a estos indios, voy conociendo algo su lenguaje aguaruna.
  Los cholitos desnuditos, puedo decir que aquí es una rareza. Difícilmente les verá in puris naturalibus, y menos tratándose de niñas. Éstas tienen en mucho honor la modestia y el recato.
   Y pues hablo de indios, vaya sustazo que me dieron hace pocos días. Era en el silencio de las altas horas  de la noche. Yo me entretenía en limpiar una especie de castañas que aquí llaman “pan de árbol”. El P. Martín se había acostado. La puerta de entrada la teníamos de par en par y a mi costado, de modo que la podía ver de reojo. De pronto, con más silencio que un espectro, diviso que penetra un personaje extraño y se acerca a mi lado. Con más miedo que valentía, me apresuré a exclamar: “¡Hola! ¿Qué le trae aquí a estas horas?” “Ver Padre”, me responde. Repuesto de mi susto, me pongo a conversar con él, que a duras penas nos entendíamos….
   Pero nuestra actuación evangélica se concentra mayormente entre los blancos, o cholos propiamente. Visitas a la escuela, catecismos, misa los domingos, etc. La primera comunión de niños el día de las Mercedes.
   Todos mis pequeños ahorros de mi manufactoría de rosarios, no son suficientes para contentar a las peticiones de estos golosos de chucherías. Cuando me llegue la maleta que me trajo el P. Anacleto,…. ¡La espero con un ansia!
   También me dice el P. Juan Primo que han llegado a Yurimaguas los cuadros del Sagrado Corazón que me envió el P. Alfredo. Y me dice el P. Juan: “Son muy valiosos”: quiere que los vendamos en la librería “Santa Rosa” (de Acción Católica rigurosa).
   Voy a terminar, Padre Jesús; de alia re puede consultar al P. Bernardo. Le pido encarecidamente sus oraciones y las de los compañeros, pues necesidades hay de sobra, y ciertamente que en muchos casos se ve obrar la mano de Dios.
   Modesto. En los Corazones de Jesús y María vivamos en unión de oraciones.

Fuente:
CONGREGACION PASIONISTA DEL PERU

domingo, 19 de mayo de 2013

CENTENARIO PASIONISTA DEL PERU


ILUSTRE HERMANDAD VASCONGADA DE NUESTRA SEÑORA DE ARANTZAZU DE LIMA

             
Tesis doctoral defendida el 24 de febrero de 2011 en el Departamento de Historia Medieval, Moderna y de América (Facultad de Letras) y dirigida por el profesor José María Imízcoz. (812 pp.)

La Monarquía hispánica fue un ámbito de actuación privilegiado para una fracción de las elites vascas y navarras. A lo largo del Antiguo Régimen, esta dinámica (caracterizada por su gran complejidad) se convirtió en una de las causas principales que fomentó la renovación y consolidación de los gobernantes locales y, aunque este fenómeno tiene sus inicios en el siglo XVI, tuvo su punto de inflexión al inicio del XVIII. Esta tesis analiza la participación de estos vascos y navarros en las estructuras y órganos de gobierno de la Monarquía en el periodo clave para que estas elites lograran conquistar más y mejores posiciones de poder (también en la corte), el reinado de Felipe V.

El estudio está constituido en clave de red social ya que, desde este punto de vista metodológico, se puede descubrir y entender su diversidad, sus dimensiones sociales y geográficas. Se arranca de los propios protagonistas: estudiando su pluralidad, sus acciones, vínculos, identidades y experiencias; y se sigue por aquellos caminos que ellos mismos marcaron; enfatizando en las políticas familiares que aplicaron para la adaptación, elevación y reproducción generacional en los diferentes contextos de la Monarquía. Según la configuración de la sociedad del Antiguo Régimen, el mejor punto de partida es la comunidad de origen (y la casa como cuerpo social principal), en un deseo por quebrantar las fronteras locales y sectoriales que venían estableciendo la historiografía más clásica. Para este ejercicio, además de otras fuentes, la correspondencia epistolar se ha constituido como uno de los pilares fundamentales en esta investigación, ya que se trata de una documentación de primera magnitud para el análisis de los vínculos y redes sociales.

El trabajo está organizado en tres partes principales: En una primera parte se desarrollan las reformas administrativas, hacendísticas y militares (1700-1714) que llevaron a cabo los colaboradores de Felipe V, entre los que sobresalieron diversos hombres originarios del norte de la Península (“colectivo norteño”) que, a gracias a su servicio y lealtad, se fueron afianzando como cabezas de unas tramas especialmente influyentes en la corte del nuevo rey. Para el estudio de este grupo se ha elaborado la reconstrucción de los grupos familiares que participaron más activamente en aquellas carreras y negocios, que se plasma en veinticinco “cuadros de relaciones familiares” (o “mapas familiares”) que sirven de apoyo al propio texto en la intención de insertar a los principales actores en sus redes sociales. Esta reconstrucción de familias se remonta incluso hasta el siglo XVI.

De este modo, se muestra que son familias relacionadas entre sí por matrimonios, negocios comunes y apadrinamientos en carreras al servicio del rey que configuran diversos grupos familiares que desbordan las fronteras de las comunidades locales o provinciales y se extienden por territorios de Cantabria, norte de Burgos, Vizcaya, Guipúzcoa, Álava, Navarra, La Rioja y Soria. Por lo tanto, no se trata de biografías “sueltas”, sino de ejemplos que explican políticas, estrategias, contrariedades, miedos, éxitos y reveses de familias que se implicaron con la causa de Felipe V, conformándose en tejedores de Monarquía y en hacedores de contextos, perfilando los modos de gobierno durante dicho reinado. En definitiva, ellos fueron los agentes encargados de dar contenido efectivo a las reformas y de ponerlas en práctica y aquí está la clave para conocer bien los repartos de los cargos administrativos y militares, o a quiénes se otorgaron los asientos y la gestión de las rentas reales.

Además, se pone en relieve la “política de casa” de estas elites, la vinculación de sus negocios particulares (hierro, lana, plata americana, construcción naval, fábricas de armas, corso) con la Corona, la inversión de los beneficios en tierras, rentas, censos y juros, la fundación de mayorazgos y aumento del capital simbólico y hegemonía local, así como el ejercicio de cargos de gobierno locales y provinciales. Por otra parte, muestra las carreras de sus hijos al servicio del monarca, sus estudios en los colegios mayores, sus cargos en audiencias, chancillerías y Consejos, sus carreras en los reales ejércitos, en la alta Administración y como secretarios y tesoreros en casas aristocráticas castellanas. Para este tipo de familias, lo que se produjo con la llegada de Felipe V fue en realidad una reconfiguración de sus relaciones con el soberano.

Seguidamente, se analiza el apoyo que brindaron las elites vascas y navarras a la causa del Borbón en la Guerra de Sucesión. En este apartado se muestra cómo los hombres poderosos de la corte y cercanos al rey movilizan a sus allegados de las provincias a favor de la causa felipista. Está centrado en tres aspectos específicos: los vínculos entre negocios particulares, economía de guerra y servicio al rey, que se observa en el caso de Pedro Bernardo Villarreal de Bérriz; la Real Fábrica de Armas de Placencia y la formación de regimientos provinciales (1709); y los hombres de negocios como agentes y proveedores de la Corona, a través de la acción de José de Soraburu en Navarra.

Tras el fin de la guerra, estas elites lograron penetrar hasta las más altas cotas de poder gracias a la confianza que el primer Borbón les otorgó tanto en el proceso de cambio que supuso su venida al trono español como tras su consolidación definitiva como legítimo soberano. Tal fue su triunfo, que durante algunos vieron que conformaron, a lo largo de dicho reinado, un grupo de presión en torno al rey, denominándole “partido vizcaíno”.

Para su estudio, se centra en dos personajes principales en la corte felipista, Juan de Idiáquez y Eguía yJuan Bautista de Orendain. Ambos pertenecieron a familias con trayectorias y ascendiente en sus comunidades de origen bien diferentes, pero guardaron sus empleos en el servicio al rey y su cercanía a la figura del monarca como argumento principal de poder y tuvieron la capacidad de movilizar a numerosos clientes, dependientes, amigos, familiares y colaboradores ocasionales para la captación de recursos de la Corona en beneficio propio o del “bien común”, así como de influir en las políticas llevadas a cabo desde las corporaciones provinciales. Así, se explica la fundación de la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas(1728), por ejemplo.

La dinámica de estas familias excedió el marco compartimentado de la institución. Sus componentes dieron contenido a una tupida trama de relaciones que se extendió por el resto de las administraciones y territorios (la corte, la provincia o Indias) que resulta primordial desentrañar para explicar mejor las formas de gobierno de la Monarquía. Sin embargo, a pesar de las posiciones conseguidas por estos hombres, no contaron con todas las llaves que abrían todas las puertas que llevaban a la obtención de la gracia real. En muchas ocasiones tuvieron que movilizar y negociar con otros agentes de la Corona, con especial poder y decisión en el gobierno, y que ejercieron como aliados en estas empresas.

Por todo ello, este trabajo no es una “historia sobre vascos y navarros”. En él se analiza la interacción entre la Corona y los grupos especialmente vinculados a su servicio, reconstruyendo las tramas de relaciones que se tejieron desde la cúspide del gobierno de la Monarquía hasta las provincias, o hasta los confines más alejados de la Monarquía.

Esta tesis doctoral se ha publicado en forma de libro: Las elites vascas y navarras en el gobierno de la Monarquía borbónica: Redes sociales, carreras y hegemonía en el siglo XVIII (1700-1746), editado por la Universidad del País Vasco-Euskal Herriko Unibertsitatea en este año de 2012.


FONDO EDITORIAL REVISTA OIGA

CENTENARIO PASIONISTA DEL PERU

CENTENARIO PASIONISTA DEL PERU

MONS. VENANCIO ORBE

Siendo Superior Provincial de los Pasionistas en España, fue elegido y nombrado Obispo de Moyobamba en 1967.

Durante 33 años desplegó una valiosa actividad misionera, visitando y conociendo las comunidades de la Prelatura, como verdadero Pastor que ama a su rebaño.

El año 2000, a sus 73 años, fue sustituido por su Obispo Coadjutor  Mons. Santos Iztueta, retirándose a la Comunidad pasionista de Lima, donde permaneció hasta su muerte el  18 de julio de 2008. Contaba 81 años de edad.


 El día de su consagración episcopal,  rodeado del Obispo de Yurimaguas, Mons. Elías Olázar y otros religiosos pasionistas (Lima, 21 noviembre 1967)

Llegada a Tarapoto, de paso para Moyobamba (Tarapoto, 3 diciembre 1967)

 Con el Papa Juan Pablo II, en su visita a Roma (1994)