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DORIS GIBSON PARRA Y FRANCISCO IGARTUA ROVIRA

DORIS GIBSON PARRA Y FRANCISCO IGARTUA ROVIRA
FRANCISCO IGARTUA CON DORIS GIBSON, PIEZA CLAVE EN LA FUNDACION DE OIGA, EN 1950 CONFUNDARIAN CARETAS.

«También la providencia fue bondadosa conmigo, al haberme permitido -poniendo a parte estos años que acabo de relatar- escribir siempre en periódicos de mi propiedad, sin atadura alguna, tomando los riesgos y las decisiones dictadas por mi conciencia en el tono en que se me iba la pluma, no siempre dentro de la mesura que tanto gusta a la gente limeña. Fundé Caretas y Oiga, aunque ésta tuvo un primer nacimiento en noviembre de 1948, ocasión en la que también conté con la ayuda decisiva de Doris Gibson, mi socia, mi colaboradora, mi compañera, mi sostén en Caretas, que apareció el año 50. Pero éste es asunto que he tocado ampliamente en un ensayo sobre la prensa revisteril que publiqué años atrás y que, quién sabe, reaparezca en esta edición con algunas enmiendas y añadiduras». FRANCISCO IGARTUA - «ANDANZAS DE UN PERIODISTA MÁS DE 50 AÑOS DE LUCHA EN EL PERÚ - OIGA 9 DE NOVIEMBRE DE 1992»

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«Cierra Oiga para no prostituir sus banderas, o sea sus ideales que fueron y son de los peruanos amantes de las libertades cívicas, de la democracia y de la tolerancia, aunque seamos intolerantes contra la corrupción, con el juego sucio de los gobernantes y de sus autoridades. El pecado de la revista, su pecado mayor, fue quien sabe ser intransigente con su verdad» FRANCISCO IGARTUA – «ADIÓS CON LA SATISFACCIÓN DE NO HABER CLAUDICADO», EDITORIAL «ADIÓS AMIGOS Y ENEMIGOS», OIGA 5 DE SEPTIEMBRE DE 1995

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LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU

LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU
UNIVERSIDAD DEL PAÍS VASCO

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UNIVERSIDAD DEL PAÍS VASCO

«Siendo la paz el más difícil y, a la vez, el supremo anhelo de los pueblos, las delegaciones presentes en este Segundo Congreso de las Colectividades Vascas, con la serena perspectiva que da la distancia, respaldan a la sociedad vasca, al Gobierno de Euskadi y a las demás instituciones vascas en su empeño por llevar adelante el proceso de paz ya iniciado y en el que todos estamos comprometidos.» FRANCISCO IGARTUA - TEXTO SOMETIDO A LA APROBACION DE LA ASAMBLEA Y QUE FUE APROBADO POR UNANIMIDAD - VITORIA-GASTEIZ, 27 DE OCTUBRE DE 1999.

«Muchos más ejemplos del particularismo vasco, de la identidad euskaldun, se pueden extraer de la lectura de estos ajados documentos americanos, pero el espacio, tirano del periodismo, me obliga a concluir y lo hago con un reclamo cara al futuro. Identidad significa afirmación de lo propio y no agresión a la otredad, afirmación actualizada-repito actualizada- de tradiciones que enriquecen la salud de los pueblos y naciones y las pluralidades del ser humano. No se hace patria odiando a los otros, cerrándonos, sino integrando al sentir, a la vivencia de la comunidad euskaldun, la pluralidad del ser vasco. Por ejemplo, asumiendo como propio -porque lo es- el pensamiento de las grandes personalidades vascas, incluido el de los que han sido reacios al Bizcaitarrismo como es el caso de Unamuno, Baroja, Maeztu, figuras universales y profundamente vascas, tanto que don Miguel se preciaba de serlo afirmando «y yo lo soy puro, por los dieciséis costados». Lo decía con el mismo espíritu con el que los vascos en 1612, comenzaban a reunirse en Euskaletxeak aquí en América» - FRANCISCO IGARTUA - AMERICA Y LAS EUSKALETXEAK - EUSKONEWS & MEDIA 72.ZBK 24-31 DE MARZO 2000

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miércoles, 15 de febrero de 2012

COFRADIA DE NUESTRA SEÑORA DE ARANZAZU DE LIMA 1612-2012

Hermandad de Nuestra Señora de Aránzazu de Lima

Doctor José de la Puente Brunke

Pontificia Universidad Católica

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Introducción

Las hermandades y cofradías en el Perú virreinal no han sido objeto de un especial interés de parte de los historiadores. Si bien el tema ha sido tratado por diversos autores en líneas generales, o en el marco de obras de carácter más amplio -siendo el caso más destacado el del P. Rubén Vargas Ugarte S.J.[1], no son muchas las cofradías estudiadas de modo específico. En este sentido, son de destacar algunas aproximaciones a las cofradías en su conjunto en el Perú virreinal, como la de Olinda Celestino y Albert Meyers, referida a esas corporaciones en los Andes centrales[2]; si bien su tema específico de estudio es el de las cofradías indígenas, ofrecen una visión amplia y clara del devenir de las cofradías en general. Debe citarse también la obra –más reciente- de Beatriz Garland Ponce[3], al igual que el trabajo de Jesús Paniagua Pérez sobre las cofradías limeñas de San Eloy y de la Misericordia[4], y dos contribuciones recién aparecidas: el artículo de Diego Lévano Medina, en el que ofrece una visión de conjunto de las cofradías limeñas en el siglo XVII[5], y el trabajo de Ciro Corilla Melchor, en el que estudia las cofradías limeñas desde la perspectiva de los conflictos étnicos[6]. En el caso de la Hermandad de Nuestra Señora de Aránzazu, dos autores la han estudiado con cierto detalle: Guillermo Lohmann Villena[7] y Elisa Luque Alcaide[8]. La documentación de las hermandades y cofradías limeñas se encuentra en el Archivo de la Sociedad de Beneficencia Pública de Lima, entidad que pasó a administrar todos los bienes de esas instituciones por disposición de un Decreto Supremo expedido en 1865 por el presidente Mariano Ignacio Prado[9].

Los orígenes de la Hermandad de Nuestra Señora de Aránzazu

En los inicios del siglo XVII era ya importante el número de vascos residentes en Lima, y muchos de ellos formaban parte del sector más representativo y poderoso de los comerciantes que desarrollaban sus labores en la capital del virreinato peruano. Se sabe que desde los primeros años de esa centuria un grupo de vizcaínos solía reunirse en el convento de San Agustín, con el propósito de dar forma a una hermandad que los agrupara, lo cual en realidad ocurrió años después. Sin embargo, ya en la segunda década de ese siglo, y específicamente el 13 de febrero de 1612, se dio un paso más firme en la misma dirección, al reunirse un grupo de “caballeros hijosdalgo de la nación vascongada” con el fin de otorgar poder ante notario a seis coterráneos suyos para que en su representación adquiriesen la capilla de la Encarnación de Nuestra Señora y Anunciación de Nuestro Señor, situada en la iglesia de San Francisco. Los poderdantes se comprometieron, en el mismo instrumento, a reunir en conjunto la suma de 10,000 pesos con el fin de concluir la mencionada compraventa[10]. La operación comprendía también la cripta, para la realización de los enterramientos de los miembros de la Hermandad y de sus descendientes[11]. Al año siguiente se dispuso la designación de una comisión que redactara los estatutos de la naciente corporación, aunque lo cierto es que las constituciones definitivas se concluyeron muchos años después, en 1635[12].

Fue lento el proceso de organización de la Hermandad limeña de Nuestra Señora de Aránzazu. Por ejemplo, tan solo en 1619 se realizó la primera elección de mayordomos, y al año siguiente se extendió formalmente el documento que reconocía a la Hermandad como titular de la capilla adquirida en 1612 en la iglesia de San Francisco, y que tenía por advocación el Santo Cristo y Nuestra Señora de Aránzazu[13].

Las constituciones han sido publicadas por Guillermo Lohmann Villena[14], especificándose en ellas, en primer lugar, que estaría conformada la corporación por los residentes en Lima que fueran naturales de Vizcaya y de Guipúzcoa, al igual que sus descendientes, así como los oriundos de Alava, de Navarra y de las “cuatro villas”: Laredo, Castro Urdiales, Santander y San Vicente de la Barquera. Se estableció como misión primordial de la Hermandad la de “ejercitar entre sí y con los de su nación obras de misericordia y caridad cristiana así en vida como en muerte”.

Se establecía el derecho de ser enterrados en la referida capilla para todos los naturales de los mencionados lugares, así como para sus viudas —salvo que hubieren contraído segundas nupcias con alguien que no fuera miembro de la Hermandad- y sus descendientes, advirtiéndose en este último caso que se excluía a toda persona que estuviese “manchada o infamada de judío o moro penitenciado por el Santo Oficio ni casado con mulata india o negra o que tenga algún oficio infame”.

En las mismas constituciones se reitera que el principal fin de la Hermandad es el de “ejercitarse en las obras de piedad y misericordia, principalmente con los hermanos de ella”, siendo tales obras las visitas a los enfermos de la Hermandad, y en general a los enfermos pobres, en especial los forasteros y “chapetones”; visitar las cárceles e interesarse por la presencia allí de presos de la Hermandad u originarios de las provincias vasco-navarras; procurar estar enterados de la llegada a Lima de chapetones provenientes “de las naciones de la dicha hermandad”, con el fin de ayudarlos si así lo requirieran.

Además, las constituciones establecieron con claridad que la Hermandad debía estar perpetuamente eximida de la jurisdicción “de cualquier ordinario secular o eclesiástico regular o clerical”, sin que los arzobispos o los superiores de la orden franciscana pudieran “introducirse a pedir razón o cuenta de las obras pías de ella o del gasto de las rentas y limosnas”. Sin embargo, ya Elisa Luque Alcaide ha hecho notar que una circunstancia que pareció ir en detrimento de la referida exención de jurisdicción es la de la presencia del guardián del convento franciscano en las juntas generales de la Hermandad, aunque sin derecho a voto[15].

La iglesia de San Francisco, en la que tenía su sede la Hermandad, llegó a albergar nueve cofradías, a pesar de estar establecido que una iglesia podía alojar un máximo de seis[16].

En años recientes se han publicado -como ya hemos señalado- dos trabajos referidos de manera específica a la Hermandad de Nuestra Señora de Aránzazu de Lima: el primero, de Guillermo Lohmann Villena[17], constituye un detenido estudio de las circunstancias de la fundación y primer desarrollo de esta confraternidad, incluyéndose la publicación -ya mencionada- de sus constituciones, al igual que un interesante recuento de las vicisitudes por las que pasó la capilla de la Hermandad en la iglesia de San Francisco de Lima, fundamentalmente a causa de los terremotos que asolaron la ciudad de los Reyes. El otro es el de Elisa Luque Alcaide[18], que constituye una reflexión comparativa entre las confraternidades limeña y novohispana, con especial referencia a la proyección y vigencia social de ambas instituciones. En este sentido, además de señalar que los vascos en Lima constituían “el núcleo más fuerte de los comerciantes de la ciudad”, la misma autora plantea la hipótesis de que los miembros de la hermandad limeña estuvieron más fuertemente enraizados en la sociedad virreinal que sus pares novohispanos, dado que estos últimos incorporaban entre sus festividades las correspondientes a los patronos de los territorios vasco-navarros, mientras que los hermanos de Lima tan solo contemplaban la devoción a la Virgen de Aránzazu y al Santo Cristo[19].

La Hermandad y sus integrantes en la Lima del siglo XVIII

Fue el siglo XVIII el tiempo en el que numerosos miembros de la Hermandad de Aránzazu tuvieron un papel de especial gravitación en la sociedad y en la economía peruanas. No olvidemos que las reformas borbónicas supusieron notables cambios en la economía y el comercio, los cuales fueron especialmente importantes en el Perú. Sin embargo, si bien tradicionalmente se ha señalado que dichas reformas trajeron consigo tiempos de crisis para la elite mercantil limeña, lo cierto es que recientes investigaciones están demostrando que en la segunda mitad de la referida centuria siguió siendo muy grande la capacidad de construir fortunas entre los comerciantes afincados en Lima, a pesar de que esta ciudad había perdido su lugar como centro de la distribución mercantil en la América del Sur. Tal como afirma Cristina Mazzeo, en virtud del “libre comercio” —que no significó una libertad total- Lima perdió el monopolio de algunas vías y territorios, pero no perdió poder económico. La elite mercantil limeña centró su interés en nuevas actividades, tales como la exportación de productos no tradicionales, la importación de esclavos y los negocios financieros[20].

De hecho, es claro que durante el siglo XVIII se produjo la llegada de un importante número de comerciantes vascos y navarros que se afincaron en Lima, y que fueron protagonistas centrales de la vida económica en la capital virreinal[21]. Alberto Flores Galindo elaboró una relación de los “principales personajes de la clase alta limeña” en las décadas finales del siglo XVIII hasta la Independencia, constando dicha relación de cincuenta nombres[22]. Analizando esa información, César Pacheco Vélez llega a la conclusión de que veintidós de ellos eran limeños, uno procedía de Ayacucho, otro de Trujillo y los veintiséis restantes eran peninsulares, llegados en su mayoría al Perú después de 1750. Y de esos veintiséis peninsulares, quince eran vascos o navarros. Pero además había otros hijos de vascos o navarros nacidos ya en el Perú[23]. Guillermo Lohmann Villena ha mostrado precisamente atención en el grupo de comerciantes vascos que actuó en Lima en la segunda mitad del siglo XVIII:

“La acción de los hombres de empresa vascongados en el Perú se recorta con perfiles tan nítidos durante la segunda mitad del siglo XVIII que su magnitud sólo cabe medirla proyectándola como la secuela, dentro del sector económico, del rumbo trazado por sus predecesores atraídos por el llamado del destino transatlántico. La divisa de unos y otros pudiera haber sido el viejísimo Plus Ultra, un más allá promotor constante del ímpetu expansivo que desde tiempos inmemoriales late en las venas de los individuos de esa raza”[24].

Si bien numerosos miembros de la Hermandad de Nuestra Señora de Aránzazu se contaron entre los más importantes comerciantes y empresarios de Lima, es de notar que su prestigio social fue variado. Interesante en este sentido es el caso del navarro Martín de Osambela, nacido en la modesta localidad de Huici en 1754 y quien trasladado al Perú logró construir una gran fortuna, precisamente en el contexto de la vigencia del “libre comercio”. Ahora bien: su fortuna fue muy importante, y él mismo logró ascender socialmente de modo muy notable, pero sin llegar a las esferas más altas, probablemente por no haber contraído nupcias con alguna integrante de una gran familia criolla[25].

Es interesante en este sentido lo afirmado por Paul Rizo-Patrón, quien si bien señala que fueron los que integraron la inmigración vasco-navarra quienes más destacaron en las actividades mercantiles limeñas en el siglo XVIII, no todos llegaron a alcanzar el éxito pleno: bien fuera por falta de habilidad; o porque se dedicaron en exclusiva a las actividades económicas sin preocuparse por su vigencia social; o porque no lograron la suficiente bonanza económica o las necesarias vinculaciones sociales para ascender[26].

Un caso más notable es el representado por la familia Querejazu, cuyos miembros pertenecieron a la Hermandad, constituyéndose en una de las familias más poderosas en la segunda mitad del siglo XVIII, siendo su principal representante Antonio Hermenegildo de Querejazu y Mollinedo, quien llegó a ser el oidor más antiguo de la Audiencia de Lima, y caballero de la Orden de Santiago, además de dueño de una de las más importantes fortunas de entonces. El había nacido en el Perú, y fue hijo de un peninsular afincado en el virreinato en la primera mitad de ese siglo, Antonio de Querejazu y Uriarte, natural de Mondragón, en Guipúzcoa, quien llegó a ser mayordomo de la Hermandad[27]. Obviamente, este último logró tal posición por su relevancia en la sociedad limeña de entonces: fue caballero de Santiago, gobernador de Quijos y Macas y prior del Tribunal del Consulado de Lima, y casó en 1706 con la limeña Juana Agustina de Mollinedo y Azaña, sobrina del célebre obispo del Cuzco Manuel de Mollinedo y Angulo, reconstructor de esa ciudad tras el terremoto de 1650[28].

En la documentación que se conserva de la Hermandad, Antonio de Querejazu y Urriarte figura por primera vez en un dato referido a 1704. En efecto, en el cabildo realizado el 3 de mayo de ese año, se presenta una relación de las personas que ofrecieron limosna para el retablo de Nuestra Señora de Aránzazu. Allí aparecen conjuntamente Mateo y Antonio de Querejazu aportando 100 pesos, habiendo solo cinco personas con aportes mayores, siendo las sumas más altas las ofrecidas por los mayordomos de la Hermandad, Pedro de Ulaortua y Juan Bautista de Palacios[29]. Al año siguiente, y de acuerdo con la “Razón de los señores hermanos que han mandado limosna para el retablo de Nuestra Señora de Aránzazu este año de 1705”[30], Antonio de Querejazu vuelve a aportar 100 pesos, siendo en este caso el hermano que ofreció la suma más alta.

Desde entonces Antonio de Querejazu intentó ser elegido mayordomo de la Hermandad, pero lo logró tan solo en el cabildo de 3 de mayo de 1713, cuando alcanzó tal cargo junto con el ya mencionado —y en este caso reelegido- Juan Bautista de Palacios, quien por entonces ya era Teniente General de la Caballería. Ya en años anteriores había sido Querejazu diputado de la Hermandad[31].

En el registro de los entierros efectuados en la bóveda de la capilla de Nuestra Señora de Aránzazu, figuran los de varios miembros de esa importante familia. Así, el 3 de enero de 1761 fue enterrado Tomás de Querejazu, caballero de la Orden de Santiago y canónigo de la catedral de Lima[32]. En junio de 1772 se enterró Juana de Querejazu, condesa de San Juan de Lurigancho, hija del mencionado Antonio Hermenegildo[33]. En febrero de 1775 fue enterrada la esposa de éste, Josefa de Santiago-Concha y Errazquin, y el 18 de enero de 1792 se hizo lo propio con el mismo Antonio Hermenegildo. El 14 de diciembre de 1797 fue enterrado José de Querejazu y Santiago-Concha, Conde de San Pascual Bailón, e hijo del anterior[34].

Si bien no es abundante la documentación conservada en nuestros días con respecto a la Hermandad de Nuestra Señora de Aránzazu, algunos datos son reveladores de lo que fue la vida de la corporación. Como ejemplo podemos mencionar el de las necesidades materiales referidas al cotidiano funcionamiento de la capilla de la Hermandad en la iglesia de San Francisco, y específicamente el hecho de la presencia -acreditada en diversos periodos- de un negro esclavo dedicado a servir a la capilla. Así, por ejemplo, por medio de un recibo fechado el 24 de julio de 1743 sabemos de la compra de un negro llamado José Vicente, operación que fue efectuada por quienes entonces eran mayordomos de la Hermandad: José de Arescurenaga y Pablo de la Urrunaga. Dicho esclavo tenía 18 años de edad, y fue comprado en 300 pesos, luego de venderse por 350 al que anteriormente se habla tenido. Ahora bien: los esclavos que servían a la Hermandad no eran siempre adquiridos a título oneroso. Algunas décadas antes, por ejemplo, la Hermandad había recibido un esclavo a través de una cláusula testamentaría, efectuada por el capitán Antonio de Monasterio Guren, el cual dejó a dicho negro -llamado Antonio Mina- “para que sirviese a la capilla de Nuestra Señora después que hubiese servido cinco años a doña Isidora Blanco Rejón, viuda del dicho Monasterio Guren”. El hecho de establecerse unos años previos a la recepción del esclavo por parte de la Hermandad suscitó un grave problema: aquel terminó en manos del general Juan Bautista de la Rigada, quien se negó a entregarlo a la Hermandad. Ante esa circunstancia, la corporación demandó a dicho general ante el Juzgado de la Guerra, concluyendo favorablemente la causa, con el decreto final de 25 de febrero de 1699, proveído y rubricado por el auditor general de la Guerra, que por entonces lo era el oidor Antonio Pallares y Espinosa[35].

La devoción limeña a la Virgen de Aránzazu

En cuanto a las fiestas celebradas en honor de la Virgen de Aránzazu, el P. Benjamín Gento Sanz afirma lo siguiente:

“La colonia vascongada, rica y próspera en la época colonial, era también generosa en extremo, al manifestar su religiosidad con la Virgen de su devoción, bajo la advocación de Aránzazu o del Espino —que esto significa la palabra vasca Aránzazu: sobre el espino- que tantos recuerdos les traía de sus lejanas montañas (...). Las fiestas que celebraban a la Virgen de Aránzazu eran suntuosas, y las preseas y alhajas de su culto, numerosas, ricas y abundantes”[36].

Pero es mucho más ilustrativa la reseña que hace un coetáneo, Fray Diego de Córdova y Salinas, de un acontecimiento muy concreto: el recibimiento y la colocación, en la capilla de la Hermandad limeña, de la imagen de Nuestra Señora de Aránzazu, en 1646.

He aquí el relato:

“Fue recibida la forastera divina en Lima con gran pompa y alegría de sus vecinos, haciéndose pedazos las campanas de todas las iglesias en señal de su gozo. Colocada la santa imagen en sus andas de un montón distinto de inmensa riqueza de diamantes, que en lo brillante poco le debían al sol, salió triunfante en hombros de sacerdotes de la Catedral a la plaza mayor, debajo de palio, como Reina y Señora que es de cielo y tierra, despidiendo rayos de gloría de su soberano rostro, que daban vida a cuantos con devoción la miraban. Llevaba por lucido acompañamiento a todo lo noble y común de la ciudad, Virrey, Audiencia Real, Cabildos y Religiones. Pasó la procesión con pompa y aparato, luces, músicas y danzas, las calles y sus balcones adornados de sedas y ricas telas, a la casa del serafín llagado, Francisco, donde el siguiente día, diez y ocho de octubre de mil y seiscientos y cuarenta y seis años, con el mismo aplauso, fiesta, música, Virrey y Tribunales, suspiros y lágrimas de gozo, y alegría de innumerable pueblo convenido, fue colocada la santa imagen en su espino (divina rosa entre espinas) dentro de un nicho de gallardo fondo, a cuya majestad corren dos cortinas de labor costosa”[37].

Fueron notables y continuas las contribuciones de los miembros de la Hermandad para sufragar los gastos que acarreaban las fiestas y todo lo que se dirigía a la veneración de la Virgen de Aránzazu. Por ejemplo, en los años iniciales del siglo XVIII fueron frecuentes las ya mencionadas limosnas para la construcción del retablo de la capilla de la Hermandad. No siendo suficientes las limosnas que se recogían, en ocasiones los propios miembros prestaban dinero a la corporación. Ocurrió eso con los capitanes Pedro de Ulaortua -que llegó a ser prior del Tribunal del Consulado- y Juan Bautista de Palacios, quienes fueron -como ya se ha señalado anteriormente- mayordomos de la Hermandad en los primeros años del siglo XVIII. Según los documentos que acreditan las cuentas, en 1704 la corporación debía a ambos 15,133 pesos, los cuales

“remiten y perdonan a la dicha Hermandad cada uno por su parte y por todos los dichos hermanos se les admitió la remisión y les dieron las debidas gracias así por este servicio que hacen a la Virgen Santísima de Aránzazu como por lo bien que lo han hecho y lo están haciendo en la continuación de sus fiestas y demás gastos que se ofrecen a la dicha Hermandad”[38].

La bóveda sepulcral de la capilla de la Hermandad

Ya nos hemos referido al derecho de los hermanos de esta corporación, así como de sus parientes, de enterrarse en la bóveda de la capilla de la iglesia de San Francisco. Un libro conservado en el Archivo de la Sociedad de Beneficencia Pública de Lima da cuenta de los hermanos que se enterraron en la referida capilla desde fines del siglo XVII[39].

En el siglo siguiente, las ideas de la Ilustración inspiraron las nuevas políticas con respecto a los enterramientos: se buscaba mejorar la salud pública, que se veía perjudicada por el hedor que emanaban las fosas en las que se enterraba a los difuntos en las ciudades. Por eso, se pensó que la solución pasaba por crear cementerios fuera de los centros urbanos, para que los muertos dejaran de envenenar a los vivos[40]. Así, desde 1808, tras la inauguración del Cementerio General de Lima, se estableció que todas las iglesias clausuraran sus bóvedas, sepulturas, osarios y todos los lugares donde hubiera entierros. Es de destacar que las autoridades hicieron especial mención de la iglesia de San Francisco en este sentido. Se deseaba -según un texto de la época- que “no sean más nuestros templos y hospitales los palacios de la muerte. En el Santuario del Dios Vivo solo se sientan el olor agradable del incienso; y el del bálsamo salutífero en las cosas de piedad”[41].

Debemos suponer que hubo una especial preocupación de las autoridades por la situación de la iglesia de San Francisco en lo referido a los enterramientos. En efecto, consta que la prohibición de efectuar entierros en ese templo se había dado ya en 1804. En ese año los religiosos franciscanos construyeron un panteón junto a la Casa de Ejercicios de la Tercera Orden, efectuándose su apertura el 23 de septiembre, y desde ese día “se impidió todo entierro en la iglesia de San Francisco por las superiores órdenes del Excmo. Sr. Virrey D. Gabriel de Avilés y el Arzobispo el Excmo. e Iltmo. Sr. D. Juan Domingo González de la Reguera, de la Gran Cruz de Carlos III. Con este motivo se han cerrado todas las bóvedas y aunque queda abierta la de la Hermandad de Aránzazu, se ha prohibido todo entierro, y ha asignado el R. P. Guardián dieciséis nichos en el panteón para los que tenían derecho a la bóveda (...)”[42].

Es decir, se prohibieron los enterramientos en la iglesia de San Francisco cuatro años antes de la prohibición general de efectuar entierros en los templos. Pero la clausura de la bóveda se produjo en 1808, a raíz de la inauguración del Cementerio General. Dicha clausura es relatada con detalle en uno de los libros de la Hermandad:

“Por el Reglamento Provisional que se imprimió y está la copia en el Archivo de Aránzazu, se mandó por los dos referidos jefes[43] que todas las iglesias de esta capital empezasen a cerrar sus bóvedas, sepulturas, osarios, y demás lugares de entierro, desde el día inmediato a la bendición y apertura del camposanto, y lo verificasen en el término de quince días contados desde primero de junio próximo, inhabilitando los enterratorios de modo que no vuelvan a servir, ni quede señal de su entrada con lápida sepulcral, ni cosa que lo denote”[44].

Siguiendo tales disposiciones, los mayordomos de la Hermandad retiraron una lápida de bronce que tenía allí más de un siglo -se había instalado en 1693-, en la cual aparecía la siguiente inscripción: “Aquí yacen los muy nobles y muy leales hijos y descendientes de la Provincia de Cantabria”. Lo interesante es que en el mismo documento se señalan una serie de precisas instrucciones para quienes en el futuro quisieran reabrir la bóveda, concluyéndose del siguiente modo: “Esta explicación y noticia se pone aquí para los venideros (...); en caso necesario es fácil quitarla y dar entrada a la bóveda”[45]. Todo indica, en efecto, que la clausura de la bóveda sepulcral de la capilla de la Hermandad se realizó con gran pesar por los miembros de la misma, quienes de algún modo mostraron su deseo de que en el futuro pudiera ser reabierta. Dicho pesar puede percibirse en la documentación de la Hermandad, al aludirse a los nichos que se reservaron en el Cementerio General:

“Para reparar en algún modo la falta de la bóveda de Aránzazu en su capilla, se han tomado en el camposanto (...) nichos que están distinguidos con la inscripción de pertenecer a la Ilustre Hermandad de Nuestra Señora de Aránzazu”[46].

Notas

[1] Véase, entre otras, su Historia de la Iglesia en el Perú. Burgos-Lima, 1953-1962, 5 vols.; y su Historia del culto de María en Iberoamérica y de sus imágenes y santuarios más celebrados. Buenos Aires, 1947 (segunda edición).

[2] Celestino, Olinda y Albert Meyers: Las cofradías en el Perú: región central. Frankfurt, Vervuert, 1981.

[3] Garland Ponce, Beatriz: “Las cofradías en Lima durante la colonia. Una primera aproximación”. En: Ramos, Gabriela (compiladora): La venida del reino. Religión, evangelización y cultura en América. Siglos XVI-XX. Cusco, Centro de Estudios Regionales Andinos “Bartolomé de las Casas”, 1994, pp. 199-228.

[4] Paniagua Pérez, Jesús: “Cofradías limeñas: San Eloy y la Misericordia (1597-1733)”. Anuario deEstudios Americanos, tomo LII, N° 1 (Sevilla, 1995), pp. 13-35.

[5] Lévano Medina, Diego Edgar: “Organización y funcionalidad de las cofradías urbanas. Lima siglo XVII”. Revista del Archivo General de la Nación, 24 (Lima, mayo 2002), pp. 77-118.

[6] Corilla Melchor, Ciro: “Cofradías en la ciudad de Lima, siglos XVI y XVII: racismo y conflictos étnicos”. En Carrillo S., Ana Cecilia (y otros): Etnicidad y discriminación racial en la historia del Perú. Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú – Instituto Riva Agüero y Banco Mundial, 2002, pp. 11-34.

[7] Lohmann Villena, Guillermo: “La Ilustre Hermandad de Nuestra Señora de Aránzazu de Lima”. En Los vascos y América. Ideas, hechos, hombres. Madrid, Fundación Banco de Bilbao y Vizcaya, 1990, pp. 203-213.

[8] Luque Alcaide, Elisa: “Coyuntura social y cofradía. Cofradías de Aránzazu de Lima y México”. En Martínez López-Cano, María del Pilar, Gisela von Wobeser y Juan Guillermo Muñoz Correa (coordinadores): Cofradías, capellanías y obras pías en la América colonial. México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1998, p. 98.

[9] Celestino y Meyers, op. cit., p. 195.

[10] Lohmann Villena, op.cit., p. 203.

[11] Benjamín Gento Sanz O.F.M., en su monografía sobre la iglesia de San Francisco, hace referencia a los entierros de los miembros de la Hermandad que en esa cripta se realizaban. Gento Sanz O.F.M., Benjamín: San Francisco de Lima. Estudio Histórico y Artístico de la Iglesia y Convento de San Francisco de Lima. Lima, Imprenta Torres Aguirre S.A., 1945, p. 210.

[12] Lohmann Villena, op. cit., p. 204.

[13] Ibíd., pp. 204-205.

[14] Ibid., pp. 206-210.

[15] Luque Alcaide, op. cit., p. 98.

[16] Garland, op.cit., p. 210.

[17] Lohmann Villena, op. cit.

[18] Luque Alcaide, op. cit.

[19] Luque Alcaide, op. cit., pp. 94 y 101.

[20] Mazzeo, Cristina Ana: El comercio libre en el Perú. Las estrategias de un comerciante criollo. José Antonio de Lavalle y Cortés, Conde de Premio Real, 1777-1815. Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú, 1994, p. 230. Sobre este mismo tema, véase también Rizo-Patrón Boylan, Paul: Linaje, dote y poder. La nobleza de Lima de 1700 a 1850. Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú, 2000, pp. 37-47 y 71-78.

[21] De todos modos, no debe dejar de mencionarse la importancia que ya en el siglo XVII tuvieron los vascos en Lima, en lo relativo a la vida económica y comercial. Un buen ejemplo de ello nos lo ofrece la figura del vizcaíno Juan de la Plaza, quien en la década de 1620 fundó un banco en la capital virreinal, que seria el tercero, ya que para entonces existían los de Bernardo de Villegas y de Juan de la Cueva -célebre este último por su estrepitosa quiebra producida en 1635. Margarita Suárez refiere que se suscitaron muchas resistencias frente a la iniciativa de Plaza de fundar un banco, y que fue importante el apoyo que por escrito le dieron numerosos comerciantes afincados en Lima, muchos de los cuales eran vascos. Cfr. Suárez, Margarita: Desafíos transatlánticos. Mercaderes, banqueros y el estado en el Perú virreinal, 1600-1700. Lima, Instituto Riva-Agüero - Pontificia Universidad Católica del Perú, Fondo de Cultura Económica, Instituto Francés de Estudios Andinos, 2001, pp. 70-72.

[22] Flores Galindo, Alberto: Aristocracia y plebe. Lima, 1760-1830 (Estructura de clases y sociedad colonial). Lima, Mosca Azul Editores, 1984, pp. 74-76.

[23] Pacheco Vélez, César: Memoria y utopía de la vieja Lima. Lima, Universidad del Pacífico, 1985, p. 189.

[24] Lohmann Villena, Guillermo: “Los comerciantes vascos en el virreinato peruano”. En Los vascos y América. Actas de las Jornadas sobre el comercio vasco con América en el siglo XVIII, y la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas en el II Centenario de Carlos III. Bilbao, Fundación Banco de Vizcaya, 1989, p. 55.

[25] Véase Hampe Martínez, Teodoro: “Auge y caída de don Martín de Osambela, comerciante navarro en el Perú (ca. 1754-1825)”. En Revista del Archivo General de la Nación, N° 22 (Lima, 2001), pp. 273-292.

[26] Rizo-Patrón, Paul: “Vinculación parental y social de los comerciantes de Lima a fines del periodo virreinal”. En Mazzeo de Vivó, Cristina Ana: Los comerciantes limeños a fines del siglo XVIII. Capacidad y cohesión de una elite. 1750-1825. Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú —Dirección Académica de Investigación, 1999, p. 20.

[27] Archivo Central de la Sociedad de Beneficencia Pública de Lima (en adelante ACBP) libro N° 8178, f. 15 vto.

[28] Lohmann Villena, Guillermo: Los ministros de la Audiencia de Lima en el reinado de los Borbones (1700-1821). Esquema de un estudio sobre un núcleo dirigente. Sevilla, Escuela de Estudios Hispanoamericanos, 1974, p. 110. Sobre la familia Querejazu, véase Rizo-Patrón: Linaje, dote y poder... cit., pp. 106-109.

[29] ACBP, libro N° 8179, f 190.

[30] ACBP, libro N° 8179, f. 192 vto.

[31] ACBP, libro N° 8179, f. 203 vto.

[32] ACBP, libro N° 8178, f 12.

[33] ACBP, libro N° 8178, f. 15 vto.

[34] ACBP, libro N° 8178, ff. 16, 19 y 22.

[35] Cfr. ACBP, libro N° 8180.

[36] Gento Sanz O.F.M., op.cit., p. 210.

[37] Córdova y Salinas, Diego de: Crónica Franciscana de las Provincias del Perú (Nueva edición con notas e introducción por Lino G. Canedo, O.F.M.). Washington, Academy de Historia Franciscana Americana, 1957, p. 529.

[38] ACBP, libro N° 8179, f. 188. Se especifica que de los 15,133 pesos que se debía a dichos mayordomos, 8,314 correspondían a Juan Bautista de Palacios, y 6,819 a Pedro de Ulaortua.

[39] “Libro de los hermanos que se mueren y se entierran en la bóveda de la capilla de Nuestra Señora de Aránzazu que corre desde el año de 1695”. ACBP, libro N° 8178.

[40] Cfr. Casalino Sen, Carlota: “Higiene pública y piedad ilustrada: la cultura de la muerte bajo los Borbones”. En O’Phelan Godoy, Scarlett (compiladora): El Perú en el siglo XVIII. La era borbónica. Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú -Instituto Riva-Agüero, 1999, p. 326.

[41] Casalino, op. cit., pp.338, 339 y 342.

[42] ACBP, libro N° 8178, f. 23 vto.

[43] En alusión al arzobispo Las Heras y al virrey Abascal.

[44] ACBP, libro N° 8178, f. 26.

[45] ACBP, libro N° 8178, f. 26 vto.

[46] IbId.

COFRADIA DE NUESTRA SEÑORA DE ARANZAZU DE LIMA 1612-2012

América y los vascos.

Introducción y estudio bibliográfico

(America and the Basques. Introduction and

bibliographical study)

Aduriz, Iñaki; Ascunce, José Ángel; Zabala, José Ramón

Universidad de Deusto

Campus de San Sebastián

Camino Mundaiz, 50

20012 Donostia - San Sebastián

BIBLID [0212-7016 (1998), 43: 1; 117-147]

lunes, 13 de febrero de 2012

COFRADIA DE NUESTRA SEÑORA DE ARANZAZU DE LIMA 1612-2012

America y las euskaletxeak

Francisco Igartua

Aunque haya muchísima gente en el mundo que ignore la identidad vasca y no falten hasta vascos que estimen folklóricas las diferencias de este pueblo con otros, la identidad euskaldun es una realidad que viene de muy lejos y ha persistido a través de los muchos siglos que nos separan de la época en que las tribus de Euskalherria resolvían sus problemas bajo un árbol y fueron constituyendo el reino de Navarra. Identidad que más tarde se consolidó en Fueros e hizo que los vascos establecidos en los puertos españoles de salida a América fueran calificadas por Carlos V y Felipe II de gente con "talante y costumbres diferentes". Y ya en América, son los "vizcaínos" los que siguen a Almagro para la conquista de Chile...

Esta diferenciación, que afirma la identidad vasca, da vida en 1612 a la primera Euskaletxea americana. El hecho ocurre en el convento de San Francisco, en Lima, Perú, y muy pronto es calcado en ciudad de México. A fines del siglo, esa reafirmación de identidad de los vascos afincados en América se había extendido por todo el continente; siempre como cofradías "de Nuestra Señora de Aranzazu".

Para demostrar la intención nacionalista de esas primeras Euskaletxeak, basta con leer uno de los muchos documentos de aquellas épocas, casi todos idénticos. En él, lo mismo que en los de México y Santiago, se dice: "Por cuanto en la Congregación y Hermandad que tienen fundada los caballeros hijos-dalgo que residen en esta ciudad de los Reyes de Perú (Lima), naturales del Señorío de Vizcaya y Provincia de Quipuzcoa y descendientes de ellos , y naturales de la Provincia de Alava, Reino de Navarra y de las cuatro villas de la costa de la Montaña (como se ve, queda claramente demarcado el territorio)... se requiere actualizar las ordenanzas de 1612, que fue cuando se dio principio a la Ilustre Hermandad Vascongada de Nuestra Señora de Aranzazu, para unirse y confederarse todas las personas de los lugares arriba citados... a fin de ejercitar entre sí y con los de su nación obras de misericordia y caridad... y están a continuación los nombres y apellidos de todos los hermanos con el paraje de donde son (65 de guipuzcoa, 49 del Señorío, 9 de navarra, 7 de Alava y 5 de las Cuatro Villas)."

Se trata de ordenanzas que, en algunos asuntos, llegan a extremos tan severos que hoy producirían espanto por su racismo, pero que abonan la tesis de la diferenciación vasca y se pueden ver con indulgencia si nos situamos en la mentalidad de la época en que ellas fueron elaboradas.

Después de establecer "ante todas cosas" que la nobleza y limpieza de sangre ayuda mucho a la virtud y que las buenas obras son producto del ser hijos y descendientes de buenos, " se ordena para mayor decoro de esta Congregación que todos los que hubieren de ser recibidos en ella sean originarios de las partes y lugares usos referidos o sus descendientes"..."para lo cual se advierte que no se admitan, ni entierren en su capilla persona alguna que esté manchada de judío, moro, penitenciado para el Santo Oficio, ni casado con mulata, india o negra, o que tenga algún oficio infame"...Termina esta segunda ordenanza señalando cómo deben hacerse "el examen y las averiguaciones" con sumo secreto, verbalmente y no por escrito. Sólo cuando la diligencia hubiese terminado es que será escrita y consignada en el libro de la Hermandad.

Pero no sólo de racismo están teñidas estas ordenanzas, también lo están de la igualdad que desde los tiempos ha caracterizado a los vascos. Luego, pues, de ordenar que en la capilla y bóvedas de ella tengan entierro los hermanos y las viudas de ellos-"siempre que no se hubieren casado con personas ajenas a la hermandad"- se extiende ese derecho a todos los hijos, legítimos o naturales, de los caballeros que son o hubieran sido de la Cofradía, aunque "advirtiendo que los hijos naturales no tengan raza indigna"...Más todavía. La quinta ordenanza quiere que haya igualdad en todos los hermanos "porque ésta es madre de la paz", y dispone: "a ningún hermano ni hermana de cualquier condición, oficio o calidad que sea se le de ni se le pueda dar asiento, ni entierro particular en dicha capilla, y esto ha de ser de tal manera indispensable que los mayordomos y diputados ni los Cabildos y juntas generales no puedan dispensar en esto". O sea, dentro del más ortodoxo igualitarismo, esas primitivas Euskaletxeak no admitían privilegio alguno fuere cual fuere el caso. Alzaban con toda claridad un lema que nunca debiera ser olvidado: todos los vascos somos iguales.

Muchos más ejemplos del particularismo vasco, de la identidad euskaldun, se pueden extraer de la lectura de estos ajados documentos americanos, pero el espacio, tirano del periodismo, me obliga a concluir y lo hago con un reclamo cara al futuro. Identidad significa afirmación de lo propio y no agresión a la otredad, afirmación actualizada -repito actualizada- de tradiciones que enriquecen la salud de los pueblos y naciones y las pluralidades del ser humano. No se hace patria odiando a los otros, cerrándonos, sino integrando al sentir, a la vivencia de la comunidad euskaldun, la pluralidad del ser vasco. Por ejemplo, asumiendo como propio -porque lo es- el pensamiento de las grandes personalidades vascas, incluido el de los que han sido reacios al Bizcaitarrismo como es el caso de Unamuno, Baroja, Maeztu, figuras universales y profundamente vascas, tanto que don Miguel se preciaba de serlo afirmando " y yo lo soy puro, por los dieciséis costados". Lo decía con el mismo espíritu con el que los vascos en 1612, comenzaban a reunirse en Euskaletxeak aquí en América.

Euskonews & Media 72.zbk (2000 / 3 / 24-31)

COFRADIA DE NUESTRA SEÑORA DE ARANZAZU DE LIMA 1612-2012

La primera cofradía en América

Francisco Igartua

"Antes paisano que Dios", frase con tufillo blasfemo, fue común entre los vascos de aquellas épocas y es frase que sintetiza el ánimo de los vascos que participaron en la Conquista y en la fundación de la institucionalidad colonial americana. Un hecho, repetido en todo el Nuevo Mundo, que se explica por el carácter cerrado del euskaldun (desconfiado de los "otros") y por la diferenciación que nacía del idioma. El euskera los unía y les permitía mantener secretos sin necesidad de pasar a la clandestinidad.

La conjunción de estos dos elementos (idioma y desconfianza) hizo que los vascos siempre andaran en grupo, grupos que algunas veces pactaron por lo bajo entre ellos, aunque las más de las veces se enfrentaron por fidelidad al bando con el que se habían comprometido. Lo que no quiere decir que no hubiera excepciones y de gruesa envergadura, algunas más que vergonzosas. Y también confabulaciones de abierta picardía.

Esta tendencia a la diferenciación, a sentirse distintos, a ser comunidad con caracteres propios, otra nación, hizo que muy pronto los vascos de América comenzaran a congregarse en reuniones exclusivas que fueron tomando forma institucional. La más antigua información sobre el tema, es la referida a los vascos de Potosí (Alto Perú), importante ciudad que creció al lado de la mítica montaña de plata que deslumbró por siglos a la imaginación europea y en la cual los vascos se hicieron ricos y poderosos, gracias a su entrega al trabajo y su habilidad para los negocios. Al finalizar el siglo XVI, la comunidad vasca de Potosí, que controlaba las fábricas mineras (el ochenta por ciento de las 132 fábricas eran de vascos en 1580), que tenía mayoría en el municipio (de los doce regidores seis eran vascos) y dominaba el mercadeo de la plata (de doce mercaderes ocho eran vascos), se constituyó en Hermandad de ayuda mutua en el templo de los agustinos del lugar, aunque no se oficializaron los estatutos. Y lo mismo ocurrió por aquellos años en la Ciudad de los Reyes (Lima), donde algunos vascos se reunían, con fines iguales y la misma informalidad de los de Potosí, en el convento de San Agustín.

Pero la primera hermandad vascongada que se organiza y se oficializa en América, es la fundada en Lima el trece de febrero de 1612. En esa fecha, formalmente, importantes comerciantes vascongados de la capital del Virreynato de Nueva Castilla se reunieron para dar poder a los siguientes "caballeros hijosdalgo de la nación vascongada" (Olarte, Cortabarría, Urdanibia, Urrutia, Arrona y Rezola) encargándoles adquirir una capilla en la "iglesia de Santo San Francisco" con el propósito de dedicarla al culto de nuestra Señora de Aranzazu. Una capilla que tendría por objeto ser punto de reunión de la Hermandad Vascongada, más conocida luego como Cofradía de la Virgen de Aranzazu, reservándose la cripta para el entierro exclusivo de los miembros de la Hermandad y sus descendientes. El 27 de diciembre de ese mismo año, concluidos los trámites de la compra, se convocó a una reunión para elegir mayordomos y redactar estatutos; estatutos que rigieron durante más de dos siglos la Hermandad limeña, y que son muy parecidos a los redactados años después en México, Santiago de Chile y otras ciudades con el mismo fin: poner en funcionamiento una Cofradía de la Virgen de Aranzazu, que congregara en exclusiva a los vascos, probándose así que lo ocurrido en Lima no fue un hecho aislado, circunscrito a esa ciudad, sino un propósito compartido por todos los vascos de América, deseosos de diferenciarse y hacer causa común entre ellos. Por algo todas estas hermandades o cofradías se organizaron bajo la advocación de Nuestra Señora de Aranzazu, el máximo símbolo religioso de los vascos, identificándolo con "nuestra nación", como dice la constitución de la primera de estas Cofradías, la fundada en la Ciudad de los Reyes en 1612.

Fueron ciento cinco hermanos los fundadores de esa primera Cofradía (35 de Quipuzcoa, 49 de Vizcaya, 9 de Navarra, 7 de Alava y 5 de las Cuatro Villas) y se conserva el nombre de ellos porque dejaron estampada su firma en el libro de elecciones de la Hermandad. Los que dieron poder para la compra de la capilla fueron Garro, Gordejuela, Echegaray, Munibe (Lope de), Munibe (Miguel de), Ortiz de Bedia, Mallea, Zabala, Ormaechea, Arcaya, Urasandi. Todos importantes comerciantes de la ciudad, lo que es otra muestra de la dedicación a los negocios de los vascos en América. Aunque en Potosí, donde en realidad se inician informalmente estas asociaciones, hay que añadir a los hombres de empresa los numerosos técnicos que dirigían en las minas la amalgama del mercurio con la plata, los azogueros.

El ánimo nacionalista de los cofrades está claro en el texto de los estatutos de la "Congregación y Hermandad que tienen fundada los Caballeros hijosdalgo que residen en esta Ciudad de los Reyes del Perú... con el fin de ejercitar entre si y con los de su nación obras de misericordia y caridad, así en vida como en muerte... y porque la nobleza y limpieza de sangre es don de Dios... ayuda mucho a la virtud y buenas obras al ser hijos y descendientes de buenos, se ordena para mayor decoro de la Congregación que todos los que hubieren de ser recibidos en ella sean originarios de las partes y lugares sus referidos o sus descendientes... En la capilla y bóvedas de ella tienen entierro propio los hermanos y viudas de ellos, pero si éstas se casaren con personas que no lo sean pierden este derecho... también lo tienen los hijos legítimos y naturales de tales Caballeros hijosdalgo que son o hubieren sido de dicha hermandad y las mujeres que se casaren con ellos, advirtiendo que los naturales no tengan raza indígena...".

Desde el inicio, como vemos, se señala en los estatutos que la congregación está estrictamente reservada a los vascos, indicándose con claridad el territorio ("Quipuzcoa, Señorío de Vizcaya, Alava y Navarra", con una extensión precisa a "las Cuatro Villas de la costa de la Montaña que son Laredo, Castro Urdiales, Santander y San Vicente de la Barquera").

También se recogen las viejas costumbres de los euskaldunes señalándose que la igualdad debe ser respetada hasta en la muerte, por lo que "para que se eviten quejas y haya igualdad en todos los hermanos que es madre de la paz y conformidad cristiana, a ningún hermano ni hermana de cualquier condición, oficio y calidad que sea se le de o pueda dar asiento, ni entierro particular en la capilla". Ni asiento ni sepultura que diferencie a unos de otros y, más aún, "esto ha de ser de tal manera indispensable" que no hay autoridad alguna que pueda "innovar o dispensar" esta disposición. Igualdad que se extiende hasta el caso de "personas pobres originarias de dichas provincias y descendientes de ellas (fallecidas en la ciudad), las cuales o por descuido o por falta de noticia no hayan sido registradas... se ordena que los tales se hayan de enterrar y se entierren en la capilla a costa de la Hermandad...."

La voluntad de singularizarse, de tener identidad propia, es la que anima a este y otros estatutos (México, Santiago de Chile); aunque sin llegar a desatinos. Por ejemplo, los mayordomos limeños que deciden el nombramiento de Capellanes para las capellanías que la Cofradía sostiene, deben cuidarse de que los aspirantes demuestren primero que nada solvencia moral, capacidad intelectual, don de gentes y sólo en último término están obligados a preferir a originarios de euskalherría o vascos americanos.

La Cofradía de Lima tuvo vida ininterrumpida hasta el siglo XIX y en 1857, proclamada ya la independencia peruana y establecida la República, eran 278 sus miembros, cifra significativa en la Lima de ese entonces. Sólo en 1865 entra en disolución y es absorbida por la Beneficiencia Pública de la ciudad.

Sin embargo, nunca dejaron los vascos de Lima tener contacto entre ellos como hermandad vascongada y, comenzado el siglo XX, se van sucediendo algunas peñas de charla, mus y vino. Hasta que, el día 30 de Diciembre de 1950, en forma solemne, se reúne un grupo de personalidades, distinguidas por su resonancia económica y social o por la importante función pública que desempeñaban, y queda establecido el Centro Vasco de Lima. La ceremonia se realizó en un espléndido local, el Country Club, una especie de hotel rodeado de hermosos jardines que era el punto de reunión más exclusivo de la ciudad, con restaurantes y grandes salones útiles para bodas y desfiles de moda. La razón de que se diera esta extravagante amalgama de gran mundo y sociedad vasca ocurrió porque la idea de fundar el Centro partió de las conversaciones entre Jean Magnet Hiriart, vasco de Iparralde, que era el gerente general del sitio, con el encargado de los restaurantes, el bilbaino Juancho Gonzalez Sasía, gudari que partió para América luego de la caída de Bilbao en la Guerra Civil. Participaban de estas inquietudes parroquianos del lugar, sobre todo Germán Aguirre, motor del empresariado peruano, y Abel Corriquirí, también destacada personalidad de los negocios. Ambos, nacidos en el Perú, tenían honda devoción por sus raíces vascas y se dedicaron a convocar a los amigos. Las reuniones en el Country Club eran esporádicas con dos fechas obligatorias, el Aberri Eguna y el día de San Ignacio.

Fue este Centro el precursor de la actual Euskaletxea y participaron en él Martín Iñurritegui, Germán Aguirre, Rafael de Orbegozo, Abel Carriquirí, Eduardo Ibarra, Jean Magnet Hiriart, Alejandro Esparza Zañartu, Andrés Aramburu Menchaca, Germán Ortiz Montori, Dionisio Bollar, Eduardo Olano, Rodrigo Aranguena, Fermín Berasategui, Juan José Gonzales de Sasía y otros más.

Duró el Centro, siempre limitado al tiempo libre de sus importantísimos socios, lo que duró la salud y la vida de los más entusiastas.

En los años ochenta, entre los sobrevivientes o libres de achaques, se contaban Gonzalez Sasía y Berasategui, quienes se encargaron de revivir esos entusiasmos y dieron origen, el 4 de Marzo de 1986, a la Euskaletxea de la que Pedro Aramburu fue su primer presidente y que, curiosamente, ha volteado la tortilla de aquel empingorotado centro del Country Club. La Euskaletxea de hoy es un recogido y simpático local similar a las sociedades de Euskalherria, con actividades más amplias que las habituales de las de allá (viene a resultar una especie de consulado) y que se convierte los martes, al medio día, en lugar de reunión de la crema y nata de políticos, ministros y embajadores de distintas naciones designados al lugar.

Euskonews & Media 189.zbk (2002 / 11 / 22-29)

jueves, 2 de febrero de 2012

Oiga

PERU 21

Piden captura de Morales Bermúdez

Jueves 02 de febrero del 2012

Un juez argentino ordenó la detención internacional del ex presidente, debido al secuestro de 13 opositores de su gobierno, que luego fueron enviados a Argentina en el marco del ‘Plan Cóndor’.

Morales Bermúdez permaneció en el poder entre 1975 y 1980.

Un juez federal de Argentina ordenó la detención a nivel internacional del ex presidente peruano Francisco Morales Bermúdez, por el presunto secuestro de 13 opositores que luego fueron enviados a Argentina, en el marco del ‘Plan Cóndor’.

Según reportan hoy medios argentinos, el juez Norberto Oyarbide envió la solicitud de captura “provisoria y preventiva” a la cancillería de su país y pidió apoyo a la Interpol, para la detención y extradición de Morales Bermúdez.

El ex presidente de facto es acusado de enviar, en 1978, a 13 ciudadanos opositores hasta Argentina. El ‘Plan Cóndor’ consistía en acciones represivas coordinadas entre las dictaduras de la región entre los años 70 y 80, como el caso de Jorge Rafael Videla.

El pedido se da tras la denuncia de uno de los 13 opositores que fueron capturados, Ricardo Napurí Schapiro, a quien acusaron de “actividades subversivas”.

Morales Bermúdez ocupó la presidencia de facto en el Perú entre 1975 y 1980. Actualmente tiene 90 años.

viernes, 20 de enero de 2012

Francisco Igartua Rovira In Memoriam

DIARIO EL COMERCIO

VALEROSO DEFENSOR DE LAS LIBERTADES

Igartua: Una huella imborrable

Por: Jhon Bazán Aguilar Periodista

Viernes 20 de Enero del 2012

La huella que Francisco Igartua Rovira dejó a su paso por la vida se nota más nítida desde afuera que desde las calles de Lima. He tenido ocasión de recoger en mis viajes notables recuerdos, y elogiosos comentarios, no solo acerca de lo que fue como persona –un hombre íntegro con ideas propias– sino de su lucha permanente por la libertad y la búsqueda de soluciones.

Palmira Oyanguren, intelectual chilena de raíces vascas, escribió recientemente un enjundioso artículo en el que dice de Igartua: “Periodista agudo y excepcional, Francisco Igartua fue uno de los grandes exponentes de la prensa peruana. Nada ni nadie pudo acallar a este personaje que tenía por lema el ‘no a la regimentación de la prensa’ y si bien sufrió el peso de varias dictaduras, su convicción fue más fuerte que los sablazos militares…”.

Otros recuerdan a Igartua por la terca consecuencia con sus ideas libertarias, que lo llevaron incluso a sufrir persecución y destierro. Una anécdota de los tiempos de Odría lo retrata mejor que nadie, cuando era, entonces, un periodista en busca de la verdad, lo cual naturalmente incomodaba al régimen.

Igartua estaba deportado, pero burlando los controles fronterizos había vuelto a Lima, aunque avisados por esbirros de su audacia estaba siendo buscado por calles y plazas. Escogió, entonces, para refugiarse un eventual y sui géneris asilo: el local de El Comercio, donde con la anuencia del director, don Luis Miró Quesada de la Guerra, se sintió protegido y a salvo por el tiempo necesario, ya que los policías no se atrevieron a violar el local de tan importante diario.

Cabe recordar que Igartua, para entonces, ya había pasado por el mítico diario “Jornada”, una hoja cotidiana cuyas columnas muchas veces eran incendiarias. Había estado en “La Prensa”, cuando la dirigía Guillermo Hoyos Osores, su amigo y referente, y había tenido la audacia de fundar “Oiga” casi el mismo día en que Manuel Odría había roto la democracia derrocando al presidente constitucional José Luis Bustamante y Rivero, a quien Igartua admiró hasta su muerte.

Ya para entonces había dado muestra de su compromiso con la verdad con el llamado Caso Góngora Perea, que lo contrapuso con un diputado aprista por Amazonas que había declarado cosas de las cuales después se arrepintió presionado por el partido y que desmintió en sendas cartas a “Jornada” (setiembre de 1946). El asunto llegó hasta el liderazgo aprista, que citó a Igartua al local de “La Tribuna”, pero en vez de diálogo recibió una soberana paliza en el zaguán de ese diario. El lema aprista de entonces era “por la razón o la fuerza”.

Ahora que se cumplirán ocho años de su fallecimiento, es bueno reflexionar respecto a este legado de fidelidad a sus ideales que dejó Igartua a los periodistas. Los reveses nunca lo arredraron: Fundó “Oiga” primero en 1948 para luchar contra Odría y luego en sucesivas etapas contra mandones antidemocráticos de toda laya; luego cofundó “Caretas”, donde dejó doce años de su vida editorial y lineamientos que aún le sobreviven.

jueves, 19 de enero de 2012

Oiga

Diario Correo

TRATANDO DE ESCLARECER EL TEMA VASCO

Por Francisco Igartua

Domingo 7 de setiembre de 2002

En estos días me he tropezado en la calle y en reuniones sociales con lectores de esta columna que, en curiosa coincidencia, me han pedido que escriba sobre un tema de actualidad que ni la prensa ni la televisión les logran explicar. "Por un lado -me dijo uno de ellos- leo que ETA es un grupúsculo y en la televisión veo manifestaciones de muchos miles que la respaldan". Daré, pues, gusto a estos lectores e intentaré esclarecer en esta breve columna el grandísimo embrollo vasco.

Por lo pronto aclararé que la situación actual en el País Vasco la ha creado, con fines electorales, el líder de la derecha española, quien aspira a volver a ganar por mayoría absoluta la presidencia del gobierno español. Con diversas embestidas contra el nacionalismo vasco (la última ha sido la ilegalización de Batasuna), el señor Aznar halaga al nacionalismo español (millones de votos) y coloca a sus contendores, los socialistas, de furgones de cola de su política, obligándolos a incorporarse la aventura antivasca, ya que no les convendría enemistarse con el electorado supermayoritario, el de toda la península. A su vez, estas embestidas han creado tensiones internas en el nacionalismo vasco, que tiene sus propios afanes electorales.

La última provocación, la ilegalización del partido Batasuna, por mano del juez Garzón, ha colocado a la policía vasca contra los manifestantes vascos que, igual que el gobierno vasco, no están de acuerdo con esa ilegalización, no por simpatía a Batusana, sino porque unos y otros creen que se trata de un atentado contra la libertad política. Opinar, dicen, no es delito y menos aún callar, o sea no protestar por los asesinatos de ETA.

Además y principalmente porque el gobierno vasco y la mayoría de los vascos están seguros de que tal medida no debilitará sino que fortalecerá a la banda criminal etarra.

Y aquí el lector se preguntará desconcertado ¿entonces por qué la policía vasca, que depende del gobierno autónomo vasco, reprime a los manifestantes en Bilbao y Donostia?... Simple y llanamente porque el gobierno del lehendakari lbarretxe está atrapado en el cumplimiento de la ley. Le parece aberrante la ilegalización, pero la ley del Estado obliga al cumplimiento de la orden de Garzón. De resistirse a la decisión del juez quedaría el gobierno vasco descolocado en su principal diferendo con Madrid: en su reclamo para que se cumpla ya la totalidad del Estatuto de Guernica, que es ley del Estado hace décadas y que hasta ahora no se completa, por negarse Madrid a transferir al gobierno autónomo todas las competencias que el Estatuto consagra.

Para que se entienda semejante enredo será necesario explicar, aunque sea muy a la ligera, en qué consiste el nacionalismo vasco. En pocas palabras, diré que está basado en el convencimiento de que el País Vasco (Euskalherria) tiene, históricamente, una identidad nacional inconfundible, cuyo futuro (que no es obligatoriamente la independencia) debe decidido la libre determinación de los vascos.

Pero el nacionalismo vasco, como todo lo vasco, es montaraz e individualista y no es uno solo. Se divide en cuatro: PNV, EA. Batasuna y ETA, este último no es un partido sino una banda criminal de filiación marxista que usa el nacionalismo para sus fines comunistas. Los dos primeros (con fricciones personales entre ellos) nada tienen que ver con el terrorismo y forman el gobierno autónomo de Euskadi, un gobierno moderado y sumamente eficiente, que ha colocado al País Vasco entre las más prósperas regiones europeas. Batasuna es un movimiento socialista y alocado que también reclama libre deter-minación, pero no condena la violencia etarra y algunos de sus miembros cultivan un irracional odio a España.

La maniobra política de Aznar y Oreja, su consejero en el tema, ha sido meter en el mismo saco a los cuatro, con lo que logra el aplauso y los votos del 90% de la península, pero genera furor en la juventud vasca y refuerza los contactos de ETA con los elementos extremistas de Batasuna. Prende el fuego en Euskadi.

Contra ese incendio absurdo y nada democrático es que está el gobierno del PNV y EA, acompañados por los que aspiran a la paz en Euskadi, entre ellos los obispos vascos (para escándalo de los obispos españoles y la furia de Aznar, que intentó inútilmente la condena del Vaticano a la Iglesia euskaldun). Una paz que no se alcanzará policialmente sino por medio del diálogo. Y la ilegalización de Batasuna lo único que logra es fortalecer a ETA y cortar un hilo para esa posible negociación; similar a la que se produjo en Irlanda con el IRA, gracias a la intermediación del Sin Fain.

El gobierno derechista de Aznar no ha querido seguir los consejos de la razón y la sensatez, que le daba, entre otros, el ex presidente de Italia Cossiga. Ha preferido el grito ciego del franquismo: "¡España Una, antes Roja que Rota!". ¿Acaso ser múltiple no sería enriquecerse y encajar mejor en la Europa del siglo XXI?

Oiga

EXP. N.° 02468-2010-PHC/TC

LIMA

JUAN DE DIOS ZORRILLA QUINTANA

A FAVOR DE EDUARDO MARTÍN

CALMELL DEL SOLAR DÍAZ

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 28 días del mes de noviembre de 2011, el Pleno del Tribunal Constitucional, integrado por los magistrados Mesía Ramírez, Álvarez Miranda, Vergara Gotelli, Beaumont Callirgos, Calle Hayen, Eto Cruz y Urviola Hani, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

El recurso de agravio constitucional interpuesto por don Juan de Dios Zorrilla Quintana, a favor de don Eduardo Martín Calmell del Solar Díaz, contra la resolución expedida por la Sexta Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de Lima para Procesos con Reos Libres, de fojas 1020, su fecha 19 de abril de 2010, que declara infundada la demanda de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 19 de julio de 2009 el recurrente interpone demanda de hábeas corpus a favor de don Eduardo Martín Calmell del Solar Díaz contra la juez del Segundo Juzgado Penal Especial Anticorrupción, Victoria Sánchez Espinoza, y los vocales de la Cuarta Sala Penal Especial de la Corte Superior de Justicia de Lima, don Abigaíl Colquicocha Manrique, doña Luisa Napa Lévano y don Carlos Brousset Salas. Alega la vulneración de los derechos a la libertad individual, a la libertad de tránsito, al debido proceso y del principio de la cosa juzgada.

Sostiene el recurrente que al beneficiado se le procesa por los delitos de asociación ilícita para delinquir y peculado en el Expediente Nº 055-2001, donde se le han cursado órdenes de detención y "pese a que el Estado Peruano fue vencido en el proceso de extradición que se hiciese en Chile, mediante sentencia expedida por la Segunda Sala Penal de la Corte Suprema de Chile, que lo ha exculpado plenamente de los delitos de asociación ilícita y peculado, resolviendo el fondo de los referidos tipos penales respectivamente y que tiene autoridad de cosa juzgada y donde quedó evidenciado que el favorecido fue enjuiciado en el Perú en su condición de periodista por el gobierno de Valentín Paniagua y por el que fue acusado injustamente por brindar apoyo en su calidad de director del periódico Expreso en la reelección del presidente Alberto Fujimori y por recibir dinero del Estado de Vladimiro Montesinos Torres para la compra de Cable Canal de Noticias y por recibir dinero del Estado como contribución a la campaña reeleccionista del expresidente Alberto Fujimori Fujimori, no goza de total libertad de tránsito, pues a pesar de que goza de libertad en Chile no puede salir de ese país ya que las órdenes de captura internacional están vigentes en todos los países del mundo.

Con fecha 30 de diciembre del 2009 el Cuadragésimo Noveno Juzgado Penal de Lima declara infundada la demanda por considerar que mediante el presente proceso el beneficiado pretende la intromisión del órgano jurisdiccional constitucional externo, lo cual transgrede el principio de independencia e interferencia del ejercicio de la función jurisdiccional del Magistrado accionado, contemplado en el artículo 139, inciso 1, de la Constitución Política del Perú.

A su turno, la Sexta Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de Lima para Procesos con Reos Libres confirma la apelada por considerar que no se ha acreditado la vulneración de ningún derecho alegado por el recurrente.

FUNDAMENTOS

1. El objeto de la demanda es que se ordene la anulación de las órdenes de detención tanto nacionales como internacionales dictadas contra el beneficiado por los jueces emplazados en el proceso que se le sigue por los delitos contra la administración pública –peculado y contra la tranquilidad pública– asociación ilícita para delinquir en agravio del Estado, en atención a que al tener la calidad de cosa juzgada el pronunciamiento de la Segunda Sala Penal de la Corte Suprema de Chile que rechazó la extradición del beneficiado, se vulnera su derecho a la libertad de tránsito al no poder salir de ese país, al encontrarse vigente las órdenes de captura internacional en todos los países del mundo.

2. Que la Constitución establece expresamente en el artículo 200, inciso 1, que el hábeas corpus procede cuando se amenace o viole el derecho a la libertad individual o los derechos constitucionales conexos a ella, entre ellos la libertad de tránsito. A su vez, el artículo 139º, inciso 13, de la Norma Fundamental señala que son principios y derechos de la función jurisdiccional la prohibición de revivir procesos fenecidos con resolución ejecutoriada añadiendo que la amnistía, el indulto, el sobreseimiento definitivo y la prescripción producen los efectos de cosa juzgada.

3. Tal como lo ha señalado el Tribunal Constitucional en anterior oportunidad, la extradición debe ser entendida como un procedimiento mediante el cual un Estado es requerido para que haga entrega de un individuo que se encuentra dentro de su territorio y que tiene la condición de procesado o condenado por un delito común, al Estado requirente o solicitante, en virtud de un tratado, o a falta de este, por aplicación del Principio de Reciprocidad, para que sea puesto a disposición de la autoridad judicial competente y se le enjuicie penalmente, o para que cumpla y se ejecute la pena impuesta, si se hubiera producido previamente el proceso penal correspondiente (Cfr. Exp. Nº 3966-2004-HC/TC, Enrique José Benavides Morales).

4. En el caso materia de análisis, este Tribunal advierte que la decisión que motivó el rechazo del pedido de extradición no constituye una Resolución Judicial Suprema o Ejecutoria Suprema que pueda calificar el hecho como cosa juzgada, pues como ya se indicó, la extradición es un instituto jurídico que viabiliza la remisión compulsiva de un individuo por parte de un Estado a los órganos jurisdiccionales competentes de otro a efectos de que sea enjuiciado o cumpla con una condena impuesta, y el acceder o denegar una extradición no implica una calificación de los hechos que conlleve la exculpación del favorecido, ya que ello es propio de un proceso ordinario. Por lo que siendo así, y estando vigente el mandato de detención dictado contra el beneficiario en el auto de apertura de instrucción de fojas 95, así como la resolución de fecha 6 de febrero del 2004, que ordena su ubicación y captura a nivel nacional e internacional, resolución que fue confirmada por la Sala Penal Superior con resolución de fecha 16 de agosto de 2004, las mismas que fueron emitidas dentro de un proceso penal con las garantías de ley, la presente demanda deberá ser desestimada, dado que no configura cosa juzgada la resolución emitida por el Poder Judicial del Chile que rechazó la extradición del beneficiario.

5. Por lo tanto, la presente demanda debe ser desestimada al no haberse acreditado la vulneración de los derechos constitucionales invocados, resultando de aplicación el artículo 2º, a contrario sensu, del Código Procesal Constitucional.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda.

Publíquese y notifíquese.

SS.

MESÍA RAMÍREZ

ÁLVAREZ MIRANDA

VERGARA GOTELLI

BEAUMONT CALLIRGOS

CALLE HAYEN

ETO CRUZ

URVIOLA HANI

Oiga

DIARIO CORREO

INSÓLITO: EN CANAL 5 SE LANZÓ

LA CANDIDATURA DE FUJIMORI PARA 2006

Por Francisco Igartua

Domingo 6 de julio del 2002

El domingo pasado, viendo y oyendo la televisión en ese tonto matar el tiempo de nuestros días, quedé de pronto estupefacto. No podía ser, pero así era. Con descaro, sin la mejor pudicia, en el programa Panorama se hacía la defensa del prófugo Alberto Fujimori, con la abierta intención de preparar su retorno a la Presidencia en el 2006. Escudada en una falsa imparcialidad, Mónica Delta permitía a un representante del huido ex presidente despacharse a su antojo, proclamando las enormes virtudes de Fujimori y su impoluta conducta. Su único error, según el autor del pegajoso ritmo de El Chino, fue haber confiado en el maligno Montesinos, el único responsable de todo el horror y el latrocinio de su régimen. Era como si en Alemania de los años 40 y 50 en un medio de difusión alguien se hubiera atrevido a reivindicar a Hitler echándole al monstruoso Himmler la culpa de todos los horrores del nazismo. ¡Cómo si el segundo no hubiera sido hechura de los delirios criminales del führer nazi!

El intento de Panorama por relanzar la figura del chino "amigo de los cholitos" era evidente, tanto como el desesperado propósito de lavarse las manos con la cortina de incrédulas preguntas que, por encargo, le iba haciendo al entrevistado una desganada cronista.

Pero ¿sólo Panorama tendría responsabilidad en la repulsiva resurrección de Fujimori?.... No. Serán varios a los que habría que achacar tan espeluznante retorno. Por lo pronto, a los que se encargaron, al instalarse el régimen democrático, de escoger al procurador de la República. No se les ocurrió idea más brillante que respaldar al mismo procurador ¡escogido por el mismísimo Fujimori para investigar a su régimen!

El resultado está a la vista. Hasta este momento no se ha formalizado una sola acusación sustantiva contra el prófugo ex presidente y cabeza visible y todo pudiente del fujimorismo. El doctor Ugaz se lució en la investigación contra quien lo hizo procurador. A pesar de que se le alcanzaron documentos con la firma de Fujimori que servían y sirven de base para acusarlo con fundamento de crímenes de lesa humanidad, todo su esfuerzo estuvo concentrado no en el líder sino en el Himmler de Fujimori, en Montesinos; y en dar curso a todas las acusaciones lanzadas por la Pinchi Pinchi y compañía. Algunas de poca monta, pero que han servido para rellenar las cárceles.

También contribuye la justicia abusiva

Culpa del posible regreso de Fujimori a la arena política peruana no sólo la tendrán programas que, como Panorama del pasado domingo, difundan sus virtudes e inocencias, impresionando a muchos, entre otros a la empleada de mi casa que el lunes me preguntó: "¿Será verdad lo que decía ayer el señor de Panorama? Parecía muy sincero". También serán culpables los abusos judiciales que se están cometiendo, pues justicia abusiva no es justicia y sirve para que se confundan los procesos justos con los que no lo son. De lo que resultará una confusión favorable a los verdaderos delincuentes del descomunal horror que fue el fujimorismo.

Ejemplo de esa justicia abusiva son los casos del señor Héctor Chumpitaz y del doctor Ernesto Gamarra. Al primero se le persigue y humilla porque recibió unos dólares de manos de Montesinos. Y yo no veo aquí cuál pueda ser el delito. Es absolutamente razonable que un ingenuo deportista como Chumpitaz se haya sentido halagado al ofrecérsele la posibilidad de ser regidor municipal y tenía que ser lógico, no sólo para él sino para la mayoría de los peruanos, que el verdadero segundo en la jerarquía del fujimorismo fuera la autoridad partidaria competente para escoger candidatos y para cubrir los gastos de campaña de los postulantes sin medios económicos que aportarían votos por su personal popularidad. Así ha sido siempre aquí, en Washington y en la Cochinchina y creo que seguirá siéndolo en el futuro. También, contrariamente, los que sólo cuentan con el deseo de ser candidatos siempre tendrán que poner dinero.

Lo mismo que con las bayonetas

El caso de Gamarra es más simple aún. Y sobre el tema tengo amplia experiencia, pues no una sino muchas veces he sido solicitado por amigos para que haga de intermediario ante otros amigos ricos y éstos les proporcionen ayuda en elecciones políticas o institucionales. Y así actuó Gamarra. Acudió a un viejo amigo con su cuita y éste lo conectó con alguien sólo conocido como próspero industrial, quien le proporcionó tres mil dólares para la candidatura edil de su señora. Lo de la filmación fue una montesinada para chantajear al congresista de oposición.

Todas estas sorprendidas divagaciones son resultado del programa Panorama del domingo, increíblemente dedicado a relanzar a Alberto Fujimori como figura política peruana para el 2006. Pero se equivoca Canal 5 si cree que tamaño despropósito puede ser justificado con el cuento del interés periodístico. Con ese criterio, también resultaría "interesante" una entrevista "imparcial" a un senderista que haga la apología de Abimael Guzmán. Igual que con las bayonetas, con la libertad de prensa se pueden hacer muchas cosas menos sentarse en ella. Así se la embarra.

Oiga

DIARIO CORREO

Es verdad aunque usted no lo crea:

ALGUIEN PROTEGE A FUJIMORI

Por Francisco Igartua

Domingo 6 de enero del 2002

Me habría gustado ocuparme esta semana del implacable debate entre populistas y neoliberales (o liberales a secas como ellos gustan ser identificados). Un debate donde los unos y los otros se refutan e injurian no refiriéndose a la tesis contraria sino a la caricatura que cada bando se hace de la tesis contraria. Los populistas (que afirman ya no ser populistas) despellejan a sus adversarios acusándolos de estar sometidos a los intereses de las transnacionales y del Fondo Monetario, señalado como un empecinado cobrador de la deuda externa; mientras que los liberales (que califican de buenas las primeras etapas de Fujimori y Menem) llegan a extremos de risible fanatismo por boca del presidente de la Confiep, quien encuentra que estamos mejor que Argentina porque, entre otras razones, también pueriles, "nuestro nivel de in-flación es bajo; ¡incluso menor que el de Estados Unidos!" (la exclamación es mía). ¿O sea que, cuando nadie tenga un centavo para comprar y no exista un solo vendedor por falta de clientes, habremos derrotado a la economía nortea-mericana?

Semejantes alucinaciones hacen que legos en la materia, como yo, nos sintamos con ánimo de entrometernos en el debate reclamando a las dos banderías que tomen lecciones del impactante recuento de Patricia Castro sobre su experiencia en Afganistán, crónica magnífica, merecedora (si lo hubiera) del premio nacional de periodismo, resumida en un punzante consejo, referido al horror de la guerra: "seamos capaces de escuchar e intentar ver desde los ojos del otro".

Pero como ignoro las sabiondas interioridades de la ciencia económica (aunque sé que no es exacta ya que, si lo fuera, jamás habría habido crisis económicas en el mundo o éstas serían o habrían sido obra de la maldad del diablo); y como tampoco podría sustentar la tesis de que a esa incierta ciencia le es imposible procrear certezas, me escapo del tema y voy a lo mío, a la política, asunto también incierto, a pesar de los esfuerzos hechos desde los tiempos de Machiavello para darle exactitudes.

Insistiré una vez más en una cuestión sobre la que vengo trillando desde hace tiempo, aunque inútilmente, pues nadie me hace caso a pesar de lo meridiano de mis razones y de las pruebas contundentes que cito. Ni el procurador de la república, ni la fiscal de la nación, ni autoridad alguna (he acudido a varias) se dan por enterados de mi insistente pregunta: ¿quién, muy poderoso, protege al prófugo Fujimori?

El pedido de ascensos para el grupo Colina es anterior a La Cantura y Barrios Altos.

Y no se diga que el tema ha perdido actualidad, pues todas las semanas la prensa insiste, con mayor o menor énfasis, en que Japón tendrá que extraditar al ex mandatario porque ya se le formalizó o se le está formalizando la acusación por delitos de lesa humanidad, circunscribiéndola eso sí a los casos de La Cantuta y Barrios Altos. Lo que es una farsa, un engañabobos, porque nuestras autoridades saben muy bien que la prueba principal que se menciona (el pedido de Alberto Fujimori para que sean ascendidos los criminales) no es vinculante con ninguno de esos dos casos. El pedido de ascensos fue anterior a La Cantuta y Barrios Altos.

¿Fujimori sería por lo tanto inocente? No; al contrario. Si se va al fondo del asunto, el delito de lesa humanidad del prófugo ex presidente es inmensamente mayor, porque esos dos hechos criminales si son vinculantes con todas las atrocidades cometidas a fines del año 90 y principios del 91, de las que el propio Fujimori se acusa, con su firma, en tres documentos (tres y no sólo uno) pidiendo primero y luego exigiendo y ordenando en su calidad de Jefe Supremo de la Fuerza Armada el ascenso del grupo Colina (del grupo completo) por "los servicios prestados en las universidades del país", según reza la "Hoja de análisis" del Ejército, firmada por el general Alfonso Robledo del Águila y emitida al día siguiente del tercer memorándum firmado por Fujimori el 30 de julio del 91, en el que no pide sino ordena los ascensos y hace referencia al memorándum anterior, del 25 de junio, el que, al parecer, no fue atendido por un comando que se resistía a la mafia.

¿Y qué había ocurrido a fines del 90 y principios del 91 en las universidades del país, en el frente al que correspondían las acciones del grupo premiado, según está escrito en el "Análisis", que firma el general Robledo?

En ese lapso se habían hallado cadáveres de estudiantes con signos de tortura en diversos lugares, principalmente en Huancayo, donde la Fiscalía había denunciado la desaparición de 61 estudiantes de la Universidad del Centro.

Aquí sí se cierra el círculo, haciendo vinculantes todos los asesinatos y torturas de antes y después del "mandato" de Fujimori para premiar por "trabajos especiales de inteligencia" a los siguientes oficiales: Fernando Rodríguez (general considerado jefe del grupo Colina), general Roberto Páucar (hermano del amigo escolar de Fujimori, _quien presidió Teléfonos del Perú y fue luego director de Telefónica), general Luis Cubas (el cuñado de Montesinos) y el coronel Roberto Huamán Ezcurra (los ojos y oídos del régimen fujimorista). Completan la lista los tres esbirros principales del grupo: Martin Rivas, Pichilingue y Robles.

¿No sabía lo que firmaba el prófugo Fujimori, no una vez sino tres veces (25 de junio, 9 de julio y 30 de julio de 1991), pidiendo primero y luego ordenando los ascensos de la camarilla que organizó y protagonizó el horror sangriento del decenio fujimorista?

Los crímenes de Huancayo si hacen vinculante el pedido de ascensos con todo el horror del decenio, del 90 al 2000.

¿Por qué hasta hoy esconden, callan y eluden tocar estos hechos los jueces, fiscales y procuradores encargados de acusar a Alberto Kenya Fujimori, el cabecilla de la banda? ¿Por qué engañan a sabiendas de que sus acusaciones contra el ex mandatario, hasta hoy, no serán tomadas en serio por ningún tribunal internacional y menos por la justicia japonesa, obligada a defender al nuevo súbdito de su majestad Akihito? ¿Por qué no se ha llamado a declarar al general Robledo del Águila, firmante de la "Recomendación N° 003 CP-JA-PE 1b", donde se hace el análisis de por qué el Ejército está obligado a cumplir el "mandato" de su jefe supremo?

Muchas otras preguntas podría añadir, pero quedarían reducidas a una larguísima letanía en busca de una respuesta que extrañamente nadie me quiere dar. ¿Por qué? ¿Por qué se llenan a diario los medios de difusión con declaraciones sobre la inminente extra-dicción de Fujimori, a sabiendas de que todo lo que dicen es una farsa?