Parroquia Virgen del Pilar
San Isidro, 26 de mayo de 2013
Misa de Apertura del
Centenario Pasionista
(1913-2013)
Homilía
S.E.
Card. Juan Luis Cipriani Thorne
Arzobispo
de Lima y Primado del Perú
Muy
queridos hermanos Obispos, que hoy me acompañan en esta celebración
eucarística, saludos para el Superior Regional de los Pasionistas Javier
Areitio, al Párroco Francisco Javier Salazar, a los señores alcaldes de San
Isidro y de La Molina, al señor Embajador de España, a los señores Congresistas
y a todos, que somos parte de esta familia que hoy celebran los cien años de la
presencia Pasionista en el Perú.
Con
mucha alegría, en esta Solemnidad de la Santísima Trinidad, Dios Padre, Dios
hijo y Dios Espíritu Santo, un gran misterio que nos ha sido revelado por
Jesucristo, que nos ha sido explicado por el Espíritu Santo. En este ambiente
de una fiesta tan grande para la Iglesia, hoy queremos recordar de una manera
breve la labor de los Padres Pasionistas.
Precisamente
ser sacerdotes, ser religiosos, iniciaron con una fe firme y decidida la misión
de llevar el Evangelio a los pueblos más alejados de nuestra tierra.
Hermanos,
en los comienzos de estos cien años no había mucha organización, pero había una
fe y un espíritu misionero que atravesaba montañas, aquel espíritu que tal vez
nuestros abuelos en una tarea difícil, de trabajo diario nos dejaron por
herencia, por eso al contemplar este teplo y al contemplarlos a muchos ustedes
me viene el recuerdo de sus padres, de sus abuelos, de mi niñez y de mi
juventud, y no puedo decir, que no hay una gran añoranza. Qué tiempos aquellos,
no es una nostalgia sentimental que aprovecha del momento, no, es la
verificación que esa generación tenía más peso, la fe era más sencilla, pero de
verdad y eso es lo que animó a ese grupo de jóvenes vascos, por que les gusta
recordar que son vascos, orgullo, ese grupo de jóvenes de vascos, vinieron a la
Selva y trajeron junto con esa fe maravillosa, esos valores cristianos y con
esos valores cristianos, respetando a esas culturas que hoy queremos reconocer
de una manera tan idílica, pero no real, no eran sujetos de investigación, eran
seres humanos a evangelizar y así lo hicieron, sin ideologías ni problemas,
caminando, pasando trochas, ríos y enfermedades y el Señor por ello, ha
bendecido con la santidad que es el gran regalo de Dios a todos esos hermanos
nuestros que fueron la semilla del trabajo Pasionista.
No
olvidemos que en el centro de este carisma está la Cruz, y la Cruz que es Amor,
la Cruz es amor. En la medida en que aprendemos ese lenguaje del dolor, la vida
es mucho más serena. Mientras el dolor sea un problema, la vida es muy
complicada. La vida frente a la Cruz es el centro del alma para iluminar, para
perdonar, para serenar, para llevarnos a la alegría, este es el centro del
mensaje de los Padres Pasionistas.
Por
esto, en estos cien años, con razón se sienten orgullosos, agradecidos porque
el Espíritu Santo ha obrado muchos milagros en este siglo y también cómo
no decirles, caminen en la esperanza,
esta herencia tiene que tener continuidad y para eso las vocaciones misioneras.
Que no le pierdan los jóvenes el sabor a la misión a la caminata alejada, a las
noches de frio y ríos, al contacto cercano y cariñoso con tanta gente sencilla.
Hoy
el Papa usa mucho de la palabra periferia, algunos quieren convertirlo en
ideología, el Papa habla de la periferia refiriéndose a que hay que salir de la
comodidad, de la instalación, hay que ir a ver a los enfermos, a ver a los
pobres, a ver a los jóvenes, a ver a los niños, no como una diferencia de
clases, no, salir de eso que dice él autoreferencia ser más a los demás, es muy
sencillo el mensaje. Pues esto es el misionero.
Nos
dice la sagrada Escritura en el libro de los Proverbios, que una delicia para Dios estar con los hijos de los hombres, yo
pienso que ahí está el núcleo de la misión del misionero, es un gozo cuando uno
se acerca y puede compartir con esa gente sencilla y alejada, a veces parecería
que al Señor lo ponemos muy lejos, recordemos que está a nuestro lado siempre y
está como un Padre amoroso, ayudándonos, guiándonos, bendiciéndonos,
perdonándonos.
Esa
experiencia de ese Dios Uno y Trino es en definitiva la experiencia del amor de
Dios, San Agustín decía, ved la Trinidad y vez el amor, ahí está
el desafío del tiempo actual, más amor, más trato humano, que fácil es decir
buenos días, que alegría encontrar a un hombre y a una mujer por las calles y
saludarle como antaño, no había tanto twitter pero había calor, no me llegaba
un twitter, un saludo, un pasar la calle, un darse un abrazo, el barrio, pues
esto en el misionero no cambia, este contacto personal es fundamental para que
Dios pueda actuar en las almas.
Por
eso queridos hermanos, con la alegría de celebrar estos cien años, agradeciendo
el que me hayan podido invitar a presidir esta eucaristía, conozco por los
menos en los últimos cincuenta o sesenta años el empeño de la Congregación Pasionista
en el Perú y también de modo especial en Lima.
Permanezcan
queridos hermanos Pasionistas fieles a esta herencia que han construido a lo
largo de este siglo, muchas familias, muchas de mis abuelos podemos decir
abuelos, hijos y nietos y bisnietos han crecido y se han formado a la sombra de
la santidad, amistad, atención espiritual, que han impulsado ustedes en las
diversas parroquias y diversas misiones.
Permítanme
brevísimos recuerdos. En mi época de colegial venía con frecuencia a la misa de
las 9 de la mañana y tengo todavía con ustedes el recuerdo vivo, ardoroso,
entusiasmático del P. Constancio Bollar, no lo hagamos un héroe, era un hombre
bueno, fiel, misionero, trabajador, coherente, piadoso, lo que hoy diríamos un
santo, pero él no se sentía santo, pero transmitía un deseo de mejorar o
cambiar.
Como
no recordar esos confesionarios que siguen siendo habitualmente atendidos
cuando de muchachos veníamos a algunas de estas colas, había colas en todos,
encontrábamos siempre a alguien que nos atendieran, como ahora. Pasó el tiempo
y conocí poco, pero con profundidad, a Mons. Venancio Orbe. Y también, aquí, ya
en la Virgen del Pilar, al joven sacerdote no sé si era Juan Kruz pero hoy
Miguel Irizar, porque los cambios de nombres me complican, es Miguel Irizar, no
sé como era antes, pero era así, hablaba más todavía, cantaba y canta muy bien
y la verdad San Isidro entero conocía de sus correrías. Después vino José Luis
Astigarraga y pronto se lo llevaron a la Selva.
Y
así han ido pasando todos hasta estar hoy Francisco Javier, no me quiero extender
mucho, recuerdo como no, en esas misas tempraneras a Víctor Andrés Belaúnde, tu
Padre, no voy a decir lo que todos decían, no lo voy a decir, pero decíamos “tiene debajo el pijama”, porque venía
tempranísimo a rezar y a oír misa, era un ejemplo. Cuando Víctor Andrés estaba
en su profundidad, verlo, era ya un catecismo porque, que meditación, que
profundidad porque con qué sencillez llegaba y se iba, así también recuerdo,
porque son cosas que quedan grabadas en el alma y eso digo a los papás y
abuelos, detalles pequeños que uno ha visto de chico se quedan para siempre, si
son buenos te ayudan mucho, si son malos te hacen mucho daño.
Yo
recuerdo aquel buen sacerdote alto, fuerte, que aquí había un órgano en esa
zona y entraba; su apellido es vasco irrepetible porque era muy largo. Tenía un
carácter más o menos, era un poco impaciente cuando quien le decía lo que tenía
que tocar lo interrumpía, pero cómo tocaba, que bien tocaba el órgano, cómo nos
ayudaba a rezar. El P. Clemente Sobrado, horas y hora de confesionario por ahí
andará, pero todo ello –no quiero, me da un poco de vergüenza señalar nombres-
porque es la acción de Dios, es la Congregación Pasionista. Por eso, cuando uno
tiene ese agradecimiento creo yo, que muchos dirán lo mismo y con humildad
ellos son consientes que Dios ha hecho maravillas con su fidelidad.
Por
eso invoco la bendición de Dios para que sigan ese camino de amor a Dios y al
prójimo, invoco a María hija de Dios Padre, Madre de Dios Hijo, Esposa de Dios
Espíritu Santo, bajo la advocación de la Virgen del Pilar que nos preside, bajo
la advocación de la Virgen de Arantzazu, en Oñati, que todos ellos la conocen
muy bien, de nuestra Señora de Begoña, en Bilbao, que ella los bendiga los
acompañe en este maravilloso jubileo de cien años de presencia en el Perú,
gracias Padres Pasionistas gracias por su presencia y por su ejemplo al
servicio de la Iglesia en el Perú.
Así
sea.
Centro
Vasco Euzko Etxea Arantzazu de Lima
Ilustre
Hermandad Vascongada de Nuestra Señora de Arantzazu de Lima
Ilustre
Cofradía Vascongada de Nuestra Señora de Arantzazu de Perú