"Esto es una miseria, una completa miseria. A nadie le importa nada de nada. Y cuando alguno trata de agitar aisladamente" este o aquel problema, una u otra cuestión, se lo atribuyen o a negocio o a afán de notoriedad y ansia de singularizarse... Si uno denuncia un abuso, persigue la injusticia, fustiga la ramplonería, se preguntan los esclavos: ¿Qué irá buscando en eso? ¿A qué aspira? Unas veces creen y dicen que lo hace para que le tapen la boca con oro; otras, que por ruines sentimientos y bajas pasiones de vengativo o envidioso; otras, que lo hace por divertirse, por pasar el tiempo, por deporte. ¡Lástima grande que a tan pocos les dé por deportes semejantes!".
"Fíjate y observa. Ante un acto cualquiera de generosidad, de heroísmo, de locura, a todos esos estúpidos bachilleres, curas y barberos de hoy no se les ocurre sino preguntarse: ¿Por, qué lo hará? Y en cuanto creen haber descubierto la razón del acto -sea o no lo que ellos suponen- se dicen: ¡Bah!, lo ha hecho por esto o por lo otro. En cuanto una cosa tiene razón de ser y ellos la conocen, perdió todo su valor la cosa. Para eso les sirve la lógica, la cochina lógica".
"Comprender es perdonar, se ha dicho. Y esos miserables necesitan como aprender para perdonar el que se les humille, el que con hechos o palabras se les eche en cara su miseria, sin hablartes de ella".
"...Creo que se puede intentar la santa cruzada de ir a rescatar el sepulcro de Don Quijote del poder de los bachilleres, curas, barberos, duques y canónigos que lo tienen ocupado…"
"Defenderán, es natural, su usurpación, y tratarán de probar con muchas y muy estudiadas razones que la guardia y custodia del sepulcro les corresponde. Lo guardan para que el caballero no resucite".
"A estas razones hay que contestar con insultos, con pedradas, con gritos de pasión, con botes de lanza. No hay que razonar con ellos. Si tratas de razonar frente a sus razones, estás perdido".
"Y no me preguntes más... me haces que saque del fondo de mi alma dolorida las visiones sin razón, los conceptos sin lógica, las cosas que ni yo se qué quieren decir, ni menos quiero ponerme a averiguarlo".
"Una vez, ¿te acuerdas?, vimos a ocho o diez mozos reunirse y seguir a uno que les decía ¡Vamos a hacer una barbaridad!'. Y eso es lo que tú y yo anhelamos: que el pueblo se apiñe, y gritando ¡Vamos a hacer una barbaridad!', se pongan en marcha. Y si algún bachiller, algún barbero, algún cura, algún canónigo o algún duque les detuviese para decirles: ¡Hijos míos!', está bien; os veo henchidos de heroísmo, llenos de santa indignación; también yo voy con vosotros; pero antes de ir todos, y yo con vosotros, a hacer esa barbaridad, ¿no os parece que debíamos ponernos de acuerdo respecto a la barbaridad que vamos a hacer? ¡,Qué barbaridad va a ser esa? Y si alguno de esos malandrines que he dicho os detuviese para decirles tal cosa, deberían derribarle al punto y pasar todos sobre él, pisoteándole, y ya empezaba la heroica barbaridad".
"¡Poneos en marcha! ¿Qué adónde vais? La estrella os lo dirá: ¡Al sepulcro!'. ¿Qué vamos a hacer en el camino mientras marchamos? ¿Qué? ¡Luchar! Luchar, y ¿cómo?".
"¿Cómo? ¿Tropezáis con uno que miente? Gritadle a la cara: ¡Mentira!', y ¡adelante! ¿Tropezáis con uno que roba? Gritadle: '¡Ladrón!', y ¡adelante! ¿Tropezáis con uno que dice tonterías a quien oye toda una muchedumbre con la boca abierta? Gritadle: ¡Estúpidos!', y ¡adelante!: ¡Adelante siempre!".