TEXTO LEIDO EN LA CONFERENCIA CONMEMORATIVA DEL
CUATRICENTENARIO DE LA FUNDACIÓN DE LA COFRADIA DE NUESTRA SEÑORA DE ARANTZAZU
EN LIMA, EN EL HOMENAJE OFRECIDO AL PERIODISTA PERUANO VASCO FRANCISCO IGARTUA
ROVIRA
Al cabo de trece años:
Rescatamos Histórico Mensaje por la
Paz
Lo pronunció en 1999 el periodista
peruano-vasco Francisco Igartua en el II Congreso Mundial de las Colectividades
Vascas
Donde hay dos vascos siempre hay un
debate en busca de la verdad, y con mayor razón si es un Congreso. En el II
Congreso Mundial de las Colectividades Vascas realizado en 1999 en
Vitoria-Gasteiz en Euzkadi, País Vasco, el periodista peruano-vasco tuvo una
notable intervención en medio del camino a veces difícil para encontrar la paz.
Fue una reflexión sincera, un análisis profundamente humano, al punto que sus
frases traducidas en una moción calaron hondo y fueron aprobadas por unanimidad
por la asamblea. Teníamos noticia de ello por boca de otros concurrentes, como
Josu Legarreta y Pedro Oyanguren, pero no acceso al texto de ese notable
discurso.
Fue Oyanguren, quien es un dedicado
cultor de la amistad, quien resolvió esta falencia. Buscando en sus archivos,
ubicó una copia de esa intervención, que le había sido proporcionada por el
propio Paco Igartua, con sus correcciones y adiciones manuscritas incluso, y ha
tenido la generosidad de proporcionárnosla.
Podemos decir por ello que se trata
de un documento histórico, que todo vasco pensante debe conocer. Es, creemos
una especie de testamento para el futuro, en el cual Igartua muestra su
permanente vocación de encontrar soluciones, su posición de unir en vez de
dividir, de sumar en vez de restar. Fue por ello que fue depositario del
aprecio general de sus pares en los dos congresos mundiales vascos en que
participó.
Agradeciendo, por supuesto al señor
Pedro Oyanguren quien lo guardó celosamente tras recibirlo del propio Igartua,
compartimos con ustedes este documento histórico:
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Moción presentada por Francisco Igartua, en el II Congreso
Mundial de Colectividades Vascas, Gasteiz, 27 de octubre de 1999
«Siendo la paz el más difícil y, a la
vez, el supremo anhelo de los pueblos, las delegaciones presentes en este
Segundo Congreso de las Colectividades Vascas, con la serena perspectiva que da
la distancia, respaldan al Gobierno de Euskadi en su empeño por llevar adelante
el proceso de paz ya iniciado con acierto por el Lehendakari José Antonio
Ardanza y continuado con decisión por el actual Lehendakari Juan José
Ibarretxe.»
Señores y señoras, o si se quiere al
revés para no ser catalogado de vejestorio y de machista.
Aunque no me corresponde, quisiera
que mi voz fuera la voz de todas las delegaciones que dan vida a este Segundo
Congreso de la Diáspora Vasca, a las que invito a firmar la moción que se les
ha alcanzado, moción de respaldo y aplauso al proceso de paz que se va
desarrollando desde hace algún tiempo en Euskadi o Euskalerria, en la Patria de
todos los vascos, y que esperamos culmine con la victoria de la paz, por muy
largo que sea el tiempo que esta tarde y a pesar de los aleves obstáculos que
se le han ido y se les irán poniendo.
Los delegados aquí presentes hemos
llegado a Gasteiz satisfechos al ver a las fuerzas nacionalistas en un frente
común y también con dos sentimientos encontrados, los dos vinculados a un mismo
tema: el de la paz. Vemos con alegría, por un lado, que la voluntad de paz no
ha decrecido en el conjunto de la sociedad vasca ni en el Gobierno de Euskadi y
nos entristece, por otro, advertir que con frecuencia se cae en el juego de los
provocadores que actúan desde el poder central, respondiéndoles a estos con infantil
violencia callejera. Sin querer –es de suponerlo– las calles colaboran así con
la provocación y resultan atentando también ellas, con irracional contra esa
paz. Contra la paz, que es el supremo regalo que los cielos tienen reservado
para los pueblos.
Esta es una apreciación hecha con la
serenidad que la distancia y, gracias a nuestra Telebista, con algún
conocimiento de los vaivenes del proceso de paz que se inicio en época del
Lehendakari Ardanza y que hoy continúa bajo la tutela del Lehendakari Ibarretxe.
Desde el primer momento entendimos
que la paz, necesariamente, tenía que ser producto no de la eliminación de una
de las partes del conflicto sino de la conciliación entre todos los
involucrados en el problema vasco, problema real, concreto, a pesar de todas
las confusiones montadas por los enemigos de la diferenciación vasca,
confusiones que han rodeado al problema desde muy antiguo y le siguen rodeando
hoy.
Pero este punto, el de la indubitable
identidad de lo vasco, es tema que tocare después.
Por ahora, pidiendo disculpas por la
intromisión en asuntos internos de la política vasca que, sin embargo, no deja
de ser familiar, para muchos de nosotros, centrare la atención en la necesaria
conciliación entre adversarios como basamento cierto de una paz, que sea paz y
no entreacto a la espera de otra guerra, tal como lo plantea la Declaración de
Lizarra. El ejemplo que al respecto está dando Europa es concluyente.
Su unidad actual es producto del
entierro de agravios centenarios, del olvido de cientos de millones de muertos
y de destrucciones sin cuenta, de voltear y voltear paginas de crueldades
horripilantes, con el convencimiento de que victorias y derrotas no han hecho
otra cosa que abrir tumbas… Hoy, gracias a los múltiples perdones de una y otras,
las naciones europeas han logrado unificarse con mucha mayor consistencia que
en épocas medievales, cuando el latín era el idioma del continente y el ingles
–la antigua lingua franca del mundo– estaba por nacer… Así, con cimientos
viejos, meditados perdones de lo pasado y la mirada puesta en el futuro, esa
Europa que nunca dejo de ser continente de pueblos más que de naciones ha
logrado la solida paz con la que va naciendo el próximo milenio… ¿Por qué, por
tanto, la paz de Euskadi tiene que construirse con la humillación de una de las
partes del conflicto?... Actuar de semejante modo no es actuar con voluntad de
paz sino de guerra.
No podrá haber paz si la prepotencia,
la irracionalidad o la violencia –cualquier violencia, aun la que fuera
justificada– se seguirán interponiendo al dialogo abierto en el que la
sensatez, el realismo y la madurez histórica debieran ser la brújula para la
conciliación de las discrepancias. No buscan la paz sino la guerra los que,
desde el poder central, no admiten otra solución que la de ellos y se dedican a
provocar a los vascos. Y tampoco tratan de encontrarla los que, delirantes,
suponen que el agravio y la acción destemplada contra los otros puede generar
algo que no sea acrecentar los odios y alimentar internas amarguras. No
advierten estos que darse de cabezazos contra la pared no despierta el
raciocino, lo entumece. Semejante actitud es pueril e infecunda, aparte de
ilusa, inspirada en fantasiosas utopías. No es enriquecedora de nuestra
identidad, de nuestra diferenciación. De una personalidad real, cierta, que
viene ininterrumpida desde siglos atrás.
La identidad vasca no nace, como
dicen los que la niegan, de un capricho o invención de unos señores bilbaínos
casi contemporáneos nuestros. Si nada más que eso hubiera sido el sentimiento
vasco de identidad ya habría desaparecido con el desarrollo de la modernidad. Y
la verdad, lo estamos comprobando una vez más, con esta asamblea, no es como la
personalidad, la diferenciación de los vascos, continua hoy tan robusta como cuando
las tribus de Euskal Herria resolvían sus problemas bajo un árbol y
constituyeron el reino de Navarra. Luego esa identidad se marco en Fueros y, en
las lejanas tierras de América, en Cofradías –casi todas bajo la advocación de
la virgen de Aranzazu; cofradías del siglo XVII que fueron el embrión de las
actuales Euskaletxeas que nosotros representamos hoy en este Congreso.
También se dice entre los otros que
el mestizaje borrara la identidad vasca. Pero la verdad es que, aparte de que
los vascos nunca dejaron de mestizarse, esta es una tesis tan igual a la de
quienes aseguraran que con la globalización se acabaran las naciones y hasta
los gobiernos, dejando paso a la creencia de que los gobiernos del futuro serán
los directorios de las empresas transnacionales… A lo que se podría añadir las
posibilidad de que el mundo termine habitado por seres clonado, totalmente
indiferenciados y, por lo mismo, absolutamente aburridos… quien sabe tanto como
los angelitos del cielo.
Sin embargo, aunque no sea imposible
que los hombres terminen que condenados a ese supremo aburrimiento, tan tétrico
destino estaría todavía perdido en un futuro… Mientras tanto, gozan de buena
salud las naciones y los pueblos que respetan su identidad y sus tradiciones,
enriqueciendo con sus pluralidades al ser humano.
En tal afirmación de lo propio, de
nuestra diferenciación, estamos comprometidos los vascos. Pero esa identidad
vasca no se preservara con insensatos bombazos de replica a las provocaciones
–aunque la perversidad de estas parecieran justificarlos–, ni agrediendo en las
paredes de nuestras ciudades a la otredad. Nuestra identidad se hará mas fuerte
afirmando los valores de lo vasco, no odiando a los otros, porque odiando solo
se logra acrecentar odios y alimentar amarguras. Se hace patria no cerrándonos,
integrando al sentir, a la vivencia de la comunidad euskaldun, la pluralidad de
los logros vascos. Por ejemplo, asumiendo como propio el pensamiento de las
grandes personalidades vascas, aun las que sean divergentes a la opinión abertzale.
¿Es acaso inteligente despreciar el aporte a la vasquidad de personalidades
universales como Unamuno, Baroja, Maeztu?... Y no se diga, por sus paradojales
arbitrariedades –en todo caso muy euskaldunes–, que no era vasco quien como
Unamuno se precio de serlo afirmando “y yo lo soy puro, por los dieciséis
costados” y quien, mas tarde, al término de sus días terrenos, enfrentándose a
Millán Astray, el bárbaro adalid de la soldadesca franquista, ratifico su
condición de vasco, reaccionando “ante la afrenta personal que implica la
repentina explosión de insultos a los vascos y catalanes” y respondiendo “Yo
soy vasco. Nací en Bilbao… Don Miguel de Unamuno no replico con insultos a los
insultos sino afirmando su identidad. Para mí, el maestro se comporto con valor
de vasco y con inteligencia.
Muchas más divagaciones podríamos
añadir a las aquí escritas, pero el tiempo es oro y mis palabras barro.
Concluiré comentando que la
entrevista concedida el viernes a todos nosotros por calificados representantes
de los tres partidos nacionalistas de Euskadi, me complacieron por ver, por fin
juntos a los políticos vascos y orientados en una misma dirección de paz. Sin
embargo, las clarísimas y brillantes exposiciones de los señores Otegi, Egibar
y Larreina sobre la declaración de lizarra no hacen innecesarias la ardorosa
invocación a la cordura de estas mis palabras con las que fundamenta la moción
de respaldo y aplauso a quienes iniciaron y a quienes continúan el proceso de
paz en el que todos los vascos del mundo estamos esperanzados.
Muchas gracias.
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Declaración Preliminar
«Siendo la paz el más difícil y, a la vez, el supremo anhelo
de los pueblos, las delegaciones presentes en este Segundo Congreso de las
Colectividades Vascas, con la serena perspectiva que da la distancia, respaldan
a la sociedad vasca, al Gobierno de Euskadi y a las demás instituciones vascas
en su empeño por llevar adelante el proceso de paz ya iniciado y en el que
todos estamos comprometidos.»
Texto sometido a la aprobación de la Asamblea por el Sr. D.
Francisco Igartua y la delegación peruana, y que fue aprobado por unanimidad -
Vitoria-Gasteiz, 27 de octubre de 1999
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