Vistas de página en total

Mi lista de blogs

DORIS GIBSON PARRA Y FRANCISCO IGARTUA ROVIRA

DORIS GIBSON PARRA Y FRANCISCO IGARTUA ROVIRA
FRANCISCO IGARTUA CON DORIS GIBSON, PIEZA CLAVE EN LA FUNDACION DE OIGA, EN 1950 CONFUNDARIAN CARETAS.

«También la providencia fue bondadosa conmigo, al haberme permitido -poniendo a parte estos años que acabo de relatar- escribir siempre en periódicos de mi propiedad, sin atadura alguna, tomando los riesgos y las decisiones dictadas por mi conciencia en el tono en que se me iba la pluma, no siempre dentro de la mesura que tanto gusta a la gente limeña. Fundé Caretas y Oiga, aunque ésta tuvo un primer nacimiento en noviembre de 1948, ocasión en la que también conté con la ayuda decisiva de Doris Gibson, mi socia, mi colaboradora, mi compañera, mi sostén en Caretas, que apareció el año 50. Pero éste es asunto que he tocado ampliamente en un ensayo sobre la prensa revisteril que publiqué años atrás y que, quién sabe, reaparezca en esta edición con algunas enmiendas y añadiduras». FRANCISCO IGARTUA - «ANDANZAS DE UN PERIODISTA MÁS DE 50 AÑOS DE LUCHA EN EL PERÚ - OIGA 9 DE NOVIEMBRE DE 1992»

Mi lista de blogs

«Cierra Oiga para no prostituir sus banderas, o sea sus ideales que fueron y son de los peruanos amantes de las libertades cívicas, de la democracia y de la tolerancia, aunque seamos intolerantes contra la corrupción, con el juego sucio de los gobernantes y de sus autoridades. El pecado de la revista, su pecado mayor, fue quien sabe ser intransigente con su verdad» FRANCISCO IGARTUA – «ADIÓS CON LA SATISFACCIÓN DE NO HABER CLAUDICADO», EDITORIAL «ADIÓS AMIGOS Y ENEMIGOS», OIGA 5 DE SEPTIEMBRE DE 1995

Mi lista de blogs

LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU

LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU
UNIVERSIDAD DEL PAÍS VASCO

LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU

LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU
UNIVERSIDAD DEL PAÍS VASCO

«Siendo la paz el más difícil y, a la vez, el supremo anhelo de los pueblos, las delegaciones presentes en este Segundo Congreso de las Colectividades Vascas, con la serena perspectiva que da la distancia, respaldan a la sociedad vasca, al Gobierno de Euskadi y a las demás instituciones vascas en su empeño por llevar adelante el proceso de paz ya iniciado y en el que todos estamos comprometidos.» FRANCISCO IGARTUA - TEXTO SOMETIDO A LA APROBACION DE LA ASAMBLEA Y QUE FUE APROBADO POR UNANIMIDAD - VITORIA-GASTEIZ, 27 DE OCTUBRE DE 1999.

«Muchos más ejemplos del particularismo vasco, de la identidad euskaldun, se pueden extraer de la lectura de estos ajados documentos americanos, pero el espacio, tirano del periodismo, me obliga a concluir y lo hago con un reclamo cara al futuro. Identidad significa afirmación de lo propio y no agresión a la otredad, afirmación actualizada-repito actualizada- de tradiciones que enriquecen la salud de los pueblos y naciones y las pluralidades del ser humano. No se hace patria odiando a los otros, cerrándonos, sino integrando al sentir, a la vivencia de la comunidad euskaldun, la pluralidad del ser vasco. Por ejemplo, asumiendo como propio -porque lo es- el pensamiento de las grandes personalidades vascas, incluido el de los que han sido reacios al Bizcaitarrismo como es el caso de Unamuno, Baroja, Maeztu, figuras universales y profundamente vascas, tanto que don Miguel se preciaba de serlo afirmando «y yo lo soy puro, por los dieciséis costados». Lo decía con el mismo espíritu con el que los vascos en 1612, comenzaban a reunirse en Euskaletxeak aquí en América» - FRANCISCO IGARTUA - AMERICA Y LAS EUSKALETXEAK - EUSKONEWS & MEDIA 72.ZBK 24-31 DE MARZO 2000

Mi lista de blogs

viernes, 23 de marzo de 2012

EN LA CULTURA

Vargas Llosa

CONFESION

FUERA DE LA

CATEDRAL

Aquí, en esta revista, nunca se ha presionado, ni siquiera inducido, a quienes en ella trabajan y colaboran, a pensar o expresarse de una u otra manera. No hemos recibido, claro está, ni recibiremos a gente reaccionaria. Los artículos firmados en Oiga, no son ni serán jamás tocados por la dirección. Esta es una casa de puertas y ventanas abiertas, libre.

Y vale en esta oportunidad esta casi inútil explicación para destacar nuestro punto de vista sobre el siguiente reportaje de Manuel Jesús Orbegozo sobre Mario Vargas Llosa. Es una nota –en la que se insertan declaraciones de nuestro afamado novelista– hecha con evidente mala intención para con el reporteado y donde en el truco periodístico se utiliza cruelmente para reforzar una posición política a la que se siente obligado el reportero, por considerarse, según propia confesión, un “incondicional” de la revolución cubana. La publicamos por ser de interés para los lectores la confrontación de dos posiciones intelectuales antagónicas, sobre las que, cada día con mayor premura, hay que ir tomando partido. Aclaremos que la entrevista se realiza por gestión amistosa de la dirección de esta casa ante el novelista y que, antes de entrar en prensa, Mario Vargas Llosa la ha leído -y corregido sus respuestas- con amplio espíritu deportivo, sin hacer llegar un solo reproche a la revista ni al periodista Orbegoso. Los lectores juzgaran sobre el derecho a disentir y los riesgos que por ejercerlo se corren en épocas de fanatismo y sobre la libertad de los hombres a ser “incondicionales” y a jugar con la buena fe de las gentes.

LA DIRECCION

______________________

Mario Vargas Llosa tiene miedo de que le pueda deformar sus declaraciones. Me dice: “Tu comprenderás, pero esta es una cosa seria”; yo le digo: “Lo comprendo Mario así que no te preocupes”; pero vuelve a insistir y entonces hacemos como un arreglo, un establecer las reglas del juego: -Tu dictas tus declaraciones y yo las copio literalmente, ¿okey? Aceptas y sonríes, agregando, “después me las leerás”; y yo te digo que bueno, pero al final nos olvidamos de las reglas del juego y yo me salgo con los apuntes bajo el brazo. Tú me dices, “mira cuanto has escrito, aquí tienes para escribir una novela”. Yo pienso que si, que habría material como para una novela que podría llamarse “confesión fuera de la catedral”, o un libro de poesía inversamente proporcional al de Padilla. El libro se llamara “Dentro del juego”.

Yo creo en el socialismo autentico y creador

Tú hablas yo copio:

“Yo quiero aclarar esto en forma terminante. Es absolutamente falso que yo haya roto con la revolución cubana, porque yo sé lo que la revolución cubana es y lo que significa para América Latina. Mi crítica no está hecha desde una perspectiva reaccionaria o imperialista, como se la ha querido calificar. No podría hacerlo, pues conozco de cerca la verdad sobre esta revolución. Mi protesta solo tiene que hacer con el problema cultural específico y es principista. Yo creo en el socialismo autentico y creador y por eso siempre me sentí solidario con la revolución cubana, desde un principio, porque la considere un triunfo original sobre las viejas estructuras de un país que puede ser cualquiera de Latinoamericana”.

Son las 4 de la tarde y estamos conversando en 28 de julio 501, ascensor, mas o menos por donde Mario salía fumar cigarrillos a escondidas con los cachorros. Miraflores gaga. El viste una chompa blanca “Jorge Chávez” y una camisa que le asoma por el cuello, como orejas. Hemos hablado de los tiempos viejos, cuando el solamente soñaba en ser escritor y más bien me pedía que escribiera un cuento para la revista Turismo. Yo escribí el cuento y desde ahí nunca mas volví a perpetrar nada, salvo escribir cuentos vietnamitas, o cuentos chinos, que son los mejores que podrían contarse hoy sobre la tierra, pues, efectivamente, allí los protagonistas no son ni pueden ser contrarrevolucionarios.

Yo no creo que Padilla sea contrarrevolucionario

“Yo conozco a Padilla desde hace años, tanto como a la revolución cubana; lo conozco mucho así como a otros poetas, como a Belkis Cusamale, a Paulo Armando Fernández, a Cesar López; con Padilla estuve pocas semanas antes de que pasaran estas cosas. Por eso yo no creo que Padilla sea contrarrevolucionario. De eso estoy absolutamente convencido, así como estoy absolutamente convencido de que los términos en que ha hecho su autocritica no los había empleado de no haber pesado sobre el alguna coacción”.

Haydee Santamaría -leer su carta- dice que Padilla ha reconocido sus actividades contrarrevolucionaria, a pesar de lo cual se halla libre, integrado normalmente a su trabajo.

Tu, como si le contestaras a ella, afirmas que no, que un hombre como Padilla no puede ser contrarrevolucionario, como tampoco Karol puede ser agente de la CIA, como se le ha acusado, injustamente cuando esta visitando a China invitado por Mao; ni menos puede ser agente de la CIA el profesor Dumont, a quien el propio Fidel y el “Che” invitaron para que los asesora en problemas agrarios.

El stalinismo, el burocratismo, la represión policial

Tú sigues hablando y yo sigo copiando, de vez en cuando ves que no me valla a equivocar ni en una coma.

Dices:

“Lo sé, el episodio es lamentable en si y por lo que significa. En si, porque constituye un síntoma, un brote típico de stalinismo. Subrayo síntoma, brote, porque eso quiere decir que no estoy afirmando que se haya generalizado en Cuba, sino que podría ocurrir. No digo que ya hay stalinismo, tampoco espero que lo haya. El socialismo cubano había sido ejemplar hasta hace poco en este dominio: mostraba una máxima compresión a la creación artística, cosa que no sucedía en otros países socialistas.

Ahora, Fidel, en dos discursos recientes, y el Congreso de Educación han revelado un brusco endurecimiento de la política cultural. Esto resulta inquietante y la obligación nuestra es decírselo a los dirigentes cubanos. La función de un intelectual de izquierda es pensar por cuenta propia y opinar sin temor; echar incienso es una ocupación de sacristanes y para mí un escritor es la antípoda de un sacristán”.

Ni te miro para no perder ni soga ni cabra. Tú sigues:

“Ya se sabe que el socialismo resuelve muchos problemas, y logra, por ejemplo, la distribución justa de la riqueza, pero también crea problemas (¿Cuáles, por ejemplo?, te interrumpo, por primera vez), por ejemplo el de verticalismo, el burocratismo, la falta de critica. ¿Para que vamos a esperar que el XX congreso de la Revolución Cubana denuncie el culto a la personalidad? Estamos obligados a decirle a Fidel, con la misma sinceridad de siempre, que el socialismo para defenderse de sus enemigos no debe realizar lastimosos rituales de exorcismo político, que es lo que se ha hecho con Padilla. Simultáneamente, digo que la revolución cubana es mucho mas importante que estas lamentable incidente”.

Yo se que son muchas dificultades de Cuba, pero….

Yo no sé qué te dije desde mi antiguo e incondicional apoyo a la revolución cubana; debió ser algo brusco porque tú me contestaste: “Yo no soy un inconsciente. Yo se que son muchas las dificultades de Cuba, el monstruoso bloqueo al que esta sometida y la permanente amenaza del imperialismo, pero….”

Yo deje de apuntar, hasta un momento, en que te escuche decir, “Por ejemplo, yo me pregunto ¿Por qué el gobierno peruano que es progresista no ha abierto aun sus relaciones diplomáticas con Cuba, como lo ha hecho Chile?” Espere a que te contestaras tú mismo pero más bien seguiste con Padilla:

“En síntesis, yo no he roto con la revolución cubana, como lo ha juzgado cierta prensa internacional, ni he roto con la revolución cubana por haberme separado de la casa de las Américas, a causa del violento discurso de Fidel, no, todo eso no es cierto”.

Mi posición es principista, no es beata ni incondicional

Aquí, el fotógrafo se hecho al suelo para buscarte un ángulo mejor. Pero la tarde era muy fría y las fotos no saldrían inmejorables. Después, cuando íbamos a la Catedral a tomar otras fotos, protagonizaríamos esta conversación:

Yo: Las fotos no salieron muy bien, creo que el fotógrafo solo te las tomo de un ángulo. Y a ti, Mario, hay que buscarte otros ángulos.

Tu (como rascándote la cabeza y riéndote) “Esto puede ser tomado como un crédito a mi favor, pero también como un descredito”. Y me buscaste el alma con tus ojos bovinos para ver si tenía mala intensión. Pero, te puedo asegurar que no.

Cuando abriste la revista “C.H.” que publica Romualdo, como un abanico o una ventana, te diste cara a cara con Haydee. Reaccionaste: “Mi protesta en el caso Padilla es estrictamente principista, de tal manera que no voy a contestar esta carta que es personal y contiene muchas invectivas y calumnias. Mi adhesión a Revolución Cubana, siempre fue profunda, pero nunca beata ni incondicional. Un escritor no es zombie”.

Yo subraye la palabra zombie y respingue por dentro. Me dio un poco de miedo pensar que yo podría estar vivo, pero también estar muerto. Te sentí que seguías dictando:

Soy un escritor que no abdica al derecho a la crítica

“Yo siempre proteste cuando me pareció necesario hacerlo, por ejemplo, cuando Fidel apoyo la intervención a Checoslovaquia, o cuando hubo un conato de persecución a homosexuales en Cuba. Mi crítica fue la de un intelectual solidario del proceso revolucionario, la de un escritor que no abdica porque considera, como siempre considere, el derecho a la crítica como inherente a su propia vocación. Un escritor siempre es un descontento, siempre esta en divorcio con la realidad que vive. El derecho a discrepar es imprescindible dentro del socialismo”.

Entonces, yo pensé en los “gusanos” que nos comerán un día y tú dijiste que a los “gusanos” deben aplastarlos en Cuba.

Hablaste de Solyenitzin, que está ejerciendo sus derechos de disentir en Rusia, pero sin traicionar a su país, a su sistema. Padilla hizo sus críticas desde una posición ideológica revolucionaria parecida y por eso lo encarcelaron.

- Pero el mismo Padilla ha publicado una carta de rectificación, “ese escritor ha reconocido sus actividades contrarrevolucionarias”, dice Haydee en la carta que te envió a ti el 14 de mayo.

“No creo que un hombre como Padilla necesita pasar 35 días en la cárcel para darse cuenta de sus propios errores”.

- Vuelvo a preguntarte, Mario, si crees que ha Padilla se le ha juzgado porque es contrarrevolucionario y sí estas a favor o en contra de los revolucionarios. Tú eres contundente:

“No estoy con los contrarrevolucionarios. A estos, la revolución cubana tiene que hacerlos desaparecer, pero (tú te has alterado solo) yo no soy ninguno imbécil ni ningún soñador. Niego que por haber criticado lo ocurrido con Padilla, pueda ser identificado como reaccionario. Eso es terrorismo moral. En el caso de Padilla, yo no habría escrito ninguna carta sino supiera que Padilla había sido un revolucionario a carta cabal”.

No hay que callarse por temor a la prensa reaccionaria

Mario se enfrenta a su propia fotografía y a los titulares que los cabeceros pusieron a los cables de la UPI y de la Francesa Presse: “NOVELISTA VARGAS LLOSA ROMPIO CON FIDEL CASTRO ACUSANDOLO DE “STALINISMO”; y otra: “PENTAGONO APLAUDE A INTELECTUALES QUE CRITICARON A CUBA”. Te sentí correcto en tu cólera santa. Dijiste: “¡imbéciles!”. Pero agregaste que el temor a la prensa reaccionaria no implica que uno tenga que callarse, porque eso sencillamente es un chantaje: “Yo no me prestó a ser obsecuente y servil. Las experiencias de Cuba son valiosas, justamente porque mostraron en un momento que el socialismo y la libertad no son, en absoluto, irreconciliables”.

Los perros de Pavlov y los reflejos condicionados

Mario lee el llamamiento de los intelectuales peruanos sobre su actitud en el caso Padilla, porque “de su actitud frente a la revolución antiimperialista en marcha, se ocupara la historia, y lo juzgara como es debido”.

Mario dice: “Son como los perros de Pavlov. Actúan por reflejos condicionados. Es la típica actitud cómoda de los escritores que creen que ser de izquierda los exonera de pensar, que les basta obedecer al poder. Claro que es la posición más fácil dentro de la propia revolución. La otra posición -la de un Sartre, la de un Franqui- es más difícil pero mucho más fecunda y, desde el punto de vista ético, más digna y más responsable. De otro lado reconocerás que firmar un manifiesto contra mi en vez de opinar sobre el asunto en cuestión -las autocriticas y lo discursos de Fidel- es hacer pipi fuera de la bacinica”.

El lee las firmas. Sus ojos deben posarse sobre los nombres de Bendezú, Washington Delgado, Alejandro Romualdo, Rose, Vargas Vicuña, etc.

A las 5 entra tu hijito con su cabello largo y te hace un pedido en su media lengua. Aquí, Mario, se muere un niño cada ocho minutos, los viejos están tirados por los suelos y los estudiantes de la universidad tienen apenas tres ómnibus para movilizarse. Pero de todos modos habrá una reunión de escritores en Lima, a nivel mundial, próximamente, donde tú también vas a intervenir.

- “No me han invitado, no se nada sobre esa reunión, todavía. Veras, estoy como recién llegado….”

El proceso peruano avanza hacia el socialismo

Opinas, ahí mismo, sobre el problema cultural peruano en el sentido de que “se han hecho cosas muy tímidas, lo cual no está bien, puesto que ahora hay un proceso de cambio en el país, reformas que no se han detenido, un proceso que yo considero estimulante”. Cuando te pregunto porque opinas así, declaras que es por la originalidad del proceso peruano, que “escapa a todas las ortodoxias revolucionarias. A unos les asusta, a mi no, porque siempre pensé que nuestro socialismo tiene que ser genuino, audaz, original, y yo creo que este es un proceso que avanza indiscutiblemente hacia el socialismo”.

No sé qué te pregunte, porque ya no respetaba las reglas del juego, pero dijiste que este proceso desembocara en una revolución de ese tipo (socialista) que sacara al país del subdesarrollo, destruyendo toda estructura anacrónica que le salga al encuentro.

“En síntesis, está en un proceso que sigue pautas inéditas que le van a dar al socialismo peruano un carácter representativo y genuino, sin calcos ni mimetismo. Hace años que dije yo algo parecido y hubo sonrisas (Soy socialista con libertad de prensa).

Ahora, me alegro de que se rían menos.

A eso se debe, también, mi entusiasmo por lo que está ocurriendo en Chile: Unidad Popular va cumpliendo su programa de reformas profundas y sentando las bases del socialismo chileno sin violentar los derechos individuales y dentro de una rigurosa libertad.

Es formidable comprobar en un país hermano un socialismo al que la visión del bosque no oculta la visión de cada árbol.

Yo no soy político, soy escritor

“Ah, olvidaba aclararte que yo no soy político si no escritor. Opinar sobre política es para mí una obligación que cumplo sin mucha alegría. Y por supuesto, aspiro ser juzgado más por mis libros que por mis opiniones políticas. Digo esto porque no es inusual el caso del escritor (flojo o mediocre, por lo general) que trata de salvar sus libros mediante la demagogia política”. (Yo recordé una vez más ese joven poema de un guatemalteco: Un día los intelectuales/ apolíticos/ de mi país/ serán interrogados/ por el hombre/ sencillo/ de nuestro pueblo… No serán interrogados/ ni sobre sus largas siestas/ después de la merienda/ tampoco sobre sus estériles/ combates con la nada/ ni sobre su ontológica/ manera de llagar a la monedas/… ni sobre la mitología griega…/ ni sombre sus justificaciones absurdas/ crecidas a la sombra/ de una mentira rotunda/.

Dices:

“No niego que un creador pueda ser político, pero no lo creo obligatorio. Más todavía, hay muchos casos de grandes escritores que fueron pésimos políticos, como Balzac…”.

Hablaste de otros, de muchos escritores europeos. Entonces yo te pregunte si conocías casos semejantes en el Perú. “No conozco –dijiste– casos flagrantes, no podría señalártelos ahora, pero creo que no son muy frecuentes “.

Entonces, se me vino el alma al cuerpo.

Luego agregaste, en relación con el guatemalteco, que el reproche habría que hacerlo también a los médicos, los ingenieros, los abogados, etc. (Yo estoy perfectamente de acuerdo contigo Mario), porque no se debe hacer parcial. Lenin igual que Cervantes o Tolstoi (“La guerra y la paz”) sirvieron a la sociedad, lo mismo que Vallejo que fue un hombre que opino sobre política y escribió poemas que hoy día están vigentes, que fueron un gran aporte a su mundo, a su época.

Redobles, Scorza, Bryce….

- ¿Has leído “Redobles por Rancas”, Mario?

“No aun; la acabo de comprar para leerlas en estos días”.

- ¿Quiere decir que no sabes nada sobre el “Nictálope” de Scorza?

“Si se. Acabo de firmar un memorial pidiendo al gobierno que lo ponga en libertad”.

- ¡Formidable! -exclamo yo- (y luego) otra cosa, ¿en tus novelas, Mario tienes así algún personaje vivo, identificable como el “Nictálope” de Scorza?

“Mira, no tengo, todos mis personaje son totalmente inventados, aunque todos tienen un asidero real... No, no recuerdo de ninguno, todos son una mezcla de unos y otros; mezclo el alma con los ojos, unos tienen apariencia, otro el pensamientos de otros“.

-Y ¿cuál es tu opinión sobre la novela de Bryce?

“La leí en un manuscrito y me pareció formidable. Esa visión irónica que tiene Bryce de la realidad peruana, y el lenguaje que la encarna, son bastantes nuevos, inéditos en nuestras letras. Me gusta mucho esa aparente frialdad en la descripción de la sociedad, ese tono nórdico, flemático para narrar.

Afuera la ciudad sigue con sus perros, las confesiones en la Catedral y en la “catedral”, las casas verdes han proliferado y se han vuelto rojas en El Porvenir.

Hablamos de más cosas, de tu último libro sobre Gabo, el de Macondo, y sobre ese estudiante que ha presentado una tesis sobre la técnica que empleas para escribir tus libros.

El dice que tú escribes la historia y después la recortas y la intercalas como para impresionar a “les burgois”.

Tú te ríes de la ocurrencia: “Caramba, hombre, voy a ver cómo es eso para librarme de tanto trabajo que me cuesta escribir”.

Bajamos. Tu, coronado de fama, yo coronado de estas nubes de invierno.

Se me ocurre preguntarte en que forma, crees que participas en el proceso de la revolución peruana. Tu contestas: “En la misma forma en que lo haces tú: escribiendo”.

Yo me siento desconsolado. Digo entre mi, en que poco participamos. Pero muy bien en que me hayas aclarado que solo con el tiempo se sabrá si hemos servido o no, cuando nos hayan comido los gusanos y no seamos sino polvo enamorado (de Quevedo). Entonces, se sabrá si hemos servido de algo o hemos pasado, como vienen pasando millones de hombres, en el anónimo.

¡Fatal destino!

________________________

OIGA, 16 de Julio de 1971 En el Perú, págs. 30 y 34.

© Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados a Editorial Periodística Oiga S.A. © Jhon Bazán Aguilar, 2012.

viernes, 16 de marzo de 2012

COFRADIA DE NUESTRA SEÑORA DE ARANZAZU DE LIMA 1612-2012

EuskalKultura.com

Vascos de ambos lados del Atlántico acompañaron a Eusko Etxea de Santiago en su Centenario

19/03/2012

La semana del 12 de marzo ha resultado una semana completita en Santiago de Chile. Eusko Etxea cumplía cien años y la celebración coincidía con la llegada desde Bizkaia de una delegación de empresarios y chefs, con el objetivo trazado de avanzar en las relaciones y la colaboración entre empresas y emprendimientos bilaterales, en un viaje organizado por la Diputación Foral de Bizkaia. Se presentaba así la marca Bilbao-Bizkaia y Eusko Etxea recibía el jueves, en su Euskal Jaia del Centenario, a vascos partícipes de esa delegación y a vascos locales, unidos en una celebración de hermandad. EuskalKultura.com también participó, de la mano de su colaboradora Laida Zabala. He aquí su crónica.

Laida Zabala/Santiago de Chile. Con un pin que reunía en abrazo las enseñas chilena y vasca a un lado, y con un librillo de cantos vascos en la mano. Así accedían a Eusko Etxea de Santiago los invitados que llegaban a participar en Euskal Jaia, la fiesta del Centenario. El escenario, el frontón de la entidad, que de su actividad habitual de botes y rebotes de pelota, pasó a albergar otro acontecimiento, al que proporcionó sin duda el valor añadido de su evidente naturaleza euskaldun. Numerosas sillas y largas mesas aguardaban el momento de ser ocupadas; también los vasos, llamados a recibir tanto las txinpartak y burbujas del txakoli vasco, como los excelentes caldos chilenos que se sirvieron a lo largo de la noche, por no hablar de la espera ansiosa de cuchillos y tenedores, pendientes de poder interactuar con las delicias que ofrecerían los cuatro chefs venidos ex profeso desde Euskadi.

La cancha y aledaños se fueron llenando de invitados. Entre ellos representantes de la Diputación Foral vizcaína, como Imanol Pradales, diputado de Promoción Económica, que encabezaba la delegación vizcaína; directivos y socios de Euzko Etxea e integrantes de la comunidad vasca local; empresarios vascos y amigos chilenos; personas como Alejandro Sande, uno de los fundadores de Emprebask-Chile o la activa Iratxe de Madariaga, cónsul de Chile en Bilbao. Pero había muchos más. José Luis Bilbao, diputado general de Bizkaia, se hizo presente a través de las nuevas tecnologías, mientras el Gobierno Vasco estuvo representado por Ana Urchueguía, delegada de Euskadi en Chile y Perú.

Los dantzaris y el coro de Euzko Etxea

Pedro Oyanguren, responsable del archivo y biblioteca de la institución, nacido en Chile y ligado 'desde siempre' a Euzko Etxea, resumió en su intervención la historia de la decana de las euskal etxeas chilenas, con un especial recuerdo a todos quienes contribuyeron a que fuera posible llegar al centenario. "El vasco que deja atrás su país tiene dos vidas, una soñando con volver y una segunda, luchando por la pervivencia de su identidad". Sus palabras finalizaron pidiendo un brindis por Euzko Etxea. A continuación, las palabras se tornaron música de la mano de los quince cantores del Coro de Eusko Etxea, dirigido por Patricio Aburto, con el acompañamiento musical de Cristian Bustos.

Desde Bilbao, una conexión en directo permitió sumarse al acto a José Luis Bilbao. El diputado general de Bizkaia felicitó a Eusko Etxea por el Centenario y agradeció a los vascos chilenos su permanente contribución a Euskal Herria. "Mi agradecimiento por mantener vuestras dos nacionalidades, la memoria de Euskadi y vuestra raíces", dijo. Tras ello, los dantzaris del grupo "Itxaropen Gaztea" impregnaron de color y movimiento el recinto. Las hermanas Maritxu y Maite Bastarrica lideran la formación y fueron ellas las que interpretaron el 'Agurra' inicial, para más tarde bailar junto a los demás dantzaris 'Makil dantza'. Maite Bastarrica, cuyos padres y abuelos pertenecieron a Euzko Etxea aseguraba que mantiene "la cultura vasca mediante la danza", siendo su cariño por Euskal Herria un sentimiento transmitido de generación en generación.

Celebrar con un menú de Bizkaia

Imanol Pradales se refirió por su parte a la implementación de las relaciones político-económicas vasco-chilenas. "Hemos venido a promocionar nuestra cultura, también la de vertiente empresarial, ésa es nuestra manera de hallar nuestro lugar en el mundo". El diputado vizcaíno de Promoción Económica se proclamó feliz una y otra vez "por el recibimiento inmejorable dispensado en Chile, por la victoria del Athlétic ante el Manchester y por el Centenario de Euzko Etxea". Tras hacer mención a los siete territorios vascos, terminó su intervención con un sonoro 'Gora Euskadi Askatuta'.

Conforme avanzaba el acto, discursos, cantos y bailes preparaban el terreno para el momento gastronómico, esperado sin duda por los presentes: los pintxos, el txakolí y el vino se convirtieron rápidamente en protagonistas, junto a los responsables del buen hacer culinario allí representado por los chefs Beñat Ormaetxea, David Garcia, Javyer Gartzia y Ricardo Perez, y del sommelier Jon Andoni Rementeria. Tras satisfacer la curiosidad gastronómica, el son alegre de la trikitixa y el pandero convocaron a los más animados a cánticos y kalejiras, cruzando estas últimas el frontón de lado a lado. Los participantes en la fiesta del Centenario hallaron sin duda una pequeña Euskal Herria en Eusko Etxea de Santiago. Como señaló Imanol Pradales, "Eusko Etxea cumplirá otros cien años". Que así sea.

jueves, 15 de marzo de 2012

COFRADIA DE NUESTRA SEÑORA DE ARANZAZU DE LIMA 1612-2012

EuskalKultura.com

Euzko Etxea de Santiago de Chile conmemora este mes de marzo su Centenario (1912-2012)

14 marzo de 2012

Marzo de 2012 y la colectividad vasco-chilena está de enhorabuena y de celebración. Euzko Etxea de Santiago conmemora su Centenario y lo hará a través del año con diversos actos culturales y festivos, que se inician esta misma semana con la celebración mañana de una Euskal Jaia, en la que participará [tal como damos cuenta en nota aparte] una selección de chefs vascos de Bizkaia, así como una delegación empresarial de este territorio. Para ubicarnos en las coordenadas y en la historia de la euskal etxea, hemos pedido a Pedro Oyanguren, responsable del archivo del centro y persona de larga trayectoria en la Casa, un artículo de presentación de Euzko Etxea de Santiago. Eskerrik asko, Pedro.

________________________

Por Pedro Oyanguren/Santiago de Chile. Las Cofradías de Arantzazu creadas en Perú, México y Chile se podrían considerar como las primeras instituciones creadas por vascos en América en los siglos XVI y XVII. La de Lima cumple este año sus cuatrocientos años. Estas nacieron seguramente como reminiscencia de la antigua tradición del auzolan, como instituciones de ayudas mutuas.

Solo a partir de fines del XIX y principios del XX comienzan a aparecer las primeras Euskaletxeak, coincidiendo con fuertes emigraciones hacia América. Si se revisan las publicaciones de la época son notorias las influencias nacionalistas que empujaron la creación de estas instituciones. En el caso de Chile, posterior a las de Uruguay y Argentina, la primera publicación de éste tipo corresponde al año 1907.

Solo en Marzo del 1912 aparece la escritura legal de la creación del primer Centro Vasco en Santiago de Chile. Desde entonces funcionó en diversos lugares de la ciudad pues no tenía un sitio en propiedad.

En 1931 se crea dentro del mismo Centro Vasco una agrupación de jóvenes con un mayor compromiso político nacionalista que se llamó Euzko Gastedija, que era la respuesta de lo que sucedía en esa época en Euzkadi. Recibieron en herencia de don Vicente Aranguren el año 1943, una propiedad en la calle Echeverría 1002 en Santiago.

Durante algunos años ambas instituciones siguieron funcionando en forma separada, pero no así en las tres fiestas institucionales que se celebraban en común: Aberri Eguna, Iñaki Deuna (San Ignacio) y Mikel Deuna (San Miguel).

Terminada la Guerra Civil y estando el Gobierno Vasco en el Exilio, se recibió la primera visita del Lehendakari Agirre en el año 1942. Con su llegada se iniciaron las gestiones para unificar ambas instituciones y finalmente logró Agirre la unión.

Euzko Gastedija vendió la sede que tenía y juntos compraron la propiedad actual en la calle Vicuña Mackenna. Transformaron el nombre y pasó a llamarse Euzko Etxea, donde se acoge a los vascos de los siete herrialdes. Se recorrió el país pidiendo ayuda a todos los vascos que estaban en condiciones de prestarla y se comenzó la construcción en 1957 y desde entonces no se ha parado, siempre hay algo más que construir o hacer. Esto es importante, pues siempre que exista la ilusión de un nuevo proyecto, es como un nuevo renacer.

miércoles, 29 de febrero de 2012

COFRADIA DE NUESTRA SEÑORA DE ARANZAZU DE LIMA 1612-2012

I Congreso Internacional “Arantzazu y los franciscanos vascos en América”.

Crónica

Del 11 al 15 de diciembre de 2001, organizado por la sección de Historia-Geografía de Eusko Ikaskuntza, en colaboración con la congregación franciscana de Arantzazu y el Departamento de Historia Medieval, Moderna y de América de la Universidad del País Vasco, tuvo lugar en el edificio de la antigua Universidad de Oñati (Gipuzkoa) el I Congreso Internacional “Arantzazu y los franciscanos vascos en América”.

La celebración de este Congreso se enmarca dentro de las celebraciones del quinto centenario de la permanencia de la orden franciscana en el santuario de la patrona de Gipuzkoa. Con este motivo, se planteó la necesidad de dedicar un apartado dentro de los actos conmemorativos al conocimiento de la proyección externa, tanto del franciscanismo vasco como de la propia devoción de la virgen de Arantzazu, fuera de Euskal Herria, y muy especialmente en el continente americano, donde la presencia de ambos protagonistas –religiosos franciscanos y devoción mariana– data desde los primeros tiempos de la conquista europea, y aún se mantienen hoy en día. Dicha proyección, a pesar de la importancia que llegó a adquirir en diversos momentos del pasado, remoto pero también cercano, todavía sigue siendo un capítulo lamentablemente bastante desconocido de la historia vasca, entendiendo ésta en un sentido universalista, que no sólo se ciña a los hechos estrictamente acontecidos en los territorios de Vasconia, y que no olvide las continuadas relaciones del pueblo vasco con otras regiones y países de su entorno y de otras geografías más lejanas. Y hemos de recordar que, si bien son ya numerosas las obras que analizan y muestran capítulos concretos de esta amplia y rica temática –bastantes de ellas, por cierto, de una notable calidad–, lo cierto es que por el momento son más los puntos oscuros sobre los que la historiografía vasca aún tiene mucho que trabajar. De hecho, uno de los objetivos, no declarados, de este Congreso, se sitúa en la línea de promover entre los miembros de la comunidad científica –vasca y de los países americanos receptores– el interés por este campo de estudio; de ahí, entre otras cosas, el optimismo de bautizar esta reunión con el ordinal “Primer Congreso”, un modo de expresar el deseo de que, en un futuro próximo, pueda dársele una continuidad.

Pero antes de que este deseo pueda hacerse realidad, el Congreso sirvió para reunir, darse a conocer mutuamente y contrastar el trabajo historiográfico realizado por historiadores de las más variadas procedencias geográficas (más de la mitad de los congresistas procedían de fuera de Euskal Herria: España, Italia, Estados Unidos, México, Perú, Chile, Argentina, Uruguay y Japón) y laborales (junto con miembros de la orden franciscana, acudieron historiadores ligados al mundo universitario, así como a Eusko Ikaskuntza), unidos todos ellos por el interés común de haber estudiado alguno de los dos campos generales que abordaba el congreso.

De este modo, por una parte, un primer bloque de intervenciones se centró en el estudio de la acción, individual y colectiva, de los franciscanos de origen vasco en los diversos territorios de la América colonia, organizado en torno a cuatro bloques o mesas temáticas.

En el primer día, los ponentes disertaron sobre la presencia de los franciscanos vascos en la expansión misional americana (glosada en su conjunto por Pedro Borges Morán y John Frederick Schwaller en sendas intervenciones), actuación que fue especialmente relevante en diversos territorios marginales del dominio colonial, como el norte de Nueva España (Francisco Morales) o la Alta California (Idoia Arrieta). No en vano la orden franciscana fue una de las cinco elegidas para la evangelización americana, por lo que buscaría en el País Vasco una de sus bases para surtir de personal dichas misiones. Ligado a este esfuerzo misional, se citó también la participación de franciscanos vascos en diversas regiones de Asia, como Filipinas, China o Japón (José María Alonso del Val y José María Tápiz Fernández). Tras la independencia, este proceso no se cortó, ya que los conventos franciscanos vascos continuaron enviando religiososa los países americanos (de lo que ofreció una visión de conjunto Óscar Álvarez Gila), que se concretó especialmente en diversas regiones: la Amazonía (Pilar García Jordán y Odorico Sáiz Pérez), la selva boliviana (Julián Heras), o en territorios no propiamente de misión, como Cuba (Juan Bosco Amores Carredano) o el Río de la Plata (Alberto Irigoyen).

Sobre este punto, la presencia franciscana vasca en la Iglesia no misional, se organizó otra mesa específica, que rescató diversas figuras que descollaron, no sólo en el terreno de la vida eclesiástica (por ejemplo, en la organización de la Inquisición americana, como el trabajo de Javier Sanchiz), sino que también contribuyeron, en su medida, al desarrollo social, cultural y económico de los territorios en los que actuaron: músicos (Inés Gómez Ochoa de Retana), médicos y botánicos (Ángel Goicoetxea Marcaida), pensadores e indigenistas (René Millar Corbacho y Mariano Errasti). También tuvieron cabida personajes cuya trascendencia histórica los ha hecho merecedores de una atención especial por parte de la historiografía, como el

primer arzobispo de México, Fray Juan de Zumárraga, a quien entre otras cosas se le debe la instalación de la primera imprenta en el Nuevo Mundo, y sobre el cual se organizó una mesa monográfica, que reunió a varios de los mejores expertos mundiales en esta figura clave del México colonial (Cándido Zubizarreta, Luis Martínez Ferrer, Jaime González Rodríguez y Joxe Mallea-Olaetxe).

El franciscanismo, además, no se reduce a su rama masculina (la “primera orden”), sino que también incluye a las religiosas o “segunda orden”, franciscanas o clarisas, así como a las congregaciones de laicos o “terciarios”; por esta razón, se organizó otra mesa para estudiar la participación vasca en su peculiar proceso implantación en América. Los estudios sobre estas otras proyecciones del franciscanismo son aún más escasos; no obstante, en el congreso pudimos contar con los estudios de Jesús Paniagua Pérez y María José Lanzagorta Arco, y el testimonio de María Teresa Xalambrí sobre la proyección americana de las clarisas vascas en diversas épocas; así como el exhaustivo trabajo de Nora L. Siegrist de Gentile sobre los terciarios franciscanos vascos en el Buenos Aires finicolonial.

Paralelamente, el congreso tuvo como segundo centro de atención la devoción mariana de Arantzazu y su extensión por América. Durante los siglos XVI al XVIII, la virgen de Arantzazu actuaría como elemento nucleador de las incipientes colectividades de inmigrantes vascos que fueron asentándose por toda América, desde California hasta Chile. Esto ocurrió tanto en las populosas capitales virreinales, como en otras localidades donde, por la razón que fuera, se hubiera llegado a la constitución de un núcleo lo suficientemente importante de vascos, ya fueran “de la Provincia [Guipúzcoa], del Señorío [Vizcaya], de la Hermandad [Álava], del Reino [Navarra]”, o incluso “de las Quatro Villas” [actual comunidad de Cantabria], como reza en el acta fundacional de la primera de las cofradías de Arantzazu de las que hay constancia en América, la de Lima.

De hecho, como mostró Mikel Aramburu Zudaire en su visión de conjunto, y glosó más en extenso Alberto Alday Garay, las devociones y fiestas religiosas ligadas a la tradición vasca (como, por ejemplo, las dedicadas a San Ignacio de Loyola) fueron uno de los medios usados por el emigrante vasco, sobre todo en la época colonial, para mantener su propia identidad y su relación afectiva con Euskal Herria.

En el congreso se hizo así un exhaustivo recorrido por las cofradías y capillas dedicadas a la virgen de Arantzazu que levantaron los vascos de América. Salvando las distancias, y sin olvidarnos nunca de sus funciones religiosas, estas cofradías constituyen el más claro precedente de las actuales euskal etxeak, tal como fueron surgiendo por los distintos países americanos desde el siglo XIX. En las cofradías, los vascos se reunían para recordar su tierra, para ayudarse mutuamente y para sostener al compatriota que, por las razones que fuera, no hubiera alcanzado la fortuna en su aventura indiana.

En las festividades mayores de los cofrades, incluso, se pronunciaban sermones en los que, junto con las enseñanzas religiosas, se glosaban los méritos y las peculiaridades culturales de los vascos. En México, además de la ya muy conocida y bien estudiada cofradía de la capital –con esa obra impresionante, por su magnitud y concepción, que fue el colegio de las vizcaínas–, estudiada por Elisa Luque y José Ignacio Tellechea, Amaya Garritz nos realizó un completo inventario de las existentes en el resto del territorio de Nueva España. Para el virreinato peruano, se mostró la actividad de las cofradías de Lima, Arequipa, y por supuesto Potosí –donde se desarrollaron las cruentas guerras entre “vicuñas y vascongados”–, de la mano de José de la Puente Brunke y Antonio Unzueta Echevarría. Finalmente, en el Río de la Plata, Edgar Stoffel, Danilo Maytía y Renée Fernández hicieron un pionero relevamiento de las huellas de Arantzazu en Argentina y Uruguay, mostrando la antigüedad de la presencia de la virgen vasca, de la que hoy apenas queda el recuerdo en forma de algunas capillas, imágenes y templos.

Las actas, en las que se recogerán en breve los resultados de este Congreso, constituirán sin duda un referente básico para todo el que quiera conocer esta parcela del pasado en el que se unen Euskal Herria y las Américas; al tiempo que, como ya hemos señalado antes, esperamos que sirvan para dar un impulso al su estudio, promoviendo nuevas investigaciones, que nos permitan incorporar nuevas piezas al mosaico, multiforme y multicolor, de la historia de la presencia vasca en América.

PROGRAMA: I CONGRESO INTERNACIONAL: ARANTZAZU Y LOS FRANCISCANOS VASCOS EN AMÉRICA

11 DE DICIEMBRE DE 2001

Acto inaugural

Román SUDUPE. Gipuzkoako Foru Aldundia

Nikolas ZUMALDE. Frantziskotar Misioak

Jose Mari ARREGI. Arantzazuko Frantziskotar Probintzia

Angel María ITURBE. Oñatiko Udala

Juan José GOIRIENA DE GANDARIAS. Eusko Ikaskuntza

Ana DE ZABALLA. Euskal Herriko Unibertsitatea

The Basques and Latin American Franciscanism in XVI th Century

John Frederick SCHWALLER. University of Minnesota, Morris, Estados Unidos

Visita guiada al Santuario.

12 DE DICIEMBRE DE 2001

Los franciscanos vascos en las misiones (siglos XVI-XVIII)

Misioneros franciscanos vasco-navarros en América (siglos XVII-XVIII)

Pedro BORGES MORAN. Universidad Complutense de Madrid

La Florida franciscana y el vizcaíno Fray Francisco de Beráscola (siglo XVI)

Isabel ARENAS FRUTOS. Universidad de Huelva

Fray Calixto OFM y el movimiento nacional inca del siglo XVIII

Scarlett O’PHELAN. Pontifica Universidad Católica de Perú, Lima

Franciscanos vascos en Asia

José Mª ALONSO DEL VAL. O.F.M. Centro de Estudios Montañeses, Santander

Franciscanos vascos en las misiones de California (siglos XVIII-XIX)

Idoia ARRIETA ELIZALDE. Universidad del País Vasco

Los franciscanos y los primeros pasos de la Iglesia en Japón (siglo XVI)

José María TAPIZ FERNANDEZ. Universidad kansai-Gaidai, Osaka, Japón

Los franciscanos vascos en las misiones (siglos XIX-XX)

La presencia franciscana vasca en América, siglos XIX-XX. Una visión de conjunto

Oscar ALVAREZ GILA. Universidad del País Vasco

Restauración de los Colegios Misioneros de Propaganda Fide en Perú y Bolivia y la participación vasca (1820-1920)

Julián HERAS, O.F.M. Perú

Los franciscanos vasco-navarros y la actividad misional en la Amazonía andina (siglos XIX-XX)

Pilar GARCIA JORDAN. Universidad de Barcelona

La medicina y la botánica indígena en la obra de los franciscanos vascos en América

Angel GOICOETXEA MARCAIDA. Eusko Ikaskuntza

Pelados fransciscanos vascos en la Amazonia del Perú y Bolivia (1830-2000)

Odorizo SAIZ PEREZ, O.F.M. Obispo emérito de Requena (Perú), Logroño

Los inicios de la presencia franciscana vasca en la Cuba contemporánea (1880-1930)

Juan Bosco AMORES CARREDANO. Universidad del País Vasco

13 DE DICIEMBRE DE 2001

La presencia franciscana vasca en la Iglesia no misional

Diego de Umansoro: su labor indigenista y cultural en Chile

Mariano ERRASTI O.F.M. Congregación franciscana

Franciscanos y vascos en el Santo Oficio del virreinato de México

Javier SANCHIZ. UNAM, México

Franciscanos vascos y el Santo Oficio en el virreinato de Perú

René MILLAR CORBACHO. Universidad de Santiago de Chile

Pedro Gual en el proceso de construcción del patrimonio católico andino (Perú, siglo XIX)

Fernando ARMAS ASIN. Pontificia Universidad Católica de Perú, Lima

La Parroquia franciscana de Tierra Santa, un enclave vasco en Montevideo

Alberto IRIGOYEN ARTETXE. Centro Vasco de Durazno, Uruguay

Fray Martín Francisco de Cruzealegi: un músico ilustrado vasco en el Nuevo Mundo

Inés GOMEZ OCHOA DE RETANA

Fray Juan de Zumárraga y la primera evangelización mexicana

Fray Juan de Zumárraga, fraile de Arantzazu

Cándido ZUBIZARRETA O.F.M. Congregación franciscana

Fray Juan de Zumárraga y la promoción cultural del indígena mexicano

Jaime GONZALEZ RODRIGUEZ. Universidad Complutense de Madrid

La influencia franciscana en la obra de Fray Juan de Zumárraga

Carmen José ALEJOS GRAU. Universidad de Navarra

Culturas indígenas y evangelización en Juan de Zumárraga y Jerónimo de Mendieta

Luis MARTINEZ FERRER. Universitá della Santa Croce, Roma

Zumarraga, Arantzazu ta Oñatiarrak

Joxe MALLEA-OLAETXE. University of Nevada, Reno

Las huellas de Aránzazu en América

La geografía de las provincias vascas representada en los franciscanos de México en el siglo XVII

Francisco MORALES, O.F.M. Academy of American Franciscan History, Washington

Devociones marianas de los emigrantes vascos en América en la Edad Moderna

Mikel ARAMBURU ZUDAIRE. Pamplona

La Cofradía de Aránzazu de Potosí y las guerras de vascongados y vicuñas

Fernando SERRANO MANGAS. Universidad de Extremadura, Cáceres

Los vascos de Arequipa (Perú) y su cofradía de la Virgen de Aránzazu

Antonio UNZUETA ECHEVARRIA. Camelitas Descalzos, Vitoria-Gasteiz

Los sermones sobre la Virgen de Aránzazu en la Hispanoamérica colonial

Ana DE ZABALLA BEASCOECHEA. Universidad del País Vasco

Presentación del libro Misioneros franciscanos y otros

Las huellas de Aránzazu en América

La Cofradía de Nuestra Señora de Aránzazu en la ciudad de México

José Ignacio TELLECHEA IDIGORAS. Eusko Ikaskuntza

La Cofradía de Aránzazu de México (siglo XVIII)

Elisa LUQUE ALCAIDE. Universidad de Navarra

La Virgen de Aránzazu y la Nueva España

Amaya GARRITZ RUIZ. UNAM, México

La adoración a la Virgen de Aránzazu en la Argentina

Edgar STOFFEL. Seminario Diocesano. Santa Fe, Argentina

La Virgen de Arantzazu en Montevideo

Renée FERNANDEZ; Danilo MAYTIA. Centro Vasco Haize Hegoa, Montevideo

Pasado y presente de dos símbolos religiosos de la identidad vasca en América: la Virgen de Aránzazu y San Ignacio de Loyola en México

Alberto ALDAY GARAY. RSBAP

15 DE DICIEMBRE DE 2001

Las segunda y tercera orden franciscanas

Rol religioso de los vascos en la Orden Franciscana Seglar (OFS). Sus relaciones con la

primera y la segunda Orden en Buenos Aires en el siglo XVIII

Nora L. SIEGRIST DE GENTILE. Conicet, Argentina

Participación vasca en el monacato franciscano femenino en Hispanoamérica colonial

Jesús PANIAGUA PEREZ. Universidad de León

Una misión escondida: la segunda orden franciscana en América. Presencia y labor de

las clarisas a lo largo de la historia

María José LANZAGORTA. Universidad del País Vasco

Arantzazu y su paisaje vegetal

Guillermo MEAZA RODRIGUEZ. Universidad del País Vasco

Ikerkuntza arkeologikoaren lehenengo urratsak Sasiolako konbentu franziskotarrean

Sonia SAN JOSE; Juantxo AGIRRE-MAULEON. Aranzadi Zientzia Elkartea

domingo, 19 de febrero de 2012

COFRADIA DE NUESTRA SEÑORA DE ARANZAZU DE LIMA 1612-2012



IGARTUA ROVIRA (Francisco), hijo del oñatiarra Francisco Igartua Gundi y Herminia Rovira, nació en Huarochirí, Lima, el 5 de setiembre de 1923. Siendo aun niño, su padre, con toda la familia, fue a la serranía de Ancash, a trabajar como administrador de la hacienda Larragan, en el pueblo de Aija. Pero no duro muchos años la estadía de la familia en Aija, pues el padre murió de la enfermedad de la verruga y la madre tuvo que volver al Callao, al cobijo de su familia. Jovencito aun intento probar el noviciado de La Salle en Chile, pero pronto supo que aquello no era lo suyo. Entro a estudiar Derecho en la universidad Católica, en Lima, carrera que abandono por el periodismo. Sus inicios fueron en “Jornada” donde dio señales de perspicacia para barruntar el impacto de la noticia. En 1950, con Doris Gibson fundó “Caretas”. Allí publico artículos que no agradaron al presidente general Manuel Odria y en 1952 tuvo que marchar al exilio de Panamá. En 1962 llego la fundación de “Oiga”, su gran ambición. Pero con los presidentes militares no le iba bien, y en 1974 el general Velasco lo desterró a México. De nuevo en la lid periodística le toco sufrir la dictadura de Alberto Fujimori, que le obligo al cierre definitivo de “Oiga”. Pero no desperdicio su tiempo y en 1995 publica “Siempre un extraño”, en 1997 “Reflexiones entre molinos de viento”, en 1998 “Huellas de un destierro” y en el 2000 “La Tina y otros cuentos”. Fue un periodista brillante y apasionado. Por ello a veces era contradictorio como Miguel de Unamuno, de quien tenía un aprecio inmenso, y cuyo aserto de que “el hombre que no sabe indignarse no vale para nada”, lo seguía al pie de la letra. Era un enamorado de la tierra de su padre y de todo lo vasco. Falleció el 24 de marzo de 20o4.

Bbl. Sus escritos y obras. Bazán Aguilar, Jhon, “Francisco Igartua, Oiga y una pasión quijotesca”, 2010. Guarrotxena, Jon: convivencias personales.

miércoles, 15 de febrero de 2012

Cuatrocientos años de la fundación de la Cofradía de la Virgen de Arantzazu en la ciudad de Lima

Fragmentos euskéricos en un libro

desconocido sobre la Virgen de Aranzazu

Antonio Unzueta

COFRADIA DE NUESTRA SEÑORA DE ARANZAZU DE LIMA 1612-2012

Hermandad de Nuestra Señora de Aránzazu de Lima

Doctor José de la Puente Brunke

Pontificia Universidad Católica

-----------------------------------------------------------------

Introducción

Las hermandades y cofradías en el Perú virreinal no han sido objeto de un especial interés de parte de los historiadores. Si bien el tema ha sido tratado por diversos autores en líneas generales, o en el marco de obras de carácter más amplio -siendo el caso más destacado el del P. Rubén Vargas Ugarte S.J.[1], no son muchas las cofradías estudiadas de modo específico. En este sentido, son de destacar algunas aproximaciones a las cofradías en su conjunto en el Perú virreinal, como la de Olinda Celestino y Albert Meyers, referida a esas corporaciones en los Andes centrales[2]; si bien su tema específico de estudio es el de las cofradías indígenas, ofrecen una visión amplia y clara del devenir de las cofradías en general. Debe citarse también la obra –más reciente- de Beatriz Garland Ponce[3], al igual que el trabajo de Jesús Paniagua Pérez sobre las cofradías limeñas de San Eloy y de la Misericordia[4], y dos contribuciones recién aparecidas: el artículo de Diego Lévano Medina, en el que ofrece una visión de conjunto de las cofradías limeñas en el siglo XVII[5], y el trabajo de Ciro Corilla Melchor, en el que estudia las cofradías limeñas desde la perspectiva de los conflictos étnicos[6]. En el caso de la Hermandad de Nuestra Señora de Aránzazu, dos autores la han estudiado con cierto detalle: Guillermo Lohmann Villena[7] y Elisa Luque Alcaide[8]. La documentación de las hermandades y cofradías limeñas se encuentra en el Archivo de la Sociedad de Beneficencia Pública de Lima, entidad que pasó a administrar todos los bienes de esas instituciones por disposición de un Decreto Supremo expedido en 1865 por el presidente Mariano Ignacio Prado[9].

Los orígenes de la Hermandad de Nuestra Señora de Aránzazu

En los inicios del siglo XVII era ya importante el número de vascos residentes en Lima, y muchos de ellos formaban parte del sector más representativo y poderoso de los comerciantes que desarrollaban sus labores en la capital del virreinato peruano. Se sabe que desde los primeros años de esa centuria un grupo de vizcaínos solía reunirse en el convento de San Agustín, con el propósito de dar forma a una hermandad que los agrupara, lo cual en realidad ocurrió años después. Sin embargo, ya en la segunda década de ese siglo, y específicamente el 13 de febrero de 1612, se dio un paso más firme en la misma dirección, al reunirse un grupo de “caballeros hijosdalgo de la nación vascongada” con el fin de otorgar poder ante notario a seis coterráneos suyos para que en su representación adquiriesen la capilla de la Encarnación de Nuestra Señora y Anunciación de Nuestro Señor, situada en la iglesia de San Francisco. Los poderdantes se comprometieron, en el mismo instrumento, a reunir en conjunto la suma de 10,000 pesos con el fin de concluir la mencionada compraventa[10]. La operación comprendía también la cripta, para la realización de los enterramientos de los miembros de la Hermandad y de sus descendientes[11]. Al año siguiente se dispuso la designación de una comisión que redactara los estatutos de la naciente corporación, aunque lo cierto es que las constituciones definitivas se concluyeron muchos años después, en 1635[12].

Fue lento el proceso de organización de la Hermandad limeña de Nuestra Señora de Aránzazu. Por ejemplo, tan solo en 1619 se realizó la primera elección de mayordomos, y al año siguiente se extendió formalmente el documento que reconocía a la Hermandad como titular de la capilla adquirida en 1612 en la iglesia de San Francisco, y que tenía por advocación el Santo Cristo y Nuestra Señora de Aránzazu[13].

Las constituciones han sido publicadas por Guillermo Lohmann Villena[14], especificándose en ellas, en primer lugar, que estaría conformada la corporación por los residentes en Lima que fueran naturales de Vizcaya y de Guipúzcoa, al igual que sus descendientes, así como los oriundos de Alava, de Navarra y de las “cuatro villas”: Laredo, Castro Urdiales, Santander y San Vicente de la Barquera. Se estableció como misión primordial de la Hermandad la de “ejercitar entre sí y con los de su nación obras de misericordia y caridad cristiana así en vida como en muerte”.

Se establecía el derecho de ser enterrados en la referida capilla para todos los naturales de los mencionados lugares, así como para sus viudas —salvo que hubieren contraído segundas nupcias con alguien que no fuera miembro de la Hermandad- y sus descendientes, advirtiéndose en este último caso que se excluía a toda persona que estuviese “manchada o infamada de judío o moro penitenciado por el Santo Oficio ni casado con mulata india o negra o que tenga algún oficio infame”.

En las mismas constituciones se reitera que el principal fin de la Hermandad es el de “ejercitarse en las obras de piedad y misericordia, principalmente con los hermanos de ella”, siendo tales obras las visitas a los enfermos de la Hermandad, y en general a los enfermos pobres, en especial los forasteros y “chapetones”; visitar las cárceles e interesarse por la presencia allí de presos de la Hermandad u originarios de las provincias vasco-navarras; procurar estar enterados de la llegada a Lima de chapetones provenientes “de las naciones de la dicha hermandad”, con el fin de ayudarlos si así lo requirieran.

Además, las constituciones establecieron con claridad que la Hermandad debía estar perpetuamente eximida de la jurisdicción “de cualquier ordinario secular o eclesiástico regular o clerical”, sin que los arzobispos o los superiores de la orden franciscana pudieran “introducirse a pedir razón o cuenta de las obras pías de ella o del gasto de las rentas y limosnas”. Sin embargo, ya Elisa Luque Alcaide ha hecho notar que una circunstancia que pareció ir en detrimento de la referida exención de jurisdicción es la de la presencia del guardián del convento franciscano en las juntas generales de la Hermandad, aunque sin derecho a voto[15].

La iglesia de San Francisco, en la que tenía su sede la Hermandad, llegó a albergar nueve cofradías, a pesar de estar establecido que una iglesia podía alojar un máximo de seis[16].

En años recientes se han publicado -como ya hemos señalado- dos trabajos referidos de manera específica a la Hermandad de Nuestra Señora de Aránzazu de Lima: el primero, de Guillermo Lohmann Villena[17], constituye un detenido estudio de las circunstancias de la fundación y primer desarrollo de esta confraternidad, incluyéndose la publicación -ya mencionada- de sus constituciones, al igual que un interesante recuento de las vicisitudes por las que pasó la capilla de la Hermandad en la iglesia de San Francisco de Lima, fundamentalmente a causa de los terremotos que asolaron la ciudad de los Reyes. El otro es el de Elisa Luque Alcaide[18], que constituye una reflexión comparativa entre las confraternidades limeña y novohispana, con especial referencia a la proyección y vigencia social de ambas instituciones. En este sentido, además de señalar que los vascos en Lima constituían “el núcleo más fuerte de los comerciantes de la ciudad”, la misma autora plantea la hipótesis de que los miembros de la hermandad limeña estuvieron más fuertemente enraizados en la sociedad virreinal que sus pares novohispanos, dado que estos últimos incorporaban entre sus festividades las correspondientes a los patronos de los territorios vasco-navarros, mientras que los hermanos de Lima tan solo contemplaban la devoción a la Virgen de Aránzazu y al Santo Cristo[19].

La Hermandad y sus integrantes en la Lima del siglo XVIII

Fue el siglo XVIII el tiempo en el que numerosos miembros de la Hermandad de Aránzazu tuvieron un papel de especial gravitación en la sociedad y en la economía peruanas. No olvidemos que las reformas borbónicas supusieron notables cambios en la economía y el comercio, los cuales fueron especialmente importantes en el Perú. Sin embargo, si bien tradicionalmente se ha señalado que dichas reformas trajeron consigo tiempos de crisis para la elite mercantil limeña, lo cierto es que recientes investigaciones están demostrando que en la segunda mitad de la referida centuria siguió siendo muy grande la capacidad de construir fortunas entre los comerciantes afincados en Lima, a pesar de que esta ciudad había perdido su lugar como centro de la distribución mercantil en la América del Sur. Tal como afirma Cristina Mazzeo, en virtud del “libre comercio” —que no significó una libertad total- Lima perdió el monopolio de algunas vías y territorios, pero no perdió poder económico. La elite mercantil limeña centró su interés en nuevas actividades, tales como la exportación de productos no tradicionales, la importación de esclavos y los negocios financieros[20].

De hecho, es claro que durante el siglo XVIII se produjo la llegada de un importante número de comerciantes vascos y navarros que se afincaron en Lima, y que fueron protagonistas centrales de la vida económica en la capital virreinal[21]. Alberto Flores Galindo elaboró una relación de los “principales personajes de la clase alta limeña” en las décadas finales del siglo XVIII hasta la Independencia, constando dicha relación de cincuenta nombres[22]. Analizando esa información, César Pacheco Vélez llega a la conclusión de que veintidós de ellos eran limeños, uno procedía de Ayacucho, otro de Trujillo y los veintiséis restantes eran peninsulares, llegados en su mayoría al Perú después de 1750. Y de esos veintiséis peninsulares, quince eran vascos o navarros. Pero además había otros hijos de vascos o navarros nacidos ya en el Perú[23]. Guillermo Lohmann Villena ha mostrado precisamente atención en el grupo de comerciantes vascos que actuó en Lima en la segunda mitad del siglo XVIII:

“La acción de los hombres de empresa vascongados en el Perú se recorta con perfiles tan nítidos durante la segunda mitad del siglo XVIII que su magnitud sólo cabe medirla proyectándola como la secuela, dentro del sector económico, del rumbo trazado por sus predecesores atraídos por el llamado del destino transatlántico. La divisa de unos y otros pudiera haber sido el viejísimo Plus Ultra, un más allá promotor constante del ímpetu expansivo que desde tiempos inmemoriales late en las venas de los individuos de esa raza”[24].

Si bien numerosos miembros de la Hermandad de Nuestra Señora de Aránzazu se contaron entre los más importantes comerciantes y empresarios de Lima, es de notar que su prestigio social fue variado. Interesante en este sentido es el caso del navarro Martín de Osambela, nacido en la modesta localidad de Huici en 1754 y quien trasladado al Perú logró construir una gran fortuna, precisamente en el contexto de la vigencia del “libre comercio”. Ahora bien: su fortuna fue muy importante, y él mismo logró ascender socialmente de modo muy notable, pero sin llegar a las esferas más altas, probablemente por no haber contraído nupcias con alguna integrante de una gran familia criolla[25].

Es interesante en este sentido lo afirmado por Paul Rizo-Patrón, quien si bien señala que fueron los que integraron la inmigración vasco-navarra quienes más destacaron en las actividades mercantiles limeñas en el siglo XVIII, no todos llegaron a alcanzar el éxito pleno: bien fuera por falta de habilidad; o porque se dedicaron en exclusiva a las actividades económicas sin preocuparse por su vigencia social; o porque no lograron la suficiente bonanza económica o las necesarias vinculaciones sociales para ascender[26].

Un caso más notable es el representado por la familia Querejazu, cuyos miembros pertenecieron a la Hermandad, constituyéndose en una de las familias más poderosas en la segunda mitad del siglo XVIII, siendo su principal representante Antonio Hermenegildo de Querejazu y Mollinedo, quien llegó a ser el oidor más antiguo de la Audiencia de Lima, y caballero de la Orden de Santiago, además de dueño de una de las más importantes fortunas de entonces. El había nacido en el Perú, y fue hijo de un peninsular afincado en el virreinato en la primera mitad de ese siglo, Antonio de Querejazu y Uriarte, natural de Mondragón, en Guipúzcoa, quien llegó a ser mayordomo de la Hermandad[27]. Obviamente, este último logró tal posición por su relevancia en la sociedad limeña de entonces: fue caballero de Santiago, gobernador de Quijos y Macas y prior del Tribunal del Consulado de Lima, y casó en 1706 con la limeña Juana Agustina de Mollinedo y Azaña, sobrina del célebre obispo del Cuzco Manuel de Mollinedo y Angulo, reconstructor de esa ciudad tras el terremoto de 1650[28].

En la documentación que se conserva de la Hermandad, Antonio de Querejazu y Urriarte figura por primera vez en un dato referido a 1704. En efecto, en el cabildo realizado el 3 de mayo de ese año, se presenta una relación de las personas que ofrecieron limosna para el retablo de Nuestra Señora de Aránzazu. Allí aparecen conjuntamente Mateo y Antonio de Querejazu aportando 100 pesos, habiendo solo cinco personas con aportes mayores, siendo las sumas más altas las ofrecidas por los mayordomos de la Hermandad, Pedro de Ulaortua y Juan Bautista de Palacios[29]. Al año siguiente, y de acuerdo con la “Razón de los señores hermanos que han mandado limosna para el retablo de Nuestra Señora de Aránzazu este año de 1705”[30], Antonio de Querejazu vuelve a aportar 100 pesos, siendo en este caso el hermano que ofreció la suma más alta.

Desde entonces Antonio de Querejazu intentó ser elegido mayordomo de la Hermandad, pero lo logró tan solo en el cabildo de 3 de mayo de 1713, cuando alcanzó tal cargo junto con el ya mencionado —y en este caso reelegido- Juan Bautista de Palacios, quien por entonces ya era Teniente General de la Caballería. Ya en años anteriores había sido Querejazu diputado de la Hermandad[31].

En el registro de los entierros efectuados en la bóveda de la capilla de Nuestra Señora de Aránzazu, figuran los de varios miembros de esa importante familia. Así, el 3 de enero de 1761 fue enterrado Tomás de Querejazu, caballero de la Orden de Santiago y canónigo de la catedral de Lima[32]. En junio de 1772 se enterró Juana de Querejazu, condesa de San Juan de Lurigancho, hija del mencionado Antonio Hermenegildo[33]. En febrero de 1775 fue enterrada la esposa de éste, Josefa de Santiago-Concha y Errazquin, y el 18 de enero de 1792 se hizo lo propio con el mismo Antonio Hermenegildo. El 14 de diciembre de 1797 fue enterrado José de Querejazu y Santiago-Concha, Conde de San Pascual Bailón, e hijo del anterior[34].

Si bien no es abundante la documentación conservada en nuestros días con respecto a la Hermandad de Nuestra Señora de Aránzazu, algunos datos son reveladores de lo que fue la vida de la corporación. Como ejemplo podemos mencionar el de las necesidades materiales referidas al cotidiano funcionamiento de la capilla de la Hermandad en la iglesia de San Francisco, y específicamente el hecho de la presencia -acreditada en diversos periodos- de un negro esclavo dedicado a servir a la capilla. Así, por ejemplo, por medio de un recibo fechado el 24 de julio de 1743 sabemos de la compra de un negro llamado José Vicente, operación que fue efectuada por quienes entonces eran mayordomos de la Hermandad: José de Arescurenaga y Pablo de la Urrunaga. Dicho esclavo tenía 18 años de edad, y fue comprado en 300 pesos, luego de venderse por 350 al que anteriormente se habla tenido. Ahora bien: los esclavos que servían a la Hermandad no eran siempre adquiridos a título oneroso. Algunas décadas antes, por ejemplo, la Hermandad había recibido un esclavo a través de una cláusula testamentaría, efectuada por el capitán Antonio de Monasterio Guren, el cual dejó a dicho negro -llamado Antonio Mina- “para que sirviese a la capilla de Nuestra Señora después que hubiese servido cinco años a doña Isidora Blanco Rejón, viuda del dicho Monasterio Guren”. El hecho de establecerse unos años previos a la recepción del esclavo por parte de la Hermandad suscitó un grave problema: aquel terminó en manos del general Juan Bautista de la Rigada, quien se negó a entregarlo a la Hermandad. Ante esa circunstancia, la corporación demandó a dicho general ante el Juzgado de la Guerra, concluyendo favorablemente la causa, con el decreto final de 25 de febrero de 1699, proveído y rubricado por el auditor general de la Guerra, que por entonces lo era el oidor Antonio Pallares y Espinosa[35].

La devoción limeña a la Virgen de Aránzazu

En cuanto a las fiestas celebradas en honor de la Virgen de Aránzazu, el P. Benjamín Gento Sanz afirma lo siguiente:

“La colonia vascongada, rica y próspera en la época colonial, era también generosa en extremo, al manifestar su religiosidad con la Virgen de su devoción, bajo la advocación de Aránzazu o del Espino —que esto significa la palabra vasca Aránzazu: sobre el espino- que tantos recuerdos les traía de sus lejanas montañas (...). Las fiestas que celebraban a la Virgen de Aránzazu eran suntuosas, y las preseas y alhajas de su culto, numerosas, ricas y abundantes”[36].

Pero es mucho más ilustrativa la reseña que hace un coetáneo, Fray Diego de Córdova y Salinas, de un acontecimiento muy concreto: el recibimiento y la colocación, en la capilla de la Hermandad limeña, de la imagen de Nuestra Señora de Aránzazu, en 1646.

He aquí el relato:

“Fue recibida la forastera divina en Lima con gran pompa y alegría de sus vecinos, haciéndose pedazos las campanas de todas las iglesias en señal de su gozo. Colocada la santa imagen en sus andas de un montón distinto de inmensa riqueza de diamantes, que en lo brillante poco le debían al sol, salió triunfante en hombros de sacerdotes de la Catedral a la plaza mayor, debajo de palio, como Reina y Señora que es de cielo y tierra, despidiendo rayos de gloría de su soberano rostro, que daban vida a cuantos con devoción la miraban. Llevaba por lucido acompañamiento a todo lo noble y común de la ciudad, Virrey, Audiencia Real, Cabildos y Religiones. Pasó la procesión con pompa y aparato, luces, músicas y danzas, las calles y sus balcones adornados de sedas y ricas telas, a la casa del serafín llagado, Francisco, donde el siguiente día, diez y ocho de octubre de mil y seiscientos y cuarenta y seis años, con el mismo aplauso, fiesta, música, Virrey y Tribunales, suspiros y lágrimas de gozo, y alegría de innumerable pueblo convenido, fue colocada la santa imagen en su espino (divina rosa entre espinas) dentro de un nicho de gallardo fondo, a cuya majestad corren dos cortinas de labor costosa”[37].

Fueron notables y continuas las contribuciones de los miembros de la Hermandad para sufragar los gastos que acarreaban las fiestas y todo lo que se dirigía a la veneración de la Virgen de Aránzazu. Por ejemplo, en los años iniciales del siglo XVIII fueron frecuentes las ya mencionadas limosnas para la construcción del retablo de la capilla de la Hermandad. No siendo suficientes las limosnas que se recogían, en ocasiones los propios miembros prestaban dinero a la corporación. Ocurrió eso con los capitanes Pedro de Ulaortua -que llegó a ser prior del Tribunal del Consulado- y Juan Bautista de Palacios, quienes fueron -como ya se ha señalado anteriormente- mayordomos de la Hermandad en los primeros años del siglo XVIII. Según los documentos que acreditan las cuentas, en 1704 la corporación debía a ambos 15,133 pesos, los cuales

“remiten y perdonan a la dicha Hermandad cada uno por su parte y por todos los dichos hermanos se les admitió la remisión y les dieron las debidas gracias así por este servicio que hacen a la Virgen Santísima de Aránzazu como por lo bien que lo han hecho y lo están haciendo en la continuación de sus fiestas y demás gastos que se ofrecen a la dicha Hermandad”[38].

La bóveda sepulcral de la capilla de la Hermandad

Ya nos hemos referido al derecho de los hermanos de esta corporación, así como de sus parientes, de enterrarse en la bóveda de la capilla de la iglesia de San Francisco. Un libro conservado en el Archivo de la Sociedad de Beneficencia Pública de Lima da cuenta de los hermanos que se enterraron en la referida capilla desde fines del siglo XVII[39].

En el siglo siguiente, las ideas de la Ilustración inspiraron las nuevas políticas con respecto a los enterramientos: se buscaba mejorar la salud pública, que se veía perjudicada por el hedor que emanaban las fosas en las que se enterraba a los difuntos en las ciudades. Por eso, se pensó que la solución pasaba por crear cementerios fuera de los centros urbanos, para que los muertos dejaran de envenenar a los vivos[40]. Así, desde 1808, tras la inauguración del Cementerio General de Lima, se estableció que todas las iglesias clausuraran sus bóvedas, sepulturas, osarios y todos los lugares donde hubiera entierros. Es de destacar que las autoridades hicieron especial mención de la iglesia de San Francisco en este sentido. Se deseaba -según un texto de la época- que “no sean más nuestros templos y hospitales los palacios de la muerte. En el Santuario del Dios Vivo solo se sientan el olor agradable del incienso; y el del bálsamo salutífero en las cosas de piedad”[41].

Debemos suponer que hubo una especial preocupación de las autoridades por la situación de la iglesia de San Francisco en lo referido a los enterramientos. En efecto, consta que la prohibición de efectuar entierros en ese templo se había dado ya en 1804. En ese año los religiosos franciscanos construyeron un panteón junto a la Casa de Ejercicios de la Tercera Orden, efectuándose su apertura el 23 de septiembre, y desde ese día “se impidió todo entierro en la iglesia de San Francisco por las superiores órdenes del Excmo. Sr. Virrey D. Gabriel de Avilés y el Arzobispo el Excmo. e Iltmo. Sr. D. Juan Domingo González de la Reguera, de la Gran Cruz de Carlos III. Con este motivo se han cerrado todas las bóvedas y aunque queda abierta la de la Hermandad de Aránzazu, se ha prohibido todo entierro, y ha asignado el R. P. Guardián dieciséis nichos en el panteón para los que tenían derecho a la bóveda (...)”[42].

Es decir, se prohibieron los enterramientos en la iglesia de San Francisco cuatro años antes de la prohibición general de efectuar entierros en los templos. Pero la clausura de la bóveda se produjo en 1808, a raíz de la inauguración del Cementerio General. Dicha clausura es relatada con detalle en uno de los libros de la Hermandad:

“Por el Reglamento Provisional que se imprimió y está la copia en el Archivo de Aránzazu, se mandó por los dos referidos jefes[43] que todas las iglesias de esta capital empezasen a cerrar sus bóvedas, sepulturas, osarios, y demás lugares de entierro, desde el día inmediato a la bendición y apertura del camposanto, y lo verificasen en el término de quince días contados desde primero de junio próximo, inhabilitando los enterratorios de modo que no vuelvan a servir, ni quede señal de su entrada con lápida sepulcral, ni cosa que lo denote”[44].

Siguiendo tales disposiciones, los mayordomos de la Hermandad retiraron una lápida de bronce que tenía allí más de un siglo -se había instalado en 1693-, en la cual aparecía la siguiente inscripción: “Aquí yacen los muy nobles y muy leales hijos y descendientes de la Provincia de Cantabria”. Lo interesante es que en el mismo documento se señalan una serie de precisas instrucciones para quienes en el futuro quisieran reabrir la bóveda, concluyéndose del siguiente modo: “Esta explicación y noticia se pone aquí para los venideros (...); en caso necesario es fácil quitarla y dar entrada a la bóveda”[45]. Todo indica, en efecto, que la clausura de la bóveda sepulcral de la capilla de la Hermandad se realizó con gran pesar por los miembros de la misma, quienes de algún modo mostraron su deseo de que en el futuro pudiera ser reabierta. Dicho pesar puede percibirse en la documentación de la Hermandad, al aludirse a los nichos que se reservaron en el Cementerio General:

“Para reparar en algún modo la falta de la bóveda de Aránzazu en su capilla, se han tomado en el camposanto (...) nichos que están distinguidos con la inscripción de pertenecer a la Ilustre Hermandad de Nuestra Señora de Aránzazu”[46].

Notas

[1] Véase, entre otras, su Historia de la Iglesia en el Perú. Burgos-Lima, 1953-1962, 5 vols.; y su Historia del culto de María en Iberoamérica y de sus imágenes y santuarios más celebrados. Buenos Aires, 1947 (segunda edición).

[2] Celestino, Olinda y Albert Meyers: Las cofradías en el Perú: región central. Frankfurt, Vervuert, 1981.

[3] Garland Ponce, Beatriz: “Las cofradías en Lima durante la colonia. Una primera aproximación”. En: Ramos, Gabriela (compiladora): La venida del reino. Religión, evangelización y cultura en América. Siglos XVI-XX. Cusco, Centro de Estudios Regionales Andinos “Bartolomé de las Casas”, 1994, pp. 199-228.

[4] Paniagua Pérez, Jesús: “Cofradías limeñas: San Eloy y la Misericordia (1597-1733)”. Anuario deEstudios Americanos, tomo LII, N° 1 (Sevilla, 1995), pp. 13-35.

[5] Lévano Medina, Diego Edgar: “Organización y funcionalidad de las cofradías urbanas. Lima siglo XVII”. Revista del Archivo General de la Nación, 24 (Lima, mayo 2002), pp. 77-118.

[6] Corilla Melchor, Ciro: “Cofradías en la ciudad de Lima, siglos XVI y XVII: racismo y conflictos étnicos”. En Carrillo S., Ana Cecilia (y otros): Etnicidad y discriminación racial en la historia del Perú. Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú – Instituto Riva Agüero y Banco Mundial, 2002, pp. 11-34.

[7] Lohmann Villena, Guillermo: “La Ilustre Hermandad de Nuestra Señora de Aránzazu de Lima”. En Los vascos y América. Ideas, hechos, hombres. Madrid, Fundación Banco de Bilbao y Vizcaya, 1990, pp. 203-213.

[8] Luque Alcaide, Elisa: “Coyuntura social y cofradía. Cofradías de Aránzazu de Lima y México”. En Martínez López-Cano, María del Pilar, Gisela von Wobeser y Juan Guillermo Muñoz Correa (coordinadores): Cofradías, capellanías y obras pías en la América colonial. México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1998, p. 98.

[9] Celestino y Meyers, op. cit., p. 195.

[10] Lohmann Villena, op.cit., p. 203.

[11] Benjamín Gento Sanz O.F.M., en su monografía sobre la iglesia de San Francisco, hace referencia a los entierros de los miembros de la Hermandad que en esa cripta se realizaban. Gento Sanz O.F.M., Benjamín: San Francisco de Lima. Estudio Histórico y Artístico de la Iglesia y Convento de San Francisco de Lima. Lima, Imprenta Torres Aguirre S.A., 1945, p. 210.

[12] Lohmann Villena, op. cit., p. 204.

[13] Ibíd., pp. 204-205.

[14] Ibid., pp. 206-210.

[15] Luque Alcaide, op. cit., p. 98.

[16] Garland, op.cit., p. 210.

[17] Lohmann Villena, op. cit.

[18] Luque Alcaide, op. cit.

[19] Luque Alcaide, op. cit., pp. 94 y 101.

[20] Mazzeo, Cristina Ana: El comercio libre en el Perú. Las estrategias de un comerciante criollo. José Antonio de Lavalle y Cortés, Conde de Premio Real, 1777-1815. Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú, 1994, p. 230. Sobre este mismo tema, véase también Rizo-Patrón Boylan, Paul: Linaje, dote y poder. La nobleza de Lima de 1700 a 1850. Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú, 2000, pp. 37-47 y 71-78.

[21] De todos modos, no debe dejar de mencionarse la importancia que ya en el siglo XVII tuvieron los vascos en Lima, en lo relativo a la vida económica y comercial. Un buen ejemplo de ello nos lo ofrece la figura del vizcaíno Juan de la Plaza, quien en la década de 1620 fundó un banco en la capital virreinal, que seria el tercero, ya que para entonces existían los de Bernardo de Villegas y de Juan de la Cueva -célebre este último por su estrepitosa quiebra producida en 1635. Margarita Suárez refiere que se suscitaron muchas resistencias frente a la iniciativa de Plaza de fundar un banco, y que fue importante el apoyo que por escrito le dieron numerosos comerciantes afincados en Lima, muchos de los cuales eran vascos. Cfr. Suárez, Margarita: Desafíos transatlánticos. Mercaderes, banqueros y el estado en el Perú virreinal, 1600-1700. Lima, Instituto Riva-Agüero - Pontificia Universidad Católica del Perú, Fondo de Cultura Económica, Instituto Francés de Estudios Andinos, 2001, pp. 70-72.

[22] Flores Galindo, Alberto: Aristocracia y plebe. Lima, 1760-1830 (Estructura de clases y sociedad colonial). Lima, Mosca Azul Editores, 1984, pp. 74-76.

[23] Pacheco Vélez, César: Memoria y utopía de la vieja Lima. Lima, Universidad del Pacífico, 1985, p. 189.

[24] Lohmann Villena, Guillermo: “Los comerciantes vascos en el virreinato peruano”. En Los vascos y América. Actas de las Jornadas sobre el comercio vasco con América en el siglo XVIII, y la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas en el II Centenario de Carlos III. Bilbao, Fundación Banco de Vizcaya, 1989, p. 55.

[25] Véase Hampe Martínez, Teodoro: “Auge y caída de don Martín de Osambela, comerciante navarro en el Perú (ca. 1754-1825)”. En Revista del Archivo General de la Nación, N° 22 (Lima, 2001), pp. 273-292.

[26] Rizo-Patrón, Paul: “Vinculación parental y social de los comerciantes de Lima a fines del periodo virreinal”. En Mazzeo de Vivó, Cristina Ana: Los comerciantes limeños a fines del siglo XVIII. Capacidad y cohesión de una elite. 1750-1825. Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú —Dirección Académica de Investigación, 1999, p. 20.

[27] Archivo Central de la Sociedad de Beneficencia Pública de Lima (en adelante ACBP) libro N° 8178, f. 15 vto.

[28] Lohmann Villena, Guillermo: Los ministros de la Audiencia de Lima en el reinado de los Borbones (1700-1821). Esquema de un estudio sobre un núcleo dirigente. Sevilla, Escuela de Estudios Hispanoamericanos, 1974, p. 110. Sobre la familia Querejazu, véase Rizo-Patrón: Linaje, dote y poder... cit., pp. 106-109.

[29] ACBP, libro N° 8179, f 190.

[30] ACBP, libro N° 8179, f. 192 vto.

[31] ACBP, libro N° 8179, f. 203 vto.

[32] ACBP, libro N° 8178, f 12.

[33] ACBP, libro N° 8178, f. 15 vto.

[34] ACBP, libro N° 8178, ff. 16, 19 y 22.

[35] Cfr. ACBP, libro N° 8180.

[36] Gento Sanz O.F.M., op.cit., p. 210.

[37] Córdova y Salinas, Diego de: Crónica Franciscana de las Provincias del Perú (Nueva edición con notas e introducción por Lino G. Canedo, O.F.M.). Washington, Academy de Historia Franciscana Americana, 1957, p. 529.

[38] ACBP, libro N° 8179, f. 188. Se especifica que de los 15,133 pesos que se debía a dichos mayordomos, 8,314 correspondían a Juan Bautista de Palacios, y 6,819 a Pedro de Ulaortua.

[39] “Libro de los hermanos que se mueren y se entierran en la bóveda de la capilla de Nuestra Señora de Aránzazu que corre desde el año de 1695”. ACBP, libro N° 8178.

[40] Cfr. Casalino Sen, Carlota: “Higiene pública y piedad ilustrada: la cultura de la muerte bajo los Borbones”. En O’Phelan Godoy, Scarlett (compiladora): El Perú en el siglo XVIII. La era borbónica. Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú -Instituto Riva-Agüero, 1999, p. 326.

[41] Casalino, op. cit., pp.338, 339 y 342.

[42] ACBP, libro N° 8178, f. 23 vto.

[43] En alusión al arzobispo Las Heras y al virrey Abascal.

[44] ACBP, libro N° 8178, f. 26.

[45] ACBP, libro N° 8178, f. 26 vto.

[46] IbId.