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DORIS GIBSON PARRA Y FRANCISCO IGARTUA ROVIRA

DORIS GIBSON PARRA Y FRANCISCO IGARTUA ROVIRA
FRANCISCO IGARTUA CON DORIS GIBSON, PIEZA CLAVE EN LA FUNDACION DE OIGA, EN 1950 CONFUNDARIAN CARETAS.

«También la providencia fue bondadosa conmigo, al haberme permitido -poniendo a parte estos años que acabo de relatar- escribir siempre en periódicos de mi propiedad, sin atadura alguna, tomando los riesgos y las decisiones dictadas por mi conciencia en el tono en que se me iba la pluma, no siempre dentro de la mesura que tanto gusta a la gente limeña. Fundé Caretas y Oiga, aunque ésta tuvo un primer nacimiento en noviembre de 1948, ocasión en la que también conté con la ayuda decisiva de Doris Gibson, mi socia, mi colaboradora, mi compañera, mi sostén en Caretas, que apareció el año 50. Pero éste es asunto que he tocado ampliamente en un ensayo sobre la prensa revisteril que publiqué años atrás y que, quién sabe, reaparezca en esta edición con algunas enmiendas y añadiduras». FRANCISCO IGARTUA - «ANDANZAS DE UN PERIODISTA MÁS DE 50 AÑOS DE LUCHA EN EL PERÚ - OIGA 9 DE NOVIEMBRE DE 1992»

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«Cierra Oiga para no prostituir sus banderas, o sea sus ideales que fueron y son de los peruanos amantes de las libertades cívicas, de la democracia y de la tolerancia, aunque seamos intolerantes contra la corrupción, con el juego sucio de los gobernantes y de sus autoridades. El pecado de la revista, su pecado mayor, fue quien sabe ser intransigente con su verdad» FRANCISCO IGARTUA – «ADIÓS CON LA SATISFACCIÓN DE NO HABER CLAUDICADO», EDITORIAL «ADIÓS AMIGOS Y ENEMIGOS», OIGA 5 DE SEPTIEMBRE DE 1995

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LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU

LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU
UNIVERSIDAD DEL PAÍS VASCO

LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU

LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU
UNIVERSIDAD DEL PAÍS VASCO

«Siendo la paz el más difícil y, a la vez, el supremo anhelo de los pueblos, las delegaciones presentes en este Segundo Congreso de las Colectividades Vascas, con la serena perspectiva que da la distancia, respaldan a la sociedad vasca, al Gobierno de Euskadi y a las demás instituciones vascas en su empeño por llevar adelante el proceso de paz ya iniciado y en el que todos estamos comprometidos.» FRANCISCO IGARTUA - TEXTO SOMETIDO A LA APROBACION DE LA ASAMBLEA Y QUE FUE APROBADO POR UNANIMIDAD - VITORIA-GASTEIZ, 27 DE OCTUBRE DE 1999.

«Muchos más ejemplos del particularismo vasco, de la identidad euskaldun, se pueden extraer de la lectura de estos ajados documentos americanos, pero el espacio, tirano del periodismo, me obliga a concluir y lo hago con un reclamo cara al futuro. Identidad significa afirmación de lo propio y no agresión a la otredad, afirmación actualizada-repito actualizada- de tradiciones que enriquecen la salud de los pueblos y naciones y las pluralidades del ser humano. No se hace patria odiando a los otros, cerrándonos, sino integrando al sentir, a la vivencia de la comunidad euskaldun, la pluralidad del ser vasco. Por ejemplo, asumiendo como propio -porque lo es- el pensamiento de las grandes personalidades vascas, incluido el de los que han sido reacios al Bizcaitarrismo como es el caso de Unamuno, Baroja, Maeztu, figuras universales y profundamente vascas, tanto que don Miguel se preciaba de serlo afirmando «y yo lo soy puro, por los dieciséis costados». Lo decía con el mismo espíritu con el que los vascos en 1612, comenzaban a reunirse en Euskaletxeak aquí en América» - FRANCISCO IGARTUA - AMERICA Y LAS EUSKALETXEAK - EUSKONEWS & MEDIA 72.ZBK 24-31 DE MARZO 2000

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martes, 12 de marzo de 2013


Canta Claro
Por FRANCISCO IGARTUA
SOBRE EL ORIGEN DE NUESTRAS DESESPERANZAS

Algunos peruanos extreman el patriotismo y la realidad, y fantasean con las glorias del imperio y las maravillas Moche y Nazca. Se trata de una actitud pasadista si no se tomara como simple punto de partida. Otros sueñan con el virreinato limeño y les hacen ascos a los indígenas. Actitud también pasadista y, además, reaccionaria y estúpida. Son dos posiciones antiguas que hasta hoy persisten. Una representa a la Sierra y la otra a Lima, a la Costa. Dos sentimientos nacionales contrapuestos, pero los dos son el Perú. Un terna antiguo que a comienzos del siglo XX le hizo decir a Federico More: "Ambas razas esbozan la vuelta al pasado por caminos opuestos... (pero) acaso algún día se encuentren en un punto y ese punto será el porvenir".

Un porvenir que nos sigue siendo esquivo y a lo que hay que añadir la resurrección de otras viejas actitudes, ayer extravagantes y hoy muy agresivas, recubiertas de modernidad y referidas ya no sólo a los países con tradición precolombina sino a todo el mundo latinoamericano.

La primera de ellas es la de quienes, con espíritu opacado y denotista, creen (y lo dicen) que mejor nos hubiera ido ser conquistados por los ingleses. Seriamos, según este sentir, parte de los poderosos Estados Unidos de América. Claro que no seriamos nosotros, sino otros, miembros de una raza diferente a las nuestras.

¿Seríamos como Australia, Canadá o Nueva Zelanda?
Otra actitud, más infeliz aún y de nula autoestima, es la que se lamenta por no haber sido los ejércitos ingleses nuestros liberadores del yugo español. Es una penosa actitud de desprecio a ellos mismos, a los que la esgrimen, pues no son sajones sino criollos, igual que Bolívar y San Martín. Son renegadores de su propia sangre (mestiza).

Dicen estos infelices parricidas que mejor hubiera sido salir del yugo español por mano inglesa, pues si así hubiera sido, hoy seríamos países similares a Australia, Canadá y Nueva Zelanda. Pero así no fue. Y el destino al que deberíamos aspirar es superar a la España actual, bastante más civilizada y de mayor bienestar que las desabridas ex colonias de Inglaterra. Y para ello hay un solo camino. El que nos trazó el genio iluminado de Bolívar.

¿Quién tiene la culpa de que lo que pareció iban a ser las tierras de la esperanza se encuentren hoy en caótica desesperanza?
No la tienen las bellaquerías anglófilas citadas, porque son reacciones de pequeños círculos vacíos de seriedad y llenos de ánimo epatante. Sí son respon-sables las menudas rivalidades de nuestros caudillos, azuzados por los intereses comerciales de la clase dominante; también los dirigentes que sólo atinan a mirar un modelo, el norteamericano, creyéndolo tabla de salvación de nuestras calamidades; sin advertir que los Estados Unidos están muy interesados en nuestras miras y demasiado desinteresados en apoyar nuestro desarrollo. También lo son la ignorancia y la pillería: el desprecio a las leyes y reglamentos; la rapiña de los funcionarios públicos; la falta de tenacidad y de amor y dedicación al trabajo, sobre todo en las clases altas.

Los pequeños y miopes intereses comerciales
Sin embargo, si repasarnos sin prejuicios la postración de los pueblos latinoamericanos, caeremos en que, aparte las debilidades arriba señaladas, no son válidas las razones que más se usan para "explicar" nuestros desastres. Ni siquiera se les puede achacar a la falta de educación. Ahí está de ejemplo Argentina. Un país con educación sobresaliente, que cuenta con más premios Nóbel que algunos países europeos, ha caído en el abismo y hoy está en la mis-ma desesperanza que Paraguay o Venezuela. ¿Cuál entonces es el origen profundo de nuestras desdichas?

No es que debemos poner de lado las escuelas (que tanta falta nos hacen en el Perú) ni que olvidemos nuestras tontas picardías, sino que es necesario investigar otros terrenos para hallar las causas más hondas del desastre. Y no será difícil llegar a la conclusión de que estamos como estamos por culpa de los gobiernos. Pero aquí viene la gran pregunta: ¿quiénes nos han gobernado?

Por lo pronto, no han sido los militares que ocuparon las presidencias al nacer nuestras repúblicas, tampoco los civiles y los otros militares que los reemplazaron. No, las pocas etapas democráticas y las muchas dictaduras que hemos tenido han sido siempre (o casi siempre para ser exactos) marionetas en manos de negociantes sin aspiraciones grandes, sin metas altas, ávidos de dineros fáciles. Nunca (o casi nunca) hemos tenido gobiernos éticos, fuertes y eficaces, que son los que pueden actuar por encima de los intereses de los mercaderes. Son esos mercaderes, las grandes y miopes sociedades empresariales, los responsables de que hayamos traicionado el visionario mandato de Bolívar. Son los pequeños y egoístas intereses comerciales los que no han permitido y no permiten que seamos una comunidad de naciones.

Fuente:
FONDO EDITORIAL PERIODISTICA OIGA

lunes, 11 de marzo de 2013


Canta Claro
Por FRANCISCO IGARTUA
Es verdad aunque usted no lo crea:
ALGUIEN PROTEGE A FUJIMORI

Me habría gustado ocuparme esta semana del implacable debate entre populistas y neoliberales (o liberales a secas como ellos gustan ser identificados). Un debate donde los unos y los otros se refutan e injurian no refiriéndose a la tesis contraria sino a la caricatura que cada bando se hace de la tesis contraria. Los populistas (que afirman ya no ser populistas) despellejan a sus adversarios acusándolos de estar sometidos a los intereses de las transnacionales y del Fondo Monetario, señalado como un empecinado cobrador de la deuda externa; mientras que los liberales (que califican de buenas las primeras etapas de Fujimori y Menem) llegan a extremos de risible fanatismo por boca del presidente de la Confiep, quien encuentra que estamos mejor que Argentina porque, entre otras razones, también pueriles, "nuestro nivel de inflación es bajo; ¡incluso menor que el de Estados Unidos!" (la exclamación es mía). ¿O sea que, cuando nadie tenga un centavo para comprar y no exista un solo vendedor por falta de clientes, habremos derrotado a la economía norteamericana?

Semejantes alucinaciones hacen que legos en la materia, como yo, nos sintamos con ánimo de entrometernos en el debate reclamando a las dos banderías que tomen lecciones del impactante recuento de Patricia Castro sobre su experiencia en Afganistán, crónica magnífica, merecedora (si lo hubiera) del premio nacional de periodismo, resumida en un punzante consejo, referido al horror de la guerra: "seamos capaces de escuchar e intentar ver desde los ojos del otro".

Pero como ignoro las sabiondas interioridades de la ciencia económica (aunque sé que no es exacta ya que, si lo fuera, jamás habría habido crisis económicas en el mundo o éstas serían o habrían sido obra de la maldad del diablo); y como tampoco podría sustentar la tesis de que a esa incierta ciencia le es imposible procrear certezas, me escapo del tema y voy a lo mío, a la política, asunto también incierto, a pesar de los esfuerzos hechos desde los tiempos de Machiavello para darle exactitudes.

Insistiré una vez más en una cuestión sobre la que vengo trillando desde hace tiempo, aunque inútilmente, pues nadie me hace caso a pesar de lo meridiano de mis razones y de las pruebas contundentes que cito. Ni el procurador de la república, ni la fiscal de la nación, ni autoridad alguna (he acudido a varias) se dan por enterados de mi insistente pregunta: ¿quién, muy poderoso, protege al prófugo Fujimori?

El pedido de ascensos para el grupo Colina es anterior a La Cantura y Barrios Altos.
Y no se diga que el tema ha perdido actualidad, pues todas las semanas la prensa insiste, con mayor o menor énfasis, en que Japón tendrá que extraditar al ex mandatario porque ya se le formalizó o se le está formalizando la acusación por delitos de lesa humanidad, circunscribiéndola eso sí a los casos de La Cantuta y Barrios Altos. Lo que es una farsa, un engañabobos, porque nuestras autoridades saben muy bien que la prueba principal que se menciona (el pedido de Alberto Fujimori para que sean ascendidos los criminales) no es vinculante con ninguno de esos dos casos. El pedido de ascensos fue anterior a La Cantuta y Barrios Altos.

¿Fujimori sería por lo tanto inocente? No; al contrario. Si se va al fondo del asunto, el delito de lesa humanidad del prófugo ex presidente es inmensamente mayor, porque esos dos hechos criminales si son vinculantes con todas las atrocidades cometidas a fines del año 90 y principios del 91, de las que el propio Fujimori se acusa, con su firma, en tres documentos (tres y no sólo uno) pidiendo primero y luego exigiendo y ordenando en su calidad de Jefe Supremo de la Fuerza Armada el ascenso del grupo Colina (del grupo completo) por "los servicios prestados en las universidades del país", según reza la "Hoja de análisis" del Ejército, firmada por el general Alfonso Robledo del Águila y emitida al día siguiente del tercer memorándum firmado por Fujimori el 30 de julio del 91, en el que no pide sino ordena los ascensos y hace referencia al memorándum anterior, del 25 de junio, el que, al parecer, no fue atendido por un comando que se resistía a la mafia.

¿Y qué había ocurrido a fines del 90 y principios del 91 en las universidades del país, en el frente al que correspondían las acciones del grupo premiado, según está escrito en el "Análisis", que firma el general Robledo?

En ese lapso se habían hallado cadáveres de estudiantes con signos de tortura en diversos lugares, principalmente en Huancayo, donde la Fiscalía había denunciado la desaparición de 61 estudiantes de la Universidad del Centro.

Aquí sí se cierra el círculo, haciendo vinculantes todos los asesinatos y torturas de antes y después del "mandato" de Fujimori para premiar por "trabajos especiales de inteligencia" a los siguientes oficiales: Fernando Rodríguez (general considerado jefe del grupo Colina), general Roberto Páucar (hermano del amigo escolar de Fujimori, _quien presidió Teléfonos del Perú y fue luego director de Telefónica), general Luis Cubas (el cuñado de Montesinos) y el coronel Roberto Huamán Ezcurra (los ojos y oídos del régimen fujimorista). Completan la lista los tres esbirros principales del grupo: Martin Rivas, Pichilingue y Robles.

¿No sabía lo que firmaba el prófugo Fujimori, no una vez sino tres veces (25 de junio, 9 de julio y 30 de julio de 1991), pidiendo primero y luego ordenando los ascensos de la camarilla que organizó y protagonizó el horror sangriento del decenio fujimorista?

Los crímenes de Huancayo si hacen vinculante el pedido de ascensos con todo el horror del decenio, del 90 al 2000.
 ¿Por qué hasta hoy esconden, callan y eluden tocar estos hechos los jueces, fiscales y procuradores encargados de acusar a Alberto Kenya Fujimori, el cabecilla de la banda? ¿Por qué engañan a sabiendas de que sus acusaciones contra el ex mandatario, hasta hoy, no serán tomadas en serio por ningún tribunal internacional y menos por la justicia japonesa, obligada a defender al nuevo súbdito de su majestad Akihito? ¿Por qué no se ha llamado a declarar al general Robledo del Águila, firmante de la "Recomendación N° 003 CP-JA-PE 1b", donde se hace el análisis de por qué el Ejército está obligado a cumplir el "mandato" de su jefe supremo?

Muchas otras preguntas podría añadir, pero quedarían reducidas a una larguísima letanía en busca de una respuesta que extrañamente nadie me quiere dar. ¿Por qué? ¿Por qué se llenan a diario los medios de difusión con declaraciones sobre la inminente extradicción de Fujimori, a sabiendas de que todo lo que dicen es una farsa?

Fuente:
EDITORIAL PERIODISTICA OIGA
Canta Claro
Por FRANCISCO IGARTUA
VERDAD Y RECONCILIACIÓN TEÑIDAS DE ROJO

Nadie en su sano juicio podría pedir (ni siquiera pensar) que la Comisión de la Verdad cancele sus actividades. Sin embargo, de esta premisa no se puede pasar al extremo de satanizar a la crítica o a los reparos que se le hagan a una comisión que, por lo pronto, se inicia aceptando sin rubor el título de Verdad, pues bien saben los religiosos integrantes de ella que hay soberbia en creer que la verdad está al alcance humano; posición que seguramente, desde otras perspectivas, comparten muchos otros comisionados. Cosa distinta es la búsqueda de la verdad o la aproximación a ella, algo muy impreciso como se ve en la famosa película Rashomón.

Valga este preámbulo para situar en sus verdaderos alcances a la comisión (que no por llevar el título copiado del extranjero pierde pretensión) y para aclarar el sentido de mi crítica a este organismo, crítica que vengo sosteniendo desde tiempo atrás y desde una posición lejana a cualquier tendencia partidaria.

Hace pocas semanas, en esta misma columna, decía que "yo no olvido el macabro espectáculo del desentierro de los cadáveres de Serpa Cartolini y los demás emerretistas que torturaron durante meses a varios centenares de secuestrados en la embajada del Japón". Y añadía un comentario que también repito: "El espeluznante desentierro se hacía para probar que varios de los secuestradores habían sido 'asesinados' por los militares que cometieron el 'crimen' de arriesgar sus vidas para liberar a los rehenes amenazados de muerte".

Mi alegato no era nuevo, pues ya antes me había unido al reclamo de que se ampliara la Comisión de la Verdad y se diera cabida en ella a algún representante de la Fuerza Armada, ya que se hacía evidente que las pesquisas para "reconciliar" al Perú se interesaban más en encontrar asesinos entre los militares que actuaron en combate (brutalmente porque la guerra es brutal) que en esclarecer los crímenes que cometieron tanto los militares como los terroristas.

En esa ocasión la racionalidad tuvo éxito y se amplió la comisión, dándole acertadamente cabida al general Luis Arias Grazziani, oficial sereno e inteligente, quien es de esperar logre explicar a los comisionados la diferencia entre "crimen" y "baja" en acción de combate.

Hoy insisto en lo mismo. No se puede hablar de "reconciliación" mientras se rebuscan los pelos de los cadáveres para hallar responsabilidad en los militares y, hasta ahora, no se remueve un papel para esclarecer los salvajes crímenes del terrorismo (que hasta hoy no cesan) en infinidad de pueblos perdidos en la Selva y Sierra. Y menos se hace para identificar a los terroristas que secuestraron cruelmente a muchos ciudadanos, matando sin piedad a los que no supieron o no pudieron negociar el rescate con los asesinos.

Se trata de una indagación indispensable, pero difícil de que sea imparcial con tan numerosos izquierdistas integrando la comisión. Lo que no es un reparo gratuito mío. El irreprochable rector de la Universidad Católica, cabeza de los comisionados, acaba de afirmar públicamente que "la izquierda peruana tiene que ser examinada" porque "en algún momento se equivocó seriamente al no te-ner una actitud de enérgica condena al terrorismo", admitiendo así que ella es parte en el tema a esclarecer. Pero el doctor Salomón Lerner no puede dar por zanjada la situación añadiendo que "eso lo he escuchado de boca' de ellos (Tapia, Degregori, Ames), lo cual indica una gran honestidad intelectual".

Ciertamente hay honestidad intelectual en esos señores al reconocer su culpa, pero no están calificados para investigar hechos de los que son cómplices, ya que esa izquierda no sólo calló. También alentó a la insurrección exhibiéndose en las plazas públicas con un fusil en alto, mientras soldados y policías eran victimados en emboscadas de Sendero y el MRTA.

Para dar una visión más clara de lo que planteo, voy a comparar mi comentario con un conflicto muy divulgado por la prensa internacional, o sea analizaré la relación de ETA, en España, con la izquierda del País Vasco. En este caso está clarísimo que Herribatasuna, la izquierda que calla frente a los asesinatos de ETA, no podría tener presencia significativa en una Comisión de la Verdad. Lo que no quiere decir que la izquierda vasca deba ser encarcelada por culpa de su silencio, sino que resultaría demencial su participación en el juzgamiento de hechos sangrientos que no condenó. Aquí, en el Perú, de acuerdo a la declaración del doctor Lerner, la izquierda fue parte, con su silencio, de la violencia que se investiga, por lo que se ve caricaturesco que tenga tanta voz y voto en una comisión que sí es juzgadora, pues opinar no es otra cosa que juzgar. (De lo que está impedida es de emitir fallo, coto cerrado de la Justicia).

¿Qué valor tiene, por ejemplo, dentro de la Comisión de la Verdad, la opinión del señor Tapia, quien en estos días está dedicado no a investigar con seriedad el reciente atentado frente a la embajada norteamericana, sino a hacer piruetas dialécticas para probar la inocencia de Sendero en el hecho?

No quiero decir con lo arriba escrito que la izquierda deba ser vetada para participar en la vida pública. Eso también sería demencial y desde ya me desmienten los varios ministros de esa cantera que están luciéndose en sus cargos por su sagacidad e inteligencia. Lo que he querido dejar sentado es que una Comisión de la Verdad y la Reconciliación no puede tener un sesgo comprometido con los hechos que deben ser juzgados. Y el sesgo es grande en este caso porque los señores Degregori, Ames y Tapia no están solos, tienen fuertes aliados en la comisión, entre ellos, los religiosos. No hay que olvidar que uno tuvo la hoz y el martillo en su anillo y otro fue calificado difusor de la Teología de la Liberación, teología que en un momento llegó al extremo de afirmar que las masas oprimidas tienen el mismo derecho que el que Aquino les concede a los que atentan contra la vida de un tirano.

¿Se sabotea a la Verdad y a la Reconciliación reclamando que no haya presencia significativa de comisionados vinculados de alguna manera a cualquiera de los bandos en entredicho?

Fuente:
EDITORIAL PERIODISTICA OIGA
Canta Claro
Por FRANCISCO IGARTUA
LA CONCERTACIÓN ESTÁ CAYENDO EN UN JUEGO DE ENGAÑOS

Al vigoroso grito de ¡abajo la impunidad! Un importante sector del gobierno se ha lanzado dizque a liquidar a la mafia de la corrupción. Y el hecho es de temer. No por el laudable propósito declarado ni por el grito, de fuerte contenido moral en estas épocas peruvianas en las que las intimidades de la trastienda política han quedado desnudas, más que al estilo griego al de los calatos que se duchan, o duchaban, en los chorrillos de los acantilados de la Costa Verde, sino porque ese grito es engañoso, sea porque algunos se engañan, conmocionados por las inmundicias reveladas en los vladivideos, y otros engañan con el grito y no explican por qué hasta hoy no se le hace una acusación extraditable a Alberto Fujimori, el capo mayor de la mafia. Y también hay quienes engañan porque a lo que aspiran no es a moralizar el país sino a que la toma de los canales de televisión sea en provecho propio, pues es fácil advertir que el riesgo del silenciamiento de los canales 4 y 5 no ha desaparecido. Con el doble significado de lo expresado por el presidente Toledo en Tumbes, ni siquiera es seguro que no se produzca la captura prepotente de esos medios, mientras sigue firme la amenaza de una leguleyada judicial para concretar la toma de una torta al parecer muy deseada por amigos del Mandatario.

En este asunto no está en discusión que los ampayados con las manos en la masa de dólares sean castigados con severidad extrema (la severidad de la ley se supone) y hasta intervenidas judicialmente sus empresas. Lo que los periodistas rechazamos en nombre de la libertad de expresión y en defensa del estado de derecho, basamento de la democracia, es que por medio de resoluciones ministeriales o argucias judiciales el gobierno saque del camino a medios de expresión que le son incómodos y a los que acusa de estar conspirando sin presentar una sola prueba del delito, pues complotar es un delito gravísimo. Los periodistas, puestos de lado y que muestran repugnancias por la trayectoria de muchos canales durante el fujimorato, vemos con preocupación este episodio, porque sórdidas experiencias pasadas nos han hecho entender que dar gusto al poder de turno es negar la esencia de este arte y oficio de informar y opinar con libertad.

Angustiados presenciamos como la concertación se va transformando en un baile de máscaras.

Se trata, dicen los asesores presidenciales que ven el tema, de que la televisión no informe "con falsedad". Y a la vez dan a entender que en el futuro las noticias serán "verdaderas", porque los canales anatematizados serán dados en licitación transparente a los que ganen con limpieza. ¡Otro cuento, otro engaño, pues desde ahora se puede apostar quiénes serán los favorecidos en esa licitación!

Como siempre, como ocurrió en 1974, los vicios e infinitas imperfecciones de la libertad de expresión volverán a servir de pretexto para justificar remedios que siempre han resultado y seguirán resultando peores que la enfermedad que se pretende curar.

Pero este juego de engaños engañadores y engañados (que no es el sutil y elevado juego de abalorios de los enclaustrados de Hernann Hesse), este turbio juego de trampas y mentiras también se está dando en otro terreno de vital importancia para el destino patrio; el de la necesaria concertación nacional en torno a la presidencia de Alejandro Toledo, el escogido por el pueblo para gobernarnos los cinco años de su mandato.

Hay que llevar mucha ponzoña en el alma para no admitir que los líderes políticos del momento son conscientes de la catástrofe social y económica que el fujimorismo nos ha dejado como herencia. También es absurdo y enfermizo pensar que alguno de ellos desee el fracaso del presidente Toledo. Ninguno de ellos, pues no los creo dementes, sería tan idiota para no advertir que, en la situación que está el Perú, el fracaso de Toledo haría inviable la presidencia del que lo siga (si es que llegamos a nuevas elecciones). Por lo tanto, gustosos u obligados, los líderes políticos peruanos saben que el sostenimiento del régimen no admite discusión y que la mejor, y quién sabe única vía para lograr estabilidad, algo dificilísimo en las circunstancias que vivimos, es la concertación nacional.

Sin embargo, a pesar de esa comprensión generalizada de la realidad, estamos viendo que el juego de los engaños está haciendo que se vayan evaporando las esperanzas de un real acuerdo nacional. Presenciamos angustiados cómo la concertación se va transformando en un baile de máscaras que se celebra día a día en Palacio de Gobierno, con un final público: todos los enmascarados que, por tandas, asisten al baile, salen con la cara lavada a paso de danza y se acercan a los micrófonos palaciegos para expresar ritualmente dos o tres opiniones, las más de las veces ya exprimidas por otros como limón de emolientero.

Esto no es concertación sino circo político, al que no sería de extrañar sean invitados los ídolos del fútbol y las estrellas de la televisión. Y no hay ánimo concertador alguno en el ministro, parlamentario y alto dirigente del partido gobernante que, al intervenir en el conversatorio en tomo a la transición española, afirmó que él concertaba pero no concedía. ¡Como si pudiera haber concertación sin concesiones mutuas! ¡Como si en España la concertación no se hubiera logrado precisamente con base en grandes concesiones, entre otras la de los republicanos, admitiendo que España fuera monarquía y rey el heredero escogido y formado por Franco!

¿Así que concertación sin concesiones y con la soterrada amenaza de un ministro que sueña con meter en la cárcel a uno de los políticos más votados en las ultimas elecciones?

No, esto no es concertación. La verdadera concertación es sin duda muy difícil, pero a la vez es muy simple y precisa. Incide en tres puntos. Primero: respeto el resultado electoral y acuerdo político en cuestiones especificas sobre las cuales gobierno y oposición deben compartir responsabilidades. Segundo: definir lineamientos económicos, sobre bases realistas, que serán asumidos por todos. Tercero: y, por último, llegar a un acuerdo laboral sólido, de largo plazo, en diálogo con empresarios y trabajadores. Todos los otros temas sobran, mejor dicho pueden servir para enriquecer los programas del gobierno, pero no son parte de la concertación, pues si lo fueran la concertación sería un revoltijo, una ilusión inaprensible.

Los líderes políticos peruanos saben que el sostenimiento del régimen no admite discusión.

Claro está, además, que la concertación debiera venir acompañada de cierta dosis de conciliación, que no llegue sin embargo a ser tanta como abandono de posiciones ideológicas ni de legítimas aspiraciones políticas. Concertar no significa congelar al país sino civilizarlo. Así le daremos la mano al desarrollo, un bien fundamental que durante años se nos ha venido escurriendo de las manos.

Fuente:
EDITORIAL PERIODISTICA OIGA

domingo, 10 de marzo de 2013


Canta claro
Por FRANCISCO IGARTUA
TRATANDO DE ESCLARECER EL TEMA VASCO

En estos días me he tropezado en la calle y en reuniones sociales con lectores de esta columna que, en curiosa coincidencia, me han pedido que escriba sobre un tema de actualidad que ni la prensa ni la televisión les logran explicar. "Por un lado -me dijo uno de ellos-leo que ETA es un grupúsculo y en la televisión veo manifestaciones de muchos miles que la respaldan". Daré, pues, gusto a estos lectores e intentaré esclarecer en esta breve columna el grandísimo embrollo vasco.

Por lo pronto aclararé que la situación actual en el País Vasco la ha creado, con fines electorales, el líder de la derecha española, quien aspira a volver a ganar por mayoría absoluta la presidencia del gobierno español. Con diversas embestidas contra el nacionalismo vasco (la última ha sido la ilegalización de Batasuna), el señor Aznar halaga al nacionalismo español (millones de votos) y coloca a sus contendores, los socialistas, de furgones de cola de su política, obligándolos a incorporarse la aventura antivasca, ya que no les convendría enemistarse con el electorado supermayoritario, el de toda la península. A su vez, estas embestidas han creado tensiones internas en el nacionalismo vasco, que tiene sus propios afanes electorales.

La última provocación, la ilegalización del partido Batasuna, por mano del juez Garzón, ha colocado a la policía vasca contra los manifestantes vascos que, igual que el gobierno vasco, no están de acuerdo con esa ilegalización, no por simpatía a Batusana, sino porque unos y otros creen que se trata de un atentado contra la libertad política. Opinar, dicen, no es delito y menos aún callar, o sea no protestar por los asesinatos de ETA.

Además y principalmente porque el gobierno vasco y la mayoría de los vascos están seguros de que tal medida no debilitará sino que fortalecerá a la banda criminal etarra.
Y aquí el lector se preguntará desconcertado ¿entonces por qué la policía vasca, que depende del gobierno autónomo vasco, reprime a los manifestantes en Bilbao y Donostia?... Simple y llanamente porque el gobierno del lehendakari lbarretxe está atrapado en el cumplimiento de la ley. Le parece aberrante la ilegalización, pero la ley del Estado obliga al cumplimiento de la orden de Garzón. De resistirse a la decisión del juez quedaría el gobierno vasco descolocado en su principal diferendo con Madrid: en su reclamo para que se cumpla ya la totalidad del Estatuto de Guemica, que es ley del Estado hace décadas y que hasta ahora no se completa, por negarse Madrid a transferir al gobierno autónomo todas las competencias que el Estatuto consagra.

Para que se entienda semejante enredo será necesario explicar, aunque sea muy a la ligera, en qué consiste el nacionalismo vasco. En pocas palabras, diré que está basado en el convencimiento de que el País Vasco (Euskalherria) tiene, históricamente, una identidad nacional inconfundible, cuyo futuro (que no es obligatoriamente la independencia) debe decidido la libre determinación de los vascos.

Pero el nacionalismo vasco, como todo lo vasco, es montaraz e individualista y no es uno solo. Se divide en cuatro: PNV, EA. Batasuna y ETA, este último no es un partido sino una banda criminal de filiación marxista que usa el nacionalismo para sus fines comunistas. Los dos primeros (con fricciones personales entre ellos) nada tienen que ver con el terrorismo y forman el gobierno autónomo de Euskadi, un gobierno moderado y sumamente eficiente, que ha colocado al País Vasco entre las más prósperas regiones europeas. Batasuna es un movimiento socialista y alocado que también reclama libre determinación, pero no condena la violencia etarra y algunos de sus miembros cultivan un irracional odio a España.

La maniobra política de Aznar y Oreja, su consejero en el tema, ha sido meter en el mismo saco a los cuatro, con lo que logra el aplauso y los votos del 90% de la península, pero genera furor en la juventud vasca y refuerza los contactos de ETA con los elementos extremistas de Batasuna. Prende el fuego en Euskadi.

Contra ese incendio absurdo y nada democrático es que está el gobierno del PNV y EA, acompañados por los que aspiran a la paz en Euskadi, entre ellos los obispos vascos (para escándalo de los obispos españoles y la furia de Aznar, que intentó inútilmente la condena del Vaticano a la Iglesia euskaldun). Una paz que no se alcanzará policialmente sino por medio del diálogo. Y la ilegalización de Batasuna lo único que logra es fortalecer a ETA y cortar un hilo para esa posible negociación; similar a la que se produjo en Irlanda con el IRA, gracias a la intermediación del Sin Fain.

El gobierno derechista de Aznar no ha querido seguir los consejos de la razón y la sensatez, que le daba, entre otros, el ex presidente de Italia Cossiga. Ha preferido el grito ciego del franquismo: "¡España Una, antes Roja que Rota!". ¿Acaso ser múltiple no sería enriquecerse y encajar mejor en la Europa del siglo XXI?

Fuente:
FONDO EDITORIAL PERIODISTICA OIGA

Canta claro
FRANCISCO IGARTUA
VERDAD Y RECONCILIACIÓN TEÑIDAS DE ROJO

Nadie en su sano juicio podría pedir (ni siquiera pensar) que la Comisión de la Verdad cancele sus actividades. Sin embargo, de esta premisa no se puede pasar al extremo de satanizar a la crítica o a los reparos que se le hagan a una comisión que, por lo pronto, se inicia aceptando sin rubor el título de Verdad, pues bien saben los religiosos integrantes de ella que hay soberbia en creer que la verdad está al alcance humano; posición que seguramente, desde otras perspectivas, comparten muchos otros comisionados. Cosa distinta es la búsqueda de la verdad o la aproximación a ella, algo muy impreciso como se ve en la famosa película Rashomón.

Valga este preámbulo para situar en sus verdaderos alcances a la comisión (que no por llevar el título copiado del extranjero pierde pretensión) y para aclarar el sentido de mi crítica a este organismo, crítica que vengo sosteniendo desde tiempo atrás y desde una posición lejana a cualquier tendencia partidaria.

Hace pocas semanas, en esta misma columna, decía que "yo no olvido el macabro espectáculo del desentierro de los cadáveres de Serpa Cartolini y los demás emerretistas que torturaron durante meses a varios centenares de secuestrados en la embajada del Japón". Y añadía un comentario que también repito: "El espeluznante desentierro se hacía para probar que varios de los secuestradores habían sido 'asesinados' por los militares que cometieron el 'crimen' de arriesgar sus vidas para liberar a los rehenes amenazados de muerte".

Mi alegato no era nuevo, pues ya antes me había unido al reclamo de que se ampliara la Comisión de la Verdad y se diera cabida en ella a algún representante de la Fuerza Armada, ya que se hacía evidente que las pesquisas para "reconciliar" al Perú se interesaban más en encontrar asesinos entre los militares que actuaron en combate (brutalmente porque la guerra es brutal) que en esclarecer los crímenes que cometieron tanto los militares como los terroristas.

En esa ocasión la racionalidad tuvo éxito y se amplió la comisión, dándole acertadamente cabida al general Luis Arias Grazziani, oficial sereno e inteligente, quien es de esperar logre explicar a los comisionados la diferencia entre "crimen" y "baja" en acción de combate.

Hoy insisto en lo mismo. No se puede hablar de "reconciliación" mientras se rebuscan los pelos de los cadáveres para hallar responsabilidad en los militares y, hasta ahora, no se remueve un papel para esclarecer los salvajes crímenes del terrorismo (que hasta hoy no cesan) en infinidad de pueblos perdidos en la Selva y Sierra. Y menos se hace para identificar a los terroristas que secuestraron cruelmente a muchos ciudadanos, matando sin piedad a los que no supieron o no pudieron negociar el rescate con los asesinos.

Se trata de una indagación indispensable, pero difícil de que sea imparcial con tan numerosos izquierdistas integrando la comisión. Lo que no es un reparo gratuito mío. El irreprochable rector de la Universidad Católica, cabeza de los comisionados, acaba de afirmar públicamente que "la izquierda peruana tiene que ser examinada" porque "en algún momento se equivocó seriamente al no te-ner una actitud de enérgica condena al terrorismo", admitiendo así que ella es parte en el tema a esclarecer. Pero el doctor Salomón Lerner no puede dar por zanjada la situación añadiendo que "eso lo he escuchado de boca' de ellos (Tapia, Degregori, Ames), lo cual indica una gran honestidad intelectual".

Ciertamente hay honestidad intelectual en esos señores al reconocer su culpa, pero no están calificados para investigar hechos de los que son cómplices, ya que esa izquierda no sólo calló. También alentó a la insurrección exhibiéndose en las plazas públicas con un fusil en alto, mientras soldados y policías eran victimados en emboscadas de Sendero y el MRTA.

Para dar una visión más clara de lo que planteo, voy a comparar mi comentario con un conflicto muy divulgado por la prensa internacional, o sea analizaré la relación de ETA, en España, con la izquierda del País Vasco. En este caso está clarísimo que Herribatasuna, la izquierda que calla frente a los asesinatos de ETA, no podría tener presencia significativa en una Comisión de la Verdad. Lo que no quiere decir que la izquierda vasca deba ser encarcelada por culpa de su silencio, sino que resultaría demencial su participación en el juzgamiento de hechos sangrientos que no condenó. Aquí, en el Perú, de acuerdo a la declaración del doctor Lerner, la izquierda fue parte, con su silencio, de la violencia que se investiga, por lo que se ve caricaturesco que tenga tanta voz y voto en una comisión que sí es juzgadora, pues opinar no es otra cosa que juzgar. (De lo que está impedida es de emitir fallo, coto cerrado de la Justicia).

¿Qué valor tiene, por ejemplo, dentro de la Comisión de la Verdad, la opinión del señor Tapia, quien en estos días está dedicado no a investigar con seriedad el reciente atentado frente a la embajada norteamericana, sino a hacer piruetas dialécticas para probar la inocencia de Sendero en el hecho?

No quiero decir con lo arriba escrito que la izquierda deba ser vetada para participar en la vida pública. Eso también sería demencial y desde ya me desmienten los varios ministros de esa cantera que están luciéndose en sus cargos por su sagacidad e inteligencia. Lo que he querido dejar sentado es que una Comisión de la Verdad y la Reconciliación no puede tener un sesgo comprometido con los hechos que deben ser juzgados. Y el sesgo es grande en este caso porque los señores Degregori, Ames y Tapia no están solos, tienen fuertes aliados en la comisión, entre ellos, los religiosos. No hay que olvidar que uno tuvo la hoz y el martillo en su anillo y otro fue calificado difusor de la Teología de la Liberación, teología que en un momento llegó al extremo de afirmar que las masas oprimidas tienen el mismo derecho que el que Aquino les concede a los que atentan contra la vida de un tirano.

¿Se sabotea a la Verdad y a la Reconciliación reclamando que no haya presencia significativa de comisionados vinculados de alguna manera a cualquiera de los bandos en entredicho?

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FONDO EDITORIAL PERIODISTICA OIGA
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FRANCISCO IGARTUA
INSÓLITO: EN CANAL 5 SE LANZÓ
LA CANDIDATURA DE FUJIMORI PARA 2006

El domingo pasado, viendo y oyendo la televisión en ese tonto matar el tiempo de nuestros días, quedé de pronto estupefacto. No podía ser, pero así era. Con descaro, sin la mejor pudicia, en el programa Panorama se hacía la defensa del prófugo Alberto Fujimori, con la abierta intención de preparar su retorno a la Presidencia en el 2006. Escudada en una falsa imparcialidad, Mónica Delta permitía a un representante del huido ex presidente despacharse a su antojo, proclamando las enormes virtudes de Fujimori y su impoluta conducta. Su único error, según el autor del pegajoso ritmo de El Chino, fue haber confiado en el maligno Montesinos, el único responsable de todo el horror y el latrocinio de su régimen. Era como si en Alemania de los años 40 y 50 en un medio de difusión alguien se hubiera atrevido a reivindicar a Hitler echándole al monstruoso Himmler la culpa de todos los horrores del nazismo. ¡Cómo si el segundo no hubiera sido hechura de los delirios criminales del führer nazi!

El intento de Panorama por relanzar la figura del chino "amigo de los cholitos" era evidente, tanto como el desesperado propósito de lavarse las manos con la cortina de incrédulas preguntas que, por encargo, le iba haciendo al entrevistado una desganada cronista.

Pero ¿sólo Panorama tendría responsabilidad en la repulsiva resurrección de Fujimori?.... No. Serán varios a los que habría que achacar tan espeluznante retorno. Por lo pronto, a los que se encargaron, al instalarse el régimen democrático, de escoger al procurador de la República. No se les ocurrió idea más brillante que respaldar al mismo procurador ¡escogido por el mismísimo Fujimori para investigar a su régimen!

El resultado está a la vista. Hasta este momento no se ha formalizado una sola acusación sustantiva contra el prófugo ex presidente y cabeza visible y todo pudiente del fujimorismo. El doctor Ugaz se lució en la investigación contra quien lo hizo procurador. A pesar de que se le alcanzaron documentos con la firma de Fujimori que servían y sirven de base para acusarlo con fundamento de crímenes de lesa humanidad, todo su esfuerzo estuvo concentrado no en el líder sino en el Himmler de Fujimori, en Montesinos; y en dar curso a todas las acusaciones lanzadas por la Pinchi Pinchi y compañía. Algunas de poca monta, pero que han servido para rellenar las cárceles.

También contribuye la justicia abusiva
Culpa del posible regreso de Fujimori a la arena política peruana no sólo la tendrán programas que, como Panorama del pasado domingo, difundan sus virtudes e inocencias, impresionando a muchos, entre otros a la empleada de mi casa que el lunes me preguntó: "¿Será verdad lo que decía ayer el señor de Panorama? Parecía muy sincero". También serán culpables los abusos judiciales que se están cometiendo, pues justicia abusiva no es justicia y sirve para que se confundan los procesos justos con los que no lo son. De lo que resultará una confusión favorable a los verdaderos delincuentes del descomunal horror que fue el fujimorismo.

Ejemplo de esa justicia abusiva son los casos del señor Héctor Chumpitaz y del doctor Ernesto Gamarra. Al primero se le persigue y humilla porque recibió unos dólares de manos de Montesinos. Y yo no veo aquí cuál pueda ser el delito. Es absolutamente razonable que un ingenuo deportista como Chumpitaz se haya sentido halagado al ofrecérsele la posibilidad de ser regidor municipal y tenía que ser lógico, no sólo para él sino para la mayoría de los peruanos, que el verdadero segundo en la jerarquía del fujimorismo fuera la autoridad partidaria competente para escoger candidatos y para cubrir los gastos de campaña de los postulantes sin medios económicos que aportarían votos por su personal popularidad. Así ha sido siempre aquí, en Washington y en la Cochinchina y creo que seguirá siéndolo en el futuro. También, contrariamente, los que sólo cuentan con el deseo de ser candidatos siempre tendrán que poner dinero.
Lo mismo que con las bayonetas

El caso de Gamarra es más simple aún. Y sobre el tema tengo amplia experiencia, pues no una sino muchas veces he sido solicitado por amigos para que haga de intermediario ante otros amigos ricos y éstos les proporcionen ayuda en elecciones políticas o institucionales. Y así actuó Gamarra. Acudió a un viejo amigo con su cuita y éste lo conectó con alguien sólo conocido como próspero industrial, quien le proporcionó tres mil dólares para la candidatura edil de su señora. Lo de la filmación fue una montesinada para chantajear al congresista de oposición.

Todas estas sorprendidas divagaciones son resultado del programa Panorama del domingo, increíblemente dedicado a relanzar a Alberto Fujimori como figura política peruana para el 2006. Pero se equivoca Canal 5 si cree que tamaño despropósito puede ser justificado con el cuento del interés periodístico. Con ese criterio, también resultaría "interesante" una entrevista "imparcial" a un senderista que haga la apología de Abimael Guzmán. Igual que con las bayonetas, con la libertad de prensa se pueden hacer muchas cosas menos sentarse en ella. Así se la embarra.

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FONDO EDITORIAL PERIODISTICA OIGA

Canta claro
Por FRANCISCO IGARTUA
Es verdad aunque usted no lo crea:
ALGUIEN PROTEGE A FUJIMORI

Me habría gustado ocuparme esta semana del implacable debate entre populistas y neoliberales (o liberales a secas como ellos gustan ser identificados). Un debate donde los unos y los otros se refutan e injurian no refiriéndose a la tesis contraria sino a la caricatura que cada bando se hace de la tesis contraria. Los populistas (que afirman ya no ser populistas) despellejan a sus adversarios acusándolos de estar sometidos a los intereses de las transnacionales y del Fondo Monetario, señalado como un empecinado cobrador de la deuda externa; mientras que los liberales (que califican de buenas las primeras etapas de Fujimori y Menem) llegan a extremos de risible fanatismo por boca del presidente de la Confiep, quien encuentra que estamos mejor que Argentina porque, entre otras razones, también pueriles, "nuestro nivel de in-flación es bajo; ¡incluso menor que el de Estados Unidos!" (la exclamación es mía). ¿O sea que, cuando nadie tenga un centavo para comprar y no exista un solo vendedor por falta de clientes, habremos derrotado a la economía nortea-mericana?
Semejantes alucinaciones hacen que legos en la materia, como yo, nos sintamos con ánimo de entrometernos en el debate reclamando a las dos banderías que tomen lecciones del impactante recuento de Patricia Castro sobre su experiencia en Afganistán, crónica magnífica, merecedora (si lo hubiera) del premio nacional de periodismo, resumida en un punzante consejo, referido al horror de la guerra: "seamos capaces de escuchar e intentar ver desde los ojos del otro".
Pero como ignoro las sabiondas interioridades de la ciencia económica (aunque sé que no es exacta ya que, si lo fuera, jamás habría habido crisis económicas en el mundo o éstas serían o habrían sido obra de la maldad del diablo); y como tampoco podría sustentar la tesis de que a esa incierta ciencia le es imposible procrear certezas, me escapo del tema y voy a lo mío, a la política, asunto también incierto, a pesar de los esfuerzos hechos desde los tiempos de Machiavello para darle exactitudes.
Insistiré una vez más en una cuestión sobre la que vengo trillando desde hace tiempo, aunque inútilmente, pues nadie me hace caso a pesar de lo meridiano de mis razones y de las pruebas contundentes que cito. Ni el procurador de la república, ni la fiscal de la nación, ni autoridad alguna (he acudido a varias) se dan por enterados de mi insistente pregunta: ¿quién, muy poderoso, protege al prófugo Fujimori?

El pedido de ascensos para el grupo Colina es anterior a La Cantura y Barrios Altos.

Y no se diga que el tema ha perdido actualidad, pues todas las semanas la prensa insiste, con mayor o menor énfasis, en que Japón tendrá que extraditar al ex mandatario porque ya se le formalizó o se le está formalizando la acusación por delitos de lesa humanidad, circunscribiéndola eso sí a los casos de La Cantuta y Barrios Altos. Lo que es una farsa, un engañabobos, porque nuestras autoridades saben muy bien que la prueba principal que se menciona (el pedido de Alberto Fujimori para que sean ascendidos los criminales) no es vinculante con ninguno de esos dos casos. El pedido de ascensos fue anterior a La Cantuta y Barrios Altos.
¿Fujimori sería por lo tanto inocente? No; al contrario. Si se va al fondo del asunto, el delito de lesa humanidad del prófugo ex presidente es inmensamente mayor, porque esos dos hechos criminales si son vinculantes con todas las atrocidades cometidas a fines del año 90 y principios del 91, de las que el propio Fujimori se acusa, con su firma, en tres documentos (tres y no sólo uno) pidiendo primero y luego exigiendo y ordenando en su calidad de Jefe Supremo de la Fuerza Armada el ascenso del grupo Colina (del grupo completo) por "los servicios prestados en las universidades del país", según reza la "Hoja de análisis" del Ejército, firmada por el general Alfonso Robledo del Águila y emitida al día siguiente del tercer memorándum firmado por Fujimori el 30 de julio del 91, en el que no pide sino ordena los ascensos y hace referencia al memorándum anterior, del 25 de junio, el que, al parecer, no fue atendido por un comando que se resistía a la mafia.
¿Y qué había ocurrido a fines del 90 y principios del 91 en las universidades del país, en el frente al que correspondían las acciones del grupo premiado, según está escrito en el "Análisis", que firma el general Robledo?
En ese lapso se habían hallado cadáveres de estudiantes con signos de tortura en diversos lugares, principalmente en Huancayo, donde la Fiscalía había denunciado la desaparición de 61 estudiantes de la Universidad del Centro.
Aquí sí se cierra el círculo, haciendo vinculantes todos los asesinatos y torturas de antes y después del "mandato" de Fujimori para premiar por "trabajos especiales de inteligencia" a los siguientes oficiales: Fernando Rodríguez (general considerado jefe del grupo Colina), general Roberto Páucar (hermano del amigo escolar de Fujimori, _quien presidió Teléfonos del Perú y fue luego director de Telefónica), general Luis Cubas (el cuñado de Montesinos) y el coronel Roberto Huamán Ezcurra (los ojos y oídos del régimen fujimorista). Completan la lista los tres esbirros principales del grupo: Martin Rivas, Pichilingue y Robles.
¿No sabía lo que firmaba el prófugo Fujimori, no una vez sino tres veces (25 de junio, 9 de julio y 30 de julio de 1991), pidiendo primero y luego ordenando los ascensos de la camarilla que organizó y protagonizó el horror sangriento del decenio fujimorista?

Los crímenes de Huancayo si hacen vinculante el pedido de ascensos con todo el horror del decenio, del 90 al 2000.

¿Por qué hasta hoy esconden, callan y eluden tocar estos hechos los jueces, fiscales y procuradores encargados de acusar a Alberto Kenya Fujimori, el cabecilla de la banda? ¿Por qué engañan a sabiendas de que sus acusaciones contra el ex mandatario, hasta hoy, no serán tomadas en serio por ningún tribunal internacional y menos por la justicia japonesa, obligada a defender al nuevo súbdito de su majestad Akihito? ¿Por qué no se ha llamado a declarar al general Robledo del Águila, firmante de la "Recomendación N° 003 CP-JA-PE 1b", donde se hace el análisis de por qué el Ejército está obligado a cumplir el "mandato" de su jefe supremo?
Muchas otras preguntas podría añadir, pero quedarían reducidas a una larguísima letanía en busca de una respuesta que extrañamente nadie me quiere dar. ¿Por qué? ¿Por qué se llenan a diario los medios de difusión con declaraciones sobre la inminente extra-dicción de Fujimori, a sabiendas de que todo lo que dicen es una farsa?

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FONDO EDITORIAL PERIODISTICA OIGA

Canta claro
Por FRANCISCO IGARTUA
FANÁTICOS Y ENEMIGOS DE DIOS

Enfocar la actualidad es más que tentación para un periodista. Es obligación. Y como la diosa actualidad de los viejos hombres de prensa ilumina con especial complacencia a los hechos locales, siempre resultan siendo éstos los de mayor interés público. Por ejemplo, ¿acaso no es todavía comidilla del día el viaje presidencial a Shanghai?... Explicable hasta allí. hasta Shanghai, pero al que luego le creció una cola tan larga que se hizo vuelta al mundo, con injustificadas pascanas turísticas y visita a Madrid, donde nada había perdido el Perú, ya que la mesa de donantes organizada por el embajador Pérez de Cuéllar había producido sus frutos y quedado desmantelada.

Estamos hablando de un viaje oficial que con, aire gitano, se fue haciendo demasiado informal y que no se recordará tanto por sus logros que si los hubo cuanto por la traviesa conducta del sobrino Coqui y por la presencia de la bella y joven funcionaria de Justicia embarcada en la comitiva no en calidad de función pública sino en la novia de un ministro. Un viaje sumamente accidentado, con tantos dichos y desmentidos añadidos a las arrogancias del bien remunerado sobrino y de la compañía de la novia ministerial, que bien serviría para una sabrosa crónica de género picaresco y no para una nota de carácter editorial. En este terreno sólo cabe comentar que las travesuras de Coqui no son juego de niño malcriado, son costosos abusos de poder que dañan la imagen del régimen y hacen presagiar feas reediciones de ayer.

Pero no siendo ésta una columna festiva, hemos tenido que voltear la cara y, fuera del lar patrio, fijar la atención en uno de los tensos debates suscitados tras el salvaje acto terrorista ocurrido el 11 de setiembre en Nueva York y Washington y la descomunal réplica norteamericana, que en reacción nada inteligente está convirtiendo en pampa de muertos al paupérrimo Afganistán. Una venganza que ofende a Dios, a los evangelios y da la victoria a los terroristas, porque ese martirio era precisamente lo que buscaban. A unos el dólar los hace ricos, a otros el dolor los enriquece.

Aunque cerremos los ojos y queramos creer que nos hallamos ante una simple escaramuza militar yanqui escandalosamente millonaria, lo cierto es que se ha iniciado una nueva guerra universal de proyecciones imprevisibles, que enfrenta a dos mundos con concepciones contrapuestas sobre la vida y la muerte, y que abre viejos debates sobre Dios y sus responsabilidades terrenales.

Hubo un tiempo en que estuvo de moda ser ateo, posición legítima, ya que la creencia en Dios no es producto de la razón sino acto de fe, tan libre como el no creer en la divinidad. Negar este derecho a los unos o la los otros es negar el libre albedrío, la potestad de decir sí o no y de ser hereje, o sea contestatario, insumiso al orden establecido. Aquellos ateos de antaño hacían rabiar a las beatas y a los curas de pueblo, pero no llevaban mala entraña, igual que los tolerantes agnósticos de hoy. Lo que sí lleva mala entraña es una novísima moda, que tiene como antecedente las violentas rabietas que les daba a los comisarios de Rusia Soviética al ver entrar en las iglesias a los jóvenes obreros estudiantes. Para esos camaradas, el "opio del pueblo" debla estar circunscrito a la ancianidad en extinción. Esto ocurría en Rusia cuando se instalaba el Kremlin y comenzaba a desvanecerse el comunismo, mientras la fe religiosa salía de las catacumbas familiares para acudir a las iglesias. Y esas rabietas cargadas de odio es la que nos trae la nueva moda, la que ha hecho que los ateos se vuelvan enemigos de Dios. En enemigos, en algo añadido a la simple negación atea y, por tanto, en rabiosos u odia-dores de la religión. Posición que tampoco se puede descalificar, porque todos somos libérrimos dueños de nuestras creencias y de nuestros odios, sean éstos mansos o bravos.

Pero así como los enemigos de Dios son dueños de sus descreencias y opiniones, también los "otros", los que creen en que Dios es el mismo para todos los hombres, tienen derecho a pensar distinto y a expresarse sin miedos, son las presiones que parten de la notoriedad internacional de algunos de los enemigos de Dios y del prestigio inherente a todas las modas. A expresar, por ejemplo, que el mensaje de "ameos los unos a los otros" del dulce Jesús de Galilea no es responsable de las atrocidades cometidas por los cruzados en las tierras bíblicas, ni de los horrores de la Inquisición en Europa, así como el de Alá ha sido tomado en vano por el puñado de mahometanos que en delirante inmolación produjeron la hecatombe de Nueva York y Washington.

Los "otros" también tienen derecho a replicar en voz alta a los enemigos de Dios y aclararles que si bien es cierto que hubo connubios entre iglesias y estados para aplastar la libertad de conciencia e imponer el oscurantismo en la mente infantil de los pueblos, es una falsedad achacarles 'a la religión, mejor dicho a la religiosidad, semejante atropello a la dignidad humana, al derecho de los hombres a pensar por cuenta propia y a decir no a la autoridad, sea de la Iglesia, del Estado o de las sociedades en las que nos desarrollamos. Será al fanatismo religioso no a las doctrinas de paz y amor al que debe cargársele estas culpas. No mayores, sin embargo, que las de otros fanatismos, como los políticos con millones y millones de muertos y torturados en el Gulag de Stalin y en los campos de concentración nazis y como los fanatismos patrióticos, que sembraron los jóvenes cadáveres inmensos territorios en guerras absurdas. También hay fanatismos futboleros, con victimados a palos o cuchilladas. Siempre muerte y violencia detrás de todo fanatismo.

El fanatismo no la religión, ni la política, ni el amor a la patria es el que ciega al hombre y lo transforma en la peor de las bestias. Es el fanatismo el que engendra la violencia, sin que tenga responsabilidad alguna el "buen Dios" que dicen los franceses. Y el dogmatismo que puede ser político o religioso es el abrevadero de los fanáticos, de los odiadores, de los amantes de la violencia, de los novios de la muerte.

Ni Dios ni la religiosidad tienen que ver con las sórdidas, intolerancias de la historia y sí deben responder el fascismo y el comunismo por las más atroces intemperancias de nuestro tiempo.

Pero es imposible concluir esta nota sin citar un preciso mensaje sobre el tema de un hombre profundamente religioso y limpio, de don Miguel de Unamuno. Mensaje escrito en carta a un amigo a comienzos del siglo XX, cuan-do subyugado por las ideas socialistas, cayó en la tentación comunista. Leamos a don Miguel:

"Los que somos herejes por naturaleza, herejes de cualquier ortodoxia y de nuestra herejía misma desde el momento en que se intente elevarla a ortodoxia los que rechazamos el dogmatismo no podemos entrar a un partido ortodoxo y dogmático".

Desde muy temprano vislumbró Unamuno la orgía de horror que recorrería su siglo y fijó posición clara contra la intolerancia. Advirtió que el fanatismo de los dogmas es el que engendra muerte y violencia, no Dios ni las doctrinas que, en su nombre, reclaman paz en la tierra a los hombres de buena voluntad, a los seres humanos no contaminados de odio, enfermedad que de diversos modos bestializa al hombre y lo lanza al acto horripilante de convertir en amasijo a los miles de inocentes que poblaban las torres de Nueva York o a la bárbara venganza de bombardear hasta hacer pampa de muertos a toda una nación.

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FONDO EDITORIAL PERIODISTICA OIGA

Canta claro
Por FRANCISCO IGARTUA
¿QUÉ HACER CON EL PERÚ?

No es habitual y resulta masoquista iniciar un artículo poniendo el titulo antes de escribir. Sobre todo, como ahora, cuando éste ha sido inspirado no por un tema, sino por varios acontecimientos vistos en la televisión o leídos a la carrera en los diarios durante los últimos días.

Comenzaré relatando que miré de paso un programa policial y quedé estupefacto ante el feroz rechazo fuenteovejuno a una patrulla policial que, acompañada de fiscal, iniciaba la detención de los comercializadores de drogas del lugar, al parecer hijos de esos vecinos.

Violencia callejera
Una centena de policías bien armados tuvo que rescatar al fiscal y a la patrulla, que habían sido heridos, magullados y secuestrados. No hubo muertos porque Alá es grande. Pero ¿cuál fue el saldo de esta casi sangrienta pesquisa? Esos iracundos y delincuentes ciudadanos defendían algo aberrante (la drogadicción en el barrio) y todo por apenas unos soles, que vimos en una solemne mesa policial. Parecían muchos billetes porque estaban extendidos, pero eran muy pocos y la mayoría billetes de diez. ¿Cuál es la razón para que enfurecidos hombres y mujeres de una vecindad, poniendo en riesgo sus vidas y por apenas unos soles, defiendan tan aberrante modo de subsistencia? ¡Esto sólo puede ocurrir en un país muy enfermo y muy muerto de hambre!

Otro hecho que me llamó la atención fue la abierta posición del representante de la compañía italiana que ha potabilizado las aguas del río Chillón, el señor Andrea Bossola. Por lo pronto, reveló que la empresa administradora del agua en Roma está liderada por el municipio romano, que posee el 51% de las acciones, sólo el resto es privado. También reconoció como notable la capacidad técnicas y empresarial de Sedapal, con la que el proyecto Chillón está estrechamente relacionado.

Por lo expuesto no se crea que soy partidario de las empresas estatales. Pero, como no soy dogmático, lo dicho por el empresario italiano sí me hace reflexionar y preguntarme si la mejor y única manera de solucionar el problema del agua en Lima sea la privatización total de Sedapal.

Polémicas tarifas
También veo con claridad que la solución (cualquiera de ellas) pasa necesariamente por alza de tarifas, pues sin esa alza no hay financiación posible. Desde que el mundo es mundo, del cuero salen las correas. Y el cuero no son los millones que la empresa privada o el Estado logren prestarse, el cuero son las tarifas, o sea el bolsillo de los consumidores, del que tendría que salir el dinero para cubrir esos préstamos y los dividendos de los accionistas o del Estado. Todo lo demás es cuento, dogmatismo o teorías de una ciencia que, si fuera exacta, desde hace siglos no habrían crisis económicas.

Por lo que oí decir al señor Bossola, hombre sin duda experimentado en aguas, el planteamiento para resolver qué hacer con Sedapal no tiene que ser dogmáticamente propuesto como privatización o estatización sin matices. Salvo que el Estado, -o sea el país, tenga necesidad del dinero de la privatización para cubrir huecos presupuestales, necesidad que también está previsto resolver en la economía casera con la venta de las joyas de la abuela. Entonces si no habría otra opción, pero será necesario explicar por qué se ha de hacer.

Pero, si no es así, habrían otras opciones. Por lo pronto, personas autorizadas (no sólo Andrea Bossola) nos dicen que Sedapal es una empresa eficiente; y que no anda mal de fondos lo constatamos todos, todos los días, transitando por Lima. Desde hace un tiempo se ha hecho endemoniado andar por la ciudad, pues a cualquier sitio que vayamos tenemos que sortear huecos y zanjas que Sedapal está abriendo y cerrando después de entubar modernamente el sistema de agua y alcantarillado. Una inversión supongo que enorme.

Inversión en agua
Sin embargo, es evidente que mucho más es el dinero que se requiere para satisfacer las necesidades de agua de la población limeña y limpiar su mar. ¿Cómo resolver el problema?... El representante de la empresa socia de la comuna romana, Andrea Bossola, insinuó con diplomacia florentina que podrían haber distintos modos de asociación (como la del Chillón por ejemplo) para que los in-tereses privados intervengan en la solución del problema, sin necesidad de desmantelar Sedapal, que podría ser el regulador más efectivo de las tarifas y de que no haya despidos arbitrarios.

También hubo en la semana y entre otras necedades (como la insistencia en las elecciones regionales de noviembre), una declaración peripatética. Los encuestadores, puestos en la escena política por la intemperancia de la primera dama, propusieron resolver los problemas del presidente Toledo incorporando a todos los líderes políticos al gobierno. ¿No saben estos medidores de opinión que muchas manos en un plato causan arrebato y mayor si hay agudas contradicciones entre ellas?

¡Hasta el próximo sábado!

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FONDO EDITORIAL PERIODISTICA OIGA

martes, 5 de marzo de 2013


Canta claro
Por FRANCISCO IGARTUA
OTRA VEZ EN PELIGRO LA LIBERTAD DE PRENSA

Van estas líneas en primera persona del singular, no sólo porque el tema obliga a dar la cara, sino porque soy yo el afectado en parte de esta historia, que comenzará precisamente con el relato de mi presencia, el domingo pasado, en la pantalla de Canal N, dependencia de El Comercio.
Me vi ese domingo en la televisión con la ingenua complacencia de todo ser humano puesto en vitrina, pero pronto me di cuenta de que, como un párvulo, había caído en una emboscada. Y mi indignación fue mucho mayor a la que presentí el día de la grabación, pues entonces no supuse que a las sesgadas preguntas de la encuesta que hacía el programa Barra de mujeres se añadiría, como cortina constante, la imagen más impactante de la entrega millonaria de dólares que Montesinos le hizo al principal accionista de Canal 5: el hecho más bochornoso de la compraventa de conciencias que se produjo en el régimen pasado.
En la Barra de mujeres de ese domingo hacía yo el papel de un furioso defensor de la libertad de prensa que, como idiota, no se daba cuenta de que estaba siendo utilizado para darle apariencia de imparcialidad e independencia a un programa que tenía como único objetivo que el público se pronunciase a favor de quitarles la licencia a dos o tres canales de señal abierta y que el resultado se aproximara al ciento por ciento de los votos; cosa que, lógicamente, gracias al vladivideo se alcanzó a plenitud. El 94% de los televidentes estuvo de acuerdo, sin entender el trasfondo de la encuesta, en que las licencias de radio y televisión pueden ser dadas o quitadas a discrecionalidad por el gobierno de turno o por una junta de notables. O sea que, con el pretexto del necesario castigo a los rufianes vladivisionados, se abrían las puertas para inmediatos y futuros atropellos de la libertad de prensa y expresión.
De haber visto y escuchado aquel viernes todo lo que se vio el domingo pasado en la pantalla de Canal N, ese programa no habría salido como salió y no habría hecho yo el papel de avalador de la patraña montada, con el propósito de engañar al público, por esas tres damas vinculadas al ala izquierda de la Universidad Católica.
El señalamiento del ala no tiene intención de descalificar ni calificar a nadie, lo hago simplemente para situar la posición política de esa "Barra", que bien podría llamarse "brava" por los medios usados para llevar agua a su molino ideológico, curiosamente del mismo signo que otras campañas iniciadas hace poco con idéntica puntería: la de hacer prevalecer puntos de vista partidarios, de reglamentar a los medios de comunicación y censurarlos. Campañas, por otro lado, vistas con complacencia por intereses comerciales con ansias locas de alcanzar poder político. ¡Algo absolutamente paradojal, pero empedrada de cu-riosas paradojas está la política!
El castigo que corresponde a los rufianes vladivisionados es asunto
de la justicia, no del gobierno ni de juntas de notables.

Se trata de campañas que, sutilmente y desde variadas posiciones, se han montado hace un tiempo para establecer una suerte de vigilancia sobre la televisión y la radio, que podría afectar también al periodismo tradicional, al de la prensa escrita. Supuesto que no es sospecha mía sino que se desprende de un aviso publicado por "Veeduría Ciudadana", en el que se justifica esta inquisitorial tesis: la censura es legal "por el carácter de interés público que la Constitución le da a la actividad de los medios de comunicación, especialmente a la radio y la televisión". Se deja así en claro, con el "especialmente", que los periódicos y revistas no quedan excluidos de ser vigilados 'por una veeduría "constitucional" que podría ser estatal o compuesta por notables elegidos dentro de las organizaciones de la sociedad civil, casi todas ellas de signo próximo al de las damas de la Barra de mujeres. Hay en todas estas "veedurías" machacona insistencia en remarcar, algo que es cierto, pero no para llegar a algún tipo de censura: que los medios de expresión son de "interés o servicio social y público". Por ello es que la Constitución precisa que la libertad de prensa es irrestricta.
Se ha dicho una y mil veces que la libertad de expresión establecida, igual que la democracia, es un sistema lleno de defectos y deficiencias, pero que, aun así, es el mejor de todos los experimentados por el hombre en el curso de los siglos. Y esa libertad, para no ser desvirtuada, no puede tener más límite que el de los códigos comunes y el del honor de quienes ejercen el oficio de periodistas. Todo otro límite la ahoga, la transforma en boletín oficial, en negación de sí misma. Se dirá que esta definición peca de gaseosa y burguesa y pueda que así sea, pero centenarias experiencias prueban que todos los intentos por modernizarla han terminado devolviéndonos a la Inquisición, con apenas unos cambios de color. Unas veces el terminal es negro y otras rojo, sin que nunca deje de ser repelente para quienes amamos esa libertad simple, llana e imperfecta que nos garantiza la democracia.
E Inquisición es lo que hoy se reclama en nombre de la modernidad, en un Perú que vive bajo el impacto de los rufianescos tratos vistos en los vladivideos y al que es fácil convencerlo de que no se vulnera la libertad dejando el castigo por estos hechos a la discrecionalidad del gobierno o a la de una junta de notables que se instalaría para cuidar la salud moral de los peruanos. Una tesis sin memoria, desconocedora de una verdad capital en política: ningún gobierno -ninguno- dejará de caer en la tentación de controlar a la prensa.

¿Quién o quiénes deben reglamentar y decidir cuáles son los “valores auténticos” o las “obligadas versiones plurales”, reclamadas por diversas “veedurías ciudadanas”?
El castigo que les corresponde a los rufianes vladivisionados -todos ellos empresarios metidos a periodistas- es asunto de la justicia, que está obligada a embargarles sus acciones y, cuando se cumplan los plazos legales, a ponerlas en venta de acuerdo a los códigos vigentes. Lo que es inaceptable, por contrario a la libertad de prensa y expresión, es sentar el precedente de que un gobierno pueda dar o quitar licencias de acuerdo a las circunstancias o entregar la salud moral a cualquier junta u organismo supervisor "del correcto desempeño de los medios de comunicación", como a la letra dice otra de esas asociación afines a la Barra de mujeres.

(Son estas líneas una ampliación a la cuartilla que, como carta aclaratoria, le envié a El Comercio y que éste no publicó).

Fuente:
FONDO EDITORIAL PERIODISTICA OIGA