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DORIS GIBSON PARRA Y FRANCISCO IGARTUA ROVIRA

DORIS GIBSON PARRA Y FRANCISCO IGARTUA ROVIRA
FRANCISCO IGARTUA CON DORIS GIBSON, PIEZA CLAVE EN LA FUNDACION DE OIGA, EN 1950 CONFUNDARIAN CARETAS.

«También la providencia fue bondadosa conmigo, al haberme permitido -poniendo a parte estos años que acabo de relatar- escribir siempre en periódicos de mi propiedad, sin atadura alguna, tomando los riesgos y las decisiones dictadas por mi conciencia en el tono en que se me iba la pluma, no siempre dentro de la mesura que tanto gusta a la gente limeña. Fundé Caretas y Oiga, aunque ésta tuvo un primer nacimiento en noviembre de 1948, ocasión en la que también conté con la ayuda decisiva de Doris Gibson, mi socia, mi colaboradora, mi compañera, mi sostén en Caretas, que apareció el año 50. Pero éste es asunto que he tocado ampliamente en un ensayo sobre la prensa revisteril que publiqué años atrás y que, quién sabe, reaparezca en esta edición con algunas enmiendas y añadiduras». FRANCISCO IGARTUA - «ANDANZAS DE UN PERIODISTA MÁS DE 50 AÑOS DE LUCHA EN EL PERÚ - OIGA 9 DE NOVIEMBRE DE 1992»

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«Cierra Oiga para no prostituir sus banderas, o sea sus ideales que fueron y son de los peruanos amantes de las libertades cívicas, de la democracia y de la tolerancia, aunque seamos intolerantes contra la corrupción, con el juego sucio de los gobernantes y de sus autoridades. El pecado de la revista, su pecado mayor, fue quien sabe ser intransigente con su verdad» FRANCISCO IGARTUA – «ADIÓS CON LA SATISFACCIÓN DE NO HABER CLAUDICADO», EDITORIAL «ADIÓS AMIGOS Y ENEMIGOS», OIGA 5 DE SEPTIEMBRE DE 1995

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LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU

LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU
UNIVERSIDAD DEL PAÍS VASCO

LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU

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UNIVERSIDAD DEL PAÍS VASCO

«Siendo la paz el más difícil y, a la vez, el supremo anhelo de los pueblos, las delegaciones presentes en este Segundo Congreso de las Colectividades Vascas, con la serena perspectiva que da la distancia, respaldan a la sociedad vasca, al Gobierno de Euskadi y a las demás instituciones vascas en su empeño por llevar adelante el proceso de paz ya iniciado y en el que todos estamos comprometidos.» FRANCISCO IGARTUA - TEXTO SOMETIDO A LA APROBACION DE LA ASAMBLEA Y QUE FUE APROBADO POR UNANIMIDAD - VITORIA-GASTEIZ, 27 DE OCTUBRE DE 1999.

«Muchos más ejemplos del particularismo vasco, de la identidad euskaldun, se pueden extraer de la lectura de estos ajados documentos americanos, pero el espacio, tirano del periodismo, me obliga a concluir y lo hago con un reclamo cara al futuro. Identidad significa afirmación de lo propio y no agresión a la otredad, afirmación actualizada-repito actualizada- de tradiciones que enriquecen la salud de los pueblos y naciones y las pluralidades del ser humano. No se hace patria odiando a los otros, cerrándonos, sino integrando al sentir, a la vivencia de la comunidad euskaldun, la pluralidad del ser vasco. Por ejemplo, asumiendo como propio -porque lo es- el pensamiento de las grandes personalidades vascas, incluido el de los que han sido reacios al Bizcaitarrismo como es el caso de Unamuno, Baroja, Maeztu, figuras universales y profundamente vascas, tanto que don Miguel se preciaba de serlo afirmando «y yo lo soy puro, por los dieciséis costados». Lo decía con el mismo espíritu con el que los vascos en 1612, comenzaban a reunirse en Euskaletxeak aquí en América» - FRANCISCO IGARTUA - AMERICA Y LAS EUSKALETXEAK - EUSKONEWS & MEDIA 72.ZBK 24-31 DE MARZO 2000

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sábado, 6 de octubre de 2012

HERMANDAD DE NUESTRA SEÑORA DE ARANZAZU DE LIMA 1612 2012


CENTENARIO NACIMIENTO DE FERNANDO BELAUNDE TERRY
1912-2012
________________________


Benemérito José de San Martín;
Benemérito Simón Bolívar;
Beneméritos próceres peruanos de la emancipación:

Desde este momento quedan restablecidos el Régimen Constitucional, los derechos humanos y la libertad de prensa, por la voluntad general de los pueblos y por la justicia de su causa que Dios defiende.

Señores Representantes:
El pueblo nos abre de nuevo las puertas de la ley. Pasemos por ellas sin arrogancias triunfalistas, solidarios y humildes ante la gran tarea común que nos aguarda, fervientes en nuestro propósito de cohesionar en la más estrecha hermandad a la familia peruana.
Al júbilo del país se une la enaltecedora presencia de emisarios de las naciones amigas, entre quienes destacan no sólo altos dignatarios de sus Gobiernos y Parlamentos sino, sobrepasando esas jerarquías, las de los propios Jefes de Estado que han querido exaltar con su presencia este acto solemne, uno de los cuales ha tenido la gentileza de acreditar a su dignísima esposa.
Por mis labios, el pueblo peruano y los Poderes Públicos dicen a nuestros ilustres visitantes las palabras protocolares, porque esas palabras son aplicables a ellos en toda circunstancia, dentro y fuera del Gobierno, grandes y buenos amigos.
La democracia se restablece en el Perú después de 12 años, cumpliéndose el anhelo del pueblo, rectamente interpretado por el Gobierno militar que concluye, con la celebración de un proceso electoral limpio y una transferencia ordenada del poder, a la que debemos justo reconocimiento. Un gran sentido de responsabilidad y madurez debe llevar a la ciudadanía a superar los males que la aquejan después de un largo eclipse de las libertades, uno de cuyos nocivos resultados es la aguda inflación que ha empobrecido marcadamente a las clases menos pudientes.
Instalado el Congreso de la República, indiscutiblemente representativo de todas las regiones y pueblos del Perú, en el que figuran los distintos credos y tendencias políticas, me siento reconfortado por la legitimidad de su augusta misión legisladora y fiscalizadora, insustituibles en el régimen democrático. Ha querido el destino que, por segunda vez, nos toque restaurar el régimen municipal electivo que permitirá la participación de todas las comunidades en la dirección de los asuntos públicos. Procederemos, pues, sin tardanza, a convocar los comicios para que los pueblos designen sus gobiernos locales.
He cumplido, con honda satisfacción cívica, el honroso deber de jurar fidelidad a la Constitución que hoy entra en plena vigencia, promulgada por el eminente y recordado patricio Víctor Raúl Haya de la Torre.
Esta noche hemos de poner el cúmplase y publíquese a la Constitución. Yo voy a rogar al doctor Luis Alberto Sánchez, Vicepresidente de la Asamblea Constituyente, que se sirva aceptar la pluma con que se inscribirá este histórico cúmplase.

Permitidme dividir este mensaje que, de acuerdo con el artículo 211° de la Constitución, entrego al Congreso personalmente y por escrito, en los siguientes rubros que sintetizan nuestras preocupaciones y anhelos en este momento inicial, sobre la situación del país y la acción de los Poderes Públicos:

1)        La exaltación del ser humano;
2)        La creación y distribución de la riqueza;
3)        El Perú en el mundo; y
4)        La paz externa e interna.

1) La exaltación del ser humano
Fortalece la vigencia del Estado de Derecho y el imperio de la ley, la reimplantación del Ministerio de Justicia que reinicia sus funciones después de un prolongado paréntesis de 12 años.
La nueva Carta Política impone la dación de leyes orgánicas y normativas destinadas a lograr su vigencia efectiva, integral e inmediata que serán sometidas a la consideración del Congreso. Me refiero, fundamentalmente, a la Ley Orgánica del Tribunal de Garantías Constitucionales; la Ley del Consejo Nacional de la Magistratura; la Ley Orgánica del Ministerio Público; y la Ley Orgánica del Poder Judicial que reestructurará ese Poder del Estado.
Juzgamos que debe promoverse y mantenerse la más estrecha colaboración entre el Poder Ejecutivo y el Poder Judicial respetándose celosamente la alta investidura de la Magistratura, con el propósito de encarar eficazmente la problemática del sistema penitenciario, al que deberá dotarse de altas calidades técnicas, infraestructura y bienes necesarios para lograr una adecuada rehabilitación de los reclusos.
Debe impulsarse vigorosamente una eficaz atención al problema de la protección y asistencia a la niñez y a la juventud, que constituyen el capital más preciado de la nación; a la familia, que es el núcleo social básico, esencia misma de la comunidad; y a la ancianidad, por la que se debe velar no sólo por las necesidades ciertas que requiere, sino como testimonio del agradecimiento de una nación a quienes han dedicado lo mejor de su vida en servicio del país.
Al asumir el gobierno recogemos el mensaje de fe, esperanza y justicia social que Su Santidad el Papa Juan Pablo II viene transmitiendo. Interpretando el sentir nacional, sin menoscabo de la libertad de cultos, reconocemos y apreciamos la importancia de la Iglesia Católica en la vida del Perú y nos proponemos mantener una estrecha colaboración con ella y con otras confesiones, con las cuales ya existen diferentes modos de entendimiento, especialmente en lo que se refiere a educación y salud.
Abrigamos la ferviente esperanza de que el Gobierno que se inicia sea recordado como el "Quinquenio de la Educación". Centramos nuestra mayor atención en el educando pero nos abocaremos, también, decididamente a la tarea de mejorar la situación del magisterio. Sin un nivel de vida decoroso es difícil que cumpla a cabalidad sus funciones. Como todas las personas dependientes de un sueldo o jornal, el maestro es víctima de la inflación pauperizante que estamos heredando, proceso cuya magnitud no conoce antecedentes en la historia del Perú. Representa el impuesto más injusto que se le impone al pueblo y sólo beneficia a sectores privilegiados e introduce actitudes y hábitos que dividen a la sociedad en mezquinos grupos de intereses, alejando el espíritu de solidaridad que debe primar en la nación. Según los informes que he recibido, la inflación superará en 1980 la cifra del 60%, que es distinta de la que se ha venido publicitando recientemente.
Someteremos al Congreso los proyectos legislativos que den al magisterio toda la importancia que merece en un serio esfuerzo por elevar su nivel económico, otorgando incentivos en el campo cultural y moralizando el aparato estatal para que los concursos sean justos y se promueva a los más eficientes y honestos. Dispondremos, sin tardanza, la reincorporación de los maestros injustamente alejados de las aulas.
Nos proponemos, igualmente, mejorar la infraestructura educativa, invocando el decidido apoyo de la ciudadanía a cuyo esfuerzo desinteresado se debe la mayoría de las escuelas elementales del país. Iniciaremos una gran campaña para el mejoramiento, cuidado y ampliación de nuestros locales escolares a nivel de las distintas comunidades.
Juzgamos que la educación, sin perder su perspectiva universal, debe ser encauzada de acuerdo a nuestras raíces históricas y culturales.
La escuela con frecuencia desarraiga al niño de su contorno al proporcionarle contenido al margen de su experiencia. En ocasiones deviene factor de agresión cultural, al negar o subestimar el ancestro espiritual de los niños de la región andina. Dentro de esos lineamientos llevaremos a cabo un amplio plan de alfabetización.
El Congreso debe abocarse a la gran tarea de sentar las bases firmes y duraderas de la universidad peruana, que se encuentra en crisis. Juzgamos que la educación superior debe estar estrechamente vinculada a los grandes temas de la vida nacional. El Estado debe recurrir a las universidades para que le proporcionen las investigaciones que requiere.
Ha de merecer preferente atención del Gobierno la salud pública, lamentablemente descuidada en los últimos años, tanto en el aspecto de medicina preventiva como asistencial. Con sentido realista debe organizarse un amplio plan de servicios primarios de salud, mediante los cuales en toda comunidad carente de facilidades se proceda a instruir a los elementos más aptos de la población y a dotarlos de los implementos necesarios para que puedan atender, por lo menos, las tareas de vacunación y primeros auxilios.
Los servicios de atención de salud están en deplorable estado de equipamiento y funcionamiento; en algunos casos se ha llegado a límites incompatibles con la dignidad humana. Para enmendar este estado de deterioro se hará necesario otorgar al Ministerio de Salud de facultades extraordinarias.
Se continuarán los programas de saneamiento básico rural y se prestará especial atención a la lucha contra la contaminación ambiental. El Instituto de Seguridad Social se organizará con la autonomía que le concede la Constitución para que cumpla sus fines y realice efectivamente la protección y promoción humana del trabajador y su familia.
El problema de la vivienda se ha agudizado notablemente con la exposición demográfica y la espiral inflacionaria que, al elevar desmesuradamente los intereses, ha desarticulado el sistema hipotecario y ha desviado hacia fines distintos de los propios los recursos de las mutuales.
El Gobierno se propone establecer un nuevo régimen hipotecario para las clases económicamente débiles y llevará adelante un amplio plan de construcciones que se adjudicarán en base al nuevo sistema, favoreciendo a las familias que no sean poseedoras de bienes raíces. Para los estratos menos pudientes que construyen por acción popular en los pueblos jóvenes, se ha previsto implantar un banco de materiales que les permitirá adquirir, en base a créditos blandos y plazos razonables, los elementos indispensables para construir sus propias viviendas o rehabilitar las existentes. De esa manera no sólo se conseguirá aliviar el problema de la falta de techo sino proteger, en alguna medida, a los sectores más severamente afectados por la inflación.

2) La creación y distribución de la riqueza
El país cuenta con un apreciable caudal de recursos naturales y es exportador tradicional en más de una docena de rubros de intensa demanda mundial. Ante tal realidad resultaría inexplicable la situación por la que atraviesa si no fueran claras causas de la inflación el derroche de los fondos públicos en gastos generalmente improductivos, realizados al amparo de una prensa controlada y de la perniciosa carencia de fiscalización.
En ese clima, además de incontrolado dispendio, se ha incurrido en un endeudamiento excesivo para inversiones no recuperables o de remota rentabilidad. Ha, ello se debe la pauperización del pueblo cuyos haberes nunca se reajustaron en adecuada proporción al alza del costo de vida. Se reinicia, afortunadamente, el debate esclarecedor y fiscalizador. El Presupuesto de la nación volverá a ser un documento cuidadosamente analizado por los Representantes del pueblo y, cada año, la Cuenta General de la República se someterá a su riguroso control en el clima de irrestricta libertad de prensa que imperará al ponerse término al despojo que sufrieron los propietarios de diarios y emisoras de difusión nacional.
No se nos oculta que la recuperación ha de ser penosa, demandando conscientes sacrificios al pueblo y un profundo sentido de responsabilidad al Gobierno. La meta a proseguirse no puede ser otra que la adecuación de los haberes al costo de vida y, logrado ese objetivo, el retorno a la estabilidad, proceso que ha de requerir de un período de duros reajustes.
Después de un largo proceso de reforma agraria el país se ha convencido de que el problema de la producción no se resuelve con el simple cambio de tenencia sino con la ampliación de la frontera agrícola y el aumento de la productividad. La experiencia adquirida en el departamento de San Martín nos demuestra que en la vertiente oriental de los Andes se encuentran las tierras de colonización más económicas y de rendimiento más rápido.
No por resultar con un costo unitario elevado, deben descartarse las grandes obras de irrigación en la costa, sobre todo cuando están acompañadas de la generación de energía. Pese a su alto costo y a las remotas posibilidades de recuperación del capital invertido, la irrigación de Majes no debe detenerse encontrándose avanzada su infraestructura de canales y túneles. La inclusión de la central hidroeléctrica puede equilibrar la inversión cuya rentabilidad, sin ella, resultaría exigua.

El proyecto de Olmos es, evidentemente, de preferente prioridad. Los de Chao y Virú, la derivación del Pampas y el Plan Puyango-Tumbes, que poseen favorables estudios de factibilidad, se sustentan en legislación que puede y debe ser actualizada. Precisa poner atención en obras de pequeña y mediana envergadura, que resolvería a corto plazo, apremiantes problemas de riego en costa y sierra. La severa sequía del norte, hace aconsejable la perforación de pozos tubulares en basta escala en la región de Olmos.
El sistema de Cooperación Popular, restablecido con redoblado ímpetu, debe resolver problemas de canalización y pequeños represamientos a ejecutarse de inmediato con la misma eficacia empleada por la fructífera tradición andina en los campos de la vialidad vecinal, la educación, la higiene y la energía.
Un plan de fomento a la producción alimentaria tendrá la ventaja adicional de dar empleo a los campesinos sin tierra que han de ser requeridos para su implementación.
La inmensa riqueza ictiológica del Perú ha sufrido una lamentable depredación, rompiéndose el equilibrio biológico por la pesca excesiva e incontrolada, a partir de 1969. Proliferan los barcos arrastreros de bandera extranjera.
Debe hacerse una evaluación exhaustiva del funcionamiento de las empresas y organismos públicos para determinar su eficacia y rentabilidad, manteniéndose como tales a los que acrediten su competencia.
Hay que impulsar decididamente la pesca artesanal que puede contribuir apreciablemente a resolver la crisis nutricional, dándose las facilidades necesarias para la conservación y distribución del producto. Este suministro importante de proteínas debe efectuarse en condiciones asequibles a las clases menos favorecidas por la fortuna.
En los últimos años, el Perú se ha autoabastecido de petróleo convirtiéndose en exportador de hidrocarburos en proporción moderada. Lo que inicialmente se consideró un éxito, el llamado "Modelo Peruano" en la adjudicación de contratos de operación, resultó ser una fórmula perjudicial a los intereses del país como lo ha probado el hecho de haberse revisado, con ventaja, los términos de adjudicación. Se han concertado los nuevos contratos que encontraremos en operación y nos proponemos dar los pasos necesarios para que, en equitativa competencia, puedan iniciarse explotaciones adicionales.
Siendo el petróleo una riqueza agotable es necesario explorar otras fuentes de energía permanente. La hidroelectricidad, recurso abundante de nuestro territorio, tendrá un rol preponderante como fuente alternativa de energía, sin que por ello se deje de considerar las fuentes geotérmicas y la energía solar. Veamos, comparativamente, cuál es la situación energética en el Perú.
El potencial hidroeléctrico disponible en el país es de sesenta millones de kilovatios, de los cuales el 3% se utiliza actualmente para generar el millón ochocientos mil kilovatios instalados. Con el potencial existente se podría generar una energía equivalente a doscientos cuarenta mil millones de kilovatios hora en un año. Si esta energía anual, en vez de ser generada usando el agua –que es recurso renovable- tuviese que ser producida con petróleo, se requeriría un consumo anual de quinientos millones de barriles, que es el equivalente a más de diez veces la actual producción de petróleo del Perú y a las dos terceras partes de nuestras reservas.
Esta realidad nos lleva a la conclusión de que el país debe tomar importantes decisiones en el campo hidroeléctrico. Fuera de las centrales ya estudiadas en la costa, algunas de las cuales se encuentran en su etapa de preparatoria, es necesario analizar los trabajos realizados por misiones extranjeras. Técnicos alemanes, que han efectuado un estudio integral, se inclinan por la construcción de una represa en el río Ene que generaría dos millones trescientos mil kilovatios, formando un inmenso lago central, en pleno corazón del país, no lejos del Mantaro, de unos cientos sesenta y cinco kilómetros de largo, a una altitud de quinientos treinta metros. Fuera de la abundante generación de energía, el lago central ofrecería atrayentes posibilidades para el turismo, la industria pesquera y los nuevos asentamientos humanos. Como su construcción demandaría siete años y la inversión sería considerable, aunque de amplio rendimiento, creemos que el proyecto debe someterse a un exhaustivo debate en las esferas profesionales y en el ámbito parlamentario.
Pondremos el mayor interés en la minería donde está la clave de nuestra recuperación económica, con la obtención de divisas que nos permitirán hacer frente al excesivo endeudamiento externo. Nos proponemos mantener, en manos del Estado, con la anuencia del Congreso, aquellas empresas cuya operación sea satisfactoria y estimular la pequeña y mediana minería. Revisaremos las normas de comercialización de minerales para agilizarlos haciendo posible la rápida cancelación de obligaciones.
El amplio plan de desarrollo minero no podrá cumplirse exclusivamente con capitales locales. Será necesario y conveniente atraer inversiones foráneas con el debido resguardo de los intereses nacionales.
La red vial del país es notoriamente insuficiente en su extensión, siendo inadecuadas sus características en la mayor parte de su recorrido y muy deficiente su mantenimiento. Urge extenderla y mejorarla para que el alto costo de los combustibles, en la actual crisis energética, pueda compensarse con menores gastos en repuestos y pérdidas de tiempo que perjudican a los transportistas y elevan los fletes. Un amplio programa de rehabilitación y asfaltado debe emprenderse en breve.
La Carretera Panamericana con las nuevas características que le dimos entre Lima y Chilca debe extenderse a Chimbote e Ica, con una primera etapa que la llevará a Huacho y Cañete. Se pavimentarán las principales vías de penetración, y, habiéndose rehabilitado la Carretera Central hasta la Oroya, se prolongará el asfalto hasta la selva de Satipo. Obra fundamental será la ampliación de la región alimentaría de. Lima, entre Mazamari y el río Tambo y de Villarrica, por la trocha actualmente en construcción hacia Puerto Bermúdez, hasta empalmar con la carretera a Pucallpa entre las localidades de Neshuya y San Alejandro. Esta obra incorporará las mejores tierras aptas para la ganadería, las industrias forestales y la agroindustria, situadas a pocas horas de la capital y acortará en 100 kilómetros la distancia a Pucallpa. Nos proponemos llevar adelante un profundo estudio de colonización con promisorios asentamientos humanos a lo largo de 300 kilómetros. Por el lado sur, este desarrollo resultaría vecino de la propuesta represa del Ene y del futuro Lago Central; por el lado norte, quedaría cercano a los probados depósitos de gas del Aguaytía. Excelentes condiciones ecológicas y climáticas, a una altitud ideal, estarían complementadas por el abundante potencial energético. Ambos tramos corresponden al trazo central de la Carretera Marginal en el estudio de la firma Tams.
Con la construcción del puente de Punta Arenas, que mandaremos tender sobre el río Huallaga, quedará expedito el paso entre Tingo María, Tarapoto, Jaén y San Ignacio, cerca de la frontera con el Ecuador, es decir, todo el tramo norte de la Marginal de la Selva.
Deberán realizarse estudios definitivos para interconectar nuestra vialidad con el Sistema Transamazónico-perimetral del Brasil y construirse la carretera de 110 a Desaguadero que se extenderá a La Paz.
En mi anterior administración quedaron interconectadas las provincias andinas. Esperamos que en la que hoy se inicia, contando con la colaboración de los pueblos, pueda emprenderse un plan de vialidad distrital que saque a capitales y anexos de su aislamiento.
Terminada la ampliación del Puerto Fluvial de Iquitos nos corresponderá construir los de Pucallpa y Yurimaguas, dotando de facilidades a varios otros puntos de nuestra red fluvial.
El plan de aeropuertos, que incluye los del corredor amazónico y el internacional del Cuzco, comprenderá, además, un sistema moderno de ayudas a la navegación, así como la pavimentación de pistas existentes para permitir su uso por aviones a retropropulsión.
Se llevará adelante la modernización y extensión del sistema nacional de telecomunicaciones para que sus beneficios alcancen a la mayor parte de los pueblos. Se comprenderá la tarea de subsanar las graves deficiencias que se observan en los servicios telefónicos de Lima y algunas ciudades importantes.
Nos proponemos impulsar a la actividad industrial practicando el lema "Trabajar y dejar trabajar". Un tenaz esfuerzo en pro de la simplificación de trámites eliminará los engorrosos obstáculos que detienen el desarrollo en distintos campos.
Es nuestro propósito crear incentivos favoreciendo a las industrias que aumenten su personal y a las que sin trabajar ahora a plena capacidad, redoblen esfuerzos para operar a turnos completos.
Se estudiará la localización industrial para desarrollar nuevas regiones y crear parques industriales y artesanales como los que construimos en Arequipa, que reediten el consagratorio éxito logrado en esa misma ciudad, en concordancia con el futuro abastecimiento de energía y otras facilidades.
La pequeña empresa y la artesanía que, por practicar tecnologías intermedias, sólo requieren una moderada inversión por puesto de trabajo, serán decididamente estimuladas.
Daremos especial atención a la industria integral de la madera que puede constituirse en uno de nuestros principales rubros de exportación, promoviendo la construcción y la industria de muebles. Las oportunidades que se presentarán en la Selva, a lo largo de la vialidad colonizadora, e reservan al Perú un destacado rol en ese campo en el que puede anticiparse la eficaz colaboración de los grandes países madereros.
La electrificación que se está extendiendo en la Costa y sus facilidades portuarias permitirán la implantación de nuevas industrias, para satisfacer necesidades del mercado interno e impulsar la exportación no tradicional. Donde se requiera la participación estatal se tratará de aliviar la carga al erario público con la creación de empresas mixtas.
Se dará un considerable impulso al turismo y a la consiguiente actividad hotelera que debe seguir gozando de las facilidades implantadas en el régimen constitucional anterior.
La planificación nacional perfeccionada y ampliada coordinará todas las actividades económicas.
3)        El Perú y el mundo
Primera prioridad en nuestra política internacional será el fortalecimiento de nuestras relaciones con los países hermanos, dentro del ámbito hemisférico donde los Estados Unidos y el Canadá, centros cercanos de adelanto científico y tecnológico y vigorosos mercados, desempeñan importante papel.
Nos interesa contribuir al perfeccionamiento del Grupo Andino para que, con la mayor eficiencia, cumpla los plazos y metas fijados para la progresiva integración de las naciones participantes, como paso previo a una conjunción latinoamericana más amplia. Después de más de una década de experiencia procederá hacer una evaluación de aciertos y errores para subsanar las frustraciones donde se encuentren.
Juzgamos que el desarrollo del continente debe enfocarse en forma global: Grupo Andino, Región Amazónica y Cuenca del Plata constituyen grandiosos proyectos de desarrollo que deben avanzar coordinadamente. La carretera Marginal de la Selva, completada en un 55%, constituirá el nexo entre los tres.
La interconexión hidrovial de Sudamérica, la armonización de una política de asentamientos humanos, el desarrollo energético y la futura interconexión eléctrica son temas a abordarse con amplia visión continental. Un plan de coordinación en el campo de la aeronáutica debe estimular nuestros contactos binacionales y multinacionales. El sistema de comunicación por satélite aplicado a la educación y a la salud pública debe ser preocupación de todas nuestras naciones y, especialmente de aquellas que están unidas por el idioma. La detectación de nuestros recursos naturales por la percepción remota, perfeccionada y ampliada día a día, debe acelerar el desarrollo orientando los asentamientos humanos y facilitando la preservación de zonas amenazadas por depredaciones y contaminación ambiental.
Este común esfuerzo por el desarrollo ha de estrechar a tal punto los vínculos continentales que todo amago de desavenencia, se despejará ante la magnitud y los beneficios de la acción integradora.
El Perú continuará manteniendo cordiales relaciones con todos los países, sin inmiscuirse en diferencias ideológicas, confirmando su veraz identificación como nación no alineada, que comparte hondamente las preocupaciones y anhelos de los países del Tercer Mundo.

4)        La paz externa e interna
La Constitución que ha entrado en vigencia le asigna al Presidente de la República la Jefatura Suprema de las Fuerzas Armadas. Asumo tan alta y delicada misión con pleno sentido de responsabilidad y con el debido respeto a los Institutos que tienen la sagrada misión de salvaguardar la soberanía nacional. Tan alta atribución no se concede al Jefe del Estado, para que la ejerza sin la más calificada asesoría profesional de sus colaboradores y subordinados del Ejército, la Marina, la Aviación y las Fuerzas Policiales. La persona del mandatario, que encarna a la nación, simboliza la unidad de esos institutos y asegura su orden jerárquico. La nueva Constitución es en ese aspecto mucho más explícita que la anterior, por la cual el Presidente sólo podía asumir la Jefatura Suprema de las Fuerzas Armadas delegando interinamente el Gobierno. Ante esta realidad, hago un patriótico llamado a todos los sectores castrenses para facilitar tan compleja tarea, manteniendo en sus filas las normas de honor, eficiencia y disciplina que permitirán a mis colaboradores asesorarme con serenidad y acierto para hacer plena justicia a la trascendental misión que constitucionalmente me corresponde.
He tenido oportunidad de comprobar el perfeccionamiento que han alcanzado estos institutos y su buena preparación para la defensa nacional. Inspecciones realizadas recientemente en dependencia del Ejército, la Marina y la Fuerza Aérea han resultado muy alentadoras tanto por el alto espíritu y preparación del personal cuanto por la calidad del equipamiento. Comprendemos claramente el deber que nos corresponde para velar por el mantenimiento y evolución de nuestros recursos militares en estricta armonía con los requerimientos de la seguridad nacional. Y apreciamos debidamente la participación de la Fuerza Armada en el desarrollo económico del país y su fructífero y tenaz esfuerzo en el campo de la acción cívica.
El advenimiento de un gobierno democrático coloca a las Fuerzas Policiales dentro de los límites de su auténtico radio de acción, es decir, de la legítima preservación del orden público. Hemos venido a servir y no a servirnos del pueblo peruano. Por ello es necesario que la ciudadanía colabore activamente a la preservación del orden público, rechazando su alteración al tener siempre presente que las mayorías nacionales se han expresado inequívocamente a favor del sistema democrático de gobierno. La defensa abnegada, sagaz y no exenta de riesgos de ese sistema enaltecerá a la Benemérita Guardia civil, Policía de Investigaciones y Guardia Republicana que recibirán el máximo respaldo de nuestra administración, demandándoles solamente el legítimo cumplimiento del deber.

Palabras finales
No puede ocultarse que para llevar adelante los planes que he esbozado, el país debe gozar de la más completa paz laboral. Hago un llamado a los trabajadores para que presten su patriótica colaboración en este empeño, conscientes de que nuestro objetivo fundamental es elevar la calidad de vida del pueblo peruano y reparar, en lo que esté a nuestro alcance, las injusticias sociales de que es víctima.
Esta exhortación es la misma que hacemos a los empresarios, para que, al amparo de la garantía que significa la nueva Constitución para sus esfuerzos de inversión, correspondan a la colaboración que pedimos y que  esperamos de los trabajadores, brindándoles los beneficios que les correspondan de la común tarea de productiva. Sólo así se reemplazará el enfrentamiento estéril por el diálogo fructífero, indispensable para la recuperación nacional.
Una delicada responsabilidad recae sobre los empleados públicos cuya precaria condición económica, que nos preocupa hondamente, trataremos de mejorar. Ellos comparten con nosotros las tareas de la administración nacional lo que nos obliga mutuamente a realizar un esfuerzo tenaz y abnegado en servicio de la colectividad.
Para que esa tarea solidaria pueda cumplirse con toda eficacia, una de las primeras medidas del Gobierno será proponer al Congreso la legislación que conjugue las responsabilidades de los servicios públicos, con la vigencia plena de los derechos que la Constitución les otorga, para la mejor representación y defensa de sus intereses como trabajadores.
¿Que ofrecemos a cambio de la paz social que reclamamos? Concretamente un plan de empleo masivo que se iniciará sin tardanza; un reajuste provisional de haberes y una política definitiva .de sueldos y salarios que se adecue verazmente al costo de vida, en plazo razonable, en cuanto se salve la actual emergencia, que será tanto más breve cuanta mayor tranquilidad reine en el país. Borraremos de la administración pública del trabajo todo rasgo de autoritarismo para darle un estilo de acción y gestión tripartita, en que el Estado convocará al diálogo, que no sólo estimamos posible sino indispensable. Y hemos esbozado ya nuestros amplios planes para impulsar la construcción de viviendas de interés social que beneficiará, sino a todos, por lo menos a un apreciable porcentaje de empleados y obreros, brindándoles oportunidad de acceso a la pequeña propiedad. Velaremos, además, decididamente por una adecuada participación de los trabajadores en los frutos logrados por su esfuerzo.
Pero, sobre todo, ofrecemos promover un ambiente de paz en las relaciones laborales, solicitando al Congreso la amnistía de los hechos derivados de conflictos de trabajo donde no se hayan producido víctimas, pero que han originado procesos penales, a fin de poner en libertad a quienes se encontraban privados de ella, quedando las personas implicadas en esos procedimientos en aptitud de trabajar nuevamente. Asimismo, también solicitaremos al Congreso levantar las medidas restrictivas en materia laboral que no se concilien con la Constitución del Estado, cesando las situaciones que subsistieran y que reflejaran tal incompatibilidad.
Al asumir el mando supremo de la República reafirmo los ideales y propósitos que me han hecho incursionar en la vida política y que se resumen en una sola palabra servir. Debo la más profunda gratitud a mis correligionarios de Acción Popular que han batallado por nuestra victoria y, especialmente, a los jóvenes que cayeron con gallardía en la lucha, a los ciudadanos independientes que nos han honrado con su apoyo nos sentimos también obligados, como lo estamos al Partido Popular Cristiano por haber acudido, después de la contienda, a nuestro llamado a la colaboración. Pero, terminado el proceso electoral y haciendo justicia a su idealismo, declaramos que nos sentimos estrechamente unidos a todos nuestros compatriotas, por encima de divergencias ideológicas y partidarias, anhelando fervientemente que al término de nuestra gestión –que no ha de estar exenta de humanos errores- ellos puedan sentir, en la intimidad de sus conciencias, que habremos servido al país con desinterés y patriotismo.

El impulso mágico de nuestros pueblos, su decisión de trabajo por el bien común, nos lleva a empezar esta administración sin que nos detenga la magnitud de la tarea que nos ha sido confiada. Para soportar el peso de nuestras grandes responsabilidades, débiles serían nuestros hombros si una pléyade de peruanos de buena voluntad no acercaran los suyos para aligerar la carga y permitirnos conducir rectamente al país por el cauce de la ley. Por ese luminoso sendero, con la ilustrada orientación del Congreso Nacional, podemos alcanzar el alto destino que la historia reserva a los pueblos donde reina la fraternidad e impera el patriotismo.
Permítaseme ahora un breve mensaje a los pueblos del Perú, porque en este Hemiciclo todos sentimos el calor del sol serrano, el aroma de la selva, la belleza del arenal. A los pueblos que nos han traído al Parlamento y al Gobierno, yo quiero dar un breve mensaje que ustedes me han de perdonar si algo tiene de jactancioso. Yo digo a todos los pueblos del Perú, en síntesis al pueblo hidalgo del Perú: ¡Este pecho, es tu pecho! ¡Esta banda, es tu banda!

HERMANDAD DE NUESTRA SEÑORA DE ARANZAZU DE LIMA 1612 2012


CENTENARIO NACIMIENTO DE FERNANDO BELAUNDE TERRY
1912-2012
________________________

Mensaje del Presidente Constitucional del Perú
 Arquitecto Fernando Belaunde Terry,
Ante el Congrego Nacional, el 28 de Julio de 1965

Señor Presidente del Congreso:
Señores Representantes:
Los últimos serán los primeros, dicen las Sagradas Escrituras, pero permitidme, señores, que inspirándome en ellas dedique la majestad de este momento, realzado por la presencia de eminentes embajadores de los soberanos y jefes de Estado y de ilustres emisarios de la inteligencia universal, a la altiva y humilde majestad de los pueblos olvidados del Perú. Y ese olvido termina hoy, aquí, en el Congreso, en el acto primero y trascendental del Gobierno que presido.

El restablecimiento del fuero municipal es una de las necesidades más urgentes de la República. Es por ello que enviamos proyecto de ley para realizar elecciones comunales en el más breve plazo, pero debemos tener en cuenta, señores Legisladores, que este proyecto de ley que ha de ser aprobado inmediatamente, como lo espero, con la ilustrada intervención del Congreso, necesariamente ha de requerir algunos plazos a cumplirse para la celebración de ese acto electoral, que en todo caso no ha de tardar en realizarse más de noventa días. Pero las comunidades no pueden quedar acéfalas en este breve lapso, de manera que mi Gobierno, recordando aquel día de hace 142 años, decretará hoy para el próximo 4 de agosto en todos los distritos del Perú, un cabildo abierto que proponga al Gobierno la nominación de sus regidores y alcaldes. Sólo haremos la excepción en esta consulta a los pueblos de aquellos distritos que formen parte del área metropolitana de las capitales de departamento y de provincias. El domingo entrante a las nueve de la mañana convoco, por consiguiente, a todos los pueblos del Perú, haciendo la excepción de las capitales de provincia y de departamento, a que se constituyan en la plaza principal y propongan al Gobierno los nombres de sus regidores, comprometiéndome, a expedir los decretos correspondientes a fin de que, previa esta consulta, podamos sentir, mientras se establecen los municipios definitivos, que estamos actuando de acuerdo con el mandato del pueblo soberano. En cuanto a los municipios de las capitales provinciales, departamentales y de los distritos de sus áreas metropolitanas, tendremos que mantener las comunas actualmente en ejercicio cuando sus renuncias no sean irrevocables, y solamente procederemos a hacer nombramientos en el caso de vacancia por fuerza mayor o en el caso de que ostensiblemente los pueblos no presten apoyo a algún municipio del país. No vamos, pues, a arrebatar ningún derecho que pertenezca al pueblo, y estoy seguro, señores Legisladores, que en este acto democrático he de contar con el respaldo de ambas Cámaras, para sentir que interpreto la emoción y el anhelo de todo el pueblo peruano al lograr ese gran lema que hemos expuesto durante siete años y que ahora cumplimos recordando a San Martín: La emancipación de los villorrios.

Pero el municipio no puede continuar como ahora, siendo un simple símbolo. El municipio debe tener elementos de trabajo y éstos deben ofrecerse en la medida de la capacidad del país. Es por esto que también he de solicitar la ilustrada cooperación del Parlamento para poder mecanizar al país, para poder construir en cada una de nuestras provincias centrales de maquinaria y equipos de cooperación popular, que estarán precisamente al servicio de los municipios distritales. Esta labor ha de exigir sacrificio al país. Será ardua la tarea de dotar a todas las provincias de funcionarios técnicos capacitados que puedan asesorar a los municipios, pero tengo la evidencia de que cada uno de los señores Representantes siente como yo la necesidad de responder al espíritu de trabajo, a la voluntad y a la decisión de los pueblos, y es por esto que en los primeros actos del Ejecutivo y en el decreto convocatorio que hemos de promulgar esta tarde, procedemos con la confianza de que toda la Representación Parlamentaria ha de brindarnos su generoso y su patriótico respaldo.

Todos los señores Congresales conocen bien la realidad del país, y es inútil que yo distraiga la atención de nuestros ilustres visitantes y de ellos mismos en una larga mención de nuestros males, que todos hemos sentido y sentimos tan de cerca. Por eso es que desde el Ejecutivo proclamo la necesidad de poner manos a la obra y me fijo un plazo de dos años para que en todas las capitales de provincias del Perú estén concluidas y funcionando las obras de saneamiento, sin las cuales la niñez está constantemente amenazada y la mortandad infantil es uno de los grandes flagelos del país.

Igualmente, el Gobierno se fija a sí mismo un plazo máximo de dos años para que todas las capitales de provincia que no teniendo acceso fluvial, tampoco poseen acceso vial, sean dotadas de las carreteras que durante decenas de años han reclamado ante las indiferencias de los poderes públicos.

Esta tarea no va a recaer solamente sobre los hombros de los gobernantes. Esta tarea debe corresponder también a los mismos pueblos que, equipados, dotados de centrales de ayuda técnica, de maquinaria y de herramientas, estarán en condiciones de hacer la parte que les corresponda en este trabajo. Yo tengo absoluta fe en la capacidad y voluntad de los pueblos, y mi gran anhelo es que este Congreso que se inicia en 1963, vuelva los ojos al pasado y ponga en vigencia de nuevo la ley de la hermandad de que nos habla Garcilaso de la Vega.

Pero hay un equilibrio que debemos lograr, un balance que es más importante que el balance presupuestal. Me refiero al equilibrio de la escuela con los escolares y, sabiendo que cerca de ochocientos mil niños carecen de locales escolares, nos hemos impuesto la tarea de construir suficientes aulas en el próximo periodo que iniciamos, para volver a albergar extraordinariamente a medio millón de, niños que hoy carecen de instrucción.

Finalmente, entre las obras de realización inmediata debemos emprender un plan de viviendas celosamente controlado por el pueblo; y es por esto que antes de venir a recibir la insignia del mando ya he dispuesto que en el primer día útil de agosto salgan a licitación tantas obras inconclusas, que durante muchos lustros ha esperado el pueblo y que fueron detenidas por la costumbre, que nosotros vamos a desarraigar de nuestra vida republicana, de que los gobiernos nunca se ocupen ni concluyan las obras que empezaron sus antecesores.

Es posible que nuestra conducta pueda ser criticada, que podamos una u otra vez incurrir en error, pero si cometemos error pecaremos por acción y no por omisión. En el plazo de 2 años, el Perú debe contar con un sistema hipotecario al alcance de nuestra clase media y de nuestra clase trabajadora. En un mundo donde se proclama la igualdad no hay justificación alguna para que unos países tengan sistemas crediticios al servicio de las grandes masas, para que presten porcentajes muy altos del valor de las obras, y para que en otros, como en el Perú, se le niegue al hombre pobre el crédito, no sólo para la vivienda, sino para la artesanía, exhibiéndose así un desequilibrio que es una de las expresiones más graves de la desigualdad en que se basa el malestar y todos los peligros que agobian al mundo. Debemos encauzar los capitales públicos y privados hacia la solución de los problemas sociales más urgentes; debemos hacerlo, como ocurre con la irrigación, cuando a base de gran esfuerzo el caudal natural y fácil de las aguas que se pierden en gran parte en el mar es llevado por obra del hombre a través de túneles y canales a aquellas tierras sedientas que constituirán hábitat para una gran población. Y con la misma energía y con la misma decisión con que el ingeniero hidráulico desvía un río para crear riqueza, nosotros desviaremos los capitales mal empleados para crear bienestar para la clase laboriosa. Pero debemos también volver atrás, para mirar aquello que de nuestro pasado tiene permanente vigencia, para recoger el mensaje inmortal del Perú. ¿Qué hizo la grandeza de esta tierra? Fue la victoria del hombre frente al desafío geográfico, fue la creación de un régimen imperial que se impuso la tarea de sincronizar el crecimiento humano con la expansión agrícola, sincronización que dio como resultado inolvidable el hecho de que en el Perú, como lo dice Hajean, se acabara el hambre por primera vez y quizá por última. Y un país que logró esta proeza, no conseguida en la Europa de la conquista, un país que a pesar de su aislamiento pudo formar un régimen planificador justiciero que asegurara a cada ciudadano un pedazo de tierra suficiente para sustentarlo, es un país cuyo mensaje no debe olvidarse. Cuando fui criticado por mirar mucho a nuestro pasado, con ansias de vislumbrar un porvenir de gloria, yo siempre insistí en la misión que creo me ha reservado el destino de descubrir a todos el velo que tapa la excelsitud filosófica y la enseñanza del antiguo Perú. Y nuestro país debe volver a ser un país planificador, es decir, debe recoger el mensaje que viene de tiempos lejanos y la enseñanza aparentemente novedosa que nos llega del exterior. El Perú debe imponerse de nuevo la fórmula que le dio su pasada grandeza y que le brindará la gloria del porvenir. Debe ser un país constructor de tierra, y en ese sentido el próximo régimen se ha impuesto la tarea de mantener crecientes y más productivas las áreas agrícolas, a medida que observamos la explosión demográfica lija medida que recae sobre el Gobierno la grave responsabilidad de alimentar a una población hoy desnutrida, población heredera del mensaje mal aprovechado de nuestra antigua justicia agraria. Hemos de encomendar al señor Vicepresidente de la República, ingeniero Edgardo Seoane, que nos represente en la dirección de la Reforma Agraria, ya que hemos reclamado y hemos obtenido de la Junta de Gobierno, que hoy cesa en sus funciones, que se decrete la creación de un organismo que haga recaer esta responsabilidad sobre el Presidente de la República, que la va a compartir con su primer Vicepresidente, a fin de que mañana no pueda decirse que se llegó al Gobierno con promesas y se terminó de gobernar sin cumplir esas promesas.

Hemos hablado a lo largo de muchos viajes y durante muchos años de la necesidad de una cooperación civil-militar. El país ha sufrido por una absurda división, siendo un hecho innegable que tan ciudadano es el que viste el uniforme como el que no lo lleva, creándose abismos que nos hemos propuesto la honrosa tarea de concluir definitivamente en la República. Y esta separación, a nuestro juicio, se debe a que desde la juventud los oficiales, que son verdaderos universitarios, que estudian con serenidad y disciplina, cuyas especialidades se hacen cada vez más técnicas y científicas, están separados de la vida de la juventud civil universitaria. Por eso nos hemos propuesto a partir del próximo verano medidas que amplíen algo el servicio militar y que unan en el esfuerzo y en el estudio del país a la juventud civil y a la juventud militar, para que juntas forjen la grandeza de la República y puedan mañana hacerse cargo de la dirección de los destinos de ella. Muchas veces se ha visto en la obra de las Fuerzas Armadas la preparación de tareas bélicas o defensivas, aunque en algunos casos se ha comprendido las consecuencias muy benéficas que para la civilidad tienen estas fuerzas, pero no son todos los que reconocen que cada cuartel es una escuela, no son todos los que se dan cuenta que nuestras tropas que desfilan los 29 de julio son tropas que vienen en realidad a prepararse también para una tarea civil y permanente; son tropas que surgen de la Cordillera Andina, de la ignorancia y del analfabetismo y que vienen a ser preparadas aquí al son de nuestro himno patrio y bajo la sombra sagrada de nuestra bandera. El próximo Gobierno, no sólo utilizará estos servicios que paralelamente se brindan a aquellos que son de la directa incumbencia y responsabilidad constitucional de las Fuerzas Armadas, no sólo hará uso de los batallones de zapadores que tan buena labor de colonización y de vialidad están realizando; se propone el próximo régimen unir Marina, Ejército, Aviación y Policía, para crear cuerpos de colonización y desarrollo del país, que vayan a nuestra selva alta y a nuestra selva baja a incorporar zonas que constituyen una gran promesa de bienestar futuro para nuestros pueblos, y que lo hagan con el espíritu y abnegación que les reconozco, que lo hagan con el espíritu y sacrificio que es propio de la carrera militar, a fin de que ganemos victorias sin que haya víctimas y a fin de que, concluida esta gran tarea de incorporar todas nuestras regiones, este gran triunfo sea un triunfo en el que sólo deba haber vencedores.

Y este es el momento que creo oportuno para saludar a la Junta de Gobierno que ha cesado hoy día en sus funciones. Creo que la historia ha de registrar el hecho de que ha desempeñado la ardua labor de Gobierno durante un año difícil, que ha trabajado con abnegación y, que sobre todas las cosas, ha cumplido la Solemne promesa de hacer elecciones y de restablecer plenamente el régimen constitucional. Saludo, por ello, no sólo a los señores Presidentes, sino también a los señores miembros de la Junta de Gobierno, y me complazco en hacer resaltar la austera delicadeza del general de división Nicolás Lindley, que ha traído en sus manos la insignia de un mando que ha sabido ejercer con honor y con abnegación, y que si no ha puesto esa insignia en su pecho es porque dentro de su pecho late un corazón de soldado y de ciudadano, que es un emblema del Perú.

Pero sería desaprovechar esta hora tan trascendental, desaprovecharla para América, para el hemisferio, si estando presentes tan distinguidos emisarios, no pusiéramos algo de la notoriedad inevitable de este momento al servicio de nuestra gran causa común de América. Hemos asistido, en nuestro afán de crear un fortalecimiento de la cohesión hemisférica, a muchos intentos animados de ideales muy altos, pero no siempre de resultados muy eficientes. Hemos visto como el continente trata de buscar, sin encontrarlo, el verdadero camino de la superación del subdesarrollo. Reconocemos hidalgamente la excelente intención que ha inspirado las instituciones de crédito y de fomento internacional. Reconocemos y agradecemos el aporte de la Alianza para el Progreso, pero faltaríamos a nuestro deber si no señaláramos graves fallas que deben ser corregidas a la mayor brevedad, porque, de otra manera continuarán sobre nuestra América las amenazas de la discordia y de violencias, que deben desterrarse de un continente cuya primera y más urgente necesidad es superar ese subdesarrollo del trabajo y la solidaridad.

Los bancos e instituciones de fomento todavía no han superado ciertas pautas que representan la repetición de métodos de la banca comercial. Si bien ellas han sido más liberales en cuanto a condiciones, plazos y tipos de interés, sin espíritu de lucro, por otro lado, han tenido exigencias que no se adaptan a las posibilidades y necesidades de nuestro medio. La exigencia de estudios previos muy profundos, el requerimiento para cada caso específico de morosas gestiones, ha hecho que los archivos crezcan a un ritmo mucho mayor que el dinero que se recibe para trabajar. Es preciso que se ponga remedio a este vicio, por el cual pueden naufragar las mejores intenciones. En las misiones de salvataje no se puede requerir estudios previos ni muy profundos; cuando un barco se hunde y lanza una llamada de auxilio hay que acudir a prestarle el auxilio, y la mayoría de nuestros pueblos de América son pueblos que zozobran en la miseria, en la incultura, en la insalubridad, y no es hora de exigir estudios demasiado profundos, sino de acudir con el auxilio, que un sentido de solidaridad exige venga con rapidez y prontitud a poner término a la gran injusticia de nuestro subdesarrollo. Y el término subdesarrollo tiene un sinónimo del cual debemos cuidarnos, el sinónimo de la súper-explotación o de la súper-especulación que da a las materias primas producidas por nuestros pueblos precios ridículamente bajos, que son la causa directa de su necesidad, de su atraso y de su miseria. Si queremos cimentar la solidaridad humana, ha llegado la hora de implantar una nueva filosofía en la fijación de precios. Deben pasar los tiempos en que se fijan los precios en la medida en que el hombre pueda ser sacrificado para producir la materia prima, y en una operación y un planteamiento inverso debe partirse de un bienestar humano elemental para de allí deducir los precios justos, que crearía en el mundo una verdadera fraternidad humana y una verdadera justicia.

Los bancos de fomento y las instituciones creadas con un alto anhelo de solidaridad no deben ser calcados sobre moldes comerciales y especulativos. Hay que desterrar la práctica de las operaciones individuales para cada caso de necesidad; es preciso que los bancos de fomento constituyan una estructura continental que alimente una estructura nacional y que encauce los recursos principalmente hacia los bancos de fomento, bancos que conocen bien las necesidades del Perú, bancos que tienen grandes demandas insatisfechas y bancos que sin mucho trámite burocrático estarían listos a hacer cuantiosas inversiones sin riesgo alguno para las entidades internacionales que requieran respaldarlo. Por otro lado, hay determinados organismo que deben sufrir modificaciones saludables, y hay otros que deben ser creados para ajustarse a las necesidades y a las demandas muy peculiares de nuestro pueblo. Yo he podido observar como la prosperidad de los Estados Unidos se debe fundamentalmente a su gran mercado federal de capitales. He podido comprobar el funcionamiento y la vigencia de instituciones como la Federal Hamet Heindensy, que se basa, por un lado en la amplitud de ese mercado, y por otro, en los sistemas de seguridad mediante los cuales los préstamos pueden ser cuantiosos sin correrse riesgo alguno. Esta enseñanza debe ser aprovechada por las naciones de Hispanoamérica, que todas ellas tienen una vida crediticia anémica, una veintena de sistemas imperfectos donde los valores del Estado y los valores hipotecarios y los valores agrarios no tienen mercado y se deprecian rápidamente. Y, por este motivo, recogiendo la experiencia federal muy provechosa de los Estados Unidos, sin necesidad de ir a una federación política, podríamos cosechar las ventajas de una verdadera cooperativa de naciones, creando un Instituto de Crédito Territorial Urbano y Rural, cuya misión fuese la de canjear los bonos nacionales de cada uno de nuestros países por bonos internacionales, sobre los cuales recayera una garantía mancomunada y el apoyo de los seguros que puede aportar y que pueda soportar la Alianza para el Progreso.

El Perú dará todo su apoyo a las medidas como las que se han sugerido, que tienden a crear una mayor cohesión hemisférica y a lograr una mayor eficiencia en la vida de los pueblos. Es por eso que asumo el mando con optimismo y con fe, porque creo que esta es la hora precisa para hacer en nuestro sistema interamericano los reajustes necesarios que lo conviertan en un sistema más operante y que nos permitan superar el subdesarrollo en un plazo más breve y llevar así un mensaje de justicia y progreso a todos nuestros pueblos. Pero no es esto todo; creemos también en la necesidad de un enfoque continental del planeamiento. Y lo decimos aquí en esta región andina de Sudamérica, en este lugar donde el planeamiento se practicó hace tantos siglos y con tanto éxito. Ellos pudieron dar unidad a lo que ahora está desunido. La verdadera cohesión continental comenzó en el Perú, país siempre con los brazos abiertos hacia todas las naciones hermanas, país deseoso de seguir contribuyendo, no ya por el poderío que dio fuerza al Imperio de los Incas, sino por el poderío moral que no se pierde en los pueblos que respetan su historia; país que podrá por ese medio ejercer una influencia pacífica y solidaria para que nuestro sistema sea realmente fecundo, para que podamos en breve plazo, en los próximos años, crear una estructura continental de crédito, de ayuda, que nos permita entonces organizarnos internamente de manera que podamos obtener los beneficios de este gran refuerzo mancomunado, que podrá inspirarse en aquellos lineamientos financieros y crediticios que han hecho la grandeza y la prosperidad en América del Norte.

Es preciso emprender obras de planeamiento continental. Desde la realización del Canal de Panamá no ha habido obra alguna hecha por la mano del hombre que haya tenido en Sudamérica una influencia benéfica en más de un país. Las obras de desarrollo se han tratado bilateralmente entre las instituciones de crédito y cada uno de los gobiernos. Hemos carecido de un enfoque continental del planeamiento; y es por esto que el Perú, pensando en grande, desea que nuestros planes viales y de colonización principalmente busquen la solución de un problema continental y que cada país coopere en la medida de sus esfuerzos a la realización del plan. Es por esto que durante largos años he estado abocado a la tarea de estudiar un camino colonizador, que hemos llamado el Marginal de la Selva, que recorrería la selva alta de Bolivia, de Perú, de Ecuador y de Colombia, enlazando los sistemas fluviales navegables del río de La Plata, Paraná, Paraguay, del Amazonas y del Orinoco y el Meta. Cuando cumplamos esta tarea inconclusa de la naturaleza, cuando sigamos los pasos luminosos de Humboldt, que ya soñaba con esta unidad hidrográfica, podremos decir que se ha penetrado al corazón del continente, que se ha creado una selva alta, en altitud que más convenga al habitante humano, una zona donde puedan prosperar nuestras poblaciones migratorias, migraciones que antes estaban organizadas en el incanato y que hoy se producen caóticamente, viniendo las poblaciones serranas con gran esfuerzo, con gran sacrificio, no a construir las nuevas ciudades que podría hacer en la selva, sino a elevar barriadas marginales, donde no encuentran la solución de sus más caras esperanzas. El día que aquellos compatriotas infortunados, que han sido llamados ocupantes precarios, se conviertan en fundadores de ciudades, habremos logrado la grandeza del Perú.

lunes, 25 de octubre de 2010

Oiga


EL ULTIMO CONSEJO DE MINISTROS “He de salir muerto o prisionero” – Archivo Revista Oiga 17/01/1994

TESTIGO de excepción de los dramáticos sucesos de octubre del 48, el doctor Javier Vargas nos reveló -a raíz del fallecimiento del patricio arequipeño- los entretelones del último Consejo de Ministros del gobierno del doctor Bustamante:

"La noche anterior, los jefes de la guarnición de Lima habían expresado su lealtad al gobierno. Grande fue nuestra sorpresa cuando luego presentan un ultimátum pidiendo la renuncia del Presidente. La última sesión la presidió Armando Revoredo. Ahí, se le expuso al Presidente la situación. Analizando el documento, el doctor Bustamante, refiriéndose al planteamiento de su renuncia, expresó que la entrega del poder sólo se podía hacer con la voluntad de quien lo ha entregado, y que en este caso sólo podía devolverlo al pueblo, por lo que rechazaba el pedido. Afirmó después que esta actitud no significaba un apego al poder, sino respeto a este legado sagrado que defendería aun con su vida si fuera preciso”.

El doctor Vargas recordó que cuando el ministro de Guerra, general Torres, luego de reiterar su adhesión al gobierno, expresó su inquietud por la vida del Presidente y sugirió su renuncia, el doctor Bustamante se incorporó de su asiento y exclamó: “No siga usted, señor ministro, yo no saldré de aquí sino muerto o prisionero".

El ilustre patricio cumplió su palabra. No renunció, como falsamente afirmó un comunicado suscrito por el general de brigada Zenón Noriega el 30 de octubre de 1948, y de ello dejó constancia el doctor Bustamante en una carta dirigida al diario 'La Razón' de Buenos Aires, dos días después de la aparición del comunicado. Esto lo corroboró el doctor Vargas mostrando el acta de la última sesión del gabinete, documento que él guardó en su calidad de secretario del Consejo de Ministros y que nos prestó para que lo publicáramos.

Las últimas palabras que dirigió el presidente Bustamante a sus ministros y amigos, el viernes 29 de octubre, luego del triunfo de la revolución y estando a punto de ser deportado, fueron recogidas textualmente por el periódico 'Jornada', en su edición del 13 de noviembre de 1948:

"Soy todavía Presidente de la República. Seguiré siéndolo hasta que trasponga las fronteras de mi Patria, y seguiré siéndolo más allá de esas fronteras, pues es la fuerza la que me saca; pero tengo la satisfacción, modestamente, serenamente, pero firmemente, como cumple a la investidura de un Presidente, de haber dicho a quienes pretendieron que yo entregara el cargo, que formulara mi renuncia, que un Presidente de la República no dimite porque su mandato emana del pueblo".

Hermoso ejemplo de coraje brindado por un hombre que, por sobre todas las pasiones de su época, tuvo como meta la construcción de la democracia en el Perú: José Luis Bustamante y Rivero fue, él sí, un Presidente para 'todos los peruanos'.

"El fue siempre un hombre austero. Incluso, estando en el exilio padeciendo estrechez económica, rechazó el dinero que un grupo de amigos había reunido en una colecta para ayudarlo en ese difícil momento, afirmando que con lo que ganaba con su trabajo bastaba para sostener a su familia". Con estas frases el doctor Vargas evocó la personalidad del doctor Bustamante y Rivero aquella tarde de enero de 1989 en que lo entrevistamos en su domicilio.

Oiga


EL NOTABLE DISCURSO DE BUSTAMANTE RIVERO AL ASUMIR LA PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA 28 de julio de 1945

Señor Presidente del Congreso Nacio­nal:

Me honra sobremanera recibir la in­signia de mi investidura de un ciudada­no como vos, cuya prestancia moral enaltece, mejor que cualquier título, vuestro sitial parlamentario.

Bajo los auspicios de una elección cuya limpieza constituye un soporte moral inapreciable, asumo la Presidencia de la República con la augusta emoción de quien recibe en sus manos el destino de un pueblo y de quien mide las responsabilidades de este tremendo y honrosísimo encargo.

Misión compleja y agobiadora la que, en su múltiple reparto de situaciones, y deberes, ha reservado la Historia al hombre de Gobierno. Tócale a él realizar el anhelado desideratum de la ar­monía en la diversidad. El Estado es la síntesis política de una ordenada con­vivencia humana; y como síntesis fun­ciona a base de cohesión y ensamblamiento. Fuerza es, pues, propiciar y man­tener el concertado ligamen de los fac­tores elementales del conjunto, por va­rios y dispares que ellos sean; pues la más leve resquebrajadura puede poner en peligro la unidad del organismo y acaso hasta su suerte. De ahí que el Go­bernante viva en función perpetua de coordinación y de equilibrio. Difícil quilibrio entre gravedades heterogéneas, ya que no abarca solo la esfera de lo social y lo tangible, sino que incluye también el invisible mundo de los imponderables. Cumple el Estado en el es­pacio y en el tiempo una misión histó­rica permanente, que es preciso avizorar y cautelar; y ante ese imperativo de sustancial supervivencia, más lato que los siglos y menos pasajero que las ge­neraciones, fuerza es que a veces su­fran postergación indeclinable la voz tradicional de los intereses y la vehemencia reformadora de los idealismos. Con el espíritu en alto y la visión ten­dida lejos, el conductor de pueblos está llamado a transformar en cosa depura­da y consistente ese acervo de oro y de barro, de gemas y de arcilla, para dar a su obra solidez y grandeza y preser­var, con celo imperturbable los eternos atributos de la nacionalidad.

Nuestra época, pródiga en formidables experiencias, convulsionada de dolores y clamante de anhelos, ha impuesto nuevos deberes a los hombres de Estado. Movianse estos dentro de un ámbito de fronteras, con panorama circunscripto a los limites individualistas de su propio aislamiento. Pero hoy el Mundo se rige por conceptos más universales, en los que son apenas medios de buena administración las marcas fronterizas y en que, por encima de ellas, campea y se difunde la noble inquietud unificadora de la solidaridad humana. Dentro de este nuevo espíritu, la misión del Estadista cobra inusual amplitud. El campo de las relaciones internacionales adquiere un sentido fundamental de cooperación e interdependencia. En la explicable pugna entre la tradición aislacionista y el humanismo innovador se estremecen las soberanías con reticente actitud de defensa; y el receso de la diplomacia contemporánea traduce las angustias de un mundo que trata afanosamente de conciliar las instituciones del pasado con los ideales del porvenir. En medio de este debate a la vez trágico y grandioso y la llamarada de la guerra envuelve en duelo gigante la regresión y la revolución y libran su batalla decisiva el ímpetu militarista y la concepción democrática, el imperialismo económico y los sagaces postulados de la igualdad jurídica. Tras la contienda enorme la humanidad llega, sangrante, a una unánime conclusión: la necesidad de una convivencia en la paz. En una paz sin arista ni rencores, hecha de equidad y buena fe. En una paz organizada y de derecho, donde el consorcio de voluntades sea universal compromiso, y donde el juego de los intereses de cada Estado se ajuste y acomode al interés supremo de la comunidad de naciones.

Y aquí surge la nueva y transcendental función del hombre de gobierno. No es ya solo el intérprete del sentir de su pueblo en lo que atañe a la solución de sus propios problemas; sino el prudente coordinador de las aspiraciones nacionales con el sistema general de paz. A él está reservada la tarea de sancionar el régimen de las obligaciones colectivas sin desmedro de la personalidad del Estado; de orientar el criterio de la evolución interna en consonancia con los postulados políticos-sociales del organismo mundial; y de afirmar, de fronteras a dentro, ese mismo sentido de concordancia, de libertad y de compresión que hoy sirve de puntal y garantía a las relaciones internacionales. Siempre la nítida línea de la austeridad y la mesura; siempre la visión alerta de quien otea un rumbo en que cualquiera desviación es un extravió; siempre el deber de equilibrio ante los requerimientos de la pasión y el egoísmo, de la rutina y la improvisación.

En el Perú, el proceso sociológico ha sido la causal determinante del proceso político. Madurada la conciencia cívica tuvo eclosión arrolladora el propósito de perfeccionar el sistema electivo a base de una verídica autodeterminación popular. Quería incorporar a nuestra vida interna un régimen de sanas libertades. Quería, sobre todo, cancelar intestinas diferencias, para poner, en amplio ges­to unitario, la integridad de sus esfuer­zos al servicio de la nación. El auspicio­so programa se ha empezado a cumplir. Un soplo de vitalidad orea el aletargado ambiente del indiferentismo ciudadano; y un nuevo clima espiritual remoza en estos momentos las esperanzas del país. Las generosas palabras con que el Presi­dente cesante, doctor don Manuel Pra­do, ha expresado su esperanza en mi gestión gubernativa, fortifican, como nuevo acicate, mi decisión de darme por entero a la causa nacional que tan ardorosamente he asumido.

Mi presencia en este austero recinto de las leyes interpreta y simboliza ese movimiento de opinión. Vengo del llano del apolitismo, sin prejuicios pequeños ni fatuos alardes. He acudido al llama­do de mis compatriotas como un nexo de fraterna armonía, sin otro acervo en mi bagaje que una recta intención. Y entre abrumado y optimista, llego a la primera magistratura del Perú, sope­sando en mi espíritu la magnitud de mi tarea y confiado en la eficacia de la ayuda de todos.

Me propongo, en el ejercicio del mandato, cumplir con los deberes que la moral política y los requerimientos de la hora señalan al hombre de Go­bierno, tanto en lo interno como en lo internacional. Mi línea está trazada en público documento -el Memorándum de 13 de marzo- que el consentimien­to de mis electores me ha hecho el ho­nor de refrendar. Allí está mi progra­ma. El próximo período se caracteriza claramente como una etapa de transi­ción, que servirá de ensambladura a dos momentos antagónicos. Uno, el de ayer, influido por inquietudes políti­cas y plausibles afanes de organi­zación. Otro, el de mañana, en que cabe esperar el advenimiento de una e­ra de madurez democrática y de fir­me y científico desarrollo de las fuer­zas potenciales de la nacionalidad. Es el paréntesis intermedio el que me toca presidir. Dentro del campo constitucional, se impone realizar un reajuste de las instituciones jurídicas, a tono con la emoción que hoy alienta en el mundo; y dar al pueblo la seguridad de que su vida habrá de desenvolverse en un clima de paz cordial, sin extremos de dictadu­ra ni de demagogia, sin leyes de excep­ción ni alardes disolventes de rebeldía. En el campo económico la acción gu­bernativa se dirigirá al fomento de las actividades del trabajo y a la planificación sistemática de la administración fiscal. En este terreno, la labor ha de ser predominantemente educativa hasta crear en las conciencias un sobrio senti­do de abnegación y renunciamiento pa­ra afrontar las estrecheces de la crisis post-bélica y promover, con el gradual concurso del Estado y de las clases poderosas, una organización más robusta de la justicia social. En el aspecto cultu­ral, precisa un noble y emocionado empeño por cultivar en nuestro pueblo los dones del espíritu y los hábitos de la civilización; y una juiciosa liberalidad que le permita ampliar sus horizontes intelectuales mediante el fácil contacto con el pensamiento del mundo. En la vida de relación, el esfuerzo se dirigi­rá a secundar con decisión, pero también con digna autonomía de criterio, empeño de dar forma sólida y duradera al organismo de la paz y la seguridad mundiales; a vigorizar la amistad entre el Perú y los demás Estados, muy par­ticularmente los que integran la vasta comunidad americana, a quienes nos li­gan especiales vínculos de historia, de vecindad y de comunidad de intereses; y a echar las bases de un consorcio in­ternacional más activo, oficial y priva­do, con los demás gobiernos y con el capital extranjero, para estimular la producción y obtener una coordinación realística y sensata de las actividades del comercio exterior.

No pretende este esbozo constituir un plan integral de gobierno. Aspira sólo a sentar bases para un periodo futuro de más altas realizaciones. La vida de los pueblos no se cuenta por años sino por siglos; el ritmo de su avance se traduce mejor en el paso menudo y cauteloso que en el salto bri­llante o audaz. Es tan sutil y comple­jo el engranaje de los fenómenos socia­les que, salvo circunstancias de muy probada urgencia, el recurso revoluciona­rio debe ceder la primacía a una segura y natural evolución. Desenvolverse es persistir. La complicada trabazón de los elementos integrantes del Estado moder­no supone en ellos un armonioso desa­rrollo si el proceso ascensional de su perfeccionamiento ha de correr parejas con su estabilidad. Lo contrario es afec­tar en el conjunto la línea de las proporciones, o introducir en la estructura un factor de desequilibrio. En el Perú, el problema fundamental es un problema de hombres. No hay posibilidad de finanzas generosas sin una sólida economía fundada en el trabajo; ni administración correcta sin un fondo indi­vidual de honestidad; ni progreso de la cultura sin respeto de la persona humana; ni política estable sin una plena conciencia de los deberes cívicos; ni gravitación internacional sin un firme y orgulloso concepto del patriotismo.

Estimular esos valores fundamentales y primarios es la labor del gobernante. Estudiarlos calladamente, sin que importe para el caso la ausencia de sonoridad o de lustre. En las naciones como en los individuos la formación de la personalidad, integralmente concebida en lo físico y en lo espiritual, es una obra educativa en que la plenitud sólo se adquiere a costa del desvelo tenaz de cada día. La educación es un proceso, y no en manera alguna una creación del instante. Como el maestro, el estadista va venciendo paciente su jor­nada, sin vistas a la definitiva consagración. Y puede sentirse ufano sí, a la vuelta de los días, ha logrado, como el maestro, ser en su pueblo un forjador de hombres. Sobre la base del factor hu­mano, la evolución de los Estados es hacedera y rápida en el campo de la riqueza, de la influencia y de la felicidad.

A los ciudadanos incumbe prestar al nuevo régimen todo el caudal de su colaboración en esta sustantiva tarea de crear en el país una disciplina moral. No cuentan para ello diferencias ideológicas ni posiciones políticas. No cons­tituyen obstáculo antiguas pugnas de partido ni recientes discrepancias electorales. En la obra colectiva deben te­ner su parte todas las tendencias, desde el Gobierno o desde el llano. Frente al común anhelo de renovación, la magna­nimidad cederá el puesto a los conceptos rígidos de doctrina o de grupo. La flexi­bilidad política no está reñida con la pureza de los principios. Buscar la com­prensión no es claudicar. Apenas hay un mal más deprimente de la virilidad de un pueblo que el mal de la sumisión. Queden en buena hora desterradas de nuestro ambiente oficial las actitudes sumisas. En el plano de una bien enten­dida cordialidad patriótica, caben la li­bre discusión de las ideas y la alturada discrepancia de los puntos de vista. Y acaso en este intercambio de concep­tos y pareceres estribe la garantía del acierto en las decisiones. Lo que fun­damentalmente significa la cooperación con el Poder es la honorable coinciden­cia en propósitos de bien público. Y pienso que esta coincidencia es, por fortuna, un feliz atributo de la peruanidad. El Gobierno, por su parte, cum­plirá en este orden sus propósitos de unificación nacional, dando a todos ga­rantías dentro de la ley, buscando el mérito allí donde se encuentre y abrien­do a los diversos sectores la oportuni­dad de compartir con él la iniciativa y el esfuerzo. Dentro de este amplio cri­terio, inspirado sólo en el ideal de la Patria, podremos la ciudadanía y yo realizar la misión que nos señala nues­tro fervor por el futuro del Perú.

Debo aquí dedicar un saludo y un voto al nuevo núcleo de ciudadanos que se incorporan a la vida política nacio­nal. El Partido del Pueblo viene a in­tegrar el organismo del Estado con un fuerte bagaje de juventud e iniciati­va. Llega a la función pública pleno de emoción social, de dinamismo construc­tivo y de inquietud renovadora. El ha de ser, sin duda, en el régimen que hoy se inicia, factor importantísimo de una evolución acelerada y eficaz. Mucho es­pera el país de su concurso en capacidad y en desinterés. La labor parlamentaria ha sido escogida por el mismo como campo de su actuación oficial. Yo formulo el augurio más cordial y sincero de que habrá de responder a estas nobles expectativas y de que, con su aporte, el Perú marcara una etapa floreciente en la prosecución de su destino histórico.

Señores Representantes:

Pocas veces el Parlamento del Perú se vio llamado a cumplir un cometido de más alta trascendencia que le reserva este período. Os toca tarea de animar con un nuevo espíritu la estructura legislativa del país, dignificando la función del Legislador y dando a vuestra obra un contenido científico e integral. Habréis de normalizar el imperio de nuestra Constitución y estudiaréis el plan orgánico al cual hay de ceñirse nuestro desenvolvimiento cultural, social y económico. El campo y la ley es hoy más ancho que nunca y su concepto ha roto, por fortuna viejas y estacionarias definiciones. Si hasta ayer legislar fue traducir en formulas obligatorias las exigencias de la necesidad social del presente, ahora legislar es intuir los desenvolvimientos a veces prodigiosos, del porvenir. Antes acomodaba el legislador la marcha de su pueblo a las experiencias adquiridas tratando de interpretar en los preceptos legales el consenso de los hombres dentro de un estado social. Hoy el parlamentario se adelanta a los hechos, procura prever la nueva conformación de la sociedad para preparar a los hombres a vivir a tono con ella. De este modo, la ley, que pretendía ser sólo ante todo una expresión de realismo, se convierte en nuestra época en un arte de previsión. A la luz de estos conceptos se nos plantea el deber de conjugar la realidad ya lograda con las perspectivas futuras y el rígido consejo de la técnica con los todavía cortos medios de realización de las finanzas. Nuevamente el equilibrio, como en toda obra de gobierno, reclama por sus fueros; la ley viene a erigirse en juicioso instrumento de tránsito entre lo actual y lo venidero. Vosotros conocéis sobradamente este delicado mecanismo; y estoy seguro de que el acierto de vuestros actos de legisladores ha de consagrar la solidez de vuestro prestigio. En aquello que le toca, el Poder Ejecutivo se propone secundar los propósitos del Congreso y observar para con él una política de alto y leal entendimiento. La colaboración de ambos Poderes, dentro de los cánones de recíproco respeto consagrados por el Derecho Público, es condición ineludible de eficacia en la vida institucional del Estado; y será por ­lo mismo, norma constante de mi Administración.

En el destino de los pueblos, marcan su huella inevitable las influencia de cada época y la voluntad de los hombres; pero actúan también, en un mudo trabajo de misterio, otras fuerzas ignotas e invisibles, que traen su raíces del pasado remoto o pertenecen a una esfera más alta que la simplemen­te humana y perecedera. Volvamos, pues nuestros espíritus a esas fuerzas tutelares en esta hora solemne de emoción nacional. Que la voz de nuestros muertos y los manes de nuestros Libertadores señalen mi camino; y que Dios, Supremo Gobernante del Universo, me depare la inspiración magnánima y serena de su eterna sabiduría.