Vistas de página en total

Mi lista de blogs

DORIS GIBSON PARRA Y FRANCISCO IGARTUA ROVIRA

DORIS GIBSON PARRA Y FRANCISCO IGARTUA ROVIRA
FRANCISCO IGARTUA CON DORIS GIBSON, PIEZA CLAVE EN LA FUNDACION DE OIGA, EN 1950 CONFUNDARIAN CARETAS.

«También la providencia fue bondadosa conmigo, al haberme permitido -poniendo a parte estos años que acabo de relatar- escribir siempre en periódicos de mi propiedad, sin atadura alguna, tomando los riesgos y las decisiones dictadas por mi conciencia en el tono en que se me iba la pluma, no siempre dentro de la mesura que tanto gusta a la gente limeña. Fundé Caretas y Oiga, aunque ésta tuvo un primer nacimiento en noviembre de 1948, ocasión en la que también conté con la ayuda decisiva de Doris Gibson, mi socia, mi colaboradora, mi compañera, mi sostén en Caretas, que apareció el año 50. Pero éste es asunto que he tocado ampliamente en un ensayo sobre la prensa revisteril que publiqué años atrás y que, quién sabe, reaparezca en esta edición con algunas enmiendas y añadiduras». FRANCISCO IGARTUA - «ANDANZAS DE UN PERIODISTA MÁS DE 50 AÑOS DE LUCHA EN EL PERÚ - OIGA 9 DE NOVIEMBRE DE 1992»

Mi lista de blogs

«Cierra Oiga para no prostituir sus banderas, o sea sus ideales que fueron y son de los peruanos amantes de las libertades cívicas, de la democracia y de la tolerancia, aunque seamos intolerantes contra la corrupción, con el juego sucio de los gobernantes y de sus autoridades. El pecado de la revista, su pecado mayor, fue quien sabe ser intransigente con su verdad» FRANCISCO IGARTUA – «ADIÓS CON LA SATISFACCIÓN DE NO HABER CLAUDICADO», EDITORIAL «ADIÓS AMIGOS Y ENEMIGOS», OIGA 5 DE SEPTIEMBRE DE 1995

Mi lista de blogs

LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU

LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU
UNIVERSIDAD DEL PAÍS VASCO

LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU

LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU
UNIVERSIDAD DEL PAÍS VASCO

«Siendo la paz el más difícil y, a la vez, el supremo anhelo de los pueblos, las delegaciones presentes en este Segundo Congreso de las Colectividades Vascas, con la serena perspectiva que da la distancia, respaldan a la sociedad vasca, al Gobierno de Euskadi y a las demás instituciones vascas en su empeño por llevar adelante el proceso de paz ya iniciado y en el que todos estamos comprometidos.» FRANCISCO IGARTUA - TEXTO SOMETIDO A LA APROBACION DE LA ASAMBLEA Y QUE FUE APROBADO POR UNANIMIDAD - VITORIA-GASTEIZ, 27 DE OCTUBRE DE 1999.

«Muchos más ejemplos del particularismo vasco, de la identidad euskaldun, se pueden extraer de la lectura de estos ajados documentos americanos, pero el espacio, tirano del periodismo, me obliga a concluir y lo hago con un reclamo cara al futuro. Identidad significa afirmación de lo propio y no agresión a la otredad, afirmación actualizada-repito actualizada- de tradiciones que enriquecen la salud de los pueblos y naciones y las pluralidades del ser humano. No se hace patria odiando a los otros, cerrándonos, sino integrando al sentir, a la vivencia de la comunidad euskaldun, la pluralidad del ser vasco. Por ejemplo, asumiendo como propio -porque lo es- el pensamiento de las grandes personalidades vascas, incluido el de los que han sido reacios al Bizcaitarrismo como es el caso de Unamuno, Baroja, Maeztu, figuras universales y profundamente vascas, tanto que don Miguel se preciaba de serlo afirmando «y yo lo soy puro, por los dieciséis costados». Lo decía con el mismo espíritu con el que los vascos en 1612, comenzaban a reunirse en Euskaletxeak aquí en América» - FRANCISCO IGARTUA - AMERICA Y LAS EUSKALETXEAK - EUSKONEWS & MEDIA 72.ZBK 24-31 DE MARZO 2000

Mi lista de blogs

Mostrando entradas con la etiqueta centenario pasionista. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta centenario pasionista. Mostrar todas las entradas

viernes, 24 de mayo de 2013

CENTENARIO PASIONISTA DEL PERU


CENTENARIO PASIONISTA DEL PERU


CENTENARIO PASIONISTA DEL PERU


CENTENARIO PASIONISTA DEL PERU


CENTENARIO PASIONISTA DEL PERU


CENTENARIO PASIONISTA DEL PERU


CENTENARIO PASIONISTA DEL PERU


CENTENARIO PASIONISTA DEL PERU


CENTENARIO PASIONISTA DEL PERU

CENTENARIO PASIONISTA DEL PERU


jueves, 23 de mayo de 2013

CENTENARIO PASIONISTA DEL PERU




Cien años de fructífera labor en beneficio de los más necesitados celebramos la congregación Pasionista en el Perú realizando una intensa labor misionera y educativa.
Esta importante labor la iniciamos en la Amazonía peruana, cuando el 17 de mayo de 1913 arribamos a Tarapoto los primeros misioneros Pasionistas llevados por el carisma del servicio a las personas que más necesitan de Dios.
En el Perú los Pasionistas estamos presentes desde los primeros años del siglo XX en la Amazonía, misión que llevamos desde hace un siglo de intensa labor con el compromiso trazado por nuestro fundador San Pablo de la Cruz, "ir a lugares a donde otros aún no llegan."
Los Pasionistas llegamos en 1913, partiendo del puerto de Bilbao, España, hacia la Amazonía peruana, invitados por el Obispo de Chachapoyas, monseñor Emilio Lissón para adentrarnos en territorios desconocidos.
Desde esa fecha hemos realizado una significativa obra evangelizadora por medio de Dios e incluso no dudamos en utilizar los medios de comunicación para llevar la palabra de Dios.
Escuchamos en voz de monseñor Miguel Irizar, obispo emérito del Callao, este video sobre nuestra presencia en la amazonia y la capital del Perú.

Fuente:
Congregacion Pasionista del Perú 

miércoles, 22 de mayo de 2013

CENTENARIO PASIONISTA DEL PERU


CARTA A UN MISIONERO
(P. Aquilino Iribertegui +1933)

Leyendo ahora “Misiones Pasionistas en el oriente Peruano”, Lima, 1943, con palabras sentidas del entonces Prefecto Apostólico, Atanasio Jáuregui, CP, me dirijo hoy a ti, padre Aquilino.
    Las insidiosas corrientes del Huallaga, en sus insaciables vorágines, han engullido otra vida, la tuya; tanto más preciada, cuanto más meritoria y promisoria; pues juntabas al vigor de tus años (36) y de tu mentalidad privilegiada, una brillante hoja de servicios.
    Tu muerte, lógicamente, sentidas frases de dolor arrancó de los pechos; sorpresiva y luctuosamente, enlutó nuestra amada Misión, privándola de un factor tan calificado.
    Dos muertes. La de Eleuterio Fernández y la tuya. Veinte años las separaron. Análogas circunstancias las rodearon, empero.
    A la cabecera de un moribundo se dirigía Eleuterio con los auxilios espirituales. Debía vadear el río Sapo, afluente del Huallaga. Entró decidido. El empuje de la violenta corriente lo arrolló, sin alguien a quien pedir auxilio, porque estaba solo….
    Te dirigías tú, asimismo, a un pueblecito de los que bordean el caudaloso Huallaga. Los recursos de tu sagrado ministerio llevabas a humildes lugareños. Pero, ¡ay!, atravesando el citado río, encontraste tu sepultura en las aciagas aguas.
    Con el cadáver de Eleuterio no pudieron dar, aunque lo buscaron en amplia zona. La corriente lo arrastró y dejó, a kilómetros, en lejana playa. Un pasajero lo encontró casualmente. 
    Más codicioso el Huallaga que el Sapo, no soltó la sacrílega presa. Los desvelos de las comisiones nombradas por las autoridades quedaron frustradas; como también los esfuerzos del Hermano Bernabé, acompañado de algunos paisanos.
    Te habían trasladado a Tarapoto, hacía poco, para reemplazar al padre Andrés Asenjo, que viajaba a España.
    De acuerdo con tus compañeros de hábito, preparaste tu gira apostólica. El día 9 de diciembre saldrías para SAUCE, pueblecito ribereño del Huallaga, que celebraba su fiesta patronal.
    Después de solemnizar la Purísima en Tarapoto, según el padre Zósimo, te despediste contento y alegre. Deseabas conocer, de paso, un lago que hay en dicho pueblo, muy admirado por los visitantes.
    Las siete de la mañana eran y te pusiste en marcha. Te acompañaban el sacristán, el cantor y cuatro personas más.
    Cabalgando, llegasteis al puerto Shapaja hacia el mediodía. Saludasteis las autoridades.
    Os embarcasteis luego en una canoa, aguas arriba, hacia el puerto terminal de la navegación, adonde pensabais arribar por la noche.
   Tomaríais luego la vía terrestre, para ascender, durante dos horas, en el monte  en cuya planicie se ubica Sauce y su famoso lago.
   Ganar la margen opuesta del río. Cuando en eso estabais, la canoa chocó contra un obstáculo invisible; volcó y os despidió con violencia.
   Como ocurre en tales percances, cada uno trató de salvarse como pudo. Tus acompañantes lograron ganar tierra. Tú conseguiste subirte a la canoa, volteada como estaba y a merced de la corriente. Pero ésta chocó de nuevo contra otro palo, y se hundió, llevándote consigo.
   ¡Heriberto”, ¡Heriberto!, ¡Heriberto!
    Fueron tus últimas palabras, pidiendo auxilio al sacristán.
Los acompañantes, no repuestos del susto, contemplaron el triste cuadro. A falta de otra canoa para el auxilio, les faltó valor para echarse al agua y acudir al SOS del que perecía. Temían perecer ellos también.
    En la orilla opuesta, dos mujeres oyeron tu llamada de socorro. Allá se fueron enseguida en pequeña embarcación. ¡Pero llegaron tarde!
    Benemérito misionero fuiste, sin duda, Aquilino. Te incorporaste a la Misión en 1927. Con ánimo encomiable afrontaste las fatigas de tu laboriosa carrera. Simpatizabas perfectamente con el elemento aborigen; solicitud especial les consagrabas. Dominabas ya el quechua, su principal idioma, el cual te servía de llave para aprender las otras nueve lenguas que en la Misión se hablan, y para escribir un CATECISMO y un léxico en forma políglota. Proyecto  que, realizado, te hubiera conquistado nombre, mas buena utilidad nos hubiera rendido.
    Espíritu tenaz y dinámico el tuyo, Aquilino; apasionado por el estudio; especializado en música, versado en idiomas, allegaste buen bagaje de conocimientos que te capacitaron para una labor fecunda y destacada.
    Empero, en la prematura edad de 36 años, te sorprendió la muerte de la manera que decimos. Ella cortaba los vuelos de tu espíritu, como también frustraba las grandes esperanzas que habían cifrado en ti.
    La Misión lamentó, y aún lamenta, la pérdida de tan amado hijo, cuya grata memoria honra las páginas de sus anales y el martirologio de los abnegados apóstoles que han ofrecido generosamente su vida por la propagación de la Fe.
    A SAUCE no llegaste, no;  por la tragedia en el río.
    Pero sí ¡del Huallaga al Cielo!, como siervo bueno y fiel que fuiste.

                                    Jesús G. Gómez. La Coruña
Fuente:
Congregación Pasionista del Perú 

martes, 21 de mayo de 2013

CENTENARIO PASIONISTA DEL PERU



El pasado miércoles se dio inició en Lima a los actos que conmemoran la presencia pasionista en el Perú, que comenzó en el año 1913. El Centenario se prolongará durante el año y comprenderá actos culturales, religiosos y una exposición misionera. La celebración comenzó con un “pregón”, pronunciado en el Centro Cultural El Olivar de San Isidro en la capital peruana. Hoy tendrá lugar una misa en homenaje a los que fueron primeros obispos pasionistas del Perú: Mons. Venancio Orbe Celestino Uriarte y Mons. Santos Iztueta Mendizábal. La Cofradía y Hermandad de Nuestra Señora de Arantzazu en Lima ha anunciado su voluntad de sumarse a los diversos actos organizados con motivo de los 100 años de presencia de la orden pasionista en el país.

FUENTE:
Euskaletxea.net the web of and basque club
Fondo Editorial Revista Oiga
Ilustre Hermandad Vascongada de Nuestra Señora de Arantzazu de Lima
Ilustre Cofradía Vascongada de Nuestra Señora de Arantzazu de Perú


CENTENARIO PASIONISTA DEL PERU

CENTENARIO PASIONISTA DEL PERU


Venancio Orbe y Santos Iztueta ya descansan en Moyobamba

En el marco de las actividades del Centenario de la presencia de los misioneros pasionistas en San Martín, los restos de quienes fueron los máximos representantes de la iglesia católica ya descansan en la catedral de Moyobamba. Tras su arribo a Tarapoto, se desarrollaron una serie de actividades litúrgicas, encabezados por el Monseñor Miguel Irizar, Obispo Emérito del Callao.
Los restos de los monseñores Venancio Orbe y Santos Iztueta fueron trasladados hacia la capital de la región. El pueblo de Moyobamba recibió a los monseñores con gran algarabía una multitud se concentró en la plaza de armas, para luego darles el último paseo en cuerpo presente por la periferia para luego hacer su entrada triunfal a la catedral. Allí se desarrolló la eucaristía y posteriormente se dio inicio al acto de entierro. En un espacio muy cerca al púlpito y junto al primer obispo de Moyobamba Martín Elorza, primero se enterró al Monseñor Venancio Orbe y posteriormente a Monseñor José Santos Iztueta. Venancio Celestino Orbe Uriarte, C.P., nació en Frúniz, – España, el 06 de abril de 1927. Ordenado Sacerdote el 07 de agosto de 1949. Electo Prelado de Moyobamba el 25 de agosto de 1967, Consagrado Obispo el 21 de noviembre de 1967. El 05 de junio del 2000, fue aceptada su renuncia voluntaria al Oficio Pastoral. Murió el 18 de julio del 2008. José Santos Iztueta Mendizábal, nació en San Sebastián – España, el 3 de abril de 1929. Ordenado Sacerdote el 29 de marzo de 1952. Nombrado Obispo Coadjutor de la Prelatura de Moyobamba – San Martín, el 30 de mayo de 1998 y Consagrado el 03 de Julio de 1998. Tomó Posesión el 15 de agosto del mismo año. Por renuncia voluntaria a su oficio pastoral de Monseñor Venancio Orbe, el 09 de junio del 2000 fue nombrado Obispo Prelado de la Prelatura de Moyobamba. Murió el 27 de agosto del 2007. La recuperación de los restos de los máximos representantes de la Iglesia Católica de San Martín se realiza en el marco de las celebraciones del Centenario de la llegada de los misioneros pasionistas a San Martín.

Fuente:
Diario Ahora
Fondo Editorial Revista Oiga
Ilustre Hermandad Vascongada de Nuestra Señora de Arantzazu de Lima
Ilustre Cofradía Vascongada de Nuestra Señora de Arantzazu de Perú 

lunes, 20 de mayo de 2013

ILUSTRE HERMANDAD VASCONGADA DE NUESTRA SEÑORA DE ARANTZAZU DE LIMA


Notas sobre la etapa más desconocida de un político y escritor vasco: Jon Andoni Irazusta, de parlamentario a misionero en Perú (1950-1952) / Óscar Álvarez Gila

Notas sobre la etapa más desconocida de un político y escritor vasco: Jon Andoni Irazusta, de parlamentario a misionero en Perú (1950-1952)

Óscar Álvarez Gila

  —1→ 
Hace ya tiempo que se puso en evidencia cómo una de las facetas más desconocidas de la Guerra Civil española ha sido precisamente la suerte de los leales a la República que, después de 1939 y a raíz de su derrota militar, hubieron de exiliarse en diversos países de Europa y América. Ciertamente, en las dos últimas décadas, tras la recuperación democrática y con la renovación temática y metodológica que ha experimentado la historiografía contemporaneísta, se han subsanado en parte ésta y otras carencias. Pero, a pesar de todo, siguen siendo muchos los elementos de ese complejo mundo del exilio que precisan todavía de un análisis más pormenorizado, partiendo de la recuperación de un buen número de interesantes pero aún hoy desconocidas «historias» personales, cuya suma y entrelazamiento conforman, en buena medida, el devenir vital de cuatro largas décadas de extrañamiento1.
Precisamente, estas breves notas pretenden mostrar la etapa más desconocida de una de esas peculiares historias personales a las que acabamos de aludir, dando cuenta al mismo tiempo de la rica pero no muy conocida fuente a través de la cual   —2→   nos vamos a acercar a ella2. Se trata de Juan Antonio (o, en euskera, Jon Andoni) Irazusta Muñoa, natural de la villa guipuzcoana de Tolosa (1884), quien fuera, como es sabido, un personaje de amplia relevancia política en las filas del nacionalismo vasco en los años de la Segunda República. Durante esta etapa, ocupó varias veces el cargo de Diputado a Cortes por Guipúzcoa, siendo además segundo jefe de la llamada minoría parlamentaria vasca, vertebrada por los cargos electos del Partido Nacionalista Vasco. Abogado de profesión, cultivó además el periodismo y la crónica política3. Exiliado tras la Guerra Civil, pasó primero por Francia, y de allí se dirigiría a América: Panamá, Puerto Rico y Colombia, antes de radicarse en 1946 en Argentina, donde residió un tiempo en Buenos Aires y, más tarde, en Córdoba4. Fue allí, precisamente, donde en una etapa ya avanzada de su vida desarrollaría su faceta literaria en lengua vasca, como autor de dos interesantes novelas (Joañixio y Bizitza garratza da) que vieron la luz en la editorial «Ekin» de Buenos Aires en 1946 y 1950, respectivamente5. Con posterioridad, sus biógrafos se limitan a reseñar su traslado a Perú, país en el que, después de un breve paso por el Seminario, se ordenaría sacerdote «para ir como misionero a la cordillera de los Andes» con los religiosos pasionistas6. Ordenado en Lima en septiembre de 1951, fallecería apenas seis meses después, el 9 de marzo de 1952.
Ciertamente, a simple vista pudiera parecer sorprendente o inesperado este giro de su actividad pública. No obstante, no se trataba ésta de una decisión precipitada o tardía; antes al contrario. De hecho, con bastante anterioridad a su llegada a Perú en 1950, ya había meditado Jon Andoni Irazusta la decisión de hacerse sacerdote y misionero, a pesar de su avanzada edad. Pero había sido precisamente este hecho, su ancianidad, lo que le había cerrado varias puertas a las que llamó, una vez que ya se hallaba exiliado en tierras americanas. Antes de entrar   —3→   en contacto con la congregación de los pasionistas, según relata el prelado nullius7 de Moyobamba Martín Elorza Legaristi8 -quien finalmente lo aceptaría en su diócesis, y cuya correspondencia es la base documental principal que sustenta esta nota-, «había hecho alguna sugerencia él a un Prefecto o Vicario Apostólico, creo que al actual Superior o Rector del Seminario Misional de Burgos, y sólo obtuvo una mirada y sonrisa de compasión al obrero de última hora y nada más»9.
Si bien la fuente no lo indica expresamente, no es aventurado suponer que, muy posiblemente, estos contactos -y en especial, el que se cita expresamente con el Seminario Español de Misiones Extranjeras de Burgos- se habrían producido durante el tiempo en que Irazusta estuvo residiendo en Colombia, pues era en este país sudamericano donde dicho Seminario tenía a su cargo la misión de San Jorge -un vicariato apostólico sito en el departamento de San Marcos10-. Y es todavía más   —4→   significativo el hecho de que fuera un sacerdote vasco quien, por aquellos mismos años, estuviera al frente de dicha misión11.
Este último dato nos pone en la pista de un dato de sumo interés: la presencia, en tierras americanas, de una extensísima red de misiones regentadas y servidas por personal total o mayoritariamente vasco, producto de la altísima fecundidad vocacional de las diócesis vascas12. Irazusta contaba, para sus propósitos, con un amplio catálogo de posibilidades, desde Centroamérica hasta el Cono sur americano, donde acogerse a una recepción benévola por religiosos compatriotas, y todo parece indicar que utilizó estas conexiones. De hecho, la propia obra literaria de Irazusta nos informa de que tenía un conocimiento bien preciso de la amplitud y extensión esta presencia religiosa vasca en América, en el capítulo que dedica a otros religiosos vascos, misioneros igualmente en otra región colombiana: los carmelitas descalzos de Urabá13.
De hecho, sus primeros contactos con los pasionistas de Perú -también todos ellos misioneros vascos, hemos de recordar14-, que habían sido epistolares15, habían venido motivados por este conocimiento directo y por la cercanía que esperaba encontrar en unos religiosos vascos como él, y a los que ciertamente conocía desde antes de su exilio. En 1949, cuando todavía era Martín Elorza el delegado de la provincia pasionista vasca en América, ya se había puesto Jon Andoni Irazusta en contacto con él desde Argentina, expresándole sus deseos de ingresar en la congregación y de ejercitar su futura labor pastoral en la misión de Moyobamba, una prelatura de recentísima creación, en la «ceja de montaña» peruana -estribaciones andinas de la Amazonía-, que ha sido encomendada a los mismos pasionistas vascos que, desde 1923, regentaban la vecina misión de Yurimaguas. A comienzos de 1950, como hemos indicado, llega finalmente Irazusta   —5→   a Perú16, si bien sin tener todavía muy bien definido su engarce en el organigrama del personal misionero que iba a ser destinado allí. Su principal mentor es el propio Martín Elorza, quien para entonces ya ha sido nombrado para el cargo de administrador apostólico17 de Moyobamba. Para él, una de cuyas primeras preocupaciones en su nuevo cargo había sido la promoción de vocaciones sacerdotales, la perspectiva de la cercana ordenación de Irazusta habría de hacer mucho bien a la prelatura, no sólo por el posible factor de emulación que pudiera despertar, sino también porque se trataba de un hombre ya formado, de amplia cultura y mucha valía: «será, pues, el primer seminarista y ordenado de la prelatura», comunica entonces a sus superiores pasionistas en Deusto. «No dirán que empezamos por mocosillos que no saben donde tienen la mano derecha»18.
Inmediatamente, Elorza comienza a gestionar ante Roma condiciones especiales para que se le reduzca a Jon Andoni Irazusta el período de estudios en el seminario19, por razón de su edad y su cualificación académica; conseguirá para ello incluso la recomendación favorable del nuncio vaticano en Perú20. De igual modo, pedirá a los superiores de la congregación pasionista condiciones especiales para admitir en el noviciado a un hombre de sesenta y seis años. Irazusta, por su parte, comienza a estudiar la Teología en el seminario de Lima, mientras reside en la casa que los pasionistas mantenían abierta en la capital peruana.
A la espera de la respuesta de la Santa Sede, Martín Elorza encarga a Irazusta uno de sus proyectos más largamente acariciados, que pretendía que se convirtiera en la punta de lanza de la recatolización de la vida pública de todo el departamento de San Martín -donde se halla ubicada la prelatura-: el Círculo Católico de Estudios. Este «Círculo», de vocación decididamente elitista, quería convertirse en polo prestigioso de reflexión y centro de formación de una intelectualidad católica seglar y militante, dispuesta a defender los intereses de la Iglesia y la religión en   —6→   todos los frentes de la vida pública21. Sus primeras batallas deberían dirigirse, según la idea de monseñor Elorza, contra la labor proselitista del protestantismo, cuya penetración entre la población de Moyobamba es rápida y amplia, favorecida entre otros factores por la debilidad de la presencia de la Iglesia católica en la región. El «Círculo» se funda en noviembre de 1950, bajo la responsabilidad directa de Jon Andoni Irazusta22, que inició las sesiones de conferencias mensuales, el 3 de diciembre23, con una charla titulada «A Dios por la ciencia»; de todas las conferencias impartidas por Irazusta en el «Círculo», sería ésta precisamente la única que no se refiere directamente a la cuestión protestante.
La solicitud personal de Elorza finalmente, obtendrá sus frutos en cuanto a la ordenación de Jon Andoni Irazusta, aunque se demorará un poco. La tardanza tampoco preocupa en exceso al prelado de Moyobamba, más interesado por los primeros frutos de su labor al frente del «Círculo». «No quiero precipitar los acontecimientos poniéndole la sotana. Después de unos pocos meses más se le dará esa transformación que no dejará de sorprender a muchos»24. Finalmente, llega la autorización de Roma, en abril de 1951, para que disponga la ordenación en la fecha que crea oportuna, con la sola condición «de que siga después el estudio de la Teología hasta terminarla»25. Y así, el 2 de septiembre de 1951, en la iglesia de la Nunciatura de Lima, Irazusta se convierte en sacerdote, oficiando su primera misa en la iglesia parroquial que los pasionistas tenían en San Isidro, Lima, una semana más tarde. Serán sus padrinos de ordenación un matrimonio guipuzcoano, amigo común de Irazusta y de los pasionistas vascos de Lima, ciudad ésta en la que residiría: Eduardo Olano, y su esposa Amanda26. Expresamente para predicar en el   —7→   acto, llegó desde Buenos Aires el sacerdote capuchino, también amigo de Irazusta, exiliado como él tras la Guerra Civil y pariente de los Olano, padre Miguel de Alzo27.
«Acabo de presenciar con grandísimo consuelo de mi alma la ordenación sacerdotal y primera misa de Jon Andoni Irazusta, hijo ilustre de esa villa (de Tolosa). Él ha sido el primer sacerdote que ha visto ordenarse esta nueva prelatura de Moyobamba: un tolosano», informó entonces Martín Elorza a una congregación de monjas de Tolosa, con la que mantenía correspondencia28. Pero aquello sólo suponía el primer paso en el deseo de Irazusta, pues seguidamente «vino con la ilusión de poderse hacer religioso pasionista con toda su realidad canónica», recuerda Elorza29. Pero un hecho se interpone en su deseo: la provincia pasionista vasca no disponía todavía de un noviciado en América.
Por esta razón, Martín Elorza opta por enviar unos inmejorables informes a Roma, en la esperanza de que se arbitren soluciones especiales, dadas las circunstancias excepcionales que rodean al caso (entre las que no puede olvidarse la imposibilidad que tenía Irazusta de ir al País Vasco a ingresar en el noviciado, por su condición de exiliado político de España)30. No pierde así ocasión para ponderar muy positivamente las virtudes que, a su entender, ostentaba Jon Andoni Irazusta, que actuaba ya como un religioso más en la disciplina regular: «El señor se porta muy bien y nada tengo contra él. Está en todo pendiente de mí; y hasta es difícil saber su inclinación, porque es tan delicado que quiere en todo seguir la de sus superiores; y evita manifestar su propia preferencia o voluntad». Finalmente, propone como solución conveniente, en caso de que haya de trasladarse Irazusta a   —8→   algún noviciado canónico establecido, que «se podría convenir con los PP. [Pasionistas] de Argentina y obtenerle dispensa de parte del tiempo»31.
La insistencia del prelado Elorza, sin embargo, no le sirvió en esta ocasión, e Irazusta tuvo que conformarse con su condición de sacerdote secular. Pero, como resumía Elorza pocos días después de su fallecimiento, «en ese brevísimo plazo se le impuso en la Teología y elevó al sacerdocio; fundó el Círculo Católico de Estudios, dio diferentes conferencias, se le nombró asesor jurídico de la Prelatura y prestó diferentes servicios o ministerios sacerdotales en Tarapoto como adscrito a aquella parroquia. [...] Dudo que los jesuitas hubieran obtenido mucho más en ese corto espacio de tiempo y en este medio de la selva»32.
Toda esta actividad se detendría cuando, por causa de una enfermedad, hubo de ser rápidamente trasladado a Lima, donde estuvo bajo la atención personal del propio monseñor Elorza. Irazusta fallecería el 4 de marzo de 1952. Sería enterrado en Lima, corriendo todos los gastos de los funerales a cargo de la prelatura, en todas cuyas parroquias se hicieron oficiar misas por su alma33.

Fuente:
Fondo Editorial Revista Oiga
Ilustre Hermandad Vascongada de
Ilustre Cofradía de Nuestra Señora de Arantzazu


viernes, 17 de mayo de 2013

CENTENARIO PASIONISTA DEL PERU

RECORDANDO A MONS. EMILIO LISSON

Obispo de Chachapoyas-Perú (1909-1918)
Impulsor de la primera expedición misionera de los Pasionistas al Perú en 1913

Primeros años

Nació en la ciudad de Arequipa, siendo sus padres Carlos Lissón Hernández y Dolores Chávez Fernández. Cursó sus primeros estudios en el Colegio San Vicente de Paúl, dirigido por el presbítero Hipólito Duhamel, y, terminados éstos, ingresó en al Seminario Mayor, donde cursó sus estudios filosóficos. Recibido en la Congregación de la Misión fundada por San Vicente de Paul, viajó a París en 1892, donde inició sus estudios filosóficos y teológicos.

 Sacerdocio

Después de su ordenación sacerdotal en París en 1894, volvió a Arequipa, donde se graduó en Ciencias en la Universidad Nacional de San Agustín, a la vez que desarrolló su labor sacerdotal en los apostolados propios de su congregación. Fue profesor del Seminario de Arequipa. Pasó a Trujillo donde trabajó como profesor en el Seminario de San Carlos y San Marcelo.

Episcopado

Contaba con 37 años de edad, cuando el Papa San Pío X le preconizó obispo de Chachapoyas el 16 de marzo de 1909, siendo consagrado por el Arzobispo de Lima, monseñor Manuel García Naranjo, en la Catedral de Lima, el 19 de septiembre de ese año.
En 1911 visitó la Curia General de los Pasionistas en Roma, solicitando ayuda para su trabajo en la diócesis de Chachapoyas. Merced a esta gestión, en 1913 llegaron a Chachapoyas seis sacerdotes y seis hermanos, quienes trabajaron hasta 1918, desarrollando una esforzada labor misional en el inmenso territorio del obispado, que abarcaba los actuales departamentos de Amazonas, San Martín y Loreto.
En una biografía de monseñor Lissón escrita por el padre José Herrera C. M. con el título de "El obispo de los pobres", se cuenta que el Papa San Pío X al enterarse del amplio territorio de la diócesis de Chachapoyas y su geografía le dijo: «Necesitas, hijo, más piernas que cabeza». A lo que monseñor Lissón contestó: «Santo Padre, afortunadamente lleno esa exigencia pastoral». Y se rieron ambos amablemente. Y efectivamente, el obispo peruano era de alta contextura.
Celebró en su diócesis cuatro sínodos (1911, 1913, 1916 y 1918), desarrolló una gran labor social para los pobres e hizo mejoras de orden material en su sede (reconstrucción de la catedral, el seminario y el palacio episcopal, así como la instalación de luz eléctrica y talleres mecánicos).

 Trabajo episcopal en Lima

Promovido al arzobispado de Lima el 25 de febrero de 1918, tomó posesión solemne de su nueva sede el 20 de julio del mismo año.
Tuvo una preocupación especial por las vocaciones sacerdotales y su formación. Vivía en el seminario para conocer mejor a sus seminaristas, a quienes les dirigía una plática por las tardes. Durante su gestión se crearon cinco seminarios menores para la educación primaria y secundaria, como el "Externado de Santo Toribio", confiado a los Hermanos de La Salle, que llegaron al Perú en 1922 ante su pedido personal en la Casa Generalicia de Bruselas en 1920. Entre los seminarios están los de Canta, Moyobamba y Barranca. Promovió además una formación más eclesiástica en el Seminario de Santo Toribio.
Personalmente, o bajo su dirección, impulsó la instrucción del catecismo en toda su arquidiócesis. En 1919 viajó a Roma para mover la intercesión papal en favor de los católicos de Tacna y Arica, provincias peruanas que desde 1880 estaban ocupadas por los chilenos, quienes ilegalmente las mantenían en cautiverio. Igualmente, merece destacarse el importante papel que cumplió en la organización y dirección de varias asambleas episcopales, como el XVI Sínodo Arquidiocesano en 1926 y el VIII Concilio Limense en 1927.
Bajo la dependencia de la curia arzobispal fundó la Sindicatura Eclesiástica, para cautelar la administración de los inmuebles pertenecientes a las entidades eclesiásticas.
Auspició la fundación de la publicación católica La Tradición y la creación de la Acción Católica. No tuvo éxito en su proyecto de fundar la Universidad Católica "Bartolomé Herrera", por lo que brindó su apoyo a la Pontificia Universidad Católica del Perú fundada en 1917 por el padre de los Sagrados Corazones, Jorge Dintilhac SS.CC..
Promovió la creación de la Prefectura Apostólica de San Gabriel del Marañón, con sede en Yurimaguas, a cargo de los Pasionistas.
Otro hecho importante en su labor episcopal fue su afán por la justa retribución salarial de los obreros y su esfuerzo por exigir mejores condiciones de vida y vivienda para los trabajadores. Fue un gran propulsor de la Doctrina Social de la Iglesia.
Auspició las solemnes Coronaciones Canónicas de las imágenes de la Virgen de la Merced en 1921 y de Nuestra Señora del Rosario de Lima en 1927, expresión del arraigo del culto mariano en la capital peruana. En 1922, tuvo a su cargo la bendición de las sagradas andas en plata maciza y oro del Señor de los Milagros de Nazarenas.

 La consagración al Corazón de Jesús

Por esa época el anticlericalismo decimonónico estaba ya en retroceso y se iba gestando la necesidad de afianzar la influencia espiritual de la Iglesia en la vida social y política del Perú, para lo cual se hacía indispensable el apoyo oficial del Estado. Durante el gobierno de Augusto B. Leguía (1919-1930), monseñor Lissón procuró este acercamiento. En febrero de 1929, en ceremonia encabezada por la jerarquía católica limeña, el nuncio apostólico Gaetano Cicognani, otorgó al presidente Leguía el título de «Caballero de la Suprema Orden Militar de Cristo».
También intentó la consagración oficial de la nación peruana al Sagrado Corazón de Jesús. Fue aprobada esta decisión por todos los obispos peruanos, y el 25 de abril de 1923, monseñor Lissón publicó una Carta Pastoral explicando el significado de esta consagración nacional que iba a dirigir el presidente Leguía, en su calidad de «Patrono de la Iglesia en el Perú» y cuya fecha tendría en su decisión elegir. No bien conocida esta noticia, salieron a las calles obreros y estudiantiles, encabezados por el líder estudiantil Víctor Raúl Haya de la Torre (ya célebre por participar en las jornadas por las 8 horas de trabajo de 1919 y que poco después fundaría el partido aprista), protestando contra la consagración el día 23 de mayo, pues consideraron que dicho acto tenía un tinte político, cuya verdadera intención sería enderezar el voto de las masas para que apoyaran la controvertida reelección de Leguía (la que se produjo en 1924). Debido al caos desatado en la capital, que originó la muerte de un obrero y un estudiante, monseñor Lisson suspendió la consagración el día 25.

 Graves acusaciones

Tras la caída del presidente Leguía y la toma del poder del teniente coronel Luis Sánchez Cerro, el nuevo gobierno peruano presionó ante la Santa Sede para que monseñor Lissón fuera relevado del arzobispado, acusándolo de actos irregulares. Se le acusó de haber intentado legitimar la dictadura leguiísta aprovechando del reconocido sentimiento católico del pueblo peruano. Otra grave acusación fue la de malversar los bienes de la arquidiócesis por haber invertido los fondos de las religiosas y del cabildo metropolitano en empresas que fracasaron. Es verdad que el arzobispo hizo esas inversiones, más con el fin de dotar a la arquidiócesis de una organización financiera que diera estabilidad económica ante los gastos de sostenimiento de sus instituciones. No hubo nada de irregular en su gestión. En efecto, al otorgar su testamento en Roma, monseñor Lissón pudo declarar con toda verdad: «no debo nada al arzobispado de Lima ni a sus instituciones, pues jamás he dispuesto de ninguno de sus bienes para mi beneficio personal o el de mi familia». Vivió y murió pobremente. Y las acusaciones contra él ante el "Tribunal de Sanción Nacional", creado por el gobierno de Sánchez Cerro para castigar el enriquecimiento ilícito ocurrido en el Oncenio de Leguía, fueron rechazadas. Algunos años después sus acusadores le pidieron perdón y reconocieron que sus imputaciones eran injustas.
Obligado prácticamente a renunciar, monseñor Lissón abandonó Lima y marchó al destierro con dirección a Roma donde fue recibido por el Papa Pío XI, el 20 de febrero de 1931. Cuando quiso exponer al Santo Padre la verdad de los hechos, éste le respondió: «Usted no tiene nada de qué defenderse: no hay ninguna acusación canónica: yo he usado este procedimiento paterno para su bien y el de sus feligreses». Renunció entonces formalmente al arzobispado de Lima y su sucesor fue monseñor Mariano Holguín como administrador apostólico entre 1931 y 1933, hasta que asumió como nuevo arzobispo de Lima monseñor Pedro Pascual Farfán.

 El Obispo de los pobres. En sus últimos años

Fue investido como arzobispo titular de Methymna, pero humildemente pidió volver al Perú como "párroco de Chachapoyas o en alguna tribu de los indios", sin éxito. En los archivos del Vaticano en Roma se dedicó a recopilar documentación sobre la historia de la Iglesia en el Perú. En 1940 pasó a España, continuando su labor investigadora en el Archivo General de Indias de Sevilla. A la par fue solicitado por el cardenal Pedro Segura de Sevilla y monseñor Marcelino Olaechea de Valencia, para que actuara como obispo auxiliar en ambas diócesis, en vista de la necesidad de personal tras la guerra civil española, pues miles de sacerdotes y religiosos habían muerto martirizados en dicha contienda.

En 1950, fue autorizado a volver al Perú con la condición de que residiera en Arequipa. Pero luego se consideró más conveniente que continuara su eficaz ayuda a los arzobispos de Sevilla y Valencia, así como en otras diócesis. Realizó una impresionante labor pastoral y se ganó el cariño de innumerables fieles. Los gitanos andaluces le llamaron "Obispo Santo" y en la región levantina "el Obispo de los pobres".
Falleció el 24 de diciembre de 1961, en Valencia. Sus restos están sepultados en la Catedral de Lima desde 1991. En el año 2003 se inició su proceso de beatificación, que para el 2008 se hallaba ya clausurado en su fase diocesana.

CENTENARIO PASIONISTA DEL PERU


Viernes, 17 de Mayo 2013  |  12:05 pm

RPP  |  Cien años de fructífera labor en beneficio de los más necesitados celebra la congregación Pasionista en el Perú realizando una intensa labor misionera y educativa.
Compartir:Tu opinión importa: Opina sobre esta noticia
Cien años de fructífera labor en beneficio de los más necesitados celebra la congregación Pasionista en el Perú realizando una intensa labor misionera y educativa.

Esta importante labor se inició en la Amazonía peruana, cuando el 17 de mayo de 1913 arribaron a Tarapoto los primeros misioneros Pasionistas llevados por el carisma del servicio a las personas que más necesitan de Dios.

En el Perú los Pasionistas están presentes desde los primeros años del siglo XX en la Amazonía, misión que llevan desde hace cien años de intensa labor con el compromiso trazado por su fundador San Pablo de la Cruz, “ir a lugares."

Los Pasionistas llegaron en 1913, partiendo del puerto de Bilbao, España, hacia la Amazonía peruana, invitados por el Obispo de Chachapoyas, monseñor Emilio Lissón para adentrarse en territorios desconocidos.

Desde esa fecha han realizado una significativa obra evangelizadora por medio del verbo e incluso no dudaron en utilizar los medios de comunicación para llevar la palabra de Dios.

Escuchemos en voz de monseñor Miguel Irizar, obispo emérito del Callao, la labor de estos hermanos católicos.

Fuente:
Radio Capital



CENTENARIO PASIONISTA DEL PERU