Blanca Varela MADRID. 11-5-2007
Apenas pasaban quince minutos de la una de la tarde de ayer cuando un humildísimo gorrioncillo de buen agüero se coló hasta las escaleras de acceso al Salón de Mayordomía del Palacio Real de Madrid. Se cree -en los nidos cercanos nadie pudo confirmar la información- que fue él quien llevaba en el pico la buena, la magnífica nueva: la poeta peruana Blanca Varela acababa de ser galardonada con el XVI premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, dotado con 42.100 euros y convocado a la par por la Universidad de Salamanca y Patrimonio Nacional. El prestigioso galardón premia y reconoce una obra que se constituya en patrimonio y herencia común de España e Hispanoamérica.
La autora de «Ejercicios materiales» y «El libro de barro» -segunda mujer que obtiene el premio, tras la portuguesa Sophia de Mello, que lo consiguió en 2003- no figuraba en las primeras propuestas del jurado, que sí barajó en sus deliberaciones, en un clima bastante suave y distendido, nombres como los de Francisco Brines, el cubano Cintio Vitier, Carlos Edmundo de Ory y el mexicano José Emilio Pacheco. Brines y Pachecho fueron los que a la postre más resistirían el empuje de Blanca Varela.
Antonio Gamoneda, ganador de la edición del año pasado, hizo de maestro de ceremonias y presentó con verbo muy preciso los méritos de la autora que debutara en el planeta de la lírica en 1959, a los treinta y tres años, con el poemario «Ese puerto existe», título sugerido entonces por su gran amigo y mentor Octavio Paz. «No se puede leer a Varela -dijo el último premio Cervantes- queriendo buscar una palabra informativa, magníficamente hermoseada y ornamentada. Lo que encontramos en la poesía de Blanca Varela es un brote existencial que nos llega a través de un lenguaje impredecible. Lo que significa que su lírica es muy distinta a la que predomina y es hegemónica en España en estos momentos, la que usa un lenguaje realista y normalizado, lo que impide que la tradición avance. Su obra está impregnada de pensamiento poético, y no muestra ninguna intención testimonial, ideológica o filosófica».
Al otro lado del océano, allá lejos (donde «es fría la luz de la memoria / así cayeron en la mente / formas y colores / casualidades /azar que anuda sombras /vuelcos en la negra marmita / donde a borbotones /se cuecen gozo y espanto...»), allá lejos, al otro lado del Atlántico, en la capital peruna, Lima, la escritora recibía la emocionada llamada de su hijo Vicente de Szyszlo, que precisamente ayer se encontraba en España, concretamente, en Granada para recoger otro premio para la autora de «Donde todo termina abre las alas». Szyszlo se encargaba de darle la noticia, y luego relataba a la agencia Efe tan dulces y emotivos momentos. «Se siente inmensamente feliz con un premio que no se esperaba, ha sido una auténtica sorpresa para todos nosotros, para toda la familia. Aunque desgraciadamente no puede expresarse (Varela ha sufrido un ictus cerebral recientemente), los que estaban junto a ella en la casa me comentaron que le cambió por completo la cara».
Poesía y poeta que son, como escribió Octavio Paz, «a un tiempo, un cuchillo y una herida», poesía y poeta ayer premiadas por un jurado a cuya cabeza se encontraba el presidente de Patrimonio Nacional, Yago Pico de Coaña, y del que también formaron parte, entre otras personalidades, el rector de la Universidad de Salamanca, José Ramón Alonso Peña; el ya mencionado Antonio Gamoneda, el premio Nobel José Saramago; y el también poeta y subdirector de ABC Santiago Castelo.
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La poetisa peruana Blanca Varela gana el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana
La poetisa peruana Blanca Varela. /ARCHIVO EFE MADRID 10-5-2007
La poetisa peruana Blanca Varela ha obtenido la XVI edición del Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, dotado con 42.100 euros, y convocado conjuntamente por Patrimonio Nacional y la Universidad de Salamanca.
Este prestigioso galardón tiene como objetivo reconocer "el conjunto de la obra de un autor vivo que por su valor literario constituye una aportación relevante al patrimonio cultural común iberoamericano y de España".
El jurado del premio ha estado formado por el presidente de Patrimonio Nacional, Yago Pico de Coaña, y el rector de la Universidad de Salamanca, José Ramón Alonso; Antonio Gamoneda, ganador de la pasada edición del galardón; el Premio Nobel José Saramago; la directora de la Biblioteca Nacional, Rosa Regás, y el académico Luis María Anson, entre otras personalidades.
Segunda mujer galardonada
El fallo del premio otorgado a Blanca Varela (Lima, 1926) coincide con la entrega del galardón García Lorca, que la autora peruana logró el pasado mes de octubre, y que será recogido esta tarde en Granada por su hijo, Vicente de Szyszlo, ya que la poeta no ha podido viajar a España por problemas de salud.
Blanca Varela es la segunda mujer que gana este galardón, instituido en 1992 para reconocer la obra de un autor vivo de España y Latinoamérica, después de que la portuguesa Sophia de Mello Breyner lo lograra en 2003.
Este premio ha sido otorgado a otros seis poetas latinoamericanos: el chileno Gonzalo Rojas, en 1992; el brasileño Joao Cabrao de Melo Neto, en 1994; el colombiano Álvaro Mutis, en 1997; el uruguayo Mario Benedetti, en 1999; el chileno Nicanor Parra, en 2001, y el argentino Juan Gelman, en 2005.
Los españoles galardonados han sido Claudio Rodríguez, en 1993; José Hierro, en 1995; Ángel González, en 1996; José Ángel Valente, en 1998; Pere Gimferrer, en 2000; José Antonio Muñoz Rojas, en 2002; José Manuel Caballero Bonald, en 2004, y Antonio Gamoneda, en la pasada edición.
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La Residencia de Estudiantes le da voz a la poeta peruana Blanca Varela
6-12-2006
M. DE LA FUENTE
MADRID. Dentro de su colección de audiolibros «La voz de...», la Residencia de Estudiantes presentó ayer su volumen número diez, dedicado a la poeta peruana Blanca Varela. Como en ocasiones anteriores, el citado volumen recoge por escrito y en formato CD de audio el recital ofrecido por la autora en la propia Residencia el 9 de diciembre de 1997.
Este título viene a continuar la lista de grandes poetas que han pasado en los últimos años por esa ilustre casa y de cuya presencia han quedado grabados estos libros, de aquí a la eternidad. Una nómina impresionante, sin duda: Rafael Alberti, Octavio Paz, Jaime Gil de Biedma, José Ángel Valente, Álvaro Mutis, Olga Orozco, Claudio Rodríguez, Gonzalo Rojas y Antonio Gamoneda.
El audiolibro de la autora limeña fue presentado por los también poetas Luis Muñoz, Esperanza López Parada y el colombiano Darío Jaramillo cuya figura vital y literaria ha ocupado durante el último mes el lugar de vate ilustrado en el ciclo «Poeta en Residencia».
Luis Muñoz resaltó el hecho de que un recital de poesía viene «a ser un ejemplo perfecto de selección, es una autoantología», de manera que los poemas escogidos pueden muy bien consituirse en «una poética subterránea de cada autor». Esperanza López Parada, profesora de literatura hispanoamericana de la Universidad Complutense, hizo un breve pero intenso repaso de la obra de Blanca Varela, de la que destacó que «refleja la sordidez áspera de la existencia, y lo hace trabajando con el rigor quirúrgico de una disección y una austeridad expresiva cercana al laconismo». Tambien recalcó el papel de Octavio Paz como padrino de Varela, y la definió, finalmente, como «una poeta de la gracia y la gravedad».
Por su parte, Darío Jaramillo hizo hincapié en la importancia de una edición de estas características que posibilita escuchar la propia voz del poeta recitándose a sí mismo. «El poema -dijo- debe resistir la prueba de su lectura en voz alta, porque el poema tiene que ser taumatúrgico. Ahora tenemos el privilegio de guardar la voz de los poetas, pero, ¿cómo sería la voz de Lope de Vega, de Garcilaso, de San Juan, leyendo sus propios versos? Bonita pregunta. Quizá la respuesta esté en el viento de nuestros sueños.
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La peruana Blanca Varela gana el III premio de Poesía García Lorca
12-10-2006
ABC GRANADA. La escritora peruana Blanca Varela, de 80 años, fue galardonada ayer con el III premio Internacional de Poesía Ciudad de Granada Federico García Lorca, el de mayor dotación económica de los premios de poesía de habla hispana (50.000 euros), al que optaban 35 candidaturas españolas e hispanoamericanas, informa Ep. El alcalde de Granada, José Torres Hurtado, quien dio a conocer el fallo del jurado, indicó que la elección fue por mayoría y destacó «la rigurosidad de la poética de Varela, su conexión con el surrealismo y su pertenencia a la Generación del 50».
El poeta ovetense Ángel González, ganador de la primera edición de este premio, valoró que, aunque Varela no es una desconocida en España, puesto que dos de sus libros se publicaron en este país, la concesión del galardón es una buena ocasión para acercar su voz poética, que consideró «importantísima», a todos los lectores españoles, si bien la escritora goza de «un gran prestigio tanto en Perú como en Hispanoamérica», especialmente tras obtener el premio Octavio Paz de Poesía y Ensayo en 2001.
Varela, primera mujer galardonada con este premio, fue propuesta por el Gobierno de Perú. Pero su condición de mujer, precisó Ángel González, no influyó en el fallo del jurado, que, según dijo, tuvo una «ardua labor» debido a que «prácticamente una quincena de las candidaturas presentadas corresponden a nombres de primerísimo nivel». Por ello, consideró que la elección fue «dolorosa».
La poetisa peruana es una de las voces más relevantes de la poesía iberoamericana contemporánea, que ha fraguado su selecta y meditada obra al margen de corrientes y tendencias, con firmes propósitos y largos periodos de silencio.
Nacida en Lima en 1926 en una familia de escritores y artistas, su obra poética, recogida en el volumen «Donde todo termina abre las alas» (Círculo de Lectores), se compone de media docena de libros, desde «Ese puerto existe» a «Luz del día», «Valses y otras confesiones» o «Canto Villano», entre otras.
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La peruana Blanca Varela se alza con el III Premio de Poesía García Lorca
ABC/GRANADA 12-10-2006
La escritora peruana Blanca Varela, de 80 años de edad, fue galardonada ayer con el III Premio Internacional de Poesía Ciudad de Granada Federico García Lorca, el de mayor dotación económica de los premios de poesía de habla hispana, con 50. 000 euros, al que optaban 35 candidaturas españolas e hispanoamericanas.
El alcalde de Granada, José Torres Hurtado, dio a conocer el fallo del jurado, que estuvo representado por Angel González, ganador de la primera edición de este premio, que indicó que la elección fue por mayoría, destacó «la rigurosidad de la poética de Varela, su conexión con el surrealismo y su pertenencia a la Generación del 50».El poeta ovetense también valoró que, aunque Varela no es una desconocida en España, puesto que dos de sus libros se publicaron en este país, la concesión del galardón es una buena ocasión para acercar su voz poética, que consideró «importantísima» a todos los lectores españoles, si bien la escritora goza de «un gran prestigio tanto en Perú como en Hispanoamérica», especialmente tras obtener Premio Octavio Paz de Poesía y Ensayo en el año 2001.El secretario del Premio García Lorca y concejal de Cultura en el Ayuntamiento de Granada, Juan García Montero, también abundó en la «reconocida» trayectoria de la autora, que fue propuesta al premio por el Gobierno de Perú, a la vez que expresó su satisfacción por el hecho de que el galardón haya recaído por primera vez en una mujer.
Pero esta cuestión, según precisó Ángel González, no influyó en el fallo del jurado que, según dijo, tuvo una «ardua labor» debido a que «prácticamente una quincena de las candidaturas presentadas corresponden a nombres de primerísimo nivel». Por ello, según consideró, la elección fue «dolorosa». Por último, el alcalde de Granada explicó que, debido a la diferencia horaria, no se pudo contactar, por el momento, con la galardonada, si bien la Embajada de Perú ya conoce la noticia.
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La peruana Blanca Varela gana el III Premio de Poesía García Lorca
GRANADA. Agencias 11-10-2006
La poetisa peruana Blanca Varela se convirtió hoy en la primera mujer que gana el Premio Internacional de Poesía Ciudad de Granada Federico García Lorca, dotado con 50.000 euros, y a cuya tercera edición concurrían 34 candidatos, informó hoy el presidente del jurado, José Torres Hurtado.
Entre los que optaban al galardón figuraban además algunos de los poetas de habla hispana más relevantes del momento como Mario Benedetti, Ernesto Cardenal, José Manuel Caballero Bonald, Diana Bellesi, Francisco Brines y dos granadinos, Rafael Guillén y Antonio Carvajal.
Dotado con 50.000 euros, el Premio Internacional de Poesía Ciudad de Granada Federico García Lorca es el galardón de mayor dotación económica de entre los premios poéticos en lengua castellana.
En rueda de prensa, el alcalde de Granada, presidente del jurado, explicó que "después de una amplia deliberación y sucesivas votaciones, el premio ha recaído en Blanca Varela", un fallo adoptado "por amplia mayoría".
Torres Hurtado, que trasladó la enhorabuena de todo el jurado a la poetisa "y a todo el Perú", explicó que trató de felicitar personalmente a Varela por teléfono, sin éxito, "por la hora intempestiva que es ahora en Perú", donde hay una diferencia de siete horas, a pesar de lo cual sí informó del premio a la Embajada de Perú en España y confió en poder hablar con ella finalmente mañana.
El portavoz del jurado, el poeta asturiano Angel González, confesó que la labor del jurado "ha sido ardua" porque en la relación de candidatos "había nombres tan importantes, al menos quince de ellos de primerísima línea, que elegir uno desdeñando a los demás era verdaderamente doloroso".
Describió a Blanca Varela como "una poeta muy rigurosa, emparentada en cierto modo con el surrealismo, en parte hermética, pero de una gran riqueza expresiva y verbal". Enmarcada, "si se la puede situar en alguna corriente", en la Generación de los 50, González explicó que en su "incesante" labor poética, Varela ha publicado muchos libros y "tiene un gran prestigio en su país y en Latinoamérica", aunque "en España, si bien no es desconocida, su obra no ha tenido tanta repercusión".
Precisamente, para el poeta asturiano, junto al "mérito intrínseco" de su obra, este galardón tiene también el valor de "poder descubrir" a Blanca Varela en España, donde tiene publicados tan sólo dos libros: la antología "Como Dios en la nada" y "Donde todo termina, abre las alas".
Preguntado por los medios de comunicación, González dijo que "en absoluto" ha pesado en la elección de Varela el hecho de que, en las dos pasadas ediciones del premio, éste haya recaído en dos hombres.
Ganadora del Premio Octavio Paz de Poesía y Ensayo en el 2001, Blanca Varela (Lima, 1926) se inició en la poesía en la Universidad de San Marcos, donde ingresó en 1943 para estudiar Letras y Educación.
A partir de 1947 empezó a colaborar en la revista "Las Moradas" que dirigía Westphalen; En 1949 llegó a París, donde entraría en contacto con la vida artística y literaria del momento de la mano de Octavio Paz, una figura determinante en su carrera literaria, que la conectaría con el círculo de intelectuales latinoamericanos y españoles radicados en Francia.
De esta etapa data su amistad con Sartre, Simone de Beauvoir, Michaux, Giacometti, Léger, Tamayo y Martínez Rivas, entre otros. Después de su larga temporada en París, Varela vivió en Florencia y luego en Washington, ciudades donde se dedicó a hacer traducciones y eventuales trabajos periodísticos.
En 1959 publicó su primer libro "Este puerto existe", en 1963 "Luz de día" y en 1971 "Valses y otras confesiones"; Más tarde, en 1978, realizó su primera recopilación fundamental con su escritura "Canto villano". Finalmente apareció su antología de 1949 a 1998 con el título "Como Dios en la nada".
El jurado, presidido por el alcalde, José Torres Hurtado, lo componían el poeta asturiano Angel González -ganador de la pasada edición-, un representante de la Casa de América y otro de la Residencia de Estudiantes; Laura García Lorca, sobrina del poeta y directora de la Huerta de San Vicente; el presidente de la Fundación Generación del 27, el de la Academia de Bellas Letras de Granada y el catedrático de Literatura de la Universidad de Granada Alvaro Salvador.
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Carta a la vidente
Por José Méndez 11-5-2007
Blanca Varela de niña se hacía demasiadas preguntas y, lo que es más inquietante, se «inventaba» respuestas nada tranquilizadoras. De aquella infancia escrutadora del entorno y de los otros, de aquella casa de artistas muy populares, de aquella mirada que aprendió a ver sin los tapujos de la falsa inocencia, surgió -son palabras de José Ángel Valente- «la poeta, en español, más importante del siglo XX». El juicio, teniendo en cuenta la procedencia americana de esa voz poética y la existencia de un grupo de mujeres poetas de primerísimo orden en aquel continente, aumenta su valor y su riesgo. Aunque nada mejor que la poesía de Blanca Varela para destruir la improbable, y en cualquier caso estéril, frontera sexual en la poesía.
Blanca Varela nunca ha sabido de su importancia literaria. Su rango y dignidad artística no se confrontan con «el mundo de la literatura», sino con la vida. «Escribo para saber, para explicarme las cosas, los sentimientos, el miedo». Y es así que su palabra crea las imágenes como un bisturí abre una herida, o un ácido reduce la mugre a la inexistencia. Formada junto a poetas como Bondy, Eielson, Bendezú o Sologuren, y mujer del pintor Fernando Szyszlo, su aristocracia reside en la distancia, en la necesidad de soledad e independencia. Su estancia en París desde 1949, recién casada, le depararía entre otras importantes experiencias -todas ellas radicales, como marcaba la fe ideológica de la época- el contacto con Octavio Paz, y a través de él la publicación de su primer poemario, «Ese puerto existe», editado ya cuando residía en Washington. En el prólogo de aquel primer libro escribió Paz: «Con el instinto del verdadero poeta sabe callarse a tiempo. Su poesía no explica ni razona. Tampoco es una confidencia. Es un signo, un conjuro frente, contra y hacia el mundo, una piedra negra tatuada por el fuego y la sal, el tiempo y la soledad».
Cuando Blanca Varela llegó a Madrid en 1998 invitada por la Residencia de Estudiantes -una mujer menuda, de ojos vivos, pulquérrima- estaba mucho más pendiente de su hermana Nely o de sus amigos que de cualquier otra cuestión, fuera editorial o de relaciones públicas. Para saber de su mundo literario había que atreverse a traspasar su privacidad: hallarla -y ser admitido- en sus momentos de soledad, que tenían lugar de modo impredecible, en la mitad de un cóctel, por ejemplo. Y era entonces cuando te decía: «¿No crees que detrás de esas cortinas hay un montón de niños que se ríen de nosotros?» Después, leyendo su obra supe que detrás de las cortinas no había un montón de niños riéndose de los que tomábamos copas y componíamos gestos, sino que allí permanecía desde muchos años atrás una niña que se hacía preguntas inquietantes y peligrosas. Sobre nosotros y, mucho más a menudo, sobre ella misma.
Es una celebración que el premio Reina Sofía acoja entre sus galardonados el nombre de Blanca Varela, la obra irradiante de Blanca Varela. Una obra que el lector podrá hallar bellamente editada en «Donde todo termina abre las alas», título de su poesía reunida editado por Galaxia Gutenberg. Es una celebración y, seguramente, Emilio Adolfo Westphalen, allá donde se encuentre, con parsimonia y una sonrisa, se está preparando un whisky-sour. Salud.
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La verdad no abriga
POR JOSÉ MÉNDEZ MADRID.
AFP Blanca Varela 15-11-2007
MADRID. Nos queda la posibilidad, quizás prudente, de realizar un paseo por la ciudad poética de Blanca Varela y tratar de anotar las sensaciones, los gustos y disgustos del paseo. Ciudad que tuvo hasta la finalización de sus últimos barrios Concierto animal y El falso teclado el áspero nombre de Canto villano, trazo nominal que prometía esfuerzo, quizás sequedad y sin duda desarraigo al posible visitante. Hoy se nombra Donde todo termina abre las alas. Poesía reunida (1949-2000).
Al acercarnos nos recibe la gran plaza circular, Puerto Supe, el coso de agua en el que la poeta se contempla por primera vez a sí misma en un lecho ardiente donde lloro a solas. Antes de la imagen sencilla y sentimental que cierra el poema, Blanca Varela ha puesto cimientos, paredes y columnas, sobre las que dicha imagen no pueda mentir:
Allí destruyo con brillantes
[piedras
la casa de mis padres,
allí destruyo la jaula de las
[aves pequeñas,
destapo las botellas y un hu-
[mo negro escapa
y tiñe tiernamente el aire y
[sus jardines.
Junto a la gran morada sin
[ventanas,
junto a las vacas ciegas,
junto al turbio licor y al pá-
[jaro carnívoro.
Plaza, coso, ensenada, puerto. Un desolado lugar frente al Pacífico en cuyo centro una muchacha llora a solas. Si permanecemos en el poema, en la plaza, un tiempo, comenzaremos a notar la naturaleza pictórica del entorno. De Hopper al Bosco pasando por Chagall, una cadena de colores y pinceles acude a nosotros: Junto al turbio licor y al pájaro carnívoro (Chagall); destapo las botellas y un humo negro escapa /y tiñe tiernamente el aire y sus jardines (Chagall). Un lecho ardiente en donde lloro a solas (Hopper); o habito el interior de un fruto muerto (Bosco).
Aleatorias adjudicaciones, lo admito, pero cargadas de sentido, igual que para el viajero se cargan de sentido los crepúsculos de las distintas ciudades por las que pasa. Milagro de ubicuidad sólo permitido al arte. Esta muchacha llorando a solas, es la imagen que está en el origen de la poesía de Blanca Varela de la misma manera que un desierto y su soledad sin nombre fundamentan la poesía de Valente.
Para huir desde el principio de los símbolos preconcebidos, para no repetir las mentiras acuñadas por el tiempo, Blanca Varela subvierte la identidad de su yo poético: la muchacha se transforma, ni en hombre ni en mujer, sólo en sujeto de la vida, quizás para que en esa casa recién construida por ella, su casa, dejen de resonar los ecos de la casa familiar repleta de voces femeninas en el sentido real y cultural del término.
Sea este o no el motivo del cambio (ya anotado por Octavio Paz en el prólogo a Ese puerto existe), con él se produce en Varela un fenómeno común en las vanguardias que la precedieron. Sin embargo en ella, la subversión del sujeto poético no obedece a ningún género de delirio mesiánico, más bien al contrario, la distorsión de la voz femenina en textos sólo concebibles desde una experiencia de mujer, parece perseguir la extrema fiabilidad en la construcción y transmisión del poema.
El origen de las cosas nunca es único. En conversaciones que por fortuna he podido mantener con la autora, me comentó que siendo muy niña le ocurría recurrentemente el fenómeno de apreciar, de ver, el lado no oficial de las cosas: de un animal su sufrimiento o su ferocidad, de una relación entre personas el sometimiento o la envidia. Este talento infantil para «ver» lo que no debía ser visto, la acercó al mismo tiempo a la imposibilidad o la inconveniencia de expresarlo, y nos procura una pista sobre el posible origen de su yo poético. De aquella visión procede su implacable posición crítica, la contención tantas veces subrayada de su lenguaje y la mezcla de piélago y manglar sobre la que construye su ciudad. Si usted, aleatorio lector, desea proseguir el paseo por la ciudad poética construida por Blanca Varela (nada más aconsejable), no olvide que la verdad no abriga.
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