Como si se activara una parte fósil de mi cerebro, fui a por los libros de Blanca Varela, fallecida unos días atrás en Lima. La entrevisté para ABC en su casa de Miraflores. Recordé lo que me dijo cuando le pregunté qué sentía al ver su poesía recogida en Donde todo termina abre las alas (Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores): “Que no he hecho nada todavía, que está todo todavía por hacer. Es la sensación que tengo cuando escribo un nuevo poema: es como si fuera el primero que hiciera. Es verdad, te lo digo de verdad”.
Leo sus poemas, que tienen tras la sombra una extraña risa, y me quedo con éste:
“Felizmente no tengo nada en la cabeza / sino unas pocas ideas equivocadas por cierto / y una memoria sin tiempo ni lugar / nada para poner / nada para dejar / sino huesos cáscaras vacías / un montoncito de cenizas y / con suerte algo de polvo / innominada nada / en lo que fue mi cabeza”.
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