CANTA CLARO
Por Francisco Igartua
Excesivos excesos de la CVR
Al momento en que se va desvaneciendo dramáticamente la gobernabilidad en el país y asoma de nuevo el rostro mefítico del terrorismo, la Comisión de la Verdad ha llegado al extremo de viajar, ¡en busca de "apoyo político"!, a los EE.UU. Y, a la vez, sigue dando muestras de no tener una visión serena de la tarea que le fue encomendada. Con hipocresía frailuna quiere explicar su infeliz declaración de que Sendero y el MRTA son partidos políticos, alegando ahora que su intención es "reincorporar" esas bandas polpotianas al sistema democrático. Apunta así a borrar la publicidad que les dio a estos criminales, presentándolos en la Tv como chicos arrepentidos de un camino equivocado.
No, señores comisionados, no. Esas bandas asesinas no son partidos políticos y peor aun sería ¡reincorporarlos a la democracia! ¿Para qué? ¿Para, una vez libres, reincorporarse –aquí sí cabe el término reincorporación –a la lucha armada que ya está de retorno, con no pocos senderistas liberados entre sus filas?
Y, ¿qué "apoyo político" pueden estar buscando los comisionados en los EE. UU.? El único respaldo político que necesitan, y que ya tienen en exceso, es el que les da la prensa, la sociedad y el gobierno peruano. Sin embargo, descaradamente se proponen hacer lobby en Washington para presionar al Estado que los nombró y les cubre todos sus gastos –incluido este paseo– para que sus recomendaciones sean atendidas como un mandato. Dicen, también, que buscan financiar las reparaciones civiles a favor de las víctimas del horror desatado por Sendero, pero ojalá que no sólo sea financiación, porque al Estado peruano se le hace abrumador el pago de las indemnizaciones millonarias (a escala yanqui), que en estos casos impone la Corte Interamericana, de la que, curiosamente, se excluyen los EE.UU.
Todo esto no significa que olvidemos el espanto de lo ocurrido y no reflexionemos sobre cómo evitar que sectas sanguinarias como Sendero vuelvan a sembrar, en el Perú, el delirio de la violencia y las fuerzas del orden no vuelvan a cometer los crímenes que cometieron. Pero debe haber racionalidad en el análisis, y precisión y verdad a la hora de señalar responsabilidades. No es justo que se sindique de asesinos a quienes mataron en medio del accionar militar (que siempre será brutal), contra alzados en armas que cometían todo tipo de horrendas salvajadas contra indefensos campesinos y contra casi inermes policías. En una guerra, el movimiento de unas ramas hace que el soldado dispare al busto, pudiendo haberlas movido un conejo o un niño. Así es, y así será siempre la brutalidad de la guerra. Pero, otra cosa imperdonable y para no ser olvidada jamás, son las masacres en frío cometidas por algunos militares desquiciados. Ahí sí el olvido es un delito, igual al olvido del porqué y cómo se produjo tamaño desvarío de muerte.
Lo que falta en la Comisión de la Verdad es equilibrio y eso no podrá alcanzarlo con integrantes que, más que imparciales en la contienda, fueron amigos cercanos de la prensa que, sibilinamente, apoyó a Sendero.
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