«¿Nada se gana, entonces, con buscar la verdad? Se gana por lo pronto el rescate de la propia dignidad, que es ya bastante; y se cumple con el Maestro -Unamuno- quien dijo que «la más miserable de todas las miserias, la más repugnante y apestosa argucia de la cobardía es esa de decir que nada se adelanta con denunciar al ladrón y al majadero». FRANCISCO IGARTUA ROVIRA – 23/09/1923 24/03/2004
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DORIS GIBSON PARRA Y FRANCISCO IGARTUA ROVIRA
«También la providencia fue bondadosa conmigo, al haberme permitido -poniendo a parte estos años que acabo de relatar- escribir siempre en periódicos de mi propiedad, sin atadura alguna, tomando los riesgos y las decisiones dictadas por mi conciencia en el tono en que se me iba la pluma, no siempre dentro de la mesura que tanto gusta a la gente limeña. Fundé Caretas y Oiga, aunque ésta tuvo un primer nacimiento en noviembre de 1948, ocasión en la que también conté con la ayuda decisiva de Doris Gibson, mi socia, mi colaboradora, mi compañera, mi sostén en Caretas, que apareció el año 50. Pero éste es asunto que he tocado ampliamente en un ensayo sobre la prensa revisteril que publiqué años atrás y que, quién sabe, reaparezca en esta edición con algunas enmiendas y añadiduras». FRANCISCO IGARTUA - «ANDANZAS DE UN PERIODISTA MÁS DE 50 AÑOS DE LUCHA EN EL PERÚ - OIGA 9 DE NOVIEMBRE DE 1992»
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«Cierra Oiga para no prostituir sus banderas, o sea sus ideales que fueron y son de los peruanos amantes de las libertades cívicas, de la democracia y de la tolerancia, aunque seamos intolerantes contra la corrupción, con el juego sucio de los gobernantes y de sus autoridades. El pecado de la revista, su pecado mayor, fue quien sabe ser intransigente con su verdad» FRANCISCO IGARTUA – «ADIÓS CON LA SATISFACCIÓN DE NO HABER CLAUDICADO», EDITORIAL «ADIÓS AMIGOS Y ENEMIGOS», OIGA 5 DE SEPTIEMBRE DE 1995
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LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU
LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU
«Siendo la paz el más difícil y, a la vez, el supremo anhelo de los pueblos, las delegaciones presentes en este Segundo Congreso de las Colectividades Vascas, con la serena perspectiva que da la distancia, respaldan a la sociedad vasca, al Gobierno de Euskadi y a las demás instituciones vascas en su empeño por llevar adelante el proceso de paz ya iniciado y en el que todos estamos comprometidos.» FRANCISCO IGARTUA - TEXTO SOMETIDO A LA APROBACION DE LA ASAMBLEA Y QUE FUE APROBADO POR UNANIMIDAD - VITORIA-GASTEIZ, 27 DE OCTUBRE DE 1999.
«Muchos más ejemplos del particularismo vasco, de la identidad euskaldun, se pueden extraer de la lectura de estos ajados documentos americanos, pero el espacio, tirano del periodismo, me obliga a concluir y lo hago con un reclamo cara al futuro. Identidad significa afirmación de lo propio y no agresión a la otredad, afirmación actualizada-repito actualizada- de tradiciones que enriquecen la salud de los pueblos y naciones y las pluralidades del ser humano. No se hace patria odiando a los otros, cerrándonos, sino integrando al sentir, a la vivencia de la comunidad euskaldun, la pluralidad del ser vasco. Por ejemplo, asumiendo como propio -porque lo es- el pensamiento de las grandes personalidades vascas, incluido el de los que han sido reacios al Bizcaitarrismo como es el caso de Unamuno, Baroja, Maeztu, figuras universales y profundamente vascas, tanto que don Miguel se preciaba de serlo afirmando «y yo lo soy puro, por los dieciséis costados». Lo decía con el mismo espíritu con el que los vascos en 1612, comenzaban a reunirse en Euskaletxeak aquí en América» - FRANCISCO IGARTUA - AMERICA Y LAS EUSKALETXEAK - EUSKONEWS & MEDIA 72.ZBK 24-31 DE MARZO 2000
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jueves, 16 de julio de 2009
RAJES DEL OFICIO 1 Y 2 - Pedro Salinas habla de periodismo y periodistas por Cristian Velasco
¿Qué cualidades se debe poseer para convertirse en un buen periodista?
Ante todo, curiosidad. Pero si esa curiosidad no llega a confluir en una buena prosa, entonces habría que pensar en otra profesión. La de detective, tal vez.
¿Qué defectos convierten a uno en un mal periodista?
La mermelada. La tentación por el poder. La falta de rigor.
¿Por qué el periodista parece tan vanidoso, tan poco dado a la autocrítica?
No es que lo parezca. Lo es.
¿En qué consiste la labor primordial de la prensa?
Informar y entretener. Las dos van de la mano.
¿Por qué parece haber tanta rivalidad entre periodistas?
A ver. El periodismo, como la prostitución, se aprende en la calle. Entre otras cosas, en eso se parecen. Pero presumo que mayor espíritu de cuerpo prevalece entre las golfas que entre los colegas. ¿Por qué? Porque entre periodistas, como entre los escritores, hay celos, hay egos. La eterna pelea por quién la tiene más larga. Eso sí, en la literatura la cosa es más feroz.
¿Qué periodistas peruanos le parecen los más talentosos?
Los que aparecen en Rajes del Oficio 1 y 2. Y otros que no aparecen, como Ricardo Uceda, Rafo León, Alfredo Barnechea, Iván García, César Lévano, José María Salcedo, Rosana Cueva, Las hermanas Del Río -María Luisa y Patricia-, entre otros. Talento hay. Lo que faltan son buenos medios de comunicación.
¿Cuáles le parecen poco recomendables?
Los demás.
¿En qué consiste la ética periodística?
En saber responder a la conciencia de uno. No hay más ciencia que eso.
¿El periodismo es una vocación o una frustración, como la llama Carlitos Ney, el entrañable personaje de Conversación en La Catedral?
¿Qué diarios lee?
Todos los denominados serios: Gestión, El Comercio, La Primera, La República, Perú21 y Correo. En ese orden.
¿Es cierto que es adicto a los blogs?
Sí. Porque me suelen dar información que no encuentro en los diarios y si me perdí algo interesante en la tele, que no veo desde hace siete años, los blogs me lo proporcionan inmediatamente. No tengo que pasar por la tortura de ver noticieros, en los que tienes que bancarte 30 minutos de sangre, para después de ellos escuchar la primera noticia importante.
¿Qué anécdotas curiosas, divertidas o embarazosas ha tenido a lo largo de su labor periodística?
Guardo de todo un poco en el morral. Pero quizás las que más han impactado en mí son aquellas que tuvieron que ver con la guerra interna.
RAJES DEL OFICIO
¿Cuál de sus entrevistados ofreció mayor resistencia durante la entrevista?
Ninguno. Les agradezco a todos que estas hayan fluido al ritmo correspondiente. Fue una ventaja para mí conocer a casi todos los personajes.
¿Cuál fue el más asequible?
La mayoría de los más asequibles están en el primer tomo. Ambos libros ordenan a los periodistas en el sentido cronológico en el que me dieron la cita respectiva para conversar sobre el oficio. Dejé para el final a quienes consideré que podían tener agendas más complicadas. Curiosamente, los que parecían más difíciles de acceder fueron los más flexibles y generosos con el tiempo.
¿Le sorprendió alguna respuesta?
Más que sorprenderme, me gustó la confianza que se dio como clima en todas las entrevistas. En ellas pude conocer un poco más a estos periodistas que suelo o trato de seguir con regularidad. Ahora bien, el mea culpa inédito de Mirko Lauer sobre su paso por el velasquismo hace que esa entrevista sea de antología.
¿A qué periodista que ya no está físicamente entre nosotros le habría gustado entrevistar?
¿Por qué decidió emplear el formato plantilla, es decir, las mismas preguntas para todos los entrevistados?
Pues igual lo digo: la de Mario Vargas Llosa. Cada una de ellas, por lo demás, tuvo un valor específico para mí. Y quiero decir, de igual forma, que cada una de ellas tuvo una peculiaridad, algo que la caracterizó. En la que más me divertí, porque se trató de un personaje entrañable, fue la de Enrique Zileri, nuestro John Wayne de los semanarios políticos.
MI PRIMO JAIME por Pedro Salinas -
Jaime Salinas Sedó no era mi tío, como creía Pedro. Era mi primo hermano, pese a las diferencias de edades. Pero apenas lo había visto unas tres veces en mi vida. A saber: en el matrimonio de su hija mayor, en el entierro de su madre, mi tía Pilar, y en el casamiento de otro pariente común. Cuando Beto me traslada su encargo, le respondo “déjame ver qué puedo hacer”. Y entonces enrumbo hacia la casa del padre del general Salinas. A la casa de mi tío Cholo, o sea, el hermano de mi papá. Mi tío Cholo, Jorge Salinas Escobar, era un coronel retirado del Ejército, correctísimo y de impecables modales, alto como una torre. Lo encontré muy abatido, sentado en un mullido sofá, mirando a la nada con sus ojos azules, que lucían ese día menos azules que nunca. Estaban todos sus hijos reunidos en la casa, en un ambiente de velorio. Silvia, una de las hermanas de Jaime, me recibe cariñosa y me ofrece una cocacola. Coco, el hermano mayor de Jaime, un tipo extraordinario, marino retirado, se me acerca y me cuenta en voz baja lo poco que sabe, aunque presumo que sabe un poco más de lo que me cuenta. Creo que a él le hablo del interés de Caretas. Y me lleva a una sala donde tío Cholo guardaba los álbumes familiares. Pilar, la hija de Jaime, quien jugó un rol fundamental en la lucha por los derechos de su padre, me ayudó a escoger las fotos. Tomé varias. Particularmente me detuve en una en la que Jaime aparece vestido de comando emergiendo de un tanque. ¿Las devolverán?, pregunta Pilar. Espero que sí, respondo. Pero sabía que eso era improbable. Las fotos se suelen perder en el zafarrancho de combate de las redacciones. En fin. No le digo nada de eso a la ya acongojada Pilar. Las metemos en un sobre y discretamente me despido de todos y me fui a buscar a Beto para entregárselas personalmente, rogándole encarecidamente que no las pierdan porque mi tío, el coronel, el padre del general, valoraba mucho sus fotos, porque sus fotos eran sus recuerdos. No te preocupes, así se lo voy a decir a Ampuero (el editor de entonces de Caretas), me dice Beto, y yo me retiro a mi casa. Esa misma noche, Fujimori aparece en la televisión y cuenta una fábula. Cuenta que lo iban a asesinar con un fusil, como se hizo con JFK en Dallas. El domingo inmediato, Alejandro Guerrero, en Panorama, el espectáculo bufo del fujimorismo rampante, narra la misma historia oficial, pero con imágenes de la camioneta Cherokee utilizada por Jaime, que había sido baleada, con imágenes de las radios empleadas, prestadas por el dueño de canal 9, que era amigo de Jaime, con imágenes de las casas donde se produjeron las reuniones conspirativas, con imágenes del maletín del general Salinas, donde guardaba sus tarjetas de crédito, y con imágenes de una inconmensurable cantidad de elementos que habían sido incautados y estaban en manos del Servicio de Inteligencia Nacional, y a los que Guerrero había accedido (¿o se los facilitaron?) sin ningún problema, insistiendo una y otra vez en la cantinela –o en el guión, para hablar con propiedad- del intento de magnicidio, envenenando a la opinión pública. Y toda la prensa -con excepción de Oiga, La República, Caretas y Antena Uno- se dedicó a reiterar la especie, como un disco rayado. Mientras, del general Salinas Sedó y sus colegas y seguidores en dicha aventura, no se sabía nada.
Es al día siguiente, lunes, que lo primero que hago es tomar una grabadora con pilas nuevas, un casete, y dirigirme instintivamente al local de la DIFE, la Dirección de Fuerzas Especiales, donde tenían detenido a Salinas Sedó, porque entre los datos que nos proporcionó Planas, aquella mañana del mes de noviembre de 1992, éste nos dijo que el líder de la conspiración estaba confinado ahí, en la DIFE, aislado, y que con las justas podían verlo sus familiares más cercanos. Desde ahí fue que habló por teléfono con Oiga, pero su voz se apagó –o la apagaron- luego de ello. Supuse entonces que, sin decir que era periodista y mostrando únicamente mi DNI, podía tentar suerte en la DIFE para reunirme con él, arguyendo que era su hijo. Y así fue. Los guardias revisaron mi cédula de identidad, me vieron la cara para constatar que era el mismo de la foto, y uno de ellos le dijo a alguien por teléfono que el general Salinas estaba siendo visitado por su hijo, y yo, claro, no hice ninguna precisión o atingencia sobre el particular. Uno de ellos me custodió hasta la puerta que daba a la habitación donde se encontraba Jaime. Y una vez que me detuve en el umbral, el guardia me dijo “tiene una hora”. Está bien, gracias, le dije. Y entré. Entonces, sin saber muy bien qué decir y con el poco tiempo que tenía, le dije “hola, Jaime, soy Pedro Eduardo (es que en mi familia hay quienes me llaman así, por mis dos nombres, como en las novelas venezolanas), el hijo de Antonio, y he venido hasta acá para ver si me quieres conceder una entrevista para Expreso, para que cuentes lo que pasó”. La respuesta de Jaime no pudo desconcertarme más. Parecía más interesado en ponerse al día conmigo que preocupado por su situación. ¿Cómo está tu papá? ¿Sigue en Venezuela? ¿Y tu mamá? ¿Y tus hermanos? Y así. A su lado estaba su prima Rosita Sedó, que era abogada, y observaba con cierto recelo este inesperado encuentro, hasta que ella también intervino en las remembranzas. Ya me acordé de ti, cómo has crecido. Y yo, que pensé encontrarme con un militarote de rostro adusto, con las manos trenzadas hacia atrás, dando vueltas sobre sí mismo, en círculos, hablando con gravedad, de súbito me quede en babias, y sentí como que estaba en una reunión familiar, compartiendo anécdotas sobre asuntos de color sepia. Hasta que observé mi reloj y el tiempo corría sin concesiones, rápido, muy rápido. Le expliqué entonces a Jaime, el general, el motivo de la visita, que no tenía connotaciones familiares sino periodísticas. Quería, le volví a decir, una entrevista para Expreso para que cuente su versión, y, de paso, le conté del nuevo requerimiento de Caretas, ahora a través de Cecilia Valenzuela, que quería también una entrevista para la revista. Jaime tranzó encantado con ambas cosas, aunque a Rosita no le causó mucha gracia que mi entrevista fuese para Expreso, un diario tímido y condescendiente en sus análisis, que le hacía guiños a Fujimori, y, pese a que Rosita no me lo dijo, creo que sospechaba que la entrevista pudiese ser editada en contra del general. Jaime la tranquilizó, le dijo que confiaba en mí (lo cual era un albur, porque, efectivamente, un editor avieso y fujimorista podía hacer de las suyas) y me pidió que comenzara. Y yo, que tenía la grabadora oculta en los calzoncillos previendo una pesquisa en la entrada de la DIFE, tuve que darle la espalda a la suspicaz Rosita para sacar la incómoda grabadora de su escondite. Gajes del oficio, digamos. Y así empezó todo. Por azar. Como jugando. Jaime me pidió después que hablara con Pilar, su hija, para que vea la manera de cómo hacía entrar a Chichi Valenzuela para la entrevista (y Pilar, luego, no sé cómo, la hizo entrar). Y fue con esas dos entrevistas que la verdad de los militares insurgentes empezó, poco a poco, a abrirse paso. El audio de ambas entrevistas los propalamos luego por Antena Uno. Y poco después, Pepe Soriano, el hijo del general Soriano Morgan, un intrépido y astuto marquetero, también se convirtió en una pieza clave para filtrar información hacia fuera de las prisiones, hacia los medios de comunicación. Ese trabajo que, originalmente, iba a hacer Jaime Salinas López Torres, su hijo, terminamos haciéndolo, en la práctica y durante todo el tiempo que duró su enclaustramiento, Pepe Soriano y yo. Porque Jaime hijo, quien había sido detenido el mismo viernes 13 de noviembre, en la factoría ubicada en la cuadra 44 de República de Panamá, donde se había producido el debelamiento de la conspiración, había sido acusado por la DINCOTE por delito de terrorismo. Jaime junior pudo fugar más tarde de su encierro, con una serie de artificios de connotaciones religiosas y alusiones al padre Urraca, y, con suerte, encontró asilo en la embajada de Argentina, de donde solamente logró salir en un auto diplomático hacia el aeropuerto.
Fue una lucha larga y penosa la que tuvieron que padecer y librar estos valientes hombres que fueron traicionados por un soplón, o probablemente más de uno, que así son las horas turbias de los iscariotes. El encarcelamiento duró tres años y medio. Tres años y medio de maltratos, de actos canallescos, de vejámenes, de espionaje encendido a través de micrófonos ocultos, de olvidos ingratos por parte de la opinión pública y de muchos políticos a los que, paradójicamente, pensaban reponer en sus curules. Aunque hubo excepciones honrosas, de políticos consecuentes y solidarios, que nunca dejaron de visitarlos y de reclamar por su liberación, desde la tribuna de un escaño o desde la modestia de una columna periodística. Sin éxito, claro, porque en ese entonces la oposición a Fujimori, autócrata del Perú por la gracia de Hermoza Ríos y Vladimiro Montesinos, era una minoría ínfima, casi ridícula. Alberto Borea, quien luego se vio obligado a pedir asilo en Costa Rica, fue uno de ellos. Javier Valle Riestra, otro. Máximo San Román, también. Alberto Andrade, ídem. Algunos apristas y alanistas, entre los que se contaba Luis Gonzáles Posada, Mercedes Cabanillas y María del Pilar Tello. Hombres de izquierda, como Nicolás Lynch y Carlos Chipoco. Periodistas como Gustavo Mohme Llona, Alberto Ku King e Iván García. Y algunos pocos liberales, como Javier González-Olaechea, entre los que recuerdo, nunca los olvidaron. Aunque intuyo que estoy siendo injusto con muchos más. Pero así es la memoria, traicionera. Otro de los civiles comprometidos con la democracia que acompañó a estos soldados fue el recordado Pedro Planas, el periodista de palabra tallada, con chispazos de genio e intemperancia vital, quien llegó a bosquejar la estructura de un libro sobre el tema. Los insurgentes. Toda la verdad. Así se iba a llamar la publicación. Sin embargo, Planas, que era un águila para estas cosas, no llegó a materializarlo. Alguien con rigor de historiador lo escribirá más adelante, supongo, porque gestas como ésta deben rememorarse y reivindicarse, siempre, como pretende esta somera evocación a manera de post, después de más de quince años del intento de contragolpe. Porque al fujimorismo, no me jodan, ahora lo condena todo el mundo, pero lo difícil era hacerlo cuando el autócrata estaba bien arrellanado en el poder y tenía al país metido en un puño. Pregúntenle si no a Jaime Salinas Sedó y a sus corajudos amigos. Así que, con estas líneas quiero expresar sencillamente mi reconocimiento a los oficiales del 13-N, y a sus familiares, quienes siempre estuvieron a su lado.
sábado, 4 de julio de 2009
viernes, 3 de julio de 2009
jueves, 2 de julio de 2009
miércoles, 1 de julio de 2009
FRANCISCO IGARTUA - "Sobre la reaparicion de Oiga" - El Comercio 27/04/2000
El Comercio agradece las cartas de sus lectores y escoge para su publicación las que ofrecen un texto de veinte líneas de páginas. Es imprescindible que estén firmadas con nombre y apellidos y que conste la dirección y el teléfono del remitente. No se publicaran escritos firmados con seudónimo o iníciales. El Comercio se reserva el derecho de resumir o extractar las cartas y publicar las que considere oportuno. No se mantendrá correspondencia, atenderá visitas o llamadas telefónicas respeto de los originales no publicados.
…………………………………………………………........................
Sobre la reaparición de “Oiga”
Señores directores:
Vuelvo a sentirme obligado expresar mi estupor por el nuevo anuncio de que en estos días electorales reaparecerá “Oiga” el semanario que funde hace mas de medio siglo y por cuya línea de conducta sufrí cárceles y destierros en diversas dictaduras; y al que, hace ya algún tiempo, me vi forzado a cerrar para evitar ir preso por delincuente tributario.
Mi estupor se debe a que es fácil sospechar la intención de esta reaparición de “Oiga”. Es extraño, por decir lo menos, que la revista vuelva, para “difundir información veraz e independiente”, cinco años después de su cierre y del traspaso que hice del logotipo a una persona interesada, según me dijo, en dirigir una publicación de frivolidades del mundo social y del espectáculo.
El hecho, por lo tanto, me obliga a exponer nuevamente las razones por la que hice mutis de la escena periodística peruana.
Clausure “Oiga” porque en el Perú de hoy, si no se cuenta con abundante avisaje comercial –cada día mas escaso salvo el del Estado- es imposible, matemáticamente imposible, sostener un medio de expresión veraz e independiente. Gracias al régimen fujimorista pesan sobre la prensa peruana tan fuertes cargas tributarias –únicas en el mundo, pues no existen en país alguno impuestos a las ventas e importaciones para los medios de comunicación o son solo simbólicos al lado del caso peruano-; pesan en la actualidad –repito- sobre la prensa peruana tan fuertes cargas tributarias que la hacen prisionera de la Sunat, entidad que, a sabiendo o no, queriéndolo o sin querer, actúa como agente de extorsión gubernamental. De este modo es que los medios de expresión peruanos, salvo honrosas excepciones (entre las que cabe destacar el nombre de Gustavo Mohme), han quedado prisioneros del gobierno…
Y no se los liberara por medio de acuerdos de equidad ni disposiciones legales, todos ellos instrumentos que pueden ser utilizados para liquidar la libertad de prensa, tal como lo hizo el régimen militar en 1974. Para que los medios de información se comporten periodísticamente hay que liberarlos del chantaje tributario al que están sometidos. Así, sacándolos del cautiverio y no por reglamentaciones que, siempre, sea espada de Damocles sobre la libertad de prensa, es como se lograra que la prensa hablada y escrita sea libre.
Vuelvo a tener que aclarar que hace cinco años traspase el logotipo de “Oiga” y que nada se de los vaivenes de esa lejana transacción y nada, absolutamente nada, me liga a la publicación que con el nombre de “Oiga” comenzara a circular en estos días electorales en los que sobra decir cual será mi voto.
Atentamente,
FRANCISCO IGARTUA
sábado, 27 de junio de 2009
FRANCISCO IGARTUA - Ultima sesion de directorio de Editora Eusko Andina S.A
Hizo uso de la palabra la Srta. Carolina Arias para efectos de presentar su renuncia irrevocable al cargo de Presidente del Directorio y Gerente General, dejando constancia de su agradecimiento por la confianza depositada por el Directorio desde su ingreso en 1978 a la fecha. A su vez manifestó lo siguiente e hizo entrega de un informe y sobre la situación con la venta del inmueble:
1. Todo el personal de Empresa Editora Eusko Andina S.A. ha sido debidamente liquidado de acuerdo a Ley.
2. Con la venta neta de la publicidad se cancelara parte de la deuda de las AFP que quedarían en la siguiente situación.
Deuda Pendiente
AFP Horizonte S/. 4,093.66 CANCELADA
AFP Nueva Vida S/. 2,360.92 CANCELADA
AFP El Roble S/.45,000.00 CANCELADA
AFP Horizonte S/. 4,093.66 CANCELADA
3. Saldo Pendiente al Banco Continental S/. 17,595.55.
4. Deuda por servicio de teléfonos US$/. 2,500.00.
5. Deuda IPSS S/. 124,000.00.
Con respecto a la deuda del IPSS se les ha insistido permanente por escrito, entrevistas y llamadas telefónicas desde hace un año atrás para que cumplieran con el Contrato 1814-6CRM-94, e inclusive 15 días antes de la aparición de la ultima edición Nº 756 programada para el 5 de setiembre, se envió una comunicación por escrito con fecha 21 de agosto, manifestándoles que la última opción de poder cancelar nuestra deuda pendiente, era con la publicación de un suplemento de 16 o 30 paginas, si así lo preferían, lamentablemente no respondieron.
6. Deuda Tributaria SUNAT.
Saldo pendiente D.S. Nº 048-94-PCM S/. 163.50
Deuda Enero desde 1994 a la fecha S/. 720.00
Asimismo, se envió una carta con fecha 21 de agosto de 1995 y se tuvo una entrevista personal con el Sr. Adrián Revilla el día viernes 25 de agosto, para explicarle la situación y lamentablemente no aceptaron nuestra propuesta.
En ese aspecto dijeron que los iban a estudiar; jamás nos respondieron y antes de los 15 días de la aparición de la última edición, se les volvió a solicitar que con un suplemento de las páginas que fueran necesarias podía la Empresa Editora Eusko Andina S.A. pagar sus deudas, lamentablemente no fue aceptada.
La Srta. Arias, asimismo, manifestó que en el caso de que se decidiera reflotar la empresa, de acuerdo a las varias propuestas, allí se tiene el estudio elaborado por IMASSEN con fecha 25 de junio de 1995 y en el supuesto caso con los futuros accionistas no se llegase a ningún acuerdo, ella recomendaba que la empresa debería declararse en INSOLVENCIA por medio del D.L. 26116. También explicó que todos los detalles y procedimientos están en el informe que se ha entregado al Sr. Francisco Igartua.
Con respecto a la parte contable, se ha solicitado al Sr. Max Meza para efectos de que prepare un balance general de situación al día con todos los respectivos intereses y con toda la información al día para que se pueda proceder ya sea para el relanzamiento y /o para la presentación a la insolvencia de INDECOPI, para ambos casos estamos a su disposición para cualquier situación, suya y/o del nuevo directorio.
Se deja debida constancia, que se trabajo hasta el último momento intentando dejar saneado sobre todo la parte tributaria, lamentablemente pareciera que razones políticas no permitieron que así fuera. No habiendo más asuntos que tratar, se suspendió la sesión a fin de redactar la presente acta, la que fue leída y aprobada sin observaciones, firmándola en señal de conformidad. Luego se levanto la sesión siendo las 19:30 horas.
viernes, 26 de junio de 2009
FRANCISCO IGARTUA - INCOMODANDO AL PODER - EL CHITO RIOS
“Sin embargo, el 7 de agosto de 1989 ocurrió el hecho imprevisto: “El Chito” fue fotografiado por la revista Oiga en un bar de Lince feliz entre varias botellas de cerveza. Afuera lo esperaba el auto a su servicio, un Toyota Crecida AG-8211, que resultó ser un vehículo de la Policía. La difusión de las fotos causó un escándalo y puso en un verdadero aprieto al Ministerio del Interior. Aún así este golpe sería insignificante comparado con el hecho imprevisto
Luque llamó a Ríos de urgencia. Pálido como nunca antes, le mostró unos papeles impresos que, según dijo, correspondían a un extenso informe que la revista Oiga estaba imprimiendo. Luque –Ríos no sabía como- se enteraba de lo que publicaban Oiga y Caretas antes de que las revistas circularan. El artículo que le pidió leer se titulaba: “Confesión de un desertor del Comando Rodrigo Franco”. Narraba con lujo de detalles la organización que funcionaba en la casa de la avenida Dos de Mayo: quién era quién, como operaban, que ilicitudes cometieron…”
martes, 23 de junio de 2009
ABC INTERNACIONAL - Fujimori desencadena la represión - El Ejército despliega una fuerte persecusión selectiva contra la prensa
Fujimori desencadena la represión
El Ejército despliega una fuerte
persecución selectiva contra la Prensa
La falta de libertad obliga a todos a "interpretar el silencio”
Madrid. Cesar Hildebrandt
“La comunidad internacional no nos entiende”, pretendía quejarse el auto superdotado presidente del Perú, Albero Fujimori, la noche del lunes. Habían transcurrido tan solo veinticuatro horas en el doctor Hyde de la democracia peruana y había terminado de presidir el Consejo de Ministros que tuvo a periodistas como testigos. No todos los miembros del gremio de Prensa, sin embargo, fueron invitados a la magna cita.
Ausente notorio, por ejemplo, fue Francisco Igartua, director del semanario “Oiga”, clausurado en la madrugada del martes. Otra omisión significativa fue la de no convocar al director de noticias de la emisora radial “Antena 1”, cuya supresión de sus emisiones al aire por las fuerzas militares tuvo contornos dramáticos porque fue transmitida en vivo y en directo por un locutor que iba anunciando a los oyentes la llegada de los comandos. Al final, una protesta apenas audible y un golpe seco de micrófono bajaron el telón de esa estación radial, que hacía unos minutos había leído la flamígera carta del ex Fernando Belaunde. En ella, el veterano líder de Acción Popular la extendida tesis de que el ingeniero Fujimori, al divorciarse de la Constitución, ha dejado vacante la Presidencia. Otro desinvitado obvio era el periodista Gustavo Gorriti, acusado esa misma noche por el ministro de interior, general Juan Briones, de posesión de documentos militares secretos. Posteriormente, Gustavo Gorriti, corresponsal del diario español “El País”, fue puesto en libertad.
Gustavo Gorriti, corresponsal del diario español “El País”, fue liberado ayer tras dos días de encarcelamiento.
El clima de represión selectiva, eficaz y apenas brutal, lo describía perfectamente la periodista de televisión Roxana Canedo, quien, impedida, como todos sus colegas, de hablar con libertad, se limito a decirle a su teleaudiencia: “interpretan mi silencio”.
Otros periodistas igualmente preocupados y nada palaciegos eran los corresponsales extranjeros, que acababan de descubrir que sus visados expiran en junio próximo y que su renovación, como le dijo un funcionario policial a uno de ellos, “dependerá de su actitud”.
Las FFAA y el narcotráfico
Sonriente, Fujimori presidio esa sesión ministerial en la que empezó a abordarse la reforma del poder judicial y nuevas medidas en la lucha contra el narcotráfico. Como se sabe, diversos medios periodísticos, locales e internacionales, han acusado a las Fuerzas Armadas de no castigar a elementos castrenses abiertamente complicados en el cobro de cupos a los narcotraficantes colombianos que aterrizan en algunos de los sesenta aeropuertos subrepticios del Alto Huallaga.
Mientras los ministros confirmados y pringados con el golpe se excusaban de formular declaraciones, el brioso titular del Interior si pidió micrófonos para decir, luego de acomodarse la guerrera, que las armas pesadas presuntamente halladas en el local del Partido Aprista –granadas, cohetes portátiles y ametralladoras– y en la casa del ex ministro del Interior de Alan García, Agustín Mantilla, justificaban las medidas represivas en contra del partido que fundara Haya de La Torre.
No hubo tiempo de preguntarle qué tipo de armamento se había encontrado en las sedes de las centrales sindicales del país –CGTP, CTP y CTRP–, cerradas a piedra y lodo por la Policía, o en las Universidades, también acordonadas por fuerzas militares y con sus actividades interrumpidas.
Ninguno de los comedidos hombres de Prensa que recogían las declaraciones de Briones preguntó por qué la Policía creyó conveniente efectuar disparos al aire y emplear gases lacrimógenos y cachiporras contra un grupo de parlamentarios, encabezado por el decano del Colegio de Abogados de Lima y senador Raúl Ferrero, que se había reunido para firmar un manifiesto en el que se declarada la vacancia de la Presidencia.
Estrecha vigilancia
La carencia de ministro de Educación –único puesto en el Gabinete Fujimori– tampoco posible que alguien preguntara por que el local del SUTEP, el sindicato peruano, se hallaba rodeado de mi militares.
Detenido en su domicilio, el presidente de la Cámara de Diputados, Roberto Ramírez del Villar, que salvara la vida hace unos meses tras sufrir una crisis cardiopulmonar, fue advertido por un portavoz del Ministro del Interior de que se abstuviera de formular declaraciones a la Prensa internacional.
La Casa Blanca suspende la
ayuda económica y financiera
Nueva York, Juan Vicente Boo
Al final de una reunión urgente que se prolongo hasta la madrugada del martes, la Organización de Estados Americanos condeno duramente la medida golpista del presidente Alberto Fujimori y advirtió que los acontecimientos en el Perú “afectan los mecanismos de representatividad democrática en toda Iberoamérica”. A su vez, Estados Unidos anuncio oficialmente la suspensión de ayudas económicas y financieras a ese país, con la sola excepción de la ayuda humanitaria y en tanto la situación se prolongue.
La ayuda que EEUU retirara a Perú incluye 45 millones de dólares cargo para ejercicio fiscal de 1992, que no ha sido clausurado todavía, y otros 275 millones del actual ejercicio de 1992
Así pues Estados Unidos mantiene la postura de firmeza contra el Golpe.
Contra la neutralidad
Exaspera la timidez de ciertos pronunciamientos oficiales acerca del golpe peruano. No se puede ser neutral, como decía Sartre, ante la peste bubónica. Lo del Perú no es una amenaza sino un hecho consumado, y el paso de las horas apunta a la esclerosis de la dictadura militar que hoy cuelga patéticamente de ese minúsculo filamento civil que se llama Alberto Fujimori. La resistencia interna está paralizada por los arrestos y las golpizas –la ultima la recibió, y durísima, el senador Raúl Ferrero, del Movimiento Libertad– y el mutismo informativo ha invadido de silencio la sociedad peruana. Solo circula, a la velocidad peruana. Solo circula a la velocidad de la luz, el rumor, el rumor, el rumor.
En estas circunstancias, la acción internacional opera una doble función: la de censor moral y la de sucedáneo de la imposible acción interna. Ha dado un paso George Bush suspendiendo la ayuda al Perú que trabajosamente se había conseguido a lo largo de dos años, en buena parte porque la camarilla uniformada que manda en el Perú está seriamente comprometida con el narcotráfico en la zona del Alto Huallaga. Recibí personalmente informaciones durante la campaña electoral de 1990 acerca del infame contubernio narco-militar y en los últimos meses tanto el Senado norteamericano como un oportunista asesor gubernamental que renuncio hace poco tiempo han señalado que la corrupción proveniente de esa fuente esta mas allá de toda duda. Probablemente estas razones pesan en la conciencia norteamericana a la hora de actuar frente al nuevo Perú.
Los Gobiernos latinoamericanos se pronuncian aisladamente y no en conjunto. Debieran hacerlo a través del Grupo de Rio o el foro de la OEA, y la Comunidad Europea debería dar un carácter continental a los discursos crecientemente firmes del Gobierno español sin perder más tiempo. Es errado pensar que la reacción internacional debe dar tiempo a la posibilidad de que las cosas recuperen su cauce normal en el Perú. Los factores trabajan inversamente: a medida que se institucionaliza la traición, se hace evidente que solo la irradicación desde el extranjero puede devolver energía a la agónica resistencia y provocar esas fisuras en las Fuerzas Armadas, que de momento no asoman. La comunidad internacional no es ya un espectador, sino un elemento en juego. La última esperanza. El Gobierno español está en condiciones de movilizar a la Comunidad Europea. Ahora.
No me canso de insistir en el efecto domino que puede tener el ocaso de la democracia peruana. El peligro inmediato se llama Brasil. Otra razón poderosa para exigir al mundo su enrolamiento en una legión extranjera en pro de la libertad de los peruanos. Está en juego el destino del Perú, el destino de América y el destino de lo que alguna vez se llamo nuevo orden mundial y hoy suena tan lejano.
Alvaro VARGAS LLOSA
lunes, 22 de junio de 2009
FRANCISCO IGARTUA – SIEMPRE UN EXTRAÑO - 1995
DIARIO EL COMERCIO - LIMA PERU
El sábado 4 de mayo de 1839 aparece la primera edición del diario El Comercio, y con ella el inicio de una nueva era en el periodismo peruano.
domingo, 21 de junio de 2009
DON LUIS MIRO QUESADA - 90 AÑOS EN 90 MINUTOS - Oiga 4/11/1970
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OIGA SEMANARIO DE ACTUALIDADES
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NUMERO 402
AÑO VII
4 DE DICIEMBRE DE 1970
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90 AÑOS
QUE SON NOTICIA
SOY AMIGO hasta donde llegan los límites de mi país…
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DON LUIS MIRO QUESADA
90 AÑOS EN 90 MINUTOS
MAÑANA sábado cumple 90 años don Luis Miró Quesada, patricio ejemplar a quien el Perú le debe mucho y periodista de garra, hombre de combate y de pasión, al que –seguramente por estas razones– nos sentimos cariñosamente ligados. Como homenaje de OIGA a su figura patriarcal, van a continuación unos ágiles apuntes de Manuel Jesús Orbegozo. En ellos está retratado el temple, la firme y sobria personalidad de don Luis, un hombre con auténtico valor –que es el moral–, de exquisito trato y terco cariño al Perú y a los suyos, Un hombre joven a sus noventa años.
0 minutos: “Yo sabía que nos iban a atacar y por lo tanto hice la advertencia: Hay que comprar armas, revólveres, tenemos que armarnos. Mi padre no quería exponernos y mi hermano Antonio era enemigo de la violencia, en esos días había perdido un hijo y estaba anonadado. Oscar y Miguel estaban de acuerdo conmigo.
2 minutos: “Aquí tiene usted el té, el azúcar, sírvase. Verá Ud., esto es lo único que me queda de sajón”. Claro, sabemos además, que todo el resto lo tiene de criollo, aunque una vez, cuando le sirvieron un vaso de vino, usted había dicho: “Ustedes saben de mi profundo nacionalismo, pero en materia de vinos –de los que suelo beber un sorbo de tarde en tarde–, bueno, no soy muy nacionalista que digamos”.
7 minutos: Hay que recordar que era setiembre (1919), y en el cielo brillaba la constelación de Virgo. Los gendarmes habían dado otro golpe y la ciudad (acaso 100 mil habitantes) se había conmocionado un poco. La Ley Seca entraba en vigencia en los Estados Unidos bajo los auspicios de “La cosa nostra” y en el cine Alhambra, Olga Petrov hacia su debut, con orquesta. Don José Pardo se cubre con un paletó, se pone sus guantes de previl, toma su sombrero de paño negro y se da preso. Entre gallos y medianoche se lo llevan al Panóptico (todavía no se había inventario El Frontón) y Leguía inicia así el oncenio.
12 minutos: “En el seno de mi familia yo insistía en armarnos, esgrimiendo dos argumentos: A) de orden moral y B) de orden práctico. A, porque eso significa defender nuestra casa, nuestra propiedad, el periódico; y B, porque a ningún gobierno nuevo le conviene un conflicto de esta naturaleza, en pleno centro de la ciudad”.
17 minutos: El coronel Samuel del Alcázar que había hecho la campaña de la Breña con el general Andrés Avelino Cáceres, se decide a atacar Palacio de Gobierno. Cuando llega, Cáceres le sale al frente: “¿Qué va a hacer Ud., coronel?” le dice. El coronel le contesta: “Simplemente voy a hacer lo que Ud. nos ha enseñado, mi general”. Cáceres le replica “¿qué?...” “Bueno –le contesta del Alcázar–, no entiendo bien lo que me dice Ud., mi general”; toma su espada y la quiebra en dos en su rodilla. Se da media vuelta y pasa a formar la legión de los tercos y frustrados defensores de la Ley.
Enérgico poder de decisión
21 minutos: “El 10 de setiembre, una turba ataca las oficinas de “La Prensa”. Las incendia, las apedrea. Entonces, nosotros nos ponemos sobre aviso. A las 7 de la noche estamos en la dirección del periódico, cuando en eso suena el teléfono. Descuelgo el fono y oigo la voz de mi cuñado Alejandro Garland que me llama desde “El Palais Concert”, “Aló, Luis, una poblada va a atacar El Comercio”. No había tiempo que perder: Tú allí, Lizandro; Oscar, Miguel, ustedes allá; Juan, Tomás, rápido, a sus emplazamientos, ustedes también Pedraza, Vega, éramos 17 en total.
26 minutos: “Afuera se oía ulular a la multitud. Gritan desaforadamente, abajo El Comercio, mueran los miroquesadas. Teníamos un punto débil: La puerta de administración, que cedió ante el empuje. Antes de que la turba entrara al hall principal le grito al conserje para que eche llave a la puerta, veo que le tiemblan las manos, corro, le quito las llaves y tranco. Después comprobaríamos que el conserje era un traidor. Desconecté la llave principal de la luz y corrí a parapetarme detrás de cuatro bobinas. Todo había quedado bajo la penumbra y sólo se veía los fogonazos de los disparos. Comprendimos que nos estábamos jugando la vida y contestamos el fuego. Cae un atacante en el hall y la turba frena su embestida. La grita era ensordecedora, Una bala atraviesa el sombrero de Miguel. Vemos que cae otro, otros; pero el fuego no cede, hasta que poco a poco se va apagando, crepitando como una gran hoguera. Había trascurrido más de 30 minutos. Nos habíamos salvado y habíamos salvado El Comercio.
30 minutos: Un sorbo de té, otro sorbo, y otro.
31 minutos: El doctor Oscar Miró Quesada me había dicho una vez: Admiro, en mi hermano Luis, la armonía que guarda entre la rectitud y el sentimiento. También, su nacionalismo total, sin xenofobia, y su gran amor por la justicia social. Pero entre otras cosas, su enérgico poder de decisión. Una vez, Glicerio Tassara iba a lanzar otra edición de “Idea Libre” contra mi padre. Estábamos en un rincón de la universidad cuando Luis dijo: “Vamos a impedir que salga ese ataque”. Recuerdo que con nosotros estaban Pazos Varela y Carlos Zavala. Fuimos a “Idea Libre”. No bien entradmos en la dirección, Tassara sacó su revólver y me apuntó. Luis saltó sobre él, pero ya Tassara había disparado. Lo rodeamos para desarmarlo, mientras Pazos Varela estaba agonizando ahí mismo. El tiro le había caído en el corazón. Cosas del destino, pero Luis ha sido así siempre”.
¿Es eso karate, profesor?...
40 minutos: Había que establecer relaciones entre su cuerpo y su alma. Preguntar si su espíritu es inversamente proporcional a su estatura. Cuando joven, no hubo deporte que dejara de practicar. Ciclismo, atletismo, fútbol, cricket, remo y tal vez karate. Había que imaginarlo escuchando al profesor japonés, las enseñanzas de la doctrina Zen: “El karate no es para usarlo en nuestro propio beneficio sino en defensa de un ideal de justicia. Hay que ser prudente (como él) hasta donde sea posible para evitar todo motivo de fricción. Eso nos lleva a la necesidad de mantener una norma de modestia y corrección (como él) en todas las situaciones de la vida, aún en el hablar, en el comer, en el obrar. / ¿Es eso karate, profesor? /. Sí, eso, pero además, es esperar a que el adversario reflexione y desista y sólo en última instancia que salga el arma de que disponemos como cortando el aire”.
45 minutos: Su rostro, a veces me parece borgiano o ¿será solamente para asociarle esta frase?: Mi cuerpo puede sentir miedo, pero yo no. (Borges).
46 minutos: Luis Miró Quesada de la Guerra, nacido cuando la patria atravesaba los momentos más luctuosos de su historia (1880), ingresó a trabajar en el diario que hasta hoy dirige, en 1903. “Ese año me pusieron en planilla, pero no recuerdo cuál fue mi salario. Creo sí, que fue demasiado poco”. Eran, en realidad, las viejos tiempos de la zarzaparrilla de Bristol, del agua de Melisa y el Cordial Cerebral (remplazado ahora por el gerovital) y se publicaban avisos que decían: “Vendo 2 bueyes y dos vacas lecheras, ofertas en domicilio”; se escribía tejido con g y las noticias policiales aparecían así: “Al subir el Puente de Piedra que está en declive, sucedió que los caballos resbalaron cayendo por el lado izquierdo, rompiéndose los ganchos a que estaban sujetos los caballos, el carro retrocedió y dos personas que iban allí se tuvieron que arrojar llenas de temor”. Ahora, un solo titular causa veinte veces más miedo: “Jet se estrella, mueren 110”.
56 minutos: Eran otros tiempos, y aunque no había Gladys que aparecieran eróticamente, ya la publicidad tenía sus trucos: Arriba, la cara amarga de un fumador que se queja: ¡Demonios, qué cigarro tan malo! Abajo: la misma cara del fumador, pero sonriendo: ¡No os veriais en esos apuros si fumarais cigarrillos El Figaro!, por ejemplo.
Aversión a los reportajes
58 minutos: Cuando me advirtió que ya habíamos conversado algo, me pesó no haber llevado lápiz para tomar alguna nota. "No se preocupe (me dijo él), porque yo no le he concedido una entrevista. Hemos conversado para que Ud. haga una semblanza, si algo tuviera que escribir sobre mí”, agregó. (Después su hija Elvira, inseparable compañera de sus viajes a través del tiempo y de los mares, confirmaría la aversión del ilustre hombre de prensa, a los reportajes. “¿Para qué –contesta él – si tengo un periódico donde puedo verter mis opiniones?”
61 minutos: Los perros me recibieron con ladridos en su residencia, y uno de ellos casi se pasó de leal. A propósito, para el doctor Miró Quesada, nada hay más valorativo en el hombre que la lealtad y la amistad, pero con una advertencia: ‘Soy amigo hasta donde llegan los límites de mi país. Porque entre los intereses de la patria y los de la amistad, a la amistad hay que dejarla de lado”.
66 minutos: En un sofá muy muelle, en su residencia de Javier Prado, delante de unas breves estatuas de mármol, el hombre hace recuerdos infinitos. Su vida llena de anécdotas comienza cuando a los pocos días de nacido, ante la invasión de los chilenos, tiene que ser llevado a Ancón en una caja de vino. Después todo es un ir y venir incesante. De clorificar el agua que bebe Lima, puede pasar o pasa con facilidad a una legación en Suiza; de asfaltar el jirón de La Unión va a representar al país en La Liga de las Naciones. Es alcalde de la ciudad con la misma maestría con que desarrolla su cátedra en San Marcos. Escribe un editorial, dos, cien contra la IPC igual como funda el primer refectorio escolar en el país. “Según una encuesta que mandé hacer, los niños pobres se desmayaban en la primera hora de clase. Resulta que no comían la noche anterior ni tomaban desayuno en la mañana siguiente”. Entonces funda ese refectorio, propone escuelas al aire libre al estilo de Charlottemburgo y pide como allá, para los niños, doble ración de alimento, doble ración de aire puro y media ración de trabajo.
¿Recuerdos imborrables? Los dolorosos.
70 minutos: No se puede dar la vuelta al mundo de una vida de 90 años en 90 minutos, pero resulta hermoso intentarlo aunque sea para titular. Pero, digamos, doctor Luis, ¿podría señalar algunos de sus recuerdos imborrables?. “Los imborrables siempre resultan ser los más dolorosos. El placer es siempre pasajero, el dolor es permanente y a veces, hasta eterno”. Entonces, quiso recordar a su esposa. “Elvira –dijo– fue una mujer sin la cual yo no habría llegado a ser algo en la vida. Ella me daba aliento para toda empresa, Leguía me mandó decir una vez que me daba 15 días para arreglar mis papeles. Yo le mandé decir, primero que averiguara dónde estaba escondido; segundo, que me hiciera detener; y, tercero, que me deportara. En esos días, había una recepción oficial en una embajada. Yo le dije a Elvira, vamos a la recepción. Fuimos y mi presencia causó revuelo singular. Lo recuerdo, perfectamente, todo ahora.
75 minutos: Luis Miró Quesada (Una orquídea y una lágrima, todos los sábados en la tumba de su esposa) ha callado y en sus ojos hay un brillo que podría afirmar, es una lágrima.
78 minutos: Ahora es lunes y estamos bajo el signo de escorpio. Ya regresó el hombre de la Luna y Vietnam todavía está crucificado, pero en un tiempo atrás, el presidente Prado lo hizo llamar con urgencia. Estados Unidos se había dirigido al Perú pre sionándolo para que retirara sus tropas de la Provincia de El Oro. La comisión consultiva había aceptado por unanimidad que las tropas se retiraran.
—Tenemos que hacerlo— le dijo el presidente.
—No puede ser — contestó Miró Quesada— la provincia de El Oro es la prenda que tiene el Perú para poder arreglar definitivamente sus diferendos con el Ecuador. Las tropas no deben retirarse.
—Es que no nos queda otro camino.
—Entonces, yo escribiré en contra —dijo Miró Quesada.
Hubo más diálogos, otro miembro de la comisión dijo que podríamos ser objeto de humillación. Miró Quesada respondió que humillación sería ceder ante las presiones diplomáticas. “Tal vez podríamos ceder ante el desembarco de tropas norteamericanas en Tumbes”, replicó, y se dio media vuelta. Pero la historia ha dado su versión eterna: El Perú no retiró sus tropas.
85 minutos: “No deseo enturbiar con esos recuerdos esta fecha, pero el gran error del Apra fue matar a mi hermano, cuando yo era quien escribía los editoriales. Haya tenía conocimiento de que iba a cometerse ese crimen y si no lo supo directamente, cuando menos lo sabía en alguna forma. Pero, dejemos esas cosas para otra vez”, porque las sombras han caído sobre los altos árboles y los días. ¡Ya es hora de ir al diario, a ver qué pasa!
89 minutos: Doctor, ¿por qué no escribe Ud. sus memorias'?
—Las memorias sólo deben escribirlas los grandes hombres.
90 minutos: Mañana que cumple 90 años, ¿qué editorial escribirá el Dr. Miró Quesada, en su propio corazón?
LUIS MIRÓ QUESADA DE LA GUERRA
Continuando siempre nuestra patriótica labor por el acercamiento espiritual de nuestra querida patria España, con estas Repúblicas iberoamericanas hasta conseguir algún día una gran federación hispana en que reunidas nuestras fuerzas y nuestras inteligencias, pudiéramos hacer brotar una nueva ciencia, una nueva literatura y la fuerza suficiente para defender nuestros intereses comunes, hoy tenemos el honor de presentar a los lectores de El Diario Español de Buenos Aires, una de las figuras representativas de más valer en la vida pública del Perú, al egregio ciudadano doctor Luis Miró Quesada.
En estos tiempos de exagerado individualismo, de movimientos y de ruido, los obreros del pensamiento, como lo es nuestro biografiado
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su valor representativo y su talento son nulos ante la opinión, y, mientras dura el drama tienen que retirarse detrás de bastidores, dejando el escenario a los de las vueltas coloradas y a los hombres de sable.
Pero cuando el orden se restablece y se extingue el ruido de los sables y se da a estos su recompensa en grados u ovaciones; entonces el obrero del pensamiento, por medio del periodismo, y en la imprenta en ese gigante que habla todas las lenguas, que combate por todos los intereses; vuelve a dejar oír su voz imponente y majestuosa y continúa esa lucha emprendida por la imprenta, hace cuatro siglos en favor de la libertad y del progreso. Gracias a la imprenta, el pensamiento democrático ha tomado poderosa expansión, y la fuerza, único derecho de las sociedades antiguas, ha sucumbido ante la razón, que es el Evangelio de los pueblos modernos.
Nuestro biografiado el doctor Luis Miró Quesada, es uno de los obreros del pensamiento que más se han distinguido y se distinguen entre las figuras representativas del Perú. Este distinguido ciudadano recibió su instrucción elemental en Inglaterra; y después de hacer en Lima su instrucción secundaria, ingresó a la Universidad siendo, en ella notabilísimo alumno primero y eminente profesor después. En efecto, egresado de la Universidad en 1905, fue elegido catedrático de Pedagogía en la Facultad de Letras donde hoy es subdecano y su representante en el Concejo de la Facultad, alto cuerpo que tiene a su cargo la dirección Universitaria.
Dicta el curso de Pedagogía desde 1908; y ha publicado muchas de sus interesantes lecciones en forma de artículos en la Revista Universitaria. Hoy mismo tiene en preparación su obra completa sobre pedagogía. Su reputación de profesor, de hombre de ciencia y de hombre de estudio ha determinado insistentes requerimientos del ambiente público para que dicte alguna cátedra de Derecho Político o de Ciencia Económica, mas Miró Quesada ha persistido en la actitud de concretarse a su enseñanza de Pedagogía, sin interrumpir sus lecciones, salvo cuando fue al Primer Congreso Panamericano de Delegado del Perú y al Congreso de Educación de Búfalo.
El ejercicio de su cátedra no le ha impedido, sino precisamente le ha facilitado el gran éxito de sus labores de periodista en El Comercio, periódico del cual es uno de los propietarios y del que actualmente es director por la ausencia de su hermano el distinguido hombre público Antonio Miró Quesada del que nos ocupamos en esta «Galería de honor», el 9 de setiembre último, y de Óscar Miró Quesada del que también nos hemos ocupado en esta misma «Galería de honor» el 5 de julio último en la que consta que esta idea nos la sugirió el notabilísimo discurso hispanófilo que pronunciara este último en el banquete que se diera en el Casino Español el 17 de mayo pasado con esta capital en celebración del aniversario del natalicio de nuestro Augusto Monarca el Rey don Alfonso XIII.
Conjuntamente con las actividades de profesor y de periodista, nuestro biografiado ha sido diputado a Congreso desde 1907 a 1912, exhibiendo entonces sobresalientes aptitudes de orador y de estadista;
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dedicando también su acción a la defensa de las libertades públicas y de las clases obreras. Es evidentemente Luis Miró Quesada un político de sentido democrático, pudiéndose decir que está en la izquierda del Partido Civil, histórico partido constituido en su derecha por elementos aristocráticos, reacios aun a comprender que si los partidos políticos renuncian a renovar sus métodos y sus anhelos, renuncian a la vida y a la razón de vivir.
Esa misma tendencia democrática llevó a Luis Miró Quesada a ejercer las funciones de Alcalde Municipal de Lima; a iniciar la obra de los refectorios escolares, a mejorar las condiciones de la Escuela Popular y a mejorar las condiciones del servicio municipal del agua. Pero Luis Miró Quesada puso mirada más alta y más fecunda aun: quiso sanear Lima contratando un empréstito. Todo estuvo listo para este fin, pero en la Cámara de Diputados, un grupo de diputados civilistas coligado con los diversos grupos anticivilistas, cerraron el paso a la bella iniciativa de Luis Miró Quesada. Entonces perdió Lima la oportunidad de tener buenos pavimentos, entonces espectó el país la coalición heteróclita de civilistas y anticivilistas en contra de Luis Miró Quesada, miembro eminente de ese partido; y entonces pudo verse que en medio de la descomposición de la mayoría civilista del Parlamento, flotaba la falta de instinto de un partido para conservar su cohesión única manera de conservar «el Poder para bien público».
He aquí diseñada a grandes rasgos la importante personalidad de este distinguido peruano verdadero hispanoamericano, pues desciende en línea recta de aquellos esforzados y valerosos conquistadores que llegaron a la América a mediados del siglo XVIII.
El fundador en la América de la familia Miró Quesada fue el señor Francisco G. Miró que vino al istmo de Panamá a mediados del siglo XVIII, como oficial del ejército español, el que fue casado con la señora Ana Meyner, y murió en Panamá en la clase de General de Brigada del Ejército del Rey. Un nieto suyo llamado Tomás, se casó en 1831 con la señora Josefa de Quesada hija de don Miguel de Quesada, también español natural de Granada en Andalucía, y de doña Catalina Velarde, panameña, hija de un general español. De este matrimonio nació don José Antonio Miró Quesada, padre de la pléyade de intelectuales y distinguidos peruanos: don Antonio, don Óscar y nuestro biografiado don Luis que con su talento, probidad y clara inteligencia han dado honra y gloria a esta patria, y a cualquiera nación del mundo que hubieran tenido la suerte de tenerlos en su seno.
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Local central del diario El Comercio - Lima Peru
"Tampoco se podría, sin embargo, no tomar en cuenta para entender esa relación el hecho mismo del asilo. Se trataba de algo que, por un lado, debía enorgullecer a El Comercio y que, por otro, había impedido que Francisco fuera a caer de nuevo en el insoportable asador panameño. Por primera vez en la historia del periodismo, el edificio de un diario, igual que las catedrales de la Edad Media, había servido de asilo a un perseguido...". Francisco Igartua Rovira - "Siempre un extraño"
sábado, 20 de junio de 2009
FRANCISCO IGARTUA – SIEMPRE UN EXTRAÑO - 1995 - "Un diario le sirvió de asilo"
Al llegar a Lima, por simple precaución les pidió a Holt y al corresponsal americano que bajaran los tres juntos.
-Por siaca.
Y los dos asintieron en que la idea era prudente. Lo flanquearían desde la escalera de bajada a tierra.
¡Ni que hubieran sido adivinos!
Al pie del avión lo esperaba a Francisco media docena de investigadores que le bloquearon la entrada.
-Usted no puede ingresar. Debe volver al avión y seguir a Panamá.
El que le hablaba era un zambo alto, colocado detrás de los dos que le cerraban el paso. Otros tres vigilaban de cerca.
-¡Aquí esta mi pasaporte con el visado correspondiente!
-No sé. Es la orden.
-¡Aquí esta mi visa! –grito Francisco apoyado en los dos norteamericanos.
-No puede pasar.
-¿Cómo que no puedo? –y se agarro a los brazos de sus dos amigos-. Si quieren me suben a patadas, Pero aquí se arma un escándalo de los mil diablos y tengan ustedes presente que estos dos señores son periodistas extranjeros que darán cuenta en el mundo del abuso que están ustedes cometiendo. ¡Aquí esta mi visa! Y si quieren –volvió a insistir- me suben a la fuerza, pero en el mundo se sabrá que grado de dictadura hay en el Perú. Estos dos periodistas harán pública su protesta por lo que están viendo.
Del brazo de Holt y del corresponsal del New York Times, comenzó a caminar por la explanada. Los policías comenzaron a desconcertarse…
Los tres siguieron avanzando hasta llegar al hall de la Corpac. Detrás de la barandilla de metal dorado estaban Ella, Doris y su hermana Mima.
De pronto el se separo de los norteamericanos y salto la barandilla. La cogió del brazo a Ella y los cuatro salieron corriendo a la calle. Tomaron un taxi y el ordeno:
-A El Comercio, a toda prisa; cobre lo que quiera.
El que hubiera estado hablando de El Comercio hacia unas semanas, justo en ese mismo aeropuerto, fue lo que le dio la idea. El periódico tenia la puerta abierta día y noche y la policía –que con toda seguridad los iba seguir de inmediato- no se le ocurriría que buscaría refugio en un periódico. Para los de la “secreta” trataría de asilarse en una embajada y las embajadas siempre tienen sus puertas cerradas…
Exactamente, a los pocos minutos, dos autos policiales lo seguían de cerca. Ella lo agarraba fuertemente de la mano, mientras el pensaba como salir a la carrera del auto y como meterse a la dirección del diario o, mejor, a la jefatura de la redacción, que era la de mas fácil acceso.
Se cambio de sitio con Doris para quedar junto a la puerta derecha del auto. Desde allí, de un salto, estaría dentro de El Comercio. Y así fue. En segundos, Francisco se hallo en la oficina de su viejo amigo Emilio Armaza, jefe de redacción del diario de La Rifa desde poco después que salio de La Prensa junto con Francisco. Armaza contestaba en ese momento el teléfono. Y antes de que colgara el fono, irrumpieron en la oficina los policías. Dirigiéndose a Armaza lo conminaron, mostrándole sus placas:
-El señor tiene que salir de aquí, nos debe acompañar.
-Perdón señores -respondió Armaza después de terminar su conversación telefónica-, el señor Igartua esta aquí de visita. Ha venido a ver a don Luis Miro Quesada y no saldrá hasta que no termine su reunión con don Luis.
-Pero…
-No hay nada que añadir. Además, a don Luis no le agrada la presencia de los policías en la reducción. Por favor, señores afuera, si quieren en el hall de la entrada o en la calle.
Todo esto lo decía Armaza sentado en su escritorio, inmutable.
Los investigadores se retiraron desconcertados, cabizbajos.
Francisco, mudo, seguía sentado frente a Armaza.
-Don Luis ha dado orden de que no te dejemos sacar de aquí. Ni siquiera a la fuerza.
A los pocos días el mismo don Luis Miró Quesada le explico a Francisco que, al momento de salir del auto, lo vio su cuñado, García Irigoyen, y en un ese instante lo llamo por teléfono y él a su vez, de inmediato se comunico con Armaza. Ocurrió, por suerte, que todos estaban en sus puestos al lado del teléfono y que los aparatos se encontraban desocupados.
Eso de “ni siquiera a la fuerza” no era una frase; al poco rato apareció, con su caminar cansino y su pelo plateado, Rolando, el hombre de confianza de don Luis y jefe de la seguridad interna del periódico. Lo acompañaban varios guardias armados.
Ese día y el siguiente los pasó Francisco encerrado en El Comercio, durmiendo en una oficina del segundo piso que se habilito como improvisado dormitorio. Solo lo visitaba, Ella, Doris y su hermana Mima, con quienes almorzaba y comía.
En todo ese tiempo no apareció un Miró Quesada por el periódico.
-Cualquier incidente –explico después Don Luis- con cualquier miembro de la familia hubiera agravado innecesariamente la situación.
Toda la manzana estaba rodeada de investigadores y policías mientras el periódico negociaba con el gobierno.
Pero en la prensa de Lima no se publicaba una línea de lo que estaba ocurriendo.
Solo al tercer día apareció el doctor Guzmán Marquina, presidente de la Asociación de Periodistas, amigo de Francisco, con la propuesta de solución: en compañía de él, representante del gremio Francisco visitaría al Ministro de Guerra, general Romero Lobo, en su casa de Barranco, no en el Ministerio. Y allí mismo el jefe de la Policía de Investigaciones y el jefe del Resguardo Aduanero le darían ingreso oficial al país. Así quedaría concluido el incidente y no se tocaría más el tema. Mejor dicho el “incidente” quedaría silenciado.
No eran épocas con posibilidad de ponerse bravo. E, indudablemente, El Comercio intervenía con sus buenos oficios patrocinando un acuerdo sin ganadores y perdedores.
Francisco acepto y, en compañía de Doris Gibson, visito al general Romero Lobo. No hubo problemas para salir de El Comercio. En la mañana había desaparecido el cordón policial de la manzana. El introductor ante el ministro fue el doctor Guzmán Marquina.
Hubo sonrisas, chistes y alguna broma sobre Alejandro Esparza Zañartu, el factótum del Ministerio desde la Dirección del Gobierno, a quien el acuerdo había marginado, queriendo, al parecer, hacer notar que el ministro no estaba pintado en la pared. Aunque lo más probable habría sido que Esparza no quiso dar su brazo a torcer y al final transo con un “hágalo con otro”. Tampoco El Comercio era santo de la devoción de Esparza, pero a tanto no podía llegar su prepotencia.
Sacar a Francisco asaltando el periódico hubiera sido demasiado. El escándalo internacional habría tumbado al Gobierno de Odria.
Al jefe de la Policía de Investigaciones, que aseguro estar dispuesto a dar la vida por su ministro, el general Romero Lobo le respondió con una broma muy sobria que lo dejo muy mal parado. Fue algo como “no afirme eso, señor, porque no lo voy a querer a mis ordenes; no desearía ser responsable de la muerte de tan eficiente funcionario”. Al final se sirvió una copa y, previas palabras de Guzmán Marquina, brindaron “por el feliz reingreso al Perú -aunque algo irregular- del director de Caretas”.
Todo, sin embargo, quedo silenciado. Nada de lo ocurrido se hizo público. El siguiente editorial de la revista fue una especie de “como decíamos ayer”. Francisco se limito a una pequeña referencia al “obligado viaje a Panamá”. La correspondiente compuesta de El Comercio sobre el tema fue parecida.
De este modo se inicio una estrecha amistad entre Francisco y don Luis Miro Quesada. Una amistad que nació, quien sabe, no tanto por el hecho mismo del asilo como por la mutua por la mutua simpatía que surgió espontáneamente durante la charla que sostuvieron después que pasaron los “incidentes”, Ocurrió en la visita de cortesía que Francisco le hizo a don Luis en su despacho de la Calle La Rifa.
Aunque de temperamentos muy diversos y hasta disonantes en algunas posiciones, Francisco quedo subyugado por la recia personalidad de don Luis, por su sutileza para enfocar los temas y los problemas, su rápida percepción de las situaciones políticas y su prudente accionar cuando se trataba de asuntos que consideraba fundamentales.
-En cuestiones de libertad de expresión hay que ser siempre categóricos y no callar ningún atropello a la libertad de prensa. Siempre hay que protestar por la prisión o la deportación de un periodista, sea quien sea este (la única excepción, por razones muy personales –el Apra había asesinado a su hermano y a su cuñada-, eran los apristas). La protesta por lo demás colegas es una especie de seguro para uno mismo.
Y siguió en tono muy confidencial, sabiendo seguramente que unos meses antes, en un apuro que tuvo Francisco con la policía, La Prensa de Beltrán no lo dejo refugiarse en su local:
-Por ejemplo, no le extrañe a usted que, tal como van o van a ir las cosas, puede caer en la cárcel el señor Beltrán. Eso no ocurriría conmigo.
Pareció voz de adivino porque, pocos años después, cuando La Prensa se paso a la oposición y reconoció que la dictadura no es un sistema apropiado para el desarrollo equilibrado de un país, don Pedro Beltrán y su gente fueron tomados presos y encarcelados en la Isla, en El Frontón.
Su percepción del futuro, sin embargo, no lo dejo vislumbrar algo muy remoto: el atropello a todos los diarios y al propio don Luis, en mil novecientos sesenta y cuatro, cuando el Perú, gobernado por el General Velasco, corrió el riesgo de volverse otra Cuba.
De esa larga charla, que fue una verdadera lección de periodismo político; de sapiencia en el manejo de las vanidades humanas; de estrategias a emplear frente a las prepotencias de los poderosos y a las debilidades morales del enemigo; de inteligente hurgar en la capacidad del adversario; desde aquel entonces, el joven Francisco y el viejo don Luis fueron tejiendo una muy bella y calida amistad.
Tampoco se podría, sin embargo, no tomar en cuenta para entender esa relación el hecho mismo del asilo. Se trataba de algo que, por un lado, debía enorgullecer a El Comercio y que, por otro, había impedido que Francisco fuera a caer de nuevo en el insoportable asador panameño. Por primera vez en la historia del periodismo, el edificio de un diario, igual que las catedrales de la Edad Media, había servido de asilo a un perseguido