Sin embargo, con ser impactante y cierta, la denuncia de la doctora Bozo en Canal 11, no abarca con amplitud el atentado que contra la libertad de prensa está cometiendo ahora, en el Perú, sistemáticamente, el gobierno del señor Fujimori y de la Fuerza Armada.
Primero, discriminando y chantajeando a los medios de comunicación que no le son afectos, poniéndolos al margen en el reparto de la publicidad. Tarea en la que el gobierno de Fujimori y de la Fuerza Armada recibe el apoyo entusiasta de la derecha empresarial. Canal 11 no tiene un solo aviso del Estado y sufre igual o parecido sabotaje de la empresa privada. Tampoco hay publicidad alguna para OIGA ni parra otros periódicos de la oposición que desagradan a un gobierno que se irrita porque se le recuerda que es producto de un golpe militar y que los tanques tienen tanta influencia como él frente a un hechizo Congreso Constituyente Democrático.
En este punto la coincidencia entre Canal 11 y OIGA es total. Lo que Canal 11 y la doctora Bozo no tocan, quien sabe porque este segundo aspecto del problema no le alcanza a la televisión y carecen de información al respecto, es el impuesto de 18% (IGV) a los insumos y a la venta de los ejemplares de revistas y periódicos. Un impuesto que no existe en la mayoría de los países civilizados del mundo y en- ninguno en ese volumen. Porque no existe libertad de prensa —y aquí el término es preciso, no hay libertad de prensa cuando se interponen barreras entre lo impreso y los lectores. Y esas barreras pueden ser el cierre o la censura—la famosa mordaza de ayer— o los impuestos aberrantes, que es la mordaza moderna. Con sabotaje publicitario y con 18% de IGV a los insumos y a la venta de los ejemplares —que debe ser cubierto por el productor, ya que los intermediarios (canillitas) son aire, son luz, son viento—, la existencia de las revistas en el Perú es imposible. Subsisten, sobreviven, gracias a precios de tapa delirantes, como es 7 soles por una revista en blanco y negro y con el papel que el impresor tenga a bien utilizar.
Esta es la realidad de la libertad de prensa en el Perú. Por un lado, medios de comunicación comprados con favores del gobierno y, por otro, el Canal 11 y uno que otro periódico sostenido por la tradición, el avisaje y la media voz, junto a muy pocos periódicos y revistas de oposición abierta, que apenas sobreviven al sabotaje publicitario y al aberrante 18% de IGV a las ventas y a los insumos. IGV del que también deberían estar libres —como en todo país sensato— los alimentos básicos, las medicinas y los libros. ¿Por qué la educación está exceptuada hasta del impuesto a la renta?... Simplemente, porque con recibos del colegio con el 18% de IGV, ahí sí que los votos de Fujimori se los llevaría el aire, sin que nada pudieran hacer los tanques militares para impedirlo.
Pero, al leer estas líneas, el lector se habrá formado la falsa idea de que en el acuerdo del gobierno con los medios de comunicación para cancelar deuda tributaria con avisaje sólo se ha considerado el aberrante IGV, que el productor no puede trasladar al público por estar sometido a la intermediación del inubicable canillita. No. En el acuerdo, en el regalo del Estado a las televisoras y periódicos, han entrado todos los impuestos incluido el de la renta —un impuesto del que, en justicia, nadie debe estar exonerado—, y los de las más insólitas compras en el caso de las televisoras, que sí no pagan, igual que las radios, IGV por los insumos —son las ondas— ni por las ventas de información y comentarios, pues sus programas no tienen precio de venta al público.
Desgraciadamente, el ayatolismo liberal y las deformaciones profesionales de los economistas se han adentrado tan hondamente en nuestra sociedad y, lógicamente, hasta en los periódicos, que muy pocos son los que quieren advertir cómo se atenta hoy contra la libertad de expresión en el Perú: saboteando y chantajeando con el avisaje a Canal 11 y a las revistas y periódicos de oposición, a los que, además, se les agrede con el aberrante IGV a los insumos y a la venta de ejemplares. Caso típico, este último, de la moderna inquisición contra la prensa, como lo señaló el Congreso Mundial de Periodistas, en Berlín, hace dos años.
Es una lástima que, cada vez que se pasa lista, haya menos periodistas en el comando de los periódicos y que las anteojeras de ayer —los tabúes ideológicos— hayan sido reemplazados por el tabú económico. ¡Como si la economía fuera ciencia exacta y tuviera Biblia!
(F. IGARTUA)
P. S. Curiosamente, los más fervorosos fujimoristas están muy preocupados por los “errores que está cometiendo la candidatura de Pérez de Cuéllar”. Se duelen muchísimo “porque el embajador está quedando mal”... ¿No será más bien que, al revés, a pesar de los errores -que existen y habrá que corregir abriendo puertas, apuntando con más energía a las culpas del adversario en la pauperización del pueblo y no hiriendo a los posibles aliados de mañana-, no será que esos fanáticos fujimoristas estén temiendo el triunfo de Pérez de Cuéllar y buscan acercarse a él mostrando su ‘preocupación’ por sus errores?
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