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DORIS GIBSON PARRA Y FRANCISCO IGARTUA ROVIRA

DORIS GIBSON PARRA Y FRANCISCO IGARTUA ROVIRA
FRANCISCO IGARTUA CON DORIS GIBSON, PIEZA CLAVE EN LA FUNDACION DE OIGA, EN 1950 CONFUNDARIAN CARETAS.

«También la providencia fue bondadosa conmigo, al haberme permitido -poniendo a parte estos años que acabo de relatar- escribir siempre en periódicos de mi propiedad, sin atadura alguna, tomando los riesgos y las decisiones dictadas por mi conciencia en el tono en que se me iba la pluma, no siempre dentro de la mesura que tanto gusta a la gente limeña. Fundé Caretas y Oiga, aunque ésta tuvo un primer nacimiento en noviembre de 1948, ocasión en la que también conté con la ayuda decisiva de Doris Gibson, mi socia, mi colaboradora, mi compañera, mi sostén en Caretas, que apareció el año 50. Pero éste es asunto que he tocado ampliamente en un ensayo sobre la prensa revisteril que publiqué años atrás y que, quién sabe, reaparezca en esta edición con algunas enmiendas y añadiduras». FRANCISCO IGARTUA - «ANDANZAS DE UN PERIODISTA MÁS DE 50 AÑOS DE LUCHA EN EL PERÚ - OIGA 9 DE NOVIEMBRE DE 1992»

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«Cierra Oiga para no prostituir sus banderas, o sea sus ideales que fueron y son de los peruanos amantes de las libertades cívicas, de la democracia y de la tolerancia, aunque seamos intolerantes contra la corrupción, con el juego sucio de los gobernantes y de sus autoridades. El pecado de la revista, su pecado mayor, fue quien sabe ser intransigente con su verdad» FRANCISCO IGARTUA – «ADIÓS CON LA SATISFACCIÓN DE NO HABER CLAUDICADO», EDITORIAL «ADIÓS AMIGOS Y ENEMIGOS», OIGA 5 DE SEPTIEMBRE DE 1995

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LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU

LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU
UNIVERSIDAD DEL PAÍS VASCO

LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU

LIMAKO ARANTZAZU EUZKO ETXEA - CENTRO VASCO PERU
UNIVERSIDAD DEL PAÍS VASCO

«Siendo la paz el más difícil y, a la vez, el supremo anhelo de los pueblos, las delegaciones presentes en este Segundo Congreso de las Colectividades Vascas, con la serena perspectiva que da la distancia, respaldan a la sociedad vasca, al Gobierno de Euskadi y a las demás instituciones vascas en su empeño por llevar adelante el proceso de paz ya iniciado y en el que todos estamos comprometidos.» FRANCISCO IGARTUA - TEXTO SOMETIDO A LA APROBACION DE LA ASAMBLEA Y QUE FUE APROBADO POR UNANIMIDAD - VITORIA-GASTEIZ, 27 DE OCTUBRE DE 1999.

«Muchos más ejemplos del particularismo vasco, de la identidad euskaldun, se pueden extraer de la lectura de estos ajados documentos americanos, pero el espacio, tirano del periodismo, me obliga a concluir y lo hago con un reclamo cara al futuro. Identidad significa afirmación de lo propio y no agresión a la otredad, afirmación actualizada-repito actualizada- de tradiciones que enriquecen la salud de los pueblos y naciones y las pluralidades del ser humano. No se hace patria odiando a los otros, cerrándonos, sino integrando al sentir, a la vivencia de la comunidad euskaldun, la pluralidad del ser vasco. Por ejemplo, asumiendo como propio -porque lo es- el pensamiento de las grandes personalidades vascas, incluido el de los que han sido reacios al Bizcaitarrismo como es el caso de Unamuno, Baroja, Maeztu, figuras universales y profundamente vascas, tanto que don Miguel se preciaba de serlo afirmando «y yo lo soy puro, por los dieciséis costados». Lo decía con el mismo espíritu con el que los vascos en 1612, comenzaban a reunirse en Euskaletxeak aquí en América» - FRANCISCO IGARTUA - AMERICA Y LAS EUSKALETXEAK - EUSKONEWS & MEDIA 72.ZBK 24-31 DE MARZO 2000

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jueves, 1 de agosto de 2013

LA TERCERA

RECOBRAR LA HISTORIA, PRESERVAR LA MEMORIA. LA RECUPERACIÓN DOCUMENTAL DE LA HISTORIA DE LOS VASCOS EN AMÉRICA.

Oscar ÁLVAREZ GILA
Alberto ANGULO MORALES
José MARCILESE


            En los últimos años, estamos asistiendo en Euskal Herria a un renovado interés por el conocimiento de las realidades presentes y pasadas de las colectividades vascas del exterior, muy especialmente las surgidas de los procesos migratorios hacia las Américas, y en general en todo lo referente a los ya más de quinientos años de relación casi ininterrumpida, dotada de claroscuros pero siempre interesante, entre el País Vasco y el continente americano. La formación y evolución de colectividades, más o menos importante numéricamente, a lo largo de todo el territorio americano, así como su evolución y sobre todo la formación de instituciones asociativas y las actividades que éstas desarrollaron a lo largo del tiempo, con el doble objetivo de dotar de cohesión y mantener vivos los lazos de unión con la patria de origen, han constituido uno de los elementos en los que la sociedad vasca actual ha indagado en el pasado para entender su presente. Este interés se puede apreciar tanto en una mayor presencia de referencias a dichas colectividades en los medios de comunicación (prensa, radio, televisión o intenet), como en la propia sociedad civil, con el surgimiento de iniciativas y asociaciones dedicadas a fomentar las relaciones y el conocimiento mutuo de los vascos de dentro y fuera del país (como, por ejemplo, Association Euskal-Argentina. Zortzigarren Probintzia Elkartea, Euskosare, y otras iniciativas que, con mayor o menor fortuna, han visto la luz a lo largo de la primera década del siglo XXI).
            Paralelamente, no sabemos bien si como causa o como consecuencia de lo anterior, en las dos últimas décadas hemos asistido a la consolidación, de los estudios centrados en el conocimiento las colectividades vascas del exterior por parte de historiadores, filólogos, antropólogos o especialistas en otras ciencias sociales. En estos últimos veinte años, como señalamos, no sólo se han multiplicado el número de estudios realizados y de publicaciones editadas sobre esta temática, que nos han permitido ampliar el campo de nuestros conocimientos; sino que también se han diversificado las posibilidades de análisis, y sobre todo se ha venido a constituir un incipiente, aunque prometedor, núcleo de investigadores centrados en las investigaciones de los vascos del exterior. En apenas dos décadas, incluso la terminología ha cambiado: frente a viejos conceptos que manejábamos allá por la década de 1990, la idea de “las emigraciones vascas” como objeto preferente de análisis, ahora estamos estudiando la formación de las colectividades vascas, sus instituciones sociales, recreativas, culturales y políticas, la prensa vasco-americana, la cultura, la economía e incluso cuestiones como la imagen y la identidad de los emigrantes y sus descendientes.
            En consecuencia, ya no hablamos tanto de vascos emigrantes, como de la diáspora vasca o de la “octava provincia”. Una terminología ésta que no es baladí, por la idea que subyace en el fondo: la de que hemos de considerar la proyección exterior histórica del pueblo vasco, no como un relato exótico, sino como un capítulo más de la historia de Euskal Herria, imbricado inextricablemente con los acontecimientos históricos que se desarrollaban en cada momento histórico en la propia geografía vasca.
            Pero este reto de recuperar para la historia vasca su proyección personal y colectiva y su relación con otros territorios, exige un esfuerzo añadido: el de preservar todos aquellos documentos que nos permitan acceder a la memoria de los acontecimientos pasados de las colectividades vascas del exterior. La Historia es una ciencia que se basa en la existencia de fuentes adecuadas y necesarias para la elaboración de las reconstrucciones del pasado; la memoria colectiva, entendida ésta como la preservación del acervo documental generado por las generaciones que nos precedieron, constituye así una condición necesaria para la misma historia.
            Se trata ésta, además, de una cuestión de gran urgencia, como así lo hemos venido reflejando desde hace ya tiempo desde los círculos académicos e investigadores . En general, han venido a destacarse tres problemas concernientes al estado de la documentación histórica referente a las colectividades vascas del exterior: su conocimiento, su accesibilidad y su conservación. La propia realidad histórica de la conformación de dichas colectividades explica tales problemas. En el caso de las emigraciones que tuvieron lugar en época colonial, suele ocurrir que las particulares instituciones asociativas que crearon los vascos allí donde se asentaron (generalmente dotadas de un carácter religioso y asistencial, especialmente con la denominación de cofradías o congregaciones , en la práctica totalidad de los casos bajo la advocación de la virgen de Arantzazu) están ya desaparecidas, por lo que el estado de conservación de sus fondos ha sufrido los embates de guerras, desamortizaciones, incautaciones y otros problemas comunes a la conservación de los fondos históricos de similar procedencia. En el caso los centros vascos o euskal etxeak, que han constituido durante décadas casi la única presencia colectiva institucionalizada de los vascos en el exterior, no tienen entre sus fines el convertirse en archivos históricos. El tiempo ha hecho así mella en los documentos que dichas instituciones (cofradías y centros vascos) fueron generando por su actividad, y sólo la labor meritoria y voluntaria de algunos directivos y responsables, que supieron ver la importancia de conservar la memoria histórica -y que tuvieron los medios y posibilidades para hacerlo- ha evitado que la sangría haya sido mayor. Ciertamente, es mucho lo que se ha perdido, pero también es cierto que todavía contamos con muchas vías de información para reconstruir el pasado de las colectividades vascas. Pero los problemas, así y todo, persisten:

•         Conocimiento. Es decir, saber con qué bloques documentales contamos, dónde están, y qué contienen. La labor de catalogación de las fuentes documentales sirve, además, para fijar en cierto modo el contenido de los archivos históricos, otorgarles una entidad y relevancia y evitar su desaparición.

•         Accesibilidad. Es decir, que se hallen disponibles del mejor modo posible para el uso del investigador. Los centros vascos no son las únicas fuentes de información documental sobre la historia de las colectividades vascas. También nos pueden aportar información relevante, por ejemplo, los achivos civiles o eclesiásticos de los países de acogida; las empresas creadas por vascos; y sobre todo las propias familias, que suelen poseer y conservar auténticos archivos familiares con documentación personal (documentos de identidad, correspondencia, fotografías...) La hemerografía (periódicos y revistas) y la propia memoria de los ancianos (recogida mediante testimonios orales) son también vías interesantes. En todos estos casos, el acceso del investigador depende de cosas tan aleatorias como la voluntad de los dueños de la documentación.

•         Conservación. Todo lo anterior converge en la gran cuestión: ¿cómo asegurar la conservación de dichos fondos? En un país como el vasco, que todavía carece de Archivo Nacional o de una entidad equiparable dedicada a la conservación sistemática del patrimonio documental histórico -aunque el proyecto para crear ambos esté muy avanzado-, carecemos de uno de los instrumentos básicos que pueda encargarse, como en otros lugares, de esta labor de localización, catalogación y gestión de la accesibilidad de los documentos.
            No obstante, no todo ha sido negativo hasta ahora. Al voluntarismo de instituciones académicas y científicas, se ha unido en los últimos años el esfuerzo por parte del Gobierno Vasco para ir formando un corpus de recopilación documental, que pudiera hacerse fácilmente accesible a los investigadores. Han sido, ciertamente, en muchos casos iniciativas inconexas, pero han permitido, por una parte, frenar el deterioro y pérdida de materiales que, de otro modo, habrían desaparecido ya, y por otra parte, han generado lo que ahora los economistas llaman sinergias, fomentando la cooperación entre investigadores del País Vasco y de los diversos países donde se asientan las colectividades vascas; todo esto sin contar que, además, pueden ser la base inicial para constituir ese futuro archivo de memoria de las colectividades vascas, que muchos deseamos, con éste u otro nombre.
            Varias han sido las experiencias previas. Entre 1988 y 1990, el área de Historia de América de la Universidad del País Vasco desarrolló, con los alumnos de licenciatura, el vaciado de las referencias sobre América -entre ellas, también sobre los vascos de América- en periódicos y revistas de Álava, Vizcaya, Guipúzcoa, Navarra e Iparralde. En el terreno de la fuentes orales, Eusko Ikaskuntza (en 1995), y pocos años más tarde el Center of Basque Studies de la Universidad de Nevada-Reno y el Basque Museum and Cultural Center de Boise, Idaho, pusieron en marcha sendos programas de recopilación de entrevistas a emigrantes vascos . El proyecto norteamericano, de hecho, está accesible a través de una página web propia. También a fines de la década de 1990, la Fundación Sancho el Sabio realizó algunas digitalizaciones de prensa vasco-americana, especialmente algunos ejemplares únicos conservados en el centro vasco Zazpirak Bat de Rosario, Argentina; y la Universidad del País Vasco microfilmó los fondos de la Editorial Ekin de Buenos Aires. Eusko Ikaskuntza puso en marcha, entre 1997 y 2003, un equipo de recopilación de la bibliografía sobre las colectividades vasco-americanas, que se integraba en un proyecto más amplio de recopilación de historiografía sobre Euskal Herria. Finalmente, la Universidad del País Vasco desarrolló, entre 2001 y 2003, la creación de un archivo virtual iconográfico, actualmente en proceso de catalogación.
            Aunque en este proyecto que presentamos hoy se hallan implicadas, de hecho, varias universidades, se enmarca dentro del programa, más amplio, puedo en marcha por la Dirección de Relaciones con las Colectividades Vascas del Exterior, del Gobierno Vasco, en 2003, bajo el nombre de Urazandi. En sus diversas fases de ejecución, el programa Urazandi ha llevado a cabo:
            a) La publicación de investigaciones inéditas sobre la historia de diversos centros vascos en el mundo. En 2003, con ocasión del Congreso Mundial de Colectividades Vascas, se publicaron los primeros quince estudios sobre otros tantos centros vascos, colección que ha seguido completándose en una colección que sigue editando nuevos volúmenes en la actualidad, aunque a un ritmo mucho menor .
            b) La digitalización de revistas vasco-americanas, es decir, de aquellas publicaciones periódicas editadas por y/ dirigidas a los vascos de las colectividades. La primera experiencia en este sentido fue la revista vasco-argentina La Baskonia, cuyos 50 años de existencia fueron editados en dos DVDs, juntamente con las historias de centros vascos antes mencionadas, el mismo año 2003. En 2005, el centro vasco Euskal Erria de Montevideo hizo lo propio con la revista homónima, editada igualmente durante cerca de medio siglo. En ambos casos, los resultados de la edición son igualmente alentadores. Anteriormente, eran muy pocos los investigadores que podían realmente hacer una consulta completa de estos fondos, desperdigados en diversas bibliotecas y repositorios en Europa y América; ahora se puede consultar una colección completa en cualquier ordenador personal. De este modo, desde 2003 se ha apreciado un aumento de las investigaciones que están tomando como base la extrema riqueza de contenidos de ambas publicaciones. La ampliación de la labor digitalizadora a la totalidad de las revistas creadas por los vascos fuera de Euskal Herria, trabajo que fue finalziado en 2007 y se presentó públicamente en el Congreso de Colectividades de aquel mismo año, ha servido indudablemente de acicate para nuevas investigaciones en el terreno de los estudios históricos o filológicos, y ha facilitado su uso como herramienta didáctica con los alumnos en la propia universidad.
            c) La catalogación y digitalización de noticias vascas publicadas por la prensa americana, es decir, en la prensa generalista de las sociedades de acogida, no en aquellas publicaciones periódicas dirigidas específicamente a la colectividad vasca. Este proyecto, que recibió el nombre de "Vascos en la prensa americana", surgió en 2005 a iniciativa de la misma Dirección General antes mencionada, y contó desde el principio con la colaboración de la Universidad del País Vasco, que ha ejercido todos estos años de coordinador de los diversos grupos de relevadores que se han formado en Argentina, Uruguay, Chile, Colombia y Estados Unidos. Durante dos años el proyecto estuvo en fase experimental, codirigido por los firmantes de este artículo, y se desarrolló en colaboración con la Universidad Nacional del Sur (Bahía Blanca, Argentina). Los resultados preliminares, presentados en el mismo congreso de colectividades antes mencionado de 2007 , permitieron la difusión del proyecto, que con altibajos debidos a la dinámica de los grupos de trabajo formados, a los imponderables de los cambios de personas y políticas en las instituciones participantes en el proyecto (especialmente, centros vascos y el propio Gobierno Vasco), sin olvidar la dolorosamente omnipresente crisis económica que tan duramente ha golpeado el País Vasco en los últimos años.
            A diferencia de otros proyectos culturales incluidos en Urazandi, la catalogación y digitalización de las referencias sobre los vascos en la prensa americana se presenta como un trabajo a muy largo plazo. En primer lugar, no tiene un punto final definido, o mejor dicho, ha sido tal la profusión de cabeceras periodísticas que han existido a lo largo de la historia en las naciones receptoras de inmigración vasca, que la pretensión de ser exhaustivo y recoger todas las referencias es, simplemente, imposible de materializar. Por esta razón, se establecieron sendos criterios geográfico y cronológico para priorizar el trabajo recopilador: centrarnos en las localidades donde existe o ha existido centro vasco, y el ya citado de relevar las referencias desde dos años antes de la creación del primer centro vasco de la localidad.
            La base ha sido, de este modo, acumulativa, pues la incorporación de nuevas universidades al proyecto se ha ido sumando un repertorio cada vez más rico de datos, noticias e imágenes que nos permite ofrecer facetas inéditas y desconocidas sobre la presencia de los vascos en el mundo. Pensamos que esta base de datos constituirá, con el tiempo, un referente inexcusable, que permitirá y alentará el surgimiento de nuevas investigaciones, sobre todo por parte de jóvenes estudiosos interesados en recuperar la historia y la memoria de la proyección vasca en el mundo. Será sin duda, en este punto, un complemento indispensable en ese archivo y centro de estudios de la diáspora que Euskal Herria debe a todos aquellos que, desde hace tanto tiempo, han contribuido a difundir el nombre de lo vasco más allá de sus fronteras.
            Por último, pero no por ello menos importante, debemos destacar la función social de este esfuerzo cultural y académico en el seno de las propias colectividades vascas. Este proyecto descansa en dos aspectos fundamentales: la implicación de la juventud de los centros vascos en un trabajo de redescubrimiendo de sus orígenes, y la vinculación con los agentes culturales de su entorno. De este modo, serán las propias colectividades vascas las encargadas la recuperación y valoración de su propia memoria e identidad histórica, ofreciendo a sí mismas, a su entorno, y al conjunto de los vascos del mundo, toda la riqueza de su particular forma de mantener, desarrollar y proyectar la realidad del ser vasco en un mundo globalizado.

            Pero una historia de las colectividades vascas en América quedaría coja si nos centráramos únicamente en la documentación de las llamadas euskal etxeak, cuya existencia apenas supera, en el mejor de los casos, la edad de un siglo y cuarto. Los centros vascos actuales no son sino el último eslabón en una cadena de tradición asociativa vasca: la forma más moderna de una práctica que tiene sus antecedentes en otros modelos organizativos, propios de condiciones sociales y políticas distintas. Es por esto que, una vez puesto en marcha el proceso de recuperación documental del patrimonio histórico generado por los vascos en América durante los últimos dos siglos, convenga ahora poner la atención en épocas anteriores, y recuperar -o mejor dicho, recobrar- ese otro patrimonio de un entramado asociativo, no por más desconocido menos importante, compuesto por las cofradías y congregaciones (de Aránzazu, pero también de San Ignacio y de otras advocaciones religiosas) en los siglos de dominio colonial español en América.
            Existen, bien es cierto, algunos intentos precedentes de recuperar este patrimonio. Durante mucho tiempo, uno de los principales problemas a los que se tenía que enfrentar el historiador era la dificultad en el acceso de las fuentes. Aparte de aquellas que el paso del tiempo había acabado por hacer desaparecer, aquellas que se conservaban solían ser difíciles de trabajar, por elementos como la falta de catalogación y, para el caso que nos ocupa, la dispersión en una multitud de archivos diseminados a lo largo de todo un continente. Un osado investigador que hubiera intentado hacer una historia comprensiva de las diferentes cofradías de Aránzazu, tendría que haber realizado un largo viaje desde México hasta Santiago de Chile, con interminables paradas en la casi totalidad de los actuales países independientes latinoamericanos; algo fuera de las posibilidades -de tiempo y económicas- de la mayor parte de nosotros.
            Cierto es que se intentó, en tiempos, superar estos problemas con la edición de las fuentes. Toda una tradición historiográfica en Occidente hizo, durante décadas, de la transcripción anotada y comentada de fuentes documentales. En las bibliotecas se conservan preciosas ediciones de fuentes, que siguen manteniendo su utilidad, muchos años después de que vieran la luz de la imprenta. Pero ayer como hoy, estas ediciones fueron siempre caras. Los libros, el papel, la distrubución de las obras, han sido siempre muy costosos, en términos puramente económicos. Por este motivo no se editaba toda la documentación, sino solamente aquella que los editores consieraban como "más importante", con todo el problema de subjetividad que ello acarrea. El historiador hacía así de mediador, o mejor dicho de mediatizador, del acceso de otros historiadores a la fuente. Además, estas ediciones no reproducían fielmente el original, sino que eran transcripciones, sujetas a errores tanto de lectura del original, como tipográficos en el proceso de elaboración de la obra impresa. Hasta épocas relativamente recientes, ésta era la situación en la que muchos de nosotros, incluso, nos iniciamos en la investigación.
            Las nuevas tecnologías han venido a revolucionar esta situación. Las técnicas de digitalización -conversión de los documentos en imágenes que pueden ser almacenadas fácilmente- unidas a la progresiva miniaturización de los sistemas de almacenamiento, y a la posibilidad de acceso remoto a través de redes informáticas, ha conseguido por vez primera romper, de a una, las barreras geográficas y geográficas que limitaban el acceso a la información. Hoy en día los archivos digitales están constituyéndose en una herramienta precisa para favorecer el estudio de la historia y hacer más y mejores estudios que nos permitan entender el pasado.
            La documentación de la Cofradía de Aránzazu de Lima está en proceso de digitalización. El esfuerzo inicial que esto supondrá, se verá pronto recompensado con el agradecimiento de los historiadores que dispondrán de una nueva, y amplia, ventana para asomarse a la historia de aquellos vascos que intentaron reconstruir el amor a su patria en la lejanía del Perú de época colonial. Y además no debemos olvidar otra cosa: con la digitalización se ofrece una nueva vía para asegurar la conservación de los documentos, haciendo frente a las pérdidas o deterioros que puedan acontecer.

            Hoy celebramos el cuarto centenario de la Cofradía de Aránzazu en la ciudad de Lima. Con el paso del tiempo, cuando el recuerdo de estos actos se vaya oscureciendo en la memoria, quedará como recuerdo imperecedero un archivo digitalizado, con su catálogo, de su documentación. Será este el mejor legado que podremos dar a quienes conmemoren, dentro de cien años, el quinto centenario.


Centro Vasco Euzko Etxea Arantzazu Lima
Ilustre Hermandad de Nuestra Señora de Aranzazu de Lima
Ilustre Cofradia de Nuestra Señora de Aranzazu de Peru 

3 comentarios:

  1. En los últimos años, estamos asistiendo en Euskal Herria a un renovado interés por el conocimiento de las realidades presentes y pasadas de las colectividades vascas del exterior, muy especialmente las surgidas de los procesos migratorios hacia las Américas, y en general en todo lo referente a los ya más de quinientos años de relación casi ininterrumpida, dotada de claroscuros pero siempre interesante, entre el País Vasco y el continente americano. La formación y evolución de colectividades, más o menos importante numéricamente, a lo largo de todo el territorio americano, así como su evolución y sobre todo la formación de instituciones asociativas y las actividades que éstas desarrollaron a lo largo del tiempo, con el doble objetivo de dotar de cohesión y mantener vivos los lazos de unión con la patria de origen, han constituido uno de los elementos en los que la sociedad vasca actual ha indagado en el pasado para entender su presente. Este interés se puede apreciar tanto en una mayor presencia de referencias a dichas colectividades en los medios de comunicación (prensa, radio, televisión o intenet), como en la propia sociedad civil, con el surgimiento de iniciativas y asociaciones dedicadas a fomentar las relaciones y el conocimiento mutuo de los vascos de dentro y fuera del país (como, por ejemplo, Association Euskal-Argentina. Zortzigarren Probintzia Elkartea, Euskosare, y otras iniciativas que, con mayor o menor fortuna, han visto la luz a lo largo de la primera década del siglo XXI).

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  2. Paralelamente, no sabemos bien si como causa o como consecuencia de lo anterior, en las dos últimas décadas hemos asistido a la consolidación, de los estudios centrados en el conocimiento las colectividades vascas del exterior por parte de historiadores, filólogos, antropólogos o especialistas en otras ciencias sociales. En estos últimos veinte años, como señalamos, no sólo se han multiplicado el número de estudios realizados y de publicaciones editadas sobre esta temática, que nos han permitido ampliar el campo de nuestros conocimientos; sino que también se han diversificado las posibilidades de análisis, y sobre todo se ha venido a constituir un incipiente, aunque prometedor, núcleo de investigadores centrados en las investigaciones de los vascos del exterior. En apenas dos décadas, incluso la terminología ha cambiado: frente a viejos conceptos que manejábamos allá por la década de 1990, la idea de “las emigraciones vascas” como objeto preferente de análisis, ahora estamos estudiando la formación de las colectividades vascas, sus instituciones sociales, recreativas, culturales y políticas, la prensa vasco-americana, la cultura, la economía e incluso cuestiones como la imagen y la identidad de los emigrantes y sus descendientes.

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  3. En consecuencia, ya no hablamos tanto de vascos emigrantes, como de la diáspora vasca o de la “octava provincia”. Una terminología ésta que no es baladí, por la idea que subyace en el fondo: la de que hemos de considerar la proyección exterior histórica del pueblo vasco, no como un relato exótico, sino como un capítulo más de la historia de Euskal Herria, imbricado inextricablemente con los acontecimientos históricos que se desarrollaban en cada momento histórico en la propia geografía vasca.

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